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Agricultura, sociedad y desarrollo

versão impressa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.11 no.3 Texcoco Jul./Set. 2014

 

Expectativas de vida, género y ruralidad de jóvenes en una comunidad migrante del estado de Puebla, México

 

Life expectations, gender and rurality of young people in a migrant community of he state of Puebla, México

 

Beatriz Martínez-Corona1*, Esther Méndez-Cadena1, Elia Pérez-Nasser2

 

1 Campus Puebla. Colegio de Postgraduados. Km. 125.5 Carr. Fed. México-Puebla, Momoxpan, San Pedro Cholula, Pue. 72760. (mesther@colpos.mx, beatrizm@colpos.mx).* Autor responsable

2 Campus Montecillo. Colegio de Postgraduados. Km. 36.5 Carr. Méxito-Texcoco. Montecillo, Texcoco, Edo. de México. 56230. (epnasser@colpos.mx)

 

Recibido: abril, 2014.
Aprobado: julio, 2014.

 

Resumen

Las corrientes migratorias de población de comunidades rurales e indígenas de México hacia los EE. UU. contribuyen, en las comunidades de origen, entre las y los menores de edad, a considerar la posibilidad de migrar en su proyecto de vida. En investigación con estudiantes de preparatoria de la comunidad nahua de San Mateo Ozolco, municipio de Calpan, Puebla, México, se buscó identificar el proyecto de vida y las metas de 39 estudiantes, así los como obstáculos y las limitaciones que impedirían su logro. Se encontró que los procesos de socialización de género desde la familia o grupo doméstico, la escuela, otros agentes sociales y el contexto en el que viven inciden en sus subjetividades y en su visión de futuro. Se encontraron diferencias genéricas en las expectativas de las y los estudiantes, asociadas a construcciones sociales de género; elementos contextuales locales, como migración nacional e internacional de generaciones adultas, contenidos educativos que ponderan lo urbano sobre lo rural, y dificultades de orden económico, social y cultural que explican la tendencia encontrada a ubicar el proyecto de vida fuera de su localidad de origen.

Palabras clave: estudiantes, socialización de género, subjetividad, proyecto de vida.

 

Abstract

The migratory currents of population from rural and indigenous communities in México towards the USA contribute among minors in the communities of origin, to consider the possibility of migrating as their life project. Through research with high school students in the Nahua community of San Mateo Ozolco, municipality of Calpan, Puebla, México, this study sought to identify the life project and goals of 39 students, as well as the obstacles and limitations that prevented their achievement. It was found that gender socialization processes from the family or domestic group, school, other social agents and the context in which they live influence their subjectivity and their vision of the future. Gender differences were found in the expectations of male and female students, associated to social constructions of gender; local contextual elements, such as national and international migration of adult generations, educational contents that praise the urban above the rural, and difficulties of economic, social and cultural nature that explain the tendency found in locating their life project outside their place of origin.

Key words: students, gender socialization, subjectivity, life project.

 

Introducción

La diferenciación entre adolescencia y juventud es cada vez más difusa. Para autores como Lutte (1991), la adolescencia es generalmente vista como una etapa de transición entre la niñez y la juventud; no obstante, para la UNICEF (2004), en lo que respecta a los derechos humanos, la niñez concluye a los 18 años. Se acepta que es una etapa de la vida de transición hacia la adultez. En dicho periodo las personas enfrentan diversos desafíos: construcción de la subjetividad, decisiones, conductas y actitudes que afectan su presente y futuro; es también una etapa de reafirmación de la identidad de género. Como señala Krauskopof (1999:23), el o la joven adolescente vive procesos de exploración personal, establece diferenciación del medio familiar, busca la pertinencia y el sentido de la vida, se plantea posibles metas que le sean socialmente accesibles, e interactúa con fortalezas o desventajas de su entorno, ligadas a la historia y al presente de su sociedad.

La búsqueda de la pertinencia y el sentido de la existencia se refleja en las expectativas de vida que las y los adolescentes construyen y expresan como planteamiento frente a lo que les gustaría ser y hacer en el futuro. Éstas son influenciadas por modelos de agentes de socialización, como la familia y la escuela, así como por los medios de comunicación masiva y las relaciones sociales que establecen en los entornos comunitarios. Tales modelos forjan visiones de destinos laborales, personales y políticos, los cuales son diferentes para hombres y mujeres (Ahedo, et al, 1999).

La exploración de las expectativas de vida, metas y los obstáculos que mujeres y hombres jóvenes estudiantes identifican para su logro permitió el acercamiento con los efectos derivados de los procesos de socialización en entornos familiares, comunitarios, escolares y el contacto cotidiano con referentes de modos de vida urbanos y trasnacionales, diferentes a los que viven en su comunidad, asociados a procesos migratorios y cambios generacionales de la cultura local. Como indica Urcola (2003: 43): "El orden social internalizado por los sujetos (socialización) es una construcción que condiciona pautas de comportamiento y ofrece al individuo la capacidad del cálculo y creación de expectativas de vida"

 

Sistema de género y socialización

Como señalan Ariza y Oliveira (1999:70), el género es un: "...sistema de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores en torno de la diferencia sexual entre los seres humanos, que organiza la relación entre los sexos de manera jerárquica, canaliza las necesidades sexuales y asegura, entre otras cosas, la reproducción humana y social..."

El género como categoría social ordena y establece diferencias entre hombres y mujeres, se asocia con el ejercicio y la concepción del poder, redimensiona el análisis de las relaciones sociales, permite la identificación de la condición y posición, y revela la posibilidad de transformación y la capacidad de que las personas se apropien, formulen y reformulen identidades de género (Martínez y Díaz, 2005).

La construcción social del género se asocia a otras categorías como: cultura, etnia y clase, así como a otros elementos contextuales relacionados; entre estos: religión, historia, comunidad, familia y medios de comunicación. El grupo social en el que la o el sujeto se desarrolla de socialización primaria define el deber ser asociado al sexo biológico y es el espacio de relaciones donde se forma y reproduce la unidad o grupo doméstico. En ello, "...la familia es una de las instituciones donde se definen estas condiciones, comprendiéndola como el ámbito de regulación de la sexualidad y la filiación, pero también como el ámbito de la socialización primaria en el que los sujetos aprenden e internalizan las estructuras económicas sociales y culturales que regulan el escenario social y condicionan la acción" (Urcola, 2003: 45).

Al interior de los grupos domésticos el trabajo reproductivo, donde se incluye al cuidado, es naturalizado como inherente al sexo femenino y no se valora ni económica ni socialmente. Esto contribuye a la reproducción de la desigualdad entre los géneros y, con ello, a la subordinación de lo femenino por el dominio, control y poder del género masculino.

Urcola (2003) señala que, como lazo cultural, la etnia distingue y vincula a las personas como integrantes de un grupo humano o poblacional que históricamente ha construido un sistema de valores arraigado espacialmente en un territorio específico, que puede también reproducirse en espacios migratorios. Los grupos étnicos están en permanente cambio e intercambio con otros grupos con los que conviven y con los que incorporan nuevos componentes culturales. La realidad de las y los jóvenes se ve condicionada por la cultura étnica en la construcción de sus identidades y en la asignación de roles protagónicos o de obediencia y sumisión en el desarrollo de la vida comunitaria. No obstante, existen diferencias generacionales que establecen distancias en valores y expectativas entre adultos y jóvenes.

A través de la socialización se transmiten y reproducen patrones culturales y de conducta legitimados por los grupos sociales, que inciden en la construcción de estereotipos, asignaciones genéricas e identidades.

Las expectativas se asocian a creencias y percepciones acerca de lo que se consideran los atributos asignados a ser "hombre" o "mujer", que se convierten en normas o prescripciones que favorecen las características, conductas, valores y creencias deseables para cada género (García, et al., 2010), convirtiéndose en el "deber ser" sancionado a través de juicios y valoraciones que indican lo que es correcto o lo no adecuado. Con ello, los estereotipos se convierten en normas no escritas, asumidas por las y los integrantes de grupos sociales, y pasan a formar parte de sus identidades y subjetividades genéricas. Asimismo, contribuyen a la reafirmación de las diferencias de poder entre hombres y mujeres, y las creencias estereotipadas impactan la autopercepción y la percepción sobre los demás. Como señala Lourdes Fernández (2010: 81), generalmente:

"... lo femenino vinculado a la dulzura, delicadeza, al cuidado, a ser más para los otros que para sí, al lugar de la emoción de los afectos de los sentimientos, de la intuición. ... atribuido predominantemente a las mujeres las cuales, en cumplimiento del "mandato cultural", deben asumir el papel de madre-esposa-ama de casa, liderar una familia y ser su pilar emocional".

En contraste, la perfección, la eficacia, la excelencia, el éxito, la razón, así como la capacidad de emprender, dominar y competir, son atributos psicológicos asociados a la masculinidad; la cognición, el intelecto, el saber, la cultura, el poder, la solvencia económica son, todos ellos, contenidos atribuidos predominantemente a los hombres, quienes deben asumirlos para ser considerados masculinos (Fernández, 2010). Los hombres tienen que enfrentar la paradoja de "hacerse" hombres, lo que se alcanza solo si se desarrollan los atributos asignados (Olavarría, 2004).

La socialización sexista de niñas y niños conforma subjetividades distintas y habilidades diferentes, relacionales y emocionales, de cuidado para las niñas e instrumentales para los niños, a través de juegos que practican en la familia, la escuela y la sociedad en general, o por los estudios o profesiones que se espera elijan y desarrollen. Los patrones de vida de hombres y mujeres están definidos por la subjetividad que se construye en contacto con el contexto social, lo cual afecta las relaciones que establezcan con los/as otros/ as y el lugar que ocupen en el sistema social (Rosete, 2005).

En las investigaciones que abordan la relación entre género y migración se puede observar que fue hasta la década de los setenta que los estudios socio-demográficos y antropológicos cuestionaron la visión de que la migración era un fenómeno puramente masculino (Rodríguez, 2005). La ausencia del análisis de género en la migración como un fenómeno diferenciado propició que los distintos procesos que viven hombres y mujeres fueran ignorados desde la investigación académica.

De acuerdo con Szasz (1994) existen factores sobre los cuales se erige la desigualdad de género e inciden sobre la movilidad femenina; destacan entre éstos las diferencias en el acceso al mercado de trabajo por sexo. La asignación exclusiva de trabajo doméstico y otras asociadas a la reproducción limitan y moldean las decisiones que las mujeres pueden tomar y restringen sus posibilidades de autonomía personal, de participación social y de movilidad geográfica.

La participación de los adultos y jóvenes varones en la migración internacional se asocia a su asignación como proveedores principales en los grupos domésticos, presentes o futuros: está relacionada con la etapa o ciclo de vida en que se encuentren y la situación de ausencia de oportunidades que ofrece el entorno social para cumplir dicha función. Al considerar su ingreso en el campo laboral y vivir la exclusión en su espacio local, los jóvenes enfrentan decisiones como la migración y la búsqueda en otros entornos geográficos y culturales en busca de opciones laborales, y asumen el costo social y personal de esta decisión para encontrar respuesta a sus necesidades.

Como señala Aja (2011), los jóvenes de generaciones actuales en la comunidad de estudio consideran el acto migratorio como alternativa y solución a las contradicciones y mecanismos de exclusión que se traducen en desigualdades económicas y sociales, por lo que incluyen la migración como la principal opción en la realización de su proyecto personal, al grado que puede observarse cómo desde edades tempranas existen no solo expectativas sino hasta intentos y experiencias migratorias en niños que hacen solos el trayecto migratorio hacia los EE. UU., poniendo en riesgo incluso su integridad personal.

 

Las y los jóvenes rurales en México

Los resultados del INEGI (2011) indican que México es un país de jóvenes y ubican a dicha población en el rango de los 15 a los 29 años, con un total de 29 706 560 individuos. El número de mujeres es mayor que el de hombres (15 167 260 y 14 539 300, respectivamente); 22.9 % de los jóvenes viven en localidades menores a 2500 habitantes consideradas como rurales y 77.1 % en otras de más de 2500 personas.

Los hombres y mujeres jóvenes que viven en localidades menores a 2500 habitantes generalmente poseen características rurales, con niveles altos de marginación y pobreza, lo que ha conducido a la migración hacia grandes ciudades y, en muchos casos, hacia los EE. UU.. Dicho fenómeno está asociado a la exclusión social a la que se ven sometidos los migrantes, así como a la inexistencia de oportunidades de empleo y acceso a la tierra, puesto que el abandono del agro mexicano desde las políticas públicas ha llevado a la llamada crisis del sector agropecuario que ha agudizado el fenómeno migratorio.

De acuerdo con Bonfil (2001), al igual que en otras naciones, en nuestro país las mujeres son más pobres que sus pares masculinos, particularmente en espacios rurales, ya que tienen menor acceso a empleos adecuadamente remunerados y m niveles de instrucción más bajos. Esto, a pesar de programas gubernamentales que destinan recursos para fomentar su acceso a la educación, los cuales han influido en el incremento de la matrícula femenina en la educación básica, media básica y media superior, sin que ello signifique que existan opciones laborales suficientes y bien remuneradas para las mujeres que alcanzan esos grados escolares. Así, las condiciones materiales de existencia y las desigualdades de género definen las percepciones que varones y mujeres tienen de sus necesidades y la definición de opciones para garantizar su sobrevivencia (Szasz, 1999).

 

Contexto sociodemográfico y cultural

San Mateo Ozolco se encuentra ubicado en el municipio de Calpan, en el estado de Puebla. Forma parte de la "Sierra Nevada", donde se ubican los volcanes Popocatépetl e Ixtlazihuatl. Su cercanía con el primero sitúa a la localidad como población con alta vulnerabilidad con respecto a una posible erupción del volcán Popocatépetl, la cual está asociada también a indicadores sociales bajos en cuanto a la calidad de vida de su población.

Según el Censo de Población y Vivienda de 2010, para ese año el municipio de Calpan tenía una población de 13 730 habitantes, de los cuales 2700 son de San Mateo Ozolco, donde 25 % son adultos mayores INEGI (2011). El grado de marginación es alto (Sedesol, 2014). Parte de la población habla náhuatl (principalmente personas adultas mayores), aunque la mayoría es bilingüe: castellano y náhuatl. Debido a procesos migratorios y de retorno, en los últimos 30 años se ha observado que hay personas que también hablan inglés, como consecuencia de la migración a los EE. UU. En la comunidad se celebran múltiples festividades religiosas que dan a la población local y migrante referentes identitarios que se preservan a través de mayordomías y la cooperación trasnacional de migrantes ubicados en la ciudad de Filadelfia (EE. UU.), particularmente para festejar el carnaval de San Mateo, entre otras festividades.

De acuerdo con el testimonio del presidente de la localidad la migración inició desde los años noventa del siglo pasado y aumentó a partir de 2003. Aproximadamente 40 % de las familias actualmente tienen parientes en los EE. UU. y también hay casos de migración de familias enteras. En cada una de las familias de Ozolco existe al menos una persona que ha migrado; en el momento de hacerlo la edad de éstas era de entre 14 y 30 años de edad. Los lugares de destino son: Filadelfia, New Jersey, New York, y Washington. Las mujeres tienden a acudir en busca de trabajo al Distrito Federal, o bien, a EE. UU. La ciudad de Filadelfia en el estado de Pensilvania es un punto de reunión de migrantes procedentes de Ozolco, quienes suelen regresar cada tres años a las fiestas del pueblo; se considera que las remesas que envían es el principal ingreso para el pueblo y también se observa el retorno de migrantes a la comunidad (Pedro, Presidente Auxiliar, 2012, San Mateo, Ozolco).

La migración temprana de niños y adolescentes que viajan solos y el abandono escolar en la localidad atrajeron la atención a nivel nacional e internacional que se concretó en el funcionamiento temporal de un fideicomiso destinado a la "Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes Migrantes", con acciones en la localidad de 2011 a 2013, con la finalidad de prevenir la migración infantil, cuyo impacto aún no ha sido evaluado.

De acuerdo con información del presidente de la localidad, entre los problemas sociales presentes en la comunidad se encuentran: migración temprana; drogadicción en jóvenes, que se atribuye a la influencia de la exposición a otras culturas; falta de comunicación intergeneracional; tristeza por ausencias de padres migrantes; abandono de hijos e hijas, quienes frecuentemente se quedan a cargo de abuelos/as u otros familiares; así como alcoholismo; discriminación hacia las mujeres parejas de migrantes, puesto que son mal vistas y acosadas, además de enfermedades de transmisión sexual (Pedro, Presidente Auxiliar, 2012, San Mateo, Ozolco.

 

Metodología

La perspectiva de género guió la investigación, la cual fue de corte cualitativo, de tipo descriptivo, en el que las y los sujetos del mismo fueron estudiantes de educación media superior de la comunidad de San Mateo Ozolco, y quienes participaron en talleres orientados a fortalecer capacidades para la interculturalidad y la igualdad de género. Las actividades se realizaron en el Centro de Salud de la localidad.

Como resultado de uno de los talleres donde se solicitó a las y los estudiantes señalar la incidencia de la migración de integrantes de su familia hacia los Estados Unidos, identificar sus metas a corto plazo en discusión de grupos, y dar respuesta a la pregunta: ¿qué quiero ser en la vida?, de forma individual, a través de un dibujo. Se obtuvieron 39 dibujos y un audio, los cuales dan cuenta de los resultados del taller. En plenaria, con la técnica de lluvia de ideas, las y los participantes manifestaron los obstáculos que identifican para el logro de sus metas y aspiraciones.

El dibujo es una herramienta usada con frecuencia en la psicología y la educación, como elemento lúdico, educativo y didáctico, a través del cual las personas expresan parte de su subjetividad y de la percepción de su realidad (Parra, 2011). Asimismo, desde la antropología cultural, la sociología y otras disciplinas, el dibujo es empleado como una herramienta que permite establecer vínculos entre la realidad que viven los y las jóvenes, las características de su contexto social, sus necesidades y deseos que están relacionados con los mandatos genéricos presentes en su comunidad (Fundación SES, 2005; Beirute, 2011).

El análisis de datos se realizó a partir de elementos presentes en los resultados de la discusión en grupos, las imágenes creadas y la expresión escrita que se encuentran en éstas. Se procedió a la reducción de datos que incluyó transcripción, categorización, codificación y clasificación de acuerdo con las categorías definidas relacionadas con las construcciones sociales de género, derivadas de los procesos de socialización a los que han estado expuestos las y los jóvenes y como expresión de su subjetividad, las cuales fueron: a) género, b) familia, c) trabajo, d) ubicación, c) cambios generacionales.

Las categorías se definieron también a partir de las tendencias observadas en los dibujos, donde se encontraron diferencias de género en el tipo de orientaciones profesionales o empleos, entre otros, como respuesta ante la pregunta: ¿qué quiero ser en la vida?

La categoría "familia" se incluyó al aparecer en los dibujos la representación de sus posibles integrantes con diferencias en su composición. La categoría "trabajo" está presente en los gráficos en el posible desempeño laboral en el futuro de las y los jóvenes; se observaron diferencias de género, como manifestaciones del deber-ser asignado socialmente de hombres y mujeres. La categoría ubicación se consideró por presentarse diferencias espaciales en relación con referentes de contexto actual donde predominan las imágenes ubicadas en zonas urbanas. Cambios generacionales como categoría se consideró por observarse diferencias en cuanto al tipo de actividades que se plantea desempeñar en el futuro, puesto que aparecen imágenes distantes a las que realizan actualmente las primeras y segundas generaciones de la localidad.

 

Descripción de Resultados

Los y las participantes fueron 39 jóvenes, 25 mujeres y 14 hombres residentes de San Mateo Ozolco, quienes en 2012, periodo en el que se realizó la investigación, cursaban segundo y tercer grado de educación media superior, y cuya edad promedio fue de 16.5 años. Se les solicitó su autorización para grabar la sesión y emplear los resultados en la investigación, así como para la difusión de los mismos. En relación con la existencia de personas migrantes en su familia se encontró que 89.7 % reportó tener un familiar en los EE. UU. El parentesco de los familiares migrantes fue: hermanos mayores, 42.8 %; tíos/as y primos, 51.5 % y 5.7 %; y padres, 5.7 %, lo que confirma la tendencia migratoria existente en la comunidad, particularmente de personas jóvenes.

A través de la técnica de discusión en pequeños grupos, los y las participantes identificaron metas que desean alcanzar a corto plazo; éstas fueron: centrar esfuerzos y recursos en concluir estudios de bachillerato, estudiar para poder entrar a la educación superior y pasar exámenes de admisión y, posteriormente, terminar una carrera universitaria, trabajar, tener dinero, éxito, triunfar en la vida y tener responsabilidad y dedicación para alcanzar las metas.

Uno de los grupos de varones expresó que la meta más importante para ellos era alcanzar "el triunfo", seguir estudiando y "echarle más ganas". Al explicar qué significa para él triunfar, uno de los participantes manifestó que "tener un hijo"; sin embargo, otro lo interpeló diciendo que eso quería por ser "un mandilón", lo cual expresa el prejuicio social sobre ejercer una paternidad afectiva, ya que aparentemente esto disminuye la masculinidad y, por tanto, se convierte en objeto de burla, además de que se feminiza a quien lo expresa o ejerce (Olavarría, 2004).

En el imaginario de las y los participantes se hizo patente la idea de que la educación superior les dará herramientas para la movilidad social, salir de su comunidad y alcanzar sus metas a pesar de los obstáculos. Sin embargo, como identificó Rivermar (2012) en un estudio sobre jóvenes de una comunidad indígena, acceder a mayores niveles educativos como estrategia para favorecer la movilidad social y garantizar mejores ingresos, muchas veces es sustituido por la alternativa de migrar, esto en comunidades indígenas donde una de las principales estrategias de vida es la migración internacional o hacia espacios urbanos nacionales.

Para alcanzar las metas identificadas señalaron que tendrían que desarrollar diversas acciones, actitudes y valores:

• Las asociadas con su desempeño escolar: estudiar mucho, no reprobar los exámenes, asistir a clases, cumplir con tareas, dedicarse al estudio y aplicarse en la escuela. Y para plantearlo es necesario: ser responsable, obtener buenas calificaciones, mantener buen promedio e investigar sobre la carrera que desean estudiar.

• Valores y actitudes: ser optimistas, perseverantes y dedicados/as.

• Respetar convicciones para encontrar su verdadera vocación y tomar decisiones positivas. Ser firmes en sus propósitos; para ellos y ellas son aspectos indispensables para el logro de sus metas.

• Enfrentar el miedo a: no poder con los estudios de licenciatura; que se les considere con poca capacidad; al rechazo, a ser discriminados por ser originarios de un pueblo campesino; a ser maltratados por ser pobres, ya que consideran que en la ciudad se marcan las clases sociales. Enfrentar contextos diferentes al suyo les representa inseguridades y desconfían del trato que puedan recibir de otros en los entornos urbanos.

• Tener apoyo: encontrar trabajo para desarrollar su carrera; contar con soporte familiar, que no debe faltar para poder alcanzar sus metas. Los y las jóvenes reconocen la importancia del apoyo familiar, aun y cuando se visualizan en el futuro con autonomía e independencia.

El testimonio de Alicia da cuenta de los miedos e inseguridades presentes en las y los jóvenes ante el futuro inmediato que deben enfrentar:

"Nos da miedo de que no vamos a poder..., da miedo que otras personas digan -no, tú no vas a poder-. Miedo al rechazo porque te discriminan en la universidad, aunque digan -todos somos iguales-, siempre van a hacer la diferencia. Siempre te van a marcar como la chava que vino del pueblo. ...vas a convivir con personas que toda su vida han vivido en la ciudad. Se marcan las clases sociales, el que tiene más dinero, contra el que no tiene nada..." (Alicia, 16 años, San Mateo Ozolco, 2012).

Indicaron también que la falta de recursos era una limitante, además de las restricciones impuestas por ser mujeres "...aunque nos organizáramos para rentar un departamento y nos saliera más barato, no nos dejarían porque dirían que nos portaríamos mal o algo nos podría pasar..." (Luisa, 17 años, San Mateo Ozolco, 2012).

Lo anterior evidencia cómo a las mujeres se les coloca socialmente y se les identifica en una posición de mayor vulnerabilidad, dependencia y desprotección ante la vida y el riesgo que enfrentarían si salen de su comunidad. Con ello se les limita y no se les reconoce su capacidad y potencial para desarrollarse de forma autónoma, al contrario de lo que sucede con los varones. Muestra de ello es cómo en la comunidad de estudio la migración temprana de los chicos representa un problema por los riesgos y situaciones que enfrentan en el proceso migratorio. No obstante, como lo indica el testimonio de una madre de familia, esta mirada empieza a cambiar: "...muchas veces se le da estudios a los hombres y a las mujeres no; eso no está bien porque ellos emigran y por eso es necesario que ellas estudien más para que no sean tan dependientes. Cuando ellos se van, a veces dejan a su pareja con un niño y sin los medios para poder defenderse" (Luisa, 39 años, Ozolco, 2014).

Los movimientos migratorios y las desventajas de grupos sociales que buscan otros espacios geográficos que trascienden la ruralidad llevan a las y los jóvenes rurales a enfrentar un sinnúmero de desafíos, encuentros multiculturales, inter-raciales y entre clases que pueden traducirse en discriminación y exclusión. Son desventajas que la política educativa no considera en los planes y programas de estudio ni en la formación de los docentes, tanto de los espacios rurales como de los urbanos. Retos indelegables en las políticas públicas, así como incluir la interculturalidad en los programas educativos en todos los ámbitos. Su ausencia debe ser afrontada críticamente ante el avance de la desigualdad social, la reproducción de las condiciones pobreza, la desigualdad de género y etnia, particularmente al establecer contacto con población procedente de comunidades rurales e indígenas en los espacios migratorios, en las localidades de origen y en las zonas urbanas que acogen a los migrantes. A continuación se describen los resultados derivados de los dibujos creadas por las estudiantes participantes en el taller.

En las imágenes creadas por las y los estudiantes referentes a lo que quieren ser en la vida se identificaron tendencias que se muestran en el Cuadro 1.

Cabe destacar que en el grupo de jóvenes participantes hubo un mayor número de mujeres debido a que existe más deserción escolar de jóvenes varones que de chicas en el nivel medio superior en la localidad, así como mayor ingreso de mujeres a ese nivel educativo, ya que la expectativa migratoria entre los hombres surge de forma temprana y muchos de ellos intentan irse al concluir la escuela secundaria.

 

Descripción y análisis de los gráficos elaborados por las jóvenes

Dos de las jóvenes preparatorianas muestran en sus dibujos el deseo de construir una familia de tipo nuclear, cuestión que se apega al mandato genérico tradicional para las mujeres, de quienes se espera desarrollen actividades de cuidado y atención a los otros (Figura 1) y, con ello, la autorrealización en función de los y las demás.

Ocho chicas muestran en sus dibujos la intención de conciliar la vida familiar con la laboral; quieren formar una familia y desempeñarse laboralmente, ejercer una profesión y realizarse en los dos ámbitos, cuestión que rompe con las asignaciones sociales tradicionales donde la principal función de las mujeres se centra en el ámbito doméstico y en la atención a su familia. Por tanto se hacen presentes cambios generacionales en relación con sus funciones y el número de descendientes deseados, puesto que sus familias de origen están conformadas por un mayor número de integrantes. La aspiración de desarrollar una carrera y tener una familia se hace patente en el dibujo de Mary, la cual ejemplifica esta expectativa presente entre las chicas. (Figura 2).

En las jóvenes cuya expectativa se centró en acceder a la educación superior y desarrollar una profesión se observa que se identifican con aquellas que son las socialmente "convenientes" para las mujeres, asociadas al cuidado (enfermería y psicología), lo cual corresponde y no transgrede los mandatos genéricos, y se asocia a procesos de socialización diferencial de género entre mujeres y hombres; asimismo, en esta tendencia se incluyen las expectativas de chicas que plantean para su futuro desarrollar empleos o actividades de servicios relacionados con el trabajo doméstico, como cocinar y vender alimentos. Solo una de las jóvenes muestra la aspiración de trabajar en una empresa (Figura 3).

Entre las estudiantes la apropiación de la noción de la existencia de tareas asignadas socialmente a mujeres, diferentes a las que podrían desempeñar los varones, es reforzada por mecanismos presentes tanto en el medio social como en el familiar y aun en el ámbito escolar, donde se refuerza el cumplimiento de las asignaciones genéricas femeninas. Se observa también que ubican su ejercicio profesional fuera de su comunidad, incluyen iconos de edificios, autos o semáforos, por la falta de opciones laborales en su localidad, entre otros aspectos.

Entre los obstáculos que enfrentan para el logro de sus expectativas se encuentra la situación de pobreza que presenta la comunidad y los estereotipos de género presentes en el contexto local que limitan el acceso de las jóvenes a la educación superior, por lo que algunas de ellas desean alcanzar su formación profesional al ingresar al ejército mexicano, opción presente en comunidades rurales pobres, ya que existen para ellas escasas alternativas para lograrlo (Figura 4).

Seis participantes centraron sus aspiraciones en lograr su desarrollo personal y plasmaron imágenes asociadas a cualidades y actitudes que consideran necesarias para la vida, para relacionarse en su entorno y para su futuro como personas (Figura 5). Esta expectativa puede asociarse a necesidades de fortalecimiento y al momento que viven como estudiantes, donde se ven todavía sin un futuro tangible, que tienen que enfrentar con mayores capacidades y cualidades.

 

Expectativas de vida de los jóvenes

En la visión de futuro de las aspiraciones de los jóvenes varones se observan las siguientes tendencias. En la primera, dos participantes exponen en sus dibujos objetos como autos y casas, situación asociada a su asignación genérica como proveedores. Se trata de una posición conservadora, tradicional, que postula a los hombres como proveedores y protectores de la familia. En este caso, las figuras humanas contienen pocos elementos y no se aprecian rasgos femeninos en ellas; se trata más bien de figuras masculinizadas, por lo que no hacen patente la presencia de mujeres en su futuro.

En la segunda se ubicaron dos gráficos que expresan actividades técnicas, de servicio, sin mostrar que para llegar a ellas deban pasar por formación profesional o técnica, ubicadas en un contexto urbano profesionalizado (Figura 6), lo que refleja la situación por la que están pasando la mayoría de las comunidades rurales en el país, como es la falta de empleos.

En la tercera, en cuatro dibujos se expone la imagen idealizada de la familia nuclear: figura masculina y femenina adulta, y de uno a tres menores, niños y niñas. En tres de los casos incluyen además tener una carrera o contar con un empleo. Existe la creencia social de que los hombres son los únicos responsables y proveedores de la familia; esto se ha interiorizado de tal manera que constituye parte de su identidad y de lo que significa y debe "ser un hombre". Se señala textualmente la aspiración a una "vida estable" fincada en el trabajo y la familia (Figura 7). Se observa esta aspiración fincada en el trabajo y la familia; se revela la idealización de la familia, donde se concretarían aspiraciones de armonía y afecto, sustentada en la construcción social del varón, en la que acceder a trabajo o empleo es el núcleo central de su identidad subjetiva y social masculina moderna y la base para el logro de sus aspiraciones (Pérez, 2009).

En otro dibujo, su autor enfatiza la importancia que le representa que en la familia a la que aspira, exista amor como elemento fundamental de la misma, sin incluir otros elementos asociados a poseer satisfactores materiales, alguna profesión o empleo (Figura 8).

En otros dibujos se observa que dentro de esta tendencia, a pesar de la presencia de hijos e hijas y esposa-madre, la ubicación del varón se encuentra distante, lo que se asocia a la identidad de los jóvenes de Ozolco, que consideran que para poder ser buenos proveedores deben establecer distancia geográfica con su familia.

En la cuarta tendencia tres estudiantes más plasmaron imágenes con escaso contexto, con rasgos asociados a los empleados en los "grafitis" que se observan en paredes de la comunidad, lo que denota la existencia de grupos de jóvenes que pertenecen a pandillas o grupos con un estilo estético que los identifica (Figura 9).

La búsqueda por formar parte de una cultura que los diferencie de los adultos se observa en el gráfico de uno de los chicos, quien señala que quiere ser D.J. (animador de eventos musicales) y que expresó verbalmente que aspira a ser "sonidero" (Figura 10), es decir, alguien que posee un equipo de audio que se emplea para definir una programación musical de extracto popular, que ameniza bailes y fiestas callejeros, en espacios rurales y urbanos, con expresiones musicales, que agrupa ritmos tropicales, norteños y otros (Blanco, 2012).

Uno más señala su ingreso al ejército como actividad central, donde se observa el uso de armas de fuego. La influencia del contexto que se caracteriza por la precariedad de recursos se hace presente al aspirar ingresar al ejército como una manera de acceder a la educación superior; sin embargo, es notable la presencia del uso de las armas para restablecer el orden como misión de un integrante del ejército, sin considerar que eso implica actos de violencia (Figura 11). La identificación de la carrera militar como alternativa para el futuro de uno de los jóvenes participantes en el taller se asocia a la validación y justificación del uso de la violencia, influida por los medios de comunicación, el Estado y las realidades cotidianas en diversos contextos.

Una de las reglas a las que se alude al tratar de definir la masculinidad es "ser importante" (the big wheel) (Kimmel, 1997). Pareciera que la masculinidad se mide a partir de lo que se posee: dinero, poder, estatus, éxito, superioridad sobre los/las demás, la capacidad de ser proveedor y la admiración obtenida de los/las demás.

Los resultados revelan la presencia de mandatos genéricos en las expectativas de futuro de las y los jóvenes; no obstante, se observan cambios generacionales, como se señaló con anterioridad.

 

Consideraciones

A través de la metodología empleada se puso de manifiesto la subjetividad derivada de procesos de socialización de género en los y las estudiantes participantes en el estudio, donde los estereotipos de ser mujer u hombre se ponen de manifiesto en el proyecto de vida o visión de futuro de lo que quieren ser cuando sean adultos. Se pudo dar cuenta, además, de la complejidad y las múltiples influencias presentes en los proyectos de vida de los y las estudiantes. Se constató que el dibujo es una herramienta útil para aproximarse al imaginario que las y los jóvenes tienen sobre su futuro, ya que ello permite la emergencia de elementos identitarios y subjetivos que afectan sus aspiraciones, metas y elementos actitudinales que se complementan con el uso de técnicas que facilitan la expresión verbal o escrita sobre lo plasmado en las imágenes.

En las expectativas de la mayor parte de las jóvenes se hace presente el deber-ser asignado como mujeres, aun cuando la mayoría de ellas tienen pensado realizar estudios de nivel superior que pueden ser identificados como "feminizados"; por tanto, cabe preguntarse qué opciones ofrece la sociedad a mujeres jóvenes rurales que se encuentran excluidas por dificultades de orden estructural para alcanzar el logro de sus objetivos y la interseccionalidad de categorías que las atraviesan: género, clase, etnia y ruralidad, que en conjunto las ubican en situación de desventaja, además del reto que implica superar la colonización ideológica generada desde diversas fuentes.

Las expectativas de las y los jóvenes se ubican espacialmente al exterior de su comunidad, en espacios urbanos, nacionales o extranjeros, y vale preguntarse qué tipo de valores y contenidos están presentes en la educación media superior que les impulsa a situar su futuro en otros contextos, donde el espacio rural aparece desdibujado y no se hace presente. Ante ello, se plantea la necesidad de la inclusión de contenidos educativos que consideren la valoración de la permanencia en la localidad y la generación de capacidades para desarrollar actividades generadoras de ingreso que favorezcan la permanencia de las generaciones jóvenes en las localidades rurales. Para ello se requiere impulsar la revaloración de la cultura campesina, de los antecedentes culturales del grupo étnico de origen, y la concreción de alternativas productivas que favorezcan su inclusión en la generación de ingresos ante la exclusión social a la que se ven expuestos al término de sus estudios por la falta de empleo y las dificultades para acceder a otro nivel de estudios.

La incorporación en los diferentes niveles educativos de la perspectiva de interculturalidad y de igualdad de género es necesaria. Para ello hay que considerar las características locales para generar contenidos curriculares y modelos de enseñanza-aprendizaje que superen lo que Aparicio et al. (2012) señalan, valores centrados en lo urbano y el desdeño de lo rural, ya que estos influyen en las identidades y expectativas de los jóvenes rurales e indígenas. Lo anterior evidencia la necesidad de políticas educativas y otras que promuevan la igualdad entre los géneros y la interculturalidad, unidas a acciones de reparación de desventajas acumuladas y del reconocimiento de las diferencias culturales e identitarias, con lo cual sea posible construir oportunidades reales de inclusión social para todos y todas, en especial para las y los jóvenes que viven en contextos rurales.

 

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