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Región y sociedad

versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.20 no.41 Hermosillo ene./abr. 2008

 

Artículos

 

De la vulnerabilidad a la producción del riesgo en las tres primeras décadas de la ciudad de Mexicali, 1903–1933

 

Judith Ley García* y Georgina Calderón Aragón**

 

* Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Edificio de Investigación y Posgrado, Blvd. Benito Juárez s/n, C. E 21280, Mexicali, Baja California, México. Teléfono: (686) 56 62 985, extensión 130. Correo electrónico: jley@uabc.mx

** Facultad de Filosofía y Letras, Colegio de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Torre de Humanidades, Circuito Interior Ciudad Universitaria, s/n, C. P. 04510, México, D. F. Teléfono: (55)56 22 05 55, extensión 40885. Correo electrónico: cat_odisea@yahoo.com

 

Recibido en junio de 2006
Revisado en junio de 2007

 

Resumen

A partir de un enfoque alternativo, se asume que es la sociedad a la par con los asentamientos humanos, la que provoca el riesgo. Este artículo analiza la producción del riesgo de desastre en Mexicali, durante las primeras tres décadas de su desarrollo. A partir del modelo presión y liberación, se realiza una revisión histórica para identificar las decisiones, situaciones e intereses que intervinieron en la configuración y transformación de la relación compleja entre peligros naturales y vulnerabilidad.

Palabras clave: Mexicali, riesgo, desastre, peligros naturales, vulnerabilidad, visión alternativa, modelo presión y liberación.

 

Abstract

Based on an alternative approach, it is assumed that risk is produced socially, as well as by human settlements. This article analyses the production of disaster risk in Mexicali during the first three decades of its development. Using a pressure and release model, we carry out a historical review to identify decisions, situations and interests that have intervened in the configuration and transformation of a complex relationship between natural hazards and vulnerability.

Key words: Mexicali, risk, disaster, natural hazards, vulnerability, alternative view, pressure and release model.

 

Introducción

Según la premisa de que los fenómenos naturales causan los desastres, y el humano sólo participa como receptor cautivo de ellos, su estudio se ha enfocado principalmente a la comprensión de los procesos geofísicos. El esfuerzo en esta dirección ha permitido la descripción, predicción y medición de las fuerzas intensas o extremas de la naturaleza, tales como lluvias, sismos, sequías, vientos y erupciones volcánicas. Disminuir o mitigar el riesgo, es decir, la probabilidad de que ocurra un desastre, se tradujo en la predicción y contención de la naturaleza.

De acuerdo con Hewitt (1983), esta visión del riesgo ha sido la "dominante". En ella, peligro y riesgo emergen de lo "extraordinario" y no como parte de lo cotidiano, el término vulnerabilidad se excluye o se maneja como sinónimo de exposición a estas amenazas, por ello resulta una percepción parcial.

Hewitt (1983) propone una visión alternativa del riesgo, en la cual se asume que la naturaleza no crea los desastres, sino que son producidos por la sociedad. Desde esta perspectiva, el estudio del riesgo debe centrarse en el análisis de los procesos sociales que generan las condiciones para que un evento cualquiera, en este caso natural, culmine en un desastre, es decir, en la producción de vulnerabilidad.

Desde el enfoque alternativo, Blaikie et al. (1994) aportan el modelo de presión y liberación (PYL) , como una forma de entender el riesgo a partir de la relación compleja peligro–vulnerabilidad. Esta última expresada como capacidad de anticipar, sobrevivir, resistir y recuperarse del daño de una amenaza natural. Blaikie et al. (1996, 14) encuentran en las personas y grupos tonalidades variadas, por lo que un mismo peligro significa probabilidades de daño (riesgo) distintas en un lugar, a través del tiempo.

Conforme esta línea, el presente artículo pretende explorar la producción del riesgo en Mexicali, desde una perspectiva histórica que abarca los primeros treinta años de la ciudad. Estas décadas corresponden al periodo en que se encontraba integrada a la economía del estado de California, Estados Unidos, y aislada del resto de México.

El documento está dividido en cinco secciones, además de la introducción y las conclusiones; comprende El modelo presión y liberación; El primer desastre: surgimiento de Mexicali e inundación; Indicios de vulnerabilidad con la I Guerra Mundial; De la vulnerabilidad al desastre: la disipación, el impuesto a la exportación y los eventos naturales y Progresión de la vulnerabilidad con la gran depresión y la derogación de la Ley Seca. En cada una de ellas se describe, en orden cronológico, el contexto socioeconómico y político en la localidad y su transformación, así como los eventos naturales que ocurren en dicho periodo, al final de cada sección se incluye un análisis en torno a la progresión de la vulnerabilidad y el riesgo.

Con esta exposición se pretende sentar las bases para comprender cómo se va creando y transformando el riesgo en etapas subsecuentes, a raíz de decisiones y situaciones nuevas.

 

El modelo de presión y liberación

En el modelo de PYL de Blaikie et al. (1994), se asume que los desastres surgen de la intersección de dos fuerzas opuestas: la presión que ejercen tanto los peligros como las condiciones de inseguridad. Los primeros son procesos naturales y actúan recurrentemente en el territorio. Las segundas son manifestaciones de la vulnerabilidad en el proceso de evolución de los asentamientos humanos. Aunque el origen de estas fuerzas es distinto, ambas convergen en un tiempo y espacio específico, para que se desencadene el desastre (véase figura 1).

Según el modelo PYL, representado en la figura 1, la "progresión de la vulnerabilidad" se da a partir de tres fases que descansan en la esfera económica y política: las causas de fondo, las presiones dinámicas y las condiciones inseguras.

Las causas de fondo o subyacentes son un conjunto de procesos bien establecidos dentro de una sociedad y la economía mundial. Entre las más importantes que dan lugar a la vulnerabilidad, y la reproducen con el tiempo, son los procesos económicos, demográficos y políticos. Éstos alteran la asignación y reparto de recursos entre los grupos diferentes de personas, y reflejan la distribución del poder en la sociedad (Blaikie et al. 1994, 22–24).

Las presiones dinámicas son procesos y actividades que 'traducen' los efectos de las causas subyacentes en formas particulares de inseguridad, esto en relación con los tipos de riesgos que enfrentan algunas personas. El crecimiento acelerado de la población y las ciudades son algunos ejemplos (Blaikie et al. 1994, 24).

Las condiciones inseguras son las formas específicas en las que la vulnerabilidad de una población se expresa en tiempo y espacio, en relación con un riesgo; su localización en zonas peligrosas y la falta de preparación para una emergencia, son algunas de ellas (Blaikie et al. 1994, 25).

Entender el desastre como un proceso significa considerar que las causas de fondo, presiones dinámicas, condiciones inseguras y contingencias están sujetos a cambio. En muchos casos, los procesos involucrados en cada uno están cambiando más rápidamente que en el pasado (Blaikie et al. 1994, 26). Esto significa que las presiones pueden incrementarse con el paso del tiempo (progresión de la vulnerabilidad), aumentando con ello el riesgo de desastre, o puede ocurrir lo contrario, que se liberen (disminución de la vulnerabilidad) y con ello se reduzca el peligro de catástrofe.

 

El primer desastre: surgimiento de Mexicali e inundación

A inicios del siglo XX, lo que hoy se conoce como el municipio de Mexicali era sólo desierto, una porción de una península que por varios siglos fue considerada una isla (Aguirre 1983, 26), y por mucho tiempo funcionó como tal.

A diferencia de la zona costera de Baja California, a donde se llegaba por vía marítima, el valle de Mexicali era inaccesible. Al poniente tenía como barrera la sierra de Juárez, y al oriente el obstáculo físico y climático de la continuidad y extensión del desierto de Sonora.

Esta situación propició que Mexicali no se colonizara durante varios siglos; posteriormente sirvió como un "paso obligado" de las comunicaciones entre Sonora, Alta California y el este y oeste de Estados Unidos, sin que hubiera intento alguno para poblarla (Aguirre 1983, 38).

Con el Tratado de Guadalupe Hidalgo, de 1848, se estableció el límite al norte de la península, dividiendo con ello la unidad geofísica del delta del río Colorado en dos porciones (véase figura 2), la estadounidense integrada por los valles de Coachela, Yuma e Imperial y la mexicana, con el valle de Mexicali (Bernal 2002, 17).

La intensa migración estadounidense, propiciada por la fiebre del oro en California (1870), marcó el descubrimiento del potencial agrícola del valle Imperial. Existía la posibilidad de conducir las aguas del río Colorado a través del territorio mexicano, aprovechando las pendientes naturales del terreno. Este proyecto no sólo permitiría irrigar el valle Imperial sino que, a la par, brindaría amplias oportunidades de crecimiento para el valle de Mexicali, y así sucedió.

En el proyecto agrícola participaron tres empresas estadounidenses. La California Development, a través de su filial mexicana (Sociedad de Irrigación y Terrenos de la Baja California), se encargó de las obras de irrigación, y basó su negocio en la venta de agua para los cultivos. La Colorado River Land Company, como propietaria de la tierra agrícola, rentó las parcelas y la Southern Pacific Company, con la construcción del ferrocarril InterCalifornia, brindó la posibilidad del movimiento de insumos y productos entre Mexicali y el territorio estadounidense (Kerig 2001).

En 1904, la Colorado River Land Company había adquirido por diversos medios aproximadamente 340 mil hectáreas, es decir, casi el total del valle de Mexicali, y contrató a los mejores abogados de ambos países para poseer legalmente la propiedad y conformar uno de los latifundios más grandes del país (Kerig 2001, 79).

Por su parte, la Sociedad de Irrigación —sin que mediara autorización del gobierno mexicano— inició las obras para conducir el agua del río Colorado hacia el territorio estadounidense, aprovechando el cauce del arroyo El Álamo, lo que permitió que en 1901 se irrigara por primera vez el valle Imperial. Años después, el gobierno mexicano autorizó la construcción de dichas obras (1904), con la condición de obtener 50 por ciento del agua derivada como compensación al permiso concedido (Walther 1985, 6). Esto benefició ampliamente a la Colorado River Land Company, pues si bien la autorización fue extemporánea, las condiciones establecidas en ella le garantizaban el acceso seguro al agua para que su negocio prosperara en el valle de Mexicali.

Las obras de irrigación sentaron las bases para que la zona se empezara a poblar, así como la conexión de ambos valles por medio del ferrocarril InterCalifornia, que propició el surgimiento de localidades en puntos diversos del de Mexicali. Como un primer intento de ordenamiento del espacio urbano, y con la idea de generar dos poblaciones simultáneas, como núcleo de las inversiones estadounidenses en ambos valles, el ingeniero Charles Robinson Rockwood realizó el trazo de Mexicali conectado al de Caléxico (Bernal 2002, 24).

 

Inundación de 1906

Los valles Imperial y de Mexicali se formaron a partir de los materiales arrastrados en el transcurso del tiempo por el río Colorado, demarcando dos planos inclinados (véase figura 2): uno de norte a sur, por donde actualmente corre el río rumbo al Mar de Cortés, y otro de sur a norte con pendiente hacia el Mar del Salton (Aguirre 1983, 71). Esto significa que el río Colorado, antes de que existiera cualquier poblado en la zona, había cambiado su dirección en distintas ocasiones e inundado ambos valles.

En los primeros años, la localidad de Mexicali estaba constituida principalmente por viviendas de adobe y cachanilla, asentadas a un costado del río Nuevo (pequeño arroyo con recorrido hacia el norte, que desaguaba ocasionalmente en la laguna Los Volcanes, para conducir las aguas al Mar de Salton), mientras que el ferrocarril cruzaba en diagonal la población (véase figura 3).

De acuerdo con Walther (1985, 8): "Las estadísticas disponibles indicaban que en 30 años no se había registrado más de una creciente invernal debajo de la confluencia con el río Gila". Por lo que, en respuesta a la creciente demanda de agua de los agricultores del valle Imperial, y puesto que su venta era la razón de ser de la compañía de irrigación, ésta decidió abrir una toma adicional, al sur del límite internacional, con la intención de volverla a cerrar en el verano, antes de la crecida anual del río Colorado (Kerig 2001, 88), para lo que construyó una obra provisional sin la autorización del gobierno mexicano.

En el transcurso de 1905 hubo cinco avenidas torrenciales inesperadas. La última ocasionó que el río Colorado dejara de fluir al Mar de Cortés y corriera en dirección opuesta a su curso normal, siguiendo el cauce de El Álamo hacia la depresión de Salton (Walther 1985, 8) e inundando ambos valles. De no ser por las obras de protección, el río Colorado continuaría fluyendo en tal dirección. El río Nuevo se transformó en un barranco profundo, debido a la acción erosiva del agua en su flujo hacia la depresión Salton.

Durante 18 meses, la población sólo vivió para defenderse de la destrucción provocada por el agua (Padilla 1998, 178). Mexicali y Caléxico, establecidas recientemente, casi desaparecieron (Aguirre 1983, 73). Entre los destrozos hubo ranchos inundados y pérdida total de las cosechas en el valle Imperial, mientras que una gran parte del pueblo de Mexicali y la línea férrea fueron arrasados (Kerig 2001, 88), y "solo quedó en pie el modesto edificio de la aduana" (Aguirre 1983, 73).

El desastre rebasó la disponibilidad económica y los recursos materiales de la California Development, por lo que sus funcionarios solicitaron ayuda a la Southern Pacific Company y, finalmente, el presidente estadounidense Teodoro Roosevelt (1901–1909) autorizó a la empresa ferrocarrilera realizar las obras necesarias para impedir a cualquier costo la irrupción del agua (Walther 1985, 8).

Los residentes del valle Imperial responsabilizaron a la Sociedad de Irrigación y Terrenos de la Baja California por abrir la bocatoma sin las medidas de control apropiadas y a las autoridades mexicanas por retrasar la autorización de las obras de irrigación. El Gobierno de México culpó a dicha compañía de negligencia; así se inició un conflicto binacional en torno al control del agua. Los habitantes del valle Imperial exigieron al Gobierno de Estados Unidos la creación de obras para evitar inundaciones posteriores (Kerig 2001, 90).

La Compañía Southern Pacific se dio a la tarea de cerrar la bocatoma, dinamitar el río Nuevo para drenar el agua estancada en Mexicali (Aguirre 1983, 79) y construir bordos para contener al río Colorado, hasta lograr, tiempo después, que la corriente regresara a su antiguo cauce. En 1909, el río Colorado se desbordó nuevamente, tomó el cauce del río Las Abejas y mostró que las obras de protección eran insuficientes (Aguirre 1983, 79). De cierta forma, a raíz de la inundación, el crecimiento de Mexicali retrocedió, y fue necesario reconstruir la localidad y la infraestructura existente.

 

¿Avenidas torrenciales o el negocio del agua?

Con algunas ideas del modelo de presión y liberación, se puede explicar el desastre ocurrido en Mexicali a escasos tres años de su fundación. En la inundación de 1906 convergieron fenómenos naturales y antropogénicos de carácter binacional.

La amenaza que representaba el incremento de los volúmenes de agua debido al deshielo en las montañas Rocallosas fue un componente importante, pero el agua por sí sola no detonó la inundación de ambos valles. Según los datos estadísticos, ello tuvo que ver con la apertura de una bocatoma frágil. Entonces, se puede suponer que el origen de la inundación fueron causas técnicas y naturales, y por lo tanto, su solución mediante la construcción de bordos fue, para ese momento, una respuesta adecuada o suficiente que liberó temporalmente la presión ejercida por el peligro.

Sin embargo, al analizar más a fondo los hechos, se puede descubrir que las causas son más profundas y rebasan las cuestiones técnicas. Por ejemplo, la apertura fue realizada por la California Development para incrementar la venta de agua, aprovechando la demanda creciente del líquido por los agricultores del valle Imperial, y esto lo hizo sin considerar la opinión de las autoridades mexicanas, para no retrasar el negocio incipiente de la empresa.

Por otro lado, la desvinculación de Baja California del resto del país, y sobre todo del centro de la toma de decisiones políticas y económicas, facilitó que los empresarios extranjeros, quienes actuaron de acuerdo a sus intereses y necesidades, se apoderaran tanto del territorio como de los recursos naturales.

Las medidas que liberaron presión al riesgo de inundación, como la construcción de bordos de contención y las aplicadas para reconducir el río a su antigua dirección, se centraron en el control del peligro. También se realizaron otras acciones para atenuar la situación desastrosa preponderante, entre ellas, la reconstrucción de la localidad y el ferrocarril como medidas de recuperación.

Pero más allá de las intervenciones mencionadas, no se abatió el problema central. Ello implicaba que México controlara los recursos y tomara las decisiones, por lo que el aislamiento físico, político y económico de Baja California del resto del país representaba la causa de fondo.

 

Indicios de vulnerabilidad por la I Guerra Mundial

La Revolución Mexicana de 1910 no tuvo mayor repercusión en Mexicali, en parte por su incomunicación, pero sobre todo, por la gran vinculación local con la economía estadounidense. Esta situación benefició a la región, pues mientras el resto del territorio pasaba por las armas, en el distrito norte de la Baja California se vivía una aparente "paz porfiriana" (Aguirre 1983, 86).

Con la apertura agrícola de los valles se inició el cultivo experimental de algodón. En breve, este producto fue el eje de la actividad económica de Mexicali (Kerig 2001), como cultivo principal, y con el crecimiento de industria básica vinculada a él inició un periodo de prosperidad para el distrito.

Con las tierras en manos de extranjeros, las opciones de la población mexicana se reducían al trabajo de peones o braceros (Aguirre 1983, 90). A pesar de que el negocio de la Colorado River Land Company era la renta de parcelas, la condición socioeconómica de la población mexicana restringía su acceso a dicha tierra.

Debido a su incomunicación, los habitantes de Mexicali estaban obligados a abastecerse de productos básicos en Estados Unidos; por esta razón, en 1904 se permitió la importación de ciertos alimentos. De igual forma, el agua y la electricidad eran suministrados desde Caléxico, lo que implicó la dotación de servicios a mayor costo.1

Por ser el centro de la actividad económica incipiente del distrito, Mexicali se convirtió en municipio (1914), y sede de su poder político en 1915.

 

I Guerra Mundial

El conflicto mundial (1914–1918) trajo consigo una gran demanda europea de productos agrícolas, situación que incentivó el crecimiento económico de la región. Sin embargo, el ingreso de Estados Unidos (1917) a la guerra perjudicó diversos aspectos de la vida en Mexicali, que se analizan a continuación.

La demanda creciente de productos agrícolas hizo atractiva la mano de obra mexicana para los empresarios estadounidenses, con lo que se llegó a un arreglo especial entre Estados Unidos y México, con un primer programa bracero2 (Tamayo 1988, 7). El trato facilitó que los mexicanos trabajaran en los campos agrícolas estadounidenses con mayor remuneración, esta diferencia entre salarios ocasionó que miles de ellos abandonaran las tierras para emigrar.

Crecía la demanda internacional por el algodón, y constituía una oportunidad para la expansión de la Colorado River Land Company, pero primero tenía que resolver el problema de la escasez de mano de obra en Mexicali. Para ello conformó la Cámara Agrícola Regional, organismo que se encargó de enviar "enganchadores" a Sonora, Sinaloa y al sur de la península de Baja California (Samaniego 1991a, 283). Sin embargo, los trabajadores "enganchados" que arribaban al territorio permanecían temporalmente en Mexicali, y después emigraban al valle Imperial. De esta forma, el arreglo laboral entre México y Estados Unidos transfirió la escasez de mano de obra a Mexicali.

Ante esta circunstancia, emplear chinos resultó lo más conveniente, pues desde 1880 ellos tenían prohibida la entrada a Estados Unidos3 y constituían una mano de obra barata (Velázquez 1989, 97), pero sobre todo porque a diferencia de los mexicanos, carecían de derecho a tierras. De esta forma, la población china empezó a tener gran peso en Mexicali, incursionó además en el comercio local hasta constituir, a inicios de la década de 1930, la población más numerosa de la ciudad.

Con la guerra, el Gobierno de Estados Unidos estableció en su territorio un control rígido de los alimentos. Esta medida tuvo gran repercusión en Mexicali que, como se mencionó, dependía de los productos estadounidenses. Con la escasez se incrementaron los precios, dificultando aún más el acceso de la población a ellos. Para enfrentar este problema, se formó la Comisión Reguladora de Precios (1918) y se establecieron los "expendios municipales", en los que se distribuían las mercancías de primera necesidad a precios razonables (Aguirre 1983, 172). Estas medidas liberaron, por un tiempo, la presión ejercida por la escasez de alimentos, pero disminuyeron considerablemente los recursos municipales, por lo que se decretaron impuestos nuevos para mejorar las finanzas públicas.

 

Los primeros asentamientos irregulares

Gran parte del progreso de Baja California se debió a la habilidad del coronel Esteban Cantú quien, al frente del gobierno del distrito (1915–1920), implantó una serie de medidas recaudatorias, muchas de ellas criticadas ampliamente,4 las cuales permitieron obtener recursos para invertir en equipamiento e infraestructura.

Sin embargo, el crecimiento de la ciudad era un problema, porque los terrenos estaban en manos de extranjeros, se disputaban o bien porque la ciudad estaba atrapada entre zonas agrícolas y el fundo legal era insuficiente. Estas circunstancias llevaron a que se paralizara su expansión ordenada, y que muchas familias optaran por radicar en Caléxico (Aguirre 1983, 42).

Como consecuencia, los jornaleros agrícolas y sus familias recién llegadas o con la intención de emigrar, se asentaron en el lecho del barranco, en zonas no aptas para el desarrollo urbano (Álvarez 2004, 15), al margen de cualquier plan gubernamental que facilitara el acceso a la propiedad y la infraestructura. Así, se fue conformando la denominada "zona rural" al costado izquierdo del río Nuevo, actualmente conocida como Pueblo Nuevo (Güicho 1999, 17), inmersa en un proceso que la ha puesto en riesgo permanente.

 

¿Guerra o dependencia?

En esta etapa de Mexicali se observa una progresión de la vulnerabilidad, debido a la influencia de factores políticos y socioeconómicos que abarcan una amplia gama de sucesos, decisiones y omisiones, que se discuten a continuación.

El ingreso de Estados Unidos a la I Guerra Mundial hizo evidente el origen de la vulnerabilidad en Mexicali, municipio que si bien recientemente había sido dotado de poder político, carecía de los elementos económicos y estratégicos para desenvolverse de manera independiente.

Una muestra de ello fue el acceso a productos alimenticios, pues Estados Unidos ejercía control sobre ellos, y por consiguiente tenían sobreprecio. Las medidas locales para regular los precios y hacer accesible la mercancía a la comunidad resolvieron parcialmente la situación, pero el origen del problema, que era la dependencia del abastecimiento del país vecino, permaneció intacto.

Esta situación comercial significó también que los beneficios obtenidos por el distrito fueran mínimos, pues la mayor parte de las utilidades generadas regresaban a Estados Unidos vía consumo (Velázquez 1990, 22).

Otro elemento relacionado con el desabastecimiento de alimentos fue la estrategia del monocultivo en el valle de Mexicali, donde la vinculación de la producción con mercados internacionales limitó la elaboración de alimentos, que bien hubieran podido satisfacer parte de la demanda local.

La escasez de mano de obra y productos básicos marcó la primera década de la historia de Mexicali, una localidad mexicana que nació en la frontera con Estados Unidos, se asentó en suelo mexicano en propiedad extranjera, y se desenvolvió ajena a cuestiones nacionales. Con todo ello, empezó a delinearse la vulnerabilidad local, que con el tiempo se tornaría más compleja. Afortunadamente, en este periodo no se presentaron eventos naturales intensos que, al interactuar con las condiciones existentes, culminaran en desastre.

 

De la vulnerabilidad al desastre: la disipación, el impuesto a la exportación y algunos eventos naturales

A partir de presiones de grupos moralistas en Estados Unidos, en 1920 entró en vigor la Ley Volstead, mejor conocida como Ley Seca, disposición que proscribía la fabricación y la venta de bebidas alcohólicas en dicho país.

Esta prohibición tuvo gran repercusión en Mexicali donde, desde la I Guerra Mundial, ya se ofertaban servicios "turísticos" relacionados con el juego y el alcohol. Sin embargo, con la promulgación de la Ley Seca la disipación fue completa; proliferaron considerablemente casinos, cabarés, cantinas, bares, prostíbulos, fumaderos de opio y hoteles en la primera sección de la ciudad. Surgió la industria cervecera y vitivinícola, para abastecer el aumento de la demanda de bebidas alcohólicas (Gómez 1993, 22). Cabe aclarar que los principales inversionistas de los giros "negros" en Mexicali eran estadounidenses y chinos.

Este tipo de actividad representó una fuente importante de recaudación de impuestos para los gobiernos, a tal grado que el general Abelardo L. Rodríguez, gobernador del distrito norte de la Baja California (1923–1929), decidió prescindir del apoyo federal y destinó el recurso obtenido para favorecer a la primera sección, y escasamente a las zonas en expansión de la localidad incipiente (Velázquez 1989, 105). La disipación trajo consigo, entre otros problemas, violencia y enfrentamientos entre logias y mafias orientales.

En estas condiciones, el crecimiento económico de Mexicali, relacionado con esta actividad, no se reflejó del todo en la calidad de vida de los habitantes, en especial los mexicanos.

 

Impuesto a la exportación y regreso masivo de mexicanos

En la etapa de la posguerra, hubo dos situaciones que perjudicaron a la economía de Mexicali: el descenso paulatino del precio del algodón, provocado por la disminución de su demanda internacional y el regreso de mexicanos, cuando concluyó el arreglo laboral entre México y Estados Unidos.

A finales de 1923, la Secretaría de Hacienda estableció el impuesto a la exportación agrícola, para favorecer a la industria textil mexicana (Samaniego 1991b, 3). Como el algodón producido en Mexicali estaba destinado al mercado internacional, el impuesto encareció su precio final. En consecuencia, muchas pacas permanecieron almacenadas algunos meses, propiciando el estancamiento de la actividad económica del valle (Samaniego 1991b, 4).

En esta situación, las ganancias de los productores difícilmente eran suficientes para pagar la renta de la parcela. Por ello decidieron reducir la cantidad de mano de obra y el salario de los jornaleros agrícolas (Samaniego 1991b, 4), así se incrementó el desempleo y el empleo se tornó en subempleo.

Un descenso en el precio del algodón sorprendió a los productores, quienes "salieron del paso pagando mucho menos al aprovecharse de que un excedente de trabajadores competía por un número limitado de empleos" (Kerig 2001, 172). La postura de la Colorado River Land Company era clara, "los trabajadores deberían estar dispuestos a compartir el riesgo del cultivo de algodón [...] cuando el precio de la mercancía [...] fuera [...] demasiado bajo, los trabajadores deberían aceptar un pago eventual en lugar de un salario fijo" (Kerig 2001, 172), de esta forma, el sueldo estaría condicionado al comportamiento del mercado. La movilización de campesinos orilló a las autoridades a iniciar el control de los salarios, pero no tuvo un efecto retroactivo.

Por otro lado, en el Congreso de Estados Unidos se discutió la posibilidad de restringir la entrada a los mexicanos, y de que 75 por ciento de ellos dejaran el país. Aunque esto no fue completamente aprobado, originó el éxodo constante de mexicanos hacia las localidades fronterizas (Samaniego 1991b, 15).

Para entonces, los extranjeros chinos controlaban casi todos los campos en el valle de Mexicali, así cerraban las oportunidades para los mexicanos, ya no como productores, sino como trabajadores. Situación semejante ocurría en la ciudad, donde los negocios estaban en manos de extranjeros (Aguirre 1983, 296). Aunado a lo anterior, con las persecuciones en Sonora y Sinaloa, grupos nuevos de chinos inmigraron a Mexicali, los cuales fueron contratados por los orientales quienes controlaban la producción agrícola y el comercio.

En estas circunstancias, se incrementó el desempleo y subempleo de los mexicanos, quienes recién organizados en sindicatos obreros y campesinos, exigían empleo, mejores salarios y el reparto de la tierra; llegaron incluso a invadir algunas parcelas que eran rentadas a extranjeros (Samaniego 1991b). Esta situación colocaba a la Colorado River Land Company en serias dificultades, por la amenaza que representaba la posible invasión de sus tierras, como antesala del reparto agrario.

Ante la tensión que se vivía, el gobernador Abelardo L. Rodríguez expidió una circular5 donde especificó que toda clase de empresa debería tener al menos 50 por ciento de mano de obra mexicana (1924), e intentó favorecer a trabajadores repatriados adquiriendo algunas tierras para vendérselas a crédito (Rodríguez 1993, 209–210). Esta última medida volcó a la población hacia esas zonas donde el reparto resultó insuficiente. El Gobernador negoció con la Colorado River Land Company la renta de parcelas a mexicanos, situación que la empresa aceptó con la condición de que se cultivara sólo algodón, y que la producción se entregara exclusivamente a la Compañía Industrial Jabonera del Pacífico (Samaniego 1991b, 19), la cual formaba parte de su emporio.

Con el surgimiento de asociaciones locales contra los chinos, a mediados de los años veinte, y motivado por el enfrentamiento constante entre mafias, el gobierno deportó a orientales considerados peligrosos (Velázquez 1990, 2 8). Por otro lado, el impuesto personal establecido por Cantú años atrás y que recaía sobre los chinos, se abrogó en 1927 ante las peticiones de los empresarios orientales (Samaniego 1991b, 24). Con la cuota de 50 por ciento de mano de obra mexicana establecida ya no representaban una amenaza, aunque con esta decisión el ingreso municipal disminuyó considerablemente.

Ante una nueva baja en el precio del algodón en 1928, los empresarios no obtuvieron ingresos suficientes y quedaron endeudados con la Colorado River Land Company. Las protestas de los aparceros mexicanos llevaron a Rodríguez a otorgarles un subsidio, decisión que terminó rápidamente con los fondos del distrito, y comenzaron los despidos de burócratas (Samaniego 1991b, 27). A finales del año, los orientales iniciaron un éxodo permanente hacia Estados Unidos, con la intención de ser deportados a su país de origen (Samaniego 1991b, 28).

La economía de Mexicali estaba estancada, el gobierno, los empresarios y la población en general se encontraban atrapados por el precio del algodón, definido por un sistema ajeno a sus posibilidades de intervención. El crecimiento demográfico en esta fase de recesión agrícola agregó más carga a la frágil estructura.

 

Proliferación de asentamientos irregulares

El problema del crecimiento de Mexicali se resolvió de forma parcial con el decreto que, en 1922, expidió el presidente Álvaro Obregón (1920–1924) mediante la expropiación de algunos terrenos e indemnización a la Colorado River Land Company (Aguirre 1983, 239). En esta zona se diseñó la ciudad nueva constituida por tres secciones: la primera, donde predominaba el comercio y los servicios de los chinos; la segunda, donde se pretendía que vivieran los funcionarios y empresarios mexicanos y la tercera, al poniente del río Nuevo, donde se establecían los trabajadores mexicanos (véase figura 4).

Mexicali por mucho tiempo no fue atractiva para los funcionarios del distrito y del ayuntamiento, por la incomodidad que representaba la falta de habitaciones y servicios públicos, y preferían radicar en Caléxico (Aguirre 1983, 247). Ante esta situación, el gobernador Rodríguez promovió la ocupación de la sección segunda ofreciendo créditos a burócratas para la construcción de sus viviendas. Además, consiguió la exención de impuestos en la importación de materiales de construcción e inició la introducción de servicios (Aguirre 1983, 288–289).

La zona poniente o tercera sección, en cambio, crecía con rapidez pues albergaba a familias de trabajadores mexicanos que llegaban constantemente del sur del país y de Estados Unidos. Samaniego (1991a, 283–284) describe esta zona (Pueblo Nuevo) como "un asentamiento al margen del río Nuevo", cuya "consolidación estuvo fuera de cualquier acto organizado y legal, ya que fue costumbre en dicho sitio tomar posesión sin mediar ningún contrato". Por otro lado, a diferencia de la sección segunda, los habitantes de la tercera no tenían acceso a los créditos del gobierno, y las viviendas eran construidas por sus habitantes, principalmente con adobe. Con base en lo anterior, se puede entender que esta sección continuó conformándose como una zona marginal de la ciudad, por ser receptora de inmigrantes, crecer rápidamente y carecer de viviendas y servicios adecuados.

 

Tormentas y heladas de 1926

En diciembre de 1926 se registraron lluvias fuertes, que paralizaron la pizca de algodón y la actividad económica en general, con lo que empeoró la situación, ya de por sí desfavorable. Samaniego (1991b, 21) describe la repercusión de este evento en la población de Mexicali: "Se rompieron varios canales de poco caudal y la población se inundó por completo, al grado de cerrarse el tránsito de vehículos. Se dañó el palacio municipal, la cárcel, la estación de bomberos y algunas escuelas del valle se vinieron abajo."

Una de las zonas mas dañadas fue Pueblo Nuevo (sección tercera), de acuerdo con Güicho (1999, 32), "como la mayor parte del terreno se componía de lomas y barrancos, en épocas de lluvia Pueblo Nuevo parecía un archipiélago, pues cada manzana era una isla y estos estancamientos de agua duraban muchos días, ya que no tenía salidas, pues se carecía completamente de drenaje."

A mediados del mes empezó una helada que llevó el termómetro a bajo cero, de este suceso se cuenta sólo con el dato, pero no es difícil imaginar el efecto que tuvo en cierta población de Mexicali, que recién había salido de la inundación.

La presencia de heladas fue recurrente, y con ello surgió una preocupación nueva:

A fines de diciembre de 1926, se recibieron informes de que en la cuenca alta del río Colorado habían ocurrido nevadas de intensidad extraordinaria, por lo que podía suceder que si en el principio del verano se presentaban ondas cálidas, los deshielos serían de mucha magnitud, y era entonces de esperarse que las crecientes llegaran a ser de 6 000 metros cúbicos por segundo (Rodríguez 1993, 247).

Para prevenir una posible inundación de los valles Imperial y de Mexicali, se construyó una nueva barrera de protección6 (1927) conocida como el bordo Rodríguez (Aguirre 1983, 288).

 

Temblor de 1927

En el valle de Mexicali la actividad sísmica es alta, el flujo de calor es elevado y hay una deformación continua, debido al movimiento de las placas de Norteamérica y Pacífico. Las fallas Brawley Imperial y Cerro Prieto son las generadoras de la mayor parte de la actividad, mayormente microsísmica, de la región (véase figura 5); aunque también se manifiestan secuencias de sismos con un evento principal (Suárez et al. 2001).

A inicios de 1927, en pleno festejo de Año Nuevo, se presentó una secuencia de sismos,7 cuyo impacto se describe de la siguiente manera:

Una serie de movimientos telúricos causaron el pánico entre quienes se encontraban en bares, cantinas y restaurantes. La gente salió corriendo de los establecimientos, lo que produjo un buen número de heridos. La electricidad se interrumpió a causa de más de 100 trepidaciones que se dieron entre las 12:18 y las 3:30 de la madrugada. En la escuela Cuauhtémoc se realizaba un baile y las lámparas se cayeron lastimando a algunas gentes. La Cervecería Azteca se incendió, al igual que el Café París. Los faros de la avenida Madero se hicieron añicos. Más de 100 casas de Pueblo Nuevo se desplomaron y la mayoría de las familias salieron a pasar la noche fuera, a los niños los acomodaron en los automóviles y los adultos en las banquetas (Samaniego 1991b, 22).

De acuerdo con la descripción anterior, aunque en la primera sección de la ciudad hubo incendios y personas heridas a razón de eventos secundarios al sismo, el mayor efecto directo fue en Pueblo Nuevo, con el desplome de gran cantidad de viviendas.

Pérez (1983, 404) atribuye la destrucción de las casas al uso del adobe: "Ya en los temblores de 1915 se apreció esa desventaja, pero en los de enero de 1927 fue evidente; se calculó entonces que cayeron por tierra el ochenta por ciento de esas construcciones, que eran numerosas", y aclara que la falla del material pudo deberse a la imprevisión de los constructores y a la economía de los propietarios. Es decir, el adobe no resistió el sismo, porque fue utilizado de manera deficiente en la construcción, lo cual resulta evidente pues, como se mencionó, los habitantes de la sección tercera no tuvieron acceso a viviendas de mayor calidad.

 

De la vulnerabilidad al desastre

En esta etapa se observa cómo se van entretejiendo las situaciones y decisiones, para conformar un escenario complejo donde se incrementa la vulnerabilidad, y que con la presencia de ciertos eventos naturales se generan situaciones de desastre, aquí se abordarán algunas de ellas.

El impuesto federal a la exportación, al modificar el precio final del algodón, colocó en una situación adversa al valle de Mexicali. El efecto de esta medida se trasfirió de manera directa a la población y se reflejó en la disminución salarial, lo que repercutió en el acceso de la gente a las mercancías. Esta disposición federal puso en evidencia la fragilidad de la economía local, fincada en torno al algodón.

La opción del monocultivo representó una respuesta a su demanda en el mercado internacional. Sin embargo, por su proceso de producción —con gran demanda de mano de obra durante la pizca en otoño y menos en el resto del año, para el desmonte— significó la proliferación de subempleo y desempleo local, pues aun con el florecimiento del "turismo", derivado de la Ley Seca, la agricultura se mantuvo como la actividad principal de Mexicali.

Las estrategias de exigir la contratación de 50 por ciento de mano de obra mexicana y la renta de parcelas a nacionales, implantadas por Abelardo L. Rodríguez, fueron un alivio temporal, pues el problema de fondo era centrarse en el cultivo de algodón como actividad económica principal, porque cada vez que los precios de éste se modificaban en el mercado internacional o se incrementaba el costo de la producción, Mexicali se quedaba al borde del colapso.

En la parte urbana, el espacio se fue acondicionando de manera diferencial, por lo que ya estaban creadas las condiciones para que las lluvias y temblores de finales de los años veinte perjudicaran sobre todo a la zona de Pueblo Nuevo; que originó como asentamiento irregular, sin servicios, con construcciones precarias y población inmigrante subempleada y de escasos recursos. En estas circunstancias, la inundación y el desplome de las viviendas era predecible, así como la dificultad que enfrentaría la población para reconstruir todo.

En esta fase, la vulnerabilidad va tomando su curso en espiral como un proceso socioeconómico, político y urbano, que finalmente refleja el desarrollo de los asentamientos.

 

Progresión de la vulnerabilidad con la gran depresión y la derogación de la Ley Seca

En octubre de 1929 se produjo una caída estrepitosa del índice general de la bolsa de valores de Wall Street en Nueva York. Esto significó la quiebra de muchas empresas y bancos, así como grandes tasas de desempleo y desocupación en Estados Unidos. Los despidos masivos se intensificaron dando lugar a la expulsión de muchos trabajadores mexicanos8 hacia las entidades de la frontera norte de México.

Para el distrito norte de la Baja California, la repatriación representó una transferencia masiva de desempleados. Distintos gobernantes de este periodo9 pusieron en marcha medidas centradas en proporcionarle a dicha población los medios de traslado a sus hogares, o darles ocupación temporal en la construcción de obras públicas (Samaniego 1991c, 38–50).

Las presiones de agrupaciones laborales mexicanas —reclamando el derecho al trabajo— no se hicieron esperar, por lo que la Junta de Conciliación y Arbitraje estipuló una cuota de 80 por ciento de mano de obra mexicana y sanciones a quien no cumpliera dicha disposición. Este acuerdo fue un paliativo temporal, puesto que los desocupados aumentaban conforme continuaban las deportaciones de Estados Unidos (Samaniego 1991c, 34).

Aguirre (1983, 319) explica que las oleadas copiosas de mexicanos repatriados contribuyeron a aumentar el malestar de los solicitantes de tierras. Por presiones de los agraristas, en 1929 se ordenó la destrucción del monopolio de la Colorado River Land Company, pero la expropiación resultó imposible, debido a las condiciones del "quebrantado erario del gobierno mexicano, aquejado por las deudas a bancos internacionales" (Samaniego 1991c, 35).

El precio del algodón empezaba a ser cada vez más bajo, hasta el punto en que los agricultores del valle de Mexicali no pudieron cubrir los adeudos contraídos con la Colorado River Land Company. Muchos de ellos dejaron las tierras y algunos, al parecer en su desesperación, llegaron al suicidio. Esta situación recrudeció las campañas en contra de los chinos (Samaniego 1991c, 31).

De acuerdo con Kerig (2001, 248), la población flotante llegó a las 10 mil personas. Para Samaniego (1991c, 46), la situación era crítica: "masas de miserables caminaban por el poblado en busca de algo con que alimentarse [...] el crédito del gobierno cerró en todos los bancos [...] los servicios públicos se quedaron sin atender [...] los concejos municipales desaparecieron", e incluso la totoaba10 entró en veda dejando temporalmente a pescadores sin trabajo.

A inicios de 1930, la situación era deprimente, una muchedumbre de repatriados indigentes amenazaba con tomar por la fuerza los alimentos "[...] por lo que el gobernador mandó comprar todo el maíz y frijol de Mexicali, logrando colectar apenas 12 sacos. En vista de ello adquirió de Caléxico un furgón que se repartió de inmediato entre la población solicitante" (Samaniego 1991c, 47).

El gobernador Carlos Trejo y Lerdo de Tejada (1930–1931) ordenó que todos los trabajadores en los establecimientos comerciales y en el campo deberían ser mexicanos (Samaniego 1991c, 46). Los chinos se opusieron a esta medida, pero él fue enérgico, y muchos asiáticos abandonaron el distrito. De esta forma, el desempleo local derivado de la expulsión de mexicanos de Estados Unidos fue transferido a los trabajadores chinos.

Otras medidas que adoptó el gobernador Trejo y Lerdo de Tejada fue empezar la construcción de obra pública, para ocupar a más desempleados e iniciar la producción de alimentos, y así satisfacer la demanda local. Se integraron cooperativas con 10 o 20 jefes de familia (Samaniego 1991c, 47–48), quienes en terrenos rentados a la Colorado River Land Company, sembraron maíz, frijol y trigo. Estas fueron nuevas colonias agrícolas,11 donde se incorporaron alrededor de 1 600 familias de repatriados (Velázquez 1991, 71).

A mediados de 1931, "cuando la crisis de Estados Unidos llegó a su punto más crítico, los establecimientos que dependían del turismo comenzaron a cerrar por los escasos visitantes que llegaban [...] las obras públicas se suspendieron en Mexicali", aunado a ello "alrededor de 50 familias diarias ingresaban a Mexicali provenientes de Estados Unidos", por lo que la indigencia aumentó considerablemente (Samaniego 1991c, 49).

En este año, el algodón llegó a su precio más bajo, la agricultura tuvo pérdidas enormes. Se establecieron medidas nuevas: "mercados libres", para que los propios colonos ofrecieran sus mercancías al consumidor y se dispuso la salida de la mayor cantidad posible de familias que así lo desearan (Samaniego 1991c, 49); se instalaron comedores públicos que daban alimentos a más de 2 mil personas diariamente. Para reducir los gastos de gobierno, se desapareció casi por completo la burocracia y la policía, por lo que los militares se hicieron presentes en actividades administrativas y de vigilancia (Samaniego 1991c, 50).

Mientras que en las colonias agrícolas se cultivaba trigo, melón, sandía, maíz y frijol, para satisfacer la demanda local de alimentos, el gobernador Olachea (1931–1935) entró en negociación con la Colorado River Land Company y la Jabonera del Pacífico, con la intención de aminorar el problema del desempleo y evitar que las tierras quedaran ociosas. El arreglo entre ellos fue el siguiente: la primera facilitó la tierra e implementos agrícolas para el cultivo y la segunda la semilla; mientras que el gobierno proporcionó alimentos durante el periodo de cosecha y entrega del producto (Samaniego 1991 c, 51). La condición principal que estableció la compañía extranjera fue que al término de los cultivos, el gobierno debía retirar a las familias que se encontraran en los terrenos objeto del contrato (Samaniego 1991c, 52).

El rendimiento de las tierras aumentó y, entre 1932 y 1933 el precio del algodón se incrementó paulatinamente dando un respiro a la condición del valle. Las compañías y el gobierno renovaron los acuerdos, ampliaron la superficie sembrada de algodón a 1 500 familias (ofrecieron como salario un peso diario y las provisiones de boca), bajo la supervisión de los militares (Samaniego 1991c, 55).

El Imperial Valley Press (13 de diciembre, 1932) reportó que durante la noche del 12 de diciembre y la mañana del día siguiente, los valles Imperial y de Mexicali se cubrieron de nieve (4 pulgadas), y aunque lo registrado en la prensa se relaciona con daños en las líneas eléctricas y algunos caminos, se puede suponer que los agricultores y autoridades en Mexicali pasaron por un momento difícil, ya que la pérdida de la producción podía regresar al valle a la etapa de crisis de la que apenas se recuperaba. Afortunadamente, la nevada no duró lo suficiente para dañar los cultivos y a la población en general.

 

Derogación de la Ley Seca

El 6 de noviembre de 1933 se derogó la Ley Seca, así se permitía la fabricación y venta de bebidas alcohólicas en Estados Unidos, esto ocasionó el cierre en las ciudades fronterizas —principales proveedoras de este tipo de productos durante la vigencia de dicha ley— de los negocios relacionados con la disipación.

En Mexicali, cantinas, centros nocturnos y restaurantes cerraron sus puertas, aumentó así el desempleo de personas vinculadas al ramo, que para entonces ya muchas de ellas eran mexicanas. De nuevo la región se encontraba en recesión, el incremento del valor del algodón no fue suficiente para absorber los efectos de esta medida, ni para sostener al comercio. La recaudación de impuestos del distrito disminuyó de manera considerable (Samaniego 1991c, 56).

En 1935, el presidente Lázaro Cárdenas (1934–1940) prohibió el juego en territorio mexicano y, con ello, los casinos cerraron y muchos establecimientos se trasladaron a Las Vegas, Nevada (Samaniego 1991c, 58). Así terminó la etapa de disipación o la leyenda negra de Mexicali, pero también, una fuente importante de impuestos para el gobierno del territorio.

 

Progresión de la vulnerabilidad

La gran depresión intensificó los procesos de desempleo, hambre, proliferación de asentamientos irregulares y construcciones precarias, que habían empezado a manifestarse en la década anterior. De igual forma, influyó en la pérdida de liquidez de los productores y el debilitamiento del gobierno, quienes en este periodo perdieron la capacidad de invertir e intervenir en Mexicali.

Esto fue en parte originado por la deportación masiva, cuando por un lado Estados Unidos "arroja" a muchos mexicanos a la frontera y por otro cuando el gobierno federal decide hacer caso omiso de este hecho, y no establece programa alguno o medida que aligerara la carga que esto representaba para Baja California. Es decir, el asunto binacional de la repatriación se dejó en manos de las entidades fronterizas, y esta situación terminó por debilitar seriamente a los gobiernos locales, que para enfrentar el caos existente, tuvieron que invertir recursos para asistir a los repatriados.

Las medidas del gobierno del distrito para garantizar el acceso al empleo de los mexicanos, tales como la renta de parcelas y las cuotas de contratación de 80 y 100 por ciento, liberaron parcialmente la presión, pero lo hicieron trasfiriendo el desempleo a gente de otras nacionalidades, sobre todo a los chinos, para quienes el regreso forzoso de mexicanos se convirtió en el fin de su "interinato"en el valle de Mexicali.

El problema de fondo seguía sin tocarse y éste, en parte, era el modelo de producción agrícola establecido por la Colorado River Land Company, el cual se limitaba al monocultivo del algodón, que se exportaba. El riesgo que esto representaba se recargaba en los productores y jornaleros. Esto fue claro durante la crisis del algodón, cuando los agricultores quedaron endeudados y los trabajadores vieron reducido su salario a menos de una décima parte.

El modelo turístico basado en la disipación también representó un problema, puesto que surgió para satisfacer una demanda específica de los estadounidenses derivada de la Ley Seca, entró en crisis cuando ésta fue derogada. Sin embargo, el punto final lo escribió Lázaro Cárdenas cuando, antes de tomar cualquier medida que beneficiara económicamente a la frontera, prohibió el juego de azar en el territorio nacional.

En las condiciones que vivía la población y el gobierno del distrito en esos últimos años, cualquier evento natural pudo convertirse en desastre. Por ejemplo la nevada de 1932, que amenazó no sólo a la población, sino al sistema de subsistencia recién establecido en el valle de Mexicali. Por fortuna no se presentó ninguno significativo en este periodo.

 

Conclusiones

Acerca de la producción del riesgo ante amenazas naturales en Mexicali durante las tres primeras décadas de su fundación, en este documento se han identificado algunos elementos que contribuyen a la progresión de la vulnerabilidad, así como las medidas que permiten disminuirla (véase figura 6). En cierta forma, la vulnerabilidad inicia con el origen mismo de Mexicali, cuando nació para ser parte de la economía estadounidense estando en territorio mexicano, y cuando esta condición se acompañó de la ausencia absoluta de cualquier política nacional en la región.

Entonces, los medios de producción y el comercio se encontraban en manos de extranjeros, quienes de acuerdo con sus intereses tomaron una serie de decisiones que conformaron las condiciones locales, para que de manera sucesiva se incrementara la debilidad. Esto se reflejó en cierta forma con los problemas de acceso a recursos, empleo y suelo de la población mexicana, que con el paso del tiempo se recrudecieron.

En estas circunstancias, la I Guerra Mundial, el control de alimentos, el arreglo laboral y la gran depresión, relacionados con Estados Unidos, así como los impuestos y prohibiciones vinculados al gobierno federal mexicano coincidieron en una localidad fronteriza, a manera de disparos a doble fuego. Estas acciones funcionaron como catalizadores de problemas, y tuvieron su expresión en el surgimiento de un espacio urbano frágil ante los peligros naturales del lugar, tanto como débil era la resiliencia de la población y las autoridades locales.

Recayó en el gobierno del distrito la responsabilidad de tomar medidas para liberar algo de presión, pero las causas de fondo prevalecieron intactas durante décadas, hasta que una serie de decisiones y hechos como el reparto agrario (1937), el Tratado Internacional de Límites y Aguas (1944), la conversión de territorio a estado (1952), la conexión de Mexicali con el resto del país y la diversificación de las actividades económicas, entre otras, transformaron algunos problemas de raíz o los cambiaron por otros, pero estos sucesos posteriores son tema de otro trabajo sobre el desarrollo de Mexicali.

La visión alternativa ha permitido entender que el riesgo no es una función exclusiva de la actividad sísmica local o de las condiciones climáticas, sino que se va produciendo a la par del crecimiento de Mexicali. La vulnerabilidad local siguió un proceso en espiral, en aumento constante. Las amenazas naturales, en cambio, siguieron sus propios ciclos, y sólo es cuestión de tiempo para que peligro y vulnerabilidad se encuentren y ocurra el desastre.

 

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Notas

1 Bernal (2002, 25) menciona que hasta 1908 la compañía Sierra Power de Caléxico abastecía de agua a Mexicali, a través del canal 1, propiedad de la Imperial Water Company. De acuerdo con Medina (s/f, 61), la compañía Agua y Luz Eléctrica de Mexicali, S.A., de capital extranjero, se estableció en 1910, para prestar los primeros servicios públicos a la ciudad. Dicha empresa compraba el agua y la energía eléctrica en California, y las revendía a los usuarios de Mexicali.

2 El Departamento del Trabajo de Estados Unidos eximió a los trabajadores agrícolas mexicanos de cualquier limitación para entrar legalmente a su territorio, asimismo quedaban exentos de las restricciones marcadas por el Acta de Inmigración de 1917.

3 Aunque en 1919 el presidente Carranza (1914–1920) prohibió la inmigración china a México, el gobernador Esteban Cantú (1915–1920) decidió hacer caso omiso a dicha disposición (Samaniego 1991a, 281).

4 El gobernador Cantú estableció una cuota por entrada a cada trabajador chino; un impuesto por todas las mercancías que ingresaran al distrito; impuestos cuantiosos a cabarés y casas de juego; decretó el libre comercio de drogas, con cuotas de derechos de importación (1916).

5 Según aclara el propio gobernador Rodríguez en la memoria administrativa (1993, 279–280), aunque se expidió la circular en 1924, carecía de fundamento legal por lo que no fue acatada al considerarse como una simple "recomendación". En 1925, una segunda circular más enérgica, junto con la integración de dos comisiones de vigilancia, llevó a que se empezara a aplicar la cuota de 50 por ciento de mexicanos.

6 Ya se habían construido otros bordos de contención para controlar el río (California Development, Volcano, Ockerson, Saiz, de Las Abejas y Pescaderos), para más información véase Walther (1996, 59–65).

7 Aunque se carece de información acerca del efecto de sismos diversos en Mexicali, Aguirre (1983, 130) comenta que en 1915 uno ocasionó, entre otros daños, la destrucción de la Casa Municipal, recién construida en la primera sección de Mexicali.

8 De acuerdo con Samaniego (1991, 31), en la depresión económica, 311 709 personas regresaron a México.

9 Durante la gran depresión (1929–1933), y a partir de la renuncia de Abelardo L. Rodríguez, Baja California tuvo varios gobernadores, quienes cuando mucho duraban un año en el cargo: José María Tapia (1930), Arturo M. Bernal (1930), Carlos Trejo y Lerdo de Tejada (1930–1931), Agustín Olachea (1931–1932),Arturo M. Elías (1932) y Agustín Olachea repitió (1932–1935).

10 La totoaba es un pez endémico del golfo de California, en peligro de extinción.

11 Algunas colonias agrícolas se habían integrado cuando gobernó Esteban Cantú (1915–1920).

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