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Revista latinoamericana de derecho social

versión On-line ISSN 2448-7899versión impresa ISSN 1870-4670

Rev. latinoam. derecho soc  no.17 Ciudad de México jul./dic. 2013  Epub 30-Ene-2020

 

Reseñas bibliográficas

Villanueva Mukul, Éric Eber El fin del oro verde. Conflicto social y movimiento campesino 1960-2008

David Cienfuegos Salgado* 

María Carmen Macías Vázquez** 

* Secretario de Estudio y Cuenta en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores, México (davidcienfuegos_unam@yahoo.com.mx).

** Investigadora en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores, México (maricarmenmacias@yahoo.com).

Villanueva Mukul, Éric Eber. El fin del oro verde. Conflicto social y movimiento campesino 1960-2008. México: Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria, Cámara de Diputados, 2009. 571p.


El trabajo es un fenómeno que puede visualizarse desde diversas atalayas conjuntamente con la jurídica. El análisis histórico y sociológico ayuda a entender los procesos de creación y de aplicación de las normas vinculadas con dicho fenómeno; por otra parte, la revisión del contexto aporta abundantes herramientas para describir los fenómenos económicos y políticos en los cuales se insertan dichos procesos. Esa es la virtud de este libro, que nos ofrece un panorama general de Yucatán durante las últimas cinco décadas e inserta en ellas elementos jurídicos, políticos y económicos, todo ello relacionado con la producción henequenera.

En el caso, debe mencionarse que la expresión “oro verde” es ambigua, pero en general alude a la riqueza generada a partir de un producto vegetal. Llamo la atención porque si bien nuestro autor alude en su trabajo al henequén, específicamente en Yucatán, la expresión tiene otros sentidos casi similares. Así, puede referirse al plátano en Honduras, al aguacate en Michoacán o a la coca en Perú. También suele referirse al cannabis (mariguana) y a la soya (soja). En el caso del henequén, la expresión busca enfatizar que el fenómeno henequenero en Yucatán trajo consigo una importante derrama económica, a partir del siglo XIX, por ser esta especie vegetal la principal fuente de las fibras textiles, cuya producción resultó necesaria para detonar el crecimiento de otros procesos comerciales. El oro verde yucateco fue un dinamizador del éxito comercial de diversas industrias que requerían de los productos de tal fibra textil para su transporte y presentación.

En los años ochenta del siglo XX, la región henequenera de Yucatán se extendía sobre poco más de cincuenta municipios, abarcando poco más de un millón de hectáreas. Como lo afirma el autor, “este producto no sólo definía a la zona desde el punto de vista agrícola, sino también desde una perspectiva social. En efecto, la totalidad de las relaciones sociales, económicas y políticas de la región estaban determinadas por la actividad henequenera, tanto en lo que se refiere a la agricultura como a la industria”. Para matizar este dato, el autor agrega que a mediados de los años setenta (siglo XX), cerca del 45% del PIB estatal provenía del henequén, y que aproximadamente cien mil familias dependían directamente de esta actividad.

Con tales datos, es fácil comprender que en Yucatán la del oro verde es una historia que abarca más de siglo y medio, aunque el uso del henequén puede rastrearse hasta antes de la Colonia, cuando los mayas lo empleaban en la fabricación de cuerdas y telas. El despegue de este producto inicia a mediados del siglo XX con la demanda norteamericana, que incrementó la superficie sembrada en 1860 de 2,600 hectáreas a más de 16,000 hectáreas en 1870, y alrededor de 190 mil para 1916.

En lo que interesa, debe resaltarse que en este periodo las relaciones laborales estaban basadas en la explotación: los campesinos yucatecos “ante la necesidad de grandes cantidades de fuerza de trabajo para las plantaciones henequeneras, fueron sometidos y endeudados por las haciendas, pasando a ser prácticamente una propiedad más del hacendado”. En la parte más sórdida de estas relaciones se encuentran la tienda de raya, “la limpia”, “la fajina”, el derecho de pernada, cuya práctica fue común al interior de las haciendas. El autor nos recuerda cada una de ellas: “la limpia” consistía en castigar con azotes a los trabajadores por el incumplimiento de alguna tarea; “la fajina” implicaba efectuar determinados trabajos sin retribución alguna; el derecho de pernada era la atribución que tenía el hacendado para pasar la noche de bodas con las recién casadas.

La Revolución de 1910 marca el inicio de un nuevo tipo de relaciones, en las cuales aparece la organización de los campesinos para luchar contra la explotación a la que habían estado sometidos. En este periodo debe tenerse presente la labor de Salvador Alvarado (gobernador de Yucatán de 1915 a 1918) y posteriormente de Felipe Carrillo Puerto (gobernador de 1922 a 1924), lo que llevó a que el Estado interviniera en la actividad henequenera, en un primer momento a través de la Comisión Reguladora del Mercado del Henequén, que luego se denominaría Comisión Exportadora de Henequén, que se mantendría hasta mediados de los años treinta (siglo XX).

La crisis económica de 1929 llevaría a una disminución de las exportaciones henequeneras. Asimismo, en los años treinta se dio la pérdida del monopolio en la producción del henequén. En esos mismos años surgiría nuevamente la lucha y organización campesina: en 1934 se constituyó la Federación Sindical Independiente y al año siguiente la Confederación de Ligas Gremiales y Sindicatos Campesinos del Partido Socialista del Sureste. En el ambiente político de la península no debe olvidarse que en las décadas previas había tenido importante relevancia el originalmente llamado Partido Socialista Obrero, fundado en 1916, que luego pasaría a ser el Partido Socialista de Yucatán, antes de convertirse en el Partido Socialista del Sureste.

Estas organizaciones sociales permitirían que al arribo de Cárdenas, en 1934, se pudiera concretar el reparto agrario. El hecho más notorio sería el decreto presidencial del 8 de agosto de 1937, por el cual se “legalizaba la constitución de 272 ejidos y la dotación de sus tierras, con una superficie de 178,000 hectáreas, de las cuales 117,415 correspondían a terrenos plantados con henequén”. El autor narra en la parte introductoria los problemas que experimentaron los campesinos bajo el nuevo esquema de producción, al momento de que se creara, en abril de 1938, Henequenera de Yucatán. Esta figura era “una asociación de interés público, presidida por el gobernador del estado, en la que los ejidatarios se ‘asociaron’ con los parcelarios y con los ‘pequeños propietarios’”, resultando que, “los ex hacendados, ahora ‘pequeños propietarios’, se convirtieron en los socios mayoritarios e impusieron sus intereses a los ejidatarios y a los pequeños parcelarios”. Problemas adicionales de corrupción llevaron a que Henequeneros de Yucatán se declarara en quiebra en 1955.

A partir de entonces, el gobierno federal se hizo cargo de la actividad henequenera, primero a través del Banco Nacional de Crédito Ejidal, que tuvo el encargo de proporcionar y administrar créditos a los ejidatarios. En 1961, el Banco Agrario de Yucatán sustituyó al Banco de Crédito Ejidal; aquél dependía de la Banca de Fomento Nacional, misma que fue sustituida en 1975 por el Banco de Crédito Rural Peninsular (Banrural).

En 1963 se crearía Cordemex, con la asociación de los cordeleros privados, y con “su venta al gobierno federal en 1964, prácticamente quedó configurada la zona henequenera como se conoció muchos años después, hasta 1992”.

Estas líneas históricas, entresacadas del estudio introductorio, ya nos dan cuenta de lo interesante que resulta el análisis del tema. Máxime que el análisis es realizado por un experto, pues como lo menciona el presentador, esta obra no es sino el fruto de una larga cadena de investigación a la que el autor ha ido agregando eslabones que han servido para complementarla y tener un panorama completo. Ejemplo de ello son sus anteriores obras: Crisis henequenera y movimientos campesinos en Yucatán 1963-1983, publicada en 1985, y Crisis henequenera, reconversión económica y movimientos campesinos 1983-1992, publicada en 1993. Como puede advertirse, pasaron casi veinticinco años desde que apareciera su primer trabajo para dar a la imprenta esta obra que, temporalmente, abarca medio siglo de historia yucateca, y en específico se ocupa de la explotación del henequén.

La obra se compone de ocho capítulos divididos en tres partes. La primera parte, titulada “Crisis henequenera y movimientos campesinos en Yucatán 1960-1983”, consta de cuatro capítulos: 1. La respuesta a la depuración; 2. Conflicto social en la coyuntura de 1980; 3. Las grandes movilizaciones 1966-1978, y 4. El movimiento campesino durante los primeros años de los ochenta.

La segunda parte, denominada por el autor “Reconversión económica y movimientos campesinos en Yucatán 1983-1992”, se compone de tres capítulos: 5. Campesinos y conflicto político; 6. La reordenación henequenera 1984-1991, y 7. Reconversión económica y movimiento campesino.

La tercera y última parte, titulada “El fin del oro verde 1993-2008”, se compone de un único capítulo, el octavo: “El fin del oro verde”, al final del cual se ofrece una serie de conclusiones y perspectivas. Si bien decíamos en un inicio que este es un estudio de carácter histórico, cabe mencionar que este último capítulo encierra el acontecer último, que se sitúa precisamente en nuestros días, y a manera de corolario explica cómo un sistema productivo regional o local ha impactado en las actividades, en la estructura social, en la cultural, en la económica, en la laboral, en la cuestión productiva y de género; en ese sentido, llama la atención la puesta en contexto,

…ninguna de las actividades existentes físicamente en la región ha logrado por sí sola ocupar el papel económico y social que jugaba la actividad henequenera en décadas anteriores. En su lugar han surgido un número de actividades agrícolas, pecuarias, pesqueras, turísticas e industriales, que en alguna medida cubren la demanda de empleo e ingreso de la fuerza de trabajo y de las familias de la zona.

Asimismo, se señala que el reacomodo de la fuerza de trabajo de la mayoría de los mayas ha sido patente en los últimos años, recurriéndose al trabajo asalariado y a la migración temporal. “Además de la movilidad al interior de la zona, muchos miles se ocupan en la industria de la construcción regional, incluido el Caribe, como albañiles”. “Otros más, se emplean en Mérida y otras ciudades en las actividades de limpieza y jardinería. Algunos más trabajan en la cosecha de la sal en las ciénagas de Yucatán y en la siembra y la limpieza de los pastizales de la ganadería privada del sur y del oriente”. En el nuevo proceso productivo, la participación de la mujer y la migración han sido significativas.

La entrada de las mujeres de lleno a la economía ha comenzado a introducir nuevos roles en las familias campesinas y nuevos cambios culturales en las relaciones sociales… Se deduce una recomposición de familias alrededor de las mujeres que obtienen cada vez más autonomía y se convierten en jefes de familia. Un espacio de vocación agrícola intensiva tropieza con un sistema productivo industrial y urbano, lo que implica una profundización de las relaciones salariales para la zona y una continuación de la proletarización en general del campesino yucateco…

No podemos dejar de lado el tema de la pobreza y marginación que el autor del libro menciona como una de las consecuencias resultantes del fin de la era del henequén, a lo cual refiere:

La precariedad del empleo y los bajos ingresos hicieron que la zona henequenera continuara sumida en la marginación y en la pobreza. Pocos han sido los cambios de los noventa a la actualidad. Ninguno de los programas en torno a la actividad henequenera o de las otras actividades, incluidas la maquiladora, han contribuido sustancialmente a transformar las condiciones de vida de los ejidatarios y de la población de la zona. La precariedad es uno de los elementos que definen las condiciones de vida de la población de la región.

Como apéndices, el autor nos ofrece “Información sobre la metodología de crisis henequenera y movimientos campesinos en Yucatán 1966-1983”, así como datos sobre: la superficie, volumen, rendimiento y valor del henequén en Yucatán 1960-2007; la superficie de henequén por etapa productiva 1984-2007; la producción y comercialización de manufacturas en Yucatán; las ventas de Cordemex 1980-1991, y la zona henequenera de Yucatán en 1980.

Al final presenta un álbum fotográfico que enriquece de manera evidente la obra. Así, de la página 493 a la 571 nos entrega sesenta y una imágenes que dan cuenta del fenómeno henequenero y de la conflictividad que giraba en torno a él.

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