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CONfines de relaciones internacionales y ciencia política

versión impresa ISSN 1870-3569

CONfines relacion. internaci. ciencia política vol.7 no.14 Monterrey ago./dic. 2011

 

Artículos

 

La acción colectiva transnacional en las acción colectiva de los movimientos sociales y de las Relaciones Internacionales

 

Verónica de la Torre*

 

* Profesora-investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Colima, México. vtorreo@hotmail.com

 

Fecha de recepción: 13/09/2011
Fecha de aceptación: 08/12/2011

 

Resumen

Destacamos la importancia de los movimientos sociales transnacionales en la política internacional y cómo esta acción colectiva es abordada desde marcos teóricos tradicionalmente centrados en el Estado: por un lado, las teorías de los movimientos sociales (TMS) que representan un punto de partida en el estudio de este fenómeno y, por otro, la disciplina de las Relaciones Internacionales (RR.II.) por medio del enfoque constructivista. El trabajo subraya la importante contribución de las TMS para los académicos constructivistas, quienes han abierto las RR.II. al conocimiento de un tema de gran relevancia para la sociedad global. Como ejemplos de acción colectiva transnacional nos referiremos, en la última parte del trabajo, al movimiento por la Justicia Global y a la Alianza Social Continental.

Palabras clave: Movimientos sociales transnacionales, acción colectiva, teorías de los movimientos sociales, Relaciones Internacionales, constructivismo, Movimiento por la Justicia Global, Alianza Social Continental.

 

Abstract

We stress the importance of transnational social movements in international politics and how this collective action is usually approached from theoretical frameworks traditionally focused on the state. On the one hand, theories of social movements (TSM) that represent a starting point for the study of this phenomenon. On the other, the discipline of International Relations (IR) using the constructivist approach. The work underlines the important contribution of TSM to constructivist scholars who have opened the IR to the knowledge of an important topic for the global society. In the latter part of the work, we use as examples of transnational collective action the Global Justice movement and the Continental Social Alliance.

Key words: transnational social movements, collective action, social movements theories, International Relations, constructivism, Global Justice Movement, Hemispheric Social Alliance.

 

INTRODUCCIÓN

Los movimientos sociales transnacionales o acción colectiva transnacional no son fenómenos nuevos (Keck y Sikkink, 1998; Klotz, 20021, Tilly y Tarrow, 2007). Sin embargo, los efectos socioeconómicos del modelo neoliberal, por un lado, y la veloz innovación de la tecnología de la comunicación, por otro, han dado nuevos matices al activismo transnacional. Las formas en las que los individuos se comunican, se ponen de acuerdo y se organizan para la defensa de una causa, representa un cambio cultural de envergadura para las relaciones internacionales, que se manifiesta en la propia diversidad del colectivo en la manera en que crean sus marcos de significado —fundados en ideas y principios compartidos—, la forma en que diseñan las estrategias de acción, el repertorio o los modos de manifestar sus demandas e inconformidades ante autoridades u otros objetivos —así como la interacción con éstos y las instituciones gubernamentales internacionales. Como dice el reconocido teórico norteamericano Sidney Tarrow, lo más llamativo de este nuevo activismo es su conexión con la ola de globalización y su relación con la cambiante estructura de la política internacional, por una parte. Por otra, la globalización ha venido a dotar a los activistas de recursos y oportunidades para organizar coaliciones y campañas (2005, 5).

Este trabajo se enfoca en el reto que la acción colectiva transnacional ha representado para las teorías de los movimientos sociales y para la disciplina de las Relaciones Internacionales (RR.II.)2. Tradicionalmente, ambos marcos teóricos han privilegiado al Estado como unidad analítica clave y como punto de partida y llegada para entender los acontecimientos políticos y sociales. En el caso de la segunda disciplina, el enfoque en el sistema de Estados —principalmente en las potencias—, las relaciones de poder y la seguridad han sido los tópicos que más han ocupado la agenda de este terreno del conocimiento durante las pasadas seis décadas.

Nos referiremos al análisis y ajustes teórico-conceptuales que algunos teóricos de los movimientos sociales recientemente han hecho para abordar el estudio de la acción colectiva transnacional. En segundo lugar, resaltaremos aquellos estudios y análisis que se han hecho en torno a la acción colectiva transnacional en el campo de las RR.II., por medio de los académicos situados en el enfoque constructivista. Considerar ambos aspectos nos permite mostrar las convergencias e interdisciplinariedad entre las TMS y el constructivismo en las RR.II., así como subrayar el papel que esta corriente reflectivista ha desempeñado para que la disciplina no se quedara impasible y rezagada frente a la agencia de los actores sociales transnacionales.

En la última parte de este trabajo nos referiremos a dos ejemplos de acción colectiva transnacional y global representada por la Alianza Social Continental (ASC)3 y el Movimiento por la Justicia Global o Altermundismo4, respectivamente.

 

EL ACTIVISMO TRANSNACIONAL DE LOS ÚLTIMOS VEINTE AÑOS

Desde una perspectiva constructivista, asumimos que los actores a los que nos referiremos representan movimientos sociales transnacionales, en la medida que han sido capaces de generar, coordinar y mantener, a través de las fronteras estatales, una movilización social e influir públicamente en el cambio social que consideran deseable (Khagram et al. 2002, p. 8). Son movimientos que están conformados por actores que comparten ideas, propósitos y la solidaridad entre ellos. Citando el conocido trabajo de las politólogas e internacionalistas Keck y Sikkink (1998), este tipo de activismo político que cobra auge a finales de los años ochenta lo protagonizan individuos comprometidos con la defensa de causas, la promoción de ideas, valores y principios (Kagrahm et al, 2002; Nadelmann, 1990)5.

Otros internacionalistas especializados en el tema, entre ellos Jackie Smith et al, (1997) definieron a los movimientos sociales transnacionales, hace más de una década, como organizaciones no gubernamentales que promueven cambios políticos e institucionales en el orden internacional (p. xiii). Se puede decir "[...] que son transnacionales cuando hay de por medio esfuerzos para construir cooperación transnacional en torno a metas compartidas que incluyen el cambio social" (p. 59). En el caso de la ASC, se trata de una red de organizaciones y movimientos sociales que promueve dichos cambios en los terrenos local y transnacional. Como se verá más adelante, la condición "transnacional" altera el alcance de las teorías de los movimientos sociales (TMS) formuladas para los confines del Estado. Eso mismo generó dudas al momento de utilizar sus herramientas teórico-conceptuales para estudiar la acción colectiva transnacional. Sin embargo, los internacionalistas, junto a algunos teóricos de los movimientos sociales, han redefinido convincentemente algunas de esas herramientas. Otros autores como Keck y Sikkink (1998), prefirieron no utilizar el término movimiento social y en su lugar se refieren a las "redes transnacionales de defensa", "para quienes la división entre lo nacional y lo internacional no interfiere en sus propósitos" (p. 4).

 

LAS DISTINTAS DENOMINACIONES PARA LA ACCIÓN COLECTIVA

Desde el terreno empírico, el esfuerzo se ha puesto en categorizar y sistematizar la polisemia de significados tomando en cuenta las señales que los colectivos envían a los estudiosos de la materia. Entre las denominaciones más comunes encontramos las siguientes: trasnational moral entrepreneurs (Nadelmann, E. 1990); sociedad civil global (Keck, M. y K. Sikkink, 1998; R. Falk, 2002; Della Porta D. y S. Tarrow, 2005; Bandy y Smith, 2005; Batliwala, S. y D. Brown, 2006); world civic politics (Wapner, P. K., 1995; 1996); sociedad civil transnacional y transnational advocacy networks (Keck, M. y K. Sikkink, 1998). Los terrenos donde el activismo transnacional y global tienen mayor resonancia mediática y potencialmente pueden ser exitosos son: la violación de los derechos humanos, la depredación del medioambiente por sobre explotación, así como la afrenta contra la migración y contra los derechos de los trabajadores. El marco o ideas compartidas que conduce al activismo transnacional son de tipo causal, puesto que hay evidencia y convicción de que todas estas problemáticas han sido desatadas por las políticas económicas neoliberales.

El análisis y la especificidad empírica de las tareas que emprende la acción colectiva de los últimos veinte años, hace complejo su estudio, debido, desde nuestro punto de vista, a la proliferación de organizaciones y agrupaciones diversas entre sí, sobre todo en las últimas dos décadas6. No obstante, consideramos que un primer modo para clasificarlas es conocer el tipo de ideas/ideologías, valores y causas que estos colectivos defienden. Para este fin resultan útiles los apelativos outsiders e insiders (Korzeniewicz y Smith, 2001, p. 5;7Tarrow, 2005, p. 29). Las organizaciones, redes y movimientos insiders actúan conforme a las reglas y procedimientos establecidos (Korzeniewicz y Smith, 2001, p. 5). Fungen como puente entre gobiernos, organismos gubernamentales y el resto de la sociedad. También se desempeñan como portavoces de discursos, propaganda, como gestores de programas gubernamentales, etc. Las organizaciones outsiders son contestatarias, demandan rendición de cuentas (accountability), se solidarizan con movimientos de izquierda, con protestas populares, etc. En este tenor, y con base en las actividades que realizan algunas organizaciones insiders de las que hablaremos más adelante, puede vinculárseles con una de las dos líneas ideológicas tradicionales: izquierda y derecha; en otras palabras, a favor o en contra del statu quo. En los últimos años hemos observado el incremento en el número de organizaciones, redes y movimientos críticos del neoliberalismo que demandan equidad económica, redistribución de la riqueza, la recuperación del Estado de bienestar, etc. Podemos decir que este modelo económico revigorizó ciertas ideas de la izquierda tradicional. En cambio, las organizaciones insiders aquí referidas las ubicamos en la derecha debido a que fungen como correas de transmisión de agencias y fundaciones, principalmente de Estados Unidos, que representan intereses económicos e ideológicos de ese país. Sin embargo, es la posición crítica que cada grupo toma frente a los asuntos económicos, políticos y sociales, la que permite diferenciarlas en los términos que discutimos. En este sentido, una cuestión de fondo para outsiders e insiders tiene que ver con mantener su autonomía; es decir, que sus vínculos con instituciones, sobre todo gubernamentales, no les conduzcan a una pérdida de su capacidad crítica.

Aun tomando en cuenta que el Estado ha sido debilitado en varios frentes, uno de ellos el propio neoliberalismo y otro las relaciones transnacionales emprendidas por ciudadanos que han empezado a crear una cultura de rendición de cuentas, algunos valores de la izquierda tradicional permanecen, como la idea de justicia social, de modernidad y de progreso hacia una sociedad más igualitaria. Así, en la medida que el Estado exista como la organización política y social por excelencia, seguirá siendo el encargado de materializar esas ideas dentro de sus fronteras. En el caso de la derecha, la resistencia a la regulación por parte del Estado, así como la exaltación del individualismo y la competencia, han nutrido el capitalismo desbocado de las últimas décadas. No obstante, ha llegado el tiempo de que ideas de hace dos siglos, como izquierda y derecha, se repiensen y actualicen. Autores como Schwarzmantel (2008, p. 17) subrayan la importancia de las ideologías políticas y apelan a la necesidad de dibujar un nuevo mapa ideológico del mundo.

La posición deliberadamente crítica de algunas redes y movimientos sociales transnacionales de outsiders de los últimos años responde en gran parte a que varios de sus integrantes, fundadores muchos de ellos, son intelectuales, académicos y especialistas en los temas que estos grupos defienden. De ahí que estos colectivos funjan como comunidades críticas (Rochon, 1998, p. 22)8, abiertas a quien quiera ser parte de la red, la alianza, el movimiento o la coalición. La Alianza Social Continental y el Movimiento por la Justicia Global representan, en este trabajo, ejemplos de activistas outsiders. Además de éstos consideramos a Greenpeace, Friends of the Earth, Amnistía Internacional, Oxfam, al Comité para la Abolición de la Deuda Externa del Tercer Mundo (CADTM), ATTAC, Jubileo 2000, Jubileo Sur, Third World Network, entre otros.

Los activistas insiders por lo general colaboran de cerca con los planes u objetivos de los gobiernos, dentro o fuera de sus países. Son auxiliares en los distintos ámbitos político, económico, social o ambiental. En el continente americano podemos citar, entre otras, a Inter-America Dialogue, Women's Leadership Council, Partners of Americas, etc. Están vinculadas con el gobierno de Estados Unidos, principalmente mediante la United States Agency for International Development. En el terreno de la promoción de los valores democráticos se encuentra la National Endowment for Democracy (NED). Junto a ellas, decenas de ONG de América Latina, como la Red Interamericana para la Democracia, dependen, total o parcialmente, de conexiones con estas organizaciones. Cabe destacar algunas excepciones como la organización canadiense Common Frontiers (nodo de la ASC) que colabora con el gobierno sin que ello reduzca su capacidad de crítica, incluida la que dirige a su propio gobierno. También está el caso de Alianza Cívica en México, que recibe fondos del NED y ha sido un actor social clave en la transparencia de las elecciones. También contamos, dentro de las ONG insiders, a las que desempeñan trabajo asistencialista, como Cáritas, vinculada con la iglesia católica. Aunque también en el ámbito religioso se da el activismo crítico como el movimiento Jubileo 2000 contra la deuda del Tercer Mundo y el Catholic Commitee against Hunger and for Development (CCFD). Ambas son miembros del Altermundismo.

 

EL ESTUDIO DE LA ACCIÓN COLECTIVA EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES

But if the social movement scholars have been "myopically domestic", IR scholars have been
equally myopically statecentric, so each can benefit from the insights of the other9
(Khagram, et al. 2002).

Las Relaciones Internacionales como disciplina que se ha desarrollado plenamente en Estados Unidos ha recibido muchas críticas; entre éstas la que señala que está subsumida en la Ciencia Política y en la Sociología que se hace en ese país desde la Segunda Guerra Mundial. Otra, la que apunta que es propio de su campo un enfoque elitista (Evans, 1995, p. 252) sobre el comportamiento de los Estados-potencia, las relaciones de poder entre los estados, el conflicto y, por supuesto, la seguridad.

En la década de 1950, Estados Unidos surge como potencia hegemónica. En el ámbito académico dominante hay una firme idea de que el sistema internacional es un medio anárquico. La ausencia de autoridad antepone al conflicto como regla y a la cooperación como excepción. En este sentido, se mantuvo a raya cualquier otro enfoque de la política mundial, como el de la sociología internacional y con mayor razón el materialismo histórico que minimiza el rol de los Estados en las relaciones internacionales10. Fue hasta 1980 cuando la teoría social y la filosofía vuelven a ocupar un espacio en las Relaciones Internacionales, pretendiendo con ello desafiar al racionalismo y pragmatismo del realismo político norteamericano. Son las corrientes "reflectivistas", las que se erigen como el desafío de "el deber ser" en las RR.II. De entre éstas, el constructivismo social es la que nos ocupa en este trabajo. Más adelante volveremos a este punto.

A pesar de que la presencia de una sociedad civil organizada a nivel transnacional es innegable en el mundo de la política global (Wapner, 1995; Ruggie, 2005), políticos y teóricos del mainstream en la disciplina de las Relaciones Internacionales parecen ignorar o restar importancia a la labor que estos actores sociales han desempañado en los campos de los derechos humanos, el medio ambiente, la salud pública y la solicitud de rendición de cuentas a gobiernos y/o corporaciones, etc. (Ruggie, 2005, p. 3). No es que estos temas no sean importantes o que los políticos o académicos los ignoren. Más bien, esas actitudes se derivan de que en la disciplina había dominado una concepción estrecha de la política que nos remitía únicamente al comportamiento de los Estados con base en las relaciones de poder, la seguridad, etc.

Para bien de la disciplina, los cambios en el contexto internacional en las décadas de los sesenta y setenta, así como los debates dentro de las ciencias, la conducirían a la revisión de su paradigma dominante y a la valoración de nuevas propuestas teóricas en torno a la política mundial11. La teorización versaría a partir de esos años en torno a la concepción transnacional, dentro de la cual surgieron enfoques como el de la interdependencia/dependencia, encaminados a explicar las relaciones de cooperación, aunque las económicas principalmente. Esos mismos cambios en el escenario de la política mundial y los debates que se suscitaron, hicieron evidente la existencia de "anomalías", en términos de Kuhn.

 

EL HECHO TRANSNACIONAL EN LA DISCIPLINA

La obra de Raymond Vernon (1971) abriría el camino hacia los estudios del transnacionalismo mediante el análisis del impacto que tenían la expansión mundial de las multinacionales estadounidenses — posteriormente denominadas transnational corporations (TNCs) — como actores transnacionales. Sin embargo, los libros que abrieron el debate en torno a los actores no estatales en la política internacional fueron los de Robert Keohane y Joseph Nye: Transnational Relations and World Politics, de 1972, y Power and Interdependence, de 1977. En 1980 el debate se concentraría en los regímenes internacionales (Ruggie, 1975; Keohane y Nye, 1977; Krasner, 1983). El transnacionalismo de aquellos años estuvo centrado principalmente en la cooperación entre actores económicos, bajo la idea de que los regímenes eran un instrumento de cooperación institucionalizada entre los Estados. Esto no supuso un verdadero desafío paradigmático en la disciplina. Más bien, la teoría de los regímenes y el institucionalismo liberal vendrían a complementar y a reforzar el paradigma tradicional. De acuerdo con Ruggie: "so, whatever roles transnational actors might play in the context of international regimes [...] were filtered through the prisms of their influence on governmental and intergovernmental policy processes (2004, p. 4)12.

Con las obras anteriores de Keohane y Nye, además del libro del primero After Hegemony: Cooperation, publicado en 1984, el debate entre el institucionalismo liberal y el neorrealismo estructural13sólo va a constatar el predominio compartido por ambas escuelas en la disciplina. Si bien en un principio la primera escuela contradice a la segunda al afirmar que la seguridad y el poder son cada vez menos relevantes en la política mundial, el hecho de conservar y no problematizar ideas como la anarquía, así como mantener al Estado como actor principal (Keohane y Nye, 1988, p. 41 [1984]), va en detrimento de la supuesta relevancia de los regímenes internacionales. A final de cuentas, como lo demuestran las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), estancadas desde la Ronda de Doha, los regímenes son tratados como rehenes de los intereses económicos que representan los Estados más poderosos.

Lo anterior nos permite decir que el transnacionalismo de esos años y el institucionalismo liberal más cercano no se han ocupado de la importancia de la acción colectiva transnacional14que representa actores no estatales y no económicos en estricto sentido, es decir, de actores vinculados a temas normativos, ni siquiera porque mucha de la crítica de movimientos, como el de la Justicia Global, se dirige precisamente a regímenes como la OMC. No obstante, su importancia se circunscribe a que ampliaron el horizonte de la disciplina poniendo el "hecho transnacional" en la mesa de debates. En la misma corriente, otros autores como James Rosenau (1992) también contribuyeron a contrarrestar el exclusivismo estatal en las RR.II., mediante el reconocimiento de la diversidad de actores presentes en la política mundial y su insistencia en la permeabilidad que existe entre la política doméstica y la política internacional.

Fue entonces, en los años setenta, cuando empezó a abrirse una puerta en la disciplina y, desde mediados de 1990, la vemos de par en par para estudiar la acción colectiva transnacional, su impacto en la sociedad mundial15, y otros temas de la (nueva) agenda global. Sólo por citar algunas obras importantes a inicios de los noventa, cabe mencionar el libro del constructivista alemán Thomas Rissen-Kappen y colaboradores (1995). También ha sido muy citado el artículo de Paul Wapner (1995), uno de los primeros trabajos de Jackie Smith que edita con Charles Chatfield y Ron Pagnucco (1997). Estas obras, entre otras, han conducido a la disciplina hacia metodologías más sociológicas. En 1998 el libro de Margaret Keck y Kathryn Sikkink, Activists Beyond Borders, termina por abrir ampliamente el camino para el estudio de los actores sociales transnacionales.

 

EL ALCANCE DEL CONSTRUCTIVISMO EN EL ESTUDIO DE LA ACCIÓN COLECTIVA TRANSNACIONAL

A finales de los años ochenta los enfoques sociológicos y normativos vuelven con más fuerza al campo de las Relaciones Internacionales. Curiosamente, fue el institucionalista liberal Robert Keohane, en su discurso como presidente de International Studies Association (ISA)16, quien utilizó el concepto "reflectivism"17para referirse a los enfoques que promueven una perspectiva epistemológica eminentemente reflexiva y crítica. En esa ocasión Keohane comentó que el nuevo debate en la disciplina sería entre el racionalismo (positivismo) y las corrientes del reflectivismo, o postpositivistas. De las cuatro corrientes que lo componen, el constructivismo pasa por ser la más moderada. Este enfoque pone el acento en que el mundo social es una construcción humana basada en ideas compartidas. En este sentido, Sodupe nos recuerda que una fuente de inspiración para constructivistas de las RRII, entre ellos Ruggie, Adler y Guzzini, han sido las reflexiones del filósofo norteamericano John R. Searle, en torno a la construcción de la realidad social y a los hechos sociales (2002, p. 166).

En su discurso, Keohane comentó que el reflectivismo no representaba un desafío para el racionalismo. Supondríamos que fue así si sólo atendiéramos una primera línea del constructivismo que se concentró en criticar al mainstream, concretamente al neorrealismo y a su estructura materialista donde reposan premisas fundacionales del realismo antiguo como la lucha por el poder; o bien, si atendemos la otra línea enfocada en el estudio de las normas, reglas y su importancia en la política mundial. Podríamos decir que estos fueron los primeros ámbitos del constructivismo, más enfocado a aspectos epistemológicos y que cuentan con importantes teóricos como Nicholas Onuf, Alexander Wendt o Martha Finnemore. Ahora, en este trabajo queremos resaltar que el constructivismo tiene un nuevo ámbito y ése es el que corresponde al estudio del activismo transnacional. El rol de estos actores no estatales en la política mundial, el papel de las ideas que difunden y cómo esas ideas pueden transformar la realidad social internacional son los temas principales en los que se centran los estudios de los constructivistas de los últimos quince años.

A partir del reflectivismo, del constructivismo específicamente, nuestra disciplina vuelve con fuerza al campo normativo de las ciencias sociales. Como Steve Smith, nos pronunciamos por poner fin a la idea de una disciplina que ha dado la espalda a los aspectos normativos: "...that the discipline of International Relations is complicit in the constitution of this world of international relations. I want to claim that there can not be such thing as a value-free, non-normative social science[...]" (Smith, 2004, p. 499)18. Lo cierto es que la búsqueda de soluciones a los grandes problemas políticos, sociales y económicos de la humanidad alimenta una duradera, por no decir permanente, confrontación normativa en la teoría y en la práctica, esto es, la oposición entre valores universales y valores particulares (Halliday, 2002, p. 281).

A veinte años de la locución de Keohane, hay cada vez más autores que se identifican con alguna corriente del reflectivismo. Los nombres de los autores de los principales trabajos aquí citados, son reconocidos en la disciplina y fuera de ésta. No obstante, no se puede decir que haya un equilibrio entre el predominio del reflectivismo y del racionalismo. El peso del neorrealismo o realismo estructural19y del institucionalismo neoliberal sigue patente tanto en la teoría como en la práctica, en la academia y en la política norteamericana dominante dentro y fuera de ese país20. Sin embargo, esto último tampoco es tan importante como lo es el desarrollo de nuevas teorías que expliquen los cambios que ocurren en la sociedad global.

 

EL DIÁLOGO ENTRE LOS ACADÉMICOS CONSTRUCTIVISTAS DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES Y LOS ACADÉMICOS DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES (TMS).

Dos argumentos han marcado la línea de los estudios de los movimientos sociales. El primero se refiere a las cuatro propiedades empíricas de los movimientos sociales: desafío colectivo, objetivos comunes, solidaridad e interacción mantenida. El segundo, a que los movimientos sociales "Tienen poder porque desafían a sus oponentes, despiertan solidaridad, y cobran significado en el seno de determinados grupos de población, situaciones y culturas políticas." (Tarrow, 1997 [1994], p. 21).

En el mismo sentido, los siguientes conceptos han sido clave para hacer de las teorías de los movimientos sociales (TMS) un paradigma: las oportunidades políticas, las estructuras de movilización, los marcos de acción colectiva y los repertorios de protesta. Categorías todas centradas en múltiples procesos que conjugan la creación y evolución del estado moderno y del capitalismo (Tilly, 1978; Tarrow, 1998). Podemos decir que todo lo anterior constituye el esqueleto de las TMS, específicamente de las que provienen de la academia norteamericana.

En el terreno de las teorías de los movimientos sociales (TMS) algunos estudiosos han sido escépticos, de ahí que no hagamos una relatoría de conceptos que definan la acción colectiva transnacional como se hizo en el apartado anterior. No obstante, uno de los teóricos más prolíficos en este tema es Sidney Tarrow; fuera de la academia norteamericana, ha trabajado con él la socióloga italiana Donatella Della Porta (Tarrow, S. y D. Della Porta, 2005). Algunas de sus últimas contribuciones son ediciones y capítulos de libros realizados con académicos de las Relaciones Internacionales.

En el estudio de la acción colectiva transnacional las TMS son un referente teórico, pero sólo como punto de partida para estudiar este fenómeno, debido precisamente a su carácter transnacional que genera ciertas objeciones en los estudiosos de los movimientos sociales. Evidentemente, estos teóricos están conscientes de que las movilizaciones operan tanto en el terreno doméstico como en el internacional (McAdam, 1996; McCarthy y Zald, 1996; Tarrow, 1999, 2001, 2003), pero eso no quita que el escepticismo persista. Una advertencia que hacen se refiere a la complejidad que surge al trasladar conceptos analíticos como "oportunidades políticas" (Doug, et al, 1999 [1977], p. 49-50)21al terreno transnacional. Sin embargo, en este punto se han introducido algunos ajustes como el de "multilayered" opportunity structure22. Anthony Oberschall (1996) y el psicólogo social holandés Klandermans (1997) reconocen la existencia de presiones provenientes del exterior que influyen en las estructuras domésticas de oportunidad política. En esta línea se pronuncia también Sidney Tarrow, quien ve en la propia política internacional generadora estructuras de oportunidad política (2005).

Doug McAdam duda de la existencia de "estructuras de oportunidad política transnacionales", debido a que los movimientos sociales se enfocan en el poder institucionalizado, es decir, dentro de una comunidad política. Lo otro, dice este teórico, es algo raro en la arena transnacional, quizás con la excepción de la Unión Europea (Khagram et al, 2002, p. 18).

Una de las primeras objeciones al término "movimiento social transnacional" residió en la cuestión de la "heterogeneidad" que caracteriza a la reciente acción colectiva transnacional, contraria a la "homogeneidad del grupo" que las TMS enfatizan, debido a que ésta influye en el proceso de creación y definición del marco interpretativo. Las TMS apuntan que la creación del marco requiere precisamente de personas que estén en contacto frecuente e intenso entre ellas. Sin embargo, en los dos ejemplos de movimientos que este trabajo trata, la heterogeneidad, de la que el grupo es consciente, no ha sido un impedimento para establecer "estructuras de movilización". Los teóricos de los movimientos sociales ubican estas estructuras dentro una comunidad determinada, donde están presentes las "estructuras informales de la vida diaria" (McAdam, 1988; McCarthy, 1996), que incluyen a familias, redes de amigos, escuelas y hasta iglesias. Las estructuras de movilización de movimientos y redes transnacionales como los que aquí se exponen se fundan en lazos informales y formales. Se incursiona en un colectivo como estos porque se comparten ideas, principios y valores respecto a una problemática o causa. Los individuos se comprometen con lo que consideran las soluciones correctas. Para ello, apuestan por sumar solidaridades, influir en la opinión pública y en lograr un cambio en el comportamiento de sus oponentes.

También los internacionalistas coinciden con los teóricos de los movimientos sociales en subrayar la dificultad que conlleva construir un movimiento trasnacional en comparación con uno doméstico, sobre todo mantenerlo. En sus primeras obras, Tarrow también se refería a estas dificultades. Apuntaba que las relaciones de esos movimientos con los Estados e instituciones estatales no se facilitaban, como sí lo hacían las de organizaciones no gubernamentales y redes de activistas (Tarrow, 2001).

Es evidente el giro de este sociólogo unos años más tarde. Mediante los conceptos "internacionalización" e "internacionalismo", Tarrow trasciende el enfoque doméstico de las TMS: el internacionalismo es "una densa estructura triangular entre actores estatales, no estatales, instituciones internacionales y las oportunidades que éstas generan para que los actores se comprometan en la acción colectiva a diferentes niveles de este sistema" (2005, p. 25). En el mismo sentido define el internacionalismo como un espacio de oportunidades, en el que activistas locales se vinculan con activistas transnacionales y forman coaliciones o redes que trascienden sus fronteras. Éste es el caso de la Alianza Social Continental a la que nos referiremos más adelante.

Otro aspecto complejo al usar las herramientas de las TMS para analizar los movimientos transnacionales es el de la identidad, sobre todo la identidad vinculada a la nacionalidad y al chovinismo. Tarrow contextualiza el peso de estas dos cuestiones después del 11 de septiembre de 2001. Hechos como ése, sin duda, hacen que la gente vuelva a ideas como la de identidad nacional (2005, p. 7). Esto nos recuerda que el nacionalismo y las religiones continúan siendo relevantes en las sociedades humanas y, por lo tanto, en las ciencias sociales. También nos habla de los límites de la idea de una ciudadanía desvinculada de estos aspectos.

Más allá de todas las debilidades que puedan adjudicársele, desde las TMS a los movimientos sociales transnacionales, no hay duda de que se han convertido en un actor de las relaciones internacionales. Tarrow reconoce que el hecho mismo de lo transnacional es un fuerte desafío a la hegemonía del estado y al propio análisis de los movimientos sociales domésticos tradicionalmente centrados en el Estado (Tarrow, 2003, p. 7). De igual modo, los activistas representan una suerte de "clase cosmopolita" en ciernes.

El poder del enmarcado es otra contribución importante de la teoría de los movimientos sociales a las RRII. Los autores de referencia obligada son David Snow y Robert Benford (1986; Snow et al, 1988)23, para quienes el enmarcado es un proceso por el que las creencias, los valores e intereses de los individuos son congruentes con los objetivos, actividades e ideología de los movimientos y redes que desarrollan una determinada campaña. Este concepto ha sido vital para la comprensión analítica del surgimiento y mantenimiento de estos fenómenos sociológicos. Si partimos del hecho de que los individuos que se unen al Altermundismo lo hacen porque comparten creencias, valores e intereses que rebasan aspectos como las diferencias, culturas o nacionalismos, entonces no vemos por qué la cuestión del marco tiene que dificultarse más a los movimientos transnacionales que a los domésticos. Jackie Smith y sus colaboradores (1997, p. 245) se refieren a esa dificultad al tiempo que ponen, como ejemplo de marco exitoso, las campañas de los activistas que han logrado extender y profundizar en el mundo la noción de derechos humanos y enmarcarla en términos transnacionales.

Los colectivos a los que nos referimos han creado un marco transnacional que se corresponde con sus objetivos centrales: denunciar las políticas neoliberales y los acuerdos comerciales que conciben como la causa de la injusticia social y la depredación ecológica del planeta. El neoliberalismo es, para los actores de los movimientos sociales viejos y nuevos en América Latina, "la causa" del aumento de la pobreza, la precariedad laboral, la degradación del medio ambiente y, en general, del empeoramiento de la condiciones de vida de la gente (Silva, 2009; Johnston y Almeida, 2006).

Otros autores se han referido al injustice frame (marco de la injusticia), enfocado en aspectos político-económicos que son la materia prima para crearlo y que se convierte en el marco maestro para movimientos como el Altermundismo (Carroll y Ratner, 1996) o Alianza Social Continental. Tarrow sugiere que los marcos orientados a temas como la justicia global son una resonancia de los rights frame de los años sesenta y setenta, y que fungen como una fuente donde la gente se congrega y establece metas comunes (common goals) (2003). En este tenor, este sociólogo apunta que el movimiento por la Justicia Global representa el marco global o global framing por excelencia, que lo cohesiona y le da capacidad de movilización.

Varios estudios de casos constatan (Smith et al., 1997; Keck y Sikkink, 1998) que los marcos exitosos son los vinculados con los derechos humanos, de ahí que tomemos en cuenta que otros temas no lo son tanto, como cualquier otro que implique nacionalismo o creencias religiosas.

 

LA OPINIÓN DE LOS INTERNACIONALISTAS

Khagram y sus colaboradores se preguntan, ¿cómo explicarnos el por qué a veces gente no homogénea se compromete en una acción colectiva transnacional? (2002, p. 13). A la luz de los alcances de la acción colectiva transnacional en las temáticas señaladas al principio de este trabajo, las ideas y principios compartidos entre los individuos están por encima de la heterogeneidad u homogeneidad relacionada con la comunidad política. Visto así, éstas quedarían como características circunstanciales de los movimientos24. Con lo anterior, consideramos que la cuestión de la homogeneidad no es suficiente para poner en duda la efectividad de los marcos o ideas compartidas de los movimientos transnacionales.

Otra contribución que hacen las TMS a los internacionalistas es mediante el concepto de "estructuras de oportunidad política". De acuerdo con Khagram y colaboradores (2002) es necesario replantear el concepto doméstico de oportunidades políticas a la arena transnacional: ¿cuáles serían las dimensiones sistemáticas del ambiente político internacional o transnacional que provee de incentivos o límites a la acción colectiva? Una respuesta convincente es que las propias instituciones internacionales se erigen como estructuras de oportunidad política, "una estructura de oportunidad política internacional no desplaza las estructuras domésticas, más bien interactúa con ella" (2002, p. 18). En este sentido, es importante la opinión del sociólogo Tarrow, para quien la globalización ya provee de suficientes recursos a los activistas, de modo que las oportunidades políticas se abren también a ellos a fin de que persigan y alcancen sus objetivos (2005). No hay duda de que un recurso que ha facilitado la tarea de los activistas y que ha incidido en el propio activismo es la Internet.

Las estructuras de oportunidad política se generan en los regímenes internacionales donde aparentemente se discuten las mejores políticas (ideas) para todos y donde los representantes de los Estados ricos, menos ricos y pobres, desean salvaguardar sus intereses o imponerlos, especialmente en el caso de los primeros. Negociaciones de acuerdos bilaterales o multilaterales entre los Estados han generado estructuras de oportunidad. También otros actores no estatales las propician mediante sus prácticas, tales como las corporaciones transnacionales25, las comunidades epistémicas y/o comunidades críticas que difunden ideas, información, etc. Evidentemente, se han convertido en generadores de oportunidades políticas las ideas radicales sobre la libertad comercial y de las finanzas. Éstas han dotado de recursos a las protestas de movimientos sociales, populares, estudiantiles, indígenas, campesinas, a nivel local, regional y global, durante los últimos veinte años. Las políticas neoliberales y sus daños colaterales como el aumento de pobreza y la desigualdad han alimentado el "contra movimiento" al que se refería Polanyi26.

También hay algunos paralelismos en los conceptos que los internacionalistas utilizan con el marco conceptual de las TMS. Los internacionalistas se refieren a las normas, mientras que los teóricos de los movimientos sociales hablan de creencias compartidas. Como estos últimos, los internacionalistas que estudian las normas se interesan en estudiar los procesos mediante los cuales las creencias de los individuos se transforman en creencias colectivas y finalmente en normas (Khagram, et al., 2002, p. 14-15). De modo que las creencias compartidas y las normas, representan para las redes, coaliciones y movimientos transnacionales, los "recursos" y "oportunidades políticas" en las TMS. Sin embargo, como bien señalan estos autores, el siguiente paso en la teorización de este fenómeno en las Relaciones Internacionales será explicar el rol de estos actores transnacionales no estatales en la formación de ideas y normas (2002, p. 6) y —nosotros añadiríamos— cómo influyen y/o transforman la política interna y externa.

 

DOS EJEMPLOS: EL MOVIMIENTO POR LA JUSTICIA GLOBAL O ALTERMUNDISMO Y LA ALIANZA SOCIAL CONTINENTAL

Como veremos mediante los ejemplos elegidos, la acción colectiva que emprenden es crítica del modelo económico del capitalismo globalizado. Son activistas outsider que cuestionan el statu quo y sus reglas del juego. No son stricto sensu grupos de presión ni tampoco grupos de interés. Pretenden persuadir a la opinión pública, cambiar el comportamiento de sus blancos u objetivos, intentan influir en las agendas de los gobiernos, en las políticas públicas o en las prácticas de actores privados como las corporaciones transnacionales pero, sobre todo, "cambiar las mentes, desintoxicar a la gente después de dos décadas de lavado de cerebro neoliberal" (ATTAC, 2000b, p. 14, en Pleyers, 2010, p.14).

De acuerdo con Cohen y Arato (1992), son esa sociedad civil que ellos definen como la "comunidad política-ética pública" ("public ethical-political community"), fundada en un ethos común, ya no como un ensamble de todos los actores no estatales. Los casos que abordaremos brevemente no representan a toda la sociedad civil de la región o del mundo, menos aún encarnan a las virtudes. Si parafraseamos el título del libro de Tarrow El poder en movimiento, el poder u objetivo del movimiento, cuando se alcanza, se manifiesta tarde o temprano, en el cambio ideas, marcos de pensamiento y comportamientos.

Como se ha dicho antes, los dos ejemplos de acción colectiva transnacional corresponden al Movimiento por la Justicia Global (MJG)27, que en términos mediáticos se dio a conocer en las protestas contra la conferencia ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Seattle en noviembre de 1999. El segundo ejemplo atañe a la Alianza Social Continental (ASC)28, que es una coalición extensa de redes y movimientos sociales de las Américas que se crea a raíz de los acuerdos de libre comercio y, en concreto, en oposición al proyecto Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). La ASC se formalizó en 1997 como un movimiento crítico en el marco de las negociaciones gubernamentales realizadas entre 1997 y 2005. Académicos y profesionales que forman parte de esta red elaboraron un modelo alternativo de integración en las Américas que dieron a conocer a los gobiernos y a la opinión pública de la región29. La ASC suma en más de cincuenta el número de ONG, redes y asociaciones afiliadas a ella. Éstas, a la vez, representan a otras tantas organizaciones.

En la siguiente tabla representamos los temas que conforman los marcos de interpretación o ideas que fundamentan al MJG y a la ASC:

Tabla 1

Un marco maestro (master frame) se construye a partir de la interpretación común que de la realidad hace un grupo (Della Porta, 2007, p. 6). Los marcos interpretativos de estos movimientos están fundados en ideas causales. Por ejemplo, la relación que se da entre la precariedad laboral (en términos de debilitamiento y pérdida de los derechos laborales) y el aumento de los índices de pobreza, que en América Latina repercuten más en los colectivos históricamente marginados, como los pueblos indígenas, las mujeres o los campesinos30. Estos problemas se convierten en las causas que defiende el conjunto de organizaciones de la sociedad civil y los movimientos afiliados a la Alianza Social Continental. El resultado de las investigaciones que se hacen en el seno de esta red31, les permite afirmar que los problemas que denuncian son un efecto negativo del neoliberalismo a través de los acuerdos de libre comercio que representan los intereses de inversionistas por encima de los derechos de la gente. Denuncian el relajamiento de las legislaciones en materia de derechos labores o protección medio ambiental, a fin de facilitar las contrataciones, despidos e inversiones en campos de la industria y la minería altamente contaminantes32. Esto ocurre principalmente en países menos desarrollados que tienen poca capacidad de exigencia frente a las grandes empresas transnacionales. En varios países de América Latina existen demandas de la sociedad civil contra corporaciones estadounidenses, canadienses y españolas, principalmente en los ámbitos de la minería, la energía y la infraestructura33. En el caso de la agenda de la ASC, un tema implícito en sus demandas es la democratización de los sistemas políticos latinoamericanos, donde todavía quedan restos de patrimonialismo, corporativismo y clientelismo, que históricamente han caracterizado la cultura política de varios países de la región.

Estos movimientos transnacionales no son movimientos sociales con una base presumiblemente homogénea— como el nacionalista u obrero— o reivindicadores de la identidad étnica —como la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE). Su condición de permanencia como movimiento no depende de que logren realizar demandas específicas, como el movimiento de las Madres de la Plaza de Mayo, sino que es un movimiento de crítica permanente mientras exista como tal. No obstante, en estos movimientos están presentes las cuatro propiedades empíricas de los movimientos sociales domésticos: desafío colectivo, objetivos comunes, solidaridad e interacción mantenida. Por tratarse de un colectivo transnacional tendríamos que agregar tres características más: la diversidad ideológica del grupo, la diversidad cultural y la imbricación local-global presente en los objetivos y demandas del colectivo. En este sentido, el Estado deja de ser el locus para analizar y explicar la acción colectiva, pero no deja de ser uno de los blancos de los movimientos transnacionales. El activismo de la Alianza Social Continental lo constata al incluir entre sus reivindicaciones, encauzar o fortalecer, según el caso, el papel social del Estado, en una región donde históricamente los derechos sociales han sido raquíticos o insuficientes en cobertura, hecho coincidente con la otrora escasa o nula presencia de sociedad civil organizada e independiente.

Como se mencionó antes, varios autores (Tarrow, 2003; McMichael, 2004; Munck, 2007; Silva, 2009) han retomado el análisis de Karl Polanyi (2006 [1957]) para explicar la reacción social que desata la globalización representada en la liberación de los mercados. Para McMichael y Tarrow, el Movimiento por la Justicia Global representa el contra movimiento al que se refirió Karl Polanyi. Cabe mencionar que en el continente las luchas contra los tratados de libre comercio, el TLCAN en primer lugar, ocurrieron entre 1991 y 1994, así como el alzamiento de los indígenas zapatistas de Chiapas en 1994. Ambos sucedieron antes del impacto mediático de Seattle. Inclusive en la ASC, que tiene como origen la oposición al TLCAN, su marco maestro de lucha lo representó el proyecto de Área de Libre Comercio de las Américas (1997-2003).

A nivel global, el neoliberalismo modificó el papel del Estado frente a los ciudadanos, desencadenando, a nivel local, en países pobres y ricos, fenómenos socio-políticos similares. Se han deteriorado (o clausurado en algunos casos) los servicios públicos y derechos sociales. Infortunadamente, estos efectos también dañan a las instituciones de la democracia (George, 2008) y al propio Estado. "Esta relación conflictiva con la ideología del neoliberalismo es constitutiva del movimiento altermundista" (Pleyers, 2010, p. 18). Es dentro de una relación conflictiva con un adversario donde un movimiento social se construye a sí mismo (Touraine, 1978, citado por Pleyers, Ibid).

El desafío que plantea el activismo del Movimiento por la Justicia (MJG) o Altermundismo, y el de la Alianza (ASC), es normativo y político. Es normativo porque busca concienciar a la gente sobre aquellos factores y actores que vulneran su dignidad humana34, y político dado que representa un reto tanto para el Estado como para el mercado, así como para las instituciones que los representan. Son los transnational moral entrepreneurs de Nadelmann (1997), que persiguen el cambio normativo enmarcando los problemas en términos de valores cosmopolitas.

Es muy pronto para hablar de los activistas transnacionales como portadores de "identidad global". Algunos autores se refieren a su labor como un ajuste que hacen actores nacionales para una gobernanza territorial multinivel (Della Porta, 2007, p. 15). No obstante, como seres sociales que somos, no tenemos una sola e inmutable identidad. Los activistas globales y transnacionales, ya sean del MJG, de la ASC, de Greenpeace, Amnistía Internacional, Oxfam, etc., se han labrado una "identidad política" (Tilly y Tarrow, 2007), más frente a sus propios Estados, de cara a organizaciones gubernamentales internacionales y frente a la opinión pública. Munck apunta que muchos de los individuos que formaron su propia identidad en la construcción de estos movimientos reivindican esta identidad y rechazan la creciente intrusión del Estado y del mercado en la vida social (Munck, 2007, p. 23).

Los activistas globales son una prueba de que la sociedad civil, aunque tardíamente con respecto a la clase capitalista, ha empezado a rebasar su "mundo de vida" estatal, al tiempo que el Estado y el sistema capitalista continúan representando a dos actores y estructuras clave de la modernidad, cuyo desempeño genera, tarde o temprano, acción colectiva (Tarrow, 1998, cap. 2).

 

CONSIDERACIONES FINALES

El presente trabajo destaca la importancia empírica y analítica que durante los últimos veinte años ha cobrado la acción colectiva transnacional. Un primer objetivo fue exponer cómo ha sido abordado este fenómeno desde las teorías de los movimientos sociales (TMS) y la disciplina de las Relaciones Internacionales, ámbitos tradicionalmente centrados en el Estado. De particular interés para este trabajo fue subrayar el papel de los académicos internacionalistas adscritos a la corriente del constructivismo, quienes han posicionado a la disciplina en el conocimiento de un tema de envergadura para las relaciones internacionales, como son los movimientos sociales transnacionales. Hacia la parte final presentamos dos ejemplos de movimientos, el Altermundismo y la Alianza Social Continental.

Se hizo una breve revisión del devenir teórico-metodológico de la disciplina de las RR.II. a comienzos de los años setenta, cuando aparecen los primeros análisis sobre actores transnacionales. A pesar de la importancia de obras como la de Robert Keohane y Joseph Nye, y más tarde la de Stephen Krasner, las RR.II., con sus dos escuelas dominantes, neorrealismo e institucionalismo liberal, continúan sin prestar atención a la agencia de actores sociales transnacionales. De ahí que este trabajo se enfocara en resaltar la importancia que los académicos constructivistas otorgan al rol de los activistas, las ideas, principios y valores en los que éstos creen y difunden, así como las causas que defienden, las problemáticas que denuncian, su interacción con los actores estatales, con los regímenes internacionales, etc. Los constructivistas, tanto norteamericanos como europeos, han puesto al día a la disciplina en el estudio de la acción colectiva transnacional, y han contribuido a enriquecer su desarrollo teórico y metodológico con enfoques provenientes de la teoría social y la filosofía política.

Con relación a esto último, las TMS han sido un punto de partida para los internacionalistas norteamericanos que estudian este fenómeno. No obstante, y como parte de los objetivos del trabajo, nos referimos a las dificultades que al principio representaba estudiar la acción colectiva transnacional desde conceptos y metodologías formuladas originalmente para el ámbito doméstico o nacional. Sin embargo, conocer esa discusión nos condujo a observar algunos replanteamientos que sociólogos como Sidney Tarrow han hecho para estudiar el activismo transnacional. Esto también ha redundado en el establecimiento de diálogo y el fortalecimiento de la interdisciplinariedad entre las RR.II., y la sociología.

La existencia de Movimientos como el de la Justicia Global o Altermundismo, y la Alianza Social Continental, está vinculada inherentemente con problemáticas que atañen a la experiencia humana. Esto explica la construcción de marcos cosmopolitas profundamente normativos, encaminados a informar y concienciar a la gente sobre aquellos temas que afectan su vida. Dichos marcos, parafraseando a Rawls, se sostienen en principios que todos pueden aceptar: "mediante una concepción constructivista, que sea política y no metafísica, es como los ciudadanos pueden esperar descubrir principios aceptables por ellos" (2005, p. 108-113).

Las ideas que la gente del Altermundismo comparte no tienen por qué ser aceptadas por todo el mundo, como sucede en la realidad. No obstante, un logro de este movimiento ha sido, como apunta Pleyers (2010, p. 259), que muchas de sus ideas se han extendido a la opinión pública y algunas están presentes en los discursos de muchos líderes del G-20. Esto nos hace recordar la encendida alocución del presidente francés Sarkozi, en el contexto de la crisis inmobiliaria de 2008 en Estados Unidos, contra la libertad excesiva dada a los inversionistas y a los mercados en general35. Éste es un tema en el que el Altermundismo ha insistido y es una de sus críticas frontales: los mercados no se auto regulan. No obstante, la "doble moral" de muchos políticos también es algo que denuncia este movimiento. Podríamos pensar en esta práctica como un coto al activismo ciudadano, pero son más los logros que ha alcanzado, entre estos abrir debates y poner al alcance de la gente común información y conocimiento que antes estaba restringido a expertos internacionales (Pleyers, Ibid).

También la Alianza Social Continental, conjuntamente con sus nodos, ha conseguido algunos de sus objetivos. Las grandes movilizaciones en protesta del ahora fallido ALCA incrementaron el número de organizaciones, afiliadas o no a la Alianza, en toda América Latina. Colocó la mayor parte de los puntos que integran su agenda alternativa al ALCA en las agendas de los gobiernos que ahora conforman la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), aunque su labor primigenia fue denunciar el impacto negativo de los acuerdos de libre comercio. Por ejemplo, en el sector agropecuario sólo se han beneficiado las grandes empresas agroexportadoras de la región. El caso particular de México puede consultarse a través de muchas investigaciones realizadas por académicos, algunas de estas provienen de especialistas y profesionales afiliados a la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio (nodo de la ASC)36.

La copiosa literatura en torno al Altermundismo y a los movimientos sociales transnacionales, es otra prueba fehaciente de la relevancia que estos actores han cobrado en la política mundial y en la política interna de los Estados. Estos últimos, y las organizaciones gubernamentales internacionales, se han visto obligados a interactuar con ellos. Más que antes, este activismo es objeto de estudio para ensayar teorías en torno a la democracia cosmopolita y a la ciudadanía mundial.

En el caso del Movimiento por la Justicia Global, aunque es muy pronto, ya se cuentan sus éxitos y fracasos: se habla de sus fortalezas, debilidades, y de su posible ocaso. Lo cierto es que ha tenido ciclos de auge y decadencia. No sabemos aún con exactitud los vínculos entre las organizaciones de la sociedad civil que integran el movimiento 15-M en España, con el Altermundismo, o bien, si las protestas estudiantiles en Chile están vinculadas con nodos altermundistas. Sin embargo, en ambos casos, los agravios que denuncian guardan resonancia con los temas que defiende este movimiento global.

Nosotros observamos a los movimientos de la Justicia Global y de la Alianza Social Continental, como un proceso de concienciación y educación de la gente, para la gente, con una idea implícita: que los individuos y el colectivo tienen un papel clave en la construcción del contexto histórico que les toca vivir.

 

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Notas

1 La proliferación de actores sociales globales o trasnacionales ha generado simpatías y expectativas, pero también mucho escepticismo en el ámbito académico. Audie Klotz, conocedora de los antecedentes de la acción colectiva transnacional a través de los movimientos anti-apartheid y abolicionista, señala que la naturaleza normativa de la agenda de aquellos movimientos es sorprendentemente similar a la de los actuales, pese a la gran diferencia entre los contextos históricos (Klotz, 2002).

2 El paradigma tradicional compuesto por el realismo y el liberalismo contribuyó a mantener subsumida a la disciplina de las Relaciones Internacionales en la Ciencia Política, a pesar de los debates que ha habido respecto a que este ámbito del conocimiento tiene un campo propio de estudio. Sobre esta añeja cuestión véanse las aportaciones de Stanley Hoffmann, 1969 (pp. 30 a 40) "Theory and International Relations". En Rosenau, J., International Politics and Foreign Policy. N.Y: The Free Press; Steve Smith (ed.) (1985). International Relations. British and American Perspectives. Oxford, BISA; en la misma obra ver: W. Olson y N. Onuf, "The Growth of a Discipline: Reviewed". Para diferenciar las relaciones internacionales en términos generales del nombre de la disciplina, Relaciones Internacionales, la abreviaremos con mayúsculas.

3 Véase su página en Internet: www.asc-hsa.org

4 Para conocer la evolución del movimiento, las distintas denominaciones, así como sus fortalezas y debilidades, véase el libro de Geoffrey Pleyers (2010). Alter-globalization.

5 En la literatura de las RR.II. las ideas representan las creencias de los individuos; las normas son las creencias intersubjetivas respecto del comportamiento correcto. Las ideas causales son las ideas relacionadas con la causa y efecto y están sustentadas por evidencias; las ideas basadas en principios se refiere a lo que está bien o lo que está mal. Estas pueden estar vinculadas a las ideas causales, pero no pueden fácilmente demostrase mediante evidencia. Cuando las ideas basadas en principios son aceptadas por una amplia gama de actores, éstas se convierten en normas (Khagram et al, 2002, p. 14).

6 Véase el estudio de Kathryn Sikkink y Jackie Smith (2002) donde se documenta cómo ha crecido el número de Organizaciones no gubernamentales (ONG) y organizaciones de la sociedad civil que operan a nivel internacional (más de 30 mil) desde la década de 1950.

7. Los autores retoman estas denominaciones de Marisol Pagés (2000).

8 Para Rochon la creación de nuevas ideas se da en el seno de una pequeña comunidad de pensadores críticos, sensibles respecto de un problema, interesados por conocer las fuentes que lo generan y en la formulación de recomendaciones sobre lo que debe hacerse para solucionarlo.

9 "Si los académicos de los movimientos sociales han tenido una tendencia "miope hacia lo interno," los estudiosos de las Relaciones Internacionales han padecido igualmente una miopía estatocéntrica. Por tanto, cada uno puede beneficiarse de las ideas del otro" (trad. propia).

10 Véase la obra de Krippendorff, E. (1989). The Dominance of American Approaches in International Relations, London, Macmillan Press; y Richardson, N. (1989). The Study of International Relations in the United States, London, Macmillan Press. En castellano, el libro de Celestino del Arenal, Introducción a las Relaciones Internacionales.

11 Entre los factores que contribuyeron a los cambios está sin duda el libro de Thomas Kuhn La estructura de las revoluciones científicas, por un lado. Por otro, el encendido debate entre el paradigma tradicional y el behaviorismo.

12 "Por lo tanto, cuales fueran los roles que los actores transnacionales pudieran desempeñar en el contexto de los regímenes internacionales (...) serían filtrados por el prisma de su influencia en los procesos de políticas gubernamentales e intergubernamentales" (trad. propia).

13 El libro Kenneth, W. (1979). Theory of International Politics. New York: Random House., da un nuevo impulso al realismo tradicional.

14 Los últimos libros de R. Keohane y J. Nye continúan en su misma línea de pensamiento: After the Cold War: International Institutions and State Strategies in Europe, 1989-1991 (1993), y Power and Governance in a Parcially Globalized World (2002).

15 Con el concepto de sociedad mundial, en lugar de política mundial, nos afiliamos a una concepción sociológica de unas relaciones internacionales constituidas por flujos de ideas, información e intercambios de todo tipo entre individuos, grupos —fundaciones, asociaciones epistémicas, laicas, religiosas, con o sin fines de lucro—, actores estatales, regímenes internacionales, empresas, corporaciones transnacionales, etc.

16 En ocasión de la XXIX convención anual de la International Studies Association (ISA), R. Keohane como su presidente, pronunció un discurso que fue editado y publicado en la International Studies Quarterly, Vol. 32, No. 4, de diciembre de 1988.

17 Las corrientes que comprende el reflectivismo son: constructivismo social, teoría crítica, feminismo y postmodernismo.

18 "...que la disciplina de las Relaciones Internacionales es cómplice en la constitución de este mundo de las relaciones internacionales. Quiero afirmar que no puede haber tal cosa, una ciencia social carente de valores, no normativa..." (trad. propia).

19 A Kenneth Waltz se le reconoce como el renovador del realismo político norteamericano contemporáneo con su obra Theory of Internacional Relations de 1979. Su obra más reciente es Realism and International Politics, Routledge (2008).

20 Se recomienda consultar: The View from the Ivory Tower: Trip Survey of International Relations Faculty in the United States and Canada, (February 2007). A Publication of the Program on the Theory and Practice of International Relations.

21 Estos autores nos remiten a Peter Eisinger como el primero en referirse a la estructura de oportunidad en su obra del año 1973.

22 El término usado en castellano es "multicapas de estructura de oportunidad".

23 Como es sabido, ambos autores se apoyaron en la obra del psicólogo social Erving Goffman (1974) Frame Analysis.

24 Recordemos que una de las consignas de los movimientos transnacionales y globales es el reconocimiento de la diversidad y pluralidad de las gentes e ideas que conforman los colectivos.

25 El Movimiento Anti-Sweatshops vinculado con el Movimiento por la Justicia Global denunciaron a Nike, Waltdisney Co., The Gap, por hacer este tipo de prácticas en países pobres, en desarrollo e inclusive en barcos que fungen como fábricas en aguas internacionales.

26 Varios autores retoman su análisis, entre ellos: Philip McMichael (2004), Eduardo Silva (2009) y Ronaldo Munck (2007).

27 A diferencia de otros autores, nosotros consideramos que dentro del mundo académico, Justicia Global es el nombre formal del movimiento. Mientras que Altermundismo o alter-global en inglés, para el mundo de los activistas y la gente en general. Cfr. Geoffrey Pleyers (2010).

28 www.asc-hsa.org

29 Un documento escrito en los idiomas del continente: español, francés, inglés y portugués. http://www.cptech.org/ip/ftaa/FTAAAlternativas2003S.pdf Documento en línea. Fecha de consulta 30 de agosto de 2011.

30 Un ejemplo real es el deterioro de las condiciones del campo mexicano agravadas a partir del tratado de Libre Comercio de América del Norte. Véase Manuel Ángel Gómez Cruz, et al (2001). Estrategias para el cambio en el campo mexicano. México: Universidad de Chapingo. Rita Schwentesius et al (1998). TLC y agricultura. México: Universidad de Chapingo. Jean Françoise Prud'homme et al (1995). El impacto social de las políticas de ajuste en el campo mexicano. México: Plaza y Valdez. Investigación proveniente de la sociedad civil: AAVV (2009). TLCAN. Balance general e impactos subregionales y sectoriales. México: RMALC-Universidad de Chapingo.

31 Por ejemplo: La ola del libre comercio. Los pueblos de las Américas contra la nueva fase del neoliberalismo: http://www.rmalc.org.mx/documentos/90_Caderno%20ASC.pdf; Las mujeres en la defensa del agua como derecho humano fundamental: http://www.rmalc.org.mx/documentos/91_cadernoascagua.pdf. Así como Alternativa para las Américas, referenciado en la cita 30.

32 Decenas de noticias se encuentran en los periódicos relacionadas con denuncias de parte de la sociedad civil contra empresas mineras en México. Por ejemplo: http://www.jornada.unam.mx/2011/03/07/estados/038n1est Consultada el 31 de agosto.

33 Hay algunas estudios sobre el tema de parte de académicos y de la propia sociedad civil, véase: Bebbington, A., et al, (2008, diciembre) Mining and the social movements: struggle over livelihood and rural territorial development in the Andes. World Development, 36(12); Escobar, A. (1997, noviemre). Whose knowledge, whose nature?. Ponencia presentada en el Foro Ajusco en El Colegio de México. El Tribunal de los Pueblos a las Transnacionales (TPT) presentó en Viena en 2006, en el foro Enlazando Alternativas, 30 estudios sobre contaminación. Recuperado el 30 de marzo de 2011 en http://peoplesdialogue.org/en/node/39.

34 El libro editado por Della Porta The Global Justice Movement (2007), proporciona datos y porcentajes relacionados con la infl uencia del MJG en el Foro Social Europa y la consecuente aprobación y afiliación de la gente a las ideas, valores y causas, que defiende el MJG. El movimiento 15-M en España es una resonancia del MJG, con decenas de organizaciones respaldadas por organizaciones como ATTAC: http:// movimiento15m.org/

35 "La idea de la omnipotencia del mercado, que no debía ser alterado por ninguna regla, por ninguna intervención pública; esa idea de la omnipotencia del mercado es descabellada." Ver discurso completo en http://visionciudadana.wordpress.com/2011/01/29/discurso-de-nicolas-sarkozy-sobre-la-crisis-financiera-mundial-2008/ consultado el 7 de septiembre de 2011.

36 http://www.rmalc.org

 

Información sobre la autora

Verónica de la Torre. Es maestra en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México y doctora en estudios iberoamericanos por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es profesora de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Colima.

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