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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.11 no.1 Texcoco ene./mar. 2014

 

Estrategias de reproducción campesina, género y valoración del bosque en Lachatao, Oaxaca, México

 

Strategies for peasant reproduction, gender and forest valuation in Lachatao, Oaxaca, México

 

Coral Rojas-Serrano1, Beatriz Martínez-Corona1*, Verónica Vázquez-García2, Patricia Castañeda-Salgado3, Emma Zapata-Martelo2, Miguel Á. Sámano-Rentería4

 

1Colegio de Postgraduados, Campus Puebla. (Carapacha11@hotmail.com) (beatrizm@colpos.mx).

2Colegio de Postgraduados, Campus Montecillo (vervazquez@colpos.mx) (emmazm2000@gmail.com).

3Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM (mpcs05@yahoo.com.mx).

4Departamento de Sociología Rural. Universidad Autónoma Chapingo (misamano@hotmail.com)

* Autor responsable

 

Recibido: mayo, 2013.
Aprobado: noviembre, 2013.

 

Resumen

En este trabajo se analiza la forma en que una comunidad de origen zapoteca, a través de las estrategias de reproducción que desarrollan los grupos domésticos, territorializa y da significado al bosque y a las identidades de género. Para esto, crea una organización social que reproduce la agricultura campesina, valora los servicios ambientales del bosque, gestiona políticas y proyectos locales para garantizar la conservación de los recursos naturales, pero también reproduce condiciones de subordinación para las mujeres.

Palabras clave: bosque, estrategias de reproducción, género, territorio.

 

Abstract

This study analyzes the way in which a community of Zapotec origin territorializes and gives meaning to the forest and to gender identities, through reproduction strategies that domestic groups develop. In order to do this, the community creates a social organization that reproduces peasant agriculture, values forest environmental services, negotiates policies and local projects to guarantee the conservation of natural resources, but also reproduces conditions of subordination for women.

Key words: forest, reproduction strategies, gender, territory.

 

Introducción

Lachatao es una comunidad de origen zapoteca, enclavada en la Sierra Juárez del Estado de Oaxaca, México, que se ha regido ininterrumpidamente por un sistema tradicional de gobierno, conocido como "Gobierno por usos y costumbres". La tenencia de la tierra es comunal y pertenece al Núcleo Agrario de "Pueblos Mancomunados", en el cual tres municipios con ocho comunidades en su conjunto, comparten la tenencia de 29 mil hectáreas de bosque de pino y encino. La pertenencia a la comunidad y el ejercicio de derechos como ciudadanos y ciudadanas dependen de la observación y el cumplimiento de una serie de servicios, cooperaciones y obligaciones, a través de los cuales la comunidad se reproduce material y culturalmente.

A través del tiempo las estrategias de reproducción de los grupos domésticos de la comunidad de Lachatao han variado significativamente, a consecuencia de cambios en los sistemas económicos y políticos más amplios en los que se insertan y dentro de los cuales las prácticas sociales y formas de manejo de los recursos naturales han encontrado sus límites.

En este artículo se analizan las estrategias de reproducción de los grupos domésticos de Lachatao y su vínculo con el manejo del bosque. Se estudia la participación en éstas de forma diferencial por género, el significado atribuido a las aportaciones de las mujeres, la posición de género y ejercicio del poder, analizados desde la perspectiva de la Ecología Política Feminista y el enfoque de la territorialidad, los cuales permiten entender la realidad local como un sistema dinámico, complejo, histórico, cultural, económico, político, y ecológico.

 

Metodología

La investigación fue conducida bajo la filosofía del constructivismo epistemológico, en la que el conocimiento se desarrolla a partir de presunciones (Retamozo, 2011). Se partió de la consideración de que la realidad sería analizada a partir de las perspectivas teóricas utilizadas por la investigadora y de su propia interpretación. Los datos fueron colectados y ordenados a partir de las teorías de la ecología política feminista y el enfoque de la territorialidad y, para ello, se hizo uso de técnicas de investigación cualitativa y cuantitativa que en su conjunto permitieron encontrar información relevante para el logro de los objetivos planteados.

Se realizaron entrevistas a informantes clave, observación participante y recorridos de campo, y se identificaron actores sociales de la comunidad con quienes se realizaron 31 entrevistas en profundidad; a 15 varones y 16 mujeres, quienes fueron elegidos por ser integrantes de la asamblea comunitaria, participativos con integrantes de la comunidad y representantes de la asamblea comunitaria.

Para el estudio de la valoración del territorio forestal se analizó el discurso, el imaginario, las utopías y las referencias identitarias, a través de la metodología del análisis de los marcos en sus cinco partes: protagonista, problema, antagonista, metas y audiencia (Chihu, 2007). Esta propuesta sirvió para guiar a profundidad las entrevistas que se hicieron a un total de 15 varones y 16 mujeres, identificados en la Asamblea Comunitaria a la que se tuvo acceso en el mes de marzo de 2012. Se transcribieron las entrevistas, y, a partir del análisis del discurso y de testimonios de las y los actores, considerándolos en su carácter de actores situados, que plantean u omiten opiniones, según lo consideraran conveniente.

Para conocer la dinámica de la cotidianidad de la comunidad, se realizó observación participante en distintos espacios de la comunidad, que incluyeron los domésticos, productivos, rituales y religiosos, tanto en algunos hogares, como en la iglesia y en recorridos de campo en el bosque. Para sistematizar datos desde la mirada de la investigadora, se utilizó la libreta de campo y, posteriormente, se realizó un diario de campo en el que se sintetizaron e interpretaron las observaciones del día.

 

Estrategias de reproducción, grupos domésticos, y territorio

En el campo de la sociología, la reflexión teórica sobre cómo se reproduce la sociedad, la estructura y la cotidianidad ha sido intensa y variada, donde se considera comúnmente a la "familia" o "grupo doméstico" como unidad de análisis. En el estudio se buscó vincular el análisis micro y macro, entendiendo la interdependencia para estudiar las prácticas sociales que realizan los distintos miembros de los grupos domésticos, en busca de su supervivencia y reproducción, así como la forma en que éstas son moldeadas y condicionadas por la estructura económica en que se insertan y, a su vez, cómo constituyen dicha estructura.

