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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.7 no.1 Texcoco ene./abr. 2010

 

Cambios en los ríos y cuencas de México en el siglo XX: la Cuenca Sabinos-Zula en Jalisco

 

Changes in Mexico's rivers and basins during the 20th Century: the Sabinos-Zula basin in Jalisco

 

Juan M. Durán-Juárez1 y Adriana Hernández-García2

 

1 Departamento de Estudios Socio-Urbanos del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara. Tel. (01-33) 36502943. (jmduran@fuentes.csh.udg.mx).

2 Centro Universitario de la Ciénega de la Universidad de Guadalajara. Avenida Universidad 1115, Carretera Ocotlán-Tototlán, Ocotlán, Jalisco (adrianahg@hotmail.com)

 

Resumen

La abundancia de agua en la cuenca del río Zula fue un importante referente para la instalación y crecimiento de los pobladores de los pueblos de Arandas, Atotonilco el Alto, Tototlán y Ocotlán. Sin embargo la integración de los municipios al desarrollo económico de la segunda mitad del siglo veinte transformó la calidad del cauce del río. En las últimas décadas dos de los principales cambios que impactan al río Zula son: el crecimiento urbano y el auge de la industria tequilera. El incremento de la popularidad del tequila en la década de los setenta lo ha convertido en una bebida de consumo global, proceso que se consolidó con la denominación de origen tequila (DOT), y la creación de organismos reguladores permitieron la vigilancia y protección productiva del Agave tequilana weber. A tres décadas del auge en los mercados nacionales e internacionales, la creciente producción de agave-tequila ha transformado el entorno ambiental de la cuenca del Río Zula. Este documento se refiere al Río Zula,3 en Jalisco, México, a los cambios que se dieron en los municipios que forman caudal, y a los impactos ambientales en su cuenca durante el siglo XX.

Palabras clave: Agave, agua, ambiente, cuenca, tequila.

 

Abstract

Water abundance in the Zula river basin was an important reference for the establishment and growth of populations in the towns of Arandas, Atotonilco el Alto, Tototlán and Ocotlán. However, integration of municipalities into economic development during the second half of the 20th Century transformed the quality of the river watercourse. In the last decades, two of the principal changes that affect the Zula river are: urban growth and the tequila industry boom. The increase in tequila's popularity during the 1970s has made it a drink of global consumption, a process that was consolidated with the tequila designation of origin (TDO), and the creation of regulating organizations which allowed the vigilance and productive protection of Agave tequilana Weber. Three decades after the peak in national and international markets, the growing production of agave-tequila has transformed the environment of the Zula river basin. This document refers to Río Zula3, in Jalisco, México, to the changes that have occurred in the municipalities that make up the watercourse, and to the environmental factors that have impacted its basin during the 20th Century.

Key words: Agave, water, environment, basin, tequila.

 

Localización y orígenes de las poblaciones del río Zula

El río Zula4 nace en el lado noreste de Arandas, de la unión de varios arroyos, manantiales y nacimientos de agua, en la cota 2100 msnm; recorre alrededor de 100 a 115 km, (CEAS, 2006) hacia el sur de Arandas y Atotonilco el Alto en la cota de 1600 msnm. Posteriormente recibe las aguas del Arroyo el Chico, aguas residuales y escurrimientos de la cabecera del municipio de Tototlán (CEAS, 2006), para seguir hacia el municipio de Ocotlán hasta desembocar en el río Santiago en una cota de 1530 msnm (Figura 1).

Fundados en tiempos prehispánicos, los municipios de Atotonilco el Alto, Tototlán y Ocotlán comparten un pasado indígena y el agua como base de su existencia. Para 1530, a la llegada de los españoles, Atotonilco el Alto y Ocotlán formaban parte del señorío de Coinan, hoy territorio de Tototlán; mientras que los pueblos indígenas que habitaban el territorio que hoy es Arandas hasta el Peñón Blanco en San Luis Potosí, mantenían otra estructura y un estilo de vida diferente, de modo que la Corona los consideraba nómadas y sin tierra propia.

El origen de Arandas se dio hacia el siglo XVIII como resultado del establecimiento de pobladores de cultura ibérica a través de las mercedes de tierras (Martínez y Gándara, 1976; Martínez, 1997; Hernández, 2007) que transformaron los patrones económicos y uso de los recursos, lo que generó culturas diversas en un mismo territorio. Las principales haciendas de Arandas fueron; la de Santa Anna Apacueco, cuyo origen fue una merced y tuvo su auge en 1702. Asimismo, la hacienda de Jalpa, cuya merced fue en 1605. Y el tercero fue el mayorazgo de Milpillas, cuya merced definitiva se dió en 1645.

En el periodo colonial los usos del agua en la cuenca del Río Zula estaban a cargo de las haciendas y habitantes ribereños, para realizar actividades de riego para producción y traslado de bienes hacia las zonas mineras del norte del país, amén de las actividades de pesca y la agricultura para el autoconsumo. El sistema productivo de las haciendas (herederas del sistema colonial) predominó del siglo XVII hasta principios del XIX. Sin embargo, causas diversas como el movimiento de Independencia de México, que afectó a la minería, y el incremento de las deudas que los propietarios tenían con la iglesia generó la división y venta de las grandes propiedades (Hernández, 2007); mientras que las familias de hacendados migraron a la ciudad de Guadalajara (Indagador, 1994).

 

Administración local y uso cultural del río

La división de las haciendas favoreció la aparición de nuevos dueños y la división de fincas y ranchos que se establecieron cerca de la cuenca del Río Zula. El aumento de las propiedades, y una mayor actividad productiva promovió la conformación urbana en las cabeceras municipales de Arandas, Atotonilco y Ocotlán. Sin embargo los cambios en la fisonomía de los pueblos no transformaron los usos que las poblaciones tenían con el río para las actividades diarias.

A lo largo del Río Zula, en arroyos, nacimientos de agua y manantiales, los pobladores se dotaban de agua para los quehaceres diarios, o la compraban a los aguadores que la transportaban en burros y la recolectaban de la lluvia (Torres Rodríguez, 2003). En menor grado se contaba con pozos o norias en algunas casas. Los habitantes de éstos municipios mantenían una relación cotidiana y permanente con el Zula: en el río se lavaba la ropa y trastos de cocinar, el agua del río estaba "sana", "clara" y cristalina, de manera que iban con cántaros para llenarlos y utilizarla para cocinar y beber. Las mujeres salían de sus casas con canastos llenos de ropa para ir a lavar al río, y el aseo y baño de la familia se hacían en sus orillas.

En el Río Zula se desarrollaban actividades cotidianas y celebraciones importantes, como ir de de paseo en los días de la Semana Santa: "el agua llevaba bastante corriente, se iba de paseo en semana santa, no iba a pagar a los balnearios"; "era un centro de unión de la comunidad, iban a convivir con las demás personas en semana santa".5 Entonces se acudía al río cuando se quería festejar, los días domingos, y los días de fiesta familiar.

En las fiestas patronales de Arandas, Atotonilco el alto y Ocotlán, eran frecuentes las peregrinaciones realizadas por grupos de personas caminando como pago de favores recibidos por los santos y vírgenes. En la costumbre de ir a visitar a los santos y vírgenes en su día, acampaban a las orillas del río para descansar, comer y hasta dormir para seguir con su peregrinar; por lo que la función del río también era proveer alimento. Las personas iban al río a pescar para la comida del día. Hasta finales del siglo XIX los usos del agua en el Río Zula se requerían para el abastecimiento local y de autoconsumo de los pueblos, lo que estaba regido por la lógica de uso racional y la conservación del recurso que valoraban y consideraban propio.

 

La instalación del ferrocarril y nuevos usos del agua

El 15 de mayo de 1888 se inauguró el primer ramal del Ferrocarril Central Mexicano, que conectó Irapuato con Guadalajara. Para 1900 la vía ferroviaria tenía una extensión de 548 km en el estado de Jalisco, y se conectaba a las vías de Lagos de Moreno, con la de Irapuato a Guadalajara (Santoscoy, 1984:443). Para principios del siglo XX la producción de artículos industriales en el Estado se calculaba en $30 000 000 (Santoscoy, 1984) (excluyendo el minero).

La instalación del Ferrocarril Central Mexicano propició que nuevos ramos de producción fabril se produjeran en los cuatro municipios del Zula, como fábricas de aceite, de aguardiente, molinos de harina, fábricas de jabón, fábricas de cigarros (puros) y cigarrillos de papel, fábricas de zapatos y de curtimiento de pieles.

La abundancia de agua en la cuenca del río Zula favoreció la conexión entre el Ferrocarril Central Mexicano con el Río Santiago y el lago de Chapala, lo que impactó también a otras regiones vecinas a la estación de Ocotlán; así como las principales actividades económicas: la agricultura, la pesca, la ganadería y la agroindustria. Al embarcadero de Ocotlán acudían las grandes y pequeñas embarcaciones de todos los pueblos aledaños, y los de algunos lugares de Michoacán, para ser conducidos por ferrocarril a diferentes partes de la República. También ocurría la cría de pescado blanco, bagre, charal, mojarra y carpa (Montes de Oca, 1947).

"En la época de bonanza de Ocotlán por tener el embarcadero como "puerto" del lago, había en aquel hasta cien canoas de vela, para carga; cincuenta medianas de remos, un vapor y los botes listados. Iban a Tizapan, Tuxcueca, Cojumatlán, la Palma, San Luis Soyatlán, San Cristóbal, Jocotepec, Chapala, Ajijic, San Antonio, San Nicolás, San Medro, Mezcala, Jamay, San pedro Caro, Pajacuarán, La Palmita, Ibarra y La Barca" (Montes de Oca, 1947:24).

La abundancia de agua en el Río Zula, el Santiago y del lago de Chapala, facilitaron que los pueblos de la cuenca del Zula aprovecharan el impulso económico. A la par de los vapores, las canoas y botes de gasolina que recorrían el "mar Chapálico", llamado así por los habitantes, y el río de Zula que limita la población por el Oriente y el Sur, hasta unirse con el río Santiago por el Poniente.6 Ochoa (2008) señala la influencia que tuvo el lago de Chapala en la música a partir del traslado de mariachis entre localidades como La Barca, Ocotlán, Chapala, Sahuayo y Tizapán, entre otros.

Ay qué bonito Chapala
Bonito su lago para irse a pasear.
Qué, qué bonitos paseos
Desde esa casita a ese manglar
(Ochoa, 2008:16)

El auge del ferrocarril como principal medio de transporte fue reemplazado paulatinamente en la década de los treinta, cuando se comenzaron a construir las carreteras para lograr una mayor fluidez del tránsito entre la ciudad de Guadalajara y la ciudad de México. Sin embargo, con las vías de comunicación y de transporte, ya se habían instalado nuevas tecnologías como botes de gasolina que recorrían a diario los ríos Santiago y Zula, dos oficinas telegráficas, servicio telefónico, oficinas de correos, trenes, tranvías de tracción animal, automóviles y camiones, carros y vapores.

En el periodo de auge del ferrocarril el río Zula adquirió nuevos valores que transformaron los usos locales por usos comerciales y de transporte del agua; mientras los habitantes de los pueblos se acercaron a otras regiones y sobre todo a las principales ciudades, las cuales influyeron en las siguientes décadas en que las poblaciones conformaran nuevas formas de vida urbana, con las costumbres citadinas y la adopción de nuevas tecnologías.

 

Nuevas reglas de acceso al agua en el estado posrevolucionario

Las nuevas formas de administrar el agua que el estado posrevolucionario instauró en las regiones del país afectaron a los usuarios del Río Zula, sobre todo a los agricultores. El proceso de reconstrucción nacional y de nacionalización de las aguas superficiales requirieron planes en que los ingenieros-políticos; "lograron traducir y adaptar un fenómeno mundial de gran complejidad; a saber, el optimismo basado en las posibilidades del desarrollo científico y en la concreción de éste en la notable innovación tecnológica en materia hidráulica" (Aboites Aguilar, 2000:96). Esta "traducción" de los proyectos de innovación tecnológica y de desarrollo pretendía aportar luz eléctrica a todo el país, pero sobre todo cambiar el paisaje mayoritariamente rural por uno urbano, en donde se albergaran industrias que llevarían al país al tan deseado desarrollo económico.

Las reformas a la Constitución de 1917 definieron los nuevos accesos de los ríos por parte de dueños de ranchos, haciendas y otro tipo de propiedades rurales. Mediante cambios legales y administrativos, los dueños o titulares debían solicitar la "confirmación" o la "concesión" del derecho al uso de las aguas superficiales, ahora nacionales. El Reglamento de la Ley de Aguas, vigente en las primeras décadas del siglo XX, señala en su artículo 63 que en las solicitudes de confirmación de uso y aprovechamiento de aguas de jurisdicción federal se tomará en cuenta lo siguiente:

I. El objeto a que se destinan las aguas, según el título respectivo, II. La cantidad de agua que exprese el título, III, si el agua se emplea para riego, la extensión y demás circunstancias de los terrenos regados y IV. Si por el uso a que se destina el agua esta es devuelta total o parcialmente a su cauce, se mencionará el lugar de salida y la cantidad aproximada de agua que devuelve.

En el contexto de las reformas legales, en la cuenca del Zula se originaron otros nuevos usuarios del agua —los ejidos— que requerían el recurso para sus tierras, y por ende la extracción de mayores volúmenes de agua para riego.

El proceso administrativo federal multiplicó los trámites que los propietarios debían realizar; por lo que tuvieron que contratar asesoría especializada de Guadalajara; por lo que cada expediente transitaba entre el Distrito Federal, Guadalajara y el domicilio del solicitante. A pesar de que el Estado mexicano promovía un mejor proceso de administración, coordinación y dotación de agua a través de una nueva Ley sobre Irrigación con Aguas Federales (1926), complementaria al Artículo 27 constitucional (de 1917 y sus reformas posteriores), aunado a nuevos órganos encargados, como la Comisión Nacional de Irrigación (1926), la Secretaría de Recursos Hidráulicos (1976), en la práctica el ejercicio de gestión entre los niveles federales y estatales y los usuarios se fue complicando, hasta hacer desistir a veces a los solicitantes.

 

Agua para las ciudades y la industria tequilera

Son dos los principales cambios que se llevaron a cabo en la segunda mitad del siglo veinte en la cuenca del Río Zula: el crecimiento urbano y el crecimiento de la industria tequilera. Dada la saturación de las zonas industriales en la ciudad de Guadalajara, los gobiernos estatales promovieron, mediante planes de desarrollo regional, la creación de nuevos centros industriales. La cercanía con la capital del estado (75 a 80 km) favoreció que se le adaptara para usos industriales y urbanos. En el contexto desarrollista, el agua adquirió un nuevo uso orientado al desarrollo industrial y urbano en tres de los cuatro municipios.

En la década de los setenta el paisaje pueblerino se transformó ante el cambio de la traza urbana, el incremento de obras públicas y la ampliación de servicios de centros urbanos como Arandas, Ocotlán, y Atotonilco el alto. El crecimiento urbano de Atotonilco el alto y Ocotlán se debió a que, entre 1950 y 1983, tuvieron un incremento de la población; mientras que para 1990 la población de Arandas tuvo un crecimiento mayor, junto con Ocotlán. En cuanto a la población total de la cuenca, en 1950 tenía 103 654 y en 2005, 241 447 habitantes en los cuatro municipios de la cuenca (Cuadro 1).

El incremento de la población de 103 654 a más del doble (241 447) en la cuenca del Río Zula, ha traído implicaciones nuevas como la deforestación de zonas boscosas, mayor utilización de agua para zonas urbanas y, sobre todo, la utilización del Río Zula para las descargas de aguas municipales y urbanas.

 

Crecimiento de la producción de agave-tequila

El crecimiento de la industria tequilera en la cuenca del Río Zula se debe a causas diferentes de los planes de industrialización del gobierno del estado. Sin embargo, la modernización de carreteras y ciudades ha favorecido la instalación de plantas tequileras y el traslado de agave hacia empresas localizadas mayoritariamente cerca de las carreteras principales.

El tequila es una bebida alcohólica mexicana que se obtiene por fermentación, destilación y rectificación de mostos preparados con los azúcares extraídos de las cabezas del agave Azul tequilana weber (Anda, 1995:83 en Macías, 2001). Su producción tiene dos etapas principales en las que intervienen los actores regionales: el proceso productivo y su industrialización-comercialización; la fase agrícola e industrial. Luna (2002) señala que la producción agroindustrial del tequila tiene dos fases o etapas básicas: el proceso agrícola del cultivo del maguey y su transformación industrial.

La agroindustria en la región de Los Altos en sus primeros tiempos de desarrollo, tenía como características su calidad artesanal y el que la comercialización y la expansión se dieron de forma independiente y aislada del gobierno central (Luna Zamora, 2002:21). Poco antes de 1900 surgen las fábricas de tequila en la cuenca del río Zula, entre ellas la de don Porfirio Torres Vargas en el rancho El Centinela en Arandas y, posteriormente, la de don Pantaleón Orozco en la hacienda de Guadalupe (Luna Zamora, 1990:99).

La industria de tequila de Atotonilco se desarrolló en las décadas de los años veinte y treinta, cuando se instalaron tabernas clandestinas donde hubiera un ojo de agua y en las barrancas de dicho municipio (Hernández, 2007). Para los años 30 existían alrededor de 30 destilerías, y en la década de los cuarenta las fábricas de tequila establecidas en Arandas eran La Alteña, La Arandina, El Centinela, El Cabrito y El Caracol, además de la de don Jesús Valle; mientras que en Atotonilco existían El Centenario, La Vencedora, El Viejito, Arroyo Bonito, La Alegría, La Primavera, La Conquistadora, y probablemente otras tres más sobrevivieron un corto tiempo (Luna Zamora, 1990:100).

En las últimas décadas del siglo XX hubo cambios jurídicos y de reorganización del territorio en el sector agrícola en México. Un ejemplo de ello es que los campesinos (ejidatarios y minifundistas) perdieron el derecho a la sanidad pública y vieron cómo la burocracia rural seguía creciendo. Por su parte, los productores con parcelas irrigadas pudieron disfrutar de los programas de desarrollo integral que se impuso de nuevo en la política agraria. El ajuste se tradujo también en una disminución radical de los estímulos a la producción para las células comunales y ejidales (Bretón, 2000:337).

El panorama general del campo se caracterizó por la disminución de los precios reales del maíz y la baja calidad de las tierras productivas, hechos que no solventaron la brecha entre los costos de producción y los beneficios para garantizar la subsistencia campesina. En términos generales, se fue sustituyendo el cultivo de cereales por el de especies más rentables que podían venderse a mejores precios. La consecuencia de todo ello fue que, con el paso del tiempo, los habitantes del campo mexicano debieron migrar hacia las ciudades (Bretón, 2000:323).

El auge del tequila proviene de valoraciones como aquello que es tradicional, y que a su vez se legitima mediante imágenes, significados y símbolos nacionales. El tequila en la región resalta, "lo mexicano": el charro, la charrería, el sombrero charro, el jarabe tapatío, el mariachi, el jimador, el agave y el tequila, que integran los símbolos regionales que hablan de "lo mexicano". Otros autores señalan que el tequila representa símbolos que, al igual que la virgen morena, van más allá de cualquier localidad o región, más allá de los jaliscienses, y son parte de la identidad del ser "mexicano". El tequila se encuentra ligado al sombrero, al caballo y a la vida rural, cuya cultura está tan arraigada en nuestro pueblo. En última instancia, el tequila se ha asociado como parte del nacionalismo, que a veces raya en el chauvinismo, de nuestros compatriotas.

Para la década de 1970 la industria tequilera estaba integrada por 35 destilerías: 14 en el municipio de Tequila, dos en Amatitán y tres en El Arenal; y una en otros municipios como Zapopan, Tala, Acatlán de Juárez y Zapotlanejo; Guadalajara, Tepatitlán y Arandas tenían dos cada uno y Atotonilco el Alto tenía seis (Muriá, 1990). Muriá señala que, en términos generales, la industria del tequila se fue incrementando a lo largo del siglo XX, expandiéndose así los suelos para el cultivo de agave.

El contexto internacional favoreció al tequila, que se comienza a exportar a los EE. UU.; el fenómeno parece depender del consumo, así como de la "denominación de origen" promovida por empresarios del ramo y la Cámara Regional de la Industria Tequilera. El 9 de diciembre de 1974 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la resolución del 22 de noviembre de 1974 de la entonces Secretaría de Industria y Comercio, que otorgó la protección a la denominación de origen tequila, estableciendo un Territorio de Denominación de Origen (TDO) para esa bebida.

La zona productora de Denominación de Origen del Tequila incluye los municipios del Estado de Jalisco; 125, 8 de Nayarit, 7 de Guanajuato, 30 de Michoacán y 11 de Tamaulipas. Después de diversas modificaciones (el 13 de octubre de 1977, 3 de noviembre de 1999, y 26 de junio de 2000) el TDO, a la fecha, comprende 181 municipios.7

A tres décadas de la denominación de origen, se ha dado un fenómeno económico y social a partir de la ampliación en la agroindustria y los mecanismos que se han originado, echados a andar o movilizado. En el Cuadro 2 se puede apreciar el incremento en la producción de tequila en la segunda mitad del siglo veinte, que a su vez ha revolucionado las regiones y localidades tradicionales y las nuevas productoras de la bebida. (Ver Cuadro 3)

Hernández (2009, en prensa) destaca el crecimiento y diversidad de los distintos consumidores que actualmente prefieren beber tequila antes que otras bebidas. Un grupo está compuesto por mexicanos radicados en el extranjero, particularmente en EE. UU., y por los propios estadounidenses, que para el año 2004 consumieron 85 millones de litros de tequila, 78% del total de exportación, sobre todo en los estados con mayor presencia de mexicanos: California, Texas, Illinois, Colorado, Nuevo México, Arizona, Kansas. Otro grupo de consumidores que han incrementado su preferencia es el conformado por extranjeros que visitan México y hacen el recorrido turístico tequilero en las zonas productoras de la bebida. Los paquetes que se ofrecen incluyen la visita a Mundo Cuervo, viajes en el tren Tequila Express por Tequila y Amatitán, o bien hacia Arandas y Atotonilco el Alto, así como a las industrias destiladoras de agave. El paisaje que pueden apreciar quienes realizan estos recorridos ha sido clasificado como Paisaje Mundial por la UNESCO el 12 de julio de 2006.

En Jalisco hay 77 industrias tequileras, y 57.7% se localiza en la región Altos Sur. De agave tequilero, para 2006 Jalisco tenía 85.59%, y entre los principales municipios se encuentran Arandas y Atotonilco el alto (Macías y Valenzuela, 2007), lo que se debe a que la calidad del suelo se considera óptima para la producción de agave. En relación al patrón de cultivo, el agave se encuentra entre los principales cultivos del estado; para mayo de 2007 era el tercer cultivo de mayor extensión en el estado.

En los municipios del Río Zula, en el quinquenio 1999-2004 se incrementó la extensión de tierras dedicadas al agave, mientras que otros patrones de cultivo han disminuido; como el maíz, el sorgo, el trigo y hortalizas.

El aumento productivo de agave en suelos de Arandas, Atotonilco el alto, Tototlán y Ocotlán no ha implica necesariamente mayores ganancias y mejores niveles de vida para los productores, puesto que es un cultivo que compromete las tierras por un mínimo de cinco años, y los precios de compra dependen de los compradores, empresarios tequileros y del CRT.

El escenario local tequilero propicia que los productores disminuyan o dejen de sembrar alimentos cambiando a cultivos vendibles dentro del mercado internacional; así como los pescadores dejan de pescar debido a la contaminación de ríos y arroyos. A la par que disminuyen las fuentes de trabajo, se incrementa la necesidad de dinero (Bellinghausen, 2008).

 

Agua, ciudades y tequila: el río Zula ante una creciente problemática ambiental

La relación entre municipios, poblaciones y recursos naturales, y los ríos en particular, es vital para entender los cambios generados por la industria. Desde la perspectiva de los cambios en la relación de los habitantes con su entorno podemos comprender la profundidad de la aplicación del modelo de desarrollo urbano-industrial en la región Zula. Los ríos son, en este contexto, los espacios afectados por el cambio que ha significado el desarrollo de la región. La urbanización generó necesidades de vivienda y servicios a las localidades, pero acarreó la pérdida de los espacios locales de recreación, y no vino acompañada de planes de desarrollo estructurados, lo que ha provocado un crecimiento anárquico y poco amigable con el ambiente.

El incremento en la producción de agave ha implicado una mayor presión en la cuenca del Río Zula, debido a que los cambios productivos tienen impacto en la calidad y cantidad del agua. Si bien es cierto que el agave requiere de poca agua de riego, el incremento del uso de fertilizantes y agroquímicos en los suelos productivos tiene consecuencias negativas para los mantos freáticos, arroyos, nacimientos y manantiales que se dirigen al río. La pérdida de diversidad productiva y la mayor producción de agave genera la proliferación de plagas con mayor capacidad dañina que requieren del uso de químicos fuertes.

El crecimiento en la producción del agave tequilana weber tiene relación con la disminución y pérdida de la diversidad productiva. Mientras en el patrón productivo anterior al agave se cultivaban hasta siete diferentes productos en las parcelas, con el incremento en la producción disminuye a tres o menos cultivos; puesto que mientras la producción de cereales y hortalizas es anual, el agave requiere un mínimo de seis años para madurar; amén de que en los últimos años no se combinan cultivos, debido a que pueden competir por los nutrientes.

Sobre el tipo de suelos más favorables para la producción de agave, se consideran las laderas o lugares "vírgenes", debido a que conservan sus nutrientes y requieren menos fertilizantes. Las tierras con una producción permanente demandan cada vez más insumos, lo que incrementa el costo de producción.

Actualmente, sobre las aguas del Río Zula corre el agua residual, o vinazas, resultantes del proceso industrial del tequila, que por su contenido ácido y a altas temperaturas afectan la flora y fauna ribereña. A la par, la producción de agave ha generado la proliferación de plagas como el gusano cogollero (Spodoptera frugiper-da), anillo rojo (Rhadinaphelenchus cocophilus), pulguin, nizticuil, rinoceronte, sello rojo, barrenador (Cochliomyia hominivorax), gusano picudo (Chlorochroa ligata), cochinilla (Dactylapius coccus), cucurucho, y escama.8 Lo que implica el uso más frecuente de entre tres y cinco distintos tipos de fertilizantes, agroquímicos y "líquidos" que dicen los agaveros.

En 2006 la Comisión Estatal de Agua y Saneamiento (CEAS-JALISCO) realizó un estudio sobre el estado de contaminación de los Ríos Zula y Santiago. En el Cuadro 4 se exponen algunos de los resultados relacionados con las fábricas de tequila instaladas en la cuenca del Río Zula, y de las que el informe da cuenta. El informe reporta un total de 28 fábricas de tequila en los 13 municipios, de las cuales 21 se encuentran en la cuenca del Río Zula y algunas de ellas descargan sus aguas residuales al sistema de alcantarillado municipal del área donde se localizan. En Arandas hay 15 fábricas, cinco en Atotonilco el Alto, y una en Tototlán. En el caso de Tototlán el ayuntamiento reporta cuatro fábricas de tequila, y el Consejo Regulador del Tequila, una. Es posible que, debido al tamaño, no se encuentren registradas, o bien que la empresa no considere vital estar registrada en el CRT (CEAS, 2006).

En cuanto a la contaminación en la ribera del río Zula, la situación actual es como sigue: en Arandas el río atraviesa la parte sur del centro de la cabecera municipal; el olor en tiempos de lluvias es imperceptible y, salvo el color rojizo, se le considera un río limpio. En el trayecto entre Arandas y la cabecera municipal de Atotonilco el Alto el río cruza diversas fábricas de tequila, acarrea desechos y va cambiando de color hasta ser gris, denso espumoso. Al llegar al parque de los Sabinos, el olor fétido se percibe a cinco metros de distancia y su color es marrón oscuro. En su recorrido entre Atotonilco el Alto y Tototlán, el río se aleja hacia el sur de los municipios; las aguas del Arroyo arrastran las residuales y pluviales de Tototlán hacia Ocotlán. Al atravesar el Río Zula por ese municipio, llega por las tardes un olor fétido al pueblo de Zula, la Labor Vieja y a la cabecera municipal.

La flora y la fauna naturales del río han sido menguadas y sobreviven con dificultad; ya no se practica la pesca debido al alto grado de contaminación que en él se observa. Como lo señalan Zurita y Hernández (2002:20) en relación con el Río Zula: "por la situación tan deplorable en la que se encuentran los dos ríos, no es posible utilizarlos como fuentes de abastecimiento industrial o público; aunque algunos agricultores los utilizan como fuente para riego". Por desgracia, uno de los grupos mayormente afectados por la contaminación del Río Zula ha sido el de los pescadores, debido a la disminución o desaparición de los peces.

En julio de 2005 apareció en un diario de la ciudad de Guadalajara la siguiente nota periodística que describe la contaminación que se vive en la zona del Río Zula, en las afueras de la ciudad de Ocotlán:

Los habitantes de El Mezquite, en Ocotlán, han tenido que lidiar desde hace tres años con las ronchas, el salpullido y la caída del cabello que les ocasiona el agua que sale de las llaves de sus domicilios. La situación explotó a finales de junio, cuando unos 50 vecinos acudieron a la Presidencia Municipal para exigir una solución al problema del agua; está previsto que en los próximos días se tengan los resultados de los análisis que se hicieron al líquido que utilizan los vecinos de El Mezquite para bañarse, lavar los trastes, la ropa y regar las plantas.

Rosendo González, empleado en una fábrica de forrajes, vive en El Mezquite y ve cómo desde que se mudaron, hace casi un año, sus dos hijas sufren con ronchas en la piel y salpullido. Asegura que el líquido, de color amarillento, expide un olor fétido. María, esposa de Rosendo, comenta que si se riegan las plantas con el agua de la llave éstas se empiezan a secar.

El Zula es un río altamente contaminado por las descargas urbanas e industriales de ciudades como Arandas o Atotonilco, y en Ocotlán más que agua sólo se observa una espesa capa de lirio que cubre las aguas del afluente. Rosendo González apunta que uno de los ingenieros que participó en la construcción del sistema de agua potable para el fraccionamiento, de quien no recordó su nombre, afirma que el problema es que hay infiltraciones del agua del río en el pozo, y es esto lo que genera el color amarillento del líquido. Rosendo indicó que el ingeniero con el que hablaron afirma que él puede solucionar el problema a cambio de 30 mil pesos y ocho mil pesos más en viáticos.

La nota periodística refleja la situación actual ecológica que enfrentan los habitantes urbanos "río abajo"; por lo que el Río Zula es hoy una amenaza para los habitantes urbanos y rurales de una cuenca que, en otros tiempos, fue importante para su desarrollo.

 

Conclusiones

En el Río Zula se observa la transformación del territorio a través de los cambios de uso del agua. Con el establecimiento de los primeros pobladores, durante el periodo colonial se fundaron y consolidaron las haciendas y el desarrollo del sistema productivo. Hacia el siglo XIX la división de las haciendas en ranchos y parcelas menores generó nuevos manejos de la tierra y el agua, así como la concentración de poblaciones en las cabeceras municipales. El ferrocarril trajo un nuevo impulso económico a los municipios debido al traslado de productos entre los pueblos y ciudades como Guadalajara, León y la ciudad de México. A pesar de los cambios económicos, hasta mediados del siglo veinte las poblaciones locales mantenían un uso cultural del Río Zula, ya que podían desarrollar actividades recreativas, domésticas, y de pesca, amén de la comercialización de numerosas especias de peces.

Durante el siglo XX, en las zonas cercanas a la ciudad de Guadalajara, capital del estado de Jalisco, se instalaron nuevas fábricas que requerían grandes cantidades de agua para sus procesos industriales. Asimismo fueron necesarias la modernización de infraestructura carretera y la generación de mayores índices de insumos para satisfacer los requerimientos que la ciudad capital requería. Lo anterior se puede apreciar a partir del crecimiento poblacional, y la instalación industrial, entre otros cambios que los gobiernos estatales y municipales promovieron en sus municipios.

Actualmente el tequila está en un contexto de producción globalizada que responde a la demanda permanente de cultivos rentables y modernización en los sistemas productivos, convirtiendo más tierras agrícolas al cultivo de agave. En términos ambientales, la producción intensiva y el uso de fertilizantes y agroquímicos genera deterioro de los recursos naturales como el agua para riego, y la disminución de bosques y cerros, lo que ocasiona una mayor contaminación y modifica el ciclo hidrológico. El panorama favorable de la expansión del tequila, trae como consecuencia aspectos negativos, particularmente para los productores y los recursos naturales. Sobre el tema Toledo señala que:

"Dado que existe una intrincada relación entre la reproducción campesina y la reproducción de los sistemas naturales que les sirven de sustento, casi siempre a la destrucción ecológica corresponde el desmantelamiento y la desaparición de las formas campesinas de producción y viceversa" (Toledo, 1989).

La dependencia que la cadena productiva del tequila ha generado en los últimos años con los mercados y compromisos internacionales tiene repercusiones desde distintos niveles y grupos que intervienen en el sector. A su vez, las ciudades e industrias tequileras han descuidado la conservación del río Zula, lo que representa uno de los retos actuales del sector tequilero y de los habitantes de la cuenca.

 

Literatura Citada

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Notas

3 El Río Zula pertenece a la Cuenca Lerma-Chapala-Santiago.

4 A partir de aquí nos referiremos al río Los Sabinos o Zula como sinónimos.

5 Trabajo de campo, mayo 2006.

6 Op. Cit., Montes de Oca, José G., 1930.

7 Es la cifra que el Consejo Regulador del Tequila señala hasta noviembre de 2006.

8 Resultado de encuesta a productores, 2004. Algunos nombres de las plagas, expuestos en el texto es posible que se repitan, sin embargo en cada lugar es posible que se les nombre de manera parecida.

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