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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.10 no.2 Texcoco abr./jun. 2013

 

Maíz, alimentación y productividad: modelo tecnológico para productores de temporal de México

 

Maize, food and productivity: technological model for seasonal producers in México

 

Miguel A. Damián-Huato1*, Artemio Cruz-Leon2, Benito Ramirez-Valverde3, Omar Romero-Arenas1, Sergio Moreno-Limón4, Luis Reyes-Muro5

 

1Centro de Agroecología del Instituto de Ciencias de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Avenida 14 Sur 6301, Ciudad Universitaria. 72570. Puebla, Puebla México (damianhuato@hotmail.com)* Autor responsable

2Universidad Autónoma Chapingo. Km 38.5 Carretera México-Texcoco (cruzla59@yahoo.com.ar)

3Colegio de Postgraduados Campus Puebla. Km. 125.5 Carr. Federal México-Puebla. 72760. Puebla, Puebla (bramirez@colpos.mx).

4Universidad Autónoma de Nuevo León, Facultad de Ciencias Biológicas, Pedro de Alba y Manuel L. Barragán, Ciudad Universitaria (morenolimon@yahoo.com.mx)

5Programa de Socioeconomía, Campo experimental Pabellón. INIFAP. Km 32.5 Carr. Aguascalientes- Zacatecas, Pabellón de Arteaga, Aguascalientes. 20190 (reyes.luis@inifap.gob.mx)

 

Recibido: noviembre, 2012.
Aprobado: mayo, 2013.

 

Resumen

La alimentación es un derecho humano y se consigue cuando hay seguridad alimentaria familiar (SAF). En México, el cultivo de maíz es crucial para la SAF pero se requiere incrementar su productividad. Se expone el método productor-innovador (MP-I) para reducir la brecha tecnológica en el manejo de maíz y lograr la SAF de los maiceros de temporal. El MP-I se validó con productores de Cohetzala, Puebla y consta de cuatro momentos: cálculo del índice de seguridad alimentaria (ISA), aplicación de una encuesta, evaluación del Índice de Apropiación de Tecnologías Radicales (IATR) y el Grado de Empleo de Tecnologías Progresivas (GETP), e identificación de maiceros de altos rendimientos y de su patrón tecnológico. Se halló que 15% de los maiceros poseen SAF; en el manejo de maíz se aplicaron innovaciones radicales y progresivas, prevaleciendo las segundas; no hay relación directa entre el IATR y rendimientos, pero sí entre éstos y el GETP; 19 % de los maiceros fueron de altos rendimientos, y si se transfiere su patrón tecnológico podrían incrementar los rendimientos 91 % para productores de baja y 24 % para los de media productividad y la SAF se incrementaría 14 %.

Palabras clave: índice de seguridad alimentaria, innovaciones radicales y progresivas, manejo de maíz, método productor-innovador, potencial productivo.

 

Abstract

Access to food is a human right and it is obtained upon reaching family food security (FFS). In México, maize cultivation is crucial for FFS but requires an increase in productivity. The producer-innovator method (MP-I) is proposed as a way to reduce the technological gap present in maize management and as a means to achieve FFS for seasonal maize producers. The MP-I was validated through producers from Cohetzala, Puebla, and consists of four stages: calculation of food security index (FSI), application of a survey, evaluation of the Radical Technology Appropriation Index (Indice de Apropiación de Tecnologías Radicales, IATR) and the Degree of Employment in Progressive Technologies (Grado de Empleo de Tecnologías Progresivas, GETP), and identification of high-yield maize producers and their technological pattern. It was found that 15 % of maize producers possess FFS; radical and progressive innovations were applied to maize management, with the second ones prevailing; there is no direct relation between the IATR and yields, but there is between the latter and the GETP; 19 % of maize producers had high yields, and if their technological pattern was to be transferred, they could increase their yields by 91 % for low-yield producers and by 24 % for medium-yield producers, resulting in a 14 % increase in FFS.

Key words: food security index, radical and progressive innovations, maize management, producer-innovator method, productive potential.

