SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.8 número2La discapacidad en México desde la vulnerabilidad socialGobernanza: Teoría y prácticas colectivas índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Polis

versión On-line ISSN 2594-0686versión impresa ISSN 1870-2333

Polis vol.8 no.2 México ene. 2012

 

Artículos

 

Desconfianza en la clase política y preferencias hacia las mujeres políticas

 

Distrust of the political class and preferences toward women politicians

 

Anna María Fernández Poncela*

 

* Doctora en Antropología. Docente e investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Publicaciones recientes: La violencia del lenguaje o el lenguaje que violenta (Itaca-UAM, 2012) y La investigación social (Trillas-UAM, 2009). Correo electrónico: <fpam1721@correo.xoc.uam.mx>.

 

Artículo recibido el 21 de febrero
Aceptado el 5 de octubre de 2012

 

Resumen

En este artículo se presentan algunas perspectivas y opiniones de la ciudadanía en torno a la comparación entre mujeres y hombres en la sociedad y de manera especial en la política. Se centra de forma particular en la mirada de la población hacia las diferencias —o semejanzas en su caso— entre las mujeres y los hombres en un cargo político (la confianza, su gobierno); también revisa las características y estilos de ambos, así como los obstáculos de las mujeres en la política, siempre y en todo momento según la opinión pública y en ocasiones a la luz de los estudios sobre la materia.

Palabras clave: política, percepciones, actitudes, opiniones, género.

 

Abstract

This article discusses some citizen's perspectives and opinions on the comparison between women and men in society and especially in politics. It focuses on a particular perception of the population, on the differences or similarities, between genders in political office (trust, and government); also it reviews the features and styles of both genders, as well as the obstacles for women in politics, always according to the public opinion and sometimes in the light of the studies on the matter.

Key words: policy, perceptions, attitudes, opinions, genre.

 

Este texto es una reflexión de carácter general, con datos específicos en torno a las percepciones, actitudes y opiniones1 de la ciudadanía2 sobre relaciones intergenéricas3 en general, pero de manera específica en el espacio de la política.4 Se centra en aspectos políticos y, sobre todo, en la mirada social hacia las mujeres como candidatas a cargos públicos y en el desenvolvimiento de su quehacer político en esas tareas. En particular, se presenta información en torno a la opinión pública sobre la confianza, estilos y características de los políticos hombres y las políticas mujeres. Además de la revisión bibliográfica y documental respectiva, se cuenta con la información de una encuesta realizada ex profeso en la ciudad de México en 2010. Los resultados indican, en primer lugar, la poca confianza en términos generales hacia la política y la clase política, lo cual cabría esperar. En segundo lugar, —y de manera concreta— apuntan la preferencia hacia las mujeres políticas, aspecto no tenido muy en cuenta en la investigación de este tema y que aquí vamos a profundizar, entre otros aspectos.5

Los resultados que se presentan provienen de un cuestionario de carácter cuantitativo y cualitativo, aplicado en el Distrito Federal a inicios de 2010. Llevaremos a cabo un análisis e interpretación de lo que piensan, sienten y dicen las personas acerca de la confianza en las y los políticos, la consideración de quién gobernaría mejor, los estilos diferentes o semejantes entre mujeres y hombres en puestos políticos, y los obstáculos y limitaciones de las mujeres a la hora de ejercer un cargo político.6

El cuestionario se aplicó en una muestra no probabilística por cuotas, esto es, según ciertas características del universo que se seleccionó, las cuales fueron el sexo y la edad. La muestra constó de 200 personas —mitad hombres y mitad mujeres—, con 40 sujetos de cada grupo etario: de 18 a 29 años, de 30 a 39 años, de 40 a 49 años, de 50 a 59 años y más de 60 años. Se trabajó en diversos espacios de la ciudad, por donde circulan personas de distintos niveles socioeconómicos y escolares. La composición de la muestra final, si bien no formal ni estadísticamente representativa de la ciudadanía del Distrito Federal, sí permite establecer ponderaciones generales y tendencias de percepción y opinión de la población, que es lo que se pretende, con objeto de mostrarlas para la reflexión, además de ofrecer la posibilidad de profundizar sobre varios temas, que, como ya se mencionó, no han sido muy estudiados (para ampliar la información acerca de la muestra, se puede consultar el anexo metodológico incluido al final del texto).7

 

Miradas ciudadanas sobre la equidad entre los géneros

Para empezar, presentamos algunos datos del cuestionario con objeto de enmarcar y contextualizar el tema de la equidad genérica y las consideraciones de la población respecto de los avances o no de las mujeres.

Un primer punto. La mayoría (81%) considera que en teoría y según la ley los hombres y las mujeres tienen igualdad de derechos y oportunidades. Si bien el porcentaje se reduce a la mitad de la población consultada cuando la pregunta cuantitativa se refiere a la práctica cotidiana (51.5%).

Una segunda cuestión fue una interrogante cualitativa con relación a los cambios de las mujeres en la sociedad actual. Entre ellos destaca lo que tiene que ver con trabajo —profesionalización y puestos—, independencia personal y responsabilidad familiar; seguidos por la educación —como medio de superación—, y en tercer lugar, la participación política en diversos espacios sociopolíticos, incluyendo el acceso a cargos. Como se observa, trabajo, educación y política aparecen como los espacios con transformaciones que detectan y expresan. Hay que remarcar que el primero es el trabajo, y es que el trabajo extradoméstico es y ha sido importante en el camino hacia la equidad (García y De Oliveira, 1994; 1996).

Un tercer aspecto consultado, también de forma abierta y cualitativa, fueron los intereses y las necesidades de los encuestados. Entre los primeros destaca la familia y los hijos, seguidos por la educación y el trabajo. Respecto de las necesidades, se redundó en un mejor trabajo y en más apoyo gubernamental. Llama la atención la preeminencia de las necesidades prácticas de las mujeres ante los intereses de género (Moser, 1989), ya que casi no se mencionó a la libertad, el reconocimiento o la igualdad.

Otro aspecto que se exploró también en pregunta abierta fue la propuesta de cada encuestado respecto de que lo que habría que cambiar y lo que sería preciso mantener en relación con el tema de la igualdad de mujeres y hombres. En el primero aspecto sobresale un discurso alrededor del machismo de los hombres, la sociedad, las mentalidades individuales o personales, así como las ideologías sociales y culturales; luego también se apunta a la educación equitativa entre niños y niñas. Así, machismo, ideología y educación es lo que habría que transformar. En cuanto a lo que convendría mantener, brilló la palabra respeto. Esta cuestión recuerda la idea de que "tratándonos unos a otros como iguales afirmamos el respeto mutuo" (Sennet, 2003: 13). También se mencionaron los valores tanto humanos como familiares de las mujeres, y se añadieron la igualdad o equidad de género. Con esto se da por sentado que hay cierto nivel de respeto, de valores y de igualdad, pues si hay que mantenerlo es que ya existe.

Hasta aquí un panorama de opiniones alrededor del tema de la equidad en la sociedad y en general; a continuación nos centraremos en el espacio de la política formal o institucional.

 

Preferencias según sexo, confianza y expectativas

Varios estudios y experiencias señalan que ha habido un cambio de preferencias electorales por parte de la ciudadanía, en el sentido de que cada vez más número de población parece preferir a las mujeres en cargos políticos y como candidatas a puestos de elección popular. Desde una encuesta del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el año 2000, pasando por los Latinobarómetros, hasta llegar a algunas investigaciones recientes en México, las encuestas y datos con los que se cuenta señalan hacia dicha tendencia, la cual al parecer no solo crece sino que se consolida.

