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Norteamérica

versión On-line ISSN 2448-7228versión impresa ISSN 1870-3550

Norteamérica vol.10 no.2 Ciudad de México jul./dic. 2015

 

Análisis de actualidad

Migración indocumentada e integración entre México y Estados Unidos. Razones y trayectorias

Undocumented Migration and the Integration of Mexico and the United States. Reasons and Trajectories

Miguel Ángel Vázquez Ruiz* 

* Profesor-investigador del Departamento de Economía de la Universidad de Sonora, México. mvazquez@pitic.uson.mx.


Resumen:

La migración indocumentada como expresión de una especificidad de la integración multidimensional entre México y Estados Unidos tiene causas de índole económica, asociadas con dife rencias salariales y efectos que son recíprocos: encuentra salida a una parte importante de la fuerza de trabajo mexicana que se emplea con salarios comparativamente atractivos en Estados Unidos, país que a su vez satisface su demanda de trabajo en determinadas ramas de la economía. Por ello, esta masa de trabajadores contribuye a la producción de bienes y servicios en un número significativo de estados en esa nación.

Palabras clave: México-Estados Unidos; migración indocumentada; integración; causas; trayectorias

Abstract:

As an expression of the specificity of the multidimensional integration of Mexico and the United States, migration has economic causes linked to wage differences, as well as mutual effects. It offers a way out to a significant portion of the Mexican labor force employed at comparatively attractive wages in the United States, which in turn satisfies the demand for labor in certain sectors of the U.S. economy. This mass of workers contributes to producing goods and services in a significant number of U.S. states.

Key words: Mexico-U.S.; undocumented migration; integration; causes; trajectories

Introducción

El proceso de integración informal entre México y Estados Unidos, acentuado por la vecindad geográfica, está determinado no sólo por factores económicos y comerciales, sino también por aspectos culturales y migratorios. Estos últimos han conformado un mercado laboral que ha permitido a México un desfogue de la creciente presión social y política, causada por el desempleo y la desigualdad; mientras que, para Estados Unidos, ha sido un mecanismo que regula los altibajos de la demanda laboral de fuerza de trabajo, sobre todo en actividades que reclaman poco nivel de capacitación.

El objetivo de este artículo es examinar los cambios en la dinámica migratoria de México hacia Estados Unidos, así como sus características, explicándola a partir de la conexión integración-migración, enfatizando las especificidades del fenómeno en los años transcurridos del siglo XXI. La hipótesis subyacente es que el fenómeno seguirá avanzando más allá de leyes y rechazo de los sectores más conservadores de la sociedad estadunidense. La razón es simple: los mexicanos en Estados Unidos forman parte de su engranaje económico y, en la medida en que este país pierda competitividad frente a naciones emergentes (China, entre otras), se volverán más indispensables.

El documento se compone de varias partes: en la primera, después de esta introducción, se desarrolla un breve bosquejo teórico para interrelacionar los conceptos de integración y migración; en la segunda, se describen las etapas de la migración entre los dos países; en la tercera, se detallan las características más recientes de la migración de México a Estados Unidos; en la cuarta, se incluyen algunos indicadores para medir el peso de los migrantes mexicanos en la economía de algunos estados del vecino país y, finalmente, se incluyen conclusiones y reflexiones; el trabajo cierra con las fuentes utilizadas en su desarrollo.

Breve referencia teórica y empírica

El estudio de los flujos migratorios entre países es un campo del conocimiento sobre el cual se han desarrollado diversas teorías, en constante retroalimentación (Massey et al., 2000). Otro de los ámbitos a conocer, porque también explica el fenómeno y que se ha mantenido relativamente al margen, es el correspondiente a la integración económica formal entre países. Si bien, en la integración realmente existente la migración es una variable histórica, en los acuerdos de integración formal recibe un tratamiento diferenciado. Es el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en el que no se considera el tema en sí.

En sus orígenes, la teoría de la integración económica remite al ámbito de la economía y la creación de comercio entre países que deciden formar una unión aduanera. En este planteamiento, la tesis central sostiene que hay integración por medio de una unión aduanera cuando los países sustituyen bienes de proveedores de costos altos por bienes de proveedores de costos más bajos, y enfatiza los aspectos estáticos de la integración (Viner, 1977). Esta visión de la integración se da en el marco de la competitividad económica: crear y no desviar comercio entre países que formalizan la integración.

Bela Balassa (1961), otro autor clásico de la integración económica, va más lejos y la estudia desde la perspectiva de que se trata de un estado y un proceso. Destaca que la integración puede pasar por distintas etapas: zona de libre comercio, unión aduanera, mercado común, unión económica y unión económica total. Cada una de estas etapas se determina por la aplicación de políticas que comprenden liberalización comercial, manejo de políticas arancelarias comunes, movilidad de factores de la produc ción, políticas públicas comunes, así como la creación de instituciones supranacionales con incidencia en los países integrados. La teoría de Balassa se abre a la incorporación de elementos de índole política y social para explicar y analizar la integración, y destaca que es en el mercado común cuando se da la movilidad del factor trabajo.

Perroux (1967) va más allá, y a partir de la experiencia europea, se pregunta quiénes ganan y quiénes pierden en los procesos de integración. El autor asume que la integración entre países de desarrollo desigual experimenta el reto de relacionar los aspectos productivos con los niveles de bienestar de la población de los países que se integran.

En este artículo se asume, siguiendo a De Lombaerde (ed., 2006, Introducción) que la integración es un proceso de causas y efectos multidimensionales, ya que influyen variables de tipo económico, comercial, social, político y cultural. Puntualmente, el autor asume que

Los procesos de integración regional son fenómenos complejos y multidimensionales y por lo tanto requieren de un enfoque multidisciplinario para su estudio; asimismo, la integración regional [se compone de ] procesos identificados por su heterogeneidad y no pueden ser modelados de forma única. Después de la segunda guerra mundial, con el llamado "nuevo regionalismo", la integración se acentúa como un proceso multidimensional que abarca nexos de cooperación económica, así como dimensiones políticas, diplomáticas, de seguridad y culturales, etcétera (De Lombaerde y Van Langenhove, 2006: 1).

En esta perspectiva, la integración de mercados laborales entre países se constituye por procesos migratorios que pueden ser de facto o formales. Ambas modalidades migratorias, como expresiones de dinámicas de integración, se explican desde distintos enfoques teóricos, entre los cuales los más conocidos son la teoría de la economía neoclásica (tanto en la macro como la microeconomía); la nueva economía de la migración; la teoría del mercado dual del trabajo; la teoría de los sistemas mundiales; la perpetuación del movimiento internacional; la teoría de las redes; la teoría institucional; la causalidad acumulada, y la teoría de los sistemas de migración (Massey et al., 2000: 6-49).

No obstante la diversidad de perspectivas teóricas para entender los flujos migratorios, el enfoque que explica en primera instancia el movimiento de personas de México a Estados Unidos es de sustento neoclásico de la migración internacional, tanto en sus aspectos macroeconómicos como microeconómicos. Esto se relaciona con el comportamiento de la oferta y la demanda de fuerza de trabajo. Los flujos migratorios tienen como causa principal, aunque no única, la brecha salarial que se da entre un país que tiene escasez de capital, pero mucha oferta de trabajo; y otro en que abunda el capital, pero demanda trabajo. En los países donde el capital es poco y la oferta de trabajo mucha, los salarios tienden a la baja; mientras que en aquéllos dotados de mucho capital y relativamente menos trabajo, los salarios tienden a aumentar (Massey et al., 2000: 8-9). Esto se complementa con los aspectos microeconómicos de la migración, en el sentido de que hay un comportamiento racional del migrante donde a sus beneficios netos (ingresos), producto del diferencial salarial con su país de origen, hay que restarle los costos para introducirse al país de destino (costos de transporte, gastos en hospedaje y alimentación, pago a extorsionadores, por mencionar los gastos más comunes) (Tépach, 2010).

Si la variable clave para explicar el desplazamiento de personas, en este caso de México hacia Estados Unidos, es el salario, ¿cuál es la base de comparación? La desigualdad se observa a partir de una simple comparación de los salarios mínimos en ambos países.1 Estados Unidos, mediante la Ley de Normas Justas de Trabajo (Fair Labor Standards Act, FLSA), establece el salario mínimo y otras remuneraciones de los trabajadores, los cuales se observan en el Cuadro 1, tanto el federal como el correspondiente a los estados con mayor migración de mexicanos.

