SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.4 número8Una alternativa de participación política: Las Redes Ciudadanas del PRD en Nuevo León¿Hacia un Nuevo Orden Mundial? índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


CONfines de relaciones internacionales y ciencia política

versión impresa ISSN 1870-3569

CONfines relacion. internaci. ciencia política vol.4 no.8 Monterrey ago./dic. 2008

 

Ex libris

 

Releyendo las fisicidades de la identidad

 

María Elí Ceballos López*

 

Imaz, E. (ed.) (2008). La materialidad de la identidad. Donostia-San Sebastián, España: Hariadna Editoriala

 

* ceballosme6514@hotmail.com

 

En medio de la tendencia hacia la relativización conceptual y del debate sobre el desvanecimiento de las formas físicas tradicionales en que la identidad se había plasmado, Elixabete Imaz, nos ofrece, en La materialidad de la identidad, un replanteamiento de las dinámicas que se producen entre la identidad y las bases materiales que le dan vida. Esta obra es el resultado del encuentro de la Red de Investigadores "Las astucias de lo social", celebrado en 2005, en el que participaron cientistas sociales y miembros de la comunidad artística para repensar cuestiones teóricas de la identidad y proponer aproximaciones metodológicas para abordarlas.

Los ensayos reunidos muestran cómo la identidad se presenta y se expresa a través de objetos y situaciones de la cotidianeidad, aunque no siempre ostensiblemente e inclusive en lo que pareciera mera banalidad. Sin embargo, los tratamientos dados por los colaboradores logran reivindicar esta supuesta trivialidad, y la elevan al peldaño de objeto de estudio, contribuyendo, así, a ampliar la reflexión de la identidad como construcción social y cultural. El objetivo de esta compilación no es estudiar las identidades clásicas (a las que Gabriel Gatti califica de "fuertes", "modernas" y "estables" (en Imaz, 2008: 41), sino indagar en el terreno de las identidades "frágiles", mutables y no duraderas, las cuales caracterizan a las sociedades contemporáneas.

Imaz estructura el contenido del libro alrededor de tres ejes temáticos: espacios, cuerpos y tecnologías. En la primera sección, "Espacios", se incluyen artículos, cuya tesis se puede resumir en cómo la extensión en la que se circunscribe lo material funciona, a la vez, como fuente y receptora de identidades.1 En la segunda, "Cuerpos", se agrupan los trabajos cuyo enfoque analítico común es la exploración de algunas de las corporeidades en que se llega materializar lo identitario2, bajo el entendimiento de que "nuestros cuerpos son quizá la mejor muestra de nuestra capacitación como agentes semióticos-materiales" (García y Casado, en Imaz, 2008: 182). Finalmente, en la sección de "Tecnologías", el tema común es la relación de las tecnologías con la transformación y diversificación de las subjetividades.3

En el primer apartado, el texto de Gabriel Gatti no parece compartir de forma tan clara los patrones temáticos de los otros trabajos que abordan la reinterpretación del espacio como dimensión de la identidad. A pesar de lo anterior, la presencia de este artículo resulta casi imprescindible para la obra misma, ya que, desde el inicio de la misma, al realizar la distinción de lo contemporáneo frente a lo moderno, nos adentra en el marco teórico en el que se insertan todas las propuestas que se incluyen en este volumen.

Para reflexionar en torno a las identidades colectivas, en Identidades de Ida y Vuelta, Ignacio Irazuzta aborda dicha problemática a partir del concepto de "diáspora". Haciendo a un lado la concepción clásica de grupo nacional, definida en términos de una colectividad dentro de una base territorial común y bajo un mismo gobierno, Irazuzta centra su interés en aquellos grupos que han desvinculado su identidad de los cimientos geopolíticos, las diásporas, y presenta el caso de la comunidad vasca en Argentina para ilustrar sus interpretaciones con respecto a este fenómeno. Esta identidad intersubjetivizada entre los miembros, erigida al exterior del territorio, no se encuentra exenta de sentimientos contradictorios y cuestionamientos existenciales, los cuales alimentan el permanente movimiento dialéctico de la autodefinición.

En una línea similar, Aitzpea Leizaola realiza una lectura de las fronteras, ya no de la manera tradicional de las relaciones internacionales, concebidas como los límites geográficos del Estado-nación, sino como un punto de encuentro y reencuentro. Así, hablar de las identidades de las fronteras no se refiere exclusivamente a las constituidas a partir del imaginario nacional institucionalizado, promovido y cobijado por el Estado-nación westfaliano, sino a la compleja refundación del sujeto frente a un conjunto de alteridades dinámicas, que se crean, interactúan y se reinventan circularmente.

Alejándose de los conceptos de la Ciencia Política, los ensayos de Teresa del Valle y Beatriz Moral aluden a una visión etnográfica para analizar el espacio. Por un lado, Del Valle emplea el método del intersticio para el estudio de la configuración espacial urbana. El espacio intersticial, además de constituirse como punto sujeto a múltiples valoraciones, puede verse como recinto de convergencia de identidades, al grado de convertirse en una base material de las mismas. Al mismo tiempo, Moral aprehende la significación del museo como un espacio en el que se contienen materialidades portadoras de representatividad. No sólo son relevantes los objetos que componen una exposición —por ser en sí la representación de la identidad cultural de determinado grupo social—, sino también aquellos que aún dentro de las instalaciones del museo, pero no al alcance del visitante, han sido excluidos, ya que siguen siendo, en potencia, una base física de cierta identidad colectiva.

En la sección "Cuerpos", destaca una cargada presencia de las cuestiones de género: Imaz, a partir de un estudio sobre la construcción cultural de la maternidad; Aurora Álvarez, mediante la revisión de la figura de la mujer migrante; Antonio Agustín García y Elena Casado analizan la vinculación entre las identidades de género y la violencia que se puede gestar en las relaciones hombre-mujer; mientras que Mari Luz Esteban reflexiona sobre las nuevas conceptualizaciones en torno a la sexualidad y la corporalidad. Por otro lado, David Casado-Neira ofrece una interpretación menos sexuada del cuerpo —lo cual no significa que este aspecto no sea abordado durante su exposición—, para centrarse en las dicotomías cuerpo-ánima, inmanencia-trascendencia, ser-deber ser, etc.

En su artículo, Imaz expone, presentando los extractos de algunas entrevistas, cómo las apreciaciones psicosociales en torno al embarazo y al propio cuerpo embarazado, pueden reinventar la identidad de la mujer. Un aspecto destacable de esta investigación es que rebasa las ideas asociadas normalmente con dicho proceso biológico, en ocasiones, idealizado como un periodo de realización femenina. El estudio presenta la visión de algunas mujeres con respecto a la preñez como una fase de limitaciones físicas, las cuales acarrean consigo restricciones en el ámbito social, en parte, atribuibles a las expectativas sociales de lo que debe y no debe hacer una mujer en tal estado.

En un punto intermedio, entre lo corporal y lo espacial, y entre lo femenino y lo fronterizo, se sitúa el trabajo de Aurora Álvarez, quien analiza la carga semántica que implica ser mujer migrante. Los significados dados socialmente a la naturaleza biológica femenina y a las actividades económicas desempeñadas, dentro del marco de la movilidad transfronteriza de la que son participantes, afectan la forma en que las mujeres migrantes se perciben a sí mismas y son apreciadas por la comunidad receptora.

En los confines de los apartados "Cuerpos" y "Tecnologías" se ubica el capítulo de David Casado-Neira, quien realiza una revisión de las preconcepciones sobre la donación de sangre. Si bien este manuscrito versa sobre aspectos particulares del cuerpo humano y sus rasgos identitario para el sujeto, esta discusión también se enmarca en el contexto de la tecnología y los avances científicos que han hecho posible las transfusiones sanguíneas. Así, el autor realiza una breve revisión de la historia de la ciencia, dentro de la cual se halla reiteradamente la interminable discusión, influida por las preconcepciones religiosas y filosóficas imperantes del momento, en torno a los binarismos cuerpo-alma, materialidad-sacralidad.

Ya adentrándonos propiamente en la última sección, "Tecnologías", Juan Luis Moraza discute sobre la relación patológica entre el sujeto y lo tecnológico, discerniendo una situación en la que el primero puede ser anulado, si no es que ya lo está, por lo segundo. Por otro lado, Carmen Pardo presenta sus reflexiones sobre la hibridización de subjetividades producidas y manifestadas por lo digital, las cuales se pueden caracterizar por una lógica contradictoria de multiplicidad-singularidad. Así como lo tecnológico puede dar cabida a toda una gama de identidades frágiles y diferenciadas, también se insinúan los riesgos de una eventual manipulación de imágenes que tiendan hacia la uniformización y alienación, situación que José Luis Marzo distingue igualmente en su ensayo, y que denomina como tecnoestética; de ahí que Pardo mencione la importancia del quehacer del artista para lograr que este tipo de generación de subjetividades se torne un proceso liberador.

De igual forma, Amparo Lasén resalta la contribución del arte, específicamente, de la fotografía, en el estudio de lo social. Con respecto a la utilización de un lente analítico cargado hacia lo estético, Lasén explica que "las prácticas artísticas crean también un campo de investigación y experiencia para la teoría sociológica" (en Imaz, 2008: 257). Así como la literatura es una fuente recurrente de (re)conocimiento de la sociedad, a través de la fotografía, se genera una cantidad de material visual que, no siempre de forma tan perceptible, es útil para sostener e ilustrar los estudios sociológicos, ya que las fotografías constituyen imágenes congeladas de lo cambiante, que, de no existir materialmente, sólo existirían –hasta cierto punto distorsionadas- en los recuerdos.

Ahora bien, ¿cómo se puede hablar del artista en un momento en el que los reality shows lo presentan como un producto fabricado en serie? ¿Dónde está su individualidad y su capacidad creadora? Éstas son algunas preguntas que dirigen el texto de Héctor Fouce, en el que cuestiona la perspectiva que nos ofrece la telerrealidad en su intento por mostrar a los espectadores el proceso "total" de creación y desarrollo del artista. ¿Qué es entonces el artista, sino el producto de los medios de comunicación y la mercadotecnia? ¿Son éstos sus nuevos soportes físicos?

Como se puede constatar, la variedad de las áreas disciplinarias de procedencia de los colaboradores y, por consecuente, de los acercamientos epistemológicos en torno al tema, constituye un elemento distintivo y valioso de esta compilación; aunque, de forma paradójica, también resulta ser una dificultad para asegurar la armonía temática y metodológica entre los artículos que la componen. Entre las objeciones a la obra de Imaz, puede señalarse los criterios de selección de los estudios presentados y las categorías bajo las cuales se ordenaron los mismos, ya que, al pasar de un artículo a otro, se puede generar en el lector un desencanto al verse imposibilitado para profundizar a gran escala sobre cada uno de las particularidades examinadas. No obstante, estas críticas pueden verse confrontadas por la naturaleza del objeto general de discusión, así como por el origen y finalidad de la obra.

Con respecto a la primera observación, todos los artículos tienen como preocupación central la identidad, empero, la directriz de éstos apunta hacia cuestiones temáticamente divergentes, en lo que se podría creer que no hay comunión. Sin embargo, es en la diferencia donde pueden llegar a encontrarse. Aún cuando la selección de temas podría parecer arbitraria, ésta pone en manifiesto la complejidad del fenómeno identitario y ofrece una muestra —tal vez no representativa, pero sí bastante ilustrativa— de la amplitud de formas en que puede materializarse la identidad.

En cuanto a la lógica de la agrupación, el acomodo de los capítulos bajo los tres ejes temáticos en que se divide la obra es, en apariencia, forzado, o, en todo caso, se presta para una discusión sobre las razones que motivan a Imaz a elegir tal clasificación. Mientras algunos trabajos parecen no tener cabida, o una justificación clara de su inclusión en determinado apartado, otros parecen concurrir en varias aristas, como es el caso de artículo de Aurora Álvarez, sobre las mujeres migrantes; el de Moral, sobre el museo como espacio de identidad, o el de Casado-Neira, sobre la donación de sangre y sus preconcepciones. Sin embargo, el surgimiento de dicho debate puede encontrar justificación en la maleabilidad misma de las fronteras temáticas y metodológicas, y la posibilidad de éstas de superponerse unas a las otras, aunadas al intento —voluntario o involuntario de los colaboradores— de analizar la identidad a partir de la transversalidad.

Las identidades que acontecen en las sociedades contemporáneas, y que han sido examinadas en esta obra, se distinguen, no por su permanencia, unidad o solidez, sino por la fragilidad de sus soportes, pero no por ello son descartadas como objeto de estudio, puesto que explican las relaciones sociales que estamos estableciendo día a día. Por el contrario, estas identidades y sus materias, a veces sutiles y cotidianas, merecen estar bajo la lupa del análisis social para que se logre un mejor entendimiento de las aparentes contrariedades de las sociedades posmodernas. En resumen, la aportación de esta obra es que —con un reducido espacio muestral— logra exponer, por un lado, la heterogeneidad de formas concretas que llega a adoptar el fenómeno identitario y, por el otro, la relacionalidad que sobreviene entre la subjetividad y los medios objetivos físicos, y que, finalmente, da cuenta de la mutabilidad de las identidades. Estas condiciones nos invitan a explorar el campo fértil de investigación y continuar con la reflexión en torno a las fisicidades de la identidad que aún no han sido repensadas.

 

Notas

1 Los trabajos agrupados en la sección de Espacios son los de Teresa del Valle, Gabriel Gatti, Ignacio Irazuzta, Aitzpea Leizaola, y Beatriz Moral.

2 La sección de Cuerpos reúne los artículos de Mari Luz Esteban, Elixabete Imaz, Elena Casado y Antonio Agustín García, Aurora Álvarez, David Casado-Neira.

3 En Tecnologías, se agrupan los textos de Amparo Lasén, Juan Luis Moraza, Carmen Pardo, Jorge Luis Marzo y Héctor Fouce.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons