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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.9 no.2 Texcoco abr./jun. 2012

 

Contexto de vulnerabilidad de las mujeres desconchadoras de ostión (Crassostrea virginica), del ejido Sinaloa, Primera Sección, de Cárdenas Tabasco

 

Vulnerability context of women oyster shellers (Crassostrea virginica) in ejido Sinaloa Primera Sección, Cárdenas, Tabasco

 

Evelyn Pérez-Brito1, Ángel Galmiche-Tejeda2*, Emma Zapata-Martelo3, Ángel Martínez-Becerra1, Rafael Meseguer-Elizondo4

 

1 Colegio de Postgraduados-Campus Tabasco.

2 Colegio de Postgraduados-Campus Campeche.

3 Colegio de Postgraduados-Campus Montecillo.

4 Comité de Sanidad Acuícola, Villahermosa-Tabasco. (galmiche1@yahoo.com).

 

Resumen

En este estudio se utilizó el enfoque de Medios de Vida para identificar el contexto de vulnerabilidad de las mujeres dedicadas al desconchado de ostión (Crassostrea virginica). El trabajo de campo se realizó en el ejido Sinaloa, Primera Sección, del municipio de Cárdenas, Tabasco. Se utilizaron herramientas para obtener información, como la entrevista semiestructurada a informantes clave, observación participante y talleres participativos con mujeres. Los principales elementos del contexto de vulnerabilidad detectados fueron: la abertura de Boca de Panteones (que salinizó las lagunas y la tierra), la veda de ostión, los huracanes, el desempleo, la migración y las jornadas extenuantes de trabajo doméstico. Se concluye que las mujeres desconchadoras de ostión son las más afectadas por el sistema de explotación capitalista, que las violenta económicamente, convirtiéndolas en el grupo poblacional más pobre y vulnerable. Son ellas también quienes tienen que lidiar con gran parte de los efectos del deterioro del poder adquisitivo y buscar estrategias de sobrevivencia en un mundo globalizado.

Palabras clave: estereotipos sociales, inequidad, medios de vida, subordinación.

 

Abstract

In this study, the Livelihoods approach was used to identify the vulnerability context of women devoted to oyster shelling (Crassostrea virginica). Field work was carried out in Ejido Sinaloa Primera Sección, in the municipality of Cárdenas, Tabasco. Different tools were used to obtain information, such as semi-structured interviews with key informants, participant observation and participative workshops with women. The main elements of the vulnerability context detected were: opening of Boca de Panteones (which salinized lagoons and land), oyster closed season, hurricanes, unemployment, migration, and extenuating workdays in domestic labor. It is concluded that women oyster shellers are the ones most affected by the capitalist exploitation system, which violates them economically, turning them into the poorest and most vulnerable population group. They are also the ones who have to deal with a large part of the effects of deterioration in purchasing power and have to seek out survival strategies in a globalized world.

Key words: social stereotypes, inequality, livelihoods, subordination.

 

Introducción

A lo largo de la historia se ha dado una lucha por la igualdad entre mujeres y hombres. Una meta explícita dentro de las de Desarrollo del Milenio es la igualdad de los géneros (Kabeer, 2006). En 1995, durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la mujer, celebrada en Beijing, se estableció que el empoderamiento económico de éstas era indispensable para alcanzar las metas de igualdad y desarrollo (Cervera y Terán, 2002). Pero, a más de una década de haberse celebrado la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, no son visibles los cambios que se habían estipulado (PNUD, 2007). Aunque algunos logros quieran leerse como avances, este sueño todavía está lejos de alcanzarse, especialmente en cuanto a las condiciones sociales y económicas entre mujeres y hombres, porque en las políticas públicas de diversos países el tema de la situación de las mujeres ha sido relegado (López, 2004).

La desigualdad y la pobreza deben ser analizadas en el marco del orden mundial que las produce (Dupas, 2008). El sistema capitalista con sus políticas neoliberales, produjo un fuerte deterioro de las condiciones sociales. Los efectos ambientales (Shiva, 1991), sociales (De Sebastián, 2002) y económicos (Rahnema, 1996) del capitalismo ya han sido ampliamente discutidos. Se ha producido un patrón de actividad económica y de desarrollo industrial despilfarrador y destructivo. Por otro lado el poder tiende a acumularse en las elites económicas, militares, académicas, religiosas y políticas, que se resisten a otorgar derechos legítimos a millones de mujeres y hombres que han perdido sus medios de subsistencia (D'Atri, 2004).

El cuerpo de las mujeres es objeto de prostitución, se estima que cerca de cuatro millones de mujeres y niños(as) son víctimas cada año del tráfico mundial destinado a la prostitución (Poulin, 2003; Jeffreys, 2010). Respecto a la pobreza, las mujeres constituyen 70% de 1300 millones de pobres absolutos del mundo (Yunus, 2008). En América Latina se practican 3 700 000 abortos inseguros. El número de mujeres que muere a causa de abortos mal practicados anualmente es de 68 000, lo que representa 17% de las muertes maternas (OMS, 2004). Además, 770 millones de personas mayores de 15 años son analfabetos. De ellas 64% son mujeres que viven en zonas rurales, hay 100 millones de niños y niñas que no van a la escuela, y de ellos 55% son niñas (UNESCO, 2006).

Dado este contexto y los bajos niveles de educación, no son muchas las oportunidades para las mujeres en ocupaciones asalariadas, lo que ha provocado que se incorporen a otro tipo de actividades no remuneradas o que les producen muy pocos ingresos (Zapata et al., 1994). A pesar de la gran cantidad de enfoques teóricos para reducir la pobreza la mayoría de las acciones han resultado en fracaso (Rojo, 2009). En los últimos años la teoría de los Medios de Vida Sostenibles (Ellis, 2000) ha sido utilizada para buscar soluciones a la pobreza en diversas partes del mundo (McDonald y Brown, 2000; Valdivia et al., 2002., Cramb et al., 2004). En México éste marco ha sido poco utilizado, aunque parece ser una herramienta metodológica ideal para abordar el problema de la vulnerabilidad de poblaciones o grupos marginados como es el caso de las mujeres rurales.

Godoy y Bawa (1993), definen a los medios de vida como las estrategias del hogar, que no sólo incluyen ingreso efectivo, sino que además abarcan los intercambios, trabajo fuera de la comunidad, transferencias monetarias, mano de obra familiar, autoconsumo y todos los elementos que permitan sustentar el nivel de vida de una familia.

El DFID (2001), agrupa a los choques, tendencias y a la temporalidad o estacionalidad como parte de lo que, en la teoría de Medios de Vida se conoce como "el contexto de vulnerabilidad". Los choques pueden deberse a causas ambientales como desastres naturales, sismos, huracanes, inundaciones y sequías; a cambios económicos, como crisis económicas y desempleo; por causa de salud, como enfermedades en cultivos; y por causas humanas como epidemias y accidentes. Las tendencias son más predecibles y se relacionan con las condiciones en las que viven a diario las personas; la estacionalidad o temporalidad se refiere a los cambios temporales de los precios, las oportunidades laborales o la disponibilidad alimenticia, siendo los más expuestos los grupos sociales menos dotados (DFID, 2001).

Chambers (1995) señala que la vulnerabilidad no significa carecer o tener, sino exponerse o estar indefenso. Esta fragilidad es una característica que afecta de manera negativa a los Medios de Vida de los pequeños productores. En México, los estudios de Pérez Sánchez et al. (2002) y Galmiche Tejeda (2002) en relación con el desarrollo de la acuacultura en Tabasco, revelaron que esta actividad es compatible con las costumbres locales y contribuye al mejoramiento de los medios de subsistencia. En particular, al corregir la nutrición y vida social de las comunidades rurales y en consecuencia permitiéndoles enfrentar su contexto de vulnerabilidad.

En otros ejemplos de lo mencionado, Martínez Arboleya (2007) y Ortiz (2009) reportaron que las familias productoras de cacao orgánico en el municipio de Cunduacán y productoras de caña de azúcar en Tenosique, Tabasco, han diversificado sus estrategias de vida para enfrentar los factores de vulnerabilidad. En ese mismo sentido, Aguilar Román (2010) realizó un estudio con familias productoras de hule de Huimanguillo, Tabasco; en donde reportó que para enfrentar el contexto de vulnerabilidad, estas familias recurren a la ganadería, cría de aves de corral, pesca y a la agricultura, a la vez que hacen uso de los recursos del medio como la madera, leña, frutos y fauna silvestre.

Se considera el análisis de género como una de las herramientas recomendadas para el estudio de los Medios de Vida. Los roles de las mujeres dentro de la acuicultura y la pesca son diversos, existen numerosas experiencias de proyectos de desarrollo enfocados a introducir a las mujeres en la actividad acuícola y pesquera, tanto en México como en el resto de los países en desarrollo.

La experiencia con mujeres de 36 pueblos pesqueros de Nigeria muestra los diversos roles que juegan en la pesca. Participan en la producción de pescado, ayudando en la descarga de barcos, así como en el tratamiento, conservación y comercialización de los productos, fabricación de redes y trampas, o reparación de las redes desgarradas (Adekanye, 1983; Altieri, 1993; Williams y Awoyomi, 1998). En Sierra Leona, además del papel de amas de casa, las mujeres generan diferentes estrategias combinadas de ingreso dentro y fuera del hogar. Están interviniendo más en las diversas actividades pesqueras, que van desde el procesado/comercialización del pescado, hasta convertirse en propietarias de embarcaciones. Algunas de ellas recurren a actividades anteriores a la pesca, a la reparación y arreglo de redes (Browne, 2002).

Estudios realizados con mujeres pescadoras de Asia (Williams et al., 2002) constatan que éstas han visto alterados sus medios de vida por la introducción de nuevas tecnologías, tales como las máquinas que fabrican redes y las redes de monofilamento, por lo que tienen que recorrer mayores distancias para capturar peces; con lo cual tienen acceso principalmente a las especies de poco valor que pueden procesar o vender, con márgenes de beneficio correspondientemente más bajos.

Se estima que más de 120 millones de personas en el mundo dependen de la pesca para garantizar una parte importante de su ingreso. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, en el año 2000 cerca de 35 millones de personas se encontraban vinculadas directamente a la pesca o la acuacultura, incluyendo un número considerable de mujeres (FAO, 2004).

Numerosos estudios demuestran la conveniencia de implementar la acuacultura en proyectos de desarrollo, especialmente con grupos vulnerables. Edwards (2000) muestra el beneficio potencial que los productores pobres pueden obtener de esta actividad, de la que obtienen alimento de alto valor nutricional, en especial para las mujeres embarazadas, adultos mayores e infantes, además de generar autoempleo.

El papel de la mujer en la acuacultura en Tabasco ha sido estudiado por Galmiche Tejeda (2002), quien analiza el papel de éstas, de hombres y niños en la acuacultura de subsistencia y sociedades cooperativas con enfoque comercial, encontrando que las mujeres juegan un papel importante en labores específicas como la alimentación y comercialización de los peces. Galmiche Tejeda y Townsend (2006) exploran los roles de las mujeres y hombres en la acuacultura en Tabasco; encontrando que ésta contribuye de manera importante al bienestar de su familia, ya sea por el mejoramiento de la nutrición o por el aumento del ingreso. Sin embargo, concluyen que existe poco entendimiento sobre los roles de género en la acuacultura por parte de quienes llevan a cabo la extensión acuícola en Tabasco, precisando que falta información sobre las relaciones entre mujeres y hombres en el contexto de la producción acuícola, tanto en su modo comercial como en el de subsistencia.

En México la actividad ostrícola es una de las actividades pesqueras de mayor importancia. El litoral del Golfo participa con 93.4% de la producción ostrícola Nacional (SAGARPA, 2005). En el período 2000-2002, su producción ascendió a 48 000 toneladas, con una derrama económica de 92 a 158 millones de pesos (CONAPESCA, 2004). A pesar de que a partir del año 2001 se observó que la captura presenta una tendencia a la baja (Wakida-Kusunoki, 2007). México obtiene alrededor de 34 000 TM de producción total anual de especies ostrícolas, ocupando el sexto lugar a nivel mundial después de Japón, Corea, Estados Unidos, China y Francia (Aldana Arana, 2004) La producción ostrícola en México está basada fundamentalmente en dos especies: ostión gigante (Crassostrea gigas), de origen japonés, introducida en las lagunas costeras del pacífico mexicano; y ostión del Golfo (Crassostrea virginica), la cual se encuentra distribuida de manera natural en las lagunas costeras del Golfo. Además del valor económico, la actividad ostrícola también ha adquirido una fuerte importancia social, ya que las comunidades costeras encuentran en su explotación una fuente de trabajo importante. Tan solo en el estado de Tabasco existen 1371 pescadores agrupados en 14 cooperativas.

La pesquería de este recurso alimenta y da trabajo a más de tres mil familias de las comunidades costeras de este estado (Aldana Arana, 2008). El ostión significa para estos grupos alimentación y fuente de trabajo. La principal área productora en Tabasco es el complejo lagunar Carmen-Pajonal-Machona, ubicado en el municipio de Cárdenas. Los estudios de Vidal Fernández (2001) y Tuñón Pablos et al. (2002) con mujeres del municipio de Paraíso, Tabasco, documentan la emigración legal y cíclica a Carolina del Norte, Virginia y Maryland en los EE. UU. desde 1989 de las mujeres de Paraíso, Tabasco, para trabajar en empresas medianas de procesamiento de jaiba. En este proceso de migración, las mujeres se convierten en las principales proveedoras de sus grupos domésticos.

Igual que las despulpadoras de jaiba, las mujeres desconchadoras de ostión del ejido Sinaloa contribuyen con su trabajo al bienestar familiar. El trabajo que ellas realizan se caracteriza por la permanencia de roles de género tradicionales, productos de una visión androcéntrica; en donde se encuentran en desventaja, pues se encargan de tareas de baja calificación y valorización social o monetaria, inferiores a las que realizan los hombres. Las mujeres desconchadoras se encuentran en un estado de alta vulnerabilidad, desenvolviéndose en un medio natural alterado y un ambiente social desventajoso.

