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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.11 no.3 Texcoco jul./sep. 2014

 

Género, economía del cuidado y pago del trabajo doméstico rural en Jilotepec, Estado de México

 

Gender, care economy and payment for rural domestic work in Jilotepec, Estado de México

 

Pilar Alberti-Manzanares*1, Mirna Zavala-Hernández1, Blanca Salcido-Ramos2, Natalia Real-Luna3

 

1 Desarrollo Rural. Campus Montecillo, Colegio de Postgraduados. Texcoco, Estado de México. 56230. Carretera Federa México-Texcoco, Km. 36.5. Montecillo, Texcoco (palberti@colpos.mx, mizahe_13@hotmail.com) * Autor responsable

2 Estrategias para el Desarrollo Agrícola Regional. Campus Puebla, Colegio de Postgraduados. Carretera Federal México-Puebla Km. 125.5 72760. (bsalcido@colpos.mx)

3 Campus Córdoba, Colegio de Postgraduados. Carretera Federal Córdoba-Veracruz. Congregación Manuel León, Municipio Amatlán de los Reyes, Veracruz. 94946. (nreal@colpos.mx)

 

Recibido: marzo, 2014.
Aprobado: junio, 2014.

 

Resumen

El trabajo doméstico y el cuidado de niñas, ancianas y enfermas de las mujeres rurales, crea plusvalía y riqueza económica, desarrolla la economía del cuidado para atender las necesidades de la familia y asegura el equilibrio social en el aspecto político. El valor del trabajo de las amas de casa en México equivale, en millones, a 21 % del Producto Interno Bruto (PIB), por encima del aporte del ramo de la construcción. El tiempo y el esfuerzo invertidos por las mujeres rurales equivale a cuatro jornadas de trabajo al día para atender la casa, el empleo, la familia, y la producción agrícola y pecuaria. Considerando la perspectiva de género, la teoría feminista y la economía del cuidado, se plantea la pregunta: si el trabajo doméstico y de cuidado agrega valor al PIB: ¿por qué no se paga? La investigación realiza una valoración económica del trabajo doméstico y del cuidado en familias rurales del municipio de Jilotepec, Estado de México y plantea el pago monetario del mismo.

Palabras clave: economía feminista, desarrollo rural, mujeres rurales.

 

Abstract

Domestic work and caring for girls, elderly and sick women by rural women creates added value and economic wealth; it develops the care economy to address the needs of the family and ensures social equilibrium in the political aspect. The value of housewives' work in México is equivalent, in millions, to 21 % of the Gross Domestic Product (GDP), above the contribution by the construction segment. The time and effort invested by rural women is equivalent to four working days per day to tend to their household, job, family and agricultural and livestock production. Taking into consideration the gender perspective, feminist theory and care economy, the following question is set out: if domestic and care work adds value to the GDP, why is it not paid? This study performs an economic valuation of domestic and care work in rural families of the municipality of Jilotepec, Estado de México, and suggests their monetary payment.

Key words: feminist economy, rural development, rural women.

 

Introducción

El tema del artículo surge de la búsqueda de respuestas a la siguiente premisa: si el trabajo doméstico de las mujeres es tan importante para la economía del cuidado y el sistema de producción de los países: ¿por qué no se paga? El objetivo de este trabajo es dimensionar el valor económico del trabajo doméstico y del cuidado no remunerado como parte del sistema productivo de la economía nacional, a partir del ámbito rural en el municipio de Jilotepec, Estado de México.

El debate teórico que se presenta integra la perspectiva de género y la economía feminista y del cuidado, así como los planteamientos sobre el modo de producción doméstico rural, centrado en la consideración de que el hogar no solo es un espacio de cuidados, sino también de consumo junto con la producción de bienes y servicios. Por ello, estudiar las prácticas cotidianas de los hogares rurales para satisfacer las necesidades de sus integrantes, valorando el uso del tiempo y el valor monetario que tienen las actividades realizadas, es muy importante para implementar políticas públicas de bienestar social desde una perspectiva de género. La hipótesis que se plantea en este artículo es que el trabajo doméstico realizado por las mujeres rurales crea plusvalía y riqueza económica, desarrolla la economía del cuidado para atender las necesidades básicas del mantenimiento de la familia y asegura el equilibrio social en el aspecto político. La investigación se realizó en el municipio de Jilotepec, Estado de México con familias rurales y empresas del mercado de servicios durante tres meses en 2012. La principal fuente de empleo para las mujeres son las maquiladoras y el trabajo doméstico remunerado, así como el comercio a pequeña escala. En el municipio existen servicios como lavanderías, tortillerías, tintorerías, cocinas económicas, enfermerías y trabajadoras domésticas. También cuentan con servicio de salud pública y privada, así como con una escuela especial para niños (as) con discapacidad.

