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Revista pueblos y fronteras digital

On-line version ISSN 1870-4115

Rev. pueblos front. digit. vol.6 n.11 San Cristóbal de Las Casas Jan./Jun. 2011

https://doi.org/10.22201/cimsur.18704115e.2011.11.142 

Notas de investigación y reseñas

El espejo reconstruido: nueva visión sobre el municipio mexicano

Luis Rodríguez Castillo* 

*Universidad Nacional Autónoma de México. Proimmse-IIA. lurodri@prodigy.net.mx

Luchas municipalistas en México. Acciones ciudadanas por la democracia y el desarrollo local. ., Rodríguez Wallenius, Carlos. Juan Pablos: Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco: México, D. F., 2009.


PROEMIO

Claude Bataillon a finales de la década de los sesenta en su estudio sobre «Las regiones geográficas en México» afirmaba que uno de los rasgos más enigmáticos de nuestro país era su red municipal. Bataillon hacía esa afirmación desde su mirada como geógrafo y en referencia a los diversos tamaños de los municipios y su relación tanto con la densidad de la población como con sus características históricas y étnicas. Al leer el libro Luchas municipalistas en México. Acciones ciudadanas por la democracia y el desarrollo local, de Carlos Rodríguez, la mirada del sociólogo interesado por el devenir de las luchas emprendidas por ciudadanos en relación con la institución municipal, guía al lector a constatar la vigencia de aquella aparentemente vieja afirmación: uno de los rasgos más enigmáticos de nuestro país es su red municipal.

Sin embargo, no por enigmático el autor rehúye la tarea de ofrecer explicaciones científicas. En el libro Luchas municipalistas en México nos encontramos ante una lectura fresca de la realidad política contemporánea, que se genera desde una visión trina: el municipio, el Estado -o régimen- y las acciones ciudadanas. Esa lectura nos ayuda a pasar los efectos de la «resaca» social derivada de «cambios» que trasforman poco, o como señala la jerga política «cambiar para que todo siga igual». A pesar de lo dicho, no se trata de una lectura pesimista, pues, contrario al viejo proverbio de Fidel Velázquez, Carlos Rodríguez consuma su análisis indicando que «el que se mueve, SÍ sale en la foto».

NOTAS SOBRE EL CONTENIDO DEL LIBRO

Carlos Rodríguez Wallenius se atreve a presentar en un libro de 211 páginas, confeccionado en cuatro capítulos, introducción y conclusiones, una apretada historia de la vida política del país desde la década de los años 50 del siglo pasado, cuando en «Santa Clara, Durango … grupos ciudadanos estaban cansados de las imposiciones y malos gobiernos, por lo que decidieron impulsar la candidatura de oposición a la presidencia municipal» (Rodríguez 2009: 45). Entrelaza en esta genealogía dos historias o tópicos que estamos acostumbrados a leer por separado: la historia de la trasformación-democratización del régimen y la historia del fortalecimiento municipal. Su tesis analítica es que podemos «ubicar a las luchas municipalistas como una expresión central del proceso de transformación del régimen político» (Rodríguez 2009: 17).

El autor nos presenta la genealogía de la luchas municipalistas a lo largo y ancho del país, que se encuentran marcadas por las paradojas, rechazo y esperanza, del gobierno municipal como el espacio en el que se «habían encarnado las formas tradicionales de ejercer el poder caciquil», pero también de «expectativas de tener gobiernos que respeten la voluntad de la mayoría y mejoren su calidad de vida» (Rodríguez 2009: 15).

Por un lado, Carlos Rodríguez construye un marco conceptual (capitulo 1, pp. 25-42) que orientará su mirada para decirnos que las luchas de grupos organizados en relación con la democratización y el desarrollo local, que tienen como eje al municipio, son objeto ideal para renovar la reflexión desde las teorías de la acción colectiva. Aunado a ello, su posicionamiento ayuda a refrendar mi convencimiento de la necesidad de revisarle la plana a los neoinstitucionalistas, para introducir con mayor énfasis las capacidades de agencia de los actores.

Por otra parte, el autor caracteriza ese proceso como una lucha de oposiciones, sin idealizarla. Se trata de un conjunto de luchas aisladas, diseminadas a lo largo del territorio nacional y no coordinadas, pero que tuvieron un efecto de sedimentación, convergencias y generalización de luchas contra las tendencias dominantes. Parece que la óptica seleccionada quiere constatar la afirmación de Mary Louise Pratt, crítica literaria y feminista, acerca de que «los géneros marginales son con frecuencia sitio de innovación política y de creatividad cultural», esto se constituye en arenas de experimentación, espacios para el desarrollo de visiones alternativas; y en ese sentido, Carlos Rodríguez nos ofrece su tesis central a la manera de metáfora: «los municipios pueden considerarse como espejos» (Rodríguez 2009: 16).

Ese espejo es útil para seguir el ritmo de las trasformaciones, para ver en el municipio un campo de disputas que llevan a, y se entrelazan con, el cambio político del régimen. Dicho proceso es caracterizado en tres etapas.

Comienza del régimen del partido hegemónico a las luchas ciudadanas por la democratización y el desarrollo local (capítulo 2, pp. 43-97). Un primer momento son las luchas ciudadanas que tienen por eje la búsqueda de alternativas políticas, democratizar la vida local y lograr la alternancia en los ayuntamientos. Estas luchas son hechos más bien aislados en las décadas sesenta y setenta, hasta llegar a lo que López Monjardín denomina la insurrección municipal.

Un aspecto interesante del abordaje se presenta cuando el autor identifica características geográficas y las fuerzas políticas en pugna, como factores que también le ponen «su sal y su pimienta» al municipalismo en diferentes latitudes del país. Si no me equivoco en la lectura e interpretación, el autor pretende mostrarnos un municipalismo «norteño» predominantemente panista concentrado en la creatividad cultural para generar mecanismos con los que resistir el fraude electoral, más identificado con el precepto individualista de la ciudadanía; y otro municipalismo «sureño» predominantemente de izquierda concentrado en la innovación política para acceder a los ayuntamientos y vinculado con identidades colectivas o de organizaciones sociales.

No obstante, en ambos municipalismos, la historia resumida de su acción es que «el gobierno de alternancia tuvo que enfrentar varios obstáculos … la inexperiencia política y administrativa, la falta de recursos y las medidas que desarrolló el PRI [Partido Revolucionario Institucional] para entorpecer las actividades» (Rodríguez, 2009: 60) de los ayuntamientos de alternancia.

La segunda etapa se ilustra con la metáfora del «tsunami» municipalista, que ocurre desde la apertura electoral de 1977 y las reformas constitucionales de 1983 al artículo 115. Se trata, nos dice, de «una ola que va invadiendo regiones y ayuntamientos por todo el país y que define un ciclo de luchas sociales» (Rodríguez, 2009: 66). Por lo tanto de una convergencia de partidos y organizaciones civiles que empujaron procesos orientados a mejorar los resultados del objetivo primordial de todo gobierno local: mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos.

Las estrategias seguidas por los municipalismos incluyeron en diferentes proporciones dos componentes que caracterizan este ciclo de luchas: establecer mecanismos para profundizar la democratización de la sociedad local -a través de la participación ciudadana-, y la ampliación de los márgenes de acción del gobierno local y mecanismos para mejorar el desempeño gubernamental -a través de los modelos de la nueva gestión y criterios técnicos de eficiencia-. Aspectos que otros autores como Enrique Cabrero, Mauricio Merino y Rodolfo García del Castillo, han denominado como la «nueva agenda pública local» que genera la «acción pública», una convergencia de actores sociales, políticos, gubernamentales, para la solución de un problema local. No obstante, la orientación del autor no enfatiza en el poder de regulación de las instituciones, sino que nos muestra la importancia de la historia para comprender que dicha convergencia es un proceso problemático.

Con todo la tercera etapa de las luchas municipalistas ocurre en el contexto de la alternancia política federal, que Carlos Rodríguez anota como el régimen de Partidos Dominantes (capítulo 3, pp. 99-139). Desde mi punto de vista, este periodo es, quizá, el más doloroso para los municipalistas, pero también el que debe motivar a una renovación de la reflexión sobre la instancia municipal pues, luego del «tsumani» el espejo aparentemente quedó echo trizas y, en efecto, anegado, pasmado y en la aparente inmovilidad. Dicha inmovilidad es explicada por el autor de dos maneras o lógicas, por un lado las trasformaciones del propio régimen que -siguiendo la tesis de Schumpeter- cambio a favor de las elites políticas y su circulación en la esfera de poder; por el otro, los propios actores políticos, quienes empujaron las reformas y fueron protagonistas del «tsunami» municipalista y se subsumieron en la lógica de la cultura política del viejo régimen.

Sin embargo, la lectura no queda ahí, sino que ofrece un último abordaje de esperanza: la nueva agenda ciudadana municipalista (capítulo 4, pp. 141-177). Entre los muchos aspectos que Carlos Rodríguez aborda de las agendas propiamente municipalistas y las agendas de movimientos ciudadanos con contenidos municipalistas, destaco -sólo para abrir boca y motivar la lectura- las que a mi parecer son de mayor arraigo, viejas demandas que apuntan la discusión sobre el diseño municipal: 1. La necesidad de reconocer un régimen multimunicipal, 2. La conveniencia de la reelección y mecanismos como el plebiscito y la consulta popular, 3. El impulsar la participación y el poder comunitario y ciudadano, y 4. Promover al municipio como el espacio de exigencia y realización de los derechos.

EXHORTO A LA LECTURA

En suma, el libro Luchas municipalistas en México. Acciones ciudadanas por la democracia y el desarrollo local es sin duda para un público amplio por la claridad de sus planteamientos y porque la dedicación intelectual del autor para resaltar los valores humanos y las esperanzas de mejoría que subyacen en las historias locales que tienen tintes trágicos es, por sí misma, una señal con la que el lector obtendrá la garantía de un libro que disfrutará plenamente.

De igual manera es un libro para especialistas. Sin duda alguna, los interesados en la vida municipal encontrarán las pistas para articular sus propias reflexiones que permitan vislumbrar nuevas explicaciones a esos enigmas municipales con los que contamos en el territorio nacional. También será una lectura indispensable para todos aquellos especialistas de las ciencias sociales interesados en las trasformaciones recientes del régimen político mexicano y para aquellos que buscan explicaciones al por qué el cambio y la renovación de instituciones necesitan del «movimiento» de la ciudadanía para «salir en la foto».

Asimismo los capítulos que integran la publicación pueden leerse de una manera diferente. Quienes contamos con el privilegio de conocer al autor, en mayor o menor medida, sabemos que puede entenderse al mismo tiempo como una especie de autobiografía intelectual y de su indómita actividad política en instituciones de la sociedad civil. Los casos abordados, como aquellos retomados para ilustrar el «tsunami» -por ejemplo, los municipios autónomos en Guerrero, las disputas por el agua en diferentes latitudes del país, y las experiencias de participación popular en Veracruz-, hasta la construcción de la agenda ciudadana municipalista, son experiencias en las que el propio Carlos Rodríguez ha participado como actor político y les ha dado seguimiento como analista.

Así, el contenido empírico del libro además de ser variado y sustentarse en una vasta bibliografía municipalista, también proviene de una experiencia vivida de manera muy cercana por el autor, lo que sin duda le permite las licencias poéticas de las metáforas utilizadas; sin que ello demerite en sus ejercicios de objetivación científica, antes bien enriqueciendo su texto. Sí, Carlos Rodríguez ofrece explicaciones científicas, sus metáforas nos ayudan a comprender cuál ha sido el papel de las luchas municipalistas para la trasformación política en el país. Esa combinación de explicaciones científicamente sustentadas y de metáforas poéticamente construidas ofrecen al lector posibilidades para comprender la ausencia de cambios acelerados en la realidad política mexicana luego de la llamada «alternancia» y del autonombrado «gobierno del cambio».

Es justamente en la época actual en la que el modelo político de partido hegemónico cedió su lugar al modelo de partidos dominantes, y cuando ambos modelos ya han mostrado sus límites, cuando requerimos no solo de reflexiones relevantes sobre el devenir político del país, sino también del análisis de las experiencias concretas de actores políticos por trasformar espacios institucionales, como las que recupera y sistematiza magistralmente Carlos Rodríguez.

Para finalizar, la visión de un «espejo reconstruido» que encontramos en las consideraciones finales del libro Luchas municipalistas en México. Acciones ciudadanas por la democracia y el desarrollo local, podrán ser de utilidad para identificar las nuevas agendas, políticas y analíticas, que nos permitan figurar una nueva visión sobre el municipio mexicano. Por ello, exhorto a la lectura al público interesado en experiencias que nos enseñan los «senderos del cambio» que parten desde lo local.

REFERENCIAS

LUCHAS MUNICIPALISTAS EN MÉXICO. ACCIONES CIUDADANAS POR LA DEMOCRACIA Y EL DESARROLLO LOCAL. RODRÍGUEZ WALLENIUS, CARLOS. JUAN PABLOS/UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA. UNIDAD XOCHIMILCO. MÉXICO, D. F., 2009 [ Links ]

Recibido: 09 de Junio de 2010; Aprobado: 17 de Agosto de 2010

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