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Revista pueblos y fronteras digital

versión On-line ISSN 1870-4115

Rev. pueblos front. digit. vol.8 no.15 San Cristóbal de Las Casas ene./jun. 2013

https://doi.org/10.22201/cimsur.18704115e.2013.15.91 

Artículos

Feminización y urbanización de la migración haitiana en República Dominicana: una aproximación hacia su caracterización

Feminization and urbanization of haitian female migrants in the Dominican Republic: approaching their characterization

Véronique Landry1 

1Universidad de Chile, veroniquelandry26@gmail.com


RESUMEN:

Inicialmente la migrante haitiana en República Dominicana era caracterizada por ser la «acompañante» del hombre dentro de los Bateyes. La urbanización de la migración le permitió introducirse en una nueva corriente compleja y heterogénea como nueva sujeta migratoria. Este artículo tiene como objetivo contextualizar las trasformaciones dentro del nuevo sistema migratorio haitiano junto con identificar a la mujer haitiana como protagonista migrante en las zonas urbanas de la República Dominicana.

Palabras clave: migración urbana haitiana; género; República Dominicana

ABSTRACT:

Female migrants from Haiti to the Dominican Republic were initially characterized as the men’s «companions» in the rural sugar cane compounds. The urbanization of migration allowed women to join a new complex and heterogeneous stream as migrants. The aim of this article is to contextualize transformations taking place within the new migratory system in Haiti as well as to identify Haitian women as migration protagonists in the urban areas of the Dominican Republic.

Key words: urban migration in Haiti; gender; Dominican Republic

INTRODUCCIÓN

Haití cuenta con las características de un país que ha mantenido un permanente oleaje migratorio. Entre estas se destacan la inseguridad política, una situación económica precaria a la cual se añaden los desastres naturales. Debido a su cercanía, el país vecino de República Dominicana ha absorbido una gran porción de este flujo migratorio, entre otras razones como consecuencia de su «porosa frontera» y por la búsqueda de mejores oportunidades de trabajo. La necesidad de mano de obra bracera1 en las plantaciones azucareras dominicanas ha producido un persistente movimiento migratorio que se ha compuesto visiblemente por hombres haitianos que desde la década de los años 20 migran hacia la isla Quisqueya. Si bien estos hombres representaban la fuerza de trabajo foránea, las mujeres haitianas que iban en esta corriente migratoria se las reducía a sujetos asociados. Por esta razón, no eran materia de análisis de los estudios migratorios. En consecuencia, estas mujeres fueron silenciadas como sujetos de la migración.

La abrupta caída del precio del azúcar durante los años 80 impulsó una nueva tendencia migratoria de haitianos hacia República Dominicana. Este proceso se caracterizó por una diversificación y una inserción notable de la fuerza de trabajo haitiana en las grandes ciudades dominicanas, en nuevos sectores de actividades económicas tales como la construcción, el turismo, la hostelería, la restauración, así como la economía informal. Esta «nueva inmigración haitiana», teorizada por Silié, Segura y Dore Cabral (2002), puso en evidencia la presencia de haitianos en la parte Este de la isla.

Con una mayor oferta de empleos de baja calificación dentro de un emergente contexto urbano, y a partir de los cambios económicos internacionales, se producen las oportunidades para observar un fenómeno más complejo: la feminización de la migración haitiana. Si inicialmente la migrante femenina era invisible dentro de los Bateyes al asociarse sólo con el sujeto acompañante masculino, los cambios como consecuencia de la urbanización de la migración introducen a la haitiana dentro de esta corriente compleja y heterogénea, incorporándola entonces como nueva sujeta de la migración.2 La diversificación laboral le permitió migrar de forma más independiente, en búsqueda de nuevas oportunidades laborales.

La feminización de la migración dentro de un contexto cada vez más globalizado ha evidenciado dos componentes explicativos de este fenómeno: el aumento cuantitativo de la migración haitiana y el carácter autónomo e individual que toma la mujer al momento de marcharse hacia el país vecino. Además, el espacio laboral de la mujer haitiana en República Dominicana se ha centrado en una esfera diferente a la de los hombres, sea mayoritariamente en el comercio informal.

Si bien se han evidenciado estas trasformaciones generales dentro del sistema migratorio haitiano en República Dominicana, escasas son las investigaciones dedicadas específicamente al análisis de estos cambios desde la perspectiva femenina y urbana. Para esto, consideramos esencial profundizar el estudio de esta nueva dinámica migratoria proporcionando el análisis de las siguientes preguntas: ¿Cómo se describe el nuevo fenómeno migratorio haitiano en República Dominicana? ¿Cuáles características identifican a las mujeres migrantes haitianas en las zonas urbanas? ¿Cómo se distancian analíticamente de las sujetas insertadas en los movimientos migratorios anteriores?

La migración femenina: una primera aproximación

Al analizar los movimientos migratorios regionales en América Latina, se puede afirmar que las mujeres representan en la actualidad casi la mitad de la población migrante, llegando a 50.5% en 2000, un aumento de 5.8% comparado con 1960, 44.7% (Martínez Pizarro 2003: 20)3. Si bien, las estadísticas manifiestan un movimiento bastante proporcional, considerando el ratio hombre/mujer y esto en el trascurso del tiempo, la perspectiva de género se incorporó de forma tardía en los análisis migratorios. La mujer era excluida dentro de estos estudios debido a que el modelo representativo del sujeto migrante era de tipo económico focalizado en el sexo masculino, lo cual le daba a la mujer migrante un rol de simple acompañante, siguiendo un patrón «asociativo» a un fin de reunificación familiar.

Esto se asentaba en las dicotomías tradicionales de producción/reproducción y masculino/femenino. Como el migrante masculino desempeñaba lo laboral y lo económico, entonces «lo productivo», el análisis se centraba en este sujeto. Las migrantes femeninas se encontraban así invisibilizadas y silenciadas por su condición femenina y simbolizaban lo «no-productivo económicamente»4. En contraposición a este argumento teórico, se inició durante la década de los 80 en Norteamérica y Europa un debate conceptual que subraya y manifiesta la postura androcéntrica de esta matriz analítica. De estas discusiones surgieron nuevas perspectivas iniciando así paulatinamente otro marco conceptual dentro de la teoría migratoria internacional que admite el estudio de género desmitificando a la mujer de su rol asociativo.

Una de las perspectivas que se construye confrontando la tendencia androcéntrica en el análisis migratorio es lo diferencial del sexo (Jiménez 1998). Esta teoría manifiesta romper con las diferencias de roles tradicionales entre lo masculino/femenino y productivo/reproductivo para permitir a las mujeres una nueva visibilidad dentro del entramado migratorio. Para esto, argumenta que sea necesario desarrollar una nueva perspectiva analítica relacionando el género y la migración.

La progresiva incorporación de la sujeta migrante en los debates teóricos acentuó la toma de conciencia frente a la feminización de la migración, un fenómeno no tan reciente que subraya tanto lo cuantificable como lo participativo de la migración femenina. Tal como ha evidenciado Pizarro, las sujetas migrantes en América Latina ya constituyen más de la mitad de las migraciones y presentan un modelo de migración cada vez más independiente en búsqueda de oferta laboral. Según Saskia Sassen (2003a: 1), esto podría ser motivado principalmente por las dinámicas de cambio estructural en la economía globalizada que le permitió a las mujeres integrarse en nuevos mecanismos de ofertas laborales de baja calificación creando así un proceso de desvalorización y desigualdad de la mujer (2003b: 119)5.

Migración haitiana: primeras oleadas a República Dominicana

El cultivo de azúcar en la República Dominicana ha sido un componente fundamental de su economía durante varios siglos.6 Desde un inicio fue realizado principalmente por migrantes haitianos reclutados de forma temporal7 (Silié 2003: 1). La gran mayoría de los haitianos contratados eran hombres jornaleros de origen rural. Trabajaban en los diferentes terrenos de explotación azucarera estatal y privado llamados ingenios, y junto a los miembros de su familia que les acompañaban; vivían en los Bateyes, pueblos de obreros azucareros. Como se situaban en zonas agrícolas bastante remotas, se encontraban considerablemente alejados de los sectores urbanos (Wooding y Moseley-Williams 2004: 42). Esta distancia significaba además pocos contactos con la población dominicana. Las condiciones de vida dentro de tales localidades eran de las peores del país (ibídem).

Primeras aproximaciones de la migrante haitiana a los bateyes, República Dominicana

Las mujeres haitianas siempre han estado presentes en el movimiento migratorio hacia República Dominicana. Ellas solían llegar como acompañantes a la fuerza de trabajo masculina dirigidas hacia los Bateyes y «llegaban más bien para complementar a los hombres en las actividades domésticas y sobre todo en las culinarias que les permitía asegurar su alimentación» (FLACSO/OIM 2004: 12). Con el tiempo estas mujeres empezaron a trabajar en los pueblos vecinos en el comercio informal y en el servicio doméstico (Wooding y Moseley-Williams 2004: 43).

Una de las primeras investigaciones que contiene cierta observación de la migración haitiana desde de la perspectiva femenina8 analiza socioeconómicamente los Bateyes del Consejo Estatal del Azúcar (Moya Pons 1986). Esta subraya por primera vez las condiciones en las cuales viven las mujeres haitianas en el sector azucarero de República Dominicana. Se pretende que «en los Bateyes también residen mujeres que tienden a ser las más pobres de los pobres. Las características generales de la mujer en las plantaciones de CEA son la desocupación, la dependencia económica, el ser vistas con menos aprecio que el hombre, el ser consideradas como simples reproductoras sexuales de mano de obra y reproductora de mano de obra a través de [los] quehaceres domésticos» (p. 93). Añade además que «hay muy pocas posibilidades económicas para la población femenina dentro de la sociedad cañera dominicana, pues allí no se le ofrece trabajo» (p. 94).

La «nueva inmigración haitiana»

Los diferentes movimientos migratorios en la República Dominicana sufrieron trasformaciones significativas a finales de los años 80, eso fue generado por diferentes factores económicos y sociales. Durante este periodo un cambio de modelo económico fue introducido a raíz del colapso de la industria azucarera.9 Pasó de una economía agroexportadora hacia otra de servicios abierta hacia el exterior (Silié 2003: 5, FLACSO/OIM 2004: 12). Este cambio sustancial no solo redujo la necesidad de mano de obra bracera haitiana en los Bateyes a causa de la disminución de la producción y exportación de azúcar, sino también forzó a estos mismos trabajadores y a los nuevos migrantes haitianos a encontrar nuevas fuentes laborales. Junto a este cambio económico, se observa durante este periodo una fuerte migración dominicana dirigida principalmente hacia Estados Unidos y Europa. Esta movilidad acrecentó la necesidad de mano de obra extranjera para diferentes labores en varias regiones del país.

Estas alteraciones ampliaron los espectros de oportunidades laborales para los haitianos ya que la proximidad geográfica y el usual carácter irregular de la migración bracera les incorporaban dentro de una nueva dinámica migratoria en República Dominicana. A raíz de estos cambios, los investigadores dominicanos Silié, Segura y Dore Cabral (2002) desarrollaron el concepto: «Nueva migración haitiana», un enunciado que forja una novedosa perspectiva migratoria. Este concepto concibe que la tipología de los migrantes haitianos se ha transformado y diversificado (FLACSO/OIM 2004: 12).

Gracias a esta investigación, se evidenció primero la urbanización de la migración haitiana; misma que pasa de una migración dirigida principalmente hacia las zonas agrícolas y los Bateyes hacia configurar un movimiento mayormente centralizado en los focos urbanos dominicanos (FLACSO/OIM 2004: 13). Dicha urbanización se justifica por la diversificación de las oportunidades ofrecidas a raíz de la oferta/demanda de mano de obra poco calificada en nuevos sectores económicos de servicio, tales como: la construcción, el comercio ambulante y el turismo (FLACSO/OIM 2004: 13). Estos cambios imponen también diferencias en las formas de contratación de los haitianos en sus nuevos puestos de trabajos en República Dominicana además de diversificar el origen de los migrantes junto con individualizar los sistemas de contratación.

Esto influencia otro aspecto trascendental muy pertinente a la nueva tendencia migratoria, es decir, el contacto de los haitianos con la sociedad dominicana. Si bien antes los migrantes se encontraban confinados y aislados en Bateyes ahora el intercambio con los dominicanos es eminente y frecuente produciendo nuevas dinámicas sociales.

La feminización de la migración haitiana en república dominicana

A más de la urbanización, otro aspecto importante de esta nueva dinámica migratoria observada por dichos investigadores corresponde a la feminización de la migración. Tal como en muchas partes de América Latina, el fenómeno representa uno de los cambios más significativos en la tipología migratoria haitiana. Habría un aumento numérico de mujeres haitianas en movimiento hacia el país vecino, conjuntamente a un perfil participativo de éstas como sujetas migrantes independientes, individuales, en búsqueda de oportunidades laborales.

En la isla, este aspecto se explica en parte por la urbanización de la migración. Además, por la posibilidad de desasociarse del perfil de acompañante que les confinaba a las mujeres a cumplir anteriormente un papel de sujeto invisible en los Bateyes. Lo que le permitió impulsarse como nueva sujeta migratoria independiente con una determinada visibilidad en el mercado laboral. Por tanto, la dicotomía producción/reproducción y masculino/femenino se quiebra en cierta medida, y con ello la sujeta haitiana se inserta como agente productora, desempeñando labores económicas en República Dominicana, soliendo trabajar en ámbitos diferentes a los masculinos particularmente en el comercio ambulante (FLACSO/OIM 2004: 16).

Son pocas las investigaciones que enfocan la migración haitiana en la República Dominicana desde la perspectiva de género, aunque la feminización de la migración constituye una nueva realidad migratoria comprobada por Silié, Segura y Dore Cabral en este país. No obstante a esta limitación, los esfuerzos de diferentes entidades científicas y sociales empiezan a abordar analíticamente a esta sujeta migrante desde un enfoque urbano.

A raíz de las evidencias teóricas de este nuevo fenómeno migratorio, se elaboró la primera Encuesta sobre inmigrantes haitianos en la República Dominicana (2004) en colaboración con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Facultad Latinoamericana de Ciencia Sociales (FLACSO). El documento permite cuantificar por primera vez la urbanización de la migración y la migrante femenina. Este esfuerzo de identificación admite un primer cruce de datos desde una perspectiva de género, accediendo así a una información relevante sobre la migración haitiana en República Dominicana.

Los principales resultados de la investigación concluyen que estas sujetas representan 22.4% de la totalidad de los migrantes haitianos en República Dominicana. Están, en su mayoría, en edad reproductiva y productiva,10 tienen entre uno y seis hijos que viven tanto en Haití como en República Dominicana.11 Más de la mitad de estas mujeres viven en el país desde más de cinco años por razones económicas, por falta de empleo, bajos ingresos o dificultades financieras (p. 75). A nivel general, las migrantes activas económicamente trabajan por su propia cuenta como comerciantes (p. 81).12

Si bien los datos recopilados no permiten distinguir o analizar las diferencias taxonómicas que se generan entre las migraciones rurales y urbanas desde la perspectiva de género, se valora los aportes al estudio debido a que esta investigación presenta una primera descripción sociodemográfica relevante desde la perspectiva de género. La iniciativa de la FLACSO/OIM, no obstante, motivó a las organizaciones dominicanas y haitianas a romper el vacío analítico e iniciar una labor de identificación y así construir una mirada más amplia del fenómeno migratorio femenino haitiano urbano.

Características de las mujeres migrantes haitianas en zonas urbanas

Se cree pertinente elaborar una aproximación hacia la caracterización de la mujer migrante haitiana en situación urbana. Esto puede reflejar, tal como se evidenció anteriormente, una diferente trayectoria migratoria que admite no solamente una novedosa percepción de la migrante haitiana sino además una nueva perspectiva de género y migración en República Dominicana.

Una de las primeras características importantes que acentuar al momento del análisis corresponde a su carácter juvenil. La gran mayoría de ellas se encuentran en edad productiva y reproductiva y son menores de 44 años (MUDHA 2005: 61). Además, su migración es sumamente reciente, ya que una gran parte de las migrantes viven por primera vez en el país vecino y la mayoría de ellas residen en el país hace entre 1 y 5 años (MUDHA 2005: 63).

Su procedencia o último lugar de residencia en Haití tiende a ser urbana y suele ser principalmente de Puerto Príncipe, la capital (Scudu 2009: 30). Los mercados laborales en los cuales las migrantes se insertan representan también un cambio significativo en la dinámica migratoria. Como la mayoría de las sujetas llegan desde las zonas urbanas haitianas, tienden a incorporarse en actividades de comercio informal.13 Esto debido a que se han desempeñado en dicho ámbito laboral en su país de origen. Implica entonces una incorporación segmentada por la dicotomía hombre/mujer dentro del mercado laboral (OBMICA 2011: 107).

Las principales razones que animaron a las mujeres haitianas a participar del movimiento migratorio hacia zonas urbanas dominicanas se explican por motivos económicos.14 Es decir, el desempleo, la pobreza y la búsqueda de nuevas oportunidades están en la base del proyecto migratorio (Scudu 2009: 27). Es significativo, conjuntamente, subrayar la inestabilidad socioeconómica y política como factor de escape de las mujeres haitianas hacia República Dominicana (MUDHA 2005: 75). Ahora bien, no se debe olvidar la importancia de las motivaciones personales, sea el deseo de independencia o bien un cierto grado de empoderamiento representativo de la feminización de la migración (Scudu 2009: 20).

El patrón migratorio constituye también un aspecto innovador que resalta la nueva corriente migratoria haitiana urbana femenina. Pues, un número considerable de mujeres llegan a República Dominicana de forma independiente e individual, es decir, sin ser acompañadas por un hombre. Esta realidad migratoria evidencia una de las principales características de la feminización de la migración: la emancipación de la mujer en el patrón migratorio.15 Además, una segmento de ellas declara ser soltera al momento de llegar a República Dominicana, sin embargo, la casi totalidad de las mujeres haitianas se caracterizan por ser madres.16 La mayoría de los niños no viven con el padre, sea dominicano o haitiano, lo que evidencia el carácter monoparental en el cuidado otorgado por estas mujeres a sus hijos.

El fuerte predominio de la jefatura femenina representa también un aspecto importante que señalar (Scudu 2009: 26). No obstante, no todas las mujeres migrantes llegan a República Dominicana acompañadas de sus hijos; casi la mitad de las migrantes en zonas urbanas dejan a sus hijos en Haití al cuidado de algún miembro de la familia -tía, abuela, etc.- (Scudu 2009: 25).17 Este fenómeno permite evidenciar la trasnacionalización de las migraciones18 y los vehículos familiares que mantienen estas mujeres migrantes con su país de origen (OBMICA 2011: 108). Según MUDHA (2005: 69), la casi totalidad de las migrantes haitianas mantienen un tipo de relación familiar con Haití.

Otro aspecto particular de esta nueva corriente migratoria se refleja en la escolaridad de las mujeres. Se identifican por tener un nivel educativo más elevado que el promedio de los migrantes haitianos en República Dominicana. Si bien 80% de los sujetos migrantes afirma estar alfabetizado, 2% de estas mujeres alcanzaron el nivel universitario. Es decir, llegan escolarizadas a las zonas urbanas, en su mayoría (MUDHA 2005: 62).

Se puede identificar entonces a la sujeta migrante en zonas urbanas como una mujer joven en edad productiva y reproductiva, proveniente mayormente de las ciudades de Haití y con un cierto nivel de escolarización. Además, cuenta con una historia migratoria reciente, autónoma, motivada por razones económicas y desempeñándose mayoritariamente en el comercio informal. Esta migrante se define también por su perfil maternal y su jefatura de hogar.

Migrantes haitianas urbanas y rurales: la comparación

Para alcanzar una interpretación analítica que proporciona una descripción exhaustiva de la migrante haitiana en República Dominicana, se cree oportuno realizar una comparación con las sujetas en contextos rurales -sectores agrícolas y azucareros-19. Así se podrán observar las diferencias y las trasformaciones que caracterizan a la migrante en situaciones urbanas junto con demostrar el establecimiento de una nueva corriente migratoria femenina en República Dominicana.

Una de las particularidades evidenciadas anteriormente relaciona a la migrante haitiana en zonas urbanas con su juventud; es decir, suele incorporarse al proceso migratorio a más temprana edad y en etapa reproductiva. Al comparar las estadísticas entregadas por la organización MUDHA (2005), se justifica este enunciado con la información siguiente: 90% de las migrantes haitianas en zonas urbanas se ubica en la franja de edad 15-44 años20 (p. 61). ONE RESPE21 también observa las mismas características, enfatizando que la edad promedio de la primera llegada de las migrantes haitianas a República Dominicana es de 24 años (2007: 6)22.

En contraparte, las sujetas mujeres en los Bateyes entre 15 y 34 años23 representan 68% de las migrantes.24 En las zonas agrícolas 74% de ellas se encuentra entre 15 y 44 años, 26% tiene 45 y más. Estas estadísticas las sitúan en la categoría de las migrantes con más edad.

Se ha subrayado anteriormente que las nuevas sujetas suelen llegar de las zonas urbanas de Haití, principalmente de Puerto Príncipe.25 Esto sería otro punto diferencial de las demás migrantes haitianas residiendo en zonas rurales dominicanas, ya que suelen ser de regiones específicas de Haití que no se caracterizan por ser urbanas, tales como Fort-Liberté, Ouanaminthe y Hinche (MUDHA 2005: 35).26

Una de las razones que explica la llegada de mujeres migrantes más jóvenes a las regiones urbanas de la República Dominicana estaría relacionada con la falta de oportunidad laboral, debido a la gran precariedad para estas sujetas y ante todo el bienestar de sus hijos, puesto que muchas de ellas son madres solteras, hasta 21% (Scudu 2009: 32). Es decir, las motivaciones son principalmente económicas y no de acompañamiento del hombre o reunificación familiar. Esto subraya el carácter de jefatura femenina de las migrantes en zonas urbanas. Entre 18% y 25% de las sujetas migrantes son solteras en República Dominicana;27 así les lleva a sostener económicamente el núcleo familiar, además de mandar remesas (ibídem, p. 24). Si bien el porcentaje de mujeres solteras es un poco más alto en los Bateyes, 32%; de ellas 12% es casada, 42% unida y 14% pretende tener un amigo (MUDHA 2005: 35). Sin embargo, la situación es totalmente opuesta en las zonas agrícolas, ya que 89% está unida, 6% casada, 8% soltera y 2% comparte con un amigo (MUDHA 2005: 51).

Lo anterior motiva a las mujeres a migrar al país vecino debido a que existiría una mejor oferta laboral para ellas en el país. «Los factores económicos-estructurales juegan un papel determinante en el impulsar el movimiento migratorio de las mujeres haitianas, sin embargo hay que subrayar que éstos interactúan con motivaciones de carácter personal» (Scudu 2009: 28). Esta última información es precisamente lo novedoso que conlleva la nueva migración femenina de carácter urbano en República Dominicana: el perfil participativo, emancipador e independiente.

Scudu (2009) ha observado que más de 20% de las mujeres migrantes en las zonas urbanas que emprendían esta migración era por decisión propia motivada por razones económicas. Además, en Santo Domingo se encuentra la mayor presencia de mujeres haitianas autónomas e independientes (p. 32). Al contrario, para las mujeres migrantes haitianas insertadas en las zonas rurales -agrícolas- y en los Bateyes, se ha observado la tendencia generalizada hacia la reunificación familiar. Esto demuestra una propensión de las nuevas generaciones compuestas por familiares de braceros a migrar hacia las mismas regiones que sus parientes. Las ciudades de origen de estas mujeres también evidencian esta trayectoria, ya que suelen llegar todas de las mismas regiones haitianas.

Este aspecto resulta muy significativo al momento de determinar los diferentes tipos de ámbitos económicos, dentro de los cuales se incorporarán las haitianas al momento de llegar a República Dominicana. Las migrantes provenientes de la capital haitiana, donde la dinámica económica se caracteriza por su fuerte comercio informal, tienden a incorporarse laboralmente en un ámbito similar. Al contrario, las mujeres haitianas de zonas agrícolas se dirigirán por zonas cuyas necesidades representan mayor sus posibilidades de empleo.

Las migrantes haitianas en zonas urbanas se desempeñan mayoritariamente como comerciantes informales. Esta labor comprende la venta ropa, productos de belleza, aseo, productos agrícolas (MUDHA 2005: 65, Scudu 2009: 42). Suele ser justificada por «la independencia y flexibilidad que les permite conservar y, en segundo lugar, por los ingresos económicos que son en muchos casos más elevados que los ofrecidos por el servicio doméstico, zonas francas y fincas agrícolas» (Scudu 2009: 38). Ahora bien, es interesante destacar además que la venta callejera para estas migrantes haitianas no suele representar una labor transitoria sino más bien una actividad fija y estable (íbídem, p. 37).

En las zonas agrícolas, 58% de las mujeres trabaja como jornalera agrícola; 10% como vendedora ambulante; 12% chiripea, lo que significa que trabaja encasa de familia, y 20% no indica ninguna actividad económica. En las zonas de los Bateyes, las mujeres se caracterizan por su oficio doméstico o asalariado en 48% y son vendedora ambulante o fija en 32% (MUDHA 2005: 42 y 57).

Las sujetas migrantes en las zonas urbanas que residen en el país entre uno y cinco años representan 70%, y 42% del total de la muestra vivía en el país por primera vez, según MUDHA (2005: 63) 28. Las estadísticas de ONE RESPE son bastantes similares, puesto que evidencian 3.8 años el tiempo de residencia de las migrantes en la zona urbana de Gurabo.29

En contraparte, se hace notar que solamente 12% de las migrantes haitianas en las zonas agrícolas residía por primera vez en este país, y que 62% de ellas lleva viviendo más de cinco años (MUDHA 2005: 53-54)30. En las zonas de los Bateyes se manifiesta que 56% de las mujeres es su primera vez en el país,31 con 44% viviendo desde más de cinco años; 16% tiene menos de un año en el país, con 40% entre 1 y 5 años, en República Dominicana (MUDHA 2005: 38).

Se ha subrayado anteriormente el nivel educativo de las sujetas haitianas al migrar a República Dominicana, haciendo hincapié en que ellas llegan a las zonas urbanas escolarizadas: la mayoría, 80%, sabe leer y escribir.32 No obstante, un porcentaje mínimo pero significativo de las migrantes, 2% de ellas, alcanzó conseguir un diploma universitario (MUDHA 2005: 62). ONE RESPE añade a estas estadísticas que 22% de las migrantes haitianas entrevistadas alcanzó una escolarización de 10 años y más (2007: 11). Santo Domingo sería la ciudad con el menor porcentaje de migrantes haitianas analfabetas (Scudu 2009: 27). Estas afirmaciones son bastante demostrativas al momento de compararlas con la escolaridad de las mujeres en las zonas rurales.

Según la encuesta de FLACSO/OIM (2004), el porcentaje de mujeres que no sabe leer y escribir es 52.6%, y las que no asistieron a la escuela, 51.2% (p. 112).33 De las que sí asistieron a la escuela, 43.1% es de entre 1 y 6 años (p. 113). Si bien esta encuesta no permite captar las estadísticas específicas para las mujeres haitianas insertadas en una migración urbana o rural, esta información da un panorama global de la tendencia escolar de las migrantes en República Dominicana.

Según Jasen y Millán (1991), 48.3% de las mujeres insertadas en los Bateyes no sabía leer o escribir. Para las que sí fueron a la escuela, 47.4% de la muestra solamente cursó la primaria. Es preciso recordar que esta pionera investigación se elaboró en 1991 (p. 49). MUDHA logra demostrar, sin embargo, que la situación ha mejorado en los Bateyes, puesto que 38% de las mujeres lee y escribe (2005: 36). En las zonas agrícolas, el porcentaje de las mujeres alfabetizadas es de solamente 20% (p. 52).

Efectuar esta comparación no solamente permite observar y acrecentar las características propias a la sujeta migrante en zonas urbanas sino alejarla del movimiento migratorio anterior a la nueva migración haitiana. Conjuntamente, evidencia la necesidad de enfocar de forma exhaustiva la perspectiva de género en la migración urbana en el país para una interpretación analítica más representativa de la sujeta migratoria en situación urbana.

OBSERVACIONES Y CONCLUSIONES

Se estimó valioso, para este artículo, profundizar el estudio de la nueva dinámica migratoria haitiana en República Dominicana, teniendo en cuenta el análisis descriptivo del fenómeno migratorio desde una perspectiva de género. Se tenía como meta principal evidenciar la participación de las sujetas haitianas en la región urbana del país, apuntando hacia la libertad y autonomía del movimiento migratorio, es decir, la trasformación desde una migrante invisible por ser caracterizada como simple acompañante del hombre en los Bateyes hacia una sujeta migratoria que desempeña labores económicas de forma independiente en las zonas urbanas de República Dominicana. Para ello, se examinaron las diferentes características que representan el perfil de estas mujeres haitianas en las zonas urbanas, distanciándolas analíticamente de las sujetas insertadas en los movimientos migratorios anteriores.

Los resultados de este ejercicio comparativo permitieron manifestar el advenimiento de una nueva tendencia migratoria femenina que se distancia por sus particularidades socioeconómicas. Este movimiento migratorio se desmarca significativamente por ser reciente, joven, urbano y autónomo. En este sentido, el nivel escolar y el tipo de inserción laboral establecen características significativas respeto del nuevo flujo migratorio femenino.

El argumento anterior justifica el análisis de la migración haitiana en República Dominicana desde una perspectiva de género ya que no solamente visibiliza a la sujeta migrante dentro de dicho movimiento migratorio, también se evidencia las múltiples tendencias en las cuales las mujeres se pueden incorporar según sus características socioeconómicas.

Es preciso entonces estudiar más intensivamente a la mujer migrante insertada en zonas urbanas y romper con la precariedad de las escasas investigaciones enfocadas en esta temática. Es substancial volver a efectuar una encuesta nacional enfocada específicamente en la descripción socioeconómica de la mujer haitiana, enfocando además el carácter urbano de su migración. Esto no solamente permitiría describir de forma más precisa a la sujeta sino comparar los datos con la primera encuesta y analizar los cambios en esta corriente migratoria femenina.

Como estas sujetas se caracterizan por su autonomía, se debe analizar además si la migración les permite emanciparse o más bien las integran en una red de discriminación y vulnerabilidad por estar desprotegidas en un país ajeno, y observar cómo la urbanización contrae diferentes tipos de discriminaciones. Sin olvidar el estudio de cómo les afecta a las migrantes, relacionando sus diversas inserciones laborales desde una perspectiva de género.

Si bien el propósito de este artículo era otro, se cree fundamental también añadir la perspectiva racial a los mecanismos analíticos migración/género en República Dominicana, ya que el contexto histórico en este país se ve marcado por un antihaitianismo.34 Este se delimita como un rechazo tanto de la cultura africana como del aporte de la cultura haitiana en la creación de una identidad en la nación. Esta realidad afecta entonces a las migrantes en zonas urbanas y complica el análisis de las discriminaciones padecidas, ya que problematiza su identidad como migrante femenina haitiana afrodescendiente. Estos elementos implican un trato discriminatorio que puede afectar de manera diferente a la mujer desde una perspectiva de género, y también desde un ángulo urbano.

Se cree fundamental además agregar al estudio un enfoque cronológico que confronte los aspectos examinados en este artículo con las consecuencias/cambios observados a raíz del terremoto de Haití en 2010. Es decir, analizar las variaciones en las características de las mujeres haitianas migrantes en zonas urbanas de la República Dominicana luego del sismo haitiano.

Se cree entonces importante profundizar la potencial fragilidad del movimiento migratorio femenino haitiano urbano y sus trasformaciones posterior al terremoto. No solamente para alcanzar una aproximación de la migración desde una perspectiva de género sino también para analizar los impactos del sismo haitiano sobre la llegada de migrantes femeninas a República Dominicana y sus diferentes latitudes. Es decir, viendo la migración desde un eje multidireccional. Esto permitiría entonces examinar el eje trasnacional que impone las nuevas condiciones de migraciones que sectorizan a las sujetas migrantes haitianas. Si bien un esfuerzo ha sido abordado desde la mirada del Observatorio Migrante del Caribe (OBMICA) en República Dominicana, pocas son las investigaciones que observan estos tipos de cambios comparativos.

En conclusión, la mujer haitiana en las zonas urbanas representa a una sujeta recientemente evidenciada dentro de las investigaciones migratorias, que se define por características disímiles a las migrantes insertadas en los Bateyes dominicanos. Este aspecto impone la necesidad de un estudio más exhaustivo de esta sujeta migrante para lograr examinar y evidenciar cuál es el impacto de las diferentes particularidades que la describen, la discriminan o la emancipan por ser mujer en las zonas urbanas de República Dominicana.

FUENTES DE CONSULTA

Facultad Latinoamericana de Ciencia Sociales y Organización Internacional para las Migraciones, 2004, Encuesta sobre inmigrantes haitianos en la República Dominicana, FLACSO/OIM, Santo Domingo. [ Links ]

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1Nos referimos a los cortadores de caña de azúcar que son comúnmente llamados «braceros» al trasladarse con su familia a los ingenios dominicanos llamados bateyes. Estos últimos se definen como poblaciones de obreros azucareros.

2La utilización del término sujeta en vez de sujeto o sujeto femenino es justificado por la necesidad de incorporar dentro de los estudios de género un vocabulario específico a la mujer.

3Fuente tomada de Zlotnik, por Martínez Pizarro (2003).

4Como las migraciones internacionales eran caracterizadas por ser de tipo masculinas, las mujeres que migraban de forma independiente antes de los años 80, sea por razones laborales, económicas u otras, se veían incorporadas o asociadas a la experiencia de los hombres. Es decir, se pretendía que los modos y cambios eran iguales por ser de carácter laboral. Entonces, no se buscaba evidenciar las diferencias de género vividas en el proceso de migración por el hecho de ser mujer.

5Sassen utiliza el concepto contrageografías de la globalización para describir estos circuitos trasfronterizos generados desde la oferta de empleo internacional, que le han permitido a las mujeres incorporarse como migrantes en los diferentes tipos de trabajos ofrecidos -servicios domésticos, manufacturas, economía informal.

6Como lo destaca Ferguson (2002), fue durante la ocupación estadounidense (1916-1924) que esta industria se desarrolló y expandió: once de veintiuno ingenios pertenecían a empresas estadounidenses de lo cual 98% de las exportaciones se dirigía hacia este país. Los Estados Unidos favorecieron considerablemente la migración de haitianos para la zafra y luego de la desocupación en 1935 este movimiento migratorio siguió, y se estimaba en estas fechas a 50,000 los haitianos viviendo en República Dominicana.

7Como lo explica Silié (2003), era una migración de tipo colectiva bajo contrato. El gobierno dominicano estimaba el número necesario de mano de obra y el gobierno haitiano reclutaba a los trabajadores que luego eran trasladados hacía el país vecino.

8Se enfatiza que esta investigación de Moya Pons, Frank et al. (1986) resaltó ciertas observaciones relativas a las mujeres en los Bateyes sin acentuar desde una perspectiva de género.

9Durante los años 70, los precios fueron los más altos para el azúcar al nivel internacional. Durante esta década se producía más de un millón de toneladas y 60% se exportaba a Estados Unidos. Sin embargo, en 1991 solo se producían 340,000 toneladas (Wooding, Moseley-Williams 2003: 47).

1076% de ellas tiene menos de 39 años, lo que representa 90% de las mujeres en edad reproductiva (FLACSO/OIM 2004: 19-20).

1184.8% de las mujeres declaran tener hijos (FLACSO/OIM 2004: 72).

12Las estadísticas señaladas en esta encuesta desde la perspectiva de género permiten observar varios contrastes desde las características sociodemográficas. En primer lugar, los migrantes haitianos masculinos en República Dominicana suelen ser más jóvenes que las mujeres. Efectivamente, 40.2% de los migrantes tienen 24 años o menos contra 28.8% para las mujeres. Respecto a su estado civil, las informaciones demuestran que cerca de 50% de los migrantes masculinos están solteros frente a solamente 9.6% para las mujeres, además muchos de ellos se encuentren sin hijos. Para los migrantes que sí tienen hijos, más de 58.8% de los niños no viven con ellos en República Dominicana. Esta afirmación justifica que suelen volver a Haití más seguido que las mujeres para cumplir con las obligaciones familiares. La ocupación laboral es también muy específica al género. Los hombres se desempeñan mayoritariamente en el área de la construcción y las mujeres en la venta ambulante. Otro aspecto importante para considerar desde la perspectiva de género se orienta hacia el nivel educativo de los y las migrantes. Las mujeres carecen más de educación que los hombres ya que 51.2% de ellas no asistieron a la escuela frente a 38.8% por los hombres. Las razones que justifican la migración también difieren entre los hombres y las mujeres. Si bien los hombres declaran que su primera motivación es el trabajo en 83%, las mujeres justifican la migración para establecerse permanentemente en República Dominicana. Esto podría estar relacionado con la mejor calidad de vida en este país, así como las mejores posibilidades de desempeño como trabajadoras, una mejor educación para los hijos y mayor independencia.

13Un aspecto importante que observar desde una perspectiva de género es como los migrantes varones haitianos, en contraparte, tienden a desempeñar labores de construcción al nivel urbano.

14El 86% de las mujeres entrevistas dentro de la investigación de MUDHA justificó su participación en la migración por razones económicas (2005: 62).

15Según una investigación sobre la migrante haitiana en el comercio informal urbano en República Dominicana realizada por Scudu (2009: 32), Santo Domingo sería la ciudad donde un porcentaje mayor de sujetas migrantes haitianas habrían migrado de forma autónoma e independiente.

16Según los datos recopilados, las mujeres haitianas viviendo en las zonas urbanas tienen en promedio 4 hijos, la mayoría entre las edades de 1 y 3 años. Además, 43% de estas mujeres tienen hijos tanto en Haití como en República Dominicana frente a 20% solo en Haití y 37% en República Dominicana. Además, 81% de las mujeres en zonas urbanas tienen hijos con haitianos contra 19% con dominicanos (MUDHA 2005: 61). Estas estadísticas evidencian la compleja situación de estas mujeres frente a su maternidad.

17Este fenómeno sería bastante elevado en la región capitalina de Santo Domingo, por parte de las migrantes haitianas insertadas en el comercio informal (MUDHA 2005: 25).

18Si antes se vivía con un núcleo familiar extenso: padres, abuelos, tíos, etc., ahora las nuevas realidades migratorias crean el concepto de la trasnacionalidad. Este término reciente nace de la idea de migraciones trasnacionales, el que se define como «un fenómeno dentro del cual los migrantes mantienen y promueven relaciones entre el país donde residen, su tierra natal y comunidades locales» (Mahler y Ugrina 2006: 11, cita traducida libremente del inglés).

19Es pertinente fragmentar el contexto rural y dividirlo en dos diferentes segmentos ya que si bien los sectores agrícolas y azucareros pueden poseer características similares, los contextos históricos son disimiles y implican diferentes procesos migratorios. Tal como comentado anteriormente, los Bateyes son pueblos perteneciendo a la industria azucarera por la cosecha azucarera donde viven los braceros, cortadores de caña. Ciertos inmigrantes fueron contratados de forma permanente, por esta razón se desarrolló con el tiempo una comunidad haitiana en la zona, donde sus descendientes también se integraron. En los Bateyes se han conservado con el pasar de los años las tradiciones haitianas, el idioma creole y la religión vudú. Si bien la producción y exportación de azúcar ha disminuido en República Dominicana, los Bateyes siguen sido un lugar de residencia de haitianos. Por su parte, las zonas agrícolas son «extensiones de terreno en la zona rural dedicados a la siembra y cultivos de frutos menores y en algunos casos de productos agrícolas a gran escala» (MUDHA 2005: 26). Es decir, las zonas agrícolas son regiones donde se cultiva otro producto que el azúcar.

20En contraparte a esta información, Scudu (2009) con su estudio El rostro de la mujer haitiana en el comercio informal urbano de República Dominicana observa un porcentaje bastante más bajo que lo señalado por MUDHA. En efecto, 61% de las mujeres haitianas en la ciudad de Santo Domingo se ubica entre las edades de 23 y 38 años (p. 24). Esta investigación, sin embargo, se centra solamente en las migrantes insertadas en el comercio informal. Si bien este tipo de labor suele ser desempeñado principalmente por mujeres, las migrantes se incorporan en otras actividades laborales tales como: turismo, servicio doméstico y comercio de otros tipos.

21ONE RESPE es una organización dominicana sin fin de lucro que aspira a «luchar por la democracia, enfrentar la discriminación, la exclusión, los prejuicios sociales en su país. One Respe es una expresión de acogida en creole propia del campesinado haitiano, significa Honor y Respeto» (http://www.onerespe.com).

22El rostro de Miriam en el ir y venir de la mujeres inmigrantes de ONE RESPE (2007) analiza estadísticamente las características socioeconómicas (entre otras) de las sujetas migrantes haitianas en dos ciudades específicas de República Dominicana: Gurabo y Haina. Por las especificidades de la presente investigación, se cree oportuno recurrir a los resultados de Gurabo, ya que esta ciudad se encuentra ahora aglomerada por la ciudad de Santiago y se caracteriza por su urbanización.

23La fuente de dato utilizado (MUDHA, 2005) no permite hacer comparación en el mismo rango etario para las mujeres viviendo en los Bateyes.

24La investigación Género, Trabajo y etnia en los bateyes Dominicanos de Jasen publicada en 1991 fue la primera indagación enfocada en el estudio de los Bateyes desde una mirada de género. Si bien han trascurrido más de 20 años desde esta pionera investigación, sigue siendo válida al momento de analizar esta problemática. Es muy interesante observar que el porcentaje de mujeres haitianas en los Bateyes en edad reproductiva en el año 1991 es casi el mismo, 67.2%, que la sondada por MUDHA en 2005. Esta información puede evidenciar que la corriente migratoria femenina en los Bateyes se caracteriza por su estabilidad en el tiempo ya que no ha sufrido cambios desde la perspectiva de género en cuanto a la edad.

25Según MUDHA (2005: 61), 48% de las migrantes haitianas insertadas en zonas urbanas dominicanas son originarias de Puerto Príncipe seguido por Hinche (19.3%) y Jacmel (16.1%). Scudu (2009: 30) añade que las migrantes en Santo Domingo son principalmente originarias de la capital haitiana.

26En la investigación de Jasen (Género, Trabajo y etnia en los bateyes Dominicanos: 1991), se encuentra que no hace referencia al lugar de origen de las migrantes dentro de su análisis, se basa más bien en el origen étnico, focalizándose en los antepasados para concretar sus observaciones. Es decir, en la primera investigación sobre mujeres y Bateyes, se tomó en cuenta que estas mujeres haitianas residían en República Dominicana desde un periodo considerable o más bien que su familia vivía en el país desde varias generaciones.

27Según la investigación de Scudu (2009), el estado civil de las mujeres en situaciones de migración urbana representan lo siguiente: 37% casada, 24% unión libre, 25% soltera, 2% separada y 12% viuda. Por su parte, la investigación realizada por MUDHA (2005: 61) presenta las siguientes informaciones: 22% de las migrantes haitianas en zonas urbanas está casada, 48% unida, 18% afirma ser soltera y 12% tiene un amigo. La Encuesta sobre inmigrantes haitianos en la República Dominicana (FLACSO/OIM 2004: 71) observan las siguientes estadísticas: 22.6% de las mujeres haitianas está casada, 65.9% está unida, 2% viudas y 9.6% soltera. Cabe destacar que esta última investigación no diferencia entre la migración rural y urbana.

2820% de las mujeres en zonas urbanas tiene menos de un año viviendo en República Dominicana y 10% tiene más de cinco años en el país.

29Si bien estas dos investigaciones evidencian resultados bastantes similares en cuanto al tiempo promedio de residencia en República Dominicana de las sujetas migrantes haitianas en zonas urbanas, las conclusiones emitidas por Graziella Scudu (2009) no demuestran semejantes estadísticas. Pues, al contrario, evidencia que las mujeres insertadas en el comercio informal en Santo Domingo tendrían un tiempo de residencia promedio de 10.7 años y en Santiago de 9.7 años. Estas conclusiones obligan entonces a una mirada más generalizada que permite diversas tendencias en cuanto a estas sujetas. O más bien, nos permiten analizar cuáles serían las características que llevan a estas diferencias estadísticas en la nueva corriente migratoria urbana.

30Una de las razones que explicaría el porcentaje mínimo de migrantes femeninas llegada recientemente en las zonas agrícolas de República Dominicana sería por «la red solidaria de familiares y amigos/as de las primeras generaciones de migrantes que integraron la industria azucarera o que son descendientes de esas migrantes, que se encontraban en Haití» (MUDHA 2005: 54). Es decir, muchas de estas mujeres se incluyeron a los movimientos migratorios hacia estas zonas como hijas o familiares de descendientes haitianos residiendo en estas zonas de la República Dominicana. Se observa un porcentaje bastante bajo frente al tiempo de residencia ya que solamente 6% de las mujeres haitianas en zonas agrícolas dominicanas tiene menos de cinco años de residencia; esta información estadística puede asociarse también al fenómeno de reunificación familiar (p. 54).

31Aunque este dato revela ser más elevado que el de las mujeres insertas en las migraciones urbanas, esta información se puede explicar por el bajo porcentaje de mujeres que regresan a su país luego de la primera migración.

32Este porcentaje elevado se fragmenta en 20% que alcanzó terminar la primaria, 8% llegó a la secundaria y las demás cursaron la primaría sin terminarla.

33Si se compara estas estadísticas desde una perspectiva de género, se puede concluir que los migrantes masculinos haitianos llegan a República Dominicana con un mejor nivel escolar; 38.4% de la muestra de la Encuesta sobre inmigrantes haitianos en la República Dominicana (2004: 112) no sabe leer ni escribir. Esta cifra es bastante inferior a la estadística emitida para las mujeres que llega a 52.6%. Esta situación evidencia un desequilibro en las oportunidades escolares según el género en Haití además de vulnerar a las mujeres en situación de migración. Vale mencionar que estas estadísticas se enfocan en la lengua creole. Las estadísticas sobre estas competencias son bastante inferiores para el español ya que 67.1% de los hombres y 79.2% de las mujeres no puede leer ni escribir el español.

34Se podría delimitar más precisamente siendo una discriminación taxonómica de tipo xenofóbica dirigida hacia los haitianos y sus descendientes, la cual es promovida e instalada por Rafael Leónidas Trujillo, dictador de la República Dominicana entre los años 1930 y 1961. Se recurre a la creación de nuevas matrices discursivas, las cuales distinguen la existencia de un nuevo sujeto: el Otro, el haitiano. De esta forma, tal como los europeos, quienes constituyeron una matriz de pensamiento llamado Eurocentrismo, el cual es descrito como base de la reflexión occidental, la que legitima el modo cultural e identitario europeo sobre otro (Quijano 2000: 211). A partir de éstas se ha creado las dicotomías civilización/barbarie, negro/blanco, vudú/católico, africano/europeo, visto desde un «etnocentrismo nacional», el cual tiene el fin de implantar una identidad propia preeminente y superior, que prescinde todas fisonomías características de lo forastero que representa lo que conlleva ser haitiano.

Recibido: 25 de Agosto de 2012; Aprobado: 28 de Septiembre de 2012

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