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Norteamérica

versión On-line ISSN 2448-7228versión impresa ISSN 1870-3550

Norteamérica vol.15 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2020  Epub 22-Ene-2021

https://doi.org/10.22201/cisan.24487228e.2020.1.396 

Notas críticas

Diplomacia cultural en Canadá: explorando modelos, analizando resultados

Cultural Diplomacy in Canada: Exploring Models and Analyzing Results

María Cristina Oropeza Zorrilla* 

Soileh Padilla Mayer* 

* Miembros del Servicio Exterior Mexicano adscritas a la Embajada de México en Canadá, Correo electrónico: <moropezaz@sre.gob.mx>, <spadilla@sre.gob.mx>.


La diplomacia cultural es un componente de la diplomacia pública que busca articular acciones específicas en materia de difusión, promoción y cooperación artística (cultural) para alcanzar objetivos precisos de política exterior. Esta articulación, entre diplomacia cultural y política exterior, presenta a la primera como una herramienta útil y efectiva de la segunda, es decir, la diplomacia cultural es un activo de la política exterior y no necesariamente una prolongación de la política cultural nacional en el extranjero.

Pese a su innegable vinculación, la diplomacia cultural y la política nacional cultural tienen metas, objetivos y públicos distintos: los objetivos de la primera no responden necesariamente a los de la segunda, o por lo menos no deberían hacerlo, porque al entablar una relación con públicos e instituciones distintas, las reglas del juego necesariamente cambian y, por lo tanto, el mensaje, los calendarios, las condiciones, los costos y la competencia deberán ser diferentes.

Así, la diplomacia cultural requiere de preparación, conocimiento y planeación; la improvisación es bienvenida en la medida que, como dice Aaron Copland, el intérprete cuente con el suficiente bagaje de conocimiento para permitirse esa libertad (improvisación planeada). El embajador Jorge Alberto Lozoya, experto en la materia, reafirma la especificidad de la diplomacia cultural y la proyecta como una rama hiper especializada de la función pública, cuyas tareas “revisten una enorme complejidad con muchas aristas” (Villanueva, 2009: 253-267).

En este contexto, y buscando contribuir a que México se beneficie con la incorporación de mejores prácticas a nivel internacional, nos hemos dado a la tarea de hacer un estudio sobre los parámetros y la efectividad del despliegue de la diplomacia cultural de otros países en Canadá, el cual es de particular relevancia dada la cercanía geográfica, económica, política e incluso ideológica en virtud del corte progresista de sus gobiernos actuales. Lo anterior sin perder de vista los retos particulares que se presentan al menos por tres condiciones inherentes al país: extensión geográfica, condiciones climáticas extremas, y conformación multicultural, que no precisamente resulta en un crisol (melting pot), sino en un mosaico de nacionalidades que no chocan ni producen de manera conjunta, sino que permanecen en nichos con límites precisos de poca interacción.

Además de la investigación documental, se realizaron entrevistas con funcionarios encargados del área cultural de las embajadas de siete países de las regiones de Asia, América Latina y Europa, con miras a identificar buenas prácticas, detectar retos comunes y trazar paralelos para delinear rutas que conlleven, en todo caso, a robustecer nuestra acción tanto en Canadá como en países igualmente trascendentes para la política exterior, haciéndola más eficiente y profunda, ya que una diplomacia cultural que no permea hacia el ámbito político y social doméstico no está cumpliendo su objetivo primordial y difícilmente será sostenible.

La primera consideración que se tuvo para seleccionar a los países fue su consistencia en la realización de actividades de media y alta visibilidad, la segunda que contaran al menos con una persona dedicada específicamente a dicha tarea y la tercera mantener una cierta diversidad geográfica con intereses y peso específico comparables a los de México. Los países que reunieron estas características y que, por lo tanto, integran el análisis son Alemania, Brasil, Corea del Sur, España, Francia, Japón y República Popular China.

