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Revista pueblos y fronteras digital

versión On-line ISSN 1870-4115

Rev. pueblos front. digit. vol.8 no.16 San Cristóbal de Las Casas jul./dic. 2013

https://doi.org/10.22201/cimsur.18704115e.2013.16.80 

Artículos

Lucha campesina, autonomía e institucionalización: el caso de la CIOAC en Acala, Chiapas1

Peasant struggle, autonomy and institutionalization: the case of CIOAC in Acala, Chiapas

Antonia Berenice Villafuerte Torrez1  * 

1Universidad Autónoma de Chiapas, Facultad de Ciencias Sociales, Licenciatura en Sociología, México.


Resumen

En este artículo se analiza la participación de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC) en Chiapas, en el marco de la lucha campesina nacional. Resalto su trabajo organizativo y sindical en la entidad. Detallo el papel de la organización en el contexto de la estrategia salinista y reflexiono sobre la pérdida de la capacidad autonómica y de independencia de la CIOAC frente al poder estatal y político. Posteriormente, y tomando como caso de estudio la CIOAC en Acala, Chiapas, describo las estrategias de institucionalización de la organización y planteo la presencia de una crisis de representación de dicha central.

Palabras clave: lucha campesina; autonomía; institucionalización; CIOAC

Abstract

This article analyzes the participation of the Independent Central of Agricultural Workers and Peasants (CIOAC) in Chiapas, in the framework of the national peasant struggle. Highlight their organizing and union in the state. Detail the role of the organization in the context of the strategy Salinas and reflect on the loss of regional capacity and independence of the CIOAC against the state and political power. Then, taking as a case study CIOAC in Acala, Chiapas, I describe the strategies of institutionalization of the organization and raised the presence of a crisis of representation of the central.

Key words: peasant struggle; autonomy; institutionalization; CIOAC

Introducción

En los años cincuenta y sesenta surgieron diversas movilizaciones y luchas de todo tipo en el país, como las de maestros de primaria, secundaria, telegrafistas, telefonistas y ferrocarrileros, así como otros sectores de la población trabajadora urbana y del campo. Cada sector demandaba mejores condiciones de trabajo, una nueva política económica, democracia y libertad.

El sector agrícola parecía haber alcanzado cierta estabilidad social gracias a que la Confederación Nacional Campesina (CNC), portadora de las demandas del sector campesino, garantizaba que estuviera representado en el ámbito de la toma de decisiones; sin embargo, en la década de los sesenta la situación del país y de los trabajadores del campo comenzó a ser crítica, por las demandas de los campesinos y las modificaciones de la política económica del gobierno federal, la cual repercutió negativamente en los sectores sociales.

Según documentos de la CIOAC, los años sesenta se caracterizaron por la violencia en contra de los movimientos sindicales y campesinos.

Como respuesta a este ambiente se constituyó el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) en los días 4 y 5 de agosto de 1961; este movimiento surgió como una corriente que adhería a varias organizaciones en movilización y que marcó la aparición de otros procesos como la Convocatoria al Congreso Constituyente de la Central Campesina Independiente en 1962. A esta convocatoria acudieron más de medio millón de campesinos y trabajadores del agro, también participaron grupos y dirigentes con posiciones ideológicas variadas, por ejemplo, Arturo Orona, viejo líder campesino de la Comarca Lagunera; el ex gobernador de Baja California, licenciado Braulio Maldonado y el líder agrario de ese mismo estado norteño, Alfonso Garzón (CIOAC s/f: 8).

Las décadas de 1950 y 1960 fueron años de gran convulsión en México. Las movilizaciones campesinas, estudiantiles y sindicales sacudieron a todo el país. En medio de todo ese torbellino se formó, en 1975, la CIOAC,2 con el claro objetivo de organizar al proletariado agrícola y luchar por la tierra. «La central surgió ligada a un partido político - el Partido Comunista Mexicano- no orgánicamente, sino por la participación de su dirigencia a esta afiliación partidista» (Guzmán 2000: 14).

Desde su origen la CIOAC se estableció como una organización democrática, anticapitalista, autónoma e independiente. Al no acatar las reglas del poder hegemónico y utilizar, en cambio, estrategias de defensa ante el gobierno, la Central se convirtió en una organización crítica y contestataria, enfrentó al partido único de Estado y a todo lo que pudiera afectar a sus representados.

Tenía como interés primordial la democracia interna, un principio de identidad importante para la organización. La toma de decisiones, el nivel de participación de los agremiados y las relaciones que se establecieron con los dirigentes reforzaron la fuerza de su base social y el poder autonómico de la organización.

La máxima autoridad de la Central era su asamblea nacional,3 y en esta estructura, la autonomía, la independencia y la democracia se regían libremente. «Los órganos intermedios se [encargaban] de elegir a la dirección nacional» (Guzmán 2000: 15).

La participación activa de la CIOAC en el campo de la movilización, la reivindicación agraria, y sobre todo el descontento de los campesinos de las organizaciones corporativizadas, permitieron a la Central ampliar sus dirigencias desde el centro del país hasta el sur, como fue el caso del estado de Chiapas. Actualmente, en la entidad chiapaneca la CIOAC tiene una amplia presencia en las regiones norte, sierra, selva y centro; en esta última región se encuentra el municipio de Acala.

La CIOAC en la lucha campesina de Chiapas

Los conflictos del campo en México causaron una gran convulsión en los sectores rurales. A principios de los años setenta el proceso se agudizó, pero no fue «hasta 1972 y 1973 cuando el ascenso del movimiento campesino cobró espontáneamente un carácter nacional» (Bartra 1985: 103).

Precisamente en esos años, la lucha campesina empezó a estructurarse hacia algunas regiones del país, y de acuerdo con Bartra (1985) tenían cuatro frentes de lucha: el combate de los pequeños productores por los precios de los granos básicos, la lucha de los jornaleros agrícolas por sus derechos salariales, la lucha por la democracia y la imposición política, y, de forma más enérgica, la lucha por la tierra. Bajo este esquema surgió la CIOAC en 1975, como una organización campesina defensora de los campesinos y asalariados del campo frente a la burguesía agraria y terrateniente; es decir, sostenía una lucha por la tierra y otra de tipo laboral y sindical.

A principios de los años setenta el movimiento campesino comenzó a encauzarse por el centro y norte del país, y el sureste reaccionó con sus propias formas de lucha y con diferentes acciones; especialmente, en el estado de Chiapas, a principios de los años setenta habían brotado algunas llamaradas de lucha campesina.4

El estudio de Sonia Toledo sobre Fincas, poder y cultura en Simojovel (2002) señala cinco procesos determinantes que propiciaron el surgimiento del movimiento campesino en Chiapas en la década de los setenta: a) la introducción de cambios en la elaboración de ciertos productos con demanda externa;5b) la construcción de tres presas hidroeléctricas;6c) el reparto agrario transcurría con lentitud; d) se registra la llegada de intelectuales y activistas políticos con una clara formación marxista y maoísta;7 y e) finalmente, la teología de la liberación se propaga.

Asociado con este proceso estructural, el mismo gobierno, a través del Instituto Nacional Indigenista (INI), la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO) y la CNC promovió las organizaciones locales de manera formal e informal en la entidad (Romero 2002).

Sin embargo, el periodo más crítico de la lucha por la tierra se consolidó en Chiapas a finales de los años setenta (véase Villafuerte y García 1998), cuando los grupos de acasillados de la zona norte del estado se vieron reprimidos y violentados por el gobierno estatal; y como los trabajadores del campo no podían hacerse cargo de todos los problemas agrarios, decidieron en una de sus asambleas que el movimiento debía ser dirigido por una organización nacional y con experiencia en la movilización campesina, así como en el terreno legal. Los primeros brotes de lucha propiciaron el germen en el resto de los municipios de la entidad, los cuales se tradujeron en invasiones de tierras y fincas.

En 1978 la CIOAC llegó a Chiapas y planteó tres grandes frentes de lucha: por la tierra, por condiciones adecuadas para la producción y por la sindicalización de los trabajadores del campo. La Central empezó a elaborar sus propias reglas y normas para ganar legitimidad y ser una organización representativa de las demandas campesinas, pero sobre todo autónoma e independiente de cualquier estructura de poder que pudiera restringir sus ideales. La autonomía significaba para la Central tomar decisiones propias y garantizar que sus decisiones y prácticas fueran completamente libres de cualquier atadura gubernamental (Rodríguez et al. 2002).

La CIOAC se enfocó en su proyecto sindical y en «la formulación de demandas laborales, en que se exigía el pago retroactivo de una serie de prestaciones que los acasillados no habían recibido de parte de los patrones por espacio de muchos años» (Romero 2002: 88).

La lucha sindical era muy importante en la región norte porque los peones acasillados no tenían derechos laborales; los finqueros pagaban lo que querían y cuando querían; los peones trabajaban sin contar con ninguna condición laboral que respaldara su trabajo. Por ello, peones acasillados y campesinos decidieron agruparse en la CIOAC y constituir un sindicato que pudiera apoyarlos legalmente. A pesar de los esfuerzos de la CIOAC por consolidar el sindicato, las autoridades respondieron con una negativa ante las demandas, y su registro no fue posible por los obstáculos impuestos por la Secretaría del Trabajo, la Secretaría de Gobernación y, en su momento, el Partido Revolucionario Institucional.

La CIOAC se retiró de Chiapas -por muy corto tiempo- debido a diferencias ideológicas entre los líderes de la organización y los campesinos; pero regresó en 1979 a la zona norte del estado, aunque esta vez se extendió a otras regiones, a los municipios de Pujiltic y Venustiano Carranza, de la región centro; y en la región fronteriza, a los municipios de Las Margaritas, Trinitaria, La Independencia y Comitán.

La aceptación social de la CIOAC fue demasiado fuerte, a tal grado que en 1980 la organización aglutinaba a 90 comunidades de varias regiones del estado. Los distintos intereses de los grupos a los que representaba la condujeron a tener estrategias y prácticas variadas para solucionar sus problemas.

En los años ochenta continuó movilizándose con sus bases de apoyo, a pesar de las fuertes represiones del gobierno estatal. Los dirigentes utilizaron la negociación como instrumento fuerte de sus luchas. A finales de esa década la CIOAC, al igual que otras organizaciones cansadas de la lucha represiva, comenzó a desgastarse y a disminuir su fuerza social.

El papel de la CIOAC en el marco de la estrategia salinista

El regreso de las organizaciones campesinas al escenario político estuvo ligado a la batalla electoral de salinistas y cardenistas; conquistar el voto y la simpatía de los campesinos posicionó a las organizaciones y les permitió entrar en una nueva comunicación y un trato concertado con el Estado (Hernández 1992).

La propuesta de Carlos Salinas de Gortari resultó tentadora para las organizaciones campesinas porque ofrecía solucionar viejas y nuevas demandas, además de «estructurar un nuevo sistema de interlocución campesina» (Hernández 1992). De esta manera surgieron los convenios de concertación8 y eso significó el reconocimiento gubernamental de las dirigencias campesinas, a la vez que representó a las organizaciones una estrategia política para influir en las políticas públicas. Trataron, entonces, de impulsar una propuesta colectiva sobre el desarrollo al campo; sin embargo, la mayoría se quedó en el discurso, porque en la práctica poco se logró. Las organizaciones cayeron en un clientelismo político, además de correr el peligro de la cooptación y el neocorporativismo estatal. Por ello, no es de extrañarse que algunas organizaciones campesinas acataran normas de disciplina laboral por parte del Estado para ser beneficiadas; esto al final tendió a romper el esquema democrático de organización y gestión que por años habían alcanzado las organizaciones denominadas autónomas (Moguel 1992).

Este escenario de convenios favoreció los objetivos de la CIOAC, debido al fuerte interés en las áreas de producción, comercialización y abasto; precisamente, la lucha por la producción fue una nueva demanda impulsada por la CIOAC, aunque prosiguió con la pugna agraria, pero de forma más mesurada.

Pedro de Paz, Secretario de Planeación y Desarrollo Rural de la CIOAC, afirmó que, asociado con la reforma de 1992 (Castellanos y Anaya 1992) y el nuevo pacto social entre campesinos y Estado, «La lucha por la tierra pasó a segundo término, ahora con las tierras obtenidas se piensa en hacerlas producir, entonces empezamos la gestión de los recursos productivos porque el gobierno también entró en ese esquema» (entrevista Pedro de Paz Bautista, Tuxtla Gutiérrez, febrero de 2011).

En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari la CIOAC, entre otras organizaciones, según puntualiza Hernández (1992), firmó un convenio con el gobierno por 2,334 millones de pesos para impulsar la producción agrícola a nivel nacional.

Hernández (1992) afirma que los Convenios de Solidaridad y el Programa Nacional de Solidaridad en el sexenio salinista fueron un instrumento de su nueva política de desarrollo en el medio rural, que propició el clientelismo de las organizaciones campesinas.

Si bien la CIOAC recibió fuertes beneficios económicos para impulsar la gestión productiva, también se favoreció al formar un frente de lucha junto con otras organizaciones campesinas, cuando el gobierno salinista desprotegió los precios de garantía de los granos básicos y asistió a los productores competitivos, dejando de lado a la mayoría de campesinos minifundistas, además de promulgar reformas agrarias contra los campesinos. Estos factores propiciaron la movilización y el aglutinamiento de las diferentes organizaciones campesinas, entre las que se encontraban la CIOAC, Alianza campesina del Noroeste, UNORCA9, UGOCP,10 y otras más.11

El rechazo de las organizaciones campesinas a los cambios propuestos por Salinas de Gortari (Moguel 1992) motivó a la CIOAC a participar y a protestar bajo diversas modalidades: debates, foros, bloqueos, marchas, etc. Aunque sus propuestas fueron ignoradas por el gobierno salinista, la CIOAC continuó articulándose a las reglas del juego establecidas.

A raíz de los cambios económicos y políticos del gobierno salinista, la Central tuvo que transformar no sólo su estructura interna, sino también sumar entre sus líneas de trabajo a las fuerzas sociales y políticas del campo y de las urbes, esto con la finalidad de ampliar los espacios de participación popular.

Durante las últimas décadas se ha visto a la CIOAC transitar del nivel local al regional y nacional, de la lucha económica a la política o bien a la articulación de ambas, de las demandas por la tierra a la apertura de un abanico de proyectos de gestión.

El efecto del EZLN en las organizaciones campesinas

La entrada en vigor del neoliberalismo en México, a finales de los años ochenta, planteó fuertes cambios trascendentales en la política agraria del país. Bouquet (1996) señala que en 1992 la reforma al artículo 27 constitucional fue un parte aguas en el campo, con la cancelación del reparto agrario y la implantación de un programa que proporcionaría seguridad jurídica a las tierras,12 así como la inversión de capital privado tanto nacional como extranjero y el retiro de la mayoría de los apoyos al campo. Estos cambios significaron para la lucha agraria un golpe devastador.

Como respuesta a este contexto de reformas y cambios económicos, en Chiapas renació la movilización campesina bajo un espectro mayor que benefició no sólo a las organizaciones, sino también a la comunidad indígena, excluida y oprimida por grupos de poder y por el mismo gobierno. Con el surgimiento del movimiento zapatista en 1994, las demandas campesinas olvidadas por las autoridades agrarias desde los años ochenta retomaron su cauce.

La lucha campesina y agraria fue conducida por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y las organizaciones fueron solidarias con este movimiento por lo que significaba en términos agrarios. Al respecto Pérez puntualiza: «Cientos de organizaciones indígenas y campesinas, diversas en origen, en figuras asociativas y trayectorias de lucha, compartieron públicamente con el EZLN su descontento fundamental por las reformas al artículo 27 constitucional, por el retiro de las políticas de apoyo al campo y por el cada vez más limitado desarrollo de sus regiones» (2004: 31).

El movimiento zapatista reanimó a las organizaciones campesinas, entre ellas a la CIOAC, sobre todo porque había perdido cierta credibilidad en sus acciones. Algunos líderes habían sido cooptados por el gobierno, sobre todo al asumir cargos políticos y olvidar los principios y valores de la Central; tal es el caso de Antonio Hernández Cruz y Margarito Ruíz Hernández, entre otros.

El movimiento zapatista significó el motor de las organizaciones campesinas para recobrar la fuerza y hacer valer sus demandas históricas sobre la tierra. Pero esta lucha no podía ser aislada, las organizaciones campesinas formaron un frente de lucha mayor para resolver viejas demandas y pugnar por nuevas luchas.

Camacho (2007) señala que el primer paso de las organizaciones campesinas fue la creación del Consejo Estatal de Organizaciones Indígenas y Campesinas (CEOIC),13 «donde se reunieron 280 organizaciones» (Camacho 2007: 71). La intención de este colectivo era apoyar y participar en las reuniones de trabajo que mantenía el EZLN en San Cristóbal de Las Casas, pero además conducir sus demandas de tierra, proyectos productivos y liberar a los presos políticos.

La CIOAC, como otras organizaciones campesinas aglutinadas en el CEOIC, comenzó a invadir fincas y predios privados; estas estrategias sirvieron como marco de presión al gobierno estatal para exigir solución a las demandas de la organización.

Las presiones de las organizaciones motivaron al gobierno a asumir una decisión rápida y tomar cartas en el asunto, porque temía al poder de convocatoria de las organizaciones y no deseaba una movilización mayor, similar a las de los años setenta.

Las organizaciones campesinas formaron un cerco zapatista y obtuvieron de ello beneficios de la derrama de recursos que el gobierno les proporcionó como una forma de satisfacer las demandas de las organizaciones indígenas y campesinas externas a la zona de conflicto (Pérez 2004).

Las acciones del gobierno fueron dos en términos de las demandas agrarias. Primero, se creó «la Comisión Ejecutiva Agraria, el 14 de abril de 1994» (Camacho 2007: 72). Esta instancia tenía la función de analizar los casos de las invasiones y hacer cumplir los acuerdos firmados en torno a ello. En respuesta a esta «buena disposición» del gobierno, las organizaciones aglutinadas en el CEOIC se comprometieron a detener la ola de invasiones de varias regiones de la entidad chiapaneca. Segundo, el gobierno emprendió la compra de tierras a través de fideicomisos,14 y fue este precisamente el medio por el cual la CIOAC resolvió la mayor parte de sus demandas de tierra. La Central logró obtener «14,626 hectáreas, principalmente en las regiones fronteriza y norte» (Reyes 2004: 85).

Con estas dos acciones, el gobierno refrendó su posición de conciliación al pactar los acuerdos agrarios para solucionar la inestabilidad del Estado. Esta estrategia representó un canal de solución para organizaciones campesinas como la CIOAC; sin embargo, el beneficio resultó contraproducente, porque dicha central vio afectada cierta parte de su autonomía al pasar a ser dependiente del gobierno.

La CIOAC fue beneficiada por los fideicomisos y por la distribución de recursos económicos del gobierno estatal; no obstante, el gobierno decidió cuáles tierras compraría, y la Central se sujetó a los deseos del aparato estatal, y de ese modo, la demanda de tierra quedó como un negocio lucrativo para algunos líderes, y para otros la negociación con el gobierno simbolizó una puerta al mundo político.

En términos productivos, el gobierno impulsó una política social integral para calmar los ánimos de la población civil y de las organizaciones campesinas. Se instrumentó el Fondo Nacional de Apoyo para Empresas Sociales con la finalidad de apoyar los proyectos productivos y sociales, además de poner a las dependencias gubernamentales como canales de comunicación y captación de demandas de las organizaciones campesinas; esta política social cubrió las nuevas demandas de tipo productivo de la CIOAC.

Es necesario apuntar que la Central se vio obligada a aceptar los beneficios del gobierno estatal porque de lo contrario hubiera sido difícil cumplir con las demandas gremiales; asimismo, la organización tenía claro que la lucha agraria no sería la única demanda por apoyar, sino que también debería incorporar reivindicaciones de tipo productivo, de infraestructura y de servicios.

¿Una CIOAC autónoma e independiente?

El concepto de autonomía tiene varias connotaciones, dependiendo del ámbito en que se analice. Ha sido utilizado como marco de referencia territorial, entendido como ente jurídico-político; en el campo de las organizaciones campesinas, la autonomía fue parte indispensable del ascenso de las fuerzas campesinas e indígenas y concebida como la capacidad para tomar decisiones propias; pero a partir del conflicto de 1994 en Chiapas la autonomía resonó con más fuerza en los acuerdos de San Andrés como un lema de defensa para la cultura indígena y definida como una forma de autogobierno.15

De acuerdo con Máiz (2008) hay toda una teoría política sobre la autonomía que abarca once tesis: la autonomía (1) supone un autogobierno; (2) implica gobierno compartido; (3) presume una lógica horizontal del reparto de competencias en ámbitos territoriales del autogobierno; (4) es un proceso del resultado de un pacto entre el Estado y los entes autónomos; (5) postula la unidad en la diversidad; (6) implica la igualdad territorial; (7) produce identidad; (8) requiere la descentralización de partidos; (9) requiere un discurso autonomista ampliamente compartido; (10) forma parte de los procesos de democratización; y (11) es vista más como una teoría normativa que como un modelo susceptible de ser reinventado para hacer frente a nuevos fenómenos.

Desde este ángulo, la autonomía no es exclusiva de un determinado grupo, ni uniforme, dado que puede atribuirse a cualquier fenómeno social que construya bases equitativas, democráticas, participativas e incluyentes. Rodríguez y colaboradores (2002) enmarcan la autonomía como una forma de recuperar los espacios de participación de la sociedad civil ante el fortalecimiento del Estado; asimismo, describen la autonomía:

Como sinónimo también de autogobierno, refiriéndose a aquellas entidades que sin dejar de formar parte del Estado al que pertenecen desarrollan una gran cantidad de funciones bajo el mando de sujetos determinados, a través de elecciones, por la misma comunidad o por la asociación de los administrados y que, en el ejercicio de sus funciones, se caracterizan por contar con una gran independencia del aparato estatal (Rodríguez et al. 2002: 11).

En los años ochenta, las organizaciones campesinas otorgaron un contenido diferente al concepto de autonomía, por su sentido económico y político; las organizaciones concibieron la autonomía como «la capacidad del campesino para controlar el proceso productivo y para retener el mayor excedente económico por él producido; así como garante de que las asociaciones puedan decidir por sí mismas» (Rodríguez et al. 2002: 11, 12).

En este contexto organizacional, la autonomía está implicada:

En los organismos o asociaciones locales insertos en la administración estatal, caracterizados por contar con personalidad jurídica o por lo menos con capacidad de gestión, no unidos por relación de jerarquía con el aparato central y regidos por funcionarios cuyo origen es la elección hecha directamente por la comunidad en cuestión (Rodríguez et al. 2002: 11, 12).

Por otra parte, Moguel considera la autonomía como «el no compromiso con los partidos políticos -y el Estado- (y con la política) y la aceptación tácita o explícita de que la desincorporación o el retiro del Estado de sus funciones tradicionales coincide plenamente con los intereses estratégicos de los productores» (1992: 22). Esta perspectiva es la que tradicionalmente acuñan las organizaciones campesinas al hablar de autonomía.

Para comprender la importancia de la capacidad autonómica de las organizaciones campesinas es necesario detallar que después de las reformas al campo -la declaración del fin del reparto agrario, la nueva ley agraria, la privatización de las paraestatales, el adelgazamiento de la banca estatal, la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC), etc.- las organizaciones campesinas comenzaron a perder potencial para influir en las políticas públicas. Esta situación ocasionó una crisis de representación de las organizaciones, y por ello permanecieron sujetas a los programas determinados por el gobierno.

En este escenario institucional la CIOAC se benefició en dos componentes; primero, con el asistencialismo de los programas sociales para conseguir recursos y canalizarlos hacia las bases, y segundo, su inserción en la vida política; aunque estos componentes favorecieron su proceso de institucionalización también contribuyeron a la pérdida de cierta parte de su autonomía en diferentes ámbitos como el financiero, el democrático y el de gestión. Es evidente que la presión de las bases sociales de la CIOAC, para responder a las demandas, contribuyó a que la dirigencia optara por participar en la esfera política. Por ello, la presencia de la CIOAC en las contiendas electorales se hizo más recurrente, y en el año 2000 comenzó a tener mayor representación de sus bases en los distintos espacios políticos. Sin embargo, el ideal democrático de las estructuras de representación política pronto desapareció en algunos representantes de la CIOAC al obtener un puesto de representación política, lo que significó un desbalance para la organización.

La relación de la CIOAC con partidos políticos como el de la Revolución Democrática (PRD) no significa la pérdida de su autonomía por completo, pero sí se ha visto limitada en sus decisiones, al tener que hacer alianzas electorales con otros partidos políticos como el Partido Acción Nacional (PAN), Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Verde Ecologista de México (PVEM), entre otros; esta asociación política sacrifica de alguna manera su autonomía política por beneficios materiales. En este sentido, De Grammont puntualiza que las organizaciones campesinas no pueden ser completamente «autónomas de la esfera política [porque] en la práctica dependen de esa por lo cual su dinámica corresponde más a las necesidades de los partidos que a los intereses de sus bases sociales» (2007: 4).

La estrecha relación de la CIOAC con las dependencias gubernamentales y con la política no sólo restringe a la organización a construir una visión real de las necesidades y los objetivos de los campesinos e indígenas hacia mejores condiciones de vida, sino también obstaculizan la toma de decisiones de la organización, lo que representa de algún modo la pérdida de su autonomía sobre la lucha productiva y social, porque depende en gran medida de los apoyos de las dependencias gubernamentales. En tal caso, la CIOAC puede ser vista como subordinada al Estado y a los partidos políticos, situación que etiqueta la presencia de la organización en un neocorporativismo. Sin embargo, no se puede juzgar ligeramente el trabajo de la CIOAC en su lucha por obtener más recursos para su propio fortalecimiento porque siguiendo la lógica económica, la organización actúa conforme a las reglas del contexto que le toco vivir, y que por supuesto, no van a partir de cero en la búsqueda de otro desarrollo distinto al del aparato estatal (Quintana 2005). Sin embargo, la organización ha procurado mantener una autonomía interna al crear aparatos técnicos propios16 que aseguren la concreción de sus demandas en proyectos específicos y la capacitación para apropiarse del proceso productivo en su conjunto.

Actualmente, la autonomía e independencia de la CIOAC es muy discutida porque en algunas representaciones municipales se ha diseminado la capacidad autonómica y en otras regiones se observa altamente fortificada. De manera general se pueden señalar los cambios de la CIOAC, en términos de una organización menos movilizada, flexible en términos políticos y con representantes revolucionarios -ya no por naturaleza- dotados de una subjetividad propia y de una reivindicación específica basada en intereses particulares.

La institucionalización de la CIOAC

La institucionalización17 es un concepto estudiado desde la perspectiva del Nuevo institucionalismo.18 Precisamente a partir del Nuevo Institucionalismo Sociológico se pueden comprender las formas institucionalizadas que adoptan las organizaciones en su estructura, es decir, conocer cuáles son los mecanismos o procedimientos que las organizaciones incorporan en su interior para alcanzar y mantener legitimidad social y gubernamental.

Dentro de esta perspectiva teórica, y en su fundamento más clásico se encuentran los planteamientos de DiMaggio y Powell al definir la institucionalización como un conjunto de prácticas homogéneas asociadas a ciertas expectativas que un colectivo desea obtener (De la Rosa 2002). Ciertamente, este tipo de institucionalización es obligatorio y necesario para las organizaciones, si desean tener legitimidad y una figura representativa en el acceso a los recursos.

Para Berger y Luckmann (2008), la institucionalización es un proceso de habituación o reproducción en un grupo, es decir, hábitos que se vuelven pronto una pauta a ejecutar en el futuro, de la misma manera y con el mismo esfuerzo.

No cabe duda de que la normatividad y los valores son un componente importante para el ambiente institucional de las organizaciones. Al respecto Campbell (2009: 8) señala que «las organizaciones buscan su legitimidad en sus ambientes para asegurar su supervivencia». Precisamente, los hábitos son acciones significativas para las organizaciones, y con el tiempo alcanzan el carácter institucional.

Desde una perspectiva macro contextual, Pérez y Valencia (2004: 91) argumentan que autores como Meyer y Rowan definen el institucionalismo como «organizaciones moldeadas por fuerzas institucionales y técnicas». Esto significa que factores externos a las organizaciones suelen influir en sus prácticas o en su estructura, de tal manera que las organizaciones asumen formas institucionalizadas y legitimadas por el Estado.

En el mismo sentido, Hall afirma que la institucionalización es un «efecto de presiones tanto externas como internas, que hacen que las organizaciones en un campo se parezcan unas a otras con el tiempo» (1996: 315).

Tomando en cuenta el análisis institucional para esta investigación, la institucionalización se asume como un proceso por el que una organización realiza un conjunto de prácticas, reflexivas o influidas por el ambiente institucional, las cuales se vuelven habituales en el campo de la acción y forman parte de la identidad del colectivo, producen confianza en el grupo y en la sociedad, por la personalidad jurídica que la rige, por la continuidad y proyección en el tiempo de sus acciones y resultados.

Las acciones institucionalizadas dentro de una organización le permiten a esta obtener el reconocimiento social y gubernamental que toda organización social anhela. La institucionalización es un proceso flexible que se puede ir determinando de acuerdo con el dinamismo y la cambiante realidad social que prevalece. Al respecto, organizaciones campesinas como la CIOAC plantean nuevas estrategias, desarrollan nuevas demandas y cambian los valores con los que surgieron y se suman a los procesos de cambio para permanecer vigentes como representantes populares frente al gobierno.

En el caso de la CIOAC, en sus inicios tenía como principal ideología la transformación de los campesinos en obreros agrícolas capaces de agenciar el movimiento revolucionario que conduciría al comunismo; luchaba por la sindicalización de los obreros agrícolas y su participación, al mismo tiempo, como solicitantes de tierra. Estas actividades formaron las prácticas formales de la CIOAC, fueron institucionalizándose poco a poco, incluso por estas acciones es reconocida la organización en la entidad chiapaneca. Sin embargo, ante los cambios sociales, económicos y políticos que fue enfrentando el país a finales de los años ochenta, las acciones institucionalizadas de la CIOAC se transformaron: la lucha por la tierra pasó a ser apropiación del ciclo productivo; la lucha autodefensiva y los proyectos propositivos se transformaron en espacios de negociación y gestión. Además prácticas como la toma de tierras, marchas, plantones, toma de presidencias, estrategias desarrolladas de la relación con las dependencias gubernamentales y los nexos con partidos de oposición (PRD) actualmente representan la base de la institucionalización de la CIOAC.

Este nuevo rostro de la institucionalización de la CIOAC también implicó un proceso político-social en el que la organización se dotó de expresión legal para su estructura organizativa y se legitimó ante sus representantes, al tiempo de adquirir una identidad singular y diferente a las demás. Cabe mencionar que el conjunto de reglas y prácticas identificadas por la CIOAC construyeron en cada región de Chiapas sus propias particularidades.

Los nuevos procesos de institucionalización de la CIOAC obedecieron a las políticas de ajuste estructural con que el gobierno mexicano intentó impulsar la agricultura nacional y una serie de reformas agrarias que ayudaran a repuntar la producción y el crecimiento de la agricultura y de los productores del sector rural. Para llevar a cabo esta encomienda se ensayó una política social integral en términos productivos,19 como un medio para llegar a la gente. La CIOAC optó por esta vía y comenzó a gestionar proyectos productivos en las dependencias gubernamentales. Estas canalizaban la mayor parte de las demandas de la organización, y eso significó perder autonomía e independencia en sus proyectos, a tal grado que las gestiones realizadas se supeditaron a las reglas y normas de las instituciones de gobierno que financiaban los proyectos productivos y sociales. Rodríguez (2009) señala que este tipo de relaciones corporativizadas da lugar a que las organizaciones campesinas solo trabajen en función de los proyectos que las instituciones financian, y por lo tanto su autonomía en la gestión queda completamente a merced del Estado.

La transición de la CIOAC también se vio reflejada en su participación en contiendas electorales para ocupar puestos de representación pública. La organización se vinculó con partidos de izquierda como el PRD. Ese hecho también propició que la política de la Central se viera apoyada por dicho partido político en el interés de obtener espacios de representación en el congreso o puestos en el gobierno, sobre todo a partir del gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía.

La CIOAC en el municipio de Acala

Acala está situado en la región de los Llanos, al margen del río Grijalva. Entre sus principales actividades económicas se encuentran la agricultura, la ganadería y la pesca.

Aunque la CIOAC se estableció en el 2002 en el municipio de Acala, Chiapas, anteriormente venía trabajando con los habitantes de este poblado desde el municipio de Venustiano Carranza. De ese modo, cuando la organización se estableció en Acala ya contaba con un buen número de afiliados. Para el 2010 sumaba en sus filas a 1,200 integrantes. Pero actualmente ese número se ha reducido en forma considerable, no obstante que abarca 10 comunidades (El Lagartero, El Rosarito, Luis Echeverría Álvarez, Unión Buenavista, Agua clara, Nuevo Vicente Guerrero, Frontera del Grijalva, 20 de Noviembre, Alfaro y Adolfo López Mateos) más la cabecera municipal.

La reducción de la militancia obedece particularmente a la insatisfacción de las demandas del gremio, debido a que los proyectos productivos solicitados no corresponden a las necesidades de los agremiados, y las gestiones están supeditadas a los programas asistenciales de gobierno. Un representado de la CIOAC señala lo siguiente:

Mucho, mucho, no me ha beneficiado los apoyos que he recibido porque sí lo necesitamos, pero no es suficiente para el campesino. Yo he recibido semillas, liquido, bombas nada más, pero como yo también me dedico a otras actividades como la apicultura, necesito también de otros recursos más fuertes para apoyar a mi familia. Como se ve, el líquido es muy caro, el maicito viene muy caro, para comprar una bomba cuesta mucho, entonces tenemos que recibir lo que nos venga. Sería bueno apoyos en dinero para poder trabajar, porque no sólo con decir aquí está tu líquido, tu semilla ya es suficiente, necesitamos otras cosas que comprar y con el dinero ya se pueden hacer otras actividades (entrevista a afiliado número nueve, Colonia Unión Buenavista, septiembre de 2011).

Los apoyos gestionados por la CIOAC en Acala son útiles pero no suficientes para alcanzar el desarrollo de la población y el municipio. Como los campesinos pobres son reconocidos por el gobierno como un problema social que requiere su intervención para desarrollarlos, el gobierno utilizó distintas dependencias gubernamentales y organizaciones como la CIOAC para enganchar a la gente y entablar relaciones clientelares. Es muy posible que en otras regiones la CIOAC tenga mayor éxito con los proyectos y estén dirigidos a la demanda solicitada; no obstante, en este caso de estudio los proyectos gestionados bajo la intervención de los organismos estatales están muy lejos de promover el desarrollo del campo y lo único que hacen es retardarlo.

La subordinación de la CIOAC ante las instituciones gubernamentales ha provocado que la mayoría de los afiliados de Acala se sientan inseguros en términos del cumplimiento del proyecto; pese a todo, algunos afiliados no piensan en retirarse de la organización, están conscientes de que no son los dirigentes locales quienes autorizan los proyectos y que son otras instancias las que deciden qué grupos califican y cuáles no para acreditarlos.

Pese a la buena voluntad de la CIOAC por canalizar la mayor parte de las demandas del gremio, la falta de un techo financiero sólido para facilitar proyectos productivos y sociales20 limita su propuesta de crear un desarrollo equitativo, incluyente y democrático. Esta restricción de la Central influye en los agremiados de Acala, porque se ven obligados a cooperar con cierta cantidad de dinero21 como parte de los trámites de gestión. Los proyectos sociales como el de vivienda requieren una aportación mayor. Al respecto un agremiado comenta: «Yo solicité el apoyo de una vivienda digna, y ya está pagado, según que iba a salir en cinco mil pesos de cooperación y ya lo di, porque dijeron que ya venía la vivienda» (entrevista a afiliado número dos, Acala, septiembre de 2011).

Una cantidad reducida de afiliados en Acala ha recibido los apoyos de los proyectos productivos gestionados por la CIOAC, mientras que el resto del gremio muestra cierta incertidumbre sobre los proyectos porque no saben si llegarán o no hasta sus manos. En muchas ocasiones los afiliados solicitan algún proyecto y nunca llega, porque los dirigentes locales argumentan que el proyecto no fue autorizado. Lo único que resta para los afiliados es volver a intentarlo cuantas veces puedan y sea posible.

La mayor parte de los afiliados depositan sus esperanzas en la CIOAC para resolver algunas de sus necesidades; pero, cuando pierden la confianza en los dirigentes terminan por salir de la organización.

Yo estuve afiliado cerca de 4 años y en una ocasión solicité el proyecto de borregos, pero cuando llegó el apoyo, vi que los borregos estaban en mal estado y me opuse a aceptarlos, lo mismo sucedió con la gente que yo representaba. Los dirigentes me dijeron que estaba bien, pero que firmáramos como de recibido y les dije que no podía hacer eso porque no nos íbamos a quedar con los borregos, los dirigentes se molestaron y la verdad a mí me gusta las cosas derechas y mejor me salí de la CIOAC (entrevista a afiliado número diez, Colonia Unión Buenavista, septiembre de 2011).

Como la CIOAC es gestora de apoyos ante las dependencias gubernamentales, se encuentra al margen de la toma de decisiones sobre qué proyectos productivos se ejecutarán, y por lo tanto, los dirigentes aparecen ante sus agremiados como mentirosos al no poder cumplir con las solicitudes realizadas. La mayor parte del gremio de Acala ha solicitado diversos proyectos sociales como el de construcción de vivienda, entre otros. A pesar de las gestiones realizadas en este tipo de proyectos, pocos han sido los beneficiados.

Los apoyos, por otro lado, son condicionados. Son para aquellos afiliados que participen en las movilizaciones, acudan a las reuniones y ante cualquier problema hagan frente de lucha al lado de sus dirigentes. Para ellos los apoyos llegan más fácilmente;22 de lo contrario no reciben nada. Estas prácticas de los representantes propician la desorganización de la Central, al no regirse por los principios que formalmente la describen como una organización que representa y defiende a la población más necesitada.

Yo he recibido apoyos de semilla (maíz), bomba y los recibía cada año, siempre que gestionaba los apoyos siempre salían, excepto el año pasado que la dirigente actual doña Antonia estaba inconforme conmigo porque no la apoyamos cuando tuvo una dificultad y como se dio cuenta de que no la apoyamos nos canceló el apoyo que habíamos pedido, que era de líquido y como ella dice, donde ella vaya tenemos que ir nosotros, y como no tuvimos tiempo por eso no la acompañamos (entrevista a afiliada número once, Acala, septiembre de 2011).

La actitud de la dirigencia local en Acala pone en serios problemas a la CIOAC porque, más que fortalecer el colectivo tiende a fragmentarlo, al condicionar el apoyo gremial; además de producir desconfianza en la dirigencia y organización en general. Si el objetivo de la CIOAC es conservar su legitimidad en Acala, la dirigencia local deberá cambiar su actitud y su comportamiento; de lo contrario, el gremio se disgregará y la permanencia de la organización en Acala se verá en peligro.

La relación de dependencia de la CIOAC respecto del Estado y de los partidos políticos puede restringir en cierta forma la autonomía de la organización, aunque la negociación con el Estado no significa necesariamente la pérdida de la autonomía. Mientras la organización cumpla con ciertas funciones de apoyo a sus bases sociales, sin que esto implique defender y subyugarse a los esquemas estatales, y tenga clara su relación con quienes detentan el poder, la CIOAC mantendrá la capacidad de crítica y de transformación social, así como su autodeterminación.

Pese a las críticas de la vulnerabilidad autonómica de la CIOAC, es interesante reconocer la capacidad de negociación de la organización con el gobierno, el poder de convocatoria de su base social en las distintas movilizaciones que realiza, y la fuerza política que mantiene aún en la entidad chiapaneca.

Conclusiones

Desde la reestructuración neoliberal en México, las organizaciones campesinas han perdido su capacidad de incidir en las políticas públicas y se sujetan a los programas determinados por el gobierno. Por ello, actualmente las organizaciones campesinas luchan por desligarse del campo corporativizado.

Identificar la autonomía de una organización campesina como la CIOAC es complejo, debido a las múltiples relaciones que mantiene con el Estado y los partidos políticos; no caer en la delgada línea de la cooptación y saber negociar -sin comprometer los ideales- implica para la organización un gran esfuerzo difícil de sostener.

Como los procesos organizacionales son muy complicados y en cada región la institucionalización varía, es espinoso definir hasta qué grado la CIOAC conserva su autonomía e independencia; sin embargo, a partir de lo observado considero que la CIOAC a nivel estatal mantiene una autonomía interna en cuanto a sus estrategias y prácticas de institucionalización, aunque su estructura económica y su capacidad de gestión productiva y social se han ido reduciendo en forma paulatina.

Históricamente, la CIOAC fue considerada como una organización que participó activamente en resistencia a los abusos del gobierno mexicano en los años setenta; con todo, se ha transformado en una organización cada vez más clientelar y hasta cierto punto corporativizada; se ha adaptado a las políticas del gobierno; sus acciones se han vuelto negociables, situación que ha puesto en duda su capacidad autonómica.

Actualmente la CIOAC promueve proyectos productivos bajo el esquema productivista del neoliberalismo. De alguna manera, la Central siempre estuvo consciente de estar obligada a imponerse estas adecuaciones, pero por otro lado fue absorbida y neutralizada por la misma política hegemónica y por las exigencias de su base social. La organización adoptó estrategias y prácticas, según las circunstancias que le tocó enfrentar, reproduciendo aquellas que mejor proyectaran sus objetivos e intereses.

Para el caso de la CIOAC en Acala, la actitud de la dirigencia local pone en serios problemas a la organización porque, por un lado, no fortalece al colectivo, sino lo fragmenta al condicionar los apoyos, y por otro, la deserción de afiliados constituye un desbalance - pérdida del control, de legitimidad y de democracia- y crisis de representación de la CIOAC en el municipio.

Los dirigentes de la CIOAC en Acala no han fomentado en los agremiados el sentimiento colectivo de la organización, ni han logrado transmitir reglas, normas, y obligaciones que el gremio debe cumplir. Tener este conocimiento posibilita el apego del gremio a la normativa de la CIOAC y de ese modo fortalecer la organización.

Una situación que no debe perderse es el hecho de que el trato preferencial hacia algunos agremiados estorba la integración del colectivo, y la dirigencia local pierde el control de liderazgo; además, si los proyectos necesitados por los agremiados no se gestionan, significa dejar de lado las necesidades y decisiones del gremio. Este es un problema que debe ser atendido por la CIOAC estatal, si se desea recuperar la confianza, la seguridad y la legitimidad de la organización en Acala.

La dirigencia local de Acala atraviesa por un proceso inestable en la base social, no se han logrado consolidar los valores y las prácticas propios de la CIOAC. De hecho, los afiliados consideran a la Central como el medio necesario para solicitar apoyos, pero no se sienten parte de la organización; de ahí que no la perciban como una organización campesina, con una historia de lucha por la tierra en la entidad chiapaneca.

Todo esto confluye en un gran desafío para la CIOAC estatal porque debe desarrollar las capacidades de sus dirigentes para insertarse en un proyecto alternativo de economía social como promovedores de la democracia, propagandistas de la inclusión de toda persona necesitada, y a su vez comportarse como actores importantes en el desarrollo, sin el afán de protagonismo que implique deseos de superioridad respecto de los representados.

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Entrevistas

Afiliada número dos, CIOAC, Acala, septiembre de 2011. [ Links ]

Afiliada número ocho, CIOAC, Colonia Frontera del Grijalva, septiembre de 2011. [ Links ]

Afiliado número diez, CIOAC, Colonia Unión Buenavista, septiembre de 2011. [ Links ]

Afiliada número once, CIOAC, Acala, septiembre de 2011. [ Links ]

De Paz Bautista, Pedro A., Secretario de Planeación y Desarrollo Rural de la CIOAC, Tuxtla Gutiérrez, febrero de 2011. [ Links ]

1Este artículo es un resultado de la investigación: La Institucionalización de la CIOAC en Chiapas. De la lucha por la tierra a la gestión productiva en el desarrollo rural del municipio de Acala, realizado en el periodo 2009-2011, cuyo principal resultado fue la tesis de maestría en Ciencias en Desarrollo Rural Regional, Universidad Autónoma Chapingo, presentada en 2011.

2La CIOAC es fruto de la escisión de la Central Campesina Independiente (CCI), constituida en 1963.

3La asamblea se reunía cada tres años.

4 Harvey (2000), Paniagua (1983) entre otros autores, consideran como factor detonante de la movilización campesina en Chiapas, a mediados de los setenta, el Congreso Indígena celebrado en 1974 en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. El Congreso no solo fue un instrumento que recogió el sufrimiento y descontento de los indígenas tsotsiles, choles, tseltales y tojolabales de las distintas regiones, sino también fue la plataforma que sirvió de semillero para dar sustento y vida al movimiento campesino de aquellas épocas.

5Los productos agrícolas fueron desplazados por la ganadería.

6Las tres presas hidroeléctricas son Peñitas, Mal paso y La Angostura, y como estos complejos abarcaron tierras productivas, los campesinos quedaron desempleados.

7Estos personajes formaron líderes locales, que comenzaron a luchar por sus derechos y a organizarse de manera informal.

8Se entiende por concertación la comunicación horizontal y articulada de las organizaciones campesinas y el gobierno, tomando en cuenta la toma de decisiones de los primeros en la agenda pública, específicamente en el campo productivo.

9Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas.

10Unión General Obrera, Campesina y Popular A.C.

11La organizaciones señalados junto con otras fueron aglutinadas en el Congreso Agrario Permanente impulsado por el gobierno salinista.

12Esta seguridad sería garantizada a través del programa de PROCEDE, ya que los ejidatarios debían tomar la decisión de entrar en dicho programa.

13La CIOAC fue una de las organizaciones que se integraron al CEOIC, esto le permitió acercarse a otras organizaciones campesinas que comenzaban a gestionar proyectos, experiencia que le ayudó a desarrollar posteriormente sus propios proyectos productivos de gran alcance social.

14Este fideicomiso es un contrato o convenio que pactan el gobierno y las organizaciones campesinas para que estas tuvieran un pedazo de tierra.

15El autogobierno se refiere a aquellas entidades que sin dejar de formar parte del estado al que pertenecen desarrollan una gran cantidad de funciones bajo el mando de sujetos determinados, a través de elecciones, por la misma comunidad o por la asociación de los administrados y que, en el ejercicio de sus funciones, se caracterizan por contar con una gran independencia respecto del aparato estatal.

16La CIOAC se fortaleció con un cuerpo técnico encargado de formular los proyectos de las distintas demandas de la base social y estableció el BANCIOAC para dar créditos a los agremiados de la organización, siendo esta una estrategia económica que le permitirá a la CIOAC en un futuro muy cercano fincar más confianza en los agremiados.

17El término institucionalización es amplio y su versión depende del análisis institucional a que se refiera: el institucionalismo racional, el institucionalismo organizacional y el institucionalismo histórico.

18Esta perspectiva teórica aborda todo problema relevante de la sociedad moderna contemporánea, y entre sus principales sustentadores se encuentran Meyer y Rowan, DiMaggio y Powell, Tolbert y Zucker , entre otros.

19La acción principal fue inyectar enormes recursos económicos a través de las distintas dependencias gubernamentales.

20El apoyo para la construcción de viviendas es difícil de obtener porque la inversión es muy elevada y por ello no se puede dar cada año, ni tampoco a todos los que lo soliciten. Para poderlo otorgar se necesita la cooperación económica del grupo solicitante para realizar los trámites ante Sedesol, esta dependencia solicita 10 mil pesos al grupo para que puedan ejecutar el proyecto. Por ello, en Acala solo se han construido 7 casas, vía gestión de la CIOAC, con un monto de 99 mil pesos; actualmente el monto ha disminuido, ahora es de 53 mil pesos por cada casa.

21La cooperación suele ser de cien pesos o más, depende de la gestión que se realice.

22Los afiliados que tramitan un proyecto tienen la posibilidad de recibir el apoyo que hayan solicitado; si no lo hacen no existe ninguna posibilidad de obtener algo. Por lo regular, los grupos se forman de 7 a 20 integrantes por proyecto.

Recibido: 03 de Diciembre de 2012; Aprobado: 03 de Agosto de 2013

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