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Región y sociedad

versão On-line ISSN 2448-4849versão impressa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.20 no.43 Hermosillo Set./Dez. 2008

 

Artículos

 

La construcción de un movimiento ambiental en México. El club de golf en Tepoztlán, Morelos

 

Mario Alberto Velázquez García*

 

* Profesor–investigador del Centro de Estudios de América del Norte de El Colegio de Sonora. Correo electrónico: mvelazquez@colson.edu.mx

 

Recibido en junio de 2007
Revisado en diciembre de 2007

 

Resumen

En el artículo se analiza la forma en que los individuos definen un movimiento social; en especial, cómo construyen los elementos que justifican o explican sus acciones, a través de la interacción con otros actores u oponentes. Para hacerlo, se utiliza la teoría sobre construcción social de realidad, para enfatizar las interpretaciones de los sujetos sobre determinados eventos. El caso de estudio es el movimiento contra la construcción de un centro turístico en Tepoztlán, Morelos.

Palabras clave: movimientos sociales, ambiente, construcción social de realidad, Tepoztlán.

 

Abstract

The article discusses how individuals define a social movement, in particular, how they build the elements that justify or explain their actions through interaction with other players or opponents. In order to do the analysis, the theory of social construction of reality is used to emphasize the interpretations that subjects have about certain events. The case study is the movement against the construction of a tourist attraction in Tepoztlan, Morelos.

Key words: social movements, environment, social construction of reality, Tepoztlan.

 

Introducción

En 2007, Al Gore (ex vicepresidente de Estados Unidos) obtuvo el Premio Nobel de la Paz por su difusión sobre el problema del calentamiento global, mediante conferencias y el documental La verdad incómoda (dirigido por Davis Guggenheim, en 2006). Esto resulta muy significativo en la era posterior al 11 de septiembre de 2001, cuando el Gobierno de Estados Unidos buscaba imponer su interés por combatir al terrorismo como el principal problema mundial. Lo que este reconocimiento representa para el movimiento social ambiental tiene múltiples lecturas, una es la importancia de cómo atraer la atención de la gente hacia un tema y convertirlo en público.

Podría argumentarse que el aumento de fenómenos naturales como inundaciones, huracanes o sequías explica la atención mundial por el medio ambiente. Sin embargo, esto resulta cuestionable si se considera que los habitantes de las zonas donde dichos eventos han sido más dañinos cuentan con los gobiernos menos interesados en el hábitat, y hay menos asociaciones civiles dedicadas a atenderlos. Entonces, es la acción de éstas las que tienen mayor interés por el tema.

El trabajo de Lynn White fue uno de los primeros en demostrar las implicaciones del cómo distintos grupos humanos piensan su relación con el medio ambiente. Este historiador, especialista en el estudio de la Edad Media, demostró que algunas interpretaciones del cristianismo sobre la Biblia, (por ejemplo el dominio del hombre sobre la naturaleza) hicieron de él "[..] la religión más antropocéntrica que el mundo haya visto [...]" (1967, 1205). Cuestionar la relación de los hombres con su medio no es un tema nuevo, lo que sí resulta innovador son las formas utilizadas en las últimas décadas para atraer la atención pública hacia los problemas ocasionados por el abuso de los recursos naturales, y se ha convertido en uno de los temas centrales de la sociedad actual. Según Porrit (1984, 25), el ecologismo es: "[...] el movimiento político más dinámico desde el inicio del socialismo". Una de sus características distintivas es la forma de presentar sus protestas: el uso de filmes, conciertos, actos espectaculares (performance), pero también de datos oficiales o investigaciones científicas (Szersznsky y Toogood 1999).

El artículo busca mostrar cómo un grupo construye y delimita el asunto por el que protesta. El objetivo es analizar cómo surge en la sociedad un tema que genera una acción colectiva. El armado de un movimiento ocurre dentro de una interacción social, que mantiene a los grupos en una lógica de desmovilización y movilización. La trayectoria y armado de la protesta no sigue una dirección lineal y ascendente, no existen etapas invariables, y algunos episodios de confrontación pueden generar la anomia pero también ser el inicio de la revolución.

Además, se cuestiona el peso otorgado a la participación de científicos o universidades como factor determinante en la creación de un movimiento ambiental, y se propone prestar más atención a la forma en que los actores sociales diversos seleccionan y manejan la información para explicar o justificar sus acciones. Al hablar de definición no se alude por fuerza al discurso, sino a los temas de pobreza, medio ambiente, lucha de clases, falta de trabajo, etcétera, considerados los problemas principales del grupo, percibidos de una manera general y conectados con otras cuestiones; un movimiento nunca es sólo feminista o indígena, mezcla una serie de aspectos políticos, económicos y culturales que vienen de tiempo atrás y responden a coyunturas muy específicas. La construcción entonces no se refiere a cómo el grupo cambió sus discursos, sino cómo fue decantando su interés debido a su interacción y sus decisiones propias.

Debido a lo anterior, se analizará la oposición de la gente a la construcción de un centro turístico en Tepoztlán, Morelos. La elección del lugar se debe a lo representativo de esta protesta para los movimientos ambientales en México y a la cantidad de investigaciones realizadas sobre este pueblo antes y después de dicha acción social; incluida una tesis doctoral (Velázquez 2005).

La mayoría de los trabajos sobre acciones colectivas en América Latina se enfoca al análisis de su naturaleza, composición o efectos políticos visibles. Otras publicaciones demuestran o refutan la existencia de "nuevos movimientos sociales" en la región (Veltmeyer 1998). Pocos exploran cómo los sujetos crean o definen un problema social, incluso en casos como México, donde hay una extensa tradición de estudios sobre sus acciones colectivas (Davis 1994; Knigth 1990; Foweraker y Craig 1990). En las últimas décadas, los trabajos sobre este país se concentran, en su mayoría, en medir el efecto de grupos en el proceso de democratización, así como la importancia del contexto político e institucional (legal), para el posible éxito o fracaso de una movilización social. También existe una gran cantidad de libros y artículos que describen acciones colectivas significativas para México o una zona específica. Pocos trabajos abordan la manera en que el interés de una acción colectiva se va transformando a lo largo del tiempo, y cómo intervienen en ello otros actores. Este artículo hace una contribución teórica al cuestionar algunos elementos por lo general aceptados en el estudio de grupos específicos como los ambientalistas, en especial el papel desempeñado por los datos científicos y los investigadores y lo significativo es el análisis propuesto sobre la construcción concreta de un problema ambiental, qué papel y peso tuvieron elementos como la cultura, las organizaciones internacionales, la historia de una comunidad rural y la información en este proceso.

¿Cómo explicar que el cambio climático no sea la prioridad de los gobiernos, cuando existen tantos científicos que advierten sobre los riesgos, de no tomarse las medidas necesarias? Este es el tema de fondo del artículo, explicar cómo se produce socialmente la elección de temas que conforman un movimiento social.

Como herramienta, se utilizará la teoría sobre construcción social de realidad, sobre la que existe un cuerpo creciente de investigaciones (Irwin 2001). Decir que un grupo "construye" el tema por el que protesta, significa que una acción colectiva no necesariamente trata de realidades dadas, sino que está relacionada con las interpretaciones que hace sobre los acontecimientos, aunque esto no supone que un movimiento se conforme sólo de ideas o argumentos. El enfoque sobre construcción de realidad permite situar un tema entre varios reivindicados por una acción colectiva.

En un asunto específico como el medio ambiente, significa que no todos ellos logran la misma atención al mismo tiempo, aunque exista un conjunto de problemas como la contaminación, la caza ilegal de especies en peligro de extinción, la tala de árboles o la lluvia ácida. Incluso, los que un experto consideraría clave, pueden pasar inadvertidos para la mayoría de la población.

Puesto que el presente estudio aborda la forma social de elegir temas que integran un movimiento social, primero se realizará una revisión a la teoría sobre construcción de problemas, después el análisis mediante la reconstrucción de la historia del movimiento. Se incluyen las voces de los actores, sin embargo, el énfasis está puesto en la conformación del movimiento.

 

Construcción de los problemas de un movimiento social

Para Diani, este tipo de acciones colectivas cuenta al menos con cuatro elementos: a) una red de interacciones informales, b) individuos que comparten una serie de creencias y solidaridades, c) un grupo que coincide en una serie de temas comunes en disputa o conflicto y d) las acciones realizadas, que están fuera de las esferas institucionales y las rutinas normales de la sociedad (1992).

En la propuesta de Diani, lo que conforma a un movimiento social no son los individuos en sí, sino las relaciones que ellos establecen en el grupo y con el ambiente externo. Al definir una acción colectiva por sus elementos sociales (redes, creencias y acciones), es posible asumir una perspectiva de análisis de movimiento y agencia cuando los grupos al interactuar se transforman a sí mismos y a su medio. Según este enfoque, un movimiento social no se constituye por elementos fijos, "cristalizados" o "reificados", sino por las relaciones sociales que va construyendo, que desaparecen o se convierten en conflictivas o alianzas. La actuación de los grupos también va cambiando, como sucede en el gobierno u otras organizaciones en relación con sus acciones, y tampoco permanecen fijos los términos en que fue planteada su demanda principal.

Diani propone un "objeto" de estudio en continua transformación y nunca terminado; una acción colectiva no sucede en una progresión lineal, sino con regresiones, saltos y avances. Aquí se analizará el segundo elemento de Diani: la forma en que se constituyen las creencias y definiciones compartidas, al menos en un grado mínimo, por los miembros de una acción colectiva. En forma más específica, la atención se centrará en uno de los mecanismos que crean estas definiciones y permiten construir un problema público: la conformación del movimiento ambiental.

Para entender cómo se concibe un asunto de interés general es necesario retroceder un poco. Como sostiene Diani, una de las causas (pero también los resultados) que explican una acción colectiva es que exista un sentimiento de pertenencia entre quienes participan, es decir la identidad (Touraine 1985; Melucci 1985; Tilly 1988). En un movimiento ambiental, como en cualquier otro tipo de protesta, es de gran importancia que los integrantes compartan una serie de ideas y definiciones sobre el problema que buscan solucionar o el asunto sobre el que quieren influir o cambiar. La existencia de enunciaciones internas conjuntas crea solidaridad y unión, mientras que hacia el exterior busca formar nuevos asuntos de interés público o cambiar prácticas o el vocabulario (Gusfield 1981). La identificación generada entre los participantes se ha considerado un sustituto de formas anteriores de pertenencia, por ejemplo la clase, el trabajo, la religión y la familia. En este sentido, los movimientos ambientales forman comunidades de filiación nuevas (Horton 2003). Sin embargo, es un error suponer que en éstas desaparecen diferencias económicas o de poder, aun en el caso de sociedades desarrolladas. Es decir, si se parte de que uno de los elementos principales en el proceso de armado de una protesta y creación de identidad es la información, las diferencias para obtenerla, su flujo y selección se vuelven determinantes. Por ejemplo, un limpiador de pisos y el dueño de una compañía internacional no tienen el mismo acercamiento a recursos de información y educación para explicarse la "inversión térmica", por lo que su interpretación sobre el mismo tema será distinta. En consecuencia, la identidad entre los miembros de un movimiento ambiental no será homogénea, y estará condicionada por el acceso a los diferentes flujos y procesos de información. A continuación se exponen las implicaciones que esto tiene para el presente análisis.

Este proceso de creación de ideas y definiciones inicia mucho antes de que se constituya una asociación, sin embargo, cuando haya personas que comparten una lectura parecida sobre un problema que consideran injusto, inicia una transformación constante de estas concepciones. Los cambios se producen por dinámicas internas, como las diferentes posturas más radicales o reformistas, pero también por la interacción del grupo con sus oponentes y aliados (Diani 1992).

La manera en que las organizaciones sociales construyen la realidad contra la que protestan es un tema sociológico. Al respecto, resultan de relevancia, entre otros, los trabajos de Berger y Luckman (1996) sobre sociología del conocimiento. Sus aportaciones renovaron esta rama de la investigación; plantearon la necesidad de analizar las variaciones empíricas del conocimiento en los grupos humanos, y también los procesos por los cuales cualquier cuerpo de conocimiento se estableció socialmente como realidad (Hannigan 1995). En otras palabras propusieron crear estudios sobre la construcción de realidad.

Hay una particularidad en el caso específico de los movimientos ambientales, para crear las definiciones comunes y del problema contra el que protestarán recurren constantemente a datos científicos (Horton 2003; Inglehart 1995). Mediante este tipo de información, ellos buscan sustentar sus acciones en datos concretos y objetivos más que en temas políticos, por tanto examinan fotografías, investigaciones, reportes químicos o datos oficiales (Hannigan 1995). El punto de interés aquí es la forma en que se reensamblan e interpretan dichos datos a partir de ciertos valores o creencias particulares (Drori y Yuchtman–Yaar 2002; Inglehart 1995).

Sobre el proceso de construcción de un movimiento social, Spector y Kitsuse (1973) destacaron el error común de considerar las acciones colectivas como producto de condiciones objetivas de desigualdad, injusticia o daño ambiental. Un movimiento surge y evoluciona a partir de la construcción de definiciones colectivas. Esto es muy relevante en el caso de uno social, pues dichas definiciones implican la identificación de trenes causales que expliquen la existencia de un problema; por ejemplo cuando hay cáncer en una población ubicada cerca de una planta productora de químicos, son necesarios estudios que demuestren la existencia de una relación causal directa entre la planta y la presencia de determinados cánceres. Al respecto hay que señalar los trabajos de Best (1989), Gusfield (1981), Holstein y Miller (1993), Loseke (1992), Schneider (1985) y Hannigan (1995). Sin embargo, el armado de esta explicación se produce dentro de entornos políticos y de intereses económicos, como lo muestra el debate sobre el calentamiento global (Demeritt 2001); en este caso específico, el punto central no es admitir o no la existencia de una variación significativa en la temperatura, sino quiénes la provocan y qué deben hacer para remediarla. El trabajo de Spector y Kitsuse (1973) constituye uno de los estudios más importantes sobre construcción de movimientos ambientales; y servirá como guía general para el presente análisis. Ellos probaron que el proceso de crear un problema es tanto o igual de importante que la posible justedad del reclamo.

Su propuesta ha servido de base para diversos estudios prácticos. Para ellos existen cuatro etapas por lo general presentes en la creación de un conflicto público: a) la transformación de un problema privado en público; b) el reconocimiento oficial; c) la demostración de que existe insatisfacción en la forma en que las organizaciones burocráticas están ocupándose del asunto y d) el desarrollo de alternativas u organizaciones que buscan la solución de los problemas por vías alternativas o radicales. La presentación de estos elementos no debe ser considerada como un desarrollo progresivo—lineal, los pasos pueden suceder en forma distinta o al mismo tiempo.

Sobre el primer punto, los movimientos ambientales buscan presentar el asunto de su interés como algo que perjudica a un grupo de personas, ya sea en una zona muy localizada, una región, un país o todo el mundo. La idea es que si los efectos de un problema son percibidos como compartidos se creará un sentimiento de corresponsabilidad para su resolución. La causa del tema en cuestión puede ser atribuido a un agente o actor específico, como una empresa, gobierno o grupo de personas. En este caso, el movimiento se concentra en lograr un cambio en el agente que provoca contaminación (Fuks 1994).

El reconocimiento oficial en un movimiento ecologista significa contar con investigaciones, publicaciones o científicos que corroboran la existencia de un problema, y entonces la necesidad de que haya una respuesta para detener una acción (como la contaminación de un cuerpo de agua) o para seguir adelante con un proyecto (como la reforestación del Amazonas). Lo "oficial" de estos movimientos es la validación, es decir, la presencia de expertos en temas de ciencias relacionadas con la naturaleza, que constituye un elemento esencial, entre otras razones porque define con precisión la relación causa–efecto del caso (Klandermans 1991; Hjelmar 1996). Sobre este último punto, Spector y Kitsuse (1973) no consideraron que la oficialización de un movimiento ambiental pueda producirse por la participación de organizaciones civiles que le "otorguen" legalidad a la nueva acción colectiva. Esto es una omisión, las agrupaciones sociales tienen una legitimidad social, que les permite respaldar un tema, es decir, su oficialización no sólo la conceden las instituciones o actores relacionados con la academia. Como se mostrará más adelante, la inclusión de un sindicato en las protestas puede hacer legítima una demanda social.

El tercer punto se deriva de lo anterior: la participación de científicos expertos y también de organizaciones civiles permite evidenciar la falta de atención de las burocracias sobre el asunto; una investigación por ejemplo puede demostrar que el daño al hábitat deriva de acciones realizadas por actores concretos como empresas o gobiernos o que los efectos podrían ser disminuidos por acciones gubernamentales. En este sentido, en la creación de un reclamo ambiental se enfrenta un problema doble: por un lado, es crucial la atención generalizada sobre la protesta, pero al mismo tiempo, se requiere legitimar la acción. Lograr el interés de la gente en una cuestión pública se da en un ámbito muy competitivo y de difícil acceso (Hannigan 1995). Para demandar atención, un problema potencial debe ser nuevo, importante y comprensible (Gans 1979). Una de las formas más efectivas de llamar la atención es mediante imágenes, evocaciones verbales y visuales. El tema del ozono fue comprensible cuando fue expuesto como la expansión de un "hoyo". Algunos de los conflictos ecológicos han ganado atención por la difusión de imágenes con gran carga valorativa, como las fotos que mostraban la lucha de las pequeñas lanchas de Greenpeace contra los enormes barcos japoneses que cazaban ballenas.

Algunos grupos utilizan lo que Snow llamó frame alignment, que se refiere a cómo los ambientalistas manipulan la preocupación de la gente y la percepción, con el objetivo de resaltar o atraerla hacia sus demandas (Snow et al. 1986). Es decir, un problema se vuelve importante cuando un grupo logra relacionarlo con agravios ya presentes como la desigualdad, el racismo o la filiación política. Otra forma de legitimar el movimiento es a través de tácticas retóricas, Ibarra y Kitsuse (1993) mostraron cómo los movimientos sociales tienden a radicalizar sus discursos y a crear polarizaciones. Por ejemplo, ecología profunda y el ecofeminismo utilizan un discurso moral sobre los temas que les interesan (Best 1989; Ibarra y Kitsuse 1993).

Por último, la lentitud o falta de acción del gobierno justifica o hace natural la creación de un grupo que busque soluciones. La conformación de organizaciones de protesta contra problemas específicos es un medio de generar alternativas ante los que se consideran vacíos o carencias de la acción gubernamental. Por lo general, cuando surge un reclamo se relaciona con la participación de investigadores o personas con conocimientos en áreas relacionadas con la naturaleza, porque se consideran indispensables para que el grupo fundamente sus acciones (Eyerman y Jamison 1991).

Aunque en general la propuesta de Spector y Kitsuse (1973) presenta los elementos más importantes para la construcción de un movimiento ambiental, es necesario señalar que deja de lado aspectos sustanciales en el funcionamiento de cualquier grupo, como el poder. Por ejemplo, las implicaciones positivas o negativas que tiene en la formación de un reclamo nuevo la intervención de organizaciones no gubernamentales (ONG) , sindicatos, organismos políticos o religiosos que cuenten con cierto prestigio o reconocimiento social. Cuando alguno o varios de estos grupos comienzan a participar en una movilización incipiente, las definiciones se alteran, pues estos agentes sociales tienen sus propios intereses y objetivos.

Los trabajos de Enloe (1975) y Spector y Kitsuse (1973) suponen que todos los agentes sociales tienen el mismo acceso a un elemento clave: la información. Esto deja de lado las diferencias de recursos, educación e intereses que los grupos tienen al construir un reclamo. Aun en los países desarrollados, las clases medias y los más pobres delimitarán de diferente forma un tema común, aunque participen en la misma organización y manifestaciones. Es decir, debe cuestionarse que un movimiento ecologista construya un problema considerando como factor decisivo su acceso a la información, pues ésta puede ser interpretada de formas contrarias (Smith 1974). Por ello, es necesario darle un mayor peso en el análisis de la construcción de un problema social a la historia, la educación y los intereses de los participantes. Como se verá, varios integrantes del movimiento de Tepoztlán comenzaron a explicarse las implicaciones del proyecto, a partir de pedazos de información disponibles. Es un hecho que los participantes no contaban con todos los datos necesarios sobre construcción de campos de golf, el grado de deforestación presente en la zona o un estudio de factibilidad ambiental o económica. Por ello, su visión del tema fue armada a partir de los fragmentos dispersos que tenían y sus experiencias anteriores con el gobierno y las empresas, así como de los significados culturales que podía tener para ellos un club deportivo.

En resumen, se puede concluir que un movimiento ambiental no aparece de forma espontánea; requiere un conjunto de individuos que compartan valores y metas específicas. Pero también es necesario que ellos cuenten con recursos para organizarse y protestar. Este grupo se encuentra en una red compleja de influencias, apoyos y ataques de su entorno. Para un movimiento social, la definición del problema que se intentará resolver, conlleva la identificación y definición a su fuente de origen, sea una persona, grupo, empresa o gobierno. En este proceso es necesario dar coherencia a un discurso, y de preferencia contar con símbolos que todos recuerden. Por último, una acción colectiva requiere proponer una solución que signifique un cambio ante lo que sucede en el momento.

 

Elementos locales para la construcción de un movimiento ambiental

Tepoztlán a primera vista es la comunidad típica en Morelos,1 fue objeto de diversos estudios antropológicos durante todo el siglo XX, que incluyen una cantidad importante de trabajos sobre el movimiento ambientalista, uno de los más significativos dentro del ecologismo mexicano en el presente siglo. Entre ellos destacan los de Redfield (1930), Lewis (1951), Foster (1976), Lomnitz (1995), Rosas (1997), Reynolds (1997),Weinberg (1998), Quero (2001), Centro de Derechos Humanos "Miguel Ángel Pro", CDHMAP (2004), Instituto Nacional de Ecología, INE (2004), Lara (2004), Martin (1990, 1993, 2005) y Velázquez (2005), entre otros, mencionados porque es importante llamar la atención sobre la producción académica relacionada con este lugar.

Foster (1976) tiene un trabajo relevante sobre la construcción social de problemas que generan protestas colectivas; según él, en esta localidad existe la denominada por los antropólogos "imagen de bienes limitados" (característica, para este autor, vigente en la mayoría de las comunidades campesinas de América Latina). Este término se refiere al imaginario de los habitantes, que perciben los bienes como disponibles en cantidades limitadas y con poca o nula capacidad de renovación. Como consecuencia, creen imposible la posibilidad de incrementarlos, sólo se redistribuyen. De tal forma, cuando un individuo obtiene una cantidad mayor de bienes sólo puede explicarse si se despoja a otros individuos a través de trampas, robos o engaños; pese a que estos bienes procedan del exterior, sean producto del trabajo o la suerte. En este sentido, un movimiento campesino es la restauración del balance social, cuando la comunidad intuye que hay una distribución injusta de bienes o recursos. Existen, por supuesto, otros mecanismos de equilibrio como las fiestas (Singelmann 19 74), de gran importancia para este análisis, pues la explicación de una cantidad importante de los opositores a la construcción del club de golf parece haber partido de esta percepción de bienes limitados.

Una característica de Tepoztlán, evidente en los estudios recientes, es la presencia continua de acciones colectivas. Esto, según Quero (2001), es uno de los rasgos propios de la cultura política de esta localidad. Para Martin (1990), los conflictos políticos entre los grupos transcurren sobre todo en los ejes siguientes: comunidad/estado, gente locales/foráneos y progresivos/tradicionalistas.2 Una constante en las luchas de esta región es la tenencia de la tierra; durante el gobierno de Lázaro Cárdenas (1943–1940) se presentó uno de los primeros conflictos registrados dentro de Tepoztlán. Una empresa buscaba talar los bosques del municipio para producir carbón. Los dueños del suelo y la población general iniciaron una serie de protestas. La disputa terminó cuando el Ejecutivo federal declaró parque nacional al cerro del Tepozteco y una zona contigua (Scheinfeld 1999). En 1960, el gobierno federal pretendía construir una carretera de vía rápida, lo que acarreó una serie de protestas y las obras se cancelaron. Después, en la década siguiente tuvo lugar una movilización nueva, cuando la federación planeó un centro turístico; proyecto rechazado por los habitantes. La muerte de un opositor3 fue uno de los factores que determinó la cancelación de este plan, y se señaló como responsable a la empresa que patrocinaba el proyecto.

Además de la tierra, la conservación de los recursos ambientales es uno de los elementos que ha definido a lo largo de la historia las acciones colectivas de este pueblo. En términos de Diani, esto quiere decir que lo "verde" crea un sentimiento de pertenencia en Tepoztlán durante todo el siglo XX, y es una causa eficiente para generar movilizaciones colectivas. A pesar del interés constante mostrado por el medio ambiente, diversas prácticas individuales o colectivas estaban deteriorando mucho las zonas verdes, por ejemplo la tala clandestina, la quema para siembra o la construcción de viviendas. En la zona ecológica del Tepozteco, dentro de la cual se pensaba construir el proyecto turístico, existía un deterioro importante del hábitat en su zona sur, ocasionado en parte por la empresa promotora, que durante todo el tiempo que fue de su propiedad la había deforestado, quemado y arrendado a agricultores. Sin embargo, el terreno era susceptible de ser restituido.

Otro elemento para entender la acción colectiva analizada es la transformación profunda ocurrida en las últimas décadas en la economía del pueblo. Esta comunidad, de tradición agraria, se ha convertido en prestadora de servicios, sobre todo los relacionados con el turismo. Esto que podría producir beneficios por los empleos e ingresos generados, también representa problemas serios por la desintegración de una comunidad antaño orgullosa de su unidad y vida comunitaria (Lomnitz 1995; Rosas 1997; Martin 1990).

De igual forma, la dependencia creciente del pueblo de los recursos del turismo ha hecho más corruptibles a los funcionarios locales, en especial a los relacionados con la concesión de permisos para negocios, hoteles o construcción de casas nuevas en el municipio.4 Esto ha generado un aumento en la desconfianza del pueblo hacia las autoridades. En su investigación de campo en Tepoztlán, Martin (1990) encontró una crisis de legitimidad de la población hacia sus autoridades locales en los años previos al inicio del movimiento contra el club de golf. Estos últimos elementos tendrían gran trascendencia en la construcción de las definiciones conjuntas, pues el proyecto provenía de un grupo foráneo y era apoyado por el gobierno estatal. Con ellos los trozos de información que no serían llenados con facilidad por la desconfianza hacia estos grupos (Velázquez 2005).

Es importante mencionar algunos elementos que ayuden entender la relación del pueblo con el área donde se asentaba el proyecto. Tepoztlán, como la mayoría de las comunidades agrarias en México, es dueña de sus bosques (80 por ciento del total de comunidades en el país posee tierras). Sin embargo, en 1992 el Gobierno de México reformó el artículo 27 de la Constitución y la legislación agraria, lo que permitió que las tierras sociales, como el ejido, entraran al mercado. Este cambio permitía que miembros de un ejido explotaran sus bosques, lo que de hecho significaba la parcelación de un bien común y su apropiación para obtener una ganancia. Esto ha provocado problemas internos en las comunidades entre grupos rivales que se disputan el uso de estos recursos5 (Klooster 2003).

Los elementos generales que se pueden derivar de esta sección, con el esquema de Spector y Kitsuse (1973), son los siguientes: a) el medio ambiente históricamente era percibido como un problema público en Tepoztlán. Esto no es un dato menor, significa que en cuanto tema de movilización social tiene una legitimidad ya construida en una comunidad caracterizada por su activismo continuo; b) las autoridades locales y estatales tenían poca legitimidad, por lo que era de esperarse una insatisfacción en la forma en que se ocuparían de un proyecto que dañara al medio ambiente y c) las formas de organización, como el municipio, los ejidos y los barrios, presentaban escasos resultados, al surgir un conflicto nuevo sería necesario que se crearan otras formas de participación que pudieran construir alternativas, en este caso radicales, para solucionar el problema.

 

Un pueblo que se encuentra. Los participantes del movimiento

Morelos se caracteriza por su historia de movilizaciones sociales y la presencia de líderes importantes como Emiliano Zapata, durante la Revolución Mexicana y Rubén Jaramillo en las décadas de los años cuarenta y cincuenta.

Desde 1980, las agrupaciones femeninas tienen una presencia significativa en Morelos, sobre todo, en la búsqueda de mejores condiciones de trabajo para las obreras y la construcción de proyectos productivos, aunque más bien estaban enfocadas a asuntos locales. Un caso que trascendió su ámbito inmediato, y logró relevancia estatal fue Mujer Tepozteca, que durante los años setenta y ochenta participó tanto en acciones contra el complejo turístico como en la denuncia de los fraudes electorales de la época. Durante las movilizaciones contra el club de golf, logró gran relevancia por sus liderazgos y capacidades de organización (Piqueras 2000; Sarmiento 1997).

Por otra parte, las reivindicaciones indígenas también tienen gran importancia en la entidad. Ante este tipo de movimientos, los gobiernos estatales no habían demostrado sensibilidad, lo que explica que fue hasta la coyuntura del levantamiento zapatista cuando se planteó reformar las leyes estatales para incluir a este grupo social. Una de las movilizaciones indígenas más importantes fue en 1991, durante el V centenario de la llegada de los españoles a América. Los pueblos del estado construyeron el Consejo Morelense 500 años de Resistencia Indígena, Negra y Popular en el poblado de Tepoztlán. Se eligió este lugar debido al interés creciente de sus pobladores por rescatar las tradiciones originarias, lo que resultaría determinante.

Los años ochenta, la aparición de movimientos sociales en Morelos se vio favorecida por el trabajo de la iglesia católica desde la década anterior. El obispo Sergio Méndez Arceo ejerció, entre 1952 y 1982, una pastoral de compromiso con los pobres, basada en la teología de la liberación. Las comunidades eclesiásticas de base (CEB) fueron un elemento aglutinador de diferentes sectores sociales y espacios importantes de solidaridad y fomento de actividades como el trabajo comunitario y en las protestas (Sarmiento 1997; Velázquez 2005). En gran parte, porque contaban con una estructura organizativa y liderazgos con legitimidad social.

Uno de los rasgos que caracteriza a Tepoztlán, desde finales de los años ochenta hasta la actualidad, es el arribo constante de habitantes nuevos; en su mayoría personas de clase media y alta de la Ciudad de México (Velázquez 2005). Esto no sólo ha influido en el crecimiento urbano, sino en las relaciones políticas y culturales internas del pueblo, por ejemplo la consolidación de una elite nueva de personas que no nacieron en Tepoztlán. Estos pobladores no sólo son mexicanos, sino un grupo importante de extranjeros que han decidido residir o permanecer allí por largas temporadas. La estadía de foráneos ha comenzado a tener una repercusión cultural. Esto se nota en la revalorización que comienza a producirse en torno a lo indígena; el interés que estos turistas mostraban por el pasado del pueblo colaboró a que sus propios habitantes vieran de una manera diferente sus raíces indígenas, pues en este pueblo, como en muchas regiones de México, lo indígena era objeto de una gran discriminación. Esta actitud nueva de la población también se debe a la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el impulso dado a las causas de los indios (Rosas 1997).

El movimiento también jugó un papel decisivo en este cambio de actitud. Los habitantes de Tepoztlán, que Lewis (1951) describió como obsesionados en dejar atrás u ocultar su estirpe indígena, ahora se afanaban por revivir costumbres, vestidos e iconos; las figuras del rey Tepozteco y de Zapata eran objetos de revalorización (Velázquez 2005). Esto es significativo, porque el club de golf estaba proyectado en una zona muy próxima a la pirámide del rey–dios Tepozteco, zona que en la época prehispánica era considerada sagrada. Los pobladores volvieron a mirar a su antiguo dios.

Aunque los grupos anteriores comenzaron a participar en las protestas contra el club de golf en diferentes momentos, el que estuvo involucrado desde tiempo atrás era el de los dueños de tierras sociales, en especial los comuneros, y pese a que entre ellos existían viejas rencillas políticas o de posesión de tierras, las diferencias se fueron exacerbando por las distintas posturas ante el proyecto. Aunque algunos se oponían, otro segmento estaba de acuerdo con la obra e incluso había vendido una parte o todo su terreno desde años atrás a la compañía Kladt–Sobrino (Diario de Morelos, 7 de junio, 1995). Sin embargo, algunos de los que vendieron comenzaron a unirse a las protestas cuando consideraron que el dinero recibido era muy poco, y que se les había engañado.

 

Las primeras oposiciones al club de golf: tierras e identidad

El gobierno federal había intentando construir un complejo turístico en Tepoztlán, y el rechazo de los habitantes había sido institucionalizado: el reglamento municipal sobre desarrollo urbano prohibía los proyectos de este tipo. Es probable que sea uno de los pocos municipios en México que por ley proscribe estas obras. A pesar de ello, en marzo de 1994 la empresa KS presentó un plan para construir un complejo turístico en el municipio de Tepoztlán (La Jornada, 28 de agosto, 1994), que recibió una autorización previa del Gobierno de Morelos.6

El anteproyecto contemplaba la reforestación de la zona con 200 mil árboles y arbustos, un plan para combatir la erosión eólica (presente en la zona), con lo que se calculaba contribuir a la recarga del manto acuífero en una proporción de 3 400 metros cúbicos diarios de agua7 (Scheinfeld 1999). Al presentar su proyecto, la empresa constructora estimó que la población de Tepoztlán tendría los beneficios siguientes: a) la recaudación de recursos fiscales para el ayuntamiento, derivados del otorgamiento de licencias y contribuciones por alrededor de 11 millones de pesos, lo que daría al municipio recursos para atender rezagos sociales; b) la generación de 13 mil empleos temporales y 3 300 permanentes; c) la ampliación de la estructura turística, recreativa y cultural; d) la creación de un fideicomiso por 55 millones de pesos a favor del núcleo comunal de Tepoztlán, para la promoción de empresas agrícolas y de actividades de vigilancia ambiental; e) la construcción de una subestación eléctrica, que generaría 3 0 mil kilovatios y f) el inicio de las acciones de recuperación y preservación ecológica.

El arranque de las obras tuvo que postergarse en diversas ocasiones, pues la compañía KS no contaba con todos los permisos federales; faltaba la evaluación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP).8 Pero sobre todo, debido a que el municipio de Tepoztlán no había autorizado el cambio de uso de suelo (Velázquez 2005).

Las gestiones de la empresa KS para conseguir todas las licencias federales y municipales constituyen un tema relevante, porque las primeras protestas denunciaban violaciones al reglamento de uso aprobado del suelo por el Cabildo de Tepoztlán en 1993 (las leyes ya mencionadas prohibían de forma expresa la construcción de fraccionamientos y clubes de golf en áreas comunales). Los reclamos incipientes fueron protagonizados por algunos propietarios de terrenos localizados en el área contemplada por el proyecto. Ellos denunciaban sobre todo que la compañía KS no era dueña de los terrenos, y que la obra violaría una resolución presidencial del 3 1 de enero de 1930, del decreto del 23 de enero de 1937 y otro del 30 de noviembre de 1988, donde se establece que el Parque Nacional del Tepozteco tiene gran importancia ecológica por ser una "zona de transición", además de contar con ruinas arqueológicas.9

Aunque en estas primeras protestas se mencionó el entorno, éste no era el conflicto principal, sino las reglas que rigen el uso y posesión de la tierra,10 la pugna inició como un tema entre dueños de terrenos.11 En ese momento, la información científica o la participación de investigadores no era determinante para la conformación del movimiento. En gran parte, porque las primeras protestas eran sobre todo una acción defensiva ante la posibilidad de un daño, que no se podía definir ni tener certeza de que ocurriría, pero se creía posible.

Entre los miembros de un movimiento, el proceso de construir una propuesta y las definiciones básicas pueden cambiar cuando participan organizaciones creadas con anterioridad. A mediados de 1995, asociaciones como Mujer Tepozteca (vinculada con el Partido Revolucionario Institucional, PRI), la Coordinadora Tepozteca (relacionada con el Partido de la Revolución Democrática, PRD) y el Frente Cívico Tepozteco (simpatizante del pri) decidieron intervenir. Esto fue un acontecimiento decisivo, pues su colaboración confería una dimensión política a la oposición del proyecto, y convirtió una disputa entre particulares (los dueños de los terrenos y la empresa) en un asunto de interés público. El incumplimiento de los reglamentos constituía un daño colectivo que debía ser reparado.

Esto resulta consistente con la propuesta de Spector y Kitsuse (1973). Con la nueva dimensión política, el movimiento se definía a sí mismo como una protesta frente a una decisión arbitraria del gobierno estatal, contraria a los intereses locales. El énfasis se puso en cuestionar la legalidad del permiso estatal que aprobaba el inicio de las obras, lo que permitía relacionar directamente a una autoridad (el Ejecutivo estatal de Morelos); ya no era más una cuestión entre particulares. El movimiento comenzó a utilizar una de las fuentes históricas de conflicto político de Tepoztlán: el proyecto era de "foráneos", que no buscaban el beneficio y protección de la "comunidad" sino su propia utilidad. Así estaba utilizándose el frame alignemnt de Snow, es decir, las preocupaciones presentes en la gente sobre los de "afuera" y la preservación de la comunidad. El medio ambiente seguía sin aparecer como discurso principal. Sin embargo fue entonces cuando Mujeres Tepoztecas comenzó a buscar el respaldo de organizaciones sociales diversas, entre otras, las ecologistas (Quero 2001).

La compañía KS intentó responder inmediatamente todos los cuestionamientos. Respecto a los permisos obtenidos mostró que se trataba de trámites que había realizado cumpliendo todos los requisitos y tiempos legales (El Sol de Cuernavaca, 20 de agosto, 1994). Sobre los posibles daños a la ecología, el vocero de la empresa resaltó que seguía en gestión el permiso del ine, además de contar con un dictamen favorable sobre uso del suelo estatal (oficio DGAU–062–95 de la Subsecretaría de Uso Urbano y Vivienda del gobierno del estado), que autorizaba la fusión y subdivisión de los predios. También sostenía que los métodos agrícolas utilizados en Tepoztlán causaban más daños al bosque que el funcionamiento del club; el cultivo de jitomate era un ejemplo claro, por la cantidad de agroquímicos utilizados. La Secretaría de Desarrollo Agropecuario de Morelos compartía la postura de KS (La Jornada, 23 de septiembre, 1995).

 

Posturas diferentes ante el proyecto

El 19 de agosto de 1995, el gobierno municipal autorizó el arranque de las obras (el cambio de uso del suelo),12 paso decisivo para que la empresa obtuviera algunos de los permisos federales pendientes, y que estaban legalmente condicionados a la autorización municipal. Esto radicalizó el discurso y las acciones de los grupos participantes.13 La autorización del Ayuntamiento funcionó como un catalizador que favoreció la oposición.14 Los que no tenían una opinión o apoyaban el proyecto comenzaron a llenar sus huecos de información con la creciente y documentada historia de desconfianza hacia sus autoridades; podían carecer de datos precisos que demostraran la ilegalidad del proyecto, pero ahora tenían una prueba para decir que el gobierno procedía como en ocasiones anteriores, es decir, tratando de sacar ventaja o de engañarlos.15

Es importante resaltar que en ese momento la población de Tepoztlán tenía posturas divergentes sobre el plan turístico: un sector pensaba que su construcción sería benéfica por los empleos que generaría, necesarios en una comunidad donde los jóvenes tenían que emigrar para conseguir empleo. Otros se oponían por temor a perder sus tierras. Sin embargo, una gran mayoría no tenía una opinión bien definida16 (Velázquez 2005). Para la conformación de una visión compartida, fue determinante la manera en que las autoridades municipales otorgaron el permiso de cambio de uso de suelo (una reunión secreta sin intervención de representantes de grupos políticos opuestos); el repudio a una decisión clandestina unificó a todos. El rechazo entonces parecía justificarse más por un resentimiento histórico contra la forma de operar de los gobiernos estatales, que por un conocimiento exacto de las razones jurídicas que validaban o no a la acción estatal. Además, el hecho de que la compañía fuera manejada por "gente de fuera" corroboraba la percepción de que el beneficio no sería para el pueblo, tal como lo explicaba la imagen de bienes limitados.

Por otra parte, el proyecto contaba con el apoyo de actores estatales, organizaciones empresariales, grupos políticos y altos jerarcas de la iglesia católica local. Por ejemplo, el obispo de Cuernavaca, Luis Reynoso Cervantes, declaró que la construcción del complejo turístico beneficiaría al medio ambiente mediante "la creación de espacios verdes", además de ser una fuente de empleo para los tepoztecos (La Jornada, 12 de junio, 1994; Diario de Morelos, 12 de junio, 1994). Dijo que incluso lo considero: "[...] un regalo de Dios que cae del cielo para beneficio de Tepoztlán" (La Jornada, 20 de agosto, 1995). Fuera de Morelos, la Confederación Patronal Mexicana (COPARMEX), la Cámara Nacional de la Industria y la Transformación (CANACINTRA) e inclusive el presidente del Movimiento Ecologista de México respaldaron la construcción (La Jornada, 20 de agosto, 1994).

 

La formación del Comité de Unidad Tepozteca

El 25 de agosto de 1995 se integró el CUT.17 Desde el principio, su objetivo principal era detener el proyecto, además tenía otro propósito oculto, igual de importante: lograr la unidad de un pueblo que tenía años sumido en conflictos internos. Es decir, el CUT no sólo se encargó de unificar las acciones del movimiento, sino de crear un discurso de acuerdo interno y cooperación.

Con esta nueva organización al mando del movimiento, la construcción del problema comenzó a cambiar, ahora el énfasis estaba puesto en la identidad, no en las cuestiones legales; se buscaba preservar la unión de los tepoztecos, que desaparecería de construirse el proyecto. Esta unidad era imaginada a partir de las costumbres (como las fiestas religiosas y los platillos tradicionales), mismas que se diluirían pues los "foráneos" vendrían a imponer sus propias prácticas y los locales abandonarían las suyas hasta perder la identidad. Pero no sólo eso, el proyecto atentaba contra uno de los símbolos principales de la identidad del pueblo: el cerro del Tepozteco.18 Según lo propuesto por Snow, el movimiento había logrado "alinear" la preocupación colectiva con el interés del CUT, en este caso reconstruir la unidad entre los habitantes y darle un nuevo valor a la identidad local, perdida poco a poco con la llegada de residentes nuevos y turistas. En el CUT existía la convicción de que la empresa buscaba un beneficio propio, sin importar los daños que pudieran causar a la identidad del pueblo. Como lo proponen Spector y Kitsuse (1973), el movimiento ambiental comenzaba a construir un problema que perjudicaba a toda la comunidad, en este caso relacionando la conservación de una zona verde con la identidad.

 

La radicalización del conflicto

La creación del CUT permitía oficializar las causas del movimiento en cuanto grupo constituido, y legitimar sobre todo al pueblo de Tepoztlán. Con el nuevo énfasis puesto en la identidad, el CUT comenzó a disminuir el sesgo político que había tomando el movimiento, por la participación de organizaciones partidistas como Mujeres Tepoztecas o la Coordinadora Tepozteca. Para ello, una de sus tácticas retóricas más eficientes fue anunciar que todas sus decisiones serían tomadas mediante asambleas públicas. El uso de esta alternativa de organización tenía una finalidad doble, por un lado criticar al gobierno (municipal) por no consultar con la comunidad sobre el proyecto y, por otro, convertirse en medio de legitimidad sobre las decisiones tomadas.19

El naciente conflicto potenció dificultades ya presentes sobre la propiedad de la tierra. Un grupo de comuneros de Tepoztlán desconoció a su representante y su secretario técnico.20 Unos días después de ser ignorado como representante de bienes comunales, Abraham López Cruz realizó una asamblea en su casa. En la reunión se pretendía firmar un documento que avalara al complejo turístico. Los miembros del CUT fueron informados sobre ella y la posible presencia de representantes del gobierno.21

Para detener la asamblea de los comuneros, la dirigencia del CUT hizo repicar las campanas del pueblo. Media hora después alrededor de cuatrocientos tepoztecos se encontraban congregados para desplazarse a la casa del ex representante de bienes comunales. Al llegar encontraron que un grupo de policías estatales custodiaba la entrada, lo que provocó el inicio de una batalla con piedras (los pobladores) y garrotes (los policías), que duró más de 40 minutos. Con el ruido del enfrentamiento cada vez más gente se unió a la trifulca, y los policías tuvieran que huir. Después, un grupo ingresó a la casa de Abraham López para terminar con la reunión. Dentro de la vivienda se encontraba el subsecretario de gobierno del estado de Morelos, Víctor Manuel Saucedo, el director de Gobernación del estado, Armando Saldívar, el director de Transporte estatal, Moisés Malpica y la dirigente municipal del pri, Diana Ortiga. El CUT trasladó a los funcionarios estatales a la presidencia municipal22 (Rosas 1997).

 

La construcción de un movimiento ambiental

La intervención de la policía marcó un cambio importante en el discurso del CUT; ya no se trataba de una acción colectiva por conservar unas tierras, sino la lucha de un pueblo que buscaba sobrevivir. El CUT comenzó a contar con la participación de tepoztecos, que habían permanecido ajenos a las protestas (Velázquez 2005).

El enfrentamiento con la autoridad también marcó la internacionalización del movimiento; la trifulca fue difundida como noticia en diversos países (Rosas 1997). El grupo ambiental internacional Greenpeace entró en contacto formal con el CUT por medio de su representación en México. Esto se produjo después de una serie de reuniones de esta organización con miembros de Mujeres Tepoztecas, que ya había buscado hacer contacto con este tipo de grupos civiles. La página de internet de Greenpeace México comenzó a mostrar fotos de Tepoztlán y datos sobre el proyecto. Como su interés principal era los daños probables al medio ambiente, se hizo pública la información sobre los posibles efectos de la construcción de un campo de golf en los mantos acuíferos y los sembradíos de la zona. También presentaba este movimiento como la batalla de una pequeña comunidad campesina contra una empresa que trataba de romper su armonía y medio ambiente, discurso retomado por el CUT.

El interés mostrado por Greenpeace fue decisivo para que la cuestión ambiental fuera uno de los temas principales. El CUT comenzó a incluir con mayor énfasis la ecología, a pesar de que hasta este momento el tema principal era la identidad. Esto no significa que al CUT no le preocupaba desde antes la posible tala de bosques o la pérdida de agua. Sin embargo, algunos de los participantes en el movimiento, dueños de tierras en el área, habían realizado una explotación poco sostenible de estos recursos y generado una deforestación creciente. Además, hasta entonces no existían grupos locales cuyo objetivo fuera proteger el medio ambiente o preservar los bosques, a excepción de esfuerzos individuales. En otras palabras, la construcción de un movimiento ecologista no parecía ser el resultado directo de los intereses individuales de los tepoztecos, tal como sostiene Horton (2003), quien inicia este tipo de grupos civiles. La nueva vehemencia en la ecología parecía ser la adopción estratégica de un discurso para dar mayor cobertura al grupo. Así, aunque la preservación del entorno no era el motivo que inició las protestas, comenzaba a convertirse en una de las justificaciones principales de la lucha.

En forma paralela a la información de Greenpeace, investigadores de la UNAM, UAM y la UAEM comenzaron a presentar en periódicos nacionales estudios que coincidían en señalar daños al ambiente, de realizarse el proyecto turístico (Quero 2001; Rosas 1997; Velázquez 2005). El CUT entró en contacto con algunos de estos investigadores, que en ciertos casos decidieron asesorar en cuestiones técnicas al movimiento. Uno de los cuestionamientos principales de la población de Tepoztlán era sobre el uso del agua. Según cálculos de los inconformes, el pasto con el que se pretendía cubrir las 70 hectáreas del campo de golf y los jardines de las residencias requerirían en los meses críticos —aunque al agua se le diera un uso óptimo—, una lámina de 3.5 mm al día, es decir, más de cuatro mil metros cúbicos diarios. Esta cantidad era cinco veces más la del consumo total de la población de Tepoztlán.23

 

La importancia de encontrar un buen nombre: la lucha contra el club de golf

Uno de los elementos centrales para un movimiento social es definir su discurso. En la parte teórica se resaltaron dos elementos discursivos utilizados por las acciones ambientales: la información obtenida de documentos oficiales, centros de investigación y organizaciones civiles y el uso de los antecedentes políticos y culturales para justificar las protestas. Cuando las universidades públicas intervinieron, se inició un debate sobre las ventajas y desventajas de continuar con el proyecto en Tepoztlán. En diversos medios de comunicación impresa, radio y televisión comenzaron a exponerse las razones que justificaban una u otra postura.

Un elemento crucial en la definición del discurso fue la manera en que el grupo calificó su movimiento: "la lucha contra el club de golf".Tal como lo propone Gans (1979), una de las formas más efectivas de atraer la atención es crear una imagen que sea significativa. Es decir, en sentido estricto, el proyecto no era la construcción de un club de golf sino de todo un complejo turístico y un parque industrial. Sin embargo, al resaltar el golf se acentuaba una de las referencias culturales que existen en México al respecto de este deporte: que su ejercicio es exclusivo de gente rica. Por lo tanto, la construcción de este lugar significaría un acto que buscaba el beneficio directo de los más ricos y una pérdida para el resto, esto gracias a la imagen de bienes limitados que operaba en el pueblo.24

El gobierno descalificó sistemáticamente los argumentos presentados por el CUT; cuestionaba si los miembros del comité tenían la preparación técnica necesaria para discutir un proyecto (La Jornada, 7 de septiembre, 1995).25 En esta línea de confrontación, el gobierno estatal anunció medidas contra los habitantes del pueblo que participaron en el movimiento.26

La reacción del CUT fue colocar barricadas a la entrada del pueblo, con puestos permanentes de vigilancia. A partir de ese momento toda persona que entraba al pueblo era revisada.27 La cobertura nacional e internacional que comenzó a tener el caso de Tepoztlán retrasó una posible toma armada del pueblo por medio de los grupos antimotines (Velázquez 2005).28

La difusión internacional de imágenes y relatos sobe el enfrentamiento entre pobladores de Tepoztlán y policías, la participación de Greenpeace y la constitución de facto de una comunidad que no reconocía a las autoridades mexicanas comenzó a generar el interés de las organizaciones ecologistas internacionales Corporate Accountability Research Group, Sierra Club, Greenpeace–USA, Friends of Earth, Global Trade Watch y People Pro Parks, algunas de las cuales entraron en contacto con la dirigencia del CUT, y ofrecieron información especializada y la realización de cabildeos con las compañías estadounidenses involucradas, con la finalidad de convencerlas de que abandonaran el proyecto.29

El respaldo de grupos internacionales era vital para el CUT, no sólo por la información o posibles negociaciones que pudieran realizar, sino porque conocían que los gobiernos estatales de Morelos solían terminar con este tipo de protestas mediante la fuerza pública y la desaparición de opositores. Su presencia inhibía las acciones violentas del gobierno y daba legitimidad. Adoptar el tema ambiental podía ser una acción meramente estratégica, pero su utilidad era indudable.

El movimiento comenzó a verse como un ejemplo de autogestión de un pueblo. La gran disminución de delitos30 de todo tipo, la relativa limpieza y continuidad en los servicios prestados, sin la presencia de autoridades legales, parecían confirmar esta idea. Analistas políticos como Antonio García de León y Sergio Aguayo Quezada veían en Tepoztlán modelos de auto organización alternativos a las corruptas estructuras con las que opera la burocracia mexicana (La Jornada, 23 de septiembre, 1995; Quezada Aguayo 1996).

El caso de Tepoztlán comenzó a convertirse en una de las movilizaciones ecologistas más importantes de 1995 en México (Lomnitz 1995; Velázquez 2005). A pesar de ello y contrario a lo que dice la teoría sobre creación de un movimiento social, el CUT no contaba con especialistas en estos temas entre sus miembros. No obstante, le daba un uso importante a los datos científicos, utilizaron la información sobre posibles efectos por la construcción de clubes de golf y confinamientos de residuos; comenzó a fundamentar sus acciones en la falta potencial de agua y la desaparición del bosque que causarían las obras. El periódico La Jornada empezó a tener una retroalimentación muy significativa con el CUT; publicaba sus acciones, pero al mismo tiempo el grupo contra el club de golf tomaba algunas de las ideas de los columnistas o editoriales para su lucha. Artículos como los de Iván Restrepo y Emilio Zebadúa colocaban al movimiento como parte de la lucha en contra del "modelo neoliberal"; y éste adoptaría poco a poco este discurso "global".

Por parte del gobierno, el uso de información científica resultó contraproducente: durante la gestación del proyecto se ocultaron datos técnicos que podrían haber aclarado dudas y disipado las protestas. Esto se explica por su forma normal de operar en este tipo de obras: no existe una cultura de rendición de cuentas hacia la población. Esta forma de proceder explica, en parte, el inicio de muchos movimientos ambientales de México: la gente no confía en las políticas gubernamentales, y sospecha que algo malo pasará y por ello no se quieren hacer públicos todos los datos.

El discurso de las organizaciones ecologistas internacionales comenzó a influir en el nuevo énfasis puesto en el entorno, pero también en la percepción de la comunidad de Tepoztlán hacia sí misma: la región continuaba siendo en parte campesina indígena "ideal", que ahora luchaba por conservar su identidad indígena, como la describió Redfield (1930). El discurso del CUT comenzaba a retomar leyendas locales sobre la divinidad Tepoztecatl y la condición sagrada del cerro del Tepozteco. La "sabiduría" indígena para tratar la naturaleza empezó a formar parte de su discurso. La definición del problema contra el que protestaba el CUT tenía una forma más acabada: a) contaba con el respaldo de centros de investigación dentro de la unam y uam, así como de organizaciones ambientales con expertos en medio ambiente; b) el CUT convirtió al gobierno y la compañía que buscaba construir el club de golf en los responsables de la deforestación y venta clandestina de tierras en Tepoztlán y c) los periódicos nacionales mantenían el tema de Tepoztlán dentro del debate político nacional, convirtiéndolo en un asunto de primer orden (Lomnitz 1995).

 

La radicalización del movimiento: un territorio autónomo

El 19 de agosto de 1995, el ine informó que el nuevo estudio de impacto ambiental se había aprobado después de uno realizado por la UAM–Xochimilco y la uaem; señalaba que la construcción en la parte media y sur del proyecto era viable, y que lejos de perjudicar beneficiaría la fauna silvestre, que estaba en peligro de desparecer de no existir una planificación adecuada (INE 2004).31 Como respuesta, el CUT convocó a elecciones para integrar un consejo municipal provisional.32 Esto significaba la conformación de hecho de un territorio autónomo separado del Estado mexicano.33 Con la creación de una autoridad propia, el grupo estaba escalando sus acciones y dejando de lado su causa original sobre violación de reglamentos. El naciente movimiento ambiental había enlazado una preocupación general con su causa34 (La Jornada, 20 de septiembre, 1995).

El CUT hizo que la defensa del ambiente se relacionara con la preservación de la cultura y la forma de vida "tradicional" de la comunidad, la frame alignment de Snow estaba tomando un giro nuevo: ligó la conservación de una zona boscosa con la identidad de un pueblo que se asume como campesino e indígena. Aunque el cambio en las formas de vida del pueblo ya estaba presente, el movimiento logró focalizar todas estas preocupaciones en un enemigo localizable: el club de golf.35 Desde su perspectiva, este proyecto significaba la desaparición de los valores y la identidad de los tepoztecos, pues se trataba de un elemento de una cultura externa que pasaría a tomar el lugar central dentro de las actividades cotidianas. Para el CUT, el club condensaba algunas de las preocupaciones y miedos de lo que lenta y cotidianamente le estaba sucediendo a Tepoztlán: ser una comunidad cerrada para convertirse en un lugar de paso y de vivienda, de grupos nuevos provenientes no sólo de México sino también del extranjero, con la consecuente introducción de valores, prácticas y creencias nuevos con una repercusión tanto en las personas locales como en su medio físico. Una muestra de lo que sucedería estaba ya presente: los jóvenes tenían poco interés en las tradiciones del pueblo.

A principios de 1996, el gobierno estatal inició una serie de actos de represión contra el CUT, después de que la Agencia Federal del Ambiente dio su autorización para iniciar las obras. Entre otras acciones, comenzaron a girarse órdenes de aprehensión contra dirigentes del CUT36 y acciones extra legales.37 Sin embargo, los arrestos tendrían un resultado no previsto por el gobierno; el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación–sección Morelos (SENTE–Mor) decidió apoyar al CUT, debido a que uno de los arrestados era un maestro sindicalizado. El 26 de enero de 1996, alrededor de quince mil maestros y dos mil tepoztecos se manifestaron en Cuernavaca. El respaldo del sindicato de maestros no era un tema menor, el sentE es una de las organizaciones de trabajadores más grandes en América Latina por la cantidad de miembros.38 Además, los maestros integran una de las instituciones gubernamentales con mayor legitimidad y reconocimiento entre la población de México. Para el Gobernador la razón del conflicto en Tepoztlán era la "ideologización terrible" de los habitantes de la zona: "[...] se politiza la envidia y el afán de que la gente no progrese si no progreso yo", todo esto lo han ido tomado los "conductores políticos" que ni siquiera pertenecen a la comunidad de Tepoztlán, son avecindados. Otros de los involucrados son tepoztecos destacados que han sido "vendidos en otros movimientos y en otros momentos [...] que no representan al pueblo pero que tiene una gran habilidad para la manipulación" (La Jornada, 7 de septiembre, 1995).

Con la participación del SENTE, el movimiento tomó una dimensión nueva; de lucha ambiental se tornó en sindical. El Concejo Central de Lucha Magisterial–Morelos realizó una marcha en apoyo desde el Distrito Federal hasta Tepoztlán, el 24 de marzo de 1996. En la manifestación participaron maestros del Distrito Federal, de las secciones 9, 10 y 11, así como otras organizaciones. El Gobierno de Morelos se enfrentaba a uno de los movimientos bandera del ecologismo mexicano de los años noventa, y también al sindicato más grande de América Latina. Como dijo Lomnitz (1995) sobre Tepoztlán, lo periférico comenzó a ser central.

En abril del mismo año se produjo un enfrentamiento entre policías y miembros del CUT, lo que arrojó 34 detenidos y varios heridos.39 Este nuevo hecho de violencia ocupó todos los espacios de noticias nacionales tanto de radio como de televisión (Rosas 1997). Al día siguiente del enfrentamiento, fue encontrado el cadáver de uno de lo participantes en la trifulca, que había sido arrestado por los policías. El CUT presentó ante los medios videos tomados durante la riña, en ellos se observa a granaderos y policías disparando contra los manifestantes y golpeando a uno de los choferes de los microbuses.40 Diversos medios de información criticaron la actuación del gobierno estatal, y el acontecimiento fue ampliamente difundido por las organizaciones internacionales que apoyaban al movimiento.

El 12 de abril de 1996 el presidente de la empresa KS informó que se cancelaba la construcción del club de golf.41 Aunque el proyecto se canceló, el CUT no desapareció el gobierno autónomo nombrado, y continuó exigiendo el cumplimiento de tres puntos: a) reconocimiento oficial y por escrito de la cancelación del club, por parte de KS y el gobierno, b) al igual que del ayuntamiento popular electo y c) la liberación de los presos del CUT y la cancelación de las órdenes de aprehensión (La Jornada, 13 de abril, 1996).

 

Conclusiones

Aquí se mostró que una de las protestas ecologistas más representativas en México no inició como tal. El movimiento social contra el complejo turístico empezó como un conflicto de posesión de tierras; su transformación en un asunto público se produjo por la interacción del CUT con organizaciones ambientalistas ya establecidas, centros de investigación y universidades. Al contrario de lo que dice la mayoría de los estudios sobre construcción de problemas de este tipo, para el CUT no fue necesario contar con algún experto en estos temas, aunque sí fue crucial disponer de datos proporcionados por dichas agrupaciones.

En América Latina, la construcción de un movimiento social es un proceso complejo, la protesta rara vez trata sólo de un posible daño a la ecología, sino que se relaciona con situaciones históricas de pobreza, marginación o anomia social. Los movimientos ambientales sintetizan algunas de estas preocupaciones, y aunque no resuelven del todo los conflictos añejos generan organizaciones nuevas o discursos que ayudan a encontrar formas novedosas de enfrentarlos o sobrellevarlos. En Tepoztlán por ejemplo, se creó un interés renovado por las tradiciones indígenas, en especial entre los jóvenes; su participación en estas fiestas pasó de ser vergonzosa para convertirse en algo de prestigio y reconocimiento social. En la población también comenzó a generarse una conciencia ecológica nueva. Ahora existen proyectos agrícolas diferentes y de conservación del bosque, creados y manejados por originarios del lugar.

Aunque los estudios sobre movimientos ambientales enfatizan que uno de los factores determinantes para la construcción de una acción colectiva es contar con expertos en temas relacionados o con información adecuada, aquí se mostró que la participación de organizaciones con legitimidad social puede ser incluso más importante. Aunque dicho tema es tratado en los análisis sobre construcción de problemas en los movimientos ecologistas, debe dársele mayor énfasis a las relaciones de poder que determinan la notoriedad de un problema sobre otros; los grupos más poderosos lograrán colocar de mejor manera sus temas de interés, aun sobre los que tengan más información o expertos en el medio ambiente.

El caso de Tepoztlán muestra que en las acciones colectivas es igual de importante contar con información y saber cómo seleccionarla e interpretarla. La construcción de un tema parece no sólo derivarse de un daño ecológico evidente, sino de una decisión estratégica del grupo que comenzaba una protesta; los miembros del CUT seleccionaron la información para justificar su movimiento y buscaban con ello atraer mayor respaldo y atención a su causa. Es decir, un movimiento ambiental no sólo comienza dentro de grupos con interés previo en la conservación de la naturaleza, sino también puede legitimar y formalizar otras protestas sobre condiciones añejas de desintegración social y pobreza. Aunque un caso de estudio no es material suficiente para generalizar, se puede decir que este tipo de acciones colectivas no son preocupación exclusiva de clases medias o altas educadas, sino de campesinos que atraen la atención de grupos internacionales, como Green– peace, para que se atiendan problemas viejos.

 

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Notas

1 El municipio de Tepoztlán tiene una superficie de 292 kilómetros, y colinda hacia el norte con la Ciudad de México, al noroeste con Tlalnepantla, al este con Tlayacapan, al sureste con Yautepec, al sur con Yautepec, Jiutepec y Cuernavaca, al noroeste con Cuernavaca (capital de Morelos) y Huitzilac. Está formado por siete poblados y varias colonias. La cabecera municipal es Tepoztlán y originalmente estaba divida por barrios: San Miguel, San Sebastián, de los Reyes, de San Pedro, de Santa Cruz, de la Santísima Trinidad, Santo Domingo y San José.

2 Otros temas como ricos y pobres sólo son usados en casos específicos.

3 Lo mismo sucedió cuando murió Marcos Olmedo, del Comité de Unidad Tepozteca (CUT) ; se anunció la cancelación del proyecto del club de golf.

4 Desde la década de 1980, una de las actividades económicas primordiales de Tepoztlán es el turismo, que para 1995 daba trabajo a 3 441 personas. El municipio cuenta con actividades agropecuarias, pero son de producción baja y se concentran en parcelas para consumo personal. El crecimiento del turismo es uno de los focos de conflicto principales entre las autoridades municipales, las organizaciones ejidales y el resto de la sociedad; desde el principio no existe un control real sobre el funcionamiento de los hoteles, restaurantes u otro tipo de servicios. La mayoría de los negocios opera sin cumplir las reglas mínimas para este tipo de establecimientos. Además, el incremento del turismo ha tenido un efecto no deseado de exclusión: la mayoría de los tepoztecos carecen de los recursos necesarios para utilizar los hoteles, restaurantes y mansiones de su localidad, y sólo los conocen porque trabajan ahí como meseros, empleados o dependientes. Esto ha generado cierto resentimiento de los pobladores hacia los residentes nuevos, pues consideran que les han quitado una parte de su pueblo.

5 Las tierras sobre las que se proyectó el complejo turístico habían sido adquiridas por la empresa Kladt–Sobrino (KD) mediante la inmobiliaria Monte Castillo. Estos lotes fueron comprados a comuneros desde la década de 1950. Sin embargo, en esos años era ilegal este tipo de transacciones por tratarse de terrenos comunales invendibles o imprescriptibles. Su venta había sido negada por los campesinos muchos años antes de que iniciara el proyecto. Existía un conjunto de juicios pendientes.

6 La construcción de la obra sería dentro del Parque Nacional del Tepozteco e incluiría una casa club, campo de golf (18 hoyos), residencias en condominio (800 lotes), centro deportivo de tenis (18 canchas), hotel (30 habitaciones), academia de golf y parque industrial corporativo (desarrollo de tecnología). La superficie total del predio era de 187 hectáreas, de la que 75 por ciento serían destinadas para áreas verdes y una densidad poblacional de 38 habitantes por hectárea. El proyecto contaba con dos plantas para el tratamiento de aguas negras e infraestructura para aprovechar las aguas pluviales para regar las áreas verdes.

7 La inversión total sería de 47 8 millones de dólares. En los primeros tres años se invertirían 7 8 millones 500 mil dólares para construir un hotel, el campo de golf y la casa club. Se destinarían 160 y 31 8 millones de dólares, respectivamente, para el parque corporativo y las residencias, en diez años (Reynolds 1995). El capital necesario para la construcción sería aportado por un fideicomiso formado por 25 0 socios nacionales y extranjeros. La única condición impuesta por el gobierno estatal para iniciar las obras fue que los empleos generados fueran ocupados sólo por los habitantes de Tepoztlán y sus alrededores (La Jornada, 28 de agosto, 1994).

8 También faltaba la actualización de los certificados de inafectabilidad de tierras de la Secretaría de la Reforma Agraria, la autorización del proyecto por parte del INE y la evaluación de sustentabilidad de la SEMARNAP. Para este último dictamen se formó un grupo con investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) , la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) , la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de lla Biodiversidad (CONABIO) y la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) .

9 Los pobladores cuestionaban la rapidez con la que las autoridades del estado concedieron los permisos, pues no parecía haber pasado el tiempo requerido para realizar los estudios necesarios (La Unión de Morelos, 8 de mayo, 1994).

10 En Tepoztlán, el proyecto se convirtió en el tema principal de toda conversación. Pronto, el interés animó reuniones entre vecinos, personas del mismo barrio y comuneros. La falta de información concreta hizo que los diferentes rumores, dudas y preocupaciones pasaran de boca en boca.

11 Sin embargo, la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente no prohíbe proyectos de desarrollo, asentamientos humanos y actividades productivas en zonas protegidas. Por el contrario, en su artículo 63 prevé la posibilidad de que en dichas áreas se localicen, de manera parcial o total, predios privados. Y en el artículo 64 se establece la posibilidad de obtener permisos, licencias, concesiones o en general autorizaciones para la exploración, explotación o aprovechamiento de recursos en las áreas naturales protegidas. Para ello, el solicitante debe demostrar capacidad económica y técnica para la operación, así como un proyecto que garantice el equilibrio ecológico (ine 2004).

12 Este día, el presidente municipal de Tepoztlán, Alejandro Morales Barragán (1994–1997), aprobó el cambio de uso de suelo (cuestión indispensable para la autorización del ine) . La decisión fue tomada en una sesión de Cabildo a la que no se convocó a los regidores del PRD y transcurrió en el mayor sigilo posible. Esta acción del gobierno, sumada a su poca legitimidad social, generó las condiciones necesarias para el inicio, por parte del movimiento, de acciones no institucionalizadas.

13 Los manifestantes sostenían que la construcción del club de golf significaría violaciones al reglamento de uso del suelo aprobado por el Cabildo de Tepoztlán en 1993 (donde se prohibía de forma expresa la construcción de fraccionamientos y clubes de golf en áreas comunales). En las marchas se denunciaba que la realización de este proyecto violaba la resolución presidencial de algunos decretos, ya mencionados (La Jornada, 22 de febrero, 1995; El Sol de Cuernavaca, 23 de febrero, 1995).

14 Al día siguiente de hacerse pública la decisión del Ayuntamiento, cerca de mil tepoztecos marcharon hacia la casa del presidente municipal para reclamarle la toma de decisiones contrarias al deseo de la mayoría (Reynolds 1995; La Jornada, 20 de agosto, 1995).

15 A principios de 1995, el alcalde de Tepoztlán declaró en varias ocasiones que apoyaría a la población en su negativa al proyecto (Diario de Morelos, 12 de enero, 1995; El Sol de Cuernavaca, 20 de febrero, 1995). Muchos tepoztecos dudaban que el alcalde municipal se opusiera realmente al complejo turístico, debido entre otras cosas, a su militancia partidista, la misma del gobernador; la gente contaba con que la "disciplina partidista" haría a su presidente municipal aceptar el proyecto sin oponerse.

16 Por su parte, la compañía KS decidió continuar con una retórica de racionalidad mediante el envío de representantes para difundir los beneficios laborales y ecológicos del proyecto. Para establecer un contacto con la población, instaló una oficina para aclarar dudas y contratar trabajadores. El CUT interpretó esto como una provocación, por lo que decidió tomar medidas más drásticas: los trabajos de KS fueron interrumpidos por medio de bloqueos, y se disuadió a los tepoztecos de trabajar. Según informes de la compañía tenían contratadas más de 300 personas y recibido solicitud de más de 1 400. El bloqueo de los trabajos fue justificado por los cuestionamientos sobre la legalidad de los permisos de construcción otorgados por el municipio.

17 Como uno de sus primeros actos, mandó al Congreso local una petición firmada por 5 mil personas. Esto representaba 16 por ciento de los habitantes del pueblo.

18 En este cerro está localizada una pirámide pequeña dedicada al dios el Tepozteco. La fiesta indígena a esta deidad se celebra el 8 de noviembre. Aunque se trata de una tradición conservada desde antes de la Colonia, en las décadas de 1980 y 1990 la participación de la comunidad en general era mínima y sólo observada por las personas mayores.

19 Aunque esto convertía la toma de decisiones en procesos muy largos, le aseguraba al movimiento el apoyo de la mayoría. Sin embargo, la discusión muchas veces podía ser dirigida o encaminada hacia las propuestas que con anterioridad planteaba la dirigencia del CUT.

20 María Rosas (1997, 17, 18) señala que el representante de bienes comunales, Abraham López Cruz, había participado en las reuniones con empresarios y gobierno realizadas a principios de 1995; además, que había dado su consentimiento al club, con la condición de que los comuneros recibieran utilidades del proyecto, que pensaba: "destinar el dinero a fomentar la creación de empleos en viveros, invernaderos y otras instalaciones con los cuales amortiguar el impacto ecológico de la construcción del club"; a lo cual Kladt Sobrino manifestó burlonamente: "así que quieren ser socios, ¿y con cuánto dinero piensan entrarle?"; señala la autora que no se sabe exactamente si lo anterior fue así o no, pero que el comunero desde los primeros días de 1995 participó en las reuniones y asambleas en contra del club. Sin embargo, deja como antecedente que esta persona tuvo contacto con los empresarios.

21 Por ejemplo, el subsecretario de gobierno, Víctor Manuel Saucedo Perdomo, y el presidente municipal Alejandro Morales (CDHMAP 1996; La Jornada, 4 de septiembre, 1995).

22 La finalidad de hacer esto era presentarlos ante los medios como sus rehenes, pues temían que los policías regresaran con refuerzos. Retener funcionarios era un recurso utilizado por otros movimientos de Morelos y de otras partes de país. Presentaba varias ventajas: a) era un disuasivo importante de acciones represivas; b) funcionaba como moneda de cambio para obligar a una negociación y c) atraía la atención de los medios de comunicación.

23 Esto sin contar el agua de uso doméstico, además de la que se gastaría si se construían albercas. El agua se obtendría de tres pozos de más de 200 metros de profundidad, que provocaría daños en una zona de recarga para los acuíferos de Tepoztlán, Cuernavaca,Yautepec, Tlaltizapán y Tlalquitenango. El desequilibrio en el coeficiente infiltración/extracción sería superior a 60 por ciento.

24 La preocupación de los tepoztecos no era mera especulación, sino producto del conocimiento de la experiencia de poblaciones cercanas. Por ejemplo, el pueblo de Cocoyoc había sido convertido en una zona de complejos residenciales, lo que marginó a la población original de las mejores tierras, y cambió su actividad laboral de campesinos a sirvientes, cuidadores o prestadores de servicios para las residencias. La gente de Tepoztlán no quería tener el mismo destino.

25 La compañía KS reiteró su interés por continuar con el proyecto. La oposición a la obra era vista como un problema menor y lo clasificaban como: "[...] enfrentamientos impulsados por un pequeño grupo de militantes del PRD local [...] inconforme por intereses partidistas". Para KS las razones de oposición a la obra no tenían sustento.

26 La respuesta del gobierno a partir de este momento tenía dos frentes: los actos represivos (además del resguardo de la asamblea por parte de policías, fueron apostados grupos antimotines a la entrada del pueblo), y el uso de las leyes como facilitadoras (las normas y reglamentos como un medio para promover intereses y volver más costosa la actuación del contrario, en este caso del CUT). El gobierno inició una investigación contra los agresores de los policías y contra quien hubiera participado en su retención, al igual que de los funcionarios públicos.

27 Más de 2 mil habitantes se turnaban las 24 horas del día para guarecer las entradas al pueblo.

28 El gobernador decidió un cambio temporal en su estrategia: por primera vez desde que se inició el conflicto el secretario de Gobierno de Morelos, Guillermo Malo, buscó establecer contacto con los representantes del CUT. Pidió la liberación de los funcionarios como señal de "buena voluntad", para iniciar un diálogo. El CUT respondió que no la habría hasta que no se respondieran sus demandas. Guillermo Malo consideró que no podía iniciarse un diálogo en esas condiciones. El movimiento puso las siguientes condiciones: a) que fueran retirados todos los policías de la entrada principal de Tepoztlán; b) que el Congreso del estado diera curso legal a la petición hecha sobre la desaparición de poderes en Tepoztlán; c) que fueran canceladas de forma definitiva las obras de construcción para el club de golf; d) la anulación de todos los acuerdos que firmaron las autoridades comunales y los acuerdos de Cabildo en que se otorgó la licencia provisional de construcción y e) que se organizara una votación extraordinaria donde se eligiera a nuevas autoridades municipales (La Jornada, 4 de septiembre, 1995).

29 Estas agrupaciones realizaron encuentros con la empresa Data Services y Golden Bear Course Management (ambas con inversiones en el proyecto), para solicitarles que se retiraran.

30 Para Sergio Aguayo Quezada (1996): "Es paradójico que sin las policías estatales hayan preservado la seguridad, mientras que en otras partes se quiere enfrentar la inseguridad con más policías".

31 Sin embargo, la resolución del INE señalaba ciertas condiciones que debería cumplir KS: a) las obras no podrían realizarse en la parte norte del predio, ya que el área tenía una cubierta de bosques de encinos; b) la autorización era sólo para la parte centro y sur que ya presentaban algún grado de deforestación y erosión; c) la constructora debería de continuar los estudios de biodiversidad y se debería disponer de 75 por ciento del total del predio para áreas verdes; d) el proyecto debería de favorecer la integración y conservación de la mayor cantidad de especies vegetales y silvestres; e) asignar los instrumentos y mecanismos de cooperación y participación privada que contribuyeran al manejo y conservación del Parque Nacional El Tepozteco, para lo cual debería presentarse un programa de acciones; f) la empresa tenía que apoyar la construcción y operación del Centro de Monitoreo del Corredor Biológico Chichinautzin y g) debería efectuar los diagnósticos y monitoreos que el proyecto generara sobre los grupos sociales ubicados en la zona" (La Jornada, 7 de agosto, 1995). Además de estos requisitos, la aprobación seguía condicionada a que el Ayuntamiento concediera el cambio de uso del suelo, pues sin él la resolución de aprobación ambiental del INE carecería de validez.

32 Este acto constituía, legalmente hablando, un delito federal; el gobierno es la única autoridad capacitada para realizar elecciones. La decisión del CUT de crear un consejo municipal fue calificada de disparatada por el Gobierno de Morelos. Para el presidente de la gran comisión del Congreso del estado, Alejandro Morales Barud, la elección de un consejo municipal era ilegal ya que la renuncia del presidente municipal no tenía validez; pues había sido presentada ante el Congreso y no ante el Cabildo de Tepoztlán, que era (según él) lo correcto. Para el Poder Judicial del estado, Alejandro Morales Barragán continuaba siendo el presidente municipal, y si el CUT elegía un consejo municipal estaría usurpando funciones públicas (La Jornada, 20 de septiembre, 1995).

33 Las dos organizaciones mexicanas que decidieron apoyar al movimiento que desafiaba al Estado mexicano fueron Alianza Cívica y Alianza Democrática, y buscaban participar sobre todo, proporcionando legitimidad a los procesos electorales organizados para elegir a las autoridades locales.

34 El 17 de septiembre de 1995, el CUT inició las asambleas en los 27 barrios, colonias y poblados para elegir a los siete integrantes del consejo municipal provisional (La Jornada, 18 de septiembre, 1995). Aprovechó el debate público generado por el EZLN respecto a las implicaciones jurídicas y políticas de crear territorios autónomos. El mismo día, 3 0 ONG fundaron la Promotora de la Unidad, como un medio para defender los derechos de los morelenses y sus territorios.

35 Una de las historias utilizadas por la gente de Tepoztlán para legitimar su lucha era Cocoyoc, donde la población vivía fuera de las zonas residenciales y estaba dedicada a prestar servicios de limpieza y atención de restaurantes u hoteles. Esto era lo que imaginaban que pasaría con ellos de permitirse la construcción del complejo turístico; la gente de Tepoztlán no quería perder el control sobre sus tierras y destinos.

36 El 23 de diciembre de 1995, el juez tercero penal de Morelos giró una orden de aprehensión contra 14 integrantes del CUT por la muerte de Pedro Barragán, ocurrida un mes antes. El mismo día fue detenido Fortino Mendoza Ortiz, bajo el cargo de homicidio calificado en grado de tentativa y lesiones. Guillermo Malo anunció que las pláticas con el CUT se daban por terminadas. El 2 de enero de 1996 le fue dictado auto de formal prisión a Fortino Mendoza. El 4 de enero, del mismo año, fue aprehendido José Carrillo Conde, otro de los miembros del CUT. La detención se llevó a cabo a pesar de contar con un amparo y sin que le fuera presentada una orden de aprehensión (cdhmap 1996).

37 Los arrestos provocaron un nuevo ciclo de movilizaciones. El 5 de enero, el CUT realizó una marcha en Cuernavaca, bloqueó las calles principales del centro de la ciudad. Después de la marcha el gobierno recibió a miembros del CUT; el mismo día Andrés Rojas Marquina, uno de sus militantes fue herido, sin que se identificara a sus agresores. El CUT comenzó a buscar apoyo para enfrentar los procesos judiciales contra sus miembros. El vicepresidente de la Asociación de Abogados Egresados de la Universidad Autónoma de Morelos, Adolfo García Aragón, fue invitado para integrar una comisión de abogados que revisara el caso (La Jornada, 6 de septiembre, 1995). Por su parte, la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos hizo un llamado a la red Todos los Derechos para Todos y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) —debido a las condiciones en que se produjeron las detenciones—, para que intervinieran en Tepoztlán. Esto en virtud de que la Comisión Estatal de Derechos Humanos no había respondido ni actuado ante las denuncias.

38 El maestro encarcelado inició una huelga de hambre en protesta por su detención.

39 El 10 de abril de 1996, una caravana de tepoztecos celebraba el 77 aniversario de la muerte de Emiliano Zapata; durante su recorrido encontraron un retén policial que les impedía continuar su camino. Los policías pidieron a los pobladores que detuvieran su marcha y regresaran a Tepoztlán, y como los manifestantes se negaron, los policías los atacaron.

40 En los videos era evidente que los policías obstruyeron premeditadamente el paso a los manifestantes, colocando cinco camiones a todo lo largo de la carretera. En una de las escenas se podía ver al subdirector operativo de la policía preventiva y a su director general (Juan Manuel Ariño) mientras avanzaban hacia la gente desenfundando sus pistolas.

41 Desde la perspectiva de KS, había sido el proyecto más revisado de la historia, por instancias federales, estatales y municipales, la empresa propuso un referéndum para que los tepoztecos decidieran sobre la construcción del club, pero el CUT lo boicoteó.

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