SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.11 issue21Perspectivas del envejecimiento poblacional en México: reformas a los sistemas de pensiones estatalesPulgarcita author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


CONfines de relaciones internacionales y ciencia política

Print version ISSN 1870-3569

CONfines relacion. internaci. ciencia política vol.11 n.21 Monterrey Jan./May. 2015

 

Reseñas

 

El Estado Islámico, una rara alquimia de Corán, Twitter y violencia terrorista

 

Mariano César Bartolomé

 

Napoleoni L. (2015). El Fénix Islamista. Barcelona: Paidós.

 

En un escenario internacional pródigo en amenazas y riesgos de diverso tipo, el terrorismo ocupa lugares preferenciales en las agendas de seguridad de los gobiernos, no importa su signo ideológico ni sus características regimentales. Sin embargo, lejos de ser un fenómeno estático, el terrorismo contemporáneo se encuentra en constante mutación, configurando, así, un verdadero desafío para quienes deben comprenderlo en sus dimensiones más importantes, requisito imprescindible para la articulación de una efectiva estrategia de neutralización.

En este sentido es que adquiere relevancia el libro de reciente aparición El Fénix Islamista, escrito por Loretta Napoleoni, quien cobró notoriedad más allá de los claustros de la London School of Economics al publicar hace unos años su obra Jihad (en español Economía Canalla), en la cual estudió los sofisticados métodos de financiación terrorista en la economía globalizada. Desde ese entonces hasta ahora, su producción académica ha sido por demás prolífica, con muchos de sus trabajos traducidos al español.

En El Fénix Islamista, esta especialista en cuestiones terroristas del Club de Madrid aborda el caso del autodenominado Estado Islámico (EI), grupo radicalizado sunnita tristemente célebre en los últimos meses por la extrema crueldad con que asesina a sus prisioneros, y la difusión que lleva a cabo de esas acciones por las redes sociales. Así, pese al estéril esfuerzo de gobiernos occidentales, se han esparcido por Internet escalofriantes escenas de sus víctimas crucificadas, degolladas o quemadas vivas. Sin embargo, la trascendencia que Napoleoni le asigna al caso pasa por andariveles menos mediáticos, pero a la vez más importantes desde el punto de vista de las Relaciones Internacionales: con su enunciado de la creación de un Califato Islámico sunnita, se apresta a rediseñar la cartografía política de Medio Oriente y dar por superado el mapa planteado por el Acuerdo Sykes-Picott de 1916. Las dimensiones de ese desafío fueron planteadas claramente por un portavoz de la organización: "la legalidad de todos los emiratos, grupos, estados y organizaciones queda anulada a merced de la expansión de la autoridad del califa y la llegada de sus tropas a los territorios".

La idea del califato remite a la sociedad árabe que Mahoma edificó en el siglo VII, y se expandió durante épocas posteriores, llegando hasta el siglo XIX, cuando el título de Califa es empleado por última vez por Abdulmecid-I, entre 1823 y 1861. Con la disolución del Imperio Otomano y la constitución de la Turquía moderna en 1924, por obra de Atartuk, esa denominación fue extinguida. Así, se entiende que su restitución en tiempos modernos sea el sueño de todo musulmán sunnita y constituya la consumación del resurgir del Islam de las cenizas de su decadencia y declinación, cual Ave Fénix. Este planteo da nombre al libro, y también a su cuarto capítulo.

En los tiempos que corren, la misma idea de un califato se presenta como una propuesta absolutamente antigua y superada. Sobre esto, lo que alega la autora es absolutamente controversial, como ella misma lo reconoce: la iniciativa se asemeja a la que perseguían los judíos sionistas antes de la creación del Estado de Israel en la tierra de sus antepasados. Y agrega que el proyecto tiene de novedoso su naturaleza autóctona, siendo que en Medio Oriente los actuales Estados y sus fronteras son fruto de las intenciones y los intereses de potencias coloniales ajenas a la región.

La hipótesis de trabajo que implícitamente propone Napoleoni, y que atraviesa toda la obra, es que el EI es un tipo de organización absolutamente novel, que carece de antecedentes similares, por lo cual toda analogía histórica puede dar lugar a peligrosos equívocos. Esa novedad radica en compatibilizar de manera pragmática elementos tan diferentes como las enseñanzas coránicas, enfatizando en el inminente inicio de una nueva época dorada para el Islam de la mano del califato, con la globalización y el avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

Otros elementos se suman a esa combinación, en una rara alquimia, entre ellos el control efectivo de una amplia área territorial, hecho que marca –en su favor, claro– una nítida diferencia cualitativa en relación a otras entidades terroristas, como los numerosos grupos palestinos surgidos del tronco de Fatah a través de sucesivas escisiones, o el propio Al Qaeda de Osama bin Laden. Y es que hasta el momento ninguna organización de ese tipo ha logrado plasmar sus objetivos de lograr someter a su autoridad un territorio de ciertas dimensiones, en forma prolongada.

En este punto, un dato no menor es que el referido control territorial incluye la imposición del orden público, acabando con una situación anárquica que favorece los actos de corrupción por funcionarios venales del régimen de turno, y la expoliación de los recursos de la población. La mejora de la situación de los lugareños se acompaña con la creación o reactivación de las instituciones políticas y el aparato productivo, y la implementación de planes sociales. En otras palabras, y tal cual acontece en muchas partes del globo, es el caso de un actor no estatal que ha sabido capitalizar en su beneficio la conducta de Estados que, más allá de lo declamativo, han permanecido ausentes de espacios signados por la pobreza crónica, la desilusión reiterada y la falta de perspectivas en el futuro.

A todo lo anterior, la especialista agrega al particular perfil del EI su autofinanciamiento a partir del manejo de millonarios recursos petroleros y, gracias a lo anterior, la posesión de un ejército moderno y bien pertrechado, lo que marca una diferencia con las milicias armadas que pueblan la región mesooriental (NA: con la excepción del Hezbollah libanés). ¿En este raro híbrido de Sharia y Facebook, no es contraproducente para la consolidación de una base de apoyo popular, la difusión de los actos de violencia extrema del EI? Napoleoni no solo no lo cree, sino que reivindica la habilidad de los líderes de esa organización en materia de medios de comunicación masivos, alegando que en el contexto de vorágine informativa en la cual nos encontramos inmersos, la "propaganda del miedo" capta la atención de la audiencia global de manera mucho más efectiva que los sermones religiosos. Más aún, considera que la visión del EI como una organización sádica y sanguinaria, prevaleciente en Occidente, no necesariamente es compartida por amplias capas de la población siria e iraquí, que lo percibe como un factor de orden y estabilización, tras décadas de guerras de facciones y corrupción estatal.

Para los incautos, conviene aclarar que estas explicaciones que la especialista brinda sobre Estado Islámico no son apologéticas, no sugieren ningún tipo de justificación a sus acciones, ni trasuntan simpatía alguna. De hecho, ella anticipa a poco de comenzar la obra que este grupo es una "multinacional del terror", calificándolo más adelante como la personalización de la Tercera Guerra Mundial que el Papa Francisco considera en pleno desarrollo.

A la hora de indagar en el surgimiento de este extraño colectivo, en el libro se vincula ese hecho con el plurisecular enfrentamiento entre las corrientes sunnitas y chiítas en el seno del Islam, remarcando un hecho que suele ser ignorado, o soslayado en el mejor de los casos, por los analistas occidentales de la cuestión: en tanto versión radicalizada sunnita (salafismo), los enemigos del EI son menos las potencias occidentales con sus decadentes valores, que otras vertientes islámicas percibidas como apóstatas (takfir), comenzando por los chiítas. La autora declara de manera que si se consumara el Califato, ser chiíta dentro de sus límites equivaldrá a haber sido judío en la Alemania nazi.

Con este marco referencial, el relato realza como personaje clave en el posterior nacimiento del EI a Abu Musab al Zarqawi, quien cobró notoriedad mundial como jefe de Al Qaeda en Irak. De al Zarqawi se recuerda que su relación con Bin Laden era coyuntural e impulsada por las circunstancias, siendo que él contaba con su propio grupo, Tawhid al Jihad, que incluía entre sus blancos a ciudadanos y religiosos chiítas. En este sentido se destaca el atentado perpetrado en agosto del 2003 contra la mezquita del Iman Alí en la ciudad de Najaf, con un saldo de ciento veinticinco chiítas muertos, entre ellos su líder el ayatollah Mohammed Baqr al Hakim. Cuando al Zarqawi cae abatido en una operación militar de Estados Unidos, en 2006, la organización entra en una situación errática de la cual emerge recién cuatro años más tarde con un nuevo liderazgo, el que asumió tras salir de prisión Abu Bakr al Bagdadi, quien renombró a la organización Estado Islámico de Irak (ISI), tal cual lo había intentado infructuosamente su predecesor.

Siempre en el relato de la autora, el liderazgo de Al Bagdadi se basa en buena medida en su solidez en materia teológica, al ser graduado en estudios coránicos por la universidad de Bagdad. Nuevamente se constata lo observado en otras organizaciones terroristas: sus principales referentes, lejos de ser incultos o poseedores de una rudimentaria educación, son egresados universitarios con una vasta cultura. De su mano, ISI retomó el combate contra los chiítas, pero además lo llevó a Siria, donde logró su consolidación. En el marco de la guerra civil que azotaba –y azota– a ese país, logró el control de importantes enclaves territoriales, muchos de ellos ricos en petróleo, cuya comercialización le permitió financiar sus actividades; se pertrechó adecuadamente y se fusionó con el grupo local Al Jabhat al Nusra, incrementando sus capacidades y dejando de ser percibido como un actor extranjero.

De esa fusión nacería una nueva entidad, Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS), que generaría un efecto centrípeto sobre los cuadros de otras organizaciones sunnitas, absorbiéndolos, menos por coincidencia de ideales que por pragmatismo: "si uno quiere combatir, más vale unirse a los mejores". Cabe aclarar que el agregado de la letra "S" al acrónimo se explica con la palabra Sham, expresión árabe de Levante. Precisamente debido a esta transición entre el ISI y el ISIS, Napoleoni juzga que el conflicto sirio ha servido de "incubadora" de un nuevo tipo de terrorismo.

Uno de los puntos sobre los cuales se insiste en diferentes pasajes de la obra, refiere a la inteligencia de Al Bagdadi para capitalizar en beneficio de su proyecto, de consolidar al EI como antesala a la creación del Califato, los errores y contradicciones de las grandes potencias en la región. De hecho, en referencia al conflicto interno sirio, Napoleoni es particularmente dura con los gobiernos de Washington y Londres, indicando que crean las condiciones para la aparición de "frankensteins" (sic) cuyas acciones luego se vuelven en su contra, como sería el caso del propio ISIS. Y agrega que sus intereses dificultan el diseño de cualquier estrategia para contrarrestar a la organización, por ejemplo, involucrando en el esfuerzo a Irán, principal aliado del régimen sirio de Al Assad en la zona.

Un aspecto positivo de la obra es que la autora proporciona al lector abundante información complementaria de tipo histórico, cultural e incluso teológico, que le permita comprender una problemática tan compleja como la que se aborda. Así, en el capítulo quinto se efectúa una aproximación al controvertido concepto de yihad en sus diferentes interpretaciones (mayor y menor, defensiva y ofensiva), explicando su mutación a lo largo del tiempo; el capítulo sexto se concentra en la idea de salafismo, como expresión radical sunnita; y por último en el séptimo capítulo se desarrolla la idea de apostasía (takfir) y su importancia en la comprensión de la brecha que separa a sunnitas y chiítas.

En las postrimerías de libro, y como correlato de todo el desarrollo anterior, se lee: "El Estado Islámico, trascendiendo la mitología y la retórica de anteriores grupos yihadistas, demuestra pragmatismo y modernidad en el desarrollo de la estrategia que requiere el logro de su ambicioso sueño por construir una nación". E incluso aventura que, aun fracasando, la experiencia de EI puede servir de inspiración para otros grupos armados. ¿Qué hacer entonces, frente a este hecho con escasos antecedentes? La autora no incurre en la actitud soberbia de poseer una respuesta para esa crucial interrogante, pero sí le sugiere a los gobiernos occidentales que abandonen su simplista y naïve idea de una "primavera árabe" pacífica y exitosa, y en cambio profundicen su conocimiento sobre las complejidades de la región, y de esa manera la comprensión de sus realidades.

Como aspectos negativos de la obra, podría consignarse la falta de claridad respecto al concepto de "Estado-caparazón" (Shell-State), elaborado por la autora y empleado especialmente en el segundo capítulo. Se le describe como un estado que posee una infraestructura de nación, pero carente de autodeterminación, elemento nuclear del Estado-Nación. Luego se agrega que este tipo de unidades pueden variar en tamaño y no requieren internamente integración política, bastando con que alguna autoridad monopolice el ejercicio de la violencia, más allá de su falta de legitimidad, y ponga a andar una economía de guerra, dedicando a ese objetivo todos los recursos. Tampoco se desarrolla de manera clara el concepto de "guerra intermediada", al cual apela sobre todo en el segundo capítulo. Incluso podría haberse desarrollado más la conjunción de metodologías terroristas y formas de combate convencionales que caracteriza al EI, que la autora menciona de manera casi tangencial en su prólogo y que hoy constituye un importante campo de análisis de la Seguridad internacional, bajo el rótulo genérico de "guerras híbridas".

Empero, esa debilidad del cuerpo teórico que se ha puesto de manifiesto no opaca en modo alguno la importancia de este libro, pues su formato no corresponde a un texto académico y el público para el cual ha sido concebido está más allá de los claustros académicos. Por eso puede decirse que, con su estilo ameno y una pluma ágil, Napoleoni ha contribuido a que la opinión pública pueda comprender uno de los procesos políticos (y geopolíticos) más importantes de las Relaciones Internacionales contemporáneas.

 

Información sobre el autor

Mariano César Bartolomé. Es Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Lanús (UNLA)/Universidad del Salvador (USAL). Sus líneas de investigación son Seguridad Internacional y Defensa, especialmente Amenazas No Convencionales. Es autor de cuatro libros, el último de ellos es Seguridad y Defensa en tiempos del Bicentenario (Instituto de Publicaciones Navales, Buenos Aires 2010).

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License