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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.6 no.1 Texcoco ene./abr. 2009

 

La etnografía de una colonia popular con migración al norte

 

Ethnography of an urban poor and working class neighborhood with migration to the north

 

Alma L. Flores-Ávila*

 

* Departamento de Estudios Internacionales, Universidad de Guadalajara. (aleticia2003@yahoo.com.mx)

 

Resumen

En este documento me ocupo de la migración internacional y la etnografía de un espacio urbano. Con base en las relaciones observadas en una colonia popular, se advierten procesos sociales por los cuales pasaron sus habitantes, diferentes perfiles sociales que conforman y han definido su heterogeneidad; es posible darse cuenta del dinamismo económico y financiero que se presenta, de las transformaciones que están teniendo las estructuras del lugar; de las diferencias en las migraciones a EE. UU. y los procesos sociales que han traído consigo; asimismo las problemáticas que persisten, pero también la recreación de imaginarios comunes que identifican y colectivizan a los habitantes.

Palabras clave: Etnografía urbana, espacios sociales, hogares urbanos, migraciones internas e internacionales, relaciones de género y generacionales.

 

Abstract

In this document, I approach international migration and the ethnography of an urban space. Based on the relationships observed in an urban poor and working class neighborhood, we notice social processes that its inhabitants have undergone, different social profiles that make up and have defined its heterogeneity; it is possible to observe the economic and financial dynamism present, as well as the transformations that are happening in the location's structures; the differences in migrations to the USA and the social processes that they have brought with them; and the problems that persist, but also the recreation of common imaginaries that identify and collectivize the inhabitants.

Key words: Urban ethnography, social spaces, urban households, domestic and international migrations, gender and generational relations.

 

Introducción

De mi propia experiencia biográfica surgió el interés por profundizar en el impacto y cambio que puede provocar la migración a EE. UU. en espacios urbanos. Las herramientas etnográficas clásicas fueron la base metodológica que guió la obtención de información, para profundizar el objetivo planteado.1

Se pretende reflexionar con base en un espacio particular (La Colonia Constitución), ubicada en una gran ciudad (Zona Metropolitana de Guadalajara), que enmarca las migraciones internacionales. Ese lugar es el espacio de un entramado de relaciones e interacciones construidas por sus propios habitantes, que trasciende lo geográfico y físico para dar lugar a un espacio social particular. Realizar etnografía urbana en dicho espacio fue un primer paso para comprender cambios en el orden social establecido, debido a las relaciones provocadas por la migración al Norte.

La etnografía mostró que la colonia es un referente general, influido de imaginarios y representaciones que las personas construyen; también que las realidades urbanas son en mucho sentidos personales, delimitadas geográficamente con diferentes niveles de conocimiento y en función del espacio inmediato de convivencia. Al final, el espacio urbano se recrea e imagina bajo diferentes circunstancias y condiciones personales (edad, educación, género, origen, clase social, ocupación, relaciones interpersonales, relaciones migratorias).

 

El nacimiento de un lugar urbano a partir de uno rural

Los fraccionamientos y colonias formados en el tercer cuarto del Siglo XX en las grandes ciudades fueron un reflejo de procesos de crecimiento urbano y poblacional en México, demandantes de espacios que alojaron flujos constantes e itinerantes de personas; en gran medida determinados tanto por factores externos a las ciudades como por la propia dinámica interna de su desarrollo. Eso permite entender los contextos de los que parte del desarrollo de las personas que arribaron a las ciudades provenientes de diferentes lugares, sobre todo rurales, y que se instalaron en sus espacios, para lograr su reproducción en términos sociales y materiales, pero también simbólicos.

Bajo ese marco de crecimiento de la población y expansión urbana, se conformó el Fraccionamiento Constitución, a iniciativa de los dueños de los terrenos de lo que ahora es la colonia.2 El proyecto fue plasmado en planos, actas constitutivas y contratos a partir de 1955, autorizado en sesión ordinaria del Cabildo del Ayuntamiento de Zapopan en 1956, pero su consolidación, en términos de obras e infraestructura concluyó hasta la década de los setenta (AGZ, 2005).

Los trabajos de fraccionamiento de terrenos y la introducción de obras comenzaron a principios de 1959, una empresa constructora fue contratada para tal efecto, en los terrenos dedicados a la agricultura y otras actividades agropecuarias en lo que fuera el Rancho de Santa Eulalia (AGZ, 2005).3 La entrega de obras y servicios por parte de la empresa constructora al Ayuntamiento de Zapopan se dio en dos etapas: marzo de 1962, y octubre y noviembre de 1971.4 Antes de la entrega de obras materiales de la colonia, en septiembre de 1961 ya se había entregado en propiedad al municipio de Zapopan las superficies que señalaba la Ley de Fraccionamientos vigente en ese momento, como donación legal para espacios verdes y otras utilidades públicas (AGZ, 2005). Desde entonces, la colonia debería contar con la infraestructura pública indispensable para mantener y suministrar servicios básicos a la colonia. Sin embargo, la dificultad para acceder y mantener la constancia y calidad de estos servicios fue una demanda permanente en las primeras décadas por los residentes del lugar.

 

Sobre sus habitantes

Los primeros habitantes arribaron a la colonia entre 1960 y 1970, provenientes de áreas rurales de municipios de estados aledaños y del interior de Jalisco (15%), pero principalmente de otras colonias de Guadalajara y Zapopan (85%)5. Todavía en el transcurso de los setenta hasta los ochenta, el arribo de personas fue continuo. Los lugares de donde provenían, fuera de Jalisco, eran principalmente Zacatecas, Nayarit y Michoacán (MMP107, 2005).

En gran medida, la población que conformó este espacio en el inicio, lo hizo en función de los vínculos familiares y de amistad que prevalecían antes del arribo. Vínculos en su mayoría establecidos o sostenidos desde los lugares de origen (pueblos y ranchos). También por amistades hechas en torno al trabajo o la convivencia en los lugares que les eran cotidianos en esa época. En algunos casos existió una reproducción de comunidad de origen en la colonia, según se puede apreciar con los testimonios de varios residentes.6

Al trasladarse e instalarse en la colonia, también llevaron sus prácticas cotidianas,7 al menos en una primera etapa de su residencia, lo que contribuyó a delinear la estructura social, cultural y económica de la colonia. Así, al perfilarse las características físicas y sociales del nuevo fraccionamiento, se dio lugar a La Colonia Constitución, que en términos reales (por el tipo de población y vivienda) y simbólicos (por las prácticas y representaciones de los habitantes), era un espacio popular que comenzó a definir sus particularidades.8

Ante la demanda de vivienda se dio una restructuración en los lotes y manzanas de la colonia. La razón más probable es la maximización de los espacios, y con ello las ganancias que se podían obtener, encubierto todo bajo el llamado interés social y la vivienda popular; es decir, se delimitaron lotes con dimensiones más pequeñas, lo que generó mayor accesibilidad en su pago para las personas que estaban arribando, pero también significó una mayor densificación y concentración de la población.

Así, entre las rectificaciones y el aprovechamiento de espacios públicos para otros fines por parte del ayuntamiento, amén del perfil social de los habitantes, surgirían problemáticas sociales que caracterizarían al espacio y sus habitantes entre los años 1960 y 1980 (hacinamiento, alta densidad poblacional, pobreza, violencia familiar y callejera, falta de espacios públicos para la convivencia, acceso restringido a la educación y salud, desempleo). En gran medida, el establecimiento de los habitantes de La Colonia Constitución estuvo influenciado, o quizá determinado, por los vínculos familiares y de amistad prevalecientes. Eso se aprecia al observar cómo la residencia de un hogar primario en la colonia potenció y facilitó que otros hogares se incorporaran o arribaran al lugar. Ya fuera en zonas contiguas o cercanas al espacio de referencia del hogar primario, cuyos vínculos familiares o de amistad eran sumamente fuertes para apoyar el traslado de otros a la ciudad.

En conversaciones con residentes de la colonia; entre las razones argüidas para trasladarse a la ciudad, la principal fue la falta de oportunidades para mejorar sus condiciones de vida, debido a que en el lugar de origen las condiciones sociales y económicas eran inadecuadas e insuficientes para obtener satisfactores básicos para alimentarse, vestirse y cuidar la salud: necesidades elementales. En ese sentido, la búsqueda de empleo fue uno de los motores principales de los traslados al contexto urbano, lo que posibilitó el acceso a trabajos mejor remunerados, y por consiguiente a mejores ingresos para la satisfacción de sus necesidades.

Aunque también existen traslados no motivados por la búsqueda de trabajo en la ciudad, sino por circunstancias particulares, como acceso a servicios públicos, atención a la salud, acceso a medios de comunicación, recreación y diversión; o bien, visitas a familiares o amigos que se prolongaron, y que al final determinaron su establecimiento como lugar de residencia La Colonia Constitución, ya sea compartiendo gastos y recursos del hogar, o bien formando nuevos hogares.9

Al analizar la composición de la población en años recientes (con datos del MMP10710) se observa una base angosta en los tres primeros grupos que van de cero a 14 años. El centro de la pirámide es una estructura ancha, en los grupos que van de 15 a 39 años; reflejo del predominio de una sociedad joven, cuyas barras más anchas son los grupos de 25 a 29 y de 30 a 34 años (Figura 1).

Así, tanto la información obtenida de las personas como el análisis de datos estadísticos muestran que la estructura urbana de la colonia ha cambiado. Uno de los indicadores principales es la densidad poblacional y el número de viviendas que existían al momento de establecerse los primeros residentes y la cantidad de población y viviendas que existen en el momento actual.

Los hogares de la colonia están compuestos en su mayoría por cuatro miembros (22%); cinco (19%) y por tres (17%). Casi la tercera parte de los hogares de la colonia tienen entre 6 y 14 miembros (28.5%). En 35% de éstos no tienen ningún hijo, casi 60% tiene entre 1 y 3 y sólo 5% tiene entre 4 y 6 residiendo en los hogares (MMP107, 2005).

Sobre la edad de los jefes de hogar, la mayoría tiene entre 46 y 65 años (49%). En poco más de la tercera parte (37%) tiene entre 16 y 45, y poco menos de la sexta parte (14%) entre 66 y 90. Casi 40% de los hogares tienen jefes viejos, entre 56 y 90 años. En ese mismo sentido, sobre el ciclo de vida por el que pasan esos hogares, fue posible identificar que la mayoría (58.5%) tiene tanto niños menores de 13 años como hijos adolescentes (etapa de expansión). Le siguen en importancia los hogares con hijos adolescentes y adultos (35.5%) (etapa de dispersión). Por último, los hogares sin hijos son los menos en esta colonia (6%). Lo anterior indica que es una colonia con hogares con población joven y en ciclos reproductivos activos, lo que quizá responda a la presencia de familias extensas.

Los residentes de La Constitución identifican su colonia como popular, por el origen de sus habitantes, en su mayoría obreros o empleados con bajas remuneraciones y prestaciones sociales. La encuesta registró que 85% de la población es nacida en Jalisco, pero resulta relevante que en 2000 es mayor la proporción de mujeres inmigrantes que de hombres. Los habitantes son predominantemente jóvenes, más de la mitad tiene menos de 25 años, lo que representa cinco niños y jóvenes por cada persona mayor de 65 años (MMP107, 2005).

De acuerdo con lo encontrado en la encuesta del MMP107, alrededor de 65% de la población económicamente activa ocupada, labora en actividades artesanales, trabajos fabriles y actividades de reparación y mantenimiento (MMP107, 2005).

Entre los habitantes existe la percepción de que por ser una colonia popular hay gente pobre, que en su mayoría es obrera, cuyas prácticas económicas y culturales están diferenciadas respecto a otros espacios de la misma ciudad. Los mismos datos reflejan una baja proporción de desempleados (4.4 %), dos terceras partes de ellos jóvenes menores a 25 años.

 

Economía y trabajo

La población económicamente activa (PEA) en la colonia tiene niveles altos. Más de la mitad de la población de 12 años o mayor se declara con ese estatus, registrándose como ocupada 99 % de ella, la cual es mayoritariamente masculina; las mujeres participan con menos de 40%. El sector de ocupación principal es el terciario, con alrededor de tres quintas partes de la PEA; en ese sector las mujeres participan más activamente con 57% de la fuerza laboral. En contraposición, alrededor de 75% de los trabajadores en el sector secundario son hombres, lo que se reafirma con la posición en el trabajo, ya que una proporción similar es empleada u obreros; poco menos de 20% trabaja por cuenta propia (INEGI, 2003).

Específicamente con respecto a las mujeres, la mayor proporción trabajaba como artesanas y obreras (20.5%), así como en actividades de mantenimiento. En proporción similar destacan las que lo hacen en la industria textil, y otra cifra similar está en el comercio (MMP107, 2005; INEGI, 2003). En datos por género, es importante resaltar una diferencia en los ingresos: mientras que la distribución de los ingresos menores es equilibrada entre hombres y mujeres, las diferencias se incrementan conforme aumenta el ingreso. En los grupos de dos a cinco salarios mínimos mensuales y en el de más de cinco, las percepciones económicas por trabajo de los hombres respecto de las mujeres se encuentran en una relación de tres a uno. Es decir, entre quienes perciben este nivel de ingresos, ganan 65% más los hombres que las mujeres.

El análisis de datos y la percepción de la participación de la mujer en el campo laboral reflejan diferencias de género importantes. Un residente de la colonia, Fabián, comentaba:

"aunque Martha [su esposa] es independiente y hace actividades porque quiere, porque así es ella, la responsabilidad sigue siendo mía.''

No obstante Martha, su esposa, percibe lo contrario: para ella su trabajo es importante para la economía de la familia, pues sin las actividades que realiza la economía de la familia sería más precaria.

El comercio es la principal actividad económica de la colonia; aunque también están presentes otras de tipo industrial y de servicios. Destacan grandes abarrotes, que surten productos tanto de mayoreo como de menudeo. El mercado llamado Constitución y otros locales alrededor de éste, ofrecen gran variedad de productos: desde carnes, frutas, verduras, semillas, lácteos, hasta comida preparada. También es posible encontrar artículos para vestir, zapatos y ropa; o bien los que resultan necesarios, como vidrierías y tlapalerías. Hay gran cantidad de negocios dedicados a la producción o transformación de alimentos: molinos de nixtamal, tortillerías, panaderías, pollerías, cenadurías, fondas y puestos de comida, y hasta pequeñas industrias que producen hielo y helados, muebles de madera, de calzado y confección de ropa (Cuadro 1).

Hay varias sucursales de mueblerías y farmacias, en su mayoría tienen prestigio en el ámbito local, regional o nacional. Se encuentran dos sucursales bancarias y algunas casas de cambio. Hay oficinas para el pago de servicios privados, así como estéticas, barberías, casas de empeño, llanteras, cibercafés, tiendas veterinarias. En muchas calles de la colonia hay tiendas de abarrotes, fruterías, carnicerías y tortillerías, las cuáles quizá cubran las necesidades inmediatas de las familias, por su acceso a los espacios próximos de convivencia.

 

Educación, capacitación y salud

Existen varias escuelas en la colonia, dos de educación preescolar y cuatro primarias, con turnos por la mañana y tarde. En colonias aledañas se encuentran cinco secundarias y tres de nivel medio superior. En el centro de la colonia, en el ex-mercado Bola, hay cursos de capacitación en áreas de manualidades, costura, danza, repostería, entre otros talleres. De igual forma, cerca de la colonia, existe una escuela donde se imparten cursos de especialización técnica (mecánica, repostería, electricidad, carpintería). En la parroquia hay grupos de alfabetización, que apoyan a las personas para que concluyan su primaria, secundaria o bachillerato.

En relación con los datos sobre educación de sus residentes, la escolaridad promedio es de siete años cursados, lo que refleja un rezago educativo importante. Alrededor de la mitad de la población de jóvenes, adultos y ancianos se encuentran en esta condición, situación que afecta en mayor medida a las mujeres, puesto que 54% tienen ese rezago, en contraposición con 46% de los varones. Esto es más evidente al observar que menos de 10% de la población de más de 18 años ha estudiado una carrera profesional. El analfabetismo es de 5% (INEGI, 2003).

Con respecto a la salud, menos de la mitad de la población es derechohabiente de los servicios públicos de salud, siendo el IMSS la institución que atiende a prácticamente la totalidad de los afiliados (INEGI, 2003). Eso evidencia las condiciones de flexibilidad y precariedad de las relaciones laborales que tienen los habitantes. Se pueden apreciar bastantes consultorios privados de diferentes especialidades (ginecología, pediatría, medicina interna), pero también hay asociaciones privadas con una finalidad social, con farmacias y consultorios con precios bajos en servicios y productos. Del sector público se encuentran dos Centros de Salud. También existen espacios alternativos de salud, con tratamientos homeopáticos y naturistas.

 

La migración internacional: algunas preguntas y respuestas

La emigración de mexicanos al norte puede estar motivada por los sueldos bajos, el desempleo, la búsqueda de recursos para iniciar negocios, la necesidad u oportunidad de obtener recursos para la educación de hijos o la salud de ancianos y miembros del hogar enfermos, pago de deudas, adquisición de bienes inmuebles. En ese sentido ¿Porqué hay emigración en La Colonia Constitución hacia EE. UU.? De manera particular se sugirió que la emigración a EE. UU. se presenta en esta colonia debido a la búsqueda de mejores sueldos, por el desempleo, para el pago de educación, salud, deudas, para comprar bienes y hacer inversiones productivas.

Se puede observar que a través del gasto y la circulación de dinero que se genera por el envío de remesas del norte, las ventajas de paridad cambiaria entre el dólar y el peso, la bancarización de los recursos fortalece la economía local, pero principalmente el sistema financiero local. Entonces, ¿la migración a EE. UU. potenció cambios en La Colonia Constitución?. En ese sentido, se considera que la emigración a EE. UU. ha favorecido el cambio en La Colonia Constitución, un mayor gasto en productos y servicios que en ella se ofrecen y, con ello, mayor circulación de dinero en efectivo, y también se fortalece el sistema financiero en general, lo que quizá contribuyó al interés de varias instituciones financieras por captar los recursos económicos en la colonia (tanto de los mismos habitantes como de las colonias vecinas), estableciéndose sucursales bancarias y otras entidades financieras (para empeño o préstamos personales).

Si la migración al norte mejora los ingresos, incorpora o desincorpora a miembros del hogar de los mercados de trabajo locales e internacionales, amplía el gasto familiar, y las remesas se convierten en un salario, el cual complementa el ingreso del hogar o es su único ingreso, entonces ¿la migración a EE. UU. cambió los hogares de la colonia en los ámbitos económicos? El supuesto entonces podría ser que la migración favorece cambios en los hogares, hay más ingresos, mayor gasto y menor participación en mercados de trabajo locales del resto de los miembros del hogar.

Si existe la falta de oportunidades para mejorar los ingresos del capital humano con que se cuenta, si circular la información sobre mejores empleos y sueldos en EE. UU., así como la posibilidad de colocación en ese país ¿porqué en unas familias deciden irse y en otras no? Los supuestos son que los recursos y capacidades sociales con que cuentan los migrantes urbanos de la colonia demandan mejores condiciones laborales en los mercados de trabajo locales. Al no encontrarlos, esas mismas condiciones favorecen su colocación en los mercados de trabajo de EE. UU., ya sea por la educación, redes familiares y de amigos ya existentes, o por los cambios en el mercado de trabajo de EE. UU. y por la movilidad de los inmigrantes a mejores empleos, al dejar vacantes facilitan la incorporación de migrantes.

Quizá una de las diferencias más notables entre las familias con migrantes y sin ellos está en el gasto que realizan. La primeras pueden acceder a más y mejores productos y servicios, iniciar negocios formales o informales, mantener o ampliar los bienes domésticos. Por consiguiente valdría preguntar ¿qué se hace con los ingresos que se obtienen y cuál es la diferencia entre migrantes y no migrantes? Quizá la diferencia entre ingresos y gastos está en lo que se puede obtener, es decir, los usos dados a los recursos.

 

Migración a Estados Unidos

La proporción de emigración internacional en la colonia es 13% en la población total, es decir, 3 434 personas. Pero de acuerdo con las estimaciones, en 948 hogares al menos alguno de sus miembros había estado en EE. UU. para 2003.11 Eso representaba 24% de los hogares, lo que significa que casi la cuarta parte de los hogares de esa colonia había tenido emigración, proporción bastante importante en sí misma, por el contexto urbano, no tradicional de la migración internacional mexicana, al menos no considerado como tal. Los destinos señalados en el país vecino eran 16: los principales fueron California (67%), Illinois (7%), Nevada (6%), Nuevo México (4%), Georgia y Washington (3%).

De acuerdo con el MMP107, los residentes de la colonia indicaron haber hecho su primer viaje a EE. UU. en diferentes periodos. Las fechas iban de 1948 a 2003, año en el que se hizo la encuesta. El periodo de 1990 a 1999 tuvo más salidas como primer viaje, la proporción fue 35.34%. De 1980 a 1989 fue 31%; pero de 2000 a 2003, la proporción se elevó, en esos tres años 12% de las salidas, 4% en promedio por año. En las dos décadas anteriores el promedio por año fue 3% del total de salidas en 20 años. De los emigrantes a EE. UU. 45% se fue antes de 1986. Antes de 1964, fecha en que finalizó el Programa Agrícola entre México y EE. UU., 9% de los migrantes hizo su primer viaje. Entre 1965 y 1986 lo hizo 36% de los migrantes; 55% lo hizo entre 1987 y 2003. Eso inidica que si bien la migración al norte ha estado presente en la Colonia desde 1960, ha sido más importante después de 1986, ya en un espacio urbano consolidado, aunque con problemáticas sociales reconocidas, como la violencia callejera y el vandalismo, por ejemplos.

En la composición de los hogares (3 952), 85% son encabezados por un varón (3 359), el resto, 15%, son mujeres (593). Al separar los hogares con emigrantes (3 004) y sin migrantes (948); en los primeros, 90% los dirigen hombres (2 703) y 10% mujeres (301); en los segundos, 84% los conducen hombres (796) y 16% mujeres (152). Eso nos indica que en los hogares sin migrantes hay más mujeres como jefas de hogar que en los hogares con migrantes (MMP107, 2005). Lo que quizá indique que quien emigró no fue el jefe, sino alguno de los hijos, hijas u otros miembros.

En lo detectado por el MMP107, 20% de los jefes de hogar realizó al menos un viaje al vecino país del norte (790). Pero de manera específica, 13.5% hizo un solo viaje a EE. UU., y 6.5% estuvo allá de dos a siete veces. Pero al considerar no sólo los viajes del jefe de hogar, sino también los de otros miembros, se encontró que 24% de los hogares tuvo migrantes en ese país, lo que significa que 4% de los hogares que tuvieron migrantes no eran jefes de hogar cuando se fueron.

Al separar entre los migrantes que se fueron por última vez antes de 1980 (1948-1979) y los que lo hicieron después de ese año (1980-2003), vale la pena señalar algunos datos. Por ejemplo, en el grupo que se fue antes de 1980 había más mujeres: se fueron ocho por cada 92 hombres. De los que se fueron después de ese año, por cada 96 hombres hubo cuatro mujeres.

 

Remesas

Los hogares que reciben remesas en La Colonia Constitución son 18 de cada 100. Sin embargo, tanto los hogares con migrantes como sin ellos indicaron recibir remesas de EE UU. En los primeros, 33%, en los segundos, 13% (Cuadro 2).

De los indicadores que utiliza el MMP107 para clasificar el tamaño de las remesas (pequeña, intermedia y substancial), los datos sobre este recurso en la colonia arrojan lo siguiente: 66% de las remesas que se reciben en los hogares son cantidades pequeñas, 23% recibe cantidades intermedias y 11% substanciales. En los hogares que tienen migrantes, 23% reciben remesas pequeñas, 4% intermedias y 6% substanciales. En los hogares sin migrantes, aunque en menores porcentajes, predominan las pequeñas cantidades (8%) y las intermedias coinciden con los hogares con migrantes con 4% (Cuadro 3); lo que hacer suponer que las pequeñas cantidades y las intermedias se destinan a las necesidades de los hogares o a alguna contingencia en los mismos.12

Indagando si las remesas han financiado alguna propiedad o negocio en La Colonia Constitución, se encontró que en 10% de los hogares los dólares habían servido para la obtención de la vivienda. Respecto de los negocios existentes en la colonia, en 38% de los hogares se dijo que se tenía algún tipo de negocio. De todos los negocios, 4% tuvo algún financiamiento con dólares recibidos o ahorrados por trabajo en EE. UU.

Las tiendas de abarrotes y la instalación de algún tipo de fábrica fueron las dos áreas que destacaron para hacer inversiones por parte de los hogares con migrantes. De las fábricas existentes en la colonia (40), en 50% (20) los dólares de los migrantes fueron fuentes de financiamiento. Y de las tiendas de abarrotes estimadas en este mismo lugar (494), 16% (79) fueron financiadas con remesas. Otras formas de negocio (no especificadas en la encuesta), donde se estimó que los dólares fueron fuente o parte del financiamiento para iniciar o mantenerse en el mercado, fueron 34% de los hogares con algún negocio.

De quienes emigraron antes de 1980, el porcentaje que no enviaban es menor (34%) que de los de que emigraron después de ese año y no enviaban dinero (38%). Los promedios mensuales enviados coinciden en ambos grupos de migrantes, oscilando entre 100 y 400 dólares.

El propósito principal del envío de remesas era la alimentación y sustento de la familia en primer lugar, y pago de deudas en los migrantes que se fueron por última vez después de 1980. Para los migrantes que se fueron por última vez antes de 1980 el dinero era para alimento y sustento de la familia, pero en lugar del pago de deudas, la construcción o reparación de la casa se señalaba como razón principal; lo que nos indica que después de 1980 los motivos para emigrar empezaron a cambiar.

En relación con los ahorros traídos a México, para quienes se fueron por última vez antes de 1980, el mayor porcentaje trajo 1 000 dólares. De los que se fueron después de 1980, la mayoría trajo 1 000, 1 500 y 2 000 dólares. Pareciera que, después de 1980, las personas traían más ahorros a México.

El destino principal de los ahorros era la alimentación y sustento, así como la reparación de la casa en ambos grupos de migrantes. El segundo propósito, señalado también en ambos grupos, fue la educación.

 

Empleo y desempleo en los hogares

En los hogares sin migrantes es mayor el porcentaje en los que sólo trabaja uno de sus miembros (39 vs 25%). En 56%, trabajan dos o más personas. En cambio, en los hogares con migrantes es mayor el porcentaje en los que trabajan dos o más miembros (70%); lo que puede significar que hay más miembros trabajando en los hogares con migrantes que los que no los tienen. También es mayor el porcentaje de hogares que no tienen personas trabajando en los hogares sin migrantes (7%), que en los hogares con migrantes (4%). Por tanto, se podría pensar que la migración no limita la incorporación a los mercados de trabajo locales, quizá la estimula (Cuadro 4).

El porcentaje de desempleo de los jefes de hogares con migrantes es mayor (6%) que en los jefes de hogares sin migrantes (1%). Inclusive, el porcentaje de desempleo en estos hogares con migrantes es mayor que el promedio del porcentaje nacional de desempleo para 2003, año de levantamiento de la encuesta, cuyo porcentaje fue 3.4% en promedio13 (Cuadro 5).

En relación con las ocupaciones de los jefes de hogar, es posible apreciar que, en su mayoría, tanto en los que tienen migrantes como en los que no, predomina el trabajo como artesanos y trabajadores en industrias de la transformación, ambos suman 29 y 31% respectivamente. Sigue en importancia la ocupación como comerciantes, 17% para los hogares con migrantes y 10% para los que no los tienen; sin duda una diferencia importante en esa ocupación.

De los que tienen una profesión, destaca, en los hogares con migrantes, los jefes de hogar que son maestros de educación primaria (4%), a diferencia de los hogares sin migrantes (2%). De igual forma en los hogares con migrantes no hay otros profesionistas, pero si trabajadores del arte (4%), directores, funcionarios públicos o jefes supervisores (2%)14 (Cuadro 6).

En 42% de hogares con migrantes no hay hijos, y en 31% no hay hijas. A diferencia de los hogares sin migrantes donde hay menos hijas y más hijos (Cuadro 7).

También se aprecia que los hijos que residen en los hogares con migrantes están empleados (37%), a diferencia de los que no tienen migrantes, en éstos están empleados 29%. Es decir, hay más hijos trabajando en los hogares con migrantes, que con los que no los tienen. En el caso de las hijas; de las que residen en hogares con migrantes, 27% son empleadas, y 42% no lo están. En los hogares sin migrantes, 22% están empleadas y 40% no; lo que indica que de las hijas residiendo en los hogares, hay más empleadas en los hogares con migrantes que en los que no los tienen (Cuadro 7). Caso similar se observa en los hogares con migrantes, donde 21% de los cónyuges están empleados, a diferencia de los hogares sin migrantes donde 17% están empleados (Cuadro 8). Entonces, tanto los cónyuges como hijas e hijos se emplean más en los hogares con migrantes que en los que no los tienen.

 

Educación y migración

La escolaridad promedio de los residentes de la colonia es siete años. Al comparar los datos contenidos en la MMP107, entre las personas que indicaron una condición migratoria activa al momento de la encuesta y los que han emigrado a EE. UU., los datos muestran resultados interesantes. En el caso de los migrantes, la mayoría señaló tener entre siete y nueve años de escolaridad. Cursaron la secundaria 39%, y 7% cursó entre uno y dos años de secundaria. Sólo 16% de los migrantes indicó tener más de 10 años de escolaridad (Cuadro 9).

El mayor porcentaje (41%) de las personas que nunca han emigrado a EE. UU., tenía entre uno y seis años de escolaridad. En ese mismo grupo, 10% no cursó ningún año completo de escuela y 46% cursó siete años completos o más. De esos, 27% tiene entre siete y nueve años de escolaridad (Cuadro 9).

En términos generales, los migrantes tienen más escolaridad que los no migrantes, (63% vs 45%). Eso indica que una vez concluida la secundaria, emigrar al norte se convierte en opción. Específicamente, en los que emigraron, de quienes lo hicieron por última vez antes de 1980, la mayoría tenía 6 años de escuela completa (32%) y 27% nueve años completos. En el caso de los que emigraron después de 1980, las cifras se invierten, la mayoría tenía nueve años de escuela completos, es decir, 29%, y con seis años 21%, pero en ese último grupo se encontró migrantes con 12 (9%) y 17 años (4%) de escolaridad. Lo que suguiere que los que emigraron en las dos últimas décadas del siglo XX tenían más educación al irse al norte que sus predecesores.

 

Usos, impactos y cambios sociales, conforme a datos estadísticos

Con los análisis descriptivos realizados, fue posible mostrar que existían porcentajes de desempleo mayores en los hogares con migrantes que en los que no los tenían, lo que quizá impulsa la salida al norte de los primeros. Por otro lado, entre los usos que se daban a las remesas y ahorros enviados o traídos por los migrantes, los mayores porcentajes señalaron la alimentación y manutención del hogar como uso principal, y como segundo uso el pago de deudas y la reparación o construcción de la vivienda. Por tanto, según lo datos, son las necesidades elementales de los miembros del hogar las que motivan la emigración, y no la aspiración inmediata por capitalizar algún proyecto productivo o la adquisición de algún bien inmueble.

Los envíos de dinero sostienen sistemas financieros; tanto los regulados (bancario) como los no regulados (agiotistas), o aparentemente regulados como las sociedades financieras de objetos limitados (SOFOLES), ya que las remesas son enviadas para cubrir tanto necesidades primarias como la alimentación, vivienda o salud, así como para cubrir los endeudamientos familiares y los intereses que generan.

Así, a manera de ejercicio, si 18 de cada 100 hogares reciben remesas mensuales en la colonia se estimarían 711 hogares, y si el promedio menor de envío fueran 100 dólares, se estarían recibiendo en alguna de las instituciones bancarias locales $71 100 dólares mensuales, siempre y cuando el tipo de cambio se pagara según el promedio al momento de la encuesta (noviembre 2003, que era $11.12 pesos por dólar), lo que equivaldría a $790 632 pesos. Sin embargo, por el pago de comisiones o el uso del servicio de transferencia, supongamos que en realidad se paga a $10 pesos, es decir $711 000 pesos, lo que implicaría una retención por parte del banco de $79 637 pesos, probable ganancia del banco (equivalente a $7 963 dólares), cantidad que para los 711 hogares de la colonia significa 11 dólares en promedio por hogar, igual a dos salarios mínimos mexicanos por día. Pero por supuesto las cifras son mayores. Se podría pensar que ese dinero circuló en la colonia, lo que hubiera tenido algún efecto multiplicador en la sociedad receptora por el gasto que se pudo haber hecho (instituciones financieras, comercios, servicios, etcétera).

Por tanto, las remesas contribuyen a sostener los sistemas financieros. Asimismo las remesas, traducidas en un recurso monetario, son dinero atractivo del cual se puede aprovechar con las paridades cambiarias y comisiones cobradas, además de las posibilidades y capacidad de gasto que amplia o complementa. Los costos de los envíos son cubiertos por quien envía y quien recibe, por lo que son los sistemas bancarios y financieros quienes más ganan y dan una alta valoración al dinero producto del trabajo migratorio. Ejemplo de ello, quizá, es la instalación de sucursales bancarias (5), de las cuáles tres se instalaron en los últimos cinco años. Asimismo la proliferación de casas de empeño, las cuales otorgan préstamos familiares con altos intereses, los cuales probablemente estén cubriendo parte de las remesas que se envían a los hogares.

No fue posible determinar si hay más ingresos en los hogares con migrantes o sin ellos. Sin embargo, se advierte que hay más participación en los mercados de trabajo de los miembros (hijos, hijas y cónyuge) en hogares con migrantes que en los que no tienen. Por tanto, la migración favorece cambios en los hogares con migrantes, porque al parecer incorpora más personas a los mercados de trabajo.

Por otro lado, la educación es mayor en los hogares con migrantes que en los que no los tienen. Si a eso se agregan las prácticas y experiencias propiamente urbanas, quizá tenga repercusiones en la demanda laboral y en las ofertas de trabajo a las cuales pueden acceder en EE. UU.

Por último, se pueden proponer algunas premisas. La primera: los ingresos por remesas en los hogares equivalen a salarios en los mercados de trabajo local. Eso debido a que no hay datos que evidencien un comportamiento diferente de la función que tienen los salarios en los mercados locales para la reproducción de los hogares de la colonia, como por ejemplo ser un excedente para capitalizar alguna inversión.

También, al parecer, las remesas y ahorros que son enviados o traídos de EE. UU. sólo complementan en su mayoría el conjunto de ingresos necesarios para la reproducción de los hogares en La Colonia Constitución. Por tanto, la segunda premisa: los ingresos por remesas complementan el fondo de ingresos necesarios para la reproducción de los hogares. En general, los recursos que se envían del norte, en su mayoría son para la alimentación y sostenimiento del hogar. Falta ver en que medida corresponden a los ciclos domésticos que vive el hogar.

Se había propuesto que los hogares con migrantes tienen menos miembros en los mercados de trabajo locales. Sin embargo, la premisa se tiene que modificar, debido a que en los hogares con migrantes hay más miembros trabajando. Por tanto surge la tercera premisa: los hogares con migrantes tienen más miembros en los mercados de trabajo locales que aquellos sin migrantes.

 

Dos generaciones de emigrantes internacionales

La ciudad de Rockford, Illinois, EE. UU., es una de muchas donde hay inmigrantes de La Colonia Constitución. Se ubica al norte de Illinois en el condado de Winnebago, sobre el Río Rock, a una hora de la Zona Metropolitana de Chicago. Es una ciudad industrial, fundada en el primer tercio del Siglo XIX por inmigrantes ingleses, alemanes y suecos.15

Al parecer los inmigrantes y residentes de origen mexicano en Rockford son en su mayoría de Jalisco, Michoacán y Guanajuato, aunque también provienen de Guerrero y la Ciudad de México. Entre las personas cuyo origen fue La Colonia Constitución y que residen en esta ciudad, se pueden diferenciar dos generaciones. Una que arribó en la década de los setenta, en un flujo constante de personas desde los primeros años de ese periodo, que tenían pocos meses o años residiendo en La Constitución, a raíz de una emigración del campo a la ciudad, o de alguna otra colonia ubicada en el municipio de Guadalajara o Zapopan.

Los pasos para llegar a Rockford parecen los mismos que a los lugares rurales. En la colonia se pusieron en contacto con personas que llevaban al norte, familiares o amigos. Esos "polleros", reunían grupos más o menos numerosos de hombres y mujeres, tanto de los barrios de la misma colonia como de otros, así como conocidos del pueblo o rancho, "conocidos de conocidos" que se interesaban por ir a EE. UU. Formado el grupo salían de la central camionera rumbo a la frontera, específicamente a Nogales, Sonora. Cruzaban la línea y después de varios cambios de vehículos llegaban a Los Ángeles, a alguna casa en donde los alimentaban para posteriormente llevarlos al aeropuerto de la ciudad para trasladarlos en un vuelo comercial a la ciudad de Chicago y de ahí a Rockford, donde ya residían conocidos. Algunos se quedaban en Los Ángeles a trabajar. Otros permanecían algunos meses o pocos años y se regresaban; los menos se quedaron a vivir definitivamente en Rockford, con retornos temporales a la ciudad, a visitar familiares o llevar documentos que necesitaban para obtener sus seguros de trabajo o casarse.

Ese proceso de ida, retorno y residencia definitiva se dio a lo largo de la década de los setenta. En los últimos años de esa década, y en los primeros de la siguiente, algunos y algunas que ya tenían varios años residiendo en Rockford, regresaron para instalarse con sus familias o reunirse con las que dejaron en la colonia. Los trabajos de algunas personas de este grupo se ubican en la industria, algunos ya jubilados o a punto de hacerlo. Todos tenían seguros reglamentarios para trabajar.

Esa generación de residentes en Rockford, si bien tuvieron definida su vida en el norte, han retornado de manera definitiva a La Constitución, en vista de que ya concluyó su vida productiva. Ahora Rockford será el lugar para visitar a hijas, hijos y nietos, por no más de un mes, según señalan, por las leyes de EE. UU., pero ya residen de manera definitiva en México, en su casa de La Constitución.

Hacia la segunda mitad de los ochenta aparece una nueva generación de emigrantes de la colonia que también se dirigen a Rockford. Son sobrinos, amigos o hermanos de los que se quedaron en esa ciudad, otros más son amigos de los primeros, o amigos de amigos sin vínculo previo alguno con la migración al norte. Empiezan a salir los y las jóvenes de la colonia. Pero ahora las rutas del viaje hacia el norte son variadas: cruzan por Nogales, Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez...

Así, personas de una nueva generación que creció en La Constitución también arribó a Rockford. Algunos llegaron después de haber estado en otros estados: California, Texas y Nevada, por mencionar sólo algunos. Llegan de manera ilegal o con visa de turista. Otros más de esta generación de jóvenes llegan con la ayuda de hermanos o hijos ya residiendo en Rockford, algunos de estos hermanos recién incorporados al proceso migratorio llevan consigo a sus hijos o los van reuniendo poco a poco, usando principalmente los papeles de primos nacidos en EE. UU. Llama la atención que en esta segunda generación de migrantes, sólo han hecho un viaje, salida y asentamiento, no han regresado a la colonia, sobre todo las mujeres.

Los trabajos de estas personas son variados (en fábricas, restaurantes, organizaciones sociales, tiendas); algunas tiene hasta tres trabajos. La mayoría de los migrantes que crecieron en La Constitución y que ahora residen en Rockford, al menos de los que se tuvo información o referencia, parecen tener definida su vida en esa ciudad y, en general, en EE. UU. Los vínculos que los unen a este espacio urbano popular son la presencia de abuelos, padres o hermanos. Vínculos que no han sido razón suficiente para regresar y menos cuando tienen compromisos con la sociedad receptora.

También personas de una nueva generación que crecieron en La Constitución o en general que vivieron en la ciudad, se van al norte. Muchos de ellos arriban a destinos antes conocidos por padres, madres, hermanos o hermanas de éstos, como Illinois y California. Pero otros se van sin referente alguno, a donde los conduzca la aventura, llegando algunos hasta Nueva York. En el caso de quienes llegaron a Rockford, en varios casos lo hicieron después de haber estado en otros estados de EE. UU. (California, Texas, Nevada, Arizona u otros lugares). Llegaron casi siempre de manera ilegal, por el desierto, con documentos falsos, con visas de turistas o con contratos temporales. Pero casi siempre con la ayuda de hermanos o tíos, aunque también con apoyo de amigos del barrio.

Pero las primeras generaciones de habitantes de La Constitución también van al norte o están retornando, padres y abuelos de esa segunda generación, muchos de los cuales ya habían trabajado en EE. UU., inclusive en varios casos sus seguros de trabajo obtenidos en los setenta son usados por hijos, sobrinos o amigos de éstos. Pero esos viejos y nuevos conocidos del norte viajan con visa de turista, casi siempre el motivo es porque los hijos, hijas, nietos y nietas no pueden regresar.

En el caso de la segunda generación de migrantes que crecieron en La Constitución y que hoy viven en Rockford Illinois, tienen su vida definida en EE. UU. Al parecer será más fácil irse a otro país como Canadá que regresar a su ciudad, según han comentado algunos. Los vínculos que los unen a este espacio urbano popular son la presencia de abuelos, padres o hermanos. Sin embargo, quizá ninguno de los elementos mencionados sea razón suficiente como para pensar en el retorno, al menos no en la etapa productiva de su vida. Y menos cuando han adquirido compromisos con instituciones financieras en la sociedad donde residen, que los mantienen anclados y comprometidos, por la compra de sus casas o los vehículos , o demás "biles", como pagos médicos o de otro tipo, o tienen a sus hijos en instituciones públicas, o ellos mismos cuidan sus trabajos, y si a eso se agrega el endurecimiento del cuidado de la frontera ¿a qué regresar? Quizá sea más probable moverse a otra ciudad en el mismo país o inclusive otro país desarrollado y empezar de nuevo que volver a México a vivir, al menos muchos no lo harían de manera voluntaria.

 

Relaciones, coyunturas, conflictos, transiciones: conclusión final

La creación de vínculos para emigrar está definida por las relaciones familiares y de amistades cercanas, propias de la vecindad, pero limitadas a la calle o algunos puntos del barrio. Se incorpora a miembros de los hogares de la colonia por invitación de hermanos o hermanas, u otros familiares cercanos; pero también por invitación de amigos, con o sin experiencia migratoria al norte, los cuales a su vez pueden contar o no con vínculos en dicho país. Amigos y parientes de los amigos pueden apoyar hasta el asentamiento de los nuevos emigrantes en el lugar de destino. Posteriormente el nuevo migrante, una vez establecidas las condiciones económicas y sociales suficientes, puede apoyar a parientes de otros espacios urbanos y no urbanos, para que puedan emigrar. Así, se abre o cierra el círculo de vínculos y relaciones para ir al norte en esta generación.

Por ejemplo Marcelina, de 78 años, residente de la colonia desde 1967 tiene hijos en EE. UU. Uno de esos hijos, ahora residente legal en EE. UU. andaba con un grupo de amigos en un barrio de La Constitución conocido como Che Guevara. Él se fue al norte con algunos del grupo a mediados de los ochenta, sin más vínculos que los establecidos con los amigos del barrio, se fueron a conocer y se quedaron a vivir allá. Un caso similar son los hermanos de Rosita, de 36 años: a finales de los ochenta tres de sus hermanos (Josefo, Vicente y Bonifacio) se fueron a EE. UU. con amigos, dos de ellos todavía adolescentes, acababan de concluir la secundaria. Cada uno se fue por su lado. Volvieron y retornaron varias veces, en la actualidad sólo dos de ellos radican allá, uno de ellos sin retornar por más de ocho años. En periodo más reciente, Oscar (21 años) un joven de la colonia, comentaba que por la falta de empleo, varios de sus conocidos (15 o 16) y amigos, la mayoría entre 17 y 24 años, se habían ido al norte (entre enero y junio de 2004). La razón fue la falta de empleos o con empleo, pero mal remunerado.

Es posible plantear que las relaciones y apoyos de esa segunda generación de emigrantes de La Constitución gira alrededor de relaciones familiares y de amistad, articuladas principalmente entre hermanos y amigos del barrio. Para emigrar hay tres formas predominantes: 1) solicitando la visa de turista; 2) ser contratados de manera temporal por asociaciones o uniones de EE. UU. y 3) cruzar y vivir de manera clandestina, con documentos falsos.

Asimismo, las migraciones a EE. UU. han sido coyunturas para establecer cambios en las dinámicas internas de los hogares urbanos, tanto en el lugar de origen como en el de destino. No siempre por aportar recursos económicos al bienestar o mejorar las relaciones sociales. En la mayoría de los casos las ausencias permitieron u obligaron a dirigir o competir por las acciones a favor del bienestar del grupo doméstico. En particular las mujeres se ven obligadas a incorporarse a ámbitos laborales que con posterioridad puede traer consigo cambios, benéficos o costosos, para ellas y sus familias, ya sea porque se van al norte o porque se quedan en la ciudad. Los niños, niñas o adolescentes que también se ven afectados, tanto los que se quedan como los que han emigrado, éstos últimos parece que se han adaptado de manera rápida a las sociedades que los reciben, más que sus padres y madres, amoldándose a la cultura y estilo de vida estadounidense. Sin embargo, en general, las personas de ámbitos urbanos parecen tener procesos, condiciones o perfiles que facilitan su adaptación en las sociedades que los reciben, al menos respecto de otros inmigrantes, que provienen de ámbitos rurales. Quizá tiene qué ver con los valores propios de su realidad, de una modernidad fluida, liquida, que no se ancla a estructuras sociales o familiares, y que parece más evidente en las sociedades urbanas. En el caso de quienes se quedan, hay reacomodos en los grupos domésticos; donde el papel que juegan las actitudes individuales, propias del ámbito en que conviven, influye en su transformación y desarrollo de habilidades para vivir en la sociedad en que se quedan. No siempre se sufre la ausencia, en muchas ocasiones se disfruta, o simplemente se presentan procesos de adaptación a las nuevas condiciones. Quizá lo mismo sucede con quienes se van e instalan en EE. UU. Quizá es tiempo de pensar en la migración internacional no como algo que se padece, sacrifica o tolera, sino como una oportunidad que se racionaliza, que libera de lo que verdaderamente limita, condiciona, obstaculiza y lastima, para ser y hacer lo que se desea; aunque en el proceso se tenga que afrontar consecuencias, como romper con vínculos y relaciones.

Entre inmigrantes, emigrantes y sus familias, aparecen conflictos y transiciones, ya sea entre parientes, familiares cercanos o amigos, con las prácticas y representaciones de género, por la disyuntiva del retorno a los lugares de origen, ante el desarrollo de habilidades, con los ambientes prevalecientes en los hogares, vecindarios y comunidades, por la consumación de patrones y estilos de vida, por las consecuencias económicas y sociales que conllevan, entre otras situaciones, que parece enfrentan los nuevos migrantes. De manera particular, resulta contradictoria la manera en que la inmigración y emigración afecta a las mujeres y sus familias. Porque si bien abre opciones a los grupos domésticos, aun siguen prevaleciendo prácticas que limitan y constriñen los cambios, principalmente en las mujeres.

Se experimentan transformaciones y confrontaciones, se establecen nuevas formas o estrategias para superar condiciones o situaciones de crisis para los migrantes y sus familias. Por ello, habrá que preguntarse cómo los conflictos, ya sea por las relaciones entre parientes o las condiciones de vida difíciles que se intensifican al emigrar o inmigrar, empujan a caminos de recomposición familiar y redefinición en los estilos de vida tanto en México como en EE. UU.

El impacto de las transformaciones estructurales en los ámbitos económico, social, cultural y político, como los más evidentes, tiene repercusiones en las relaciones familiares y de género. Con ello variaron los indicadores de observación, por ello es necesario profundizar en la comprensión de las problemáticas existentes, los matices de otras y la generación de nuevas.

Ante la complejidad que implica estudiar a los hogares urbanos con escenarios cambiantes, no se pretende polemizar sobre los conceptos, nociones y demás acepciones relacionadas con el grupo de individuos que coinciden y se relacionan en espacios y tiempos determinados, a los que se les llama familia o de otra manera, de la cual se derivan y definen proceso y estructuras de la realidad social.

 

Literatura Citada

AGZ (Archivo General de Zapopan). 2005. Expediente sobre La Colonia Constitución. Ayuntamiento de Zapopan.         [ Links ]

Encarta. 1993-2005. World English Dictionary. Microsoft Corporation.         [ Links ]

INEGI (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática). 1996. SCINCE por Colonias Jalisco, Aguascalientes. Conteo de Población y Vivienda, 1995. CD-ROM.         [ Links ]

INEGI (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática). 2003. SCINCE por Colonias, XII Censo General de Población y Vivienda, 2000, Jalisco. Aguascalientes. CD-ROM.         [ Links ]

Lundin, Jon W. 1989. Rockford. An illustrated history. Windsor Publications, Inc. 232 p.         [ Links ]

MMP107 (Mexican Migration Project). 2005. Proyecto Mexicano de Migración. Base de datos con 107 comunidades, actualizada en septiembre de 2005. Universidad de Guadalajara y Universidad de Princeton. Consultar en: http://mmp.opr.princeton.edu.         [ Links ]

Nelson, Hal. 1975. Chapter 2: Early settlers, Mack, Kent, Blake, Hight, pioneers founders of City, County. In: We the people of Winnebago County. Winnebago County, Bicentennial Commission, pp. 13-29.         [ Links ]

US-Census Buerau. 2008. Population and Household Economic Topics. Sources of Population Infortamtion. http://www.census.gov/population/www/index.html. Consulta: 12 de agosto de 2008.         [ Links ]

 

Entrevistas y grupos focales

Entrevista con el Prof. Antonio Hernández, director de la Escuela Primaria Moctezuma, turno vespertino, y la Escuela Primaria Anahuác, turno matutino, en la colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (4 enero de 2006).

Entrevistas con Juan (40 años de edad, primaria terminada, cocinero, migrante), en la colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (20 de agosto de 2005 y 20 de septiembre de 2005).

Entrevistas con Luxe (31 años de edad, secundaria terminada, empleada doméstica), en la colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (17 de agosto y 10 de noviembre de 2005).

