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Agricultura, sociedad y desarrollo

Print version ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.7 n.3 Texcoco Sep./Dec. 2010

 

Las mulas olvidadas por la historia agrícola colonial: una restitución

 

Mules forgotten by colonial agricultural history: restitution

 

Artemio Cruz-León1, Tomás Martínez-Saldaña2, Miguel Ángel Damián-Huato3

 

1 Universidad Autónoma Chapingo. Km 38.5 Carretera México Texcoco, Chapingo, México. (cruzla59@yahoo.com.ar)

2 Colegio de Postgraduados.

3 Instituto de Ciencias, BUAP. 14 sur 6301, C.U. 72000 Puebla, México.

 

Resumen

Hasta antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI, la agricultura mesoamericana no utilizó la fuerza de los animales domésticos para la realización de prácticas agrícolas y el trasporte de cargas y personas. Fueron los colonizadores quienes, motivados por la necesidad de producir alimentos y mercancías propios de la cultura del viejo mundo y trasporte en las nuevas tierras conquistadas, introdujeron animales, aperos y su tecnología de uso. Se sabe que la tradición española prefiere a los bovinos como animales de tiro de instrumentos y vehículos, en tanto que los caballos son apreciados como animales de silla y las mulas son propias para el trasporte de cargas. Sin embargo, en el documento titulado Haciendas y ranchos de Tlaxcala en 1712, que resulta de un censo de las explotaciones españolas ordenado por mandato del Rey, se presenta información en donde las mulas existentes en las explotaciones de esa época se utilizaban fundamentalmente como animales de tiro de arado, lo cual contradice la idea de que esa especie se prefería como animal de carga.

Palabras clave: Animales de tiro y carga, fuerza animal, ranchos y haciendas, tecnología colonial, Tlaxcala.

 

Abstract

Until the arrival of the Spaniards during the 16th Century, mesoamerican agriculture did not use the force of domestic animals to carry out agricultural practices or to transport loads and people. It was the colonizers who, motivated by the need to produce food and merchandise characteristic of the Old World culture, and for transportation in the new conquered lands, introduced animals, harnesses and their utilization technology. We know that the Spanish tradition prefers bovines as draft animals for instruments and vehicles, while horses are appreciated as mount animals and mules are useful for load transport. However, in the document entitled Haciendas y Ranchos de Tlaxcala en 1712, the result of a census in Spanish farms commissioned by the King, there is information about mules present in estates at the time, which were used fundamentally as draft animals for plowing, contradicting the idea that this species was preferred as a pack animal.

Key words: Draft and pack animals, animal force, ranches and haciendas, Colonial technology, Tlaxcala.

 

Introducción

En el México prehispánico no se domesticaron animales de tiro. Los que actualmente se emplean fueron introducidos en el siglo XVI por los colonizadores españoles. Fue en las explotaciones españolas de trigo (Triticum aestivum) y caña de azúcar (Saccharum officinarum) donde se utilizaron por primera vez a los animales de trabajo en la Nueva España. Con certeza se puede asegurar que fue en estos sitios en donde los indígenas tuvieron el primer contacto con la tecnología de tracción animal y en donde, posteriormente, la practicaron y se presentó la asimilación y apropiación.

La información legada en escritos y diversos documentos pictográficos del siglo XVI sugiere que los bovinos se utilizaron como animales de tiro de instrumentos agrícolas, fundamentales en las explotaciones españolas de trigo y caña de azúcar de tipo comercial. También se utilizaron para el tiro de vehículos para el transporte de productos diversos que se requería llevar de los puertos a los centros de consumo y mineros. Los caballos se usaron como animales de silla, en tanto que las mulas se usaron para carga y porteo de mercancías; con ventajas sobre el transporte con vehículos en las áreas desprovistas de caminos carreteros y particularmente en áreas con pendientes abruptas.

 

La herencia tecnológica española

La herencia española en los utensilios de labranza y las técnicas relacionadas con la producción agrícola son más similares a las de la Península que a las de América aborigen. Usualmente los bueyes del viejo mundo tiran del arado mediterráneo en el cultivo del maíz, gramínea mesoamericana por excelencia. Una de las manifestaciones de la herencia española se observa en la preferencia de los bovinos como animales de tiro del arado. Foster, (1962) lo considera como uno de los aspectos distintivos de España, que se puede observar en los siguientes aspectos: a) uso de los animales en pareja, lo cual obliga a la utilización del yugo doble de cabeza; b) los nombres usados para designar las cantidades de terreno trabajado por día o por temporada tienen relación con el uso de bueyes, no con caballos o mulas; por ejemplo yugada, yuntada, yunta. También se puede agregar que los términos usados para medir granos o superficie como es el caso de la fanega o hanega son de 9216 varas cuadradas, ó 0.61 hectáreas, el área que puede ser arada en un día de trabajo por una yunta de bueyes; c) a los bueyes se les asigna un nombre, en tanto que a los caballos, mulas y asnos se les nombra genéricamente; d) la pérdida de un animal de la yunta puede ser más importante que la de un familiar, ya que además de la pérdida emocional se tiene un desequilibrio económico y la disminución de la capacidad de trabajo de la familia.

Todo lo anterior apunta a señalar a los bovinos como animales de tiro de arado; en tanto que las mulas, caballos y asnos se usaron principalmente con otros fines. Por esto es importante la búsqueda de información sobre el uso de las diferentes especies de tiro durante la Colonia en la Nueva España. Por ello, en el presente documento se considera el siguiente objetivo: con base en el documento Haciendas y Ranchos de Tlaxcala en 1712, se plantea analizar la información sobre el uso de las diferentes especies de animales de trabajo en las haciendas y ranchos de Tlaxcala a principios del siglo XVIII, y establecer la importancia relativa de las diferentes especies en los procesos productivos, y en cada una de las actividades realizadas.

 

Las fuentes de información

Haciendas y Ranchos de Tlaxcala en 1712 es el titulo de un documento que apareció en el año de 1969, publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en la ciudad de México, D. F., con introducción, paleografía y notas de Isabel González Sánchez, ubicado dentro de la Serie Historia XXI. Dicho documento reúne la información solicitada por la cédula real en la que se pedía a los súbditos de la Nueva España, en diciembre de 1709, su ayuda económica con el fin de obtener fondos para sostener la guerra de sucesión española, suscitada entre los herederos con derecho a ceñir la corona española, al morir el Rey Carlos II.

La Cédula Real fue expedida por el Rey Felipe V, Duque de Anjou, sucesor de la Corona, establecido en el testamento de Carlos II, dirigida a los hacendados y rancheros, a quienes se les imponía la cantidad de $100 y $50 respectivamente. Dicha cédula establecía, además, que para la recaudación del donativo era necesario levantar un censo de las haciendas de labor, ranchos, estancias de ganado mayor y menor y todas las explotaciones existentes en la Nueva España.

La Orden Real fue dirigida al Virrey de la Nueva España, Duque de Alburquerque, la cual debería transferirse a los Alcaldes Mayores, para que cada uno, en la región a su cargo, procediera a levantar el censo y recoger el donativo. En Tlaxcala le correspondió a Don Juan Joseph de la Rea aplicar la Cédula Real, realizada en agosto de 1710. A este llamado acudieron 126 propietarios hacendados, labradores, mayordomos y arrendatarios: sus aportaciones sumaron la cantidad de $9082.

Debido a que durante la recaudación no se hizo el censo, tal y como se establecía en la Cédula Real, en octubre del mismo año el Virrey giró una orden dirigida al Alcalde Mayor de Tlaxcala, exigiéndole, bajo pena de $ 2000, que levantara la relación de fincas. Debido al cambio del Virrey y del Gobernador de Tlaxcala, el censo y la recaudación se concluyeron hasta el 8 de octubre de 1712.

De acuerdo a los datos del censo, en Tlaxcala durante el año de 1712 existían 87 haciendas y 58 ranchos solos, 8 haciendas arrendadas, 13 haciendas con uno o dos ranchos anexos, dos molinos, un batán, 8 casas de campo y dos mayorazgos. La información recaudada incluye el nombre del propietario, ubicación precisa del establecimiento, y nombre de la hacienda o rancho. La calidad, extensión y uso de los predios, el valor, los aperos, donaciones destinadas para apoyar a los conventos, capellanías, obras pías, así como hipotecas.

 

Los animales de trabajo en la época colonial

Los colonizadores fueron los interesados en la importación de la tecnología peninsular que permitiera la obtención de productos para satisfacer las necesidades de los europeos en la Nueva España recién conquistada. La época en que llegaron a la Nueva España la mayor cantidad de elementos agrícolas y ganaderos de las Antillas y la península Ibérica fue entre 1521 y 1540; los instrumentos de metal se importaron sólo con la llegada de los emigrantes y los arados se construyeron tan pronto como hubo animales de tiro suficientes (Ruvalcaba, 1985). Corresponde a la producción de trigo y caña de azúcar, productos insustituibles en la dieta de los españoles, los registros más antiguos sobre el uso de los animales de tiro en Nueva España. Así se explica el establecimiento de explotaciones para la producción de trigo en zonas irrigadas y con uso de tracción animal.

Los primeros trapiches para el procesamiento de caña de azúcar se establecieron desde 1524; en un ingenio de los Tuxtlas, hoy estado de Veracruz, en el inventario se menciona como instrumentos "tres rejas", una azuela de dos bocas, de hacer arados, veinticinco bueyes con sus yugos y coyundas y a un esclavo, Diego el gañán (Crespo, et al., 1988). La existencia de bueyes en los ingenios se relaciona con el tiro de arado, carretas y movimiento de los molinos o prensas. Aparentemente el entrenamiento era distinto para cubrir cada una de las labores, de las cuales eran intransferibles (Barret, 1977). Para el transporte de azúcar a los centros de consumo se empleaba a las mulas, las cuales ocasionalmente se usaban como fuerza motriz para los molinos (Wobeser, 1983).

Las explotaciones con fines comerciales establecidas por los españoles fueron para la producción de trigo, caña de azúcar, cebada (Hordeum vulgare), haba (Vicia faba), arvejones (Lathyrus sativus), maíz (Zea mays) y algunas verduras. Fue mediante los bueyes que se logró la utilización más extensiva de la tierra y la fertilidad de los suelos se incrementó con el uso del estiércol de los animales (Gibson, 1986; Wobeser, 1983).

Bernal Díaz del Castillo, en 1568, describe la utilización de los bueyes por los indígenas de la siguiente manera: "...pues labradores de su naturaleza lo son antes de que viniésemos a la Nueva España, y ahora crían ganado de toda suerte, y doman bueyes, aran las tierra ". (Díaz 1981).

El transporte de productos y personas se basó en dos elementos sin uso previo en América: los animales de trabajo y la rueda. Dentro de los primeros, las mulas fueron las que inauguraron los antiguos senderos por donde caminaban los pochtecas; las recuas eran de 12 a 30 animales en el siglo XVI, número que se duplicó en el siguiente siglo (Hassing, 1990). En relación con la carreta, el mismo autor establece que fue introducida en 1531, usada por primera vez en el camino México-Veracruz. Para su utilización se requirió la construcción de un camino distinto al seguido por los arrieros, debido a que a las carretas presentaban problemas de circulación por la topografía, y correspondió a los bueyes aportar la fuerza necesaria para ponerlas en movimiento.

Los bueyes fueron utilizados de manera preferente como animales para el tiro de instrumentos en las diferentes prácticas agrícolas, el tiro de carretas, y como mecanismo motor de molinos y trapiches; en tanto que las mulas se emplearon para carga, en el transporte de diferentes productos agrícolas, y de manera importante en las rutas comerciales de la Nueva España.

De la escasa información que disponemos sobre el uso de los animales de trabajo en España y Nueva España, desde el siglo XVI hasta nuestros días, es claro que son los bueyes los animales de tiro por excelencia; no se menciona a las mulas y se dejan fuera a los caballos como animales comunes para el tiro de instrumentos. Sin embargo, la utilización de équidos resulta relevante y parece que se trata de una omisión o falta de información, en donde la obra que nos ocupa, es un buen ejemplo de documentos que permiten conocer la utilización de los animales de trabajo.

 

Animales de trabajo en Tlaxcala al inicio del siglo XVIII

El documento Haciendas y Ranchos de Tlaxcala en 1712 contiene únicamente los datos de las explotaciones de los súbditos de la Corona española. Se deja fuera a los indígenas y clérigos, por lo cual la información está referida a las explotaciones de mayor tamaño y que se dedicaban a la producción con fines comerciales, dejando fuera a las explotaciones de los pueblos indígenas. También se carece de información sobre los productos obtenidos, lo cual deja un vacío de información sobre la tecnologías utilizada, el uso preciso de los animales y de la economía de las explotaciones.

Se sabe que eran explotaciones mixtas, ya que se trataba de estancias de ganado mayor (cuya extensión era de 1750 hectáreas) o de ganado menor (780 hectáreas), pero además se contaba con una superficie agrícola considerable, en la cual se cultivaba trigo, maíz, cebada. Esto se confirma por que en algunas haciendas se reporta la utilización de hasta 200 bueyes de arado, 200 yeguas de trilla, 250 mulas de apero, así como un número considerable de mulas de carga. La única explotación que se reporta con superficie sembrada corresponde a la hacienda de Santa Ana, localizada en el partido de Nativitas en donde, del total de la superficie 78% se sembraba con trigo, 7% con maíz y 9% con cebada.

La información sobre animales de trabajo para cada una de las haciendas y ranchos en cada Partido aparecen en el Cuadro 1, en donde se han agrupado a los animales de acuerdo con sinónimos usados para su designación como animales de trabajo agrícola. En el documento original el encabezado consigna a los animales de trabajo como aperos, en donde además se incluyen ovejas, cerdos y vacas.

En el documento se aplican varios términos diferentes para cada especie, en dicha denominaciones utilizan términos que establecen el uso particular, así, para el caso de los bovinos se establece: bueyes, bueyes de arado, vacas, bueyes aperados, bueyes de tiro aperados, bueyes mansos. La denominación utilizada deja dudas sobre el significado real de los términos, ya que para el caso de los bovinos incluidos en el trabajo analizado, a 55% del total se le asigna una denominación específica: su empleo indudable como animales de trabajo. El caso de los caballos es semejante; se consignan como: caballos de trilla, yeguas, yeguas de trilla, caballos, yeguas de arado, yeguas y caballos de trilla, caballos mansos, caballos mansos de silla, potros y potrancas. Del total de los animales con las diferentes denominaciones, y considerando a los animales de trabajo a los consignados como: de trilla; mismos que suman 37.79% del total, además 4.6% que fueron presentados como caballos y yeguas de arado. Por último, las mulas se consignan como de carga, de aperos, de arado, de recua, de recua aparejadas, mansas y de reja.

De acuerdo con la terminología utilizada y con la correspondencia de términos y prácticas vigentes en la actualidad, se deduce que las actividades que se realizaban con los animales corresponden al uso como animales para el tiro de arado; animales para la trilla; animales para carga o recua y animales para silla. Sumados todos los animales que incluyen denominación específica, alcanzan 55.8% del total, lo cual nos habla de explotaciones que se dedicaban a la producción, en donde los animales eran importantes.

Los animales denominados de arado, se empleaban para el tiro de arado y seguramente otros instrumentos agrícolas indispensables para la producción de cultivos. Seguramente, las prácticas, en función de la especie cultivada, eran roturación del terreno antes de la siembra, surcado o remoción del suelo antes de la siembra, y la remoción del suelo para las escardas y aporques en el caso del cultivo de maíz. Para lo anterior se incluyen las tres especies enlistadas en el documento: bovinos, caballos y mulas.

Para el caso de los 7040 bueyes que aparecen contabilizados en el documento, corresponde a un 55.2% la denominación de "bueyes de arado", cantidad que resulta de mayor importancia relativa en comparación con las otras especies; en las cuales únicamente se relacionan 140 "caballos de arado", cantidad que representa 4.6% del total de los equinos reportados y las 1711 "mulas de arado" corresponden a un 60.6 % de las cabezas de la especie.

Del total de especies y sus respectivas cantidades reportadas como animales de arado, 67.7% corresponde a vacunos, 29.8% a mulas y 2.43 a caballos. Por otro lado, considerando el total de la superficie cultivada en las haciendas y ranchos de Tlaxcala en 1712, entre el total de animales usados para arado, le corresponde 8.7 ha por animal, cantidad que resulta apropiada, en el supuesto de cultivos de temporal, una combinación de cultivos sin escarda, tal es el caso de trigo y cebada, y aquellos como el maíz que requiere dos escardas, y por ello, el trabajo con animales se incrementa; tal y como lo establece Cruz (1997), para México en el siglo XX.

La presentación de los caballos como animales de trilla, de manera específica, habla de la importancia de la especie para esta actividad y también de la importancia de la actividad. A pesar de que en el documento sólo se consigne 37 de los 3014 que componen el total.

La trilla es una práctica que forma parte del procesamiento de la cosecha de granos como el trigo, cebada, avena y algunas leguminosas como el haba, lenteja (Lens culinaris), alverjón. Consiste en el paso continuo de los animales sobre las espigas o legumbres, hasta que se logra el desprendimiento del grano; generalmente se realiza en espacios acondicionados conocidos como eras, en las que además, su ubicación coincide con la presencia de vientos locales que permiten el "aventado", práctica en la cual se utiliza el movimiento del aire para separar el grano de la paja.

De las 2820 mulas reportadas con algún uso, corresponden al 72% del total de mulas reportadas en el documento; de éstas, 60.6% corresponde a los animales usados para el tiro de arado. La cantidad de mulas usadas para arado es muy elevada y contradice de manera contundente, cuando menos para Tlaxcala en 1712, la idea de que las mulas no eran usadas para el tiro de arado, situación heredada de la tradición tecnológica española, ya que los españoles usaron a los bueyes como animales para el tiro de arado (Foster, 1962). El hecho de que 60.6% del total de mulas sean utilizadas para el tiro de arado, establece la importancia y preferencia de la especie como animal de trabajo para el tiro de arado, contrasta con el hecho de que como animales de carga sólo se presenten 11.6%, misma que resulta pequeña, ya que las mulas, en la cultura española, son empleadas preferentemente en el trasporte de cargas.

 

Conclusiones

A principios del siglo XVIII, en las haciendas y ranchos de Tlaxcala, era común la utilización de la fuerza de los animales para realizar las diferentes prácticas agrícolas. Un dato para comprobar lo anterior lo constituye la relación proporcional que se guarda entre el número de animales reportados y la superficie que se cultivaba en cada una de las explotaciones. También se poseían animales para la trilla, necesarios en las explotaciones productoras de cereales de grano pequeño y leguminosas.

La consignación de animales para actividades relacionadas con el trabajo habla de la especialización de los animales en alguna práctica en particular y se corresponde con la cultura de uso de los animales en el mundo. Sin embargo, la información obtenida a partir de la publicación de las Haciendas y Ranchos de Tlaxcala en 1712, contradice la tradición tecnológica española, relacionada con el uso de las mulas como animales de carga y la preferencia de los bueyes como animales para el tiro de instrumentos agrícolas y específicamente del arado. Las mulas fueron importantes en el siglo XVIII en Tlaxcala, como fuentes de energía para el tiro del arado.

 

Literatura citada

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