La metodología utilizada se sustenta en bases teóricas de la perspectiva de género y la economía feminista. La zona de estudio consideró las siguientes comunidades: Ximojai, Magueysitos, Ejido de Jilotepec, Santiago Oxthoc y Ejido de San Miguel de la Victoria. La unidad de análisis consideró cuatro tipos de familia: 1) familia nuclear, 2) familia extensa, 3) jefatura femenina, y 4) familia con enfermos y discapacitados, considerando un total de 17 mujeres amas de casa. También se consideró a dos funcionarios: uno del Programa 70 y más (que da atención a adultos mayores) y el otro del Programa Oportunidades (que apoya con becas para la educación, alimentación y salud de niños y niñas), así como a 15 empleadas de diversos servicios de la cabecera municipal: lavanderías, tortillerías, cocinas económicas, enfermeras y trabajadoras domésticas. Los enfoques y las herramientas metodológicas fueron: 1) cuantitativos, con la aplicación de 15 cuestionarios socioeconómicos a las amas de casa de los cuatro tipos de familias consideradas, y 2) cualitativos, aplicando: a) observación participante, b) 17 Entrevistas a profundidad a las amas de casa, considerando: trabajo doméstico, ingresos, uso del tiempo y apoyos del gobierno; c) 2 Entrevista semi-estructurada a los funcionarios encargados de los programa Oportunidades y 70 y más, y d) 15 entrevistas semi-estructuradas a prestadoras de servicios en la cabecera municipal, preguntando sobre tipo de servicio, insumos que emplea, intensidad de las actividades en tiempo y energía, número de empleadas y precio del servicio.

 

¿Cómo calcular el valor del trabajo doméstico?

La Cuenta Satélite (2011:3) considera dos elementos: 1) tiempo de trabajo dedicado a las labores domésticas y valoración de la economía del cuidado (de infantes, ancianos y enfermos), 2) información sobre el salario que se aplicaría al valor de ese tiempo. En esta investigación se calculó el valor del trabajo doméstico, multiplicando el tiempo de horas que las amas de casa dedican por el costo real de los precios vigentes en el mercado de servicios de Jilotepec para 2012. El Cuadro 1 muestra la tarifa de precios por servicio.

El número de informantes fue de 32 mujeres y 2 hombres, alcanzando un total de 34 personas.

Las edades de las mujeres entrevistadas se encontraban en el rango siguiente: 65%, entre 30 y 40 años; 12 %, entre 41-50; y 18 %, más de 51 años. Las informantes reportan una escolaridad de secundaria (40 %), primaria incompleta (24 %) y primaria completa (18 %). Finalmente, 18 % no tiene ninguna instrucción.

La mayoría de las entrevistadas son amas de casa (88 %); algunas realizan trabajo remunerado y trabajo doméstico (12 %). Cabe señalar que todas se dedican a actividades agrícolas y ganaderas (pues participan en un proyecto productivo de ovinos financiado por la organización campesina UNORCA). Esta investigación fue apoyada por: Red Mujer (Red Movimiento de Unidad Justicia y Enlace Rural, Asociación Civil), UNORCA Estado de México y ANCIAM (Asociación Nacional Campesina e Indígena de Adultos Mayores A.C), las cuales proporcionaron los contactos con las familias entrevistadas.

Según datos de la Cuenta Satélite 2003-2009, el importe económico del trabajo doméstico no remunerado, contabilizado en millones de pesos, equivale a 21.7 % del PIB; es decir, de aproximadamente 40 mil 144 millones de pesos (Cuenta Satélite, 2011). Cuatro quintas partes de esa riqueza es generada por mujeres y la quinta parte restante proviene de los hombres.

 

Género, economía feminista y economía del cuidado

Las definiciones del concepto Género que se plantean en este artículo son: "Género es una categoría teórica, metodológica y política que analiza la construcción social de la diferencia sexual, cuestiona las relaciones desiguales de poder y propone un cambio hacia la equidad e igualdad" (Alberti, 2011:213); por su parte, Larrañaga (2013:102) define género en términos económicos afirmando que: "el género es una variable estructural de primer orden que afecta a todos los procesos sociales y que organiza el conjunto del sistema socioeconómico, condicionando dinámicas a todos los niveles, tanto a nivel micro como a nivel meso y macro".

La perspectiva de género aporta a la discusión teórica la importancia de las relaciones de poder entre mujeres y hombres, entre hombres, y entre mujeres, en la acción social, política y económica. La aplicación de la perspectiva de género ha revolucionado las ciencias sociales que tenían un enfoque androcéntrico en sus estudios (Alberti, 2011). En este sentido, la Economía y su explicación de las relaciones de mercado con los medios de producción cobran una dimensión más amplia al analizar sus supuestos desde la perspectiva de género y el feminismo.

El papel de las mujeres amas de casa es fundamental para el sistema de producción capitalista porque, además de reproducir biológicamente la mano de obra, convierten el salario del trabajador en fuerza de trabajo. Pero, ¿cómo? Comprando y transformando las cosas que se necesitan para que el trabajador pueda seguir trabajando: "El capital entregado a cambio de fuerza de trabajo es convertido en cosas necesarias, por cuyo consumo los músculos, nervios, huesos y cerebros de los trabajadores existentes se reproducen y se engendran nuevos trabajadores" (Rubin, 1986:99). Para mantener la salud y las fuerzas del trabajador es preciso realizar un trabajo extra para preparar la comida, lavar la ropa, tender las camas, cortar la leña, etcétera, trabajo que hacen las mujeres, generando plusvalía. Coincidimos con Gayle Rubin cuando afirma que: "es precisamente ese "elemento histórico y social" lo que determina que una "esposa" es una de las necesidades del trabajador, que el trabajo doméstico lo hacen las mujeres y no los hombres, y que el capitalismo es heredero de una larga tradición en que las mujeres no heredan, (...) no dirigen (...) y no hablan con el dios" (Rubin, 1986: 101).

Nancy Folbre, profesora de economía de la universidad de Massasuchetts, estudia los costos económicos del trabajo doméstico y del cuidado, siendo una de las teóricas más importantes de la economía feminista (Badget y Folbre, 1999).

La economía feminista plantea que el "objetivo último de las actividades económicas debe ser la sostenibilidad de la vida"; es decir, "organizar la producción, la reproducción y los intercambios para que la vida se reproduzca y perdure en las mejores condiciones con justicia e igualdad" (Larrañaga, 2013:98). Este cambio de enfoque se sustenta en dos grandes aportaciones: 1) aborda la construcción social y los principios económicos de la subordinación de las mujeres, ayudando a comprender las formas de desigualdad de género, las jerarquías de las relaciones de poder y la formulación de políticas y acciones, y 2) desafía los principios del análisis económico, haciendo una crítica a la disciplina de la Economía en su conjunto (Benería, 2003). El planteamiento de la economía feminista es equiparar el trabajo familiar doméstico con la producción y el intercambio mercantil como generadores de valor económico (Carrasco, 2003). Se consideró que "la división sexual del trabajo no solo diferencia las tareas que hacen hombres o mujeres, además confiere o quita prestigio a esas tareas y crea desigualdades en las recompensas económicas que se obtienen" (Varela, 2008:209). Las propuestas feministas para el trabajo doméstico fueron variadas en los años setenta; por ejemplo, en España se proponían las siguientes alternativas: 1) una parte de dicho trabajo se adquiriría en el mercado: lavanderías, ropa comprada, alimentos preparados, 2) otra parte de los servicios debería proporcionarlos el sector público: guarderías, centros de salud para personas mayores, asistencia a domicilio para personas enfermas y discapacitadas, y 3) otra parte se compartiría con los varones, puesto que hombres y mujeres dedicarían los mismos esfuerzos y tiempos en el trabajo, fuera y dentro del hogar (Varela, 2008).

La realidad demostró las profundas resistencias masculinas para asumir su responsabilidad en el trabajo doméstico y del cuidado, y la arraigada inercia cultural femenina de seguir educando a las mujeres para desempeñar estas tareas, con el consiguiente resultado de asumir el costo de tiempo (la mujeres tienen menos tiempo libre), energía (aumento de agotamiento, estrés y enfermedades) e ingresos no recibidos. Nancy Folbre considera que el trabajo de cuidados contribuye al bienestar y tendría que considerarse como ingreso. ¿Por qué los hombres no asumen su responsabilidad en el trabajo doméstico? La perspectiva de género respondió la pregunta con los estudios de la masculinidad para explicar la reticencia de los hombres a la igualdad de las mujeres (Bonino, 2003) y la economía feminista mostró la tendencia androcéntrica de la economía tradicional.

El valor del trabajo doméstico está en que provee de relaciones afectivas, de cuidados y de calidad de vida, representando mayor importancia que el trabajo remunerado, y en que es fundamental para que el mercado y el resto de las actividades de la economía y la política funcionen. Por otro lado, la economía feminista cuestionó los modelos de la escuela neoclásica, entre ellos el modelo del homo economicus, a imagen de Robinson Crusoe, el cual había sido definido como un individuo racional que no tiene niñez ni se hace viejo, "no depende de nadie ni se hace responsable más que de sí mismo. El medio no le afecta, participa en la sociedad sin que ésta le influya. Interactúa en un mercado ideal donde los precios son su única forma de comunicación, sin manifestar relaciones emocionales con otras personas. (... ) Este homo economicus representa una libertad de actuación que solo puede existir porque hay alguien que realiza las otras actividades" (Varela, 2008:212). ¿Y quién las realiza? Las mujeres. Para que los varones puedan dedicarse únicamente al mercado de trabajo, tener libre disposición de tiempos y espacios, no ocuparse de la casa ni del cuidado de infantes, ancianos y enfermos; por eso es que las mujeres dedican su tiempo y energías a esas actividades, limitando sus propias oportunidades de desarrollo profesional, acceso a puestos de decisión, tiempo libre, salud, libertad de tránsito y vida, en comparación con los varones.

El siglo XXI ha sido denominado el Siglo de los cuidados (Larrañaga, 2013:100). Pensamos que ello se debe al incremento de personas que necesitan cuidado de otras: aumento de la población mundial anciana, incremento de enfermos(as) y discapacitados(as) a consecuencia de los conflictos bélicos en varias partes del mundo, y niñas y niños solos que migran a otras regiones, como ocurre en países de América Latina. La economía feminista afirma que el modelo masculino de economía y el uso del tiempo no responden a las necesidades de la vida humana. Por ello se propone que haya un cambio en el paradigma económico y patriarcal: considerar que los cuidados y el bienestar humano "no son un problema ni una obligación de las mujeres, sino un problema y una cuestión social" (Varela, 2008:213); aquí añadiríamos también que es una cuestión política.

En los años ochenta las feministas socialistas anglosajonas propusieron la idea del pago de un salario por el trabajo doméstico y de cuidados como acción de justicia por la plusvalía generada por las amas de casa al país.

El "Informe sobre desarrollo mundial 2012: igualdad de género y desarrollo", elaborado por el Banco Mundial, identificó los siguientes cuatro ámbitos que inciden en las brechas de género: 1) los hogares, donde hay una asignación diferencial de cargas de trabajo y recursos, dejando a las mujeres toda la responsabilidad del trabajo doméstico; 2) las instituciones formales, en las que persisten los prejuicios y la discriminación de género en el marco jurídico y normativo; 3) instituciones informales, en las que persisten normas sociales discriminatorias sobre el trabajo del cuidado y el mercado laboral; 4) los mercados, en los que se dan desventaja para las mujeres en relación con el acceso al mercado laboral y a la propiedad de los activos fijos como la tierra, la vivienda, el agua y los créditos (Ponce, 2012). Proponemos añadir otro factor: 5) el sector público, que transfiere a los hogares y a las mujeres la carga del trabajo del cuidado, recortando los servicios de guarderías, pensiones por enfermedad, apoyos por incapacidad y discapacidad, entre otros.

 

Valor económico del trabajo doméstico y de cuidados

Nancy Folbre plantea la gran similitud que existe entre las responsabilidades de la mujer cuando se dedica a cuidar a su familia y las que tiene en trabajos remunerados, como la enseñanza y la enfermería. Así, el concepto de trabajo del cuidado "destaca el carácter discriminatorio de las normas de género que configuran la división del trabajo entre los sexos tanto en la familia como en el mercado. A las mujeres se les supone e incluso se les exige una mayor dedicación a las tareas de asistenta que a los hombres" (Badgett y Folbre, 1999:35)

La medición del valor del trabajo doméstico tiene su origen a finales del siglo XIX cuando especialistas en estadística noruegos y daneses incluyeron estimaciones monetarias del trabajo doméstico. También se aplicaron estimaciones en Estados Unidos y en 1921 se concretó que el valor de dicho trabajo alcanzaba entre 26 % y 31 % de la renta nacional (Ruiz, 2000). Estos primeros estudios estaban interesados en conocer la distribución del tiempo de trabajo y ocio de las familias obreras (Saavedra y Santiago, 2007). La Conferencia celebrada en Roma, en 1992, estableció una Metodología del uso del tiempo que permitiera la comparación de los mismos indicadores a nivel internacional. La propuesta de contabilizar e incluir el valor del trabajo doméstico en las cuentas nacionales fue un compromiso de la IV Conferencia Mundial de la Mujer en 1995, que fue firmado por 187 países, incluido México. Gary Becker hace un planteamiento teórico que abona la idea de que el Trabajo No Remunerado en los Hogares (TNRH) es una actividad productiva a pesar de no ser remunerada. En 1995 este economista definió al hogar como agente consumidor y como agente productor de bienes y servicios. "Dichos procesos en el consumo definen actividades de trabajo y orientan decisiones de compra en el mercado, estableciendo patrones de consumo que están estrechamente vinculados con la distribución del tiempo de los individuos: el tiempo destinado al trabajo remunerado en el mercado y el destinado al no remunerado en el hogar (TNRH)" (Cuenta Satélite, 2011:3). Algunos países han presentado una estimación de las cifras que aporta la producción doméstica al PIB: Finlandia, 46.4 % (2001); Alemania, 29 % (2001); y España, 27.4 % (2003) (Cuenta Satélite, 20011:4).

En el caso de México, este cálculo se conoce a través de los datos obtenidos en la Cuenta satélite del trabajo no remunerado de los hogares de México (CSTNRHM), "con el propósito de dar a conocer los cálculos económicos de las actividades productivas no remuneradas que se realizan en los hogares en beneficio de sus integrantes, con el fin de dimensionar su aportación al desarrollo de las familias con respecto del total de la economía nacional" (Cuenta Satélite, 2011:2). El Cuadro 2 sobre el PIB en 2009 muestra que el total de trabajo no remunerado (trabajo doméstico más trabajo del cuidado) asciende a 22.57 % del PIB, por encima de la industria manufacturera, que es la que más aporta, con 16.5 1 %, seguido del comercio, con 14.22 % (Pedrero, 2010)

En México, en 1977 se considera por primera vez la medición del uso del tiempo para contabilizar el trabajo doméstico (Pedrero, 2010). En 1996, 1998, 2002 y 2009 el INEGI realizó encuestas que aportaron información para calcular el valor económico de las actividades domésticas. El Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) fue propuesto por la ONU para cuantificar todas las transacciones económicas entre los diferentes agentes del mercado, como producción, distribución, consumo y acumulación (Cuenta Satélite, 2011:5). En este Sistema se recomienda incluir una Cuenta Satélite en la que se especifiquen los servicios domésticos producidos en el hogar para autoconsumo, para ser incluidos en la contabilidad social y que ello permita hacer un adecuado análisis social (Cuenta Satélite, 2011:5).

Considerando los resultados de la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo 2009 (ENUT, 2009), las mujeres dedicaban 42.3 horas en promedio a realizar actividades domésticas y los hombres 15.2, lo cual muestra la permanencia de los roles tradicionales de género (Inmujeres, 2011). Las mujeres trabajadoras remuneradas dedican 79.5 % horas semanales al trabajo doméstico.

El Cuadro 3 asigna pesos al trabajo doméstico. Cabe destacar el dato de proporcionar alimentos, que contabiliza 540 872 265 pesos en el caso de las mujeres, en comparación con los hombres, con sólo 76 225 235 pesos.

 

Trabajo doméstico en la economía campesina

¿Qué característica tiene la distribución del trabajo doméstico en el medio rural con respecto a los datos nacionales? La primera característica es que las condiciones de vida en el medio rural son más precarias que en el urbano y, por consiguiente, las mujeres tienen menos apoyo y más dificultades para realizar el trabajo doméstico y de cuidados. La segunda es que las cargas de trabajo en el medio rural son mayores que en el urbano, debido a las condiciones del campo: migración masculina, feminización de la agricultura, y escasa tecnología moderna, como lavadoras, refrigeradores, planchas, cafeteras, aspiradoras, hornos microondas, internet, teléfonos celulares, etcétera. Además, sus viviendas y comunidades no cuentan con servicios de agua entubada, electricidad, caminos, mercados locales y transporte público permanente, cómodo y seguro. Tienen que ir al río a lavar y comprar la comida diariamente, pues no pueden almacenarla y refrigerarla, además de caminar largas distancias de ida y regreso por falta de transporte.

La antropología y la sociología rural han desarrollado una amplia bibliografía sobre la familia y la economía campesina. La socióloga Christine Delphy (1982) acuñó el término de "modo de producción doméstico" para analizar los aspectos socioeconómicos del patriarcado y el capitalismo, afirmando que las desigualdades persistentes entre mujeres y hombres en el mercado de trabajo se sustentan en la explotación del trabajo doméstico de las mujeres. El antropólogo economista Claude Meillassoux (1987) analiza los modos de producción pre-capitalistas, afirmando que en las sociedades primitivas este modo de producción implica la poligamia, para equilibrar demográficamente los grupos pequeños. Alexander V. Chayanov (1981) explicó que la lógica de la familia se basaba en las necesidades de consumo para la subsistencia continuada y en la explotación de su fuerza de trabajo; sin embargo, no consideró el trabajo de las mujeres en su modelo y presentó una unidad doméstica armoniosa y sin conflictos al interior de la misma. Marshall Sahlins (1983) analizó el modo de producción doméstico característico de todas las economías primitivas y campesinas, considerando que "las relaciones económicas dentro de la unidad doméstica se caracterizaban por la colaboración y lo que llamó "generosidad" (Harris, 1986:204). Este autor no dimensionó la importancia de las relaciones de poder y los conflictos presentes que no fomentaban la "generosidad" en absoluto. La crítica a los planteamientos de estos antropólogos es planteada por una socióloga feminista, Christine Delphy, quien "llama la atención sobre la relación de poder entre mujeres y hombres, en lugar de tratar de meter a la fuerza la división sexual entre las categorías preexistentes de la economía política" en sociedades primitivas (Harris, 1986:209). Para los antropólogos clásicos arriba descritos la economía campesina se sustenta en la unidad doméstica en la que las mujeres son controladas e intercambiadas; esta situación es analizada por las antropólogas feministas con el enfoque de género, afirmando que: "la constitución de un ámbito sui generis separado del mundo público o social es también el medio por el cual las mujeres son efectivamente controladas. Cuanto más separadas organizativamente están las unidades domésticas, más confinadas y aisladas en el espacio doméstico están las mujeres y más total es su dependencia de los varones que las representan" (Harris, 1986:218).

En México existen estudios sobre la Unidad Económica Doméstica al estilo Chayanov y la producción capitalista en el medio rural, como el de Víctor Manuel Franco Pellotier (1992) para el caso de las comunidades otomíes del Valle del Mezquital. Investigaciones del Área de Género: Mujer Rural, del Colegio de Postgraduados en Ciencias Agrícolas, muestran la importancia del trabajo doméstico y del cuidado en hogares rurales, resaltando lo siguiente: 1) las hijas desde muy pequeñas se incorporan a labores domésticas; 2) las labores del hogar las realizan siempre las mujeres de la familia, excepto cuando el hombre es viudo o el ama de casa es anciana, en cuyo caso se contrata a otra mujer o se obtiene la ayuda de alguna que sea pariente de la familia. En esto casos el pago se realiza en económico o en especie (Zapata 1994); 3) la jefatura femenina va en aumento en el medio rural, lo cual implica mayor carga de trabajo para las mujeres, pues asumen el trabajo doméstico, de cuidados y remunerado (Suárez et al., 2011); 4) las mujeres rurales encuentran trabajo asalariado realizando actividades relacionadas con el trabajo doméstico: lavar ropa, venta de comida y empleadas de tiendas (Lázaro y Martínez, 2003).

Cabe resaltar que otro importantísimo aspecto del trabajo doméstico de las mujeres es la preparación de alimentos y la atención de invitados y músicos en fiestas y rituales asociados a las mayordomías (Castañeda, 2004).

 

Las mujeres y el trabajo doméstico y de cuidados en Jilotepec

¿Cómo se aplican los planteamientos teóricos anteriores en Jilotepec? El trabajo doméstico y de cuidados en Jilotepec incluye actividades diarias: cuidado de niños(as) y personas enfermas, preparación de alimentos y limpieza de vivienda; semanales: lavado de ropa, adquisición de mercancías; y mensuales: compra de enseres, trámites y pago de servicios (Zavala, 2013). Además se suman las actividades de producción agrícola y cuidado de animales, como se muestra a continuación:

1) El cuidado de enfermos y discapacitados requiere de mucha dedicación y esfuerzo por parte de las mujeres pues, además de las actividades cotidianas, dedican atención permanente a estas personas. El trabajo aumenta al levantarse más temprano o dormir más tarde para poder cumplir con todo. El siguiente es el testimonio de una madre de familia con un hijo discapacitado:

En las mañanas, por ejemplo, me despierto a la cinco o cinco y media para levantar a los niños y lo primerito que hago es tender las camas porque si no se pone complicado si las dejo todas destendidas. Después les doy su ropa para que se vistan y mientras ellos se arreglan yo les preparo el desayuno, les doy su leche y les hago unos huevitos o lo que tenga en la casa porque a veces pues no hay mucho. Ya a las siete de la mañana tengo que dejar a los otros dos niños ahí sentaditos para que acaben de comer; su papá nada más se ocupa de que terminen de comer y pues yo me vengo con el niño (a la escuela especial). Aquí llego a las ocho, lo entrego y veo si ya hay alguien que pueda cuidar al niño: si no hay nadie, pues también me quedo a veces (Leticia, Ximojai, 2012).

El cuidado de una persona que no puede valerse por sí misma supone mayor dedicación y energía, además de paciencia, atención, cariño, comprensión, así como aprender a dar terapias, aplicar curas y medicinas de enfermería. En el medio rural existen pocos servicios públicos que atiendan a niños discapacitados, por lo que muchos de ellos viven grandes carencias.

En Jilotepec existe la Escuela de Atención para niños y niñas con discapacidades, que atiende a las y los infantes desde que son bebés y hasta los 14 años, brindando servicios de rehabilitación y educación básica. Los niños mayores de 12 años llevan un taller laboral donde les enseñan diversas actividades. Las niñas aprenden cocina y costura con el objetivo de que puedan tener un oficio para trabajar más adelante. El personal que atiende a estos menores son maestras especializadas. El servicio es gratuito y solo se da una cooperación de 10 pesos para la comida que se les da a los niños diariamente en la escuela. Cabe señalar que las madres de los menores son las que la preparan.

2) Elaboración de alimentos. Los alimentos se preparan diariamente, por lo menos dos veces al día. Se necesita un trabajo previo: ir a comprar los víveres, preparar la comida, servirla, lavar los trastes y limpiar la cocina nuevamente. El siguiente testimonio refiere la experiencia:

"Tengo que darle de comer a mis hijos; a veces uno de ellos viene a comer, al ratito llega otro y, justo cuando ya estoy recogiendo, aparece el tercero. Uno de ellos trabaja de noche y cuando se levanta para ir a trabajar yo ya tengo todo recogido, pero tengo que servirle y volver a ensuciar; eso es muy pesado y me pongo de nervios. A parte tengo que prepararle el lonche después la cena y por eso siento que nunca acabo; todo el día tengo que estar haciendo de comer y limpiando" (Eugenia, Magueysitos, 2012).

Asimismo, es importante señalar que en el sector rural se hacen tortillas a mano, lo que aumenta la carga de trabajo porque implica ir a buscar leña, preparar el nixtamal, ir al molino para moler el maíz, prender la leña y hacer las tortillas. Algunas mujeres tienen que ir al monte o a otros lugares a recoger la leña en forma de varas o ramas secas; ellas mismas la quiebran y cargan a la espalda.

3) La limpieza de la vivienda incluye actividades como barrer, sacudir, trapear, limpiar muebles, tender camas y lavar pisos. Estas actividades son realizadas varias veces al día. Por ejemplo, las familias con niños pequeños requieren mayor limpieza por el hecho de que todo el día ensucian.

"En mi hogar nunca tengo un horario... ¿te imaginas? Hay veces que, por decir, a las nueve o diez de la mañana ya tengo todo recogido, pero llega la hora de la comida o de la cena y ya está otra vez todo el reguero. Yo les digo: "es que ustedes no se ponen a pensar que me canso". A mi hijo siempre lo regaño con que ordene sus juguetes, que los ponga en su lugar, pero al final yo termino haciéndolo porque él no me hace caso y dos o tres minutos después otra vez está igual. El trabajo de un hogar es muy pesado y cansado" (Elodia, Ejido de Jilotepec, 2012).

La limpieza de la casa también incluye tener limpias las instalaciones donde se tiene el ganado. En algunas ocasiones los hombres hacen esta labor.

4) Lavado de la ropa: cuando hay agua en las casas, cada ocho días aproximadamente, aprovechan para lavar a mano la ropa acumulada de toda la familia, lo que provocando mucho cansancio y enfermedades con el paso del tiempo.

La escasez del agua en las casas obliga a las mujeres a trasladarse a algún riachuelo u ojo de agua, caminando hasta una hora de ida y otra de regreso con la carga de la ropa mojada, y lavar agachadas en piedras largas acondicionadas como lavadero. Esta posición mantenida por varias horas provoca fuertes dolores de espalda y en los riñones.

"Los días que hay agua potable, que son los jueves, es cuando aprovecho a lavar, lavo mucho, mucho" (Gloria, Santiago Oxthoc, 2012).

5) Adquisición y compra de mercancías: se realiza varias veces a la semana. Esto depende de la cercanía o lejanía del lugar donde las vendan. En el caso de estudio todas las familias viven lejos del centro de Jilotepec, por lo que sólo realizan esta actividad los días de tianguis (mercado ambulante semanal). Algunas informantes trabajan también ahí y a la salida de su trabajo compran lo que necesitan. Un problema con los alimentos es que los hogares no cuentan con refrigerador para conservarlos frescos durante varios días, lo cual implica más trabajo para las amas de casa ya que se ven obligadas a comprar menos alimentos, pero con mayor frecuencia, lo cual provoca que tengan que invertir más tiempo en los traslados de su comunidad a Jilotepec.

6) Trámites administrativos y pago de servicios. Cuando las mujeres van a la compra para la alimentación aprovechan para hacer trámites en las oficinas de gobierno, escuelas, tiendas, así como realizar el pago de servicios como vivienda, luz, teléfono, agua, así como dar cooperaciones y hacer depósitos en el banco. Por ejemplo, a los trámites bancarios les tienen que dedicar bastante tiempo porque en Jilotepec no hay muchos bancos y ello provoca que se hagan largas filas. Esta situación obliga a planificar las actividades domésticas, por lo que tienen que levantarse más temprano para realizarlas o hacerlas después de llegar a la casa en la noche. Algunas veces los maridos hacen los pagos de servicios porque les queda cerca del trabajo, pero son las mujeres las que realizan estas actividades la mayoría de las veces, según los testimonios.

7) Cuidado de animales. El trabajo que requiere el cuidado de animales incluye levantarse muy temprano para darles de comer, sacarlos a pastar, meterlos todas las tardes al corral, limpiar el corral, prepararles el agua, y estar al pendiente de las vacunas, los partos y las enfermedades. Posteriormente, al medio día se les tiene que dar agua y comida otra vez; en la noche esto se les alimenta otra vez para después llevarlos a guardar. Algunas de las mujeres entrevistadas son socias de un proyecto productivo de borregas, por lo que tienen que dedicar tiempo a sacarlas a pastorear durante varias horas al día. Otras tienen vacas y becerros pequeños en establos, lo que implica preparar la alimentación y el agua, darles sal, limpiar los establos, y ordeñar y atender a los becerros en sus posibles enfermedades. En ocasiones este trabajo se comparte con los maridos, pero éstos a veces llegan tarde del trabajo y no se responsabilizan del todo.

"Pues ahorita sí estoy atendiendo animales y eso... es pesado (trabajo doméstico). Cuando, por ejemplo, está mi esposo, pues él se encarga de ellos, pero como horita no puede pues yo me encargo de animales y de todo lo que es la casa" (Ilda, Ejido de Jilotepec, 2012).

8) Producción en el campo. El cultivo de maíz, frijol y otros productos se realiza durante algunos meses del año. Las mujeres consideran que su trabajo en las tareas de cultivo y recolección es una ayuda al esposo y por ello no reciben ningún salario, mientras que los peones sí cobran por su trabajo. Esta investigación no incluyó el pago de los peones por horas para poder calcular así el costo en pesos que ahorran las mujeres a su familia por realizar esa misma labor.

Los Cuadros 4 y 5 muestran otros aportes de las mujeres a la economía familiar. Estas cifras demuestran el ahorro que generan las mujeres a los hogares y la riqueza que se crea si se incluyera en los porcentajes del PIB del país. Cabe señalar que en esta contabilización del trabajo doméstico rural no se incluyen los costos por el cuidado de animales y por la producción del campo, lo cual aumentaría dichas cifras pues se tomaría en cuenta el pago de un peón por día de trabajo.

 

Conclusiones

Al inicio del artículo se mencionó la premisa de: si el trabajo doméstico de las mujeres es tan importante para la economía del cuidado y el sistema de producción de los países, ¿por qué no se paga? Es una pregunta teórica y política de amplias consecuencias porque implica un reto para la economía, la política y las relaciones de género. Se necesita un cambio de los paradigmas económico y patriarcal pues éstos ya no responden a las necesidades de la vida humana, la democracia, la igualdad de género ni los derechos humanos. Tanto en el ámbito urbano como en el rural las mujeres se ocupan del trabajo doméstico y de cuidados debido a los patrones culturales e ideológicos que reproducen los roles tradicionales de género. Desde la economía feminista se plantea equiparar el trabajo doméstico con la producción mercantil como generador de valor económico.

Proponemos una visión crítica a la teoría del homo economicus que aplicada al caso rural consideraría a un hombre campesino que no se hace responsable más que de sí mismo. Sin embargo, para que los campesinos se ocupen únicamente de trabajar la tierra, cuidar el ganado, ser pastores, peones, albañiles, trabajadores en las maquilas o mayordomos de las fiestas patronales, que tengan libre disposición de tiempo y espacios, no se ocupen de la casa ni del cuidado de infantes, ancianos y enfermos, es necesario que haya mujeres que dediquen todo su tiempo y energía a estas actividades. Al hacerlo ellas disminuyen sus posibilidades de estudiar, trabajar de forma remunerada, heredar propiedades, transitar libremente, cuidar su salud y disponer de tiempo para el ocio y el descanso.

A través de los datos se ha dimensionado el valor económico del trabajo doméstico y de cuidados en su aporte al PIB de los países y, específicamente, en lo que se refiere al medio rural en México. La hipótesis planteada en la investigación que afirmaba: "el trabajo doméstico realizado por las mujeres rurales crea plusvalía y riqueza económica, desarrolla la economía del cuidado para atender las necesidades básicas del mantenimiento de la familia y asegura el equilibrio social en el aspecto político", se confirma al comprobar que, efectivamente, crea plusvalía y riqueza económica a tenor de las cifras de la Cuenta Satélite publicada por el INEGI; desarrolla la economía del cuidado para atender las necesidades básicas del mantenimiento de la familia, como vimos en el caso de las mujeres rurales de Jilotepec que tienen hijos o hijas con alguna discapacidad, y el extraordinario esfuerzo que hacen diariamente para llevarlos al Centro de atención del municipio y encargarse de preparar las comidas de todos ellos. Por último, el trabajo doméstico no remunerado asegura el equilibrio social en el aspecto político, al atender en el hogar las tensiones, depresiones, alcoholismo, violencia, miedo, frustración, enojo, desencanto, cansancio y otros sentimientos humanos generados por la lucha de la vida diaria y contenidos en el hogar, sin que se generen problemas sociales más graves.

Los resultados cuantitativos y cualitativos hallados en la investigación muestran la gran aportación económica que realizan las mujeres al hacer el trabajo diario gratuito. El trabajo doméstico presta servicios fundamentales para la población en alimentación, salud y bienestar emocional, ya que a través de éste las amas de casa aseguran que la vida diaria se desarrolle de manera eficiente para el resto de los integrantes de la familia y así puedan éstos desarrollarse personal y laboralmente. Estos servicios generan ahorro a la economía familiar. Las consecuencias de cuantificar el trabajo doméstico es que ello aumenta las cifras de crecimiento de un país, pero además hace que las mujeres pasen a ser reconocidas como entes productivos, lo que les confiere el derecho de exigir prestaciones y servicios a los gobiernos. Por otro lado, obliga a considerar la relación entre las tareas domésticas, el mercado, el Estado, así como las relaciones familiares y entre géneros, en un nuevo planteamiento de la "economía política de la reproducción doméstica" (Ruiz, 2000).

Además de aportar de esta manera a la economía, las mujeres han salido al espacio público, adaptándose perfectamente a éste, sin dejar de lado las cuestiones domésticas. Sin embargo, los hombres solo participan en espacios públicos, sin involucrarse en dicho tipo de actividades. Aún existen resistencias simbólicas, culturales, económicas y políticas hacia la valoración y el reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados. Lo anterior se explica debido a que en el mundo y en el país todavía existe la cultura patriarcal, por lo que los roles que asocian lo público a hombres y lo privado a las mujeres se siguen reproduciendo. Esta división del trabajo debe ser sustituida por otra de conciliación de la vida laboral con la familiar y personal.

Concluimos el artículo con una reflexión y una propuesta. La primera se enfoca en que es necesario implementar políticas públicas con perspectiva de género y modificar los patrones culturales e ideológicos tradicionales de género. La segunda consiste en que las mujeres rurales sean reconocidas como ciudadanas con derechos económicos, como son el recibir un salario por la realización de actividades domésticas y de cuidados, así como contar con vacaciones pagadas, seguro de enfermedad y una pensión por jubilación.

 

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