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Agricultura, sociedad y desarrollo

versão impressa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.8 no.2 Texcoco Mai./Ago. 2011

 

Reseña bibliográfica

 

Martínez, Tomás, Enrique Lamadrid y Jack Loeffler. El Camino Real de Tierra Adentro.

 

Isabel Muñiz-Montero

 

Colegio de Postgraduados y Mundi-Prensa México, S.A. de C.V., 2009. 134 p.

 

Posgrado en Estrategias Para el Desarrollo Agrícola Regional, Colegio de Postgraduados, Campus Puebla. Km. 125.5 Carretera Federal México-Puebla. C.P. 72760 Puebla, Puebla. (psique2k4@yahoo.com.mx).

 

El estudio de toda región lleva inmersa la necesidad de investigar sus antecedentes históricos. El Norte de México y el Sur de EE.UU. son el espacio que Tomás Martínez Saldaña y colaboradores se han dado a la tarea de describir, analizar e investigar, para mostrar en qué forma los hechos históricos han transformado la región, desde la conquista hasta hoy. En un viaje por ciudades y pueblos cuyo origen se remonta a la época virreinal, en el territorio en que hoy se encuentran los estados de México, Querétaro, Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Chihuahua, y en el territorio Estadounidense de Santa Fe en Nuevo México; el Camino Real de Tierra Adentro se convierte en partícipe activo y relevante de la construcción del México moderno. Fue una ruta comercial que unió a la ciudad de México con Santa Fe; de tal forma que su extensión corresponde con el final de Mesoamérica y el territorio que fue habitado por las culturas árido americanas a lo largo de unos dos mil quinientos kilómetros de longitud entre los años de 1590 a 1850.

La aportación central del libro es mostrar cómo los procesos históricos generan transformaciones en paisajes y prácticas sociales y culturales. Se trata de un estudio que se remonta a más de 500 años en el pasado, en una intensa y amplia descripción de la región en diversos aspectos, que van desde lo antropológico y cultural, lo económico y comercial, pero en donde también se describe la presencia de los paisajes y sus ecosistemas. Los autores inician su narrativa describiendo las rutas que conectaban a las sociedades mesoamericanas con las tribus indias del Norte de EE.UU., como los apaches y chichimecas, que tenían formas de vida generalmente nómadas. En aquellos años el comercio conectaba a las comunidades a través del intercambio de productos como la turquesa, la obsidiana, la sal y las plumas, de tal forma que para el año 1000 d.C. el comercio se extendió desde Mesoamérica hasta las montañas Rocallosas. Para entonces existía un complicado sistema de caminos que conectaba el Pacifico con el Golfo de México, y el sur con el norte. Posteriormente los autores presentan una descripción precisa sobre la forma en que la conquista influyó en el territorio analizado. Luego de dominar Tenochtitlán, una serie de expediciones llevaron a los conquistadores a buscar nuevas riquezas y recursos que serían enviadas a la Corona Española, por lo que, a su paso, se fue conformando una vía que fungió no solo como ruta comercial y de tránsito de mercancías y recursos, también fue una ruta bélica y de colonización espiritual. Las expediciones y migraciones, unas veces violentas, otras pacificas, propiciaron la creación de nuevos centros urbanos que fueron habitados por españoles, mestizos e indígenas. Los autores logran, a través de su narrativa, sensibilizar al lector sobre las condiciones de vida que se dieron en este periodo a lo largo de la ruta que se transformó en un "Camino Real". Los "Caminos Reales" fueron aquellos que permitieron conectar a la Nueva España con el resto del territorio conquistado, sirviendo como vías de transporte y de comunicación que favorecieron las transformaciones culturales. Cuatro de ellos partían de la antigua Tenochtitlán hacia Veracruz, Acapulco, Guatemala y Santa Fe. Todos estos caminos -debido a su continuo tránsito- se vieron en la necesidad de ser custodiados para asegurar la protección de los viajeros y comerciantes.