 

Introducción

La alimentación es un derecho humano esencial registrado desde hace 60 años en la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (De Loma, 2008). En 1996 fue reconocido por los Jefes de Estado en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, donde ratificaron el derecho de la persona a tener acceso a alimentos sanos y nutritivos, en consonancia con el derecho a una alimentación apropiada y con el derecho básico a no padecer hambre. Este derecho se logra cuando hay seguridad alimentaria familiar (SAF) y se considera que existe cuando todos los miembros de las familias tienen acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos, a fin de llevar una vida activa y sana (FAO, 2010).

El maíz es un cultivo clave para México, con un consumo promedio diario per cápita de 343 gramos, 72 % del total de cereales consumidos en el país. (FAOSTAT, 2010). La siembra estimada de maíz en México para 2010 fue de 7.86 millones de hectáreas, 36 % del área total cultivable del país. De ella, 82 % se sembró en condiciones de temporal y el volumen de producción total fue 24.4 millones de toneladas (SIAP, 2010), insuficientes para satisfacer la SAF, por lo que es necesario mejorar la productividad, lo que se puede lograr, entre otras formas, mediante la aplicación del MP-I.

El MP-I es una propuesta metodológica que tiene como propósito elegir la mejor combinación de innovaciones radicales y progresivas aplicadas en la producción de maíz a nivel local, para mejorar la productividad agrícola y la SAF. El MP-I identifica a los productores de mayores rendimientos y el patrón tecnológico que aplican en el manejo de maíz, para transferirlo a aquellos productores con menores rendimientos, para reducir las asimetrías tecnológicas que existen entre ellos.

La generación y transferencia de innovaciones radicales está vinculado al paradigma productivista enraizado en la Revolución Verde. Comprende el uso de varios componentes (riego, agroquímicos, etcétera) sistematizados en paquetes tecnológicos para aprovechar la productividad de los materiales mejorados (FAO, 1996). En la evolución de este paradigma han intervenido varias entidades: la Oficina de Estudios Especiales (1943: OEE), el Instituto de Investigaciones Agrícolas (1947: IIA), el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (1960: INIA) donde se fusionaron la OEE y el IIA, y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) que nace en 1985 de la unión del INIA y los institutos nacionales de investigaciones pecuarias y forestales. Actualmente es la agencia que atiende las demandas de productores y cadenas agroindustriales en investigación agropecuaria (INI-FAP, 2003). Por su parte, la generación y difusión de tecnologías progresivas, tiene una historia milenaria y ha sido auspiciado por una base social amplia que incluye a campesinos, académicos, organizaciones científicas, e incluso a algunos técnicos del INIFAP

En este trabajo se expone el MP-I validado con productores de temporal de Cohetzala, Puebla, suponiendo que en un territorio concreto coexisten maiceros que se diferencian entre sí por la forma en que manejan el maíz y por su potencial productivo, originado por el desigual acceso que tienen los productores a las condiciones generales y concretas que participan en dicho manejo.

 

Manejo de maíz y seguridad alimentaria

Al analizar la SAF en el marco de la unidad campesina, Warman (2001) afirma que una familia campesina de cinco miembros consume, en promedio, cerca de 2500 Kg de maíz al año. Por tanto, la SA de cada uno de los miembros de la familia se garantizará cuando se cosechen al menos 500 kg per cápita por año.

La relevancia del maíz se evidencia al estimar la vocación productiva de cada estado respecto al país, mediante el Coeficiente de Localización (CL)6 (Boisier, 1980). Los datos estimados7 se muestran en el Cuadro 1, y se observa que 15 entidades manifestaron vocación productiva en maíz, de los cuales siete son clasificados de medio a muy bajo rezago social, y ocho de alto a muy alto rezago social. Estos 15 estados concentraron 80 % del área total y aportaron 91 % del volumen total de la producción; las entidades de medio a muy bajo rezago social aportaron 31 y 47 % del área y el volumen de producción total, respectivamente. Las entidades de muy alto a alto rezago social concentraron 55 % del total del área cultivada y aportaron 52 % del total de la producción de maíz. Las cinco entidades que históricamente han presentado el mayor rezago social participaron con 44 % del área cultivada y 39 % del volumen de producción.

Estos datos muestran que en la medida que prevalece el rezago social, los productores prefieren sembrar maíz porque es un bien crucial para asegurar su SAF.

El rendimiento promedio de maíz en México es bajo (3210 kg ha-1), siendo menores en temporal (2210 kg ha-1) (SIAP, 2010). Por tanto, para alcanzar la SAF es forzoso incrementar el potencial productivo.

El INIFAP ha estudiado el potencial productivo de maíz en México desde 1963. Hasta antes de 2000, este concepto se refería a la evolución de las áreas, la calidad de tierra de labor sembrada bajo riego y temporal y al avance del conocimiento público. Se definía como el promedio de varios años de producción nacional de maíz si el área sembrada fuera tratada con la tecnología pública disponible. Este ejercicio era una guía para impulsar programas de transferencia de tecnología. En la actualidad también se toma en cuenta a las tierras de labor de ocho estados del sur-sureste factibles de ser irrigadas y que se siembran con maíz bajo temporal, y se contabiliza una parte de las tierras con vocación agrícola que se maneja bajo el sistema de ganadería extensiva. (Turrent, 2009; Turrent et al., 2012). Gordillo y Lewin (2002), infieren que los agricultores con predios más grandes poseen un potencial competitivo mayor, por la probabilidad de tener un activo estratégico como el riego, permitiéndoles cultivar una mayor superficie de tierra y ocuparla durante todo el año, y no sólo en la temporada de lluvias.

En este trabajo se considera que el potencial productivo es un atributo que resulta de la forma en como los productores manejan el maíz, donde concurren dos tipos de condiciones de producción: a) las generales, que pueden ser endógenas (clima, flora, fauna, etcétera) y exógenas (programas públicos de fomento agrícola y rasgos del territorio y unidad familiar, etcétera) inmodificables en el corto y mediano plazo, y b) concretas, referidos a los factores que participan de forma directa en la producción (tierra, capital, tecnología, conocimientos y destrezas de los productores). La forma en cómo el productor combina y usa estos recursos durante el ciclo productivo, explica la forma concreta de cómo se maneja el maíz. Con este fin el productor ejecuta varias tareas (siembra, labores de cultivo, etcétera) hechas sucesivamente a nivel de campo, utilizando técnicas e insumos convencionales (híbridos, agroquímicos, etcétera) o tradicionales (semillas criollas, asociación de cultivos, etcétera) o un sincretismo cuando utiliza una y otra tecnología indistintamente.

En el Cuadro 2 se muestra la disponibilidad que tienen los productores a ciertos componentes tecnológicos que aplican en el manejo de cultivos.

En estos datos se advierte que los productores situados en las entidades federativas con mayor rezago social tienen menor acceso a los agroquímicos y a la tracción mecánica. En este último caso, resalta que un alto porcentaje utiliza herramientas manuales, lo que está relacionado con el tamaño del predio y con su calidad. Esto supone que los productores cultivan suelos degradados y con mucha pendiente, lo que impide el uso de la maquinaria agrícola y muchas veces incluso de la yunta.

 

Aspectos metodológicos

Descripción de la zona de estudio

Cohetzala se sitúa al suroeste del estado de Puebla entre los paralelos 19°57'00'' y 20°05'18'' N, y los meridianos 97°24'36'' y 97°34'54'' O. Colinda al norte con los municipios de Huehuetlán el Chico y Jolalpan, al sur con Xicotlán, Ixcamilpa de Guerrero y el estado de Guerrero, al poniente con el estado de Guerrero y al oeste con Chiautla de Tapia. El clima de Cohetzala es semiseco muy cálido con lluvias en verano y los suelos predominantes son los regosoles, que se caracterizan por ser poco evolucionados; poseen textura arenosa y pequeños fragmentos de roca como el material madre del cual se origina. Se cultivan 1308 ha, 95 % de temporal siendo el maíz el principal cultivo, ya que cubre 98.5 % del área total sembrada (SIAP, 2010).

La metodología empleada en la investigación tuvo cuatro etapas:

Cálculo del ISA en maíz.

Permitió cuantificar si la familia de los maiceros poseen o no SA. Para su cálculo se utilizó la siguiente expresión matemática:

donde:

R=rendimiento de maíz en kg/ha.

SS=superficie sembrada (ha).

NMF=número de miembros en la familia del productor.

*Factor que equivale a 500 kg de maíz/año.

Si el valor de ISA < 1: no existe SAF; pero si ISA ≥ 1: se cuenta con SAF.

Tamaño de muestra y aplicación de una encuesta

a) Para calcular el tamaño de la muestra se tomó como base a los productores registrados en el Programa de Apoyos Directos al Campo (PROCAMPO), grupo integrado por 217 personas. La encuesta se aplicó a una muestra simple aleatoria de productores, resultando una muestra de 60. Se aplicó un cuestionario mediante el cual se recolectó, sistematizó y analizó la mayoría de la información utilizada en esta investigación.

Cálculo del IATR, GETP y tipología de productores según el IATR y el GETP

a) Estimación del IATR. Mediante este índice se evaluó el empleo de tecnologías radicales generadas por el INIFAP, expuestas en un paquete tecnológico. Para calcular el IATR se usó el procedimiento y la expresión matemática propuesta por Damián et al., (2007).

b) Cálculo del GETP. El GETP estimó la aplicación de tecnologías progresivas en el manejo del maíz. Para medirlo se consideró el uso de insumos y las prácticas agrícolas siguientes: semilla criolla, asociación y rotación de cultivos, técnicas de conservación de suelo y estiércol, otorgándole a cada una de ellas un valor de 20 unidades. Para estimar el GETP se aplicó la metodología y la ecuación propuesta por Damián et al., (2011).

c) Tipología de productores. Se construyeron dos tipos de tipologías de productores referidos, respectivamente, a los resultados obtenidos a los valores del IATR y el GETP clasificándose cada uno en tres grupos: a) bajo (≤33.33); b) medio (33.3466.66); y c) alto (>66.66).

Método productor-innovador. Se basó en:

a) La identificación de maiceros según su potencial productivo. Con este fin se calculó la diferencia entre los rendimientos menor y mayor obtenidos por los productores encuestados; esta diferencia se dividió entre tres y el cociente derivado se sumó a los rendimientos menores para construir tres rangos de productores: bajo, medio y alto rendimiento.

b) Propuesta de patrón tecnológico a nivel local; donde se caracterizó el patrón tecnológico y tipos de productores según su potencial productivo.

 

Resultados y Discusión

Seguridad alimentaria familiar en maíz

La estructura demográfica de los maiceros fue de 328 personas. Al estimar la SAF (Cuadro 3) se encontró que la mayoría de los maiceros carecen de SAF y que en promedio tiene nun déficit per cápita de 183 kg de maíz/año; que cada persona con SA produce un excedente de 109 kg/año y los que no cuentan con ella, tienen un déficit de 229 kg de maíz, debiendo adquirir 46 % del que consumen.

 

Evaluación de tecnologías

Innovaciones radicales, manejo de maíz y rendimientos

Las innovaciones propuestas por el INIFAP para el municipio de Cohetzala se exponen en el Cuadro 4.

Al calcular el IATR (Cuadro 5) se encontró que el uso de innovaciones radicales es bajo y diferenciado, aplicándose en promedio cerca de una cuarta parte de las innovaciones recomendadas; que no hay correlación significativa entre el empleo de estas tecnologías y el rendimiento (n=144, r=0.0155, p=0.8789), y que no hay diferencia estadística significativa entre las medias del rendimiento de los maiceros de baja y media apropiación (t=-0.6930, p=0.4900), aun cuando en promedio los segundos usaron 15.2 unidades más de innovaciones radicales.

El bajo uso de estas innovaciones se explica porque el INIFAP asigna demasiada importancia a los factores edafo-climáticos eludiendo el acceso que el maicero tiene a otras condiciones generales y concretas de producción; propone un patrón tecnológico basado en tecnologías, prácticas e insumos que regularmente no han utilizado los productores; además, el alto costo de las innovaciones lo pone fuera del alcance de la economía del productor con una remuneración media anual de 3700 pesos (Escalante, 2006). Parte del supuesto de que los maiceros son incapaces de crear tecnologías en el corto plazo, eludiendo que desde hace varios milenios han utilizado innovaciones progresivas en el manejo de maíz (Koohafkan, 2010).

Al no cumplirse estos supuestos, el paquete tecnológico recomendado por el INIFAP no se adecua al contexto en el que viven y producen los productores. (Cuadro 6)

Innovaciones progresivas, manejo de maíz y rendimientos

El manejo de maíz en temporal se ha basado en el uso de innovaciones radicales y progresivas. Durante milenios, los productores han innovado el manejo del maíz al seleccionar, mejorar y transmitir a las siguientes generaciones por medios orales y la experiencia nuevas tecnologías, prácticas o productos, que han sido los más útiles y adaptados a su ambiente y condiciones de vida. No obstante, estos sistemas agrícolas están situados en un tiempo anterior del desarrollo histórico que, dentro del imaginario del progreso, enfatiza su inferioridad respecto al conocimiento de expertos entrenados en la tradición occidental (Lander, 2000).

Este descrédito no tiene soporte científico. Los datos empíricos hallados (Cuadros 4 y 5) muestran que en el manejo de maíz interaccionan tecnologías radicales y progresivas, predominando las segundas, expresado por el valor del GETP que, en promedio, fue 41.6 unidades mayor que el IATR. Además, se encontraron diferencias estadísticas significativas entre los promedios del rendimiento de los productores de medio y alto GETP (t=2.8103, p=0.0064).

La eficiencia de las innovaciones progresivas se debe al uso de prácticas agrícolas que son más adecuadas a los ambientes en que siembran los maiceros. Además son más intensivas, ya que crean complementariedades y sinergias entre los recursos que participan en el manejo. Dentro de estas prácticas destacan:

1. La conservación de suelos y agua, efectuada por 23 % de los productores, evita la pérdida de nutrimentos y agua, esenciales para la nutrición de las plantas.

2. La asociación de cultivos, aplicada por 97 % de los maiceros, articula varios componentes del agroecosistema (cultivos, suelos, plantas, animales) y crea sinergias que potencian el rendimiento de los recursos naturales cuyo costo para el productor tiende a cero (energía solar, aire, nitrógeno, carbono). Por ejemplo, el agrupamiento de plantas (maíz-leguminosas-calabaza) con diversa eficiencia energética y sistemas radiculares, usa con mayor eficacia la energía solar, los nutrimentos y el agua; mejora la relación suelo-planta-fauna-ambiente, ya que las leguminosas fijan nitrógeno atmosférico que es utilizado por el maíz, y promueve la biodiversidad, creando cadenas y tramas tróficas que regulan el crecimiento de las plagas (Altieri, 1991).

3. La rotación de cultivos, realizada por 37 % de los productores, reduce problemas de plagas, enfermedades y de erosión edáfica y aumenta el nivel de nitrógeno disponible en el suelo (Ball et al., 2005).

4. La relación agricultura-ganadería provee de estiércol, que mejora la estructura, la textura y la fertilidad física, química y biológica del suelo; aumenta la aireación, penetración y retención de agua; estimula el desarrollo de microorganismos benéficos para la planta, y captura de carbono (Fenton et al., 2011). En promedio se aplicaron 1644 kg de estiércol por hectárea.

La interacción de estas prácticas potencian las sinergias entre suelos, insectos, plantas, animales, microorganismos; el reciclaje de nutrimentos y otros residuos; la conservación y regeneración para minimizar las pérdidas en el agroecosistema, y la salud del suelo, con el fin de lograr mayor volumen de producción (González de Molina, 2011).

 

El método productor-innovador

a) Identificación de maiceros de altos rendimientos. Al agrupar a los maiceros por sus rendimientos (Cuadro 7), se nota que practicamente 33 % son tipificados como de altos rendimientos.

Si el rendimiento es una secuela del manejo, el reto siguiente consiste en identificar y caracterizar el patrón tecnológico utilizado por los maiceros de altos rendimientos.

b) Caracterización de los patrones tecnológicos por tipos de productores. En el patrón tecnológico usado por tipos de productores en el manejo de maíz se ratifica la relevancia de las innovaciones progresivas (Cuadro 8). Si este patrón se contrasta con el del INIFAP, se advierten las siguientes discrepancias:

1. Las fechas de siembra recomendadas por el instituto son pertinentes para el Altiplano Poblano, pero no para las áreas cálido-secas como Cohetzala, que tiene un ciclo de lluvias que se inicia a fines de junio o principios de julio.

2. El INIFAP recomienda la siembra de híbridos, pero casi todos los productores usaron semillas criollas porque las prefieren para elaborar tortillas, tienen una adaptación milenaria a los agroecosistemas locales afectados por siniestros recurrentes, y una productividad estable en el tiempo. Su manejo exige menos inversión y son pilares de la reproducción del ganado, al proveer mayor cantidad y calidad de forraje.

3. El insumo más usado fue el fertilizante, porque en Cohetzala imperan los regosoles, los cuales son de formación incipiente y baja fertilidad. No obstante, las dosis aplicadas son menores a las recomendadas, porque los maiceros también aplicaron estiércol y residuos de cosecha, aprovechándoles como abono orgánico.

4. Otro agroquímico que tiende a ser utilizado por los productores es el herbicida, sustituto de mano de obra. La exclusión de los productores de subsistencia de las políticas públicas en el régimen neoliberal, ha causado la emigración de los jóvenes y la persistencia de campesinos de edad avanzada realizando actividades en el campo. La edad promedio del productor fue de 55.5 años, y de las 328 personas que forman la estructura familiar, 47 % emigraron.

5. El agroquímico menos utilizado fue el insecticida. Herrera et al. (2005) refieren que la diversidad y abundancia de la artropodofauna es mayor en policultivos que en monocultivos, lo que promueve el surgimiento de cadenas tróficas y, por tanto, el equilibrio biológico, reduciendo el perjuicio que ocasionan las plagas.

6. Existen tres actividades (conservación de suelos, asociación y rotación de cultivos) y dos insumos (semilla criolla y estiércol) que el INIFAP no recomienda en su patrón tecnológico, aun cuando los maiceros los han usado cotidianamente.

Por otra parte, si se comparan los patrones tecnológicos utilizados por los tipos de maiceros según sus rendimientos se nota que, en general, éstos son sensatamente similares entre sí. No obstante, resalta que los productores de altos rendimientos:

1. Efectuaron ligeramente más rotación de cultivos y aplicaron más estiércol.

2. Respecto a la asociación de cultivos no se observan diferencias cuantitativas sustanciales entre los prototipos de productores, pero sí cualitativas en cuanto a los cultivos asociados. Por ejemplo, 100 y 98 % del área total sembrada por los maiceros de altos rendimientos asociaron, respectivamente, maíz con leguminosas y calabaza. Como se sabe, las leguminosas aportan nitrógeno atmosférico al maíz; por su parte, la calabaza, con su amplio follaje y hábito rastrero, protege al suelo contra la erosión fluvial. Probablemente esta asociación explique, en general, el bajo empleo de técnicas de conservación de suelo en la Mixteca Baja Poblana y, en particular, por parte de los productores de altos rendimientos.

3. En 100 y 98 % del área que sembraron aplicaron, respectivamente, fertilizantes sintéticos e insecticidas. Resalta que el insecticida aplicado fue folidol para combatir a la hormiga arriera (Atta mexicana), una de las plagas más nocivas de la región.

En síntesis, los productores de altos rendimientos respecto a los de bajos y medio, aplican innovaciones que promueven complementariedades y sinergias entre los recursos concretos que interactúan en el manejo del maíz, que se expresan en un mayor potencial productivo.

c) Caracterización de los tipos de productores. En los datos del Cuadro 9 destaca que los tipos de maiceros tienen condiciones de vida razonablemente similares, pero los de alto rendimiento se caracterizan porque:

1. Tienen en promedio menor edad, accediendo a mayor fuerza de trabajo, debido a que el manejo progresivo del maíz es intensivo en este recurso.

2. Tienen menores ingresos y remesas, resaltando que éstas representan casi la mitad de los ingresos de los maiceros

3. Son más receptivos a la asesoría técnica.

4. Han diversificado sus tareas en el sector primario afines al manejo de maíz y los de bajo rendimiento en los sectores secundario y terciario. Los productores que realizaron sólo tareas referidas al manejo de maíz son los más viejos, con una edad promedio de 66, siendo la principal traba para que ejecuten otras tareas. La pluriactividad ha sido reconocida como una fuente del aumento del ingreso de los hogares (De Janvry y Sadoulet, 2004) y, al mismo tiempo, como una causa de la reducción de la renta agrícola (Anseeuw and Laurent, 2007) al obstruir las iniciativas, capacidades, la difusión del conocimiento y la sinergia agricultura-ganadería. Es decir, la pluriactividad efectuada en tareas económicas no relacionadas con el manejo de cultivos, puede ocasionar una regresión tecnológica de los productores agrícolas, que se expresa en un manejo inadecuado de maíz y bajos rendimientos.

5. Tienen menos acceso a maquinaria agrícola, utilizan más la yunta y poseen 35 % de ganado, salvaguardando la relación agricultura-ganadería, generadora de potentes sinergias en el manejo de maíz.

Los datos del Cuadro 9 analizados desde otro ángulo, acentúan la relevancia social de la aplicación urgente del método productor-innovador.

1. Todos los maiceros viven en pobreza alimentaria, porque su ingreso per cápita medio mensual es menor a 707 pesos. Para el CONEVAL (2010), cualquier ingreso inferior a esa cantidad es insuficiente para adquirir la canasta alimentaria.

2. Por el tamaño su predio todos los maiceros son tipificados como minifundistas extremos, al sembrar áreas menores de cinco hectáreas (Artís, 1997).

Otros datos de la encuesta indican que la mayoría de los productores son de subsistencia, ya que destinan el maíz cosechado al autoconsumo. Sólo 18 % obtienen excedentes de maíz que venden en los mercados local o regional.

Propuesta de política pública

La aplicación del método productor-innovador es cuestión de política pública. Ésta se debe basar en promover la transferencia del patrón tecnológico aplicado por los productores de alto rendimiento a los de menor rendimiento. Esta propuesta resulta viable de ejecutarse porque:

1. Existe el programa institucional Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional, creado en abril de 2011 para rescatar y mejorar el manejo, productividad y sustentabilidad de los productores de granos básicos (DOF, 2010).

2. Los gobiernos de las entidades cuentan con estaciones de radio y televisión, que ya han sido usadas con éxito para transferir tecnologías. Además, tienen los recursos humanos e infraestructura para diseñar y ejecutar este método.

3. Los productores conocen y han manejado el patrón tecnológico de los maiceros de alto rendimiento.

4. El deterioro de la sinergia agricultura-ganadería y la pérdida de estiércol, es una enorme oportunidad para promover el uso de desechos orgánicos como abonos.

Según la SEDESOL (2010) en 2009 generamos 20 millones de toneladas de basura orgánica. Como se sabe, 20 % del peso original de esta basura se transfigura en composta después de un proceso que dura entre tres y cuatro meses, pudiéndose producir 12 millones de toneladas de abono por año. Si éste se distribuye proporcionalmente entre los 6.4 millones de hectáreas de temporal sembradas con maíz, se aplicarían casi 2 toneladas de abono orgánico/hectárea/año. Además, la fabricación de compostas sería una importante cadena productiva para la creación de miles de empleos en el campo y la ciudad y para ampliar el mercado de trabajo.

Transferencia del patrón tecnológico de los productores de alto rendimiento

Si el patrón tecnológico de los maiceros de alto rendimiento de Cohetzala fuera empleado por los de menor rendimiento, se podría reducir la brecha tecnológica entre ellos, y se aumentaría el potencial productivo de los de bajo y medio en 91 y 24 %. Si agregamos estos porcentajes al rendimiento real obtenido por los productores, se puede estimar su rendimiento potencial (Cuadro 10), observándose que:

1. 27 % de los maiceros alcanzarían SA, 14 % más de las que ya la poseen.

2. En promedio cada miembro de la familia de los maiceros dispondría de 391 kg de maíz por año, en vez de los 317 kg actuales, significando un crecimiento de 19 %.

3. El déficit de 183 kg para alcanzar la SAF descendería a 109 kg, así como la presión sobre la demanda de maíz y el costo del mismo; siempre y cuando se controlen los mecanismos ficticios del encarecimiento del grano por la especulación.

La dependencia familiar de las remesas y las crisis económicas recurrentes que afectan a los EE. UU., señalan la urgencia de aumentar la productividad en México, sobre todo en aquellos estados con mayores niveles de pobreza alimentaria, que subsisten a expensas de las remesas que envían los migrantes. Datos de González (2009), indican que 37 % de los migrantes redujo el envío de remesas en el primer semestre de 2009, respecto al año de 2008.

El MP-I, es una propuesta que se basa en el empleo de innovaciones locales; se puede aplicar de inmediato a nivel local, municipio, Distrito de Desarrollo Rural o en el contexto nacional. Asimismo, resolvería la ausencia de patrones tecnológicos idóneos para los productores de maíz de subsistencia; usa preferentemente recursos locales con gran potencial para incrementar el rendimiento y garantizar la SAF. Son formas de manejo que todos los productores conocen y han aplicado con antelación, ya que este manejo concuerda con las condiciones generales y concretas en que producen y viven. Además, ha prestado importantes servicios ambientales como la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, la reducción de los impactos de desastres asociados con fenómenos naturales, y la conservación de la biodiversidad y la protección de recursos hídricos (De Schutter, 2010). Finalmente, manejada como sistema agrícola basado en la asociación de las plantas, se ha demostrado que éstas son complementarias respecto a las sustancias que toman del suelo y de los que aportan a la dieta familiar (Iturriaga, 2010). De esta manera, puede ser garante de la SAF y mejorar la nutrición humana en el medio rural.

 

Conclusiones

En las últimas seis décadas el Estado mexicano ha promovido políticas públicas para modernizar la agricultura y acrecentar los rendimientos. Con este fin, ha impulsado la incorporación de un patrón tecnológico homogéneo, radical y contaminante que ha beneficiado a las empresas trasnacionales que son las que producen y comercializan los agroquímicos. Este patrón ha eludido la diversidad de productores que hay en el campo y las formas concretas como llevan a cabo el manejo de cultivos, así como el contexto en el que viven.

Los maiceros de temporal han atenuado sus necesidades tecnológicas impulsando procesos complejos, progresivos y sostenibles para el manejo de maíz, donde combinan el uso de innovaciones milenarias y contemporáneas. Es un patrón tecnológico basado en el uso de prácticas agrícolas que son complementarias y sinérgicas, potenciando las fuerzas productivas que reposan en los recursos que participan en el manejo del maíz. Sin embargo, desde la implementación de las políticas neoliberales en el campo mexicano, este patrón tecnológico se encuentra en un proceso acelerado de regresión, porque los programas públicos han excluido a estos productores, al considerarlos resabios del pasado.

La crisis alimentaria que actualmente vive el país exige revalorar, en las políticas públicas, otras opciones de manejo de maíz para mejorar el potencial productivo y la SAF de los productores de temporal. Estas "nuevas" formas de manejo se encuentran disponibles entre los maiceros. Basta identificarlos y transferirlos a los menos eficientes para reducir la brecha tecnológica entre los productores, con el fin de fortalecer el abasto de maíz y la SAF de los productores más pobres del país, ampliar el mercado de trabajo y mitigar el cambio climático.

 

Agradecimientos

A FOMIX-CONACYT y al Gobierno del estado de Puebla por el financiamiento otorgado para efectuar esta investigación. Esta publicación se efectuó durante la estancia posdoctoral que realizó el primer autor, en la Maestría en Ciencias en Desarrollo Rural-Regional de la Universidad Autónoma Chapingo.

 

Literatura Citada

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Notas

6 CL≤1 significa que en el estado la importancia relativa del maíz es igual o menor que la del país, y CL>1, que la entidad está especializada en la siembra de maíz. Para su cálculo se utilizó el área sembrada en temporal.

7 Sólo se exponen los datos de los estados que se encuentran especializados en la siembra de maíz.

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