Cabe señalar que Estados Unidos, a pesar de contar con toda una sección de su embajada encabezada por una consejera de diplomacia pública, no es objeto de estudio por considerar que la dimensión de su relación sobrepasa por mucho la de cualquier otro país, ya que para Canadá, más que un aspecto de su política exterior, la relación con su vecino es un elemento central incluso de su política doméstica, muestra de ello es que en 2018 -dadas las fricciones entre los líderes de ambas naciones- se llegó a valorar en algunos círculos políticos llamar a elecciones anticipadas para que el primer ministro contara con un mandato claro de cómo encauzar la relación. Ante este escenario, cualquier intento de medición del despliegue cultural de Estados Unidos en Canadá resultaría extremadamente complejo y, en gran medida, distorsionado.

Aunado a lo anterior, Estados Unidos representa, junto con Canadá, un modelo paradigmático de diplomacia cultural en el que la intervención del Estado se reduce a su mínima expresión, en contraposición al modelo europeo o al asiático, donde hay una combinación, en mayor o menor medida, de acción y recursos públicos con participación privada.

Para sistematizar la conversación, se diseñaron una serie de preguntas entre las que destacan: ¿cómo estructura su país la cooperación en materia cultural con Canadá?, ¿cuáles son los principales retos que ha enfrentado en el cumplimiento de sus funciones?, ¿con qué recursos materiales y humanos cuenta su adscripción?, ¿tiene espacio propio para la realización de sus actividades?, ¿con qué presupuesto cuenta anualmente para su realización?, ¿cuántas representaciones de su país existen en Canadá y cómo están equipadas?, ¿la labor de diplomacia cultural está descentralizada o se coordina desde su embajada?

Las preguntas anteriores se realizaron de manera directa durante las conversaciones con funcionarios de las embajadas seleccionadas y sirvieron para darle forma a un diálogo franco, honesto y abierto. De ahí que los resultados varíen dependiendo el país y del grado de discrecionalidad con el que manejan algunos temas, particularmente el presupuestario. En el siguiente apartado se presentan los resultados más relevantes, a los cuales se suman dos consideraciones importantes para la reflexión en torno a México: la vinculación o no de la diplomacia cultural con la diáspora y/o con los objetivos de política exterior definidos.

Alemania

Su embajada cuenta con un equipo en el área cultural compuesto por dos diplomáticos y dos empleados locales. Sus recursos provienen del Ministerio de Asuntos Exteriores y su presupuesto es similar al de otros países europeos como Francia. Operan bajo la fórmula 50/50, es decir, sufragan el 50 por ciento de las actividades propuestas y solicitan que una organización copatrocinadora cubra el otro 50 por ciento. Cuentan con tres consulados generales en las ciudades de Vancouver, Montreal y Toronto, en las dos primeras hay una persona dedicada al área cultural y dos en Toronto. También cuentan con Institutos Goethe, en Montreal y Toronto, y dentro de la embajada tienen un pequeño espacio Goethe dedicado a la promoción del idioma a través de películas y conferencias, pero no a la instrucción de la lengua.

No poseen espacio propio para la realización de actividades de índole cultural, por lo que la mayor parte de sus recursos se destinan a la renta de locales, así como al patrocinio de gastos de viaje de los artistas y a la estrategia de comunicación y prensa.

Alemania, de manera similar a China y Francia, opera bajo la premisa de que es preciso llevar al país de origen a funcionarios canadienses encargados de festivales ferias, museos y galerías para mostrarles in situ lo que su país tiene que ofrecer en materia cultural. Estos grupos se coordinan a través de una oficina que denominan Group Travel Foreign Office, anclada en el área cultural de su Ministerio de Asuntos Internacionales, que opera de la misma manera en todos los países del mundo.

No realizan actividades culturales para los alemanes que viven en Canadá, que suman 3.3 millones de personas, sino para el público local y canadiense buscando que alejarse lo más posible de los estereotipos y clichés. Se concentran en la promoción de actividades que tengan un contenido importante de interacción directa con el público, que tiendan a generar, atraer e involucrar nuevos sectores de la población (creación de nuevos públicos) y, sobre todo, que resulten entretenidas.

Brasil

Brasil no tiene como prioridad el ejercicio de una diplomacia cultural relevante en Canadá. Hasta 2017, su actuación se centraba en la diplomacia del conocimiento, patrocinaban un programa ambicioso y exitoso denominado Ciencia sin fronteras, mediante el cual enviaban a estudiantes brasileños a cursar diferentes estudios en el exterior, teniendo como meta un acumulativo de más de cien mil estudiantes.

La embajada tiene un agregado cultural y un empleado local que lo apoya para trabajos específicos de temas culturales. Su presupuesto anual para estas actividades asciende entre dos mil y tres mil dólares anuales, y no tienen un número fijo de actividades o un programa específico. Se concentran en las actividades que el propio embajador define, además de que no es usual que busquen patrocinios de compañías locales con intereses en Brasil. Cooperan con algunos países para la organización de actividades conjuntas, destacando en primer lugar Portugal, por obvias razones, y en segundo los países del Grupo Regional de América Latina y el Caribe (Grulac); cuentan con consulados en Montreal, Toronto y Vancouver.

El objetivo principal de política exterior del actual gobierno brasileño es estrechar la relación económica con Canadá, acción a la que se está dedicando todo el personal de la embajada y los consulados. Sin embargo, no visualizan una relación directa entre la diplomacia cultural y la consecución de la firma de un acuerdo de libre comercio entre Canadá y el Mercosur, por ejemplo. Su diáspora, se conforma por 33 900 personas, y de acuerdo con el estudio publicado por Itamaraty respecto a la historia y estrategia de sus centros culturales en el mundo (que han sido el medio para la difusión y el vínculo cultural con sus comunidades en el extranjero), no se percibe una estrategia o interés específico en ese ámbito dentro de Canadá.

Corea del Sur

En su embajada reside el agregado cultural que coordina las actividades tanto del centro cultural como de sus consulados en Montreal, Toronto y Vancouver. Cuentan con diez personas, de las cuales sólo el agregado cultural de la embajada es personal de su servicio exterior, el resto son residentes canadienses.

El Centro Cultural Coreano está anclado en un edificio moderno en una zona estratégica del centro de la capital canadiense, abrió sus puertas en 2016, con la idea de visibilizar al país entre la clase política canadiense, parlamentarios, jueces, funcionarios federales y demás autoridades nacionales que despachan en Ottawa. Sus actividades, por lo tanto, están dirigidas a los canadienses y al público local, no a los coreanos residentes en el país, que ascienden a doscientos mil, aproximadamente.

Las instalaciones del centro suman aproximadamente mil metros cuadrados, siendo éste el de menor tamaño de los treinta y dos que tienen en el mundo. Cuentan con una sala de exposiciones de vanguardia, un auditorio que se convierte en sala de cine o de recepciones; además, posee tres aulas para la enseñanza del idioma coreano, todo equipado con tecnología de punta. Realizan entre diez y doce exposiciones de artes plásticas durante el año, principalmente de artistas coreanos o de otras nacionalidades, las cuales presentan temáticas o influencias surcoreanas, también imparten clases de coreano, Taekwondo, percusiones, danza y realizan presentaciones musicales, de películas, documentales, audiovisuales, conferencias y lecturas de autores coreanos.

Una vez al año organizan la semana de Corea, que está compuesta por una serie de eventos de danza y música, así como de gastronomía, presentaciones especiales de series de televisión actuales o telenovelas populares, K-pop y actividades deportivas. Sus gastos de operación y programación ascienden aproximadamente a un millón de dólares anuales, los cuales provienen enteramente de su Ministerio de Cultura y Turismo. Todas sus actividades son gratuitas y, a pesar de colaborar con otros países para presentar actividades conjuntas, tienen que contar forzosamente con contenido coreano para ser exhibidas en su espacio.

España

Cuenta con una sala pequeña para la realización de actividades sociales, pero no tienen un espacio propiamente establecido como centro cultural. Tampoco hay en la región un Instituto Cervantes que opere como tal, sino un aula Cervantes establecida en colaboración y dentro de la Universidad de Calgary, dependiente en su operación del Instituto Cervantes en Chicago. La embajada cuenta con una funcionaria encargada de la promoción cultural y asuntos consulares.

Al no contar con espacio propio, su programación depende de la inclusión de artistas españoles en los principales festivales de la región. Por lo general, ofrecen cubrir todos los gastos o al menos copatrocinar las actividades. Su presupuesto anual asciende aproximadamente a treinta mil euros. Sin embargo, uno de los retos que enfrenta permanentemente es la dificultad para incidir en la programación de dichos festivales, experiencia común al resto de los países, ya que generalmente los programadores no se muestran abiertos a aceptar sugerencias de las embajadas a pesar de los recursos que se ofrecen.

Su público objetivo son los canadienses. En la región de Ottawa-Gatineau habitan mil doscientos españoles, aunque en todo el país se calcula que son entre dieciséis y veinte mil. Las actividades se atienden a través del área social de la embajada y no de la cultural. El contenido de la programación, es decir, el catálogo de actividades, se articula a través de la Agencia de Cooperación Española, la cual divide sus áreas de incidencia en arquitectura, artes culinarias, diseño, cine, patrimonio cultural, literatura, música, artes escénicas, cultura urbana y artes visuales, en las que se engloba toda la oferta cultural de la embajada y sus consulados.

Francia

Francia estructura su cooperación cultural dependiendo del país del que se trate. En Canadá, además de la embajada, cuenta con cinco consulados, de los cuales dos están ubicados en la provincia de Quebec -en Quebec City y Montreal-, mientras que los tres restantes se encuentran en Toronto, Vancouver y Moncton (Nueva Brunswick). Los consulados en Quebec City y Toronto cuentan con sus propios agregados culturales.

En la embajada, la sección de diplomacia pública cuenta con tres funcionarios, uno para cultura y audiovisuales, uno para educación y uno para ciencia y tecnología, cada uno recibe el apoyo de dos o tres personas que pueden ser funcionarios de menor rango o empleados locales. Aunado a ello, se han establecido nueve alianzas francesas en el territorio canadiense, que son coordinadas directamente por la consejera de Asuntos Educativos.

Su cooperación cultural formal con Canadá data de hace cincuenta años y está naturalmente centrada en Quebec. Aunque la embajada tiene instalaciones espectaculares de usos múltiples que pueden recibir una gran cantidad de público, estas áreas se encuentran reservadas para las actividades que defina el titular de la misión. No cuentan con un centro cultural como tal, aunque operan los espacios de las alianzas francesas para la realización de actividades del tipo.

El presupuesto para sus actividades es de aproximadamente cuarenta mil dólares anuales y llega a cien mil si se incluye el presupuesto para audiovisuales. Así como China, Francia busca también financiar directores de museos y curadores para visitar sus centros culturales, festivales y mercados de arte para desarrollar alianzas a largo plazo que incluyan intercambios de exposiciones y planeación de actividades conjuntas.

Considerada una de las tres naciones fundadoras de Canadá, es difícil establecer el tamaño de su diáspora, ya que su vínculo está ligado al concepto de la francofonía. Sin embargo, en el censo de 2016 se identificó que el francés es el cuarto origen étnico reportado por la población y también es lengua materna de 7.2 millones de canadienses.

Japón

Japón tiene cuatro consulados en Calgary, Montreal, Toronto y Vancouver, dentro de los cuales cuenta con un funcionario específico para el área cultural. En la capital, su embajada tiene un centro cultural que está dirigido por tres diplomáticos y siete empleados. Su extensión es de aproximadamente quinientos metros cuadrados, cuenta con una sala de recepción donde proyectan permanentemente películas en japonés, así como una biblioteca para el público y un auditorio multiusos. En este espacio realizan un promedio de dos a tres actividades por mes, la mayoría son presentaciones de películas y audiovisuales, aunque también realizan ceremonias del té, exposiciones de bonsáis, concursos de oratoria, talleres de haiku, entre otras.

Sus actividades están dirigidas para penetrar entre el público canadiense y local. De manera interesante, Japón hace una distinción entre la promoción de la cultura tradicional japonesa y el nicho de la cultura pop a través del manga, anime y cosplay (uso de disfraces), con el cual buscan generar un mayor entendimiento y confianza en Japón en un segmento generacional más joven.

Aunque las actividades no tienen como público objetivo a su diáspora, compuesta por más de ciento veintiún mil japoneses (muy similar a la población mexicana en Canadá) existen múltiples centros culturales canadienses-japoneses que operan como organizaciones sin fines de lucro, como el Japanese Canadian Cultural Centre en Toronto o el Nikkei National Museum & Cultural Center en Burnaby, Columbia Británica, cuyo objetivo principal es la preservación de la cultura japonesa entre la comunidad. Entre sus objetivos está también involucrar a otros países en actividades conjuntas; colaboran principalmente con Corea y China para posicionar a Asia como una región dinámica en la que convergen la tradición, modernidad y vanguardia.

Sus actividades -sin excepción- son completamente gratuitas. Reciben de Tokio un presupuesto de alrededor de diez mil dólares para el contenido del programa, independientemente de los gastos de operación. También cuentan con apoyos de sus regiones y prefecturas dependiendo de la agenda internacional que dichas regiones establezcan. Cuentan con un programa de cooperación educativa muy exitoso denominado Japan Exchange and Teaching Programme (JET), el cual es operado por un agregado de educación que a su vez es el encargado de administrar la biblioteca. Adicionalmente, han encontrado en la promoción del deporte, particularmente del beisbol, que funciona como herramienta para difundir los valores japoneses y lograr un acercamiento con el país vía, ya que es un elemento común con Canadá, donde este deporte es ampliamente practicado.

República Popular China

China tiene estructurada su cooperación con Canadá bajo dos instrumentos: un acuerdo bilateral de cooperación cultural firmado en 2006 entre el Ministerio de Patrimonio y el gobierno chino, que incluye artes plásticas, escénicas y turismo, y toma forma como un plan de implementación con duración de cuatro años; el segundo instrumento es un acuerdo de coproducción fílmica firmado en 2007. Asimismo, en 2017, durante una visita de alto nivel, autoridades chinas anunciaron el establecimiento de un comité conjunto de cultura, cuya primera reunión para generar las bases de colaboración tuvo lugar en febrero de 2019.

El área cultural de la embajada es operada por dos funcionarios de su servicio exterior y cuatro empleados, mientras que los consulados de Toronto, Vancouver y Calgary cuentan con un agregado cultural por representación. Su presupuesto viene directamente de capital, pero realizan muchas actividades en copatrocinio con empresas locales. Los centros culturales chinos alrededor del mundo operan de manera independiente a sus embajadas y son administrados por personal local, no por diplomáticos, aunque sus directrices estén coordinadas con la representación.

En Ottawa, cuentan con un espacio de aproximadamente ochocientos metros cuadrados anexo a la embajada, aunque planean construir un centro cultural que pudiera estar terminado y en operaciones a más tardar en 2023. No cuentan con presupuesto fijo para cubrir la totalidad de los gastos de todas las actividades que realizan (entre dos y tres por mes) sin incluir las recepciones, cuyos fines no sean artístico-culturales.

China opera de manera bidireccional, es decir, no sólo buscan generar actividades en la región, sino ubicar artistas, curadores y funcionarios canadienses que deseen viajar a China con apoyo financiero del centro cultural para estrechar la colaboración entre instituciones e identificar conjuntamente actividades que puedan ser presentadas en Canadá.

La población china en Canadá representa una de las principales minorías del país con un millón y medio de personas, sin embargo, la relación de la diáspora con el gobierno chino, según extensas entrevistas conducidas por el periódico The Globe and Mail, es compleja en tanto que aún está condicionada por cierto temor a represalias y el apoyo incondicional al gobierno, lo que cancela la necesidad o interés de que su diplomacia cultural se enfoque a los requerimientos de esta población y se concentre en el tema de la imagen, como lo describe Becard (Becard y Ramos, 2019), China percibe la cultura como la herramienta para incrementar su poder suave con el cual, vía intercambios culturales, pretende asegurar al mundo que es una nación, civilizada, responsable y confiable.

Efectividad de la diplomacia cultural

En cuanto a los objetivos de política exterior que cada país pretende avanzar con Canadá, para efectos de estudio y correlación con la efectividad de su diplomacia cultural identificamos tres categorías generales: la integración comercial con Canadá (Japón y Brasil) la generación de alianzas o contrapesos políticos (Francia y Alemania) y un esquema híbrido de ambos (China, Corea y, en menor medida, España).

En consecuencia, ¿en qué medida la estrategia de diplomacia cultural desplegada ha contribuido al posicionamiento de los países en esos rubros y en un reconocimiento por parte de los ciudadanos canadienses? Para resolver esta interrogante se recurre a dos mediciones, los países que ocupan un lugar preponderante en las discusiones del Parlamento y la percepción de los ciudadanos sobre la importancia del resto de los países para Canadá. Lo primero se justifica en la medida en que Canadá tiene un sistema parlamentario robusto, en el que el gabinete está compuesto por miembros del Parlamento, por lo que su política se moldea a partir de lo que acontece en la Cámara de los Comunes, mientras que la segunda consideración, aunque parece obvia, resulta de la complejidad identificada previamente en cuanto a la composición del país como un mosaico enorme con sus marcados regionalismos.

De acuerdo al análisis “The Nations that Parliament Sees” (Wright Allen, 2018), el Parlamento tomó en cuenta sólo a veinticinco países por el número de intervenciones vinculadas a éstos, de noviembre de 2015 (inicio del gobierno de Justin Trudeau) a agosto de 2018. Este estudio demuestra que las prioridades internacionales están en las áreas comercial, económica, conflictos internacionales y temas humanitarios­. De igual manera, destaca que España y Corea no aparecen en el listado.

En cuanto a la percepción de los canadienses, según Nanos Research (2019a), el 82 por ciento de los canadienses tiene una opinión positiva de Alemania y el 77 por ciento de Francia, mientras que en el caso de China asciende sólo a un 23 por ciento, mientras que México se encuentra en el 65 por ciento. A nivel regional, la percepción positiva en el caso de Francia es más prevalente en Quebec, donde existe mayoría francófona, mientras que en el caso de Alemania su percepción es más favorable en Ontario y las provincias del Atlántico, y en el caso de México en la Columbia Británica.

Posición País y número de menciones Posición País y número de menciones
1 Estados Unidos: 16 333 14 Siria: 1186
2 Reino Unido: 2976 15 Alemania:1150
3 China: 2831 16 Afganistán: 910
4 Unión Europea: 2665 17 Irán: 771
5 Australia: 2245 18 Israel: 744
6 Ucrania: 1569 19 Noruega: 478
7 Rusia: 1547 20 Myanmar: 468
8 Francia: 1506 21 Arabia Saudita: 464
9 India: 1401 22 Países Bajos: 453
10 México: 1294 23 Corea del Norte: 424
11 Nueva Zelanda: 1242 24 Turquía: 415
12 Irak: 1219 25 Brasil: 391
13 Japón: 1218

Fuente: Wright Allen (2018).

Asimismo, es necesario destacar que, en 2019, China ha experimentado un diferendo económico y político con Canadá, derivado de la detención -a petición de Estados Unidos- de una alta ejecutiva de la empresa de telecomunicaciones Huawei, lo que ha llevado al enfriamiento de la relación dadas las medidas retaliatorias tomadas por China, que incluyen la detención y condena a pena de muerte de nacionales canadienses, así como el freno a exportaciones clave, lo que incide en un ánimo particularmente negativo de los canadienses frente al país, que según un estudio ha aumentado un 6 por ciento desde 2016.

En el caso de China, sus acciones giran en torno a un objetivo muy ambicioso relacionado puramente con su imagen, la cual a pesar de sus esfuerzos se ha deteriorado en Canadá y en el mundo en la última década, e incluso, como lo señala Yuan (2016), algunas de sus iniciativas como los Institutos Confucio pueden tener efectos negativos en las relaciones bilaterales, influenciados en gran medida por la ambivalencia china en los rubros económico y político.

En el caso del resto de los países que no fueron incluidos en el reporte de Nanos, la encuesta canadiense sobre el mundo elaborada por el instituto de investigación Environics (2018) señala que aun cuando los canadienses expresan un interés personal en diversas regiones y partes del mundo, la realidad es que sus conexiones y percepciones más favorables están vinculadas con aquellos países con los que existen lazos históricos, particularmente el Oeste de Europa y Estados Unidos, mientras que menos del 10 por ciento expresan interés en el noreste de Asia (incluyendo China, Japón y Corea) y mucho menos en México, Centro y Sudamérica (alrededor del 4 por ciento), tendencia que se ha mantenido en la última década. Entre los canadienses menos interesados en estos otros países se encuentran los que habitan en las provincias del Atlántico, los nativos canadienses y las terceras generaciones descendientes de inmigrantes.

Lo anterior permite identificar que los esfuerzos de países como Alemania y Francia caen en tierra fértil en la medida que existe una afinidad histórica y sus objetivos de política exterior están alineados con los intereses de Canadá, y que a pesar de contar con la mayor diáspora de todos los países revisados, no hacen de ésta un objetivo ni instrumento de su diplomacia cultural. En el caso de Japón y Corea, con una amplia tradición y presencia en Canadá pareciera que no han logrado vincular su inversión en diplomacia cultural a un mayor reconocimiento dentro de la sociedad canadiense, sino medianamente dentro del espectro político; en el caso de Corea gran, parte obedece a la tensión que experimenta con Corea del Norte y el interés de Canadá de ser un intermediario confiable para evitar una escalada del conflicto en la península. Por su parte, Brasil y España con objetivos poco delineados en su política con Canadá no han logrado posicionarse en el imaginario político ni social canadiense, además de contar con una diáspora pequeña, la cual no es multiplicadora ni objetivo de sus despliegues.

Conclusiones

La diplomacia cultural por antonomasia debe estar ligada a los objetivos de política exterior, de otra manera se convierte en la promoción de un catálogo de actividades disímiles que se organizan, promueven y difunden fuera de las fronteras nacionales. Es preciso trabajar en el desarrollo de esta vinculación, planear y desarrollar acciones acordes, y sobre todo generar fórmulas que nos permitan medir su impacto y evaluar las inversiones respectivas.

La profesionalización tanto de la infraestructura como del personal que se dedica a esta labor son condiciones imperativas en la consolidación de una diplomacia cultural efectiva, sólida y robusta. No obstante, también es preciso señalar que a mayor inversión no corresponde necesariamente mayor impacto o presencia. Para incidir en este aspecto es forzoso considerar otras variables tales como la relación histórica, la lengua, las afinidades (like minded countries), coyunturas políticas y sociales, entre otras.

De igual manera, de las experiencias analizadas se advierte que la diplomacia cultural no tiene como componente central la relación con la diáspora, aun cuando la vinculación con ésta y la defensa de sus intereses representan uno de los objetivos centrales de política exterior de cualquier país, no se pretende construir un mensaje para ellos ni en general representar sus aportaciones a la sociedad en la que residen, sin importar qué tan significativa sea su presencia. En casos como Alemania o Francia, que cuentan con una diáspora enorme en Canadá, sus acciones están encaminadas a promover objetivos como el comercio, la seguridad y alianza democrática que han construido con Canadá.

Este es, sin duda, un tema de reflexión para México, en el que se ha intentado hacer converger la diáspora y diplomacia cultural. En tal sentido, es evidente que la diáspora representa una gran oportunidad de presentar otra mirada de la cultura mexicana, de contar con un puente con la sociedad local a la que se quiere penetrar e incluso con una caja de resonancia de los esfuerzos desplegados, sin embargo, las prioridades de la diáspora caminan en paralelo a otros objetivos de política exterior y, por ello, es necesario mantener una diplomacia cultural que si bien pueda nutrirse de la creación y creatividad de la diáspora, lo haga sin perder de vista que la atención de ésta no es su objetivo, ya que para ello debe haber una estructura separada y en cierta medida complementaria que atienda a cabalidad la necesidad de los mexicanos de mantener una pertenencia a través de las distintas manifestaciones culturales que la propia comunidad en su composición heterogénea defina.

En ese mismo sentido, debe replantearse con cierta frecuencia el contenido y mensaje que se pretende transmitir, no encasillar la oferta cultural a una época, región o grupo, aún ante una política exterior que rescata su tradición de la historia. La diplomacia cultural tiene tanto que ver con México como con el país en el que se despliega, lo que requiere una dosis de innovación y adecuación de contenidos. Al igual que Japón ha sabido aprovechar cuestiones emergentes como el manga y el cosplay, España diversifica su oferta más allá de las artes, Alemania y Corea hacen de la tecnología un componente sutil, pero central de su mensaje, México debe balancear y no caer en la tentación de recurrir a estereotipos o sobreexposición de fórmulas pasadas que una vez fueron exitosas.

Fuentes

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