SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.12 número19Reestructuración productiva y estrategias de aprovisionamiento: el caso de la Volkswagen de México en la región de PueblaBreve historia de Sinaloa índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Región y sociedad

versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.12 no.19 Hermosillo ene./jun. 2000

 

Reseñas

 

Susana Lerner e Ivonne Szasz (coords. ) (1998), Sexualidades en México: algunas aproximaciones desde la perspectiva de las ciencias sociales

 

Patricia Aranda Gallegos *

 

México, El Colegio de México, 332 pp.

 

* Profesora-investigadora del Programa de Salud y Sociedad de El Colegio de Sonora. Se le puede enviar correspondencia a Obregón 54, Centro, C. P. 83000, Hermosillo, Sonora, México, tels: 01 (62) 12-65-51 y 17-33-38, fax: 12-50-21. Correo electrónico: pag@colson.colmex.mx

 

Cuando uno abre el libro de Sexualidades en México, lo primero que llama la atención es la variedad de trabajos que lo conforman. Todos ellos comparten el tema de la sexualidad y la preocupación de realizar un acercamiento al mismo, y reflexionan sobre cómo se le define y cómo se construye de manera diferente en contextos diversos. Se trata de un conjunto de trabajos que bien vale la pena conocer, porque tratan una materia que ha sido objeto de investigación reciente y polémica. Los autores se aproximan al tema desde diferentes disciplinas de las ciencias sociales, algunos con esfuerzos teórico-metodológicos y otros con avances o resultados de investigaciones llevadas a cabo en México.

Para los estudiosos de la sexualidad o de problemáticas relacionadas con el tema, este trabajo presenta un panorama de las principales discusiones que en diferentes ámbitos y niveles se están llevando a cabo en nuestro país. La amplitud de campos que pueden vincularse con los diferentes trabajos que lo conforman son, entre otros, los de salud, enfermedad, su prevención y/o su atención, la calidad de los servicios, la educación, los derechos, las normas, las instituciones, por lo que diferentes profesionistas, así como aquellos vinculados a intervenciones en la vida cotidiana podrán encontrar en esta compilación materiales que seguramente les enriquecerán y ampliarán los temas de discusión, porque es ésta una materia sobre la que todavía hay mucho por conocer.

En la parte inicial del libro, Susana Lerner e Ivonne Szasz presentan el tema y el texto, señalando cómo la investigación en el campo de la salud y la reproducción en los estudios realizados por el Programa de Salud Reproductiva y Sociedad de El Colegio de México les fue planteando el reto de conocer la sexualidad como objeto de estudio, desde la perspectiva de las ciencias sociales en México.

A lo largo de los diferentes escritos que lo conforman, en el libro se realizan aportes que apuntan a la construcción del concepto de sexualidad, por lo que en todos los trabajos el tema es trabajado desde diferentes aspectos. Para Ivonne Szasz el concepto de sexualidad: designa ciertos comportamientos, prácticas y hábitos que involucran al cuerpo, pero también designa relaciones sociales, conjuntos de ideas, moralidades, discursos y significados que las sociedades y sus instituciones construyen en torno a los deseos eróticos y los comportamientos sexuales. En las sociedades modernas designa también las clasificaciones que se atribuyen a las personas según sus preferencias eróticas y la autodefinición que hacen los individuos de su orientación sexual (Szasz, 1998:11).

El tema así planteado incluye una amplia gama de factores, procesos e interacciones por lo que el libro fue dividido en cuatro apartados. El primero de ellos contiene dos trabajos con reflexiones téoricas para el estudio de la sexualidad; la segunda comprende cuatro artículos que constituyen una muestra de algunas vertientes de investigación social sobre el tema; la tercera parte es una compilación de tres conferencias de Jeffrey Weeks, y por último, en la cuarta sección encontramos textos descriptivos de procesos de investigación más amplios sobre la normatividad eclesiástica en materia de sexualidad durante la Colonia y la actualidad.

Para poder realizar un recorrido por las páginas de esta compilación se respetará el orden de aparición de los trabajos y la división de los mismos que es, en palabras de Ivonne Szasz, un mosaico de esfuerzos.

El primer apartado se refiere a algunos enfoques para el estudio de las sexualidades. En él se encuentra el trabajo de Nelson Minello De las sexualidades. Un intento de mirada sociológica, que es una propuesta de aquellas vertientes teóricas que pueden apoyar el estudio sobre la sexualidad:

1) El sistema sexo género,

2) los estudios sobre el cuerpo como concepto o dimensión,

3) los trabajos sobre lo que Foucault llama el dispositivo, es decir, las estrategias de relaciones de fuerza que respaldan ciertos tipos de saberes y que son a su vez sustentadas por ellos;

4) finalmente agrega una cuarta sobre los estudios de la diferenciación, también de Foucault,sobre la producción del cuerpo individual el social.

Cada uno de los elementos teóricos es descrito y analizado ampliamente por el autor, quien señala que esto implica concebir a la sexualidad como inscrita en un sistema de parentesco y pensada en un mundo de lo imaginario, de mentalidades y relaciones que han de considerar el ciclo de vida, los procesos de formación del cuerpo individual y social, así como la visión de poder, derecho y reglamentaciones institucionales en sociedades diversas. Para lograr conocer el tipo de relaciones que se involucran, Minello propone enfoques metodológico-técnicos en los planos micro y macro sociológicos.

Por otra parte, en el trabajo Sexualidad y género: la voluntad de saber feminista , de Marta Lamas, la autora presenta una interesante conceptualización de la sexualidad como una elaboración psíquica y cultural sobre los placeres de los intercambios corporales, construida discursivamente, regulada y reglamentada mediante prohibiciones y sanciones que le dan -literalmente- forma y direccionalidad.

Destaca la importancia de conocer cómo es que nuestra cultura ha llegado a valorar negativa o positivamente ciertas prácticas y arreglos sexuales, pero pone énfasis en comprender el ámbito psíquico, criticando que en los estudios sobre sexualidad se consideren primordialmente los factores sociales y se eluda el estudio sobre el papel que juegan el deseo y el inconsciente en la formación de la subjetividad. Señala que sin considerarlos, no es posible comprender la sexualidad de las personas. El proceso de socialización del ser humano y su individuación son un proceso único que tiene por resultado la humanización y ha de ser considerado como un proceso en el que se vincula lo social con el individuo, su sentir y su inconsciente.

La autora señala que el lenguaje es el medio fundamental para lograr estructurarnos psíquica y culturalmente y posee una estructura que está fuera del control de la conciencia de los hablantes. Los signos dividen y clasifican al mundo y lo vuelven inteligible entre quienes comparten un mismo código, una lengua que clasifica al mundo de maneras diferentes.

Para acercarnos sin prejuicios a la sexualidad plantea que es necesario comprender, antes que nada, cómo nos estructuramos psíquicamente, cómo opera la cultura como una mediación y, sobre todo, el proceso de la lógica del género por el cual se ha naturalizado la heterosexualidad. Los hombres y mujeres son el resultado de una producción histórica y cultural; el sujeto es producido por las representaciones simbólicas que se dan dentro de formaciones sociales concretas, por lo que el trabajo plantea otros elementos que se deben examinar en la construcción del concepto de sexualidad desde las ciencias sociales.

En el siguiente apartado, Primeras aproximaciones a la investigación sobre las sexualidades en México, encontramos el trabajo de Enrique Dávalos, La sexualidad en los pueblos mesoamericanos prehispánicos. Ofrece una visión general de la sexualidad mesoamericana, a partir de los aspectos que han sido más estudiados. El trabajo refleja las apreciaciones e investigaciones elaboradas por conquistadores, religiosos, cronistas e historiadores de los siglos XVI y XVII, quienes investigaron el tema dentro de sus acercamientos sobre ceremonias, costumbres y gobernación de los indios mexicanos.

Señala las dificultades para abordar el tema al enmarcar los escritos de los autores, entre los que se encuentran religiosos y conquistadores, en una polémica de intereses encontrados entre quienes describen a los indios como pervertidos y faltos de moral y aquellos que los defienden de esta acusación.

Vale destacar el señalamiento sobre los dominios de lo masculino y lo femenino, como no rígidos ni absolutos, sino parte de una visión del mundo que concebía el equilibrio del cosmos como resultado de un combate permanente entre los principios del orden y del caos, ambos necesarios para la conservación del universo. Lo masculino formaba parte de las fuerzas del orden y la creación, mientras que lo femenino se asociaba con lo caótico y la destrucción. Los pueblos mesoamericanos no combatían los excesos sexuales por considerarlos como actividades denigrantes o dañinas, sino para poder mantener el equilibrio cósmico y social.

El trabajo de Ana Amuchástegui, Saber o no saber sobre sexo: los dilemas de la actividad sexual femenina para jóvenes mexicanos, estudia los significados del deseo, placer y actividad sexual de las mujeres, en un grupo de hombres y mujeres jóvenes mexicanos. Analiza algunas de sus construcciones de significado sobre la sexualidad femenina, en la que encuentra patrones dominantes de significado, m atizados por el contexto de transformación de la cultura mexicana. Advierte la coexistencia de diversos significados, que tienen cierta coherencia o contradicción con modos de pensamiento tradicionales o modernos que varían en función del contacto de los participantes con la cultura urbana y la educación formal. Afirma que son dos aproximaciones (religiosa y laica) que coexisten como verdades, produciendo dilemas y contradicciones difíciles de resolver.

El artículo trata uno de tales dilemas: la legitimidad o la falta de ella, sobre las consecuencias de saber sobre sexo. Al respecto, encuentra que quienes son considerados con derecho a ser sujetos de deseo y con derecho a tener necesidades y experiencias sexuales son los hombres, a partir de la naturalización biológica de sus impulsos, mientras que en el caso de las mujeres la aceptación de su deseo es reprimido a tal grado que existen dos tipos ideales de mujeres: quienes no son sujeto de deseo sexual y se les considera como mejore s candidatas a ser madres y esposas, y, en contraste, el otro tipo de mujer que es un sujeto de deseo, porque ejerce su seducción y tiene acceso al erotismo y al placer, pero a quien se le considera más un objeto del deseo masculino. La autora asevera que estos tipos ideales son más un modelo normativo que una clasificación apegada a la conducta real de las mujeres.

El saber de los jóvenes sobre sexualidad incluye dos tipos de conocimientos: aquel que se relaciona con el discurso científico de la sexualidad, que se refiere a la anatomía y fisiología reproductiva y que es enseñado en el ámbito de la educación formal. Este tipo de saber rara vez incluye información acerca de la relación sexual, es racional e informativo, separado del cuerpo y sus sensaciones, es considerado neutro y carente de género. Poseer este tipo de conocimiento no es una falta moral, es más una prueba de la inserción en el progreso cultural.

Existe otro tipo de saber que no es muy verbal, es más sensual, corporal, práctico. Es el saber del cuerpo en relación con el deseo y el erotismo, y tiene un significado moral y de valoración hacia el sujeto que lo expresa.

En nuestra sociedad existen reglas sobre quién, cuándo, dónde y con quién hablar de sexualidad. Exceptuando el saber adquirido en la escuela, la mujer no debe saber ni preguntar si quiere ser considerada como mujer valorada como casadera; el hombre ha de enseñarle sobre la actividad sexual, pero no verbalmente porque esto se considera ofensivo a las mujeres. Hablar sobre sexo parece suponerse una manera de llevarlo a cabo, se restringe al orden del cuerpo, lo cual repercute en la negación de la posibilidad de la negociación entre las parejas sobre sus deseos y sus límites y pone a las mujeres en riesgo de enfrentarse a situaciones de violencia, embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.

Martha Rivas presenta una investigación acerca de las significaciones sociales, valores y creencias relacionadas con la sexualidad en tres generaciones de mujeres mexicanas: abuelas, madres e hijas, buscando comprender relaciones entre las condiciones sociales, culturales, institucionales y familia res con la construcción y definición de los sujetos de sexualidad femeninos. Se adentra en algunos aspectos de la subjetividad de las mujeres para ver cómo conciben, representan y entienden su ejercicio de la sexualidad, así como los dilemas frente a ella en el contexto de las voces sociales en que toman sus decisiones. Busca explorar las formas de resistencia que ellas oponen a las instituciones, sus continuidades o discontinuidades en su proceso de subjetivación.

La autora señala que la sexualidad es un entramado diverso y particular de prácticas, acciones, técnicas, placeres y deseos en los que interviene el cuerpo, pero también una serie de argumentaciones, discursos, premisas, significaciones que connotan las acciones de los individuos, califican sus deseos, orientan sus tendencias y restringen sus elecciones placenteras o amorosas .

Las narraciones de las abuelas señalan un mundo regido por silencio y secreto, con un discurso que divide a la sexualidad tajantemente en buena y mala, la primera cuando es ejercida dentro del matrimonio con fines reproductivos, la segunda lo que quede fuera del ámbito y motivos señalados. Sólo se reconoce el deseo y placer del amor tierno y sacrificado hacia el marido y los hijos. El cuerpo se relaciona con el sacrificio, las tareas físicas arduas, los silencios y prohibiciones que niegan el disfrute sexual como una posibilidad para las mujeres pero como una realidad de varones.

Las madres entrevistadas evidencian en sus discursos los cambios sociales demográficos y la posibilidad del control natal de su generación. La sexualidad mantiene una reglamentación ligada a la reproducción y a la familia, pero se refieren a la experiencia coital como necesaria para su salud y bienestar. Para ellas existe la posibilidad de pensar en la sexualidad aceptando el deseo de saber sobre la reproducción y el nacimiento, lo cual se acompaña de la culpa por los intentos de conocer y el peso moral que conlleva. Estas mujeres en general niegan las sensaciones de curiosidad corporal pero agregan una nueva perspectiva del cuerpo concebido con cierta naturalidad biológica que induce a la aceptación de una materialidad que nos acompaña. En ellas se reitera la preocupación por los embarazos debido a las condiciones económicas y el peso de la crianza. Lo femenino se caracteriza por el dominio sobre su cuerpo y sus sensaciones, el control y fortaleza frente la animalidad masculina.

Las hijas entrevistadas tienen presentes los resabios del imaginario social de sus antecesoras sobre la sexualidad; sin embargo, los significados morales que las regían se desvanecen. No hay una ruptura, sino un desplazamiento de los significados religiosos por una nueva moralidad secularizada que orienta a las mujeres en sentidos parecidos a las que rigieron a sus ascendientes. Mantiene va l o res morales que mezcla concepciones de cultura moderna, legalidad jurídica sobre asuntos de sexualidad reproductiva. Ellas respaldan el derecho a saber sobre la sexualidad y a dialogar sobre ello dentro de la pareja. La imagen del cuerpo ya no sostiene la idea de un cuerpo sagrado de trabajo. Permanecen significados de corporeidad sucia ligada a la animalidad junto con la idea de la concepción de la sensualidad y naturalidad biológica del organismo. Es un cuerpo biológico que es representación de la naturaleza y la creación divina.

En esta generación, la legalidad matrimonial continúa siendo el elemento fundamental en el que se finca la buena relación de pareja y el espacio adecuado de la sexualidad. Sus decisiones no son necesariamente racionales ni del todo voluntarias. La iniciación sexual no es planeada, ha de ser motivo del azar de los afectos y las emociones, es esta la única forma de reivindicarlas. Si obedece a la efervescencia de los impulsos naturales, queda eximida de premeditación. Tienen mayor autorización en torno al deseo, placer y erotismo, dentro de la esfera matrimonial de la pareja heterosexual. A pesar de las constricciones a las que han estado sometidas, generan espacios de disfrute. El amor sigue orientando el rumbo de la sexualidad.

El artículo de Nelly Salgado ofrece los resultados de un estudio sobre prácticas sexuales de riesgo para la adquisición del VIH e n mujeres mexicanas de origen rural, mediante el análisis de los factores psicosociales, entendidos como conductas y actitudes que caracterizan la vida sexual de tres grupos de mujeres! mujeres casadas que vivían con sus esposos de manera permanente en poblados rurales del estado de Jalisco; mujeres que vivían también en poblados del mismo estado pero casadas con trabajadores migratorios temporales y mu j e res casadas, con hijos y en edad reproductiva, originarias de poblados rurales de los estados de Jalisco, Michoacán, San Luis Potosí y Zacatecas que residían en Los Angeles.

El estudio utilizó una encuesta aplicada a los tres grupos de mujeres y sus resultados son un primer esfuerzo para identificar las conductas, actitudes y otros elementos psicosociales que matizan la vida sexual de mujeres mexicanas en tres contextos diferentes. Es de carácter cuantitativo, señala las limitaciones en la comparación debido a diferencias en el muestreo y la necesidad de utilizar métodos cualitativos a la par.

Uno de los elementos que muestra la encuesta es que las mujeres advierten no ser ellas quienes tienen iniciativa en sus relaciones sexuales, y si no existe un acuerdo entre la pareja, no son ellas quienes toman la decisión final. Es necesario contrastar esta información de una decisión desigual de las mujeres y en las consecuencias deseadas o no relacionadas con los embarazos. Los métodos anticonceptivo s son en su mayoría dirigidos a las mujeres, se habla del control natal y se piensa en gran medida que son ellas las sujetas de control y muchas veces se les trata y juzga durante el parto en las instituciones de salud como si tuvieran en sus manos la última decisión al respecto.

En el tercer apartado, Sexualidades contemporáneas: Tres conferencias con Jeffrey Weeks, se presentan tres conferencias de este autor. El tema de la primera ponencia tiene por objetivo explorar las implicaciones de las diferentes formas de concebir el cuerpo y la importancia de contemplar a la sexualidad como un fenómeno histórico y social. También cabe resaltar que se hace referencia a las relaciones de poder, en particular las vinculadas con raza, género y clase.

J. Weeks se define como parte de la corriente del construccionismo social , misma que señala que la comprensión de las actitudes hacia el cuerpo y la sexualidad debe partir de su contexto social específico, del estudio de las variantes históricas y culturales que condicionan el surgimiento de ciertos atributos importantes, asignados a la sexualidad en un periodo particular; además deben descubrirse las diversas relaciones de poder que conforman y hacen ver la conducta como algo normal o anormal, aceptable o inaceptable . El autor hace énfasis en que, por el contrario, el esencialismo pretende explicar las propiedades de la sexualidad, remitiéndola a una supuesta verdad o esencia interior, explicando a los individuos como productos automáticos de sus impulsos internos.

Para él, la sexualidad es una construcción social, una invención histórica que se basa en las posibilidades del cuerpo, pero cuyos significados y el peso que a ellos atribuimos están conformados por situaciones sociales concretas. El concepto de sexo es utilizado como un término que describe las diferencias anatómicas básicas, internas y externas del cuerpo, con base en las cuales diferenciamos a hombres y mujeres. Los significados que se atribuyen a éstas son, en gran medida, una construcción histórica y social, mientras que el término género describe la diferencia social.

La primera ponencia deja planteado que la complejidad de fuerzas que conforman tanto comportamientos como actitudes sexuales abre la posibilidad al desarrollo de identidades sexuales diferenciadas. De esta manera, el objetivo del segundo trabajo es explorar el tema de las identidades genéricas y sexuales, a la vez que mostrar cómo son conformadas por una historia más que proporcionadas de manera ya acabadas por la naturaleza.

Las identidades genéricas y sexuales, señala el autor, son mu y ambiguas, pues nos ubican, nos perturban, las defendemos y las cuestionamos sin cesar. Aun cuando las identidades nos son indispensables para vivir, con frecuencia tampoco podemos vivir con las que la sociedad nos ofrece o impone. Las identidades nos muestran, por ello, al mismo tiempo una necesidad y una posibilidad, una imposición y una decisión. Partiendo de que existen mu chas historias y culturas, podemos hablar de muchas formas de identidad genérica y sexual que son además cambiantes a través del tiempo bajo el impacto de intensos cambios económicos, sociales y culturales. Sin embargo, hay constantes que cruzan las divisiones económicas y sociales tales como la dominación masculina y la subordinación femenina.

En su exposición,Weeks retoma de Foucault la historia de Herculine, una hermafrodita francesa del siglo XIX que crece como niña y a quien se le asigna de manera externa su verdadero sexo, es decir el masculino, en un esfuerzo de médicos, abogados y otros profesionistas para clasificar los diferentes tipos y características sexuales, generando con ello su crisis de identidad y su suicidio. El ejemplo señala cómo la apariencia, el desarrollo personal y el deseo entran en conflicto con los convencionalismos sociales, los valores culturales y los nu evos imperativos políticos y morales.

El autor plantea que está desarrollando la tesis de que las culturas han creado un lazo entre la identidad genérica y la sexual, pero que es un lazo histórico y no necesariamente el único (de tal manera que podemos encontrar hombres gay masculinizados). En su ponencia, da seguimiento a la aparición de los términos heterosexualidad y homosexualidad para encontrar que tienen un origen relativamente reciente y analiza las diferentes formas en que se ha abordado el tema de la identidad por corrientes y épocas distintas.

En la tercera ponencia, Weeks trata el tema de cómo, dentro de un ambiente de incertidumbre en el campo económico, político, social y cultural, y en medio de discrepancias morales y éticas, la enfermedad del VIH ha reconfigurado las actitudes hacia la sexualidad. En ella explora tres áreas en las que el autor ve que hay cambios que están transformando las relaciones personales y nuestras ideas sobre la sexualidad: el sentido de un final (muerte); en los cambios de nuestros conceptos del yo y la identidad; y en la democratización de la vida cotidiana. Señala que muchos ven en estos cambios amenazas de fragmentación, amoralidad y disolución, pero prefiere ver en ellos la posibilidad de un nuevo humanismo que respete la diversidad y haga más posible la elección individual, reafirmando al mismo tiempo la importancia de los lazos humanos. Esto lo define el autor como un humanismo radical con el compromiso de solidaridad y de ampliar los significados del amor.

La identidad se ha convertido en un proceso, más que en un hecho ya dado. Es más una posibilidad de elegir una forma de ser que una verdad sobre nosotros mismos. Por supuesto, ninguna elección es completamente libre, se encuentra constreñida y limitada por relaciones de poder.

Weeks señala cómo en Occidente la muerte se ha convertido en un tabú, al igual que la sexualidad. También se le ha separado de la vida cotidiana y se le oculta de las miradas. La exclusión de ella como parte esencial de la vida es una realidad no compartida por aquellos que tienen VIH y sus seres cercanos. Si bien muchas personas jóvenes han adquirido una sensación de incertidumbre de la vida por el temor de la enfermedad y muerte prematura, también se ha generado una sensación del significado que puede adquirir la vida ante la amenaza de la muerte.

 

Notas de investigación

En esta última sección del libro se encuentran tres textos que son procesos de acercamiento a la normatividad sobre la sexualidad de la iglesia durante el periodo colonial y el México contemporáneo.

El trabajo de Lourdes Villa fuerte es una síntesis de los estudios del Seminario de las mentalidades, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, mismo que ha trabajado el tema desde 1978, como parte de los estudios sobre la comunidad doméstica en la época colonial y forma parte de un proyecto de investigación más amplio.

En el trabajo, se entiende por sexualidad los comportamientos y discursos en torno a las relaciones corporales o a las pasiones que apuntan hacia lo corporal, las cuales son posibles y reconocibles en la cultura de una comunidad. Abarca la norma y su transgresión, así como la aceptación y rechazo de las prácticas. Se realizó el análisis de una amplia gama de fuentes que incluyeron el Nuevo Testamento, las reflexiones de los teólogos de la Nueva España, los confesionarios en lenguas indígenas de la misma época, textos conciliares, la normatividad jurídica eclesiástica que se encuentra en edictos inquisitoriales o del Provisorato (instancia de justicia diocesana), la normatividad sobre el matrimonio, las fuentes judiciales.

El trabajo de Carmen Castañeda consiste en un análisis de las investigaciones del periodo colonial sobre la historia de la sexualidad, señalando sus contenidos, métodos utilizados y cómo la obra de Michel Foucault ha aportado conceptos teóricos para el estudio del tema, por lo que menciona trabajos que estudian el dispositivo de la sexualidad y de la alianza, ejemplificando, entre otras cosas, cómo la transformación de las familias ha planteado diferentes formas de elección del cónyuge. El discurso de la sexualidad fue producido para vigilar y castigar, además de generar un auto/cuestionamiento o un cuestionamiento externo sobre sus comportamientos sexuales. La autora afirma que en su trabajo no encontró precisamente el tabú hacia el sexo, sino un discurso minucioso que no lo oculta, que anima al placer y genera poder.

Finalmente, el texto de Edgar González Ruiz hace un análisis del pensamiento, organización, práctica e influencia política de los grupos conservadores en México. El autor examina el surgimiento de los principales grupos de la derecha mexicana, sus discursos y relaciones con la Iglesia católica mexicana, con grupos políticos y empresariales; sus definiciones sobre lo que puede considerarse prohibido, sus estructuras, alianzas y formas de operación, vinculando a varias personalidades del conservadurismo sexual con el Partido Acción Nacional.

Retomando la reflexión inicial, el texto respeta las diferentes formas de acercamiento a un tema polémico y amplio. Son una diversidad de trabajos que lo abordan desde diferentes enfoques teóricos, metodológicos, avances de investigación de distintas disciplinas o bien análisis de resultados desde disciplinas como la historia , la sociología, la antropología y la psicología. Es por ello un material que permite al lector un acercamiento a diferentes aspectos de una temática compleja que recientemente ha sido trabajado por las ciencias sociales. Es, pues, una mirada diversa de la diversidad.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons