SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.16 número30La deslocalización de la producción en la era global: diferencias regionales en la industria maquiladora de MéxicoLa transición votada: Crítica a la interpretación del cambio político en México índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Región y sociedad

versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.16 no.30 Hermosillo may./ago. 2004

 

Notas críticas

 

El horizonte epistémico del cuerpo

 

Lourdes C. Pacheco Ladrón de Guevara*

 

* Centro Multidisciplinario de Investigación Científica, Universidad Autónoma de Nayarit, Ciudad de la Cultura Amado Nervo, C.P. 63190 Tepic, Nayarit, México. Teléfono: 01311- 2118800 ext. 8906. Correo electrónico: lpacheco@nayar.uan.mx

 

Introducción

En este documento se reflexiona sobre las consecuencias que la abstracción del cuerpo ha tenido dentro del proceso del conocimiento en la tradición de la ciencia occidental. Su objetivo es contribuir a la discusión sobre los límites del conocimiento surgidos a partir de la razón, como forma de conocimiento hegemónico.

 

El cuerpo como obstáculo epistemológico

El primer conocimiento es el del cuerpo y, sin embargo, en la tradición del conocimiento científico el cuerpo se convirtió en el primer obstáculo epistemológico. La ciencia fundada por Descartes se opuso al cuerpo y sus productos. Más que oponerse, lo destierra: el cuerpo no participa en el acto de conocer.

Minerva surgió de un dolor de cabeza de Zeus. Como diosa de la sabiduría, sólo podía provenir de la parte superior del cuerpo. La cabeza, tan alejada de la tierra, tiende hacia el cielo, el lugar de los dioses. En la tradición occidental, el cuerpo se encuentra opuesto a la mente. En esta última se ubicó el origen del saber y, por ende, el lugar de los pensamientos nobles, de la ciencia y el arte. Durante largos años, la ciencia fue conocida como el resultado de la mente.

El cuerpo fue constreñido. El conocimiento que surgió de él fue ocultado y confinado dentro de los parámetros de lo prohibido. De los conocimientos del cuerpo se tenía que desconfiar, ya que se asimilaban a procesos de la naturaleza. El cuerpo constituía la parte animal de los humanos. En cuanto el lenguaje del cuerpo se acallaba, se silenciaba lo primitivo de lo humano y podía surgir el lenguaje de la civilización, centrada en la mente.

Para el espíritu científico todo conocimiento es una respuesta a preguntas (Bachelard, 1982) y debe formarse en contra de la naturaleza resistiéndole. El cuerpo fue equiparado con la naturaleza; en particular, el cuerpo de las mujeres. Si de ellas provenía la vida, si tenían retoños de hembra, su destino, en la tradición positivista, fue el dominio una vez que fue analogada a una fuerza más de la naturaleza. Al decir de Descartes, lo mejor que le podía ocurrir a las mujeres, conceptualizadas como sólo cuerpo, era ser conquistadas, usadas en beneficio de la civilización. Es decir, de la mente, es decir, de los varones.

El destierro del cuerpo, como fuente de conocimiento, coincidió con la construcción del perfil patriarcal de la sociedad occidental, un sistema en donde las relaciones sociales se basan en el predominio del varón adulto (Sánchez, 2000). El cuerpo, de donde emerge la vid a , fue negado dentro de la tradición occidental como fuente de conocimiento, pero, a su vez, a partir del Renacimiento, fue: convertido en objeto de investigación y, por lo tanto, fraccionado para su estudio. El cuerpo, asimilado con lo bajo (sus instintos, pasiones y necesidades) fue subalternizado por la mente, equiparada con lo alto (los ideales, la espiritualidad, la causa final). El proceso de dar vida, función esencial del cuerpo, se asimiló a un proceso natural, y por tanto, anterior al momento cultural y civilizatorio: el momento de lo primitivo, lo no controlado.

La presente reflexión parte del reconocimiento de la participación del cuerpo en la construcción del conocimiento. El acto de observar, medir, interpretar y cuantificar, entre otros, no excluye la corporeidad del sujeto. Estas premisas se sitúan frente a aquellas que postulan como sujeto epistémico pertinente al dotado de razón, alejado y distante de los hechos observables. Se propone, por tanto, reconocer cómo el supuesto de la racionalidad científica es una forma particular de conocimiento que le otorga al sujeto una forma específica de conocer.

 

El silenciamiento del cuerpo

Las comunidades epistémicas proceden de formas específicas para legitimar ciertos sistemas de creencias, entre los que se ubica la forma de hacer ciencia como un sistema más de creencia (Villoro, 1998). Las formas y estrategias de validación de lo que puede considerarse conocimiento científico se han modificado con el tiempo. Por ejemplo, en el siglo XIX se consolidó la unidad de la ciencia, sin que hubiera diferencias fundamentales entre ciencias naturales y sociales. El modelo de la ciencia correspondía a las ciencias físicas. El largo camino de la consolidación del método científico, y del informe científico como texto científico, protagonizó una severa lucha por canonizar el discurso productor de verdad (Medina, 2000). Sólo era posible la ciencia social si participaba de los principios de las ciencias naturales: un solo método científico, correspondencia entre conceptos, observaciones empíricas y hechos u objetos; la experiencia como criterio último de verdad y la neutralidad de las aseveraciones, entre los más importantes.

Actualmente está en crisis la forma en que se abordan los problemas desde el intelecto. Se cuestiona el tipo de racionalidad surgida a partir del siglo XVI con Descartes, racionalidad que se convirtió en la única racionalidad posible. La crisis de la racionalidad científica toca todos los rincones de la actividad productora de conocimiento y cuestiona la producción de sentido. La crisis de la razón pone en duda el punto de partida de lo científico. Dentro de la filosofía de la ciencia natural, el empirismo lógico se vio sometido a la crítica. Khun y Lakatos, entre otros. Surgió así una nueva filosofía de la ciencia que pone en entredicho los supuestos de los puntos de vista precedentes. Por ejemplo, se rechaza la idea de las observaciones teóricamente neutrales; se cuestiona a la ciencia como descubridora de leyes naturales, entre otros. En esta crítica de la ciencia tradicional, lo más importante es la postulación de la ciencia como una actividad interpretativa, de modo que los problemas de significado y contextualización adquieren una relevancia central para las teorías científicas (Giddens et al., 1990).

En la historia de la ciencia, el cuerpo ha sido silenciado. Khun (1982) afirma que tanto el historiador como el científico vieron el desarrollo de la ciencia como una marcha casi mecánica del intelecto. Su búsqueda era el descubrimiento de los secretos de la naturaleza y la afinación de métodos intelectuales para lograr ese conocimiento.

El intelectualismo estuvo vinculado al puritanismo. El puritanismo estimuló el avance de la ciencia poniendo de relieve el trabajo como forma de lograr una comunicación directa con Dios. De ese puritanismo se excluía el cuerpo, sus procesos y resultados. La relación con Dios sólo tenía lugar a través de una relación espiritual e intelectual. El cuerpo, vinculado a las necesidades, a la contingencia, a lo terrenal no podía ser el vehículo de la comunicación con Dios. Entre los griegos había surgido la idea de que el cuerpo era algo desdeñable: era una sombra o reflejo de una realidad perfecta que existe en otro mundo, el mundo del Ideal. Con el predominio del cristianismo, el cuerpo, corruptible, se convirtió en un peso para el alma (González, 2003).

Ese silenciamiento del cuerpo fue la base del desarrollo científico. Sólo se podía lograr ciencia verdadera, en tanto el sujeto apareciera ante la realidad a estudiar, fuera de las determinaciones subjetivas. "Al espectáculo de los fenómenos más interesantes, el hombre va naturalmente con todos sus deseos, con todas sus pasiones, con toda su alma. No debe, pues, asombrar que el primer conocimiento objetivo sea un primer error" (Bachelard, 1982). La ciencia se ocupa de observar, describir, definir, clasificar, medir, experimentar, generalizar, explicar, predecir, valorar y controlar el mundo (Scriven, 1982), procesos mentales donde no pueden participar la subjetividad, los afectos, las emociones, la temporalidad e historicidad. Para que hubiera ciencia debieron excluirse las formas de conocimiento a partir del cuerpo.

Pensar se convirtió en una actividad de totalización. La ciencia, intelectualizada, propuso una forma de razonamiento ante el mundo complejo donde el cuerpo, de subordinado, pasaba a ser excluido.

 

Las posibilidades de conocimiento a partir del cuerpo

¿Cómo es conocer desde el cuerpo? Si el conocimiento que se crea a partir del intelecto parte de preguntas, de la indagación sobre causas, el conocimiento a partir del cuerpo surge de realidades, de síntesis y relaciones, de determinaciones y circunstancias, nunca definitivas, siempre en constante construcción porque el último minuto nos constituye. El ideal científico se construyó al investigarse las consecuencias de determinadas causas, p e ro sin llegar a cuestionar las causas finales, pues ello implicaría introducirse en el ámbito de las explicaciones teleológicas. De esta manera, una postura epistemológica se convirtió en metodología normalizada, ya que el método de investigación de lo social pregunta por las causas inmediatas sin introducir cuestionamientos sobre las causas finales o de mayor profundidad. A ello se le ha denominado filosofía de la ciencia y se hace abstracción en el ejercicio de la ciencia normal.

Ante la crisis de los modos de conocer (basados en la razón), es necesario incorporar otros ángulos ideológicos, valorativos, afectivos, circunstanciales. El acto de conocer, lejos de reducirse a un momento, se amplía a los diversos horizontes de la vida y cambia en el transcurso del mismo proceso. Se incorpora la dimensión de circunstancialidad como una modalidad de la historicidad de los procesos.

La génesis de la realidad social es un proceso intenso en determinaciones y rico en dimensiones. Recuperar el cuerpo para replantear el conocimiento es recuperar al sujeto. Rehacer su historicidad en la medida en que el cuerpo mismo es signado por la historia, la cultura y el poder. Recuperarlo como protagonista y actor de la historia. En palabras de Foucault "[...] no concibo una historia de las mentalidades que tome en cuenta los cuerpos sólo a través de la forma en que se los ha percibido y se les ha dado sentido y valor, sino una 'historia de los cuerpos' y la forma en que se ha investido lo más material y vital de ellos" (Foucault, 1988).

Recuperar el cuerpo es recuperar el sujeto que había sido abstraído del método científico en aras de evitar la distorsión de los resultados de investigación. El cuerpo es un campo desde el cual es posible crear realidades alternativas, de transformar el conocimiento en conciencia y en afectos. Eso se logra a partir de reconocer al cuerpo como constitutivo de sujetos epistémicos.

El sujeto epistémico pertinente había sido definido como el observador colocado en un lugar independiente, apartado del objeto observado; adulto; dentro del ámbito de la escritura; poseedor de una cultura europea y cuya herramienta fundamental para conocer era la razón. Del sujeto epistémico se excluía la subjetividad, los afectos; los productos del cuerpo.

Pero conocer es un proceso de la materia viva (Bagú, 1975) donde todo el corpus participa en ella de manera involuntaria (sin pasar por la conciencia), de ahí la necesidad de articular las relaciones entre razón y emoción, entre mente y cuerpo, desde la base de sus procesos estructuradores. El proceso de conocer a partir del cuerpo examina, selecciona, ordena, clasifica, elimina, almacena, agrupa, transmite e interpreta de acuerdo con las circunstancias de quien o quienes lo realizan.

En el proceso de conocer el cuerpo no es pasivo sino activo. Recomponemos los datos que reciben nuestros sentidos en el momento mismo de ser recibidos y los incorporamos a la reserva de datos que ya teníamos. En el acto de conocer se unen el conocimiento y la praxis, la gnosia y la praxia (Bagú, 1975). Proceso en el que el elemento conciente de coordinación y orientación se articula con la aptitud sensorial y la aptitud motora.

 

La recuperación del cuerpo excluido

La incorporación del cuerpo en el proceso de conocimiento se traduce en la incorporación del sujeto como una unidad social, psíquica, cultural, históricamente determinada, circunstancial, dentro de relaciones sociales y afectivas que lo circunscriben. Desde su posición incompleta accede a conocer el mundo como una forma de conocerse a sí mismo.

Conocer desde el cuerpo no es sólo reconocer la existencia de la subjetividad en el proceso de conocimiento. La subjetividad, el ámbito de la necesidad, lo contingente, la fuente de los errores, el sesgo introducido en las observaciones. La ciencia convirtió a todo el mundo y sus procesos en objeto de observación, menos al observador. La ciencia sin sujeto excluyó al sujeto de la ciencia y, por ende, de la historia. A partir de la segunda mitad del siglo XX se develó el proceso de la subjetividad en el proceso del conocimiento, así como la condición del investigador como observador-observado (Foucault, 1990; Maturana, 2003; Lander, 2000; Barrett y Phillips, 2002; Zemelman, 2000). Ante la dicotomía objetividad-subjetividad, la incorporación del cuerpo aparece como una enteridad. Tradicionalmente:

El mundo de la cientificidad era el mundo del objeto, el mundo de la rigurosidad científica, mientras que el mundo de la subjetividad era el mundo de la filosofía, de la reflexión y la especulación. Ambos dominios se consideraban legítimos pero mutuamente excluyentes (Fried, 1996:22).

El desarrollo de una epistemología del cuerpo equivale a considerar procesos y espacios perdidos de la percepción tanto como las sugerencias conceptuales para su constitución. Significa recuperar el cuerpo como un universo excluido. ¿Cuál es el papel del cuerpo en la aprehensión/reconstrucción? ¿Qué criterios se deben utilizar en la definición de las dimensiones de la percepción? No hay observaciones ni reflexiones puras, independientes de las sensaciones de los sujetos. De ahí que todo conocimiento es una percepción/selección/traducción/interpretación.

La percepción es selectiva: no se ve todo lo que se podría ver, sino sólo aquello que se está en capacidad de ver. La percepción es producto de un largo proceso. Funciones como ver, oír, sentir, son fruto de adiestramiento. Piagety García (1985) afirman la eliminación de las fronteras entre lo que aporta el sujeto y el objeto, ya que la aproximación al conocimiento se da en procesos de acercamientos sucesivos. Foerster (1996) identificó que todas las señales enviadas desde lo sensorial a la corteza cerebral son iguales: si una neurona de la retina envía una señal visual a la corteza, esa señal tendrá la misma forma que las señales provenientes de los estímulos emanados de los oídos o de las puntas de los dedos. De acuerdo con este autor, no es posible establecer distinciones cualitativas entre los diversos tipos de señales. A ello le llamó codificación indiferenciada, lo que permite cuestionar la idea de que distinguimos unas cosas de otras por la información que recibimos del mundo externo. Por el contrario, es el observador quien determina qué observa y cómo.

 

El cuerpo excluido regresa

El destierro del cuerpo es la supresión, pero lo suprimido regresa. En más de una ocasión, como pesadilla. No existe aún una nueva ciencia que incorpore el cuerpo dentro de una postura de enteridad del conocimiento, pero, al menos, la ciencia empieza a liberarse de posturas positivistas (Khun, 1982) como balbuceos. El momento epistémico de la ciencia tiene que repensar sus supuestos de pensamiento, romper con los parámetros construidos para no negar las múltiples posibilidades de cognoscibilidad (Zemelman, 2000:42).

Desde este punto de vista cualquier ruptura es una ruptura epistemológica. Dejar de navegar en la teoría, en la dicotomía objetividad-subjetividad para incorporar más realidad y enriquecer el conocimiento con otras dimensiones. El reto es poner el conocimiento nuevamente en contacto con las condiciones que le dieron nacimiento. No hacer abstracción de los sujetos que piensan, sienten e imaginan, sino incorporar a la multiplicidad de sujetos con sus posturas diferentes. Reconocerse como sujeto a partir del cuerpo y dejar de considerar el cuerpo como mera circunstancia.

El conocimiento a partir del intelecto ha construido utopías erradicando a los sujetos y sus cuerpos. Utopías totalizadoras tendientes al control de mentes y cuerpos. La incorporación de los sujetos como enteridades permitirá construir nuevas realidades donde la utopía sea el reconocimiento del cuerpo: la liberación de las mentes, de los cuerpos, de las prisiones en que se les ha confinado hasta ahora.

Finalmente, de acuerdo con los objetivos del presente escrito, se ha ahondado en el conocimiento científico como una forma particular de conocimiento, lejos de representar una forma universal. Hoy el avance del conocimiento implica incorporar el cuerpo, lo excluido, dentro del paradigma del método.

 

Bibliografía

Aguado, Eduardo y Rosario Rogel (2001), "La recuperación del observador en la reconstrucción del dato: una perspectiva constructivista", ponencia presentada en el XXIII, Congreso de la Asociación Latino-Americana de Sociología, Guatemala, Ciudad Antigua, Guatemala, 29 de octubre al 2 de noviembre.         [ Links ]

Bachelard, Gastón (1982), La formación del espíritu científico, México, Siglo XXI.         [ Links ]

Bagú, Sergio (1975), Tiempo, realidad social y conocimiento, México, Nuestro Tiempo.         [ Links ]

Barrett, Micheley Anne Phillips (comps.) (2002), Desestabilizar la teoría, México, UNAM-PUEG.         [ Links ]

Foerster, Heinz Von (1996), "Visión y conocimiento: disfunciones de segundo orden", en Dora Fried Schnitman (coord.), Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad, Barcelona, Paidós.         [ Links ]

Foucault, Michel (1988), Historia de la sexualidad. 2: El uso de los placeres, México, Siglo XXI.         [ Links ]

---------- (1990), La arqueología del saber, México, Siglo XXI.         [ Links ]

Fried Schnitman, Dora (coord.) (1996), Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad, Barcelona, Paidós.         [ Links ]

Giddens, A. et al. (1990), La teoría social hoy, México, Alianza/Conaculta.         [ Links ]

González Crussi, Francisco (2003), Los cinco sentidos, México, CONACULTA-INBA.         [ Links ]

Kuhn, Thomas (1982), "La historia de la ciencia", en Ensayos científicos, México, CONACyT, pp. 63-86.         [ Links ]

Lander, Edgardo (2000), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, perspectivas latinoamericanas, Venezuela, UNESCO.         [ Links ]

Maturana, Humberto (2003), El origen de lo humano,www.humberto-maturana.com/        [ Links ]

Medina Doménech, Rosa María (2000), "Ideas para perder la inocencia sobre los textos de ciencia", en M. J. Barral et al. (eds.), Interacciones ciencia y género. Discursos y prácticas científicas de mujeres, España, Icaria-Antrazyt, pp. 103-128.         [ Links ]

Piaget, Jean y Rolando García (1985), Psicogénesis e historia de la ciencia, México, Siglo XXI Editores.         [ Links ]

Sánchez, Dolores (2000), "Androcentrismo en la ciencia. Una perspectiva desde el análisis crítico del discurso", en M. J. Barral et al. (eds.), Interacciones ciencia y género. Discursos y prácticas científicas de mujeres, España, Icaria-Antrazyt, pp. 161-184.         [ Links ]

Scriven, Michael (1982), "Filosofía de la ciencia", en Ensayos científicos, México, CONACyT, pp. 87-106.         [ Links ]

Villoro, Luis (1998), Creer, saber, conocer, México, Siglo XXI.         [ Links ]

Zemelman, Hugo (2000), Problemas antropológicos y utópicos del conocimiento, México, El Colegio de México.         [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons