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Región y sociedad

versão On-line ISSN 2448-4849versão impressa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.34  Hermosillo  2022  Epub 01-Jun-2023

https://doi.org/10.22198/rys2022/34/1638 

Artículos

Experiencias turísticas de disidentes de género en América Latina

Touristic Experience of Gender Dissidents in Latin America

Martha Marivel Mendoza Ontiveros* 
http://orcid.org/0000-0003-2492-0760

Carlos Monterrubio** 
http://orcid.org/0000-0002-3706-4644

Javier Pérez Díaz*** 
http://orcid.org/0000-0002-2638-9953

*Autora para correspondencia. Universidad Autónoma del Estado de México, Centro Universitario UAEM Texcoco. Av. Jardín Zumpango s. n. Fraccionamiento El Tejocote, C. P. 56259, Texcoco, Estado de México, México. Correo electrónico: marivelmo@hotmail.com

**Universidad Autónoma del Estado de México, Centro Universitario UAEM Texcoco. Av. Jardín Zumpango s. n. Fraccionamiento El Tejocote, C. P. 56259, Texcoco, Estado de México, México. Correo electrónico: jcmonterrubio@yahoo.com.mx

***Universidad Autónoma del Estado de México, Centro Universitario UAEM Texcoco Av. Jardín Zumpango s. n. Fraccionamiento El Tejocote, C. P. 56259, Texcoco, Estado de México, México. Correo electrónico: javperdia@hotmail.com


Resumen

Objetivo: explorar las experiencias turísticas de personas disidentes de género en América Latina y promover la sensibilización para reducir la discriminación en la industria turística. Metodología: se realizaron entrevistas cualitativas a personas con identidades de género no normativas en países de la región. Resultados: para las personas con identidades de género no normativas, las experiencias turísticas tienen mucha importancia emocional, física, interpersonal e identitaria. Valor: este estudio contribuye al entendimiento de las experiencias turísticas desde la perspectiva de la diversidad de género. Limitaciones: los resultados no son generalizables a todas las personas de la región que tienen una identidad de género divergente. Conclusiones: las experiencias turísticas de las personas con identidades de género no normativas están asociadas de manera profunda con el género y con un estigma social.

Palabras clave: disidencia de género; experiencia turística; viajes; turismo; América Latina

Abstract

Objective: to explore the touristic experiences of gender dissident individuals in Latin America and to promote the sensibilization to reduce discrimination in the touristic industry. Methodology: qualitative interviews were conducted with people with non-normative gender identities in countries of the region. Results: for people with non-normative gender identities touristic experiences have relevance, both positive and negative, in the emotional, physical, interpersonal, and identity spheres. Value: this study contributes to the understanding of tourist experiences from a perspective of gender diversity. Limitations: the results are not generalizable to the entire population with diverse gender identities in the study region. Conclusions: the tourist experiences of people with non-normative gender identities are deeply associated with gender and social stigma.

Keywords: Gender dissidence; tourism experience; travel; tourism; Latin America

Introducción

La historia del turismo moderno inicia con el fin de la segunda guerra mundial, por lo menos en el hemisferio norte. Se instituyen una oferta estandarizada de servicios turísticos y la noción de producto turístico, sobre todo en destinos de sol y playa. Por otro lado, luego de tiempos de ocultación y acoso, en 1969 se producen los disturbios de Stonewall, que dieron pauta a la lucha político-social de los colectivos de diversidad sexual y genérica (Cocciarini, 2014). No pasó mucho tiempo para que apareciera el primer operador turístico dirigido de forma exclusiva a varones gays (Larreche, 2020).

Sin embargo, no fue sino hasta la década de 1990 cuando la bandera del arco iris arropó a todo tipo de negocios de ocio y turismo dirigidos a las personas de la diversidad sexo-genérica. Dichos negocios siguieron encontrando un nicho de mercado para aquellas personas que padecían las consecuencias de la homofobia, la heteronormatividad y la cisnormatividad.

El sector turístico considera la diversidad sexual y de género un nicho de mercado que se ha ido consolidando en una economía muy especializada, orientada a los colectivos de la diversidad sexual y de género, y se han creado para ellos parques temáticos, bares, discotecas, tiendas de ropa, floristerías, librerías, gimnasios, peluquerías, saunas, cruceros y hoteles de “ambiente” que han transformado la fachada de muchos destinos turísticos (Bord, 2013). En este sentido, la estrategia empresarial ha sabido vislumbrar dos elementos importantes para la actividad turística: el aprovechamiento lucrativo y la tolerancia sociosexual como un incentivo bien visto (Larreche, 2020).

En la búsqueda de comprender la participación de los colectivos de la diversidad sexual y de género en el turismo, se han desarrollado algunos trabajos al amparo de las siglas LGBT. En el ámbito académico han predominado los estudios interesados en las motivaciones turísticas de hombres homosexuales desde el enfoque de la mercadotecnia, bajo la premisa de que, si se conocen las motivaciones de este segmento, se podrán ofrecer más y mejores experiencias turísticas para ellos. Se ha partido del supuesto de que las viajeras y los viajeros LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans) tienen motivaciones distintas de las que tiene la población heterosexual y cisgénero y que buscan experiencias específicas. Así, aunque se etiquete de turismo LGBT, existe una sobrerrepresentación de estudios sobre la diversidad sexual y no sobre la pluralidad de género. Se ha presupuesto entonces, por una parte, que las personas con orientaciones no heterosexuadas y personas con expresión e identidades de género no cisnormadas tienen las mismas motivaciones y buscan las mismas experiencias en sus vacaciones y, por otra parte, que todas las personas viajeras de estos colectivos tienen fines de sociabilidad, de construcción de una identidad y de escape del heterosexismo (Browne, 2011; Hughes, 1997; Johnston, 2007; López y Broeck, 2010; Mendoza, 2013; Monterrubio, 2008; Pritchard, Morgan, Sedgley, Khan y Jenkins, 2000; Waitt y Markwell, 2006). Debido al predominio de los estudios sobre los viajes de hombres homosexuales y a la integración de los colectivos de disidencia de género subsumidos en la diversidad sexual, se ha adjudicado de forma errónea que las motivaciones y las experiencias turísticas de las personas disidentes de género están determinadas por la orientación sexual. No obstante, las motivaciones y las experiencias de dichas personas se definen de manera significativa por cuestiones de género y por el estigma social (Monterrubio, Mendoza-Ontiveros, Rodríguez-Madera y Pérez, 2021; Monterrubio, Rodríguez-Madera y Pérez, 2020).

La disidencia de género comprende todas aquellas expresiones e identidades que escapan a las expresiones e identidades convencionales de género binario (masculino/femenino). Incluye expresiones e identidades trans, pero también el género fluido, el género no binario, el queer, el bigénero y otras identidades que no tienen un equivalente en una definición occidental (por ejemplo, muxe en México). A diferencia de la sexualidad, las expresiones de género están a menudo más expuestas a las miradas, por lo que es probable que sean más importantes en las experiencias turísticas interpersonales de los individuos disidentes de género. Sin duda, el género es un elemento que determina el comportamiento de las turistas y los turistas, ya que mujeres y hombres -tanto cis como trans-, y otras personas con identidades divergentes, tienen diferentes perspectivas sobre las experiencias turísticas y su significado (Monterrubio et al., 2020; Olson y Reddy-Best, 2019; Pung, Yung, Khoo-Lattimore y Chiappa, 2020; Wang, Qu y Hsu, 2016). No obstante, sus experiencias turísticas han sido poco atendidas. El denominado turismo LGBT en general, y en particular el turismo de personas disidentes de género, no pueden reducirse a una cuestión elitista y utilitarista impulsada por un imperativo comercial, sino que deben analizarse también como una expresión de libertad y diversidad, factores de inclusión y respeto.

En el presente documento se exponen los resultados de un trabajo de investigación empírica que tuvo como objetivo explorar las experiencias turísticas de las personas disidentes de género en América Latina. A continuación, se desarrolla la aproximación teórico-conceptual en la que se basó el análisis, para después describir un panorama de la situación social de estas personas en la región. Luego se detalla el proceso metodológico mediante el cual se realizó el trabajo de campo, se presentan los resultados y algunas reflexiones finales.

Experiencias de los viajes turísticos

En la actualidad, los rápidos avances tecnológicos, la amplia penetración de las redes sociales, la búsqueda de destinos exóticos o diferentes y de actividades innovadoras son algunos ejemplos que manifiestan la exigencia que tiene gran parte de la población del siglo XXI de experiencias, de ahí que se haya vuelto importante “vivir experiencias” o “experimentar”. Llegar a una definición sucinta del término “experiencia” es difícil debido a que dicho fenómeno es personal y único. Una experiencia es intransferible, ya que involucra a la persona, sus sentimientos, emociones y sensaciones. Así mismo las experiencias son variadas: las hay místicas, religiosas, estéticas, de goce intelectual y, por supuesto, turísticas (Ahlfert, 2012). También hay distintos grados de profundidad en la experiencia, pues pueden ir desde triviales hasta transformadoras.

Así, la experiencia turística es la que sucede cuando, como resultado de un sujeto que la tiene, un territorio se convierte en destino, cuando el tiempo de las actividades diarias se convierte en vacaciones, cuando un Otro se transforma en nativo o representante de la sociedad local y cuando un sujeto se convierte en turista (Vergopoulos, 2016). Cohen (1979), desde una perspectiva fenomenológica, propuso que los turistas buscan abandonar su mundo cotidiano para centrarse en el Otro y en lo desconocido. El acto del turismo ofrece experiencias complejas, recuerdos y emociones relacionadas con los lugares, es decir, la experiencia del lugar o del Yo en el lugar (Noy, 2007). Stamboulis y Skayannis (2003) se concentran en las experiencias en el lugar y definen la experiencia turística como una interacción entre turistas y destinos, en la cual los destinos son el lugar de la experiencia y los turistas son los actores de esta.

Es común escuchar que viajar debe ser un medio para vivir experiencias, a partir de dos ideas básicas: la diferencia y la novedad. En primer lugar, está la idea de que las experiencias turísticas son diferentes y hasta opuestas a las experiencias cotidianas (Cohen, 1979; Graburn, 2001; Vogt, 1976), de ahí que la palabra diferencia signifique experimentar algo que difiere de la cotidianidad, sin menoscabo de que esa diferencia varía de persona a persona según su bagaje cultural y lo que haya vivido antes. Con respecto a novedad, la palabra se emplea en el sentido de lo “no conocido” hasta el momento o de lo “no experimentado”. Una experiencia se consigue cuando se conoce por primera vez lo que sea o se ve de una nueva manera algo que ya se conocía (Ahlfert, 2012). Sin embargo, en un mundo de mercantilización del turismo, la idea de diferencia y novedad no siempre resulta verdadera, pues:

la experiencia turística se encuentra apuntalada en el mundo de la simulación, a través de una especie de engaño negociado por el propio turista. Así, el turismo es una experiencia artificial mediante la cual se reafirma la figura del turista como un enajenado, una noción duramente criticada pero influyente en la sociedad y en los círculos de la academia. (López y Marín, 2010, p. 223)

También se ha planteado que el turismo ofrece experiencias relacionadas con un lugar o del Yo en un lugar (Noy, 2007). Por su parte, Larsen (2007) sustenta que la experiencia turística debe definirse como un evento relacionado con viajes pasados que fue lo suficientemente significativo como para ser almacenado en la memoria a largo plazo.

A partir de las investigaciones recientes que toman como tema de estudio las experiencias turísticas, Vergopoulos (2016) sostiene que para analizarlas debe tenerse en cuenta una variedad de circunstancias, por ejemplo, si se viaja solo o acompañado, con familia o con amigos; si las motivaciones son culturales o de identidad sexual o genérica; si el alojamiento es un hotel o una casa rural; si el destino es una playa o una ciudad; si se viaja siendo joven o viejo.

No obstante, las investigaciones sobre la experiencia del turismo han dejado relegado el tema de la sociabilidad o relaciones interpersonales durante las vacaciones. Todas las interacciones entre los turistas de un lado y los residentes del otro dan forma a la experiencia (Condevaux, 2015; Prebensen, Chen y Uysal, 2014). Además, los intercambios sociales se producen entre estos y aquellos, puesto que la experiencia se produce de manera más general en condiciones presenciales compartidas (Fijalkow, Jalaudin y Lalanne, 2015). El tema de la sociabilidad es importante porque remite a la identidad, involucra las conexiones entre los individuos y la sociedad, así como el sentido individualista (Desforges, 2000). Esto lo reiteran Fijalkow et al. (2015), quienes afirman que las relaciones sociales establecidas durante las vacaciones están vinculadas a la autoidentidad a partir de la comparación entre el individuo y el Otro.

Desforges (2000), Palmer (2005), Selstad (2007), White y White (2004) han planteado que la experiencia turística puede afectar la vida cotidiana debido a cambios en la propia identidad y en la autopercepción, lo que podría dar pauta para considerar la experiencia turística como transformadora. Noy (2004) comparte este planteamiento debido a que piensa que la comprensión de las experiencias turísticas permite contar historias de identidad, lo cual puede manifestarse en la validación de un Yo transformado, incluidas sus dimensiones de género.

Así, las experiencias turísticas de las personas con identidades no normativas se definen de forma significativa por cuestiones de género y estigma social. El desarrollo teórico sobre los viajes de grupos disidentes de género es muy limitado aún. Sin embargo, los pocos estudios desarrollados recientemente sugieren algunas similitudes y a la vez ciertas diferencias con otros grupos. En su investigación exploratoria sobre mujeres transgénero en México, Monterrubio et al. (2020) revelan que tanto las motivaciones intrínsecas (impulsos personales) como las extrínsecas (atributos de los destinos) son similares a los de otros mercados no diferenciados por género: el descanso, la diversión, la socialización, el fortalecimiento de lazos familiares y el conocimiento de otras culturas forman parte de las motivaciones turísticas de las personas trans. Sin embargo, Olson y Reddy-Best (2019) y Monterrubio et al. (2021) encontraron que las experiencias turísticas y de viajes de los individuos con identidades de género no normativas se viven en función del estigma social, en gran medida con miedo y ansiedad asociados con la discriminación y la violencia que suelen experimentar fuera de sus lugares de residencia habitual debido al desafío social, cultural, político y religioso que sus identidades representan para las estructuras convencionales del género binario.

En este sentido, Rodríguez (2020) observa que las personas disidentes de género recurren a estrategias de resistencia ante la opresión estructural e interpersonal. Partiendo de la idea de que las turistas y los turistas a menudo buscan un sentido de sí mismas/mismos y un sentido de identidad personal, Reddy-Best y Olson (2020) hallan que una de las estrategias para reducir el temor es vestirse o adoptar la apariencia de su género asignado por su sexo biológico durante sus viajes. En un sentido similar, Monterrubio et al. (2020) reportaron que estar más alerta, evitar destinos con fama de conservadores y espacios de riesgo, como lugares solitarios, son algunas de las estrategias que ellas y ellos siguen para mitigar el miedo y la ansiedad experimentados durante sus viajes.

El turismo se experimenta a partir de las diferencias de género, aunque el papel que desempeñan tanto hombres como mujeres turistas ha recibido muy poca atención académica. Los pocos trabajos al respecto han revelado que, en el caso de los viajes de parejas heterosexuales, los hombres tienden a decidir sobre la búsqueda de información, la duración, las fechas, los gastos y las rutas del viaje, mientras que las mujeres son responsables de la elección del destino y de la búsqueda de información sobre el hospedaje y las compras (Barlés-Arizón, Fraj-Andrés y Matute-Vallejo, 2010). En el caso de personas con identidades de género no normativas, no se ha avanzado mucho sobre cómo se vive esta diferencia por género, pero se ha postulado que, en el caso de hombres y mujeres trans, por ejemplo, ambos experimentan dificultades en el uso de baños diferenciados por género. A diferencia de los hombres, las mujeres trans tienden a ser más vulnerables al estigma social, la discriminación y la violencia, sobre todo en espacios públicos (Monterrubio et al., 2021). Así mismo, considerando que la familia puede ser un elemento de aceptación o de rechazo para las personas trans (Molina, Guzmán y Martínez-Guzmán, 2015), los viajes con familiares pueden ser importantes para ellas, pues tienden a fortalecer los lazos. La compañía de la familia influye en sus actividades recreativas y de socialización, a diferencia de los viajes con amistades (Monterrubio et al., 2020).

Panorama de la disidencia de género en América Latina

En América Latina, los colectivos pertenecientes a la diversidad sexual y de género son objeto de estigma social y por lo tanto vulnerables y a menudo víctimas de exclusión social, discriminación y violencia (Alva, 2019). Las personas con identidades de género no normativas son víctimas de altos niveles de opresión y violencia en diferentes áreas de su vida, debido a los múltiples factores de desigualdad social que experimentan en esa región (Rodríguez, 2020). América Latina es el área del mundo que tiene el mayor índice de violencia y homicidios de personas con diversidad de género, sobre todo de personas trans. De acuerdo con el Observatorio de Personas Trans Asesinadas (Transgender Europe [TGEU] y Balzer, 2020), entre octubre de 2019 y septiembre de 2020, 82% (209 casos) de los asesinatos en contra de personas disidentes de género en el mundo tuvo lugar en América Latina. Brasil y México concentran la mayoría de los homicidios.

Los actos de estigmatización, discriminación y violencia para con estos grupos son de alguna forma legitimados por algunos Estados debido a la falta de legislaciones a favor del reconocimiento y protección de las identidades de género no normativas (Organización de los Estados Americanos [OEA] y Comisión Interamericana de Derechos Humanos [CIDH], 2020). Estos mismos actos se reproducen en la vida cotidiana de las personas de la diversidad sexual y de género, con ayuda de grupos religiosos y conservadores que se rigen por la hetero y cisnormatividad. La experiencia del turismo de las personas disidentes de género en América Latina no escapa a la estigmatización, la discriminación y la violencia. La reciente y limitada investigación científica social en el tema ha revelado que, al menos las personas transgénero en México, suelen colocarse en una posición de mayor vulnerabilidad en espacios no habituales y pueden llegar a ser víctimas de discriminación, maltrato, violencia verbal y física y del temor de ser asesinadas durante sus viajes de trabajo y placer (Monterrubio et al., 2021).

Se desconoce la dimensión de las dificultades que tienen que enfrentar las personas disidentes de género en países de América Latina. La población trans en México, por ejemplo, difícilmente se ha cuantificado en su totalidad. Los prejuicios y la condena de la sociedad mexicana llevan a muchas personas trans a no hacer pública su identidad, pues pone en riesgo su vida por actos de violencia de género (Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas [CEAV] y Fundación Arcoíris, 2016). Las estadísticas en torno a esta población en México documentan un mayor número de crímenes de transfobia que de homofobia o lesbofobia (Morales, 2017). Así, de acuerdo con Romero (2018), “los estigmas y discriminación son factores que han llevado al país a ocupar el segundo lugar a nivel mundial en crímenes de odio hacia las transgénero, sólo después de Brasil” (s. p.). Según un estudio de la Universidad de California, en Los Ángeles 0.6% de la población estadounidense se identifica como trans (Flores, Herman, Gates y Brown, 2016). A partir de ese dato el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación estima que, si la proporción fuera idéntica en México, en el país habría cerca de 740 mil personas trans (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación [CONAPRED], s. f.).

Proceso metodológico del estudio

Para conocer las experiencias de los viajes y el turismo de personas disidentes de género, se recurrió a los relatos turísticos, un tipo de narrativa autobiográfica resumida debido a las limitaciones temporales y espaciales sobre la experiencia turística (Mariottini y Hernández, 2017). Las narraciones personales de los momentos turísticos que se vivieron se construyen tanto de forma social como de forma semiótica. Sin embargo, son una construcción debido a que esos momentos son reinterpretados y recontados, por lo que los acontecimientos cambian en términos de su importancia.

Para lograr el objetivo de este estudio, se realizaron 23 entrevistas a personas con una identidad de género disidente. Siete entrevistas se realizaron en línea y el resto fueron presenciales. De todas las personas entrevistadas, cuatro viven en Guatemala y una en Chile, el resto vive en México. Quince entrevistas se hicieron en 2019 y el resto en 2021.

La selección de los tres países se definió a través de un criterio por conveniencia. De acuerdo con Bryman (2014), una muestra por conveniencia es aquella que simplemente está disponible en virtud de su accesibilidad. La intención del equipo de investigación era abarcar tantos países de la región como fueran posibles. Sin embargo, aunque se realizaron invitaciones a grupos en redes sociales y solicitudes personales a otros países, no se tuvo la colaboración esperada, por lo que al final solo se pudieron incluir participantes de esos tres países. A pesar de ello, se considera que el alcance exploratorio que se esperaba de este estudio se alcanzó con la muestra obtenida.

En los casos de las entrevistas presenciales, estas se realizaron en sitios acordados de manera previa con las personas participantes. Estos lugares fueron peluquerías (lugar de trabajo), cafés, restaurantes, casas y un campus universitario. Los criterios de selección de las personas participantes fueron tres: ser mayor de edad, poseer una identidad de género no normativa y vivir en algún país de América Latina. Se explicaron con antelación a quienes participaron los objetivos de la entrevista, así como su estructura, que luego dieron su consentimiento para colaborar y grabar la entrevista. Todas las entrevistas se realizaron en una sola sesión. La confidencialidad de la información y la protección de las identidades se ofrecieron a los participantes.

Se los reclutó mediante la técnica de bola de nieve y a través de contactos personales de la investigadora y los investigadores. Sin embargo, lograr la saturación de la información con las entrevistas fue un proceso complejo, debido a que se trata de personas con identidades heridas, con sentimientos autodevaluados que han padecido o saben que pueden padecer discriminación y humillación, por lo que intentan integrarse a la sociedad disminuyendo los efectos de su desventaja, ya que supone una cuota de inestabilidad social y emocional (Lavín-García, 2016).

Las entrevistas se realizaron con una guía que incluyó preguntas divididas en tres dimensiones: 1) perfil sociodemográfico, 2) temas de identidad de género y 3) motivaciones de viaje y experiencias turísticas. Los ítems sociodemográficos recogieron información sobre la edad, la educación, el estado civil y la ocupación de los participantes, entre otras señas. La sección de identidad de género incluyó preguntas sobre su autodefinición y sus experiencias interpersonales en su entorno cotidiano. Por último, en cuanto a las motivaciones de viaje y a las experiencias turísticas, se procuró conocer las razones de los desplazamientos y las experiencias interpersonales durante los viajes en función de su expresión e identidad de género.

Tomando en cuenta la utilidad de la triangulación de la información de los investigadores (Decrop, 1999), las entrevistas fueron analizadas por tres miembros del equipo de investigación. Todas fueron transcritas y cada miembro del equipo analizó cada entrevista para después reportar y discutir de manera colectiva los hallazgos. La revisión colectiva que efectuó el equipo tuvo el propósito de disminuir las posibilidades de sesgos en el análisis y en la interpretación de las entrevistas. Guiados los investigadores por los trabajos de Olson y Reddy-Best (2019) y de Monterrubio et al. (2021), se analizaron de forma manual (o sea, sin ayuda de ningún software) en términos de las vivencias con acompañantes, del sentir durante los viajes y de las estrategias que adoptaron para reducir riesgos.

Resultados

El rostro de las personas entrevistadas

La edad de las personas osciló entre los 22 y los 51 años. La mayoría de ellas se autodefinió como heterosexual. Se verificaron niveles educativos bajos, en particular en las mujeres trans. Las participantes y los participantes tenían distintas ocupaciones. Seis mujeres trans trabajaban como estilistas y dos realizaban trabajo sexual, mientras que en los hombres trans y en otros disidentes se hallaron profesiones que implican mayor nivel de escolaridad (administrador, fisioterapeuta, técnico en artes plásticas o estudiantes de universidad). Algunas personas de México habían cambiado sus documentos de identidad, no así las de Guatemala y Chile, pues sus países aún no cuentan con esta posibilidad legal. La identidad de género de todos los sujetos entrevistados está reconocida y legitimada en su vida cotidiana por las personas con quienes conviven, pero no en otros contextos, como los turísticos.

Viajes de personas disidentes de género

Monterrubio et al. (2020) dieron cuenta de que las motivaciones de viaje de las personas disidentes de género, en especial de las personas trans, son bastante similares a las de los turistas cisgéneros. El descanso y la búsqueda de novedad forman parte de las motivaciones de las personas trans, lo cual confirma la búsqueda de lo diferente y novedoso en su experiencia turística (Cohen, 1979). Sin embargo, las compañeras y los compañeros de viaje inciden en la experiencia turística de las personas que disiden del género convencional, pues no hacen lo mismo y, por lo tanto, las experiencias son distintas si se viaja con familia, con amigos o con pareja.

¡Ah bueno! Por ejemplo, si me quiero ir de copas, cuando voy con mi familia no puedo. Entonces, cuando voy con mis amigos, sí; digo, igual no es un exceso, pero sí de repente quiero llegar ligeramente mareado al hotel, pues me abstendría de hacerlo con mi familia. (Jair, 27 años, hombre trans, artes plásticas)

Con la familia eres como más reservado y entre todos tienes que elegir a dónde van, qué comer y demás, y con los amigos o la pareja no. Es como más de locura. Si uno no quiere ir, pues que no vaya, van los demás. (Raúl, 23 años, hombre trans, estudiante)

Cuando vas con tu familia es otro tipo de ambiente. Te afectan un poquito más las agresiones porque vienes con tu familia. No quieres incomodar a tu familia con las agresiones. No importa lo que digan de mí, pero que mi familia se dé cuenta que me están agrediendo, no quiero que se sientan mal […]. Cuando viajas con amigos, cotorreas, y cuando vas con familia, no. (Susana, 37 años, mujer trans, estilista)

Vergopoulos (2016) arguye que viajar acompañado influye en el tipo de experiencia turística. Este estudio confirmó dicha afirmación, pero además reveló la importancia de esta en las relaciones familiares. Así, para las personas disidentes de género, viajar con familia o con amigos y amigas o con pareja proporciona experiencias de distinta índole. Unas vacaciones con la familia sirven para mejorar la comunicación, convivir, conocerse en otro ambiente y sentirse arropados y arropadas por los padres, las madres, las hermanas y los hermanos; es decir, los familiares sirven de aliados y protección en contra de la violencia y la discriminación, ayudan a viajar con mayor confianza y pueden sentirse aceptados por ellos de forma plena.

Con mi mamá. Me gustaría viajar con mi mamá. Siento que ya nos lo merecemos, conocernos un poquito más, encontrarnos un poquito más, como que nos hace falta. Necesitamos ese breve espacio, darnos la oportunidad, que ella sepa cómo soy, a dónde voy, qué lugares conozco. (Hanna, 37 años, mujer trans, estilista)

Me han traído también experiencias con mi familia que son contextos totalmente diferentes, creo que ayudan mucho, porque también, si no mal recuerdo, justo cuando empezaba a viajar con mi familia, es cuando a mi mamá se le hacía más fácil nombrarme en masculino. (Jair, 27 años, hombre trans, artes plásticas)

Desde la perspectiva de género, los viajes en compañía de la familia ofrecen experiencias distintas en hombres y en mujeres. Mientras que a las mujeres se las quiere proteger, a los hombres se los impulsa a adoptar roles masculinos, los cuales para algunos de ellos son importantes en la construcción de su identidad de género. Algunas de estas experiencias poseen tanto valor personal, y por lo tanto se vuelven tan significativas, que logran almacenarse en la mente de quienes viajan (Larsen, 2007).

El de con hormonas fue a Veracruz, igual con la familia. Fue un viaje especial porque ya no era “la chava paga” o “la chava quiere esto” o “la amiga necesita esto”. Ya era el “Patrón, ¿qué le sirvo?”, “Joven, ¿qué necesita?”. Ya fue muy diferente, ya no necesitaba engrosar la voz, ya no necesitaba ponerme en una postura de hombre para que me hablaran de hombre, o sea, ya era más fácil. De hecho, en ese viaje me gustó mucho porque fue un viaje de papá e hijo, aunque iba toda la familia. Fue más de mi papá y mío y fue un viaje más de conocernos, pero ya en el aspecto padre e hijo y no en el anterior. Entonces, a la hora de que íbamos a algún lado, mi papá me decía: “Ten, wey, tú paga”. Entonces pedíamos la cuenta y mi papá decía: “El chavo paga”. Para cualquier cosa, patrón esto, patrón lo otro. Entonces esa sensación de que ya te hablen por lo que tú eres, ya es así como de wow, ¿no?, increíble. (Brandon, 26 años, hombres trans, estudiante)

Ya fui como Sofía. Me sentí más libre. Fue muy bonito porque fue toda mi familia. Pude platicar con mi familia como nunca. Que me aceptaran como tal, y mis papás me dijeron que me aceptaban como soy y no importaba lo que dijera la gente. Mi mamá me defiende mucho, se pone al brinco y me defiende: “Te vamos a defender a capa y espada”. (Sofía, 31 años, mujer trans, estilista)

En Cozumel, por ejemplo, con mi familia y ya no tener este asunto de tener que usar forzosamente la playera para nadar y no tanto por la parte de que me vieran los otros, sino que cuando todavía tenía pechos, por ejemplo, para mi mamá era de repente un poquito incómodo. Era como de OK, si traes el binder, pero sí ponte la playera para nadar mejor y pues sí era desconcertante. Y ya con la cirugía y todo fue como ¡ah, pues sí! Ya no le creaba conflicto. Desconozco por qué. Entonces fue como muy cómodo estar con mi familia disfrutando ese momento y poder estar sumamente a gusto sin estar preocupándome de nada. (Jair, 27 años, hombre trans, artes plásticas)

Debido al estigma social, las personas con identidades y expresiones de género no normativas, en especial durante sus viajes, se encuentran de manera constante en situaciones de angustia y ansiedad, pues ser leídas como no cis las coloca en situaciones de vulnerabilidad. Olson y Reddy-Best (2019) sostienen que las personas disidentes de género suelen llevar a cabo estrategias concretas para enfrentar dicha ansiedad. Este estudio reveló que evitar salir de casa y restringir las actividades recreativas en espacios públicos es una de estas estrategias.

Creo que al inicio decidí por eso encapsularme tanto en lo que podría trabajar. En otras cosas, evadía las dificultades, o sea, procuraba no buscármelas. Mejor estar como encerrado y no buscar situaciones que me pusieran como en riesgo, en peligro, como una medida de autoprotección Creo que fue mi manera de hacerlo. Incluso ahora que ya tengo mi mastectomía no es algo tan fácil o tan sencillo de olvidar porque, pues obviamente tienes las cicatrices y siempre la gente se te queda viendo como muy raro. “¿Por qué tiene cicatrices esta persona?” (José, hombre trans, 49 años, administrador)

Antes de mi transición sí viajaba más, pero desde el momento que yo empecé este proceso, la verdad es que sí he evitado salir y si salgo, solo es con amigos. Incluso ahorita tengo un conflicto porque están organizando un viaje de graduación y estoy dudando en ir porque como trans sí te afecta. Te vuelve vulnerable, te pone en situaciones de riesgo y la pienso para viajar. (Michelle, 22 años, mujer trans, estudiante)

Realmente viajo muy poco. Yo creo que el mayor tiempo que he viajado fue estando en esta compañía de teatro y era por cuestión laboral, no por recreación. Yo me siento inseguro todavía, en cuestión de lugares públicos, como lo pueden ser baños. En los que estés, en donde estés, en el país una persona trans en un baño incorrecto, si un hombre se da cuenta de que orino sentado o que no tengo pene, mi vida puede correr riesgo en ese mismo momento, ya sea en la Ciudad de México como en el norte, como en el sur, en cualquier parte del país se corren esos mismos riesgos. (Simón, 26 años, hombre trans, historiador de arte)

Olson y Reddy-Best (2019) señalan que, en efecto, las personas con identidades no normativas experimentan miedo y ansiedad por la posibilidad de ser discriminadas, maltratadas, acosadas o incluso asesinadas, y que parte de ese miedo se centra en mostrar documentos de identificación, cuando estos no coinciden con su expresión de género. También se detectaron esas experiencias en el estudio, en particular durante viajes por ciertas regiones de América Latina, en personas cuya expresión de género aún no coincide con sus documentos oficiales de identificación.

Me ponía muy nervioso porque en las fronteras terrestres suelen ser lugares, sobre todo en Centroamérica, son lugares muy llenos de crimen y hostiles, y mucha violencia y sí, bastante feos. Entonces a mí me daba mucho miedo pasar por ahí y que la policía me detuviera o pensaban que estaba suplantando identidad de alguien, entonces que me trataran mal, me criminalizaran o me pidieran dinero para dejarme pasar. Entonces sí era bastante desagradable. Por suerte, las veces que me tocó ir a Honduras, pasando por El Salvador, pasas dos fronteras ahí en bus, iba con otras personas LGBT. Entonces medio nos hacíamos compañía. (Gonzalo, hombres trans, 25 años, activista)

Esta situación cambia cuando dichas personas consiguen hacer el cambio de identidad en sus documentos oficiales, lo cual les da seguridad.

Creo que sí, el hecho desde que yo me acepté como hombre ya tenía ventajas ¿sabes? El hecho de saber que yo ya me percibía así, que la gente ya me percibía así me daba seguridad en mí mismo, es como decir: “Voy a viajar, dame mi pase de abordar, te enseño mi INE, ah sí eres Raúl, pásale”. El hecho de llegar y que mi identificación dijera un nombre femenino, que de repente diga, o sea, digamos que solo son unos minutos y era como de: “¿Sí eres tú?” y era como de: “Sí, sí soy yo”. Entonces esa era la cuestión. (Raúl, hombre trans, 23 años, estudiante)

Últimamente, en los viajes que hemos tenido, el que hice apenas a Veracruz, cuando me fui en camión, fue normal, porque pues ya mi nombre, mi identidad y mi persona concuerdan con la que ya están viendo. Me ha sido más fácil, me ha facilitado en todos los aspectos que no tienes idea, o sea, a mí me gusta que me pregunten mi nombre o que me digan si necesito entrar a algún lugar que me pidan INE, sacarla y mostrarla. No sé, es como un logro para mí que me digan “Es que no puedes entrar” o que me digan que me veo más chico y en el momento que la saque, que veas que no soy tan chico y aparte que mi nombre ya concuerda con la apariencia física que están viendo. (Brandon, 26 años, hombre trans, estudiante)

Olson y Reddy-Best (2019) también reportaron en su estudio que algunas personas con identidades de género no normativas suelen ocultar ciertas expresiones de género mientras viajan para reducir el riesgo y la ansiedad. Una vez que realizan transformaciones físicas, su seguridad aumenta y sus experiencias tienden a ser más positivas y por lo tanto memorables.

¡Ay, no importa!, y ya me metí a nadar con el binder y justo ya estando en el mar, estaba nadando con mi amiga dije: “Bueno, ¿qué pasa si me lo quito?”, y ya me lo quité en el mar, bien a gusto, y dije: “Bueno, ahorita que salga qué va a pasar, a ver si la gente no se me queda viendo o algo”. Salí, y no, o sea, a la gente solo se le hacía raro porque como que decían: “Este bato tiene bubis, pero tiene las piernas muy velludas”. No sé, nada más se les hacía raro, no había nada más de eso. Ya a partir de ese viaje, fue que decidí hacerme la mastectomía. Pero ya eso [después de la cirugía], tuve un viaje a Los Cabos, y en Los Cabos fue como, ya tenía esta expresión masculina -creo que no tenía hormonas en ese entonces cuando viajé a Los Cabos-. Entonces no hubo mayor problema. Recuerdo que hasta esa vez mi mamá me compró mi traje de baño que era como de esta playera de neopreno, para justo no tener este problema, pues me puse el binder, eso fue como bastante rico ese viaje. Posteriormente a este primer viaje que hice a Playa del Carmen, tuve un viaje a Puerto Vallarta, pero lo particular de ese viaje a Puerto Vallarta fue yo recién me había operado de la mastectomía. El caso es que aun así yo me metí a nadar. Fue, la verdad, otra experiencia que me gustó mucho. (Jair, 27 años, hombre trans, artes plásticas)

Más que todo, tengo más experiencias positivas que negativas. Lo que más me gusta es cuando voy a la playa o la piscina. Ahí es donde me quito la playera. Es como “Wow, este soy yo”, pero sí, con toda seguridad y tranquilidad. (José, hombre trans, 49 años, administración)

Acapulco fue una experiencia que recuerdo mucho porque fue la primera vez que me quité la playera en la playa. Yo no cuento con la mastectomía. Entonces mis senos son diferentes a los de un hombre, se ven femeninos. Esa figura que nosotros normalizamos con lo femenino no se identifica como algo propio de un hombre por mi experiencia. Fue catártica, fue enfrentarme a que muchas veces no nos atrevemos a hacer las cosas porque prejuzgamos a los demás, a que nos van a prejuzgar a nosotros. Uno piensa que un acto así en una playa tan pública pueda causar choque, pero, la verdad, es que hay tanta gente y todas esas personas están metidas en sus problemas que puedes pasar fácilmente desapercibido. Si bien sí llegué a recibir miradas, estaba en un espacio seguro porque estaba protegido por mis amigos que me acompañaron en esta experiencia con plena conciencia de lo que significaba para mí. Entonces sentí la vulnerabilidad, por un lado, pero también sentí la protección de los aliados que me han acompañado. (Raúl, 23 años, hombre trans, estudiante)

Por el contrario, una experiencia turística desagradable se vive cuando su apariencia física no corresponde al género sentido o cuando no se recibe el trato adecuado a su identidad de género.

En Huatulco, ese viaje fue el peor de mi vida porque tuve que usar bikini, o sea, eso fue lo principal que sí me molestó mucho, me dio mucha rabia y me causó mucha tristeza tener que usar un bikini. O sea, en ese tiempo [estaba] todavía en el box y sí tenía buen cuerpo, pero no era el cuerpo que yo quería […], pues tenía que entrar a la playa y fue como que la opción más factible para mí para no utilizar el típico de dos piezas, pues fue uno completo. Entonces, como que no encontré en la tienda los que ahora te venden, que son como short y top, no los encontré. Entonces tuve que comprar un traje de baño completo y fue como así de chin, pero pues tenía que hacerlo. (Brandon, 26 años, hombre trans, estudiante)

En las cuestiones de visitar las playas, el tener cierta vestimenta para una mujer y un hombre de cómo debes ir a la playa. Entonces he tenido un poco de problemas si en ese momento estoy identificándome mucho con el masculino, pues el que tenga que llevar cierto bañador, cierto traje de baño, pues sí me puede llegar a incomodar. O el tener que usar uno propio [un traje de baño que corresponda a su género de nacimiento], pues a mi cuerpo masculino con un short, solo se tapa la parte de abajo, pues nosotras ponernos un top sí me ha costado cuestiones de no sentirme tan cómoda en esos espacios donde sí está más expuesto mi cuerpo. Usar la ropa y demás, tapar ciertas cosas, pero ya estar en esos espacios en una playa donde todos están de cierta manera, sí me ha costado un poco convivir. Incluso se podría decir evitado un poco, pero pues más que nada por no sentirme tan cómoda el cómo me vea la gente. (Denis, 22 años, género fluido, estudiante)

Fíjate que es complicado a veces, por ejemplo, cuando vas a playas o a lugares con alberca o así. Antes me costaba mucho trabajo. Yo decía que no por el hecho del pecho, el hecho de ponerte un traje de baño. La mayoría de los hombres que van a la playa solo andan con la bermuda y con el pecho descubierto. En nosotros es más complicado. Hay lugares, hay albercas, hay lugares acuáticos, incluso en hoteles, que no te dejan entrar a la alberca si no estás así, si no tienes el short. No puedes entrar con ninguna playera, aunque sea de esas de neopreno. Entonces de pronto eso te hace sentir un poco mal, ¿sabes? Hay diferentes formas de ponerte las playeras de neopreno, desde el binder, que es como la faja compresora, hasta las cintas que son quinestésicas que jalas el pecho, la pones y pegas, pero aun así te sientes mal, ¿sabes? El tener que estar usándolo, incluso hay hombres que se operan y, como les queda la cicatriz. Para ellos, como que les da vergüenza. Entonces creo que solo es eso, el tener que pensar. A mí me gusta mucho nadar, pero de pronto llegar a un lugar donde de pronto ves los letreros de que no te puedes meter a nadar con ropa, y me ha tocado que me saquen de dos y eso como ¡ooosh! (Raúl, 23 años, hombre trans, estudiante)

Como puede observarse, entre las personas con identidades y expresiones de género no normativas, los hombres trans tienen más inconvenientes en los viajes a destinos de sol y playa, porque sus características físicas no pueden ocultarse con facilidad debajo de la ropa. Cuando se han realizado una mastectomía, la situación se modifica. Mientras los viajes no sean a playas o balnearios, los hombres trans pueden pasar por hombres cis, lo cual redunda en su confianza y a veces incluso en experiencias memorables.

Yo creo que se debe, sí, y por eso lo mencioné hace rato, a que soy leído como hombre y a que no soy leído como hombre trans. O sea, no es como, bueno, creo que no tenemos claramente cómo se vería definido un hombre trans y, segundo, es así nada más como dicen: “¡Ah, es hombre!” Y ya no hay como mayor cuestionamiento. (Jair, 27 años, hombre trans, artes plásticas)

La experiencia más bonita que he tenido, la única que he tenido por viaje y turismo y sobre todo porque lo pude disfrutar con mi pareja […]. Creo que es un viaje maravilloso, porque fui muy respetado, muy querido, pero, por supuesto, nadie sabía que yo era trans. Simple y sencillamente pasé como el esposo de mi esposa. Era una persona cisgénero más. Creo que eso no me hizo tan difícil el paso. Y esa es la experiencia más bonita y memorable que tengo de momento, sobre todo porque disfruté la compañía de ella y de toda su familia. (José, 49 años, hombre trans, administrador)

Por su parte, las mujeres trans entrevistadas, sobre todo aquellas que han hecho cambios en su cuerpo, han disfrutado la playa, porque les ofrece la posibilidad de vivir su cuerpo femenino en espacios públicos de recreación.

[Una experiencia memorable fue] la primera vez que viajé a una playa y que fui yo misma. La primera vez que usé un bikini, que anduve por la playa siendo yo misma. Me sentí bonita, segura, libre. (Paulina, 38 años, mujer trans, maquillista)

La práctica turística puede fortalecer la identidad corporal, pero en una mujer cis su inseguridad debido a una imagen corporal negativa pueden llevarla a no querer usar traje de baño de dos piezas. En cambio, para una mujer trans usarlo puede ser la cristalización de su sueño al encarnarse en un cuerpo femenino. Así mismo las experiencias de viajes también les permite reforzar su identidad como hombre asumiendo roles masculinos de protector y proveedor.

Fue cuando noté esta parte, que les comentaba hace rato, de ser proveedor y estar como muy fijado en esta parte de decir: “Sí, sí, no hay pedo, ponle aguacate”, o sea, yo sí estaba como mucho en esa parte y que sí me pasaba con ella. Ahora que lo pienso, porque con mi amigo era de pagas tú o pago yo, ¿no? Era muy, muy tranquilo, pero con ella, con mi amiga, era justo como de “Yo pongo, y qué quieres”. (Jair, hombre trans, 27 años, artes plásticas)

Me llevó para presentarme con los vecinos […]. Llegaban los vecinos y preguntaban que quién era. Y mi primo siempre decía: “Es el hijo del patrón, él es quien se va a quedar a vivir aquí”. “Ah, es el hijo del dueño”, y se quedaban con esta onda. Era para mí una cuestión como muy gratificante porque llegaban y me decían: “Joven, ¿cómo se llama? ¿Cuántos años tiene? ¿Y se va a venir a vivir con su esposa?, ¿tiene hijos?, pero el saber que ellos ya me veían tal cual un hombre, o sea, jamás preguntaron en Veracruz, los días que estuve trabajando con una playera de esas de tirantitos y se alcanzaba a ver el binder. A pesar de que la vieron, jamás me preguntaron por qué la traía, o sea, para ellos era el patrón y hasta ahí. Se podría decir que fue mi primer viaje solo a la casa, fue el mejor que he tenido porque pues era yo. No necesitaba aparentar nada, era simplemente yo. (Brandon, 26 años, hombre trans, estudiante)

Resulta interesante que la disidencia de género no necesariamente implica un cuestionamiento al modelo patriarcal de la sociedad ni a la masculinidad hegemónica. Esto es, se observó que, para algunos hombres trans, puede resultar una aspiración asumir un modelo de masculinidad tradicional, ese mismo modelo que los discrimina. En cambio, para otros, el caso de Jair, por ejemplo, haber vivido como mujer lo hace sensible a la discriminación y a la violencia que la sociedad ejerce contra ellas, por lo que trata, en calidad de hombre trans, de no violentar a las mujeres de su entorno. En pocas palabras, se tratan de seleccionar solo ciertos rasgos de masculinidad o de adoptar una masculinidad distinta.

Por otra parte, la práctica turística da la oportunidad de alejarse de la acción social cotidiana y de las estructuras de la sociedad para descansar. Aramberri (2011) detecta en dichos viajes un tipo especial de conducta social emancipada, no habitual, fuente de libertad, como parte de su esencia. Estas interpretaciones conciben la práctica turística como una ocasión para que los sujetos se apropien de su libertad y terminen por liberarse. En el caso de algunas personas disidentes de género, viajar es una gran experiencia.

Me gusta conocer lugares nuevos. Es como, no sé, me gusta llegar a diferentes lugares donde no saben quién soy y donde no saben nada de mi pasado. Entonces puedo llegar y ser yo mismo sin que las personas me digan o me pregunten: “¿Oye, por qué cuando viniste la vez pasada eras esta persona?”. O sea, siempre me gusta llegar a lugares nuevos por eso. Casi no visito lugares que ya he visitado, por lo mismo. No me gusta que me reconozcan y me digan: “Es que yo te conocí como tal y ahora llegas y me dices eres tal”. (Brandon, 26 años, hombre trans, estudiante)

El hecho de meterte a nadar con tus amigos y sentirte pleno, ¿sabes?, a pesar de que traigas la camiseta. De pronto nadar es algo muy bonito porque, pues te sientes libre y estar haciéndolo con las personas que quieres eso es increíble. (Raúl, hombre trans, 23 años, estudiante)

Discusión y conclusiones

En la investigación del fenómeno turístico, el término experiencia se ha abordado desde dos perspectivas: la experiencia vivida momento a momento y la experiencia evaluada, sujeta a reflexión y a la significación posterior. En este contexto, este estudio procuró explorar la experiencia a posteriori de las personas disidentes de género para conocer a través de sus narrativas los estados emocionales, físicos, espirituales e intelectuales que les han dejado sus viajes turísticos. Dentro de una perspectiva fenomenológica, la experiencia, más allá de lo sensorial-cognitivo, se constituye a través del lenguaje, en forma de relato. Dichas narraciones son elaboraciones de historias que dan sentido a las propias experiencias. Las descripciones aquí citadas denotan que las motivaciones para practicar turismo de las personas con identidades diversas de género son semejantes a las de los individuos cis: descansar, salir de la rutina cotidiana, conocer, por lo que no es adecuado incluirlas dentro de los estudios que abordan de manera indistinta las comunidades LGTB. Por lo tanto, se postula que las motivaciones y las experiencias de las personas con identidades y expresiones no normativas de género deben distinguirse de las motivaciones de orientación sexual.

A partir de ello, sus experiencias dependen en buena medida de la compañía durante el viaje, ya que no es lo mismo viajar con la familia que con los amigos. La familia suele proporcionar apoyo y abrigo contra la violencia y la discriminación, coadyuva a incrementar su seguridad y autoestima, y los amigos, las amigas o la pareja constituyen complicidad.

La edad y el nivel socioeconómico también inciden en la experiencia turística, pues, en el caso de las mujeres trans, cuyos ingresos y oportunidades en el mercado laboral son precarios, ven limitados sus viajes y por consiguiente tienen experiencias exiguas. En este sentido, se observa que hay diferencias entre las experiencias turísticas de las mujeres trans y las que tienen los hombres trans, quienes suelen tener mejores credenciales académicas y mejores empleos.

Así mismo, cuando las personas con identidades no normativas han avanzado en su modificación corporal, viven experiencias turísticas más satisfactorias. Lo mismo sucede cuando han tenido la posibilidad de cambiar sus carnets de identidad, o sea, cuando esos documentos oficiales corresponden al género sentido. Puede constatarse que el asunto de la sociabilidad en el turismo es crucial, ya que conlleva la construcción de la identidad de la persona, como apunta Desforges (2000). Así, las relaciones sociales establecidas durante las vacaciones se vinculan con la identidad a partir de la relación con la alteridad, lo que puede favorecer una experiencia transformadora que valide su Yo en la sociedad.

De las narrativas de las vivencias turísticas se desprende que estas son fundamentales en la construcción y afianzamiento de la identidad de género. La identidad como proceso intersubjetivo y contingente resulta de un conjunto de relaciones sociales y de unas prácticas concretas, en este caso las turísticas, y se materializa a través de las prácticas sociales y discursivas (Butler, 2004). Así, la identidad se traslada de permanecer en el ámbito privado de la cognición y la experiencia pasa a situarse en el ámbito público de las prácticas de un determinado campo social. Mientras los hombres y las mujeres trans no se hayan realizado modificaciones corporales y no hayan cambiado sus documentos de identificación, el viaje y la práctica turística se vive con miedo y ansiedad debidos a las agresiones verbales, físicas y psicológicas que suelen padecer. Referirse a ellas o a ellos como “eso” o un pronombre que no corresponda con su género sentido, va en detrimento de su seguridad y autoestima. Usar cierto tipo de ropa para meterse al mar o a una piscina, a menudo ocasiona burla sobre su cuerpo, porque este no coincide con su identidad de género. Acusarlo o acusarla de no ser un hombre o una mujer real, o incluso justificar el abuso sexual afirmando que es la manera en que les gusta tener relaciones sexuales a los hombres y a las mujeres de verdad ⸻método para “curar” a personas con orientación sexual no heteronormativa⸻ son solo algunas afrentas que les llevan a evitar los viajes y el turismo y que vulnera la construcción de la identidad de género que sienten. En este caso, las experiencias turísticas resultan a menudo negativas.

Sin embargo, la situación se modifica si han iniciado el proceso de transformación corporal y si las leyes les permiten cambiar su nombre en su acta de nacimiento y documentos de identificación. Lograr encarnarse o materializarse en el cuerpo que les corresponde según el género con el que se identifican produce confianza y mejora su autoestima. El anonimato que les proporciona la práctica turística y no tener la necesidad de explicar su cambio de género, son fuente de experiencias positivas. En esa situación, la creación narrativa es el resultado final de las experiencias turísticas personales, dependientes a la vez del género disidente.

La violencia y la exclusión que experimentan las personas que disiden del género convencional, se deben a que cuestionan el orden de sexo/género, ya que constituyen una impugnación radical a la idea de que somos, por naturaleza y de una vez por todas, hombres o mujeres (Martínez-Guzmán y Montenegro, 2011). Sin embargo, las identidades disidentes pueden mostrarse como identidades fluidas, en las cuales la masculinidad y la feminidad se vuelven membranas permeables y transitables en lugar de núcleos herméticos bien definidos. Por eso algunas personas con identidades diversas rechazan definirse de manera unívoca como hombre o mujer y reivindican la posibilidad de vivir en posiciones intermedias o externas al binomio: pensar en las categorías de género como una construcción social es imprescindible para articular procesos de transformación en todos los sectores, en este caso el turístico. Además, puede complejizarse con otras identidades, como la raza, la etnia, la clase social y la nacionalidad para poner en evidencia que las identidades no se limitan a la sexualidad individual y que influyen en la articulación social de las personas disidentes de género, conocimiento que puede servir para trabajar en estrategias colectivas de transformación social.

Los datos aquí mostrados pueden ayudar en dos sentidos: por un lado, a sensibilizar a las personas sobre los derechos humanos de los colectivos disidentes de género para que no se incurra, por ignorancia, en actos de discriminación o de violencia, incluida la violencia simbólica, tanto en la vida cotidiana como en los viajes turísticos. Por otro lado, la información que aquí se ha expuesto puede ser de utilidad a prestadores de servicios turísticos para tener en cuenta las necesidades y las motivaciones particulares de estos sectores de la población.

Si bien la aproximación cualitativa de este estudio permitió comprender las subjetividades de las experiencias turísticas, los resultados no pueden considerarse concluyentes ni generalizables debido al muestreo no probabilístico que se utilizó. Se espera que en futuras investigaciones se aborde el tema desde otras perspectivas metodológicas para lograr un entendimiento más amplio y profundo de las relaciones entre la diversidad de género y el turismo en América Latina.

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Cómo citar: Mendoza Ontiveros, M. M., Monterrubio, C., y Pérez Díaz, J. (2022). Experiencias turísticas de disidentes de género en América Latina. región y sociedad, 34, e1638. doi: 10.22198/rys2022/34/1638

Recibido: 10 de Marzo de 2022; Aprobado: 23 de Mayo de 2022; Publicado: 20 de Septiembre de 2022

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