Las cifras de una encuesta de Gallup para el BID y Diálogo Interamericano en el 2000 señalaban: "La mayoría de los votantes (57 por ciento) opinaba que las mujeres eran mejores líderes de gobierno que los hombres. Asimismo, más mujeres (62 por ciento) que hombres (51 por ciento) creía que éste era el caso" (Buvinic, 2006).

Otra fuente: "Según [el] Latinobarómetro 2004, ante la consulta de si los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres, ningún país de los 18 consultados superó el 50% de respuestas afirmativas y en promedio la respuesta fue 28% afirmativa, destacando México (14%) y Uruguay (17%) por los mínimos, y República Dominicana (50%) y Honduras (40%) por los máximos" (Olivera, 2004). Se afirma también que hay "una revolución profunda en los roles de género y los tiempos del cambio que están feminizando a la política latinoamericana" (Buvinic, 2006).

Por ejemplo, estudios recientes en Argentina apuntan que el hecho de ser mujer no representa ventaja ni desventaja; además, se considera que algunos atributos femeninos pueden ser favorables (74%); eso sí, se observan y señalan las dificultades que tienen las mujeres candidatas ante los hombres candidatos, según 50% de la población consultada; así como los prejuicios sociales que todavía hay por el hecho de ser mujeres que quieren incursionar en el espacio político, según 59% de la muestra (D'Adamo et al., 2008).

Esta opinión favorable hacia las mujeres en la población en su conjunto, se observa también entre la población femenina en específico, así, es posible afirmar que las electoras prefieren cada vez más a una candidata mujer o a una gobernante femenina, según investigaciones en varios países de América Latina (Fundación Chile 21, 2006; Buvinic y Roza, 2004; Patrón, 2006; Morgan y Espinal, 2006; Coordinadora de la Mujer de Bolivia; D'Adamo et al., 2008; Corporación Humanas, 2008; Hábito de Chicas, 2008; Púlsar, 2009). Una de las cuestiones observadas desde hace tiempo es la creencia de que las mujeres son más honestas que los hombres —pese a los ejemplos prácticos que lo desmienten— y se trata de un estereotipo con sus pros y sus contras (Molyneux, 2003). Recordemos, por ejemplo, a las mujeres candidatas que utilizan vestidos blancos y que hablan como madres de la población de su país, y eso se observa en varios continentes (Fernández Poncela, 2008). Así, si las candidatas utilizan el estereotipo de honestidad y maternidad, es porque este tiene vigencia e influencia sobre el electorado.

Se considera que el estereotipo de género que pesaba sobre cualquier mujer que quisiera dedicarse a la política ha evolucionado, pues lo que "hasta hace una década era visto como una serie de trabas, hoy puede considerarse una llave para acceder a los cargos más altos, siempre y cuando se utilice dentro de una estrategia debidamente diseñada" (López-Hermida, 2007). Ejemplos de ello son las actuales presidentas de América Latina (Fernández Poncela, 2009). Se trata de lo que se conoce como "el factor Ferraro", ya que Geraldine Ferraro, candidata que aspirara a la Vicepresidencia de Estados Unidos en 1984, logró captar la atención de los medios a través de su fuerza y capacidad intelectual que combinara con sus reivindicaciones constantes de la familia, entre otros aspectos tales como el vestido o el peinado. Si bien tradicionalmente los medios cubren menos las campañas de las mujeres, en esa ocasión al parecer no fue así (Viladot, 1999). Las candidatas en sus estrategias comunicativas pueden añadir un plus a la imagen masculina de capacidad, fuerza y determinación, tal como el de justicia y sensibilidad social como se vio en la campaña de la chilena Michelle Bachelet, que utilizó todos los medios discursivos a su alcance en este sentido. Hoy también se habla de la imagen de la "mujer indomable", que manteniendo su tradicional rol de madre y esposa, se presenta, además, en actitudes graciosas, expresivas y sugerentes, a la vez que con decisión verbal y política (López-Hermida, 2007). Bachelet lo mostró magistralmente en su campaña, donde aparecía como buena madre de su hija, y futura buena madre de su pueblo, junto con imágenes de su desempeño como exministra de Defensa, entre otras cosas (Fernández Poncela, 2009).

Según nuestros datos, se subraya la tendencia mencionada: se confía en los dos sexos para un cargo —en una mujer más que un hombre—, y en el estudio de caso que nos ocupa, además, se muestra la desconfianza elevada hacia ambos.

 

Confianza en un cargo político, según sexo

En la encuesta que presentamos hubo dos preguntas destinadas a averiguar quién les inspira más confianza para un cargo y quién gobernaría mejor al país. La primera: ¿Quién le inspira más confianza en un cargo político? Las opciones de respuesta cerrada eran: un hombre, una mujer, ambos, ninguno o no sé. Los resultados se muestran de manera pormenorizada en el cuadro 1. Resulta interesante ver cómo se distribuyen los porcentajes de los resultados: en primer lugar, 35.5% dice que ambos sexos le inspira confianza como candidato/a. En segundo sitio, a una distancia muy cercana, 32.5% señala que ninguno de los dos le inspira confianza. Con lo cual habría que hacer un alto y detenerse a reflexionar sobre este tema, ya que un tercio de la población desconfía de ambos sexos; los argumentos de esta posición se verán más adelante, en la respuesta cualitativa a la interrogante. En tercer lugar, 20% dice confiar más en una mujer. En cuarto, 7% dice no saber. Únicamente 5% afirma confiar más en un hombre para un cargo político. Al detallar estos porcentajes, vemos que entre quienes confían en ambos, lo hacen 19% de hombres y 17% de mujeres, es decir, en porcentajes semejantes. De los que no confían en ninguno, el porcentaje por sexos es el mismo. Eso sí, entre quienes apuntan hacia una mujer casi es el doble de estas (12.5%), que de hombres (7.5%), quienes así opinan. Y a la inversa, de los pocos que depositan su confianza en un hombre, son en su mayoría (4%) hombres, y 1% de mujeres (cuadro 1).

En las respuestas abiertas sobre la razón por la cual confían o no confían, traemos a estas páginas algunas opiniones. Para empezar, las pocas personas que seleccionaron a un hombre —la mayoría hombres—, se expresan en los siguientes términos: "porque las mujeres son más rivales y se lo toman todo muy a pecho", "el hombre está más involucrado", "es mejor", "son más realistas", "más objetivos, porque las mujeres exageran sus sentimientos", "porque a la mujer todavía le falta aprender cosas", "los hombres sabemos cómo trabajar y la mujer, no mucho", "tienen más apoyo e influencias", "son más fuertes y resistentes".

Quienes eligieron a una mujer, la señalan como más honesta en numerosas ocasiones, lo cual no deja de tener rasgos de "verdad" y de "estereotipo", como ya se ha estudiado en América Latina desde hace décadas (Molyneux, 2003). Incluso hay cierta disposición a probar algo diferente, "a ver qué pasa"; también se tienen presentes sus capacidades administrativas y su característica de responsabilidad y entrega al trabajo (Fisher, 2000). Consideran, también, que le hará bien a la sociedad, son más humanas, más ordenadas, responsables, confiables y nobles; además, "pueden"; son más dedicadas, tienen más conciencia. Una mujer dijo: "podemos dirigir mejor, no hemos tenido oportunidad" y otra señaló: "para hacer valer más los derechos de las mujeres". También hubo hombres que reconocieron que las mujeres son más responsables, abusadas, trabajadoras, "mejores administradoras, piensan más", "porque a los hombres ya no les confío", "un hombre es más corrupto y la mujer más noble". Una mujer afirmó: "ambos tienen igual capacidad, pero la mujer tiene más visión y corazón", además de que "no es tan corrupta" y "no se vende tan fácilmente".

