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Región y sociedad

versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.25 no.58 Hermosillo sep./dic. 2013

 

Reseñas

 

Beatriz Castilla Ramos y Beatriz Torres Góngora (editoras) (2011), Tras las huellas del trabajo: de la firma red a los "otros trabajos"

 

Luis Alfonso Ramírez Carrillo*

 

Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán, 246 pp.

 

* Universidad Autónoma de Yucatán, Centro de Investigaciones Regionales "Dr. Hideyo Noguchi", unidad de ciencias sociales. Correo electrónico: rcarrill@uady.mx.

 

Si existe una figura emblemática en la organización de la producción y circulación de mercancías, bienes, servicios y personas en el capitalismo liberal actual es la firma-red; atraviesa fronteras y naciones, supedita, articula y organiza. Pero, si bien es emblemática de las transformaciones en la organización del trabajo internacional, de ninguna manera ha suplido sus formas tradicionales, no se puede considerar, ni por asomo, como una mejoría a las condiciones laborales de América Latina, que se sigue debatiendo entre la precariedad y el desempleo.

El objetivo primordial de esta obra es develar cómo se organiza el trabajo en distintas partes del mundo, cuyos actores centrales no son los territorios sino las obreras, artesanos, jóvenes que desempeñan múltiples oficios, "vagoneros" del metro, mujeres y, por supuesto, desempleados, subempleados, marginales y precarios. El libro tiene nueve capítulos, agrupados en dos partes según su grado de análisis. Los primeros cinco son ensayos de carácter macro, que abordan los procesos económicos, políticos y legales, que están originando las transformaciones profundas en el mundo laboral, y son los que se comentarán a continuación.

En el primer capítulo, producto de la colaboración de Sophie Boutillier y Beatriz Castilla, se analiza la mundialización actual indagando en las aportaciones y previsiones de cinco teóricos imprescindibles, para comprender las transformaciones en la organización del trabajo: Marx, Schumpeter, Galbraith, Castells y Krugman. En ellos encuentran los elementos que les permiten ver la continuidad de la firma familiar a la firma-red, y cómo la gran empresa y la internacionalización del capital han pasado de la negación del Estado a la negación del mercado, para obtener la máxima ganancia. Lo menos que puede decirse es que esta discusión sigue abierta, y que la confusión ahora es grande en el intento de fijar las fronteras entre las grandes compañías y las economías nacionales.

El capítulo de Beatriz Torres se enfoca en la precarización del trabajo actual y las tendencias que se observan desde la década de 1990, de desregular y disminuir el trabajo formal en aras de la informalidad. Desarrolla con claridad lo que observamos y lo que está desapareciendo y modificándose, que no es el trabajo en sí sino el empleo, al menos tal como lo conocimos en la mayor parte del siglo XX. En la segunda parte da cuenta de esta situación en dos espacios concretos, en la república mexicana y en el estado deYucatán. Sus datos demuestran cómo se ha visto menguado el empleo protegido, a la vez que se aprecia un aumento del subempleo y de la informalidad.

Marie France Labreque se ocupa de las desigualdades de género. Parte de los resultados de la Asamblea del Milenio, sostenida en el año 2000 en las Naciones Unidas, cuyo tercer objetivo trata de las relaciones de género, y establece una agenda para promover la igualdad de género y empoderar a las mujeres. Labreque muestra cómo, en distintos ámbitos, tanto las empresas trasnacionales como las nacionales han incumplido con los objetivos del milenio en América Latina. Aterriza su análisis con el ejemplo de las mujeres que trabajan en las maquiladoras de Yucatán, en México.

Regina Galhardi habla de los retos del empleo en América Latina y el Caribe. Elabora un perfil laboral de toda esta región para el año 2009, con base en las estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo, ampliadas para México, con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Sus resultados muestran el avance de la precariedad del empleo en los últimos 20 años pero, sobre todo, la actuación muy limitada de las políticas públicas, para enfrentar las crecientes necesidades y la falta de un mayor dinamismo de los mercados de trabajo regionales.

Esta reflexión la complementa Dulce María Sauri Riancho, quien reflexiona en torno al marco legislativo mexicano, que se ocupa de las competencias y la competitividad laboral. Con su experiencia como elaboradora de políticas públicas, compara el caso de México con el de varios países asiáticos, y muestra cómo éstos fueron capaces de elaborar legislaciones mucho más benéficas que la mexicana, conforme se abrió su economía al capital internacional, con leyes que beneficiaron tanto a las empresas nacionales como a sus propios trabajadores, permitiendo elevar la competitividad de ambos actores, conforme se integraban a una economía global, situación que no se puede observar en México.

La segunda parte del libro se centra en temas particulares y actores específicos. Por ejemplo, Blandine Laperche aborda el papel de la propiedad intelectual, que no se suele atender con suficiente interés en el estudio sobre los procesos de innovación. Plantea que para la expansión de la firma-red, la innovación es crucial, y que los derechos de propiedad intelectual desempeñan un papel importante de coordinación en los procesos operativos de los eslabones que suelen conformarla.

La contribución de Ana María Rivas versa sobre el trabajo precario de los jóvenes en España. Sus hallazgos apuntan a que si bien el paradigma de empleo formal está desapareciendo entre los jóvenes por el de un trabajo parcial e informal, esto no significa que el trabajo en sí y el empleo volátil y precario hayan dejado de ser el núcleo central, y el eje en torno al cual sigue girando la vida de estos trabajadores. Por participación o por exclusión, el tiempo de trabajo y el tiempo de vida se siguen definiendo mutuamente. La necesidad y la libertad no pueden dejar de tener como hilo conductor el trabajo y el empleo, menos en una época de precarización.

La visión directamente antropológica del libro la ofrece Victoria Novelo, quien trata de la permanencia e importancia del trabajo artesanal y de los artesanos en la actualidad, en plena época del capitalismo global. Recalca cómo la flexibilidad y capacidad de adaptación siguen haciendo del artesano un personaje central en las cadenas de producción capitalistas. No se detiene allí, señala cómo el trabajo artesanal se ha innovado e incorporado nuevas tecnologías en sus talleres, desarrollándose y complementando incluso a la gran industria capitalista.

Esta obra concluye con un original trabajo de Sandra Ruiz sobre los miles de vendedores ambulantes del sistema de transporte colectivo, el metro de la Ciudad de México, conocidos como "vagoneros", muestran una organización con jerarquías, estructuras y capacidad de movilización que los ubica a medio camino entre las redes y las estructuras de venta formales. Entre la ilegalidad y la informalidad, los vendedores articulan mundos sociales y laborales diferentes. Están en los márgenes del sistema social, pero al mismo tiempo plenamente integrados a los mecanismos de poder local y político de las policías y las administraciones de la ciudad, desde hace varias décadas. Los "vagoneros" no disminuirán, más bien prometen incrementarse con el paso de los años.

La diversidad temática del libro se vería quizá realzada si se concluyera con mayor firmeza que la precarización actual y el desmantelamiento del empleo formal corresponden, sobre todo, a formas más vulnerables de organización productiva y legal del trabajo y no tanto a la pérdida de un mundo, ubicado en el pasado, donde los trabajadores vivían mejor, situación, que si bien puede ser válida para los países capitalistas centrales, difícilmente lo fue para los periféricos, como es el caso de México. Me refiero a que constatar las carencias y enormes necesidades laborales actuales puede llevar a confundir la narrativa sobre el pasado con la realidad del pasado.

No se debe olvidar que la mayor justicia en los planteamientos discursivos de los proyectos políticos y económicos del viejo Estado de bienestar, en comparación con el actual Estado neoliberal, no correspondieron a lo que realmente pasaba en México. Esto no niega que en materia de protección legal y menor vulnerabilidad del empleo existieron avances sexenio tras sexenio, lo mismo en lo que respecta a seguridad social, cobertura médica, como en muchas otras naciones latinoamericanas y, por supuesto, del mundo. Pero tampoco significa que en la realidad mexicana las cosas pasaran como estaban escritas en las leyes y programas de gobierno, o como el discurso político presumía. La verdad es que no se puede afirmar que la formalidad del empleo, la cobertura médica y los ingresos salariales fijos, por tomar sólo tres aspectos, cubrieran a la mayoría de la población mexicana en las décadas pasadas.

Hay que señalar que el reto es hacer una crítica, desde la economía política, levantando los mantos de la vieja ideología de que tuvimos un Estado de bienestar que se está desmantelando; fue un estado corporativo y populista que fingió ser un Estado de bienestar. En gran parte por ello la situación actual es crítica en materia de empleo y capacitación y, para muchos segmentos de población como los jóvenes por ejemplo, peor que en el pasado; pero a la mayor parte de los mexicanos tampoco les iba mejor. Y tenemos también nuevos actores sociales, que antes no estaban presentes de manera colectiva en los mercados de trabajo en la cantidad que lo están ahora, como las mujeres o los adultos mayores. Esto es sólo para reforzar lo que algunas contribuciones de este libro apuntan con claridad.

Al revisar los datos del último medio siglo, es difícil decir que la población de origen indígena, los campesinos o los pobres y marginados urbanos, esto es, la mayoría de los mexicanos, hayan ganado mejor, tenido más acceso a servicios médicos o mejor calidad y esperanza de vida: mal ahora y mal antes. Por supuesto que esta visión sólo ayuda a complicar los problemas actuales, pero también hay que subrayar siempre que en materia de empleo y bienestar social las soluciones están en el futuro y no en el pasado, por lo que los retos son mayores, tanto para el diseño de políticas públicas como para el análisis social. Aumenta la necesidad de nuevas políticas de empleo, para disminuir y combatir la vulnerabilidad y precariedad que provoca la flexibilización del trabajo, fenómenos que de manera tan amplia y comprensiva muestran el conjunto de autores de este libro, en especial si, como es previsible, se profundizan con las nuevas reformas laborales que están en marcha en México y en muchos otros países del mundo.

Por otra parte, también es importante señalar las diferencias regionales en el empleo y las consecuencias muy distintas que tendrá la flexibilización laboral, pues seguimos teniendo muchos Méxicos. Si analizamos de manera comparativa el comportamiento del empleo en las regiones del país resalta la diferencia en su competitividad, y si nos preguntamos las razones de esto y las vinculamos al desarrollo regional, en las primeras décadas del siglo XXI aparecen dos variables. La primera es la desigual acumulación histórica de casi un siglo de oportunidades, inversiones productivas privadas e infraestructura pública, educativa y de comunicaciones en unas entidades más que en otras, que han creado un capital económico y laboral, social y cultural, generando un ambiente de legitimidad propicio al desarrollo de los negocios y la empresa privada en las zonas más favorecidas, con una mayor y mejor calidad y cantidad de empleo e ingresos. La segunda es de carácter espacial, se trata de la ubicación más o menos privilegiada de las regiones respecto a los mercados que demandan más bienes y ofrecen más créditos y capitales, en especial los de Estados Unidos. La conjunción de ambas variables ha favorecido la creación de redes sociales y relaciones preferenciales entre empresarios que generan confianza y reciprocidad, características fundamentales para la aparición de corporativos empresariales duraderos, que han podido competir con más probabilidades de éxito en la situación de mercados abiertos que vive México en la actualidad, generando una empresa privada capaz de ofrecer mejores condiciones laborales.

Así, dos décadas de apertura comercial y financiera están mostrando que el desarrollo regional obtenido en México es socialmente desigual y, en lo que a los empresarios y trabajadores se refiere, aumenta las divergencias en la competitividad de empresas y empleo. El liberalismo actual parte del planteamiento de que el desarrollo se deriva del crecimiento económico, y que a partir de él se dará un proceso de convergencia en el que las regiones pobres, gracias a un mayor dinamismo empresarial, tenderán a crecer con mayor rapidez que las ricas, reduciendo así el diferencial de ingresos que las separa. Esto no ha sucedido en México, donde el avance económico de las entidades federativas muestra que las ricas crecen mucho más rápido que las pobres, aumentando así su ventaja con el paso del tiempo, por lo que a partir de la apertura comercial ha aumentado la desigualdad en los ritmos de desarrollo de regiones, de empresarios y de trabajadores.

No es sólo un problema de divergencia en los ritmos de crecimiento, ya que al concentrarse la infraestructura, los créditos, las capacidades laborales y el capital económico y social en la tercera parte de las entidades del país, se minan las bases de la competitividad futura de otras zonas para impulsar un empleo decente y un trabajo de calidad, tanto por el Estado como por empresarios locales y foráneos. Hasta 2013, el resultado de este proceso es que, contra lo previsto o presumido en la justificación del tránsito hacia un modelo neoliberal, la apertura comercial en México se ha visto acompañada de un crecimiento económico mediocre y una mayor discrepancia en los procesos de desarrollo regional, así como de una baja competitividad de los empresarios en México que, no sólo en los últimos 20 años sino décadas antes, han mostrado bajos índices de desarrollo social, crecimiento económico y modernidad política, es decir, las dos terceras partes del país, y esta baja competitividad se extiende también al pequeño y micro empresario con el consiguiente impacto en el empleo. Si a esta profunda diferencia regional la alimentamos con mayor flexibilidad y precariedad, que pueden derivarse de una reforma laboral sin políticas de empleo alternativas, distintas a las actuales, los resultados pueden ser muy poco halagadores para el futuro de los trabajadores de las dos terceras partes menos desarrolladas del país. En pocos años lo sabremos, mientras tanto investigaciones como las que se encuentran en este libro resultan imprescindibles, para conocer mejor la naturaleza del trabajo y del empleo en el mundo contemporáneo.

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