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Región y sociedad

versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.25 no.56 Hermosillo ene./abr. 2013

 

Reseñas

 

Isaac Reed (2011), Interpretation and Social Knowledge. On the Use of Theory in the Human Sciences

 

Nelson Arteaga Botello*

 

Chicago, The University of Chicago Press, 194 pp.

 

* Profesor-investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México. Doctor en sociología y miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel II. Correo electrónico: nelsonarteagabotello@me.com

 

El libro más reciente de Isaac Reed, Interpretación y conocimiento social, muestra la fuerza de la corriente de la sociología cultural por definir un proyecto que vaya más allá tanto de las interpretaciones causales, como de las corrientes de la posmodernidad. El objetivo del texto es dar cuenta de la forma en cómo se intersectan teoría y evidencia en la sociología, independientemente de los programas teóricos, agendas de investigación y métodos específicos. Lo que implica el reconocimiento de que teoría y hecho son dos sistemas de sentido, que al intersectarse producen conocimiento, en la medida en que la teoría se orienta por cierta racionalidad y un conjunto de conceptos, mientras que los hechos tienen una función referencial o indexical. De esta manera, los cientistas sociales buscan conectar los hechos con una teoría que permite su resignificación como evidencia, y proporcionar así un conocimiento de las acciones sociales. Reed sugiere que existen distintas intersecciones entre teorías y hechos a las que denomina "modos epistémicos", que producen criterios de validación diferentes, y son el realista, normativo, interpretativo y causal-interpretativo.

El primero de ellos se considera el más tradicional en la práctica de la sociología. La premisa fundamental del realismo es que la teoría está anclada en la estructura básica de lo social, y su coherencia se encuentra localizada en su propio referente. En este modo epistémico, el problema de cómo se articula teoría y evidencia se resuelve al dar cuenta del lenguaje de la teoría como si fuera el propio lenguaje de los hechos, los cuales funcionarían como contraste del sistema autorreferencial que sugiere la teoría, constituida en un ejercicio diseñado en referencia con y para describir la realidad social: la teoría se inyecta en el sistema signo-evidencia, lo que permite descubrir las realidades fundamentales de lo social. Su pretensión es alcanzar explicaciones causales, por ello apunta a que sus modelos de explicación se apliquen de forma amplia (general), consistente con ella misma (coherente), y que describa la realidad social directamente (referenciada). El concepto de "mecanismo" resulta el motor que mueve las explicaciones que genera este modo epistémico; apela a estructuras y elementos, por lo que constantemente se hace uso de significadores teoréticos de carácter causal, tales como "fuerza", "impulso", "progreso", "dirección", "orientación", "provocación", "afectación", "producción", "regulación, "determinación" y "destrucción", entre otros. Al utilizar estos significadores, subyace la idea de que existen factores ontológicos que detonan las esferas de la acción social.

Los textos clásicos de la sociología presentan ejemplos de mecanismos de orientación de la acción. Reed considera que en Durkheim se puede encontrar la naturaleza religiosa del hombre; en Marx, su carácter productivo; en tanto que Levi-Strauss hace referencia a las estructuras sin tiempo, que viven en la mente humana. En la sociología contemporánea, Joas parte del principio de la creatividad humana como mecanismo de explicación social, Honneth de la ontología del reconocimiento y Collins de las emociones. A partir de cada uno de estos mecanismos de orientación de la acción, la sociología examina los hechos sociales a la luz de la presencia o ausencia de las cadenas causales que se derivan de ellos. La teoría permite por sí misma la organización de los datos, el establecimiento de relaciones de explicación, por lo que la evidencia tiene un papel secundario: provee el campo para probar, según el criterio de la falsación, la presencia o ausencia de cierto mecanismo, pero sobre todo la fuerza, coherencia y peso de un marco teorético. La debilidad de este modo epistémico radica, sugiere Reed, precisamente en el papel secundario que los hechos tienen frente al imperio de la teoría. En este sentido, su operación se basa en dos movimientos: aprender la teoría y observar para narrar o medir la experiencia.

El modo epistémico normativo busca establecer un diálogo entre el investigador y los investigados, bajo el telón de fondo de ciertos criterios normativos. Esta forma de construcción del conocimiento encuentra gran parte de su inspiración en los movimientos sociales de la segunda mitad del siglo XX. Se mueve a partir de dibujar un ideal de sociedad, acción o institución, con el fin de contrastar dicho ideal con los hechos sociales. Este normativismo se encuentra anclado en las interpretaciones de la teoría política, y se ha introducido de manera muy fuerte en las ciencias sociales. Conceptos como democracia, multiculturalismo, ética y relaciones de género están impregnados de criterios normativos, y se usan por el investigador, según Reed, para disponer un diálogo entre la teoría y los sujetos de investigación, lo que regularmente produce una confusión entre la conciencia de los sujetos y el proceso cognitivo.

El autor sugiere que el caso ejemplar del modo normativo es el estudio de Habermas sobre la esfera civil. Considera que Haber-mas construye un modelo de relaciones civiles ideales, basado en el diálogo abierto, desjerarquizado y libre de los cafés en una parte de Europa en el siglo XIX, que después contrasta con el papel que juegan los medios de comunicación de masas en las sociedades contemporáneas del siglo XX. Los hechos actuales son minimizados por la fuerza narrativa de un modelo normativo, construido desde el pasado, y no se analizan en función de su propia lógica y de su campo de problematización. Pareciera que la crítica se constituye aquí como el criterio de construcción de conocimiento social. No obstante, para Reed la estrategia de construcción normativa que hace Habermas puede también encontrarse en Foucault, uno de sus principales antagonistas teóricos. En este autor la distopia funciona como norma, en una especie de posición criptonormativa. La sociedad panóptica es descrita como un proceso progresivo irreversible, que tiende a poner a cada uno de sus ciudadanos bajo la lógica del control. Lo que importa es, entonces, describir y narrar cómo los hechos se aproximan cada vez más a la sociedad de la vigilancia total. Tanto en su versión normativa como criptonormativa, en este modo epistémico el conocimiento se construye a partir de poner en tensión un conjunto de ideales o pesadillas sociales con sus manifestaciones empíricas. Y, al igual que el realista, coloca los hechos en un espacio social secundario, aunque Reed apunta una diferencia: mientras que el realismo pone los hechos en un mundo de estructuras fundamentales de lo social, el modelo normativo los ubica en un mundo de problemas fundamentales, que abre las posibilidades de un pensamiento crítico.

El modo epistémico interpretativo parte del principio de comprensión del sentido de la acción, como representación del sentido social y de la experiencia humana. Ligado a la expansión del giro lingüístico, su desarrollo está vinculado a la forma de leer e interpretar textos desde diferentes tradiciones de la hermenéutica. Lo que importa es la textura social, los gestos que sirven a los actores sociales para comunicarse; su objetivo es entender los niveles de comprensión y de sentido de la experiencia humana; lo importante es dar cuenta de la experiencia de los actores sociales. Las preguntas ¿qué es el Estado, la multiculturalidad, la ética, las relaciones de género?, sólo pueden tener respuesta a partir de tres movimientos: la reconstrucción de las texturas de la subjetividad, de los mundos de vida social, así como del lugar y el tiempo en donde se realiza la acción. De esta forma se reconfiguran los hechos, por vía de su recontextualización, en un conjunto de sentidos profundos, que son histórica y socialmente limitados. Clifford Geertz y su texto sobre la pelea de gallos en Bali resulta, según Reed, el modelo que ejemplifica de mejor manera este modo epistémico; reconstruye un hecho a partir de la conjunción de la teoría del juego profundo, la teoría binaria de lo sagrado y lo profano, a lo que suma su interpretación de la masculinidad balinesa. En este sentido, Geertz deriva la interpretación de un hecho social de la coherencia de tres telones de fondo de sentido, y no de la coherencia de una sola teoría. La coherencia se origina de las interpretaciones sobre el hecho y no del imperio de una teoría, y la carga ontológica está en la eficacia del sentido social que se construye en la interpretación.

Reed considera necesario construir una metáfora que permita cristalizar un modo epistémico, como el que cree observar en los trabajos de Geertz, y si bien la metáfora de "campo" -en el sentido que lo usa Bourdieu- puede resultar útil, es limitada porque subraya la dimensión táctica de la vida social, el conflicto entre actores y su oposición, como sucede en el concepto de habitus. El "campo" tiende, además, a buscar topologías e isomorfismos. Por tanto, él plantea más adecuado usar la metáfora de "paisajes de sentido" (landscapes of meaning) ; donde el sentido es construido por grupos humanos y no es manipulado ni controlado por ninguno de los subconjuntos que los forman. Los paisajes de sentido no pueden reducirse a campos isomórficos, y su objetivo no es la construcción de topologías, de tal suerte que no existe un paisaje general al que puedan reducirse las interpretaciones de hechos distintos.

Esto abre una forma particular de intersección de teoría y hechos. Si el modo realista considera fundamental la coherencia y cohesión de la teoría frente a los hechos, mientras que el normativo propone ciertos ideales como criterio de análisis, ¿cómo se construye la relación teoría y hecho en los paisajes de sentido? El viejo planteamiento de diseñar una hipótesis no es una opción. Lo que guía la investigación es, por un lado, un verificacionismo localizado -una teoría debe comprender adecuada y razonablemente la superficie de sentidos gracias a un grupo de signos que lo evidencien-. Por otro lado, las teorías deben proporcionar una reconstrucción apropiada y amplia de los paisajes de sentido, y acompañarse de una explicación causal de los propios hechos. Reed considera que esto pone al día el proyecto que Weber tenía sobre la sociología, "una ciencia que concierne a la comprensión de lo social con una explicación causal de sus consecuencias". Y dice que el modo interpretativo no excluye las explicaciones sociales, la Ética protestante y el espíritu del capitalismo no deja duda de ello. El sentido intersecta la estructura y la agencia dando a la acción una forma concreta. Reed trata de subrayar la necesidad de invertir el proceso tradicional de conexión entre explicación causal e interpretación. Por lo regular se busca primero encontrar las causas de la acción, él propone trazar el camino contrario: buscar las consecuencias y los efectos causales de la acción, sugerir así otra solución a la discusión entre agencia y estructura, que ha marcado a la sociología, y con esto intenta dibujar un modo epistémico que denomina de "explicación interpretativa".

Una propuesta que resulta un respiro a la sociología sumergida, sin necesidad, en las aguas turbulentas del postestructuralismo, postfuncionalismo, postcolonialismo, postindividualismo y una serie interminable de post.

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