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CONfines de relaciones internacionales y ciencia política

versão impressa ISSN 1870-3569

CONfines relacion. internaci. ciencia política vol.6 no.11 Monterrey Jan./Mai. 2010

 

Artículos

 

Discurso y narración en las dinámicas de constitución identitaria. La experiencia kirchnerista en Argentina

 

María Mercedes Patrouilleau*

 

* Becaria de Investigación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en el Centro de Investigaciones Socio-Históricas, Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET). mpatrouilleau@fibertel.com.ar

 

Fecha de recepción: 09/11/2009
Fecha de aceptación: 10/02/2010

 

Resumen

El discurso presidencial ha recobrado interés desde la teoría actual sobre el populismo, y en Argentina especialmente a partir de la interpelación discursiva de sus principales mandatarios en los últimos años, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Este trabajo aborda la interpelación discursiva kirchnerista con énfasis en la dimensión narrativa del discurso. Este sujeto político propone una resignificación de elementos tradicionales de lo nacional y popular (y del peronismo en particular), al promover una "ciudadanía histórica" para los argentinos y la articulación de una historia política sobre una trayectoria signada por la disrupción institucional.

Palabras clave: discurso político, narración, kirchnerismo, interpelación populista.

 

Abstract

The presidencial discourse has regained interest since the current theory of populism, and in Agentina specially from discursive interpellation of its main leaders in last years, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. This work examines discoursive interpellation of both leaders emphasizing the narrative dimension of discourse. Kirchnerismo as political subject proposes a new meaning of traditional elements of the national and popular (and peronism in particular), by the promotion of an "historic citizenship" for argentines and the articulation of a political history along a path marked by institutional disruption.

Keywords: political discourse, narrative, kirchnerism, populist interpellation.

 

Introducción

En este escrito se propone abordar el proceso de conformación de identidades populares en la Argentina contemporánea, analizando ciertas dimensiones de las articulaciones discursivas kirchneristas y de su interpelación populista. Los años que lleva este proyecto político en el gobierno brindan la oportunidad para entender su producción política en términos de proceso si se observa el despliegue de sus principales ejes discursivos y las circunstancias históricas que lo condicionaron. Se intenta responder no sólo a la duda de cuáles son los significantes claves que definen el discurso kirchnerista, sino principalmente a cómo se constituyen, a través de cuáles procesos políticos y significativos. En términos más generales, el objetivo de este ensayo es analizar los procesos de creación de nuevos significantes y relatos identitarios en el marco de movimientos populistas, así como su rol creativo en el campo de la historia social, que redefine y genera articulaciones antes impensadas, nuevas motivaciones para el debate, la confrontación y la construcción política.

Para ello se parte del material teórico sobre el populismo publicado en los últimos años, impulsado por la teoría de Ernesto Laclau y alimentada por numerosos académicos latinoamericanos, norteamericanos y europeos, quienes hacen énfasis en la dimensión discursiva de la práctica política. Se intentará articular a este bagaje a una dimensión narrativa construida para este trabajo, con ayuda de algunos autores, acerca de la constitución de las identidades políticas.

Sobre el análisis de discursos políticos existen múltiples enfoques y formas para abordarlo. No existe, en cambio, tal variedad de herramientas y estrategias analíticas al momento de aplicar en casos históricos el acervo de conceptos que la teoría del discurso y la teoría del populismo proporcionan. Específicamente sobre el kirchnerismo existen algunos trabajos que detallan los principales significantes sostenidos por este discurso (en especial durante los primeros años de gobierno de Néstor Kirchner) y sus consecuentes amigos y enemigos en el campo político. Otros estudios buscaron identificar las filiaciones del discurso kirchnerista con tradiciones políticas pasadas, en especial con el peronismo y con la experiencia setentista en la Argentina.

El desarrollo de este trabajo propone una mirada complementaria que se interrogue más bien por el proceso político y de producción de sentido involucrado en el discurso kirchnerista. El interés de esto es resaltar los aspectos novedosos de los sentidos y significantes que ese proceso pone en juego, pero especialmente reconocer cómo estos se concretan por medio de la articulación de sentidos y dimensiones temporales en los actos enunciativos. Para ello será necesario especificar lo que se concibe en este escrito como la dimensión narrativa del discurso político, un énfasis analítico que permitirá reconstruir este proceso de interpelación populista.

Ciertas hipótesis de la investigación más amplia que todavía se encuentra en una fase de desarrollo y de la cual se presenta aquí un avance, sugieren que la narración, con sus complejos mecanismos y procesos significativos, puede comprenderse como una dimensión operante en el proceso de estabilización de los significantes de la disputa política. A su vez, como hipótesis empírica se sostiene que el kirchnerismo ofrece un proyecto de refundación y de reparación para la sociedad argentina, y que su relativa efectividad discursiva se apoya en la posibilidad de hilar una historia nacional en el marco de una tradición signada por la disrupción de proyectos políticos.

El corpus analizado se compone de discursos orales de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, así como, en ocasiones, de otros líderes; abarca el periodo que va desde las campañas electorales para la presidencial de cada uno, hasta el presente año de 2010. También se tienen en cuenta fragmentos significativos que no refieren al discurso oral o escrito, plasmados en acciones y medidas de gobierno y de otros sujetos políticos movilizados; las prácticas significativas comprendidas en el campo político también se constituyen en elementos de discursividad.

El escrito presenta en primer lugar el análisis teórico desarrollado sobre el objeto-problema de este trabajo en dos secciones, para luego presentar los resultados preliminares del análisis empírico. Ambas dimensiones (analítica y empírica) condensan el estado de una investigación que sucesiva y paralelamente profundiza en ambos campos de indagación.

 

Discurso y performatividad re-pensado la interpelación populista

En la indagación se partió de ciertas concepciones de teoría política sobre el tema del populismo que han comenzado a consolidarse en la década reciente. Puede decirse que las mismas se inauguran con la obra de Ernesto Laclau (1986), Política e ideología en la teoría marxista, que se nutre posteriormente de diversos aportes posestructuralistas, gramscianos y de ciertos intercambios académicos; recientemente, desde la publicación de La razón Populista (Laclau, 2005) ha recobrado impulso y relevancia, al tiempo que ha logrado abrir el debate y la producción académica sobre este concepto a numerosos investigadores, instituciones y militantes sociales.

En adelante se referirá en este trabajo a un concepto amplio del populismo de acuerdo a esta teoría, que designa así a todo movimiento político establecido por lo general en el marco de sociedades y momentos históricos en los que las diagramaciones institucionales/ estructurales existentes obturan la posibilidad de dar respuesta a una multiplicidad de demandas y voluntades políticas. De esta forma, "movimiento populista" alude no tanto a un sujeto político, como a un conjunto de prácticas movilizado-ras de las cuales participan diversos sujetos políticos y sectores sociales y que conllevan un potencial transformador del orden social y político en el que emergen. El movimiento populista se constituye a través del establecimiento de equivalencias entre diversas demandas y voluntades; como resultado se produce un antagonismo con otros significantes e identidades políticas, se divide en dos el campo social (los "amigos" y los "enemigos"), insta a la movilización subjetiva (al reconocimiento en los significantes que proclama) e incluso a la movilización efectiva de los sujetos en actos políticos y manifestaciones.

A diferencia de otros "-ismos", como por ejemplo, el socialismo o el nacionalismo, "populismo" no hace referencia a un programa político específico o a una ideología. Su partícipe principal, el pueblo, se mantiene en una indefinición constitutiva, resultando siempre problemático estabilizarle un referente. Si se considera que el pueblo constituye el sujeto soberano de la revolución democrática, que todo régimen que se proclame democrático tiene como destino y fin de la acción política al pueblo, la productividad política y teórica de este significante se funda justamente en la dificultad para identificarlo con sujetos concretos. En distintas circunstancias y según los temas preponderantes y las coyunturas políticas, el significante pueblo adquirirá diversos sentidos y será disputado por muy diversos sectores sociales.

Pueden participar de un movimiento populista tanto sujetos subalternos articulados a partir de ciertas demandas, como fuerzas políticas legitimadas por procedimientos institucionales, siempre que apelen a la identificación y movilización popular en pos de trascender los marcos institucionales establecidos u hegemónicos. Además, el concepto de populismo sirve tanto para identificar articulaciones políticas a través de cadenas de equivalencias como para reconocer los límites en el establecimiento de las mismas y sus rupturas, por lo cual sirve para tratar un amplio espectro de coyunturas políticas.

Ahora bien, en cuanto a las formulaciones teóricas de Laclau sobre el establecimiento de cadenas equivalenciales en la constitución de populismos, pueden presentarse algunas complicaciones para su aplicación sobre casos concretos, derivadas de la complejidad de "aplicar" al campo de lo empírico una teoría que se mantiene en un nivel de formalidad importante, y establece distancias con las realidades políticas concretas. Además, a partir de la preocupación sobre los procesos de interpelación populista, se observa que estudios seguidores de este enfoque caen con frecuencia en la identificación apresurada de cuáles son los significantes que guían la interpelación en un momento dado, a que otros significantes se oponen, y a partir de estos, señalar cuáles son los "amigos" y los "enemigos"; en ellos se dificulta la posibilidad de profundizar en la dinámica concreta y en las dimensiones específicas involucradas en la interpelación populista.

Una de las dificultades observadas es la estandarización del punto de partida del populismo en torno de las demandas a las que se enfrenta. En ciertos escritos de Laclau y de otros investigadores, la explicación sobre el populismo "arranca" del establecimiento de peticiones que considera "unidades mínimas de la práctica política", a partir de las cuales pueden darse las cadenas equivalenciales (las articulaciones entre demandas y sujetos sociales). No conviene estandarizar en forma absoluta la definición del populismo a partir de este punto, pues esto puede obstaculizar el análisis político y la emergencia de otras dimensiones de relevancia en el proceso de interpelación identitaria. Las consecuencias pueden ser la reducción del análisis a la búsqueda inmediata de las demandas en juego detrás de los sentidos proclamados por los diferentes sujetos políticos, según han advertido algunos autores (Barros, 2006; Biglieri y Perelló, 2007; Panizza, 2009). retomando la inspiración original considerada por esta investigación, del concepto laclausiano de demanda, a su vez proveniente del concepto de voluntad colectiva de Gramsci, se considera como punto de partida del movimiento populista a un conjunto heterogéneo de aspiraciones, deseos, voluntades e identificaciones que logran condensarse en determinados significantes e implicar a diversos horizontes de acción y dimensiones temporales. A partir de esto, otras estrategias pueden ensayarse para aprehender el proceso de interpelación populista.

Algunos conceptos y categorías laclausianas pueden servir de orientación en este sentido. Desde la teoría de Laclau, el significante vacío refiere a que no se plasma y adquiere efectividad política a partir de su cualidad representativa conceptual. Sostiene Laclau que los significantes vacíos no representan abstracciones de contenidos concretos, sino que se instalan como investiduras radicales. Si bien estos retoman materialidades significantes y sentidos ya utilizados en el pasado, no es de una manera repetida (o reproductiva) que estos vuelven a presentarse en la actualidad de la práctica política tratada. Al contrario, la dimensión performativa de los significantes señala dos aspectos importantes: por un lado, que está oculta cierta arbitrariedad, en el sentido de que estos significantes se definen en la coyuntura por aspectos en buena medida contingentes, dados por el juego que se establece entre las diferentes identificaciones políticas y el antagonismo en un momento de dislocación. Por otro lado, esto introduce la cuestión que se desea enfatizar, ya que la performatividad subvierte la linealidad temporal (y la causalidad lineal) de un proceso de acción. La constitución identitaria, así como las aperturas que cierto movimiento político populista pueda generar en términos de orden social, no tienen lugar en una dinámica discursiva lineal que arranque desde el pasado, atraviese el presente, y se desplace hacia el futuro. En cambio, es desde el presente que, para dar respuesta a la coyuntura e instar las voluntades colectivas, es posible recurrir a amplios y diversos horizontes temporales, dimensiones históricas e instancias subjetivas, y establecer "pactos" con el pasado (en el sentido de las tesis de Walter Benjamin) y promesas de futuro (parafraseando a Hannah Arendt).

Para profundizar sobre este punto fundamental, según el ejemplo del análisis empírico sobre el kirchnerismo que se desarrolla en este trabajo, y en otros previos sobre la conformación de sujetos colectivos (Patrouilleau, 2009), se arriesga aquí una herramienta analítica: la de considerar a la narración como una vía, una instancia fundamental en el proceso discursivo de establecimiento de cadenas equivalenciales. Lo anterior se apoya en algunas reflexiones sobre la temporalidad desarrolladas por Hannah Arendt (1984; 1996) y en los conceptos de ipseidad e identidad narrativa trabajados por Paul Ricœur (1997; 1999).

 

Sujeto, Relato y Temporalidad

Se puede iniciar por una vuelta a la reflexión acerca del sujeto y la temporalidad que realiza Hanna Arendt (1984; 1996) cuando parte de la pregunta: "¿Dónde estamos cuando pensamos?". En esta situación, dice la autora, el pasado y el futuro están igualmente presentes, constituyen fuerzas antagonistas entre sí y posibles de existir a partir de la actividad realizada por el sujeto en el presente. Lo que comúnmente se entiende como un continuum, el tiempo, se decompone en órealidad en los tiempos gramaticales de pasado, presente y futuro. El intervalo se llama presente y es constituido por el hombre. "Sólo porque Él piensa, y, por consiguiente, ya no es arrastrado por la continuidad de la vida cotidiana [...] puede tomar conciencia de un "no-más" que lo empuja hacia delante y un 'no-todavía' que lo presiona hacia atrás" (Arendt, 1984: 236). Cuando pensamos, dice Arendt, tenemos la suficiente distancia del pasado y del futuro como para confiarnos la responsabilidad de descubrir su significado, de asumir el papel de jueces de los distintos asuntos, aunque sin llegar jamás a una solución definitiva de los enigmas, pero dispuestos a evaluar lo que ya no es y a decidir lo que va a ser.

Si bien Arendt se refiriere en estas reflexiones a la actividad del pensamiento sobre cuestiones universales (tema al que se dedicó principalmente en la última parte de su obra), en este trabajo se utilizarán para desarrollar lo que se comprende como una actividad específica que se realiza en el proceso de elaboración de un discurso político, es decir, la actividad de narrar plasmada en diversos anclajes narrativos. Al hacer esto no parece que se desvirtúen los conceptos de la autora, pues la relación entre la temporalidad y una de las formas de la "vida activa" -la acción política- se había insinuado ya en su obra La condición humana; en ella sostenía que a quien irrumpe en una escena pública, ante la pregunta ¿Quién eres?, no le queda más que contar la historia de una vida. Es este punto presente en las definiciones de la autora el que retoma Ricœur (1999) al idear la identidad narrativa. Su concepto será útil para terminar de plasmar la idea manejada en este artículo nuestra idea sobre los anclajes narrativos.

Para Ricœur, el campo de la identidad -y de las identidades políticas-se constituye como una temporaria fijación de significados relacionada con una estructura temporal y narrativa, con el relato de la propia vida. Éste otorga coherencia y cohesión a una permanencia siempre problemática donde la identidad de la historia resulta el material para forjar la de los personajes. Debido a que en este caso se trata de identidades políticas, la narración se vincula con cierta definición de comunidad política (como puede ser una nación, región, provincia o localidad). Desde esta perspectiva, el relato cobra un papel decisivo tanto para las identidades políticas como para la interpelación populista. Le otorga un carácter duradero al personaje, media entre la permanencia y el cambio, y brinda trayectorias sociales y políticas en las que diversos sujetos pueden identificarse. A través del relato, el sujeto reinterpreta las acciones pasadas y se reinterpreta a sí mismo. Como señala Ricœur, el sí mismo no se conoce si no es en forma mediada por el lenguaje, así como por la experiencia temporal y narrativa del auto reconocimiento en el relato. El concepto de identidad narrativa se adecua bien al marco de indagación sobre la interpelación populista, pues está marcado por la tensión del llegar a ser más que del ser; y el populismo, como sugiere Panizza (2009) es justamente ese punto de aparición del pueblo que a la vez no existe sino como parte de un horizonte imaginario siempre en retirada.

En las configuraciones narrativas la contingencia se armoniza con la necesidad o la probabilidad características de la forma global del relato. Lo que puede ser un mero suceso contribuye en el relato a la progresión de la trama. La narración, al igual que la metáfora, constituye de este modo una síntesis de lo heterogéneo (Ricœur, 1999) o para decirlo como Laclau (1998), una forma de articulación en donde la temporalidad y ciertas dimensiones de la enunciación cobran un rol fundamental, en la ilación del presente con el pasado y con el futuro, en el establecimiento de los orígenes del relato, en su redefinición a través de diferentes actos de investidura. Los protagonistas se posicionan como sujetos de la acción, definen parcialmente a sus interlocutores, los interpelan y abren el juego a interlocutores potenciales, establecen una disputa discursiva.

Lo anterior provee de recursos como para no concebir que la interpelación opera no sólo por medio de categorías sociales (trabajadores, pobres, intelectuales, argentinos) o significantes, sino motivado por la posibilidad de reconocimiento de los sujetos en las trayectorias que involucra la trama. Como sugiere Arfuch (2008), en un análisis discursivo de este tipo la atención debe estar puesta no sólo en los contenidos reinterpretados y rearticulados en la narración, sino principalmente en los aspectos formales de la enunciación narrativa, tales como la articulación de la temporalidad en el relato, el punto de inicio, la distribución de los personajes y las voces, las causalidades sostenidas en el desarrollo de la trama y las zonas de silencio.

En este trabajo no se hace referencia a la narración en tanto género discursivo, sino como una vía para aprehender el proceso de conformación de cadenas de equivalencias y la articulación de dimensiones temporales más cercanas o lejanas en el momento de enunciación. Así como la decisión -concepto clave en la teoría del sujeto de Laclau (1998)-, el discurso narrativo se construye hacia atrás y hacia delante e implica a los horizontes temporales del pasado y el futuro en la movilización subjetiva que realiza. El corpus discursivo estaría entonces compuesto no sólo por significantes, sino por el aspecto más amplio de los anclajes narrativos. Este concepto metafórico, trabajado en otra oportunidad (Patrouilleau, 2009), mantiene un vínculo con la idea de los sujetos como ejes de temporalidades y de direccionalidades potenciales de lo social (Zemelman, 1998; 2007; León y Zemelman, 1997; Calveiro, 2006). A diferencia de "códigos", "acervo" o "marcos", términos utilizados en general en el análisis de acciones sociales o colectivas, el anclaje narrativo mantiene la fructífera ambigüedad de no identificar definitivamente a estos aspectos subjetivos como racionales o irracionales, cognitivos o emotivos. Se trata, en cambio, de movilizaciones subjetivas y colectivas multidimensionales.

Los anclajes hacen referencia a contenidos culturales y subjetivos disponibles a través de diferentes redes sociales que los dinamizan. Evocan los potenciales conceptuales de los puntos nodales, aquellas instancias articulatorias que son las bases de nuevos sentidos o nuevas articulaciones y que condensan por esto mismo un cúmulo, certero y a la vez ambiguo, de significaciones. Su particularidad reside en que representan una articulación de temporalidades, efectuada desde un tiempo presente. Es con estas herramientas que la narración puede pensarse como una forma discursiva que interviene en el proceso de deslizamiento de significantes y en la interpelación que los mismos son capaces de ejercer en el campo político.

 

Rupturas del Discurso Kirchnerista, Antagonismos y Movilización Particular

El kirchnerismo produce ciertas rupturas en su contexto discursivo y con ellas abre el juego a diversos sujetos, demandas y voluntades. Algunas de ellas se presentan en los siguientes análisis preliminares.

Desde el fin del último gobierno dictatorial, aun con dificultades, la democracia se instaló en el discurso político y social como la forma legítima de gobierno que enfatiza los procedimientos institucionales. Así se produjo una institucionalización de la democracia y el famoso lema de Raúl Alfonsín, "con la democracia se come, se cura y se educa", expresaba un rechazo al gobierno dictatorial, pero también la convicción de que las formas institucionales de la democracia liberal eran las garantías para alcanzar el desarrollo económico y social (Castorina, 2007). En cuanto al peronismo, con el retorno de las reglas de la democracia éstas fueron aceptadas sin cuestionar ni revisar la experiencia de 1973-1976. La democracia se instaló entonces en el cumplimiento de un rol armonizador, de unificación nacional, pero que ocultaba profundos desacuerdos y debates pendientes. Posteriormente, con la decadencia del gobierno menemista, el fracaso de la experiencia de la Alianza y el vaciamiento del significante "democracia", se expresaron las proclamas populares que reclamaban "que se vayan todos" e hicieron evidente la ruptura del contrato entre una "clase dirigente" y la sociedad movilizada; al mismo tiempo, demostraron la crisis del sentido de democracia instalado con la llamada "transición".

El discurso kirchnerista retoma el sentido de este clamor popular y propone una reconciliación entre la dirigencia política y "el pueblo", y propone un sentido "sustancial" de democracia. Especialmente en la voz de Néstor Kirchner, desde sus primeros discursos en la presidencia, se valorizó a la democracia como promotora de derechos sociales y se minorizaron los aspectos formales, con lo cual se volvieron a sujetar, como en otros momentos históricos de Argentina, la democracia a la cuestión social.

Yo no vine a jugar a la diplomacia para gobernar a la Argentina (Discurso de Néstor Kirchner en Florencio Farela, 2004, 4 de agosto)1.

Nuestra democracia no puede tardar otros 20 años para estructurar estratégicamente un nuevo proyecto nacional, debemos marcar un final de época los argentinos (Discurso de Néstor Kirchner ante la Honorable Asamblea Legislativa, 2004, 1 de marzo).

Escuchar al pueblo, ésa es una principal virtud de la democracia (Idem).

Esta noción sería posteriormente enfrentada desde la oposición partidaria y política, y le disputaría el sentido sobre este significante; también intentaría resituarlo en su dimensión formal, con lo cual la constituiría en un significante flotante, en disputa, que se presentaría a ambos lados de la frontera populista.

Otro de las reparaciones propuestas por este discurso político gira en torno del significante "justicia". Por un lado se resalta su función democrática con la reforma de la Corte Suprema de justicia que le quita su función de mayoría automática en favor del poder ejecutivo. Por otro lado, las constantes referencias a la justicia, seguidas de "memoria y verdad", también extraen a ésta de esferas socioeconómicas, legalistas (Armony, 2005) e institucionalistas (Barros, 2006). La justicia juega en este discurso un rol de "garantía histórica", relacionada en particular con los crímenes ejecutados por la última dictadura, pero desde donde se intenta universa-lizar su carácter reparador.

Relacionado también con la asociación de la democracia con aspectos sustanciales, el discurso kirchnerista vuelve a poner al Estado-nación en un lugar central de la administración económica. Lo anterior puede observarse no sólo en el plano de las alocuciones presidenciales, sino también en comunicaciones oficiales, en las propias diagramaciones y reformas institucionales encaradas por estas gestiones, en los instrumentos de política económica mayormente utilizados (retenciones a las exportaciones, obra pública, blindaje comercial a partir del mantenimiento por decisión del ejecutivo de un tipo de cambio alto, estatización de los fondos de AFJP con la consecuente participación del Estado en el mercado financiero), y en el control del poder ejecutivo sobre las principales instituciones nacionales económicas (Banco Central, Ministerio de Economía, Planificación, ANSES).

La instalación de estos temas y estas interpretaciones, que contrastan con aquéllos hegemónicos en el discurso político, no puede realizarse sin generar antagonismos o confrontaciones con representantes de las ideas y sentidos que se quieren desplazar. El antagonismo se plantea tanto en el plano nacional como en el internacional. Por un lado se construyen enemigos "externos" que propician la unificación de los argentinos, especialmente en los primeros años del primer mandato presidencial (empresas extranjeras y Fondo Monetario Internacional), al tiempo que se plantean vínculos políticos y equivalencias de demandas y aspiraciones con otras dirigencias de países sur americanos (el rechazo del ALCA en la Cumbre de Mar del Plata del 2005 es un ejemplo de ello). Esto también constituye una ruptura con respecto al posicionamiento político de Argentina en el plano internacional por parte de los gobiernos anteriores.

En el plano interno, la confrontación se estableció con "el modelo" de la década de los noventa y con su matriz ideológica, el neoliberalismo. Posteriormente, comenzó a confrontar a algunos representantes del Partido justicialista en una disputa interna por la dirigencia del partido y por la representación actual del peronismo. A medida que transcurrieron los años de gobierno, se establecieron más claramente otros antagonismos, luego de cierto rodeo. Al tiempo que se consolidó el modelo de crecimiento adoptado, a partir del énfasis discursivo (en las palabras y en las acciones) sobre el mercado interno y el aspecto industrial, emergió claramente el país agro-exportador como el enemigo del proyecto de gobierno, el cual expresa un desacuerdo en la sociedad sobre las atribuciones del Estado nacional y sobre los criterios de distribución que conllevan.

En forma análoga, si bien desde un principio se expresó un vago antagonismo con cierta opinión profesionalizada y mediatizada, es en periodos más recientes que se instala la disputa con las empresas concentradas de medios masivos de comunicación. Luego de percibir las equivalencias entre poderes agropecuarios más o menos concentrados y de empresas de medios debido al rol jugado por estos, el conflicto entre el gobierno y los sectores agropecuarios estalla en 2008. Las articulaciones que trazan esta frontera por parte del kirchnerismo se plasman en la nivelación de la opinión mediática y de la acción agropecuaria con la dictadura. En un discurso de Cristina Fernández pronunciado en un acto en Plaza de Mayo, la mandataria asoció el paro y bloqueo de los ruralistas con acciones golpistas, al mismo tiempo que denominó a los editorialistas de los principales medios "generales multimediáticos". El significante "democracia" vuelve a aparecer aquí en un sentido sustancial, pero no ya sobre lo que se entendía como cuestiones sociales o históricas, sino sobre otros derechos ya considerados fundamentales, como el derecho a la información, el derecho a la circulación y a la libre provisión de bienes para la "mesa de los argentinos".

La movilización popular comienza a convocarse desde los discursos presidenciales que utilizan la cadena nacional, a medida que se consolida el enfrentamiento en el discurso. Se identifican los enemigos que por un lado representan una amenaza urgente contra el proyecto de gobierno, así como los que de facto impiden la total realización del proyecto:

Argentinos y argentinas que hoy nos están observando aquí en el Honorable Congreso de la Nación: sepan que hay un argentino y que hay argentinos que estamos dispuestos a construir la historia de esa Argentina que nos merecemos. Es absolutamente posible, pero, si ustedes legisladores me lo permiten, yo quiero desde este honorable Congreso pedirle al pueblo argentino que me ayude, pedirle al pueblo argentino que nos dé la fuerza espiritual para los momentos difíciles (Discurso de Néstor Kirchner ante Honorable Asamblea Legislativa, 2004, 1 de marzo)2.

De la convocatoria oral al acompañamiento espiritual se pasaría a la acción, a la convocatoria a actos y movilizaciones. Ciertas fechas patrias utilizadas para ello dan cuenta de que el kirchnerismo tiene la voluntad política de realizar un proyecto, que necesita de otros que lo impulsen y lo legitimen y que reconoce que enfrenta fuerzas opositoras para su desarrollo. Néstor Kirchner convocaría a un acto festivo para el 25 de mayo del 2006, aniversario patrio, en la Plaza de Mayo, con la presencia de movimientos sociales y organizaciones sindicales. En esta ocasión abrió su discurso de la siguiente forma:

Queridos hermanos y hermanas, compañeros y compañeras, argentinos y argentinas...al final un día volvimos a la gloriosa Plaza de Mayo, a hacer presente al pueblo argentino en toda su diversidad... (Discurso de Néstor Kirchner en el 196 Aniversario de la revolución de Mayo, 2006, 25 de mayo).

Posteriormente, una vez que se desató el conflicto con el sector agropecuario, las movilizaciones con los motivos explícitos de defender al gobierno, la democracia y la institucionalidad fueron frecuentes. En las primeras ocasiones fueron diversos movimientos sociales los cuales se movilizaron en torno de las organizaciones de desocupados y de derechos humanos. También colectivos políticos que agrupaban a sectores de la juventud peronista, colectivos de académicos e intelectuales. Se le sumaron también organizaciones y centrales sindicales y ciertos grupos dentro de la militancia partidaria peronista. En general, el reconocimiento e identificación con la interpelación kirchnerista se dio dentro de sujetos ya politizados, con actividades públicas, experiencia política y agendas políticas previas a esta convocatoria.

La producción de antagonismos, la movilización popular y la ruptura que se da sobre la interpretación de ciertos significantes, habla ya de un movimiento populista cuya voluntad se centra en el poder presidencial. Éste intenta retomar e interpretar el clamor de una sociedad que venía de una crisis terminal, manifestada en diciembre de 2001, pero que, se verá en este contexto y a medida que avanza en su gestión y en su construcción discursiva, invoca otras temporalidades y recuerdos para instalar el diálogo popular.

 

Anclajes Navarativos. Rodeos para la estabilización de Fronteras y Significantes

Se explicó anteriormente que los distintos significantes y su contenido otorgado en la coyuntura analizada se establecían por medio de un rodeo, al reconocerlos en el trazado de cierta historia que da sentido a la acción de los protagonistas. Se anticipó también que el trazado de esta cierta historia (en el sentido de Arendt, 1993; 1996, como story, no como history) no operaba una lógica cronológica, sino el reconocimiento de la forma de operación de los sujetos involucrados como ejes de direccionalidades de lo social o articuladores de instancias temporales, de anclajes narrativos. A medida que constituyen un discurso, que no se hace sino en retroalimentación con las condiciones políticas existentes y con los otros sujetos que antagonizan con un proyecto, diferentes instancias y experiencias históricas y temporales adquieren sentido, son reinterpretadas y articuladas.

En el discurso kirchnerista se identifican, por el momento, ciertos anclajes narrativos o nudos de la narrativa que atan el discurso y permiten la construcción de sus estabilizaciones significativas en torno de los significantes anteriormente desarrollados. Son determinadas condensaciones que articulan hitos históricos nacionales, con experiencias vividas y que por tanto tienen el potencial de proponerse a otros sujetos políticos que puedan reconocerse en ellos. Los anclajes aquí analizados, si bien pueden diferenciarse analíticamente, no producen efecto en el plano discursivo en forma aislada; por el contrario, su producción política se sustenta en su articulación. Algunos pueden cobrar mayor importancia o resultar más definitorios en su efecto de interpelación. Pero en conjunto van a construir el discurso de este sujeto político.

El peronismo juega un papel importante en la reivindicación histórica kirchnerista, lo cual puede verse en la conmemoración de fechas representativas de la resistencia peronista (como el bombardeo a la Plaza de mayo con el golpe de Estado de 1955 o la masacre de josé León Suárez de 1956). El peronismo se contrapone a dictadura en el discurso, permite una asociación con la democracia sustantiva, con los derechos sociales adquiridos para vastos sectores de la población a partir de esa experiencia. A partir de ella, este discurso retomará la identificación laborista, la división de la sociedad entre trabajadores y empresarios, es decir, la promoción de las múltiples dificultades de albergar en la interpretación laborista tanto a trabajadores ocupados como a desocupados y trabajadores informales; y la reivindicación del 50% y 50% de la distribución del ingreso entre estas categorías, alcanzada históricamente gracias a las reformas y transformaciones que impulsó este movimiento. En estos aspectos se basa la incorporación al proyecto y a distintas instancias de la gestión del gobierno tanto de la central sindical oficial como de las numerosas organizaciones alternativas y movimientos de desocupados.

Pero el peronismo es interpretado también de manera particular, articulado con una identificación de ciertas figuras femeninas que representan lo popular: la de Eva Perón y la de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo (De Grandis y Patrouilleau). Mientras la figura de la primera aparece vinculada a lo popular, a los derechos sociales y también a la militancia setentista, la de las Madres y Abuelas ancla la narración a las demandas de justicia y memoria en los momentos de la recuperación de la democracia. En su primer año de gobierno y en un escenario particular, ante la asamblea anual de la ONU, Kirchner deslizó una declaración peculiar, "...Somos hijos de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo", con la cual hizo uso del reconocimiento internacional hacia estas mujeres como un movimiento social. Más adelante, en pleno conflicto con el sector agro-mediático y en el momento de desestabilización del poder gubernamental, Cristina Fernández retoma el concepto:

Quiero también, en nombre de esa militancia, porque no puedo olvidarlos, invitarlos mañana a esta Plaza de Mayo, que ya no es de los peronistas, hace mucho tiempo que dejó de ser de los peronistas, es de los argentinos. Esas mujeres de pañuelo blanco la convirtieron en la plaza de todos los argentinos (Discurso de Cristina Fernández de Kirchner en Conmemoración del 53° Aniversario del bombardeo a la Plaza de Mayo, 2008, 17 de junio)3.

Con estos ejemplos queda claro de qué modo la reivindicación de los movimientos de derechos humanos de la Argentina post-dictatorial le sirven a la interpretación kirchnerista para "expandir" la interpelación al pueblo más allá de su vinculación con el peronismo (de los años 50 y 70), desembarazarlo de diversos contenidos que históricamente alberga (una matriz ideológica militar o de violencia política, por ejemplo) y situarlo en un espacio democrático de lucha discursiva.

La interpretación del peronismo es un anclaje fundamental del discurso, atado también a una lectura histórica y emancipatoria de este movimiento. Esto acerca al kirchnerismo a ciertas visiones intelectuales y académicas que así lo interpretan, por experiencia política y convencimiento teórico, recuperando por ejemplo una vertiente revolucionaria como la expresada por John W. Cook y su concepto del peronismo como "hecho maldito del país burgués"4. En la práctica, esta visión oficial se plasma también en las programaciones de los canales oficiales, desde las cuales intenta expandirse y ganar terreno en la opinión por medio de distintos documentales y ediciones especiales que tratan de este modo a la "cuestión peronista".

Con respecto al "setentismo", frecuentemente identificado en el discurso kirchnerista, es momento de hacer una aclaración relevante. Este significante es interpretado en general en forma peyorativa en la opinión pública (o al menos la más publicitada), debido a un rechazo al uso de la violencia en la práctica política. También se ha identificado desde algunos análisis académicos. Es cierto que desde este discurso se vanagloria la posición política fundada en convicciones, en la ética, el compromiso, en "dar la vida" por las causas políticas e instalar una dicotomía entre luchadores y gerentes de intereses ilegítimos. Constituye un "material" de las articulaciones kirchneristas introducido por el discurso de Néstor Kirchner y seguido por Cristina Fernández a modo de decisión. El marco discursivo contextual no invitaba necesariamente a hacerlo, pero es necesario también advertir cierta reinterpretación "ochentista" de dicho setentismo en el discurso kirchnerista.

Se trata de un setentismo influenciado por la valorización de la democracia, alejado del iluminismo vanguardista que reivindica movimientos sociales y demandas como los de Abuelas y Madres, que no instrumentaron prácticas violentas, sino que entablaron la batalla discursiva con la dictadura y la democracia formal. y esto se realiza por medio -esta vez sí- de autocríticas y cuestionamientos históricos, tal como fue hecho en varias oportunidades por ambos líderes, quienes reconocieron sus errores de juventud, reinterpretaron sus valores, pidieron disculpas en nombre del Estado y reconocieron el legado alfonsinista en una revisión de sus primeras exclamaciones al respecto.

Otro de los anclajes identificados que aparece en una forma más leve si se le compara con los anteriores, es el espacio semántico y la reinterpretación histórica del desarrollismo, espacialmente en el tratamiento de temas económicos. Por su énfasis técnico, se encuentra más acabadamente plasmado en el discurso de Cristina Fernández. El desarrollismo se introdujo en el pensamiento político argentino, enemistado originalmente con el peronismo debido a que se instala con fuerza en el discurso nacional en momentos de proscripción del mismo; fue impulsado incluso por gobiernos militares y contenía cierto relajamiento del nacionalismo en sus bases económicas, pues otorgaba un rol importante a la inversión extranjera para el desarrollo de la economía nacional. La lectura kirchnerista lo recupera desde referencias latinoamericanistas y recupera también las herencias del legado cepalino en los intentos discursivos de diseñar una matriz de gestión económica y de producción diversificada, con cierto anclaje también en la teoría de la dependencia.

El desarrollismo se articula en el discurso kirchnerista con la perspectiva laboralista propia de la identificación peronista. El desarrollo de matriz diversificada es en este discurso la condición para la definitiva inclusión de todos los argentinos en la actividad económica, siendo el trabajo el principal integrador social. Es necesario destacar que esta actitud deliberada de promoción del desarrollo económico encuentra en su expresión práctica una multiplicidad de impedimentos para su total plasmación, entre los que pueden señalarse dificultades políticas, económicas e institucionales.

Con respecto a la "crisis del 2001", desde este anclaje reciente y candente para el discurso kirchnerista se ensaya una lectura de la historia de la Argentina como país. El 2001 en un principio aparece en este discurso vinculado con "el modelo de los noventa", como expresión del fracaso de ese proyecto político. Sin embargo, esta misma crisis adquiere después un carácter totalizador que representa la culminación de las crisis recurrentes, del hecho popular caracterizado como maldito y combatido por los sectores concentradores de poder. El suceso de 2001 se constituye como el síntoma de una fallida conciliación entre el pueblo y el Estado-nación, de un movimiento de fundación nacional que no ha podido desarrollarse plenamente en vistas a la oposición de fuerzas antagónicas a lo largo de su historia.

Nuevamente se pueden observar articulaciones de este anclaje con algunos de los expuestos anteriormente. El peronismo aparece aquí como clave de lectura. También se retoman las frescas significaciones de las protestas populares del 2001 leídas en clave setentista y "ochentista", tal como definimos. No es casual que una de las imágenes más fuertes de esos días muy presentes en el imaginario popular sea la de la policía montada echando con violencia a la Madres y Abuelas de la Plaza, que habían acudido a la plaza en virtud de su símbolo de protección y de paz. y que posteriormente, el kirchnerismo recentrará la imagen de estas mujeres como símbolo de esa misma plaza, de la legitimidad institucional y del clamor popular.

Por último, puede mencionarse la narrativa sobre el Centenario (como el país excluyente) y el Bicentenario (la fundación de la Patria), que se plasma especialmente en el discurso de Cristina Fernández. Así como la citación a la figura de ciertos proceres y líderes, relacionados con lo que podríamos definir como diferentes movimientos populistas en la historia nacional. Estos anclajes son motivados por el contexto del conflicto entre el gobierno y el sector agropecuario. Estos anclajes expanden la narración kirchnerista hasta una lectura de lo popular que no arranca con el peronismo, sino más atrás:

Esta Argentina que tuvo héroes como Mariano Moreno, josé de San Martín, Manuel Belgrano, Hipólito Irigoyen, Juan Perón, el corazón vivo de la transformación: Eva Perón ¡Evita! y aquellos pañuelos blancos que fueron la conciencia viva de la justicia: nuestras Abuelas en Plaza de Mayo (Discurso de Néstor Kirchner en acto en Plaza Dos Congresos, 2008, 15 de julio).

Yo sueño -y ése fue mi compromiso al tomar las decisiones- vivir un Bicentenario diferente al Centenario que vivió este país hace casi 100 años. Hace 100 años este país era el principal productor de carne y trigo, exportaba todo, sin embargo los argentinos se morían de hambre y los obreros eran apaleados y fusilados. (Discurso de Cristina Fernández Kirchner en Acto por la Democracia en Plaza de Mayo, 2008, 18 de julio).

Con base en estos anclajes narrativos, el discurso kirchnerista termina de construir una narrativa "patria", oponiendo su proyecto a uno reducido socialmente, destinado al mercado extranjero, sin un interés nacional.

 

Conclusión: Una trama política populista

Se pueden presentar algunas conclusiones, incluso si el análisis se encuentra en pleno desarrollo. Para ello se definirá cómo se constituyó la trama discursiva kirchnerista, por medio de la prosecución de sus anclajes narrativos y el avance sobre el horizonte utópico de dicha trama, un aspecto no demasiado desarrollado anteriormente. Esto quiere decir que no sólo se atenderá su "demanda", como se destacaba en el inicio, sino su campo desiderativo, anhelado e imaginado.

Es comprensible, a partir de este trabajo, que lo acontecido constituye un material inagotable y disponible para la acción de los sujetos según las circunstancias. Como sostiene De la Garza (2001), en determinadas circunstancias históricas ciertos contenidos "presionan" para dar sentido a las situaciones concretas. Pero la posibilidad de que emerjan y resignifiquen determinados sentidos y no otros depende tanto de las decisiones de los sujetos y de sus "otros", como de aspectos coyunturales que componen las condiciones de emergencia de dichos sentidos (quiénes serán en determinado momento los opositores, cuáles son los temas del momento que forzarán ciertas definiciones). La trama que un sujeto logra articular en determinadas circunstancias históricas y políticas debe sortear las discontinuidades, los desafíos y los condicionamientos presentados. Debe poder articular lo heterogéneo y producir sentidos capaces de ser apropiados y resignificados por otros. También, una profunda y continuada vocación política debe sustentar esta trama discursiva, así como la voluntad de imprimir nuevos signos al curso social y la relativa coherencia en la interpretación de las necesidades de un pueblo.

Puede decirse que el inicio cronológico de la trama del discurso kirchnerista se ubica en el comienzo de la historia nacional, tal como señalan los anclajes del Centenario y del Bicentenario analizados. Pero no es en forma inversa que esta historia adquiere sentido, sino a partir de diferentes actos de investidura, de articulaciones temporales y de experiencias históricas y de vida. Por otro lado, el nacimiento de la Patria, se encuentra en el inicio del contenido relatado, es también un anhelo sobre el futuro. El horizonte utópico del kirchnerismo se compone justamente de la realización de la Patria y de su interrupción constante debido a sucesivas dictaduras y poderes concentrados. El kirchnerismo cree tener en manos un Estado y quiere transformarlo en nación.

A diferencia de las usuales interpretaciones políticas sobre la historia argentina que vanaglorian un pasado al que se debe retornar (Armony y Armony: 2005), el kirchnerismo plantea el repetido del fracaso de la constitución de la nación, para lo cual propone su definitiva conformación. resulta interesante comparar lo que señalan los trabajos de Semán y Merenson (2007), y Pousadelas (2007) acerca de las percepciones de los argentinos sobre la historia nacional, que en general visualizan una decadencia proveniente del auge en diversos periodos virtuosos, ya sea en 1930, 1940 o 1970. El momento diferencial en el que se sitúa dicha virtud da cuenta de un desacuerdo fundamental: Argentina no tiene aún un punto consensuado de gloria, a la vez que su tiempo político es atravesado por sucesivos hitos de ruptura. Quizá uno de los potenciales de interpelación del kirchnerismo, que es también la fuente de los límites expresados en la multiplicidad de antagonismos que genera, sea esa capacidad discursiva de formular un discurso narrativo que abarca la historia del país y que pone a la actualidad, a sus gestiones de gobierno, como hito fundamental para solucionar la "maldición" social. Se plantean claves de lectura y narrativas capaces de interpelar a muy diversos sectores políticos y sociales, ya sea mediante la producción de equivalencias o antagonismos en torno de la "argentinidad". La reinterpretación de lo nacional popular se realiza justamente desde esta visión histórica, con sus propios principios causales y explicaciones de desvío -los poderes concentrados, el "hecho maldito"- de cuentas pendientes y daños por sanar.

El kirchnerismo, en su desarrollo como proyecto político, puede entenderse gracias a su producción de antagonismo y a su propuesta de un horizonte utópico impulsado por diversos sentidos sociales y políticos. Hay en su narrativa un llamamiento al pueblo para que lo acompañe en los desafíos, para que defienda el proyecto de gobierno y forje "los cambios que la Patria necesita", al tiempo que personifica amplias vocaciones políticas y se apoya en figuras con iniciativas: patriotas fundadores, pioneros, inmigrantes o la generación de los setenta. A partir del rodeo de la trama, de las múltiples identificaciones y articulaciones que realiza sobre el material histórico nacional, se sostienen diversos significantes. Estos serán articulados a través de anclajes narrativos, tales como la democracia y justicia del peronismo-"ochentismo", el compromiso político del setentismo, re-centramiento del rol del Estado nacional o peronismo-desarrollismo. Los anclajes se ubican también en lugares que privilegian el trabajo, la industria y la equidad, en contra de los "noventa", incluso a la normalidad institucional, como la crisis del 2001.

La construcción discursiva se consolida en un campo de contingencia. No es a partir de la construcción unilateral de una historia por parte del kirchnerismo que se va constituyendo la trama. También se forja con base en los antagonismos y equivalencias que pueden establecerse en el campo político, en la interlocución con los otros sujetos participantes, y en la respuesta a los desafíos impuestos a la administración del Ejecutivo.

La decisión fundante del sujeto kirchnerista tiene sus anclajes en ciertas trayectorias, y en la estabilización de las mismas en torno de determinado curso histórico asimilado como experiencia vivida. Lo nacional-popular es invocado desde la apelación a ciertas categorías sociales, con la inmediata investidura de significantes y con la producción de cierta narración histórica que recuerda a determinadas trayectorias sociales y políticas. La "clase media castigada", "los trabajadores", "el trabajador desocupado o precarizado", "los excluidos", "el militante político" o el "intelectual a favor del populismo" son requeridos a partir de sus propias trayectorias, que pueden leerse en clave de cierta historia de la comunidad política. De este modo, el kirchnerismo ha aportado a la experiencia política argentina una reinterpretación de su pueblo, con lo cual le imprime un valor histórico, retoma identificaciones históricas y fundamentalmente produce la "ilación" de una historia política, con lo cual introduce controversia no sólo entre sujetos e intereses, sino desde las visiones del pasado y del futuro que intenta estabilizar. Pone así en disputa la historia y activa el reconocimiento de los sujetos en nuevas definiciones sobre lo nacional.

 

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Notas

1 Las cursivas son de la autora.

2 Las cursivas son de la autora.

3 Esta asociación fue repetida en otro discurso al día siguiente: "Por eso yo quiero desde aquí, desde esta Plaza de Mayo que, como dije ayer, empezó siendo de los peronistas, pero que después de las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo es de todos los argentinos..." (Discurso de Cristina Fernández de Kirchner en Acto por la Democracia en Plaza de Mayo, 2008, 18 de junio). Las cursivas son de la autora.

4 John W. Cook pensó y teorizó al peronismo desde la frase-concepto "hecho maldito del país burgués". Porque este movimiento al tiempo que jaqueaba al régimen oligárquico representando a sectores y clases sociales excluidas, no tenía la fuerza suficiente para suplantarlo, dejando a la sociedad en una constante inestabilidad, en el umbral de la transformación sin lograr consumarla. Como solución a este dilema, Cook promovió en sus escritos una dirección revolucionaria socialista que integrara al peronismo en una nueva síntesis política (Goldar, 1986; González, 2007).

 

Información sobre la autora

María Mercedes Patrouilleau. Lic. en Sociología y Maestra en Ciencias Sociales por la UBA, candidata al Doctorado en Ciencias Sociales por la misma universidad. Ha sido becaria de la Universidad de Buenos Aires y actualmente lo es del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina (CONICET) en el Centro de Investigaciones Socio-Históricas, Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET). Ha estudiado en su tesis de maestría el proceso de constitución de sujetos colectivos y se ocupa ahora en profundizar sobre el análisis de la dimensión narrativa del discurso y la interpretación política. Su principal eje de investigación son la constitución de identidades políticas.

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