SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.14Chiapas en su definición mexicana a través de dos obras índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista pueblos y fronteras digital

versión On-line ISSN 1870-4115

Rev. pueblos front. digit. vol.14  San Cristóbal de Las Casas  2019  Epub 07-Ago-2020

https://doi.org/10.22201/cimsur.18704115e.2019.v14.459 

Reseñas y notas de investigación

Una mirada desde la historia centroamericana

A look from Central American history

Luis Gerardo Monterrosa Cubías1 
http://orcid.org/0000-0002-5846-7418

1Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur, Becario del Programa de Becas Posdoctorales de la UNAM, gerardomonterrosa20@gmail.com

Berth, Christiane. 2018. Biografías y redes en el comercio del café entre Alemania y América Central 1920-1959. México: CIMSUR-UNAM, 555p. ISBN: 967-607-30-0442-8.


Resumen:

En la presente reseña abordo el libro de Christiane Berth desde cuatro aspectos: su andamiaje teórico-metodológico, una crítica a la visión teleológica de la producción cafetalera, el apoyo de los finqueros alemanes al gobierno de Jorge Ubico (1931-1944) y las vicisitudes que la colonia alemana enfrentó en Guatemala después del estallido de la segunda guerra mundial. La obra comentada enriquece la historiografía sobre la región centroamericana y abre brechas para seguir estudiándola. El objetivo de esta reseña ha sido, precisamente, mostrarlas.

Palabras clave: historiografía centroamericana; producción cafetalera; autoritarismo; ideología democrática; continuismo

Abstract:

In this review I check Christiane Berth’s book from four aspects: its theoretical- methodological scaffolding, a critique of the teleological vision of coffee production, the support of German farmers to the government of Jorge Ubico (1931-1944) and the vicissitudes that the German colony faced in Guatemala after the outbreak of the Second World War. The commented work enriches the historiography about Central American region and opens gaps to continue studying it. The purpose of this review has been precisely to show them.

Keywords: Central American historiography; coffee production; authoritarianism; democratic ideology; continuism

Introducción

La reseña de una obra historiográfica es siempre subjetiva. Responde a la formación, los intereses y las preguntas del lector. En las páginas que siguen asumo plena y conscientemente esta premisa. No pretendo resumir el libro de Berth, sino explicar los aspectos teóricos y metodológicos que lo sostienen. Además, abordaré tres temas que, desarrollados en sus capítulos, abonan al debate de la historia centroamericana del siglo XX. Me refiero a las repercusiones sociales de la producción cafetalera, la relación de los colonos alemanes con los gobiernos autoritarios de los años treinta y las vicisitudes que los europeos afrontaron durante la segunda guerra mundial.

Ciertamente, el tema del café ha sido desarrollado en la historiografía centroamericana. Su adopción como el producto de exportación por excelencia cambió la dinámica social y económica de Costa Rica, El Salvador y Guatemala. Los estudiosos han examinado la tenencia de la tierra, la infraestructura edificada, su impacto en la vida de la población y el papel político de la oligarquía agroexportadora (Samper, 1993). Asimismo, han analizado el protagonismo de los alemanes que se dedicaron a este rubro en la región (Wagner, 1996). Esta producción suscita una pregunta: ¿qué hay de novedoso en la obra de Berth? La respuesta radica en una historia individual del comercio del café desde los procesos globales. Un estudio de su producción y exportación en Guatemala, Costa Rica y México considerando su punto de llegada: el puerto de Hamburgo, los intereses de los compradores y los desafíos de los colonos alemanes en dicha empresa.

Como pocos trabajos, la autora exhibe un cuadro abigarrado y extenso sobre el comercio del café. Abigarrado por los intereses que examina en cada coyuntura: desde los oficiales hasta los individuales. Extenso porque atiende toda la ruta del café. Cada saco producido tuvo un recorrido, un puerto de llegada que influyó en las decisiones tomadas en Centroamérica. Esta interconexión, es preciso indicarlo, descansa en un trabajo de archivo abundante y exhaustivo. La consulta de los acervos en Costa Rica, Guatemala, México, Alemania y los Estados Unidos es aprovechada para profundizar en el estudio y entablar comparaciones. Un verdadero lujo cuando se dispone de recursos económicos, pero también una oportunidad grandiosa para realizar aportes historiográficos si se aplica la teoría y los métodos adecuados para interpretar los hallazgos. Pues bien, la puerta está abierta para abordar el primer punto de esta reseña.

El andamiaje teórico-metodológico

Christiane Berth asume una premisa que orienta su marco teórico: la investigación enfocada en un país es inapropiada para un producto global como el café. Por esta razón, retoma la historia global como telón de fondo y la historia trasnacional como herramienta de trabajo. Esta tuvo su auge en los años noventa y se usó para estudiar la migración y los movimientos internacionales de capital. A nuestra autora le resulta adecuada para analizar las redes transfronterizas de los cafetaleros. Un entramado que le permite explicar la continuidad de los colonos alemanes en el sector, pese a los vaivenes políticos y económicos de la centuria pasada. En su abordaje se desmarca de las teorías neoclásicas para estudiar el funcionamiento de los mercados y retoma las pautas analíticas de la nueva historia económica, donde «las instituciones justifican las reglas del juego de una sociedad y representan las condiciones marco para todos los procesos económicos» (Berth, 2018:32). Bajo este influjo revisa las emociones, los factores subjetivos y el trasfondo cultural de los actores. Un trabajo que es factible por la metodología adoptada.

«En las salas de los archivos, los susurros rizan la superficie del silencio, los ojos se pierden y la historia se define. El conocimiento y la incertidumbre mezclados se ordenan en una ritualización exigente» (Farge, 1991:44). El archivo deslumbra al historiador, que en sus legajos encuentra los vestigios del pasado que luego citará con cierto orgullo. La obra de Berth participa de esta pasión, mostrando que las fuentes pueden diversificarse para fortalecer la investigación. Entrevistas, relatos novelados de los protagonistas, correspondencia personal, entre otras piezas, conforman el arsenal que le da sustento. El aparato crítico que diferencia al historiador del literato en su intento por urdir historias verdaderas. Este repertorio es aprovechado por un aspecto que a menudo se pasa por alto: las preguntas de investigación. Estas son los vectores de la investigación y Berth, de manera apropiada, las formuló en la introducción. Luego de un relato en el que vinculó la sede de la Asociación Alemana del Café, en Hamburgo, con las fincas de café del Soconusco, se preguntó acerca de la historia de esa relación. Así, el célebre puerto alemán y las regiones de ultramar fueron puestas en el tapete, originando un cruce de información esclarecedor.

En efecto, el trabajo que reseño aborda su objeto de estudio desde múltiples perspectivas. El comercio del café es analizado desde Alemania, Estados Unidos, Guatemala, México y Costa Rica. Esto con respecto a la geografía, pero debe agregarse otro nivel: el de los agentes económicos y los actores políticos en cada una de estas naciones. Sus vínculos y reacciones ante sucesos que marcaron el devenir histórico del siglo pasado. Lo interesante de la obra, y la enseñanza que deja para indagaciones posteriores, es que un fenómeno global -como la crisis económica de 1929 o la segunda guerra mundial- requiere una mirada abarcadora. Su metodología demuestra, por lo tanto, que puede evitarse el provincialismo que priva en muchos trabajos del siglo XX centroamericano. Ahí se alude al contexto político, económico y social de Nicaragua, Honduras y El Salvador, pero sin reparar en lo que sucede al otro lado de sus fronteras.

Aquí revisten importancia los acervos documentales consultados y los recursos disponibles para la empresa. Pero también, y aprovecho para citar el último aspecto de esta sección, la osadía del investigador. Desde mi perspectiva, uno de los puntos encomiables de la obra -que refresca su lectura- es la inclusión de historias de vida. En cada capítulo, después de desarrollar la problemática, se incluye una breve biografía de los alemanes que arribaron al continente americano con una carta de recomendación o a probar suerte. Esto encarna la historia y no es poca cosa. El estudioso del pasado sabe que son invaluables los apuntes biográficos de sus protagonistas, pues brindan una perspectiva más humana del relato. En el caso de los alemanes, más allá de la condena por integrar una elite explotadora, muestra sus desafíos y fracasos, la extrañeza que les causó esta tierra, los sobornos que pagaron a las autoridades y el éxito fraguado a pesar de la crisis económica y la inestabilidad política centroamericana.

En síntesis, puedo afirmar que la metodología arroja sus réditos. Aunque, para ser sincero, en materia analítica Berth nos queda debiendo. Si bien menciona en la introducción las teorías que utilizará -como la nueva historia económica o el análisis de Douglas North-, su referencia en los capítulos restantes se vuelve intermitente y desaparece. La citación de las fuentes figura sin una interpretación teórica. Al respecto, percibo que a la autora le ganó el entusiasmo de los hallazgos documentales, y por ello en muchos fragmentos se le extravió el horizonte hermenéutico. Aun así, su indagación constituye una plataforma idónea para esbozar preguntas y entrever investigaciones futuras. De hecho, asumo esta premisa para discutir algunos temas que aportan al debate historiográfico sobre Centroamérica. El primero concierne a la visión teleológica del cultivo del café. Un aspecto que el trabajo de Berth permite discutir y criticar.

La visión teleológica de la producción cafetalera

El título puede parecer extremo, pero refleja desde mi perspectiva la explicación que algunos académicos centroamericanos forjaron durante los años ochenta (Menjívar, 1980; Flores, 1983). En esa narrativa las reformas liberales del último cuarto del siglo XIX propiciaron la concentración de la tierra y la acumulación originaria de capital. Las catorce familias -tomando la expresión de Roque Dalton- despojaron a los campesinos e indígenas de sus tierras, obligándolos a vender su fuerza de trabajo en las fincas cafetaleras. Mal remunerados, en condiciones de vida precarias y estafados en las tiendas de raya, se convirtieron en sujetos explotados que, luego de soportar todo tipo de ignominias, tomaron conciencia para luchar por sus derechos en los años setenta. La narrativa posee amarres, pero contiene una explicación excesivamente simple.

Hace algún tiempo Mario Samper (1994) cuestionó esta visión teleológica. En su artículo comparó el significado social de la cafeticultura en El Salvador y Costa Rica, notando que el proceso de privatización de la tierra fue prolongado y complejo en la primera nación. Si bien afectó la base material de la estructura comunitaria, no eliminó sus relaciones de poder y liderazgos tradicionales. «En El Salvador, la privatización de las tierras de comunidades no significó una transferencia inmediata ni completa de las mismas a manos de los principales terratenientes, aunque sí facilitó y aceleró un proceso de concentración de la propiedad fundiaria, cuyos orígenes son muy anteriores» (Samper, 1994:129). Aldo Lauria-Santiago confirmó lo anterior años más tarde e indicó en su libro, Una república agraria. Los campesinos en la economía y la política de El Salvador en el siglo XIX (2003), que algunos campesinos sacaron provecho de las reformas para convertirse en pequeños propietarios y productores de café. Estos, como afirmó Antonio Acosta (2014) , tuvieron también un papel destacado en el mercado.

El hallazgo de los historiadores desvirtúa esa rápida pauperización del campesinado de la narrativa aludida. La súbita conversión del que labraba la tierra de la comunidad en el errante que procura trabajo en los latifundios. Sencillamente, «el crecimiento del cultivo del café durante el siglo XIX no estuvo acompañado de un desposeimiento generalizado de los campesinos ni tampoco la fuerza de trabajo para el café fue asegurada por medio de mecanismos coercitivos» (Binford, 2001:233-236 ). Es necesario aclarar que estos trabajos no pintan un último cuarto del siglo XIX idílico, como puede suponerse. Al contrario, muestran que las decisiones adoptadas por la elite agroexportadora y la orientación que le imprimieron al Estado definieron los contrastes de Guatemala y El Salvador con respecto a Costa Rica. Los primeros tomaron connotaciones elitistas, asociadas con la concentración de la riqueza y el poder (González, 2014; McCreery, 2001); mientras en el segundo se realizó una exitosa especialización mercantil campesina y una dinámica política más participativa (Molina y Lehoucq, 1999).1

En este sentido, «el impacto negativo de la privatización se dejó sentir solo en el siglo XX en el contexto de un rápido incremento en la agricultura de exportación y la creación de un Estado centralizado y un aparato capaz de contener las protestas locales» (Binford, 2001:234). De hecho, fue a finales de los años veinte cuando las tensiones aumentaron como producto de la crisis económica y el choque entre un campesinado beligerante y una elite agroexportadora dispuesta a fulminar las protestas (Taracena, 1989; Gould y Lauria, 2014). El esbozo de un proceso, de una dinámica que tardó años en consolidarse se refleja en el trabajo de Berth. En sus páginas encontramos una elite agroexportadora en formación que aceptó, incluso, el ingreso de alemanes al sector cafetalero. Esto desdibuja otro supuesto de la visión teleológica: la irrupción de una elite cerrada y avasallante desde el principio. Al respecto, es imposible negar su éxito y fortaleza, pero se debe precisar que los forjaron en el camino. Precisando, como se muestra en el libro reseñado, de los contactos y el capital extranjero.

Ahora bien, la crítica de la visión teleológica del café no significa que se ignoren los problemas y las injusticias que la producción cafetalera acarreó a la sociedad centroamericana. Aquí debemos considerar las consecuencias del monocultivo, y cómo las abordó Berth en su libro. En Guatemala, por ejemplo, los gobiernos se volcaron al cultivo y la exportación de café recurriendo a medidas coercitivas como la ley contra la vagancia de 1934 para garantizar la mano de obra en las fincas. En México, mientras tanto, la extensión de su territorio y la diversificación de su producción impidieron esta situación, aunque se implantaron también prácticas coercitivas en las zonas cafetaleras como la «habilitación» o «capacitación», que no eran más que adelantos de sueldos miserables para retener a los trabajadores (Rus, 2005). Al respecto, la visión teleológica es criticable por su determinismo y simpleza. Atribuye a las reformas liberales todas las causas de un proceso ulterior, cual semilla que solo necesitaba tiempo y abono para germinar en frutos de explotación. Asimismo, borra cualquier atisbo de problematización al asumir que el camino estaba definido desde el origen.

Sin embargo, cuando se abandona esta concepción y nos remontamos a la segunda década del siglo XX con una mirada crítica, aparecen muchas aristas. Entre ellas, las que moldearon a los regímenes autoritarios de los años treinta, que surgieron, según Edelberto Torres Rivas (2014), como una respuesta a la crisis económica. De hecho, tuvieron el apoyo de muchos sectores de la población y de los finqueros alemanes, que los vieron como aliados.

La apertura política como amenaza

Abro el telón del segundo tema. Como indiqué anteriormente, considero que uno de los aportes de la obra es la cantidad de perspectivas que muestra sobre el comercio del café en Centroamérica. En un relato coherente que surge de las fuentes, Berth presenta la visión que tuvieron de esta región los alemanes que cruzaron el Atlántico, el ambiente político que encontraron, sus vicisitudes y las alianzas que forjaron. Sobre todo, con los funcionarios públicos y las familias acomodadas. Entre el asombro por la belleza de sus parajes y los consejos a sus connacionales que deseaban emularlos, los alemanes se insertaron en una sociedad racista, empobrecida y desigual. Lo indicaron en su correspondencia al escribir: «Estamos de acuerdo en que la situación económica y política interior de Guatemala en este momento tiende a perder el equilibrio […] Debido a la mala administración de la justicia y la producción dependiente del monocultivo» (Berth, 2018:158). Sin embargo, eligieron esta nación como lugar de sus negocios y buscaron que los vaivenes políticos no les afectaran.

Berth expone dos historias centroamericanas: la de Costa Rica y la de Guatemala. Desarrolla con buen tino sus puntos comunes y las diferencias que a los académicos costarricenses tanto les gusta resaltar. Empero, considero que en su reconstrucción lucen ausentes investigaciones de historia política imprescindibles. Sobre todo, las elaboradas en la academia centroamericana.2 Si bien su acercamiento a la historiografía del istmo es encomiable siguen predominando las obras escritas en inglés y publicadas en el extranjero. Lo reprochable no es su inclusión, que demuestra un estado de la cuestión exhaustivo, sino el ocultamiento de las publicaciones centroamericanas. ¿Comodidad, conveniencia o ignorancia? Difícil saberlo, pero la verdad es que los investigadores foráneos continúan citándose únicamente entre sí. Ahora bien, ¿responde esta actitud a la falta de calidad de estos trabajos? La respuesta es negativa, pues basta revisar las obras citadas en el pie de página anterior para corroborar la profesionalización de los historiadores de la región: sus preguntas y objetivos de investigación, el tratamiento riguroso de las fuentes y el diálogo entablado con las ciencias sociales para interpretar su objeto de estudio.

Uno de estos temas, para retomar el hilo de este apartado, concierne a los gobiernos autoritarios de los años treinta. Aquí el libro de Berth muestra un aspecto decisivo para entender su dinámica: el apoyo que les dieron los finqueros alemanes. Al respecto, el ascenso de los hombres fuertes fue providencial para los sectores que temieron la agudización de la crisis económica y las protestas sociales. En el caso guatemalteco, abordado por la autora, Jorge Ubico arribó al palacio nacional con buenas credenciales. Había mostrado su mano de hierro en su paso por la jefatura política del departamento de Retalhuleu y Alta Verapaz. Además, promovía la inversión extranjera y aborrecía el comunismo. Por estos motivos, su llegada fue esperada y celebrada. Sencillamente fue el gobernante que concretó las exigencias que un finquero alemán, Wilhelm Lottman, formuló en su correspondencia personal a finales de los años veinte: «El mundo de los negocios está contento con estas medidas, porque aquí vivimos más tranquilos sin la libertad de prensa que con ella. Y los diputados así se reúnen en la nueva asamblea menos instigados. De cualquier manera, esta medida es señal de que se despierta la energía que buena falta nos hace» (Lottman en Berth, 2018:196).

Las fuentes citadas por Berth, con las que explicó cómo los alemanes trataron la crisis económica, brinda elementos de juicio para pensar una investigación: la de las alianzas de los actores políticos con los dueños del capital. Una que aborde las componendas que dinamizaron la red clientelar de esos años. En este punto lo sucedido en Guatemala en 1935 constituye un buen ejemplo. En ese año la maquinaria del ubiquismo se echó a andar para lograr la reelección presidencial. Ante las voces que criticaron la imposición, se convocó a un plebiscito y se sorprendió a propios y a extraños al invitar a los extranjeros residentes en el país a participar. Una de las colonias más entusiastas fue la alemana. Así lo expresó el embajador mexicano, Fernando González Roa, en un informe dirigido al secretario de Relaciones Exteriores, Emilio Portes Gil:

Las colonias extranjeras están dando cada vez más la impresión de que están decididas a intervenir en el plebiscito, ejercitando la prerrogativa de opinar sobre el particular. Hace dos días la colonia alemana resolvió instalar una mesa en el Club Alemán de Guatemala, con el propósito de recoger la votación de todos sus socios, entendiéndose que es la opinión de la colonia completamente favorable al gobierno. Sin duda sabe usted que la colonia alemana es de las más ricas, influyentes y poderosas de aquí.3

La colaboración era recíproca, no debe olvidarse. Los extranjeros otorgaban dinero a los políticos y estos devolvían el favor con disposiciones que afianzaban y promovían sus intereses económicos. La colonia alemana temió en los años treinta el estallido de rebeliones y la infiltración comunista, como Berth apuntó en su libro. Por esta razón, las buenas relaciones con el gobierno de Ubico en momentos delicados, tanto en Guatemala como en Alemania, por los cambios que generó el ascenso del nacionalsocialismo, fueron prioritarias. En este punto considero importante aclarar un aspecto que resulta ambiguo en la obra y que puede dar pie a lecturas equivocadas de la historia política centroamericana. En efecto, la autora colocó en un mismo renglón a tres presidentes de los años treinta, en cuanto a su forma autoritaria de ejercer el poder: Jorge Ubico, Hernández Martínez y León Cortés. Sin embargo, existen niveles y el último, que gobernó Costa Rica desde 1936 hasta 1940, no puede equipararse fácilmente con los primeros. La crítica puede sustentarse en el trabajo de Iván Molina y Fabrice Lehoucq, quienes establecieron una premisa que explica la diferencia citada: «La ideología de la democracia costarricense se consolidó antes que la democracia misma» (Molina y Lehoucq, 1999:9).

Sí, existieron arbitrariedades y hasta fraudes electorales en Costa Rica, pero no un ambiente draconiano como el que imperó en Guatemala desde 1931. Aquí debe considerarse un aspecto que caracterizó a la primera nación: la conversión de las instituciones republicanas decimonónicas en los regímenes democráticos del siglo XX. Con sus bemoles, por supuesto, y sin idealizarla, pero acompañada de reformas económicas, políticas y sociales que fueron sus medios de legitimación.4 Distinta fue la situación en el triángulo norte de la región. Allí, la coacción y la persecución de los opositores definieron el panorama. Los gobiernos velaron por el buen funcionamiento del sistema agroexportador, se hicieron dependientes del mercado internacional y se arrojaron a sus altibajos. Según David McCreery (2001) , esta dominación de la economía local por un capitalismo externo fortaleció las relaciones laborales precapitalistas en el campo. Sus dos puntas de lanza fueron el reclutamiento coercitivo y el peonaje por deudas. Así, «en el contexto de la Guatemala de los años veinte, el tan discutido trabajo libre significaba que el trabajo podría ser libre de elección, pero sería obligatorio. El mozo puede escoger entre el trabajo obligatorio en obras públicas, el servicio militar, o el trabajo libre, que para un indígena no sería otra cosa que el trabajo en las fincas» (McCreery, 2001:363).

En síntesis, el libro de Berth muestra los triunfos y fracasos de los colonos alemanes, las redes que construyeron con las tierras de ultramar, los efectos de la política alemana en su negocio y, por supuesto, su relación con los gobiernos centroamericanos. Esto último permite reflexionar acerca del papel político que jugaron en los años treinta. Su anticomunismo y sus vínculos con los hombres fuertes, como fue el caso de Ubico, justo cuando el fascismo estaba en ascenso. Por otra parte, la obra permite comparar el escenario guatemalteco con el mexicano, para ser preciso con la región del Soconusco. En ambos lados de la frontera florecieron las fincas de café, se requirió mano de obra y se asentaron colonos alemanes. No obstante, a partir de los años treinta las reformas laborales promulgadas en la capital mexicana y adoptadas con tropiezos en Chiapas (Lewis, 2015) volvieron atractivo el sureste de la nación para los guatemaltecos. Muchos escaparon del trabajo forzado y el control oficial. Los colonos alemanes, ante la escasez de mano de obra proveniente de los Altos de Chiapas, los recibieron con los brazos abiertos.

Esta ola migratoria aún no se ha estudiado a profundidad, aunque se han dado los primeros pasos (Martínez, 1994; Nolan-Ferrell, 2018). Ahora es necesario dilucidar la influencia que tuvo la ley contra la vagancia de 1934 en la migración guatemalteca, la dinámica social y económica de los departamentos fronterizos y las medidas adoptadas por el ubiquismo. Escrito en otras palabras, es preciso evaluar el fenómeno migratorio desde su origen, no únicamente por sus consecuencias. Es tiempo de atender las causas del desplazamiento, centrar la mirada en Guatemala para explicar el flujo migratorio que llevó a los gobiernos a conferenciar y tratar de solucionar el problema fronterizo. Vale apuntar que el libro de Berth contiene referencias decisivas para esta empresa. Por ejemplo, los documentos de archivo y las biografías en las que aparece la comparación que los alemanes efectuaron del ambiente laboral en las fincas del Soconusco y las de Guatemala. Relatos y reflexiones sobre un escenario que también fue marcado por la irrupción de la segunda guerra mundial, periodo durante el cual los Estados Unidos aumentó su presencia en Centroamérica en detrimento de la comunidad alemana.

Las vicisitudes de los alemanes

Entre las páginas en las que Berth analizó las dificultades que los alemanes vivieron en Centroamérica tras el estallido de la confrontación europea surgió una pregunta que, por cierto, contestó con buen tino: ¿por qué a estos aliados de Ubico, alegres promotores de su continuismo, les expropiaron sus fincas y engrosaron con ellos las listas negras? Un vistazo al tablero político de los años cuarenta posibilita una respuesta. Ciertamente, la obra que comento contiene piezas para tratar dos temas poco estudiados en la historiografía centroamericana: la tentación fascista de los regímenes autoritarios y la fuerte influencia de la ideología democrática en la región.5 Aspectos opuestos que explican las protestas que estallaron a mediados de los cuarenta en Centroamérica y que forzaron la renuncia de Martínez primero y Ubico después.

Sobre el primer aspecto, la autora abordó el funcionamiento de la Organización Nacional Socialista en Centroamérica. No todos los colonos alemanes participaron en esta, pero los que lo hicieron se conformaron con exhibir «filmes propagandísticos que se proyectaron en los clubes y las escuelas alemanas, así como en ocasión de encuentros sociales de distinta índole» (Berth, 2018:221). Una restricción cayó sobre sus hombros: no debían inmiscuirse en los asuntos políticos de la nación en la que se encontraban. Los objetivos de la organización, lejos de sumar adeptos centroamericanos, era el adoctrinamiento de los colonos alemanes y su entrenamiento militar como reservistas en las tierras de ultramar. Esto explica su propaganda limitada en Costa Rica y Guatemala, a diferencia de la Facio italiana que organizaba marchas, clubes de reflexión política e inspiraba a agrupaciones conservadoras en Nicaragua, por ejemplo. Por otro lado, deben sumarse los conflictos internos que no recayeron en disputas ideológicas, sino en «luchas por el poder de las distintas organizaciones construidas alrededor de la migración alemana» (Berth, 2018:227).

Ahora bien, esta situación no impidió que los gobernantes centroamericanos y muchos de sus personeros sintieran admiración por los regímenes totalitarios. En los años treinta, cuando su ideología no había sido demonizada por la propaganda estadounidense, la exaltación del orden y la disciplina gestada en Italia y Alemania resultó atractiva para los hombres fuertes de la región. Martínez encomendó a un alemán la dirección de la Escuela Militar y Ubico elogiaba a Mussolini, de quien tenía un retrato colgado en su despacho. Vale indicar que esta admiración descansaba en los rasgos y valores que compartían. Por supuesto, sin grandes movilizaciones ni una propaganda sistemática como en Europa, pero con una aspiración clara: la preservación del orden por medio de la disciplina. Bajo este ideal florecieron las organizaciones anticomunistas y la educación media fue militarizada en El Salvador y Guatemala. «La disciplina debe ser racional y nunca coercitiva -indicó un maestro del Instituto Nacional Francisco Menéndez de la primera nación-; debe nacer espontánea del fondo del individuo para que, en el curso de la vida, se conduzca noblemente sin necesidad de vigilancias, íntimamente convencido de la suprema satisfacción que otorga la rectitud de pareceres» (Pérez, 1933).

Sin embargo, la inspiración en el modelo totalitario tuvo adaptaciones diferentes en Costa Rica y Guatemala, las dos historias analizadas por Berth. Durante la presidencia de León Cortés, quien profesó su admiración por el tercer Reich, los dispositivos autoritarios sirvieron al sistema democrático sin que estos se tradujeran en un régimen (Arias, 2011:21). Diferente fue la situación en Guatemala y el resto del istmo, donde operaron para eliminar a la oposición y afianzar el continuismo. En los años treinta los regímenes autoritarios se fortalecieron, colocando incluso las bases de una dinastía, como aconteció en Nicaragua. Esto no representó ningún problema para los Estados Unidos, mientras la estabilidad de la región estuviera garantizada. Sin embargo, despertó suspicacias cuando se puso en marcha la difusión de su propaganda democrática. Berth, de hecho, mostró el escenario que los estadounidenses pintaron de Guatemala. «En mayo de 1941, un reporte de la embajada estadounidense decía que la democracia en Guatemala era una farsa y el régimen de Ubico un estado policiaco con toque totalitario que únicamente se diferenciaba del fascismo por sus prácticas un poco moderadas» (Berth, 2018:294). La presión fue entonces necesaria. No para gestar un cambio de régimen, sino para evitar la influencia de los alemanes.

En este renglón, Berth explica que las políticas contra la comunidad alemana se adoptaron ante la presión estadounidense, originadas por el temor de una quinta columna apostada cerca del canal de Panamá. Luego del ataque a Pearl Harbor, acontecimiento que propició el ingreso formal de Estados Unidos en la segunda guerra mundial, los gobiernos centroamericanos fueron instados a engrosar las filas de los aliados. A cambio de su fidelidad, Washington ofreció un programa de cooperación que incluyó la construcción de carreteras, el equipamiento de su ejército y un tratado que garantizó la compra de su producción cafetalera. En esta coyuntura surgieron rumores «sobre grupos nacionalsocialistas y actividades de espionaje, lo que impactó directamente en el capital social de los empresarios cafetaleros de la comunidad alemana» (Berth, 2018:297). Interrogatorios y listas negras que determinaron la deportación hacia Estados Unidos de muchos alemanes considerados «especialmente peligrosos» en Costa Rica y Guatemala.6 Así, los antiguos aliados de los regímenes autoritarios fueron desplazados, sentando las condiciones para una etapa marcada por la ideología democrática.

Los diplomáticos estadounidenses promovieron los principios democráticos por medio de películas, círculos de lectura, hojas volantes y revistas. Defendieron la autodeterminación de los pueblos, el derecho de luchar contra la tiranía y la elección libre de las autoridades. Washington empleó esta campaña para justificar su intervención en la segunda guerra mundial; mientras que en Centroamérica sirvió para envalentonar a una oposición que estaba excluida de la vida política desde los años treinta. Una de estas publicaciones se resguarda en la biblioteca Florentino Idoate de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de El Salvador. Me refiero a la revista La Nueva Democracia, editada por el Comité de Cooperación en América Latina. Diversos personajes reflexionaron en sus números sobre la libertad, la defensa de América ante la amenaza fascista y, por supuesto, la democracia. Uno de estos artículos permite vislumbrar los imperativos planteados y lo distantes que estaban los regímenes autoritarios de encarnarlos:

El sufragio es la fuerza propulsora de la democracia como la libertad es su médula; que el ejercicio del sufragio sea más o menos puro depende de la moral pública de cada pueblo; pero suprimirlo o mutilarlo por la ley equivale a destruir la democracia; y no hay que forzarse para demostrar que limitar los derechos políticos de un pueblo es retrasar su progreso, mientras que llamar a la vida pública a las masas populares es una medida que, si no inmediatamente, en un porvenir más o menos próximo lo apresura y afianza (Hevia, 1941).

El reclamo de estos valores en el caso guatemalteco, a cargo de estudiantes, sectores profesionales y militares progresistas, condujo a la Revolución del 20 de octubre de 1944. Movimiento armado que significó la eliminación de los resabios ubiquistas. Mientras esto acontecía en Centroamérica, el mundo atestiguaba la derrota del nacionalsocialismo y los empresarios alemanes en ultramar evaluaban la reconstrucción de sus redes. La autora concluye al examinar esta coyuntura que las redes de los cafetaleros alemanes se debilitaron desde los treinta. Influyó en ello las disputas por el rumbo que tomó el régimen nacionalsocialista con respecto al comercio exterior y lo vulnerables que estaban al momento de la embestida estadounidense. Para el debate historiográfico, Berth muestra documentos y episodios de un periodo poco explorado. En efecto, los años cuarenta se han incluido en las historias generales de Centroamérica, pero falta profundizar en aspectos decisivos para interpretar el inicio de la guerra fría y el resurgimiento del anticomunismo. Me refiero, por ejemplo, al cambio de referentes ideológicos de los grupos conservadores una vez satanizado el fascismo y la hegemonía política que Washington comenzó a ejercer sin la intervención de ninguna potencia europea.

A manera de conclusión

A principios del siglo pasado Marc Bloch escribió en una reseña sobre un libro de Lucien Febvre, quien fue su principal interlocutor en la universidad de Estrasburgo: «¿No es lo propio de los libros interesantes hacer reflexionar al lector, formular cuestiones e incluso objeciones y críticas?» (Fink, 2004:49). La reflexión del célebre historiador francés se aplica a la obra en cuestión. Su extensión, más de 500 páginas, se justifica por las preguntas y los temas que el lector se formula y encuentra. En mi caso recurrí a la historia centroamericana para establecer sus aportes en ciertas temáticas y vislumbrar posibles rutas de investigación. Ahora, concluiré este escrito señalando tres aspectos que justifican la revisión del trabajo de Christiane Berth. Primero, permite comparar tres historias nacionales con respecto a la producción y la comercialización del café. Segundo, brinda un estudio minucioso de las redes de la comunidad alemana: sus biografías a la luz del contexto internacional y los problemas que afrontaron en México, Costa Rica y Guatemala. Tercero, sin evadir el examen de las relaciones diplomáticas y comerciales con Estados Unidos, muestra una perspectiva de Alemania: sus intereses comerciales en Centroamérica y cómo estos fueron eclipsándose luego de la segunda guerra mundial. Un aporte significativo cuando de examinar procesos globales se trata.

Fuentes de consulta

Acosta, Antonio, 2014, Los orígenes de la burguesía de El Salvador. El control sobre el café y el Estado, 1848-1890, 2a ed., El Salvador, UFG Editores. [ Links ]

Acuña Ortega, Víctor Hugo, 1995, «Autoritarismo y democracia en Centroamérica: la larga duración, siglos XIX y XX», en Klaus Tangermann (ed.), Ilusiones y dilemas de la democracia en Centroamérica, Costa Rica, Flacso, pp. 63-97. [ Links ]

Arias Mora, Dennis, 2011, Utopías de quietud: cuestión autoritaria y violencia, entre las sombras del nazismo y el dilema antifascista, Costa Rica, Editorial Universidad Estatal a Distancia. [ Links ]

Binford, Leigh, 2001, «Estudios agrarios y laborales», Mesoamérica, 41, pp. 233-236, en < file:///D:/Archivos/Downloads/Dialnet-AnAgrarianRepublic-2397132%20(1).pdf>. [ Links ]

Calò Carducci, Luigi, 2007, «El Perú: la tentación fascista y las relaciones con Italia en los años treinta», en Eugenia Scarzanella (comp.), Fascistas en América del Sur, México, Fondo de Cultura Económica, pp. 93-165. [ Links ]

Farge, Arlette, 1991, La atracción del archivo, España, Institució Valenciana D’Estudis i Investigació. [ Links ]

Fink, Carole, 2004, Marc Bloch. Una vida para la historia, España, Universidad de Valencia/ Universidad de Granada. [ Links ]

Flores Macal, Mario, 1983, Origen, desarrollo y crisis de las formas de dominación en El Salvador, Costa Rica, Secasa. [ Links ]

González Izás, Matilde, 2014, Modernización capitalista, racismo y violencia. Guatemala (1750-1930), México, Centro de Estudios Sociológicos-El Colegio de México. [ Links ]

Gould, Jeffrey y Aldo Lauria-Santiago, 2014, 1932: Rebelión en la oscuridad: revolución, represión y memoria en El Salvador, El Salvador, Museo de la Palabra y la Imagen. [ Links ]

Hevia, Aurelio, 1941, «La libertad y la democracia. Examen de su desenvolvimiento histórico», La Nueva Democracia, XXIII(5), mayo, pp. 18-23. [ Links ]

Lauria-Santiago, Aldo, 2003, Una república agraria: los campesinos en la economía y la política de El Salvador en el siglo XIX, El Salvador, Dirección Nacional de Publicaciones e Impresos-Consejo Nacional para la Cultura y el Arte. [ Links ]

Lewis, Stephen, 2015, La Revolución ambivalente. Forjando Estado y nación en Chiapas, 1910-1945, México, CIMSUR-UNAM, Coneculta-Chiapas, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Universidad Autónoma de Chiapas, Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Chiapas. [ Links ]

Martínez Velasco, Germán, 1994, Plantaciones, trabajo guatemalteco y política migratoria en la Frontera Sur de México, México, Gobierno del Estado de Chiapas/Instituto Chiapaneco de Cultura. [ Links ]

McCreery, David, 2001, «Mano de obra asalariada, trabajo libre y leyes contra la vagancia: la transición al capitalismo en Guatemala, 1920-1945», en William C. Roseberry y Lowell Gudmundson (comps.), Café, sociedad y relaciones de poder en América Latina, Heredia, Editorial Universidad Nacional, pp. 347-384. [ Links ]

Menjívar, Rafael, 1980, Acumulación originaria y desarrollo del capitalismo en El Salvador, San José, Costa Rica, Educa. [ Links ]

Molina, Iván y Fabrice Lehoucq, 1999, Urnas de lo inesperado. Fraude electoral y lucha política en Costa Rica (1901-1948), Costa Rica, Editorial de la Universidad de Costa Rica. [ Links ]

Nolan-Ferrell, Catherine, 2018, La construcción de la ciudadanía. Los trabajadores trasnacionales y la revolución en la frontera México-Guatemala, 1880-1950, México, CIMSUR-UNAM . [ Links ]

Pérez Gómez, Salvador, 1933, «El Instituto Nacional y su régimen disciplinario», Revista del Instituto Nacional “General Francisco Menéndez”, 20, pp. 2-3. [ Links ]

Rus, Jan, 2005, «El café y la recolonización de los Altos de Chiapas. 1892-1910», en Mercedes Olivera y Dolores Palomo (coords.), Chiapas: de la Independencia a la Revolución, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social/Cocytech, pp. 253-287. [ Links ]

Salazar, Jorge Mario, 2003, Crisis liberal y Estado reformista. Análisis político electoral 1914-1949, Costa Rica, Editorial de la Universidad de Costa Rica. [ Links ]

Samper, Mario, 1993, «Café, trabajo y sociedad en Centroamérica, (1870-1930): una historia común y divergente», en Víctor Hugo Acuña (ed.), Historia General de Centroamérica, vol. 4. Las repúblicas agroexportadoras (1870-1945), Madrid, Flacso, vol. 4, pp. 11-110. [ Links ]

Samper, Mario, 1994, «El significado social de la caficultura costarricense y salvadoreña: análisis histórico comparado a partir de los censos cafetaleros», en Héctor Pérez Brignoli y Mario Samper (eds.), Tierra, café y sociedad: ensayos sobre la historia agraria centroamericana, Costa Rica, Flacso, pp. 117-225. [ Links ]

Taracena, Arturo, 1989, «El primer partido comunista de Guatemala (1922-1923). Diez años de una historia olvidada», Anuario de Estudios Centroamericanos, 15 (1), pp. 49-63. [ Links ]

Taracena, Arturo, 2017, Guatemala, la República Española y el Gobierno vasco en el exilio (1944-1954), México, Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales-UNAM/El Colegio de Michoacán. [ Links ]

Tischler, Sergio, 2001, Guatemala 1944: crisis y revolución. Ocaso y quiebre de una forma estatal, Guatemala, F&G Editores. [ Links ]

Torres Rivas, Edelberto, 2014, La piel de Centroamérica. Una visión epidérmica de su historia contemporánea, Guatemala, Flacso. [ Links ]

Wagner, Regina, 1996, Los alemanes en Guatemala: 1928-1944, 2a ed., Guatemala, Afanes. [ Links ]

Wünderich, Volker, 2009, Sandino: una biografía política, Nicaragua, Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica-Universidad Centroamericana. [ Links ]

1Sobre esta diferencia anotó Berth (2018:58): «Como herencia del colonialismo, en Guatemala había una sociedad mucho más dividida que en Costa Rica desde el punto de vista étnico. Ello condujo, junto con el vertiginoso crecimiento del comercio del café, a la formación de grandes plantaciones. En cambio, en Costa Rica la producción se realizaba en fincas pequeñas y medianas, y el poder de las elites del café no radicaba en la propiedad de grandes extensiones de tierra sino en el control del beneficio y el comercio».

3Informe del embajador mexicano en Guatemala al secretario de Relaciones Exteriores de México. Guatemala, 15 de junio de 1935, Archivo Histórico Genaro Estrada, Secretaría de Relaciones Exteriores de México, expediente 27-26-6.

4Mientras la región se debatía entre dictaduras, guerras civiles y dinastías, el gobierno de Ricardo Jiménez Oreamuno, que gobernó Costa Rica en tres mandatos distintos, creó el Consejo Nacional Electoral, el Registro Cívico y estableció el voto secreto. De esta forma, el control del proceso electoral que ejercía el Ejecutivo, plasmado en la Constitución de 1871, fue restringido (Salazar, 2003).

5Tomo el término «tentación fascista» del estudio de Luigi Calò Carducci (2007), quien lo utilizó para examinar las relaciones del gobierno de Óscar Benavides (1933-1939) con el régimen fascista de Italia. En el país sudamericano, aunque los italianos ocuparon puestos claves en el gobierno, la ideología fascista no se propagó como en Brasil y Argentina. Aun así, sus dirigentes admiraron la doctrina y sostuvieron relaciones comerciales con la Italia de Benito Mussolini.

6La autora indicó que muchos alemanes usaron sus contactos con la elite centroamericana para evadir los controles y evitar la expropiación. Sin embargo, la activación de sus redes resultó infructuosa en la mayoría de los casos.

Recibido: 09 de Noviembre de 2019; Aprobado: 09 de Diciembre de 2019; Publicado: 13 de Diciembre de 2019

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons