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Región y sociedad

versão On-line ISSN 2448-4849versão impressa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.24 no.55 Hermosillo Set./Dez. 2012

 

Artículos

 

Los espacios de la prostitución en Tijuana: turismo sexual entre varones

 

Nora Leticia Bringas Rábago* y Ruth Gaxiola Aldama*

 

* El Colegio de la Frontera Norte (COLEF). Carretera escénica Tijuana-Ensenada, km. 18.5, San Antonio del Mar, C. P. 22560, Tijuana, Baja California, México. Teléfono: (664) 631 6300. Correo electrónico: nbringas@colef.mx / rgaxiola@colef.mx

 

Recibido en septiembre de 2011
Aceptado en noviembre de 2011

 

Resumen1

Aquí se presenta un primer acercamiento al fenómeno del turismo sexual entre varones en Tijuana, a partir de la identificación de los espacios donde se lleva a cabo la prostitución masculina en el primer cuadro de la ciudad. También se analizan algunas prácticas sociales relacionadas con el uso y apropiación del espacio por parte de los sexoservidores. La aproximación al estudio del turismo sexual es a través de la dimensión espacial, la cual permite conocer cómo interactúan, se relacionan y se transforman los lugares donde se ejerce. A partir de las variables de accesibilidad, oportunidad y restricción se definen los espacios de la prostitución. Y, para identificarlos, la observación no participante fue fundamental en los recorridos de campo, así como las entrevistas a profundidad a sexoservidores que ofrecen sus servicios a turistas. Los primeros hallazgos muestran que ellos no son usuarios pasivos del territorio donde prestan sus servicios, sino que lo adaptan y transforman hasta apropiárselo y generar espacios donde se reconocen y se sienten más seguros y protegidos, no sólo de sus clientes, sino también de la policía.

Palabras clave: sexoservidores, prácticas socioespaciales, Tijuana, turismo sexual, varones.

 

Abstract

A first approach to sex tourism among males in Tijuana is presented, starting from the identification of spaces within the heart of the city where male prostitution takes place. Social practices related to the use and appropriation of space by male sex workers are also analyzed. Our approach to the study of sex tourism is through the spatial dimension, which allows us to understand how sex workers interact, relate, and transform the spaces used for sex tourism.Taking into account the variables of accessibility, opportunity, and restriction, the spaces of prostitution are defined. Non-participant observation was fundamental to identifying sites during field work, as well as in-depth interviews with male sex workers who offer their services to tourists. The first findings show that male sex workers are not passive users of the territory where they work; they adapt and transform it until they appropriate it and generate spaces where they recognize each other and feel secure and protected, not only from their customers but also from the police.

Key words: sex workers, sociospatial practices, Tijuana, sex tourism, male.

 

Introducción

El turismo sexual ha tenido una enorme difusión mundial en los últimos años. En México, el crecimiento de esta actividad se ha dado sobre todo en destinos de playa, como Acapulco y Cancún, y en ciudades fronterizas, como Tijuana. Debido a la magnitud de los flujos de visitantes, México es considerado el principal destino de turismo sexual en el continente americano, de ahí que sea conocido como el "Bangkok de Latinoamérica" (ECPAT* 2006).

En las últimas décadas, tanto en el mundo como en México, se ha registrado un interés creciente por el tema del turismo sexual, por lo general asociado a la explotación sexual infantil. Sin demeritar la importancia de los trabajos que abordan tal problemática, ni el hecho de que a Tijuana se le ha señalado como una de las principales ciudades donde se ejerce este tipo de prostitución (Azaola 2006), el objetivo aquí es realizar una primera exploración sobre el turismo sexual hombre-hombre, para demarcar los espacios abiertos donde se lleva a cabo la prostitución masculina en el primer cuadro de la ciudad para, a partir de ello, identificar algunas de las prácticas socioespaciales de los sexoservidores entrevistados.

La hipótesis de partida es que el uso y la apropiación2 de los lugares turísticos donde se ejerce la prostitución3 hombre-hombre, en una ciudad fronteriza como Tijuana, están influidos por la accesibilidad y la oportunidad de contar con un espacio urbano, adyacente a la línea fronteriza, que divide las abismales diferencias económicas y sociales de dos ciudades, separadas por una demarcación geopolítica y con valores, normas y leyes muy distintas.4

En una ciudad como Tijuana, considerada como liberal, la liminalidad se vive día a día y resulta favorable para el visitante, pues tener accesible el sexoservicio de manera más barata y no regulada le permite romper con su cotidianidad, sin tener que trasladarse grandes distancias para lograrlo, ya que el desplazamiento propicia un efecto liberador en el comportamiento del viajero, la moral se relaja y lo que no es permitido en su ambiente habitual, puede hacerse gracias al anonimato del viaje.

Estudiar la dimensión territorial del turismo sexual entre varones en Tijuana implica contextualizarlo, a la luz de dos procesos que han influido en el actual desarrollo de la ciudad: la migración y el turismo internacional. Desde inicios del siglo pasado, el turismo marcó fuertemente el crecimiento económico, mientras que la migración ha sido determinante en su poblamiento y desarrollo posterior. Por ello, el punto de partida aquí es hacer un recuento histórico breve del nacimiento de la actividad turística en Tijuana, en la cual han influido mucho los procesos políticos, económicos, sociales y culturales ocurridos en el vecino estado de California (Verduzco et al. 1995).

 

El trabajo sexual masculino: un fenómeno difícil de medir

Para efectos de esta investigación, y debido a la dificultad para abordar el tema, se empleó una metodología mixta, con mayor soporte en los métodos cualitativos, lo que permitió una mejor comprensión de este fenómeno y de las relaciones y procesos sociales involucrados con él. Se consideró pertinente triangular los métodos por lo que, además de la observación no participante y la aplicación de entrevistas en profundidad, se utilizaron técnicas espaciales como el Sistema de Información Geográfica que permitió ubicar espacialmente la distribución de los lugares de la prostitución, mientras que los métodos cualitativos dieron luz sobre los procesos sociales que ahí se producen.

Para ayudar a fundamentar este trabajo se realizaron 11 entrevistas a profundidad a sexoservidores que brindaban su servicio a turistas. Primero se hicieron recorridos de campo por las zonas donde trabajan, y después se identificó a quienes se entrevistarían, que debían cumplir con las siguientes características: ser hombres, mayores de 18 años, haber establecido un intercambio monetario con turistas nacionales o extranjeros y que ofertaran sus servicios, principalmente, en los espacios abiertos del primer cuadro de la ciudad (el parque Teniente Vicente Guerrero, la plaza Santa Cecilia y el andador de prostitución masculina de la calle Salvador Díaz Mirón o calle 4ta. Al principio fue difícil que los sexoservidores aceptaran ser entrevistados, pues pensaban que la intención era contratarlos. El proceso para ganar su confianza fue lento, y para lograr más entrevistas se recurrió a la técnica bola de nieve.

En las entrevistas se buscó obtener información sociodemográfica del entrevistado y de los turistas sexuales, las formas de establecer el contacto, las peculiaridades del trabajo, la perspectiva del proveedor acerca de sus clientes, las relaciones de poder, las características de la oferta y la identidad sexual del trabajador, entre otros. Cabe recalcar que aquí no se pretende hacer generalizaciones, sino tener un acercamiento inicial a este fenómeno, pues aunque la muestra seleccionada no es representativa estadísticamente, brinda elementos que permiten reconocer algunos rasgos de quienes ofertan este tipo de servicio e identificar las razones por las que lo hacen. De manera complementaria se realizaron recorridos de observación no participante en los tres espacios de estudio que, aunados a las entrevistas en profundidad, constituyeron una herramienta útil para describir y analizar el comportamiento de los trabajadores sexuales, así como el significado que le otorgan a la actividad.

Se estima que en Tijuana existen más de siete mil personas que ejercen la prostitución5 como modo de vida, pero apenas tres mil están registradas de manera formal en la Subdirección de Control Sanitario.6 De acuerdo con esta dependencia, sólo 5 por ciento de los registros corresponden a trabajadores sexuales varones,7 por lo que se supone que la mayoría trabaja sin regulación gubernamental alguna, lo que hace más difícil detectarlos en comparación con las mujeres que ejercen esa actividad. Sin embargo, lo más grave y delicado de este asunto es que su clandestinidad los convierte en una población de mayor riesgo para contraer infecciones de trasmisión sexual (ITS), mayor exposición a la violencia y al rechazo social.8

 

La ciudad como escaparate del turismo sexual

La organización territorial de Tijuana es el resultado de un proceso histórico de desarrollo económico y crecimiento urbano, que ha estado muy ligado a los flujos de turistas procedentes, sobre todo, del sur de California, a los intercambios comerciales entre pobladores de ambos lados de la frontera y al constante arribo de migrantes, del interior del país o de los deportados de Estados Unidos.

Como cualquier otro producto de consumo, las ciudades se venden y adoptan una imagen a fin de proyectarse como un lugar fascinante para ser visitado (Judd y Fainstein 1999). El uso que hacen los turistas de la ciudad está influido en gran parte por la concentración espacial de los servicios y la selección de qué sitio visitar y depende, en gran medida,del imaginario o conocimiento previo. Al consumir lugares turísticos, los visitantes adquieren imágenes que sintetizan las expectativas del destino (Urry 1990).

La ciudad es un escaparate con posibilidades de integrar nuevas funciones a los recintos comerciales tradicionales, y de generar otras opciones de uso donde algunas actividades ya no encuentran cabida. Es en un contexto de terciarización y reestructuración productiva en el que las urbes se convierten en espacios que privilegian el ocio y el turismo (Vera-Rebollo1997). En una ciudad fronteriza como Tijuana, donde existe un flujo constante de visitantes internacionales, algunas áreas se constituyen en puntos privilegiados de concentración para el consumo de servicios lúdicos y hedónicos, dentro de los cuales los servicios comerciales sexuales son parte del producto turístico ofertado, aunque no se reconozca como tal. Por ello, en la medida de lo posible, se tratarán de recuperar estos elementos en el análisis de los espacios de prostitución masculina, identificados en este trabajo.

 

Turismo sexual versus prostitución masculina: ni son todos los que están, ni están todos los que son

El reconocimiento de que el territorio es el escenario de los procesos sociales, y que es una dimensión importante para entender el turismo sexual masculino permite realizar un acercamiento para estudiar los espacios de la prostitución masculina, sin perder de vista las causas sociales que la originan. La prostitución encuentra cobijo en localidades urbanas de la frontera, donde la pobreza, el desempleo y la marginación social evidencian el desarrollo de dos sociedades económica y culturalmente diferentes, y donde las necesidades básicas obligan a quienes no tienen recursos a recurrir a esta actividad. Oppermann (1999), Puar (2002), Binnie (2004), Cantú (2002), Del Casino y Hanna (2003), Hubbard y Sanders (2003) y Léobon (2006), entre otros, han planteado avances a partir del replanteamiento crítico de las relaciones entre el fenómeno de la prostitución y el espacio. Por tanto, la práctica turística, en este caso sexual, debe analizarse como una práctica social que requiere del espacio para concretarse y que al mismo tiempo lo trasforma y lo produce (Lefebvre 1991), ejemplo de ello lo constituyen los guetos o distritos gay en varias ciudades del mundo (García-Escalona 2000).

Si bien turismo sexual y prostitución no son sinónimos, suelen estar asociados. Tradicionalmente al primero se le ha definido como el que se realiza con propósitos comerciales sexuales (Graburn 1983; Hall 1992; Harrison 1994; O'Malley 1988); desde esta perspectiva se interrelaciona con la prostitución, y el intercambio monetario se constituye en la principal característica de la relación turista-sexoservidor. Sin embargo, pensar el turismo sexual desde una visión comercial conduce a dos situaciones erróneas acerca de la relación entre turismo y sexo. La primera se refiere a que los turistas sexuales9 no son los únicos que se comprometen en relaciones sexuales cuando viajan, en realidad la mayoría de las personas lo hace, ya sea con su pareja habitual o con una ocasional, producto de una relación corta, no comercial y de mutuo acuerdo. En la segunda, existe la creencia de que sólo los turistas participan en relaciones sexuales comerciales en el destino y, por lo tanto, que es gracias al turismo que se promueve la prostitución, cuando en realidad existe una industria del sexo previa en el destino, utilizada por los residentes locales, quizá las más conocidas en el mundo son las de Ámsterdam y Tailandia (Carter 2000; Bauer y McKercher 2003).

Aunque hay situaciones identificadas con claridad, donde los motivos que subyacen al desplazamiento están originados por el consumo de servicios sexuales, esto no puede generalizarse, pues para muchos visitantes cubrir sus necesidades sexuales no es el único motivo de viaje (O'Connell 1996; Oppermann 1999). Son numerosos los casos en que esto constituye un motivo complementario o un atractivo adicional, a estos viajeros O'Connell (1996, 45) los denomina "turistas sexuales situacionales"; experimentan encuentros sexuales durante el viaje porque se presenta la oportunidad, pero no necesariamente porque lo hubieran planeado o hayan pagado o paguen por ello.

Si bien es cierto que a Tijuana llegan visitantes internacionales que van en específico a la Coahuila o zona de tolerancia, también existen otros segmentos identificados como el turismo de negocios, los spring breakers o los jóvenes en general, que cruzan los fines de semana la frontera atraídos por los bares, antros y centros nocturnos de diversión de la zona turística (avenida Revolución) o incluso se desplazan más al sur, hacia las playas de Rosarito o Ensenada (Bringas 2004).

El nexo entre turismo y comportamiento sexual humano va más allá del solo intercambio sexual comercial. En este sentido, el rol más importante del turismo en la relación sexual en una ciudad fronteriza es ofrecer, además de la accesibilidad física, la oportunidad de cruzar de manera constante a otro país que ofrece ventajas de precios más bajos y un ambiente liminal (Bauer y McKercher 2003), lo que reduce las inhibiciones y abre posibilidades para la práctica sexual sin restricciones de raza, edad, clase o género, asegurando así la clandestinidad del encuentro.

El viaje genera condiciones para que las personas muestren conductas distintas o practiquen actividades que por lo regular no harían en su lugar de residencia habitual, debido a que las normas de comportamiento impuestas por la sociedad las condenan o prohíben, por lo que el anonimato del viaje les permite realizarlas. La liminalidad explica el por qué la espontaneidad, la integridad, la rebeldía y el cambio de roles es más fácil que ocurra durante el viaje. Un comportamiento sexual diferente, tanto en el género de la pareja, la frecuencia y la actitud pueden explicarse por la naturaleza liminal del turismo (Bauer y McKercher 2003; Ryan y Hall 2001).

Con la referencia de los modelos propuestos por Oppermann (1999) y Bauer y McKercher (2003), es posible acercarse a comprender la relación que se establece entre turista sexual-residente local en Tijuana,10 que, sin duda tiene múltiples dimensiones, por lo general se enfatiza el tiempo no el espacio, el cual queda limitado al desplazamiento del turista sexual, por lo que es importante recuperar aspectos como los lugares de interacción, el uso y apropiación del espacio e incorporarlos al estudio del turismo sexual.

 

El surgimiento del turismo en Tijuana: nacimiento del estigma

Desde inicios del siglo pasado y hasta la apertura de las vías de comunicación y transporte, que integraron a Baja California con el resto del país, Tijuana estuvo sujeta a los vaivenes de la economía estadounidense, los cuales marcaron e influyeron de manera importante en su poblamiento y actual desarrollo. En 1910, Tijuana era un asentamiento rural rodeado de ranchos ganaderos y su economía se basaba en el sector primario (Piñera et al. 1985).

Sin embargo, en 1911 la economía dio un giro con el inicio de la actividad turística, ya que en ese mismo año se prohibieron las cantinas y las apuestas de caballos en Estados Unidos, con lo cual Tijuana se convirtió en el sitio escogido para llevarlas a cabo. Algunos inversionistas extranjeros, dedicados a giros ilícitos, decidieron establecerse en la ciudad. A partir de esto, el pequeño poblado empezó a recibir grandes corrientes de extranjeros a la par que se establecían numerosas cantinas, licorerías y centros nocturnos en el primer cuadro; también se empezó a construir el estigma y la imagen negativa de Tijuana, como ciudad donde se explotaba la prostitución y el "vicio" (Acevedo et al. 1985).

Al concluir la Primera Guerra Mundial, de nuevo empezaron a llegar a esta ciudad grandes flujos de visitantes. A finales de 1919 se aprobó en Estados Unidos la "Ley Volstead" o "Ley Seca", que entró en vigor en 1920, con lo cual se prohibía la producción y venta de licor en el vecino país. De nuevo las cantinas, licorerías y toda clase de establecimientos considerados non sanctos empezaron a propagarse por la ciudad (Ibid.). En este mismo periodo se consolidó la leyenda negra de Tijuana en torno a la prostitución y el vicio, promovida en gran medida por movimientos moralistas en Estados Unidos (Demaris 1970). El gobierno estadounidense intentó frenar las visitas de sus ciudadanos cerrando el paso fronterizo a las nueve de la noche, gracias a ello muchos de los extranjeros se quedaron a pernoctar en la ciudad, promoviéndose así el florecimiento de la hotelería (Acevedo et al. 1985).

La derogación de la "Ley Seca" en Estados Unidos, en 1933, y el cierre de los establecimientos de juego en México, en 1935, se tradujo en una disminución del turismo en Tijuana. Como una medida para contrarrestar los efectos negativos que provocó la derogación en la economía local, se autorizaron los perímetros libres experimentales en ese mismo año (Piñera et al. 1985). En la década de 1940, con la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, el turismo experimentó un repunte en Tijuana, pues empezaron las visitas de miles de marines provenientes de la base militar de San Diego en busca de prostitución, diversión, entretenimiento y bebidas embriagantes (Ibid.).

La migración internacional también contribuyó fuertemente al desarrollo de Tijuana, pues durante la Segunda Guerra Mundial (1942) Estados Unidos solicitó a México la firma del Programa Bracero para incorporar, de forma temporal, a trabajadores mexicanos en las labores del campo (Ibid.). Como resultado de este tratado se realizaron grandes desplazamientos poblacionales que generaron un crecimiento demográfico acelerado y un importante desarrollo económico en la ciudad y, al mismo tiempo, una fuerte demanda de actividades ligadas a la prostitución y el alcohol (Bringas y Woo 1992).

A lo largo del siglo XX, la participación de Estados Unidos en alguna intervención bélica –Corea, Vietnam– incrementaba de inmediato las visitas de los marines, asentados en la base naval de San Diego, hacia Tijuana, quienes acudían en masa a los antros o centros nocturnos de la zona norte y la avenida Revolución antes de partir a la guerra. No obstante, hacia finales de los años cincuenta ya se observaba un decaimiento en la actividad económica (Verduzco et al.1995).

Como una medida para reactivar la economía, el gobierno federal creó, en 1961, el Programa Nacional Fronterizo (PRONAF), a través del cual se buscaba la creación de fuentes de empleo y el mejoramiento de las condiciones urbanas y ambientales de esta región, para estimular los flujos turísticos. Durante este periodo se construyeron las puertas México11 en los principales puntos de cruce de toda la frontera norte, para mejorar la imagen urbana de las garitas internacionales. El PRONAF atrajo corrientes migratorias del interior del país en busca de mejores oportunidades de vida, lo que fomentó un crecimiento poblacional y mayor demanda de tierra y trabajo (Bringas y Woo 1992). Con ello se acentuaron los problemas sociales, y la prostitución se constituyó en una de las opciones de trabajo para algunos inmigrantes.

Debido al fracaso del PRONAF, y ante el esperado incremento de la población hacia Tijuana, derivado de la finalización del Programa Bracero, en 1964, el gobierno federal implementó, en 1965, el Pro-grama de Industrialización Fronteriza (PIF). Éste generó la apertura de empresas maquiladoras en la ciudad, y con ello llegaron nuevas corrientes migratorias del interior del país en busca de empleo (Ibid.). Según los estudios de González Aréchiga y Barajas (1988) y Carrillo y Barajas (2007), este tipo de empresas aprovechan las diferencias salariales del país y la falta de reglamentación para garantizar prestaciones y seguridad laborales, con lo cual se incrementó la pobreza y marginalidad. Este problema endémico, aparte de que acrecentó las diferencias en la geografía social de la ciudad, hizo más vulnerable la situación de la clase trabajadora, en este caso de las mujeres, quienes no sólo eran explotadas, sino también acosadas sexualmente en su trabajo (La Botz 1994; Arzate Soltero 2005).

La maquiladora atrajo a Tijuana importantes flujos de inmigrantes, sobre todo mujeres jóvenes que no encontraban alternativas de empleo en sus lugares de origen. Se estima que una parte de ellas terminaron prestando servicios sexuales porque, a pesar de las largas jornadas de trabajo, los salarios eran muy bajos, con lo que se agudizaba su vulnerable situación.12

En esa época, la mayoría de los establecimientos turísticos continuaban concentrados en la avenida Revolución y en las inmediaciones de la garita internacional abundaban los bares con bailarinas de striptease, lugares ubicados al paso de los turistas que se dirigían hacia los más de doscientos comercios de artesanías mexicanas y restaurantes (Price 1973, 19). A partir de la década de 1980 empezaron a llegar grandes firmas comerciales nacionales, y con ellas una enorme corriente de inmigrantes del interior del país, con lo que se agravó el acelerado y desordenado crecimiento urbano, rasgo característico de esta accidentada ciudad (Verduzco et al. 1995).

Hoy en día Tijuana es considerada como una de las urbes más prósperas del país, y también es conocida como "la ciudad más visitada del mundo". Este eslogan se debe a la intensidad de los cruces anuales en ambos sentidos, lo que convierte a esta frontera en la más dinámica del mundo (Bringas 2004). Tan sólo en 2009 captó 19.8 millones de visitantes internacionales, de éstos 78.9 por ciento (15.8 millones) fueron del día y el resto turistas, que representaron 28.8 por ciento del total de los flujos, que llegaron a la región fronteriza del norte de México. En ese mismo año, 22.2 millones de connacionales cruzaron hacia Estados Unidos por Tijuana, lo que suma más de 42 millones de cruces en ambos sentidos (Banco de México, BANXICO 2010).

La infraestructura turística en la ciudad, para atender la demanda internacional, se encuentra a lo largo de la avenida Revolución, la zona río y del bulevar Agua Caliente; en las dos últimas áreas se localiza la mayoría de los hoteles de categoría turística y en la parte del centro, donde se ubica la zona norte, se asienta la mayor parte de los que no tienen estrella o económicos (véase figura 1). En 2010, en Tijuana existían 177 hoteles, 50.8 por ciento de ellos son de una estrella o sin categoría (Secretaría de Turismo, SUCTURE 2011) y son los mayormente utilizados por las y los sexoservidores, sin duda porque su ubicación socioterritorial está relacionada con la condición social y el nivel de ingresos de quienes los usan.

 

Geografía de los espacios de prostitución masculina en el primer cuadro de la ciudad

La imagen subjetiva que se tiene de cualquier lugar es un condicionante de las acciones que las personas llevan a cabo en el espacio. El comportamiento humano no manifiesta una reacción simple ante un fenómeno o ambiente, es más bien una representación psicológica al ambiente observado (Dallen 2001). En este sentido, tal como Bauer y McKercher (2003) lo subrayan, el turismo sexual no se llevaría a cabo si en el lugar de destino no existiera una industria desarrollada orientada a la prostitución. En el caso de Tijuana, como su historia misma lo muestra, esta imagen subjetiva ha estado muy asociada a la cultura de la ilegalidad, juegos de azar y la prostitución.

El papel del turismo internacional en la prostitución urbana ha sido estudiado por algunos autores, entre los que destacan Ashworth et al. (1988), y retomado por otros, como Carter (2000). A partir del análisis del turismo en ciudades europeas, ellos proponen un modelo locacional que considera tres categorías en su abordaje: a) la accesibilidad, está dada por la facilidad para llegar al lugar, en términos de acceso físico y por las condiciones previas de existencia de la actividad; b) la oportunidad, brinda la posibilidad de materializar la transacción (exhibición, negociación y actividad sexual), dependiendo de los espacios donde se ejerce la prostitución (públicos o privados) y c) la restricción, se refiere a la permisibilidad por parte de la autoridad o los controles establecidos para regularla.

Para efectos de este trabajo, se han identificado al menos cinco espacios de prostitución masculina en el primer cuadro de Tijuana, donde se ejerce subrepticiamente (véase figura 1). Aunque con distintos grados de intensidad en su uso, estos sitios son reconocidos por una clientela binacional y demandados tanto por la población local como por los visitantes internacionales, sean o no situacionales.

 

Welcome to Tijuana: los alrededores de la puerta internacional

La primera impresión de quienes cruzan caminando por la garita de San Isidro es que Tijuana es un lugar abandonado, desordenado y sucio. Sólo una avenida separa la garita internacional del centro comercial Viva Tijuana, donde se encuentra uno de los clubes gay más conocidos de la ciudad, que representa uno de los espacios más importantes para la socialización de la población de homosexuales, tanto locales como anglosajones y méxico-americanos, que vienen del "otro lado" (Estados Unidos). Este sitio es considerado como un lugar propicio para el "ligue" y el encuentro sexual de turistas sexuales. El antro se convierte así en un espacio de interacción, don-de todos se identifican a partir de sus preferencias sexuales.

En este centro comercial existe una caseta de vigilancia móvil y, dada la cercanía con la línea divisoria, es posible encontrar en los alrededores agentes de la policía fiscal y federal preventiva y del grupo Beta (de protección a migrantes). A pesar de que esta zona cuenta con bastante seguridad, en varios recorridos en distintos horarios y sobre todo en la noche, es posible detectar el consumo y venta de drogas; como la iluminación es muy pobre, resulta propicia para los encuentros furtivos de turistas sexuales, para el robo y vandalismo por parte de yonkies (drogadictos) que merodean por ahí.

Por esta zona, existen áreas denominadas 'cuartos obscuros', donde se llevan a cabo encuentros sexuales con desconocidos, se televisan filmes eróticos y se vende alcohol hasta bien entrada la madrugada (Javier, taxista en el área de la Puerta México).

Desde aquí es posible llegar al centro de la ciudad caminando, sólo se requiere atravesar un puente peatonal que une estas dos zonas y que se conecta, por la calle Primera, desde la garita de entrada a México hasta la avenida Revolución, la principal arteria turística de la ciudad. En sentido contrario, al oeste, se encuentra la plaza Santa Cecilia, a escasos metros de la zona norte o de tolerancia.

 

La avenida Revolución

A lo largo de esta avenida se pueden encontrar tiendas de artesanías, hoteles, restaurantes de comida mexicana, bares y centros nocturnos de diversión. A partir de las siete de la noche, "la Revu" cambia su fisonomía, se cierran los establecimientos comerciales y abren sus puertas los centros nocturnos para recibir a visitantes que los fines de semana llegan a beber cerveza barata, aprovechando la diferencia en cuanto a la mayoría de edad legal con respecto a Estados Unidos. La música estridente se entremezcla con los gritos de los "jaladores",13 que intentan atraer clientes hacia los antros o las casas de masaje, que también existen en esta zona, pero para un público dispuesto a pagar más.14

En general, la parte más utilizada por los turistas extranjeros son los servicios y comercios que se encuentran a lo largo de la avenida Revolución, desde la calle Primera hasta la Octava, franja donde se concentra la mayor parte de los centros nocturnos de diversión. Esta zona fue remozada durante el periodo 2001-2004, para hacerla más atractiva a los visitantes mediante nueva señalética, ampliación de la acera peatonal, mapas de localización y, sobre todo, más iluminación y cámaras de video para mayor vigilancia, con el fin de hacerla más segura.

La Avenida Revolución, de noche, es un sitio muy frecuentado, tanto por gente que desea conocer a otros, como por chichifos15 que están en pleno taloneo. Se recomienda tener cuidado en no caer con los segundos, puesto que puede terminar en que te roben tus cosas (Nuestra guía gay, http://www.angelfire.com/guiagaytijuanaq.html).

Por esta avenida es posible observar la presencia de unidades de policía, sobre todo los fines de semana, que cierran varias calles a los automovilistas para controlar mejor el flujo de visitantes que llegan caminando desde la línea divisoria hacia los centros nocturnos. Entre los sitios establecidos más conocidos para el "ligue" en esta avenida o en áreas circundantes destacan El Camaleón, El Freedom, El Clóset y La Co (entre las calles 1ª y 2ª), Mike's (calle 6ª)16 y Los Equipales (calle 7ª),17 entre otros. En la calle 8ª se encuentra un Sanborns, que se ha convertido en un sitio de encuentro para el ligue entre varones, el contacto se hace en la sección de libros y revistas, y el encuentro sexual se concentra en los baños (Nuestra guía gay, http://www.angelfire.com/guiagaytijuanaq.html).

 

La zona de tolerancia: la Coahuila o zona norte

Quizá porque la mayoría de los residentes de esta zona son familias pobres de inmigrantes, que llegaron buscando mejores condiciones de vida, nadie cuestiona la existencia de una zona de tolerancia en pleno corazón de Tijuana, a escasos metros de la catedral, de escuelas y adyacente a la avenida turística más importante de la ciudad –"la Revu"– y casi pegada a la línea divisoria con el condado de San Diego, California.

La accesibilidad hace posible la llegada de visitantes, ya sean "situacionales" o los que van a cumplir su fantasía sexual, porque no es necesario preguntar dónde se encuentra la zona más hot de Tijuana o los lugares de ambiente, tan pronto como se cruza por la puerta de entrada, docenas de taxistas se abalanzan sobre los turistas ofreciendo llevarlos hacia la Coahuila, algún antro de moda o a una tiendita,18 con algún distribuidor de drogas. Como lo refieren Hubbard y Sanders (2003), "una vez establecida esa reputación es muy difícil de cambiar e incluso es un activo valioso para el comercio".

Los turistas sexuales vienen aTijuana [...] porque saben que aquí hay mucha carencia, mucha hambre, mucha pobreza, por eso vienen; porque saben que es la ciudad más perdida de todo el planeta, la ciudad que más padece de hambre y en eso se basan los gringos, como ellos ganan dólares y el dólar cuesta mucho conseguirlo (Luis, 22 años).

En este paisaje, marginal y considerado de peligro, destaca el callejón Coahuila, remozado en los primeros años del presente siglo, al igual que otras calles aledañas, con el fin de mejorar la imagen urbana de esta zona, donde decenas de "paraditas" –como se les conoce a las sexoservidoras que están en las aceras– esperan la oportunidad para abordar a sus clientes potenciales en las esquinas o recovecos de las fachadas difusamente iluminadas, y donde la policía espera con desenfado a su posible "víctima". Todo ello forma parte integral de este escenario, que parece salido de un cartel del célebre Toulouse-Lautrec, que dibuja la agitada vida nocturna de la Coahuila, sitio predilecto de los hijos de la madrugada, donde propios y extraños se entremezclan en este ambiente considerado non sancto, siempre al amparo del anonimato.

Además de la accesibilidad, la oportunidad también juega un papel importante en las zonas urbanas de prostitución en Tijuana, donde las restricciones son legales o sociales, las autoridades siempre buscan hacer invisible la prostitución, restringirla a los burdeles, a calles apartadas, a los patios internos de las viviendas, a horarios nocturnos, removerla de las calles transitadas y, por consiguiente, asegurar su aislamiento de la buena sociedad (Ibid.). Por las características propias de esta zona, las y los trabajadores sexuales tienen acceso directo a sus clientes, basta una señal para cerrar la transacción, aquí a diferencia de la prostitución en las calles u otros sitios abiertos, la exhibición, negociación y la propia actividad sexual se hace en un mismo lugar, en espacios continuos o en los propios antros existen cuartos para atender a la clientela (Carter 2000).

La avenida Mutualismo, entre las calles Primera y Segunda, del primer cuadro de la ciudad, es el sitio preferido de trabajadores travestis,19 ahí se encuentran conocidos bares o antros donde ellos ofrecen sus espectáculos, y también se observan clientes locales y del condado de San Diego:

Siempre ha habido espectáculos de travestis en Tijuana como parte de la oferta para los turistas sexuales que llegan por miles a la ciudad, y para muchos lo que se entiende por travestismo se limita al presunto glamour del "chou de dragas". Sin embargo, en años recientes, ha habido un creciente reconocimiento de que el ambiente del espectáculo no puede absorber la cantidad creciente de trabajadores sexuales travestis; al mismo tiempo, el lugar de encuentro y de trabajo se ha mudado de los establecimientos a los salones de masaje, a las calles y al parque. Hay más trabajadores sexuales travestis en la ciudad en números absolutos [quizás entre 200 o 300, aunque hasta la fecha no se ha hecho un censo completo] y son más visibles que nunca (Castillo 2006).

En la zona norte, las restricciones se dan a partir de controles legales policiacos, por lo general existe bastante vigilancia ahí, y con frecuencia se establecen revisiones vehiculares o redadas por parte de la policía, para asegurar "el orden", evitar que se extralimiten los clientes por el abuso del alcohol y hacer que se cumpla la ley. No obstante, la prostitución de niñas y niños fuera y dentro de los burdeles es "invisible" a los ojos de la policía, que más que protegerlos, los usan como anzuelo para extorsionar a los visitantes. Ashworth et al. (1988) argumentan que este control de la prostitución, más que erradicarla, en realidad busca restringirla u orientarla hacia zonas donde los servicios sexuales comerciales son tolerados políticamente o controlados socialmente, sin duda este es el caso de la Coahuila.

 

Plaza Santa Cecilia

Contigua a la zona norte se encuentra la plaza Santa Cecilia, que desde la década de los años noventa se ha convertido en el sitio predilecto para el ligue y el encuentro sexual entre varones. Esta plaza, que en realidad es un corredor peatonal de comercios que cruza en diagonal una manzana completa, es el puente que conecta el andador turístico con la zona norte y la avenida Revolución. Esta peculiar plaza, considerada como la más antigua de la ciudad, da la bienvenida a los visitantes y locales con una pequeña estatua de santa Cecilia, la patrona de los músicos, quizá por ello desde temprano por la mañana, pero sobre todo por las noches, es posible ver mariachis con sus tradicionales trajes de charro y bandas norteñas esperando a sus clientes potenciales. Esta plaza, antaño sucia y refugio de indigentes, prostitutas y drogadictos, fue remozada a finales de 1999 para recibir el nuevo siglo. Hoy en día, en este corredor peatonal se ubican joyerías, hoteles sin estrellas y varios bares gay-friendly,20 que atienden tanto a población local como externa, entre los que destacan El Ranchero, Hawaii y Villa García, entre otros.

Al caer la noche este paisaje urbano cambia por completo, es muy común encontrarse a jóvenes nacionales y del "otro lado" que van a beber y divertirse en los bares, que son lugares adecuados para el contacto o el ligue, son considerados de "ambiente". Aquí los meseros juegan un papel muy importante, fungen como el enlace entre el visitante y los sexoservidores, pero también ellos cumplen esa función si el cliente se los solicita, sólo tienen que pagar su "derecho de salida":

[...] hace poco conocí un gabacho [estadounidense] que llegaba y me decía 'dame una cerveza y quédate con el cambio [...] te voy a dar 100 dólares más si vas conmigo media hora'. Y le dije, ¿Sabes qué?, tienes que pagar la salida, son 20 dólares. 'Simón, ven' [...] (Abel, mesero, 29 años).

Esta área de la ciudad es la que más se identifica como el sitio de diversión y entretenimiento para varones con preferencia sexual por otros hombres, no necesariamente para ejercer la prostitución. Es lo más cercano a lo que podría considerarse como un distrito gay o un espacio que ha construido su propia identidad y, a partir de ella, genera atracción de visitantes que no se sienten excluidos de la sociedad. A nadie asombra ver a hombres solos o acompañados paseando por esta zona. Los turistas jóvenes y los ya no tanto saben que aquí pueden encontrar quien cumpla sus fantasías sexuales, aquí es otro país, aquí nadie los conoce:

[...] Cuando empecé a trabajar aquí en el "Hawaii" una muchacha me trajo a conocer aquí un cliente me habló y me ofreció dinero, yo le pregunté que cuánto y me dijo tanto, así me fui con él [...] La mayoría (son turistas) son señores de 40 a 50 años, unos tienen empresas, negocios, puestos de comida, así varias cosas (Ariel, mesero, 27 años).

En esta zona, el acceso a los clientes es fácil, la exhibición y la negociación ocurre dentro de los bares, y el encuentro sexual se realiza en los hoteles aledaños:

Aquí hay cuatro hoteles para eso, se puede meter cualquier clase de pareja o persona al hotel pero la mayoría de la gente que se mira ahí en el hotel es la misma gente que sale de estos bares (Abel, mesero, 29 años).

 

Parque Teniente Guerrero y andador de la calle 4ta.

Este parque, uno de los más antiguos de la ciudad (1924), se ha convertido en la pasarela preferida de los sexoservidores. A pesar de estar ubicado frente a una iglesia y de ser uno de los pocos espacios recreativos familiares en el centro, a partir del mediodía se aprecia el movimiento constante de hombres que pasean solos o están sentados en las bancas en espera de sus clientes potenciales, fenómeno que se intensifica los fines de semana. Los sexoservidores atraen a sus clientes utilizando el lenguaje de su cuerpo, las señales son decodificadas por quienes los buscan, pero también por algunos agresores homofóbicos y, sobre todo, por la policía, que arremete contra ellos y los extorsiona para permitirles continuar trabajando:

Luego los placas [policía] te piden 50 dólares para dejarte estar aquí [en el parque] [...], a mí una vez me pararon y me dijeron: '¿Qué estás haciendo aquí?', esperando a mi tío que trabaja en una taquería,'¿y por qué no estás ahí?' [le dijeron],'no me gusta estar ahí [les dijo], 'si andas mayateando y te vuelvo a ver aquí,te voy a cobrar 50 dólares, si no te voy a llevar a la 20 de Noviembre [centro de readaptación]. Mientras no te vean subirte a un carro porque te siguen y le bajan todo su dinero al bato [hombre] que te subió, les quitan todo el dinero y les dicen 'es que es ilegal', y a ti te dan 20 dólares y te dejan ir (Pedro, 23 años).

Algunos policías, más que garantizar el orden y brindar seguridad, juegan el rol de proxeneta de los jóvenes trabajadores sexuales del parque y, como ya se mencionó, la mayoría de las veces son ellos quienes utilizan a los menores como carnada para extorsionar a los posibles clientes:

Hay quien trabaja con los placas [policías], esos menores de edad que son bien adictos. Ellos los ponen aquí y en cuanto se suben [al auto del cliente], más tarda en llegar la troca [camioneta] a dos cuadras cuando le alcanza una patrulla. Una vez me dijo un chamaquillo que le tocaba de hasta 500 dólares por cada bato [hombre] que lo subía, de todo el dinero que le bajaban, a él le quedaban 5 mil pesos. Se ponen de acuerdo, es que es menor de edad, cuánto no le dan, cuántos años de cárcel son? [...] (Pedro, 23 años).

Pero no sólo utilizan a menores (adictos) como señuelo, también amedrentan y abusan de los sexoservidores:

[...] Los policías [lo] tratan mal a uno que porque ahí andas de mayate21 o hasta te detienen y te dicen que eres joto y se lo llevan a uno o si no te dicen '¡móchate con una lana!, O qué, pues estás ganando dinero y nosotros ¿qué?' Y pues con tal de que no se lo lleven a uno y lo traten mal, pues uno le das un dinerito y pues si no traemos más, pues ellos no te comprenden, te suben a la patrulla y te llevan y allá le explican todo al juez como burlándose de uno (Juan, 21 años).

En el parque Teniente Guerrero, a diferencia de los otros espacios, la exhibición y negociación de los sexoservidores ocurre en el mismo sitio, no obstante, la actividad sexual se lleva a cabo en lugares distintos, por lo general en hoteles cercanos, en la casa o el automóvil de los clientes:

En el parque te sientas en una banca, y llega, el bato [hombre] te dice '¿Qué andas haciendo?' 'Tomando el sol', 'que yo, fíjate que yo', y te empiezan a sacar cosas así para que al final te digan: 'Si vas a mi casa, ¿cuánto me cobras?'. Te preguntan '¿qué andas haciendo?', 'no, dando vueltas, a ver qué sale' .'¿Qué andas buscando?', 'dinero', '¿a cambio de qué?', de sexo, ¿no?, 'y ¿qué haces?' la juegan tanto para decirte:'Vamos a mi casa'.Y se van a su casa o a los hoteles [...] el económico es el más concurrido [...] (Pedro, 23 años).

Este parque, bastante utilizado por los sexoservidores, en 2005 fue remozado, se introdujo alumbrado público y una caseta de vigilancia, lo que los obligó a ampliar su circuito de prostitución hacia las calles cercanas (andador de la calle 4ta.) por la poca iluminación que hay por las noches, lo que también ha generado que disminuya la clientela del condado de San Diego. Hay un circuito de prostitución masculina, que comienza en el parque y a lo largo de la calle 4ta., desde la calle 5 de Mayo y hasta la Niños Héroes. Al caer la noche varios jóvenes inician su recorrido; algunos se paran en las esquinas en espera de sus clientes, quienes rondan las calles en sus automóviles, cobijados por la oscuridad y tratando de escoger con quien establecer una relación comercial:

[...] en el día siempre trabajo en el parque Teniente y ya en las noches, bajo por la Calle 4ta., que es donde pasan los carros ahí dando vuelta en la cuadra esa, en la manzana esa ahí pasan dando vuelta en cualquier esquina que te pares, ya se paran y pues ya apalabras con el señor y ya, si le gustas, pues te lleva (José, 22 años).

Es muy común que la policía ronde por estas calles, por lo que los jóvenes establecen allí el contacto y piden que los recojan cuadras más adelante, para tratar de esquivar a la policía e irse a algún hotel de los alrededores o a la casa del propio cliente:

Y cuando andas en la Cuarta la mayoría de las veces te llevan a otros hoteles de retirado [sic], así como, no sé, como La Gloria, Los Pinos [retiradas del primer cuadro de la ciudad], pero ya en el [parque] te llevan a sus casas, ya te subes a sus carros y te llevan a sus casas la mayoría de veces (José, 22 años).

Ya entrada la noche, muchos de estos sexoservidores, si no encuentran quien los contrate en el parque o el andador de la calle 4ta., se desplazan hacia los bares de la plaza Santa Cecilia, donde de seguro encontrarán a alguien que les pague al menos la bebida.

 

Caracterización de los principales actores del turismo sexual entre varones en Tijuana

Los turistas sexuales

De acuerdo con la observación no participante y los datos obtenidos de las 11 entrevistas a sexoservidores, la plaza Santa Cecilia es el sitio más utilizado por los turistas, mientras que el parque Teniente Guerrero y el andador de la calle 4ta., son mayormente demandados por la población local.

[...] es que los americanos o pochos o no sé cómo se les pueda decir, que vienen para acá, la mayoría vienen para la plaza, porque antes en el parque hace como tres años, atrás había mucho zacate grande y ahí pues atracábamos mucho a esas personas que nos pagaban por el servicio, porque nada más nos utilizan la verdad y ahí pues los atracábamos [...] pero fueron quitando la maleza y pues ya no fueron los gabachos ahí, porque pos les hacían daño, los robaban y ya tenían miedo; y ya nomás en la plaza Santa Cecilia es donde llegan los americanos, se hospedan en los hoteles de ahí de alrededor, el Alaska, en el San Nicolás, ahí y cada fin de semana vienen [...] (José, 22 años).

Los turistas provenientes de otros estados son menos mencionados por los entrevistados, y entre ellos están los de Chihuahua, Durango, Guanajuato, Sinaloa, Sonora y Tamaulipas, así como del Distrito Federal. Por otro lado, los residentes en la ciudad son los clientes más señalados por los jóvenes que trabajan en el parque y el andador de la calle 4ta., ya sea que aludan a ellos de manera di-recta, o bien a través de la información proporcionada en sus narraciones, que permite deducir con facilidad que se trata de personas que viven en Tijuana.

Los visitantes que han demandado servicios de los trabajadores sexuales entrevistados por lo general son hombres mayores de 30 años, con cierta solvencia económica, muchos son empresarios, sobre todo provenientes de ciudades de California, aunque también llegan turistas de otras urbes de Estados Unidos, como Nueva York y Las Vegas. Es importante resaltar que, además de los anglosajones y los asiáticos, una parte importante de quienes demandan el trabajo de los sexoservidores son hispanos de origen mexicano o mexicanos que residen en el vecino país. Como ya se ha demostrado en otros estudios, este grupo constituye uno de los principales componentes de las corrientes turísticas que llegan a la frontera para visitar a sus familiares y amigos (Bringas 2004).

Sabes que la mayoría de turistas que vienen del otro lado a conseguir algo, son mayores de edad, son de cuarenta años para arriba, porque aquí no agarras a ningún 22, 23, 24 o 25 joven que venga del otro lado a apañar algo, porque yo digo que la gente que está de esa edad consideran mejor ir a lugares mejores más 'high class' [clase alta] [...] pero ya la gente grande, lo que es que ya no les gusta estar en el ambiente de desmadre, so, ellos vienen aquí a Tijuana [...] (Mario, 21 años).

Sobre el estado civil, los sexoservidores mencionan que se trata de hombres casados, divorciados o en unión libre que "no han salido del clóset", conocidos como tapados, y otros más que son solteros. Los tapados o de clóset son hombres que no se atreven a manifestar su preferencia sexual en los espacios heterosexuales, por lo que recurren al sexoservicio con el fin de tener un encuentro sexual con otro hombre y así cumplir sus fantasías, aunque también hacen uso de los lugares considerados de ligue, como son los baños sauna, cines porno y baños de centros comerciales, entre otros, con ese mismo fin. Su estado civil hace que para ellos sea importante guardar el anonimato y la clandestinidad, para evitar que sea puesta en duda su masculinidad y que sus familias se enteren de sus preferencias sexuales.

La mayoría son casados, tienen familia, su familia no saben que son gay, no saben que vienen aquí los fines de semana y paguen porque les complete[n] su fantasía de que les gusta estar con un hombre, les gusta tener sexo, mamar o lo que le digan, ¿no?, pero sí, la mayoría son casados, son divorciados, tienen hijos y vienen aquí (Rubén, 25 años).

[...] son puros hombres, hasta casados van fíjate, hasta casados que pasan con su mujer y con sus hijos ahí y que al rato van y la llevan y se van ahí a buscar mayate pa' que se los [...] pa' que les hagan cosas (José, 22 años).

[...] la mayoría tienen pareja gay y otros sí tienen mujer y los otros son solos; hay de todo (Ariel, 27 años).

De esta manera, los clientes son en su mayoría hombres que se pueden distinguir en dos grupos: de apariencia heterosexual o tapados y gay. Sin embargo, también mencionan a mujeres, lo cual parece ser un hallazgo importante, ya que algunos autores como Ross (1988)(citado por Browne y Minichiello 1996) señalan que es raro que éstas contraten servicios sexuales comerciales en espacios abiertos. Las mujeres son más proclives a utilizar a los acompañantes o masajistas, que se contactan a través de llamadas telefónicas o internet. En el parque y el andador se habla de una doctora que va de Tecate, adicta a las drogas, madre de familia, que por lo general invita a más de dos sexoservidores por ocasión a los que no les paga por los servicios sexuales, sino compra droga que consume junto con ellos.

Sí, la Sandrita, mi amiga, [...], ya tengo mucho tiempo que no la miro, ella te ve y te dice: 'Sabes que si tienes tiempo toda la noche para ir conmigo vas a comprar el cristal y vamos a estar a gusto en un hotel teniendo relaciones', pero pues nunca, nunca te paga [...] pero siempre te ayuda, siempre te da dinero al fin de cuentas, siempre, pero ella te dice 'no te voy a pagar,¿eh?,de una vez te digo', pero te invita a fumar droga y pa' tener relaciones (José, 22 años).

Además, existe un uso diferenciado de los espacios de prostitución; los tapados frecuentan más el parque y el andador de la calle 4ta., para demandar servicios sexuales, mientras que los abiertamente homosexuales van a los bares ubicados en la plaza Santa Cecilia. Esto en sí es una consecuencia de la búsqueda de anonimato; para los tapados, que en su mayoría son hombres casados residentes de la ciudad, y en el parque y el andador es difícil que los reconozcan, y corren menos riesgo de ser vistos buscando sexoservidores.

Pues sí y algunos sí son gays, bueno fíjate que no, los gays así declarados casi no andan aquí [en el andador de la Calle 4ta.], los que pagan son los que no quieren que se entere la familia y sí son los que pagan bien, porque sí te llevan a su casa siempre te dan bien, como diciendo, para que no regreses, ¿no? (Pedro, 23 años).

En cambio, en la plaza es más común encontrar turistas y locales que se identifican como homosexuales; para los primeros, el simple hecho de viajar a un lugar diferente tiene un efecto liberador, porque escapan de las normas morales impuestas y existen más condiciones para que participen en encuentros homosexuales, que no realizarían en su lugar de origen. Además el destino, en este caso Tijuana, les ofrece un mayor grado de anonimato (Bauer y McKercher 2003; Hughes 1997; Lück 2004; Monterrubio 2006; Pitchard et al. 2000). En los espacios gay-friendly pueden relacionarse y convivir con personas que tienen la misma mentalidad y sentirse seguros.

Lo anterior lleva a encontrar las diferencias entre quienes utilizan los espacios de prostitución en función de la identidad sexual, la forma en que expresan públicamente sus preferencias sexuales, además del origen étnico, que sin duda son un reflejo de las estrategias empleadas por esos hombres para escapar de las restricciones impuestas por el discurso dominante, que marca lo que debe ser un hombre en la sociedad.

El ámbito de vida transfronterizo facilita una mayor frecuencia de las visitas de los turistas estadounidenses y, por lo tanto, es posible establecer relaciones más duraderas con los trabajadores sexuales, donde media un intercambio comercial, pero también afectivo.

Me rentó un departamento a mí, vivía con él, pero él venía del otro lado cada cinco días o tres días a verme, me estaba con él y después se iba, como él tiene empresas en Los Ángeles, venía cada semana (Ariel, 27 años).

De acuerdo con lo manifestado por los entrevistados, algunos turistas tienen rentado un departamento o una casa habitación, lo que les permite ir a Tijuana más seguido y quedarse por más tiempo, algunos regresan cada 7 o 15 días. Esto les facilita construir una relación más estable con los sexoservidores, les envían dinero con cierta frecuencia y les ofrecen su casa o departamento para vivir, a cambio de que los acompañen durante su estancia en la ciudad, incluso algunos los invitan a viajar al interior del país.

[...] él venía mucho para acá a verme y rentó un departamento en la colonia Chapultepec22 y yo se lo cuidaba, el departamento [...] económicamente él me ayudaba muy bien, él ganaba muy bien (Pablo, 34 años).

 

Los sexoservidores

El rango de edades de los entrevistados oscila entre los 20 y 34 años. Sólo uno de ellos supera los 30 (véase figura 2). Browne y Minichiello (1996) destacan que la edad es considerada una característica sociodemográfica importante, en el sentido de que la juventud y el aspecto físico juegan un papel preponderante en la relación con los clientes. También refieren que en el trabajo sexual masculino se reformula el cuerpo como un artículo de intercambio, donde se enfatiza la belleza y la juventud. Investigaciones en México y en otros países señalan que los trabajadores sexuales son siempre menores de 30 años e incluso, en algunos casos, se hace mención de menores de 18 (Azaola 2006; Browne y Minichiello 1995 y 1996; Cáceres y Jiménez 1999; Córdova en prensa; Dorais 2004; Katsulis 2008; Leary y Minichiello 2007; Ligouri y Aggleton 1999; Minichiello et al. 2003).

Un segundo aspecto se relaciona con la permanencia en la actividad. La carrera del sexoservidor es corta, pues la mayoría de las veces existe una fuerte relación con el consumo de drogas y alcohol. Aunado a ello, las desveladas provocan que la salud de estos jóvenes se vaya deteriorando, de manera que no pueden trabajar en esto por muchos años. De hecho, bastantes lo hacen de manera intermitente, con periodos de descanso para desintoxicarse y recuperarse por un tiempo, y después regresar.

[...] uno usa drogas, alcohol, todo, se desvela un chingo y anda valiendo uno grillo [...] entras bien y sales mal. La neta, al rato hasta con enfermedades puede salir uno, nombre, está canijo, por eso aquí llevo tiempo, pero no, pues entro y me salgo, entro y me salgo (Tomás, 23 años).

Quienes posponen el retiro, se ven en desventaja en relación con los más jóvenes o de reciente incorporación al sexoservicio, ya que, como se mencionó, los clientes buscan cuerpos más jóvenes (Browne y Minichiello 1996; Córdova 2003).

Uh, cuando yo llegué, hace un año, igual, porque siempre que llegas y ven una cara nueva, te llevan y te llevan (Pedro, 23 años).

La mayoría de los sexoservidores son originarios del interior del país, sin embargo, también hay personas nacidas en Tijuana y tres casos de deportados de Estados Unidos, por conductas delictivas. Estos últimos tienen poco tiempo viviendo en la ciudad, mientras que quienes provienen de otras partes del país tienen más de cuatro. Su escolaridad es baja, ya que la mayoría cuenta con estudios de primaria y hay quienes carecen de algún tipo de educación, y saben leer y escribir con limitaciones. Cabe recordar que los niveles bajos de escolaridad por lo general se asocian a condiciones de pobreza y marginalidad (Bazdresch 1999), y a la inserción en las jerarquías más bajas del trabajo sexual (Dorais 2004). La misma situación de pobreza y, en algunos casos, su condición de recién llegados a la ciudad influye considerablemente en su decisión de trabajar en la prostitución, ya que les es difícil emplearse en otras actividades, o bien el trabajo sexual resulta una forma de obtener ingresos adicionales para contribuir a la economía familiar o para comprar drogas.

Con excepción de tres, todos los sexoservidores entrevistados son solteros; uno vive en unión libre, otro está separado de su pareja y el último es casado y tiene dos hijos. Para él, los ingresos obtenidos en el trabajo sexual son suficientes para cubrir las necesidades de su familia; su esposa ignora que es sexoservidor, y justifica sus salidas nocturnas con un supuesto trabajo como mesero en un bar, actividad en la que se desempeñaba antes.

[...] ella piensa que todavía estoy trabajando en un bar, muchas de las veces que agarro una feria [dinero], que comprar leche, zapetas,23 toallas húmedas, que chingadera y media y ya me regreso a la casa (Lucas, 27 años).

Con respecto a la ocupación de los trabajadores sexuales entrevistados, pueden clasificarse en dos grupos: a) jóvenes para quienes esta actividad representa el empleo principal, por lo que le dedican al menos cuatro días a la semana y b) los que laboran en otra cosa, y ven en la prostitución una forma de tener ingresos extra. En este último grupo existe una diferencia fundamental, ya que por un lado están los que trabajan durante el día, que se dedican a la venta de periódicos, son estilistas, empleados de ferretería y dependientes de una tienda de dulces, entre otros, por lo que el trabajo sexual lo realizan sólo los fines de semana, por lo general de viernes a domingo.

Sí tengo otro trabajo, lo que pasa es que yo estudié colorimetría para el cabello, todo lo que es colores de cabello, soy colorimetrólogo y trabajo en una escuela de belleza, ya trabajé antes en un salón de belleza, nomás que la economía está cabrona y no alcanza para la renta y tengo que darle colegiatura a la hermana y para mamá [...] nomás [vengo] tres días, también tengo que dormir, porque tengo que entrar a trabajar a las 10 [de la mañana] (Pedro, 23 años).

A pesar de que Pedro comentó que sólo trabaja los fines de semana y durante las noches, en algunos recorridos de observación se le vio en otros espacios de prostitución, entre semana y en horarios diferentes. Esto hace pensar que quizá la prostitución sea una mejor fuente de ingresos para él, que la reportada por su trabajo en la escuela de belleza y, por ello, le dedica más tiempo del señalado.

Por otro lado, están los jóvenes que laboran en los bares como meseros, y que no se reconocen a sí mismos como trabajadores sexuales. Para ellos, el sexoservicio es sólo ocasional, y les permite mejorar sus ingresos; aprovechan las oportunidades que se les presentan con algunos clientes dentro del bar, de manera que realizan las dos actividades al mismo tiempo. Incluso marcan una diferencia con respecto a otros espacios abiertos de prostitución, como el parque Teniente Guerrero. Para Weitzer (2005), esas diferencias en la forma de trabajar son señaladas con desprecio por parte de los trabajadores sexuales empleados en espacios cerrados, con respecto a los de lugares abiertos.

Es que en el parque ya vas directamente a prostituirte, cuando usted va al parque es porque ya va directamente a lo que va, y aquí la diferencia es que aquí estás trabajando. Es, cómo le diré, es que aquí es la mayoría hay muchos meseros que sí se meten con hombres, se venden y todo eso, pero muchos de ellos ni les gusta simplemente lo hacen por la necesidad, porque muchos vienen llegando, porque muchos no conocen o no saben cómo está la situación aquí en Tijuana y se les hace fácil y hay personas muy inteligentes que te ofrecen un apoyo y si no te cae otra, pues así, a huevo, te tienes que ir con él. No es mi caso, pero sí pasa eso. Eso lo del parque es porque ya estás directamente a venderte, a prostituirte (Abel, 29 años).

La negativa de los trabajadores ocasionales por reconocerse como sexoservidores es un reflejo de la defensa que hacen de su masculinidad, ya que el tipo de prácticas homosexuales que realizan influye en la construcción de su identidad genérica. Estos jóvenes prefieren referirse a los meseros como los que se "venden" y que ellos no lo hacen, a pesar de estar en un espacio reconocido de prostitución masculina.

Sin embargo, en las entrevistas, los meseros aceptan que sí participan en esa actividad, siempre y cuando sean ellos quienes asuman el papel activo; además, cargan de significados extrasexuales su participación, arguyendo motivos económicos, ya que el salario base como mesero es de alrededor de 50 pesos y las propinas no siempre son buenas. De este modo, lo que están buscando es suprimir la carga sexual, diluir o disimular el placer o deseo y, en su lugar, darle una justificación económica (Altman 1999; Córdova 2010). Los meseros argumentan que la necesidad de recursos extra en días malos, como son de lunes a jueves, cuando hay pocos clientes y ganancias escasas por propinas, los orillan a aceptar e intercambiar servicios sexuales por dinero.

En estos relatos se evidencia uno de los patrones identificados por Altman (1999); Browne y Minichiello (1996), quienes manifiestan que el trabajo sexual se deriva de una necesidad económica y muchos de los sexoservidores no son homosexuales. Es menos visible el segundo patrón, que menciona un trabajador sexual con una identidad y forma de actuar homosexual. De la misma manera, su apariencia está influida por el modelo de sexualidad dominante, que atribuye características superiores a lo masculino sobre lo femenino; así buscan reafirmar su masculinidad al mostrar una apariencia viril, e incurrir en prácticas sexuales que reafirmen esa hombría, como tomar el papel activo en el acto sexual (Córdova 2005 y 2008).

 

Los riesgos en los servicios ofrecidos

La incursión en prácticas de riesgo está muy relacionada con el grado de adicción de estos jóvenes a las drogas, al alcohol y su conocimiento acerca de las ITS. La urgencia por ganar la mayor cantidad de dinero posible por encuentro sexual provoca que con facilidad acepten tener uno sin utilizar preservativo; en algunas ocasiones se dejan llevar por la apariencia "saludable" del cliente, o bien la ingesta de alcohol durante sus jornadas de trabajo provoca que se desinhiban y se dejen llevar por el momento, sin tomar las precauciones necesarias para tener un encuentro sexual seguro. Según ellos mismos comentan, al día siguiente no recuerdan ni lo que hicieron.

Muchas de las veces sí, muchas de las veces no, es que muchas de las veces viene gente que te pide que no uses [condón] y te dan más dinero. Eso es para ganar más en un sólo trabajo [...] a mí me han dado hasta 950 pesos (Luis, 20 años).

Sí [uso condón], pero si vas consciente sí, porque la realidad de las cosas a veces como mesero tomas todo el día y a veces te toca irte con alguien en la noche y no sabes ni lo que haces, porque yo a veces cuando menos pienso no traigo ni condón y no sé ni que pasó (Abel, 29 años).

Diez de los once entrevistados admitieron que consumían drogas como la mariguana, el cristal y la cocaína. Este problema de adicción los convierte en población más vulnerable ante las ITS, como el sida, ya que, como lo manifiestan, se drogan para adquirir valor y no cobrar conciencia de lo que están haciendo, porque para algunos constituye un conflicto tener relaciones homosexuales, mientras que a otros no les causa problema alguno y, tratándose de sexo, lo disfrutan, caiga lo que caiga.

[...] sí se me hace difícil porque has de cuenta que cuando no ando drogado se me vienen los cargos de conciencia y es algo que no soportamos, que somos cobardes y ahí vamos al parque a prostituirnos pa' sacar una feria pa' drogarnos [...] (José, 22 años).

[...] lo fumas y lo pruebas, lo sientes y machín, de repente sientes que la sangre se te calienta y nomás te vas a otro mundo, pero la mayoría de gente aquí y no nomás aquí en Tijuana lo que es fronterismo [sic], todos están adictos a esa droga, todos y muchos hacen cosas que no les gusta al siguiente día o no creen que ellos lo hicieron pero se van, se van a niveles que al siguiente día se arrepienten, 'you know' [usted sabe] y todos les echan la culpa a esa droga [...] (Rubén, 25 años).

A partir de las entrevistas, es posible resaltar que los sexoservidores que trabajan en espacios abiertos están menos informados y no cuentan con servicios de salud, ni con el apoyo de organizaciones que les realicen pruebas de detección del VIH. Mientras que, quienes trabajan en espacios cerrados como los bares, tienen acceso a información y servicios de salud a través de un líder, que se encarga de promover campañas de concientización en el uso del condón y a realizar pruebas de detección de VIH, esto se hace con apoyo del gobierno municipal y del estado, que promueve el sexo seguro entre varones, mediante la distribución de postales.

Los sexoservidores, a diferencia de las mujeres que ejercen la prostitución en Tijuana, no cuentan con tarjeta sanitaria –salvo una pequeña proporción de los travestis –y, por consiguiente, no están registrados en el padrón de la Subdirección de Control Sanitario del Gobierno Municipal. Una manera de enmascarar esta actividad es ignorar su existencia, sin importar sus implicaciones en materia de salud y bienestar, tanto para los sexoservidores como para los clientes.

[...] Se supone que esto es ilegal, nadie sabe [refiriéndose a los empleados de Control Sanitario], o se hacen pendejos [sic] [...] (Pedro, 23 años).

Pero, por otro lado, las mismas autoridades, en este caso policiacas, que conocen a los sexoservidores, con frecuencia los extorsionan; según ellos, el único control que existe es el que ejercen los policías al exigirles una cantidad o cuota para permitirles seguir ejerciendo la actividad, y si no cumplen los suben a la patrulla para presentarlos ante un juez calificador, quien los envía a la cárcel municipal detenidos por 36 horas.

Si un policía municipal te ve parado mucho tiempo, lógico que ellos saben qué es lo que estás haciendo.Y no te dicen nada, llega el momento en que los policías te dejan ser, no te dicen nada, tú vas el siguiente día y no te dicen nada, y dices guau en este trabajo no hay quien te diga nada, mejor me quedo en este trabajo [...] pero lo más que te dejan en paz son tres días, que te quedes con tu ganancias de tres días, a los tres días te cae un policía y te está pidiendo una cuota, si no [se las dan] te meten droga que ellos mismos traen en su bolsillo y te manda a la pinta [cárcel], muchas de las veces los compañeros de nosotros que hacen este trabajo ahorita están en la pinta por posesión de droga [...] (Luis, 20 años).

Como se mencionó, los policías utilizan a los sexoservidores más jóvenes para extorsionar a los clientes, sobre todo en los espacios abiertos. Los observan desde que se establece el contacto, y en el momento en que él se sube al carro del cliente, llega la patrulla y los extorsiona:

[...] un policía ahí en el Teniente Guerrero [el parque] me vio negociando con un gabacho [ciudadano americano], [...] me dijo el gabacho que lo esperara en la esquina [...] pero haz de cuenta que el polecía [sic] vio todo; y se subió el gabacho a su carro, y me agarró el policía [sic] allá en la esquina y me dijo que qué estaba haciendo, y pos yo traté de evitarlo [...] y me asusté porque me dijo que me iba a llevar a la cárcel y me tuve que poner de acuerdo con él. Me dijo 'sabes qué vas a hacer, te voy a poner dos opciones –me dice– lo tumbamos [le quitamos el dinero] juntos y sin que te embarres de mierda o te llevo a la cárcel simplemente. Mira, si quieres trabajar ahorita vamos y te le paras en el lugar ése y el gabacho te va a levantar y en cuanto te vaya a levantar y en cuanto te subas a su carro nosotros vamos a llegar y, tú sí vas a decir que eres menor y ya lo chingamos y le quitamos la feria y te damos tus treinta dólares y tú te vas y nosotros nos vamos', y así le hicimos esa vez ahí con ese gabacho [...] (José, 22 años).

Sin embargo, los sexoservidores buscan formas de resistencia y desarrollan estrategias que les permitan reducir esos riesgos, como son permanecer en constante movimiento durante toda la noche en los diferentes espacios de prostitución detectados en el primer cuadro de la ciudad, sin que esto represente un conflicto entre los mismos trabajadores sexuales por el uso del espacio urbano.

[...] tenías que estar caminando, porque si no caminabas, te veían parado y se acercan [sic] y te dicen,'¿qué, andas mayateando, no?, sobres, si te vemos, para hoy o mañana tienes que darnos la mitad', y te piden 50 dólares para dejarte trabajar todo un día [...] (Pedro, 23 años).

El uso de celulares es otra estrategia que utilizan para avisarse entre ellos sobre la presencia policiaca o algún problema con un cliente, también para llamarlos sin necesidad de ir a los lugares de contacto, o cuando las condiciones climáticas no les permiten ejercer la actividad, como en días lluviosos o muy fríos.

 

Las tarifas por el servicio

El pago por los servicios sexuales está en función de la tarifa establecida por los propios trabajadores sexuales; son muy variables, y dependen de lo que se incluya y donde se realice el contacto cliente-sexoservidor. Los espacios abiertos de prostitución ocupan la escala inferior en la jerarquía del trabajo sexual,24 y es donde se cobran las tarifas más bajas.

En el caso de Tijuana, en el parque y el andador de la calle 4ta. la tarifa base establecida es de 20 dólares o 200 pesos,25 que es negociable según los servicios incluidos, la duración, el tipo de cliente y situaciones más drásticas, como la urgencia por conseguir una dosis de droga. De manera que, en estos últimos casos, se intercambia sexo por una dosis de droga. En el andador de la plaza Santa Cecilia las tarifas son superiores, ya que ahí hay más turistas entre los clientes, y fluctúa entre los 40 y 100 dólares. Por último, adentro de los bares, varían entre los 50 y los 200 dólares, más otros 20 que, en el caso de los meseros, tiene que pagar el cliente al administrador del bar por derecho de salida.

La duración del encuentro sexual es de media hora y se da por concluida cuando el trabajador sexual eyacula. En caso de que el cliente solicite más tiempo, se negocia un pago adicional. Sin embargo, existen variaciones en el tiempo que estos jóvenes están con sus clientes, ya que en algunos casos pueden permanecer con ellos más de tres horas, y hay quienes solicitan que se queden toda la noche. Por lo general, el pago se hace una vez otorgados los servicios contratados. En algunas ocasiones esto es fuente de conflicto entre ambas partes, ya que algunos clientes se niegan a pagar, porque argumentan que no están satisfechos con los servicios proporcionados y, en otras, los sexoservidores reaccionan de manera violenta contra los clientes, asaltándolos o golpeándolos. También sucede lo contrario, que se pague antes del contacto sexual y después los jóvenes se nieguen a cumplir con su parte en esta negociación, por eso la política de pagar hasta el final es fijada por los clientes.

Las causas de que estos jóvenes varones se prostituyan son poco conocidas y comprendidas. A partir de los casos estudiados, se detecta que todos ejercen su actividad en la más completa clandestinidad, ocultándose de los convencionalismos sociales y tratando de mejorar su precaria situación económica, incluso en detrimento de su propia salud física y emocional.

 

Reflexiones finales

En el dinamismo de los espacios fronterizos, la producción social del espacio urbano privilegia las actividades económicas consideradas rentables y aceptadas socialmente, e invisibiliza las referidas al trabajo sexual. Al mismo tiempo oculta los beneficios económicos que genera y, sobre todo, encubre a sus beneficiarios. Los espacios donde se comercializa el sexo se convierten en activo importante para los sexoservidores, quienes les dan un sentido de pertenencia o identidad, sean éstos heterosexuales o no. Lo anterior se traduce en que los sexoservidores no son usuarios pasivos del territorio donde trabajan, sino que lo van adaptando y transformando hasta apropiarse de él, y generar así espacios donde se reconocen y se sienten más seguros y protegidos, no sólo de sus clientes, sino también de la policía.

Lo complejo y estigmatizado del tema hace difícil el estudio del turismo sexual y, con mayor razón, si se le agrega el apellido de "masculino", por ello en este trabajo se optó por acercarse a él a través de la prostitución, teniendo presente que ni todos los turistas sexuales demandan sexoservidores, ni todos ellos desempeñan su trabajo con la población visitante, para muchos sus principales usuarios son los residentes locales. Sin duda, las circunstancias que han constituido un campo fértil para el desarrollo del turismo sexual son la cercanía geográfica de Tijuana con California, y sus características de ciudad fronteriza, cuyos orígenes y desarrollo posterior estuvieron marcados por una enorme dependencia económica, social y cultural, donde la práctica de la "ilegalidad" estuvo asociada a la venta de licor, drogas, apuestas, prostitución y, más recientemente, al narcotráfico y la violencia social.

Los espacios de la prostitución masculina en Tijuana, a pesar de su clandestinidad, han empezado a crecer en número e importancia en la última década, y muchos están integrados a los de ocio y entretenimiento, utilizados por la propia población local, como los bares de la plaza Santa Cecilia y los antros de la avenida Revolución. Los sexoservidores poco a poco se han ido apropiando de varios espacios dentro de la mancha urbana de la ciudad, en especial en la zona centro, entre los que sobresalen la plaza Santa Cecilia y el parque Teniente Guerrero.

Un aspecto destacable que se encontró, al menos en la población entrevistada, fue una fuerte relación entre la prestación de servicio sexual y el uso de drogas. Como ellos mismos lo manifiestan, en algunos casos se prostituyen para ganar dinero con facilidad y utilizarlo para comprar droga, y se drogan para enfrentar su realidad, lo que dificulta que puedan retirarse, e incrementa la vulnerabilidad a la que están expuestos. Ejercer la actividad al margen de la ley genera una serie de conflictos, que pueden llegar a convertirse en verdaderos problemas de salud pública. El uso de drogas lleva a los sexoservidores a entablar relaciones sexuales sin la debida protección, los convierte en población altamente vulnerable a contraer infecciones de transmisión sexual como el VIH, aunado a que tienen poco o nulo acceso a servicios médicos.

Los resultados de este trabajo muestran que el turismo sexual masculino en una ciudad como Tijuana no puede limitarse a su conexión directa con la prostitución, a través de una relación sexual comercial exclusivamente, más bien constituyeron un primer acercamiento a este fenómeno tan complejo. Las entrevistas ofrecieron amplia información sobre otros tipos de relaciones que se establecen entre los turistas y los sexoservidores, que incluyen las de largo plazo, con cierta periodicidad en la visita, y muchas otras formas de prostitución que no pudieron integrarse por no ser el objetivo del trabajo, sobre todo las que se realizan en espacios cerrados, con strippers,26 masajistas y escorts,27 entre otras.

Por último, es importante resaltar que, a diferencia de otros estudios sobre turismo, se consideró a la población local, en este caso a los sexoservidores, como agentes importantes en la práctica social del turismo sexual, y no como una población pasiva que sólo es receptora de las prácticas realizadas por los flujos de visitantes que llegan a la ciudad. En ese sentido, tanto los turistas como los sexoservidores se constituyen como agentes importantes, quienes a través de sus prácticas sociales configuran, usan y moldean el espacio, al mismo tiempo que ellos mismos son transformados.

Independientemente de lo que el presente trabajo logra escudriñar, tanto la naturaleza de la problemática tratada como sus implicaciones sociales y territoriales constituyen dimensiones importantes que no abarca, de manera integral, este primer esfuerzo de aproximación al tema.

Los espacios de convergencia de las prácticas sexuales de los actores involucrados, sin duda impregnadas de estigmatismo, de seguro se encuentran en el límite entre lo permitido y lo prohibido, lo visible y lo oculto, lo dicho y lo callado. En estas circunstancias, la apropiación del espacio urbano por los actores de la práctica sexual masculina se vuelve uno de los vectores de construcción y desconstrucción de las dinámicas de renovación continua de la ciudad, y deja abierta una ventana para seguir avanzando en la comprensión de este espinoso tema de investigación.

 

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NOTAS

1 Algunos de los resultados presentados en este trabajo forman parte del proyecto "Dimensión territorial del turismo sexual en México", financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y el COLEF, y coordinado por el doctor Álvaro López López, investigador del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Para diseñar la estrategia de campo contamos con las recomendaciones de la doctora Rosío Córdova Plaza, reconocida especialista en el tema y cuyos insumos fueron fundamentales para familiarizarnos con la temática y la realización del trabajo de campo.

* ECPAT: End child prostitution, child pornography and trafficking of children for sexual purposes.

2 En términos de Léobon (2006, 1), la apropiación de un lugar se da porque es percibido como portador de una identidad y de una interacción.

3 Es importante diferenciar los términos prostitución y sexoservicio; ambos se refieren a la venta de servicios sexuales a cambio de un beneficio económico o en especie, sin embargo el uso del último término quita el contenido delictivo y peyorativo a esta actividad, argumentando que una persona adulta puede alquilar su cuerpo como forma de vida (Altman 1999). Sin embargo, no se puede soslayar que la noción de trabajo sexual o sexoservicio esconde las verdaderas causas que llevan al individuo a practicarlo, como son la pobreza, el hambre y la indefensión y los efectos que provoca: estigmatización y marginalización, lo que hace que para muchas personas el sexoservicio sea la única opción viable de subsistencia (Khan 1999, 197). Así como los riesgos de la actividad, como el virus de inmunodeficiencia humana, VIH-sida, el abuso y la violencia (Somali et al. 2001; Córdova 2004; Browne y Maycock 2005). Una vez reconocida esta diferencia y para fines prácticos, en este trabajo se utilizarán los dos términos de manera indistinta.

4 En México, la mayoría de edad se alcanza a los 18 años, mientras que en Estados Unidos a los 21, lo que hace posible que en Tijuana este tipo de servicio no sea prohibitivo para quienes son considerados menores de edad en California. Sin duda, los antagonismos fronterizos juegan un papel importante a la hora de definir las prácticas sociales y el tipo de actividades que se llevan a cabo en cada lado de la frontera, y el turismo sexual no escapa a esa realidad.

5 La prostituciónes consideradauna actividad legal en México. En Tijuana se regula a través del Reglamento para el control de enfermedades de transmisión sexual para el municipio de Tijuana, Baja California, publicado en el Periódico Oficial del Estado de Baja California, POE (2005), y que entró en vigencia el 13 de agosto de dicho año. La Dirección Municipal de Salud y la Dirección de Regulación Municipal son las dependencias encargadas de su aplicación. La finalidad es contar con censos y registros de las personas y establecimientos dedicados a la prostitución, elaborar información estadística, realizar exámenes médicos y de laboratorio, revisiones periódicas (mensuales), así como inspeccionar y vigilar la aplicación del presente Reglamento. Sin embargo, se considera ilegal cuando se ejerce fuera de esta reglamentación, como es el caso de la prostitución masculina. Los sexoservidores prefieren trabajar de manera clandestina, en defensa de su identidad sexual.

6 Declaración del regidor Andrés Garza Chávez, presidente de la Comisión de Gobernación y Legislación, consultado en nota periodística del 20 de julio de 2005 http://www.frontera.info/edicionenlinea/nota.asp?NumNota=89859

7 Comunicación personal con la doctora Ivonne Martínez de Alba, jefa del Departamento de Control Sanitario, de la Subdirección de Control Sanitario, Tijuana, Baja California (10 de enero de 2008).

8 Los hombres que tienen sexo con otros hombres son los que corren más riesgo de contraer el VIH, la prevalencia de la infección en este sector de Tijuana podría estar entre 14 y 20 por ciento, cuando la tasa general nacional es de apenas 0.3 por ciento (comunicación personal con la doctora Gudelia Rangel, investigadora del COLEF, y especialista en el tema del VIH-sida (2009).

9 Los que viajan con el propósito de inmiscuirse en una relación sexual comercial con un extraño en el destino visitado.

10 No es motivo de este trabajo estudiar la relación turista-turista, si bien se concibe que forma parte del turismo sexual.

11 Se le llama Puerta México a la garita o puerta de entrada que se construyó en Tijuana a mediados de los años sesenta, como parte del PRONAF, con la idea de "dignificar" la puerta de entrada a México desde Estados Unidos.

12 Entre los principales efectos colaterales provocados por las maquilas en las ciudades fronterizas destacan: el incremento de madres solteras y divorciadas; el abuso sexual a mujeres; las enfermedades crónico-degenerativas; el aumento de niños y adolescentes en actividades delictivas y drogadicción; la multiplicación de antros, cantinas, tables dance, donde se consume alcohol y drogas; aumento de la prostitución y de los moteles de paso, todo ello se agudizó por la incorporación de la mujer al mercado laboral (Arzate Soltero 2005).

13 Los jaladores, como se les conoce popularmente, son personas que se colocan afuera de los centros nocturnos de diversión, sobre todo en la avenida Revolución, y tratan de atraer a los transeúntes hacia el local, gritando y jalándolos literalmente hacia su interior, de ahí su nombre.

14 Según el estudio de Romano et al. (2004), de 1998 a 2000 llegaban a Tijuana cada noche del fin de semana un promedio de 8 mil jóvenes estadounidenses a consumir bebidas alcohólicas en los centros nocturnos.

15 Para Córdova (2003) un chichifo "puede ser identificado más claramente con la figura del gigoló. Se caracteriza por establecer relaciones más o menos duraderas con alguno de sus clientes, quien le proporciona regalos, dinero en efectivo y, a veces, vivienda, a cambio de cierta exclusividad sexual".

16 Localizado por la calle Séptima, a 30 metros de la avenida Revolución, es un lugar conocido, sobre todo por la calidad de los espectáculos de travestis, ya que desde los años ochenta ya era célebre por los concursos de señorita gay Baja California. En la actualidad ofrece espectáculos de travestis y strippers.

17 Durante los años sesenta, Tijuana fue la cuna del rock mexicano, ahí surgieron varios rockeros importantes, como Carlos Santana y Javier Bátiz. En algunos sitios como el Mike's había este tipo de música toda la noche. Los dueños sustituyeron a la música en vivo por la disco, de ahí que "el Mike's pasó a ser una discoteca, después un table dance y ahora es un sitio para gays" (Hernández 2003).

18 Algo muy difundido por la vox pópuli es que en los vecindarios de la zona norte existen las famosas "tienditas", en su mayoría dedicadas a la distribución de mariguana y droga sintética (cristal), no obstante las transacciones son invisibles para la autoridad.

19 Córdova (2006, 92) define a un travesti como "quien exhibe una identidad de género no coherente con la asociada a sus genitales, incluyendo comportamientos y expresiones". Según la misma autora, a los transgénero también se les llama travestis o vestidas.

20 La diferencia entre un bar gay y uno gay-friendly es que los primeros son sitios preferentemente identificados para clientes gay, mientras que los segundos son de heterosexuales donde la clientela homosexual es bien recibida.

21 Córdova (2003) define como mayate al hombre que "no es considerado socialmente ni se asume a sí mismo como homosexual o como partícipe de relaciones homosexuales, cuya condición incluye la práctica de la bisexualidad, que mantiene su virilidad completa por ser o bien el penetrador o bien a quien se proporciona un servicio para su placer durante una felación. Además, es quien permanece siempre como sujeto de deseo, en tanto que tiene la posibilidad de elegir el tipo de compañero o compañera erótica de su preferencia".

22 Es la colonia considerada más cara de Tijuana, donde residen personas con altos ingresos económicos.

23 Término utilizado para referirse a los pañales para bebés.

24 Esta forma de prostitución es considerada así porque es la que conlleva mayores riesgos para quienes la practican, en relación con los arrestos por la policía y la trasmisión de enfermedades sexuales, es la peor remunerada y, por consiguiente, ejercida por trabajadores sexuales de estratos socioeconómicos bajos o por quienes, conforme a la antigüedad, van demeritando su físico.

25 Las tarifas se fijan en dólares por la mayoría de los trabajadores sexuales, pero al momento de las entrevistas utilizaban una conversión de 10 pesos por un dólar, para cobrar en pesos. Al parecer, en términos prácticos, les parece más útil hacerlo así y evitar actualizarse en los tipos de cambio y las respectivas operaciones aritméticas de conversión.

26 Se conoce como stripper a los jóvenes que bailan, y se van quitando la ropa de manera sensual frente a sus espectadores.

27 Un escort es quien ofrece sus servicios como acompañante a un lugar o evento determinado, pero que además proporciona el servicio sexual requerido por el cliente.

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