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Revista mexicana de biodiversidad

versión On-line ISSN 2007-8706versión impresa ISSN 1870-3453

Rev. Mex. Biodiv. vol.78 no.2 México dic. 2007

 

Ecología

 

Avifauna de cuatro comunidades del oeste de Jalisco, México

 

Birds of four communities of western Jalisco, Mexico

 

Jorge E. Ramírez–Albores

 

Balam–ha, Av. División del Norte 384 altos–1, Col. Ciudad Jardín, Coyoacán, 04370 México, D. F. México.

 

Correspondencia:
jorgeramirez22@hotmail.com

 

Recibido: 14 enero 2005
Aceptado: 12 enero 2007

 

Resumen

El conocimiento de la riqueza y composición de la avifauna pueden ser de utilidad en los programas de manejo de las especies silvestres y su hábitat. Se presenta un listado avifaunístico en 4 comunidades del oeste de Jalisco. Se efectuaron monitoreos mensuales de mayo/2000 a agosto/2001, mediante registros a través de transectos. En Tomatlán se registró la mayor riqueza de especies (214), seguida por Jocotlán (190), Ley Federal (168) y Chacala (159). Las especies residentes representaron la mayor proporción (70%). Del total de especies registradas, 86 fueron raras y 15 abundantes. Las especies insectívoras y carnívoras fueron las mejor representadas en cuanto a riqueza de especies. Las selvas baja y mediana registraron la mayor riqueza de especies (135 y 97, respectivamente), de las cuales 46 son exclusivas de estos hábitats. La riqueza y composición de la avifauna asociada a la selva baja y a la selva mediana fue diferente de aquellas asociadas a zonas abiertas y perturbadas, debido principalmente a la proporción de especies residentes y migratorias. Las actividades humanas en el uso del suelo con fines agrícolas y ganaderos han ocasionado la modificación de los ecosistemas, transformando el hábitat natural de las especies silvestres.

Palabras clave: aves, riqueza, selva baja caducifolia, oeste de Jalisco.

 

Abstract

Knowledge of richness and composition of the bird community can be of utility in management programs of wild species and their habitats. I present a list of the avifauna in four communities of the western Jalisco. Monthly monitoring (may/2000 to august/2001), by means transects. Tomatlán had the greatest species richness (214), followed by Jocotlán (190), Ley Federal (168) and Chacala (159). Resident birds representing the 70% of total bird species. Rare species were 86 and abundant 15. The guilds best represented were insectivorous species and those that feed on vertebrates. Tropical deciduous and semideciduous forest had the greatest species richness (135 and 97 species, respectively), of which 46 species were exclusively of these habitats. Avian richness and composition associated with the tropical forest were different of some associated with open and perturbed zones, principally due to proportion of resident and migratory species. Human activities in land use with aims at cattle–raising and agriculture have caused the modification of ecosystems, transforming the natural habitat of wild species.

Key words: birds, richness, tropical deciduous forest, western Jalisco.

 

Introducción

En la actualidad, gran parte de las selvas tropicales en México están siendo transformadas a un ritmo alarmante, debido a las actividades humanas para satisfacer necesidades de vivienda y alimentación. A pesar del esfuerzo que se realiza para su conservación, hoy en día las selvas y bosques mejor conservados están restringidos a zonas protegidas (áreas naturales protegidas), o bien, inmersos en un complejo mosaico de paisajes de bosques y selvas fragmentados dentro de áreas agrícolas (Myers, 1991). Entre los ecosistemas tropicales, la selva baja caducifolia es uno de los más amenazados y se estima que la degradación y conversión de este tipo de vegetación es similar o más alta que la registrada para las selvas tropicales húmedas (Janzen, 1986; Murphy y Lugo, 1995; Trejo y Dirzo, 2000).

En cuanto a las aves, Jalisco cuenta con una riqueza de 523 especies (Palomera–García et al., 1994), que representa el 51% de las especies registradas para México. En el oeste de Jalisco, a lo largo de la costa del Pacífico, se encuentra representado el 61% de las especies registradas para el estado y el 34% de la avifauna de México (Arizmendi et al., 1990; Ornelas et al., 1993; Contreras–Martínez y Santana, 1995). Los estudios sobre la avifauna en las comunidades de Tomatlán, Jocotlán, Ley Federal y Chacala son casi nulos. Entre los estudios que tratan de las áreas adyacentes a estas comunidades podemos mencionar los realizados en Autlán (Zimmerman y Harry, 1951), en Manantlán (Santana et al., 1990; García–Ruvalcaba, 1991; Contreras–Martínez y Santana, 1995; Romero, 1998), en Estipac (Corcuera y Butterfield, 1999; Corcuera, 2001), en Playón de Mismaloya (Hernández–Vázquez et al., 2000), en los esteros El Chorro, Majahuas (Hernández–Vázquez y Mellink, 2001), El Salado (Cupul, 2000) y La Manzanilla (Hernández–Vázquez, 2000), en la región de Chamela–Cuixmala (Arizmendi et al., 1990, Ornelas et al., 1993; Hutto, 1994; Ornelas y Arizmendi, 1995; Valvidia, 2001; Morales, 2002), en la Presa Cajón de Peñas (Sandoval, 1992) y en otras áreas del oeste de Jalisco (Villaseñor y Hutto, 1995).

El presente trabajo tiene como finalidad presentar información referente a la riqueza, estatus, abundancia, dieta y hábitat de la avifauna presente en 4 comunidades del oeste de Jalisco, para que pueda ser empleada como referencia y herramienta en el desarrollo de futuros trabajos de campo, de planes de conservación y de manejo en estas comunidades.

 

Material y métodos

Este trabajo se realizó en el oeste de Jalisco en las comunidades de Tomatlán (municipio de Tomatlán), Jocotlán (municipio de Villa Purificación), Ley Federal de la Reforma Agraria (municipio de La Huerta) y Chacala (municipio de Cuautitlán; Cuadro 1, Fig. 1). En estos lugares predominan los climas cálido–subhúmedo, semicálido y templado–subhúmedo. La temperatura oscila entre los 23 y 32 °C y la precipitación pluvial de 900 a 1900 mm, en promedios anuales (Cuadro 1). Los principales componentes de la vegetación en las comunidades son: selva baja caducifolia, selva mediana subperenifolia y subcaducifolia, vegetación riparia, manglar, vegetación de dunas costeras, bosque de pino, bosque de pino–encino, matorral espinoso y pastizal inducido (Cuadro 1; Miranda y Hernández X., 1963; INEGI, 1981).

El trabajo de campo se llevó a cabo de mayo de 2000 a agosto de 2001. Se realizaron visitas mensuales en estas comunidades, y dada su extensión se procuró tener bien representados a todos los tipos de vegetación que ahí se encuentran. Durante cada visita se realizaron transectos (10 transectos por comunidad, de 4 km de longitud cada uno; Emlen, 1971), en los cuales se llevaron a cabo registros visuales y auditivos de las especies de aves, para obtener un total de 256 días de trabajo de campo y 1 536 horas de observación. Para la observación e identificación de las especies de aves se utilizaron binoculares (10 x 50) y las guías de campo de Peterson y Chalif (1994), Howell y Webb (1995), y National Geographic Society (2000). El nombre Científico y el orden del listado de las especies se realizaron con base en el arreglo sistemático de la American Ornithologists' Union (1998) y en los suplementos de la American Ornithologists' Union (2000) y Banks et al. (2002, 2003, 2004, 2005, 2006).

De acuerdo con su presencia estacional, las especies se clasificaron en las siguientes categorías: residente, residente de verano, transitoria, ocasional y visitante de invierno (Howell y Webb, 1995). La abundancia relativa se determinó mediante la frecuencia de presencia de cada especie. Los datos de presencia/ausencia se consideraron en cada salida a campo; de esta manera, se dividió el número de individuos de la especie 1 entre el número total de individuos, multiplicado por 100 para obtener el porcentaje de frecuencia (P1 = ns / Σn donde P1 representa la abundancia relativa de la especie 1ns el número de individuos de la especie 1 Σn el número total de individuos) (Pettingil, 1969). Las categorías de las especies fueron: abundante (90–100%), común (65–89%), moderadamente común (31–64%), no común (10–30%) y rara (1–9%).

Los gremios definidos por la dieta de las especies se determinaron mediante la revisión de trabajos previos o relacionados con estudios avifaunísticos y fueron corroborados con las observaciones realizadas en campo. Las categorías son: insectívoras, frugívoras, nectarívoras, carnívoras, granívoras y omnívoras. Para la asignación del hábitat de las especies, la Clasificación se estableció en función del mayor número de registros de la especie en un hábitat en particular. Se consideró que una especie usó un hábitat cuando se le observó perchando, anidando, en busca o ingiriendo alimento, desarrollando actividades de cortejo o de reproducción en ese hábitat.

Por último, con el fin de conocer la forma de distribución que mostraron las especies se calculó el índice de similitud de Sorensen (IS = 2S / N1 + N2 , donde S es el número de especies compartidas entre sitios1 , N1 es el número total de especies del sitio1, y N2 es el número de especies del sitio2 ; Ravinovich, 1981; Krebs, 2000).

 

Resultados

Se registró un total de 247 especies, en Jocotlán 190, 168 en Ley Federal y 159 en Chacala (Apéndice 1). Las familias mejor representadas fueron Tyrannidae, Parulidae, Ardeidae y Accipitridae (Cuadro 2).

Un análisis comparativo de la avifauna entre las comunidades muestra la semejanza en número de especies entre ellas. El índice de similitud de Sorensen reveló que Tomatlán y Ley Federal comparten un mayor número de especies (168, IS = 0.87), seguidas por Jocotlán y Chacala con (153, IS = 0.88). Por otra parte, Jocotlán y Ley Federal compartieron el menor número de especies (133, IS = 0.73; Cuadro 3). El número de especies de aves es muy similar debido en gran parte a la distribución continua de muchas especies en estas comunidades. En Tomatlán se registraron 17 especies exclusivas, en Jocotlán 11, en Chacala 4 y en Ley Federal 3 (Apéndice 1). Por otro lado, se registraron 120 especies compartidas en las 4 comunidades de estudio (Apéndice 1).

La mayoría de las especies registradas son residentes (165), seguidas en número por visitantes de invierno (77), transitorias (4) y residentes de verano (1; Fig. 2, Apéndice 1). En particular, las especies migratorias comprenden alrededor del 34% en Tomatlán, 27% en Jocotlàn, 31% en Ley Federal y 27% en Chacala, el resto de los porcentajes correspondió a las especies consideradas como residentes (Apéndice 1). En la abundancia relativa, 86 especies han sido clasificadas como raras, 64 como no comunes, 53 moderadamente comunes, 29 comunes y 15 abundantes (Fig. 3, Apéndice 1). Para Tomatlán, 40 especies fueron clasificadas como raras y 15 como abundantes; en Jocotlán, 53 raras y 18 abundantes; en Ley Federal, 48 raras y 19 abundantes, y en Chacala, 39 raras y 22 abundantes (Apéndice 1).

En cuanto a los gremios alimenticios, el mayor número de especies fueron insectívoras (82) y carnívoras (44; Figs. 2 y 3, Apéndice 1). Por otra parte, el menor número de especies fueron de hábitos carnívoros–insectívoros–frugívoros y granívoros–insectívoros–frugívoros con 2 especies cada uno (Apéndice 1). Es importante mencionar que existen diferencias en afinidad de la dieta o subdieta dependiendo de su estatus, abundancia o hábitat. Por ejemplo, el forrajeo de insectos fue más importante entre las especies residentes (50) y raras (36). Para las especies que se alimentan de vertebrados, el número de especies residentes fue de 31 y 22 fueron raras (Figs. 2 y 3, Apéndice 1).

En lo que respecta al hábitat, la mayor riqueza de especies fue registrada en la selva baja (135), seguida por la selva mediana (97), las zonas abiertas o perturbadas (72) y la menor riqueza de especies fue en la zona de mar y playas (24; Cuadro 5, Apéndice 1). La selva baja caducifolia y la selva mediana subperennifolia y subcaducifolia, comparten el 40% de las especies; además se observaron 46 especies exclusivas de en estos hábitats, de las cuales 6 fueron registradas exclusivamente en la selva baja y 1 en la selva mediana (Apéndice 1). Por otra parte, la selva baja comparte el 24% de las especies con las zonas abiertas o perturbadas y el 19% con la vegetación riparia (Apéndice 1).

Del total de especies registradas en la selva baja y mediana, el 71% son residentes y el resto corresponde a las migratorias (Cuadro 5). En el bosque de pino y en las zonas abiertas o perturbadas se registró el 72% de las especiesresidentes (Cuadro 5). En contraste con los resultados anteriores, la proporción de especies migratorias fue más alta en las zonas de manglar/esteros y mar/playas (66% y 55%, respectivamente; Cuadro 5).

En cuanto a los gremios alimenticios, los insectívoros predominaron en la mayoría de los hábitats (Cuadro 5). En la selva baja caducifolia y en la selva mediana subperennifolia y subcaducifolia, se registró un mayor número de especies insectívoras (46 y 36, respectivamente), seguidos por los carnívoros e insectívoros/frugívoros (Cuadro 5, Apéndice 1). En las zonas abiertas/perturbadas, manglar/esteros, mar/playas y en las zonas de ríos, arroyos o pantanos (ambientes acuáticos) se presentó un comportamiento similar en la riqueza de especies de hábitos carnívoros, granívoros, omnívoros e insectívoros (Cuadro 5, Apéndice1).

Para la abundancia relativa, las especies raras predominaron en la mayoría de los hábitats (Cuadro 5). En la selva baja se registró el mayor número de especies raras (45), y en la selva mediana y en las zonas de ríos, arroyos o pantanos (ambientes acuáticos) fue registrada una mayor riqueza de especies irregulares (36 y 15, respectivamente; Cuadro 5, Apéndice 1).

En otro sentido, la similitud en la composición de especies por hábitat en las comunidades de estudio fue mayor en lo que respecta a las zonas abiertas/perturbadas y vegetación riparia en todas las comunidades, y en mar y playas para las comunidades de Tomatlán y Ley Federal (Fig. 4, Apéndice 1). Por otra parte, la mayor riqueza de especies compartidas en selva baja se presentó en Tomatlán y Jocotlán con 116 especies, seguida por Jocotlán y Chacala (108), y Tomatlán y Chacala (107; Fig. 4, Apéndice 1).

 

Discusión

Este trabajo documenta por vez primera la riqueza avifaunística en estas comunidades del oeste de Jalisco, que en su conjunto corresponde al 46% de la avifauna de Jalisco (Palomera–García et al., 1994) y 23% de la avifauna de México (Arizmendi y Márquez, 2000). Esta riqueza avifaunística presente en estas comunidades se puede deber a su complejidad topográfica, presencia de cuerpos de agua y condiciones climáticas; además, conservan hábitats primarios y sucesionales importantes que sirven como refugio para las poblaciones de aves. Al comparar la diversidad de especies de aves de estas comunidades con la que ocurre en otras áreas como Chamela–Cuixmala (270; Arizmendi et al., 1990; Ornelas et al., 1993; Morales, 2002), en la sierra de Manantlán (213; Arizmendi et al., 1999; INE–Semarnap, 2000) u otras áreas con presencia de selva baja caducifolia, como La Mancha en Veracruz (250; Ortiz–Pulido et al., 1995), la región oriente de la sierra de Huautla (177; Ramírez–Albores y Ramírez, 2002) o la subcuenca del río San Juan en Guerrero (164; Almazán y Navarro, 2006) la composición avifaunística es similar debido en gran parte a la distribución continua de muchas de las especies de aves a través de la distribución de la selva baja caducifolia (Figura 4; Escalante et al., 1998).

El número de especies residentes fue más alto que el de las migratorias, lo que podría deberse al comportamiento fenológico de los recursos que éstas utilizan y que afecta seriamente a sus poblaciones (Ornelas y Arizmendi, 1995). La proporción de especies residentes y migratorias registradas en este estudio, concuerda con otros estudios realizados en selvas tropicales y ambientes aledaños de la costa del Pacífico (Hutto, 1989, 1992; Arizmendi et al., 1990; Gordon y Ornelas, 2000; Morales, 2002). Aunque en algunos ambientes tropicales es bien conocido que las aves migratorias producen cambios en la composición de las comunidades de aves tropicales (Karr et al., 1982), en este estudio las especies migratorias desempeñaron un papel menor en los cambios observados en la comunidad de aves, las cuales en conjunto representaron solo el 34% del total de especies registradas.

Por lo que se refiere a la abundancia de las especies, es notorio que una gran proporción de aves están consideradas como raras (35%). Este alto número de especies raras parecería ser una característica propia en ambientes tropicales. La poca abundancia de muchas especies en ambientes de selva tropical la corroboran varios autores (Orinas, 1969; Karr, 1977; Loiselle y Blake, 1992; Poulin et al., 1993; Verea y Solórzano, 1998). Lo anterior concuerda con los resultados obtenidos por Ortiz–Pulido et al. (1995), quienes en un ambiente similar (La Mancha, Veracruz) determinaron que la ausencia de un mayor número de registros de especies raras puede explicarse porque el área de muestreo no es muy extensa.

En los gremios alimenticios se puede observar que las especies insectívoras, omnívoras y carnívoras cobran mayor importancia en cuanto a la riqueza de especies, lo que podría explicarse por los hábitats naturales con que cuentan estas comunidades, que proporcionan una gran variedad y abundancia de recursos alimenticios. Por otra parte, la diversidad de especies nectarívoras en las comunidades es relativamente baja, debido probablemente a la baja abundancia de recursos vegetales. Las frugívoras también presentaron una diversidad muy baja, dado que las especies no son exclusivas de este gremio; se comportan como tales durante un periodo del año y en otros son de hábitos oportunistas (Berlanga, 1991; Blake y Loiselle, 1991).

Las aves en su dieta presentan cambios estacionales, conducta que es común en casi todas las especies que ocupan hábitats cambiantes. Muy pocas especies no tomarían ventaja de un recurso fácilmente disponible, incluso aquellas que tienen una fuerte competencia cuando el recurso es escaso. Tal situación se presenta para las nectarívoras y algunas frugívoras (Kattan et al., 1994; Loiselle y Blake, 1994). Por otra parte, la disminución de los recursos alimentarios determina que muchas especies deban aumentar su área y horas de actividad diaria en busca de alimento (Worthington, 1990); además, muchas especies se ven en la necesidad de cambiar su dieta y buscar en lugares que antes no frecuentaban. Por ejemplo, durante la realización de este estudio se observaron especies generalmente de hábitos insectívoros (e.g. Empidonax traillii, Myiarchus tyrannulus, Myiozetetes similis, Tyrannus melancholicus), consumir frutos, lo que concuerda con los estudios realizados en ambientes tropicales por Trainer y Will (1984) y Poulin et al. (1994); asimismo, otras de hábitos regularmente frugívoros, consumir insectos (Worthington, 1990; Berlanga, 1991).

La mayor proporción de especies insectívoras, frugívoras y nectarívoras se concentró tanto en la selva baja caducifolia como en la selva mediana. Estos resultados concuerdan con otros estudios realizados en selvas tropicales, ya que estas especies registran una mayor riqueza y abundancia en ambientes tropicales (Poulin et al., 1994; Kattan et al., 1994; Loiselle y Blake 1994; Bierregaard y Stouffer, 1997).

La riqueza de especies encontrada en los hábitats muestreados indica que en la selva baja caducifolia y en la selva mediana se registró el mayor número de especies en comparación con los otros hábitats. En este sentido, los resultados concuerdan con otros estudios realizados en ambientes tropicales y que indican que la pérdida de hábitats naturales (agricultura, ganadería y extracción de madera), influye directamente en la presencia, abundancia y persistencia de las especies (Kattan et al., 1994; Laurance y Bierregaard, 1997). El resto de las especies no presentaron una marcada selección por un hábitat en particular. La riqueza y composición de la avifauna asociada a la selva baja caducifolia y a la selva mediana difirió marcadamente de aquellas asociadas a las zonas abiertas o perturbadas, principalmente debido a la proporción de especies residentes y migratorias registradas entre los hábitats. Otros estudios (Blake y Loiselle, 1991; Bierregaard y Stouffer, 1997) han reportado que existe una relación directa entre la composición y heterogeneidad del hábitat con la riqueza avifaunística, ya que la estructura vegetal determina la cantidad y distribución de los recursos que utilizan las aves.

Es importante mencionar que del total de especies de aves registradas en las comunidades de estudio, 28 están enlistadas dentro de la NOM–059–Semarnat–2001 (DOF, 2002; Apéndice 1) y 26 son endémicas de México (Navarro y Benítez, 1993, Howell y Webb 1995; Apéndice 1). A pesar de que los hábitats naturales (selva baja y mediana, principalmente) se reducen cada día más, existe una gran riqueza y abundancia de especies de aves en estas comunidades. Es importante realizar más monitoreos avifaunísticos que permitan tener elementos de juicio más objetivos para evaluar áreas potencialmente valiosas para la conservación, y en sitios puntuales que permitan tener datos precisos para monitorear cambios en el medio, y establecer propuestas con las que se protejan las comunidades naturales. Por ello estudios de este tipo deben ser un factor determinante antes de llevar a cabo cualquier actividad humana en un hábitat natural.

 

Agradecimientos

Agradezco el apoyo proporcionado a Biospecies para el desarrollo del presente estudio. A todas las personas que ayudaron directa o indirectamente en la realización de este trabajo, en especial a Francisco Martínez, Clemente Vázquez, Guadalupe Ramírez, Filemón Manzano y Oswaldo Gómez. Por los comentarios y sugerencias realizadas a este manuscrito, a dos revisores anónimos.

 

Literatura citada

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