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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.5 no.2 Texcoco jul./dic. 2008

 

Modelos de innovación en el sector agroalimentario mexicano

 

Innovation models in the mexican agricultural/food sector

 

Manrrubio Muñoz-Rodríguez y J. Reyes Altamirano-Cárdenas

 

CIESTAAM. Universidad Autónoma Chapingo. Km. 38.5 Carr. México-Texcoco. Chapingo, México. 56230. (manrrubio2000@yahoo.com.mx).

 

Resumen

La creciente pérdida de competitividad del sector agroalimentario mexicano, el deterioro de los recursos naturales y la persistencia de la pobreza en el medio rural, difícilmente pueden ser superados si no se trasciende el modelo lineal de innovación que ha dominado el enfoque de desarrollo adoptado en el ámbito agroalimentario. Con base a diversos estudios de caso, se fundamenta la necesidad de superar el carácter vertical de este modelo y reconocer que la innovación es un proceso social en el que múltiples actores o nodos, cada uno con diferentes recursos, capacidades y habilidades, interactúan y co-desarrollan nuevos conocimientos con gran potencial para generar cambios creadores de riqueza. El verdadero desafío está en valorar el poder de las redes como mecanismo de innovación.

Palabras clave: Agricultura, innovación, redes.

 

Abstract

The increasing loss of competitiveness in the Mexican agricultural/food sector, the deterioration of natural resources and the persistence of poverty in the rural environment, can hardly be overcome if the linear innovation model, which has dominated the development approach adopted in the agricultural/food sphere, is not changed. Based on various case studies, the need to go beyond the vertical character of this model is argued, and to recognize that innovation is a social process in which multiple actors or nodes, each with different resources, capacities and abilities, interact and co-develop new knowledge with great potential to generate changes that create wealth. The real challenge is in valuing the power of networks as an innovation mechanism.

Key words: Agriculture, innovation, networks.

 

Planteamiento

La agricultura ha logrado mayormente satisfacer la demanda mundial efectiva de alimentos. No obstante, más de 800 millones de personas padecen inseguridad alimentaria, y el efecto ambiental de la agricultura ha sido enorme. Además, el futuro es cada vez más incierto. Los modelos predicen que es posible que los precios de los alimentos en los mercados mundiales reviertan la tendencia a la baja que registran desde hace tiempo, lo que provoca creciente incertidumbre acerca de la seguridad alimentaria mundial. El cambio climático, la degradación ambiental, la creciente competencia por tierra y agua, los elevados precios de la energía, y las dudas respecto de los niveles en que se adoptarán las nuevas tecnologías, son factores que presentan enormes desafíos y riesgos que dificultan los pronósticos. A fin de satisfacer la demanda mundial proyectada, para 2030 la producción de cereales deberá incrementarse 50%, y la de carne 85% en relación con los niveles de 2000. A esto se agrega la creciente demanda de materias primas agrícolas para la elaboración de biocombustibles, la cual ya ha generado un alza en los precios mundiales de los alimentos. Para administrar la respuesta conjunta de la agricultura a la creciente demanda, se requerirán políticas acertadas e inversiones sostenidas, no las prácticas habituales (Rosegrant, et al., 2007, citados por el Banco Mundial, 2007).

¿En qué condiciones se encuentra México para enfrentar estos cambios y tendencias? ¿Cuáles son los desafíos en materia de empleo, pobreza, seguridad alimentaria, competitividad y degradación de recursos? Los siguientes indicadores dan cuenta de ello:

-Empleo: año tras año se incorporan a la Población Económicamente Activa (PEA) cerca de 900 mil mexicanos. Para dar pleno empleo a esta población, México necesitaría crecer a razón de 7% anual. Sin embargo, en los últimos 25 años hemos crecido a tasas de 2.5% en promedio anual. Esto significa que, año con año, más de 500 mil mexicanos han tenido que emigrar, emplearse en la economía informal, quedarse sin empleo o delinquir.

-Pobreza: casi la mitad de los mexicanos sufren algún grado de pobreza. Hay 19 millones que no tienen los recursos suficientes para comprar una canasta básica de alimentos; 26 millones no tienen recursos para cubrir los gastos de educación y salud, y casi 51 millones no alcanzan a cubrir sus necesidades de vivienda, transporte, vestido y calzado (CONEVAL, 2007).

-En las localidades rurales con menos de 2 mil 500 habitantes, 60%vive en alta y muy alta marginación, mientras que en las localidades urbanas con más de 15 mil, 87% vive en muy baja marginación (CONEVAL, 2007). Es decir, que la pobreza es, en gran medida, un fenómeno rural.

-Lo anterior se agrava al considerar que cada año Oportunidades, el programa antipobreza más importante de México, gradúa —es decir, dejan de ser pobres— a sólo 0.4% de las familias apoyadas, lo cual significa que a "este ritmo tardaremos 400 años en combatir la pobreza del país" (Boltvinik, 2007)1.

-Competitividad: en 2006, México ocupó el lugar 33 de 45 países en competitividad, medida como la capacidad para atraer inversiones (IMCO, 2007). En 2004 fue el segundo país más competitivo de Latinoamérica, en 2006 el quinto. Lo superan Chile, Costa Rica, Brasil y Colombia.

-La balanza comercial negativa del sector agroalimentario y pesquero aumentó de 1 259 millones de dólares entre 1994 y 1995 a 5 666 millones entre 2004 y 2005. De este déficit, 85% se explica por la creciente importación de productos con valor agregado: alimentos, bebidas y tabaco.

-De los 24 principales agroproductos mexicanos de exportación a EE. UU., sólo nueve están incrementando su participación en el mercado. El resto está perdiendo participación en beneficio de los competidores (Banco Mundial, 2006).

-Uso de recursos. México ocupa el lugar 40 de 45 países en el subíndice "manejo sustentable del medio ambiente" (IMCO, 2007).

En los últimos cinco años los costos económicos por agotamiento y degradación ambiental representaron 9.8% del PIB: dos veces mayor al promedio de los países latinoamericanos y tres veces mayor al de muchos países europeos. La cifra equivale a 67 000 millones de dólares (2004). Es decir, cada año las pérdidas económicas por la degradación ambiental equivalen a lo que el gobierno recauda en toda la economía, excluyendo el petróleo.

Para enfrentar estos desafíos se requerirán políticas acertadas e inversiones sostenidas, pero no las prácticas habituales. ¿Dónde poner el foco? Para dar respuesta a esta crucial interrogante vale la pena revisar la evidencia internacional en torno a los motores del desarrollo.

Para los países, empresas y agricultores que se encuentran a la vanguardia de la economía mundial, el balance entre conocimientos y recursos se ha desplazado hacia los primeros hasta el extremo de que han pasado de ser el factor más determinante del nivel de vida —más que los recursos naturales, el capital y la mano de obra barata—. Así, las economías más desarrolladas están firmemente basadas en conocimientos. Evidencias:

1. La clara división del mundo en dos grupos, el de los países más desarrollados y el de los pobres, se ha ido acentuando cada vez más en el transcurso de los últimos 50 años. Lo que más sorprende en esta creciente distribución bimodal del ingreso es que no se debe a la concentración de los factores de producción, como el capital, los recursos naturales o la mano de obra, sino más bien a los relativos al conocimiento. Así, aproximadamente la mitad de las diferencias entre países en cuanto al ingreso per cápita y el ritmo de crecimiento son resultado de las diferencias en la productividad total de factores (PTF), generalmente atribuida al desarrollo tecnológico y a la capacidad innovadora. Estos términos deben entenderse en sentido amplio, en referencia no sólo a la capacidad de comprometerse en actividades de investigación y desarrollo (IyD) que eventualmente pueden o no generar nuevos productos, sino también en referencia al uso eficiente de tecnologías y a la adopción y adaptación de otras nuevas (Ferranti, et al., 2003; Hall y Jones, 1999; Dollar y Wolf, 1997).

2. Escribano y Guasch (2005), con datos correspondientes a encuestas a empresas que evalúan el clima de inversión, investigaron los determinantes de la productividad utilizando una batería de variables tales como: burocracia, corrupción y delincuencia, infraestructura, calidad, innovación y habilidades de trabajo, y eficacia de la gobernanza corporativa. Encontraron que en la mayoría de los países de América Latina y Asia las variables relacionadas con la innovación, calidad y capacitación son importantes determinantes de la productividad.

3. Lederman y Sáenz (2003) presentan datos econométricos que indican que los correlatos de la innovación, puntualmente el número de patentes per cápita, constituyen una importante explicación de los niveles de desarrollo observados en todo el mundo. Por otro lado, el gasto en IyD, que muchas veces incluye no sólo la investigación básica sino la mayoría del gasto en adaptación de tecnologías, se ha usado como indicador de los productos de innovación.

4. Lederman y Maloney (2003) examinan la relación entre los programas de IyD y el proceso de desarrollo, y determinan que la cuota del PIB que se le dedica se incrementa con el ingreso per cápita en el país promedio; no sólo eso, también determinaron que muchos países de alto crecimiento, como Finlandia, Corea e Israel, experimentaron bruscos despegues en relación con los puntos de referencia, camino que China e India han seguido recientemente. Numerosos estudios han estimado los beneficios económicos para las empresas que invierten en IyD: las estimaciones varían de 25 a 30%, un rendimiento mucho mayor que el rendimiento promedio sobre el capital, estimado en cerca de 7%. Además, el gasto de IyD en la economía puede incrementar el rendimiento de IyD multiplicado numerosas veces a través de derramas de conocimiento que, mediante adopción y aprendizaje de tecnología, mejoran los productos y las técnicas de producción de otras compañías. Estos autores estimaron, para un grupo de países, que los rendimientos en IyD exceden el de las inversiones de capital en un factor de 6 a 10, dependiendo del nivel inicial de ingreso per cápita. En el caso de México, los cálculos indican un rendimiento social de IyD superior a 60%.

5. De acuerdo con FAO-SAGARPA (2006), cuando los grupos de comunidades rurales reciben subsidios gubernamentales para la adquisición de activos fijos, y éstos van acompañados del desarrollo de capacidades de innovación, su nivel tecnológico e ingresos brutos crecen 42% y 74%, contra sólo 20% y 27% cuando los subsidios se canalizan exclusivamente a la compra de activos.

Lo que este conjunto de evidencias refleja es que, hoy por hoy, la innovación basada en conocimientos es la palanca fundamental del desarrollo de las sociedades. Puesto que este trabajo se refiere al sector agroalimentario, surge la interrogante de si, al poner el foco en este sector, se pueden generar las condiciones propicias para impulsar el crecimiento económico y, por tanto, el empleo, reducir la pobreza en todos los ámbitos y aminorar el deterioro ambiental.

Estimaciones realizadas sobre diversos países indican que el crecimiento del PIB originado en la agricultura es al menos el doble de eficaz en reducir la pobreza que el crecimiento del PIB generado en otros sectores. En el caso de China, se calcula que el crecimiento total originado en la agricultura2 fue 3.5 veces más eficaz en reducir la pobreza que el generado en otros ámbitos. En América Latina fue 2.7 veces más eficaz (Banco Mundial, 2007). Pero ¿la agricultura puede ser también un impulsor eficaz del crecimiento y desarrollo económico general de un país como México? Más allá de la contribución actual del sector a la economía, abundan los casos en que la agricultura fue la base del crecimiento en los inicios del proceso de desarrollo. En efecto, el crecimiento agrícola fue el precursor de las revoluciones industriales que se difundieron en todo el mundo templado, desde Inglaterra a mediados del siglo XVIII hasta Japón, a fines del siglo XIX. Más recientemente, el rápido crecimiento agrícola de China, India y Viet Nam precedió al auge industrial. Tal como sucede con la pobreza, la capacidad especial de la agricultura como base para el crecimiento inicial ya ha sido demostrada (Banco Mundial, 2007).

Si las economías más avanzadas están basadas firmemente en conocimientos, ¿qué ha ocurrido en México? ¿En qué medida ha contribuido este factor al crecimiento y desarrollo nacional? La evidencia disponible sugiere que en México el capital humano aún no contribuye al crecimiento de la economía. Así, un estudio realizado por la empresa Select, citado por el IMCO (2007) muestra que la PTF3 no ha contribuido al crecimiento total de la economía e inclusive fue negativa en años recientes. Este resultado contrasta con el hecho de que en la mayoría de los países más avanzados, la PTF explica una proporción relativamente alta del crecimiento. Aunque con un método de investigación diferente, el IMCO también midió la contribución del capital humano y la innovación al crecimiento4. El resultado obtenido a nivel agregado sugiere que el capital humano contribuyó con sólo 0.4% al cambio de la productividad de la mano de obra durante el periodo de 1993 a 2004. Al emplear el mismo método de estimación se calculó el residual de Solow para la economía de EE. UU. El resultado indica que el cambio tecnológico aportó 14.3% del crecimiento de productividad laboral durante el mismo periodo. Esto significa que para este país el capital humano aporta 35 veces más al cambio de productividad que en México.

A juzgar por los indicadores de empleo, pobreza, competitividad y uso de recursos que caracterizan el desempeño de México, todo parece sugerir que nuestro país está aprovechando muy poco el conocimiento para innovar e impulsar el desarrollo económico y social. Y dado que la innovación es un gran aliado del desarrollo y bienestar de la sociedad, conviene analizar las causas que explican porqué ésta contribuye tan poco al desarrollo del país en general y del sector agroalimentario en particular y, sobre todo, plantear estrategias que enfaticen la imperiosa necesidad de innovar nuestra forma de innovar en el ámbito agroalimentario.

En suma, ¿qué hacer para que en México la innovación también sea el motor que impulse la competitividad del sector agroalimentario? A esta crucial interrogante se pretende responder en este artículo.

 

Las oportunidades

Un hecho que no puede ser ignorado por los diversos actores vinculados al medio rural es el quiebre de una tendencia que había perdurado por casi 40 años: el incremento de los precios internacionales de los alimentos. Así, productos como el trigo, maíz, aceite de soya y la leche han alcanzado precios que no se habían visto en tres décadas, además de que un informe de la OECD-FAO (2008) prevé un futuro aún peor o mejor, según la perspectiva de análisis, en la próxima década, con aumentos en el precio de los alimentos de entre 20% y 50%.

Si bien esta situación podría caracterizarse como normal en un sector de por sí volátil, todo parece sugerir que se está ante un cambio de reglas del juego, actores y referentes. En efecto, existen por lo menos cuatro fuerzas impulsoras actuando al unísono, cuya inercia plantea la necesidad de considerarlas en cualquier proceso de planificación y toma de decisiones:

1) Aumento persistente de la demanda internacional de alimentos y en general de materias primas en dos países, China e India, donde habita más de 37% de la población mundial. Como resultado de tasas de crecimiento promedio anual que superan un dígito, el primer país ha dotado de poder adquisitivo a más de 200 millones de nuevos consumidores que hoy demandan productos como cárnicos y lácteos. Sin duda que esta es la fuerza más grande que ha impulsado el alza de los precios de muchas materias primas. Tan sólo tres hechos dan cuenta de ello (www.agroeconomico.cl; www.portalechero.com).

-En China, el consumo de carne y leche ha crecido más de 25% y 76% entre 2000 y 2006. Estos niveles de consumo han planteado un espectacular desafío a las plantas productivas. En 2006 se produjeron 14.6 millones de toneladas de productos lácteos en el país, ¡670 veces la cifra registrada en 2000!, de las cuales, 12.44 millones correspondieron a productos líquidos, ¡930 veces más que seis años antes!

-Chile, país que se ha planteado el desafío de ser una potencia agroalimentaria, ha visto crecer sus exportaciones de lácteos a China en más de 45% entre 2006 y 2007.

-Fonterra, la cooperativa láctea más grande del mundo, ha estimado que para poder satisfacer la nueva demanda de leche (fórmulas infantiles, chocolate, helados, queso y bebidas varias), se tendría que agregar cada año el equivalente a la producción anual del país líder en exportaciones de leche: Nueva Zelanda. En efecto, en el mercado de la leche se registra un creciente desequilibrio entre una demanda mundial que crece cada vez más debido a la continua incorporación de nuevos consumidores y a una oferta que decrece cada vez más por falta de incentivos en la Unión Europea y EE. UU.

2) Creciente demanda de materias primas agrícolas para biocombustibles líquidos. Como resultado del fenómeno del cambio climático y el encarecimiento de los precios del petróleo (cuyos precios reales se han incrementado 170% desde 2002), la generación de energía limpia y renovable se ha convertido en uno de los mayores desafíos de la humanidad (ONU, 2007). Así, con el propósito de aumentar la seguridad energética y reducir los gases que causan el efecto invernadero, EE. UU. empleó más de 80 millones de toneladas de maíz para producir etanol en 2007, el doble de 2005, y se estima que podría llegar a consumir hasta la mitad de la producción interna en cuatro años. Si se considera que este país representa por sí solo 40% de la producción mundial de maíz, y más de la mitad de todas las exportaciones, se comprende la fuerte presión que ejercen los biocombustibles sobre los precios de los alimentos básicos y procesados en todo el mundo (Ray, 2007). Los países de la Unión Europea también promueven la producción de biocombustibles a partir de la combinación de remolacha azucarera y trigo. La meta es que 5.75% del combustible automotriz consumido provenga de los biocombustibles hacia 2010 y 10% para 2020.

Dado que se espera que el precio del petróleo se mantenga elevado en el largo plazo y que el consumo de energía a nivel mundial aumente 71% entre 2003 y 2030, el resultado previsible es que los procesadores de etanol y biodiesel paguen precios mucho más elevados por el maíz y las semillas oleaginosas de los que eran previsibles hace unos pocos años (ONU, 2007).

Toda esta situación ha generado nuevas alternativas de agregación de valor que compiten con el uso tradicional de los granos, oleaginosas y cultivos forrajeros, lo cual se ha traducido en una creciente conversión de tierras agrícolas y de pastoreo a cultivos con demanda para biocombustibles, como el maíz. Así por ejemplo:

-En EE. UU. se destinaron casi cinco millones de hectáreas más al cultivo de maíz en 2007, en comparación con 2006. Ésto significó 2.8 y 1.2 millones de hectáreas menos para cultivos de soya y algodón.

-En Argentina, 11 millones de hectáreas de pastizales pasaron a ser cultivadas con maíz y soya, pues se concluyó que en suelos con aptitud intermedia el margen bruto de la agricultura triplica al ganado: 130 versus 400 US$ ha1 (www.agromeat.com).

3) Combinación de fenómenos económicos, catástrofes naturales y enfermedades de los animales que trastocan radicalmente los mercados internacionales. Por un lado, los cambios se originan por la creciente articulación de los mercados internacionales, lo cual provoca que la ocurrencia de ciertos hechos en ámbitos muy distantes geográficamente, influya en el comportamiento de los mercados. De hecho, en el último cuarto de siglo, las repetidas crisis económicas se han presentado asociadas a crisis internacionales: deuda externa en 1983, ajuste e hiperinflación a fines de los años ochenta, crisis asiática en 1997 y crisis bursátil al inicio del presente siglo. Por otro lado, también hay que considerar algunos fenómenos asociados al calentamiento global que provocan los gases de efecto invernadero, y que conforme transcurre el tiempo parecen estar fuera de control o son menos predecibles. En efecto, diversos especialistas, entre ellos Emmanuel Kery del MIT5 sugieren que "el calentamiento futuro puede ocasionar una tendencia ascendente en el potencial destructivo de los huracanes y un incremento sustancial de las pérdidas relacionadas con los huracanes en el siglo XXI. Hechos:

-Los inusuales incrementos en el precio del trigo se explican, en gran medida, por las severas sequías ocurridas en Australia durante 2006 y 2007. En una temporada normal de producción se cosechan aproximadamente 20 millones de toneladas, pero en 2006 y 2007 sólo se cosecharon 10 y 13.5 millones de toneladas (www.agroeconomico.cl).

-La aparición de brotes de la encefalopatía espongiforme bovina o el mal de las vacas locas provocó una drástica recomposición del mercado mundial de la carne. Así, tan solo durante el periodo de 2002 a 2005 Brasil y Argentina aumentaron sus exportaciones de carne de res en más de 100%, mientras que los países de la Unión Europea y EE. UU. (donde se detectaron casos de esta enfermedad) disminuyeron en más de 60% (www.agroeconomico.cl).

En suma, la emergencia de estas fuerzas que empujan los precios de las materias primas al alza y dan lugar a nuevas reglas de juego y nuevos actores, representan una oportunidad de posicionamiento en los mercados nacional e internacional y, a la vez, de creación de riqueza en forma de más y mejores empleos e ingresos para la población rural. Sin embargo, también pueden transformarse en una amenaza si no se toman las medidas pertinentes por parte de los diversos actores de las diferentes cadenas o redes de valor.

 

Los conceptos guía

Aunque las diversas definiciones de innovación van desde la simple noción de inventar, alterar un estado de cosas o introducir novedades, las definiciones más recientes enfatizan la importancia de considerar el beneficio social de la aplicación de nuevas ideas o conocimientos. Es decir, si se inventa o descubre algo nuevo, debe aplicarse exitosamente en un sistema productivo concreto para que la gente pueda disfrutar de los cambios provocados por esa invención o descubrimiento.

Por tanto, cuando aquí se habla de innovación se está haciendo referencia a todo cambio basado en conocimiento que genera riqueza. La meta de cualquier proceso innovador es la generación de riqueza; si esta no se logra, podrá hablarse de que se han realizado quizás inventos o descubrimientos, pero no innovación (COTEC, 2006). El cambio es la vía que permite conducir hacia la generación de riqueza y el conocimiento es la base que permite concebir y llevar a buen término el cambio (Figura 1).

La meta de cualquier proceso innovador es el bienestar económico y social, más que la simple acumulación de datos, información y conocimientos. ¿Por qué enfatizar en la creación de riqueza? Simple y sencillamente porque en México, hablar del campo, del medio rural o del sector agroalimentario, es hablar de pobreza, deterioro ambiental y pérdida de competitividad. Qué otra conclusión se puede sacar cuando se afirma que "en las localidades rurales 60% de la población vive en alta y muy alta marginación", o que "los costos económicos por agotamiento y degradación ambiental representan casi 10% de toda la riqueza nacional producida anualmente", o que "de los 24 principales productos agropecuarios de exportación, sólo nueve están incrementando su participación en el mercado estadounidense" (Muñoz et al., 2007; CONEVAL, 2007; Banco Mundial, 2006). Lo que estos indicadores señalan es la imperiosa necesidad de emprender políticas y estrategias tendientes a convertir a la innovación en el motor de la creación de riqueza, tal y como ocurre en los países cuya población goza de mejores niveles de vida.

Por tanto, bien se podría definir la riqueza en sentido amplio como la estimación que hacen las personas de la capacidad de un bien o servicio de satisfacer sus necesidades, deseos y expectativas.

En un contexto de globalización, una condición necesaria para crear riqueza es ser competitivos. Y la competitividad la definimos como "la capacidad de crear y entregar rentablemente valor en un mercado específico a través del liderazgo en costos, precios o mediante productos y servicios diferenciados sin comprometer la habilidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades".

En principio, son múltiples los factores con efecto sobre los costos de una empresa o unidad de producción y el grado en que esta puede diferenciar sus productos. Así, la ventaja en costos puede ser alcanzada a través de la gestión de innovaciones que incidan en la productividad de la mano de obra, de la tierra y del capital. Los cosos también son afectados por la capacidad de acceder al mercado al momento de adquirir insumos y comercializar los productos. Asimismo, los costos son influenciados por las economías de escala (compactación de tierras o compras y ventas consolidadas, por ejemplo) y la amplitud de la variedad de productos comercializados. La capacidad para acceder a diversos servicios como el crédito, asesoría técnica y capacitación, así como diversos apoyos o subsidios gubernamentales puede traducirse en una reducción de costos, al igual que la habilidad para integrar redes empresariales. Todo este conjunto de factores afectan el liderazgo en costos, el cual, a su vez, influye en la competitividad de una empresa.

Por otra parte, hay una serie de factores que determinan la capacidad de una empresa para diferenciar sus productos y posicionarse en los mercados. Entre estos está la habilidad de afectar la demanda del producto mediante el desarrollo de productos de calidad superior. Ésto puede lograrse a través de la sustitución de insumos químicos por orgánicos, el establecimiento de normas de inocuidad, entre otras cosas. Las estrategias de promoción también pueden ayudar a empujar la demanda. Las empresas también podrían ofrecer servicios de comercialización directa, servicios de transporte, crédito, etcétera. Todo este conjunto de factores contribuye a la diferenciación, influyendo así en la competitividad.

Los elementos clave para el análisis de la competitividad se ilustran en la Figura 2. El enfoque adoptado busca enfatizar el grado en el cual los factores que afectan la estructura de costos y la estructura de la demanda de la empresa o unidad de producción rural se traducen en ganancias en competitividad.

 

Modelos de innovación dominantes en México

En México, la creciente pérdida de competitividad, el deterioro de recursos naturales y la persistencia de la pobreza, están fuertemente determinados por los modelos de innovación predominantes. Dichos modelos son resultado de una elección estratégica de las diferentes actividades que han decidido emprender los diferentes actores, así como del grado de articulación establecido entre estos actores en el marco del llamado Sistema Nacional, Regional y Estatal de Innovación Agroalimentaria (Muñoz et al., 2007).

Así, con el propósito de fundamentar esta afirmación, a continuación se analizan los dos grandes modelos de innovación dominantes observados en una serie de estudios de caso emprendidos, así como la valoración del desempeño alcanzado en función del modelo adoptado.

 

Modelo lineal

Este modelo funcionó muy bien a finales del siglo XIX y a lo largo del XX, y es en gran medida el responsable de los cambios que se conocen hoy en día. El representante típico de este modelo fue Thomas Alba Edison, quien desde los laboratorios Bell ubicados en New Jersey, EE. UU., desarrollaba inventos que luego eran incorporados en productos, para finalmente ser manufacturados en gran escala para su comercialización.

Este modelo de innovación se caracteriza por ser cerrado e integrado verticalmente, pues la propiedad intelectual era generada al interior de un instituto, universidad o corporación, y una vez creada se protegía celosamente antes de transformarse en un bien o servicio comercializable.

 

Modelo en red o de innovación abierta

Este modelo se encuentra en su etapa inicial, pero se le vislumbra un futuro prometedor, toda vez que ha dado lugar a innovaciones trascendentes con gran impacto económico y social. Se asemeja a un ecosistema o red en el que múltiples actores o nodos, cada uno con diferentes recursos y capacidades, interactúan y codesarrollan nuevos bienes y servicios que la sociedad valora (Adner, 2006; Chakravorti, 2007).

Además de que las ideas generadas en los laboratorios e instituciones de investigación no siempre se corresponden con las necesidades de las empresas y consumidores, ante una situación de intensa competencia global, muy pocos actores en lo individual pueden asumir que cuentan con todas las capacidades científicas y tecnológicas para sostener una dinámica innovadora que les permita posicionarse en forma sostenible en los mercados. Esta realidad ha dado lugar a la formación de redes en cuya estructura básica intervienen seis grandes actores o nodos, a saber (Radjou, 2004; Ruelas y Donald (2006); Muñoz et al., 2004):

-Investigadores/inventores. Conducen las labores de investigación y desarrollo, dando origen a nueva propiedad intelectual. Generalmente este tipo de actor no tiene las capacidades para traducir en bienes y servicios comercializables el conocimiento que genera. A esta categoría pertenecen los centros o institutos de investigación, universidades, centros de desarrollo tecnológico y aquellas grandes empresas que invierten importantes sumas en investigación y desarrollo.

-Financiadores. Proveen los fondos para que inventores, transformadores, empresarios, transferidores y articuladores desempeñen sus respectivos roles en la red de innovación. Dichos fondos pueden ser suministrados en forma de crédito, capital de riesgo, reembolsos, subsidios, etcétera. A este grupo pertenecen los organismos financieros como bancos comerciales y de fomento, fideicomisos, organismos públicos, empresas, y organizaciones no gubernamentales.

-Transformadores. Identifican, capturan o compran las ideas y conocimientos de los investigadores, empresarios y agricultores, las someten a procesos de validación y transformación hasta llegar a la generación de bienes y servicios con valor de uso y de cambio. En este nivel puede actuar cualquier empresa que cuente con las capacidades de identificación, captura, compra, transformación y comercialización de bienes y servicios basados en conocimientos. Por ejemplo, a esta categoría pertenecen los organismos que adquieren los derechos para multiplicar el material genético (en forma de semillas certificadas) que generan los institutos de investigación en forma de semilla básica y registrada.

-Transferidores/difusores. Asumen la función de identificar, familiarizarse y diseminar los conocimientos, bienes o servicios a nivel de los diferentes actores que demuestren interés y necesidad por adoptarlos con el propósito de generar valor. A este grupo corresponden los llamados asesores, extensionistas, consultores u organismos que mantengan contacto directo con empresas y agricultores.

-Empresarios/agricultores. Bajo el enfoque lineal, este actor suele ser concebido como el último eslabón de una cadena que empieza con el investigador, pasando por el transformador y transferidor. Es quien incorpora los conocimientos y bienes a los procesos productivos y comerciales con el propósito de crear valor. Sin embargo, en el modelo abierto, este actor también puede asumir cualquiera de los anteriores roles, pues en el proceso de adopción ocurre una serie de adaptaciones que dan lugar a nuevos descubrimientos que alimentan a los investigadores, transformadores y transferidores, además de que en su papel de actor social constantemente interactúa con sus pares en carácter de difusor. También puede asumir el rol de financiador al aportar fondos para generar nuevo conocimiento.

-Orquestadores/articuladores. El nodo orquestador actúa entre iguales y es el que identifica la oportunidad, reúne y coordina a los demás actores de la red para formar una combinación novedosa de recursos que hacen posible la innovación a nivel de los procesos productivos, agroindustriales y comerciales. Los recursos incluyen tanto activos tangibles (redes de distribución, equipo/maquinaria y dinero) como activos intangibles (tecnología, competencias, marcas, etcétera). Así, la orquestación consiste en coordinar al resto de los actores o nodos para proporcionar una combinación novedosa que satisfaga una demanda de los clientes.

En el proceso de transición de un modelo a otro, un mismo actor puede desempeñar varios roles a la vez. Además, no todos los actores actúan al unísono, pues depende de la fase de desarrollo en la que se encuentre el conocimiento. Por ejemplo, en su fase inicial, resulta más evidente la actuación del financiador e investigador. Pero si ya se ha pasado de la fase de investigación a la prueba o validación, puede aparecer en escena el transformador. Luego de su validación comercial puede intervenir el transferidor o difusor. Si estos dos últimos actores no intervienen, como suele ocurrir, los conocimientos generados por los investigadores quedan atrapados en los institutos y no se traducen a innovaciones, es decir, en cambios que generan valor o riqueza en forma de empleo e ingresos.

En términos esquemáticos, la arquitectura básica de una red quedaría ilustrada en la Figura 3. Independientemente del modelo que prevalezca, todos los actores están presentes en una estrategia de gestión de la innovación, pero invariablemente tienden a dominar algunos si se opera bajo un enfoque lineal, y otros si el enfoque dominante es en red (Radjou, 2004).

¿Cuál es el enfoque que está dominando en nuestro país? A través de la realización de ocho estudios de caso se pudo constatar la coexistencia de ambos modelos, así como la transición entre ellos. En realidad ningún modelo se encuentra en estado puro, pues puede ocurrir que en determinadas circunstancias domine el modelo lineal, pero en otro el de red. Sin embargo, para avanzar en el entendimiento del desempeño estratégico de los diferentes actores, se ha optado por caracterizar el modelo dominante encontrado en los ocho estudios de caso, entendiendo por dominante el que absorbe la mayor proporción de recursos y por tanto el mayor tiempo y creatividad del personal involucrado.

 

Primer modelo: enfoque lineal

Se caracteriza por su enfoque lineal, pues el actor financiador, por lo general las Fundaciones Produce, se concentran en coordinar y ejecutar un conjunto de actividades que siguen un flujo continuo que va desde la identificación de la demanda de Investigación y Transferencia de Tecnología (ITT), pasando por la formulación de los términos de referencia, publicación de la convocatoria, recepción y evaluación de prepropuestas, evaluación de proyectos en extenso, publicación de resultados, formulación del Programa Operativo Anual (POA) y seguimiento en campo de los proyectos de ITT financiados (Figura 4). A estas Fundaciones es a las que más les ha beneficiado el aprendizaje operativo gestionado por la Coordinadora Nacional de las Fundaciones Produce (COFUPRO) y gerentes regionales, pues han mejorado considerablemente su eficacia en la gestión de este modelo.

En este modelo existen dos variantes:

Primera

En ésta se encuentran los Financiadores que destinan entre 75% y 100% de los fondos concursables a nivel estatal a instituciones de investigación o a las de enseñanza e investigación superior (IEIS), destacando el INIFAP con más de 60% de los recursos ejercidos. Los nodos receptores de esos recursos asumen dos y hasta tres funciones a la vez. Si el proyecto financiado es de investigación, desempeñan el rol de nodo investigador y, una vez finalizado el proyecto, asumen el de nodo transformador (reproduciendo semillas, por ejemplo) y transferidor o difusor. Si el proyecto es de transferencia, inmediatamente se desempeñan como nodo transferidor a través de la realización de acciones consistentes en eventos demostrativos en parcelas experimentales o del propio agricultor/ganadero en calidad de cooperante, así como mediante cursos y conferencias, publicación de folletos, etcétera.

Debido a que las capacidades organizacionales de organismos como el INIFAP y las Universidades se centran en la investigación, suele ocurrir que cuando se desempeñan también como transferidores —o se supone que lo harán—, invariablemente se incurre en ineficiencias tales como un reducido alcance en el número de agricultores impactados, o escasa difusión comercial de las tecnologías generadas. Ésto último es lo que típicamente sucede con los proyectos de mejoramiento genético, pues el nodo investigador sólo llega hasta la generación de la semilla básica y registrada, pero al carecer de los incentivos y capacidades para multiplicar la semilla hasta llegar a la semilla certificada, dichos resultados, por muy sobresalientes que sean, jamás se convierten en innovaciones, es decir en cambios basados en conocimiento que generen riqueza a nivel de los procesos productivos. En este caso falla el nodo investigador, pero sobre todo el Financiador, al dejar de desempeñar el rol de orquestador con los nodos que harían la función de transformadores o multiplicadores de la semilla básica y registrada.

En calidad de financiador, la Fundación PRODUCE asume también el rol de orquestador, aunque en los hechos el papel protagónico de investigador y transferidor lo desempeña el nodo receptor de los recursos, limitándose la Fundación a la del simple seguimiento en campo y a la de administrador de los recursos de toda la red de organismos que le ejecutan proyectos.

En virtud de que la mayoría de las actividades se descargan en los nodos investigador y transferidor, la estructura de personal que requiere el Financiador es muy pequeña, pues a lo sumo cuatro o cinco personas asumen toda la carga de trabajo y responsabilidad: el gerente, un responsable de seguimiento, una secretaria y un contador.

Segunda

A diferencia de la primera, en ésta prácticamente desaparece el nodo investigador debido al cuestionamiento que ha hecho el Financiador ante el reducido alcance o impactos de las acciones de investigación y transferencia de tecnología. Su lugar es completamente suplantado por un nodo transferidor especializado. Las Fundaciones que representan esta variante son las de Sinaloa y Veracruz, mismas que canalizan 47% y 28% de los recursos concursables a nivel estatal bajo esta variante. En ambos casos el ámbito de influencia preponderante del transferidor es en la cadena de mayor importancia estatal: maíz en el primero y ganadería bovina de doble propósito en el segundo.

Una característica común de ambos casos es el fuerte control que ejerce el nodo Financiador sobre el transferidor. Se puede decir que prácticamente se trata de una extensión del Financiador, lo cual implica asumir 100% de los costos fijos y variables, tanto de la contratación del personal que realiza las funciones de transferencia, como de los costos de operación. Por ejemplo, la Fundación PRODUCE Sinaloa cuenta con una estructura técnica de más de 21 personas.

En el caso de Veracruz, no obstante haber sido este estado el origen del primer Grupo Ganadero de Validación y Transferencia de Tecnología (GGVATT) en 1982, y donde más ha crecido este modelo, en 2004 el Financiador decidió crear un modelo de difusión y capacitación paralelo a los GGVATT argumentando una serie de limitaciones del modelo como: baja cobertura, reducidos impactos, politización del modelo, gestión ineficiente de pagos a los asesores técnicos,6 redundancia de proyectos ejecutados por INIFAP, etcétera. Al modelo creado se le denominó FUNPROGAN, y básicamente consiste en la contratación de nueve asesores (todos ellos ex técnicos GGVATT) que, distribuidos en grupos de tres en las regiones norte, centro y sur, ofrecen cursos de capacitación, organizan giras de intercambio y días demostrativos. Fueron dotados con vehículos y, a partir de enero de 2006, cuentan con el soporte de tres unidades móviles que brindan servicios al costo a los ganaderos, consistentes en cuestiones de sanidad, reproducción animal y análisis de suelo, agua y planta.

Aunque formalmente es operado por parte de la Unión Ganadera Regional del Centro, en realidad el FUNPROGAN es coordinado directamente por el Financiador, quien para ello contrató a la ex coordinadora estatal de los GGAVAT.

Si bien el modelo es presentado como una estrategia complementaria a los GGVATT, en realidad lo sustituye, toda vez que ambos modelos atienden poblaciones diferentes, pues a dos años de operación, menos de 1% de los ganaderos capacitados estaban agrupados en un GGVATT. A decir de los directivos del nodo Financiador, entre los principales logros del modelo FUNPROGAN destaca el hecho de que en ¡sólo dos años! ha impactado a más de trece mil ganaderos, contra sólo 1 126 que se atienden anualmente en los 86 GGVATT.

Entre 1997 y 2005 el Financiador ha canalizado recursos por 16.9 millones de pesos a 73 proyectos de ITT en el sistema doble propósito. Si bien el INIFAP aparece como el ejecutor de 32% de los recursos, con el transcurrir del tiempo esta institución ha reducido su participación hasta el nivel de no operar un solo peso. En su lugar han aparecido las asociaciones ganaderas, en particular las del centro, en su calidad de operadoras formales del FUNPROGAN, modelo en el que se invierten aproximadamente 2.5 millones de pesos al año.

En el caso de Sinaloa, la estrategia de intervención en la cadena maíz tiene cierto parecido con el caso de Veracruz, aunque con algunas diferencias importantes. Así, aproximadamente 90% de los proyectos y presupuesto de ITT relacionado con la cadena maíz es ejecutado por tres organismos privados impulsados de origen y financiados casi exclusivamente por la Fundación Sinaloa: los Centros de Validación y Transferencia de Tecnología (CVTT), de los cuales existen tres, uno en el norte, otro en el centro y uno en el sur. Estos centros dependen directamente de los Consejos Consultivos Regionales del Financiador, y al igual que el resto de las instituciones de enseñanza e investigación, año tras año participan en la convocatoria anual presentando proyectos de validación y transferencia que son evaluados por un Consejo Técnico independiente del Financiador.

La principal razón que dio origen a los CVTT fue la necesidad de contar con un organismo imparcial que actuara como una figura arbitral entre las compañías semilleras y los agricultores. Considerando que tan solo en el ciclo otoño-invierno se siembran alrededor de 400mil hectáreas de maíz (lo cual representa un valor de mercado para las empresas semilleras de más de 720 millones de pesos), ello constituye un fuerte aliciente para actuar en forma desleal ofertando semillas con atributos que no poseen. Ante esa situación, a partir del ciclo otoño-invierno 1997 y 1998 se decidió establecer el primer lote de validación de híbridos comerciales en parcelas de productores cooperantes. En dichos lotes se somete a todos los híbridos al mismo manejo, y al finalizar el ciclo se realiza la cosecha y se hacen comparaciones para evaluar a los híbridos más sobresalientes. Aunado a la realización de eventos demostrativos, los resultados de las pruebas se publican en los periódicos de mayor circulación estatal y se editan trípticos a fin de orientar al productor para la toma de decisiones en lo referente a la selección de híbridos.

Un simple indicador que da cuenta del impacto de este proceso lo constituye la drástica reducción de compañías semilleras y de híbridos que no pudieron permanecer en un mercado más transparente. De 14 empresas semilleras que ofertaban un total de 50 híbridos en 1997, dicho número se redujo a ocho empresas con una gama de solamente 16 híbridos de maíz de grano blanco.

Además de los lotes de validación de híbridos, los CVTT han validado y difundido tecnologías tales cono el sistema de pronóstico de riego en tiempo real, el sistema de labranza de conservación, el sistema de producción de siembra de alta densidad en surcos normales con doble hilera y en surcos angostos, así como el establecimiento de silos de maíz forrajero.

En ambas variantes subsiste un supuesto muy arraigado: hay una cantidad definida de actividades —como las indicadas en la Figura 4— que agregan valor; estas son las mismas en todas las circunstancias y permanecen estables en el tiempo. Los Financiadotes mejoran su eficiencia al refinar y mejorar continuamente su cadena de actividades.

 

Segundo modelo: enfoque de red

A diferencia del modelo anterior (en sus dos variantes) donde se supone la existencia de una cantidad definida de actividades que generan valor, en éste se supone que las organizaciones crean valor orquestando combinaciones novedosas de recursos que satisfacen una necesidad no atendida de los clientes: los agricultores o los sistemas producto. Los recursos incluyen tanto activos intangibles (como competencias, tecnología, diseño de marca e imagen), como activos tangibles: financiamiento, maquinaria y equipo, redes de distribución... Los nodos son cada organización que controla recursos relevantes y los hacen disponibles para ser usados y satisfacer una necesidad. La orquestación consiste en coordinar estos nodos para proporcionar la combinación novedosa que satisfaga una demanda de los clientes (Ruelas y Donald, 2006).

Este modelo es el que ha impulsado la Fundación PRODUCE Puebla, al tejer una sofisticada red de diferentes actores tales como a los investigadores (universidades e institutos tecnológicos), a los financiadores (FIRA, FONAES, FIRCO, SDR, Secretaría de Economía, etcétera), transformadores (diseñadores y proveedores de maquinaria y equipo), transferidores (asesores, consultores, despachos, cámaras empresariales y de servicios, etcétera) y a los agricultores y ganaderos individualmente y en grupos organizados o a través de los denominados sistemas producto. En conjunto, todos estos nodos constituyen una red o ecosistema que satisface una necesidad de mercado. Y es la red, más que un nodo específico en sí, la que crea valor.

A este modelo es al que se refiere el resto de los 31 Financiadores que existen en el país cuando afirman que Puebla "está haciendo lo que todas deberíamos hacer". Este modelo y el Financiador, o mejor dicho el Orquestador que lo impulsa, figura entre las innovaciones más reconocidas a nivel nacional por sus pares. El Financiador-Orquestador le ha llamado a este modelo "integración de cadenas agroalimentarias". De hecho, un indicador que da cuenta de la amplitud de este modelo es la estructura que registra los proyectos de ITT financiados por cada eslabón de la cadena. Así, mientras que a nivel nacional el eslabón primario concentra 92% de los proyectos, la comercialización 3% y la industrialización 4%, en Puebla dicha estructura es 43%, 20% y 37%, respectivamente.

El concepto clave en este modelo es el de orquestación: describe cómo un nodo, en este caso la Fundación PRODUCE Puebla, forma y coordina una variedad de nodos de una manera novedosa para aprovechar una oportunidad: la de crear riqueza a través de la articulación de cadenas productivas. Así, un nodo orquestador es el primero entre iguales, el que identifica la oportunidad y que reúne y coordina a los otros. La orquestación no consiste en construir una red estática para luego dejarla osificarse en el tiempo. Por el contrario, la orquestación requiere mantener una red dinámica, dispuesta a tomar nuevas oportunidades cuando surgen.

Tal situación ocurrió en la cadena ovina, para la cual se construyó un moderno rastro TIF con la idea de participar en el mercado de cortes. Al evaluar la estrechez de este mercado, inmediatamente se exploran nuevos mercados, tanto nacionales como extranjeros, y en alianza con la Secretaría de Economía y una empresa de servicios residente en los EE. UU., se vislumbra una brillante oportunidad en el llamado "mercado de la nostalgia" con productos de alto valor añadido como la barbacoa, la birria, los mixiotes y la tinga.

A titulo de ejemplo de lo que se puede observar en cadenas como la ovina, papaya, vainilla, bambú y frutillas, en la Figura 8 se ilustra la variedad de actores que han intervenido en la cadena jamaica, así como los logros alcanzados hasta el cierre de 2007.

Estos ejemplos muestran con claridad la característica central de la lógica de orquestación (Ruelas y Donald, 2006): su enfoque alocéntrico, lo que significa que incorpora a los diversos nodos de la red. En gran medida, la teoría estratégica actual y el modelo lineal analizado líneas arriba, en particular en su segunda variante, es egocéntrica: su punto de partida es ejemplo, a juicio de la Secretaría de Desarrollo Estatal, la Fundación "suplanta la función de la Secretaría". Personal de FIRA, por su parte, afirma que la Fundación "está muy concentrada en cadenas emergentes de bajo impacto para la economía estatal". Funcionarios de SAGARPA estatal sostienen que emprendimientos como los de jamaica y papaya, "están sostenidos por alfileres, al depender demasiado de subsidios". Independientemente de que la razón les asista, una de las principales causas que motiva estas críticas es la falta de coordinación e información de parte de la Fundación a los diversos actores de la sociedad. De hecho, esta falta de articulación de las Fundaciones con los organismos locales responsables de la planeación y la organización individual que existe para crear, captar y mantener valor económico. El Financiador se enfoca en oportunidades que puede aprovechar individualmente o a través de un actor que controle. La orientación alocéntrica, en cambio, permite a los directivos aprovechar toda una gama de oportunidades que sólo pueden ser capturadas por una red. Sin duda este enfoque requiere un cambio radical en la forma como los directivos establecen relaciones.

Bajo la visión tradicional, la organización egocéntrica maximiza su propio valor o posicionamiento, a menudo a expensas de otros actores en la red, a quienes pretende aniquilar. De hecho, la crítica principal que algunos actores hacen de los modelos lineales ya analizados es que logran posicionarse pisando a los demás.

El enfoque de orquestación, en cambio, supone que existen oportunidades ilimitadas para crear riqueza e impulsar la competitividad, en la medida que exista cooperación entre los nodos de la red y los beneficios se compartan de tal manera que a todos les resulte provechoso participar. Sin embargo, aunque podría suponerse que bajo este enfoque todos los actores caben, en realidad en el INIFAP se ha excluido por completo este modelo, pues no sólo carece de las capacidades organizacionales para impulsarlo, sino que además carece de incentivos para hacerlo. Así, por ejemplo, este instituto ha diseñado una serie de indicadores de desempeño, siendo la formación de redes uno de ellos, pero sólo tiene valor curricular si algún investigador del INIFAP encabeza la red en calidad de líder. Bajo este incentivo se induce la automarginación de este organismo y se le condena a formar redes donde sólo está presente el nodo investigador.

Primer principio: establecer relaciones exigentes con financiadores, transferidores, transformadores, investigadores y agricultores, a menudo requiere un nivel creciente de transparencia. Para ser orquestados eficazmente, los socios necesitan tener claridad antes de unirse a una red como nodos. Esta reputación de honradez, además de profesionalismo, resulta muy eficaz para atraer a nuevos nodos. Así, al interrogar a diversos actores como el FIRA, CANACINTRA o la Secretaría de Economía sobre los motivos que los impulsaron a ser parte de una red donde interviene la Fundación PRODUCE Puebla en calidad de orquestador, las respuestas eran en los siguientes términos: "Tienen fama de buena hechura", "No se les conoce nada de malos manejos", Todo lo transparentan", "Son buenos interlocutores, con todos se llevan bien", "Están muy comprometidos con su trabajo", "Ofrecen un trato digno: nos sentimos como en casa". La mayoría de estas frases son un fiel reflejo de los valores que han legado los Presidentes que ha tenido esta Fundación. En suma, reditúa ser transparentes y profesionales.

El caso de Puebla permite identificar algunos principios que aparecen con notable regularidad en los diversos emprendimientos de orquestación, a saber:

Segundo principio: resulta fundamental identificar a los nodos sofisticados y asegurar su participación. Al incorporar a socios con este perfil, se expone a la Fundación a mejores prácticas y se obliga a la organización a comprometerse con un alto nivel de desempeño. Estos nodos plantean exigencias desmesuradas sobre el orquestador: exigen información y transparencia, imponen altos estándares e impulsan la mejora constante. Sin embargo, estas exigencias son en realidad la contribución más valiosa de los socios sofisticados al desarrollo de la Fundación en calidad de orquestador. En tal sentido, es mucho más fácil conformarse con trabajar bajo el enfoque lineal con los organismos tradicionales de investigación y enseñanza.

Tercer principio: tal y como se analiza en el modelo lineal, intentar hacerlo todo internamente implica realizar enormes inversiones en personas y activos físicos. Sin embargo, apoyarse en socios permite adoptar un enfoque liviano en costos, lo que a su vez permite al Financiador-Orquestador emprender más iniciativas y diversificar su cartera de proyectos.

A pesar de las múltiples virtudes de este modelo, no deja de tener debilidades o áreas a mejorar. Por operación de las políticas públicas, constituye una debilidad de muchas Fundaciones, quienes en aras de su supuesta autonomía, tienden a crear situaciones de franco divorcio con las Secretarías estatales y delegaciones de SAGARPA.

 

Desafíos para el sistema nacional de innovación agroalimentaria

Al concebir la innovación como todo cambio basado en conocimiento que genera riqueza, se comprende la razón por la cual dicho concepto es concebido como el motor del desarrollo de las naciones, del mantenimiento del empleo y la competitividad de cualquier sociedad.

Un elemento esencial de la innovación es su aplicación exitosa con fines productivos. Es decir, en la medida en que una idea se convierte en realidad y sea capaz de atender una nueva necesidad, o dar mejor respuesta a una antigua, o a menor costo, aparece una fuente de riqueza con consecuencias en el empleo y en la calidad de vida.

Bajo una concepción de esta naturaleza, el problema del sector agropecuario y agroindustrial mexicano para mejorar su capacidad de competir en los mercados locales y globales bajo un enfoque de sustentabilidad y equidad social, no reside solamente en un déficit de investigación —no es un déficit puramente tecnológico— sino algo mucho más evolucionado en términos conceptuales. Algo en lo que se ha fijado la atención hace todavía muy poco tiempo; algo que se encuentra al final del proceso de producción de conocimiento y que se llama innovación (Sánchez, 2005). Y es que convertir más eficazmente conocimientos en riqueza, que es lo que a México le urge, se requiere de un ciclo completo. Un ciclo que comienza en la investigación que genera conocimiento, que posteriormente debe transformarse en tecnología, que luego debe convertirse en una máquina, equipo, insumo o proceso que un agricultor incorpora a su proceso productivo. Al final, ésto es lo que permite ofrecer un producto o servicio más barato, más inocuo y más nutritivo: en suma, con mayor valor añadido. Este es el ciclo completo: investigación ⇒ tecnología ⇒ innovación ⇒ mercado ⇒ riqueza: empleos e ingresos. Un ciclo que si se interrumpe en algún momento o pierde sustancia o velocidad al pasar de una etapa a otra, puede generar que sean perfectamente compatibles unos resultados científicos excelentes con unos pobres resultados productivos y comerciales. Y esto es, en gran medida, lo que está dando origen a la baja competitividad.

Considerando que las estimaciones realizadas para diversos países indican que el crecimiento del PIB originado en la agricultura es al menos el doble de eficaz en reducir la pobreza que el crecimiento del PIB generado en otros sectores (Banco Mundial, 2007) y que aproximadamente la mitad de las diferencias entre países en cuanto al ingreso per cápita y el ritmo de crecimiento son resultado del desarrollo tecnológico y la capacidad innovadora de las sociedades (Ferranti, et al., 2003; Hall y Jones, 1999; Dollar y Wolf, 1997), ello significa que se puede pensar en que la agricultura y la agroindustria, impulsadas por la innovación, puedan contribuir en forma significativa a la solución de cinco de los grandes desafíos de la sociedad mexicana, a saber:

1. Contribución a la superación de la pobreza.

2. Contribución a la mejora de la competitividad de las cadenas agroalimentarias.

3. Contribución a la mejora de la gestión de los recursos naturales.7

4. Contribución a la mejora de la interacción entre los actores del sistema estatal, regional y nacional de Innovación.

Para enfrentar con éxito estos desafíos, es imprescindible reconocer que la innovación es básicamente un proceso social que se desarrolla en un ambiente interactivo e inmerso en un contexto social, cultural, institucional y territorial.

En efecto, al mapear un sistema producto cualquiera con el propósito de comprender la trayectoria que sigue el intercambio de conocimientos e información entre los diversos actores, invariablemente se descubre una mayor o menor densidad de interacciones entre agricultores, proveedores, compradores, asesores, organizaciones, destacando el hecho de que un número relativamente reducido de actores aglutina varias redes pequeñas en otras más grandes y actúa como un poderoso catalizador de la innovación en toda una región, sistema producto o sector. Por lo general, estos actores comparten tres atributos básicos: (i) alto grado de adopción de innovaciones, (ii) elevada propensión a establecer contactos con el mayor número posible de actores con fines de intercambio de información, y (iii) adopción temprana o rápida de innovaciones. Estas redes se organizan por sí mismas según una división de sus competencias esenciales, que coordinan el proceso innovativo de sus componentes científicos más básicos, hasta las fases de desarrollo del producto o servicio, llegando a la comercialización y distribución.

Con base en estas consideraciones, todos aquellos actores cuya misión se centra en la generación y difusión de innovaciones, debieran enfocar sus recursos y capacidades hacia la identificación de las redes territoriales de innovación, enfatizando en los actores puente que operan con las mismas restricciones y recursos que sus similares pero obtienen resultados radicalmente superiores, para luego proceder a la codificación del conocimiento tácito a fin de hacerlo socialmente accesible y útil a través de un proceso deliberado de interacciones, principalmente con aquellos actores que se encuentran aislados de la red. Esto es, deben asumir un rol de auténticos orquestadores, lo cual implica ser el primero entre iguales, identificar la oportunidad y reunir y coordinar a los otros nodos. Ello requiere adoptar, por lo menos, tres principios esenciales: 1) transparencia, 2) identificar a los nodos sofisticados y asegurar su participación, y 3) una estructura ligera de costos.

Aunado a lo anterior, tres condiciones necesarias para detonar la creación de redes de innovación son: 1) diseño de un sistema de incentivos que verdaderamente estimule el trabajo en red. Hoy, prácticamente todos los instrumentos de política existentes desincentivan este enfoque y privilegian el trabajo individual. 2) énfasis al proceso de innovación, es decir, a la inducción de cambios basados en conocimientos que generen riqueza, y 3) evaluación a partir del diseño de indicadores de línea de base que den cuenta de la situación inicial de la que se parte (en términos de productividad, rentabilidad, ingresos, precios, valor agregado, uso de recursos) y de las metas comprometidas.

 

Conclusiones

Los estudios de caso analizados permiten afirmar que si bien la innovación ha demostrado ser un factor determinante del desarrollo en muchas sociedades, en el caso de México no ha ocurrido así, en virtud del fuerte dominio que ha tenido el modelo lineal de innovación. En efecto, al pasar por alto que la innovación es básicamente un proceso social que se desarrolla en un ambiente interactivo, se ha desaprovechado el poder de las redes para inducir cambios basados en conocimientos que generen riqueza en el medio rural.

Un cambio de enfoque necesariamente implica superar la visión tradicional de organización egocéntrica y adoptar el enfoque de orquestación estratégica, según el cual existen oportunidades ilimitadas para crear riqueza e impulsar la competitividad, en la medida que exista cooperación entre los nodos de la red y los beneficios se compartan de tal manera que a todos los resulte provechoso participar.

 

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Notas

1 Diario Reforma, 19 de mayo del 2007.

2 El término agricultura empleado aquí incluye los cultivos, la ganadería, la agrosilvicultura y la acuicultura.

3 La empresa Select estimó la contribución del capital humano usando el método que estima el "residual de Solow" a partir de funciones de producción Cobb-Douglas para los subsectores industriales de la economía. Tal método fue propuesto por el economista Robert Solow y consiste en estimar el residual del crecimiento del valor de la producción que no se puede atribuir a cambios en la disponibilidad de capital o en la disponibilidad y productividad de la mano de obra.

4 El IMCO estimó el residual de Solow con base en estimaciones de la función de producción para México y para un conjunto amplio de subsectores de manufacturas.

5 Kerry A., Emanuel (http://wind.mit.edu/~emanuel/home.html), especialista en huracanes del Instituto Tecnológico de Massachusets (MIT) informó un aumento aparente de 50% en la intensidad de los huracanes del Atlántico y Pacífico desde 1970.

6 Aparte de recibir un pago relativamente bajo (menos de seis mil pesos mensuales), ya se ha hecho costumbre que el pago de todo el año se haga en tres ministraciones, siendo la primera hasta los ocho meses de haber iniciado el contrato.

7 Este apartado está basado íntegramente en el reporte del IMCO, 2007.

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