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CONfines de relaciones internacionales y ciencia política

versión impresa ISSN 1870-3569

CONfines relacion. internaci. ciencia política vol.10 no.19 Monterrey ene./may. 2014

 

Reseñas

 

Democracia Autoritaria

 

Marisol Reyes Soto

 

Meyer, L. (2013). Nuestra tragedia persistente: La democracia autoritaria en México. Debate. Random House Mondadori.

 

El ciclo de la luminosa generación de intelectuales mexicanos que nacieron en la primera mitad del siglo veinte ha iniciado su período de extinción. En los últimos años hemos presenciado cómo, uno a uno, nos abandonan hombres y mujeres que a golpe de ideas y pensamiento crítico forjaron los argumentos vitales que han dado sentido a la memoria crítica colectiva de varias generaciones. Afortunadamente, Lorenzo Meyer, sigue aquí, alojado en el corazón político de México. Habida cuenta de ser reconocido como uno de los historiadores obligados de nuestro país, ha elegido por voluntad propia mantener una iconoclastía aproximable. Por varios años, nos hemos acostumbrado a leerlo en sus columnas del periódico, lo escuchamos en la radio, o lo vemos en la televisión. En los espacios públicos Meyer nos hace sentir como si estuviésemos tomando un café a su lado escuchando su análisis calibrado de la coyuntura nacional. Sus comentarios accesibles y directos no claudican en su profundidad y fineza. Su libro más reciente, sin embargo, tiene un propósito distinto, da la impresión de que fue integrado con el pulso del relojero que conoce el efecto que tiene cada pieza en el funcionamiento de la delicada maquinaria. Nuestra tragedia persistente es un libro de reflexiones de gran alcance diseñado para encauzar al lector en la identificación de los temas críticos que afectan la viabilidad del Estado mexicano. Los temas son tan cotidianos que a veces nos extraviamos en la dimensión de su importancia. Sus reflexiones revelan la complejidad del nudo gordiano que se ha creado a lo largo de tantos años de un autoritarismo calcificado por los intereses de grupos económicos y políticos, la debilidad de los partidos de oposición y la carencia de una cultura cívica con experiencia democrática.

En su primer capítulo, el autor emplaza las definiciones y los ejes conceptuales que soportan el entramado argumentativo del resto de la obra. La "democracia autoritaria" es el concepto fundacional porque hace referencia a la paradoja, no semántica, en la que la democracia, y su némesis, el autoritarismo, coexisten y se recrean en el maltrecho sistema político mexicano.

Es cierto que se ha descentralizado el poder concentrado por más de setenta años en un solo partido. El centralismo presidencial que compartía el poder con caciques y empresarios se ha debilitado gradualmente. El sistema de partidos políticos es más plural y las elecciones son competidas. Sin embargo, advierte el autor, hay otros aspectos de la realidad que han limitado los efectos de esos cambios. Una reflexión esencial cruza transversalmente todos los temas abordados a lo largo del libro, el México contemporáneo se extravió en la decantación de la alternancia política hacia la derecha y en la obstaculización de la búsqueda legítima del poder de la izquierda. Los comicios presidenciales de 1988, 2006 y el 2012, dejaron claro que desde el gobierno, las estructuras de poder fáctico (e incluso el establishment norteamericano), nunca existió voluntad política para permitir la llegada de un gobierno de izquierda al poder ejecutivo. Los efectos de las disputas postelectorales hirieron de muerte la legitimidad de los regímenes emanados de esos comicios y la "joya de la corona" del sistema electoral mexicano: el Instituto Federal Electoral, se hundió en un proceso de descomposición.

La fallida consolidación democrática no sólo se observa en el ámbito electoral. El autor menciona que los grupos de interés económicos, por ejemplo, los medios de comunicación, y los grupos de presión política como el sindicato de maestros, incrementaron su influencia en la agenda nacional en proporciones inéditas y desbordantes. Ante todo, a pesar de la alternancia política del 2000, en realidad el PRI nunca abandonó el poder, los gobiernos estatales operaron como poderosos bastiones de influencia y su predominio numérico se hizo patente en múltiples ocasiones en el Congreso de la Unión. En los hechos, para Lorenzo Meyer, la democracia autoritaria mexicana consiste en un régimen híbrido, mezcla del viejo autoritarismo, con ciertos rasgos de democracia. El autor afirma que, aunque la alternancia política abrió la oportunidad única de dar un salto cualitativo y dejar finalmente nuestro pasado autoritario, la mediocridad, irresponsabilidad y pequeñez de los equipos dirigentes obstaculizaron esta posibilidad. Con el privilegio del historiador que ha hurgado en la profundidad de la vida de los grandes tomadores de decisiones desde la época revolucionaria, lapidariamente evalúa que el fracaso de la supuesta transición democrática se debe en buena parte al papel decepcionante que ha tenido la nueva generación de políticos provenientes de las clases medias altas del país. Una élite política que no ha estado a la altura de su momento histórico y que vive desconectada de la realidad social. Faltos de creatividad, han mostrado su incapacidad para cambiar de manera fundamental las condiciones materiales de existencia de las mayorías. El autor resume que nuestra tragedia persistente consiste de alguna forma en la lucha por sustituir una élite burocrática, corrupta y parasitaria por otra creativa, responsable y comprometida con la modernización real. En el horizonte cercano, la tarea se atoja particularmente difícil.

El segundo concepto que desarrolla el autor, complementa de alguna manera a su primer argumento. Consiste en la reflexión sobre la histórica incapacidad que han tenido las elites políticas para dotar a México de un proyecto nacional. Sufrimos de la orfandad de una utopía colectiva que nos inspire y nos dote de la fe, certeza, certidumbre, seguridad y confianza en nuestro futuro. Hemos llegado a un tiempo en donde el poder se ejerce sin proyecto, sentencia el autor. El proyecto de nación es indispensable para darle rumbo y viabilidad al estado. La prognosis de Meyer reside en la idea de que a lo largo del siglo veinte y lo que hemos avanzado del veintiuno, ningún grupo político en el poder ha sido capaz de despertar nuestra pasión por un proyecto atractivo que convoque a la sociedad.

De hecho, en el ensamble de una empresa tan ambiciosa debe considerarse el contexto histórico global y los componentes fundamentales de la soberanía nacional, es decir, "el monopolio de las decisiones del estado". Bajo la perspectiva internacionalista del Dr. Meyer, la soberanía esta desprovista de una Política Exterior estratégica y eficaz. En materia de nuestras relaciones internacionales, el autor hace un recuento detallado de la errática posición que ha guardado México con el siempre poderoso vecino del norte. En realidad, vale la pena leer con sumo cuidado los cortes históricos y analíticos que hace el autor de nuestras política exterior, simplemente, porque hasta el momento, Meyer es quizá una de las voces más autorizadas que ha interpretado desde la óptica mexicana, la relación bilateral con los Estados Unidos. En este análisis se enfatiza que los umbrales del siglo veintiuno se han caracterizado por una tendencia de las potencias tradicionales y emergentes a retomar la defensa de sus respectivas "ambiciones nacionales". Dichas trayectoria se expresan, en última instancia, bajo el resurgimiento de los nacionalismos, y en el caso de los Estados Unidos, en la defensa acendrada de sus intereses nacionales fundamentales. El autor argumenta que la dinámica de una relación marcada por la asimetría y la constante debilidad de la soberanía mexicana no se ha observado un gran cambio en las últimas tres administraciones. En el devenir de los doce años de alternancia del PAN y el nuevo retorno del PRI, las elites no pudieron ofrecer algo atractivo a las elites norteamericanas para marcar un contraste en la relación bilateral. Por el contrario, es obvio el afán que han mostrado por identificarse en público y en privado con las posiciones norteamericanas, es decir, nuestros dirigentes han adoptado una dócil actitud de subalternidad. Haciendo uso de análisis contrafactuales Meyer sugiere que las reuniones potencialmente más interesantes entre los jefes de Estado de México y Estados Unidos fueron precisamente las que nunca tuvieron lugar, por ejemplo: Madero y Woodrow Wilson, o Lázaro Cárdenas y Franklin D. Roosevelt. Mandatarios que en su diversidad ideológica y de clase, se caracterizaron por poner el interés del "hombre común" por encima de los grandes negocios.

En la disputa por el proyecto nacional, uno de los pocos factores emblemáticos que tiene la capacidad de marcar diferencias en los proyectos de futuro de México, es la lucha por el petróleo. Con visión premonitoria, Meyer anunció en este libro que la verdadera batalla entre la izquierda y la derecha se definiría entre aquellos que promovían la privatización de los recursos energéticos, y aquellos que consideraban su mantenimiento como un baluarte de la nación. La renta petrolera es una de las fuentes esenciales de la viabilidad del Estado mexicano, y por lo tanto, es un componente esencial de la soberanía nacional. El desenlace plasmado en la reforma constitucional del diciembre del 2013 por la que se elimina la administración de Pemex y se permite la participación del sector privado en la exploración y explotación de petróleo es uno de los eventos detonantes del activísmo político de Lorenzo Meyer. En su carácter de periodista influyente y ciudadano activo, levantó su voz e hizo manifiesta su indignación contra el grupo pequeñísimo que participó en las negociaciones de la reforma energética. Meyer es el historiador del petróleo mexicano, como pocos ha estudiado la filigrana del proceso político, económico e internacional que se llevó acabo durante su nacionalización. Desde esa altura intelectual el autor nos advierte que el petróleo privatizado seguirá siendo presa de intereses políticos de pequeños grupos antes que un bien común de la nación.

El papel de los movimientos sociales es otra pieza central en la maquinaria de las democracias. Desde la óptica de Meyer estas formaciones políticas han logrado los cambios más importantes en la historia del México contemporáneo. La evocación de las movilizaciones nacionales generadas por Andrés Manuel López Obrador son los ejemplos más desarrollados de la potencialidad de la acción colectiva. La sentencia es clara, México será un país más injusto y menos viable si no se respeta la existencia de una oposición real, congruente y efectiva. El argumento se sustenta en la apreciación de la incapacidad que ha existido hasta ahora para desmantelar la vieja estructura autoritaria, aún en condiciones de democracia representativa. Las altas expectativas de un México libre de corrupción, impunidad, pobreza y exclusión social, se diluyeron con el transcurso del sexenio y terminamos con una democracia vulnerada (Aziz y Alonso). La oposición, sin embargo, también tiene un reto, y este se resume en su capacidad de aprender del pasado, y sobre todo, tener un compromiso efectivo con la ética en su práctica política.

La educación, un tema tan vasto como complejo es mencionado colateralmente. De este apartado se rescata el señalamiento de los efectos devastadores que ha tenido una educación mala, y por lo tanto, poco competitiva en el mercado global. La necesidad de una cruzada cultural al estilo "vasconcelista" es otra ambición colectiva que se sofocó en las presiones de los intereses de los grupos magisteriales coludidos con los grupos políticos que utilizaron su capacidad de movilización electoral. El segundo laberinto del que ni siquiera los aparatos de inteligencia del estado pueden encontrar la salida es la guerra contra el narcotráfico. La estadística oficial que documenta sus resultados simplemente es inconsistente y poco confiable. La gobernabilidad interna ha quedado atrapada en la trampa del crimen organizado y la soberanía mexicana se empequeñece ante el mantenimiento del status quo de los Estados Unidos que administra el problema, pero sin pretensiones de resolverlo.

El prontuario de temas elegidos por Meyer son los menos optimistas pero sin duda son los más importantes para el destino de nuestra nación. En tiempos aciagos en donde el país se debate en la incertidumbre, la desconfianza, la recriminación y la frustración, necesitamos la luz de los iconoclastas como Meyer. Requerimos de las voces disonantemente y sabias que nos recuerden que, a pesar de todos los malos presagios, puede existir un futuro más prometedor, siempre y cuando todos los mexicanos nos comprometamos en la tarea del cambio desde nuestras respectivas trincheras.

 

Información sobre la autora

Marisol Reyes Soto es Consejera del Instituto Federal Electoral en Querétaro, México. Estudió la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México, la Maestría en Washington, Estados Unidos, y el Doctorado en Gobierno, en la Universidad de Essex, en Reino Unido. Su especialidad de investigación son los sistemas electorales en México y en América Latina, y se desempeña actualmente como profesora investigadora en el Tecnológico de Monterrey, Campus Querétaro.

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