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Revista latinoamericana de derecho social

versión On-line ISSN 2448-7899versión impresa ISSN 1870-4670

Rev. latinoam. derecho soc  no.17 Ciudad de México jul./dic. 2013  Epub 30-Ene-2020

 

Artículos

La representación social del trabajo en los jóvenes universitarios

The representation of social work in college students

Représentation du travail social dans les étudiants

Lourdes Pereira Jardim* 

*Afiliada a la Escuela de Administración Comercial y Contaduría Pública de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Carabobo, campus La Morita. Profesora asociada, adscrita al Departamento de Economía y Derecho de la Universidad de Carabobo, Venezuela (lopeja_11@yahoo.es)


RESUMEN:

Con esta investigación, la autora se acerca al estudio de las representaciones sociales partiendo de los axiomas moscovicianos, con lo cual se posiciona para su estudio del enfoque procesual, entendiéndolo a partir de las distintas mediaciones. En efecto, el propósito de la investigación fue rastrear cómo construyen las representaciones sociales del trabajo los jóvenes universitarios con trayectoria ocupacional, viéndose la configuración representacional en dos planos: el socio-simbólico y el socioestructural; la práctica laboral desplegada por estos jóvenes por el mundo del trabajo convierte sus sentidos y simbolismos respecto al trabajo como un hecho social y cotidiano. De este modo, se concluye que la apreciación intrínseca que poseen estos jóvenes del trabajo es vista como un instrumento, un medio capaz de satisfacer múltiples fines. La metódica manejada desde lo cualitativo fue el enfoque hermenéutico dialéctico, para lo cual se utilizaron técnicas dialógicas como las entrevistas en profundidad y los grupos focales de discusión. Las entrevistas en profundidad se hicieron a 11 jóvenes estudiantes de la Escuela de Administración Comercial y Contaduría Pública de la Universidad de Carabobo, campus La Morita, orientadas con base en un guión de entrevista cuyas áreas temáticas fueron: la percepción del trabajo, la centralidad del trabajo y la representación social del trabajo. Los desenlaces y desafíos de la investigación arrojaron como simbolismos la visión instrumental, manteniéndose una relativa centralidad del trabajo en la vida de estos jóvenes pese a las condiciones de precariedad y situaciones difíciles que rodean el trabajo juvenil. El trabajo es visto como un deber, como un derecho social, como una forma de satisfacer el consumo individual; es asumido como el camino a la independencia económica, al crecimiento personal, como una forma de vida.

Palabras claves: Representación; trabajo; sentidos; simbolismos; jóvenes

ABSTRACT

ABSTRACT: With this research, the author approaches the study of social representations based on the axioms Moscovicianos, which is positioned to focus their study of procedural understanding it from different mediations. Indeed, the purpose of the research was to track how social representations constructed university students work with career mobility, seeing the settings in two planes representational symbolic and socio socio structural labor practice displayed by these young people for the world of work becomes your senses and symbolism regarding work as a social and everyday. Thus, we conclude that the intrinsic appreciation of the work these young people possess is seen as a tool, a means capable of satisfying multiple purposes. The methodical was handled from the qualitative dialectic hermeneutic approach, for which techniques were used dialogic as in-depth interviews and focus group discussions. In- depth interviews were made to 11 young students from the School of Business Administration and Accounting from the University of Carabobo Campus La Morita, designed based on an interview script whose topics were: the perception of work, work centrality social and labor representation. Outcomes and research challenges thrown as instrumental vision symbolism remained a relative centrality of work in the lives of these young people despite the precarious and difficult situations sur-rounding youth work. The work is seen as a duty, as a social right, as a way to meet individual consumption, is taken as the path to economic independence, personal growth, as a way of life

Key Words: Representation; work; sense; symbolism; young

ABSTRACT

RÉSUMÉ: Grâce à cette recherche, l’auteur aborde l’étude des représentations sociales fondées sur les Moscovicianos axiomes, qui est positionné à concentrer leur étude de la compréhension procédurale de différentes médiations il. En effet, le but de la recherche était de déterminer comment les représentations sociales des étudiants universitaires construits travailler avec la mobilité professionnelle, voir les paramètres dans deux plans représentation symbolique et socio pratique socio travail structurel affichée par ces jeunes pour le monde de le travail devient vos sens et symboliques sur le travail en tant que. sociale et quotidienne Ainsi, nous concluons que l’appréciation intrinsèque de l’œuvre ces jeunes possèdent est considéré comme un outil, un moyen capable de satisfaire des objectifs multiples. Le méthodique a été traitée à l’approche dialectique qualitative herméneutique, pour lesquelles les techniques ont été utilisées dialogique que des entretiens approfondis et des discussions de groupe. Des entrevues approfondies ont été faites à 11 jeunes étudiants de l’École d’administration des affaires et comptabilité de l’Université de Carabobo Campus Morita La, conçu sur la base d’un texte de l’entrevue dont les thèmes étaient: la perception du travail, la centralité du travail représentation sociale et du travail. Les résultats et les défis de la recherche jetés comme le symbolisme vision instrumentale est resté une centralité relative du travail dans la vie de ces jeunes, malgré les situations précaires et difficiles entourant le travail des jeunes. Le travail est considéré comme un devoir, comme un droit social, comme un moyen de répondre à la consommation individuelle, est considérée comme la voie de l’indépendance économique, la croissance personnelle, en tant que mode de vie

Mots-clés: Représentation; le travail; le sens; le symbolisme; le jeune

SUMARIO:

  1. Introducción.

  2. El acercamiento a la situación problemática.

  3. Aspectos teóricos referenciales.

  4. Tiempo de representaciones.

  5. La metódica.

  6. Las aproximaciones y desafíos.

  7. Tiempo de las aproximaciones necesarias.

  8. Referencias bibliográficas.

  9. Anexo. Guión de entrevista en profundidad

I. Introducción

A lo largo de la historia del hombre se evidenciaron cambios sociales y económicos importantes, que se fueron reproduciendo como huellas en los múltiples modos de producción; forjándose así diferentes representaciones y sentidos, construidos sobre el trabajo como hecho social y como parte esencial de la cotidianidad de los actores sociales.

Hay quienes conciben el trabajo como penalidad, otros lo asumen como un esfuerzo, se asume igualmente como un deber y un derecho, de la misma manera se interpreta como la realización de una labor que permite una compensación, una retribución que se constituye en la remuneración, dándole un carácter dinerario.

De igual modo, concurren razones ideológicas, modelos de pensamiento que arguyen y evidencian las distintas miradas para asentar una noción del trabajo mucho más centralista que ha permanecido demarcada por procesos sociales, culturales y por la propia discursividad de los actores sociales, característica que empleaban y emplean modos de lenguaje de un colectivo donde el trabajo es asumido como: “un medio”, “una actividad”, “algo útil”, “una forma de vida”, “un instrumento para”. Estas construcciones continúan coexistiendo gracias al interaccionismo social y cultural de los pueblos en su devenir histórico.

Pese a toda la situación actual de crisis mundial que vive el trabajo, todavía hoy, los países en vías de desarrollo revelan una alta centralidad del trabajo que pareciera rebatir el hecho global de cambios estructurales en el mundo laboral determinados por otros conceptos que se sedimentan sobre todo en su condición de categoría cultural incidida por la globalización1 como proceso económico y complejizado que expresa una definición de trabajo más compleja y contextualizada desde la situación de los propios actores que la construyen y la entienden como una realidad de trabajo menos estable, mucho más flexible y precarizada en sus condiciones, que se contradice con la concepción del modelo clásico de trabajo, a tiempo completo y para toda la vida.

El contexto socioeconómico que ha rodeado el mundo del trabajo inexcusablemente ha concebido al trabajo como un factor más de producción y como eje articulador de los distintos modos históricos de producción, actualmente toma cuerpo la globalización, como una forma más acabada del capitalismo en el mundo; cuya concepción del trabajo pierde centralidad y protagonismo; asentándose con ello nuevos conceptos del trabajo que se acercan a las emergentes modalidades atípicas, temporarias de trabajo.

En este contexto, las transformaciones en el marco regulatorio laboral a nivel mundial han suscitado cambios en el concepto típico y tradicional del trabajo clásico, hacia otros conceptos mucho más flexibles, atípicos, temporales. En este sentido, se comprende que existen otros factores de carácter extrínseco que inciden en la conceptualización de lo laboral, que ilustran las representaciones construidas respecto del trabajo, desde el espacio de las biografías de los sujetos sociales que los particulariza en la construcción de sus sentidos, hasta la interacción social, cuya intersubjetividad se trasmite y se comparte hasta generar las representaciones.

Por ello, es importante rastrear las representaciones que tienen los jóvenes universitarios sobre el trabajo, a partir de su itinerario ocupacional; lo cual induce a considerar como elemento significativo la historia o el tránsito que han tenido los jóvenes en el mundo del trabajo, así como la transición que experimentan en su vida laboral como protagonistas de su propia inserción sociolaboral.

Cabe señalar que en la sociedad actual el trabajo ha perdido su valoración como eje central y espacio para la realización del hombre, ha cobrado fuerza su valoración meramente utilitaria, instrumentalista y pragmática; todo ello favorecido por los fenómenos de la flexibilidad laboral,2 la desregulación y la desconcentración productiva.

Ante la realidad del trabajo juvenil, como una actividad algunas veces desprotegida socio-laboralmente, otras desarrollada precariamente, sin reconocimiento de la relación de trabajo en términos formales, como el caso de los empacadores en la red de auto mercados, en donde se evidencia una simulación de la relación laboral, surgió así la inquietud de saber ¿si tendrían estas condiciones algunas implicaciones en la reconstrucción de identidades y/o representaciones asociadas al trabajo?

Definitivamente, las condiciones que rodean el trabajo juvenil generan secuelas tanto positivas como negativas en ese proceso de construcción simbólica que se forja desde la cotidianeidad y el sentido común. La producción de sentidos respecto del trabajo y del valor que se tiene del trabajo como hecho social fundamental, se inicia con los procesos de relación social y de socialización laboral; está presente, además, en el contexto del discurso y en la representación oral o escrita, tanto en lo ideológico como en lo socio-cultural.

Es decir, las representaciones sociales sobre el trabajo construidas por los jóvenes han dependido, a su vez, de las expectativas futuras en el ámbito laboral, la trayectoria ocupacional y las condiciones de trabajo bajo las cuales laboran los jóvenes, entre otros factores sociodemográficos y económicos.

En el caso de los jóvenes universitarios con trayectoria ocupacional, la construcción de su realidad de trabajo depende de un conjunto de factores tanto de carácter externo como interno. Dentro del primer grupo de factores contextualizados tenemos los siguientes:

  • La dimensión externa que la conforma: su entorno, la estructura socioeconómica y política que enfrenta el país en cuestión, tanto en el contexto local como a nivel mundial.

  • El proceso de socialización: la estructura social, las relaciones sociales, los grupos referenciales (familia, vecinos, amistades, compañeros de estudio y/o de trabajo, gremios, cultos), la cultura, las costumbres, la raza, las etnias, entre otros.

  • La dimensión ideológica: creencias, valores, preconcepciones, la tradición y las costumbres, las normas socialmente aceptadas, los principios ético-morales, religiosos, políticos, ideológicos, institucionales u organizacionales.

En relación con la dimensión interna o cognoscitiva, confluyen en ella los elementos de la personalidad, los factores psicológicos: inteligencia, raciocinio, experiencias propias, pensamientos, impresiones, percepciones, actitudes, memorización, recuerdos, intuición, interpretación, rasgos de personalidad, representaciones, entre otros.

Todos los aspectos antes señalados definen el mundo representacional, el cual se constituye en un proceso de naturaleza muy compleja que se desdobla en dos componentes: el psicológico y el sociológico.

De lo antes expuesto se desprende que en cada individuo se crean representaciones desde la vida interior y hacia el entorno; del exterior, involucrándose al proceso psíquico-cognitivo y sociológico que le da sentido a las cosas que concebimos interiormente, vemos, palpamos, intuimos, exteriorizamos y compartimos en un proceso que involucra aspectos internos psicológicos y aspectos externos de carácter socio laboral.

El foco de interés de este estudio fue el análisis de las representaciones sociales del trabajo desde la perspectiva de los jóvenes universitarios con trayectoria ocupacional. De ahí el interés en su historia laboral, el primer trabajo y las experiencias posteriores, a partir de lo cual se reconstruye teóricamente la representación social del trabajo.

Para cumplir con este propósito se ha sustentado la investigación desde lo epistémico y lo ontológico, fundamentando la aproximación interpretativa del autor con los postulados moscovicianos, lo cual significa entender las representaciones desde lo procesual, es decir, las representaciones son mediaciones que rigen la construcción explicativa del mundo externo en conjunción con el mundo de entendimiento interior donde estos jóvenes entrelazan lo que perciben individualmente y lo social, para poder así reconstruir sus ideas del trabajo; para ello nos apoyamos en la exposición de los consecutivos momentos de la investigación.

II. El acercamiento a la situación problemática

El acercamiento a la comprensión de la representación social del trabajo en los jóvenes se efectúa como una proximidad entre quien busca conocer, descubrir y develar aquello desconocido, y el contexto del objeto de estudio. En este sentido, se aborda la realidad del trabajo juvenil, partiendo de la construcción de sentidos del trabajo en los jóvenes, lo cual implica una aproximación a la realidad del trabajo como hecho social, cotidiano, como eje multidimensional. A efectos de la presente investigación, se entiende por representaciones sociales aquella teoría que trata de explicar cómo los sujetos o actores/as sociales construyen su mundo, su entorno, su realidad, a partir de su cotidianeidad y sentido común, pero desde la esfera de un conocimiento compartido que nace de la interacción social consensuada.

Esta teoría se inicia desde el campo de la psicología social francesa y se extiende a otras disciplinas, siendo de interés para la antropología social, la sociología del trabajo, la lingüística, la semiótica, el interaccionismo simbólico, entre otras.

Los estudiosos de las representaciones sociales se han interesado por diversas temáticas: la pobreza, la salud, la enfermedad, la educación, la criminalidad, el género, las drogas y el trabajo; tema este último de particular interés para el presente estudio.

En razón de lo planteado hasta ahora, como situación problema de la investigación se trazan las siguientes interrogantes: ¿cuáles son las significaciones que los jóvenes universitarios con trayectorias ocupacionales le atribuyen al trabajo, en tanto que construcción social-representacional, a partir de sus propias experiencias, itinerarios y del contacto con el mundo del trabajo?, ¿qué representa el trabajo para los jóvenes universitarios? y ¿de qué manera esta percepción se articula con el tránsito por el mundo del trabajo y sus elementos concomitantes.

Es decir, la particularidad de los jóvenes universitarios, como referente a investigar, resulta interesante sobre todo en lo concerniente a la línea de investigación sobre las condiciones de trabajo y medio ambiente laboral, ya que permite ahondar sobre las condiciones bajo las cuales realizan su trabajo, cómo inciden las mismas en la representación del trabajo y cómo se supone marcará sus vidas esta travesía por el mundo laboral con base en sus trayectorias ocupacionales.

Estos argumentos son parte del abordaje que se pretende en esta investigación, cuya importancia dependerá de los testimonios suministrados por los jóvenes universitarios.

Ante la persistente metamorfosis que atraviesa el mundo del trabajo y siendo los jóvenes un punto prioritario de interés en las agendas sociopolíticas y socioeconómicas en el mundo, se formula la siguiente interrogante: ¿cuál es la representación social del trabajo que construyen los jóvenes universitarios con trayectoria ocupacional?

Propósito de la investigación

El propósito que en este momento nos hemos trazado no es otro que: reconstruir teóricamente la representación social del trabajo de jóvenes universitarios con trayectoria ocupacional, a fin de interpretar a través de la hermenéutica la representación simbólica construida sobre el trabajo.

III. Aspectos teóricos referenciales

La investigación se sustenta en tres ejes temáticos: el primero de ellos son las representaciones sociales; el segundo la concepción del trabajo y, por último, los jóvenes como aspecto de enlace.

Primeramente, desde el punto de vista epistemológico se procedió a considerar las acepciones que ha tenido el trabajo históricamente y cuáles son los significados que se tienen del trabajo ahora, y a partir de estos simbolismos construidos sobre el trabajo se efectúa la reconstrucción de la representación social del trabajo que tienen los jóvenes universitarios a la luz de su trayectoria ocupacional.

Del mismo modo, se revisaron aspectos sobre la acepción del trabajo en el devenir histórico, y para ello se analizaron las posturas teóricas asumidas por diversos autores, entre ellos: Ritzer (1993), Weber (1994), Medá (1995), Noguera (1998), Campbell (1999), Guerra (2001), De la Garza (2003), Ibáñez (2005), entre otros.

IV. Tiempo de representaciones

1. Las representaciones: un puente hacia el conocimiento ingenuo y del sentido común

Hablar de representaciones sociales, comenzando con las estructuras cognitivas de los individuos vistos como actores sociales, implica revelar la película, que fotografía, que reproduce la realidad desde un ángulo psicológico e interno, introspectivo; donde el ojo visor humano capta y construye su realidad y la realidad social internamente dentro de la cámara mental a partir de la conciencia y del intelecto que capturan la imagen de la realidad, la reproducen, la representa una vez que exterioriza ese conocimiento natural y común que lo comparte.

Lo anterior está referido al aspecto social del proceso de interacción humana, que incluye travesías como: la culturización, las costumbres, las esferas sociales de relación que involucran a los hombres y mujeres como colectivos, como actores sociales pertenecientes a los diferentes grupos sociales, a los estamentos que permiten transformar las representaciones sociales a partir de nuevos significados; que se matizan en las representaciones sociales al momento de la interacción y de la comunicación, cuyas prácticas de vida transforman la construcción de sentidos.

Algunas de las explicaciones de Moscovici (1979) cuando retoma el concepto de Durkheim sobre las representaciones colectivas, haciendo de las representaciones sociales algo dinámico donde la familiaridad está implícita, como una relación manifiesta de lo cotidiano, con un conocimiento que se construye de la realidad compartida desde lo social en cuanto a cómo se convive, cómo se aprehende y cómo se trasmite eso que aparece asimilado y entendido desde nuestra visión interior, pero que fluye a través de la comunicación y desde el sentido común, haciendo de las representaciones una mediación que contiene el aspecto psicológico-cognitivo.

2. Acercándonos al concepto de las representaciones

La aproximación a un concepto multidimensional, polisémico y tan complejo como el de “representaciones” no resultó tarea fácil de asumir. Esto nos obliga a escudriñar un concepto quizá de uso profundamente confuso, cuyos sentidos nos retraen a una multiplicidad de conceptos, o quizá va más allá, convirtiéndose en un término difuso, cuya aplicación comprende los campos de investigación tanto de la psicología social como de la sociología del trabajo y, más allá de ellas, otros campos del conocimiento social que incluye diversas disciplinas.

De igual manera, Lefebvre (1983: 15), en su semántica de la representación, le atribuye distintas significaciones: científica, política, mundana, comercial, estética, filosófica, siendo concluyente con una aserción: “la representación no es ni la verdad ni el error, ni la presencia ni la ausencia, ni la observación ni la producción, sino algo intermedio”.

Según Moscovici (1979: 16), “toda representación está compuesta de figuras y expresiones socializadas. Conjuntamente, una representación social es una organización de imágenes y de lenguaje porque recorta y simboliza actos y situaciones que son o se convierten en comunes”.

Es importante precisar el concepto de representación, sin embargo sus acepciones responden a múltiples interpretaciones que complejizan su entendimiento en algo poco concreto, difícil de determinar en un solo concepto, ya que su naturaleza es polisémica y multidimensional.

Más allá de eso, Weber (1993: 235-41), en su esbozo de sociología comprensiva, explica las ideas sobre la representación desde la posición sociopolítica y/o burocrática, desde la perspectiva de la representatividad, tal y como podría interpretarse “la regla de la mayoría”, el papel que juega “la situación objetiva en cuanto a la acción de determinados miembros de asociación”, que conforman las llamadas estructuras de poder y de dominación, las cuales clasifica en: representación apropiada (tiene el derecho apropiado de representación), representación estamental (por derecho propio), representación vinculada (determinada por elección), representación libre (por deber moral, por propia convicción), representación de intereses (representación profesional, parlamentaria, etcétera).

Según Schopenhauer (2003: 13, 15), la doctrina de la representación es intuitiva, el fenómeno del cerebro está sometido a condiciones subjetivas, en este sentido señala “el mundo es mi representación”, haciendo referencia al axioma de Euclides, el cual esboza una relación entre lo ideal y lo real, “del mundo en la cabeza con el mundo fuera de ella”. Ambos mundos, aun cuando difieren por su materia, están indiscutiblemente fundidos por una misma forma, refiriéndose al intelecto como función cerebral, esto es, “el mundo objetivo y material sólo existe como tal en nuestra representación”, queriendo significar que “todo lo que conocemos está dentro de nuestra conciencia”, o más específicamente, entiende que el propio individuo se despliega entre lo que él conoce y lo conocido, dando cabida al objeto y al sujeto, al todo y sus partes.

A la luz de estas consideraciones, reconocemos el punto de vista de Putnam (1995: 21) al aludir al significado y mentalismo como ejemplos cargados de casualidad, con los consecuentes hechos:

  1. El hecho de que las palabras, oraciones y otras representaciones tengan significado.

  2. El hecho de que las representaciones pueden hacer referencia a alguna cosa o conjunto de cosas efectivamente existentes o inclusive inexistentes.

  3. El hecho de que un estado de la mente tiene como objeto un estado de cosas diversas.

  4. Le concibe cierta aceptación a la teoría de las representaciones semánticas de Chomsky (1979): la mente piensa sus pensamientos mentalmente, los codifica en un lenguaje natural y luego los comunica. El otro decodifica el mensaje, donde el lenguaje sirve como vehículo de la comunicación del pensamiento.

  5. Reivindica la psicología de creencias y deseos (a través del modelo computacional de la mente).

  6. Dice que los significados responden a un modelo holístico.

Heider (1958), de acuerdo a lo que plantea Araya (2002: 25) en su trabajo sobre representaciones sociales, trata de explicar la percepción3 que tienen los sujetos del comportamiento individual y colectivo en sus mundos de vida cotidianos-habituales, poniendo de relieve la adaptación al medio en términos de la atribución y el equilibrio, para poder así conceptuar cómo los individuos efectúan deducciones, inferencias sobre los propósitos de una persona, el análisis ingenuo de la acción humana, esto es, “descubrir cómo percibimos y explicamos nuestro propio comportamiento y el de los demás”.

De tal forma que su comprensión y su denominada psicología ingenua se basa en suma medida en el modo como a través del lenguaje oral, gestual o escrito de los eventos o sucesos cotidianos nos dan una idea de la psicología de una persona en cuanto a sus acciones, sus motivaciones y estímulos, su mundo afectivo, sus preconcepciones, sus valoraciones, partiendo de tomar en cuenta algunos elementos cognitivos como la atribución, la intencionalidad, la causalidad, factores situados en el interior de la persona (el esfuerzo, la capacidad y la intención), tal y como lo especificará Moscovici (1988) en su libro Psicología social.

El pensamiento de Moscovici concibe las representaciones sociales como “un pensamiento social cuyo valor está fundado en la vida cotidiana de los sujetos sociales, acercándose de igual forma al interaccionismo simbólico” (Araya, 2002: 25).

En las representaciones sociales yace una forma de percibir, de captar, de entender y comprender cómo es el proceso de construcción social de la realidad o, más específicamente, el conocimiento del sentido común, de los mundos de vida inmersos en la cotidianidad, que no es más que el proceso interpretativo que desarrollan los hombres y mujeres en su ontología humana, de su realidad, de sus mundos de vida, asumiendo y apropiándose de un cúmulo de significados y de sentidos, de simbolismos que ellos le atribuyen al mundo habitual del diario vivir y que forma parte de su intersubjetividad compartida, fruto de los procesos de interacción social y de comunicación.

La representación, si bien es concebida como una actividad primeramente individual, ya que funciona cognitivamente a partir del entendimiento humano como proceso mental, ella va adquiriendo una dimensión social en razón de que entran en juego aspectos que involucran la intersubjetividad, y con ella la interacción y la comunicación, el lenguaje, cuya construcción de sentidos en relación con ciertas vivencias compartidas, situaciones aprehensivas, acontecimientos en lo cotidiano, adquieren un cierto matiz discursivo que se hace común, orientando y definiendo las prácticas de los sujetos sociales y por los códigos emanados del lenguaje como forma de interacción y de relación.

Bien importante resulta en este momento identificar: ¿cuáles son los elementos que conforman la representación social? Desde las posturas moscovicianas, se entiende que la representación está compuesta por una estructura que delimita diversos procesos que abarcan desde la construcción de la realidad social hasta un proceso relacional que reacomoda y remodela, transforma la representación y cuyo contenido incorpora varias dimensiones:

  1. Dimensión cognitiva: alude a la representación mental, la percepción, haciendo uso de elementos psicológicos, por tanto es individual e interna en el individuo. Y se asocia a la función del saber que tienen las representaciones, la que viene del “pensamiento como conocimiento y saber racional” (Florián, 2002: 201), que se refiere a la sabiduría desde el contenido filosófico. La cualidad de lo cognoscitivo adquiere aquí una connotación especial: el hombre es capaz de construir e interpretar la realidad a partir de su entendimiento y de su saber cotidiano, el cual comparte socialmente, tal y como podría ser interpretada y entendida su realidad de trabajo.

  2. Dimensión simbólica: de interpretación, donde captura la imagen, la reproduce, la significa, le da sentido y la define a partir de la función que cumple la dimensión cognitiva a priori, previamente establecida. Ésta puede asociarse a la función de identidad que cumplen las representaciones sociales, en el ámbito que nos ocupa el rastrear y reconstruir teóricamente la representación social del trabajo en jóvenes universitarios con trayectoria ocupacional; los jóvenes se hacen de una identidad sociolaboral como referente para modelar sus sentidos del trabajo, la cual experimenta fases de un mismo proceso: se deconstruye, se reconstruye, se integra, se socializa y se comparte, tal y como serían, por ejemplo, compartir valores sociolaborales, conceptos del trabajo que históricamente se han construido y transformado.

  3. Dimensión actitudinal: tiene que ver con la disposición particular del sujeto de asumir ciertos comportamientos, ciertas posiciones, ciertos juicios; desde la cotidianidad, hay quienes la entienden como elementos primarios en la formación de las representaciones sociales y fundamentales para la estructuración de conocimiento social. La actitud también posee un componente social: las costumbres, las normas sociales, etcétera. Estas dimensiones están descritas en el trabajo de Vizcaíno y Párales (2007).

La dimensión social está igualmente asociada a las funciones de orientación y justificación que cumplen las representaciones sociales. Ellas devienen del contexto social y se remodelan a partir de las propias convicciones y preconcepciones del hombre, en su componente cognitivo. En su aspecto psicológico también intervienen las creencias, costumbres, juicios y valores, además de otros conocimientos e informaciones emanadas del entorno.

De allí que algunas representaciones sean consideradas como maleables, flexibles y tienden a modificarse en su periferia. Sin embargo, conservan su esencia central según los principios de la escuela estructuralista. Las prácticas sociales son determinantes en los cambios que experimentan las representaciones sociales, son mediaciones que se ven incididas por la ideología y otros aspectos sociales.

Siendo la representación una producción colectiva de sentidos construida por sujetos sociales que participan del mismo grupo social, por tanto no es una reproducción fiel de la realidad en términos de similitud a una copia fotostática o una fotografía, responden más bien a un proceso de simbolización creado colectivamente, que reconoce cómo funciona el conocimiento natural, ingenuo, que responde al sentido común.

Esa cosmovisión de la realidad social se inicia en la cotidianidad, en ese compartir y en ese intercambio colectivo que le da significado a la vida social y cultural de las personas con las cuales se comunica y experimenta. Los comportamientos sociales habitualmente se regulan a partir de las pautas sociales, culturales y de derecho institucionalizado y común a sus mundos de vida.

El proceso de socialización se afianza a partir del lenguaje, de la comunicación social, lo cual facilita el “acopio social del conocimiento”. Desde el punto de vista procesual de las representaciones sociales, el esquema conceptual moscoviciano que lo sustenta como producto, deriva de la conjunción de dos procesos, a saber: objetivación y anclaje. En cuanto a la objetivación como proceso, “la representación permite intercambiar percepción y concepto. Al poner en imágenes las nociones abstractas, da una textura material a las ideas, hace corresponder cosas con palabras, da cuerpo a esquemas conceptuales” (Moscovici, 1988: 481).

Respecto al anclaje, Moscovici señala: “se refiere al enraizamiento social de la representación y su objeto. En este caso, la intervención de lo social se traduce en el significado y la utilidad que les son conferidos” (op. cit.: 59).

De allí que esas prácticas de vida social nos remitan a la comprensión de la realidad construida interiormente a partir del conocimiento de lo cotidiano, que se erige históricamente dándole sentido a los asuntos habituales mediante las prácticas religiosas, políticas, culturales, económicas, educativas, entre otras, cuyas distintas expresiones, los distintos modos de sentir y de percibir e interpretar interpersonalmente el mundo externo, le dan sentido al mundo subjetivo del individuo hacia lo colectivo, hacia lo social.

Berger y Luckman (1993) conciben a la sociedad en términos de un incesante proceso dialéctico compuesto de tres tiempos:

  • Externalización: proceso por el cual las instituciones surgen como externas al individuo, análogamente a la visión de externalidad del hecho social aludida por Durkheim. El mundo se experimenta como algo distinto y ajeno al producto humano. El individuo debe aprender a conocer lo que está fuera de él, la realidad por excelencia está ahí ya determinada.

  • Objetivación: los significados se forman admitiendo que el sujeto asimila, se apropia del conocimiento de su entorno a través de las experiencias, de sus prácticas de vida.

  • Internalización: es el proceso por el cual el mundo social objetivado, materializado, vuelve a proyectarse en la conciencia del sujeto durante el proceso de socialización; es la interpretación de un evento o suceso de forma inmediata, expresado en un significado que le da sentido a las cosas, a la realidad social.

Deviene de ese saber cotidiano el sentido común que involucra aspectos de carácter social y cultural externos al hombre; pero, a su vez, el hombre está imbuido en esa externalidad de la realidad construida por la acción social en su interaccionar, en su proceso de socialización, en ese continuo histórico, en que sus representaciones se reacomodan a los nuevos esquemas y según las prácticas de vida.

Tal y como dijera Schultz (1962: 16), el mundo del sentido común [mundo de la vida diaria, mundo cotidiano] son diversas expresiones que indican el mundo ínter subjetivo experimentado por el hombre dentro de lo que Husserl denomina la “actitud natural”. Es el conjunto de las experiencias cotidianas y de acciones por medio de las cuales las personas van ideando propósitos y llevándolos a cabo. Ese mundo de vida alude a lo cotidiano como una esfera importante, donde los sujetos sociales ponen en juego sus convicciones y significaciones.

Advertir la cotidianidad, el sentido común demanda la construcción de una mirada franca dirigida a las dimensiones representacionales que poseen los actores/as sociales, cuyas definiciones se hacen complejas a partir de considerar los distintos elementos que se conjugan en el análisis de las representaciones sociales en razón de la interacción social, del proceso de crear significados de diversa índole que hacen de la subjetividad social un asunto altamente complejo, donde lo cotidiano puede ser visto a través del trabajo como un hecho social imbuido en el mundo de la cotidianidad, forma parte de ese mundo de vida donde el sujeto también hace una construcción social de lo laboral.

Significa que el mundo de vida se convierte en un mundo de significados que se originan de los procesos sociales de interacción y comunicación, ambos procesos se constituyen desde la cotidianidad humana, la cual se refiere al conocimiento natural del sentido común como una actitud propia del sujeto social, la cual, en su esencia, es innata.

El mundo social donde interactúa el sujeto y a partir del cual él significa y aprehende su realidad y la de otros, donde él la concibe, la construye internamente, luego la exterioriza, comparte su visión con la de otros, que también construyen su propia realidad, y la de otros a su vez, como si se tratara de un círculo vicioso donde la información fluye de manera constante.

Como indica Rizo (2005: 89), la intersubjetividad “implica el poder ponerse en el lugar del otro, a partir de lo que se conoce de ese otro, de lo que se puede ver en él”.

De igual manera, este autor señala que Schultz y Weber parecieran estar de acuerdo en relación con la valoración que ellos hacen de la “comprensión del sentido de la acción humana para la explicación de los procesos sociales”. Significa que el quehacer del hombre tiene propósitos desde la acción humana que explican la necesidad de los procesos sociales entendidos desde la ontología natural del hombre, por ejemplo la necesidad de trabajar que inicialmente surge en cada quien según sus necesidades; pero que se transforma en social, explicándose el trabajo como un hecho cotidiano, como un proceso social que es necesario para todos, para el progreso por ejemplo, para la subsistencia (ibidem, 90).

Es la intersubjetividad la que hace posible que la cotidianidad como contexto social de interacción se convierta en escenario, y también es objeto de nuestras acciones e interacciones como un axioma de interrelación.

Entendiendo que la intersubjetividad, según la apreciación de Rizo (idem), se encuentra plasmada en la concepción central de la fenomenología aludida por Schultz, Berger y Luckman, de la cual se derivan los conceptos de mundos de vida y sentido común, también está presente en la sociología comprensiva en relación con la interacción como proceso que hace posible la comunicación entre subjetividades distintas, cuyos elementos simbólicos se comparten y se construyen desde lo social, desde el mundo de la cotidianidad.

Estos conceptos: intersubjetividad, sentido común, subjetividad, simbolismo, significado, están presentes en la teoría de las representaciones sociales y explican su contenido como fundamento de la vida cotidiana en torno a los sentidos construidos sobre la realidad social; a partir de los sentidos creados, tal y como podría suceder, en relación con el trabajo: un hecho social que involucra al hombre con otros hombres, surgiendo así la intersubjetividad laboral, siendo también el proceso de trabajo un hecho cotidiano en la vida social que fija sus propios simbolismos, sentidos y representaciones.

3. Las representaciones sociales desde la contemporaneidad

Las representaciones sociales constituyen una teoría que tiene su iniciación en la Escuela Francesa de Psicología Social, particularmente en 1961, cuando el psicólogo francés Serge Moscovici presenta su tesis doctoral titulada: El psicoanálisis, su imagen y su público, en la que indicó tres ejes estructurantes que se conceptúan como constructos sociales, que surgen de:

  1. La actitud o disposición, la cual puede ser positiva o negativa, indica en sí misma un proceso de evaluación que involucra lo afectivo en el sujeto.

  2. La información en términos de calidad y cantidad, y

  3. El campo de representación; es decir, a partir de ellos, se ordenan y jerarquizan los elementos que configuran las representaciones del psicoanálisis como fenómeno social, de aquí deviene la idea de la imagen, el modelo social asumido, el contenido concreto de la representación (Ibáñez, 1991: 46).

Moscovici (1979), en su tesis doctoral, quiso poner en práctica una forma sistematizada de evaluación de un hecho social: el psicoanálisis. Éste involucró la construcción de sentidos que asumieron diversos grupos parisienses sobre el psicoanálisis, entendido de alguna forma como un acontecimiento cultural, tal y como el propio Moscovici lo expresa. Para ello, apeló a la realización de encuestas y/o cuestionarios sobre dichas muestras poblacionales previamente categorizadas por él, preparó los diferentes cuestionarios sobre la base de que cada grupo asumiría una opinión particular. Así, una representación social es disyuntivamente una simbología valorizada socialmente.

Durkheim (2000), Weber (1993) y Heider (1958), entre otros, antecedieron en el estudio de las representaciones sociales; éstas se delimitan como “modelos interpretativos de la realidad”, en la que se asume su construcción a partir del conocimiento compartido en lo cotidiano y lo social, más específicamente a partir del mundo de las ideas, las experiencias, la cultura, el lenguaje, la conciencia colectiva, entre muchas otras connotaciones que permiten dar vida a las sociales.

La teoría de las representaciones sociales se ha difundido, incluyendo a las naciones latinoamericanas, como el caso de Argentina, Brasil, México, Chile y Venezuela, donde se han desarrollado estudios muy interesantes, tales como los de: Montero (1984), Banchs (1990), Jodelet (1998), Pargas (2001), Vasilachis (2003), Pérez (2004) e Ibáñez (2005).

En relación con Pargas, investigadora y coeditora de la Revista Venezolana de Sociología y Antropología de la Universidad de Los Andes, señala en su trabajo “Las representaciones sociales en la Universidad de los Andes: un acercamiento social, emocional y epistémico”, que en nuestro país hay un número importante de investigadores dedicados al estudio de las representaciones sociales a nivel de las distintas universidades del país, entre ellas destacan: la Universidad del Zulia, la Universidad de los Andes, la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado y la Universidad de Carabobo. Las líneas de investigación en el área de las representaciones sociales son prolíferas y abrigan diversas temáticas: prácticas sociales y representaciones, estudios de las representaciones en el área de la psicología social, en el área de la salud, la educación, el trabajo, la representación social de la pobreza, la representación social de los jóvenes, entre otras. Específicamente, esta línea de investigación en la Universidad de Carabobo ha tenido mayor auge en la Facultad de Educación y la Facultad de Ciencias Sociales, además, a nivel del Programa Doctoral en Ciencias Sociales adscrito a la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Carabobo, donde las representaciones sociales han despertado su interés y estudio en diversas áreas: en la salud, en el trabajo y en el área de lo cultural.

Las representaciones sociales han incidido en los diversos campos del conocimiento, incluyendo el de la sociología del trabajo. Particularmente a raíz de los procesos de profundas transformaciones que ha venido exhibiendo el mundo del trabajo y su organización, a consecuencia de la interconexión mundial.

V. La metódica

Este tiempo nos indica el recorrido que debimos emprender para dar consecución al propósito esbozado en la investigación. Desde lo cualitativo y en un ámbito de abordaje micro social, nos hemos acercado al plano de la interpretación, en el cual interesa rastrear las representaciones sociales que construyen los jóvenes universitarios sobre el trabajo, desde la perspectiva de sus trayectorias ocupacionales. La interpretación estuvo centrada en los discursos emitidos por los actores/as involucrados en el estudio, con el fin de develar la construcción de sentidos, de significados, sobre el trabajo desde la mirada hermenéutica dialéctica, haciéndose énfasis en la semiosis social.

Por tanto, la investigación se centró en las trayectorias ocupacionales de los jóvenes, las situaciones particulares y específicas que enfrenta cada uno de los actores/as involucrados, considerados como informantes claves; se trató de un acercamiento al contexto micro social y de cotidianidad que poseen los jóvenes universitarios objeto de estudio, con base en los discursos que nos permitieron rastrear las representaciones sociales que asumen ellos del trabajo.

El área de estudio está referida al contexto de la Universidad de Carabobo, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, incluyéndose las escuelas de Administración Comercial y Contaduría Pública, cuya ubicación corresponde al Campus La Morita, Maracay, estado Aragua.

Se consideraron para el estudio a los estudiantes de las carreras de Administración comercial y Contaduría pública, con edades comprendidas entre los 16 y los 30 años de edad, cursantes de los turnos diurno/nocturno, siendo importante que ellos debían poseer como condición su trayectoria ocupacional. Para las entrevistas en profundidad focalizadas participaron 11 jóvenes, 5 del sexo femenino y 6 del sexo masculino, todos desempeñándose en distintas áreas de trabajo (véase el guión de la entrevista en el Anexo).

La investigación que se presenta desde el paradigma cualitativo de alguna forma lleva al investigador a sopesar y reconocer el valor científico de este enfoque, que se posesiona para su abordaje de la propia intersubjetividad de los actores/as involucrados en la investigación, pero desde lo ontológico responde fundamentalmente a las aportaciones de la fenomenología de Husserl (1859-1938), la sociología comprensiva de Max Weber (1863-1920), incluye el conocimiento de la vida cotidiana y del sentido común en Schutz (1962), entre otros autores significativos.

Los grupos focales de discusión fueron conformados por un número de entre 6 y 8 personas de ambos sexos; fueron elegidos aleatoriamente por un colaborador miembro del centro de estudiantes. Estos jóvenes abordados estuvieron dispuestos a participar voluntariamente, siendo importante aclarar que con ellos no hubo un contacto previo por parte del investigador, sino al momento de realizarse los grupos focales de discusión.

Con la interpretación de los discursos, se indagó sobre el significado que le otorgan al trabajo los jóvenes desde su propia mirada, lo que involucra el trabajo; con ello se trata de ubicar las definiciones y significaciones dadas al trabajo como eje de la vida humana. Se parte de la consideración de que las pautas interpretativas que surgen, se articulan al vivir cotidiano, el cual da lugar al lenguaje y se traduce en una práctica discursiva, elemento clave a partir del cual, producto de la interpretación, que al desgranarse permite que emerjan las construcciones y significados valiosos.

VI. Las aproximaciones y desafíos

El desarrollo de la investigación nos permite rastrear las representaciones sociales del trabajo en los jóvenes universitarios con trayectoria ocupacional, con base en los discursos, puesto que es en el lenguaje desde donde podemos interpretar la construcción simbólica que poseen estos jóvenes del trabajo, ubicándonos para ello, en dos planos: el socio simbólico, que implica que detrás de las representaciones sociales que se construyen, hay toda una simbología arqueológica, es decir, un corpus ya heredado de símbolos que conceptualizaron y representaron el trabajo desde épocas remotas, esas imágenes y sentidos creados todavía superviven en el imaginario social, se entremezclan con las nuevas representaciones, haciéndose hincapié en que las representaciones se transforman con las prácticas de vida.

En el primer caso, se refleja la inestabilidad en el desempeño laboral del padre, que lo impulsa a buscar trabajo por la necesidad de colaborar con el núcleo familiar, y así lo expresa: “por la necesidad, la necesidad económica, ayudarme en mis estudios”. Aspira a superarse culminando su carrera. Sin embargo, el impacto del trabajo en la vida de Luis, joven de 24 años, ha sido positivo, generándole un sentido constructivo sobre la responsabilidad y la necesidad de mantenerse activo, disfruta de lo que hace concibiendo el trabajo como un pasatiempo, algo agradable en lo que invierte la mayor parte de su tiempo: “El trabajo es para mí la labor que uno hace para la satisfacción de… para la obtención de un beneficio, para satisfacer ciertas necesidades pues… entonces, siempre me ha gustado satisfacer mis necesidades y siempre me ha gustado hacer o sea dar lo mejor de mí y tener un trabajo, pues me gusta mantenerme". Los referentes teóricos abordados en relación con la representación del trabajo, entre los que se pueden citar a: De Jesús y Ordaz (2006), Saavedra (2003), Marín (2001), Bosio (1995), entre otros, dan cuenta de que el contexto socioeconómico, la situación familiar y los valores inculcados y observados por los jóvenes son determinantes y concluyentes en su construcción simbólica del trabajo.

Asimismo, se manifiesta una valoración positiva del trabajo en términos de poder asumir responsabilidades. Tal y como esta joven relata: “El trabajo me ha ayudado a crecer como persona y a crearme mis propias responsabilidades y hacer mis propias cosas, tener que dividir mi tiempo en estudiar y adaptarme a trabajar, porque a veces trabajaba, llegaba cansada y no me daba tiempo para estudiar, entre hacer mis propias cosas, mi comida, lavar, limpiar mi cuarto” (informante 02).

Haciéndose comparación con los casos anteriores, el informante 03, también se ve impulsado por la necesidad económica, tal y como la joven expresa: “el trabajo lo consideraría como una herramienta de aprendizaje donde pones en práctica todas las herramientas adquiridas tanto inculcadas por tus padres, como las adquiridas a nivel de bachillerato, universitario en todo caso, que es lo que estoy cursando”.

Por otra parte, el informante 04 valora positivamente el trabajo y éste la impacta en cuanto a tener que asumir responsabilidades. Es decir, el valor laboral más significativo para esta joven es la responsabilidad, y esto se confirma cuando literalmente se cita un fragmento de su entrevista y nos expresa: “el trabajo sí es importante porque pienso que éste me enseña a mí a tener responsabilidad”.

El informante 05 señala sentirse orgulloso de su papá, en reconocer la constancia del padre en el trabajo, y el impacto generado por el trabajo en su vida se muestra en términos del desempeño, la responsabilidad y en el conocimiento que adquiere. Este joven refiere:

…mi papá es una persona bastante estable económicamente y siempre fue una persona constante en el trabajo, y eso nadie se lo quita… yo soy de los partidarios de que hay que aprender de todo… yo he aprendido muchas cosas… el trabajo me sirve para satisfacer mis necesidades; pero ya a estas alturas se ha convertido en algo importante, ya que aporto económicamente, ayudo a mi madre para la comida y todo, o sea ya yo no me vería como desempleado.

En relación con el informante 06, la necesidad económica está implícita cuando nos señala:

…he tenido que trabajar por la necesidad de muchas cosas, de pagarme mis cosas y, sabiendo que no es mi madre la que trabaja sino mi hermana, para ayudarla y ahorrarle gastos en mí y, bueno, porque también tengo muchas necesidades sí, de medicinas, yo también en un tiempo me enferme de la rodilla y tuve que comprarme unas medicinas, son medicinas costosas y salí a trabajar por necesidad desde pequeña.

En esta joven recae la responsabilidad de asumir compromisos como adulto, aunque la valoración del trabajo de igual forma es positiva; el impacto en este informante se asocia a cómo distribuir su tiempo para poder rendir en sus estudios y poder trabajar.

Por tanto, las representaciones del trabajo están mediadas por el contexto social, cultural y laboral que rodea a estos jóvenes, además de la incidencia que tienen sus propias experiencias, su itinerario o recorrido por el mundo del trabajo; como se ha venido diciendo, inclusive la historia laboral de sus padres incide en el fortalecimiento de ciertos valores laborales, sobre todo la responsabilidad, el compromiso con que deben asumir el trabajo que realizan.

En cuanto a la impronta de la historia laboral familiar, emergió del discurso de los jóvenes la necesidad de seguir estudiando y la posibilidad de mejorar sus condiciones laborales, mejorar su calidad de vida. Esto pondría de manifiesto la complementariedad que debe existir entre la educación y trabajo. En el imaginario juvenil la trayectoria laboral de los padres influye decididamente en la construcción de sentidos que hacen ellos del trabajo, valorándose mayormente el trabajo de forma positiva.

Este acercamiento nos permite entender el trabajo como un hecho que emerge de la cotidianidad humana, como un proceso eminentemente social, cuyas aristas hacen del trabajo una acepción compleja e interesante que surca la vida del hombre y de la sociedad, y que puede ser emprendida desde distintos espacios: desde lo social, lo económico, lo cultural, lo ideológico, lo político, lo psicológico, entre otros.

El análisis aquí desplegado se hace desde la base interpretativa del autor, la cual pretende comprender cómo desde el inicio de la trayectoria ocupacional, los jóvenes universitarios crean sus propios sentidos sobre el trabajo como hecho social y cotidiano.

El hecho de trabajar abre la posibilidad de superar sus necesidades y ciertos gastos, lo cual está por encima del contenido del trabajo en sí mismo. La remuneración que obtienen a partir de su trabajo constituye un componente significativo por el cual valoran el trabajo. El itinerario que describen por el mundo del trabajo cobra significado para ellos en términos del conocimiento que adquieren, del contenido del trabajo, las redes sociales que tejen a partir del trabajo.

VII. Tiempo de las aproximaciones necesarias

Este tiempo ha servido de espacio para la reflexión y para ir cerrando tiempos; de alguna forma sintetiza lo encontrado en relación con las representaciones sociales del trabajo en los jóvenes universitarios con trayectoria ocupacional. Develándose la arquitectura del lenguaje cotidiano desde el cual los jóvenes han dado vida y significado al trabajo. Dicha construcción está demarcada por complejos e intersubjetivos mundos de vida a los cuales pertenecen. Desde allí, se asoman y se reconstruyen sus representaciones, las cuales se transforman a partir de sus prácticas de vida cotidiana.

Efectivamente, las representaciones surgen desde el sentido común, dando vida a lo simbólico, a lo figurativo, a desdoblar la realidad socio laboral construida, la que se edifica internamente en nuestras mentes y la que se refleja ante nuestros ojos que está fuera de nosotros.

Uno de los aspectos más sugerentes y significativos en las representaciones encontradas fue la valoración positiva que tienen los jóvenes del trabajo, siendo que para muchos de ellos es plausible “hacer lo que a uno le gusta”, “me gusta trabajar”, exaltando el trabajo como deber y derecho social; estamos obligados a trabajar, pero podemos hacer lo que nos gusta, de allí el principio ético-económico de la libertad. Cada quien elige lo que quiere ser en la vida.

Esa asunción del trabajo, como manifestación de amor por lo que uno hace y correspondiendo a una función natural del hombre a partir del hecho trabajo, hace que éste sea entendido como hecho social y cotidiano.

Sujetando los propósitos de la investigación con el discurso de los jóvenes

La valoración lograda del fenómeno trabajo desde lo socio simbólico construido por los jóvenes universitarios con trayectoria ocupacional nos permitió concretar el propósito a nivel macro: reconstruir teóricamente la representación social del trabajo de jóvenes universitarios con trayectoria ocupacional, a fin de interpretar a través de la hermenéutica la construcción simbólica cimentada sobre el trabajo.

Para ello se cumplieron los propósitos a nivel micro:

  • 1) Rastrear los aspectos que se incorporan en la construcción de la representación social del trabajo en los jóvenes universitarios con trayectoria ocupacional. Este propósito permitió establecer las siguientes conjeturas:

  • a) La representación del trabajo está construida desde los espacios de cotidianidad de los actores/as sociales, desde sus mundos de vida.

  • b) El trabajo representa un valor central, importante en la vida de estos jóvenes y esta situación se configura en función de ciertas variables ya sugeridas en páginas anteriores, tales como: el origen familiar, su situación socioeconómica, la edad, el sexo, el nivel de formación y capacitación formal, el estado civil, la trayectoria ocupacional, los grupos de referencia a los que pertenecen (compañeros de estudio y de trabajo, gremios, vecinos, grupos religiosos, ideológicos, políticos).

  • c) Las representaciones del trabajo encontradas están incididas por una serie de informaciones que reciben e intercambian los jóvenes, a lo largo de sus vidas, mediante los procesos de interrelación, interacción y comunicación social.

  • d) Las representaciones sociales son una manera de hacer hermeneusis o tener comprensión de la realidad que se observa y que se vive, de los acontecimientos que nos suceden en la cotidianidad. Por ejemplo, cuando se les pregunta: ¿De dónde han aprendido lo que es trabajo? Las respuestas indican que el núcleo familiar es el primer determinante en esa construcción de lo socio simbólico; con el ejemplo de los padres, ellos edifican su percepción del trabajo.

  • 2) Captar la vinculación existente entre las mediaciones que vinculan la construcción de la representación social del trabajo y las trayectorias ocupacionales en los jóvenes universitarios. En relación con este propósito, se puede precisar lo siguiente:

  • a) La construcción de significados sobre el trabajo que poseen estos jóvenes viene dada fundamentalmente por su condición socioeconómica y por sus autobiografías laborales, trayectorias ocupacionales. Como se ha tratado de revelar acá, las simbologías construidas sobre el trabajo devienen de la práctica social que desarrollan estos jóvenes universitarios a partir de sus trayectorias ocupacionales y de sus relaciones socio laborales; demarcadas histórica y culturalmente por la influencia de sus padres.

  • b) Si bien es cierto que los jóvenes en su mayoría aprecian positivamente al trabajo como un valor importante en sus vidas, establecen como prioridad los estudios y la familia, e inclusive la omnipresencia de Dios está muy marcada en ellos; específicamente en los grupos de discusión focalizados pudimos observar esas respuestas. Por ejemplo, hallamos expresiones como éstas: “El trabajo va de la mano de los estudios” (Fabiana, 24 años); “yo ubicaría a Dios por sobre todas las cosas, luego a mi familia, después los estudios y, por último, el trabajo” (César, 18 años); “ahorita, como soy estudiante, pongo primero mis estudios y después pondría el trabajo” (Gustavo, 19 años); “primero está la familia, después están los estudios, porque si no estudiamos no somos nada, y por último el trabajo” (Helmer, 21 años).

  • c) Los sentidos dados al trabajo por estos jóvenes son producto de la representación entendida como mediación, donde se ejemplifica el trabajo como una necesaria forma de vida, que es asumida como una rutina que se repite día a día para poder satisfacer nuestras necesidades fundamentales.

  • 3) Indagar sobre las dimensiones y relaciones existentes entre la representación del trabajo de los jóvenes universitarios con trayectorias ocupacionales y los otros factores que configuran su cotidianidad. En relación con este propósito, se pudo revelar lo siguiente:

  • a) La vida cotidiana de estos jóvenes universitarios de estrato socioeconómico medio bajo se nos presenta marcada por la necesidad económica, determinada, primordialmente, por las necesidades de su grupo familiar y luego por sus propias necesidades de consumo individual. Sin embargo, estos jóvenes han logrado insertarse en el mundo de trabajo utilizando como principal mecanismo sus referencias de relaciones: amigos y familiares, de manera de ir conformando y cimentando su itinerario laboral, lo cual ha contribuido en forjar una reconstrucción y valoración positiva del trabajo a pesar del esfuerzo que implica el tener que estudiar y trabajar. Allí precisamente reside su mayor impacto; de igual forma, la asunción de responsabilidades de adulto los ha ayudado a madurar y asumir valores como la responsabilidad muy marcada en los jóvenes entrevistados y puesto en evidencia a través de los discursos.

  • b) El trabajo es parte de la vida y así se percibe en estos jóvenes, que lo ven como parte de la cotidianidad, del día a día, “es una forma de vida”, como expresan ellos. Por tanto, el trabajo es un hecho de la cotidianidad que repercute en la vida de los seres humanos; así como es común bañarse, dormir, hay que trabajar para obtener lo que uno quiere y necesita.

  • 4) Interpretar desde lo simbólico construido por los jóvenes universitarios con trayectorias ocupacionales, el trabajo como hecho social. Es necesario iniciar este apartado haciendo algunas consideraciones previas que partieron por entender que el trabajo en su acepción más remota, y basado este supuesto en los postulados de los teóricos clásicos: el trabajo se percibe como hecho social. En este caso, los jóvenes edifican su construcción desde lo socio estructural, justamente su evolución en el devenir histórico lo demuestra: el trabajo es un hecho social, la especialización del trabajo aludida por Smith (1776), la división sexual del trabajo, la forma de organización social en los espacios socio productivos, el hecho social material de Durkheim dejan una impronta que se cimienta en su dimensión social.

En el hombre existe una predisposición hacia el quehacer social. El artificio humano desarrollado a través del trabajo lo ha conducido a crear una variedad de cosas, y ese proceso no se hizo desde la individualidad del sujeto sino del trabajo como tarea de todos. Existe, por tanto, una contribución social, sistémica, concatenada y desarrollada por grupos sociales, por sectores económicos, por comunidades de prácticas.

En este sentido, los jóvenes universitarios entienden el trabajo como un deber social, como una actividad subordinada, donde el entorno social media sus representaciones.

Otros aspectos importantes encontrados se pueden resumir en lo siguiente:

  1. El modelo capitalista en el mundo emerge como categoría central, demarcando la representación que se tiene del trabajo como valor instrumental y como medio desde una perspectiva economicista, el dogma de lo económico prevalece sobre el sentido de lo humano, el trabajo se reduce y no es más que un factor productivo y contributivo al progreso técnico económico, que hoy está en crisis por toda esa transformación que experimenta el mundo del trabajo y esa visión paradigmática sobre el trabajo convulsiona.

  2. La educación, la capacitación y el trabajo destacan el papel que cumple la racionalidad economicista, instrumental y utilitaria; siendo dicotómico este modelo se desdobla y problematiza la realidad del mundo del trabajo, de cara a todas las transformaciones que ha experimentado el mundo laboral, gracias a ciertos fenómenos, tal es el caso de la flexibilización. Una cosa es la educación y la formación que reciben nuestros jóvenes y otra muy distinta es el perfil que se logra del egresado como producto que difiere de lo que el mercado de trabajo requiere de ellos; allí hay profundas incongruencias.

  3. La representación del trabajo está descontextualizada y fragmentada de la realidad que rodea al mundo del trabajo. La representación del trabajo en los jóvenes sigue marcada por la centralidad relativa del trabajo.

  4. La representación del trabajo más característica ha sido como valor instrumental, el trabajo sigue viéndose como un medio importante para el logro de múltiples fines, alcanzar ingresos, satisfacer necesidades, entre otras cosas. Sin embargo, en algunos casos se hace presente su valor expresivo (la necesidad de ser independiente, de ser autónomo, de ser autosuficiente y de asumir sus propias responsabilidades). Asumiendo, además, responsabilidades de adultos; pero la situación de pobreza relativa que enfrentan, aunada a otras circunstancias personales, los obliga a tener que estudiar y trabajar.

  5. Sobre la base de lo expuesto hasta ahora, entendiendo que el grupo etario de los jóvenes describen una condición de vulnerabilidad, lo cual explica la discriminación a la que aluden, que no todos ellos tienen las mismas oportunidades y posibilidades de incursionar al mercado de trabajo en trabajos productivos y con posibilidades de ascenso y movilidad social.

  6. No hay una claridad en los jóvenes respecto al concepto de trabajo productivo decente, sólo muestran que para ellos el trabajo posee un valor expresivo que concuerda con la materialidad de sus aspiraciones, expectativas, de mejorar sus vidas una vez graduados, gracias a lo que han aprendido y desarrollado en sus trayectorias ocupacionales; pero sin tener plena conciencia de aspectos que tienen que ver con los derechos laborales fundamentales, el concepto de trabajo decente, la seguridad social y otros elementos inherentes al ámbito legal del derecho del trabajo.

  7. De esta manera, los significados dados al trabajo se desprenden de la selección de informaciones que los jóvenes hacen desde su propia conciencia, desde el interior hacia lo que ellos comparten, desde el sentido común con otros.

  8. Perciben procesos de exclusión y discriminación hacia los jóvenes en general; refieren que el mercado de trabajo valora considerablemente la experiencia laboral y eso, según lo que describen, es incongruente con su edad, por tanto se convierte en una desventaja frente a los adultos. “Los adultos denigran a los jóvenes por ser jóvenes, suponen que no somos responsables” (Juan Carlos, 20 años).

  9. Se advierte la existencia de una relación desligada entre el nivel académico que poseen y el trabajo que desempeñan; no todos se desenvuelven en áreas pertinentes a su formación, lo cual no necesariamente implica una correlación positiva entre las credenciales que ellos tienen y la ocupación que ellos muestran.

  10. Se presume que el trabajo que rodea a estos jóvenes permanece sujeto a situaciones de precarización relativa, desempeñándose en funciones con un nivel inferior al de sus competencias y destrezas, lo que podría revelar situaciones de sub-ocupación en los jóvenes.

  11. El aporte de esta investigación reside en que nos ha permitido un acercamiento a las representaciones sociales del trabajo que muestran estos jóvenes, haciéndose una interpretación de la realidad del trabajo desde la cotidianidad y del sentido común, que pareciera mantener una valoración positiva del trabajo como hecho social, cuya noción simboliza una categoría clave en las significaciones dadas por estos jóvenes para explicar el sentido del trabajo y la centralidad del trabajo a partir de la importancia que para ellos posee el trabajo en sus vidas, por lo que persiste en verse como un medio para el logro de otros fines, entre ellos la satisfacción de necesidades múltiples que son particularizadas pero incididas por su situación económica y familiar.

  12. La fase interpretativa axiológica aquí asumida como la comprensión de aquellos sentidos dados al trabajo a partir de indagar su significado, pudiéndose determinar una serie de simbolismos que valoran el trabajo como un hecho social que puede ser estudiado como categoría histórica, antropológica, cultural, económica y, desde esa perspectiva, se entiende al trabajo como algo específicamente humano, lo importante es estudiar el fenómeno de las representaciones sociales del trabajo, comprenderlo, contrastarlo con otros referentes teóricos y dejar el espacio abierto a otras disertaciones

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1 El proceso de interconexión financiera, comercial, económica, etcétera, que se orienta a la transnacionalización del capital y a una mayor competitividad e interdependencia mundial (Rodner, 2001).

2La flexibilidad puede ser entendida como un concepto polisémico que encierra distintas miradas; puede ser vista como un proceso o estrategia empresarial para ajustarse a los cambios del entorno socioeconómico.

3Véase Florián (2002: 179). Es un factor básico en el proceso de conocimiento sensible. Alude a la aprehensión que nos ofrecen los sentidos; según afirma Locke, es el primer paso hacia el conocimiento, la primera operación de todas nuestras facultades intelectuales. Para Kant es la conciencia acompañada de sensación.

IX. Anexo. Guión de entrevista en profundidad

  1. Hablemos sobre el trabajo de tus padres.

  2. Dime, ¿por qué decides buscar trabajo?

  3. Cuéntame ¿cómo lograste el ingreso al trabajo que ocupas?

  4. Hablemos de ¿cómo ha impactado el trabajo en tu vida?

  5. Cuéntame ¿qué te gusta del trabajo que haces?

  6. Dime ¿qué tareas o funciones cumples en tu trabajo?

  7. Hablemos de ¿en qué condiciones trabajas tú?

  8. Cuéntame sobre tu jornada laboral y de la forma de contratación.

  9. Hablemos sobre ¿cuál de tus habilidades y destrezas pones en práctica en tu trabajo?

  10. Háblame de lo que has aprendido en tu trabajo.

  11. Cuéntame de tu trayectoria ocupacional.

  12. Dime ¿cuán importante es el trabajo en tu vida?

  13. Si tuvieras que definir el trabajo, ¿cómo lo definirías?

  14. Cuéntame ¿cómo defines lo que es un buen trabajo para ti?

Recibido: 12 de Octubre de 2012; Aprobado: 28 de Noviembre de 2012

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