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Agricultura, sociedad y desarrollo

versão impressa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.8 no.3 Texcoco Set./Dez. 2011

 

Artículos

 

Impuesto a las aguas saborizadas (refrescos): una alternativa para financiar el combate a la diabetes en México

 

Taxing flavored waters (soda): an alternative for financing the fight against diabetes in México

 

Alma Esther Aguilar-Estrada1, Miguel Ángel Martínez-Damián1, Ma. de Jesús Santiago-Cruz1, José de Jesús Brambila-Paz1, Fernando Manzo-Ramos2

 

1 Colegio de Postgraduados. Campus Montecillo. Economía. Carretera México-Texcoco, Km. 36.5. C.P. 56 230. Montecillo, Texcoco, Estado de México. (libelunazul@colpos.mx) (angel01@colpos.mx) (ecomjsc@colpos.mx) (jbrambilaa@colpos.mx)

2 Colegio de Postgraduados. Campus Montecillo. Desarrollo Rural (fmanzo@colpos.mx)

 

Resumen

La diabetes es la primera causa de muerte en personas en edad productiva en México, lo que genera elevados costos económicos y sociales a niveles micro y macroeconómicos. El 90% de los casos de diabetes se atribuyen a la obesidad, que se relaciona directamente con desequilibrios en la dieta y sedentarismo. El gasto promedio en consumo de refresco equivale a 12 y 7.5% de la canasta básica alimentaria rural y urbana respectivamente. El objetivo de este trabajo fue proponer una alternativa para financiar el tratamiento de diabetes imponiendo un impuesto al consumo de aguas saborizadas. La metodología consiste en estimar el gasto en el tratamiento de diabetes y consumo de refresco a partir de las bases de datos de la ENSANUT 2006, y realizar un análisis de sensibilidad con distintos montos de impuesto y ante distintos escenarios de elasticidades precio de los productos. Los resultados indican que el ingreso generado a partir de un impuesto de entre dos y tres pesos por litro, contemplando una elasticidad precio entre -0.5 y 1.0, permitiría cubrir el gasto total generado por el tratamiento de diabetes en México, y disminuir entre 13% y 19% su consumo.

Palabras clave: consumo, gasto en salud, recaudación, refrescos.

 

Abstract

Diabetes is the number one cause of death in people of productive age in México, generating high economic and social costs at the micro and macroeconomic levels. In 90% of diabetes cases, they are attributed to obesity, which is directly related to imbalances in the diet and to a sedentary lifestyle. The average expenditure in soda consumption is equivalent to 12 and 7.5% of the basic food basket, rural and urban, respectively. The objective of this study was to propose an alternative for financing diabetes treatment by imposing a tax on soda consumption. The methodology consists in estimating the expenditure in diabetes treatment and soda consumption using information from the ENSANUT 2006 databases, and performing a sensibility analysis with different tax sums, and in view of different scenarios for product price elasticities. Results indicate that the income generated from a tax of two to three pesos per liter, taking into account a price elasticity between -0.5 and 1.0, might cover the total cost generated by diabetes treatment in México, and decrease its consumption in 13% to 19%.

Key words: consumption, health expenditure, tax collection, sodas.

 

Introducción

A medida que una nación se desarrolla experimenta cambios en sus estilos de vida. Estos cambios se determinan por factores muy diversos, entre los que pueden mencionarse: el nivel de ingreso, el acceso a productos y servicios, los vínculos urbanos establecidos dentro y fuera del país, los patrones de consumo, la automatización de procesos, la estructura demográfica y el perfil epidemiológico. En los últimos cincuenta años y, de manera importante en los últimos veinte, las enfermedades del rezago tales como infecciones gastrointestinales, desnutrición, y las respiratorias han dejado de ser las principales causas de muerte, dando paso a los padecimientos propios del desarrollo: las enfermedades del corazón, las cerebrovasculares, los accidentes, las derivadas de la violencia y la diabetes mellitus (Hernández, 2005).

Factores determinantes de la transición epidemiológica en el país son el sobrepeso y la obesidad, que afectan a 70% de la población adulta en México, a éste se suma el bajo nivel de actividad física y el patrón alimentario caracterizado por una tendencia creciente de consumo fuera del hogar, y altas proporciones de carbohidratos, grasas y proteína animal, en detrimento de alimentos que aportan vitaminas y minerales. Si bien son muchas las enfermedades que desencadena este estilo de vida, en México la que más afecta en magnitud es la diabetes; se estima que 90% de los casos de diabetes mellitus tipo 2 son atribuibles al sobrepeso y la obesidad (SSA, 2011), y en 27% de los casos la principal causa es la inactividad física (OMS, 2011).

En 1998 la diabetes era la quinta causa de mortalidad en personas en edad productiva, representando 10% con más de 17 000 fallecimientos; en 2003 llegó a ser la primera causa, y en 2008 fue 15% de las defunciones causando cerca de 30 000 muertes en adultos de 15 a 64 años (INEGI, 2011a). Las enfermedades no transmisibles, cómo la diabetes mellitus afectan a todos los grupos socioeconómicos e imponen dos tipos de cargas: por una parte, afectan la productividad de los individuos y su capacidad de generar ingresos y, por otra, originan un mayor consumo de servicios sociales y de salud, generalmente de alto costo (Escobar et al., 2000).

Las estimaciones realizadas en 2008 por la Organización mundial de la Salud indican que en el año 2010 México sería el décimo país con mayor gasto en diabetes, al destinar más de 55 mil millones de pesos a esta enfermedad, con un incremento de gasto proyectado en 76% para 2030, cifra que duplicaba al incremento esperado para países como EE. UU., Canadá y España. En 2010 México destinó 15% del gasto total en salud a la diabetes, cifra similar a las de EE. UU. y Canadá, que destinaron 14 y 13% respectivamente. Sin embargo, tendría un gasto promedio per cápita en el tratamiento de la enfermedad de sólo $8162, en comparación con $85 110 de EE. UU. o $45 120 de Canadá, lo cual podría explicarse por la diferencia en el poder adquisitivo y la cobertura de los sistemas de salud (WHO, 2008). En este sentido, cabe decir que la Federación Internacional de la Diabetes estima que en América Latina las familias gastan entre 40 y 60% de su ingreso en atención médica (IDF, 2011).

En México, el gasto per cápita estimado por la OMS para el tratamiento de diabetes representa 22% del ingreso promedio de una persona (INEGI, 2011b), lo cual resulta imposible cubrir en todos los niveles de ingreso cuando en promedio las familias destinan sólo 2.7% de su ingreso al rubro de salud (INEGI, 2011c) y aproximadamente 47% de la población no se encuentra inscrita a algún seguro médico (ENSANUT, 2006). En contraste, 7.5% del gasto en la canasta básica alimentaria urbana en promedio y 12% de la canasta básica alimentaria rural corresponde a compra de refrescos (CONEVAL, 2010; ENSANUT, 2006), cuyo consumo dentro del patrón alimentario es más frecuente que el de productos como leche, frijoles y arroz (ENSANUT, 2006).

Varios autores han encontrado que el consumo de refrescos regulares (endulzados) está asociado al sobrepeso y obesidad de niños y adultos, y además incrementa el riesgo de padecer diabetes en adultos. Di Meglio y Mattes (2000) hallaron que la ingesta de bebidas azucaradas provoca mayor aumento de peso que cuando se consume la misma cantidad de calorías a través de alimentos sólidos. Vartanian et al. (2007) encontraron asociaciones claras entre el consumo de refrescos con aumento en la ingestión de energía, desplazamiento de otras fuentes de nutrientes como por ejemplo el calcio, aumento en obesidad y diabetes tipo 2. Malik et al. (2006) observaron que la ingesta de refrescos en mayor medida que los jugos de frutas, se asoció significativamente con aumento de peso y riesgo de padecer diabetes.

Ante este escenario, en este trabajo se presenta un impuesto al consumo de refresco, como alternativa para recaudar los gastos generados en el tratamiento de la diabetes mellitus, que a su vez podría incidir en la prevención al desencadenar un menor consumo de refresco, representando así un doble beneficio para la sociedad.

 

Materiales y Métodos

Los datos analizados en este trabajo provienen de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006, diseñada y conducida por el Instituto Nacional de Salud Pública (ENSANUT, 2006). Se seleccionó la ENSANUT 2006 debido a que la información resultante permite extrapolar la prevalencia de padecimientos crónicos en la población mexicana y el estado nutricional de los niños y adultos en México. Asimismo, la información derivada de la ENSANUT 2006, permite el cálculo de indicadores con representatividad de las áreas urbanas y rurales de cada entidad federativa (Olaiz et al., 2006).

El procedimiento para identificar el monto del impuesto que sería necesario aplicar al consumo de refresco para financiar los gastos generados por la diabetes mellitus, consistió en estimar el gasto anual que representa el tratamiento para las personas que padecen la enfermedad en México y paralelamente estimar el gasto anual en consumo de refresco. Con ambos gastos estimados se realizó un análisis de sensibilidad a partir del precio, bajo cuatro posibles escenarios: demanda del refresco perfectamente inelástica (Ep=0), demanda inelástica (Ep=-0.5), demanda unitaria (Ep=-1) y demanda elástica (Ep=-1.5).

En primera instancia se identificó al número de adultos con diabetes mellitus en el país, para lo cual se utilizó la muestra de la ENSANUT 2006, que resultó del cuestionario individual para adultos de 20 años y más, con 45 241 observaciones, mismas que representan a los 68 794 630 personas en ese rango de edad (INEGI, 2011d). Del total de observaciones, se filtró a quienes indicaron haber sido diagnosticadas previamente con diabetes o azúcar alta; el resultado fue una base de diabéticos de 2965 observaciones, es decir 7% del total que, extrapolando al total de la población de 20 años y más en México implica 4 508 655 adultos diabéticos. El siguiente paso consistió en calcular el gasto que representa la diabetes en México. Las variables de la ENSANUT 2006 que se tomaron en cuenta fueron cada una de las medidas que llevaron a cabo las personas diagnosticadas con diabetes o azúcar alta como parte del tratamiento de la enfermedad (Cuadro 1). Una vez identificadas dichas variables, se realizaron consultas personales1 en centros comerciales para estimar los precios unitarios de cada una de ellas y proceder a estimar el gasto mensual total de las personas con diabetes en el país (Cuadros 1 y 2).

La expresión matemática para calcular el gasto en diabetes anual per cápita fue:

GDApc=(((MED+ PAS+ INS+ PASINS+ TIRS+ GLU + EXOR+ TIRO+ HEMO+ OFTA+ ASPI+ PIES+ RIÑ)* m))/d

donde:

GDApc = Gasto en diabetes anual per cápita

MED = Gasto en consultas médicas PAS = Gasto en pastillas

INS = Gasto en insulina

PASINS = Gasto en pastillas e insulina

TIRS = Gasto en tiras reactivas en sangre

GLU = Gasto en determinación de glucosa en sangre venosa

EXOR = Gasto en examen general de orina

TIRO = Gasto en tiras reactivas en orina

HEMO = Gasto en determinación de hemoglobina glucosilada

OFTA = Gasto en revisión oftalmológica

ASPI = Gasto en toma diaria de aspirina

PIES = Gasto en revisión de pies

RIÑ = Gasto en examen de riñón

m = meses del año

d = número de adultos con diabetes o azúcar alta

Sustituyendo cada variable, el gasto en diabetes anual per cápita fue:

GDApc = ((1,038,572 + 910,121 + 74,737 + 32,538 + 6522 + 75,256 + 32,460 + 1713 + 11,471+8663 + 3600 + 6326+4383)*12/2965

GDApc = $8930

Con el gasto anual estimado en el tratamiento de la diabetes, y extrapolando los resultados al total de adultos con diabetes en el país, se obtuvo el gasto total anual en diabetes en México a partir de la siguiente ecuación:

GTD = GDApc * DIAB

donde:

GTD = Gasto total anual en diabetes.

GDApc = Gasto en diabetes anual en per cápita.

DIAB = Personas adultas en México (20 años y más) con diabetes o azúcar alta.

El resultado fue el siguiente:

GTD = $8930 * 4 508 655 adultos con diabetes o azúcar alta.

GTD = $40 262 289 150

Es importante recalcar que el gasto total estimado en diabetes sólo incluyó las medidas de tratamiento y prevención que las personas con la enfermedad mencionaron llevar a cabo, por lo que sería más elevado si se sumaran otros gastos como los ambulatorios, hospitalarios y los que se generan por las complicaciones de la enfermedad.

Para calcular el consumo de refresco anual per cápita se tomaron tres bases de datos de la ENSANUT 2006: frecuencia de consumo en preescolares (4117 observaciones), frecuencia de consumo en escolares (9729 observaciones) y frecuencia de consumo en adultos (29 272 observaciones); que en total conformaron una base de datos de 43 118 observaciones, misma que puede extrapolarse al total de la población en el país; es decir, 112 336 538 personas (INEGI, 2011e). En el Cuadro 3 se indica el rango de edad de cada grupo de población y la proporción de personas que mencionaron ser consumidores de refresco.

El consumo se calculó con tres variables: el número de días durante la última semana que los encuestados consumieron refresco, la cantidad de veces que lo consumieron cada día y el número promedio de porciones de 240 mi (un vaso) que consumieron cada vez. Cabe decir que sólo se tomó en cuenta el consumo de refresco normal, y no el de dieta. La expresión matemática para calcular el consumo de refresco anual per cápita fue:

donde:

CRApc = Consumo anual per cápita de refresco

DCR = Días en que se consumió durante la última semana

VCR = Veces al día en que se consumió en promedio

PCR = Cantidad de porciones consumidas en promedio

c = consumidores

l = cantidad de la porción (0.24 litros)

ρ = periodo de 52 semanas (1 año)

El resultado obtenido fue:

CRApc =196 litros / persona / año

Para obtener el gasto total anual resultante por consumo de refresco en México, se tomó el precio promedio por litro de las Canastas Básicas Alimentarias Rural y Urbana que sirven de referencia para obtener el valor de la línea de bienestar mínimo en México (CONEVAL, 2010). El precio promedio por litro para refrescos de cola y de sabores en la canasta rural es de $8.3 por litro y en la canasta urbana de $7.7 por litro, a precios de agosto de 2008; por lo que se consideró un precio promedio de $8 por litro a nivel nacional.

La ecuación del gasto total anual por consumo de refresco en México fue:

GTR = CRApc * POB * PLR

donde:

GTR = Gasto total anual en refresco

CRApc = Consumo anual per cápita

POB = Población en México

PLR = Precio promedio por litro

El resultado fue:

GTR = 196 A litros * 112 336 538 personas * $8.00

GTR = $176 233 560 814.40

 

Resultados y Discusión

A partir del número de personas con diabetes o azúcar alta que mencionó el uso o realización de cada una de las medidas enlistadas en el tratamiento de la diabetes; y tomando como referencia los costos estimados, se obtuvo un gasto per cápita promedio de $8930 anuales en el tratamiento de diabetes mellitus, cifra muy similar a la estimación de gasto per cápita de $8162 que calculó la OMS para el año 2010 (WHO, 2008). Extrapolando este gasto al 7% de adultos con diabetes en el país, el gasto total estimado fue de $40 262 millones de pesos cada año; monto que, si bien no contempla los gastos en medidas preventivas, permite tener una perspectiva de la magnitud del gasto que representa la enfermedad en México.

El gasto estimado por consumo de refresco en el país fue de $176 233.5 millones de pesos anuales, resultado de un consumo anual per cápita de 196.1 litros; es decir, alrededor de 537 mililitros diarios, y dado un precio promedio por litro de $8.00. Ahora bien, para poder analizar los efectos de un impuesto al consumo de refresco, se analizan escenarios con distintas elasticidades precio.

En un primer escenario, en el que el refresco se comportaría como un bien necesario, una demanda inelástica de -0.5 implicaría que un incremento de $2 por litro permitiría recaudar un fondo equivalente al 96% de los gastos en diabetes y disminuiría la demanda en 13%, lo que reduciría el consumo per cápita de 196 a 172 litros anuales (Cuadro 4, Figura 1).

El escenario de una demanda unitaria implicaría que un incremento de $3 por litro originaría una recaudación equivalente a 103% del gasto en diabetes, y una reducción en el consumo per cápita de 196 litros a 122. En este mismo escenario, el impuesto que permitiría cubrir con exactitud los gastos en diabetes sería de $2.80 por litro.

En un último escenario, pensando que el refresco se comportara como un bien de lujo, un impuesto de $3 por litro permitiría cubrir 72% de los gastos en diabetes, y esto representaría una reducción en la demanda de 196 litros per cápita a 86, sin embargo, el impuesto no podría ser superior a $3 ya que, dada la elasticidad, a mayores incrementos en el precio el nivel de recaudación sería menor.

Los resultados descritos sugieren una primer interrogante, ¿qué elasticidad precio representa el escenario más real? La Asociación Nacional de Productores de Refresco y Aguas Carbonatadas (ANPRAC), declaró en 2008 que un incremento de 5 % en el precio implicaría una reducción en la demanda de 638 millones de litros; es decir, 4% de las ventas totales de 16 916 millones de litros, lo que representaba una demanda inelástica de -0.8. A nivel internacional se han realizado estudios para identificar el impuesto en las ventas de refrescos con la implementación de impuestos. Estos estudios generalmente se han realizado a partir de la estimación de elasticidades precio. Frinkelstein et al. (2010), analizaron la compra de alimentos y bebidas por semana durante un periodo de un año en una muestra nacional de hogares, utilizando modelos de regresión multivariada para hacer asociaciones con el precio de las bebidas, el consumo de energía y el peso de la población. Entre sus resultados obtuvieron una elasticidad precio del refresco de -0.7, con variaciones entre -0.5 y -1.0 con respecto a los niveles de ingreso de la población, concluyendo que un incremento de 20% en el precio permitiría recaudar alrededor de 800 millones de dólares anuales; es decir, cerca de 11 mil millones de pesos. Andreyeva et al. (2010) analizaron 160 estudios con series de tiempo y encuestas a hogares sobre los alimentos y bebidas no alcohólicas de mayor consumo, obteniendo una elasticidad promedio en refrescos y bebidas endulzadas (excluyendo leche y jugos) de -0.79, similar a las elasticidades de otros alimentos consumidos fuera del hogar (-0.81). En un análisis más específico para refrescos obtuvieron una elasticidad de -0.93.

En otro experimento Block et al. (2010), se incrementó durante un mes el precio del refresco regular (endulzado) en 35%, dentro de la cafetería de un hospital de Boston, Massachusetts; el resultado fue una disminución en las ventas de 26%, traducido en una elasticidad de -0.7; acompañado de un incremento en la demanda de refresco de dieta y café. En ese estudio se incluyó una campaña educativa, con material acerca de los beneficios para la salud que se genera al reducir la ingesta de refresco con azúcar.

El efecto de substitución observado por Block et al. responde al tipo de población que asiste a la cafetería de un hospital. Un caso distinto fue el encontrado por Fletcher et al. (2010), quienes analizaron la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (National Health Examination and Nutrition Survey), acompañada de información sobre ventas de refrescos e impuestos al consumo en el periodo de 1988 a 2006; encontrando que incrementos en el precio del refresco a partir de impuestos al consumo ocasiona incrementos en el consumo de leche entre niños y adolescentes, con lo cual se incrementa también el contenido de calcio y vitamina D en la dieta.

La política de incrementar el impuesto al refresco con la finalidad de financiar gastos en salud y reducir el consumo y los índices de obesidad se ha planteado en diversos estados de EE. UU., encontrando una elasticidad de entre -0.8 y -1 (Brownell et al., 2009).

Aunque el efecto en el consumo ante incrementos en el precio debería ser distinto en México y EE. UU. en relación con la diferencia en el nivel de ingreso; el hecho de que 70% de la población, incluidos niños en edad preescolar consuman frecuentemente refrescos, indica que se trata de un producto cuyo consumo es muy arraigado, por lo que entre los escenarios descritos el más cercano podría ser el de demanda inelástica, tendiendo a unitaria.

Bajo este supuesto, un incremento en el precio afectaría casi de manera proporcional a la demanda, y permitiría contribuir a reducir el consumo y recaudar fondos. La interrogante que surge es: ¿todos los consumidores de refresco deben financiar los gastos de las personas con diabetes?

La postura en contra más evidente sería que no todos los que toman refresco van a padecer diabetes alguna vez, ni todos los diabéticos han sido bebedores de refresco, por lo que una medida impositiva al refresco no resultaría justa para todos; sin embargo, si se considera que el consumo de refresco está altamente relacionado con el padecimiento de obesidad, y que ésta es el primer determinante de la diabetes; además que los gastos en la enfermedad representan costos económicos y sociales tanto para quienes la padecen como para sus familiares y la sociedad en general, el impuesto al refresco podría resultar una medida adecuada, al asegurar un fondo para el tratamiento de la principal causa de muerte en adultos en el país, y una herramienta anticonsumo que permitiría reducir los efectos negativos para generaciones futuras.

Para hacer efectiva esta medida, el gobierno podría convertirlo en un impuesto de asignación específica, de manera que el monto recaudado se etiquetara exclusivamente para el tratamiento de la enfermedad.

Un ejemplo reciente de la efectividad de los impuestos con asignación específica en diversos países del mundo es el caso del tabaco. Según la International Tobacco Evidence Network (ITEN), una asociación entre el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud; países como EE. UU., Tailandia, Finlandia y Australia, han utilizado provechosamente los impuestos al tabaco con asignación específica para programas integrales de control del tabaco, fundaciones de promoción de la salud, programas de salud pública, mejoras en el cultivo del tabaco, políticas relacionadas con el contrabando de tabaco e incluso otras actividades no relacionadas con el tabaco como construcción de estadios, educación y construcción de carreteras (Chaloupka, 2004).

La Secretaría de Salud ya ha comenzado a tomar estrategias para concientizar a la población sobre el problema de la obesidad y la diabetes en México. Sin embargo, este proceso puede demorarse, y ante la magnitud y estrategia comercial de las empresas que promueven los refrescos y otros alimentos chatarra, el efecto puede ser lento. Un incremento al precio de los refrescos, cuya recaudación se dirija específicamente al tratamiento de la diabetes, no solo permitiría cubrir los costos de la enfermedad, sino disminuir el consumo entre las familias mexicanas, y muy probablemente inducirlas a optar por bebidas con aporte nutricional. Si esta estrategia se combinara con medidas efectivas relacionadas con el aumento de actividad física y consumo de agua natural y alimentos saludables; a mediano y largo plazo podría cambiar la tendencia de la diabetes mellitus en México y, en consecuencia, reducir los gastos que generan esta enfermedad y otras relacionadas con la obesidad.

 

Conclusiones

Puesto que el refresco se comporta como un bien con demanda inelástica, tendiendo a unitaria, la recaudación generada por un impuesto de entre $2 y $3 por litro, permitiría cubrir prácticamente en su totalidad los gastos generados en el tratamiento de la diabetes mellitus en México. Así, un impuesto al consumo del refresco no solo permitiría costear el tratamiento de la diabetes, sino incidir en un menor consumo e incrementar el de bebidas con valor nutritivo, como por ejemplo leche y agua de frutas. Combinar la implementación de un impuesto con campañas educativas sobre los daños que ocasiona la ingesta excesiva de refrescos y otras medidas relacionadas con una dieta saludable e incremento en la actividad física, muy probablemente generaría efectos positivos sobre la incidencia de obesidad, diabetes y disminuiría los gastos médicos que estos padecimientos generan.

 

Literatura Citada

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Nota

1 Información más detallada de este proceso se puede obtener de los autores, sin embargo, se respetará la confidencialidad de la misma.

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