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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.7 no.1 Texcoco ene./abr. 2010

 

La lucha por las aguas en las altas montañas en comunidades de los Andes (Ecuador), los Pirineos (Francia) y el Alto Atlas (Marruecos)

 

The struggle over water in high mountain communities in the Andes (Ecuador), the Pyrenees (France) and the High Atlas (Morocco)

 

Thierry Ruf

 

Institut de Recherce pour le Développement (IRD). Francia. (thierry.ruf@ird.fr)

 

Resumen

Allan (2000) ha presentado una teoría general del crecimiento del uso del agua en los dos últimos siglos, con cinco fases históricas: premoderna, moderna industrial, ecológica, económica y político -institucional, con una diferencia entre el Norte (con mezcla de las tres últimas fases) y del Sur (quedándose en la fase de misión hidráulica industrial). Comparando historias singulares de Urcuquí, al norte de los Andes ecuatorianos, de Prades en los Pirineos -Orientales en Francia y del valle de Ait Bougmez en el Alto Atlas marroquí, percibimos que la organización es un proceso discontinuo y evolutivo, dando lugar a conflictos múltiples sobre espacios y a escalas variadas. Para superarlos, las comunidades locales establecieron instituciones de reparto de los recursos y del arbitraje de los derechos de agua, cuya persistencia varía según los lugares y los períodos históricos. Vemos cómo el desarrollo historico no es lineal ni simple, sino que depende de momentos de la contrucción de compromisos sociales sobre el manejo de recursos comunes.

Palabras clave: Historia, institución, irrigación, resolución de conflictos, territorio.

 

Abstract

Allan (2000) has presented a general theory on the increase in water use over the past two centuries, with five historical phases: pre-modern, industrial modern, ecological, economic and political-institutional, with differences between the North (a mixture of the last three phases) and the South (which remains in the phase of industrial hydraulic mission). When comparing unique histories from Urcuquí, in the northern Ecuador Andes, Prades in the western Pyrenees in France, and the valley of Ait Bougmez in the Moroccan High Atlas, we perceive that organization is a discontinuous and evolutionary process, giving place to multiple conflicts regarding spaces at varied scales. To overcome them, the local communities established institutions for resource distribution and regulation of water rights, whose persistence varies depending on the location and the historical periods. We can see how historical development is not linear nor simple, but rather it depends on moments when social commitments are made regarding the management of common resources.

Key words: History, institution, irrigation, conflict resolution, territory.

 

Introducción

Allan (2000) propuso una teoría general del desarrollo hidráulico en el que la expansión de los usos del agua se presenta en el siglo XIX sobre bases tradicionales, tiene un desarrollo espectacular durante un siglo con la industrialización, y luego encuentra una inflexión como consecuencia de los debates ecológicos, económicos y políticos a escala mundial (Figura 1). Me pareció interesante confrontar este modelo general con situaciones montañesas que constituyen, en cierto modo, sitios ejemplares, en la medida en que se puede documentar el espacio acondicionado y las modalidades de aparición de fenómenos de escasez del agua.

Los grandes macizos montañosos de las zonas mediterráneas e intertropicales están constituidos por múltiples laderas, algunas recibiendo muchas lluvias y otras muy afectadas por la aridez local, a causa de fenómenos climáticos característicos del medio ambiente de montaña. Así, el agua es, por periodos, abundante, inaccesible, y casi siempre objeto de usos múltiples.

Encontramos en la historia rastros múltiples de conflictos de uso de las aguas de la montaña. Las sociedades de montaña, en el momento de la construcción de las obras hidráulicas, fundaron las instituciones para poder administrarlas, para arbitrar los litigios por procedimientos adecuados que permitían la elaboración de reglas de uso y el reconocimiento de derechos comunitarios sobre las aguas de su territorio.

El trabajo se apoya en estudios diversos y diacrónicos de las organizaciones hidráulicas agrícolas durante varios siglos: fundación de redes de canales, extensión de perímetros irrigados, yuxtaposición o superposición de sistemas de épocas diferentes: la ladera de Urcuqui al norte los Andes ecuatorianos, el de Prades en los Pirineos -Orientales en Francia, y el valle de Ait Bougmez en el Alto Atlas marroquí.