Fuente: Elaboración propia, con base en United States, Departament of Labor, <http://www.dol. gov/whd/state/stateMinWageHis.htm> . Notas: Las negritas resaltan el salario mínimo de Estados Unidos, así como los estados que en 2015, pagan por encima de éste. * A partir de cuatro o más horas de trabajo. ** A partir de seis o más horas de trabajo.

Cuadro 1 Salario mínimo en estados unidos en los estados con mayor migración de mexicanos (2010-2015) (dólares). 

Los datos del Cuadro 1 se contrastan con los de México que vemos en el Cuadro 2, donde se observa que en Estados Unidos, durante el lapso de 2010 a 2015, por ocho horas de trabajo diarias, se obtiene una remuneración de 58 dólares; en cambio, en México, la remuneración durante el mismo periodo es de 4.96 dólares, considerando el dato promedio. Dicho de otra manera: un trabajador mexicano necesita trabajar 11.96 días para ganar lo que como migrante gana en un día, en Estados Unidos.

Fuente: Elaboración propia con base en datos del salario mínimo de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y del tipo de cambio según Banxico (2015). Nota: El salario mínimo en México se calculó como el promedio de las zonas A, B y C, los años 2010 y 2011; a partir del 2012, la zona C desapareció, y quedaron sólo las zonas A y B.

Cuadro 2 Salario mínimo en México (2010-2015) (dólares). 

Cuando entró en vigor el TLCAN (en enero de 1994), en el acuerdo paralelo en materia laboral se sostenía la tesis de que en el largo plazo los salarios mexicanos tenderían a igualarse con los de Estados Unidos, situación que evidentemente no ha sucedido, como se observa en la divergencia de los datos. Si la comparación se hace respecto de estados que están por encima de la media salarial básica de Estados Unidos, como Washington, California, Florida, Colorado, Nevada, Nueva York, incluso Nuevo México, los días de trabajo en México aumentarían para alcanzar lo correspondiente a un día en estas entidades.

La importancia del salario radica en el poder de compra real que el dinero pueda tener, una vez descontada la inflación. En este sentido, el poder adquisitivo del dólar en Estados Unidos garantiza el acceso a estados mínimos de bienestar (alimentación, salud, vivienda, transporte e incluso recreación), mientras que en México el salario mínimo dista de satisfacer las necesidades básicas de alimentación de una familia de cuatro miembros. Es esta brecha entre ingresos y poder de compra del peso y el dólar lo que fundamentalmente explica el flujo migratorio hacia Estados Unidos.2

Etapas del movimiento migratorio hacia Estados Unidos

La migración desde México hacia Estados Unidos es inherente a la vecindad entre dos países con estructuras económicas asimétricas. En ámbitos así, la migración ha tenido comportamiento cíclico; en la actualidad, nos encontramos en su parte.

Según Delgado y Márquez (2006), esta histórica relación se sintetiza como sigue:3

  1. Enganche laboral para la construcción de vías férreas en Estados Unidos durante un periodo que abarca de finales del siglo XIX hasta la crisis de 1929-1932, años en que los migrantes fueron el medio para construir las grandes obras de infraestructura, principalmente el ferrocarril que unió las regiones del este con las del oeste californiano.

  2. Deportaciones de migrantes mexicanos y reparto agrario entre 1929 y 1941, que corresponden a un periodo en que uno de los efectos de estos sucesos fue la saturación del mercado laboral estadunidense, por lo que hubo necesidad de expulsar a personas que no contaban con documentos que avalaran su estancia legal en el país.

  3. Migración legal por medio del Programa Bracero durante los años correspondientes al periodo 1942-1964, correspondiente a la expansión económica de posguerra de Estados Unidos -también considerada la época de ilusiones del capitalismo- y a la acentuación de la migración mexicana asociada con los orí genes de la crisis del campo. Fueron años en que se combinaron flujos de migración interna con los de destino externo, alimentados por dos orígenes principales: la migración del campo a la ciudad y las grandes marchas de jornaleros golondrinos del sur al norte del país. Estos flujos se dirigieron principalmente al suroeste estadunidense, en principio a California, al amparo del Programa Bra cero, convenido por los gobiernos de ambos países, en 1944.

  4. Migración indocumentada (1964-1985). Corresponde a un periodo que conjuga problemas económicos de ambos países: de Estados Unidos, que comienza a resentir las primeras dificultades del ciclo de crecimiento largo iniciado en la segunda posguerra, y que se expresa, entre otras cosas, en los primeros signos de pérdida de productividad y competitividad a nivel mundial; y de México que, por un lado, ve agotarse su modelo de industrialización sustitutiva y, por otro, emerger la crisis agrícola de los sesenta. Fueron años donde México expulsaba personas indocumentadas y Estados Unidos las captaba con salarios bajos.

  5. Crecimiento desbordante de la migración de mexicanos hacia Estados Unidos y apertura económica indiscriminada (1986-2006). Durante los años ochenta, se redefinió el modelo económico mexicano, que transitó de una economía cerrada a otra con un ritmo de inserción internacional lento. Este reacomodo propició que, en los primeros años, correspondientes al sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988), el crecimiento del país tuviera tendencias hacia cero, lo cual propició impactos negativos en la creación de empleos y la búsqueda de ocupación en el mercado estadunidense. La apertura mexicana que implicó el desmantelamiento de la política arancelaria, la entrada al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (General Agreement on Tariffs and Trade, GATT) en 1986, así como la firma del TLCAN y su entrada en vigor a partir de enero de 1994, para nada desalentó la conformación de flujos de migrantes, como se deduce del hecho de que en 1987 se acordó la Immigration Reform and Control Act (IRCA, Ley de Reforma y Control de la Inmigración, o Ley Simpson-Rodino) y la Immigration Act (Ley de Inmigración) de 1990. Fueron veinte años de migración indocumentada incesante.

  6. La parte baja del ciclo migratorio (2007-2014). Son años que corresponden a un ritmo de aletargamiento de la economía mexicana y de recesión y leyes antiinmigrantes en Estados Unidos. Este lapso ha sido de intensos cambios en el ámbito del fenómeno migratorio entre ambos países, con la peculiaridad de que el saldo tiene tendencia cero según se puede observar en la Gráfica 1, en virtud de que el proceso migratorio permanece latente en México, mientras que en Estados Unidos se acentuaron las expulsiones y las medidas de disuasión para internarse al país. Como es sabido, son los años de la crisis inmobiliaria-financiera que desembocaron en la recesión de 2008-2009, lo cual arrastró a la economía mexicana hacia un decrecimiento de menos 6 y a tasas de desempleo históricas, que vieron cerrar la clásica "válvula de escape" a través de la migración más allá de la frontera. La Ley SB 1070 de Arizona, promulgada en abril de 2010, así como el reforzamiento humano, material y virtual de la línea fronteriza para evitar el paso de indocumentados son corolarios de condiciones para evitar la entrada de nuevos migrantes. En este sentido, los datos muestran un internamiento menor a las tendencias históricas y un incremento de las expulsiones de mexicanos.4

Fuente: Estados Unidos a México: Pew Hispanic Center, 2015b (muestras de microdatos de población, hogares y migrantes de los censos mexicanos de 2000 y 2010). México a Estados Unidos: Pew Hispanic Center, 2015b; Figura 1.3, a partir de fuentes diversas; véase metodología del Pew Research Center (2015). Nota: Los cálculos son de febrero de 1995, febrero de 2000 y junio de 2005, hasta junio de 2010. La migración de México a Estados Unidos incluye a las personas nacidas en México, Estados Unidos y otros países; México a Estados Unidos incluye personas nacidas en México solamente.

Gráfica 1 Flujos migratorios entre estados unidos y méxico (miles). 

El caso de Arizona se observa en la Gráfica 2. Allí, a partir de la crisis inmobiliaria, cuyos primeros referentes se dan en 2007-2008, inicia un declive de migrantes mexicanos, lo cual se aprecia en el decrecimiento de la migración mexicana respecto del total de la población de ese estado: baja del 11.2 por ciento en 2005-2006 al 10.8 por ciento en 2007-2008, para continuar prácticamente en picada hasta el 2011, cuando el número de migrantes mexicanos en Arizona (recordemos que es vecino de Sonora) cae al 8.7 por ciento, la presencia más baja en el tiempo transcurrido desde el siglo XX. En la gráfica se puede observar también que, en relación con migrantes de otros países, es la mexicana la que más ha decrecido.

Fuente:BBVA Bancomer (2012).

Gráfica 2 Población migrante en arizona (porcentaje del total de la población). 

Movimiento, signo de la migración5

El devenir histórico del proceso migratorio de México hacia Estados Unidos en la época contemporánea remite a los años de la segunda posguerra mundial, cuando la expansión de la economía estadunidense comenzó a demandar grandes cantidades de fuerza de trabajo, sobre todo en los estados del Sunbelt (Franja del sol): California y Texas. Desde entonces, la trayectoria de la migración indocumentada suele tener dos ejes movedizos: uno, el de los lugares para internarse, y el otro, los lugares de destino. Desde mediados de los ochenta, el fenómeno de abandono del país se intensificó al grado de que en la primera década del siglo XXI, el Pew Hispanic Center (2015b) consideró una migración anual de medio millón de personas, cifra muy cercana al 50 por ciento del incremento anual de la población económicamente activa de México. Esta migración se identifica por varios elementos:

  1. Se diversifican los lugares de paso: del Río Bravo en el noreste del país, al Cañón Zapata en el noroeste, hasta el lugar por donde se internan más recientemente, Altar-El Sásabe, en la región noroeste de Sonora, para internarse por el desierto de Sonora-Arizona.

  2. Los lugares de destino se amplían y se alejan. La relativa saturación laboral y el incremento del costo de la vida en California provocó un efecto de dos aristas: muchos mexicanos abandonaron la dorada California y se desplazaron, en principio, hacia estados vecinos como Arizona y posteriormente a otros estados de la Unión, destinos que desde un principio eran la meta de los migrantes. En términos generales, se da el desplazamiento de la "Franja del sol" hacia estados y ciudades de la región de los Grandes Lagos. Chicago, Illinois, se vuelve ciudad emblemática.

  3. Cambios en el perfil del migrante. El bajo ritmo de crecimiento de la economía mexicana, no obstante las expectativas del TLCAN,6 propició una especie de desbandada entre buena parte de la población económicamente activa del país: ya no sólo emigra gente proveniente del medio rural, ahora lo hacen también personas de las ciudades grandes y medianas; ya no son sólo individuos con instrucción mínima de primaria y educación básica, sino técnicos y profesionistas que no han logrado colocarse en un puesto digno en su país de origen. En el cuadro 3, se observa que la población migrante con formación de secundaria ha decrecido del 52.5 por ciento en 2005, a un 44.9 por ciento en 2013; en cambio, la gente con formación profesional y posgrado, en el mismo periodo se incrementó del 5.3 al 6.5 por ciento. La tendencia cuantitativa puede no ser altamente significativa, pero cualitativamente es un indicador de que profesionales con conocimiento y capacidades abandonan el país que invirtió en su formación.

  4. De migrantes solitarios a migrantes en grupos solidarios y familiares. En las nuevas modalidades de desplazamiento, ya no es un individuo el que emigra solitario; ahora suele hacerlo en un grupo o como parte de familias completas, que están dispuestas a padecer los pormenores de la travesía antes, que quedarse en sus lugares de origen, donde falta el empleo o, si lo hay, es de muy baja remuneración.

  5. Migración dorada. Con este nombre se conoce al flujo de personas de clase media y de altos recursos que, por diversas razones (entre éstas, violencia y amenazas a su seguridad), dejan el país para fijar su residencia en Estados Unidos. Un ejemplo ilustrativo es Nuevo León: a partir del siglo XXI, ciudadanos de dicho estado han adquirido bienes inmobiliarios en la Isla del Padre, Puerto Isabel, en Texas. Específicamente, personas de Monterrey son propietarias del 65 por ciento de los inmuebles de ese lugar, es decir, de 3 120 propiedades, según lo documenta la revista empresarial Expansión (2007: 154-165). Esto coincide con las palabras del expresidente del Consejo Coordinador Empresarial, Mario Sánchez Ruiz: "A partir del entorno fronterizo de inseguridad, profesionistas, personas de clase media o empresarios huyen del país buscando mayor seguridad para sus familias, sobre todo en los estados de Nuevo León, Chihuahua, Tamaulipas y Coahuila" (El Universal, 2011).

  6. Emigrar, la gran apuesta. Abandonar lugares de origen para emprender la aventura de internarse en Estados Unidos tiene costos económicos muy onerosos para quien decide arriesgarse. Muchos venden parte de su patrimonio para sufragar los gastos de transporte (taxis, autobús o avión), alojamiento, comida durante el recorrido, más los miles de dólares entregados a polleros y extorsionadores de las terminales de autobuses, aeropuertos y ya en la travesía para cruzar la frontera.

Fuente: Fundación BBVA Bancomer-Consejo Nacional de Población (2014).

Cuadro 3 Distribución porcentual de los migrantes mexicanos En estados unidos por nivel de escolaridad. 

En el Cuadro 4 se advierte la cantidad de población absoluta de indocumentados mexicanos en los diez principales estados, así como el porcentaje, respecto del total de la población indocumentada. California, Texas, Arizona y Nuevo México, los estados fronterizos, acumulan el 72 por ciento de la población indocumentada mexicana. El 28 por ciento restante se dispersa en cuarenta estados de la Unión, entre los cuales sobresalen Georgia, Illinois y Carolina del Norte, con una población de setecientos cincuenta mil habitantes.

Fuente: Elaboración propia, con datos del Pew Research Center (2015).

Cuadro 4 Los diez estados con mayor población indocumentada de mexicanos (2012). 

El Mapa 1 amplía la información anterior: indica el porcentaje de mexicanos indocumentados por estado, respecto al total. Destaca la caída relativa de California y el incremento en la vecina Arizona, estado estratégico para la población migrante. Por el sureste estadunidense, Texas mantiene una tendencia histórica de migrantes mexicanos indocumentados. Sin embargo, como también se observa en el mapa, sólo seis estados no presentan información de migración mexicana indocumentada. En términos generales, la distribución territorial de los migrantes mexicanos en el vecino país, por un lado, sigue presentando un alto índice de concentración en los estados fronterizos y, por otro, dispersión relativa en otros estados.

Fuente: Pew Research Center (2015). Nota: Porcentajes calculados con números sin redondear.

Mapa 1 Inmigrantes mexicanos indocumentados por estado (2012) (porcentajes). 

La población de migrantes mexicanos indocumentados en Estados Unidos, en términos generales, sigue la distribución territorial, que Durand (2005) describe así:

La primera región es la del sudoeste, que incluye los cuatro estados fronterizos: California, Arizona, Nuevo México y Texas; y en una segunda fase de expansión abarca a algunos estados adyacentes: Nevada, Utah, Oregon, Washington e Idaho. En segundo término, figura la región de los Grandes Lagos, que se articula en torno a la ciudad de Chicago y que abarca los estados de Illinois, Indiana, Michigan y Wisconsin. La tercera región de corta duración, fue las de las Grandes Planicies, que se articuló en torno al centro ferrocarrilero de Kansas y que al parecer, en estos momentos está en proceso de reconstrucción. Comprende los estados de Colorado, Kansas, Iowa, Misuri, Nebraska, Oklahoma y Wyoming. Finalmente, hay que tomar en cuenta a una nueva región, en proceso de formación, la del corredor de la Costa Este, que va de la Florida a Connecticut y que incluye, entre otros, a los estados de Georgia, las Carolinas y Nueva York (Durand, 2005).

El autor ilustra su regionalización en el Mapa 2, que aparece a continuación.

Fuente: Durand (2005).

Mapa 2 Regiones de destino de la migración a estados unidos. 

Las evidencias estadísticas de esta dinámica de reacomodo migratorio de mexicanos se empalman con las de los mexicoamericanos radicados legalmente en el país, donde los mexicanos son ostensible mayoría comparados con la población hispana. Según se observa en el cuadro 4, hay una alta concentración en las regiones y estados mencionados, así como en zonas metropolitanas como la de Los Ángeles-Long Beach, California (el 78 por ciento); Houston-Brazoria, Texas (el 77.5 por ciento); Riverside-San Bernardino, California (el 88 por ciento); Chicago, Illinois (el 79.2 por ciento); Dallas-Fort Worth, Texas (el 85.4 por ciento); Phoenix, Arizona (el 91 por ciento), San Antonio, Texas (el 90 por ciento); y San Diego, California (el 90 por ciento). La otra parte de la distribución está constituida por la dispersión de la población mexicana en el resto de los estados y ciudades estadunidenses, entre las que destacan Fresno, California (el 91 por ciento), McAllen-Edinburg-Pharr-Mission, Texas (el 98 por ciento); Denver-Boulder, Colorado (el 81 por ciento); Tucson, Arizona (el 91 por ciento), entre otras zonas metropolitanas observables en el Cuadro 4.

Fuente: Elaboración propia, con datos del Pew Hispanic Center (2015). Nota: "Otros" incluye todos los países hispanos de origen, los subgrupos no se muestran. Las cifras quizá no coincidan debido al redondeo.

Cuadro 4 Población hispana en las principales treinta zonas metropolitanas de Estados Unidos por país de origen, 2011 (miles). 

El peso económico de los migrantes mexicanos en Estados Unidos

La presencia de migrantes mexicanos en Estados Unidos tiene varios significados. Forman comunidades fácilmente identificables con respecto a otras migraciones co mo la asiática o la proveniente de Centro y Sudamérica. El apego al idioma español y a ciertos hábitos alimenticios, religiosos y de convivencia configura una cultura de características homogéneas, que difícilmente se integra al modo de vida de la población anglosajona.7 Igualmente se identifica por los sectores y ramas de la economía donde laboran y realizan significativas aportaciones al producto interno bruto (PIB) de Estados Unidos: agricultura, silvicultura y pesca, construcción, servicios de alimentos y alojamiento, manufactura de bienes no durables y comercio mayorista. El Cuadro 5 brinda la evidencia estadística.

Fuente: BBVA Research (2012a: 30). Nota: Las diecisiete ramas del cuadro se calcularon sumando las contribuciones al PIB de los cincuenta y cuatro sectores en que se desagregaron los datos de empleo y productividad media de Estados Unidos. p: Datos preliminares.

Cuadro 5 Contribución al pib por parte de migrantes mexicanos, por ramas de actividad económica (% del PIB en el sector). 

El desempeño de la fuerza de trabajo mexicana en las actividades mencionadas tiene un peso específico en cada estado donde se asienta. En el Cuadro 6 se observan que la tendencia correlaciona con la región del suroeste y estados vecinos como Nevada.

Fuente: BBVA Research (2012b: 31). p: Datos preliminares.

Cuadro 6 Estados con mayor contribución al PIB estatal por parte de migrantes mexicanos (% del PIB estatal). 

Conclusiones y reflexiones

El flujo migratorio entre México y Estados Unidos expresa las especificidades que la relación integración-migración ha tenido en cada etapa de la conexión entre estos países. El alto grado de sincronización del ritmo económico de México con el de Estados Unidos ha determinado que esa dinámica se manifieste cíclicamente. La constante que la explica, aunque hay otras, es principalmente la económica, ligada a la brecha salarial.

La migración mexicana hacia Estados Unidos ha cambiado sustancialmente su perfil desde los años en que Jorge Bustamante, en su trabajo clásico Espaldas mojadas (1975), la caracterizara como "materia prima para la economía estadunidense" que provenía sustancialmente del medio rural mexicano, hasta la actualidad, cuando el fenómeno inicia también en las ciudades. Un fenómeno que se había caracterizado por ser masculino, ahora también es femenino; una migración asociada con bajos niveles de escolaridad, en la actualidad también incluye personas con niveles técnicos, licenciaturas e incluso posgrados; un flujo de personas tradicionalmente asociado con problemas de empleo y salarios remunerativos, ahora también comienza a incorporar migrantes de ingresos medios y altos; hoy, quien busca internarse más allá de la frontera, viaja en autobús, montado en vagones de ferrocarril, pero también por aire.

Como se sabe, la secuencia de modelos económicos en México, tanto el de economía cerrada de los años de sustitución de importaciones, originado a partir de los años cuarenta del siglo xx, como el de economía abierta que lo sustituyó a partir de los ochenta, no fueron capaces de absorber la creciente oferta de trabajo del mercado laboral mexicano, lo cual propició que ésta emprendiera caminos de búsqueda hacia el vecino país. Ello tuvo efectos particulares en Estados Unidos a raíz de la recesión iniciada en 2007-2008, en los estados que ya estaban "saturados" de migrantes mexicanos, cuyos gobiernos comenzaron a obstaculizar con diversas medidas la entrada a lo largo de la frontera.

Así, muros, incremento de efectivos de la Patrulla Fronteriza, sistemas de vigilancia automatizados, hasta la puesta en operación de drones, son parte de las medidas para controlar la migración mexicana indocumentada, la cual, sin embargo, no cesa en sus intentos de internación, como se advierte tanto en los corredores de migrantes del noroeste, como en los del noreste de México.

Hasta antes de la Ley SB 1070, Arizona era el nuevo pivote de redistribución espacial de la población migrante mexicana en Estados Unidos. Como se observó en los mapas, la vieja concentración regional en algunos estados fronterizos del vecino país ha perdido peso relativo, a favor de una dispersión hacia estados en los que hace tres décadas el número de migrantes mexicanos no tenía importancia. En este sentido, hay un avance sustancial hacia la construcción de regiones, relativamente independientes, que en el futuro tenderán a acentuar su vinculación, lo cual dará forma a una gran región intermedia entre México y Estados Unidos.

La presencia de mexicanos en Estados Unidos hasta ahora es predominante en ramas de la economía donde no suele ocuparse la población anglosajona; es decir, no desplaza, sólo ocupa vacíos, evidentemente no ocupados. Esto tiene expresión cuantitativa en la contribución creciente al pib general de ese país y, en particular, al de los estados.

Si bien es cierto que la migración ha disminuido en los últimos años por las razones señaladas, en general la presencia de mexicanos en Estados Unidos está latente.

Bibliografía

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1Para los fines de este trabajo, sólo se han comparado los salarios mínimos de México con los de Estados Unidos. Si la comparación se hace con los salarios entre sectores y ramas de la economía, la divergencia es más evidente

2Una amplia explicación de los poderes de compra de los salarios en México y Estados Unidos, con base en las paridades del poder de compra (PPC) se halla en Alianza Global Jus Semper (2015).

3Las primeras cinco etapas corresponden a la descripción de estos autores; la sexta es la caracterización del autor de este trabajo.

4Si bien las estadísticas muestran que la migración actual en términos cuantitativos tiende a neutralizarse, por la casi igualdad de ingresos-deportaciones, la presencia mexicana sigue creciendo en Estados Unidos a través de otras vías: la indocumentada, que continúa internándose a un ritmo menor; la legal, que entra al país con visa, o con visa-permiso para viajar más allá de cien millas a partir de la frontera y que permanece en el país.

5Esta parte del artículo se fundamenta en trabajo de campo desarrollado desde 2005, el cual ha consistido en observar y encuestar el flujo migratorio que llega a Hermosillo, Sonora, por avión y ferrocarril, para trasladarse a tres destinos de la frontera con Arizona: Altar-El Sásabe-desierto de Arizona, Nogales y Agua Prieta.

6Para documentar las tendencias de la inmigración mexicana en Estados Unidos, véase Verea (2014).

7 Samuel P. Huntington (2004: 269), en abierta oposición a la presencia mexicana en Estados Unidos, señala su retraso en la asimilación con estas palabras: "Entre los criterios que pueden servir para medir la asimi lación de un individuo, un grupo o una generación, se incluyen la lengua, la educación, la ocupación y la renta, la ciudadanía, los matrimonios mixtos y la identidad. En casi todos esos indicadores, la asimilación mexicana se sitúa a la zaga de la de los inmigrantes no mexicanos contemporáneos y de la de los inmigran tes de oleadas anteriores".

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