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Revista pueblos y fronteras digital

versión On-line ISSN 1870-4115

Rev. pueblos front. digit. vol.14  San Cristóbal de Las Casas  2019  Epub 07-Ago-2020

https://doi.org/10.22201/cimsur.18704115e.2019.v14.378 

Reseñas y notas de investigación

Chiapas en su definición mexicana a través de dos obras

The Mexican Definition of Chiapas Seen through Two Books

Miguel Lisbona Guillén1 
http://orcid.org/0000-0002-5700-741X

1Universidad Nacional Autónoma de México, mlisbonag@hotmail.com

Torres Freyermuth, Amanda Úrsula. 2017. Los hombres de bien. Un estudio de la elite política en Chiapas (1824-1835). México,: CIMSUR-UNAM, 280p. ISBN: 978-607-30-0160-1.
Vázquez Olivera, Mario. 2018. Chiapas mexicana. La gestación de la frontera entre México y Guatemala durante la primera mitad del siglo XIX. México: CIALC, CIMSUR-UNAM, 269p. ISBN: 978-607-02-9974-2.


Resumen:

El vacío historiográfico sobre el siglo XIX chiapaneco, un periodo fundamental para definir el futuro de ese territorio dentro del nuevo Estado mexicano, cuenta, en los últimos años, con nuevas investigaciones sustentadas en fuentes primarias que aportan conocimientos de primera mano destinados a repensar afirmaciones repetidas como verdades inamovibles. Por tal motivo, la aparición de dos libros que tratan, desde distinta perspectiva, la anexión de Chiapas a México es un hito historiográfico que revitalizará el discernimiento de un momento clave de su pasado.

Palabras clave  siglo XIX; geopolítica; fronteras; Centroamérica; historiografía

Abstract:

The historiographic gap regarding the Chiapanecan nineteenth century, which is a period that was fundamental for the definition of this territory’s future within the new Mexican State, has begun to be bridged in recent times with new research based on primary sources that contribute first-hand knowledge devoted to revisiting statements that have been repeated as fixed truths. For this reason, the publication of two books that deal with the annexation of Chiapas as Mexican territory is a historiographic milestone that will revitalize the readers’ understanding of a key period in the past.

Keywords: nineteenth century; geopolitics; borders; Central America; historiography

Introducción

No es la historiografía sobre Chiapas un camino sencillo, ni un recurso para iniciar ciertas investigaciones en vista de que la historia escudriñada sobre la entidad federativa tampoco ha sido extensa, o al menos tanto como sería deseable. La revisión crítica sobre la producción académica, por lo tanto, ofrece límites y pocos autores. Tal vez por esos motivos existen una serie de tópicos historiográficos dirigidos a convertir en una isla de conocimiento el siglo XIX, el que vio la mayoría de las independencias de los actuales países de América.

Del estudio de los periodos prehispánico y colonial se produjo una especie de salto hacia momentos previos al hecho revolucionario del siglo XX. Las contadas excepciones dedicadas a examinar el periodo decimonónico se convirtieron en referencia obligada y, sobre todo, hicieron de la pesquisa de fuentes primarias una especie de misión imposible por la insistencia en señalar su escasez. El caso del siglo XIX no es único en Chiapas en lo que respecta a la falta de estudios previos o el vacío de fuentes suficientes, aunque con certeza lo expresado para esos años es paradigmático. Así como ha ocurrido con otras temáticas y periodos de interés para la investigación social, tal circunstancia se matiza con la paulatina aparición de trabajos de tesis o la culminación de investigaciones de largo aliento. Y en ese contexto hoy aparecen, con una diferencia de meses en su publicación, dos libros sobre los años decisivos de la incorporación de Chiapas al nuevo Estado mexicano en conformación. Obras complementarias por su temática y por haber sido concebidas, en buena medida, como un esfuerzo colaborativo a la hora de realizarse.

Análisis y evaluación

Tanto el libro de Amanda Úrsula Torres como el de Mario Vázquez aquí reseñados culminan sendas tesis doctorales; en un caso se trata del primer trabajo de trascendencia de la autora, mientras que el de Mario Vázquez muestra una prolongada labor de investigación construida entre el territorio centroamericano y el que pasaría a ser parte del México independiente y hoy llamado Chiapas. Cada cual, cuyos objetivos se harán visibles en las siguientes páginas, cuenta con un claro nexo de unión que trasciende el periodo de estudio y que consiste en una perspectiva positivista a la hora de armar el andamiaje de su narración. De todos es conocido el menosprecio hacia el positivismo en los últimos decenios, hecho que pone en cuestión el propio fundamento de la metodología histórica y que consiste en la obtención de las fuentes documentales básicas. Y esa es una de las virtudes de estos libros: el ansia por la información como la mostraron Leopold von Ranke (1986) y Theodor Mommsen (1983) al insistir en el valor del dato en busca de una objetividad no siempre posible, pero al menos deseable. Esa cualidad de los libros no es una crítica, sino un apego a una de las condiciones prístinas para reconstruir el pasado y con más razón si en ambos casos los autores arman un aparato teórico crítico, y por ende metodológico, destinado a interpretar hechos y sujetos de estudio a través de esa mirada que no está exenta, al mismo tiempo, de la intervención del historiador en el texto. Lo anterior se observa con la injerencia en su redacción de la primera persona del singular a la hora de fijar la visión interpretativa. El positivismo mencionado se convierte en herramienta básica de la disciplina y solo es cuestionable con la aportación de nuevas fuentes y, en su defecto, con la lectura e interpretación de estas con otros lentes teóricos, complementarios o divergentes, difíciles de anticipar en la actualidad para las obras comentadas.

Con ese punto de partida es comprensible otorgar al texto de Vázquez Olivera el carácter de obra de largo aliento, y es de suponer que de extenso recorrido por sus aportes. De largo aliento porque su conformación ha requerido trabajos de investigación previos, reflejados en participación en proyectos, escritura de artículos, capítulos y otros libros. Un análisis que por la lógica del momento de estudio debía tomar en cuenta la creación de los Estados independientes, deseados nacionales paulatinamente, al dejar sus territorios de pertenecer al poder colonial hispano. Ello obliga a revisar el nacimiento de tales Estados en América y, por ende, las incipientes relaciones internacionales prolongadas hasta nuestros días. Un interés geopolítico dominante en el mundo desde la consideración móvil de las fronteras mucho antes de la existencia de los propios Estados modernos, que las considerarán fundamentales para su definición.

Geografía, frontera y geopolítica se convierten en referentes iniciales para entender que en la horogénesis, concepto retomado por Mario Vázquez del geógrafo francés Michel Foucher (1986) , se localiza la comprensión de la delimitación fronteriza de los nuevos Estados y donde Chiapas jugó un papel fundamental, más allá de las simples voluntades de ciertos hombres representantes de una supuesta voluntad general del pueblo chiapaneco. Así, el control territorial, la frontera como base de la conformación del Estado moderno, adquiere el carácter de punto central del estudio y también, es objetivo nodal para comprender la importancia de la incipiente política internacional, dirigida por Lucas Alamán en aquellos años, a la hora de situar a Chiapas como objeto de deseo geopolítico por encima de sentimentalismos ajenos a la realpolitik. Afectos y sensibilidades que en el propio Alamán estaban bastante alejados de la mayoría de la población de Chiapas, la indígena, ya que en sus textos sus defectos siempre eran superiores a las virtudes, algo extensivo a sus cuestionables cualidades físicas y morales (Alamán, 1942:33).

La anexión chiapaneca a México debe entenderse, para Vázquez, como una articulación entre intereses personales y los surgidos del nuevo Estado, en este caso el mexicano, así como de las relaciones internacionales que se gestaban. En ese entramado debe discernirse la mexicanización de Chiapas por medio de dos claros problemas: «las relaciones internacionales latinoamericanas» y «los contrapuntos y la articulación entre dinámicas locales y determinaciones de ‘alta política’» entendida como intereses de Estado (Vázquez, 2018:21). Es decir, por encima de su población existe la visión de un territorio como frontera política, una futura entidad al servicio del Estado nacional en construcción.

En el caso del estudio de Torres Freyermuth, el mismo momento histórico se dirige al conocimiento de las elites políticas, a un entendimiento de ellas gracias a la confrontación entre facciones, amparadas en prácticas clientelares, e identificadas previamente de una forma excesivamente dicotómica y que en el trabajo de la historiadora se diluyen para una caracterización sociopolítica. Seguirlas, en su dimensión laboral y política, recuerda ciertas características ofrecidas en alguna de las obras de Emmanuel Le Roy Ladurie (1988, 1994), aunque sin los devaneos antropológicos exhibidos en los textos del historiador francés. Un tratamiento establecido gracias al desarrollo del concepto de «prosopografía», entendida más allá de la descripción exterior de una persona para convertirse en instrumento de pesquisa al establecer «la biografía de un grupo de personas o actor colectivo a partir de los individuos que lo integran» (Torres, 2017:33). Trabajo donde se requieren mecanismos cualitativos y cuantitativos para conocer sus perfiles privados y públicos. Un acecho sobre actores históricos que será descrito en el libro en forma narrativa, pero también gracias a una serie de cuadros que ilustran el posicionamiento de los políticos participantes en los años críticos de la incorporación chiapaneca a México. Hombres caracterizados como miembros de las incipientes instituciones surgidas en la transición de la Colonia a los distintos intentos de creación de Estados y también por aquellos que ejercieron su influencia como grupo de presión política y económica autodenominados «hombres de bien» en 1830 (Torres, 2017:37) y ubicados físicamente, sobre todo, en la antigua capital chiapaneca, la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Grupo enfrentado a los ligados a la logia yorkina y que tuvieron como figura destacada a Joaquín Miguel Gutiérrez, a quien la autora le resta el aura de tolerante liberal para afirmar que en “su gobierno no hubo consenso, diálogo o negociaciones» (Torres, 2017: 213).

Aquí se encuentra uno de los primeros diferendos entre ambos textos, mientras Úrsula Torres no halla información para asegurar que los contrarios a los yorkinos tuvieron algún nexo con la logia escocesa (2017: 210-211), Mario Vázquez observa relación entre los partidarios de la anexión a México con el «partido» escocés y Lucas Alamán: «La logia se convirtió en un importante instrumento de lucha para los dirigentes de Tuxtla y otras cabeceras» (Vázquez, 2018:164). Una diferencia que muestra, o demuestra, cómo el estudio de la masonería es uno de los pendientes en la historia de Chiapas y eso que está comprobado cómo sus miembros la tomaron como canal de acción política en el siglo XIX (Vázquez Semadeni, 2009) y, con posterioridad, también en los años de la posrevolución.

El libro de Amanda Úrsula Torres propone un repaso historiográfico que siente las bases de una nueva interpretación del periodo histórico y que propicie, a la vez, desmontar maniqueísmos asentados como sentencias para señalar la diferenciación entre liberales y conservadores, masones yorkinos y defensores de una visión clerical, partidarios de permanecer en Centroamérica frente a los que preferían aventurarse hacia el territorio devenido México. Postura dicotómica contradictoria en muchos casos, si se sigue el desarrollo del libro, y tal vez matizada por los textos de Jan de Vos (1988) primero, y Vázquez Olivera (2010) después, que anticiparon, por una parte, la relevancia de los ayuntamientos en la creación institucional y en las decisiones políticas del momento, mientras que el segundo autor mostrará, con muchos matices, los distintos posicionamientos y rupturas de las elites mexicanas, dependiendo de sus intereses y alianzas, internas y externas. Intentos por repensar una historia, la del periodo decimonónico, obstinada y reacia a desandar aseveraciones convertidas en sentencias.

Si las instituciones tienen entre sus características la de ser lugares para la interacción donde los actores que las conforman crean las reglas de su funcionamiento, como lo recordó Douglass North (1993), lógicamente no pueden ser más que el resultado de negociaciones entre diferentes y contradictorios intereses. Y ello, si se lleva al caso de la construcción de un nuevo Estado, se convierte en elemento primordial para la atención que ambos trabajos otorgan a las recién creadas y fluctuantes instituciones estatales y el papel jugado por los actores políticos chiapanecos del momento, situación que Mario Vázquez lleva más allá de dicho territorio para revisar lo ocurrido en Centroamérica y México.

Junto a este tratamiento novedoso de las nuevas instituciones chiapanecas, en ambas obras se advierte una preocupación por el pensamiento político de la época, aunque en lo personal considero que esta sigue siendo una laguna historiográfica destinada a llenarse en los próximos años. Digo esto porque conceptos como «conservadurismo», aunque cuestionado por Torres Freyermuth, o «liberalismo» se vuelven difíciles de definir en territorios procedentes de un periodo colonial y donde la metrópoli nunca se acercó a las prácticas liberales en sus gobiernos. Tal vez solo como intento en la I República (1873-1874) (Vilches, 2001), cuando buena parte de los países de América Latina ya estaban consolidados. Un esfuerzo efectuado por la historiadora, apoyada en trabajos como los de Carlos Garriga y Marta Lorente (2007) para aseverar que la propia Constitución de Cádiz, la Pepa, fue «más el epílogo del antiguo orden que el prefacio del liberalismo» (Torres, 2017:43). La historia del pensamiento político, por lo tanto, tiene un amplio futuro para su estudio, aunque habrá que empeñarse para extender su conocimiento desde la academia y las instituciones universitarias chiapanecas.

Algo similar cabe decir del estudio de los modelos de Estado, de Estado nacional si se desea, que parece causar cierta aversión a los historiadores y que resulta fundamental para entender la naturaleza de las instituciones y el contenido otorgado a la condición de ciudadano. No hay que olvidar la conformación y definición de ese ciudadano desde la restricción de derechos individuales hasta bien entrado el siglo XX, y la referencia no solo es a las mujeres sino a aquellos que no tuvieran propiedades o educación reconocida. Algo necesitado de explicitar con claridad para no hacer de la complaciente elección popular, tan alejada de la actual, un olvido de las segregaciones históricas. Aspecto que en cierta forma se echa de menos en los libros, y no es reclamo, pero que también se ve reflejado en la poca aparición de los indígenas en sus páginas, una situación que la obra de Rocío Ortiz (2003), con su visión poscolonial, rectifica para hablar de la participación de los indígenas en la conformación del nuevo Estado nacional entrecomillando la lucha entre las elites políticas chiapanecas como único referente para comprender lo ocurrido durante ese periodo, y donde destaca, por supuesto, la alianza entre pueblos indígenas con los grupos de poder que pudieran facilitarles la obtención de espacios de poder.

Una conjunción de estos aspectos locales, con el reflejo del pensamiento político plasmado en instituciones y constituciones, debe facilitar la comprensión del desarrollo de la vida de un país como México, tal como resulta impensable entender la priorización de la propiedad privada en la V Enmienda de los Estados Unidos sin la figura de John Locke, y el Código Civil Francés, el conocido como Código Napoleónico, sin los replanteamientos políticos de la Ilustración.

En estos futuros conocimientos tal vez podrá vislumbrarse con mayor claridad si los intereses políticos fueron decisivos a la hora de adherirse a los distintos planes que surgieron en México y Chiapas durante los inicios del siglo XIX o simplemente hay que observar dichos intereses ligados a la economía o a los agravios previos con la Capitanía General de Guatemala. Distintos posicionamientos de las elites chiapanecas que, también, muestran la otra discrepancia entre los autores. La historiadora decantándose por los intereses económicos ligados al comercio con territorios mexicanos, en especial Oaxaca y Tabasco, para vencer la balanza hacia la opción mexicana; mientras que para Mario Vázquez por encima de las inclinaciones comerciales se debe observar «el empeño oportunista de las élites sociopolíticas afincadas en la capital chiapaneca por asumir en sus manos el gobierno provincial, consolidar su preeminencia sobre otros grupos de poder locales y redefinir los vínculos externos de la provincia con el propósito de obtener beneficios particulares» (Vázquez, 2018: 56). Una afirmación secundada por considerar que posicionarse hacia la unión a Centroamérica o México solo puede entenderse como confrontación entre elites (Vázquez, 2018:105); en definitiva, la opción mexicana no era más que una «cobertura, un manto mexicano con el que la “familia chiapaneca” arropaba sus desacuerdos pero también sus negociaciones» (Vázquez, 2018:239-240) más inspiradoras si la decantación se daba hacia el bando vencedor.

Ponderación de las obras

Tanto la obra de Torres como la de Vázquez pueden, y deben, leerse también desde la óptica del revisionismo. La primera repasando las obras publicadas y efectuando puntuales señalamientos de las dudosas afirmaciones escritas por colegas precedentes. El segundo reexaminando lo escrito por Matías Romero y que fue pilar de muchos de los relatos históricos posteriores. Un guiño historiográfico romántico retomado por historiadores y también visible, gracias al repaso de Vázquez, en la historiografía centroamericana, en especial en la de Guatemala. Coletazos de esa visión vividos como indefinición fronteriza con Guatemala y expandidos en conflictos tan visibles como los producidos durante el gobierno guatemalteco de Miguel Ydígoras Fuentes a finales de la década de los cincuenta del siglo pasado.

La voz personal de ambos autores los conduce a lanzar preguntas, interrogantes, pero sobre todo a intuir respuestas a situaciones políticas de aquellos años que son revisables desde una óptica actual. El papel secundario de Chiapas, con su situación fronteriza, es factor todavía de relevancia innegable para el Estado mexicano actual (Vázquez, 2018: 240). Postura política leída, desde la ciudadanía o la propia construcción discursiva de las instituciones públicas, como «mexicanidad chiapaneca» innegable e incrustada prácticamente en la historia inmemorial. Ese «imaginario político chiapaneco» (Vázquez, 2018: 251) resulta un pendiente, una tarea futura para deconstruir el discurso y sobre todo observar la mexicanización chiapaneca como un reto académico sin ser entendido como un cuestionamiento, sino como un deber por saber quiénes y por qué somos el resultado de procesos históricos.

El tiempo de estos dos estudios es corto, todo lo contrario a lo ocurrido con el de la historiografía. Sin embargo, las perspectivas ofrecidas por ellos auguran amplias posibilidades para complementarlos y debatirlos. Ese es el sino de las ciencias sociales. Los procesos académicos son tan lentos como los históricos. Quien pretenda definir la condición humana en un libro, una teoría o, simplemente, por creerse más inteligente que sus antecesores o coetáneos será condenado por el revisionismo. La efervescencia de investigaciones en Chiapas, impensable hace pocos años, debe llevar al entusiasmo crítico para quienes hemos visto tal crecimiento.

Entender un libro, o exigirle que sea resultado de la omnisciencia y por ende un producto cerrado, es una falacia dañina. Ni siquiera las obras ejemplo de estudios de un periodo, como lo fue El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II de Fernand Braudel (2001) abarcan la totalidad de un momento histórico determinado. Otro ejemplo lejano, para no incidir en Chiapas, lo representa la tesis doctoral de Pierre Vilar (1987), otro historiador francés: Cataluña en la España moderna: investigaciones sobre los fundamentos económicos de las estructuras nacionales. Libro referencia para los estudios sobre la Catalunya moderna y contemporánea durante años, inspirador de investigaciones no por sus certezas e intuiciones analíticas, que las tuvo y muchas, sino por los vacíos abiertos como posibilidad de exploración en busca de crear conocimientos futuros.

Los dos libros aparecidos en forma casi simultánea tienen una temporalidad, como ya se dijo, corta, pero ello no impide considerar que en sus páginas se abren un sinnúmero de caminos surgidos de la revisión de obras precedentes y, sobre todo, del empeño académico y pasión por el dato, por la fuente primaria trabajada con amplitud de miras y de manera sistemática. Magnífico logro inicial y prometedor en la carrera académica de Amanda Úrsula Torres, y recapitulación brillante de años de intenso trabajo en el caso de Mario Vázquez Olivera. Lo mejor para ambos autores, y por ello para los interesados en la historia, es que sus trabajos tendrán discusión y continuidad futura y ese es, sin duda, el mayor parabién, la loa más grata.

Fuentes de consulta

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Recibido: 05 de Septiembre de 2018; Aprobado: 01 de Noviembre de 2018; Publicado: 07 de Febrero de 2019

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