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CONfines de relaciones internacionales y ciencia política

versión impresa ISSN 1870-3569

CONfines relacion. internaci. ciencia política vol.2 no.4 Monterrey ago./dic. 2006

 

Ex libris

 

Trayectorias culturales transamericanas de Patrick Imbert

 

María Fernanda Arentsen* 

 

Patrick Imbert (2004). Trajectoires culturelles transaméricaines. Médias, publicité, littérature et mondialisation, Ottawa: Les Presses de l'Université d'Ottawa. (Collection: Transfers cultureles / Cultural transfers). 

 

* Universidad de Ottawa. Departamento de letras francesas. maren101@uottawa.ca

 

En los albores del Siglo XXI, en que muros y fronteras se agrietan, dando lugar a un nuevo tipo de pensamiento superador de exclusiones y sus consecuentes violencias, los medios parecen despertar a un nuevo desafío. Patrick Imbert, en Trajectoires culturelles transaméricaines, demuestra que el resquebrajamiento de los discursos hegemónicos ha traído, como consecuencia, cambios substanciales en los discursos de los medios y de las producciones culturales en general. Imbert parte de algunas preguntas fundamentales relacionadas con la nueva condición cultural y económica que vive el planeta, el desplazamiento y la mundialización: ¿cuáles son las transformaciones culturales que viven las Américas en este contexto? Y en este sentido, ¿cuál es el rol de los discursos publicitarios, los textos de divulgación económica y la literatura en dicha transformación social?

Este riguroso ensayo de Imbert indaga sobre el poder de transformación de estos discursos desde una óptica superadora, atravesando los límites tradicionales de la tipología de textos, ya que estudia tanto publicidades como artículos periodísticos, textos literarios como de vulgarización científica. Debido al desplazamiento característico de nuestros tiempos, la construcción identitaria experimenta grandes modificaciones. Por otro lado, como las producciones culturales están relacionadas con coherencias perturbadas por las diferencias discursivas, resulta fundamental observar de qué manera trabaja el nuevo funcionamiento discursivo, que redefine lo individual, lo local, lo regional, lo nacional o lo mundial, ya que estas categorías cambian de significado, se mezclan o se integran en contextos heterogéneos.

El desplazamiento, en esta obra, es abordado desde diferentes perspectivas. Por un lado, se estudia el impacto del movimiento de personas con la consecuente circulación de signos. Por otro lado, también se analiza el desplazamiento de los significantes en las producciones discursivas y el desplazamiento de paradigmas que han caracterizado el pensamiento de tipo binario: yo/el otro, adentro/afuera, negro/blanco, etc.; binarismo que está siendo superado por la aparición de lo tercio. El estudio de estos desplazamientos, que se manifiestan en el intertexto tejido por los distintos tipos de textos, permite a Imbert explicar las modificaciones que se produjeron durante las transformaciones que implicaron el paso de la modernidad a la postmodernidad y dentro de ésta, la postcolonialidad.

Las trayectorias exploradas por el autor entrelazan una constelación de interrogantes para los cuales urgía encontrar respuestas innovadoras y flexibles, adaptadas al movimiento que caracteriza la cultura diaspórica. De esta forma, los viejos significados de "ser", "cultura", "discurso", "violencia", "identidad", "territorio", "nación", "racionalismo", "cristianismo", "civilización/ barbarie", "realismo", "tiempo", "verdad", "lenguaje", "ideología", ... son analizados a la luz del devenir histórico de los contextos que les han ido dando peso y volumen. Pero, por sobre todo, Imbert examina su evolución y su valor dentro del marco de la nueva cultura, compuesta de fragmentos en permanente cambio, en constante movimiento, cuestionamiento y redefinición.

Imbert explora las trayectorias de las Américas indagando los cambios que producen los nuevos funcionamientos culturales. Por medio de este estudio, descubre al lector que en la era de la mundialización, en las Américas se cuestiona fuertemente la exclusión producida por el marcaje simbólico del proceso de atribución, practicado por los posicionamientos socio-históricos de los grupos de poder. Así, Imbert revela que, de un extremo al otro del continente, los discursos literarios, científicos, publicitarios, difunden una nueva imagen de sí: una imagen de múltiples aspectos, capaz de adaptarse a los cambios, a la impermanencia que caracteriza nuestros tiempos, destacando el valor del desplazamiento geo-simbólico y el relativismo relativo que caracteriza la postmodernidad contextualizada en la postcolonialidad. En esta era, en la que el tiempo ya no se presenta como lineal sino como circular, relacionado con los cambios, las imágenes de sí mismo, lejos de ser estáticas, idénticas a otros mismos, se adaptan a la relatividad del tiempo y del territorio, redinamizándose para participar en un mundo en el que los discursos proponen trascender el bloqueo conflictivo de las luchas entre dos adversarios. Un mundo que, de esta forma, promete evolucionar de la violencia genocida a la competitividad. Así, Imbert demuestra que la evolución cultural en las Américas no sólo refleja los cambios que han tenido lugar, sino que dicha trayectoria afecta la vida cotidiana e íntima de todos sus habitantes, al punto de afectar incluso sus propias imágenes personales.

Patrick Imbert no utiliza metáforas atenuantes para exponer la brutalidad que determina la historia de nuestras sociedades, "productoras de cadáveres". Pero su análisis no se centra solamente en comprender las trayectorias que nos han conducido a guerras, genocidios y todo tipo de exclusiones —caracterizadas por funcionar dentro del paradigma exterior/ interior que se basa en el proceso de atribución (lo que implica que quienes tienen acceso a la palabra -poder- determinan quién queda fuera y quién dentro)—, sino que también analiza cuáles son los medios de los que disponemos y las oportunidades que nos ofrece la nueva condición de la mundialización para superar el círculo vicioso de muertes y exclusiones (la pobreza y la ignorancia, por ejemplo).

Para explicar la dinámica del pensamiento moderno, caracterizado por el binarismo y productor de los Estados-naciones —con sus fronteras y nacionalismos cargados de promesas y exclusiones— y compararla con la de la postmodernidad, contextualizada con la postcolonialidad, Patrick Imbert recorre la historia del pensamiento desde Platón a Derrida, de Sócrates a Bhabha. La erudición del autor, así como sus profundos conocimientos en semiótica, le permiten practicar una minuciosa descodificación de los nuevos significados transmitidos por los medios (televisión, radio, cine, periódicos); de la publicidad, de la literatura y de los textos de vulgarización científica en economía, sociología, antropología, crítica literaria y filosofía. Su lectura abarca discursos producidos en Canadá, Estados Unidos, México, Brasil, Venezuela, Bolivia, Argentina y Chile, por lo que está en condiciones de comparar cómo se representan los nuevos valores en cada uno de estos países. La producción de los nuevos significados, nos dice Imbert, depende no solamente del contexto en el que son producidos, sino también del público al que están dirigidos y, por supuesto, de la finalidad buscada. Más allá de estas diferencias, Imbert demuestra la existencia de una convergencia mediático-discursiva y estética que reescribe y recontextualiza todo el universo cultural. Esta renovación está marcada por lo que él denomina el "entrenamiento" de las poblaciones para producir significaciones y escenarios múltiples que les permitan insertarse de manera eficiente en la competencia y los nuevos desafíos. Así, las características de la modernidad se desvanecen; el arraigo da lugar a la legitimación de los desplazamientos geográficos y simbólicos; lo monocultural se abre a una reflexividad que estimula la producción de significaciones múltiples. Esta nueva cultura pone en marcha una productividad discursiva y semántica cuyo corolario es el encuentro con el otro y, en consecuencia, la problemática relacionada con su reconocimiento.

Hoy en día, lo diferente es positivo (aunque, como lo indica el discurso literario al destacar la importancia de la memoria, importa tener presente que nada es definitivo). Imbert señala que la novedad consiste en que las diferencias son consideradas estimulantes y se mantienen en el marco de la competencia. No pueden ni deben ser borradas, como sucedía con la modernidad. Por el contrario, deben conservar su lugar favoreciendo tanto el intercambio como la confrontación, no conflictiva sino competitiva. Las relaciones que establece la mundialización desplazan el paradigma centro/margen hacia una dinámica abierta de relaciones en red. Así, cabe preguntarse qué es lo subalterno y qué el centro. En el mismo sentido, incluso caben los cuestionamientos sobre las certezas individuales como los propios sentimientos y convicciones. A diferencia de la modernidad, los discursos en escena demuestran que todo se puede cuestionar, que nada es definitivo ni cierto.

Lo tercio ha ingresado en la dinámica de los discursos, desplazando al positivismo y a la racionalidad clasificadora y productora de seguridades. De ahí la incertidumbre que caracteriza estos tiempos en los que ya no es posible definir el éxito. Ante la impermanencia, es necesario estar preparado para ajustarse a situaciones paradoxales, utilizando cualidades múltiples. Ya no hay un destino definido, sino un fluir en el que se superponen las redes de informática, las tecnológicas y las culturales, las cuales sirven como mallas protectoras. Del análisis de los discursos efectuado por Patrick Imbert se desprende que hoy en día es necesario combinar el talento de ser diferente con la eficacia de ser competitivo.

Patrick Imbert demuestra que, en este comienzo de milenio, los discursos literarios y mediáticos se ocupan de problemáticas similares redefiniendo sistemas de valores y la construcción de lo otro. El discurso publicitario y los textos de vulgarización económica manifiestan una optimista imagen del futuro, sustituyéndose a la promesa de un mundo mejor que caracterizó a la modernidad. La literatura en cambio, se muestra más matizada y compleja. En primer lugar, más allá del sueño que propone, mantiene como referente la memoria de la exclusión y de la desaparición. Pero, además, mediante los juegos de producción de significaciones y la reflexividad que conduce a la inclusión de lo tercio, destaca la hibridación de los discursos que unen promesas y sueños; hace comprender que las promesas, como la mayor parte de las historias oficiales, son meras ficciones que logran imponerse por medio del olvido.

En un mundo en el que millones de personas acceden a discursos especializados, generando múltiples imágenes de sí, relacionales y en desplazamiento, es esencial comprender el nomadismo discursivo que caracteriza nuestros tiempos, puesto que es el elemento que refuerza el aspecto abstracto de las relaciones sociales, estableciendo nuevas conexiones en el "cerebro mundial" del planeta. Patrick Imbert recorre exhaustivamente las trayectorias culturales de las Américas, de un extremo al otro del Continente, descifrando este nomadismo y explorando los nuevos diálogos interculturales para develar a sus lectores y lectoras por dónde andamos, cómo llegamos aquí y, lo más importante, qué nuevos caminos se abren delante de nosotros.

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