Quienes dijeron confiar en ambos por igual, lo hicieron en general porque "somos iguales" y tenemos "las mismas capacidades"; algunos testimonios señalan: "depende de la persona" y de otras circunstancias más allá del sexo.

Las personas que dijeron no confiar en ninguno fueron muy extensas en sus testimonios, quizás justificación, también ganas de subrayar su desconfianza y descontento hacia la política en general y hacia las y los actores políticos de manera particular, una terapia expresiva. En general la corrupción de la clase política y de cada uno de sus miembros fue algo reiterado, pero también al hecho de que se debían a un equipo o grupo de trabajo, como un obstáculo para confiar en ellos. "Se corrompen" o son "unos corruptos" fue la respuesta más reiterada, como ya expresamos, si bien algunos encuestados reconocieron que a veces "hay buenas ideas pero se corrompen" o es el sistema que no los deja trabajar, o simplemente "no confío en la política", "si son políticos es lo mismo", "puro engaño" y, ya de manera particular, "buscan sus beneficios", "intereses", además de que "un hombre es deshonesto y la mujer utiliza el sexo para conseguir votos". Y es que "llegan al poder y olvidan las promesas", "me es indiferente quien gobierne" y "todos los partidos políticos son lo mismo", "enfermos de poder". Un hombre mayor explicó: "ninguno, el hombre no sabe de política buena y la mujer se deja manipular por los malos políticos". Mujeres mayores expresaron: la "política es sucia y corrupta", "no hay confianza en ninguno", "se corrompen sin importar el sexo", "es lo mismo, nos dan atole con el dedo", "no me gustan los políticos, se vuelven prepotentes", y siempre "defraudan y no cumplen", "ninguno, a veces las mujeres políticas defraudan al pueblo, y los hombres han demostrado lo mismo, ahora ya no se puede confiar ni en la sombra".

 

Mejor para la Presidencia, según sexo

La otra pregunta fue: ¿Quién gobernaría mejor como presidente/a de la República? Las respuestas eran idénticas a la pregunta anterior. Los datos, números y porcentajes de forma detallada se encuentran en el cuadro 2. Un tercio —33.5%— vuelve a señalar a ambos sexos como los que gobernarían mejor como presidente o presidenta, en su caso; hay señalar que los que opinan de esa manera está formada por hombres y mujeres en igual proporción. En segundo lugar, de nuevo surge el ninguno con 22.5% —con 13% de hombres y 9.5% de mujeres—. En tercer lugar, hay 21.5% que dice no saber, también dividido en mitad población masculina y mitad femenina. Luego, 19.5% aduce que una mujer gobernaría mejor, aquí sí, de nuevo, el doble de ellas que ellos es quien prefiere a una mujer al frente del gobierno del país —12.5% ante 7%, respectivamente—. Finalmente, hay 3% que apunta hacia un hombre para un mejor gobierno —2.5% de ellos y 0.5% de ellas—. Como se observa, los porcentajes se invierten, en contraste con la opción anterior de una mujer (cuadro 2). De nuevo hay coincidencia con la tendencia presentada anteriormente y que tiene que ver con lo encontrado en diversas investigaciones de varios países, como se dijo ya.

Las explicaciones cualitativas sobre las opciones elegidas giran en torno a varias cuestiones. El señalamiento de la igualdad de capacidades en la elección de ambos sexos para gobernar mejor en la Presidencia de la República es la respuesta más común. También sobresale la corrupción en el ninguno. Lo mismo que "el sería bueno probar con una mujer", como argumento tanto para el ambos como también para la elección de una mujer, incluso en la respuesta de "no sé".

Un hombre que eligió a un hombre como mejor para el cargo presidencial dijo: "no me imagino a una mujer como presidente". Quienes afirman que gobernaría mejor una mujer como presidenta —hombres y mujeres—, remarcan que son más responsables, organizadas y precavidas en la toma de decisiones, más comprometidas, humanas y sensibles, administran mejor, trabajarían por la equidad, y es que "de los hombres ya se ha visto su trabajo y una mujer, no, tal vez es más protectora de su país", afirmó una joven. Son más honradas y honestas, confiables, cumplen, menos tendencia a la corrupción, más inteligentes, con un mejor proyecto, y es que "me gustaría saber cómo lo hace", "darle la oportunidad para que podamos ver qué nos conviene", señaló un hombre de edad mediana. Y una mujer mayor añadió: "entienden las necesidades de la gente", "sería bueno el cambio", porque "nunca hemos tenido ninguna".

Entre las personas que dijeron ambos, reiteraron que tienen igual capacidad, "son iguales", además de "ambos, todos tenemos errores y todos podemos desempeñar un buen trabajo" o "cuando se cuenta con experiencia, capacidad, compromiso y ética, el sexo no importa, lo que sí se necesita es la idoneidad de la persona para desempeñar tal mandato constitucional". Lo que cuenta es la propuesta no el sexo, ver su vida, logros, que trabajen, esto es, darse cuenta cómo es la persona y sus principios, sus propuestas y que se cumplan.

Quienes optaron por el ninguno, señalaron: "es pura corrupción", "es el sistema, no conviene que trabajen bien", "nada funciona", "prometen y el sistema los cambia", "verán por ellos y no por el país", "se vuelven ambiciosos hombres y mujeres", y es que "el sistema y el poder corrompen a la gente" o simplemente "no me gusta la política". La mayoría opina: "no confío en los políticos", "son iguales de corruptos hombres y mujeres", y "el dinero y la política cambian a las personas", "la política es un negocio, y sin importar quien sean le entran al negocio", "la situación no es favorable para la mujer, y el hombre no ha demostrado ser un buen candidato, errores los comete tanto uno como el otro", "los hombres siempre han gobernado, me gustaría ver cómo lo hace una mujer" y es que "los hombres lo hacen muy mal y a la mujer le falta experiencia" o "un hombre es corrupto y la mujer no tiene experiencia". "El problema no es quien nos gobierne sino el sistema en el que se gobierna" y "la política está pésima, no es únicamente la cabeza, no tiene que ver que sea hombre o mujer, los de su equipo no los dejan trabajar, los limitan, no es autónomo el presidente".

Como se observa el desencanto es grande, así como el distanciamiento y desconfianza hacia la clase política en general, independientemente del sexo.

 

Estilos de gobierno según sexo, características y dificultades

En torno a los liderazgos femeninos —o mejor dicho, sus características y estilos de gobernar— se puede decir que hay de dos tipos. Los denominados viejos liderazgos o tradicionales, donde mujeres encabezaron gobiernos en las últimas décadas del siglo pasado en algunos países en vías de desarrollo, en América Latina y Asia. Esto ocurrió en culturas tradicionales, con elevados índices de discriminación hacia las mujeres, y con sistemas donde la democracia no parecía consolidada. Estas políticas llegaron por la puerta de entrada de la familia; esto es, la familia apoyó a estas mujeres, cuando no las empujó directa o indirectamente para alcanzar ese puesto de poder. Incluso, como herencia del poder y del capital político familiar, como hijas, esposas, o viudas de algún notable político hombre. Tal vez más que elección personal o parte de su carrera política, fue obligación moral o testamento político familiar. Por ello, a veces su nivel educativo y experiencia política era escasa. Curiosamente alcanzaron el poder casi siempre en una coyuntura de crisis social, económica y política. Otra característica fue no tener en cuenta la cuestión de la equidad de género; se trataba de otra época. Ejemplos de estos liderazgos son, entre otras, Isabel Martínez de Perón en Argentina (1974-1976), Corazón Aquino en Filipinas (1986-1992) y Violenta de Chamorro en Nicaragua (1990-1997) (Genovese, 1997; Fernández Poncela, 2008).

Los llamados nuevos liderazgos son diferentes; se trata de mujeres políticas que encabezan el gobierno de sus respectivos países en sociedades occidentales democráticas, en países europeos con un sistema de capitalismo avanzado en su mayor parte, y también en América Latina y África. Datan del siglo XX y llegan hasta el presente. Estas políticas arriban al puesto en general por mérito propio, con gran experiencia y tras una trayectoria en cargos de responsabilidad. Tienen títulos profesionales y universitarios, y ejercieron algún trabajo relacionado con esa preparación académica. Cuentan con vocación política, con habilidad y, como se dijo, con experiencia; su ejercicio político parte de su decisión personal y elección consciente. Poseen ciertas características democráticas y humanitarias por denominarlas de alguna manera, profundizan los aspectos sociales de la política a la hora del ejercicio de gobierno, incluso algunas cuestiones concretas a favor del avance de las mujeres y la equidad de género de forma clara y consciente. También, a veces, repitieron mandato por voluntad popular, prueba de su popularidad (Polgreen y Rohter, 2006). Algunos casos para mencionar en este sentido serían: en Islandia, Vigdís Finnbogadóttir (1980-1984, 19841988, 1992-1996) y Jóhanna Siguroardóttir (2009- ); en Noruega, Gro Harlem Brundtland (1981, 1986-1989, 1990-1996); en Irlanda, Mary Robinson (1990-1997) y Mary McAleese (1997-2004, 2004-2011); en Finlandia, Tarja Halonen (2000-2005; 2006-2012); Alemania, Ángela Merkel (2005-2009; 2009- ), y, para nuestro continente, en Chile, Michelle Bachelet (2006-2010), en Argentina, Cristina Fernández (2007- ) y en Brasil, Dilma Rousseff (2010- ), entre otras.

Grosso modo una radiografía muy abstracta y general en torno a los datos de las mujeres políticas en nuestros días es la siguiente: su origen es mayoritariamente urbano, provienen de clases acomodadas en un alto porcentaje y con padres profesionales generalmente; poseen una formación educativa superior al común de la población —y especialmente la femenina—. La edad fluctúa entre 40 y 50 años —los 50 años podría decirse que es la moda—. La mayoría también de estas mujeres ha desarrollado experiencia política en distintos cargos de gobierno o partidarios —más los primeros que los segundos—. Sobre su profesión, esta es de diversa índole, si bien algunos estudios apuntan todavía a la abogacía como una de las carreras más usuales entre ellas, como en el caso de Suecia, Holanda, Italia, Alemania, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, entre otros países (Norris y Lovenduski 1995; Uriarte 1997; Fundación Chile 21, 2006). Información similar se comprueba en México (Fernández Poncela, 1999, 2003) (Fernández Poncela, 2008: 104).

Tras esta caracterización social general también podemos hacer otra de carácter político. Por ejemplo y según la investigación para los casos europeos, es posible afirmar que hay cuestiones que las caracterizan y que son diferentes totalmente a las de los hombres políticos en puestos similares. Si bien, a veces, algunas mujeres pueden ser igual de competitivas o autoritarias que los hombres a la hora de su comportamiento en un cargo político, también se detectaron otras cualidades diferentes. Una de estas diferencias es como ellas parecen ser más democráticas, liberales y de izquierda dentro de su ideología partidaria, menos jerárquicas y agresivas, más abiertas y permisivas, más prácticas y accesibles, más interactivas, menos corruptas, más limpias, rectas y honradas, más compasivas y éticas, e incluso más independientes respecto a la fuerza política en la cual se inscriben, en el sentido de expresar más lo que piensan, y en su caso distanciarse más del partido en el cual militan. Y sobre los temas, se considera que están más próximas a las cuestiones sociales —educación, salud y medio ambiente—, la familia, la infancia, la tercera edad, los discapacitados, los desempleados, los enfermos, los migrantes, los pobres y a todos los aspectos que tenga que ver con la compasión y el asistencialismo; además de los asuntos de género y el feminismo (Norris y Lovenduski, 1995; Genovese, 1997; Lovenduski, 1997; Norris, 1997; Elizondo, 1997; Viladot, 1999; Klausen, 2001).

 

Caracterización de mujeres y hombres políticos

Ahora veamos cuál es la opinión ciudadana sobre el tema en nuestro estudio. En concreto, se abordaron las características positivas y negativas de hombres y mujeres en un cargo político. En este caso las analizamos en la medida de lo posible como redes semánticas. El enunciado fue Mencione tres características positivas de las mujeres y los hombres en un cargo político y tres negativas. Había que listarlas en el espacio dejado ex profeso para tal fin. Como se trató de una pregunta abierta y de información cualitativa, se reordenó y cerró a posteriori, y se decidió dar la mayor amplitud y expresión posible.

Entre las características positivas de las mujeres en puestos políticos destacan las siguientes: organizadoras, humanas y seguras (cuadro 3), las cuales surgieron también en los porqué de las interrogantes anteriores para aquellos que dijeron confiar más en ella para un cargo político o preferir más el gobierno de una mujer como presidenta. En cuanto a las características negativas de las mujeres en los cargos políticos, sobresale el no sé (36.2%) con un tercio de la muestra, lo cual concuerda con que no hay mucha experiencia conocida para valorar, sencillamente por la ausencia o poca presencia de las mujeres en el ámbito político, en especial en lugares de poder destacados (cuadro 4).

Pasando a la caracterización positiva masculina, la mayoría también dijo no saber (43.8%), lo cual llama la atención poderosamente, pues se puede interpretar que no se le adjudica ninguna virtud. Esta respuesta ocupa el segundo lugar de porcentaje en la encuesta (11.3%) (cuadro 5). Finalmente, con relación a la caracterización negativa, sí hay varias opiniones en este sentido: 18.3%, corruptos, 10.3%, egoístas -respuesta curiosa que remite a la no redistribución de la corrupción tal vez o quizá el que no piensan en la población y en quien los votó y únicamente lo hacen en sus intereses personales de poder y dinero- y 10% dice no saber (cuadro 6).

Queda clara la percepción y valoración negativa de la clase política, muy en especial de los hombres políticos en un cargo, lo cual redunda en las preferencias hacia las mujeres -que mostramos con anterioridad- o la desconfianza generalizada hacia estos actores/as políticos en general, sin distingo de sexo.

 

Los estilos políticos de hombres y mujeres

En cuanto a la pregunta: ¿Tienen estilos diferentes de hacer política hombres y mujeres? (cuadro 7), podemos comentar que más de un tercio de la muestra (38.5%) dijo no saber, mitad hombres y mitad mujeres. En segundo lugar, con un tercio exacto, 33.5%, se posicionaron aquellas personas que consideraron que sí, que mujeres y hombres tienen estilos diferentes de hacer política; en este caso, algo más de mujeres —19.5%— que de hombres —14%— opinaron en ese sentido. Mientras, 20% lo negó, aquí más del doble de hombres —14%—, que de población femenina —6%— lo expresó de esa forma. El a veces recogió 8% de la muestra —5% de mujeres y 3% de hombres—. Con lo que se puede decir que en general no se sabe, aunque un elevado porcentaje lo afirmó. Lo primero podría explicarse con la poca experiencia que se tiene de ver y tener una mujer en un cargo, especialmente en puestos de alta responsabilidad, conocidos y reconocidos, como mencionamos con anterioridad. Lo segundo, el porcentaje que respondió de manera afirmativa a la pregunta coindice con algunos estudios hechos en otras latitudes.

Ahora pasamos a la parte más sustancial de esta pregunta, la cual aporta el conocimiento de la intención de las respuestas. Además de los resultados de tendencias cuantitativas de opinión, se interrogó sobre ¿Cuáles? y ¿cómo se expresan? dichos estilos, para lo cual se dejó completamente abierta la respuesta, de carácter libre y espontáneo. Los testimonios son interesantes y además llenos de vida y preocupación sobre el tema; eso sí, en ocasiones resulta difícil, cuando no imposible, distinguir cuándo se trata de la lectura y reflejo de la realidad, de percepciones teñidas de subjetividad o introyectos estereotipados de cómo son las mujeres y cómo son los hombres. Destacamos que quienes se expresaron de forma más extensa fueron las y los jóvenes y las respuestas más amplias y argumentadas fueron de aquellas personas que se centraron en la respuesta afirmativa, que fue en total un tercio de la muestra, esto es, una proporción consideraba que había estilos diferentes entre mujeres y hombres a la hora de ostentar un cargo; mientras el también numeroso no sé —más de un tercio de la población consultada—, curiosamente contó con exiguas explicaciones, la gente reiteró en la respuesta larga y cualitativa el no saber y ahí se quedó.

Entre las personas que dijeron que hombres y mujeres tienen estilos diferentes de hacer política, un grupo de hombres encuestados señaló que la diferencia consistía en que los hombres hacían "obras grandes, notorias" y las mujeres "lo que hace falta, no si se ve o no". También hicieron distingos en el sentido de que los hombres son "más interesados", y las mujeres "no se corrompen tan fácilmente". Igualmente, ambos sexos fueron comparados en el sentido de que ellos usan la fuerza, descalifican, son más pragmáticos, persiguen el poder, velan más por la seguridad pública, mientras las mujeres son más flexibles, menos agresivas, más humanas, trabajan más en proyectos sociales, y lo "ven todo de color de rosa, creen en los cambios", además de atender más los programas, intereses sociales, familiares y populares, y "auxilian más" a la gente. Por su parte, las mujeres se expresaron en sentido similar: "los hombres no son tan preocupados" y las mujeres sí se preocupan por las necesidades reales de las personas en general y de las mujeres en particular. Sin embargo, mientras ellos compararon siempre y en todo momento a ambos sexos, ellas se centraron en los estilos diferentes únicamente de su sexo. Por ejemplo, afirmaron que las mujeres son más maduras, trabajadoras, sensibles, humanas, empáticas, sinceras, comprometidas, pensantes, priorizan apoyos económicos, administran mejor, se guían más por los sentimientos y, en específico, por los "buenos sentimientos". En alguna ocasión calificaron o descalificaron a los hombres como fríos, engañadores, usan más el compadrazgo, pero casi no los nombran o lo hacen en mucha menor medida.

En cuanto a la población que negó la diferencia de estilos por sexo, apuntó que son iguales, porque "se manejan por el partido", "por las ideas e intereses" de estos, tienen "las mismas plataformas" y "el partido y el sistema dirigen las decisiones". Todas las personas que dijeron no, sin importar sexo o edad, se centraron por un lado en que "es lo mismo y son iguales", que fue la respuesta más numerosa, y por otro lado, una explicación en torno a que la responsabilidad de que tenían estilos diferentes recaía en que se debían a un partido o grupo político. También dijeron: "el mismo vicio de la corrupción", "es el sistema y los lineamientos de los partidos", y en definitiva "el sexo no determina los estilos".

 

Obstáculos y limitaciones de las mujeres políticas

Parece claro que hay una serie de cuestiones que dificultan la participación política femenina en general, las cuales han sido señaladas de una u otra forma por varios autores y autoras. Entre esos aspectos están los obstáculos socioeconómicos y materiales, las dificultades ideológico-culturales y sociales, las dificultades psicológico-afectivas (Fernández Poncela, 1995). Además de otros de carácter más específico que tienen que ver con la autoselección, esto es, que la persona se decida a participar, la nominación de la organización, la institución o, en su caso, el partido, y finalmente, —en el caso de ser elegida a un cargo de elección popular— su elección por la ciudadanía. Todo lo cual tiene que ver con el famoso "techo de cristal" como limitante exógena, pero también con lo que hay quien denomina "el suelo engomado": la falta de iniciativa de la persona (Lidia Heller, citada en Fernández Poncela, 2010: 77). Mucho se ha dicho de que el obstáculo principal son los partidos políticos y, en concreto, los hombres, y aquellos con cargos en dichos institutos, o mejor dicho, de algunos de esos hombres: "... las barreras que impiden que las mujeres accedan al poder no se encuentran en el electorado, sino más bien en los partidos y las estructuras institucionales" (Htun, 2002: 25-26). En general se afirma que las mujeres tienen que demostrar en mayor medida que son capaces del cargo y se les solicita más nivel académico (Hardy, 2005). Pero es la competencia que perciben los hombres del partido el obstáculo mayor, y es que como simpatizantes y militantes todo es aceptable, sin embargo cuando parecen dispuestas a competir por un puesto, todo cambia y el disgusto y oposición masculina hacen acto de presencia (Garretón, 1990; Fernández Poncela, 1999; Htun, 2002). En un discurso reciente, Bachelet señaló que en los partidos políticos y en los medios de comunicación es donde hay dificultades, los primeros por obstaculizar el ascenso de las mujeres a las direcciones o a puestos de poder, y los medios porque no cubren a las candidatas mujeres de la misma manera que lo hacen con los candidatos masculinos (El Economista, 2011).

Por todo esto es que la pregunta: ¿Cuáles son los obstáculos o limitaciones de las mujeres dentro de la política?, no podía faltar, ya que se trata de un tema bastante discutido desde diferentes enfoques y que cuenta con varias aportaciones especializadas al respecto. Aquí se trata de la mirada ciudadana, y las respuestas fueron narraciones abiertas y cualitativas, por lo que se decidió reagrupar conceptos y frases según su significado y contabilizarlos en el cuadro 8, toda vez que no podemos incluir de manera textual algunas palabras y oraciones que consideramos ilustrativas en este tema.

Varias son las cuestiones que vienen a la mente al revisar el cuadro de reagrupaciones y tendencias semánticas. En primer lugar, la alusión al machismo no conoce fronteras de sexo ni edad, esto es, mujeres y hombres de todas las edades en la muestra lo apuntaron —en total, 27.3%—. En segundo lugar, la mayoría de todas las limitaciones y obstáculos —de diversa índole— se centran y apuntan hacia el exterior, y una minoría excepcional señala a las propias mujeres como responsables o corresponsables de la situación. Las personas más jóvenes de los dos sexos tienen en cuenta la cuestión cultural, ideas y pensamientos personales y colectivos como limitación, y los hombres de mayor edad apuntan a que la sociedad considera que no son capaces o que el hecho de ser mujer ya es un obstáculo en sí mismo. Por otra parte, también son las personas mayores las que señalan más al marido y la familia como obstáculo, igual que a los mismos partidos políticos como limitante. Como curiosidad hay que mencionar que seis personas dijeron que el obstáculo era el miedo de los hombres, pero sin ahondar sobre el asunto, lo cual nos recuerda algunas reflexiones sobre el tema (Lipovetsky, 2000).

Transcribimos enseguida otras reflexiones que consideramos interesantes pero difíciles de cuantificar. Por ejemplo, un hombre del grupo de los jóvenes expresó: "Los partidos políticos no permiten que las mujeres aspiren a cargos públicos, así también la sociedad no termina por aceptar que las mujeres estén al frente del gobierno", mientras otro se incluía en la limitación: "El machismo, no nos gusta a veces a los hombres que las mujeres nos superen, pero no solo en la política también en los trabajos". Y otro más de este grupo etario añadía: "No tienen el mismo valor las mujeres, se siguen dejando de los hombres, no se quieren". Por otro lado, un par de mujeres jóvenes destacaron: "El machismo de los hombres y muchas veces de las mujeres mismas, la forma de pensar", "Ser mujer, ellos lo ven así, pero no es así: 'es más tonta, más débil de carácter, no es tan fuerte'".

En el grupo de los de mayor edad, un hombre se expresó de la siguiente manera: "No saben si se dedican al trabajo o a la familia, a la casa, a los hijos, al marido, la familia". Curiosamente hubo quien adujo la falta de tiempo de las mujeres, siempre en boca masculina, en el sentido de que tienen muchas actividades, pues trabajan, estudian y luego la familia, y es que es "la falta de tiempo de ellas" o "no saben cómo administrar su tiempo". Otros hombres mayores adujeron la falta de confianza de las mujeres en sí mismas y a su desorganización, entre otras cosas: "No terminan de confiar en ellas, es que a veces dejan botado el trabajo por situaciones personales", "Su misma desorganización, no logran compaginar sus tiempos las mujeres", y es que "El tener una familia, porque a quien dos amos sirve, con alguno queda mal". Por su parte algunas mujeres mayores señalaron también limitaciones en las mismas mujeres, pero ciertamente con otro tono: "Su mentalidad, se menosprecian, sienten que no valen mucho", "Lo que siempre le ponen los hombres 'es mujer, es vieja' pero no saben que el sexo femenino es al más fuerte, yo les digo a los políticos, a ver, tengan un hijo". Y es que varias mujeres de este grupo etario remarcaron "la falta de confianza" en las propia mujeres o "de fuerza para defender sus ideales", todavía "no se la creen". Nótese que se trata curiosamente de mujeres mayores, tal vez se trate de una proyección, ya que las jóvenes ni lo mencionaron, es más, no encontraron ningún obstáculo en las propias mujeres, estos se concentraron —como vemos— en la población masculina y femenina de mayor edad. Esto comprueba también la tendencia actual en el sentido de que la brecha entre sexos parece cerrarse en las jóvenes generaciones, y a veces hay más diferencias entre mujeres mayores y jóvenes que entre estas últimas y sus contemporáneos masculinos. Fueron también únicamente las personas mayores quienes expresaron que no existen los obstáculos.

 

Conclusiones

Si bien es cierto que en la relación entre mujeres y política ha habido algunos cambios, hay más mujeres en la esfera pública y sus temáticas específicas están presentes en la agenta política internacional y de cada país; todavía hay desigualdades, como reconocieron recientemente en una reunión de Naciones Unidas Michelle Bachelet, ahora directora ejecutiva de ONU Mujeres, la presidenta brasileña Rousseff, Hillary Rodham Clinton, secretaria de Estado de Estados Unidos, y Catherine Ashton, alta representante de política exterior de la Unión Europea (El Informador, 2011). No obstante, en nuestro estudio de caso se observan diversos cambios, tanto en el aspecto de modos de pensar e imaginarios culturales, como en las realidades políticas y sociales generales. Eso sí, reiterar que estamos en el ámbito de las percepciones y opiniones de la ciudadanía como definimos y señalamos desde la presentación de este artículo.

Como dijimos desde un inicio, hay una preferencia hacia el sexo femenino para una mujer en un cargo, o incluso para la presidencia de la República, si bien lo que más parece imperar es la desconfianza generalizada hacia la clase política en su conjunto. En todo caso, es importante remarcar como esta muestra de población del Distrito Federal considera que confía en ambos o desconfía en ambos sexos; pero eso sí, como se ha dicho y hemos mostrado con datos numéricos y testimonios personales, domina una tendencia favorable hacia las mujeres, como afirmamos en su momento, aunque sea para darles una oportunidad o por el hecho mismo de cambiar y de probar, como explican los relatos recabados. Esto tiene que ver —como los indican estudios hechos en otros países—, con cierta tenencia de carácter internacional, un cambio cultural y de mentalidad, que se conjunta con cambios estructurales y sociales (Buvinic y Roza, 2004), que dan como resultado una nueva mirada hacia el papel de las mujeres en la política en general y en cargos de responsabilidad en particular.

En cuanto a los estilos y características —como señalan también las investigaciones al respecto—, se valorizan algunos atributos femeninos a la hora de ejercer un cargo político, y prácticamente no hay una equivalencia de cualidades masculinas en dicho aspecto o no se señalan. Lo mismo en relación con las características negativas femeninas que no se conocen, mientras que algunas masculinas sí aparecen. No se sabe si hay diferencias de estilo en la práctica política o sí se considera que mujeres y hombres se distinguen en el ejercicio del quehacer político.

Los obstáculos de las mujeres dentro de la esfera sí se visionan, en especial por algunos grupos de mujeres, y es el machismo en primer lugar y los partidos, sus intereses y competencia con los hombres, lo que más destaca la ciudadanía consultada; todo lo cual tiene paralelo y coindice también con investigaciones realizadas sobre el tema y las conclusiones de expertos y expertas en dicha materia.

Reiteramos que el interés de este trabajo era presentar las perspectivas y opiniones de los ciudadanos, lo que sentían y pensaban y expresaban sobre el tema, ese es el primordial objetivo perseguido, lo cual consideramos se ha logrado. No obstante, hay que remarcar como las actitudes vertidas coinciden con algunos estudios de opinión pública en otras latitudes, así como la investigación social al respecto. Todo ello muestra una madurez y sabiduría que sería bueno que el mundo de la academia, el periodismo y los medios en general, y de la política misma, recogieran, repensaran y practicaran en nuestros días.

Cerramos el texto con las palabras que Bachelet pronunció en Panamá en abril de 2011: en América Latina, "donde la política ha perdido muchas veces credibilidad, creo que las mujeres también pueden entregar un aporte en término de formas de liderazgo que pueden ser muy positivo para todos" (Milenio, 2011). Y en otro momento enfatizó: "Se trata de equilibrar la cancha", pues, según sus palabras, el avance general de las mujeres en la esfera de la política es el más lento en el avance general de los derechos de las mujeres (El Economista, 2011).

  

Anexo metodológico

 

Bibliografía

Araya Umaña, Sandra, 2001, "Cambian los discursos: ¿cambios en las prácticas?", en La Ventana, núm. 14, pp. 159-199.         [ Links ]

----------, 2002, Las representaciones sociales: ejes teóricos para su discusión, San José, Costa Rica, Flacso/Sede académica Costa Rica (Cuaderno de Ciencias Sociales, núm. 127), octubre, disponible en: <http://www.flacso.or.cr/fileadmin/documentos/FLACSO/202Cuaderno127.pdf»         [ Links ].

Buvinic, Mayra, 2006, "La política, con cara de mujer" en Clarín, 20 de febrero, disponible en: <http://edant.clarin.com/diario/2006/02/20/opinion/o-01701.htm>         [ Links ].

Buvinic, Mayra y Vivian Roza, 2004, La mujer, la política y el futuro democrático de América Latina, Washington, Banco Interamericano de Desarrollo (Serie de informes técnicos del Departamento de Desarrollo Sostenible; WID-108), disponible en: http://idbdocs.iadb.org/wsdocs/getdocument.aspx?docnum=1481597.         [ Links ]

Coordinadora de la Mujer de Bolivia [página web] disponible en: <http://www.coordinadoradelamujer.org.bo/web/>         [ Links ].

Corporación Humanas, 2008, V Encuesta Nacional Percepciones de las Mujeres sobre su Situación y Condiciones de Vida en Chile, Santiago de Chile, Centro Regional de Derechos Humanos y Justicia de Género, julio disponible en: <http://www.humanas.cl/wp-content/uploads/2008/09/345Informe_Encuesta_Humanas_Nov._2008.pdf>         [ Links ].

D'Adamo, Orlando, Virginia García Beaudoux, Gladys Ferrari y Gabriel Slavinsky, 2008, "Mujeres candidatas: percepción pública del liderazgo femenino" en Revista de Psicología Social, vol. 23, núm. 1, enero, pp. 91-104.         [ Links ]

El Economista, 2011, "Sólo el 19% de los diputados del mundo son mujeres", 17 de abril, disponible en: <http://eleconomista.com.mx/internacional/2011/04/17/solo-19-diputados-mundo-son-mujeres>         [ Links ].

El Informador, 2011, "Rousseeff, Bachelet y Clinton defienden en la ONU acceso de mujeres a política", 19 de septiembre, disponible en: <http://www.informador.com.mx/internacional/2011/323479/6/rousseff-bachelet-y-clinton-defienden-en-la-onu-acceso-de-mujeres-a-politica.htm>         [ Links ].

Elizondo, Arantxa, 1997, "Comportamiento político de las mujeres: evolución y paradojas en la investigación", en Edurne Uriarte y Arantxa Elizondo, coords., Mujeres en política análisis y práctica, Barcelona, Ariel, pp. 33-52.         [ Links ]

Fernández Poncela, Anna María, 1995, "Participación social y política de las mujeres en México: un estado de la cuestión", en Anna M. Fernández Poncela, comp., Participación política: las mujeres en México al final del milenio, México, El Colegio de México.         [ Links ]

----------, 1999, Mujeres en la élite política. Testimonio y cifras, México, UAM-X.         [ Links ]

----------, 2008, "Liderazgo político y género" en Mario Bassols, Alberto Escamilla y Luís Reyes, coords., Liderazgo político. Teoría y procesos en el México de hoy, México, UAM-I.         [ Links ]

----------, 2009, "Bachelet y Fernández: presidentas latinoamericanas", en Topodrilo, núm. 10, marzo-abril, pp. 9-13, disponible en: <www.izt.uam.mx/topodrilo/topo_10_www.pdf>         [ Links ].

----------, 2010, "Del derecho a votar al derecho a ser votadas", en El Cotidiano, núm. 162, julio-agosto, pp. 75-82, disponible en: <http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=32513882009>         [ Links ].

----------, 2011, "Derechos, oportunidades, cambios, intereses y necesidades de las mujeres: un estudio de opinión pública", ponencia presentada en el II Encuentro Internacional de Investigación de Género, Universidad Autónoma de Querétaro, Querétaro, 17-18 de agosto.         [ Links ]

----------, 2012, La violencia en el lenguaje o el lenguaje que violenta. Equidad de género y lenguaje, México, Itaca-UAM.         [ Links ]

Fisher, Helen, 2000, El primer sexo. Las capacidades innatas de las mujeres y cómo están cambiando el mundo, Madrid, Taurus.         [ Links ]

Fundación Chile 21, 2006, "Filiación política, características actuales y origen social de las mujeres líderes", en Opinión Pública, núm. 20, agosto, disponible en: <www.emol.com/noticias/documentos/pdfs/Op20.pdf.         [ Links ]>

García, Brígida y Orlandina de Oliveira, 1994, Trabajo femenino y vida familiar en México, México, El Colegio de México.         [ Links ]

----------, 1996, Las familias en el México metropolitano: visiones femeninas y masculinas, México, El Colegio de México.         [ Links ]

Garretón, Manuel Antonio, 1990, "Espacio público, mundo político y participación de la mujer en Chile", ponencia presentada en el Seminario ¿Existe la vocación política de la mujer?, organizado por Participa, Santiago, 16-18 de julio.         [ Links ]

Genovese, Michael A., 1997, "Mujeres líderes nacionales ¿Qué sabemos sobre este tema?", en Michael A. Genovese, comp., Mujeres líderes en política. Modelos y prospectiva, Madrid, Narcea, pp. 277-284.         [ Links ]

Hábito de Chicas [blog], 2008, "Encuesta mujer y política 2008 (Corporación Humanas)", 1 de octubre, disponible en: <http://habitodechicas.blogspot.mx/2008/10/encuesta-mujer-y-poltica-2008.html>         [ Links ].

Hardy, Clarisa, 2005, Eliterazgo: liderazgos femeninos en Chile, Santiago, Catalonia.         [ Links ]

Htun, Mala N., 2002, "Mujeres y poder político en Latinoamérica", en Myriam Méndez-Montalvo y Julie Ballington, eds., Mujeres en el parlamento. Más allá de los números, Estocolmo, International Institute for Democracy and Electoral Assistance, pp. 23-43, disponible en: <http://www.idea.int/publications/register.cfm?title=Women%20in%20Parliament%3A%20Beyond%20Numbers%20%28Spanish%29&forwardUrl=%2Fpublications%2Fwip%2Fupload%2FFull%20Handbook%20%5F%20WiP%20Spanish%2Epdf>         [ Links ]

Klausen, Jytte, 2001, "¿La igualdad política de las mujeres cambiará el sistema político? El gender gap en los Estados Unidos", en Historia, Antropología y Fuentes Orales, núm. 25, pp. 67-82.         [ Links ]

Lamas, Marta, 2000, Texto presentado en el Seminario: Liderazgo de la mujer: teoría y práctica, organizado por el Programa de Apoyo al Liderazgo y la Representación de la Mujer del Banco Interamericano de Desarrollo, Cancún, agosto, mecanografiado.         [ Links ]

Lipovetsky, Gilles, 2000, La tercera mujer: permanencia y revolución de lo femenino, Barcelona, Anagrama.         [ Links ]

López-Hermida, Alberto Pedro, 2007, "Mujeres al poder: los estereotipos antes desventajas ahora factores de éxito", en Istmo, núm. 292, disponible en: <http://istmo.mx/2007/09/mujeres_al_poder_los_estereotipos_antes_desventajas_ahora_factores_de_exito/>         [ Links ].

Lovenduski, Joni, 1997, "Representación política: dinámica de género y partidos", en Edurne Uriarte y Arantxa Elizondo, coords., Mujeres en política: análisis y práctica, Barcelona, Ariel, pp. 114-132.         [ Links ]

Milenio, 2011, "Deben las mujeres tener más oportunidades políticas: Bachelet", 16 de abril, disponible en: <http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/434f5cc48739b1e6f2b64e6cf29d44fd>         [ Links ].

Molyneux, Maxine, 2003, Movimientos de mujeres en América Latina. Estudio teórico comparativo, Madrid, Cátedra.         [ Links ]

Morgan, Jana y Rosario Espinal, 2006, Cultura política (de la democracia en República Dominicana: 2006, Santo Domingo, Universidad de Vanderbilt-USAID Santo Domingo.         [ Links ]

Moscovici, Serge, 1979, El psicoanálisis, su imagen y su público, Buenos Aires, Huemul.         [ Links ]

Moser, Caroline O.N., 1989, "Gender planning in the third world: meeting practical and strategic gender needs", en World Development, vol. 17, núm. 11, pp. 1799-1825, disponible en: <http://www.chma-up.com:8080/international/case/case/1296.pdf>         [ Links ].

Norris, Pippa, 1997, "Las mujeres políticas: ¿un nuevo estilo de liderazgo?", en Edurne Uriarte y Arantxa Elizondo, coords., Mujeres en política: análisis y práctica, Barcelona, Ariel, pp. 76-93.         [ Links ]

Norris, Pippa y Joni Lovenduski, 1995, Political recruitment. Gender, race and class in the British parliament, Cambridge, Cambridge University Press.         [ Links ]

Olivera, Yanina, 2004, "Las formas solapadas de la violencia contra la mujer", en La Capital, 24 de octubre, disponible en: <http://archivo.lacapital.com.ar/2004/10/24/seniales/noticia_142941.shtml>         [ Links ].

Olvera, Alberto J., 2008, Ciudadanía y democracia, México, IFE.         [ Links ]

Patrón, Pepi, 2006, "Tres mujeres a la Presidencia en el Perú es un síntoma interesante", entrevista de Patricia del Río, en El Comercio, 29 de enero, disponible en: <http://elcomercio.pe/edicionimpresa/html/2006-01-29/impEntrevista0446709.html>         [ Links ].

Polgreen, Lydia y Larry Rohter, 2006, "Nuevas líderes, nuevas opciones: un periodo de sanación, con ayuda de las mujeres", en Reforma, selección semanal de The New York Times, 28 enero.         [ Links ]

Púlsar, Agencia informativa, 2009, "Difícil acceso de mujeres a la arena política en Ecuador", 9 de marzo, disponible en: <http://www.agenciapulsar.org/nota.php?id=14584>         [ Links ].

Sennet, Richard, 2003, El respeto. Sobre la dignidad del hombre en un mundo de desigualdad, Barcelona, Anagrama.         [ Links ]

Viladot i Presas, M. Angels, 1999, Les dones en política. Obrir camí i resistencies al canvi, Barcelona, Columna.         [ Links ]

 

NOTAS

1 Percepción: mecanismo de respuesta social y de procesamiento de información (Araya Umaña, 2002: 44). Actitud: "... estructura particular de la orientación en la conducta de las personas, cuya función es dinamizar y regular su acción. Es la orientación global positiva o negativa, favorable o desfavorable de una representación. [...] expresa el aspecto más afectivo de la representación, por ser la reacción emocional acerca del objeto o del hecho" (Araya Umaña, 2002: 39-40). Opinión: informa sobre la reacción de las personas hacia los objetos dados desde fuera, a tomas de posición ante cuestiones sociales; es, "por una parte, una fórmula socialmente, valorizada a la que un individuo adhiere y, por otra parte, una toma de posición acerca de un problema controvertido de la sociedad. [Las respuesta a una pregunta determinada] nos indican lo que una colectividad piensa [...] constituye un momento de la formación de las actitudes y los estereotipos. Todo el mundo admite su carácter parcial [...] implica: —una reacción de los individuos ante un objeto dado desde afuera, acabado, independientemente del actor social, de su intención o sus características; —un lazo directo con el comportamiento; el juicio se refiere al objeto o el estímulo y de alguna manera constituye un anuncio, un doble interiorizado de la futura acción" (Moscovici, 1979: 30-31).

2 Conjunto de ciudadanas/os con derechos políticos, sociales y civiles. Mucho se puede decir sobre el tema (Olvera, 2008), en este texto se refiere a la concepción básica.

3 Género: su definición básica y simple es la construcción social de la diferencia sexual en el sentido de diferenciar lo biológico —el sexo— de lo cultural, en un contexto espacio temporal dado; "El conjunto de prácticas, creencias, representaciones y prescripciones sociales que surgen entre los integrantes de un grupo humano en función de una simbolización de la diferencia anatómica de hombres y mujeres. Por esta clasificación cultural se definen no sólo la división del trabajo, las prácticas rituales y el ejercicio del poder, sino que se atribuyen características exclusivas a uno u otro sexo en materia de moral, psicología y afectividad. La cultura marca a los sexos con el género y el género marca la percepción de todo lo demás: lo social, lo político, lo religioso, lo cotidiano" (Lamas, 2000: 4).

4 En este artículo nos centramos en la denominada política formal o institucional, en el entendido de que la política es más que eso.

5 Eso sí, se habla de mujeres y hombres políticos en general y en abstracto, pues a la hora de aplicarlo a la realidad práctica y su valoración concreta, se ha de tener en cuenta el partido o fuerza política en el cual se enmarcan y al que pertenecen.

6 Hay que advertir de que se utiliza el concepto sexo cuando se trata de describir o comparar datos e información de forma descriptiva, y se emplea el concepto género en aquellas ocasiones en las que ya se observa, explica o analiza una construcción cultural dada, una representación social o un imaginario simbólico a partir del sexo (Fernández Poncela, 2012).

7 En cuanto a las características de la muestra, quedó constituida con 2.5% de población con alto nivel de ingresos, 54%, medio, y 43.5%, bajo, quizá algo sesgada hacia las clases medias; aunque también constituye una característica de percepción, pues muchas personas se autocalifican en esa posición social. En cuanto al grado de estudios, 10% dijo tener primaria (4% de hombres y 6% de mujeres), 31%, secundaria (17% de hombres y 14% de mujeres), 34.5%, bachillerato (19% de hombres y 14.5% de mujeres) y 24.5%, algún grado universitario (10% de hombres y 14.5% de mujeres). Respecto de la ocupación, 10% indicó pertenecer al sector público (la mitad para cada sexo), 12.5%, al sector privado (9% de hombres y 3.5% de mujeres), 26% señaló laborar por cuenta propia (20% de hombres y 6% de mujeres), 2.5% declaró estar desempleado en ese momento (todos hombres), 13% dijo ser estudiante (5% de hombres y 8% de mujeres), 30.5% dijo dedicarse al hogar (3.5% de hombres y 27% de mujeres) y 5.5% ser jubilado (5% de hombres y 0.5% de mujeres). Agradezco a Sandra Huerta y a Katia Basulto su colaboración en la aplicación del cuestionario y su captura, así como en la reorganización de algunos cuadros.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons