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Región y sociedad

versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.18 no.37 Hermosillo sep./dic. 2006

 

Artículos

 

Subespacios de la pobreza y diferenciación. Una aproximación empírica a la identidad sociocultural de pobladores de asentamientos irregulares en Hermosillo, 2003-2004

 

Manuela Guillén Lúgigo*

 

* Profesora del Departamento de Trabajo Social, División de Ciencias Sociales de la Universidad de Sonora. Correspondencia: Economistas #10 entre Ingenieros y Psicólogos, fraccionamiento STAUS. Hermosillo, Sonora, México. Correo electrónico: mguillen@sociales.uson.mx

 

Recibido en febrero de 2006
Revisado en mayo de 2006

 

Resumen

Para indagar la relación entre las reconfiguraciones productivas ocurridas en la región, como parte del proceso de vinculación de Sonora con los mercados globales, se realizó una investigación en la periferia de Hermosillo, de la cual el presente artículo es un producto. Una de las consecuencias del crecimiento de la ciudad ha sido la expansión de las zonas periféricas empobrecidas y las identidades de los grupos en condiciones de pobreza. El propósito del estudio fue comprender el mecanismo excluyente de la ciudad dual, según la perspectiva de los referentes de los actores sociales para dar sentido al o los "momentos" del fluir histórico en que se encuentran situados, en función de su posición en dicho espacio social.

Palabras clave: pobreza, subespacio social, subjetividad, sentido, acción, identidad, diferencia.

 

Abstract

In order to find out the relationship between the reconfigurations of production that took place in the region as part of the process linking Sonora to the global markets, a research project was undertaken in the outskirts of Hermosillo, of which the present article is a product. One of the consequences of the city's growth has been the expansion of its impoverished outskirts, and the identities of groups in conditions of poverty. The purpose of this project was to understand the exclusion mechanism of the dual city, according to the perspective of social actor's referents for giving sense to the "moments" of the historic flowing in which they are situated in terms of their position within a social space.

Key words: poverty, social subspace, subjectivity, sense, action, identity, difference.

 

Introducción

La inserción de México en el mercado global ha implicado una relación comercial desigual y cambios socioculturales importantes en distintas esferas. las reconfiguraciones económicas resultantes han traído consigo formas nuevas de trabajo, incluidas en procesos culturales complejos en los que lo tradicional y moderno, lo global y local, adquieren una concreción histórica específica.

En este lado de la globalización cohabita el azadón con el microchip, y las formas indígenas de organización y representación simbólica del trabajo, con pautas laborales estandarizadas globalmente por compañías transnacionales. Los contrastes geográficos tan sorprendentes en México, no son menores que los de su geografía humana y tejido social. En la frontera norte, los procesos de globalización son particularmente visibles. Por su cercanía con Estados Unidos, Hermosillo, capital del estado de Sonora, ahora es un enclave estratégico para la implantación reciente de la industria manufacturera de exportación, con la instalación de las maquiladoras y la planta Ford, aunque siempre ha sido un polo de atracción. Así, pasó de ser un "pueblito sencillo", como refieren las generaciones pasadas, para convertirse paulatinamente en una ciudad en expansión, proceso iniciado en la segunda mitad del siglo XX.

En las últimas cuatro décadas, en Sonora han tenido lugar diversos procesos que han desencadenado reconfiguraciones económicas, productivas, espaciales y sociales. De una región eminentemente agropecuaria, pasó a ser un centro de localización de la industria estadounidense de exportación, así como de diversas empresas comerciales y de servicios, también de capital extranjero.

Esta reordenación económico-productiva implicó la instalación de tales industrias y empresas en las poblaciones fronterizas con Estados Unidos, pero también en las ciudades más importantes del estado. Junto a este proceso de reconfiguración productiva, han ocurrido otros: el debilitamiento económico del campo, que afectó sobre todo a los pequeños productores y ejidatarios, al reducirse los apoyos gubernamentales, mediante subsidios a la producción agrícola y ganadera, como parte de una estrategia de reordenamiento de las finanzas públicas y de impulso a la industrialización. Para subsistir, muchos de estos productores se empobrecieron y se vieron obligados a vender o rentar sus tierras de cultivo, sobre todo a partir de los cambios constitucionales al artículo 27, relativos a la individualización de la propiedad ejidal — antes comunal—; otros tantos emigraron a las ciudades en busca de trabajo y mejores condiciones de vida.

La combinación de dichos procesos implicó el crecimiento de las ciudades, y en especial la expansión —casi sin control— de Hermosillo. Además del crecimiento natural de la ciudad, dicha expansión estuvo asociada con los flujos de población provenientes de las zonas rurales de Sonora,1 y también —aunque en menor cuantía— de otros estados del país,2 para quienes asentarse en el estado, que además constituye un puente para cruzar hacia Estados Unidos, suponía mejorar las condiciones de vida.

Algunas de las transformaciones más importantes ocurridas en Hermosillo son: a) la extensión progresiva de la mancha urbana, que implicó la ampliación del fundo legal en varias ocasiones, incluso a costa de la expropiación o compra de terrenos ejidales aledaños, para soportar el crecimiento urbano desmedido; b) las acciones de los gobiernos para ampliar los servicios urbanos e infraestructura, como redes de agua potable, drenaje y energía eléctrica, transporte urbano, recolección de basura, avenidas nuevas para facilitar el tránsito y el flujo vehicular en aumento, etcétera, que benefició especialmente a las zonas donde el mercado inmobiliario privado tenía puestos sus intereses, ante la gran demanda de vivienda media o suntuaria. El crecimiento de la periferia urbana rebasó la planeación municipal y la capacidad presupuestaria para la dotación de todos los servicios. Muchos de los barrios de la periferia de Hermosillo han sido ocupados ilegalmente por invasiones; acción que los pobres en México han utilizado para "hacerse" de un lugar en las ciudades y c) Hermosillo pasó de ser un pueblo, para convertirse en una ciudad moderna, proceso que alcanzó su clímax en la década de los años noventa, de grandes contrastes. coexisten espacios con infraestructura moderna, como edificios públicos y privados de formas arquitectónicas que emulan a los de las grandes ciudades; avenidas amplias que facilitan el tránsito entre los centros de trabajo y los comerciales, los lugares de esparcimiento y las zonas habitacionales; también hay medios de transporte y comunicación; zonas habitacionales construidas de acuerdo con el criterio de exclusividad, sobre todo para las clases media-alta y alta; constituyen fraccionamientos-isla, rodeados de vallas protectoras altas, que albergan servicios comunes exclusivos para sus habitantes, como parques, piscinas y, en el caso de los suntuarios, clubes de golf, equitación, deportivos o lagos artificiales. Por otro lado, existen espacios intersticiales, como los de la periferia, carentes de los servicios urbanos básicos, como agua potable, luz eléctrica, drenaje, transporte público y pavimento; con viviendas precarias, muchas de ellas construidas con materiales de desecho, cuyos habitantes, además, viven la angustia de una espera larga para "regularizar" los terrenos obtenidos mediante el recurso de la invasión.

La coexistencia de los factores señalados influyó en la expansión desordenada de Hermosillo, que había previsto un desarrollo urbanístico acorde a la modernización industrial esperada, que pronto se vio desbordada. Actualmente se trata de un espacio urbano dual de diferencias importantes entre áreas dotadas de infraestructura, servicios y lugares de consumo y zonas periféricas excluidas, carentes de recursos básicos para la supervivencia.

Este artículo es subproducto de una investigación realizada en la periferia de Hermosillo,3 cuyo objetivo general fue indagar la relación entre las reconfiguraciones productivas ocurridas en la región, como parte del proceso de vinculación de Sonora con los mercados globales; el crecimiento de la ciudad, una de cuyas consecuencias ha sido la expansión de las zonas periféricas empobrecidas, y las identidades de los grupos en condiciones de pobreza. El propósito fue comprender el mecanismo excluyente de la ciudad dual, según la perspectiva de los referentes de los actores sociales para dar sentido al o los "momentos" del fluir histórico en que se encuentran situados, en función de su posición en dicho espacio social. o, expresado de otra manera, cómo la exclusión se manifiesta también en las subjetividades e identidades de los grupos.

Si bien esta investigación exploró diversos ámbitos de expresión de la subjetividad, a partir de las percepciones de los sujetos de estudio4 (los sentidos del lugar, el trabajo, el ocio, las interacciones, la visión de futuro), la reflexión se centrará en los procesos de diferenciación social. Es decir, se pretende mostrar que en la zona urbana de exclusión explorada, aun cuando existe una homogeneidad relativa en cuanto a las condiciones de pobreza y precariedad, no es uniforme el espacio social en que se configuran y reconfiguran las identidades. Esto es, existen subespacios distintos, cuyos ocupantes poseen características diferentes, que se expresan en un capital simbólico, diverso y diferenciante.

 

Algunas precisiones sobre el marco conceptual

Los referentes fundamentales para construir el marco conceptual se tomaron de la sociología comprensiva de Max Weber, de la teoría de la práctica de Pierre Bourdieu y de la identidad social de Richard Jenkins. Del primero se consideran especialmente las categorías de comprensión o Verstehen, racionalización y referencia valorativa. Del segundo, se utilizan las nociones de espacio social, habitus y capital (económico, escolar, social, político y simbólico).5 Si bien el planteamiento de Pierre Bourdieu sobre los principios de visión y diferenciación está sustentado en las características de las sociedades desarrolladas, esta investigación se centra en las particularidades de dichos principios en regiones en desarrollo, como el norte de México.6 Del tercero, cuyo eje analítico es la relación entre identidad social e individual, se toman las categorías diferencia, similaridad, identidad nominal e identidad virtual como herramientas conceptuales, para identificar los referentes de diferenciación y sus implicaciones, utilizadas por los actores sociales, y las formas que asumen las identidades en la dialéctica entre lo social e individual, en el escenario empírico seleccionado, porque son especialmente apropiadas para dicho propósito.

Puesto que la intención es comprender el sentido de la acción, la pregunta obligada es ¿cómo se puede captar éste, para fines de interpretación si, como plantea Weber (1984, 9), ocurre la mayor parte de las veces en la semiconsciencia o en plena inconsciencia de su sentido mentado y, en la realidad, una acción clara y con absoluta conciencia constituye a lo sumo un caso límite?

Según el planteamiento de este autor, se podría avanzar en una primera respuesta, y es la referente al sentido de la acción, relacionado con el know how, y enraizado en la práctica de los agentes de Bourdieu, aun cuando sea semiinconsciente o inconsciente no debe impedir que se construyan conceptos mediante una clasificación de los posibles sentidos mentados, y como si la acción real transcurriera orientada conscientemente según sentido.

De acuerdo con lo anterior, habría que concebir la acción social no como un hecho aislado, producido por una persona ni como manifestación de supraestructuras socioculturales, sino como un momento de la corriente constitutiva de la práctica social, a cuyos componentes básicos, como la intencionalidad e intervención relativamente autónoma de los actores, se unen las consecuencias no pretendidas y las condiciones desconocidas.

En la investigación del sentido de la acción hay que tener en cuenta que el sentido-representación siempre está unido al sentido-valoración; los marcos que posibilitan y condicionan la reproducción de significado están unidos a los que facilitan la reproducción de dominaciones y legitimaciones, y que las relaciones de comunicación o significación están siempre interconectadas, de múltiples maneras, con las de poder (decir, de marcar lo decible o significable) y con relaciones de producción e interés, frente a indiferencia e indiferenciación, posesión y acumulación de diversas formas específicas de capital, etcétera (Weber 1984, 496).

Para avanzar en la respuesta a cómo aproximarse a la identificación y comprensión del sentido de la acción, se partió de la premisa de que toda acción social, además de ser un acto físico —producto de la capacidad de un ser corporal ubicado en un espacio-tiempo de relaciones asimétricas y de producción, de poder y comunicación— tiene un sentido expresivo y valorativo-normativo a la vez, cuyo medio más patente de simbolización y legitimación es la racionalización y reflexividad, que genera la capacidad lingüístico-conceptual (Ibid.). Ésta permite captar el sentido mentado subjetivo de la acción, mediante la relación establecida entre referencia y referente.

Lo anterior lleva a considerar el marco expresivo como el que posibilita la ubicación significativa de la acción y, por tanto, su interpretación. Es decir, a considerar el lenguaje verbal, entre los distintos modos que adopta la expresividad humana,7 como el más importante desde el punto de vista de su capacidad para organizar la interacción social.Teun A. Van Dijk (2000) dice al respecto, que el discurso como forma de expresividad manifiesta o expresa, y al mismo tiempo modela, las múltiples propiedades relevantes de la situación sociocultural denominada contexto. Dicho de otra manera, el habla y el texto son indicativos de los entornos de los que forman parte8 los hablantes, quienes por lo general actúan en diferentes marcos comunicativos con base en diversas formas de conocimiento (social, cultural y otras creencias), con distintos objetivos, propósitos y resultados.

Los usuarios del lenguaje utilizan activamente los textos y el habla no sólo como hablantes, escritores, oyentes o lectores, sino también como miembros de categorías sociales, grupos, profesiones, organizaciones, comunidades, sociedades o culturas [...] interactúan como mujeres y hombres, negros y blancos, viejos y jóvenes, pobres y ricos, médicos y pacientes, docentes y estudiantes, amigos y enemigos, chinos y nigerianos, etc., y, en la mayoría de los casos, en complejas combinaciones de estos roles e identidades sociales y culturales. De modo recíproco, al producir el discurso en situaciones sociales, los usuarios del lenguaje al mismo tiempo construyen y exhiben activamente esos roles e identidades [...]. El discurso usualmente muestra o señala estas características: en relación con sus contextos, se dice que el habla y el texto son indicativos (van Dijk 2000, 23).

Por otro lado, la realidad de la vida cotidiana, donde lo objetivo y subjetivo se imbrican, remite al habitus como estructura estructurada y estructurante que organiza las prácticas y su representación, y como espacio en el que se constituyen las identidades sociales en función de la diferenciación.

Estructura estructurante, que organiza las prácticas y la percepción de las prácticas, el habitus es también estructura estructurada: el principio de división en clases lógicas que organiza la percepción del mundo social es a su vez producto de incorporación de la división de clases sociales. Cada condición está definida, de modo inseparable, por sus propiedades intrínsecas y por las propiedades relacionales que debe a su posición en el sistema de condiciones, que es también un sistema de diferencias, de posiciones diferenciales, es decir, por todo lo que la distingue de todo lo que no es y en particular de todo aquello a que se opone: la identidad social se define y se afirma en la diferencia (Bourdieu 2000, 170-171).

La perspectiva bourdiana permite situar el habitus en el punto del espacio social donde la realidad objetiva y la subjetiva (Berger y Luckmann 1986) se funden. En la noción de habitus se condensa lo objetivo y subjetivo, pues si bien constituye el principio generador de prácticas distintas y distintivas, también de esquemas de percepción y clasificación que establecen diferencias, por ejemplo entre lo bueno y lo malo, lo que está bien y lo que está mal, entre lo vulgar y distinguido. Esta clasificación se hace en función de los significados atribuidos por los agentes sociales, de acuerdo con esquemas simbólicos diferentes configurados a partir de las posiciones en el espacio social.

El habitus es ese principio generador y unificador que retraduce las características intrínsecas y relacionales de una posición en un estilo de vida unitario, es decir un conjunto unitario de elección de personas, de bienes y de prácticas [...] de este modo, por ejemplo, el mismo comportamiento o el mismo bien puede parecerle distinguido a uno, pretencioso y ostentoso a otro, vulgar a un tercero. Pero lo esencial consiste en que, cuando son percibidas a través de estas categorías de percepción, de estos principios de visión y de división, las diferencias en las prácticas, en los bienes poseídos, en las opiniones expresadas, se convierten en diferencias simbólicas y constituyen un auténtico lenguaje. Las diferencias asociadas a las diferentes posiciones, es decir los bienes, las prácticas y sobre todo las maneras, funcionan, en cada sociedad, a la manera de las diferencias constitutivas de sistemas simbólicos, como el conjunto de los fenómenos de una lengua o el conjunto de los rasgos distintivos y de las desviaciones diferenciales que son constitutivos de un sistema mítico, es decir como signos distintivos (Bourdieu 1999, 19-20).

Bourdieu plantea que como el espacio social se presenta en la forma de agentes con propiedades diferentes, ligadas entre sí sistemáticamente, éstas funcionan en la vida social como signos distintivos. Es decir, a través de la distribución de las propiedades, el mundo social se presenta, objetivamente, como un sistema simbólico organizado según la lógica de la distancia diferencial; y los agentes sociales9 pueden percibir y distinguir las diversas propiedades, y en consecuencia distinguirse sin que medie la intención racional de hacerlo.

Los esquemas simbólicos están relacionados con las fuentes de significado que dan sentido a la realidad, tal y como la viven los sujetos sociales. Constituyen explicaciones en las que se sustentan las representaciones del yo (y nosotros), de él (y ellos), a partir de la identificación de signos distintivos.

La perspectiva de Berger y Luckmann (1986, 216-217) permite situarse en los mecanismos de formación de los procesos simbólicos merced a los cuales se "construye",10 internaliza y modifica la significación en la configuración de las identidades. Aunque esta propuesta presenta un panorama explicativo, cuyo potencial reside en las particularidades del desarrollo del individuo (en su socialización primaria y secundaria), y en las tipificaciones recíprocas implicadas en los procesos de identificación, la separación establecida entre la realidad objetiva y la subjetiva, tratada por separado en La construcción de la realidad social (ibid.); no parece apropiada para el objeto de estudio de este trabajo, en virtud de que ambas constituyen dos elementos de un todo que están imbricados mutuamente.

El reconocimiento de lo simbólico constituye una vía para acercarse a los esquemas de diferenciación producidos por el habitus en grupos sociales concretos. Para ello, hay que enfocarse al sentido práctico (Bourdieu 1991, 18) de los agentes sociales, y explorar sus principios de diferenciación en un tiempo y espacio acotados. La teoría de la práctica (Bourdieu 1999a, 8) ayuda a dicho propósito, salvadas las distancias entre la sociedad desarrollada estudiada por el autor y en la que están inmersos los sujetos del presente estudio. No obstante, se utiliza el concepto de espacio social bourdiano como herramienta analítica, para mostrar que en la realidad estudiada éste es diferenciado y diferenciador, y que revela distancias sociales, incluso en un contexto aparentemente homogéneo, según los indicadores estadísticos con los que se mide la pobreza.

El espacio social de Pierre Bourdieu (1999a, 18-34 y 152) se constituye a partir de la distribución de los grupos sociales en función del volumen de las distintas formas de capital que poseen: económico, cultural, escolar, político y simbólico, este último basado en el conocimiento y reconocimiento, que además opera como signo distintivo. Esto es, estructuras de diferencias (en la distribución de las formas de poder o tipo de capital eficiente que varían según los lugares y los momentos), que pueden comprenderse si se elabora el principio generador que las fundamenta (ibid., 48-49).

Finalmente, como bien señala Pedro Cordero (1996, 339), el análisis social que pretenda interpretar los efectos de las configuraciones de la realidad sociocultural deberá incluir en sus explicaciones la "referencia a la actividad consciente de los seres humanos en tanto que, al menos, elemento integrante de la realidad social", y la consideración del papel que juegan los "modos en que los sujetos interpretan el mundo y ejecutan acciones" en la génesis, mantenimiento y reproducción (o modificación) de los fenómenos sociales, en virtud de que para ello se vuelve una exigencia la referencia a la acción y al sentido.

 

Los subespacios sociales de la pobreza

En general, el escenario explorado da la impresión de tratarse de un espacio físico y social homogéneo en cuanto a la vivienda; 56.39 por ciento de los habitantes de la invasión combate posee el llamado "cuarto redondo";11 menos de 50 de la San Luis y combate cuenta con los servicios urbanos básicos, como agua potable, energía eléctrica y alcantarillado; entre los adultos de ambas colonias, el conjunto formado por quienes no tienen instrucción formal (30.34 por ciento) y quienes cursaron la primaria (40.78) es exponencialmente mayor al conformado por quienes han logrado acceder a la educación media superior (véase cuadro 1 y 2). No obstante, a partir de las diferencias sutiles encontradas puede hablarse de subespacios diferenciados, en los que se engendran disposiciones y percepciones también diferenciadas.


El espacio social se refiere a las distintas posiciones que socialmente se ocupan de acuerdo con volumen de capital poseído, que además opera como principio de diferenciación. Por lo tanto, la proximidad o distancia en él implica que los agentes sociales tengan más o menos cosas en común, cuanto más próximos o alejados se encuentren en función de los bienes de los que se han apropiado.

El concepto espacio social, como herramienta metodológica, permite trazar una vía para comprender las diferencias en las prácticas, interacciones y estilos de vida; las oposiciones o campos conflictuales y las distancias simbólicas encontradas en el escenario aparentemente homogéneo de la investigación, cuyo rasgo principal y evidente es la condición de pobreza y exclusión en que vive la mayoría de los sujetos.

Conforme a lo anterior, interesa demostrar que en el espacio social bourdiano donde están situadas las clases populares, caracterizadas por la resignación ante la necesidad (Bourdieu 2000, 385387), y mediadas las diferencias entre las de Francia12 y las de una periferia urbana en un país en desarrollo,13 existen evidencias de posiciones diferentes en función de las variaciones encontradas en los bienes económicos y culturales,14 a partir de las cuales puede hablarse de subespacios de pobreza. Cabe acotar que Bourdieu (2000, 124-125) construye la categoría de espacio social a partir de la distribución de la población, según un conjunto de indicadores estadísticos en lo que llama el espacio de las posiciones sociales. Éstas suponen que determinados agentes se acercan o distancian de los demás en función de su patrimonio económico, cultural y social, expresado tanto en lo material, en forma de prácticas y bienes poseídos como simbólico o estilos de vida y tomas de posición.15 De ello resulta que los agentes tengan tantas más cosas en común cuanto más próximos estén en ambas dimensiones, y tantas menos cuanto más alejados (Bourdieu 1999b, 18).

De acuerdo con esta lógica, en el escenario explorado se esperaba encontrar un espacio social homogéneo, caracterizado en lo general por la condición de pobreza y exclusión. No obstante, tanto en la dimensión material como en la simbólica pueden apreciarse posiciones diferentes y diferenciantes, que operan como signos distintivos desde los cuales los agentes sociales se perciben próximos o distantes. Se acudió a la noción de subespacio social para referirse a las distancias sociales encontradas a partir de un conjunto de atributos materiales y simbólicos descritos.

Para construir los subespacios sociales de la pobreza se diferenció a los sujetos de estudio a partir del capital económico y cultural16 poseído, para lo cual se recurrió a la información disponible. Para identificar las distintas posiciones de acuerdo con el capital económico, se consideró el tipo de actividad y el puesto, el promedio de ingresos económicos según el salario17 y el acceso a los beneficios de la seguridad social. Para identificar las posiciones de acuerdo al capital cultural, se consideró el nivel de instrucción formal máximo.18

Gracias a esta distribución y a las variaciones encontradas fue posible reconocer cuatro subespacios. El peor posicionado es el 1, en el que se sitúan quienes perciben el salario mínimo o ingresos equivalentes en forma inestable, como los trabajadores agrícolas, albañiles independientes y vendedores ambulantes, sin protección social,19 la mayoría sin instrucción formal. El subespacio 2 incluye a quienes tienen estabilidad laboral relativa, como los obreros de la construcción,20 empleados en la pequeña y mediana empresa o en los servicios, en puestos de cualificación baja y cuentan con los beneficios de la seguridad social. Asimismo, en este grupo es relevante el nivel de instrucción básico o primaria. Aunque las diferencias entre estas dos primeras clasificaciones son pocas, de acuerdo con los ingresos económicos, aspectos como el nivel de instrucción y los servicios sociales de que gozan sus integrantes, suponen una importante brecha entre ellos.

Los subespacios 3 y 4 abarcan a los sujetos mejor situados; tienen mayor estabilidad en el empleo, aunque relativa, y volumen de capital escolar. El primero de estos concentra a los trabajadores independientes, que poseen un negocio21 pequeño, en el ramo del comercio o los servicios, obtienen ingresos económicos superiores al mínimo22 y cuentan con mayor nivel de instrucción.23 Las personas clasificadas en el subespacio 4 son los mejor situados en el espacio social de los pobres: su nivel de instrucción es de secundaria, bachillerato y en algunos casos estudios universitarios, esto les permite vincularse al mercado laboral en el ramo de los servicios y la industria en forma más estable.24 Asimismo, reciben salarios superiores al mínimo y además se benefician de servicios sociales que únicamente es posible obtener mediante una permanencia relativa en el empleo, como pensiones, jubilaciones, crédito hipotecario y mobiliario25 (véase figura 1).


Finalmente, es pertinente señalar que si bien la diferenciación en los subespacios mencionados se hizo a partir de la información brindada por los 63 entrevistados, de acuerdo con un estudio realizado en las escuelas del lugar,26 que abarcó a más familias, puede apreciarse un panorama coincidente con el encontrado entre los sujetos de estudio, si se toma en cuenta la información proporcionada por los niños sobre el tipo de actividad y el nivel de instrucción de sus padres (véase cuadro 1).

Aunque se acudió a las fuentes censales para contrastar los datos, la información está agregada de tal manera, que no fue del todo posible hacerlo.27 Sin embargo, existen coincidencias en ambas series de datos en lo referente a la proporción significativa de los empleados en servicios y de los trabajadores independientes, así como con la tendencia a la ubicación de la población en el nivel de instrucción básico, véase gráfica 1.

 

Subespacios sociales y diferencias simbólicas

En el espacio observado coexisten grupos cuya diferencia reside, entre otras cosas, en las posiciones distintas que ocupan. Éstas pueden comprenderse si se acude a la noción de habitus, como conjunto de disposiciones que influyen en las prácticas y representaciones de los agentes sociales, y están ancladas en sus condiciones materiales de existencia y trayectorias. Esto es, considerar que a cada posición le corresponde una clase de habitus, y que éstos son producidos por los condicionamientos sociales en que se engendran (Bourdieu 1999a, 19-20).

Entonces, lo anterior supone que a partir de la posición ocupada en cada subespacio identificado se desencadenan cosmovisiones diferentes y se producen maneras distintas de percibirse a sí mismo y al otro próximo, en virtud de que los habitus, además de ser producto de las distintas posiciones ocupadas en el espacio social, son también diferenciantes (Ibid., 20).

Si en relación con el lugar se encuentran sentidos divergentes en las distintas dimensiones exploradas, es precisamente porque el punto y el subespacio desde el cual se aprecia y se significa es distinto; lo mismo ocurre con la percepción del otro próximo. Por ello, para quienes se acercan a un ambiente sólo con una apreciación general, de acuerdo con los datos de las relaciones estadísticas, el panorama puede darles la impresión de dos realidades distintas: la de las proporciones e índices, construidos por el INEGI, a partir de la homogeneidad y la de las diferencias, que es posible identificar al adentrarse en él.

En las líneas siguientes se mostrarán las evidencias indicativas de representaciones contrastadas, frente a lo distante y lo próximo.

 

El referente región como criterio de diferenciación

En general, los sujetos de estudio se distinguen de acuerdo con el referente región que, como plantea Pablo Vila (2003), constituye un potente criterio organizador de las identidades en México.28

Como puede apreciarse en la figura 2, éste adquiere relevancia especial en tanto está presente en las dos generaciones y en ambos géneros, lo mismo ocurre con el espacio inmediato, es decir, el lugar de residencia actual y las prácticas religiosas.


Cuando la distinción se establece a partir del referente región, la distancia social fijada es equiparable a la física.29 Esto es, cuanto más alejado de Sonora esté el lugar de procedencia o con el que se relaciona al otro, mayor es la distancia simbólica. Vinculados expresamente a la región, aparecen en las narrativas atributos30 diversos, que operan como elementos de diferenciación: los físicos como la estatura y los rasgos faciales; los socioculturales, como las costumbres, vestimenta y tipo de alimentación y trabajo, estatus económico e incluso los étnicos: yaquis y mixtecos. Pero además, se utilizan también para fijar jerarquías: los norteños son "altos y fuertes", "menos pobres", "más trabajadores", "más francos", "tienen la misma sangre".

Las diferencias simbólicas se erigen con base en un criterio organizador, que incluye y excluye en función de la proximidad o distancia en el espacio físico. Así, éstas expresan más semejanzas con los más cercanos en el espacio regional, y mayor distancia con los más lejanos

[...] es gente de allá del sur, hasta en el tamaño es otro tipo de gente, o sea ¡físicamente! (varón mayor,31 San Luis).

[...] ya ves como son los guachos32 que quieren todo el mundo para ellos solos (mujer mayor, San Luis).

[...] la gente de Sinaloa, Chihuahua y Sonora pues se parecen, tienen el mismo estilo, tamaño, es la misma altura (varón joven, San Luis).

Esta misma relación se observa si la condición étnica está implicada además de la región.

[...] los mixtecos tienen otro tipo de convivir, tienen otras costumbres, no hacen amistad con uno, nosotros los tenemos señalados como el sector ponderosa o el sector Oaxaca (mujer joven, combate).

[...] a las indígenas de la combate la gente las hace menos, dicen que son cochinas y que la comida que hacen les da asco (mujer joven, San Luis).

En estos procesos de similaridad y diferencia, de acuerdo con Richard Jenkins (1996, 24) la identidad nominal asociada a la región: los del norte, del sur, de los pueblos, los indígenas, está relacionada con un abanico amplio de virtualidades; la diferencia entre el nombre de la etiqueta y lo que significa portarla.33 En virtud de ello, el otro desde la perspectiva de los sujetos locales o norteños, asumido como el nosotros en el polo contrario o los del sur, revela significados distintos en tanto que dimensión virtual de la identificación (lo que significa portar la etiqueta). Esto es que la práctica y la experiencia de la pertenencia a una comunidad cara a cara con otros miembros y foráneos es la dimensión virtual de la identificación, que puede ser, en alto grado, individual o idiosincrásica. Cada una es una dialéctica de identificación y categorización grupal, y se retroalimentan (ibid.).

Por consiguiente, los más distantes, con quienes simbólicamente se reconoce tener más diferencias que semejanzas, se autoperciben en forma tal que contradicen los significados asignados, cuando quien los ha fijado se convierte a su vez en el otro.

[...] nosotros, la gente del sur es muy trabajadora, las personas que vienen de allá trabajan las 24 horas, son muy responsables (varón mayor, San Luis).

[...] nosotros somos un grupo de indígenas; aquí son yaquis, nosotros somos mixtecos. Si no nos quieren ayudar no hay problema, nosotros seguimos trabajando y nos ayudamos nosotros mismos (varón joven, combate).

También se observa que los norteños utilizan referentes diversos: el físico, la condición económica, el trabajo y las costumbres, para establecer distancias simbólicas, que son mayores cuando las fijan ellos, y menores si lo hacen los sureños, cuyos referentes son la cultura y la condición étnica, y quienes además encuentran afinidades con el otro generalizado, que los excluye para distinguirse (véase figura 3).


La relevancia del referente región, como organizador de las identidades, no sólo ordena las representaciones de los entrevistados, sino que aparece en diversos ámbitos del espacio social global. Es decir, esta forma de diferenciación permea el imaginario colectivo, en tanto es utilizada por diversos grupos sociales independientemente de la posición social.

Ello se aprecia en la literatura local. para ejemplificarlo, se seleccionó el fragmento de un texto cuya temática central es la caracterización de la gente del sur del país, en particular de quienes se han afincado en Sonora y provienen del Distrito Federal, a los que se estigmatiza con el epíteto de guachos. Se utilizan diversas etiquetas peyorativas, para fijar la distancia social entre el norte y el sur.

Así, además de emplear muchos atributos para establecer distancias simbólicas, como la estatura, vestimenta y forma de hablar, se les asocia con actividades de baja cualificación, con actitudes prepotentes y prácticas deleznables como mentir o aprovecharse de los demás, y como una "amenaza" de la que hay que defenderse.

 

El otro en la literatura regional. Ellos, los del sur

Conocido es por todos los sonorenses, que el guacho, el altiplánico animal urbano de metro y perisur, nunca será campesino, vaquero, artesano, gambusino, pescador o minero. Este llegará a Sonora con una mano por delante y otra por detrás y se procurará en sus primeros tiempos de asentamiento, uno o varios trabajos de vendedor de enciclopedias, cobijas o cacharros en abonos, fotógrafo de piñatas, chofer, empleado de mostrador, barrendero de una dependencia federal (donde generalmente encontrará un paisano protector), vendedor de billetes de lotería [...] Son múltiples y a veces simultáneos los oficios, profesiones, empleos y subterfugios que utiliza el guacho para sobrevivir obligado por su ambición desmedida de escalar 'posiciones' sociales, no importándole precio ni dignidad, para una vez encumbrado, desde allí pontificar, opinar, apantallar, fachosear, presumir y joder a todos aquellos que tengan en desgracia alternar, tratar, emparentar y convivir con él.

Una vez ubicado en el terreno urbano del estado, su capacidad de 'colamiento', entrometido y metiche en todos los estratos, le permitirán agenciarse un puesto de supervisor de la zona del Pacífico con residencia en Hermosillo o Ciudad obregón, llegar a la gerencia soñada, inventarse una licenciatura en periodismo o comunicación que lo lleven a usufructuar un programa de radio, tv, o columna de periódico que lo conviertan en influyente e intocable [...] ya afianzados y sin hambre aflorarán sin tardanza sus hábitos originales de tranza, déspota y marrullero, exhalando a su paso un tufo insoportable de prepotentes e infalibles ombligos del mundo.

Muchos municipios ¡ay!, se han convertido en puntos de mira para todos aquellos que desplazándose del sur, tratan de internarse en el vecino país, apostándose previamente en estos lugares y creándole dolores de cabeza y úlceras anticipadas a presidentes municipales y autoridades [...] El guacho, aunque se vista de seda, guacho se queda. Afortunadamente hay indicativos inconfundibles que nos permiten desconfiar de la persona que se nos acerca, mucho antes de cruzar palabra con ella: Hay que licar [mirar] si es chaparro, como quien dice un pisto de estatura; si usa bigotillo y portafolio; si no se apea el traje y la corbata en agosto; si habla como cantando y juega [mueve] las llaves del 'coche' casi con orgullo. con estos sujetos, hay que tener mucho cuidado y nunca mostrarse nalgas-prontas, esto es, no hay que brindar la amistad al primer desconocido con impronta sureña que se nos atraviese. porque el ser guacho, guarda cierta semejanza con el virus de la lepra cuando está bien atendida: ni retrocede ni avanza, se aguacha [...] De todos modos, hay que premeditar la defensa a los pequeños rastros, al ademán extraño y atenuado; a la mínima inflexión de voz que delate al ajeno; a cualesquier manifestación que en silencio nos diga que en este estado, ¡hay más guachos que gente!

Fuente: fragmentos tomados de Teherán (1984, 25-55).
Nota: el apelativo guacho identifica al otro, así como las frases que describen sus características.

Pero si la literatura sonorense ha recogido voces que apelan a la otredad para marcar límites, igualmente otras lo hacen a partir de la mismidad o identificación con lo propio. así, "la cultura del esfuerzo" es un significado vinculado también a la región, pues constituye una narrativa potente alrededor de la cual se tejen argumentos diversos con fines de distinción. Algunos remiten al esfuerzo material y social realizado para convertir un desierto en región próspera.

De tal manera, el nosotros se asume vinculando región y carácter y haciendo apología de todo lo reconocido como propio: lo inhóspito del medio ambiente vinculado al carácter productivo y emprendedor y la distancia física con el sur, como justificación del regionalismo de los norteños. y en esta especie de "simbiosis cultural", que simbólicamente une territorio y prácticas, se apela también a la relación entre el medio ambiente y la forma de comer, vestir y emplear el tiempo de ocio, que une y separa, identifica y distingue.

 

Nosotros en la literatura regional. Nosotros, los del norte

Es de llamar la atención el reconocido carácter fuerte y decidido del sonorense en términos generales para laborar sobre todo en el campo y con las condiciones adversas de un desierto de los más inhóspitos. [...] ahora bien, tal personalidad con carácter altamente productivo y emprendedor del sonorense, se debe principalmente a las condiciones de la naturaleza para poder sobrevivir, consideradas éstas como fondo en donde se actúa, sin otra posibilidad. Esto hace que se formalice el reto, sabiendo de antemano que no va a ser nada fácil y, por lo tanto, se tiene que predisponer y asumir una filosofía a la "altura de las circunstancias". [...] así tenemos que el carácter emprendedor y la cultura del esfuerzo van aunados al temperamento "duro", "áspero" y "reseco" del sonorense [...] Si es el desierto quien dicta las pautas, acentuando todo proceso de vida y expresión, logró con ello que no nos socializáramos intraculturalmente, sino que de manera contraria nos "ensimismáramos" psicológica y culturalmente, dando origen al regionalismo feroz; puesto que Sonora ancestralmente se constituyó como una especie de fortaleza o campo de concentración cultural desvinculada y con poco contacto con las demás partes o regiones.

Para los sonorenses no existe la menor duda de la detentación de una "cultura del recelo", de manera abierta o subterránea, por parte de los habitantes del D. F. y estados del centro y sur del país, denominándonos a los norteños y muy especialmente a los sonorenses, con el epíteto de "bárbaros", o "los bárbaros del norte". Este mote, hasta cierto punto despectivo y de recelo, equivale a lo que hacemos algunos conciudadanos al llamarlos guachos o chilangos, correspondiendo a una manifestación cultural un tanto natural.

La forma de hablar del sonorense establece un estilo particular que lo identifica donde quiera que se le escuche. por ese tono áspero, arrojado, reseco, rudo, bravo, golpeador y directo, los otros y a veces los mismos corregionales de la ciudad, asocian a los sonorenses con los "cheros", término que se utiliza despectivamente como sinónimo de rancheros [...] [el sonorense] marca particularmente su territorio culturalmente mediante la práctica reiterada de las carnes asadas, tortillas de harina, música ranchera, la moda chera (pantalón levis, cinto ancho de vaqueta, hebilla metálica y gigante, camisa vaquera a cuadros, botas vaqueras puntiagudas y sombrero), los sahuaros, el sol, la sierra, la carne machaca, el menudo, el bacanora, etc., de esta manera el territorio es el resultado de la actividad del espacio dinámico o el sujeto, sobre el espacio estático o la región y viceversa.

Fuente: fragmentos tomados de Estupiñán (1999, 5, 96, 122, 163 y 198).
Nota: el término sonorense (nosotros) alude a los habitantes de Sonora, y guachos, chilangos o los otros, a los individuos del sur del país.

 

El entorno inmediato como criterio de diferenciación

Otros criterios importantes para expresar la diversidad simbólica son el trabajo, ingresos económicos, estilos de vida, usos del espacio, prácticas religiosas y políticas. con éstos se establece la diferencia o afinidad con el otro próximo en el barrio o espacio inmediato.

También hay diferencias importantes generacionales y de género. Las primeras se aprecian sobre todo en lo referente al capital social, económico o político. así, para distinguirse, los sujetos mayores son más proclives a valorar las relaciones sociales, añorando formas de interacción basadas en las prácticas solidarias

[...] íbamos a visitar a las personas más necesitadas; mira, te traemos esto de gusto, de mucho corazón; nomás por satisfacción a la humanidad y aquí nada de eso; si les pides un tomate ¡uy!, que no tienes para pagar (mujer mayor, Combate).

[...] no participan, la gente pa' meter el agua, decían que no les corresponde esa calle, no les importan los demás (varón mayor, San Luis).

Por su parte, los jóvenes valoran las diferencias en el capital económico poseído o en las prácticas políticas.

[...] en cuestiones de alimentación, de ropa o de beneficios estoy rico en comparación con ellos (varón joven, San Luis).

[...] cada persona opina diferente por lo mismo, porque hay diferentes partidos, muchos líderes, aquí abajo hay una, aquí arriba hay otra (varón joven, San Luis).

Las mujeres tienden a distinguirse por sí mismas, como a través de la mirada masculina como trabajadoras y más participativas en las obras de mejoramiento colectivo. No así los varones, quienes si bien se autodefinen a partir del trabajo, son vistos por las mujeres como poco responsables.

[...] la mayoría de las mujeres de aquí trabajamos (mujer joven, San Luis).

[...] nosotras las mujeres abrimos la zanja, pues no había hombres; mientras los hombres trabajaban, nosotras acá (mujer mayor, San Luis).

[...] los hombres andan más en la parranda, las mujeres participan más aquí en la colonia (varón joven, combate).

[...] hay muchas mujeres que no pueden trabajar porque tienen un montón de niños, mujeres abandonadas que no las ayuda el hombre (mujer mayor, San Luis).

Las prácticas también constituyen referentes para establecer distinciones en el entorno inmediato. La diversidad simbólica hace que quienes se encuentran próximos en el espacio físico se perciban socialmente distantes, en función de la forma en que son valorados, los estilos de vida o las prácticas religiosas y políticas.

[...] ellos le dedican muy poco tiempo a la familia, se salen del trabajo y se dedican a pistear [consumir alcohol] (varón joven, San Luis).

[...] yo veo que las mamás se van y dejan a los hijos solos, como que ellas ya están impuestas y yo no (mujer joven, San Luis).

[...] somos gente más católicos y aquí les habla uno de las cosas de Dios y lo ignoran a uno (varón mayor, combate).

Pero también la ubicación en el espacio inmediato constituye un referente en la diversidad simbólica señalada hasta ahora (véase figura 4). Entonces, puede decirse que las diferencias se establecen en función de la posición en él, la cual a la vez está relacionada con el mayor o menor acceso a determinados bienes y servicios.


Así, los que viven en la parte baja de la San Luis son reconocidos como los mejor situados en el espacio social, en función de las distintas formas del capital poseído, y los de la parte alta como los peor situados.

[...] aquí vives con gente de tu capacidad, de tu categoría, la gente que te puede entender como lo que eres, como una persona humilde (varón joven, parte alta de la San Luis).

[...] esas personas tienen unas buenas casas aquí abajo (mujer mayor, parte media de la San Luis).

[...] los de arriba se conforman porque están más amolados, hay muchas casas de cartón, es gente muy pobre (varón joven, parte baja de la San Luis).

Por su parte, quienes viven en la combate se distinguen espacialmente con quienes establecen más distancia social, es decir, con el grupo de indígenas mixtecos.

[...] los mixtecos están allá, en las orillas; como ellos están acostumbrados a diferentes formas, tienen otras costumbres, es rara la mujer que te contesta pero entre ellos sí, ellos son muy unidos (mujer joven, Combate).

Como se puede ver, se trata de percepciones múltiples, algunas coincidentes y otras contradictorias, a través de las que se expresa no sólo la diversidad de esquemas de percepción y apreciación explicables en función de la heterogeneidad de la población, como el lugar de procedencia, ubicación en el espacio físico, género, edad, etcétera, sino de posiciones en los subespacios sociales identificados, en los que se engendran los habitus, que orientan tales categorías de percepción, en virtud de su capacidad para operar como principios generadores de prácticas distintas y distintivas.

 

Diferenciación y campos conflictuales

El contraste en las formas de percibir el entorno inmediato y de valorar tanto las prácticas propias como las de los demás, a partir de la posición ocupada en el espacio social y físico, se traduce también en batallas simbólicas que pueden captarse a través de las valoraciones con las que se sancionan o critican comportamientos o se valoran actitudes o estilos de vida (Weber 1984, 6-7). Estas batallas afloran en la narrativa de los entrevistados en una diversidad amplia de aspectos: el entorno inmediato o el lugar, las prácticas y estilos de vida y las formas de liderazgo religioso o político que en él se asumen (véase figura 5).


El comportamiento del otro es sancionado cuando se trata del uso de los espacios comunes o de prácticas y estilos de vida.

[...] nosotros hemos alegado de por qué los vecinos tiran el agua en la calle (varón mayor de la San Luis).

[...] ellos se ponían a pistear y la música a todo volumen hasta que tuvimos una discusión muy fuerte; ya casi andábamos llegando a los golpes (varón joven, San Luis).

[...] he visto que algunas mamás dejan a sus niños con otras personas o he visto que les gritan, que los tratan mal y pues no está bien (mujer joven, combate).

Las luchas simbólicas igualmente se expresan al valorar las prácticas religiosas. La diversidad de credos34 desata percepciones encontradas, que oponen y distancian a los agentes sociales en medio de la competencia por el capital simbólico.

[...] aquí está otra iglesia evangelista que nos quitaba muchos seguidores, pues cada quien va buscando su verdad y respeto la decisión de cada quien (varón mayor, San Luis).

[...] aquí, cuando predicamos, la gente dice que sería bueno cambiar pero no cambian porque ser bueno es ser tonto (mujer joven, San Luis).

Otro espacio de conflicto es el referente al liderazgo ejercido por figuras como el sacerdote, pastor o líder del barrio, en torno a quien se desencadenan enfrentamientos en función de los conceptos éticos diferentes desde los que éste se valora. Estas batallas simbólicas son especialmente importantes, puesto que son numerosas en las narrativas.

Según lo expresado y quien lo dice, existe un acuerdo generalizado en ambos géneros y generaciones, de desacreditar a los líderes barriales. Ello habla de la permanencia de prácticas clientelares, expresa o implícitamente sancionadas, que contribuyen a mantener este tipo de valoración pero también a la pérdida de legitimidad del liderazgo, cuando los pobres no encuentran respuestas para obtener los bienes escasos en la región o la política, dos de las entidades principales a las que apelan, en la lucha para apropiarse de ellos. de ahí que el sentido generalizado de descrédito haga que, por ejemplo, la diversidad de credos sea percibida como incapacidad de los líderes religiosos para atraer seguidores, o bien el cambio de religión y el liderazgo barrial como elección fincada en el interés personal para obtener dividendos. Los fragmentos de entrevistas siguientes expresan lo anterior.

Lo mismo ocurre cuando se interpela soterradamente al Estado, en el escenario privado de la entrevista, personificado en las instituciones (administración pública, Congreso) (véase figura 6).


Así, tenemos que se aprecia una suerte de descrédito y desconfianza generalizada, como ocurre con la autoridad informal, en el que políticos e instituciones (personificadas por sus representantes) son identificados como fuente de agravios. El mayor es la exclusión, como puede constatarse en las narrativas. Éste se asocia con la incapacidad de las instituciones públicas para responder a las expectativas del medio urbano, como servicios y seguridad pública, y a los derechos vinculados con las cotizaciones producto de la inserción en el mercado de trabajo, sobre todo los servicios de salud y educación, que constituyen los bienes más apreciados.

Pero también el significado de descrédito está asociado con la desvinculación entre moral y política; percibida en los proyectos y programas en los que se depositan las expectativas para mejorar las condiciones materiales de existencia, que están encarnados en individuos cuya credibilidad está en entredicho, pues personifican el sistema excluyente en que éstas se inscriben (Bourdieu 1999b, 161-164).Vistos en conjunto, los fragmentos de entrevista, hablan de un imaginario colectivo en el que se imbrican agravio e ilegitimidad, como fuentes de sentido en la percepción de la condición de pobreza y exclusión.

En la perspectiva de estos agentes sociales, cuya coestructuración simbólica se encuentra signada por la desconfianza, la identificación con el otro próximo resulta problemática en un espacio social donde privan los signos distintivos, materiales y simbólicos. Así, se refleja la percepción de la dimensión excluyente y las valoraciones que también lo son de la ciudad dual, en la configuración de un espacio social de exclusión doble.

 

Conclusiones

Puesto que el propósito del análisis social es la interpretación de los efectos de las configuraciones de la realidad sociocultural, es necesario referirse a la actividad consciente de los individuos ya que constituye uno de sus elementos; "una evidencia cualitativa específica, de dimensión singularísima" (Weber 2001, 175). Asimismo, la mención al modo en que los sujetos interpretan el mundo y sus acciones en la génesis, mantenimiento y reproducción o modificación de los fenómenos sociales. de ahí que sea necesaria la referencia a la acción y el sentido, para captar, en una perspectiva comprensiva, el momento del curso del desarrollo sociocultural que se constituye en objeto del análisis social, que no es lineal ni consiste en ciclos cerrados, como plantea Javier Rodríguez (1995, 53), en su interpretación de Weber. Esta fue la intención del presente estudio, al abordar la realidad social objeto de indagación, con este tipo de enfoque.

Además de las cifras y los indicadores estadísticos, la intención fue conocer la imagen que se gesta y sumerge en la experiencia, las actividades y disposiciones de los sujetos de estudio, para conocer sus referentes respecto de su identidad sociocultural. Así se logró destacar aspectos fundamentales de esa dimensión excluyente de las ciudades duales, tan extendidas no sólo en los países latinoamericanos.

También se revelaron algunas de las contradicciones desatadas por configuraciones sociales nuevas, en parte producidas por la imbricación de lo global y local. Esto se observó al identificar los significados múltiples y divergentes empleados por los sujetos de estudio para darle sentido a sus vidas, a las de los demás y en general al contexto del que forman parte. por tanto, en la obra de Weber se hace referencia a que la heteronomía de los fines constituye una corriente renovada que transmuta la intención en consecuencias no pretendidas por el actor que, en el caso de las colonias San Luis y Combate; dan lugar a procesos de diferenciación tan visibles. Esto es, el distanciamiento con un medio que trastoca las formas de engarce con la vida social, donde algunos asideros simbólicos se volatizan y el entorno físico y social se reconoce como propio, pero también ajeno, lo que causa desencanto o incertidumbre con respecto a las expectativas alentadas de manera subjetiva (Weber 2001, 190).

En el escenario particular estudiado, las referencias y referentes identitarios son múltiples, y la atribución de sentido revela que la identificación con el otro próximo supone un proceso inestable y confuso en el que coinciden la diversidad de grupos, prácticas, historias vividas y fuentes de significado. Es decir, un entramado que configura un tejido particular donde lo propio y lo ajeno desaparece y surge otra vez, en la emergencia de procesos en cuya dinámica se redefine la imagen propia y la de los demás. Se trata de identidades en las que el ser y el deber ser se enfrentan, amalgaman e imbrican continuamente, para orientar la acción frente a lo nuevo e instantáneo de muchos de los procesos que supone la articulación de lo global y local en diversas esferas de la vida social: el trabajo, familia, interacciones y los significados atribuidos a ellas.

Para finalizar, hay que señalar que en el contexto aparentemente homogéneo de la pobreza en el medio urbano, la unidad de lo diverso fluye no sólo a través de formas distintas de vivir sino de interpretar la realidad. La identificación de subespacios a partir de diferencias económicas, laborales, educativas y simbólicas en el escenario explorado, induce a adelantar la hipótesis de que el espacio social bourdiano admite múltiples variantes, en tanto que particularidades de lo posible, y que éstas asumen especificidades también distintas, en función de la coincidencia de configuraciones económicas, políticas y socioculturales en el fluir de la historia, espacio temporal y delimitaciones del contexto.

Así, se puede decir que los excluidos expresan diversas contradicciones vividas en los "márgenes" de este lado de la globalización, y que a la vez son indicativas de la singularidad de un proceso planetario que asume particularidades y especificidades, que también supone consecuencias no pretendidas en lo relativo a la homogeneidad a la que apela.

 

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Notas

1 En un estudio sobre migración y urbanización en Sonora (Castro 2000, 397) se plantea que el ritmo de crecimiento de la población de las zonas urbanas del estado se vincula con una cadena de procesos que data de mediados del siglo XX. Primero, dicho crecimiento estuvo ligado a la expansión y modernización de la agricultura, de la cual se derivó el auge en la instalación de agroindustrias y el aumento de las actividades comerciales y de servicios en ciudades como obregón y Hermosillo. Posteriormente, siguió aumentando la población urbana, en detrimento de la rural, además de sumarse la crisis de la agricultura y la instalación de la industria maquiladora de exportación en los años sesenta, que jugaron un papel significativo en dicha transformación, así como el despegue posterior de las actividades terciarias.

2 En el mismo estudio (Ibid., 399) se señala que de acuerdo con los datos censales, la población nacional que cambió su lugar de residencia a Sonora proviene de Sinaloa, Baja California, Chihuahua y en menor medida del Distrito Federal, Jalisco, Nayarit y Michoacán. Además, se lanza la hipótesis de que la tendencia a una mayor concentración urbana de población en Sonora irá en aumento, merced al proceso de desconcentración iniciado en las grandes metrópolis como el Distrito Federal y Guadalajara, entre otras cosas. Ello sugiere un cambio en los flujos principales de emigrantes que antes se dirigían a las grandes urbes mexicanas, y que ahora se reorientan a las ciudades medias o más pequeñas, en las regiones de gran dinámica económica. Se afirma, además, que de confirmarse dicha transición en los patrones migratorios, puede esperarse que ciertas ciudades sonorenses continúen atrayendo población emigrante, en especial las de mayor dinamismo y diversificación económica, como las fronterizas y la capital.

3 El trabajo empírico se realizó en las colonias San Luis y Combate, ambas situadas en la salida norte de Hermosillo, a un costado de la carretera internacional que conduce a diversos municipios fronterizos de Sonora y a Estados Unidos. Ambos asentamientos se configuraron merced a procesos de invasión en distintos momentos del desarrollo regional (San Luis durante la segunda mitad de la década de 1970 y la combate a principios de 1990), muchas de las familias afincadas en el lugar provienen de diversas zonas rurales de Sonora, Sinaloa, chihuahua, Baja california, Jalisco, Oaxaca y Veracruz.

4 La estrategia de investigación combinó métodos y técnicas cuantitativos (exploración de datos secundarios, censo familiar y estudio sobre percepción del lugar —éste último realizado en las escuelas primaria y secundaria— en las colonias San Luis y combate) y cualitativo (entrevista a profundidad y observación etnográfica) que, en conjunto, permitieron reconocer el escenario de investigación, sus características y los significados a partir de los cuales los actores sociales le dan sentido a su realidad.

5 Se utilizan las categorías bourdianas referidas como herramientas metodológicas, a fin de identificar la distribución de los sujetos de estudio en la parte del espacio social en que se encuentran situados, y acercarse a la comprensión de las diferencias encontradas en las prácticas, tomas de posición y percepciones.

6 Asimismo, es pertinente puntualizar que más que replicar, con propósitos de comparación, el tipo de análisis que Bourdieu realiza para explicar las diferencias de la sociedad francesa de los años setenta, aquí la intención fue captar las particularidades de una realidad empírica histórica y contextualmente situada, para indagarla y comprenderla como caso particular de lo posible; como de un universo finito de configuraciones posibles (Bourdieu 1999a, 12).

7 Entendido el lenguaje en su acepción más amplia, los diversos modos de expresividad humana se organizan como expresiones del lenguaje. Por tanto, los lenguajes no sólo son verbales, sino también sistemas de gestos, que varían de una cultura a otra, los estilos artísticos, las formas de vestir, los juegos, etcétera. La subjetividad del actor se manifiesta mediante cualquiera de estas formas de expresión.

8 De ahí que se utilizaran las narrativas de los sujetos de estudio como una de las fuentes principales de análisis, con la intención de captar las referencias valorativas.

9 Se utilizarán las categorías de actor social y agente social cuando se haga referencia a los sujetos de estudio de la investigación, a partir del marco conceptual de Weber o Bourdieu, respectivamente.

10 Al respecto, el término "co-estructurar" es más pertinente que construir . Habría que precisar que los actores sociales no "construyen" las identidades en el vacío, sino en un mundo "cohabitado". En lo sucesivo, cada vez que se haga referencia al término "construir", se hará por respetar el planteamiento de quienes así lo conciben.

11 vivienda conformada por una sola habitación, que funciona como cocina y dormitorio.

12 Entre las clases populares, se señala a los obreros especializados como la categoría más desfavorecida (Bourdieu 2000, 514). Por el contrario, en el escenario de la presente investigación, éstos tienen la mejor posición en el espacio social en que se sitúan los pobres.

13 Queda fuera de esta investigación la consideración de las "fronteras", entre los llamados mundo desarrollado y en desarrollo.

14 Sobre todo en cuanto al capital simbólico.

15 Véase el esquema en (Bourdieu 1999a, 17).

16 De acuerdo con Bourdieu (1999a, 18), constituyen los dos principios de diferenciación más eficientes.

17 Se consideró el tipo de salario devengado de acuerdo con la diferenciación utilizada por los entrevistados: salario inferior al mínimo, el mínimo y superior al mínimo. Ello en virtud de la resistencia de los sujetos de estudio para dar información sobre el monto mensual de sus ingresos.

18 Se consideró este indicador como variante del capital cultural, identificado por Bourdieu como capital escolar (2000, 78-81).

19 Los trabajadores agrícolas se encuentran vinculados a los beneficios de la seguridad social (servicios médicos, pensión por accidentes de trabajo, etcétera) únicamente durante el tiempo que dura la contratación, y tanto los albañiles independientes como los vendedores ambulantes están excluidos de dichos beneficios.

20 Los obreros de la construcción se distinguen de los situados en el subespacio 1 en virtud de que, aunque se trata igualmente de una posición de cualificación baja, al estar vinculados a las empresas constructoras reciben los servicios de la seguridad social. Además, existen diferencias en el nivel de instrucción.

21 Si bien estos trabajadores no cuentan con los servicios de la seguridad social, dicha situación se compensa con sus ingresos superiores, si se comparan con los del subespacio 1, que además de estar en esta misma condición reciben ingresos equivalentes o inferiores al salario mínimo y no tienen instrucción formal.

22 Aunque los entrevistados no refirieron el monto de sus ingresos, la mayoría señaló que eran mayores a los recibidos cuando trabajaron por contrato, antes de independizarse.

23 A diferencia de quienes se sitúan en el subespacio 2, que concluyeron la instrucción primaria, en el subespacio 3 hay más sujetos con secundaria y bachillerato.

24 Algunos, sobre todo los empleados en instituciones de seguridad social y algunos obreros de la industria local refieren tener contrataciones indefinidas.

25 Nos referimos al crédito para la adquisición de muebles y enseres para el hogar (a través del Fondo Nacional para el Consumo de los Trabajadores-FONACOT).

26 Durante la fase exploratoria se realizó un estudio en las escuelas primarias de ambas colonias y la secundaria de la San Luis, para recopilar información mediante un cuestionario aplicado a los niños y adolescentes con un doble propósito: conocer el imaginario infantil, a través de la percepción del entorno inmediato y las aspiraciones, y obtener información relativa al nivel de instrucción y condición laboral de los padres, así como sus domicilios. Esta última información permitió elaborar un padrón de las familias del lugar, que facilitó tanto la selección de sujetos a entrevistar, como su localización. El cuestionario se aplicó a 263 niños en la colonia San Luis y a 175 en la invasión Combate.

27 La información censal está desagregada por colonia solamente en el conteo de población y vivienda realizado por el instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) en 1995. Además, en lo que respecta al tipo de actividad, la población es distribuida de acuerdo con grandes grupos por sector económico (primario, secundario y terciario), y de acuerdo con la posición en el trabajo, el total de la población se encuentra agregada alrededor de tres categorías: jornalero o peón, obrero o empleado y ocupación independiente.

28 Esto coincide con los resultados de una investigación realizada por Vila (2003) en la frontera entre Ciudad Juárez, México y El Paso, Texas, a partir de los cuales se afirma que los mexicanos en general utilizan un sistema clasificatorio basado en el criterio organizador de región para entender comportamientos y actitudes, con lo que este sistema regionalista les permite anclar un rótulo identitario en un área geográfica específica.

29 Expresión utilizada en sentido metafórico, por lo que la afirmación no está basada en relaciones estadísticas.

30 cuantos más atributos se establecen para la diferenciación del otro, mayor es la distancia simbólica.

31 para la selección de entrevistados, una de las variables consideradas fue la generación (que es soporte de prácticas, valores, estilos de vida y percepciones), a fin de identificar las atribuciones de sentido de dos generaciones: los jóvenes (18 a 24 años) y los mayores (50 años y más).

32 Si bien en algunas regiones del sur del país el término guacho significa soldado, en el discurso de los entrevistados se utiliza en diferentes sentidos, bien para diferenciarse de la gente del sur del país de acuerdo con criterios antropomórficos, que es el más relevante, o bien para aludir a las actitudes o al comportamiento.

33 Jenkins distingue entre identidad nominal e identidad virtual. La primera es el nombre y la segunda la experiencia de una identidad, lo que significa tenerla. afirma que es posible para los individuos compartir la misma identidad nominal, y significar cosas muy diferentes en la práctica, esto es, tener diferentes consecuencias en sus vidas como para hacerlo diferente. Esta distinción se relaciona con la de categoría-grupo, pero no se limita a ella. pero lleva de nuevo a las consecuencias de la identificación por otros, como en la etiqueta. y la distinción es importante. El nombre puede ser el mismo —x por ejemplo—, mientras que la experiencia de ser un 'x' puede cambiar de forma dramática; de igual manera, la experiencia puede permanecer relativamente estable, mientras que el nombre cambia. También pueden cambiar ambos, tanto el proceso de identificación-grupo como el de categorización contribuyen a este abanico de posibilidades.

34 Algunos de los sujetos de estudio revelaron la existencia de múltiples iglesias, tanto en la San Luis como en la Combate: [...] aquí predominaba la iglesia católica pero ahora hay muchas religiones (varón joven, San Luis); [...] aquí, entre la San Luis y la Combate hay ocho iglesias, con diferentes nombres pero todos son testigos de Jehová (mujer joven, Combate).

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