La salinización de la tierra ha disminuido la actividad agrícola, y la seguridad alimentaria de las mujeres y sus familias está amenazada en ciertas épocas del año. Los huracanes e inundaciones periódicas que se padecen en el ejido Sinaloa representan para ellas pérdidas parciales o totales de sus recursos económicos. La división sexual del trabajo carga a las mujeres con dobles o hasta triples jornadas. Aunque todos participan del trabajo del hogar, los hombres, mujeres, niñas y niños lo hacen de manera diferenciada y jerarquizada. La división del trabajo al interior de la familia reproduce la pirámide social en la que las mujeres ocupan la base, realizando las tareas más pesadas, y lo hacen con una mayor responsabilidad; ésto producto de roles de género defectuosos que las mantienen en subordinación, por lo que reproducen socialmente estas relaciones inequitativas de poder. El contexto familiar y comunitario es un mecanismo básico de un proceso global que busca el sometimiento de los individuos, especialmente de las mujeres a los acumuladores de capital y dueños de los medios de producción. Esta investigación tuvo como propósito conocer el contexto de vulnerabilidad en el que se desenvuelven y desarrollan sus actividades las mujeres desconchadoras de ostión.

 

Área de estudio y metodología

El Ejido Sinaloa Primera Sección se encuentra localizado en el municipio de Cárdenas Tabasco (Figura 1), dentro de la zona denominada trópico húmedo. Es una comunidad de tipo rural, cuenta con 523 habitantes y 113 viviendas (INEGI, 2005).

Se utilizaron métodos cualitativos (Sandoval, 2002; Expósito, 2003), con el fin de profundizar en el fenómeno a estudiar. Se realizaron 14 entrevistas semi estructuradas sustentadas en un guión y aplicadas de manera directa a informantes clave, llamados así por su experiencia, posición o conocimiento de la comunidad. Estos fueron los personajes idóneos para proporcionar información relevante de la población. Las (os) entrevistadas (os) fueron la directora del jardín de niños de la comunidad, la asesora educativa que trabaja con adultos de ella, una partera, las tres mujeres socias de la cooperativa ostrícola, mujeres desconchadoras que no son socias de la cooperativa, el delegado municipal de la comunidad, y el director de la escuela primaria.

Se aplicaron entrevistas semi estructuradas, debido a su versatilidad en el diseño y aplicación. La persona dialogaba de forma libre respecto al tema de estudio, lo que otorgaba datos adicionales e inesperados para las(os) entrevistadoras(es) (Valles, 1995). La finalidad de las entrevistas fue conocer aspectos relacionados con la vulnerabilidad de las mujeres desconchadoras frente a las crisis, choques y tensiones.

A la par de la realización de las entrevistas, se llevó a cabo la técnica de observación participante (Herrera Herrera y Van Velde, 2004), a fin de lograr una descripción del grupo social y captar cómo definen su propia realidad y los conceptos que organizan su mundo, mediante la vivencia de las experiencias de las personas implicadas en nuestra población objetivo.

La observación participativa consistió en una interacción directa e indirecta de eventos relevantes y cotidianos. Pudimos estar presentes en diversas actividades productivas, sociales y religiosas de la comunidad. Entre las actividades en las que se participó con las mujeres desconchadoras estuvieron la captura nocturna del cangrejo azul, conocida como "corrida del cangrejo", el desconchado de ostión; se observó la venta y manejo de productos marinos por parte de los pescadores, y con una socia de la cooperativa ostrícola El Botadero se pudo asistir a una jornada de trabajo en la instalación de la cooperativa. También estuvimos en actividades religiosas.

Con base en un censo elaborado por las autoridades locales en 2007, se identificaron 113 viviendas que existen en la comunidad. Se invitó personalmente a una mujer por vivienda, mayor de 20 años, dedicada al desconchado de ostión, para que asistiera a los talleres participativos. Estos se llevaron a cabo en un aula de la escuela primaria de la comunidad. Se realizaron siete talleres participativos, con la participación de 50 mujeres.

La finalidad de los talleres fue conocer la percepción social, económica y ambiental de las mujeres dedicadas al desconchado de ostión. En los talleres se utilizaron herramientas del Diagnóstico Rural Participativo (Expósito Verdejo, 2003) en donde se incluyen: calendario histórico o línea de tiempo, en los cuales las mujeres anotaron las sequias, inundaciones, huracanes y cambios drásticos que hayan vivido en su entorno natural, social o político; calendario agrícola, para examinar sus actividades y en qué tiempo las realizan; árbol de problemas, en el que describieron las situaciones a las que se enfrentan diariamente (migración, desintegración familiar, desempleo, precios altos); reloj de actividades para ver la carga de trabajo real de las mujeres; los mapas de migración, donde escribieron los lugares a donde han emigrado ellas o sus parejas.

El trabajo de campo se llevó a cabo de enero de 2010 a diciembre de 2010, trasladándonos a la comunidad en intervalos de 30 días y permaneciendo en ella 5 días. Se estuvo aproximadamente 60 días en la comunidad. La información cualitativa fue reagrupada identificando temas y problemas comunes a partir de los propios informantes. La lectura de la información se hizo sobre la base discursiva y la abstracción, con base en el enfoque de Medios de Vida.

 

Resultados y discusión

Las mujeres desconchadoras de ostión del ejido Sinaloa

"No existe verdad única, historia con H mayúscula, ni Sujeto universal. Existen verdades, relatos y contingencias; existen, al lado de la historia oficial tradicionalmente escrita por los hombres, historias no oficiales, historias de las vidas privadas, historias de vida que nos enseñan tanto sobre la otra cara del mundo, tal vez su cara más humana". Florence Thomas.

De acuerdo con su lugar de nacimiento, 60% de las participantes en los talleres son originarias del ejido Sinaloa, otro 30% eran de comunidades cercanas como Isla Encantada y Villa Sánchez Magallanes y el 10% restante procedían del Estado de Veracruz. (Figura 2) Esto sugiere que existe cierta homogeneidad cultural entre las mujeres que participaron en este estudio.

La edad promedio de ellas fue 30 años. El 88% cuenta con pareja, (44 mujeres), sólo seis (12%) no la tienen, ya sea por viudez o separación. Todas realizan los roles tradicionales de la reproducción familiar: cuidado de las(os) hijas(os) y las labores domésticas dentro del hogar, el desconchado de ostión, y participan además en actividades productivas de traspatio, entre ellas el cuidado de aves de corral, trabajando así dobles o triples jornadas.

La escolaridad va desde la primaria incompleta hasta la secundaria terminada (Figura 3) solamente tres dijeron tener estudios de secundaria terminados, 36 primaria incompleta, cuatro terminaron la educación primaria, mientras que siete son analfabetas.

El ingreso de las mujeres dedicadas al desconchado de ostión es variable; pueden desconchar en un día 2000 a 4000 ostiones. Por lo regular se desconcha dos veces por semana, dependiendo de la demanda. Las mujeres reciben 30 pesos por millar de ostión desconchado. Su ingreso en un día de desconchado puede equivaler a 120 pesos en caso de desconchar cuatro millares, si desconcha dos veces a la semana su ingreso es de 240 pesos.

Contexto social de las mujeres desconchadoras de ostión

"El mundo occidental y cristiano sabe cómo asfixiar entre algodones, no es necesario vendar los pies de las niñas para que no crezcan, basta crearles cadenas internas, inhibiciones mentales casi indelebles; basta con provocar la muerte de la audacia, de la energía, de la curiosidad. El colmo de las virtudes se reúne bajo el seudónimo social de femineidad". (Isabel Larguía).

Las mujeres que participaron en los talleres manifestaron que era difícil asistir a ellos porque tenían que dejar de hacer otras cosas en su hogar, algo que les era reprochado por sus parejas, pues según ellos descuidaban el hogar y los hijos.

En el ejido Sinaloa los estereotipos sociales son un arma poderosa de control social y de organización de los sexos. Junto a las limitaciones económicas y laborales que se han impuesto a las mujeres, se ha ejercido la violencia simbólica a través de imágenes sociales y estereotipadas que marcan su carácter e identidad.

"Aquí (en el ejido Sinaloa) te inventan querido, si ven que sales a vendé, es que vas a ver al querido, si sales a Magallanes, es que ya tienes querido. ¡No! por eso pa' salí lo pienso, ni al templo quiero ir a veces, lo vaya a creé mi marido, ya vas a vé" (Mujer, 38 años).

Tales marcas se convierten en estigmas que funcionan como barreras para trascender del ámbito privado al público, lo cual es esencial para acceder a mayores oportunidades de trabajo remunerado. Las propias mujeres interiorizan la desvalorización que el sistema patriarcal les ha asignado. Como consecuencia, no desarrollan la capacidad de ser libres y de participar activamente en el sistema político y social al que pertenecen (Martínez Simancas, 2004).

Salir de casa para realizar alguna actividad supone para las mujeres tener que enfrentarse al escrutinio de la comunidad. Significa traspasar las barreras del espacio privado, lo cual implica tener que pagar un costo social. Especialmente porque no existen las condiciones para participar en igualdad con los hombres. Dichas barreras no sólo son impuestas por los hombres sino que son reforzadas por las mismas mujeres, cuando alguna de ellas se atreve a transgredir los estereotipos prevalecientes. El empeño y la capacidad de gestión y trabajo constante que son vistos como virtudes cuando son poseídas por un hombre, pasan a tener connotaciones negativas cuando las ostenta una mujer.

El mundo del trabajo (producción) y el de la casa y la familia (reproducción), son espacios marcados en el ejido Sinaloa. Esta división del trabajo se genera y reproduce dentro del mismo hogar. Para Betson (1969) la familia estructura la vida privada, esa vida personal que aparece desvinculada de las relaciones sociales, y donde se construye la identidad de mujeres y hombres. Las relaciones genéricas que viven las desconchadoras de ostión del ejido Sinaloa muestran cómo la construcción de la identidad hombre y mujer se hace sobre bases totalmente desiguales. Estas mismas reafirman los valores asignados a unas y otros: la autoridad del hombre, así como la dependencia y subordinación de las mujeres. Basta mencionar que no existe una proporción igualitaria entre el número de socios y socias de la cooperativa ostrícola del ejido. Al momento de realizar esta investigación, la cooperativa El Botadero contaba con 110 miembros, de éstos sólo tres son mujeres: dos viudas y una separada del esposo, ninguna de las tres ha ocupado cargos en la directiva.

La asignación de espacio por género sigue los patrones jerárquicos patriarcales tradicionales. Este tipo de inequidad parece ser común en otras actividades productivas en Tabasco. En un estudio con familias productoras de cacao orgánico, en Cunduacán, Tabasco, Martínez Arboleya (2007) reportó que a pesar de que el padrón de productoras(es) de cacao registraba un elevado número de mujeres, éstas tenían un papel pasivo en la toma de decisiones, y ninguna había ocupado un puesto directivo dentro de la asociación cacaotera estudiada. La razón es que los puestos importantes estaban considerados como actividades masculinas.

La idea de que la mujer pertenece al hombre, y que la potencia masculina se refleja en el número de hijos que éste engendra parece estar muy extendida en el Ejido Sinaloa. Este grupo de creencias, característico de las sociedades patriarcales rurales, parece alimentarse de dogmas religiosos y tradiciones culturales, reproducidos en la familia y la comunidad. Se encontró que entre más jóvenes se casaban las mujeres, eran menos independientes.

En el ejido Sinaloa es común que las mujeres se casen o vivan en pareja desde muy jóvenes. La edad promedio de cohabitación en pareja entre las participantes en los talleres fue de 16 años. Según cifras del Censo de Población y Vivienda (INEGI, 2010) las mujeres de entre 15 y 49 años tienen un promedio de 1.7 hijos, en aquellas sin ningún grado de estudio el promedio es de 3.5 hijos. En 1990 las mujeres mexicanas de entre 15 y 49 años tenían en promedio 2.5 hijos, cifra que para 2000 se redujo a dos y en 2010 a 1.7 hijos en promedio. Esta reducción en el número de hijos, según la CONAPO está estrechamente ligada al aumento en los índices de escolaridad de las mujeres. Mientras que en el ejido Sinaloa el promedio de hijos fue cinco. No se logró conocer por qué se unen en pareja tan jóvenes. Las respuestas obtenidas estuvieron cargadas de ambigüedad: "es que no hay nada más que hacer", "pa' no aburrirse", "la costa inspira". Sin embargo, de acuerdo con el punto de vista de una informante quien trabaja en el ejido desde hace 17 años, la causa podría ser económica:

"Las chavitas aquí se estancan, se juntan (en pareja) desde bien chavitas, 14 ó 15 años, porque el papá no puede mantener tantas bocas. Desde niñas les enseñan a hacer tortillas, arroz, prepararse para lo que será su trabajo futuro: la casa y el desconchado" (Profesora, 47 años).

La pobreza y la falta de oportunidades de la familia pudieran ser las razones por las que las jóvenes del ejido Sinaloa se junten en pareja desde temprana edad. Sin embargo muchas de ellas no se casan, por lo cual pasan a una situación aún más vulnerable porque sus parejas pueden dejarlas en cualquier momento, sin que de manera legal se obliguen a proveerles económicamente.

Las relaciones genéricas afectan de manera particular a las mujeres desconchadoras. Hombres y mujeres tiene una experiencia histórica diferenciada. Unos provienen de una experiencia de poder, con una historia escrita y relatada, las otras provienen de una historia de siglos de sumisión, maltrato y marginación (Pisano, 2001). Las relaciones patriarcales en donde los hombres son los sujetos históricos, son reforzadas por las instituciones quienes otorgan al hombre el papel de actuante, marcando así un acceso diferenciado a los activos proporcionados por el medio circundante. Las mujeres del ejido no participan en la captura del ostión en la laguna, (su trabajo es básicamente el desconchado), la razón es que ésta actividad es reservada para los socios de la cooperativa ostrícola.

A las mujeres se les confiere el derecho de ser socias, sólo circunstancialmente, cuando la figura del varón está ausente. Cuando un socio fallece, un hijo puede pedir ante los socios de la cooperativa ocupar su lugar. Si el hijo no desea trabajar como socio por algún motivo, entonces la viuda puede pedir que la cooperativa la haga socia a ella y los miembros de la cooperativa deciden por voto si es aceptada. Éstas deben cumplir con el requisito de ir a la laguna a rasquetear (extraer ostión) y repoblar (que consiste en devolver las conchas de ostión a la laguna). Ser socias de la cooperativa les reporta beneficios económicos, pues dos veces por semana a los(as) socios(as), se les da un pase o "ticket" para ir a la laguna a capturar ostiones. Cada socia(o) extraerá en promedio 2000 a 4000 ostiones, lo que significaría 200 a 400 pesos.

Para la extracción de ostión los pescadores utilizan instrumentos llamados rasquetas, compuestos por dos palos de madera de mangle unidos por la parte de en medio como si fuera una pinza. Los ostiones son reunidos en taras y llevados a las plantas de acopio del producto y de desconchado. El desconchado consiste en sacar la carne del ostión de su concha, actividad que realizan las mujeres cuyos familiares son socios de la cooperativa y es realizada en los hogares. Para desconchar se utiliza un cuchillo con punta, sin filo, con mango de madera, y una bolsa de tela del tamaño de una mano, hecha por las mujeres, a modo de guante (Aldana Arana, 2008).

La jornada de trabajo de estas mujeres comienza alrededor de las 04:00 am, para terminar el desconchado de la tarde anterior, actividad que se prolonga hasta las 10:00 am. En ese lapso, la mujer también debe preparar el desayuno y mandar a sus hijos a la escuela. Posteriormente realiza labores domésticas, tales como hacer tortillas, preparar comida, atender a los hijos, asear la casa, limpiar el piso de los patios, etcétera. Estas actividades son interrumpidas a las 16:00 horas, para iniciar nuevamente el "adelantado", que es el proceso de desconchar el nuevo volumen de ostión que haya traído su compañero o pareja. Esta actividad la realizan hasta las 19:00 h. Después preparan la cena para la familia y, posteriormente, en caso de tener televisor, pueden dedicar tiempo para distraerse.

Una vez que la labor de desconchar ostión haya concluido el marido lleva el ostión a la cooperativa El Botadero la cual se encuentra en el ejido. Ahí les pagan 110 pesos por cada millar de ostión vendido desconchado. El marido, o quien haya contratado a la mujer, le paga 35 pesos por el millar de ostión que haya desconchado. Finalmente, el marido sale nuevamente a los bancos ostrícolas para volver alrededor de las tres de la tarde.

Las mujeres desconchadoras de ostión, (quienes no pertenecen a ninguna cooperativa, no poseen motores, lanchas, ni cayucos para la pesca) tienen doble jornada de trabajo. También deben dedicarse al cuidado del hogar e hijos y desconchar ostión con salarios muy bajos. Su trabajo doméstico parece ser invisible mientras que su trabajo remunerado es desvalorado. El acceso a nuevas oportunidades de trabajo se dirige principalmente a los varones; las mujeres, en cambio, quedan restringidas a economías de subsistencia y a tareas no remuneradas de la unidad doméstica. Coincidimos con Betson (1969), Morton (1972), Dalla Costa y James (1975) y Larguía (1977) en que el trabajo doméstico no sólo es un trabajo no pagado, sin consideración social y jornada predeterminada, sino que además dificulta el acceso de las mujeres a un empleo remunerado fuera del hogar. El trabajo doméstico es básico para la producción y reproducción de capital humano a pesar de que dichas actividades son hechas a expensas del bienestar físico, económico y el aislamiento cultural y social de las mujeres.

Los niños juegan un papel importante en las redes sociales de la comunidad. Cuando los pescadores llegan con sus embarcaciones después de una jornada de pesca en el mar, niños y mujeres se dedican a "Garrolear", pues al no poseer equipos de pesca, es una manera de adquirir pescado para su consumo. El "garroleo" consiste en acudir a la playa para ayudar a los pescadores a sacar los peces de las redes, así como para limpiar, sacar vísceras y seleccionar el pescado que los pescadores habrán de vender. Como pago a este trabajo los pescadores les dan pescado, el cual puede servirles para consumo de varios días.

A pesar de que el desconchado es un trabajo pesado y esencial para la comercialización del ostión, la labor de las mujeres desconchadoras no es reconocida como actividad económica formal. En la mayoría de los casos son subcontratadas por sus parejas; pero a pesar de la aportación económica, su trabajo es reconocido sólo como una ayuda para los jefes de esos hogares. Las mujeres desconchadoras no se asimilan a sí mismas como protagonistas en el mundo productivo. Chiappe Hernández y Zapata Martelo (2009) llevaron a cabo un estudio con mujeres campesinas de tres comunidades de Tlaxcala, en donde el trabajo de las mujeres es percibido como mera ayuda para su familia. Ésto debido a la visión androcéntrica que asigna a cada género la esfera pública o la esfera privada. Gavaldón Hoshiko (2004) reportó una situación similar en el puerto de San Felipe, Yucatán, señalando que cuando una pareja sale a pescar, la mujer es considerada ayudante, independientemente de cuánto trabajo aporte en la jornada; es decir, está implícita una relación de subordinación en la que la mujer es explotada.

La diversificación de los medios de subsistencia en los periodos de veda de ostión es un aspecto importante en la economía de las mujeres desconchadoras. La forma más común que han implementado es la cría de aves de corral. Sin embargo, a pesar de los beneficios que ésto les aporta, también tiene consecuencias en la vida de las mujeres, puesto que limita su tiempo para la recreación o esparcimiento.

"Mi mamá vive en El Mingo, cuando voy a visitarla voy rapidito, porque no puedo dejar a mis animales solos, tengo que darles comida, atenderlos pues." (Mujer 35 años).

"No para uno en todo el día, desconcho, atiendo a los chamacos, echo tortilla, doy de comé a los pollos, tengo que estar pendiente que esos patos no me coman un poquito de cilantro que tengo allá sembrado, los patos son malísimos, a la noche caigo cansada de tanto andar danzando todo el día" (Mujer 42 años).

La vulnerabilidad de estas mujeres es agravada por los huracanes, problemas ambientales y el desempleo. Los huracanes como Opal y Roxana, y la apertura de Boca de Panteones han afectado negativamente las condiciones de vida de la comunidad entera. Estos choques son muy difíciles de superar debido a factores sociales y económicos, tales como los periodos de veda de ostión, el desempleo y la migración, los cuales están presentes de manera constante en sus vidas.

Herencia de PEMEX en el ejido Sinaloa: desarrollo de algunos y subdesarrollo de otras

"De todos modos, no nos sintamos demasiado satisfechos de nuestra victorias humanas sobre la naturaleza. Se vengará de nosotros por cada una de ellas. Los seres humanos que aniquilaron los bosques en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otras zonas para conseguir terreno cultivable no podían ni soñar que con ello estaban sentando las bases de la actual devastación de esos territorios" (F. Engels).

La pesca es la principal actividad económica en el ejido Sinaloa. De acuerdo con las entrevistadas, los recursos del mar eran muy abundantes. Se pescaban una gran variedad de peces, crustáceos, moluscos y reptiles tales como: mojarras, ostión, robalos, caracol, pigüa, sábalo, cherna, pejelagarto, tortuga y cocodrilo. Estas especies se utilizaban para el autoconsumo y se vendían fuera de la comunidad. Sin embargo, a decir de las(os) entrevistadas(os) eso comenzó a cambiar partir de 1975, cuando PEMEX5 abrió una bocana artificial en la laguna La Machona. Para las mujeres desconchadoras de ostión esta es la alteración más grave que han sufrido; pues a partir de esto se modificaron negativamente sus medios de vida. Las actividades de PEMEX en la zona donde se localizan las lagunas del Carmen- Pajonal-Machona, ocasionaron que 50 mil hectáreas de tierras cultivadas y todos los cuerpos de agua dulce circundantes fueran salinizados, lo que llevó a la modificación de estos ecosistemas. El canal artificial de Boca de Panteones construido originalmente con una extensión de 50 metros, se amplió a aproximadamente 500 metros por la acción de las tempestades. Esta abertura descontrolada, provocó que el agua de mar entrara al sistema lagunar y salinizara a las tres lagunas (Palma López et al., 2006). Con ello cambiaron las condiciones del ecosistema, lo que causó la desaparición o migración de los cuerpos lagunares de especies como: peces nativos de agua dulce, mamíferos y quelonios (Salvadores Baledón y Reséndez Medina, 1990; Buenfil Friedman, 2009).

"¡A su mecha! es que había peces que ni te imaginas, de toditito, yo vi esos animales gordos, grandotes... ¡el manatí! era cantidad lo que había... PEMEX acabó con todo, contaminó, esa bocana (Boca de Panteones) nos vino a joder, si hay pescado pues, pero no como antes". (Mujer, 68 años).

Estudios realizados en las costas del litoral del Golfo de México (Ortiz Pérez, 1992; Morton et al., 2005, Hernández Santana et al., 2005) muestran que están ocurriendo cambios geomorfológicos importantes, el cambio climático global y las actividades humanas repercuten en el ascenso del nivel medio del mar. Las consecuencias de este fenómeno son la erosión, las inundaciones, la salinización de tierras, de aguas superficiales y del manto freático cercano (Pannier, 1992), por otro lado se altera el uso original del suelo, lo que tiene efectos sobre la economía regional, pues en muchos casos se abandonan los territorios y se inicia el éxodo a otros no vulnerables. Hernández Santana (1999) y Magaña et al. (2000) señalan que más de 15000 km2 de zonas costeras mexicanas están amenazados por el ascenso del nivel del mar, afectando por igual a los ecosistemas, la ganadería y la agricultura.

Dichos efectos se padecen en el ejido Sinaloa, las(os) lugareñas (os) han visto la desaparición de ecosistemas de manglares costeros. Un ejemplo de ello son uva de playa (Coccoloba uvifera) y especies nativas que servían como barrera rompe viento, las cuales han desaparecido debido a la progresiva erosión del mar. Ha ocurrido lo mismo con otras especies arbóreas frutales y forestales que brindaban alimento y materiales diversos a la comunidad. La salinización de la tierra ha empobrecido el rendimiento de los cultivos, a tal grado que la agricultura ya no es posible. Sólo algunas personas recolectan coco, pero en pequeñas cantidades. Por tanto se ha incrementado el número de personas que hacen de la pesca su única actividad económica. Dicha competencia ha mermado la cantidad de pescado disponible. La limitación de recursos agrícolas con que cuentan las mujeres desconchadoras acentúa su vulnerabilidad, debido a que son ellas las que cargan con la responsabilidad principal de abastecer al hogar de alimentación adecuada.

El hecho de no poder obtener de su parcela o traspatio productos agrícolas básicos como antaño, significa que las mujeres desconchadoras tienen que gastar en alimentos una proporción mayor de sus ingresos y que los adquieran en mínima cantidad. Las que reportaron tener producción agrícola en su solar o huerto comentaron lo difícil que es mantener las plantas con vida. Algunas de ellas tuvieron que comprar mallas para protegerlas de los vientos del mar. Gómez García (2011) realizó un listado de plantas que se utilizan en el ejido Sinaloa, siendo los usos en orden de importancia de acuerdo a las (os) entrevistadas(os): medicinal, alimenticia, ornamental, barrera rompeviento, leña, construcción, cerco vivo, tendedero, ritual mágico religioso, sombra, envoltura, humo y saborizante.

Las plantas medicinales que se cultivan en el huerto familiar son importantes para las mujeres desconchadoras, pues al ser ellas las depositarias del cuidado de la salud de su familia, recurren al uso de éstas ante la falta de recursos económicos para curarse de dolencias como diarrea, parásitos y dolor de muelas. Desafortunadamente, ante la dificultad de poder mantener vivas estas plantas, algunas mujeres optan por la medicina de patente, con lo cual gastan sus exiguos salarios y aumentan el riesgo de olvidar todo un bagaje de conocimiento local sobre medicina tradicional.

Los huracanes han sido otro choque importante en el ejido Sinaloa. Los más recordados fueron Roxanne y Opal, acontecidos en 1995, tanto por su magnitud como por los daños causados.

"Es que fueron dos (huracanes) uno tras otro, pa'su mecha, se llevó todito, láminas del techo, sillas, cama, animales, se perdió todo pues, daba una tristeza, es que cuesta conseguí lo poquito que teníamos. ¡nos tuvimos que ir pues a un albergue, sí es que nos quedamos sin techo!" (Mujer, 55 años).

Aunque para ayudar a los damnificados de estos desastres el Gobierno Federal proporcionó despensas (SEMARNAP, 1995); mucha de la ayuda no llegó a quienes en verdad la necesitaban en el ejido Sinaloa. De acuerdo con las entrevistadas, en estos y otros desastres la ayuda fue canalizada discrecionalmente a amigos y familiares de las autoridades de la comunidad.

En los márgenes de la laguna Machona, los eventos meteorológicos destruyeron la carretera costera que une a Sánchez Magallanes con Paraíso, la cual desde entonces se encuentra destruida en varios kilómetros (Figura 4). Desde luego, el mayor daño lo causó la inundación que generó el huracán, a partir de la cual las casas se anegaron más de dos metros. Aunque se han registrado otras inundaciones en la localidad, las provocadas por estos huracanes destacan por sus efectos devastadores. Muchas de las mujeres perdieron todas sus pertenencias; a decir de sus testimonios lo que más les afectó fue perder sus animales de traspatio, los cuales les brindan seguridad alimentaria a través del autoconsumo durante la época de veda del ostión.

Una época en que no perciben ingresos monetarios, y la venta de estos les reporta algún ingreso económico.

"¿A dónde iba a poner a mis animales?, pude salvar algunos, otros se me ahogaron, ay qué tristeza me daba verlos" (Mujer, 55 años).

La situación que se vivió durante y después de los fenómenos meteorológicos fue algo muy difícil para las mujeres. Tenían que preparar alimento para la familia y los huracanes se habían llevado también sus enseres domésticos: ollas, sartenes, platos y vasos; además la lefia de mangle estaba mojada, por lo que no tenían forma de prepararlos.

"Nos quedamos en casa de mi sobrino, él no se fue al agua (su casa no se inundó), y tiene estufa de gas, él nos apoyó, con la comida y techo..." (Mujer, 50 años).

Ante esta situación fueron los (as) niños (as) quienes resultaron más perjudicados, dejaron de asistir a la escuela, recibieron alimentación deficiente y muchos de ellos (as) padecieron hongos en la piel, en especial en los pies. Después de los huracanes los mosquitos proliferaron y causaron enfermedades. Esto fue especialmente agudo para las mujeres desconchadoras, porque al tener que levantarse muy temprano para desconchar, se encontraban especialmente vulnerables al tener que realizar sus tareas cuando los mosquitos se encontraban más activos. Recuperarse de estos choques y reconstruir sus medios de vida fue tarea que llevaron a cabo las (os) lugareñas (os), con sus propios recursos.

A pesar que el gobierno federal asignó un fondo de 5.5 millones de pesos, de los cuales la SEMARNAP aportaría 2.5 millones, el gobierno estatal un millón y el Fondo Nacional de Empresas de Solidaridad (FONAES) dos millones más (CONAGUA, 1995), las mujeres desconchadoras del ejido aseguraron no haber recibido apoyo. Cinco de ellas reportaron que después de estos eventos sus parejas tuvieron que emigrar a otro estado en busca de trabajo para pagar a sus parientes o amigos quienes les habían prestado dinero para reconstruir sus viviendas. Emigraron hacia: Monterrey y EE. UU., puesto que tenían parientes o bien ya habían estado trabajando en esos lugares. Y ellas se quedaron a cargo de la familia y sus hijas(os), además de atender la reconstrucción de sus hogares.

La actividad económica en el Ejido Sinaloa

En Tabasco la extracción del ostión ha sido regulada por la norma NOM-015-PESC-1994, basada en: a) una talla mínima de extracción de siete centímetros de longitud de la concha; b) la devolución de la "concha verde" (producto del desconchado) a los bancos ostrícolas en recuperación o a los bancos de donde se extrajo el ostión; y c) dos periodos de veda, del 15 de septiembre al 30 de octubre y del 15 de abril al 30 de mayo. No obstante, a pesar de dichas medidas, la necesidad de generar ingresos hace que muchos pescadores capturen ostión en la laguna y lo vendan de contrabando, enfrentando el riesgo de perder las lanchas si son descubiertos por las autoridades. Las informantes dijeron que la veda es violada porque es el único ingreso que pueden obtener durante esos meses. La veda no es exactamente una amenaza, pues tiene como objetivo regular la reproducción del ostión, pero la falta de políticas claras alrededor de ella, para responder a las necesidades de la población más pobre, hacen que se perciba como tal. Ello es así porque la población es altamente dependiente de la captura y desconchado del ostión para la generación de ingresos, pero sin opciones viables y claras para sustituirla se ve afectada en su seguridad alimentaria.

En las temporadas de veda, dada la carencia de recursos, las mujeres que tienen animales de traspatio los utilizan para su consumo y diversifican así su dieta. En ocasiones llegan personas de otras comunidades a comprar aves de corral, de la venta de éstos obtienen un ingreso adicional. Quienes carecen de animales de traspatio basan su dieta en los productos obtenidos del mar.

"De hambre no nos vamos a morir, Dios es grande. Cuando no hay ni un peso va mi esposo a pescar y sí trae unos pescados, o ni modo se va con mi chamaco en la noche a rasquetía ostión (sacar ostión) y lo vendemos con los coyoteros, ni modos, que más lo va uno hacer" (Mujer 35 años).

El periodo de veda de ostión, que va del 15 de septiembre al 30 de octubre, coincide con la temporada de lluvia y lo que en el ejido se le conoce como "corrida del cangrejo", que es la temporada en la que dicho crustáceo sale a desovar. El cangrejo azul (Cardisoma guanhumi) sale de los manglares hacia el mar, por las noches, niños y mujeres salen a capturar cangrejos, en unas horas pueden capturar hasta 30 ejemplares, que venden a personas de comunidades cercanas o bien los llevan a la cabecera municipal, donde comercializarán a 15 pesos cada ejemplar.

La crisis económica y ecológica que se vive en el ejido Sinaloa genera desempleo, la pesca ya no es una actividad redituable. A decir de las mujeres desconchadoras el desempleo es la causa de la pobreza, y es generalizado el sentir que los gobiernos no prestan atención a esta situación. Como resultado del deterioro del medio y el desempleo las personas tienen que emigrar temporal o permanentemente. La migración que se vive en el ejido Sinaloa es un fenómeno complejo, tiene su base en la búsqueda de las condiciones adecuadas para sobrevivir en un contexto económico y social determinado (Dupas, 2008).

Muchas de las mujeres que asistieron a los talleres mencionaron que su compañero o conviviente había emigrado a Campeche para emplearse en la pesca del pepino marino, o bien a Cancún para trabajar en la industria de la construcción como albañil o ayudante de albañil en las épocas de veda. En dichos periodos, ellas se hacen cargo de la educación y la manutención de hijos e hijas, mientras su compañero les envía dinero. Muchas de ellas para poder subsidiar los gastos recurrieron a préstamos con algún vecino o familiar. En otros casos, al emigrar su pareja ellas tuvieron que emplearse en la ciudad como niñeras o trabajadoras domésticas, en tanto su compañero les enviaba las remesas.

Las mujeres desconchadoras compartieron también algunos efectos negativos de la emigración:

"Mi hijo y mi nuera se fueron a Estados Unidos, a mí me mandan dinero para los niños, me dejaron a tres nietos...les compramos sus cositas para la escuela, pero no es igual que ellos estén, a mí no me hacen caso, yo estoy vieja, estoy cansada pa' estar liando con chamacos, ahí están, a veces peleo con ellos porque no quieren ir a la escuela, no quieren hacer su tarea" (Mujer, 55 años).

"Mi esposo se fue a trabajar a Cancún porque cargábamos problemas. yo lo empecé a engañar, me metí con un hombre, con su amigo, un año y medio, el tiempo que él se fue, cuando vino lo supo. por poquito nos divorciamos" (Mujer, 45 años).

La emigración puede ser una experiencia potenciadora para la mujer —tanto para la que permanece en el hogar cuando los hombres emigran, como cuando son ellas mismas quienes se van— al permitirles ejercer una mayor autonomía respecto de su propia vida, y adquirir nuevas aptitudes y capacidades.

Las mujeres que emigran tienen que pagar un costo social cuando dejan a sus familias para conseguir recursos económicos. Mientras que la ausencia de los varones suele considerarse un modo de cumplir con su responsabilidad de proveedores, las mujeres emigrantes pueden verse culpabilizadas por no seguir los roles de "buena mujer", y cumplir su función tradicional de atención a la familia.

"Mi suegra se enojó conmigo porque me fui a trabajar a Magallanes, decía que pa' qué trabajaba si su hijo me mandaba dinero, que lo que yo quería era nomás andá de loca en la calle" (Mujer, 32 años).

Las mujeres dedicadas al desconchado de ostión viven en incertidumbre económica, conocen la cara más cruel del sistema capitalista. En el ejido la actividad económica es baja, debido a la poca comercialización del pescado y ostión. Las mujeres dedicadas al desconchado de ostión en promedio obtienen 140 pesos por dos días de trabajo, siempre y cuando desconchen cuatro millares. El dinero obtenido es para los gastos del hogar, y muy poco para su uso personal. De acuerdo con algunas participantes en los talleres, muchas veces ese dinero es la única entrada para el hogar cuando sus parejas son adictas al alcohol.

Del mismo modo en que los seres humanos son explotados en el capitalismo, cuando se extrae su fuerza laboral durante un tiempo mayor del que se paga y la elite económica se apropia del producto de su trabajo; las mujeres son explotadas por los hombres, al apropiarse de los frutos de su trabajo a cambio de un sustento y protección aparente. En realidad, es la mujer el último eslabón en la cadena de explotación, y quien al final de cuentas subsidia a los dueños de los medios de producción al proporcionar cuidado, salud y nutrición gratuitamente para que los trabajadores puedan producir percibiendo bajos salarios (Engels, 1966).

Como resultado de este sistema de explotación, impuesto a través de "violencia económica", las mujeres son el grupo poblacional más pobre y vulnerable (Falquet, 2011). En realidad son las mujeres también quienes tienen que lidiar con gran parte de los efectos del deterioro del poder adquisitivo y buscar estrategias de sobrevivencia en el mundo globalizado. Benería (1989) sostiene que las mujeres en los países del tercer mundo, sujetos a crisis económicas, sobreviven bajo condiciones económicas severas y son quienes crean mecanismos para compensar los bajos salarios y el deteriorado acceso a los recursos.

La aportación del trabajo doméstico a la economía ha sido ampliamente revisada por Benería (1995), quien concluye que el análisis feminista finalmente está teniendo impacto en la ciencia económica, y el trabajo femenino no pagado ya está siendo valorado en las estadísticas nacionales. No obstante, en México este no parece ser el caso, donde aún se considera a las amas de casa como parte del sector de quienes no estudian ni trabajan (ninis) (www.jornada.unam.mx). Esta situación no es diferente en la mayoría de los países en desarrollo.

En el ejido Sinaloa se mantiene la idea del determinismo biológico, que confina a la mujer a la procreación, así como al papel de esposa y madre. La definición de "buena mujer", las mantiene "sometidas" por las buenas; es decir, conformes con llevar doble carga de trabajo porque esto significa cumplir cabalmente con su responsabilidad ante la familia y la sociedad. Así, la familia funciona no sólo como un centro de la explotación de las mujeres, sino que se constituye como la célula vital de la sociedad de clase, el exponente y símbolo de la propiedad privada, sobre la que se sustenta el capitalismo (Aguirre, 1989).

El mundo androcéntrico ha construido civilización desde la exclusión, la explotación y la violencia, basada en el sistema de dominio (Pisano, 2001). La problemática de las mujeres desconchadoras de ostión en el ejido Sinaloa es un reflejo de los procesos de opresión que sirven para perpetuar relaciones sociales y económicas inequitativas, en donde el contexto familiar y comunitario funciona como un mecanismo básico de un proceso global para mantener el estatus quo.

 

Conclusiones

La lógica capitalista ha traído crisis económica y ecológica para las mujeres dedicadas al desconchado de ostión en el ejido Sinaloa, sus medios de vida se han visto vulnerados por la destrucción del ambiente costero y la pérdida de diversidad florística. Este impacto fue ocasionado por la actividad petrolera, así como por las diversas actividades humanas desarrolladas en la zona, con implicaciones significativas en las actividades económicas de los habitantes, en especial de las mujeres.

La salinización e infertilidad de la tierra implica que las desconchadoras de ostión tienen que gastar en alimentos una proporción mayor de sus ingresos. En las temporadas de veda del ostión las mujeres que tienen animales de traspatio los utilizan para su consumo y diversifican así su dieta. Esta temporada es más resentida por las familias que no poseen animales de traspatio, y deben basar su dieta en los productos obtenidos del mar o trabajar en la extracción de ostión de manera ilegal. La migración es una estrategia utilizada tanto por hombres como por mujeres para afrontar la falta de empleo. Sin embargo ésta carga a las mujeres con más responsabilidades y llega a causar tensiones en el matrimonio.

Los logros que en materia de género se han alcanzado no han podido disociar a la mujer del rol de productoras sociales del capitalismo y patriarcado. Ambos sistemas se sustentan el uno en el otro, y sostienen la explotación de los trabajadores a expensas del trabajo doméstico no remunerado de las mujeres. La problemática de las desconchadoras de ostión en el ejido Sinaloa es reflejo de los procesos de opresión que sirven para perpetuar relaciones sociales y económicas inequitativas, en donde el contexto familiar y comunitario sostiene la supremacía masculina.

La tesis marxista plantea la abolición de la familia, señalándola como el cimiento de mantención del patriarcado y sus ideas. La identifica, como la estructura económica privada, sobre la que descansan las tareas relativas al abastecimiento de alimentos, abrigo, comida y cuidados necesarios para la reproducción de la fuerza de trabajo. Para ello es necesario plantearse la socialización de las tareas necesarias para la reproducción. Esto liberaría a las mujeres de lo que Lenin denominó la "esclavitud doméstica" y permitiría que se incorporen a la producción socializada en las mismas condiciones que los varones, sin cargar con las dobles cadenas que impone la doble jornada laboral.

En el ejido Sinaloa, la mayoría de las mujeres cuentan con el programa PROGRESA del gobierno Federal, el cual busca mejorar la calidad de vida de las mismas. Sin embargo este programa, no atiende necesariamente los temas de género, porque la subordinación de la mujer no es causada por la pobreza, aunque si se expresa de manera más exacerbada en ésta. No basta con incluir a las mujeres en las políticas públicas, hacerlas copartícipes en los cursos de capacitación o ampliar su acceso a los recursos de crédito.

Ni las reformas legales encaminadas a la igualdad de las mujeres, ni la reevaluación del trabajo femenino o de las formas de pensar femeninas van a lograr ningún cambio fundamental. Desde este punto de vista, los programas de desarrollo, sólo serán útiles si desafían el orden de género establecido, las relaciones de poder y el dominio sexual de los hombres. Ni el capitalismo, ni la globalización neoliberal, parecen ser alternativas que conduzcan a las mujeres rurales a la equidad. Este sistema de explotación fortalece al patriarcado e impide el acceso de las mujeres pobres y rurales a los recursos y al poder en igualdad de oportunidades.

 

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Notas

5 Empresa paraestatal dedicada a la extracción y refinación de petróleo.

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