Entrevistas con Margarita (31 años de edad, Licenciada en Trabajo Social), en Rockford, Illionis Estados Unidos. Flores Ávila, Alma Leticia (14 de julio y 9 de agosto de 2005).

Entrevistas con Luciana (38 años, primaria, ama de casa y empleada) en la ciudad de Rockford, Illinois, Estados Unidos, Julio 12 de 2006 en Diarios de Campos I y II de Alma Leticia Flores Ávila.

Entrevistas con María (54 años de edad, primaria, ama de casa), en la colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (12 de septiembre de 2005).

Entrevistas con Rosita (36 años de edad, secundaria terminada, demostradora), en la colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (24 de julio y 25 de agosto de 2005).

Entrevistas con Verónica (32 años de edad, secundaria terminada, migrante), en la colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (20 de agosto y 15 de octubre de 2005).

Entrevistas con Severa (82 años de edad, ama de casa), en la colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (20 de marzo, 15 de abril, 12 de agosto de 2008).

Entrevistas con Domingo (70 años de edad, migrante), en la colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (21 y 22 de agosto y 15 de octubre de 2005).

Grupo Focal niños de 8 a 10 años, (tercer grado) en la Escuela Primaria Moctezuma, turno vespertino, en la Colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (5 enero de 2006).

Grupo Focal niños de 8 a 11 años, (cuarto grado) en la Escuela Primaria Moctezuma, turno vespertino, en la Colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (5 enero de 2006).

Grupo Focal niños de 8 a 11 años, (cuarto grado) en la Escuela Primaria Aurelia L. De Guevara, turno matutino, en la Colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (9 de diciembre de 2005) .

Grupo Focal niños de 9 a 13 años, (cuarto grado) en la Escuela Primaria Francisco Ancona , turno vespertino, en la Colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (10 y 11 enero de 2006) .

Grupo Focal niños de 9 a 13 años, (quinto y sexto grado) en la Escuela Primaria Moctezuma, turno vespertino, en la Colonia Constitución. Flores Ávila, Alma Leticia (3 enero de 2006).

 

Notas

1 La observación participante, el acercamiento a historias de vida de mujeres y hombres que viven en el lugar urbano y, en general, la conversación amena con los habitantes de la colonia. De las diversas narrativas obtenidas surgieron textos, principales insumos de análisis, además de otros insumos convertidos en datos numéricos (encuesta y censos), sirvieron de base para conocer más en profundidad La Colonia Constitución y su relación con las migraciones.

2 El señor José Manzano Briseño, la señora María de Jesús Manzano Curiel y Rosa Estela Manzano Curiel eran los dueños de los terrenos (AGZ, 2005).

3 Los terrenos lindaban al norte con comunidades agrarias de Zapopan (en particular el Ejido los Guayabos), Rancho los Belenes, Rancho el Grillo; al sur con comunidades agrarias de Zapopan, el camino a San Cristóbal, la hacienda La Providencia y el pueblo de Zoquipan, en el camino a Zapopan, Comunidades de Atemajac, la Colonia Grasas Vegetales S.A., conocida en la actualidad como La GUSA y la Colonia Seattle; al oriente con Comunidades de Atemajac, y al poniente con comunidades agrarias de Zapopan, Rancho los Belenes y Rancho el Grillo (AGZ, 2005). De hecho, parte del Ejido los Guayabos, en el lindero norte, se fraccionó: la gente reconoce que sus viviendas están en un lote ejidal, pero se asumen como miembros de La Constitución, sin conocer la historia o la razón de dicha situación.

4 Se recibieron banquetas y machuelos de concreto, guarniciones, pavimentos de piedra, líneas de agua potable y equipos de bombeo instalados, así como las redes de alumbrado público, drenaje y alcantarillado. Esos servicios en lo sucesivo serían administrados operados por el ayuntamiento y pasarían a formar parte del patrimonio del municipio.

5 Muchas de esas colonias habían sido las primeras receptoras y contenedoras de los contingentes de población rural. La necesidad de vivienda y el fraccionamiento de campos de cultivo cercanos a la ciudad, promovió y facilitó la instalación de personas que tenían pocos años o meses de haber llegado a la ciudad.

6 Por ejemplo, en las viviendas de una sola calle pueden existir hogares que comparten un mismo origen geográfico, porque vienen del mismo pueblo o ranchería y tienen vínculos o relaciones estrechas, son parientes, amigos o compadres.

7 Por ejemplo, las prácticas de cultivo en áreas aledañas aún sin construir o en los propios terrenos, el tipo de alimentación predominante, o la cría de animales de corral como puercos, gallinas y vacas.

8 El espacio popular es entendido como un lugar estructurado, pero no planificado en sus viviendas, densificado en su población, y cuyos habitantes son de los estratos socioeconómicos medio y bajo. Asimismo, las relaciones sociales están estrechamente ligadas con los espacios públicos y cotidianos de convivencia; como la calle, las plazas o demás áreas que permitan la concentración o circulación de personas.

9 Ya en 1969, el Pbro. Salvador Martínez informaba al arzobispo de Guadalajara que en la colonia había más de 18 000 habitantes. Para 1995 la colonia tenía una población de 28 199 habitantes, de los cuales 13 688 eran hombres y 14 511 mujeres, con un índice de masculinidad 94.3 hombres por cada 100 mujeres, con mediana de edad de 22 años. En los datos de 2000, la población fue 26 017, hubo una disminución de 2 182 habitantes. La población masculina era 12 616 y la femenina 13 401, la disminución en esos segmentos fue de poco más de 1 000 habitantes en cada sexo, el índice de masculinidad fue similar (94 hombres por cada 100 mujeres). La relación de dependencia demográfica en 1995 fue 61 y 58 para 2000 (INEGI, 2003, 1996).

10 Mexican Migration Project, proyectos sobre migración desarrollados por la colaboración entre la Universidad de Guadalajara y la Universidad de Princenton, cuyas bases de información son públicas, previo registro en su página electrónica (http://mmp.opr.princeton.edu).

11 La base de datos MMP107 contiene una muestra probabilística de 200 hogares de la colonia. Al ser expandida es generalizable a la población de de 26 419 habitantes, distribuida en 3 952 hogares.

12 No fue posible acceder a datos más precisos sobre las cantidades recibidas, sólo la medición nominal que se presenta, es decir, tres niveles de recepción de remesas: pequeñas, mediana y substancial.

13 Porcentaje calculado con base en los datos por trimestre referidos en la página del INEGI para 2003, que a su vez son calculados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, en www.inegi.gob.mx

14 Falta un análisis sobre migrantes que son jefes de hogar y las ocupaciones que tienen.

15 Rockford fue adscrita como ciudad, oficialmente, desde 1852. Desde el último tercio del Siglo XIX se caracterizó por la instalación de fundiciones, las cuales destacan por su producción a nivel nacional (Nelson, 1975; Lundin, 1989; Encarta, 2006). Está ubicada en un área de 145 km2. Cuenta con un aeropuerto al sur de la ciudad, el Greater Rockford, con vuelos comerciales, de pasajeros y de carga. Se caracteriza por tener un extenso sistema de parques y bosques. La población de la ciudad en 2000 fue estimada en 150 115 habitantes, pero disminuyó en 2006 (149 914 habitantes). Sin embargo, el área metropolitana en su conjunto superó los 350 mil habitantes en 2007 (US-Census Bureau, 2008).

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