Las estrategias de reproducción son concebidas como las prácticas sociales que se realizan de manera consciente o no, para mantener o cambiar la posición de las y los sujetos que las realizan. Los grupos domésticos realizan distintas actividades económicas, fundadas en diversas relaciones de producción que les permite reproducirse socialmente. Éstas tienen un carácter muy dinámico, encontrando sus límites en las condiciones macro sociales pero, al mismo tiempo, éstas funcionan como elementos constituyentes de las estructuras (Hernández, 2010; De Oliveira y Salles, 1989; Comas y Assier, 1988).

Los grupos domésticos se recrean históricamente en el contexto de transformaciones económicas y sociales, pues la interacción dinámica con la macro estructura económica, política y social, impulsa cambios en las relaciones domésticas, que rompen con los patrones del pasado. Las prácticas sociales se anclan en sistemas simbólicos preconcebidos, especialmente en lo referido a las construcciones culturales de los géneros, que atraviesan la experiencia de hombres y mujeres de manera fehaciente, al marcar espacios y actividades diferenciados y valorados de desigual manera en los ámbitos productivos y domésticos (Agarwal, 2004; Kabeer, 1998).

En el ámbito rural las estrategias de reproducción están condicionadas por la relación entre los procesos macroeconómicos y las especificidades contextuales de las comunidades, las características socio demográficas de los grupos domésticos, tales como el género, el acceso a la educación, y el número de sus miembros, que en su conjunto establecen la cantidad y calidad de fuerza de trabajo que bajo diferentes relaciones de poder, lucha y cooperación, despliegan distintas actividades económicas que permiten su reproducción como grupos domésticos (Ramírez, 2008; Kabeer, 1998).

Tales estrategias contemplan las actividades domésticas y productivas involucradas en la formación de un ingreso económico, que en el medio rural incluyen: actividades agrícolas, artesanales, comerciales y de servicios, realizadas por las y los distintos miembros del grupo bajo diferentes sistemas de género, altamente dinámicos e influidos por alteraciones en la macroeconomía (De Oliveira y Salles, 1989). Las actividades económicas organizadas de manera doméstica cuentan con la ventaja de la flexibilidad, para aumentar o disminuir la intensidad del trabajo de acuerdo con las capacidades dadas por la edad de sus miembros y las necesidades de consumo (Comas y Assier, 1988).

Desde siempre, los grupos domésticos campesinos han enfrentado condiciones desventajosas en el mercado y han tenido que crear diferentes estrategias para poder reproducirse, demostrando capacidad para crear variados tipos de respuestas, entre las que se incluyen: intensificación del trabajo familiar, diversificación de labores, expulsión de fuerza de trabajo al exterior de sus localidades, especialización en ciertas actividades y abaratamiento de su fuerza de trabajo (Salles, 1991).

Las estrategias de reproducción en las comunidades rurales sobrepasan a menudo el ámbito doméstico. En ellas también se incluyen relaciones sociales de solidaridad y reciprocidad, que incluyen préstamos de recursos monetarios, alimentos, fuerza de trabajo, ayuda mutua en las labores para sacar adelante cultivos, y obras comunitarias para proveer de servicios domésticos u otras obras de servicio común, como los sistemas de riego, entre otros (Agarwal, 2004; De Oliveira y Salles, 2000).

Los cambios en los distintos planos de la sociedad y de la economía pueden tener efecto en los factores materiales, sistemas de valores y normas que regulan dichas acciones, que devienen en transformaciones en las formas de convivencia. De esta manera, cambios en los mercados de trabajo rural y urbano traen consigo nuevas oportunidades disponibles para diferentes sectores de trabajadores (Ramírez, 2008), las cuales están atravesados por distintos sistemas de género.

Las estrategias de reproducción campesina varían de acuerdo con las características de los grupos domésticos y de las formas de organización de la vida familiar, debido a la diversidad y conjunción específica de las reglas de matrimonio, conyugalidad y residencia, procreación y variabilidad en cuanto al número de hijas e hijos, además de las diferentes variables ambientales, económicas, políticas y culturales que intervienen en la producción de la subsistencia y los patrones de consumo. Las construcciones de género asociadas al ejercicio de poder y autoridad en el interior de los grupos domésticos generan diferencias en las estrategias de reproducción y especificaciones de género en la distribución de trabajo, beneficios, obligaciones y oportunidades entre sus miembros (De Oliveira y Salles, 1989).

El aprovechamiento de los recursos naturales en las estrategias de reproducción de los grupos domésticos de comunidades rurales tiene gran importancia, pues provee de bienes y servicios que permiten a sus integrantes reducir gastos de consumo, así como generar ganancias a través de su comercialización en el mercado. Las actividades sociales necesarias para proveerse de estos bienes y servicios están también atravesadas por el género, existiendo división en el trabajo, espacios diferenciados y valoraciones disímiles, que por lo general favorecen a los varones sobre las mujeres (Agarwal, 2004).

En el manejo de los recursos naturales y otros existe una diferenciación por género, de manera que las relaciones que establecen hombres y mujeres con el ambiente son diferentes, lo que marca además espacios de acción y ejercicio de derechos distintos. De esta manera, las experiencias y expectativas en torno a los recursos son diferentes entre los géneros, así como entre las clases, etnias y generaciones. La reproducción de los sistemas sociales sucede en una base material y espacial, delimitada por el poder de influencia y control ejercido por los actores (Agarwal, 2004).

La participación de las comunidades campesinas, y particularmente de las mujeres, en movimientos en contra del deterioro de los recursos naturales y a favor de la recuperación de sus bases materiales de subsistencia, se explica por el hecho de que son los campesinos pobres y, en especial, las mujeres campesinas pobres quienes se ven afectados en mayor medida por los efectos negativos del deterioro ambiental (Agarwal, 2004).

Leach et al. (2004), Rocheleau et al. (2004) y Schmink (2004) retoman lo postulado por Agarwal y lo enmarcan en la propuesta teórica-metodológica de la "ecología política feminista", la cual postula que en las relaciones entre medio ambiente y sociedad se suscitan antagonismos de luchas sociales entre distintos actores sociales, en términos de identidades, territorialidades y procesos de sustentabilidad.5 La perspectiva de la ecología política feminista plantea que las relaciones sociedad y medio ambiente son, en realidad, procesos complejos en los que las comunidades se articulan en un sistema económico global, donde los cambios políticos y económicos impuestos en gran medida por los grupos dominantes se estructuran sobre estrategias de reproducción preexistentes. Éstas se organizan bajo sistemas de género y condiciones ecológicas específicas, que van creando situaciones dinámicas en las que género, clase social, raza, edad y parentesco influyen en la conformación de diferentes experiencias, valoraciones, obligaciones, y expectativas para con los recursos naturales, elementos que en su interacción producen un "territorio", es decir, un espacio socialmente construido, valorizado de manera instrumental, social y cultural por quienes lo habitan.

El territorio se conforma sobre los modos de vida que dan origen a distintas concepciones, significados y valoraciones de los espacios, bienes y recursos naturales. Tal como lo señalan Agarwal (2004) y Geores (2003), los distintos niveles de poder de ciertos actores sobre los aspectos de autoridad de un recurso o un territorio, a la misma o diferente escala, son fuente de conflicto cuando éstos, haciendo valer sus derechos de propiedad, excluyen a otros grupos que tradicional-mente han aprovechado los recursos de un espacio, negándoles con ello la capacidad de reproducir un modo de vida, o bien, provocando severas afectaciones en la calidad de vida de ciertos grupos, principalmente los que están situados en condiciones de mayor vulnerabilidad (mujeres, ancianos, niños y niñas).

Las estrategias de reproducción campesina son parte de un sistema más amplio de reproducción social, económica y cultural, producto de una forma específica de organización a escala local, integrada a su vez a un sistema económico global y dominante (escala más amplia) con el que interactúa de una manera recursiva. No debe perderse de vista el carácter histórico de las relaciones sociedad y ambiente, ya que éstas están influenciadas por construcciones culturales y simbólicas, con anclajes en interpretaciones anteriores que tienen crucial importancia en las estructuras de control y defensa de los recursos naturales, así como en la distribución de beneficios y obligaciones de hombres y mujeres para con ellos.

El concepto de territorio ha sido asumido por investigadores de la ciencias sociales, quienes encuentran en él un elemento estructurador para el conjunto de recursos y elementos simbólicos que disputa un grupo poblacional. El territorio es un espacio que permite "ubicar" la dinámica dominante de la economía y las diferencias de poder de los grupos que despliegan distintas estrategias de reproducción, por las cuales podrán estar confrontados con distintos proyectos sociales (Rodríguez et al., 2010).

 

Lachatao y su territorio

Santa Catarina Lachatao es un pueblo de origen zapoteco, de larga historia, enclavado en la Sierra Juárez del estado de Oaxaca, a sólo 64 km de distancia de la capital de Oaxaca. Su vegetación original corresponde a bosque de pinos y encinos, con un clima semifrío, húmedo y subhúmedo, con variaciones asociadas a la altitud, comprendida entre los 2100 y los 3000 m. Lachatao está inmerso en la cuenca del Papaloapan, expuesta a la vertiente del Golfo, con presencia de niebla durante gran parte del año, con heladas, debido a su altitud, lo cual constituye un límite para la distribución de especies vegetales. En la región de la sierra Juárez, de la que forma parte Lachatao, existen sistemas de precipitación que introducen humedad durante todos los meses del año. Estas precipitaciones rebasan la evapotranspiración durante varios meses del año, lo que se evidencia en exceso de humedad. Su orografía consiste en relieve pre montañoso con estructuras plegadas de rocas calizas arrecifales, sedimentos arcillosos y calcáreos, y de calizas con pedernal del Cretácico superior que ha facilitado estructuralmente que las aguas queden retenidas, con lo que se hace posible la existencia de arroyos superficiales y manantiales (Trejo, 2004).

La vegetación del territorio se diferencia por pisos ecológicos. En las zonas más bajas predominan encinos (Abies sp.) y algunas especies de pináceas (Pinus sp.), mientras que en las más altas existen oyameles (Abies sp.) (Colín, 2004; Del Castillo et al., 2004).

El bosque para las y los lachatenses es un territorio que les brinda agua, tierra fértil, frescura, salud y una referencia identitaria. La valoración que hacen del bosque, o "monte" como coloquialmente le llaman, es significativa y existe plena conciencia entre ellas y ellos de la necesidad de protegerlo, conservarlo e incluso disputarlo. Esta lucha se da con la Empresa Forestal Comunitaria de Pueblos Mancomunados, como se destaca en diversos testimonios y en asambleas comunitarias, donde cuestiona que durante 37 años se ha hecho un aprovechamiento forestal "científico", a través de concesiones apegadas a la Ley Forestal Mexicana, que ha perjudicado al bosque. Para ellos y ellas el "monte" no es sólo un cúmulo de recursos forestales maderables y no maderables, sino el territorio socialmente construido que permite que la comunidad persista a través de sus estrategias de reproducción. La determinación de manejar el bosque de manera autónoma, a través de la acción colectiva, es justificada en términos de su importancia para la sobrevivencia y para reproducir una forma de vida en la que la agricultura tiene un papel fundamental.

Lachatao es la cabecera municipal de Santa Catarina Lachatao y pertenece a Pueblos Mancomunados, núcleo agrario comunal de características únicas en México. Es reconocido oficialmente por decreto nacional desde el 20 de octubre de 1961, con una superficie de 29 430 ha, que tuvo 1236 comuneros en sus inicios, pertenecientes a tres municipios: Santa Catarina Lachatao, con sus agencias: La Nevería, Benito Juárez y Latuvi; San Miguel Amatlán, con sus agencias: Cuajimoloyas y Llano Grande; y el municipio de Santa María Yavesía.

A diferencia de otros núcleos agrarios comunales que poseen su propio territorio comunal de manera independiente, los municipios de Amatlán, Yavesía y Lachatao comparten un mismo territorio forestal. La organización de tenencia comunal entre los llamados "Pueblos Mancomunados" no tiene un origen preciso, pero existen fuentes que señalan que el manejo comunal de este territorio data de tiempos precolombinos (Pueblos Mancomunados, 1996). A lo largo del tiempo, con su unión, los Pueblos Mancomunados han logrado tener la fuerza suficiente para defender su territorio de los pueblos vecinos, así como mantener condiciones materiales y organizativas en conjunto, para sobrevivir a los hechos violentos de la Conquista, la Guerra de Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana (RAN, 2011; Mitchell, 2008).

De esta forma, Pueblos Mancomunados tuvo en sus orígenes una finalidad estratégica en la defensa del territorio, como lo señala el ex presidente de Lachatao en el siguiente testimonio.

Mancomunados se formó con el propósito de poder protegerse de los pueblos circunvecinos, esa fue la finalidad del mancomún: hacer un frente único y defender (Joaquín Fonseca, 60 años, comunero expresidente municipal del municipio de Lachatao).

La Empresa Forestal Comunitaria es operada por un consejo administrativo conformado por comuneros de los tres municipios y ha tenido como objetivo mejorar las condiciones de vida de los habitantes de las comunidades de los Pueblos Mancomunados, a través del desarrollo del aprovechamiento forestal y la integración de la cadena productiva. Sin embargo, esta empresa enfrenta actualmente una fuerte pugna con los pueblos de Lachatao y Yavesía, que buscan obtener el control de un área forestal para realizar el saneamiento y la restauración forestal6 pues, según señalan, la Empresa Forestal Comunitaria ha caído en prácticas de corrupción y tala inmoderada, que han provocado que la plaga Dendroctonus adjunctus se haya incrementado exponencialmente, como en ninguna otra región forestal en Oaxaca, con pérdidas anuales de 131 a 211 ha de bosque y la mortandad de 36 000 árboles al año (Info Rural, 2011).

Si bien la comunidad de Lachatao pugna por la separación de lo que identifica como su territorio, es consciente de que la disolución del núcleo agrario es muy difícil. De esta manera, ha venido realizando una serie de acciones y negociaciones para agenciar el área forestal de la que dependen materialmente, logrando acuerdos que, si bien han sido legitimados por los otros pueblos y por parte de las autoridades federales, se encuentran al margen de la Ley. La capacidad en la negociación pacífica de la comunidad de Lachatao queda de manifiesto en el siguiente testimonio:

Los Pueblos Mancomunados tenemos ese problema y ahora estamos trabajando para buscar acuerdos. Constantemente tenemos reuniones, pues nuestro objetivo es seguir conservando los recursos y poder estar en armonía con las demás comunidades. Hemos tenido fricciones y enfrentamientos muy fuertes, y por eso necesitamos encontrar acuerdos que nos permitan estar bien con la naturaleza, con nuestra historia; estamos caminando en ello, no es fácil (José Meza, 40 años, representante comunal de Lachatao).

Las y los habitantes de la comunidad de Lachatao consideran que su reproducción social y cultural está amenazada por el proyecto de aprovechamiento forestal que desarrolla la empresa comunitaria, de ahí su interés de separar los territorios y su administración. Según señalaron algunos entrevistados, la disminución de la masa forestal ha provocado la desecación de un manantial que en el pasado les abasteció de agua potable y para riego. La disputa del territorio forestal es una lucha por conservar las condiciones que hacen posible el abasto del agua, tanto para uso doméstico como de riego en parcelas agrícolas en las cuales, gracias al suministro constante, llegan a cultivar hasta en dos ciclos productivos anuales. La defensa de la cubierta forestal del territorio es en sí una defensa y una lucha por el agua, como lo señala el siguiente testimonio:

Del bosque lo tenemos todo, el bosque es el agua; de agua y oxígeno vive uno y si no se protegen nuestras nuevas generaciones, no van a tener eso. Usted puede ver la zona de la mixteca; supuestamente, ahí también fue bosque y ahora es una parte muy árida. Empezaron a hacer destrozos y ahora se quejan de que no hay agua y aquí, gracias a Dios, sí hay mucha y de buena calidad (Joaquín Fonseca, 60 años, comunero y ex presidente municipal de Lachatao).

Según señalan las y los lachatenses, la Empresa Forestal Comunitaria no ha generado empleos atractivos para las y los comuneros, ni mecanismos de capacitación para ascender en la estructura organizativa de la empresa, por lo que para ellos es más conveniente el desarrollo de prácticas agrícolas en la comunidad, soportadas por los recursos y servicios del bosque, que les permite obtener cosechas significativas, destinadas principalmente al autoconsumo.

 

La agricultura en Lachatao

En Lachatao las prácticas agrícolas son las actividades económicas más importantes, cuyo rendimiento permite garantizar la subsistencia y reproducción de los grupos domésticos, junto con otras actividades. Según el Plan Municipal de Desarrollo (2008), 80 % de la población tiene a la agricultura como principal actividad económica. Las actividades agrícolas se desarrollan a través de lo que Toledo (1991) señala como "sistemas agroecológicos campesinos", donde las plantas se asocian con el aprovechamiento de distintos nichos ecológicos, entre los que se establecen relaciones inter-específicas positivas en la lógica de cubrir necesidades alimenticias, medicinales y de alimentación para la producción de ganado en los grupos domésticos, actividades que se ven complementadas con otras fuentes de ingresos, como los derivados del envío de remesas de integrantes de los grupos domésticos que laboran en otras regiones del país y en los EE. UU.

La agricultura que se desarrolla en la comunidad varía según las características ambientales relacionadas con la altitud y la cercanía a la zona habitacional y al bosque. La que se desarrolla en parcelas cercanas a la comunidad es altamente diversificada; se producen cultivos anuales intercalados con árboles frutales, como durazno (Prunus armeniaca), manzana (Malus domesticus), pera (Pyrus communis), capulín (Prunus capuli) y membrillo (Cydonia oblonga). La producción de frutales tiene gran importancia económica para los grupos domésticos de la localidad. La mayor parte de los entrevistados señalaron poseerlos en sus parcelas. Las frutas son comercializadas en el mercado de Ixtlán y de la ciudad de Oaxaca. También son procesados por las mujeres, convirtiéndolos en mermeladas, ates y jaleas, que venden a las y los turistas que visitan Lachatao a través de un programa de servicios "ecoturísticos" que se desarrolla desde el año 2008 en la comunidad. Entre otros ofrece servicios de hospedaje y alimentación, los cuales se han constituido en otra actividad generadora de ingresos para sus habitantes.

Los cultivos anuales intercalados tienen como principal componente al maíz (Zea mays) asociado a otros productos como frijol (Phaseolus vulgaris), calabaza (Cucurbita pepo), chilacayote (Cucurbita ficifolia), haba (Vicia faba) y chícharo (Pisum sativum), destinados principalmente al consumo de los integrantes de los grupos domésticos a lo largo del año, y son elaborados en una gran diversidad de formas y platillos locales.

Otros espacios agrícolas ubicados al interior del bosque en Lachatao son conocidos como "ranchos", cuya producción es menos diversificada. De acuerdo con los testimonios de los entrevistados, hasta la década de los años 70 (S.XX) los ranchos fueron sistemas agroecológicos de producción diversificada y compleja, en los que se cultivaban hortalizas, gramíneas, frutales, leguminosas, tubérculos, plantas medicinales, y donde se criaba también ganado menor y mayor. Se practicaba asimismo la producción apícola, con el aprovechamiento de miel y de cera de abeja, como lo señala el siguiente testimonio:

En el rancho de mis papás se daban cantidad de cosas; había papa, frijol, ejotes, miltomates, elotes, hongos, el bosque daba bastante. Como yo crecí en el rancho me gustan mucho las plantas, aunque me quitan mucho el tiempo. Hay veces que me tardo un día entero en arreglarlas, quitarles las flores secas y remover la tierra. La verdad es un gusto; las plantas que te dan de comer o las que están floreando (Eulalia Jiménez, 64 años, ciudadana de Lachatao, dedicada a las labores del hogar y a la agricultura).

Los ranchos tuvieron gran importancia en la economía de Lachatao en el período comprendido entre la década de los veinte y los cincuenta del siglo XX. En ellos residían de manera permanente los grupos domésticos que cultivaban estos espacios. Las dimensiones de los ranchos variaban, pero en general eran superiores a las cinco hectáreas. El abandono paulatino de estos sistemas productivos se debió a cambios en la economía regional por la caída en la productividad de la mina de la Natividad,7 la cual empleaba un número importante de trabajadores de diferentes pueblos. A su cierre, gran número de pobladores emigró a otros municipios del estado de Oaxaca y hacia el interior de la República Mexicana para emplearse en otros sectores económicos. Los ranchos formaban parte de un sistema económico más amplio en el que, en su momento, la minería tenía un papel fundamental, ya que con esta actividad existía un flujo de efectivo y de consumo para los productos agrícolas de la zona, lo que favorecía un intenso intercambio comercial en la región.

La poca oferta de empleo en la zona y la baja rentabilidad de las actividades agrícolas, ocasionó la emigración en Lachatao, a tal grado que la población ha quedado reducida a sólo 252 habitantes, según datos del INEGI (2010). Aunque la Clínica de Salud reconoce que ahí habitan sólo 185 individuos, de los cuales 56 % son mujeres, y donde el grupo más numeroso es el de población mayor de 65 años.

Las actividades agrícolas tienen una marcada especificación de género, a través de la cual son valoradas y significadas. Los huertos de traspatio son de jurisdicción femenina, mientras que la agricultura realizada en terrenos de cultivo con riego y en el interior del bosque, es masculina. Las mujeres participan en la agricultura de riego en la siembra y la cosecha, sólo si la fuerza de trabajo masculina no es suficiente. Sin embargo, las labores que se considera corresponden solamente a las mujeres, se relacionan principalmente con la preparación de alimentos para los jornaleros que son contratados para realizar labores en los cultivos cuando la fuerza de trabajo familiar masculina no es suficiente; localmente se les llama "mozos".

Yo solita hice la comida de los mozos, pues como no tengo quien me vaya a ayudar, como soy solita, no tuve niñas. El día de la guelaguetza8 me levanté a las cinco de la mañana para calentar el almuerzo, a las seis almorzaron y ya bajamos al rancho. Hice salsa de chicharrón y frijoles, atole de avena con panela y pan; en la comida hice caldo de res con verduras. Todas las tortillas las hago yo; como también con eso me ayudo, preparo como 12 kg de tortillas para un día de Guelaguetza (Amelia Páez, 45 años, ciudadana de Lachatao, labores del hogar, produce y comercializa tortillas en la comunidad).

En gran medida, la agricultura en Lachatao se realiza gracias a la tradición de ayuda mutua instituida desde la época prehispánica conocida como "guelaguetza", en la que se aporta un día de trabajo en el cultivo de cada uno de los participantes, sin que exista intercambio monetario de por medio, por lo cual puede afirmarse que esta forma de cooperación es parte de las estrategias de reproducción de los grupos domésticos y de las redes de solidaridad que se desarrollan en la comunidad, mismas que se observan con ciertas variaciones organizativas y culturales en otras regiones de México y el mundo (Agarwal, 2004; De Oliveira y Salles, 1989).

Las mujeres no participan directamente en las guelaguetzas agrícolas, desarrolladas en áreas de agricultura extensiva (sin riego) ya que, de acuerdo con las concepciones de género locales, ellas no poseen suficiente fuerza física para desempeñarse adecuadamente en estas tareas. Su aporte, poco visibilizado y valorado socialmente, consiste en preparar alimentos para los participantes en estas actividades de cooperación, las cuales forman parte de las estrategias de reproducción de los grupos domésticos, que son poco visibilizadas y valoradas socialmente. En los grupos domésticos, donde la fuerza de trabajo masculina no es suficiente, ellas participan incluso empleando herramientas tradicionalmente asignadas a los varones, tales como la "coa", especie de azadón de cabeza larga, y el machete, en tareas de limpiar y acercar o arrimar tierra a las plantas de maíz en el surco.

El trabajo agrícola de las mujeres es más patente en las zonas de cultivo con agua de riego cercanas a la comunidad, los cuales son campos con cultivos diversos, así como también en los huertos de traspatio, en los que también tienen gran variedad de cultivos y especies vegetales. En éstos se practica la producción rotativa e intensiva de hortalizas, frutales, flores y plantas medicinales, destinadas tanto al autoconsumo como a la comercialización en la comunidad. La concepción local sobre la responsabilidad del cuidado y el mantenimiento del hogar es que ésta es exclusiva de las mujeres y se extiende hacia el trabajo de cuidado de los huertos de traspatio o domésticos en los que las mujeres llevan a cabo verdaderas proezas en el diseño, manejo y cuidado de los mismos, implementando terrazas, adecuaciones en los sistemas de riego, reciclado de nutrientes, rotación de cultivos, asociación de plantas y producción de aves de corral, donde se ponen de manifiesto sus saberes y habilidades como productoras de alimentos.

En Lachatao es frecuente el retorno de migrantes, generalmente parejas de adultos que, una vez jubilados o retirados, se reubican en la comunidad. Su regreso sólo es posible, de acuerdo con los usos y costumbres locales, si a lo largo de su vida laboral fuera de la comunidad continuaron contribuyendo en el desarrollo de ésta, a través de la cooperación y contribución de trabajo comunitario directo o pagando a personas residentes de la localidad, por realizar el "servicio" que les corresponde, de acuerdo con la estructura de gobierno tradicional por usos y costumbres9 vigente en Lachatao, y por el cual no reciben compensación económica ni material, pero sí simbólica e identitaria en cuanto a que garantiza su pertenencia a la comunidad.

Se observa que personas que han retornado a la comunidad, que cuentan con recursos económicos y tierra de cultivo, suelen emplear jornaleros agrícolas locales para que realicen labores relacionadas con producción agrícola y en trabajos de jardinería o limpieza de terrenos. Las mujeres no son empleadas como jornaleras agrícolas, pero son contratadas frecuentemente para trabajar en el servicio doméstico, es decir, en la limpieza de casas, preparación de alimentos, lavado y planchado de ropa, entre otras; esto es, en tareas tradicionalmente asignadas a ellas. Así, la venta de fuerza de trabajo también forma parte de las estrategias de reproducción de algunos grupos domésticos de la localidad.

El bosque es considerado un espacio para los hombres, particularmente en la etapa en que se encuentra actualmente, que es de saneamiento consistente en la eliminación de árboles plagados con Dendroctonus adjunctus, y destrucción de residuos. Las mujeres difícilmente acceden o participan en tales actividades. De acuerdo con las construcciones de género de la localidad, las mujeres culturalmente tienen negada la participación en actividades de manejo forestal. La justificación local con la que explican tal exclusión es que participar en ello ocasionaría que se alejaran de sus hogares por varios días, como lo hacen los varones, lo que podría afectar la atención o cuidado de las y los integrantes del grupo doméstico, además del "riesgo" de dejar de estar bajo la supervisión de sus familiares. Sumado a esto, en las actividades forestales se utilizan herramientas cuyo uso sólo es concedido a los varones, lo cual se justifica en términos de la fuerza física que se requiere para su manejo. Las actividades de resguardo del bosque, necesarias en el proceso de defensa del territorio forestal, presentes en la localidad, son realizadas por hombres. El trabajo que las mujeres llegan a realizar en ese espacio es concebido y apreciado únicamente como de "apoyo", sin valoración social ni importancia significativa.

La exclusión de las mujeres de los espacios de acción y toma de decisiones referentes al bosque, así como a relegarlas a tareas poco valoradas consideradas de apoyo, significa el reforzamiento de un sistema social patriarcal, inequitativo e injusto. En el proceso que vive actualmente la comunidad en cuanto a la redefinición del territorio, en busca del manejo sostenible del bosque, no se plantean cambios encaminados a una participación más igualitaria en la toma de decisiones comunitarias, ni mayor participación de las mujeres en la política, ni en la construcción de relaciones igualitarias entre los géneros. Se observa la exclusión de las mujeres, aun en el caso de que algunas de ellas hayan podido acceder a mayor escolaridad, como es el caso de Valeria quien, a pesar de tener un título universitario, es relegada a actividades de "apoyo" poco valoradas que la ubican en una posición subordinada, con pocas posibilidades de ascenso dentro del sistema de prestigio de usos y costumbres local.

Yo como ciudadana, como mujer, quiero hablarles de la importancia que nosotras tenemos en lo que se refiere a la participación comunitaria en Lachatao, de mucho tiempo atrás. Yo creo que nuestras madres nos han heredado un gran ejemplo; el papel tan importante que nos toca desempeñar, que es el cuidado de la familia, que desde siempre ha sido un apoyo para todos los ciudadanos que han dado mucho de su tiempo, de su esfuerzo por la comunidad y, por ello, han llegado a descuidar a la familia. Las mujeres han sabido apoyar a sus maridos para que desempeñen sus cargos, retomando las actividades que éstos llegan a descuidar por irse a tequios, a reuniones (Valeria Sánchez, 34 años, participación en el Seminario de Comunalistas, Lachatao, 2012, Secretaria del Comité de Turismo).

En el testimonio se observa que, a pesar del reclamo de visibilización del aporte femenino, prevalece el discurso del mandato de cuidadoras de otros asignado a las mujeres, que continúa sin ser reconocido (Lagarde, 1996), y se aduce que se llega hasta al "descuido de la familia" por atender actividades que "corresponden" tradicionalmente a los varones, lo que indica la prevalencia y reproducción de las asignaciones genéricas tradicionales.

 

El bosque en la conformación de la identidad

Las estrategias de reproducción desarrolladas por los grupos domésticos de la comunidad y los espacios donde se realizan, tienen una diferenciación clara de género. Concebidos culturalmente como seres fuertes, proveedores y jefes de "familia", los varones controlan actividades económicas con mayor valoración y participan en el gobierno y la gestión comunitaria en el papel de líderes de opinión y en la toma de decisiones, mientras que las mujeres realizan trabajo asociado al mantenimiento y la reproducción de los grupos domésticos, así como labores productivas en áreas ubicadas en las cercanías de los hogares, trabajo poco visible y valorado socialmente en la comunidad, lo que contribuye a ubicarlas en una posición subordinada, como señala Vázquez (2011), porque sólo "ayudan a mandar".

El bosque es el espacio donde los hombres y las mujeres lachatenses también construyen y reafirman sus identidades genéricas y territoriales, y en el que se refuerzan las relaciones que la establecen como "comunidad indígena" con usos y costumbres, donde la cooperación se hace presente a través de trabajo gratuito comunitario o "tequio," de gran importancia en la reproducción de Lachatao. A través de éste, el costo se redistribuye entre las y los habitantes de la comunidad y se realiza la construcción, ampliación, restauración y mantenimiento de infraestructura de servicios comunitarios y acciones de conservación del bosque, valorado como fuente de agua, salud y vida. En él se realizan trabajos de saneamiento, limpieza y reforestación en los que mujeres y varones participan como se señaló, de manera diferenciada, en concordancia con las asignaciones de género prevalecientes en la comunidad.

El agua de los manantiales, asociada a la existencia de la masa forestal, permite a las y los lachatenses su permanencia en la localidad, así como a garantizar la calidad de vida de sus habitantes y la recuperación de la salud de emigrantes que retornan de espacios urbanos, al brindarles frescura, libertad de movimiento y paz emocional a través del paisaje natural, calidad de vida que poseen los habitantes de la comunidad y que buscan los emigrantes jubilados de retorno, como se observa en el siguiente testimonio:

Mi esposo se jubiló y yo ya había acomodado a mis hijos en sus trabajos; y mi salud estaba muy deteriorada. Había jurado no volver a Lachatao por lo mucho que había sufrido aquí, pero venía con una cuñada con quien me llevé muy bien; cuando volvía, notaba el cambio, me sentía diferente porque allá yo ya no dormía. La ciudad mata, yo tenía muchos amigos de mi edad, pero ellos ya murieron; en la ciudad la contaminación me afecta los ojos, la garganta, las piernas (Alondra, 68 años, ciudadana, cultora de belleza retirada)

Como se señaló, el aprovechamiento del bosque que realiza la Empresa Forestal Comunitaria de Pueblos Mancomunados consiste en la tala y extracción de árboles, lo cual implica el uso de ruidosas moto-sierras, tráfico de vehículos en el arrastre y transporte de madera, los cuales rompen la armonía anhelada por los lachatenses. Son prácticas y acciones que son rechazadas por las y los habitantes de Lachatao, tanto porque no les significan ingresos o ganancias para mejorar sus niveles de vida, como porque afectan su entorno y los servicios ambientales del bosque. Para ellas y ellos, la extracción comercial de madera pone en riesgo la actividad agrícola y la reproducción de la comunidad, puesto que afecta negativamente el flujo de agua de los manantiales, asociado a la permanencia y a la reproducción de la cubierta vegetal.

El trabajo comunitario dirigido a la preservación y defensa del bosque y del agua, forma parte y refuerza la identidad colectiva de las y los lachatenses y ha articulado sinergias, como la apropiación de proyectos alternativos de desarrollo entre las que se encuentra el ecoturismo10, promovido por el gobierno estatal y federal, que es considerado como exitoso por gran parte de la comunidad, puesto que es una alternativa para generar ingresos, al mismo tiempo que permite la conservación del bosque y la valoración histórica del pueblo entre los jóvenes de la comunidad. Con ello, destaca la capacidad de las y los habitantes de gestionar proyectos en favor de la conservación del bosque, a partir de instituciones tradicionales que no son estáticas sino que se adaptan y reaccionan ante las transformaciones de su entorno.

 

Conclusiones

En Lachatao, la agricultura es la principal estrategia de reproducción que desarrollan los integrantes de los grupos domésticos. Está vinculada a otras prácticas sociales y económicas, tales como relaciones de solidaridad entre los integrantes de los grupos domésticos, además de ayuda mutua entre grupos domésticos (guelaguetza) y trabajo colectivo no remunerado (tequio) los cuales les permiten satisfacer sus necesidades y, con ello, garantizar su reproducción y permanencia en la comunidad. Las y los habitantes de esta comunidad han optado por basar su economía en la agricultura y rechazar las acciones promovidas por la Empresa Forestal Comunitaria de Pueblos Mancomunados, que extrae y comercializa madera de los bosques y ofrece trabajo a los comuneros de otros pueblos como cortadores y beneficiadores. Se asocia la valoración social del bosque a la vigencia de estrategias de reproducción agrícolas, entre otras, donde el bosque se constituye en fuente de servicios ambientales y no sólo como fuente de recursos maderables.

Las y los habitantes de la comunidad de Lacha-tao valoran y territorializan el bosque a través de las estrategias de reproducción que desarrollan, y las asignaciones y relaciones de género inequitativas se hacen presentes al excluir a las mujeres de la toma de decisiones comunitarias y al sistema de cargos y de prestigio presente en la comunidad.

Para las y los lachatenses el bosque representa un espacio que provee de agua y fertilidad a la tierra, lo que se aprovecha de forma intensiva en la producción agrícola al contar con un sistema de riego derivado de un manantial ubicado en el bosque. La tierra de monte, rica en materia orgánica, es usada únicamente en los huertos domésticos altamente productivos. El bosque es valorado por ser fuente de frescura y porque les brinda salud emocional y física que los integrantes de la comunidad consideran fundamental para su bienestar. Con una tradición institucionalizada de vida comunitaria, la población de Lachatao tiene capacidad para organizarse y actuar de manera conjunta, con poder colectivo que usa en la disputa por el control del territorio forestal con el núcleo agrario-comunal de Pueblos Mancomunados, con la intencionalidad de conservar la densidad forestal y, con ello, garantizar el flujo de agua del manantial que les provee de agua potable y de riego.

Las estrategias de reproducción de los grupos domésticos de Lachatao están enmarcadas por condicionantes macro sociales y, por ello, han variado a través del tiempo; sin embargo, en ellas continúan reproduciéndose asignaciones tradicionales de género en las que las mujeres quedan excluidas de las actividades económicas y de los espacios más valorados, con implicaciones en su participación y exclusión en la toma de decisiones. Las mujeres se encuentran en una posición subordinada, anclada en sistemas de género tradicionales que las subordinan y, con ello, se reproducen relaciones de inequidad y desigualdad, lo que aleja al proyecto de desarrollo comunitario de aprovechamiento del bosque y de la sustentabilidad social y cultural, puesto que la equidad e igualdad entre los géneros es imprescindible en dicho proceso.

 

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Notas

5El Desarrollo sustentable, entendido como un proceso de cambio social en el que existe mejoramiento en las oportunidades de los individuos y grupos sociales, a partir de un crecimiento en la eficiencia económica, la conservación del ambiente, y la generación de condiciones de equidad, y solidaridad entre las generaciones y los géneros, resultado del desarrollo social, económico, cultural e institucional (Martínez, 2000)

6La comunidad de Lachatao ha estado confrontada con la comisaría de bienes comunales desde 2002, cuando decidieron no participar más en la Asamblea de Pueblos Mancomunados, desconociendo la autoridad de esta estructura de gobierno al considerar que su gestión perjudicaba la conservación del bosque. Las y los comuneros de Lachatao nombraron un representante que carece de autoridad oficial en escalas más amplias, pero participa como vocero y negociador. En 2008 los varones de Lachatao construyeron casetas de vigilancia para resguardar los límites territoriales que reconocen como propios. Las casetas fueron destruidas violentamente por miembros de las otras comunidades de Pueblos Mancomunados; como resultado, cuatro hombres lachatenses fueron heridos de gravedad. Con la amenaza de proseguir con demandas penales en contra de los atacantes y la Comisaría de Bienes Comunales, la comunidad de Lachatao pudo negociar y conseguir las remisiones para realizar el saneamiento del territorio forestal que consideran suyo, todo ello a través de mesas de negociación y presión hacia las autoridades gubernamentales, además de acciones de resistencia y movilización. Actualmente, en colaboración con la comunidad de Yavesía, los y las lachatenses intentan separarse legalmente de "Pueblos Mancomunados" y lograr el control del territorio forestal disputado para realizar un saneamiento adecuado y posteriormente su restauración para, con ello, fomentar la conservación del buen estado de sus manantiales.

7La Compañía Minera de la Natividad comenzó la explotación del oro y la plata en el subsuelo del municipio de Calpulalpam de Méndez en el S. XIX, y empleó un número importante de trabajadores de municipios vecinos. La productividad de la mina disminuyó dramáticamente a partir de la década de los años 50 del S. XX, hasta desaparecer en 1990. En 2005 la empresa canadiense "Continuum" realizó una exploración al norte de donde había trabajado la Natividad y encontró vetas importantes de oro y plata en estratos superficiales. Propuso una explotación a cielo abierto en un área que se traslapa con la zona de manantiales que aprovecha la comunidad de Calpulalpam, vecino a Lachatao. Esta empresa obtuvo una concesión del gobierno federal mexicano, lo que ha provocado indignación y rechazo organizado en la comunidad de Calpulalpam, la cual ha crecido en escala y se relaciona con los movimientos de protesta de otros municipios afectados por concesiones mineras en México y en Latinoamérica.

8Trabajo colaborativo tradicional.

9Una vez que cumplen 18 años, los hombres deben ocupar cargos jerárquicos en términos de prestigio en la comunidad, obligación que concluye hasta que alcanzan la vejez, a los 70 años (anteriormente a los 60 años), o bien, por enfermedad. Los cargos forman parte de un sistema escalafonario, dividido en tres instancias: cargos políticos del Ayuntamiento, presidente municipal, tres regidores que, en orden de importancia, corresponden a los regidores de Hacienda, Educación y Salud, y Obras; los comités de salud, de cuidado de la familia (DIF), educación, caminos, agua potable y de riego, turismo, y religión, así como comisiones eventuales para festividades, y clubes deportivos. Todos los cargos en la comunidad de Lachatao son considerados como "servicios" que se realizan por el bien común de la localidad, sin que exista compensación económica de por medio.

10De un total de 31 personas entrevistadas, diez señalaron que varios integrantes de su grupo doméstico trabajan en el sector turístico. El inicio de un proyecto ecoturístico en Lachatao, comenzó en 2002, cuando la Comisión para el Desarrollo de Ios pueblos Indígenas (CDI) otorgó subsidios a comunidades indígenas en el país, para impulsar proyectos de turismo alternativo destinados principalmente a la construcción de cabañas. El ecoturismo, proyecto que la Asamblea definió como prioritario, tuvo un lento desarrollo hasta 2008, por lo que se acordó que el comité gestor permaneciese más tiempo para favorecer su continuidad. Con ello, en los últimos tres años se ha logrado la ampliación de la oferta hotelera y el establecimiento de un museo y una cafetería comunitarios. Esta actividad derrama ingresos entre la población, a través de la venta de productos locales y de servicios.

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