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Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.4 no.1 Texcoco ene./jun. 2007

 

Reproducción campesina, recursos naturales y género en una comunidad campesina en Puebla, México

 

Peasant reproduction, natural resources and gender in a peasant community in Puebla, México

 

Brenda Parra-Sosa, Beatriz Martínez-Corona, Edgar Herrera-Cabrera1 y Antonio Fernández-Crispín2

 

1 Colegio de Postgraduados (brenparra@hotmail.com) (beatrizm@colpos.mx) (behc@colpos.mx);

2 Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (anfern@siu.buap.mx)

 

Resumen

Hombres y mujeres desempeñan funciones diferentes en la reproducción de sus grupos domésticos (GD) y en el acceso, uso y manejo de recursos naturales para hacer frente a limitaciones impuestas frecuentemente por el sistema socioeconómico y los entornos naturales. En este ensayo se presentan resultados de una investigación realizada en San Antonio Juárez, Municipio de Tzicatlacoyan, Puebla, en donde se analizó el uso y manejo de recursos naturales y las estrategias de reproducción que desarrollan sus habitantes en forma diferencial por género. La metodología empleada incluyó la aplicación de una encuesta, entrevistas a profundidad y observación participante. Las principales estrategias de reproducción identificadas son la producción artesanal de palma, otate y carrizo, comercializados en mercados tradicionales, actividades agrícolas asociadas a un sistema de conservación de suelos con la construcción de terrazas o "pretiles" para el cultivo de alimentos básicos, la ganadería extensiva a pequeña escala, la producción y venta de barbacoa y la recolección y venta de recursos forestales como leña y plantas medicinales, actividades en las que se observa una clara división genérica del trabajo.

Palabras clave: Estrategias de reproducción, género, producción artesanal, recursos naturales.

 

Abstract

Men and women fulfill different functions in the reproduction of their domestic groups (DG) and in access, use and management of natural resources to face limitations frequently imposed by the socio-economic system and the natural environment. This essay presents results of research conducted in San Antonio Juárez, Municipality of Tzicatlayocan, Puebla, where use and management of natural resources were analyzed, as well as the reproduction strategies that the inhabitants develop differentially by gender. The methodology used included applying a survey, performing in-depth interviews and participant observation. The main reproduction strategies identified are production of crafts made of palm, Mexican bamboo and giant reed, commercialized in traditional markets, agricultural activities associated to a system of soil conservation with the construction of terraces or parapets for the cultivation of basic foods, extensive small-scale cattle production, production and sale of barbecued meat, and collection and sale of forest resources such as firewood and medicinal plants, all of them activities where a clear gender division of labor is observed.

Keywords: Reproduction strategies, gender, crafts production, natural resources.

 

Introducción

El objetivo del presente escrito es mostrar resultados de investigación sobre las estrategias de reproducción campesina, analizadas desde la perspectiva de género, de los y las integrantes de grupos doméstico (GD) en San Antonio Juárez, Municipio de Tzicatlacoyan, en el Estado de Puebla, México. Destacan las estrategias de reproducción basadas en conocimientos relacionados con el manejo y conservación de recursos naturales, conocimientos tradicionalmente vistos como masculinos, aun y cuando son diferentes según el género (Huenchuan, 2002). Las condiciones de vida son de extrema pobreza y alta marginación, sin embargo no se observa el fenómeno de migración como sucede en comunidades aledañas. Se presentan las principales actividades generadoras de ingreso y se analiza la participación de hombres y mujeres en las mismas, así como la percepción en cuanto a las asignaciones genéricas y su relación con el acceso, manejo y conservación de los recursos.

Los conocimientos tradicionales relacionados con las estrategias de reproducción han sido mantenidos y reproducidos por generaciones. Existe una división genérica en cuanto al conocimiento y prácticas de manejo de recursos ambientales de los y las integrantes de los GD. La distribución del trabajo y su reconocimiento dependen de las relaciones de género y generacionales, el acceso a medios de producción, número de integrantes, uso del tiempo y distribución de cargas de trabajo, en donde las mujeres tienen una posición subordinada, no son consideradas con derecho a acceder a la tierra y sus aportes son poco valorados, además de enfrentar una mayor carga de trabajo.

Es necesario reconocer la existencia de formas diferentes de acceder a los recursos naturales por hombres y mujeres, asociada a los derechos culturales, construcciones, asignaciones y aprendizajes diferenciales por género, tal como lo demuestran diversos estudios (Vázquez et al., 2004; Soares, 2007). Existe también diversidad en los intereses, percepciones y control ejercido sobre los recursos. En los GD de las comunidades rurales sus integrantes desarrollan estrategias de reproducción en las que las diferencias de género en la distribución del trabajo, en el acceso y manejo de recursos, y en la toma de decisiones, son manifestaciones de la inequidad en las relaciones sociales entre los géneros. Considerar al género como categoría de análisis en el estudio de las relaciones sociedad -ambiente es un enfoque reciente, superando con ello la visión unitaria de intereses, conocimientos y de distribución de recursos en los GD (Leach et al., 1995), lo cual contribuye a mejorar el acercamiento a las realidades rurales.

En la mayor parte de las comunidades campesinas, mujeres y hombres enfrentan cotidianamente los desafíos del mantenimiento y reproducción de sus GD a través del uso y la conservación de los recursos naturales de los cuales depende su subsistencia. El esfuerzo que eso implica es asumido y realizado de forma diferencial entre hombres y mujeres, y las asignaciones culturales en cuanto a las funciones de las mujeres las ubican en el ámbito doméstico. A pesar de que algunas desarrollan actividades generadoras de ingresos, su contribución es escasamente valorada puesto que se asocia al deber ser asignado, por ejemplo el trabajo artesanal.

Como señala Agarwal (1997), las relaciones de poder entre hombres y mujeres no son fáciles de analizar en toda su complejidad, ya que incluyen aspectos tanto materiales como ideológicos, que se manifiestan no sólo en la división del trabajo y recursos, sino también en ideas y representaciones, por ejemplo, vincular a hombres y mujeres como poseedores de diferentes habilidades, actitudes, deseos, patrones de conducta y personalidad.

 

Estrategias de reproducción campesina y conocimientos tradicionales

Entre las estrategias de reproducción de GD campesinos se encuentra el uso y manejo de recursos naturales, bosque, agua y suelo, en las que se ponen en juego los conocimientos tradicionales y prácticas de manejo que pueden estar orientadas a su conservación o por el contrario hacia su deterioro. En zonas en donde los bosques han sido alterados se siguen dando prácticas de recolección, por ejemplo de productos forestales no maderables (PFNM). En México, gran parte de las selvas, bosques, matorrales y zonas semiáridas donde existen estos productos generalmente son superficies que se encuentran en el sistema de tenencia ejidal o comunal:

Más de tres millones de unidades productivas campesinas, distribuidas entre ejidos y comunidades indígenas y no indígenas, poseen la mitad del territorio mexicano (103 millones de hectáreas), principalmente áreas forestales. Esto significa que son predominantemente los habitantes de dichos núcleos quienes históricamente se han encargado de la extracción, la transformación y la comercialización de los numerosos PFNM que se encuentran en ellos, así como de su conservación (Boege, 2004:1).

En el manejo tradicional de los productos forestales por las comunidades campesinas e indígenas existen ejemplos de conservación de la biodiversidad soportados por conocimientos y formas de organización para el manejo de los recursos naturales, así como de sobreexplotación por presiones demográficas, vulnerabilidad de los ecosistemas, demanda del mercado o cambios macroeconómicos.

Los conocimientos tradicionales que desarrollan, conservan y aplican los grupos campesinos sobre aspectos ecológicos, agrícolas y medicinales, son producto de su cultura y con frecuencia están asociados a su cosmovisión. Además, se adaptan a los cambios y a las necesidades que se van presentando históricamente (Leff, 1998). Tales conocimientos son diferenciales entre hombres y mujeres y con frecuencia existe cierta especialización de unos y otros, de acuerdo a las normatividades y asignaciones genéricas.

El uso de recursos forestales como materia prima para la producción artesanal es una de las estrategias de reproducción que desarrollan los grupos campesinos.

Las artesanías son productos que han pasado de un valor de uso a un valor de cambio en especie o monetario, por lo que se han convertido en generadoras de ingreso. Como señala Novelo (2006) el ingreso derivado de la producción artesanal con frecuencia es superior al obtenido por actividades agrícolas, sobre todo en zonas donde la superficie de las parcelas es pequeña, de mala calidad o insuficiente para satisfacer las necesidades del GD. Las herramientas utilizadas en su producción son sencillas y no dependen de tecnologías externas. En situaciones de pobreza los GD incrementan la producción artesanal (San Agustín y Zapata, 2005).

Existe poca información en las estadísticas nacionales en cuanto a la población económicamente activa dedicada a la producción artesanal, y por tanto de su importancia económica. Los subregistros se deben a que su comercialización generalmente se ubica en mercados informales, tradicionales o turísticos, y a que su producción se desarrolla principalmente en espacios domésticos y por mujeres; es invisibilizada por estar asociada al trabajo reproductivo. Las artesanías se elaboran generalmente en contextos de pobreza en combinación con otras actividades (San Agustín y Zapata, 2005). Entre los productos más comunes encontramos la cestería, petates, alfarería, textiles y otros. Para su elaboración se utilizan PFNM, los cuales se pueden ver afectados por prácticas que atentan contra su conservación, o bien manejados de forma tal que no se corran riesgos de deterioro o agotamiento.

 

Contexto de la investigación y metodología empleada

La comunidad de San Antonio Juárez está situada en el Municipio de Tzicatlacoyan, en la zona centro del Estado de Puebla3. De acuerdo con el Sistema Nacional de Información Municipal (SNIM, 2003), el poblado cuenta con 1664 habitantes, de los cuales 846 son hombres y 818 mujeres (50.84 y 49.15%), a diferencia de otras comunidades del mismo municipio, que presentan mayores tasas de feminización de la población por expulsión de fuerza de trabajo masculina por procesos migratorios hacia los EE.UU. Las condiciones de pobreza se manifiestan por, entre otros aspectos: 50% de la población económicamente activa (PEA) recibe menos de un salario mínimo diario y se dedica a la compraventa o intercambio de ganado caprino, la población restante se dedica a actividades del sector primario. Está considerada como una comunidad de muy alta marginación. La mayoría de las viviendas carecen de servicios básicos. Existen 375 hogares registrados, en 344 se reconoce la jefatura masculina y en 31 la femenina (SNIM, 2003).

La comunidad se ubica en la confluencia de la sierra del Tenzo; al norte de esta sierra se abre una depresión cuyo fondo sirve de cauce al río Atoyac, denominada Depresión de Valsequillo. Pertenece a la cuenca del río Atoyac Bajo y se ubica en la zona climática de los templados subhúmedos de los Valles de Tepeaca y Puebla, con lluvias en verano (SNIM, 2003).

La Cordillera del Tenzo cuenta con reductos de bosques de encino asociados a vegetación secundaria arbustiva, en tanto que la porción sudoriental está cubierta por selva baja caducifolia y matorral desértico, asociado a reductos de bosques de encino-pino. Destaca la existencia de una especie importante para la actividad artesanal de la localidad, la Brahea dulcis. Pertenece al género Brahea, una de las 22 palmáceas que existen en México. Es la especie más abundante y se le encuentra en suelos calizos, en altitudes superiores a los 800 m. Se distribuye en los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Puebla, Hidalgo y San Luis Potosí (Quero y Yánez, 2000).

En la metodología empleada se integraron tanto herramientas de investigación cualitativa como cuantitativa con el levantamiento de entrevistas a profundidad a mujeres y hombres, la realización de talleres participativos y la aplicación de una encuesta a una muestra de 47 GD de un universo de 375 (SNIM, 2003), distribuida en los cuatro barrios que conforman la comunidad. La encuesta fue dirigida a mujeres integrantes de GD elegidos al azar. Se empleó también la observación participante, en busca de conocer las estrategias de reproducción campesina y las percepciones y saberes que las acompañan, sobre el trabajo, la convivencialidad, la relación con el ambiente y las asignaciones genéricas de mujeres y hombres.

La unidad de análisis fueron los y las integrantes de GD campesinos establecidos en los hogares de la comunidad de San Antonio Juárez. Los GD incluyen personas con relaciones de afinidad y parentesco. De acuerdo con Oliveira y Salles (1989) en estos espacios se da la recreación de la vida cotidiana mediante las prácticas individuales de elementos ideológicos, culturales, afectos y de las relaciones sociales entre géneros y generaciones. En este ámbito las actividades de producción y consumo desarrolladas por sus integrantes tienen una doble función: la manutención cotidiana y la transmisión de aspectos ideológicos y culturales, por lo que cumplen un papel importante en la socialización de los individuos. Los resultados que aquí se analizan forman parte de un proceso indagatorio y de intervención social en la comunidad de San Antonio Juárez realizado en los últimos dos años.

 

Estrategias de reproducción y división de actividades por género

La comunidad está conformada espacial y administrativamente en cuatro barrios o secciones, en donde se observan ciertas diferencias en cuanto a las actividades productivas, dependiendo del acceso a la tierra, edad y composición del GD. El sistema de tenencia de la tierra en la comunidad es de propiedad privada, en pequeñas superficies. La ex-Hacienda de San Antonio fue subdividida entre los descendientes de los dueños originales, los cuales continuaron viviendo en la comunidad y entre la población local. No cuentan con terrenos ejidales ni comunales.

De las encuestadas, 66% indican que sus GD cuentan con tierras de cultivo. La superficie que poseen para 44.7% es de media a una hectárea, 13% tiene menos de media ha y 10.7 % posee una superficie de 1.5 a 2.5 ha. La mayor parte de los terrenos, casas habitación y traspatios, son posesión de los varones, esposos de las entrevistadas (68%), de otros parientes varones, padres, suegros o hermanos (29.8%). Sólo en un caso la propietaria era la entrevistada. En el acceso a la tierra y en el sistema de herencia se expresa la inequidad en el acceso de las mujeres a recursos. La participación de las mujeres en las actividades agrícolas como el deshierbe, siembra y cosecha de los cultivos es considerada como "ayuda", tanto por ellas mismas como por los varones. Ésto se asocia a las construcciones sociales de género, al deber ser de unos y otras y a la valoración de su aporte.

Por aquí, con la gente, la herencia del padre es para los hijos, las mujeres muy poco, la verdad no, porque [ellas] van a donde les den, y el hombre no, porque tiene que tener su propiedad... , ellos tienen que ver por su familia, tener su familia, su casa y la mujer, pues solamente que se lleve al hombre para su casa. ...siendo mucha familia, por decir, tengo cuatro hijos hombres y cuatro hijos mujeres, tengo un pedazo chico de terreno, pues nada más les daría a los hombres. Y a las mujeres... -pues allá te vas a buscar tu marido, y allá que te dé, te vas a que te cuiden y no a cuidar-(Delfino, 80 años, San Antonio J. 2005).

Los cultivos son principalmente maíz y frijol en la temporada de lluvia, y pequeñas superficies de trigo y avena en el invierno. Son insuficientes para cubrir las necesidades de subsistencia y de alimentos básicos. Sólo 10.6% de los GD analizados que poseen tierras producen todo el maíz y fríjol que consumen, y venden o cambian por otros productos sus excedentes. El resto (89.4%) debe adquirir estos productos en el mercado, con dinero en efectivo o a cambio de sus productos artesanales.

Mi viejito tiene dos parcelitas y ahí siembra maíz, pero sólo en temporal y esto nos sirve, porque luego vamos a Tepeaca y cambiamos mazorca por otras cosas, como fríjol (Adelina, 72 años, San Antonio J. 2005).

Del maíz, pues de eso vivimos aquí nosotros, de las cosechitas, por eso cuando perdemos, pues sí, lo sentimos trabajoso (Erasmo, 50 años, San Antonio J. 2005).

Yo tengo mis parcelitas donde siembro frijolito y maicito, aunque sea para comer o cambiarlo por otras cosas, también voy a los mercado o en las ferias o me voy a tierra fría a vender o cambiar por mazorcas o frijolitos mis chiquihuites y los petates que hacen mi señora y mi hija, en tierra fría, es por ahí de Amozoc o por la Malinche donde hace mas frio (Silvino, 46 años, San Antonio J. 2005).

La producción agrícola, aunque insuficiente, está basada en el trabajo de conservación del suelo, lucha constante de los pobladores actuales y de sus ancestros, para garantizar la producción de maíz y otros granos. Estas prácticas consisten en la construcción y mantenimiento de bardas, pretiles o terrazas, una tarea del pasado y del presente que permite continuar las prácticas agrícolas a pesar de enormes pendientes de lomeríos y montañas. De acuerdo con Inzunza y Manzo (2005), es una práctica mecánica de conservación de suelo y agua, que localmente se denominan pretiles (bardas de lajas de tepetate, construidas siguiendo curvas a nivel, que con el transcurrir del tiempo permiten la formación de terrazas). Esto les permite disponer de pequeñas superficies de terreno con cualidades favorables para el cultivo de maíz, fríjol y trigo para la subsistencia, granos básicos de su dieta alimentaria. Los pobladores reportan que los pretiles ya existían desde el tiempo de los abuelos, a los cuales la mayoría continúa dándole mantenimiento. Aun y cuando cada vez más se convierte en un saber especializado de algunos hombres de la comunidad, encontramos testimonios de cómo hombres y mujeres han destinado sus esfuerzos en esta labor.

Antes íbamos, -ahora ya no podemos, ni él ni yo-, a trabajar, a sembrar el maíz, a hacer las bardas, que no se llevara el agua la tierrita, hacer las bardas él y yo. Ahí con las piedritas, con las manos,... si no hiciéramos eso, ya no tuviéramos el terreno. Se lo llevaría el agua (Victoria, 75 años, San Antonio J. 2005).

Desde que nosotros ya conocimos y abrimos los ojos, todas esas paredes que se ven, ya estaban de los ancianitos de aquel tiempo y sólo así atajamos la tierrita. Hay gente que se admira y dice: -este pueblo es muy trabajador, yo no he visto ningún pueblo que tenga tantas bardas, es que les gusta trabajar- dicen (Delfino, 80 años, San Antonio J. 2005).

A pesar de estos esfuerzos por conservar los suelos agrícolas, se observa la deforestación y erosión de la superficie forestal. En la mayor parte de las viviendas la leña es utilizada como principal combustible para la preparación de alimentos y en la elaboración de barbacoa para la venta. De los GD, 63.8% emplea como único combustible la leña y carbón para cocinar, 36.2% utiliza gas y leña. El acarreo y recolección de leña es realizado por los esposos e hijos en 47% de los GD, las entrevistadas y sus hijas (21.3%); ambos, esposo (19.1%) y esposa (14.9%) la compran. Ésto por supuesto tiene impacto en el entorno ambiental, en cuanto a la disminución de la cubierta forestal, la erosión de los suelos y la cantidad y calidad de agua disponible en los manantiales.

Ya cambió mucho, antes los cerros del Tenzo tenían muchos árboles, pero ahora ya está pelón el cerro, además ya hay más gente y cortan más leña, tenemos que cortar leña, utilizamos mucha leña para cocinar... (Abelina, 78 años, San Antonio J. 2005).

(Los árboles) los fueron cortando a la brava, vaya, gente de fuera venía. Un poco de fuera, otro poco de aquí mismo, estufas de gas aquí no, tenían que aguantarse de hacer su comidita con leña, tortillar pues, con leña, se dedicaban a acarrear la leña. La otra gente que venía pues se llevaban los palos gruesos, pero hace todavía unos diez años había arbolitos, ahora ya cada día menos, y los siguen acarreando. (Raymundo, 76 años, San Antonio J. 2006).

Aun y cuando los pobladores de San Antonio J. no cuentan con tierras comunales, acuden a los ejidos aledaños y de ahí se abastecen de leña y otros recursos forestales como palma, plantas medicinales y alimenticias.

Los que tienen más culpa de que se acaben [los árboles], son los del barrio de Guadalupe, ellos se dedican a hacer barbacoa, casi todo el barrio y ellos cortan los árboles para la leña que utilizan en los hornos (Adriana, 22 años, San Antonio J., 2005).

El deterioro en la cubierta forestal afecta la provisión de agua de la comunidad. Los pobladores recurren a pequeños manantiales o ameyales para abastecerse del recurso, y el aforo es cada vez menor y no cubre las necesidades de la población. En los barrios del Centro y el Huixcolote cuentan con tomas domiciliarias, sin embargo señalan que el agua no es suficiente, ni de buena calidad. En los barrios de la Mesita y de Guadalupe, carecen de tomas domiciliarias.

Los problemas son muchos, uno de los mas graves es la falta de agua; antes los cerros estaban llenos de vegetación, hasta había otate, pero de que se empezó a cortar árboles y otate, se terminó el agua y también las plantas, antes todo este cerro que es el Tenzo, estaba lleno de árboles, ahora ya no, por eso sembramos con pretiles, para que se retenga la poca agua que hay y la tierra es de puro tepetate (Silvino, 46 años, San Antonio J. 2005).

El acarreo de agua es una actividad de los y las integrantes de los GD, los varones en 34% de los casos; las entrevistadas (36.1%), y los hijos e hijas y otros parientes (29.9%). En coincidencia con otro estudio (Soares, 2006), se observa que las mujeres perciben este arduo trabajo como parte de sus responsabilidades y no es valorado como tal.

 

Producción artesanal con palma y otate y trabajo reproductivo

Como se observa en la Figura 1, las principales actividades generadoras de ingreso son las artesanales.

En 51% de los GD analizados los varones elaboran chiquihuites, en 70.2% las mujeres producen petates, y en 36.2% del total que elaboran artesanías se producen ambos tipos de productos. Del total de los GD encuestados sólo 14.9 % no produce artesanías, ya que elaboran barbacoa para la venta, se dedican al comercio o a actividades musicales.

En el trabajo productivo se nota cierto grado de especialización entre los barrios de la comunidad; como se observa en la Figura 2, destaca la producción artesanal de transformación de palma en petates. En el barrio del Huixcolote, de 13 GD, 12 se dedican a la actividad del tejido del petate. En el barrio del centro, de 11 GD encuestados, en ocho se elaboran petates. Pudimos observar un comportamiento similar en el barrio de la Mesita en donde, de 12 grupos entrevistados, ocho señalaron realizar este trabajo; en este barrio identificamos la existencia de grupos musicales conformados por amigos y parientes que dan servicio en las comunidades de la región. En el barrio de Guadalupe, de 11 GD encuestados sólo cinco realizan producción artesanal de palma. En este barrio se dedican principalmente a la producción de barbacoa, sin embargo el tejido de petate aparece también como una labor secundaria generadora de ingresos. La producción artesanal de palma es realizada por mujeres.

El tejido de palma es la actividad generadora de ingresos más frecuente en los cuatro barrios de la comunidad. Así, además del trabajo doméstico que realizan las mujeres, que las lleva a reconocerse como amas de casa, la mayoría se declara como tejedora de palma, cuyo principal producto es el petate. En el caso de los varones, ellos producen "chiquihuites y tenates" (canastos), utilizan para ello otate y carrizo (Otatea acuminata), como se analiza más adelante.

Hacer petates es cosa de mujeres, nuestras "mamaces" nos enseñan sólo a las mujeres, y los hombres hacen chiquihuites. Mi papá les enseñó a mis hermanos, ellos sí saben y tejen chiquihuites, a eso se dedican. Está mejor que el petate, porque sacan más dinero, pero también el otate se los dan muy caro y tienen que ir a veces hasta otro lado a traerlo (Adriana, 22 años, Barrio del Centro, San Antonio J. 2004).

El trabajo y tiempo empleados en la producción de petates por las mujeres no es recompensado adecuadamente, sin embargo es su principal opción para obtener ingresos, aunque su comercialización con un pago justo es un reto que aún enfrentan las artesanas organizadas (Manzano Cortés, 2001). Las mujeres juegan una función asignada socialmente en la división del trabajo, tanto productivo como reproductivo. Las artesanías se elaboran en el hogar, sin horarios fijos, a ritmo personal, en combinación con la atención de los hijos y el trabajo doméstico.

La producción artesanal de palma en San Antonio está ligada a las asignaciones genéricas femeninas4, forma parte del deber ser de acuerdo al sistema de género local, por tanto ellas deben ser poseedoras de los conocimientos y habilidades para desempeñarse en estas labores, de acuerdo con la percepción de hombres y mujeres.

Las mujeres hacen petates porque son las que están en la casa, entonces son las que pueden hacerlo, los hombres salen de la comunidad a buscar trabajo a otros lados, o se dedican hacer chiquihuites (Adelina, 72 años, Barrio el Centro, San Antonio Juárez, Tzicatlacoyan, 2004).

Mi señora ahí tiene su palma y su petate diario, diario, nunca le merma su petateada, hace su quehacer de su cocina y su petate... Nosotros hemos visto muchas mujeres, que los muchachos se las traen de por otro lado, pobrecitas, sufren que no saben hacer nada, el trabajo que se hace aquí no, es trabajoso pero es bonito saber... (Erasmo, 50 años, San Antonio J. 2005).

La forma en que adquirieron sus habilidades en torno a la actividad artesanal procede de las enseñanzas de sus abuelas y madres.

Yo hago petates, desde niña mi madre me enseñó a tejer, pues decía que era el único trabajo que podíamos tener en la comunidad, ella lo hacía para ayudar a la casa, si, para comprar cosas para la comida y así me enseñó a mi y yo a mis hijas, ahora yo también tejo petates, bueno, desde chamaca (Adelina, 72 años, Barrio el Centro, San Antonio Juárez, Tzicatlacoyan, 2004).

En el manejo de la palma que realizan, cuando la recolectan, las entrevistadas consideran que no la dañan5, puesto que no le extraen el "cogollo" o brote de la palma y eso favorece que continúe produciéndose la materia prima que requieren.

Yo creo que no se daña, ya cuantos años tengo tejiendo palma y no se acaba, pues no se corta el corazón de la planta, solo las ramitas, se deja descansar y se cortan otras. (Adelina, 72 años, San Antonio J. 2005).

Los hombres elaboran canastos o chiquihuites utilizando otate o carrizo (Otatea acuminata). En la mayor parte de los GD esta es actividad de varones, además de la producción agrícola de subsistencia y la ganadería de traspatio y extensiva en pequeña escala. Para los varones la producción artesanal implica mayor fuerza para transformarlos en chiquihuites (canastos). Los recursos naturales requeridos no se encuentran en la comunidad, por tanto los hombres se ven obligados a adquirirlos en el Estado de Guerrero, ya que por la deforestación e insuficiencia de agua en la zona, se ha perdido este recurso genético.

De acuerdo con los resultados de la encuesta, del total de los GD del barrio del Centro, en 54% los varones producen chiquihuites; asimismo, en el barrio del Huixcolote 77%; en La Mesita, 50%, y en el barrio de Guadalupe, sólo 18%, puesto que la principal actividad generadora de ingresos en dicho barrio es la elaboración y venta de barbacoa. Lo que nos muestra que esta actividad asignada genéricamente a los varones es también una importante estrategia de reproducción en la comunidad. Este producto está mejor pagado que los petates, pero su valor comercial no compensa el esfuerzo realizado.

Nomás porque el chiquigüite no lo sé hacer, si no trabajaría en eso, porque vale más y lo buscan más para comprarlo, el petate si lo buscan, pero vale menos. Los que hacen chiquihuites se hacen dos, tres a la semana y ahorita vale re bien el chiquihuite, el grandote como $250.00, o $300.00, en cambio un petate no pasa de 40.00... (Fulgencia, San Antonio, Barrio del Centro, 46 años, 2006).

Con los chiquihuites... no ganamos casi nada, ganamos ahí unos doce pesos cuando mucho, diario. Se hace uno, unos seis chiquihuititos de esos en la semana, de a treinta pesos. ¿Cuánto es? Ciento ochenta. ¿Cuántos otates se lleva? Más de un tercio, más de dos tercios, porque los tercios son de cincuenta otates y vale ciento treinta, entonces ¿cuánto nos viene quedando? No nos queda casi nada. ...de todos modos, aquí así nos la pasamos, hay que saber hacer algo, un poquito en todo.. (Erasmo, 50 años, San Antonio J. 2005).

Por el aislamiento de la comunidad, por el estado de los caminos y la insuficiencia del transporte público, entre otros aspectos, es poco frecuente la salida diaria de trabajadores a ciudades cercanas. Se detectaron algunos GD con experiencias migratorias, en donde los migrantes han retornado y se encuentran en la comunidad. Al interrogarlos, responden que no les gustó estar fuera y por eso regresaron, lo que revela la importancia de la relación entre las identidades y la preferencia por el modo de vida campesino en estos procesos.

Yo quiero ser arquitecto, o trabajar en una tienda de ropa, pero no quisiera irme de mi comunidad, aquí estoy contento, tampoco me gustaría irme a Estados Unidos, pues dicen que trabajan mucho y los tratan muy mal, aquí somos libres y tenemos a nuestra familia (Heriberto, 18 años, San Antonio J., 2005).

En el sistema de género tradicional en San Antonio, la división del trabajo y responsabilidades entre hombres y mujeres está implícita en los arreglos y normati-vidades conyugales. Así, la labor principal reconocida para las mujeres son las domésticas en su función de amas de casa. El trabajo que desarrollan es intenso y extenso, entre sus actividades se encuentran: lavado de ropa, acarreo de agua y leña, elaboración de alimentos y tortillas, atención y cuidado de niños, niñas y en algunos casos de ancianos y ancianas, asistir a pláticas del programa Oportunidades, y cuidado de animales de traspatio. Al interrogarlas sobre la distribución de este trabajo, 72.3% señaló que la mayor parte las realizan ellas, sin ayuda de otros miembros de su grupo. Cuando reconocen colaboración, son principalmente de las hijas y en algunos casos de las suegras o madres.

...nosotras ayudamos a la mamá [a] hacer el quehacer de la casa, a barrer, hacer la comida, lavamos los trastes, a lavar ropa, ir al molino, dar de comer a los animales, cuidar a los hermanitos chiquitos. Mi mamá todo el día esta trabajando en el petate y en la casa y mi papá descansa después de que llega de trabajar del campo, se pone a ver la tele... (Erika, 16 años, estudiante de secundaria, San Antonio, 2006).

Así, el trabajo reproductivo recae en las mujeres de diferentes generaciones, pero principalmente en las madres, trabajo que es poco valorado. La participación de los esposos e hijos se observa en actividades como acarreo de agua y leña y cuidado de animales de traspatio. Las actividades productivas y reproductivas no son fácilmente separables para su análisis, por su entrelazamiento espacial y temporal (Marroni, 2002), cuestiones que se traducen en desigualdades que se ven profundizadas por la rigidez en las pautas intrafamiliares de división del trabajo.

Las mujeres... tienen que trabajar, darle de comer a sus hijos, la responsabilidad de sus hijos, que hay que lavarles, hay que asearlos, mandarlos a la escuela. ...el hombre es de la calle, ese simplemente se sale, será a trabajar o será que se va a sus negocios, lejos, llega hoy, llega mañana o llega pasado mañana, a él no le interesa cómo está su casa, tiene la obligación de traer una aportación, para la semana, para los alimentos. (Eligio, 47 años, Barrio el Huixcolote, 2005).

Al indagar sobre la problemática que viven las mujeres de la comunidad, además de la falta de servicios, entre otras, 55.3% de las entrevistadas reconocieron el maltrato a las mujeres como un problema; 38.3% identificó de uno a tres casos recientes de maltrato; 48.2% indicó que la mayoría de las mujeres que reciben golpes se callan, no denuncian. En cuanto al conocimiento de sus derechos, 97.9% señaló que los desconoce. Lo anterior revela la posición subordinada que enfrentan y que es reproducida por las construcciones y el sistema de género tradicional presentes en la comunidad.

 

Conclusiones

Los sistemas de vida campesinos descansan en la división del trabajo entre los géneros cuya funcionalidad garantiza la reproducción del GD y la conservación de los recursos. Se constató la existencia, en la producción artesanal de San Antonio Juárez, de una división genérica del trabajo y del conocimiento que es transmitido de generación en generación. Las construcciones genéricas determinan la división del trabajo y el ejercicio de los derechos, como es el caso del acceso a la tierra, entre otros.

Los conocimientos, habilidades y capacidades para transformar recursos naturales en artesanías, constituyen una importante base para la reproducción de los GD, sin embargo su reconocimiento y valoración es diferencial por género, puesto que los aportes femeninos se asocian al trabajo doméstico, el cual forma parte de su deber ser, ligado al cuidado y servicio hacia los otros, mientras que la labor artesanal de los hombres sí se considera trabajo. Los productos artesanales que desarrollan los hombres, y en particular los de las mujeres, no sólo tienen que competir en los mercados con mercancías industriales o producidas en ambientes más favorables, sino también enfrentan el reto de la necesidad de trascender la subvaloración derivada del estereotipo que las asocia al trabajo reproductivo asignado a las mujeres, que generalmente es invisibilizado por la sociedad. Existen limitaciones de orden cultural y político para que se dé mayor equidad en la distribución del trabajo y su valoración entre los miembros de los GD. Se hace también patente la precariedad de los recursos naturales a los que se acceden, y que su uso y conservación es la principal estrategia de reproducción en la comunidad, ante la falta de alternativas de empleo y generación de ingresos.

El reto para la sustentabilidad de las estrategias de reproducción utilizadas en la comunidad estudiada es la permanencia de los conocimientos tradicionales orientados a la conservación de suelos, la producción agrícola y artesanal; las prácticas de conservación que tiendan al equilibrio entre la reproducción de los recursos y el uso que hacen de ellos sus habitantes; el desarrollo de alternativas generadoras de ingresos, que les permita la superación de la pobreza, que no descansen en la sobreexplotación de los recursos naturales; así como acciones colectivas orientadas al desarrollo de habilidades para el mejoramiento de la calidad de vida, la equidad entre los géneros y la apropiación de tecnologías útiles para favorecer el acceso a agua potable, la generación de ingresos, la producción de alimentos y la sanidad ambiental.

 

Literatura Citada

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Notas

3 Limita al norte con los municipios de Cuautinchan y Tecali de Herrera, al sur con San Juan Atzompa, Huatlatlauca y la Magdalena Tlatlauquitepec, al oriente con Atoyatempan, Tecali de Herrera y Molcaxac, al poniente con el municipio de Puebla y Santo Domingo Huehuetlan (SNIM, 2003).

4 Las artesanías de palma son de las más subvaluadas en los mercados, por ser artículos de uso principalmente de la población rural, realizadas por la población más pobre: las mujeres y los ancianos; creándose un circulo vicioso, al ser baratas en los mercados, se consideran propias de las mujeres y por ello se les concede poco valor (Rojas, 2007).

5 Entre los palmares que se ven favorecidos por la intervención humana se encuentra la Brahea dulcis (Quero y Yánez, 2000).

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