Con la invasión, las relaciones de poder entre las comunidades indígenas y el uso de los recursos cambiaron. En el libro se describen los constantes e intensos conflictos que se presentaron a lo largo del Camino Real de Tierra Adentro entre conquistadores y pueblos indígenas, así como los intereses que las motivaron. Las estrategias de dominio que eran aplicables a las tierras del sur no lo eran en el norte, y los exploradores se enfrentaron a problemas como escasez de agua e infertilidad de la tierra. Sin embargo el descubrimiento de otros recursos motivó una exploración más intensa. Los conflictos contra los indígenas en la región se fueron generando junto con el descubrimiento de las minas, de donde diversos minerales eran extraídos, en especial oro y plata. La conquista de estos territorios no fue tarea fácil, principalmente por las condiciones del terreno -como en el caso de los cañones de Zacatecas y Jalisco- que favorecían a los indígenas. Para 1580 se habían agotado recursos en el combate contra los grupos rebeldes que defendían su territorio de la invasión española, de tal forma que se estableció una nueva estrategia para pacificar la región a través de la introducción de agricultores indígenas. Para 1630 finalizaba la llamada Guerra Chichimeca.

Con el descubrimiento de las minas y las estrategias de pacificación, se propició la migración de indígenas del sur, -tlaxcaltecas, tarascos y del centro del país- quienes fundaron diversos poblados -como San Miguel de Allende o barrios en lo que hoy es Guanajuato y Durango-, y que también influyeron en la creación de una cultura e identidad local. La migración de familias indígenas del sur hacia el norte cumplió el objetivo de colonizar; pero además, se trató de aliados que combatieron y protegieron caminos y pueblos, y que sirvieron como mano de obra libre en las minas. Uno de los motivos principales por el que se fundó El Camino Real de Tierra Adentro fue el descubrimiento de las minas. La plata de Zacatecas, en forma de moneda, sirvió como medio de intercambio mundial durante tres siglos; su transportación hacia ciudad de México requería de resguardo, por lo que se conformó un camino seguro; este fue conocido como El Camino de la Plata, antecedente del Camino Real de Tierra Adentro. Pero el interés por explorar y descubrir más minas propició la extensión hacia el norte del Camino Real. La mano de obra de las minas estaba conformada por trabajadores libres, debido a que los procesos de fundición requerían cierto grado de capacitación. Los autores señalan la importancia de la extracción de plata como base de la economía virreinal precapitalista, y explican que la extracción de plata permitió financiar nuevas expediciones al norte. En el libro se exponen los procesos de colonización como resultado de programas de colonización pacifica (programas que fueron auspiciados por la corona), en los cuales participaron misioneros, comerciantes, mineros, indígenas provenientes del sur, pastores y ganaderos.

Entre los siglos XVII y XVIII la agricultura y el riego se convirtieron en importantes instrumentos de colonización apoyando a la ganadería y la minería; por tal motivo se construyeron acequias (canales) que abastecieron de agua la región. A lo largo del Camino Real se construyeron también plazas que tenían el objetivo de resguardar a la población. Para esta etapa, los tlaxcaltecas que habían llegado en la migración derivada de los programas de colonización, se convirtieron en soldados provistos de armamento español y se les permitió poseer caballos y cabalgarlos bajo el título de "hidalgos" o "hijos de gran valor".

Los investigadores destacan a lo largo del libro las condiciones de vida cotidiana que se generaron en el Camino Real de Tierra Adentro; a través de la colonización de agricultores y ganaderos, la presencia de mineros y comerciantes, la participación de misioneros y la evangelización. La evangelización se vio favorecida por la presencia de clérigos seculares y regulares enviados desde la Nueva España. Zacatecas fue un lugar central para normar las relaciones entre españoles e indígenas. La herencia artística y cultural de la evangelización se mantiene hasta nuestros días. En la región se venían presentando constantes rebeliones indígenas que afectaban el territorio a principios del siglo XVIII, situación que cambió con la hibridación cultural y las acciones de diversos participantes.

Los autores exponen en que forma diversas prácticas comerciales y culturales contribuyeron a crear identidades en la región. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII las ferias favorecieron el tránsito de mercancía y de personas. En los siglos XVI y XVII las ferias eran reguladas por el Estado, de tal forma que se requería de permisos otorgados por un alcalde o gobernador para viajar y comerciar. Las ferias eran conocidas como "rescates", ya que se vendían personas cautivas para ser utilizados como sirvientes o trabajadores en las minas. En el siglo XVIII las grandes ferias se fueron sincronizando con festividades religiosas. El peregrinaje estuvo fuertemente relacionado con las ferias.

Los autores coinciden con otros investigadores que asumen que el peregrinaje católico favoreció el establecimiento del capitalismo moderno debido a que permitía el intercambio comercial. Algunos de estos lugares, en donde se realizaban las ferias o a donde llegaban las peregrinaciones, se convirtieron en centros de trabajo y comercio que persisten hasta hoy; tal es el caso de Ciudad Juárez o de Santa Fe, que con la Revolución Industrial se convirtió en un importante centro de distribución de mercancías.

Otro aspecto esencial en la organización de la vida cotidiana en la región que es descrito por los autores, es la presencia de cofradías, que son instituciones cívico-religiosas conformadas principalmente por indígenas, implementadas por la Corona Española para coordinar y organizar las poblaciones donde no había autoridades españolas. La administración del agua fue uno de los objetivos principales de las cofradías, pero también la organización de festividades religiosas. Las autoridades al interior de las cofradías eran llamadas mayordomos, y contaban con una estructura jerárquica independiente de la iglesia. Actualmente muchas de estas festividades y sus rituales y devociones, que se originaron con las cofradías, son elementos que dan identidad a los poblados localizados en la región.

Los autores realizan un interesante análisis de las relaciones de poder en el Camino Real de Tierra Adentro. La organización del poder no solo estuvo en manos del Estado, también las instituciones religiosas participaron. El Santo Oficio de la Inquisición tuvo un papel importante como recaudador para la Corona Española. La Inquisición se localizó en lugares donde podía obtener cuantiosas ganancias, y Zacatecas era un lugar propicio. En términos generales, el poder estuvo sujeto a presiones internas y externas en el ámbito social, político y económico.

La comercialización de frutos, granos y animales domésticos provenientes de diversas regiones y continentes, favoreció la transformación gastronómica y alimentaria de la región. El libro contiene información sobre la herencia culinaria americana y europea, en la cual se explica la vía de expansión de los principales alimentos y el lugar que ocuparon en las dietas. Otra aportación interesante es la presentación de breves biografías de los personajes históricos más importantes en el Camino Real de Tierra Adentro: conquistadores, funcionarios, empresarios, políticos, religiosos y rebeldes indígenas.

Gracias a la hibridación de diversas prácticas rituales del viejo y el nuevo mundo, la identidad de los conquistadores fue asimilada y conformó una nueva identidad novohispana. Con la independencia de México, el Camino Real dejó de serlo; la usurpación del territorio mexicano de Nuevo México transformó nuevamente la región. Sin embargo, ésta muestra hoy los resultados de los procesos históricos, como es el caso de la carretera que conectaba a la Ciudad de México con El Paso, construida en 1960, que seguía la misma ruta que tuvo el Camino Real de Tierra Adentro.

El legado del Camino Real persiste en forma de prácticas culturales, música, danza, artesanías, comida, y conocimientos tradicionales. Hoy son los migrantes que se dirigen a Estados Unidos quienes continúan la trayectoria por estas rutas. De tal forma que el Camino Real de Tierra Adentro se muestra permanente y continúa construyendo identidades en la región. En conclusión, el trabajo de Tomás Martínez y sus colaboradores es una excelente aportación, que en primer lugar permite advertir cómo una región llega a su estado presente a partir de los hechos pasados y, en segundo lugar, brinda un rico acervo de conocimientos históricos del Norte de México.

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