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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.10 no.1 Texcoco ene./mar. 2013

 

Competitividad de las unidades de producción rural en Santo Domingo Teojomulco y San Jacinto Tlacotepec, Sierra Sur, Oaxaca, México

 

Competitiveness of rural production units in Santo Domingo Teojomulco and San Jacinto Tlacotepec, Sierra Sur, Oaxaca, Mexico

 

Rafael Rodríguez-Hernández*, Pedro Cadena-Iñiguez, Mariano Morales-Guerra, Sergio Jácome-Maldonado, Sergio Góngora-González, Ernesto Bravo-Mosqueda, J. Rafael Contreras-Hinojosa

 

Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias. México, Av. Progreso No. 5. Colonia Barrio Santa Catarina, Coyoacán, D. F. CP. 04010 México. (rodriguez.rafael@inifap.gob.mx) (rafarh20@hotmail.com) * Autor responsable

 

Recibido: agosto, 2012.
Aprobado: febrero, 2013.

 

Resumen

En la región Sierra Sur del estado de Oaxaca, México, prevalecen elevados índices de marginación y pobreza. Esta situación es influenciada por varios factores, uno de ellos es la baja competitividad de las unidades de producción rural. El objetivo de este trabajo fue determinar el nivel de competitividad de las familias e identificar las variables que la determinan. Se realizó una encuesta a jefes de familia de Santo Domingo Teojomulco y San Jacinto Tlacotepec, complementada con recorridos y reuniones informales. Se cuantificó la competitividad por unidad productiva mediante la Relación de Costo Privado (RCP), y se formuló un modelo de regresión lineal múltiple en donde la competitividad fue la variable dependiente. Los resultados indicaron que 83 % de las unidades de producción no son competitivas, ya que aunque su ganancia neta es positiva, el valor agregado es insuficiente para cubrir los factores de producción. La competitividad está determinada por factores como el costo de mano de obra, el autoconsumo, las ventas, los gastos en efectivo, los subsidios y la productividad del maíz. Para mejorar la competitividad se requiere incrementar y diversificar la productividad de la tierra con mejoras tecnológicas, y propiciar mayor nivel de autoconsumo y participación en el mercado.

Palabras clave: relación de costo privado, valor agregado, unidad de producción rural.

 

Abstract

In the Sierra Sur region of the state of Oaxaca, México, high indexes of marginalization and poverty prevail. This situation is influenced by several factors, one of them being the low competitiveness of rural production units. The objective of this study was to determine the level of competitiveness of families and to identify the variables that determine it. A survey was carried out with heads of households in Santo Domingo Teojomulco and San Jacinto Tlacotepec, complemented with visits and informal meetings. The competitiveness per productive unit was quantified through the Private Cost Relation (Relación de Costo Privado, RCP), and a multiple linear regression model was formulated where competitiveness was the dependent variable. The results indicated that 83 % of the production units are not competitive, since although their net profit is positive, the added value is insufficient to cover the production factors. Competitiveness is determined by factors such as the cost of labor, auto-consumption, sales, cash expenses, subsidies and maize productivity. In order to improve competitiveness, increasing and diversifying land productivity with technological improvement is required, as well as fostering a higher level of auto-consumption and participation in the market.

Key words: private cost relation, added value, rural production unit.

 

Introducción

En México la pobreza es uno de los principales problemas, y la pobreza extrema se manifiesta en mayor proporción en el medio rural. Se considera que se encuentran en pobreza extrema aquellas personas cuyo gasto en consumo es inferior a la línea de pobreza alimentaria que establece la Secretaria de Desarrollo Social (SEDESOL). Aunque sólo una cuarta parte de la población mexicana vive en zonas rurales, en ellas reside 60.7 % de la población en pobreza extrema y 46.1 % en pobreza moderada. Del total de habitantes en zonas rurales de México, 28 % se encontraba en niveles de pobreza extrema y 57 % en situación de pobreza moderada (Banco Mundial, 2004). En este estudio se señala que la falta de dinamismo en el crecimiento agrícola y la ausencia de mejoras en la productividad de la tierra y el trabajo son una amenaza en términos de la pobreza rural.

Lacky (2002) afirma que los principales problemas a los que se enfrentan los pequeños agricultores están relacionados con la tierra (insuficiencia, mala calidad y ubicación), los recursos de capital (acceso limitado a maquinaria, instalaciones y animales de trabajo), la ineficiencia en los servicios agrícolas, el escaso y burocratizado acceso a créditos y las inadecuadas tecnologías para las circunstancias específicas de los pequeños productores.

Oaxaca es uno de los estados con mayor pobreza de México, su marginación ha sido condicionada por una serie de factores geográficos, políticos, económicos y sociales (Berumen, 2003). La pobreza en la que vive 67 % de su población, la desigualdad en el ingreso y las condiciones de vida presentes en las regiones, son una característica que le impide al estado formar parte activa en la sociedad globalizada (Banco Mundial, 2003). Según Ruiz y Campechano (2006), en el año 2000, 71.9 % de la población del estado se encontraba en condiciones de pobreza, y en la región Sierra sur 89.1 % de los habitantes se encontraba en esas condiciones.

La actividad agrícola es la principal fuente de alimentos e ingresos de la mayoría de las familias que habitan en el medio rural. Las crecientes necesidades de las familias no son cubiertas totalmente debido en gran parte a la insuficiencia en la productividad de la actividad agrícola para generar ingresos, alimentos y empleo, por lo que para acceder a los procesos socioeconómicos globales se requiere necesariamente un mejor desempeño de las unidades de producción rural, en cuanto al aprovechamiento de los recursos disponibles. Uno de los aspectos que podrían contribuir a resolver el problema es impulsar innovaciones tecnológicas que fortalezcan su capacidad de aprovechamiento de factores de producción y propicie mayor participación en el mercado para la obtención de beneficios. Es decir, mejorar la competitividad de las unidades de producción. La competitividad, en el ámbito económico actual, se define como la capacidad que tiene una unidad económica, o empresa, para apropiarse del mercado y mantenerse en él, de tal manera que la rentabilidad y las ganancias se incrementen, se genere mayor valor y, por tanto, los niveles de bienestar también mejoren (Porter, 1990; Slater, 1996; Porter, 2008; González, 2009).

Tradicionalmente se ha estudiado la competitividad a nivel de países o a nivel de sectores económicos amplios. Existen pocos estudios de la competitividad en el medio rural, es decir, a nivel de las unidades familiares o de empresas rurales en donde diversas condiciones influyen y determinan sus características y la capacidad de participación en los procesos locales, regionales y globales.

Entre los factores que determinan la competitividad de una unidad de producción rural se encuentra la capacidad de sus integrantes para tener una mayor participación en el mercado con mayores ventas, sin descuidar su autoconsumo, los niveles de organización para la producción y comercialización de sus productos y la capacidad para acceder a información tecnológica e implementar cambios tecnológicos en sus procesos y productos. Al respecto, Lacky (2002) considera que las unidades de producción rural pueden mejorar sus condiciones si incrementan la productividad/rendimiento de todos los factores de producción (tierra, mano de obra y capital) que ya poseen, con el elemental propósito de que cada unidad de mano de obra, tierra, insumo, crédito, animal o tractor genere una mayor producción con el menor costo, lo cual se traducirá en mayores ingresos.

El objetivo de este trabajo fue determinar el nivel de competitividad de las unidades de producción rural de Santo Domingo Teojomulco y San Jacinto Tlacotepec, Sierra Sur, Oaxaca e identificar los principales factores que inciden en ella.

 

Materiales y Métodos

Localización del área de estudio

La Sierra Sur es una de las ocho regiones del estado de Oaxaca, en esta región se localizan los municipios con los más bajos Índices de Desarrollo Humano del estado; comprende los distritos políticos de Sola de Vega, Putla de Guerrero, Miahuatlán y Yautepec. El estudio se llevó a cabo en los municipios de Santo domingo Teojomulco y San Jacinto Tlacotepec, pertenecientes al Distrito de Sola de Vega (Figura 1).

Santo Domingo Teojomulco se ubica entre los paralelos 16° 28' y 16° 42' N y los meridianos 97° 09' y 97° 24' O; a una altitud entre 500 y 2800 m (Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, 2010), a 42 kilómetros al oeste de la Cabecera Distrital de Sola de Vega y a 138 kilómetros de la ciudad de Oaxaca. Cuenta con una superficie territorial de 145.44 km2 que representa 0.15 % del territorio estatal. De acuerdo con Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (2010), cuenta con una población de 4571 habitantes, de los cuales 2198 son hombres, y hay 1005 hogares.

San Jacinto Tlacotepec se ubica entre los paralelos 16° 27' y 16° 34' N y los meridianos 97° 18' y 97° 25' O; a una altitud entre 400 y 1900 m (INEGI, 2010), a 90 kilómetros al oeste de la Cabecera Distrital de Sola de Vega y a 174 kilómetros de la ciudad de Oaxaca (Figura 1). Este municipio tiene una superficie territorial de 303.65 km2 que representa 0.07% del territorio estatal. De acuerdo con INEGI (2010), cuenta con una población de 2231 habitantes, de los cuales 1094 son hombres y tiene 498 hogares.

Recopilación de información

La unidad básica de análisis fue la familia, considerada como una unidad de producción rural (UPR), que se define como aquella organización propiedad de una familia, la cual mantiene el control y la administra manteniendo la expectativa de que continúe de una generación a otra (Miller y Le-Breton, 2005).

Para la obtención de información acerca de las UPR, se utilizaron fuentes indirectas y directas. En 2011 se realizaron consultas a instituciones oficiales como la Secretaría de Agricultura, Ganadería Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) y el Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (INAFED). También se revisaron documentos como los Planes Municipales de Desarrollo de ambos municipios.

El tamaño de muestra se definió mediante muestreo aleatorio simple, y en el año 2012 se aplicaron 99 cuestionarios (7 % de los hogares), para recabar información sobre el aspecto social, productivo y económico. El cuestionario estaba estructurado por 99 preguntas entre abiertas y cerradas. También se realizaron pláticas informales con agricultores para confirmar y en algunos casos ampliaron la información sobre las condiciones en que viven y producen, enfatizando en los problemas que enfrentan en la producción y las exigencias del mercado para sus productos.

Procesamiento de la información

La información de los cuestionarios se codificó en tres formatos en hojas de cálculo, clasificadas en tres rubros: antecedentes, operaciones corrientes y análisis del ingreso de las UPR. En el primero se analizó la situación de la UPR en cuanto a utilización y disponibilidad de la tierra (cultivos, producción, tecnologías y rendimientos), el inventario pecuario disponible (cabezas, usos, productos y subproductos), la mano de obra (familiar y contratada), la cuantificación de los activos, pasivos y activos netos; en el segundo se cuantificaron las ventas realizadas durante el último año, el autoconsumo, los costos de operación, y otros gastos de la UPR; y en el tercero se calcularon los indicadores sobre la situación económica en la que se encuentran las UPR, tales como el valor bruto de la producción, el valor agregado neto, la ganancia neta y la relación de costo privado o relación de competitividad. Se clasificó a las familias en tres estratos de acuerdo con su nivel de competitividad: el estrato uno con competitividad negativa (cuyo RCP fue negativo, dada por la ganancia neta, negativa)donde se ubicaron 11 familias; el estrato dos, competitivas (RCP mayor que cero y menor que uno, con ganancia neta positiva y valor agregado suficiente para cubrir los factores internos), con solo 6 familias; y el estrato tres, en vías de competitividad (RCP mayor que la unidad, no competitivos pero con ganancia neta positiva, aún insuficiente para cubrir los factores internos) con 82 familias.

La medición de la competitividad se hizo con base en la metodología denominada análisis financiero en fincas, expuesta por Scheafer-Kehnert (1981). En ésta se combinan el análisis de ingreso que se ocupa de un año de operación corriente de la UPR y el análisis de inversión que trata del desarrollo de la UPR en el curso de la duración de una inversión en la producción.

Indicador de competitividad utilizado

Porter (1990) afirma que la competitividad consiste en la capacidad para sostener o incrementar la participación de una unidad de producción en los mercados, con una elevación paralela del nivel de vida (bienestar) de la población, teniendo, como el principal camino para lograrlo, el aumento de la productividad. La competitividad es la determinante primordial del nivel de vida de la población de un país y del ingreso nacional por habitante.

La competitividad también se entiende como la capacidad de una empresa o unidad de producción para apropiarse y mantenerse en un mercado. Dicha capacidad está determinada por las estrategias que el productor utilice para generar bienes o servicios que se posicionen en la preferencia de los consumidores. Las estrategias generalmente se encaminan a la reducción de costos de producción, mayor y mejor calidad de sus productos, entre otras (Pérez-Infante, 1994). Por tanto entre mayor eficiencia exista en el uso de los factores de producción, mayor será el nivel de productividad, y por tanto de competitividad. Uno de esos factores clave es el recurso humano, ya que éste tiene la mayor capacidad para el desarrollo de ventajas competitivas en las empresas (MacMillan y Schuler, 1985; Porter, 2008).

De acuerdo con Scheafer-Kehnert (1981), se obtuvieron indicadores como el valor bruto de la producción (la producción multiplicada por el precio de mercado local), la remuneración al capital (se refiere a la ganancia obtenida después de descontar los costos, incluyendo el valor de la mano de obra familiar, y contratada), el ingreso neto o ganancia neta (la ganancia obtenida después de descontar los costos sin incluir el importe de la mano de obra familiar) y el indicador principal derivado del análisis de ingreso denominado valor agregado (VA). El indicador específico de la competitividad a nivel de unidad de producción utilizado fue el planteado por Morris (1990); Padilla, (1992); Puente (1995), denominado Relación de Costo Privado (RCP), dado por la siguiente expresión:

donde:

RCP = Relación de Costo Privado
CFI
= Costo de los Factores Internos
VA = Valor Agregado

El costo de los factores internos (CFI) expresa la parte de los costos que se refiere al pago de los factores internos que no tienen definido un mercado externo o que no se pueden importar ni exportar fácilmente, como la tierra, la energía eléctrica, la mano de obra, entre otros. Este concepto está dado por la cantidad de factores internos multiplicada por el precio que tiene cada uno de ellos en el mercado:

donde:

CFI = Costo de los Factores Internos
Zk= Cantidad de factores internos aplicados por unidad de superficie
Pk= Precio de los factores internos en el mercado local.

El valor agregado (VA) es la diferencia entre el precio de una unidad de producto menos el valor de los insumos que se requieren para producir dicha unidad de producto, expresado por:

donde:

VA = Valor Agregado
Xi = Cantidad producida por unidad de superficie (generalmente toneladas)
Yj = Cantidad de insumos comerciables aplicados por unidad de superficie (generalmente una hectárea).
Pi = Precio del producto en el mercado nacional
Pj = Precio de los insumos comerciables en el mercado nacional.

A partir de ésta información obtenida de los indicadores, se realizó un concentrado de los datos con las variables que explican la competitividad y que fueron usadas para la construcción de un modelo de regresión que contribuya a explicar el comportamiento de la competitividad.

Puente (1995) considera que un sistema agrícola es competitivo si trata de minimizar la RCP manteniendo bajos los costos de los insumos comerciables y los factores internos y obtener un VA lo más elevado posible. Es decir, cuanto más competitiva es una unidad de producción rural, su indicador de competitividad o relación de costo privado se acerca más a cero.

Modelo de regresión

Se construyó un modelo de regresión lineal múltiple (Martínez, 1982; Castillo, 2007) para identificar qué variables influyen en la competitividad, considerando al índice de competitividad como la variable dependiente y una serie de variables independientes en concordancia con la teoría de la competitividad. El procesamiento de la información estadística se hizo mediante el paquete estadístico SAS (Statistical Analysis System - Sistema para Análisis Estadístico) versión 9.2 para Windows.

El procedimiento de regresión consistió primeramente en seleccionar de las variables que intervienen en el modelo mediante el procedimiento STEPWISE de SAS, que consiste en la incorporación de variables por pasos de acuerdo con su aporte al coeficiente de determinación R2 y a su significancia. La congruencia estadística del modelo se determinó por medio del coeficiente de determinación R2, la probabilidad F dada por el valor-p del modelo, que es un criterio para rechazar o no la hipótesis nula (Ho) de acuerdo con una determinada confianza, y a la significancia de cada variable dada por el valor-p para la prueba de hipótesis de cada variable. Las posibles variables para incluir en el modelo fueron: RCP = Relación de competitividad (variable dependiente); VEN = Importe de las ventas en pesos; AC = Nivel de autoconsumo en la familia, en pesos; GEF = Gastos en efectivo de la familia, en pesos; MOC = Cantidad invertida en mano de obra contratada por la unidad familiar, en pesos; MOF = Valoración de la mano de obra familiar, en pesos; SC = Superficie cultivable disponible por la unidad familiar en hectáreas; HYE = Inversión en herramientas y equipos para la producción, en pesos; ORG = Nivel de organización, variable binaria; RM = Rendimiento de maíz como medida de productividad de la tierra, en kg; SUB = Ingresos indirectos como subsidios, en pesos; NED = Nivel educativo del jefe de la unidad familiar, en años cursados; MIE = Tamaño de la unidad familiar, en número de miembros; GAT = Disponibilidad de ganado de traspatio, valorado en pesos; CXP = Cuentas por pagar o deudas de la unidad familiar, en pesos; INV = Disponibilidad de inventarios como insumos para la producción, en pesos; OG = Otros gastos realizados por la unidad familiar, en pesos.

 

Resultados y discusión

Antecedentes de las Unidades Familiares

En cuanto a las características socioeconómicas de las unidades de producción, en el Cuadro 1 se presentan los antecedentes de las UPR, clasificadas por estratos. Se puede observar que las familias del estrato uno, cuya RCP fue negativa, (lo que indica que su ganancia neta es negativa debido a que sus costos de producción superan a los ingresos), estas UPR tienen la menor disponibilidad de superficie de tierra cultivable (1.66 ha) por unidad de producción, en las que producen maíz y frijol de temporal con rendimientos muy bajos (menos de una tonelada de maíz y menos de 200 kg de frijol por hectárea; cuentan con 11 cabezas de ganado, en su mayoría aves de corral como gallinas y guajolotes, y ocupan ocho meses de mano de obra, básicamente familiar.

Las familias del estrato dos, cuya RCP fue mayor que cero pero menor que la unidad, lo que indica que son competitivas, cuentan con 2.51 ha de superficie cultivable, en las que producen maíz (Zea mays) y hortalizas de riego como el tomate (Lycopersicum esculentum) y chile de agua (Capsicum annuum); cuentan con 21 cabezas de ganado como vacas, cerdos y chivos, y usan mano de obra durante casi cuatro meses.

Las familias del estrato tres, cuya RCP fue mayor que la unidad, lo que indica que su ganancia neta fue positiva pero el valor agregado fue insuficiente para cubrir los factores internos, cuentan con 1.88 ha como superficie cultivable en las que producen maíz, frijol (Phaseolus vulgaris) y algunas hortalizas, disponen de 14 cabezas de ganado y emplean mano de obra por 11 meses. En promedio las UPR cuentan con 2.02 ha cultivables, 16 cabezas de ganado y usan mano de obra por ocho meses.

Operaciones corrientes

Las operaciones corrientes de las UPR se presentan en el Cuadro 2, en donde se observa que el volumen de ventas anuales fue de $303.00 en promedio para las familias ubicadas en el estrato uno, siendo mayor para el estrato dos, donde en promedio las unidades familiares tuvieron ventas por $10 638.00 y en una situación intermedia se ubicaron las familias del estrato tres con $930.00; el comportamiento de las ventas indica la poca vinculación que existe entre las unidades de producción y el mercado; el autoconsumo familiar fue relativamente más elevado, siendo el estrato dos el que presentó el mayor valor promedio ($17 084.00) y el estrato uno el menor ($4697.00). Los mayores gastos de operación se presentaron en el estrato uno, lo que indica cierta ineficiencia económica. Los estratos dos y tres presentaron similitud en los niveles de gasto operativo. Otros gastos se refieren a erogaciones no productivas que se contabilizaron en cada familia, siendo el mayor de $16 297.00, en el estrato 3.

Indicadores del análisis del ingreso

En cuanto al valor bruto de la producción, las familias del estrato uno tuvieron en promedio un valor anual de producción de $5000.00 (Cuadro 3), lo que da idea de la baja producción de estas unidades familiares; el estrato tres se ubicó en segundo lugar con $9545.00 por unidad de producción y las familias del estrato dos generaron el mayor valor bruto ($27 772.00) siendo las familias de éste estrato las que presentaron las mejores condiciones para la producción. Respecto al valor agregado, éste fue negativo para las familias que conforman el estrato uno, lo que indica que no generan valor pero sí consumen, por lo que éste proviene de fuera de la unidad productiva (transferencia de valor); el estrato tres, en cambio, mostró valor agregado positivo, lo que indica que estas familias producen valor, aunque pudiera considerarse que es insuficiente. El estrato dos fue el más eficiente para generar valor agregado, ya que en promedio las familias generaron $24 134.00 en un año. Este es el aporte de las familias al producto interno bruto (PIB). La remuneración al capital se refiere a la retribución al capital no importando su procedencia, e incluye el capital empleado como mano de obra, tanto contratada como familiar, y fue negativo para los estratos uno y tres y positivo para el estrato dos. El ingreso neto es el ingreso que queda después de descontar los costos en efectivo, incluyendo la mano de obra contratada, y fue negativo para las familias del estrato uno, y positiva para las del tres y dos, siendo éste último el que presentó el mayor ingreso neto.

Competitividad

En el Cuadro 3 se muestra el índice de competitividad dado por la RCP. Éste fue negativo para las familias del estrato uno, lo que quiere decir que las unidades de producción operaron con pérdidas económicas, aun sin contabilizar su mano de obra como costo y no produjeron valor agregado; probablemente sobreviven de transferencias de otro sector de la economía. Se considera que son los pobres dentro de los pobres. Las familias del estrato tres, que fueron la mayoría (82) tuvieron, en promedio, una RCP de 10.12, lo que indica que no son competitivas. Sin embargo operaron con ganancia neta positiva y generaron valor agregado, pero no suficiente para cubrir sus factores internos (mano de obra), es en este tipo de familias donde es posible implementar procesos de innovación tecnológica para mejorar sus situación de competitividad. Las familias del estrato dos fueron competitivas (seis familias), con RCP de 0.55, operaron con ganancias positivas y generaron valor agregado suficiente para cubrir sus factores internos.

Factores que influyen en la competitividad

El procedimiento PROC REG permitió obtener los estimadores de los parámetros de las variables independientes que explican la situación de competitividad de la UPR en 80 % dado por el R2 o coeficiente de determinación. El modelo de regresión lineal múltiple obtenido resultó adecuado para describir el comportamiento de los datos con una significancia menor de 0.0001. Los estimadores de los parámetros de las variables seleccionadas, así como su significancia, se muestran en el Cuadro 4, en donde se observan valores positivos y negativos, los positivos influyeron de manera directa en la competitividad, mientras que los negativos la afectaron en forma inversa. En este sentido se debe tener en cuenta, para la interpretación correcta de los efectos de las variables, que lo deseable es que la RCP sea lo más baja posible; luego entonces es deseable que los efectos sean negativos, es decir, las variables con parámetro de signo negativo son las que favorecen la competitividad, por tanto las variables con parámetro positivo no son deseables ya que contribuyen a una mayor RCP.

La variable que más explica el comportamiento de la competitividad y que fue seleccionada en primer lugar por su aporte a la R2 y por su significancia, fue MOF, que es el costo imputado a la mano de obra familiar: entre mayor es el costo de la mano de obra, mayor será su efecto en la competitividad, contribuyendo a un índice mayor, lo cual no es deseable; luego entonces se debería bajar el costo de la mano de obra ya que está actualmente subutilizada.

El valor de los productos destinados al consumo familiar (AC) y de los excedentes destinados a la venta (VEN) influyeron de manera importante en la relación de competitividad, ambos factores provienen del valor de la producción que obtiene la unidad familiar, por tanto las UPR cuya producción fue suficiente para cubrir el autoconsumo y además destinaron parte de ella a la venta, recuperaron sus costos operativos y obtuvieron ganancias monetarias, por lo que se espera mejoren su bienestar; de ahí la importancia que tiene el mejoramiento de la producción de la parcela como una vía para el mejoramiento de los ingresos y el consumo. Entre mayor sea la vinculación de las familias al mercado a través de las ventas de excedentes, mejor será su posicionamiento en cuanto a competitividad, favoreciendo la innovación, (Jaramillo et al., 2012).

La producción agropecuaria de las UPR, y por consiguiente el autoconsumo y la venta de excedentes, están en función de la disposición de superficie de tierra en condiciones de ser cultivada, la calidad de ésta y de la tecnología utilizada (Lacky, 1999, 2002); Banco Mundial (2004); Rodríguez et al., (2011). La tierra es uno de los principales factores que influyen en la competitividad de los pequeños agricultores. La limitante es que la tierra es poca, por lo que es necesario hacerla más productiva.

Los gastos en efectivo (GEF) para adquisición de insumos agrícolas como fertilizantes, semillas, herbicidas, medicamentos y vacunas que realizan las UPR influyen de manera negativa en el índice de competitividad, ya que entre mayor sea el nivel de gastos, mayor será la RCP, lo cual no es deseable en términos de competitividad, lo cual concuerda con la teoría económica, ya que a mayores gastos operativos la ganancia neta disminuye, el consumo intermedio aumenta y el valor agregado disminuye, por lo que se ve afectada la relación de competitividad. El mismo efecto tiene el gasto realizado para la contratación de mano de obra eventual (MOC), la que se hace para la cosecha y algunas labores específicas; entre mayor sea el gasto en mano de obra, mayor será la RCP.

Los subsidios que reciben las familias (como el PROCAMPO y Oportunidades) juegan un papel importante en la competitividad, ya que entre mayor sea el monto total de subsidios monetarios directos, la RCP será menor, lo cual es deseable; de ahí la importancia de que estos subsidios se apliquen para mejorar la productividad de la tierra.

Debido a que el principal producto obtenido de la parcela es el maíz, el rendimiento de grano (RM) es una variable que determina en forma importante la competitividad de la UPR, Entre mayor sea el rendimiento de maíz que se obtenga, menor será la RCP, lo cual es deseable. De ahí la importancia de mejorar los rendimientos de maíz.

En general, es posible afirmar que de acuerdo a estos resultados se contribuye empíricamente a lo expuesto por Pérez Infante (1994), MacMillan y Schuler (1985); Porter (1990); y Schultz (1964), quienes afirman que la competitividad depende de la capacidad de introducir innovaciones en los procesos de producción y de la capacidad para apropiarse de y mantenerse en el mercado, en donde la eficiencia del factor humano y la productividad juegan un papel preponderante. Se confirma empíricamente lo planteado por Lacky (2002), quien afirma que los campesinos necesitan del desarrollo de capacidades para la gestión de su propio desarrollo, ya que son ellos quienes conocen la situación en la que viven y generalmente tienen los recursos materiales necesarios para un desarrollo desde dentro.

 

Conclusiones

De las UPR estudiadas 11 % viven en condiciones de dependencia total de ingresos monetarios provenientes del exterior de la unidad de producción. Estas familias operan con ganancias negativas y no producen valor agregado, por lo que su RCP fue negativa. La mayoría de las UPR (83 %) se clasificaron en el estrato tres, éstas presentaron ganancia neta y valor agregado positivos, pero insuficientes para cubrir los costos de los factores internos como su mano de obra, por lo que la RCP fue mayor que uno. Solamente 6.0 % de las UPR obtuvieron ganancia neta y valor agregado positivos suficientes para cubrir sus factores de producción, por lo que la RCP se ubicó en la categoria de competitividad.

Las variables que favorecen mayor competitividad de la unidades de producción rural son las ventas, el autoconsumo, los subsidios directos a la producción y el rendimiento de maíz, por lo que es importante propiciar mayor vinculación con el mercado, el mejoramiento de la productividad de la tierra a través de mejoras tecnológicas y diversificación productiva, lo cual permitirá incrementar el valor de la producción, el valor agregado y disminuir la RCP.

Las variables que influyeron de manera negativa en la competitividad de las UPR fueron los gastos efectuados en mano de obra, y los gastos en efectivo realizados por adquisición de insumos y materias primas, por lo que es importante que las familias busquen estrategias para disminuir sus costos reales de producción a través de mejoras tecnológicas, mayor eficiencia en la utilización de la mano de obra familiar y contratada, y la inversión en herramientas y equipos que son poco adecuados para la producción.

 

Literatura Citada

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