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Región y sociedad

versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.13 no.22 Hermosillo jul./dic. 2001

 

Reseñas

 

Scott Lash y John Urry (ed.) (1998), Economías de signos y espacios. Sobre el capitalismo de la posorganización

 

Ulises Ponce Mendoza*

 

Buenos Aires, Amortorrou, 465 pp.

 

* Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales de El Colegio de Sonora. Correo electrónico: uponce@colson.edu.mx

 

La nueva economía es un fenómeno que se gestó en los años setenta e inició su transformación de la economía desde los laboratorios de microelectrónica de los Estados Unidos para expandirse en menos de 25 años a todo el mundo. Es una economía rica en símbolos y en conocimientos aplicados al proceso de producción. Es global desde su origen, pero también asimétrica y segmentada por países, regiones e inclusive localidades.

Durante los últimos 10 años, los estudiosos se han enfrascado en un intenso debate sobre los alcances de este fenómeno, tratando de determinar entre otras cosas si nos enfrentamos a un nuevo paradigma tecnoproductivo o simplemente se trata de una variante del actual. Scott Lash y John Urry plantean una solución al debate mediante el análisis de la subjetividad de los agentes económicos (agentes definidos como capital, fuerza de trabajo e información) y sobre la reflexividad humana, aplicando para ello los conceptos de la dualidad de la estructura y reflexividad, de Anthony Giddens, así como los conceptos marxistas sobre el proceso de circulación del capital.

El concepto central en su trabajo es el de "acumulación reflexiva" mediante el cual tratan de captar el contenido cultural de los procesos económicos y la capacidad cada vez mayor de la sociedad para acumular conocimiento y aplicarlo a sus actividades diarias, un fenómeno denominado informacionalismo. Con base en este concepto hacen un recorrido por los diferentes paradigmas tecnoproductivos y comparan los tipos de reflexividad involucrados en cada paradigma. Finalmente, y muy a tono con su orientación marxista, hacen una propuesta para corregir el vaciamiento de sentido de los agentes participantes de la vida socioeconómica posmoderna y así evitar llegar a un estado de anomia intelectual.

En el capitalismo liberal del siglo XIX, los circuitos de los diferentes tipos de capital operaron en el nivel de la localidad o la región, en general con muy poca intersección entre sí. En el siglo XX los flujos del dinero, los medios de producción, los bienes de consumo y la fuerza de trabajo alcanzaron una escala definidamente nacional, bajo el llamado capitalismo organizado. Las sociedades avanzadas asistieron a la aparición de la gran empresa burocrática, integrada nacionalmente en el sentido vertical y a veces horizontal. Además, los gremios profesionales locales fueron reemplazados por sindicatos de industria cuyo dominio territorial se "estiró" hasta alcanzar dimensiones nacionales. Los mercados de mercancías, de capital y aún de fuerza de trabajo cubrieron la economía de naciones enteras.

La producción de tipo fragmentado y flexible acompaña a la "desorganización" del capitalismo a fines del siglo XX. Los circuitos de mercancías, de capital productivo y de dinero se estiran cualitativamente hasta internacionalizarse al compás del aumento en el comercio global, la inversión extranjera directa, y los movimientos financieros globales. Esta economía trasformada es "posfordista", porque sucede a la era de la producción en masa y del consumo en masa, y es al mismo tiempo posmoderna. Tres de las formas de capital (dinero, capital productivo y mercancías) que circulan en un espacio internacional, son objetos. La cuarta, el capital variable o fuerza de trabajo es un sujeto. Entonces los circuitos que Marx describió son simultáneamente circuitos de objetos y de sujetos, pero se hace cada vez mas difícil distinguir unos de otros. Además, en el paso del capitalismo organizado al desorganizado, los diversos sujetos y objetos de la economía capitalista circulan por rutas que salvan distancias cada vez más grandes, pero también —sobre todo con el auge y las crecientes capacidades de las redes electrónicas— cada vez más velozmente.

Desde esta circulación más rápida de objetos se teje el capitalismo consumista. Objetos y artefactos culturales se convierten en desechos y se vacían de sentido. Algunos de estos objetos, computadoras, aparatos de televisión, videograbadoras y equipos de audio de alta fidelidad, producen artefactos culturales o signos en tal cantidad que las personas no los pueden asimilar. Estas se ven bombardeadas por significantes y ya no atinan a atribuirles "significados" o sentidos. Un hartazgo, una sobrecarga de este bombardeo de signos metropolitanos, he ahí lo que las personas padecen. Es este el sentido del posmodernismo, el de la profusión y la velocidad acelerada con que circulan los artefactos culturales, más que una crítica o un rechazo radicales del modernismo. El posmodernismo acentúa hiperbólicamente los procesos de giro acelerado, la velocidad de circulación y la obsolescencia de sujetos y objetos.

Todo lo que circula (objetos y sujetos) e inclusive el entorno donde circulan (tiempo y espacio) se vacían de sentido. Para lograr que los mercados tuvieran un alcance global fue necesario que el espacio y el tiempo perdieran su sentido local y substantivo, volviéndose entidades abstractas. Los sujetos son vaciados de sus significantes de clase, gremio, religión, etcétera. La posmodernidad individualizante obliga a los sujetos a ser reflexivos y a tomar decisiones continuamente sobre su modo de realizar las actividades diarias. Pero además los objetos se vacían no sólo de contenido simbólico sino también de materia, ya que cada vez más se generan productos inmateriales, de contenido cognitivo, como los servicios de entretenimiento o de consultoría cuyo contenido es información procesada.

Al igual que la mayor parte de los estudiosos del tema, nuestros autores coinciden en ver la nueva economía como una evolución de los procesos productivos basada en el desarrollo de la electrónica y la informática. Sin embargo, ellos sostienen que dicho avance es resultado de la propia lógica de la acumulación capitalista. El avance en las tecnologías productivas, en la electrónica, ha acelerado hiperbólicamente el ciclo de vida de los productos, lo que trae como consecuencia su vaciamiento de sentido y su rápida obsolescencia.

La nueva economía no transita precisamente en la dirección del fordismo a la especialización flexible. Estos conceptos son insuficientes porque no alcanzan a explicar cuatro aspectos fundamentales:

Primero, no permiten apreciar toda la extensión en que las socioeconomías contemporáneas se basan en los servicios. Segundo, no prestan bastante atención al papel esencial que cumplen el saber y la información en el crecimiento económico contemporáneo. La idea de la flexibilidad no captura toda la medida en que la producción tiene hoy por fundamento un saber discursivo. Un proceso información-intensivo de investigación y desarrollo sustituye a un proceso de trabajo material, y esta producción de saber intensiva se ha democratizado hasta confiar a los obre ros de planta ciertas funciones de investigación y desarrollo. Tercero, el análisis de la flexibilidad es unilateralmente productivista. Pero nosotros sostenemos que procesos sociales y socioculturales no influyen menos en el momento del consumo que en el de la producción. Y por último, la teoría de la flexibilidad no apresa toda la saturación de la economía por la cultura, o sea, el hecho de que procesos simbólicos, que incluyen un importante componente estético, rigen tanto el consumo como la producción (p. 91).

Para mostrar en qué grado es diferente la nueva economía de la especialización flexible, los autores describen tres tipos ideales de acumulación reflexiva, los japoneses, germánicos y anglosajones.

Sistemas J. La empresa fordista clásica u organizada tiene como característica la integración vertical; en cambio, en las empresas japonesas la estructuración es en un sentido horizontal, por las relaciones entre las unidades de producción y en el interior de éstas, y entre los accionistas y financistas y la empresa. Las estructuras de información entonces se reproducen horizontalmente y gran parte de la investigación y el desarrollo se descentralizan a tal grado que quedan delegados en el nivel de los talleres y a cargo de los obreros. Además, los controles dejan de ser exigidos por los superiores y el control predominante es la demanda del mercado.

Sistemas G. En el caso alemán el paso del fordismo a la especialización flexible y finalmente a la nueva economía no ha mermado la noción de gremio que existe entre los trabajadores. Lo que ha hecho reflexiva a la producción es la fusión de dos sistemas de información que son el sistema educativo y la empresa, así que por un lado, tenemos las producción práctica que se aprende con la experiencia y por el otro, el flujo de conocimientos técnicos entre institutos de investigación y escuelas que preparan a los técnicos encargados al final de preparar la producción. Las relaciones en este sistema son menos horizontales y colectivas, ya que se organizan en una relación de maestro-aprendiz y se individualizan en las relaciones obrero-gremio y empresa-mercado. Sin embargo, es importante mencionar que esta dualidad entre práctica y reflexividad se presenta por el tipo de producción predominante, los productos mecánicos.

Sistemas A. En el modelo anglosajón el tránsito a la nueva economía ha producido un achatamiento de la pirámide de mando; aunque en los puestos medios y altos se ha propiciado la horizontalidad en los flujos de información, los niveles bajos, han quedado excluidos. El agente determinante son los empleados especializados, que al poseer más conocimientos y ser más reflexivos han aumentado la velocidad de rotación interempresarial, con lo que el conocimiento se distribuye a todas las empresas en donde esta activa fuerza de trabajo se emplaza por un corto tiempo. Este tipo de empleados ya no hacen carrera en una empresa sino que toman los riesgos y se dedican a emprender proyectos de trabajo individuales en diferentes empresas, siempre dispuestos a vender su conocimiento al mejor postor.

El actor principal en el desarrollo de la nueva economía ha sido sin duda el sector servicios. La demanda de tecnología por parte del sector servicios puede mostrar que estos no son un modo derivado de producir bienes para los productores, primero porque el crecimiento de los servicios al productor no necesita de la exteriorización de estos departamentos por parte de las empresas productoras para incrementar su número. Segundo: La mayoría de los centros de servicios se encuentran localizados cerca de las casas matrices y no en los distritos industriales. Tercero: No se ha demostrado que un sector servicios robusto dependa de la actividad fabril. Y cuarto: Una porción importante de los servicios al productor son de hecho servicios al consumidor.

La estructura de la nueva economía tiene tres características fundamentales. Primero, es informacional porque la productividad y la competitividad de sus unidades o agentes (sean las firmas, las regiones o las naciones) dependen fundamentalmente de su capacidad de generar, procesar y aplicar de manera eficiente la información basada en conocimiento. Es global porque las actividades base de la producción, del consumo y de la circulación del capital, así como de componentes, se ordenan en un escala global, directamente o a través de una red de acuerdos entre los agentes económicos. Por último es en red porque bajo las nuevas condiciones históricas la identificación de la productividad generada y la competitividad se realizan en el mercado exterior, en una red global de interacción entre las redes de negocios.

Además de estas características, se deben agregar otras dos muy importantes: es modernizante e individualizante. Esto último porque la información que circula por las estructuras de información de la nueva economía es muy discursiva; además circula por muchos nodos a medida que las empresas nuevas se multiplican. Es modernizante porque logra acelerar más los procesos de flujo de bienes y servicios modernos y sobre todo porque introduce una nueva clase de bienes de consumo, los bienes culturales.

En el aspecto geográfico la nueva economía posee una geometría variable, es decir, sus fronteras están en constante reacomodo, expansión y contracción ya que está organizada en redes de empresas y flujos de información que utilizan la infraestructura tecnológica de telecomunicaciones, que no es coincidente con las áreas geográficas de países, y además continuamente están desapareciendo y emergiendo nuevas empresas que hacen cambiar rápidamente los límites de sus fronteras.

La dinámica de la nueva economía se desarrolla en un mercado global; sin embargo, si desde inicios de los 90s se sostiene que hemos entrado en la era de la globalización, entonces ¿cuál es la diferencia ente la nueva economía y la economía industrial de producción flexible y alcance global? La diferencia no se encuentra en la fuente para aumentar su productividad, sino en el uso del conocimiento y el procesamiento de datos en forma distinta a la economía industrial, es decir, las actividades económicas de los agentes no han cambiado sino, como antes ha afirmado Castells, su capacidad tecnológica para utilizar como una fuerza productiva directa lo que a nuestra especie distingue como rareza biológica: su capacidad superior para procesar símbolos. El alcance de los mercados de esta economía se extiende a muchos países, pero no de forma simétrica. Existen países o regiones enteras que quedan excluidos de la nueva economía y con esto se agudiza su retraso tecnológico, como en los casos de Africa y Rusia. Por el contrario, en los países desarrollados se ha estado transformando la dinámica de las relaciones económicas. Ya no existe más una superpotencia sino tres centros o polos de desarrollo regional (Estados Unidos, Japón y la Unión Europea) ante los cuales los países menos desarrollados se alinean para integrarse en la economía mundial. Además, la nueva economía es una economía segmentada; en otras palabras, aunque es global no afecta de igual manera a todos los países, tampoco permea todas las actividades económicas ni sus sectores, pues hay regiones al interior de los países que no son incluidas en su dinámica, aunque sí afecta de forma directa o indirecta a todas las regiones del mundo, incluyendo a las menos desarrolladas: lo hace precisamente al excluirlas.

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