 

Comparación de los territorios hidráulicos montañeses

En el Ecuador el espacio montañés es vasto, relativamente aislado de las grandes llanuras de la Costa Pacífica y de la Amazonia. Fue poblado antiguamente y los pobladores se preocuparon muy temprano del agua (Gondard y López, 1983) El paisaje andino del Ecuador se percibe a la escala de grandes cuencas de 1 000 a 10 000 km2, con macizos cuyas cumbres sobrepasan los 5 000 m de altitud (Figura 2, Cuenca del rio Mira en el Norte del Ecuador).

Las cuencas andinas corresponden a la historia de la población y a la organización política y cultural de las etnias indias.

La red hidrográfica y las líneas de crestas del relieve son las líneas de fuerza que definen los espacios apropiados y administrados por comunidades campesinas: para cada comunidad, su territorio se comprende como una zona de residencia, un territorio agropastoral y forestal, un conjunto de uno o varios grupos sociales que reglamentan el acceso a los recursos diversos y locales. Este espacio montañés corresponde a veces a una pequeña cuenca, o un alto valle. En el caso de los Andes ecuatorianos, el espacio comunitario se calca más generalmente sobre las "interfluviales" entre los grandes torrentes, como el caso de Urcuquí (encuadrado rojo -Figura 2).

En los Pirineos-Orientales el espacio montañés tuvo también un cierto enclavado en relación con la gran llanura de Roussillon (Figura 3). Las poblaciones de montaña tienen lazos con las de la llanura (lengua catalana), y el aislamiento no es tan pronunciado como en Ecuador o en Marruecos. La organización hidráulica de los tres principales valles (Têt, Tech y Agly) fue descrita en el siglo XIX (Tastu, 1874). Contiene, como en el Ecuador, las series sucesivas y yuxtapuestas de territorios estructurados por los canales de riego. Así, el valle central, Têt, comprende a la vez sistemas montañeses y deltaicos. Los del alto valle son complejos y organizados por comunidades locales cuyos territorios incluyen los campos irrigados (regatiu), las parcelas de secano, los pastos y los bosques mediterráneos. El espacio comunitario, como en los Andes, se basa en "interfluviales" entre los torrentes afluentes de Têt, como se ve en el caso de las redes de Prades en Conflent (encuadrado en Figura. 3).

En el Alto Atlas central, la cuenca del oued Lakhdar, al cual nos referimos, contiene también estas estructuras laterales de parte y de otras del río principal, con torrentes (asif) utilizados por los grupos tribales aliados y rivales y fuertemente enclavados e históricamente resistentes a los poderes centrales de la llanura de Haouz de Marrakech.

No disponemos del mapa completo de la alta cuenca (Figura 4), sino sólo del mapa del valle de Ait Bougmez, cuyo asif del mismo nombre es un afluente del oued Lakhdar (encuadrado en Figura 4). El espacio irrigado se inscribe de parte y otras del río y de sus dos asif, aguas arriba, el de Rbat y el de Ait Hakim. A escala más local, los diversos pueblos, que se reparten las fuentes perennes del valle y las aguas que corren por los asifs, tienen territorios delimitados por pequeños ríos laterales, dando lugar a una serie de segmentos sucesivos de valles. Las aguas son objeto de apropiación compleja y de acuerdos interlugareños, pero a veces también de confrontaciones difícilmente arbitradas entre asambleas lugareñas (jmad), autoridades de justicia acostumbrada (Jeque), autoridad de policía (Caid) o de justicia (tribunales de diferentes órdenes).

Estos tres ejemplos de territorios montañeses subrayan la exigencia de una geografía crítica de los espacios hidráulicos. Hay que extraerse de la sola visión de las superficies de escurrimiento de la hidrología que pretende establecer balance de recursos en agua por el estudio de cuencas, unidad de aprehensión de la oferta de agua. Cuando las sociedades humanas modifican los trayectos de las aguas, otros espacios se crean, que buscan repartir recursos hidráulicos en el ámbito de territorios específicos que Balsan et al. (2008) juiciosamente denominó en francés "bassin déversant", unidad de aprensión de la demanda en agua. Arriesgamos la expresión anticuenca o cuenca repartidora. De manera general, el espacio montañés es compuesto, a veces funcionando como series de cuencas interdependientes y yuxtapuestas, y a veces como cuencas repartidoras diversas e interdependientes. En nuestros diferentes casos de estudio, la noción de "interfluvial" es tan importante como la noción de valle montañés (Figura 5).

 

Cercar las dinámicas de las relaciones aguas - tierras - sociedades sobre un período histórico largo

Para explicar los fenómenos de influencia de las sociedades montañesas sobre los recursos, esquematizamos las evoluciones sucesivas en figuras que simbolizan lo esencial de transformaciones que se producen a veces sobre varios siglos, según secuencias temporales cuyo desarrollo no es lineal, sino marcado por transformaciones, períodos de rutina y de roturas en un espacio escalonado y sometido de manera diferencial a la aridez temporal.

 

El espacio escalonado

Las poblaciones rurales viven en un paisaje estructurado, a causa de diferenciaciones climáticas relacionadas con la altitud y las características de los suelos y aguas riego o lluvia las que acentúan las diferenciaciones horizontales. El escalamiento toma un sentido frente a las posibilidades de cultura limitadas por las temperaturas, la sequedad y la retención de las aguas en los suelos. En Ecuador (Figura 6), la población vive en el piso templado pero es la expresión "piso del maíz" la que da cuenta mejor de un mundo rural centrado sobre esta base alimenticia. Más arriba, el piso de las papas y otros tubérculos andinos implica otras condiciones de producción y de conservación de estas bases alimenticias. En Marruecos la población vive principalmente en un piso donde las producciones de cereales son, particularmente el maíz en el verano.

Más arriba, es el campo pastoral el que domina. En los Pirineos-Orientales, la población nativa que vive alrededor de la montana Canigou también ocupa las zonas intermedias entre las altas montañas y el eje del río Têt. Estos espacios recibieron riego en diferentes periodos históricos, sobre todo en los pastizales (El lema de la ciudad de Prades de Conflent es esclarecedor : "Que les prairies verdissent!").

 

Las dinámicas de colonización lateral y vertical del espacio

En un nivel juegan combinaciones particulares de factores locales y regionales: los "terroirs" montañeses se transforman con las distintas comunidades humanas que los controlan. La extensión de las sociedades locales se realiza según los dos ejes posibles: la conquista lateral de las tierras del mismo piso (Figura 7), y el control vertical de las tierras altas y bajas (Figura 8). De hecho, los sistemas de producción montañeses asocian actividades de recolección, caza, agricultura y ganadería en los pisos superiores o inferiores al piso de residencia principal. La complementariedad juega en varios niveles. Los montañeses pretenden diversificar las bases alimenticias o enriquecerlas con condimentos. Quieren garantizar soldaduras alimenticias gracias a los desfases de los períodos de cosecha. Encuentran recursos energéticos, minerales, orgánicos, que faltan en el piso de residencia principal. Intentan transferir recursos hídricos del piso superior, a menudo más regado, hacia los pisos inferiores. Los accesos a los recursos pudieron controlarse a tiempos diferentes durante la historia del asentamiento y los litigios para el uso de los recursos, bosques, tierras cultivables y agua disponibles. Pero, con el desarrollo de las sociedades rurales, los convenios permitieron a los distintos grupos presentes sobre una ladera establecer reglas del juego que integran los distintos recursos y corrigen desigualdades de acceso o situaciones de ingresos. Así, cómo se pudo constatar en los tres macizos, las relaciones de las aguas no son independientes de aquellas entre bosques y pastos.

 

El proceso de adaptación hidráulico

Las estructuras hidráulicas se superponen al escalonamiento montañés. Las sociedades deben controlar los accesos de propiedad de la tierra en los distintos pisos, y administrar el agua en cada nivel. El espacio se vuelve más complejo aún: a los repartos horizontales y a los territorios de las distintas comunidades se añaden unidades de gestión del agua (Figura 9).

A. las cuencas vertientes se convierten en espacios principales: la lluvia produce caudales torrenciales. Se convierten en lo que está en juego entre las comunidades.

B. las líneas estratégicas de los escurrimientos torrenciales.

C. los puntos de tomas del agua sobre los torrentes: cuanto más aguas abajo más abundante es el agua, pero hay un riesgo de toma por otra comunidad aguas arriba.

D. las líneas artificiales de los canales que garantizan la transferencia del agua en condiciones a menudo difíciles. El mantenimiento depende de la organización de los usuarios del agua.

E. puntos de división que reflejan los acuerdos entre comunidades.

F. espacios de utilización del agua donde se regula la distribución social del recurso.

 

El crecimiento de los litigios sobre los recursos hidráulicos

El piso superior proporciona el recurso al piso inferior (Figura 10), pero esta transferencia será objeto de conflictos en la sociedad local entre grupos cada vez más enfrentados cuyos controles sobre la propiedad de la tierra difieren en los distintos pisos agroclimáticos.

Más concretamente la cuenca A, definida en relación con la toma "a" es el espacio complementario del perímetro administrado por la comunidad A. Pero la intrusión del grupo social B cuestiona la transferencia del agua. B recoge el agua dentro del territorio que A consideraba reservado. Nace un conflicto territorial sobre espacios dobles: las cuencas vertientes por una parte, los perímetros arreglados por otra, o sea lo que denominamos cuenca repartidora o anticuenca.

Una autoridad reconocida por A y B zanja el conflicto (o se impone sobre los dos beligerantes). Se trata de una autoridad política que engloba: feudal, religiosa, real, o republicana, o puede ser también una autoridad jurídica local, por ejemplo un tribunal profesional de las aguas.

 

La historia reconstituida de la conquista del agua

La historia de las adaptaciones es una marcha conflictual que evoluciona según los niveles de saturación de las aguas accesibles. Los perfeccionamientos hidráulicos: captaciones, acueductos, sifones y túneles, permiten buscar el agua que era antes inaccesible. ¡No se trata de un simple curso al progreso! Realmente la hidráulica de montana es una larga cadena de adaptaciones superpuestas. En la Figura 11 se esquematiza lo encontrado en varias regiones de montaña a partir de iniciativas indias o indígenas, es decir, de pueblos nativos, seguidas de hidráulica religiosa, luego de proyectos privados y, finalmente, de adaptación pública, a menudo autoritaria. Al disponer a la vez de una muy buena representación actual de las redes y de archivos que permiten recomponer la historia de los conflictos locales, se puede elaborar un cuadro preciso de las innovaciones, de la creación de canales, de las formas de gestión de las aguas y de conflicto de los derechos. Se llega a entender las situaciones actuales de los protagonistas y sus relaciones.

 

El producto de la diferenciación social, el acceso desigual a los recursos

Se observan fácilmente tres grandes tipos de acuerdos especialmente desiguales in situ (Figura 12): la exclusión lateral lleva al gran propietario a tomar el conjunto del agua sobre la mitad de la ladera, los campesinos disponiendo de acceso a la otra mitad de la ladera en todos los pisos, pero sin riego.

La exclusión vertical confina a los campesinos en los pisos superiores, fríos, siempre sin riego. El gran propietario dispone de tierras calientes y la exclusividad del agua.

En cambio, en la exclusión horizontal, los campesinos se encuentran más abajo de la gran propiedad que dispone del privilegio de controlar las fuentes de riego y limitar eventualmente el acceso a los usuarios de la parte baja.

 

La importancia de las relaciones sociales y, en particular, del trabajo en la montaña

La economía rural en la montaña debe tener en cuenta los espacios del trabajo: algunas unidades espaciales recogen el trabajo que procede de otros lugares: unas zonas se vacian, se vuelven extensivas, otras se densifican, intensifican la producción (Figura 13). Algunas tierras evolucionan hacia actividades no agrícolas.

La gestión colectiva del agua es muy dependiente de estos flujos y estas transformaciones de los usos en un territorio. Las incidencias son a veces indirectas, por ejemplo cuando los campesinos más pobres se ausentan de su lugar de residencia y no pueden ya participar en los trabajos comunales, asistir a las asambleas o simplemente regar en los días y horas previstos.

 

Conclusión

A la confección de normas de gestión comunitaria, se añade el ejercicio del poder político central que actúa según un modelo que le es propio, buscando la alianza y el control de las comunidades montañesas o, al contrario, cuestionando los hábitos y actuando como dueño de los recursos. Los intereses privados se interponen con particulares que se apropian las tierras y las aguas según modalidades exclusivas. Conservadores e innovadores se enfrentan en el juego institucional y político que sobrepasa desde hace siglos el marco geográfico de los valles y cuencas.

En la actualidad, las comunidades rurales de montañas, herederas del patrimonio hidráulico, se integran a la economía mundial. Ante la influencia de las autoridades públicas sobre el recurso hidráulico, los métodos de gestión comunitarios del agua siguen siendo muy específicos, puesto que están vinculados a las trayectorias históricas consustanciales a cada territorio. Deben adaptarse a causa de las transformaciones de la agricultura y las exigencias de suministro de agua de las ciudades y pueblos, y hacer frente a los pesos crecientes de los protagonistas privados del agua.

 

Literatura Consultada

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