SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.6 número2The Economic Crisis of 2008-2009: Governance and Consumer DemocracyConceptos, teorías y debates sobre la integración regional índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Norteamérica

versão On-line ISSN 2448-7228versão impressa ISSN 1870-3550

Norteamérica vol.6 no.2 Ciudad de México Jul./Dez. 2011

 

Análisis de actualidad

 

La inserción ocupacional de latinoamericanos en Nueva York y Los Ángeles

 

Maritza Caicedo Riascos*

 

Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM. Una ponencia relacionada con este artículo fue presentada en el congreso de Latin American Studies Association (LASA) 2009, realizado en Río de Janeiro. crmcaicedo@gmail.com

 

Recibido: 22/06/2011
Aceptado: 20/09/2012

 

Resumen

En este artículo se analiza la inserción ocupacional de los inmigrantes latinoamericanos en las áreas metropolitanas de Nueva York y Los Ángeles. Con datos de la Encuesta de la Comunidad Estadunidense –American Community Survey– del año 2007, se observan las diferencias entre trabajadores de acuerdo con el lugar de origen, el sexo y el área metropolitana. Se constata que los latinoamericanos en ambas áreas metropolitanas participan más en ocupaciones calificadas que el conjunto de inmigrantes en el nivel nacional, pero que esta participación es significativamente inferior a la de los nativos blancos no hispanos. También se observa que hay alta participación de inmigrantes con estudios superiores en ocupaciones de bajo perfil. Se concluye que la escolaridad, el nivel de inglés y los años de permanencia en Estados Unidos tienen un peso importante en la inserción ocupacional de los inmigrantes, pero varían según el lugar de origen y al área metropolitana en que se concentren.

Palabras clave: Nueva York, Los Ángeles, trabajo, ocupaciones.

 

Abstract

This article analyzes the distribution of Latin American immigrants in the job markets in the New York and Los Angeles metropolitan areas. Using data from the 2007 American Community Survey, the author looks at differences among workers according to place of origin, sex, and metropolitan area. She notes that in both metropolitan areas, Latin Americans hold more skilled jobs than immigrants as a whole nationwide, but at a significantly lower rate than native, non-Hispanic white workers. She also observes large numbers of immigrants with higher educations in low-profile jobs. She concludes that the schooling, English-proficiency levels, and length of residency in the United States weigh importantly in determining immigrants' occupational position, but that this varies according to place of origin and the metropolitan area where they reside.

Key words: New York, Los Angeles, work, occupations.

 

En este artículo se analiza la inserción ocupacional de los inmigrantes latinoamericanos en las áreas metropolitanas de Nueva York y Los Ángeles. Se plantea que el capital humano determina el tipo de inserción ocupacional de los inmigrantes, pero el peso del mismo varía de acuerdo con el lugar de origen y el contexto metropolitano. En el análisis se emplea información de la Encuesta de la Comunidad Estadunidense –American Community Survey– del año 2007. Esta encuesta constituye una muestra del 1 por ciento de la población total del país y proporciona información socio demográfica tanto de la población nativa como de los inmigrantes. El análisis realizado se centra en las comparaciones entre grupos de distintos países de origen y la población nativa blanca no hispana y afroamericana. Se analiza a los mexicanos; se agrupa a los centroamericanos procedentes de Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador y a los sudamericanos procedentes de Colombia, Ecuador y Perú. Los criterios para agrupar a estos países de origen tuvieron que ver con el crecimiento de la inmigración en las últimas cuatro décadas y las características económicas de los países.

El artículo cuenta con siete apartados. En el primero se presentan algunos antecedentes generales de la inmigración latinoamericana en Estados Unidos, en el segundo se mencionan algunas de las teorías que han explicado la inserción laboral de los inmigrantes en este país; en el tercero se señalan algunos de los aspectos de la transformación económica de Nueva York y Los Ángeles; en el cuarto se presenta información demográfica y socioeconómica de los inmigrantes latinoamericanos en las dos áreas metropolitanas; en el quinto se analiza la inserción ocupacional de los trabajadores en general y, en particular, de los que cuentan con estudios superiores a la preparatoria. En el sexto apartado se observan algunos determinantes de la inserción de trabajadores en ocupaciones de mayor calificación y en el séptimo se presentan conclusiones.

 

INMIGRANTES LATINOAMERICANOS EN ESTADOS UNIDOS

De acuerdo con la información censal, en 1970, existían en Estados Unidos 1 900 065 inmigrantes de origen latinoamericano y caribeño; en 1980 la cantidad ascendió a 4 427 612; en 1990, el número llegó a 8 641 147 que representaban aproximadamente el 43 por ciento de la población extranjera censada en Estados Unidos.1 Según información de la encuesta Current Population Survey (CPS) realizada en Estados Unidos en el 2003, la cantidad de inmigrantes de la región que vivía en ese país llegó a los 18.3 millones, constituyendo el 49.2 por ciento de la población inmigrante en ese país (CPS, 2003). En 2007, Estados Unidos contaba con una población de 301 621 159 habitantes, de los cuales el 13.9 por ciento eran inmigrantes. Entre éstos, el 49.7 por ciento procedía de América Latina y el Caribe. Entre la población de origen latinoamericano o caribeño, los mexicanos constituyen mayoría (57.2 por ciento). Le siguen caribeños (el 16.6 por ciento), centroamericanos (el 13.4 por ciento) y en último lugar están los sudamericanos (12.8 por ciento).

La migración latinoamericana y caribeña a Estados Unidos ha experimentado cambios en los últimos años, no sólo en cuanto a su número, sino también de carácter cualitativo y éstos han tenido que ver con una creciente participación de la mujer en los flujos migratorios, con diferencias importantes por país de origen. En el caso específico de México, un estudio realizado por Corona (1998) con inmigrantes mexicanos de retorno, divididos en cuatro cohortes según la época en que iniciaron su carrera migratoria a Estados Unidos (1960-1979, 1980-1984, 1985-1989 y 1990-1994), muestra los cambios según la composición por sexo de la migración mexicana. Las cohortes más antiguas presentan menor participación de mujeres en los flujos migratorios. Asimismo, el autor destaca una mayor tendencia de los migrantes a asentarse de manera permanente en ese país.

Información tomada de la CPS de 2003 permite constatar una importante presencia de mujeres en los stocks de inmigrantes. Entre los inmigrantes caribeños, el índice de sexo masculino fue de 82.3, lo que indica que por cada cien mujeres inmigrantes de este origen, existían aproximadamente 82 hombres. Entre los inmigrantes sudamericanos, el mismo índice revela que por cada cien mujeres existen aproximadamente 98 hombres. Entre los casos mexicano y centroamericano, los índices de masculinidad fueron más altos (122.9 y 119 respectivamente), pero revelan también una participación no despreciable de mujeres.

Es importante destacar que al observar los perfiles sociodemográficos de los inmigrantes, los mexicanos y centroamericanos se concentran fundamentalmente en edades activas y su escolaridad es inferior a la de los caribeños y sudamericanos. Se observa que las mujeres caribeñas y sudamericanas tienen mayor participación en el mercado laboral que las mujeres de México y Centroamérica, pero en su conjunto las inmigrantes de la región participan más en el mercado de trabajo que el conjunto de mujeres en sus respectivos países de origen (Caicedo, 2010).

Distintos autores (Villa y Martínez, 2002; Pellegrino, 2001) han señalado que los cambios en la composición de los flujos migratorios de la región han estado principalmente relacionados con cinco factores. Primero, las tensiones económicas experimentadas por los países de América Latina y el Caribe durante los años ochenta; segundo, los efectos de programas de ajuste estructural que tuvieron repercusión directa sobre el mercado de trabajo; tercero, las alteraciones sociopolíticas que desembocaron en oleadas de violencia en algunos países de la región; cuarto, la demanda de fuerza de trabajo en los países de destino y, quinto, los cambios en las leyes migratorias implementados principalmente por Estados Unidos.

Sin duda, este último aspecto ha tenido una incidencia central en el crecimiento de la inmigración latinoamericana y caribeña en décadas recientes en ese país. La ley de 1965 favoreció la inmigración de latinoamericanos, caribeños y asiáticos dado que se excluyeron principios de discriminación por raza y origen en el otorgamiento de visas que prevalecían en leyes anteriores, y se estableció un mecanismo de preferencias basadas en la reunificación familiar y en las calificaciones profesionales, así como también se implementó un sistema de visas transitorias para trabajadores agrícolas (Pellegrino, 2001).

Varias investigaciones han mostrado que en las últimas décadas los inmigrantes se han concentrado en pocas ciudades de Estados Unidos, tales como Nueva York, Los Ángeles y Miami. Entre 1980 y 1985, el 51 por ciento de los inmigrantes se ubicó en estas ciudades (Butcher y Card, 1991). En 2007, el 11.7 por ciento de los inmigrantes, en Nueva York y Los Ángeles, y de este porcentaje el 17.6 por ciento se concentró en las dos áreas metropolitanas. La mayor afluencia de inmigrantes de la región a las áreas metropolitanas de Estados Unidos en las últimas tres décadas ha sido asociada a los procesos de reestructuración económica ocurridos durante los años setenta; éstos dieron lugar a la reorganización espacial de la economía y al auge de ciudades globales como Nueva York y Los Ángeles, caracterizadas por concentrar actividades económicas relevantes de todas las ramas de los servicios. El funcionamiento de la nueva estructura económica y productiva de estas ciudades requiere de la fuerza de trabajo inmigrante, tanto para el desarrollo de trabajos calificados, como de los que requieren niveles mínimos de escolaridad y habilidades del idioma para su ejecución (Sassen, 1999).

Estas características han motivado el desarrollo de diversas investigaciones relacionadas con el proceso de integración económica de los inmigrantes en Estados Unidos. Se han incluido en el debate académico temas como el impacto de la migración en salarios de los trabajadores y se han encontrado tanto posiciones negativas frente a la inmigración como otras que defienden la idea de que la migración no reduce los salarios de los trabajadores nacionales (Butcher y Card, 1991; Card, 2001). Otros han analizado aspectos como la segregación espacial de los inmigrantes y su impacto en la inserción y condiciones de trabajo (Gilbertson y Gurak, 1993; Wright y Parks, 2004). Se han realizado estudios sobre el efecto del lugar de origen y el lugar de destino en la inserción ocupacional (Bohon, 2005) y también se han estudiado las condiciones de trabajo de los inmigrantes según el país de procedencia (Caicedo, 2004). Los resultados de diversas investigaciones coinciden en que la mayor parte de los inmigrantes latinoamericanos y caribeños presentan condiciones de trabajo desfavorables en relación con la población nativa blanca no hispana (Caicedo, 2010). Además de que la transformación de la economía y de los mercados de trabajo estadunidenses ha explicado parte de la desventaja laboral de los inmigrantes, aspectos como el capital humano, el lugar de origen y la condición de hombre o mujer inciden también en el tipo de inserción laboral de los inmigrantes de la región en Estados Unidos.

 

TEORÍAS SOBRE LA INSERCIÓN LABORAL DE LOS LATINOAMERICANOS EN ESTADOS UNIDOS

Mary Powers y William Seltzer (1998) argumentan que las aproximaciones teóricas a que más se acude para el estudio de la inserción laboral de los inmigrantes pueden clasificarse en tres tipos: los enfoques sobre el pluralismo y la asimilación cultural, las teorías sobre el capital humano y las explicaciones estructuralistas que analizan las condiciones económicas, sociales y culturales de las sociedades receptoras de inmigrantes. Los enfoques sobre pluralismo y asimilación plantean que existe un mercado de trabajo jerarquizado, en el cual los trabajadores inmigrantes pueden tener movilidad ascendente siempre y cuando se aculturen y asimilen, es decir, que adopten el lenguaje, los valores, nivel educativo y mentalidad del país de llegada.2

La teoría neoclásica del capital humano plantea que los mercados laborales son homogéneos y que los trabajadores y los empleadores son completamente racionales. Los primeros ingresan al mercado después de evaluar si les resulta más rentable que mantenerse en el ocio. Los segundos buscan incrementar sus beneficios aumentando la productividad y reduciendo los costos de producción. La teoría asegura que las diferencias en los ingresos entre trabajadores –hombres y mujeres– se explican, en parte, por las diferencias en las primas compensatorias y los años de escolaridad (Becker, 1977).

Estos planteamientos se han extendido al análisis de la inserción laboral y movilidad ocupacional de los trabajadores inmigrantes en Estados Unidos, según los cuales, el éxito de los inmigrantes en el mercado laboral estadunidense depende de su nivel educativo y la experiencia en el trabajo. Algunas investigaciones en ese país han incluido otras variables del capital humano que ayudan a explicar las brechas salariales entre inmigrantes y población nativa, como son el dominio del idioma inglés y el tiempo de permanencia en el país (Cornelius et al., 2003). Desde esta teoría se argumenta que los bajos salarios que perciben algunos grupos de inmigrantes de reciente arribo en Estados Unidos se deben a que muchos trabajadores no cuentan con las características del capital humano de los antiguos inmigrantes europeos. Algunas investigaciones empíricas (Borjas, 1982) han demostrado que los inmigrantes que ingresan al mercado laboral estadunidense con un alto capital humano logran tener mayor "éxito" que aquellos que ingresan con menores dotaciones de capital humano. Pero otras han demostrado que cuando se trata de enclaves étnicos, el capital humano no determina los ingresos de todos los trabajadores; algunas variables de capital humano determinan los ingresos de los hombres, pero no los de las mujeres (Zhou y Logan, 1989).

Si bien la teoría neoclásica del capital humano ha contribuido de manera importante al análisis de la inserción laboral de los inmigrantes en Estados Unidos, es preciso mencionar que no siempre el nivel de calificación para el trabajo determina el tipo de empleo que obtengan los inmigrantes; por el contrario, algunos con altas dotaciones de calificación como capital humano realizan empleos de baja calificación, poca valoración social, mal remunerados (Zhou, 2003; Caicedo, 2010). Por esta razón, la inserción laboral de los inmigrantes no puede explicarse exclusivamente a partir de las características individuales de los trabajadores. Es indispensable reconocer que tanto la migración internacional como la inserción laboral de los trabajadores en sociedades desarrolladas están en cierta forma determinadas por factores estructurales sobre los cuales los individuos no tienen control.

Una de las visiones estructuralistas, entre las que se enmarca la teoría de los mercados de trabajo duales, con su máximo exponente Michael Piore, plantea que la migración se ve motivada por la demanda de trabajadores inmigrantes para que realicen los trabajos que los nativos rechazan. Esta teoría señala la existencia de un sector primario en el mercado de trabajo caracterizado por empleos estables, con buenas remuneraciones y en donde se insertan los trabajadores nativos y un sector secundario con empleos inestables, de baja remuneración y sin la posibilidad de crecimiento, en el que generalmente se incorporan los inmigrantes (Piore, 1979).3

Otros enfoques teóricos estructuralistas plantean la existencia de un desajuste en los mercados laborales debido a la transformación tecnológica en las grandes áreas metropolitanas, y que dicho desajuste ha producido cambios en el sector terciario de alta tecnología, estimulando el crecimiento de empleos de alta calificación y un sector atrasado que incrementa el empleo de baja calificación en el que se insertan fundamentalmente los pobres y los inmigrantes, y a la vez deja ver la existencia de una creciente polarización social y el crecimiento de un estrato marginal (Sassen, 1999).

Castells (1998) es uno de los autores que ha hecho énfasis en el estudio de los cambios producidos por la revolución tecnológica-informacional. Al analizar la economía norteamericana durante los años ochenta señaló que la razón fundamental de las transformaciones recientes en la estructura ocupacional se fundamenta en la disolución de viejas formas y actividades industriales y en la subsiguiente creación de nuevas formas de producir, donde el desarrollo tecnológico cumple un papel fundamental.

El autor ha argumentado que la nueva estructura ocupacional está compuesta por trabajo autoprogramable y trabajo genérico. El primero es desarrollado por trabajadores con una "capacidad instalada" que les permite redefinir sus capacidades conforme cambia la tecnología o su puesto de trabajo; el segundo lo desarrollan trabajadores con capacidades y niveles educativos bajos que sólo reciben instrucciones para el desempeño de su trabajo. Según de Mattos (2002), este esquema representaría la evolución de la tendencia a la dualización en las sociedades informacionales. Concretamente, siguiendo la teoría de los mercados de trabajo duales, el trabajo auto programable correspondería al sector primario y el trabajo genérico al sector secundario. En el siguiente apartado se comentan algunas características del proceso de transformación productiva de Nueva York y Los Ángeles y sus implicaciones.

 

LA TRANSFORMACIÓN ECONÓMICA DE NUEVA YORK Y LOS ÁNGELES

Es preciso hacer un recorrido muy breve por los cambios que han sufrido las estructuras productivas en las ciudades de Nueva York y Los Ángeles para mostrar por qué estas ciudades son propicias para hacer un análisis de la inserción ocupacional y de las condiciones laborales de los inmigrantes latinoamericanos. De acuerdo con Sassen (1993), "la reestructuración económica, la transformación tecnológica del proceso laboral y la centralización de la administración y de los servicios", entre otros, han contribuido al auge económico de las grandes ciudades como son Nueva York y Los Ángeles. Éstas se caracterizan por contar con un crecimiento sostenido de la producción de servicios avanzados, el control de la administración, así como por el continuo incremento de inversores extranjeros (Soja et al., 1983; Sassen, 1993).

Nueva York y Los Ángeles pueden considerarse como ciudades mundiales, ya que son espacios geográficos que cuentan con gran poder económico: "los centros de las ciudades y las zonas de negocios de las áreas metropolitanas reciben permanentemente grandes inversiones nacionales e internacionales en el mercado inmobiliario y en telecomunicaciones". En este contexto, en gran medida, atraídos por la demanda de los mercados, confluyen trabajadores de distintas nacionalidades y trabajadores de varios estados del país con altos niveles de calificación e ingresos, y otros de baja calificación e ingresos (Sassen, 1993).

Nueva York y Los Ángeles son ciudades que reflejan claramente los cambios sufridos por la economía y el mercado de trabajo durante las últimas cuatro décadas. Como señala Sassen (1993: 271), en los años setenta eran ciudades muy diferentes entre sí: la primera representaba una región interior decadente, basada en la industria del vestido, y la segunda, con un desarrollo de la economía fundamentado en la industria de alta tecnología y con una explosión del empleo global. Según la autora, los datos agregados para la ciudad de Nueva York entre 1970 y 1980 muestran situaciones que confirman un periodo de decadencia económica: declive en el nivel absoluto de empleo de 3.7 a 3.3 millones, una disminución de 35 por ciento de trabajos de manufactura, un 41 por ciento los empleos públicos en oficinas centrales, 15 por ciento de los empleos públicos en general y la desaparición de un porcentaje importante de oficinas centrales empresariales; además, hubo grandes pérdidas de empleos en sectores de la economía susceptibles de contratar inmigrantes.

Después de la crisis fiscal de 1975, Nueva York experimentó una reestructuración de orden político, económico y social. En este proceso tuvo gran influencia el sector financiero, guiado por una nueva coalición política en el contexto de una economía mundial con creciente interdependencia y por el neoconservadurismo en la política nacional. Estos aspectos y el alto desarrollo tecnológico alcanzado, le han permitido ubicarse en un lugar privilegiado dentro de la nueva economía mundial. En el mercado laboral, las transformaciones concretas se han observado en el decrecimiento de la industria de la manufactura y la expansión de los servicios financieros y corporativos (Soja, 1992). También durante los años ochenta se incrementaron los empleos en el sector público, así como también hubo un aumento de actividades dentro de la economía informal (Mollenkopf y Castells, 1991). Los autores argumentan que entre 1977 y 1987 la ciudad de Nueva York experimentó un crecimiento económico sin precedentes, sin que ello repercutiera en la reducción de los niveles de pobreza observados en la ciudad. Esto en parte se explicó por la pérdida de ingresos durante la década de los setenta, por la creciente desigualdad social y por las características de la nueva inmigración a la ciudad.

Durante 1970 y 1980, la ciudad de Los Ángeles presentó una situación diferente, pues experimentó uno de los índices de crecimiento más altos de Estados Unidos en el empleo de fábrica, y se convirtió en una de las más grandes metrópolis industriales del mundo –esto abarca toda el área de Los Ángeles, Orange, San Bernandino, Riverside y Ventura– (Soja et al.,1983; Sassen, 1993). Edward Soja y otros (1983) señalan que las transformaciones que han ocurrido en Los Ángeles –"un proceso simultáneo de desindustrialización y reindustrialización"– han polarizado la fuerza laboral y "resegmentado" los mercados de trabajo y de vivienda. Ha habido una expansión de ocupaciones de alta especialización tecnológica que requieren la participación de profesionales en ciencias exactas como matemáticos e ingenieros de distintos lugares del mundo. Esta concentración de profesionales especializados se ha dado paralelamente con el crecimiento de trabajadores de bajos ingresos, inmigrantes de países subdesarrollados y el incremento del trabajo de tiempo parcial.4

Soja y otros (1983) también plantean que el proceso sostenido de reestructuración urbana ocurrido en Los Ángeles a partir de los años sesenta ha afectado la organización del proceso productivo y la composición de la fuerza laboral, la localización de la industria y la distribución sectorial del empleo, la organización de la clase trabajadora y los patrones de conflicto de clase. Estos cambios han ido de la mano con el crecimiento económico, la concentración de la riqueza, el aumento de despidos y cierres de plantas de producción intensiva, la agudización de la pobreza y el desempleo, así como de la intensificación de la segregación étnica y racial, entre otros.

A pesar de las marcadas diferencias entre esas dos ciudades entre los años setenta y ochenta, éstas presentan características convergentes. Primero, ambas han experimentado un crecimiento importante del sector de servicios avanzados y, en consecuencia, el aumento de empleos técnicos y profesionales de altos ingresos. Segundo, el crecimiento de dicho sector y la "transformación tecnológica del proceso laboral", así como la necesidad de satisfacer el alto nivel de consumo de los trabajadores altamente calificados, han contribuido a la concentración de trabaja do res de bajos ingresos en las áreas metropolitanas de estas ciudades (Sassen, 1993; 1999).

Tercero, las dos ciudades se caracterizan por generar una creciente precarización de las condiciones de trabajo. Según la autora, en el caso de Nueva York, ha ocurrido una expansión de un sector "manufacturero degradado" que alberga a los trabajadores en condiciones precarias. En el caso de Los Ángeles, el crecimiento masivo de las industrias de alta tecnología ha generado una gran cantidad de trabajos de montaje mal pagados que requieren de personal con bajas aptitudes y un dominio mínimo del idioma inglés. Además, la autora agrega que la industria de alta tecnología ha provocado el crecimiento de la explotación de las labores industriales, incluso en las industrias más avanzadas.

La tecnología ha hecho posible la degradación de un amplio abanico de trabajos trasladando las aptitudes del trabajador a la máquina; así, las industrias de alta tecnología precisan de un gran número de trabajadores para operaciones de rutina de línea de montaje, muchas de las cuales han sido desplazadas a países menos desarrollados. Dichas transformaciones han acarreado un declive en industrias más antiguas y establecidas con índices más altos de sindicalización y mayor porcentaje de trabajos calificados y mejor pagados. Por último, la transformación de la organización del proceso laboral asociado a estos dos desarrollos ha facilitado la expansión de formas de producción que se basan en mano de obra barata (Sassen, 1993: 234). Finalmente, se debe enfatizar que las transformaciones económicas y de los mercados de trabajo en Nueva York y Los Ángeles han incrementado la pobreza y desigualdad social, por lo que es fácil encontrar a afroamericanos e inmigrantes latinoamericanos y caribeños –particularmente mexicanos y dominicanos– en mayor desventaja social en relación con la población anglosajona.

Estas áreas metropolitanas son espacios clave en el estudio de la inserción laboral de los inmigrantes, pues, como se señaló, es donde éstos se concentran. De acuerdo con Portes (2001: 125), existe una fuerte correlación entre las funciones coordinadoras globales concentradas en las áreas metropolitanas de las grandes ciudades y el tamaño de los flujos de inmigrantes dirigidos hacia ellas. El autor señala que en Estados Unidos, Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Miami, San Francisco y Houston son ciudades con fuerte presencia de bancos internacionales, sedes corporativas multinacionales e industrias de alta tecnología y a la vez son los destinos preferidos por los inmigrantes. Waldinger (1989) agrega que el flujo de inmigrantes hispanos durante la década de los setenta incrementó los enclaves hispanos y su segregación espacial.

Es importante también hacer hincapié en que, si bien, Nueva York y Los Ángeles son espacios de alta concentración de la inmigración, la primera ciudad constituye un lugar de amplia tradición inmigratoria –más de un siglo– y Los Ángeles es un área conformada inicialmente por estadunidenses de segunda y tercera generación. Nueva York ha recibido importantes contingentes de inmigrantes de distintos orígenes que se han concentrado en lugares específicos, por ejemplo, en el centro de Harlem (entre 1910 y 1925) e italianos en Brooklyn. Estos patrones de asentamiento han dado lugar a la conformación de enclaves étnicos (Logan et al., 2002: 303) y ello tiene implicaciones directas en la integración económica de los inmigrantes (Borjas, 2003; Allen y Turner, 2005). En la más reciente historia migratoria del área metropolitana, destaca el arribo de inmigrantes latinoamericanos y asiáticos. De acuerdo con los autores, estos grupos registraron un sorprendente crecimiento entre 1980 y 1990.

Los Ángeles, definido por los autores como una "creación del siglo XX", a pesar de que recibió a comienzos de siglo a inmigrantes mexicanos y de origen japonés, también ha sido centro de inmigración de segundas y terceras generaciones de origen europeo que procedían de distintas regiones de Estados Unidos y que se asentaron en barrios periféricos y suburbios de la ciudad (Logan et al., 2002). El grueso de los inmigrantes mexicanos se dirigió a contextos agrícolas en las afueras de la ciudad, constituyendo enclaves étnicos. Los Ángeles es una ciudad conformada principalmente por suburbios. Los mexicanos, chinos, vietnamitas, filipinos, coreanos y japoneses en suburbios son más numerosos que sus contrapartes en otras ciudades del país (Logan et al., 2002).

Sassen (1995) advierte que el estudio de las condiciones laborales de inmigrantes en países como Estados Unidos requiere considerar de la dimensión espacial, no como simple delimitación geográfica a donde llegan los inmigrantes, sino como espacios dentro de un sistema global, pero con dinámicas socioeconómicas propias en donde las nociones de raza, nacionalidad y género juegan un papel determinante en la inserción y las condiciones laborales de los individuos. Este aspecto invita a profundizar empíricamente en los diferentes tipos de inserción laboral que ocurren en cada contexto metropolitano.

 

LA ACTUAL INMIGRACIÓN LATINOAMERICANA EN NUEVA YORK Y LOS ÁNGELES

En este artículo se emplea la clasificación de áreas metropolitanas que proporciona la Integrated Public Used Microdata Series –IPUMS– (2007). En la gráfica 1 se puede observar la distribución porcentual de la población de acuerdo con su ubicación espacial. Se constata que los inmigrantes centroamericanos y sudamericanos se concentran principalmente en las áreas metropolitanas de Estados Unidos, aspecto que podría explicarse por la fuerte demanda laboral en estos contextos y por la existencia de redes sociales que facilitan el asentamiento y la inserción laboral. Mientras que el 71.3 por ciento de los sudamericanos y el 66.8 por ciento de los centroamericanos vive en las metrópolis estadunidenses, solamente el 38.5 por ciento de la población nativa blanca no hispana reside en estos espacios.

Características sociodemográficas

El área metropolitana de Nueva York tiene 17 660 358 habitantes, de los cuales el 15 por ciento procede de América Latina y el Caribe. Los Ángeles cuenta con 12 876 125 habitantes, de los cuales el 20.6 por ciento son inmigrantes procedentes de la región. Entre éstos los mexicanos constituyen la gran mayoría (el 71.6 por ciento). En el cuadro 1 se presentan los tamaños de la muestra, la población total y la distribución porcentual de la misma de acuerdo con el sexo en las áreas metropolitanas de Nueva York y Los Ángeles. En el área metropolitana de Nueva York, los hombres mexicanos y nativos blancos no hispanos constituyen mayoría (el 53 y el 50.1 por ciento, respectivamente). En Los Ángeles, los hombres mexicanos y los centroamericanos representan el 60.6 y el 54.2 por ciento, respectivamente. La mayor concentración de hombres de estos orígenes se explica por el carácter mismo de la migración que va desde México y Centroamérica. Es decir, se trata de migración predominantemente masculina, que tradicionalmente se ha desplazado por motivos laborales (Durand y Massey, 2003).5

Tiempo de permanencia en Estados Unidos

En el cuadro 2 se puede observar que hay diferencias importantes entre los inmigrantes de las dos áreas metropolitanas de acuerdo con el tiempo de permanencia en Estados Unidos. En todos los casos, los inmigrantes presentan porcentajes altos de población de largo arribo –quienes tienen diez o más años de vivir en Estados Unidos. Estos porcentajes son mayores en Los Ángeles, lo que podría sugerir que en Nueva York hay mayor renovación del stock de inmigrantes. En el caso mexicano es destacable que mientras en Los Ángeles el 75.3 por ciento de la población tiene diez o más años de vivir en el país, en Nueva York la población con esta antigüedad migratoria representa el 50 por ciento. Es sabido que la migración mexicana a Los Ángeles se ha dado durante décadas, lo que ha posibilitado la existencia de redes sociales de paisanos que facilitan la inmigración y el asentamiento en contextos específicos, mientras que en Nueva York la inmigración ha sido más reciente y en parte ha estado determinada por la nueva demanda laboral.

Edad

El cuadro 3 a continuación muestra la edad mediana de la población. Al igual que en el contexto nacional, la población nativa blanca no hispana está más envejecida: 41 años en Los Ángeles y 40 en Nueva York. En estas áreas metropolitanas los afroamericanos y los mexicanos son los más jóvenes. La mediana de la edad para los dos grupos en el caso de Nueva York es de 31 y 32 años respectivamente, y en el caso de Los Ángeles de 35 y 39 años, respectivamente. La inmigración que ocurre a Nueva York es completamente joven. En las dos áreas metropolitanas, como en el contexto nacional, los inmigrantes de mayor edad son los sudamericanos. Los afroamericanos son los más jóvenes entre la población estudiada. No está por demás señalar que al observar la edad según el sexo al interior de cada grupo, se constata que las mujeres son mayores que los hombres.

Estado civil

En el cuadro 4 se presenta el estado civil de la población de quince años y más, según lugar de origen y sexo. Se puede constatar que la condición conyugal de la población en las dos áreas metropolitanas es diferente. En el caso mexicano, por ejemplo, el porcentaje de personas nunca unidas en el área metropolitana de Nueva York es significativamente mayor que el observado entre los mexicanos del área metropolitana de Los Ángeles: el 47.5 por ciento de los hombres y el 35.6 por ciento de las mujeres de la primera área metropolitana y el 24.9 por ciento de los hombres y el 32.8 por ciento de la última. Esta situación podría explicarse por las diferencias de edad de la población en los dos contextos metropolitanos. El hecho de que en Los Ángeles la población de mexicanos y el resto de los grupos sea de edad más avanzada incide en su estado civil.

El caso de los afroamericanos es el más llamativo, pues en las dos áreas metropolitanas presenta los mayores porcentajes de población nunca unida. El 61.3 por ciento de los hombres y el 55 por ciento de las mujeres de Nueva York son población nunca unida. En Los Ángeles los porcentajes respectivos son de 47.9 y 52 por ciento.

Escolaridad

En el cuadro 5 se presenta la escolaridad de la población de dieciséis años y más en cuatro categorías: sin escolaridad o inferior a la primaria, algún grado de primaria, secundaria o preparatoria sin título, preparatoria completa con título o high school y estudios superiores al nivel de preparatoria. En casi todos los grupos analizados, los porcentajes de población con estudios superiores al nivel de preparatoria son superiores en el área metropolitana de Los Ángeles, lo que podría explicarse en parte por la existencia de una industria de alta tecnología que atrae trabajadores altamente calificados, no sólo de distintos países del mundo sino de distintos estados de Estados Unidos. Hay diferencias según el lugar de origen y el sexo de la población. Los nativos blancos no hispanos se diferencian del resto en que cuentan con porcentajes muy altos de población con estudios superiores al nivel preparatoria. En Los Ángeles, el 72.7 por ciento de los hombres y el 71.5 por ciento de las mujeres cuenta con este nivel de estudios. En Nueva York los porcentajes se reducen, pero siguen siendo significativamente altos en relación con el resto de la población. El 65.7 por ciento de los hombres y el 63.4 por ciento de las mujeres tienen tal escolaridad.

Los mexicanos se encuentran en el extremo opuesto. En Los Ángeles, solamente el 14.8 por ciento de los hombres y el 16.5 por ciento de las mujeres cuenta con estudios superiores al nivel preparatoria. En Nueva York, los porcentajes para hombres y mujeres son del 12.3 por ciento y el 17.3 por ciento, respectivamente. En la misma área metropolitana, los hombres afroamericanos con este nivel de estudios apenas constituyen el 39.4 por ciento, mientras que en Los Ángeles son el 50.4 por ciento. También las mujeres presentan porcentajes superiores a los de sus homólogas en ambas áreas (el 48.5 en Nueva York y el 56.9 en Los Ángeles). Los centroamerica nos tienen porcentajes bajos de población con este nivel de estudios en las dos metrópolis.

Es importante señalar que, si bien los perfiles educativos de los inmigrantes de la región en estas áreas metropolitanas son significativamente inferiores a los de la población nativa, y particularmente a los nativos blancos no hispanos, en el nivel nacional, en casos como el mexicano, los porcentajes de hombres y mujeres con estudios superiores al nivel de preparatoria son superiores a los observados en estas áreas (el 14.2 por ciento y el 17 por ciento, respectivamente).

Una situación diferente se ve en otros grupos de inmigrantes. Los sudamericanos hombres y mujeres –en Los Ángeles– presentan mayores porcentajes de población con estudios superiores a la preparatoria que los observados para el grupo en el contexto nacional (el 47.8 y el 49.7 por ciento, respectivamente). Llaman la atención las grandes diferencias en el perfil educativo de los sudamericanos en las dos áreas metropolitanas. Como se mostró, los que se ubican en Los Ángeles cuentan con mayor escolaridad que los de Nueva York. Es necesario recordar que la migración de este grupo se ha dirigido principalmente hacia esta última zona y que la concentración en Los Ángeles es de más reciente arribo (el 73 por ciento de los sudamericanos en la fuerza laboral de Los Ángeles tienen menos de diez años de vivir en el país, mientras que en Nueva York el porcentaje se reduce al 65). Los datos parecen indicar, tal y como lo han encontrado otras investigaciones (Bartel, 1989), que el perfil educativo de los inmigrantes tiende a ser más bajo en los contextos de mayor concentración étnica del mismo grupo.

Entre la población nativa blanca no hispana los resultados son diferentes, los porcentajes de hombres y mujeres en el nivel nacional con niveles de escolaridad por encima de la preparatoria son inferiores a los observados entre los habitantes de estas áreas metropolitanas (el 55.8 por ciento y el 56.9 por ciento, respectivamente).

En el cuadro 6 se presenta la distribución porcentual de población de dieciséis años y más, según nivel de inglés y área metropolitana. Hay diferencias importantes entre los grupos. En las dos áreas metropolitanas los mexicanos constituyen el grupo con los menores porcentajes de personas que tienen un dominio adecuado del idioma.

En Nueva York, el 59.3 por ciento de los mexicanos no habla inglés o no lo habla bien; en Los Ángeles, el porcentaje es de 54, mientras que en la primera área metropolitana, el 47.5 por ciento de los centroamericanos no habla adecuadamente el idioma y en Los Ángeles el porcentaje es de 50.9. El caso sudamericano muestra marcadas diferencias en relación con los demás grupos y las dos áreas metropolitanas: en Los Ángeles el 29.1 por ciento no habla bien el idioma y en Nueva York el porcentaje es de 40.9. Sin duda alguna, la inmigración sudamericana que ocurre hacia el área metropolitana de Los Ángeles cuenta con mayor formación académica.

Habría que establecer cuáles son los factores que podrían incidir en la conformación de este perfil de inmigrantes en las dos áreas metropolitanas. Por un lado, es probable que uno de ellos sea el gran auge de la industria de alta tecnología que requiere de recursos humanos calificados. Por otro, puede asociarse a la existencia de redes sociales con distintos perfiles que facilitan el asentamiento de diversos tipos de inmigrantes. Es decir, como se mencionó antes, Nueva York es un contexto de vieja tradición migratoria, y particularmente buena parte la inmigración procedente de Sudamérica y del Caribe se ha asentado en esta ciudad, y ello, sin duda, ha facilitado el asentamiento de inmigrantes con perfiles muy diversos.

Es necesario señalar que al realizar distribuciones por sexo se obtuvo que en ambas áreas metropolitanas los inmigrantes de todos los grupos tienen niveles más bajos de dominio del inglés que los hombres. Por ejemplo, en el caso mexicano el 51.1 por ciento de los hombres no habla bien el idioma y el porcentaje de mujeres en esta situación es del 57.2. En Nueva York, los porcentajes son del 55.9 y el 64.5 por ciento, respectivamente. Aunque en términos porcentuales las mujeres cuentan con mayores niveles de escolaridad que los hombres, sus niveles de inglés son inferiores. Esto sin duda tiene un efecto en la inserción laboral de las mujeres, pues el nivel de inglés es un determinante central del tipo de ocupación y condiciones de trabajo de los inmigrantes en este país.

 

INSERCIÓN OCUPACIONAL

Investigaciones precedentes (Caicedo, 2010) han establecido que a nivel nacional la inserción laboral de los inmigrantes latinoamericanos y caribeños en Estados Unidos se ve determinada por el capital humano de los trabajadores, pero aspectos como el lugar de origen y el sexo juegan un papel central en el tipo de empleo al que logra acceder cada trabajador. Se ha enfatizado que aunque se trata de un país que en cierta medida ha logrado avanzar en la protección de los derechos de hombres y mujeres en el mercado de trabajo, siguen existiendo ocupaciones exclusivas para determinados grupos de inmigrantes, para hombres y para mujeres. Los inmigrantes latinoamericanos, y particularmente los mexicanos y centroamericanos, están fuertemente segregados en el mercado de trabajo en relación con los nativos blancos no hispanos y las mujeres con respecto a los hombres.

Para analizar la inserción ocupacional de los trabajadores en las dos áreas metropolitanas se establecieron cinco categorías ocupacionales: "ejecutivos, profesionales y afines": en ésta incluimos todas las ocupaciones con niveles iguales y/o superiores al profesional, que generalmente se conocen como ocupaciones calificadas. Las "ocupaciones en servicios" están relacionadas con toda la gama de servicios de protección, ocupaciones de apoyo al cuidado de la salud, preparación de alimentos, limpieza y mantenimiento de edificios y jardines, así como cuidados y otros servicios personales. En la categoría de "vendedores y trabajadores de oficina" se incluyeron todas las ocupaciones relacionadas con las ventas y las ocupaciones de oficina y apoyo administrativo; en las que denominamos "obreros de la industria, construcción y mantenimiento", incluimos los trabajos en construcción, otros relacionados con la extracción, instalación, mantenimiento, reparación, ocupaciones en el área de producción, transporte y movimiento de materiales, etc., y se excluyeron todas las relacionadas con la agricultura, pesca y silvicultura, entre otras.6

En el cuadro 7 se presenta la distribución porcentual de los trabajadores según ocupación, área metropolitana y sexo. Al observar las ocupaciones ejecutivas, profesionales y afines se constatan diferencias importantes en la inserción de los trabajadores de acuerdo con los criterios antes mencionados. En términos generales, el porcentaje de trabajadores calificados en los distintos grupos analizados es mayor en el área metropolitana de Los Ángeles. Por el contrario, el porcentaje de trabajadores insertos en ocupaciones en servicios –que como se mencionó requieren menor calificación– es mayor en el área metropolitana de Nueva York; incluso, en el caso de los inmigrantes, esta participación es superior a la observada en el nivel nacional. Los nativos blancos no hispanos constituyen el grupo con mayor participación en ocupaciones calificadas en las dos áreas metropolitanas (el 49.8 por ciento en Los Ángeles y el 46.6 por ciento en Nueva York) y la menor participación en las ocupaciones en servicios (11 por ciento en Los Ángeles y 12.6 por ciento en Nueva York), incluso inferior a la observada en el contexto nacional (14.1 por ciento). Le siguen los afroamericanos con el 27.2 por ciento de trabajadores en ocupaciones calificadas –en Nueva York– y el 31.3 por ciento en Los Ángeles.

La participación de los mexicanos en ocupaciones calificadas es la más baja entre los grupos observados, con diferencias significativas por área metropolitana. En Nueva York, solamente el 7.8 por ciento de los mexicanos trabaja en ocupaciones calificadas y en Los Ángeles el 9.2 por ciento. La mayor concentración de los mexicanos se observa en las ocupaciones en servicios y en otras relacionadas con la extracción, transformación, construcción y mantenimiento; pero hay diferencias significativas según el área metropolitana. Por ejemplo, en Nueva York se registra mayor participación de mexicanos en el área de servicios (el 44.2 por ciento) a la registrada entre la población total de la población en el área (el 17.4 por ciento).

En Los Ángeles la participación de los mexicanos es mayor en extracción, transformación, construcción y mantenimiento (el 41.9 por ciento), superior en 25 por ciento a la observada entre la población total en el área. Esto muestra una enorme diferencia en la inserción de la población mexicana y los nativos blancos no hispanos como el resto de inmigrantes. También son significativas las diferencias entre los inmigrantes mexicanos en ambas áreas metropolitanas y el resto de inmigrantes del país.

Es posible que esto, por un lado, se deba a la estructura productiva de las ciudades y, por otro lado, al perfil de la inmigración en cada contexto metropolitano. En el área metropolitana de Nueva York, las principales actividades económicas se centran en los servicios de producción (el 25.3 por ciento), los servicios sociales (el 23.1 por ciento) y los servicios de distribución (el 19.9 por ciento). En Los Ángeles, prevalecen también este tipo de actividades, pero en menor proporción (producción, el 23.8 por ciento; sociales, el 18.2 por ciento, y distribución, el 19.5 por ciento). En cambio, en esta área metropolitana hay mayor desarrollo de las actividades de transformación que en Nueva York (el 18.5 y el 12.9 por ciento, respectivamente). Por lógica, en ambas áreas metropolitanas, las actividades de extracción son mínimas (el 0.2 y el 0.3 por ciento, respectivamente). Es de destacar que la estructura productiva de ambas áreas metropolitanas es diferente a la del contexto nacional. Por ejemplo, en el país, los servicios de producción aglutinan solamente al 19 por ciento de los trabajadores. También en el nivel nacional los servicios personales tienen menor peso que las áreas metropolitanas (el 13.6 por ciento), mientras que en Los Ángeles estos servicios constituyen el 15.7 por ciento de las actividades económicas y en Nueva York constituyen el 13.9 por ciento.

Como se ha señalado, el desarrollo de la industria de alta tecnología es uno de los aspectos que podría explicar la mayor participación de los inmigrantes en ocupaciones de mayor calificación, así como su inserción en ocupaciones no calificadas relacionadas con la extracción, transformación y transporte de materiales.

Inserción ocupacional de la población con estudios superiores

En este apartado, lejos de pretender un análisis exhaustivo de la migración calificada, sólo se procura observar el tipo de inserción laboral de los trabajadores inmigrantes con estudios superiores al nivel preparatoria, con el propósito de establecer la posible subutilización de la fuerza de trabajo con mayor formación académica en las dos áreas metropolitanas. En 2007, había aproximadamente 558 772 inmigrantes latinoamericanos –mexicanos, centroamericanos y sudamericanos– con estudios superiores al nivel de preparatoria y que hacían parte de la fuerza laboral en las dos áreas metropolitanas. Éstos constituían el 6 por ciento de la fuerza laboral en las dos áreas. La mayor parte eran de origen mexicano.7

En relación con la inserción ocupacional de los trabajadores con este perfil educativo en Nueva York y Los Ángeles, se puede constatar que sólo en el caso de los nativos blancos no hispanos, casi el 60 por ciento de los trabajadores con este nivel de estudios se insertan en ocupaciones ejecutivas, profesionales o afines. En el caso de los afroamericanos, alrededor del 43 por ciento de trabajadores con estudios supe -rio res se inserta en estas ocupaciones, mientras que entre los inmigrantes la proporción de trabajadores con esta escolaridad en este tipo de ocupaciones se reduce al 28.8 por ciento de los mexicanos y sudamericanos y al 29.5 por ciento de los centro americanos –en el área metropolitana de Nueva York–. En Los Ángeles las proporciones de trabajadores inmigrantes en estas ocupaciones son mayores en todos los casos, excepto para los mexicanos; los sudamericanos constituyen el grupo de inmigrantes con mayor participación en ocupaciones calificadas (el 37.7 por ciento), seguidos de los centroamericanos (el 31.8 por ciento). Los afroamericanos presentan proporciones similares de trabajadores en estas ocupaciones en las dos áreas metropolitanas (el 43.7 y 43.8 por ciento, respectivamente).

Los inmigrantes sudamericanos se insertan mejor en contextos de menor concentración étnica. Como se observó en el cuadro 1, la cantidad de éstos en el área metropolitana de Nueva York es muy superior a la observada en Los Ángeles, y en esta última hay mayor cantidad de personas calificadas en ocupaciones acordes con sus perfiles. En los casos mexicano y centroamericano se observa una situación diferente: estos grupos logran mejor inserción ocupacional en contextos de mayor concentración étnica. Vale la pena hacer hincapié en que, si bien un grupo de inmigrantes con estudios superiores logra insertarse mejor en los mercados de trabajo metropolitanos, existe un porcentaje muy alto de trabajadores –de los tres orígenes observados– con este nivel de estudios en ocupaciones de baja calificación. Esto, aunque en menor proporción, también se observa en la población nativa.

En el cuadro 8 se presentan la distribución porcentual de trabajadores con estudios superiores al nivel preparatoria, según ocupación, sexo y área metropolitana. Las ocupaciones calificadas se dividieron en dos: ejecutivos, y profesionales y afines; con el propósito de establecer la participación de hombres y mujeres en ocupaciones de mayor decisión y mando (ejecutivas). Los datos indican diferencias en la participación de la población en ocupaciones ejecutivas y gerenciales según origen, sexo y área metropolitana. Tanto hombres como mujeres tienen mayor participación en estas ocupaciones en el área metropolitana de Los Ángeles, y son los hombres nativos blancos no hispanos quienes presentan los porcentajes más altos: el 27.1 por ciento en ambas áreas metropolitanas. La participación de las mujeres en estas ocupaciones se reduce significativamente en todos los grupos, excepto entre los afroamericanos, pues en las dos áreas metropolitanas hombres y mujeres participan en proporciones casi iguales en estas ocupaciones. El caso de los afroamericanos llama la atención, pues se trata de población nativa, con mayor escolaridad –que los inmigrantes– y con baja participación de hombres y mujeres en estas ocupaciones en Los Ángeles (el 16.4 y el 16.2 por ciento, respectivamente) y en Nueva York (el 15.5 y el 15.3 por ciento).

Los porcentajes de trabajadores afroamericanos en estas ocupaciones son bajos. Una de las explicaciones podría encontrarse en los bajos niveles de escolaridad en relación con los nativos blancos no hispanos; han sido ampliamente documentadas las desventajas sociales que históricamente ha experimentado este grupo. Autores como Soja (1992) y Wilson (1998) han señalado que, además, el proceso de reestructuración económica ha afectado especialmente a este colectivo por la desaparición de empleos de baja calificación de la industria manufacturera en los que principalmente se insertaban.

Entre los inmigrantes, como se observó en las distribuciones para toda la población (cuadro 7), los sudamericanos (hombres) son quienes más participan en ocupaciones gerenciales (el 17.9 por ciento en Los Ángeles y el 12.4 por ciento en Nueva York). Entre los mexicanos, en Los Ángeles, los hombres participan más que las mujeres en ocupaciones gerenciales (el 13.4 y el 9.4 por ciento, respectivamente). En Nueva York la participación de hombres es bastante baja, pero duplica al porcentaje de mujeres en la ocupación (el 10.3 y el 4.1 por ciento, respectivamente).

La distribución ocupacional de trabajadores por área metropolitana muestra claras diferencias en relación con las distribuciones ocupacionales en el nivel nacional. En el caso de los nativos blancos no hispanos los porcentajes de hombres y mujeres en ocupaciones ejecutivas (el 17.3 y el 13.7, respectivamente) son inferiores a los observados en las dos áreas metropolitanas; asimismo, su participación en ocupaciones profesionales y afines es bastante inferior a la observada en ambas áreas metropolitanas (el 17.5 y el 26.8 por ciento, respectivamente). En cambio, en las ocupaciones en servicios destaca la mayor participación de los nativos blancos no hispanos en el nivel nacional (hombres: el 11.6 por ciento, y mujeres: el 17.6 por ciento). Una tendencia similar se observa en el caso de los afroamericanos, su participación en ocupaciones ejecutivas es mayor en las dos áreas metropolitanas a la observada en el contexto nacional, donde solamente el 8.3 por ciento de los hombres y el 10.1 por ciento de las mujeres en la fuerza laboral se inserta en ocupaciones ejecutivas. Su participación en ocupaciones en servicios en el contexto nacional excede significativamente la observada en las dos áreas metropolitanas (el 21.3 por ciento de los hombres y el 26.3 por ciento de las mujeres).

Entre los inmigrantes no se observa esta tendencia. La participación de hombres y mujeres en ocupaciones ejecutivas en el contexto nacional es inferior a la registra da en las áreas metropolitanas. Por ejemplo, en el caso de los sudamericanos solamente el 8.9 por ciento de los hombres y el 8.4 por ciento de las mujeres en la fuerza laboral participa en ocupaciones ejecutivas, porcentaje significativamente inferior al observado en las áreas metropolitanas. Asimismo, la participación de hombres y mujeres en ocupaciones profesionales y afines es bastante inferior a la observada en las dos áreas metropolitanas.

 

ALGUNOS DETERMINANTES DE LA INSERCIÓN OCUPACIONAL DE TRABAJADORES

Con el propósito de establecer algunos determinantes de la inserción ocupacional de los inmigrantes latinoamericanos en las áreas metropolitanas observadas, se ajustaron modelos logísticos para cada grupo en cada área metropolitana. Los resultados se presentan en los cuadros 9 y 10. Se empleó como variable dependiente la inserción en ocupaciones en dos categorías: ocupaciones ejecutivas, profesionales y afines y ocupaciones que requieren menores niveles de calificación, tales como servicios, ventas, trabajadores de oficina, trabajos de extracción, manejo de materiales, etc. Como variables explicativas se introdujeron las siguientes dummys: el sexo con las categorías hombre y mujer; la edad en segmentos decenales, el estado civil en las categorías nunca unido o alguna vez unido y unido; la escolaridad con tres categorías: hasta preparatoria incompleta, preparatoria completa y estudios superiores al nivel de preparatoria; la rama de actividad económica con las categorías: extracción y transformación, servicios de distribución, servicios de producción, servicios sociales y servicios personales. En el caso de la población inmigrante se introdujeron las variables dominio del idioma inglés –con dos categorías: habla bien o muy bien el idioma y no lo habla o no lo habla bien– y la variable años de vivir en Estados Unidos con las categorías: menos de diez años y diez o más años. En todas las variables se empleó la primera categoría como referencia.8

Los modelos ajustados muestran diferentes resultados para cada uno de los grupos observados. En términos generales se puede señalar que los momios de insertarse en una ocupación calificada disminuyen para las mujeres en relación con los hombres, en las dos áreas metropolitanas. Lógicamente existen diferencias significativas de acuerdo con el área metropolitana y el lugar de origen de los trabajadores. En el caso de los nativos blancos no hispanos, en el área metropolitana de Nueva York, el riesgo de insertarse en una ocupación de este tipo se reduce en 17.2 por ciento para las mujeres en relación con los hombres; en el caso de los sudamericanos se reducen en 30 por ciento. Es de hacer notar que en los demás casos, aunque la relación entre el sexo y el riesgo de insertarse en dichas ocupaciones se presenta en la misma dirección, la relación entre las variables no fue estadísticamente significativa. En Los Ángeles se observa una situación similar, los momios de insertarse en una ocupación de este tipo se reducen en 30 por ciento para las mujeres nativas blancas no hispanas, en relación con sus homólogos. Para los demás grupos de trabajadores no se obtuvieron relaciones estadísticamente significativas. Al parecer, en esta área metropolitana el sexo no tiene peso decisivo en la inserción de los inmigrantes y de los afroamericanos en estas ocupaciones.

Como era de esperarse, los momios de insertarse en una ocupación calificada se incrementan para todos los grupos cuando se ubican en edades superiores al rango 16-24 –categoría de referencia–. En casi todos los grupos la relación entre la variable dependiente y la edad resultó estadísticamente significativa. En el área metropolitana de Nueva York destaca el caso mexicano, pues los momios de insertarse en una ocupación calificada se incrementan 4.8 veces cuando se pertenece al rango de edad 55-65 en relación con la categoría de referencia y 3.2 cuando se trata del rango 45-54 en relación con la categoría de referencia. Para los nativos blancos no hispanos el incremento en los dos rangos de edad es significativamente menor (2 y 2.2 veces, respectivamente). En Los Ángeles, estas variables se comportan de forma muy diferente. Para los mexicanos, los momios de insertarse en estas ocupaciones se incrementan principalmente en los rangos 25-34 y 35-44 (1.6 y 1.5 veces, respectivamente). En el caso de los sudamericanos, en esta área metropolitana, la relación entre edad y la variable dependiente no resultó estadísticamente significativa. Ello puede obedecer al reducido tamaño de muestra de estos inmigrantes en Los Ángeles.

Para todos los grupos, en las dos áreas metropolitanas la escolaridad muestra alta significancia estadística. Como era de esperarse, el riesgo de insertarse en una ocupación calificada se incrementa con la mayor escolaridad. Cabe aclarar que incluso con estudios de preparatoria completa, los momios para algunos grupos de trabajadores –en relación con la categoría de referencia– aumentan. Por ejemplo, en Nueva York, los centroamericanos con este nivel de estudios, el riesgo de insertarse en una ocupación calificada sube 2.7 veces en relación con una persona de su grupo con estudios inferiores a este nivel; y para los centroamericanos con estudios superiores al nivel de preparatoria el riesgo asciende a 12.1 veces. En el caso mexicano, para los individuos con estudios de preparatoria completa los momios se incrementan 1.3 veces y para los que tienen estudios superiores al nivel de preparatoria los momios aumentan 11.7 veces, en relación con la categoría de referencia. En esta categoría de estudios, los momios de insertarse en estas ocupaciones –en relación con la categoría de referencia– se incrementan 9.4 veces para los nativos blancos no hispanos, 9.1 veces para los afroamericanos y 5.7 veces para los sudamericanos, quienes registran el incremento más bajo. Llama la atención que en el área metropolitana de Los Ángeles, los momios de insertarse en estas ocupaciones se elevan solamente 6.3 veces para los nativos blancos no hispanos con estudios superiores a la preparatoria en relación con quienes tienen estudios inferiores a este nivel. En cambio, el incremento más alto lo registran los afroamericanos (12.5 veces). En este rubro también los sudamericanos muestran los momios más bajos (5.1 veces).

En Nueva York, la condición de unión en las parejas sube los momios de insertarse en una ocupación calificada, en relación con las parejas nunca unidas formalmente o que lo estuvieron alguna vez. Esto fue estadísticamente significativo en el caso de los dos grupos nativos. En Los Ángeles, se observa una situación similar. Para todos los trabajadores unidos el riesgo se insertarse en una ocupación calificada incrementa significativamente en relación con la categoría de referencia.

En las dos áreas metropolitanas el riesgo de insertarse en una ocupación calificada se reduce cuando se trata de servicios de distribución en relación con la categoría de referencia –extracción y transformación– y, curiosamente, los momios de insertarse en una ocupación de este tipo, en el caso de los nativos blancos no hispanos, disminuyen en los servicios personales (13 por ciento) en relación con la rama de extracción y transformación, pero aumentan para los afroamericanos (1.1 veces). En el caso mexicano, en el área metropolitana de Los Ángeles, los momios de insertarse en una ocupación calificada se elevan significativamente (1.3 veces) cuando se trata de la rama de servicios personales en relación con la categoría de referencia. En los demás grupos de inmigrantes no se obtuvo significancia estadística entre las variables.

Para todos los trabajadores en Nueva York, los momios de insertarse en una ocupación calificada se incrementan ampliamente en las ramas de servicios sociales y de producción en relación con las actividades de extracción y transformación. En los servicios sociales, el incremento más alto se observa en el caso de los sudamericanos (7 veces) y el más bajo entre los afroamericanos (4.1 veces). Y en los servicios de producción, destaca el caso de los centroamericanos y los mexicanos, cuyos momios aumentan 3.5 y 3.4 veces en relación con la categoría de referencia. En Los Ángeles, los momios se elevan en todos los grupos cuando se trata de los servicios sociales y los servicios de producción en relación con la categoría de referencia. Para los mexicanos y los nativos blancos no hispanos los momios de insertarse en una ocupación calificada se incrementan 4.7 y 4.3 veces –en relación con la categoría de referencia–; los demás grupos presentan aumentos inferiores a este valor. En los servicios se producción también se observan incrementos importantes. Los casos más notorios son los sudamericanos y los mexicanos, cuyos momios suben 2.8 y 2.3 veces, respectivamente, en relación con la categoría de referencia.

En los modelos logísticos de los inmigrantes, como se mencionó, se introdujeron las variables dominio del idioma inglés y número de años en Estados Unidos. Los resultados indican que, en el área metropolitana de Nueva York, el nivel de inglés de los inmigrantes desempeña un papel central en la participación en estas ocupaciones. Los momios de insertarse en una ocupación calificada para un inmigrante que no habla o no habla bien el inglés en relación con uno que sí lo habla bien o muy bien, se reducen un 69 por ciento cuando se trata de un mexicano o un sudamericano y un 55 por ciento cuando se trata de un centroamericano. En el área metropolitana de Los Ángeles, la reducción es del 70 por ciento para los mexicanos, el 68 por ciento para los centroamericanos y el 75.5 por ciento para los sudamericanos. Solamente en los casos sudamericano y centroamericano la relación entre años de vivir en Estados Unidos y la variable dependiente fue estadísticamente significativa. Para un trabajador de cualquiera de los dos orígenes, los momios de insertarse en una ocupación calificada aumentan 2.5 veces cuando tiene diez o más años de vivir en el país, en relación con una persona que tiene menos de este tiempo.

 

CONCLUSIONES

La inserción ocupacional de los trabajadores en Nueva York y Los Ángeles atraviesa por una dimensión de nacionalidad y una dimensión de género, e incluso de raza –cuando se incluye a los afroamericanos–, pues como se pudo observar, los nativos blancos no hispanos logran insertarse mejor en el mercado de trabajo, aunque es necesario reconocer que en parte se debe a que cuentan con mayores niveles de capital humano que los inmigrantes: como esto se controla por niveles de escolaridad, mantienen una inserción más favorable en relación con el resto de los trabajadores.

Los datos muestran que las mujeres tienen menor participación en las ocupaciones ejecutivas, que en la mayoría de los casos, no sólo implican posiciones de decisión y mando, sino que proporcionan estatus y prestigio social. Pero se debe enfatizar que en algunos casos las mujeres participan más que los hombres en ocupaciones calificadas en general y que el grado de dicha participación varía según el área metropolitana. En ambas áreas los inmigrantes con estudios superiores al nivel preparatoria participan en ocupaciones de baja calificación. Ello es más notorio en el caso de los mexicanos y, en particular, de los hombres. Los sudamericanos con este nivel de estudios logran participar más en ocupaciones de mayor calificación, pero todavía más de la mitad de los trabajadores –principalmente hombres– realizan ocupaciones de baja calificación –con mayor frecuencia en Nueva York– . Solamente los hombres y mujeres afroamericanos con estudios superiores tienen la misma participación en ocupaciones ejecutivas en las dos áreas metropolitanas; pero, en términos generales, las mujeres de este grupo participan más en ocupaciones calificadas que los hombres.

Para todos los trabajadores, la escolaridad determina su inserción en ocupaciones calificadas. Pero como se observó, su peso varía de acuerdo con el lugar de origen de los mismos y al área metropolitana. Entre los inmigrantes, el nivel de inglés es trascendental en la inserción en este tipo de ocupaciones; en Nueva York, el tiempo de permanencia en el país no hace una diferencia significativa entre el hecho de insertarse o no, mientras que en el área metropolitana de Los Ángeles esta permanencia tiene un impacto significativo en la inserción de los centroamericanos y los sudamericanos. En ambas áreas metropolitanas el riesgo de insertarse en una ocupación calificada es mayor cuando se trata de la rama de servicios sociales –en relación con las actividades de extracción y transformación, pero cabe destacar que el riesgo aumenta cuando se trata del área metropolitana de Nueva York. Además, hay diferencias significativas por lugar de origen.

Para algunos inmigrantes, las posibilidades de insertarse en una ocupación calificada son menores en Nueva York. Ello puede deberse a que a este lugar llegan inmigrantes con más bajos perfiles ocupacionales que los que ingresan al área metropolitana de Los Ángeles –cuando menos en el caso de los sudamericanos–. La estructura productiva del área tiene mucho que ver, pues en Nueva York hay una enorme expansión de los servicios que, como es sabido, generan empleos que requieren alta especialización, pero también muchos empleos de baja calificación. En Los Ángeles, si bien hay fuerte presencia de servicios, el desarrollo de la industria de alta tecnología ha generado empleos de ambas características, pero favorece la mayor inserción de trabajadores con mayor formación académica y tecnológica.

Finalmente, se debe señalar que los inmigrantes latinoamericanos continúan siendo atraídos hacia las dos áreas metropolitanas para insertarse principalmente en ocupaciones de baja calificación; además, existe una división de género en dicha inserción, ya que los hombres se concentran principalmente en ocupaciones de predominio masculino y las mujeres en ocupaciones de predominio femenino.

Posteriormente convendría hacer un análisis más detallado de la inserción ocupacional, que permita establecer características específicas por sexo en ambos contextos. Por ejemplo, precisar cuáles son las ocupaciones profesionales en las que se insertan los hombres y mujeres inmigrantes de América Latina y el Caribe y en qué condiciones realizan su trabajo, así como establecer las diferencias en el ingreso entre trabajadores inmigrantes y nativos en cada ocupación y área metropolitana. También, aunque en este análisis se constató que el capital humano tiene un peso importante en la inserción laboral de los inmigrantes y que en los contextos metropolitanos esta inserción reúne características distintas a las observadas en el nivel nacional, sería necesario desarrollar trabajos empíricos a la luz de otras teorías que den cuenta de los demás factores que inciden en la inserción laboral y condiciones de trabajo de los inmigrantes de América Latina y el Caribe en Estados Unidos.

 

BIBLIOGRAFÍA

Allen, James y Eugene Turner. 2005. "Ethnic Residential Concentrations in United States Metropolitan Areas", Geographical Review, vol. 95, no. 2, pp. 267-285.         [ Links ]

Bartel, Ann P. 1989. "Where Do New U.S. Immigrants Live", Journal of Labor Economics, vol. 7, no. 4, pp. 371-391.         [ Links ]

Becker, Gary S. 1977. Teoría económica, México, Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

Bohon, Stephanie A. 2005. "Occupational Attainment of Latino Immigrants in the United States", Geographical Review, vol. 95, no. 2, pp. 249-266.         [ Links ]

Borjas, George J. 1982. "The Earnings of Male Hispanic Immigrants in the United States", Industrial and Labor Relations Review, vol. 35, no. 3, pp. 343-353.         [ Links ]

----------, 2003. "The Economic Integration of Immigrants in the United States, Lessons for Policy", Discussion Paper no. 2003/78, United Nations University, World Institute for Development Economic Research (WIDER), pp. 1-8.         [ Links ]

Butcher, Kristin F. y David Card. 1991. "Immigration and Wages: Evidence from the 1980's", The American Economic Review, vol. 81, no. 2, pp. 292-296.         [ Links ]

Caicedo, Maritza. 2004. "Inserción ocupacional y condiciones de trabajo de los inmigrantes latinoamericanos y caribeños en Estados Unidos", tesis de maestría, El Colegio de La Frontera Norte, Tijuana.         [ Links ]

----------, 2010. Migración, trabajo y desigualdad, los inmigrantes latinoamericanos y caribeños en Estados Unidos, México, El Colegio de México.         [ Links ]

Card, David. 2001. "Immigrant Inflows, Native Outflows, and the Local Labor Market Impacts of Higher Immigration", Journal of Labor Economics, vol. 19, no. 1, pp. 22-64.         [ Links ]

Castells, Manuel. 1998. La era de la información, economía, sociedad y cultura, México, Siglo XXI.         [ Links ]

Cornelius, A. Wayne, Takeyuki Tsuda y Zulema Valdez. 2003. "Human Capital versus Social Capital. A Comparative Analysis of Immigrant Wages and Labor Market Incorporation in Japan and the United States", Migraciones Internacionales, vol. 2, no. 1, pp. 5-35.         [ Links ]

Corona, Rodolfo. 1998. "Modificaciones de las características del flujo migratorio laboral de México a Estados Unidos", en Manuel A. Castillo, Alfredo Lattes y Jorge Santibáñez, coords., Migración y fronteras, Tijuana, El Colegio de la Frontera Norte/Asociación Latinoamericana de Sociología/El Colegio de México, pp. 243-261.         [ Links ]

Current Population Survey. 2003. Base de datos, en http://www.census.gov/cps/, consultada en junio de 2004.         [ Links ]

Durand, Jorge y Douglas S. Massey. 2003. Clandestinos. Migración México-Estados Unidos en los albores del siglo XXI, Colección América Latina y el Nuevo Orden Mundial, México, Miguel Ángel Porrua/UAZ.         [ Links ]

Gilbertson, Greta y Douglas Gurak. 1993. "Broadening the Enclave Debate: The Labor Market Experiences of Dominican and Colombian Men in New York City", Sociological Forum, vol. 8, no. 2, pp. 205-220.         [ Links ]

Integrated Public Used Microdata Series (IPUMS). 2007. Ruggles, Steven, Matthew Sobek, Trent Alexander, Catherine A. Fitch, Ronald Goeken, Patricia Kelly Hall, Miriam King, and Chad Ronnander, Version 4.0 (Machine-readable database). Minneapolis, Minn.: Minnesota Population Center (producer and distributor), en http://usa.ipums.org/usa/, consultada el 12 de junio de 2009.         [ Links ]

Logan, John R., Wenquan Zhang y Richard D. Alba. 2002. "Immigrant Enclaves and Ethnic Communities in New York and Los Angeles", American Sociological Review, vol. 67, no. 2, pp. 299-322.         [ Links ]

Mattos de, Carlos. 2002. "Mercado metropolitano de trabajo y desigualdades sociales en el Gran Santiago. ¿Una ciudad dual?", Eure (Santiago), vol. 28, no. 85, pp. 1-23.         [ Links ]

Mollenkopf, John y Manuel Castells. 1991. Dual City, Restructuring New York, Nueva York, Russell Sage Foundation, pp. 399-418.         [ Links ]

Nørgaard, Helle. 2003. "The Global City Thesis: Social Polarization and Changes in the Distribution of Wages", Geografiscka Annaler. Series B, Human Geography, vol. 85, no. 3, pp. 103-119.         [ Links ]

Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, Organization for Economic Co-operation and Development (OECD). 1995. "The Measurement of Scientific and Technological Activities, Manual on the Measurement of Human Resources Devoted to S & T (Canberra Manual)", en http://www.tubitak.gov.tr/tubitak_content_files/BTYPD/kilavuzlar/Canberra.pdf, consultada en mayo de 2011.         [ Links ]

Pellegrino, Adela. 2001. Migrantes latinoamericanos y caribeños, Santiago de Chile, CEPAL.         [ Links ]

----------, 2003 "La migración internacional en América Latina y el Caribe: tendencias, perfiles de los migrantes", Población y Desarrollo, no. 23, CELADE, Santiago de Chile.         [ Links ]

Piore, Michael. 1979. Birds of Passage: Migrant Labor in Industrial Societies, Cambridge, Cambridge University Press, Cambridge.         [ Links ]

----------, 1983 "Notas para una teoría de la estratificación del mercado de trabajo", en Luis Toharia, comp., El mercado de trabajo, teorías y aplicaciones, Madrid, Alianza Editorial, pp. 193-221.         [ Links ]

Portes, Alejandro. 2001. "Inmigración y metrópolis: reflexiones acerca de la historia urbana", Migraciones Internacionales, vol. 1, no. 1, pp. 111-134.         [ Links ]

Portes, Alejandro y Rubén Rumbaut. 1994. Immigrant America. A Portrait, Los Ángeles, University of California Press.         [ Links ]

----------, 2001. Legacies. The Story of the Inmmigrant Second Generation, Nueva York, Russell Sage Foundation.         [ Links ]

Powers, Mary y William Seltzer. 1998. "Occupational Status and Mobility among Undocumented Immigrants by Gender", International Migration Review, vol. 32, no. 1, pp. 21-55.         [ Links ]

Sassen, Sakia. 1993. La movilidad del trabajo y del capital. Un estudio sobre la corriente internacionalde la inversión internacional y del trabajo, Madrid, Centro de Publicaciones del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social.         [ Links ]

----------, 1995. "Immigration and Local Labor Markets", en Alejandro Portes, ed., The Economic Sociology of Immigration. Essays on Networks, Ethnicity and Entrepeneurship, Nueva York, Russell Sage Foundation, pp. 87-127.         [ Links ]

----------, 1999. La ciudad global, Buenos Aires, Eudeba,         [ Links ].

Soja, Edward. 1992. "Poles Apart: Urban Restructuring in New York and Los Angeles", en John Mollenkopf y Manuel Castells, eds., Dual City Restructuring New York, , Nueva York, Russell Sage Foundation pp. 315-332.         [ Links ]

Soja, Edward, Rebecca Morales y Goetz Wolff. 1983. "Urban Restructuring: An Analysis of Social and Spatial Change in Los Angeles", Economic Geography, vol. 59, no. 2, pp. 195-230.         [ Links ]

Villa, Miguel y Jorge Martínez. 2002. "Rasgos sociodemográficos y económicos de la migración internacional en América Latina y el Caribe", en Capítulos del SELA, no. 65, en http://www.selaorg/public_html/aa2k2/esp/cap/n65/cap65-5.htm, consultada el 14 de mayo de 2003.         [ Links ]

Waldinger, Roger. 1989. "Immigration and Urban Change", en Annual Review of Sociology, vol. 15, pp. 211-232.         [ Links ]

Wilson, William. 1998. "When Work Disappears: New Implications for Race and Urban Poverty in the Global Economy", casepaper (Centre for Analysis of Social Exclusion), case/17, London School of Economics, en http://sticerd.lse.ac.uk/dps/case/cp/paper17.pdf, consultada el 12 de marzo de 2009.         [ Links ]

Wright, Richard y Virginia Parks. 2004. "Work Together, Live Apart? Geographies of Racial and Ethnic Segregation at Home and at Work", Annals of Association of American Geographers, vol. 94, no. 3, pp. 620-637.         [ Links ]

Zhou, Min. 1997. "Segmented Assimilation: Issues, Controversies, and Recent Research", International Migration Review, vol. 31, no. 4, pp. 795-1008.         [ Links ]

----------, 2003. "Contemporary Trends in Immigration to the United States: Gender-labor Market Incorporation, and Implications for Family Formation", MigracionesInternacionales, vol. 2, no. 1, pp. 77-93.         [ Links ]

Zhou, Min y John R. Logan. 1989. "Returns on Human in Ethic Enclaves: New York City's Chinatown", American Sociological Review, vol. 54, no. 5, pp. 809-820.         [ Links ]

 

NOTAS

1 Es necesario señalar que el aumento del stock de inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos durante la década de 1980-1990 también estuvo determinado por el establecimiento de la Ley de Reforma y Control de la Inmigración (Immigration Reform and Control Act, IRCA) de 1986, que buscó restringir la entrada de inmigrantes indocumentados a Estados Unidos, lo que llevó a que los inmigrantes que cruzaban el desierto desde México hasta ese país redujeran el riesgo de ser detenidos durante el cruce y se incrementara la inmigración permanente.

2 La teoría de la asimilación lineal ha sido fuertemente criticada por autores como Zhou (1997) y Portes y Rumbaut (2001), pues se ha constatado que no todos los inmigrantes siguen el mismo patrón de adaptación a la sociedad estadunidense y que más bien la asimilación está determinada por las características socioeconómicas de los inmigrantes, así como por las políticas migratorias, las condiciones de inserción en el mercado de trabajo y las características de la comunidad étnica en que se insertan (Portes y Rumbaut, 1994).

3 Piore (1983) ha cuestionado fuertemente el individualismo metodológico y la racionalidad instrumental de la teoría del capital humano, pues la inserción laboral de los trabajadores depende de distintos factores que no son controlados por los individuos.

4 Nørgaard (2003) analiza la tesis de polarización social desarrollada por Sassen en su libro La ciudad global (1999) y plantea que efectivamente el área metropolitana de Nueva York ha sufrido un cambio drástico en la estructura del empleo, caracterizado principalmente por el declive de la industria manufacturera y el crecimiento del sector de servicios, en donde destaca el auge de varias formas de negocios y servicios profesionales y personales. Para el autor, el concepto de polarización social no describe los cambios ocurridos en la estructura del empleo, porque las conclusiones a las que llega Sassen —un incremento de los empleados de altos ingresos y los de bajos ingresos— están basadas en el análisis de los ingresos de un número absoluto y selecto de trabajadores, por lo que no cuenta con suficiente bases empíricas para aseverar la existencia de una polarización. También Castells (1999) argumenta que en el mercado laboral estadunidense no ha ocurrido tal polarización de la fuerza de trabajo, pues los trabajadores de los servicios semicalificados han aumentado su cuota, pero a una tasa inferior que la fuerza de trabajo ejecutiva y profesional.

5 De acuerdo con la clasificación del IPUMS (2007), el área metropolitana de Nueva York en este trabajo la integran: New York-Northeastern NJ-Nassau County NY, Bergen-Passaic NJ, Jersey City NJ, Middlesex-Somerset-Hunterdon NJ, Newark NJ; y el área metropolitana de Los Ángeles: Los Angeles-Long Beach, CA-Orange County, CA.

6 Los ejecutivos, profesionales y afines corresponden a la clasificación internacional de la migración calificada.

7 El Manual de Canberra define a los trabajadores calificados como aquellas personas que cuentan con el nivel de educación terciaria o aquellas que sin contar con este nivel de estudios desempeñan ocupaciones calificadas (OECD, 1995). En este trabajo, que no pretende realizar un análisis exhaustivo de inserción laboral calificada, se observa la inserción ocupacional de trabajadores con estudios superiores al nivel preparatoria, sin querer establecer que se trate estrictamente de trabajadores altamente calificados.

8 De acuerdo con Castells (1999: 236) se agruparon las ramas de actividad en seis grandes categorías: actividades de extracción y agricultura, transformación, servicios de distribución, producción, sociales y personales. Las primeras están relacionadas con las actividades agropecuarias, de minería y otras; las actividades de transformación tienen que ver con la fabricación de distintos materiales, así como con la construcción. Los servicios de distribución incluyen toda la gama de actividades relacionadas con el comercio, las comunicaciones y el transporte. Los servicios de producción, de gran relevancia en las sociedades desarrolladas, son los que proporcionan información y apoyo para el aumento de la productividad y la eficiencia de las empresas e incluyen actividades relacionadas con el sector financiero, como la banca, seguros, bienes raíces, ingeniería contabilidad, servicios legales y otros. Los servicios sociales son la segunda categoría de empleo que caracteriza a sociedades desarrolladas como Estados Unidos y están relacionados con servicios de salud, hospitalización, educación, etc. El último grupo es el de servicios personales, entre los que destaca el empleo en establecimientos de comida y bebida, servicios de entretenimiento y el servicio doméstico, entre otros.

Creative Commons License Todo o conteúdo deste periódico, exceto onde está identificado, está licenciado sob uma Licença Creative Commons