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Polis

versión On-line ISSN 2594-0686versión impresa ISSN 1870-2333

Polis vol.7 no.2 México ene. 2011

 

Artículos

 

Construcción social del espacio urbano: Ecatepec y Nezahualcóyotl. Dos gigantes del oriente

 

Social construction of urban space: Ecatepec, and Nezahualcoyotl. Two oriental giants

 

Mario Bassols Ricárdez* y Maribel Espinosa Castillo**

 

* Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Correo electrónico: <mabaric@yahoo.com.mx>. El autor dedica esta colaboración a Lucía Esparza, luchadora social comunitaria en Ciudad Nezahualcóyotl, a 10 años de su fallecimiento.

** Doctora en Geografía por la Universidad Nacional Autónoma de México; profesora e investigadora del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo del Instituto Politécnico Nacional. Correo electrónico: <escasmar@hotmail.com> y <mespinosac@ipn.mx>.

 

Artículo recibido el 17 de febrero
Aceptado el 24 de junio de 2011

 

Resumen

La producción social del espacio en una megaciudad que en la actualidad rebasa los 20 millones de habitantes, ha sido fuertemente jaloneada por la dinámica urbana experimentada a partir de la posguerra, en el oriente y nororiente de la ciudad de México. De entre los casos más significativos y relevantes, destacan los dos municipios más poblados del Estado de México: Ecatepec de Morelos y Ciudad Nezahualcóyotl. Dadas sus características sociohistóricas, su particular proceso de integración a la capital del país y los rasgos políticos y culturales que los identifican, este trabajo se limita a presentar aspectos generales de su conformación espacial reciente, a la vez que analiza de manera sucinta sus elementos comunes y los que les son propios. Concluye con una reflexión acerca del impacto de los procesos ligados a la economía global en sus entornos locales, con énfasis en la primera década del siglo XXI.

Palabras clave: metropolización, espacio urbano, estructura territorial, globalización, ciudad de México.

 

Abstract

The social production of space in a metropolis that currently exceeds 20 million people has been heavily towed about by urban dynamics experienced in the post-war period, in the east and north-east of Mexico City. Among the most significant and relevant cases, are the two most populous municipalities of the State of Mexico: Ecatepec de Morelos and Nezahualcoyotl. Given their socio-historical features, their unique process of integration to the metropolis and the political and cultural traits that identify them, this essay limits itself to the general aspects of their recent spatial conformation, as well as it briefly examines their common elements and those particular to each one. It concludes with a reflection on the impact that the processes linked to the global economy have had in their local environments, with emphasis in the first decade of the 21st century.

Key words: urban space, territorial structure, globalization.

 

Preámbulo

Los estudios sobre grandes metrópolis en el mundo contemporáneo se han multiplicado y diversificado en los últimos 20 años. Su abordaje es ahora de carácter cada vez más interdisciplinario y en él caben análisis urbanísticos, económicos, demográficos, geográficos, políticos, culturales y ambientales, por citar solo algunos de los enfoques más relevantes.1

Entre esas grandes metrópolis, la configuración territorial de la ciudad de México fue desde hace tiempo objeto de atención por parte de especialistas nacionales y extranjeros, en torno a lo cual se ha construido una vasta bibliografía. Es innegable que se han presentado resultados de investigación con gran fuerza analítica acerca de su génesis, desarrollo y múltiples significados en el proceso de producción del espacio urbano.2

Una veta interesante en el análisis de los procesos metropolitanos es el estudio del espacio local. Este trabajo se propone elaborar una interpretación del proceso de metropolización de dos municipios conurbados de la ciudad de México, cuya inserción espacial reviste particular importancia en este contexto. Ecatepec de Morelos y Nezahualcóyotl son municipios localizados al oriente y nororiente de la ciudad de México, que definen el perfil de una época de intensa expansión urbana. Son, asimismo, un ejemplo de la capacidad de sus actores locales para construir un espacio habitable en la periferia capitalina, en un abanico de distintas formas de hábitat urbano, casi todas de rasgos populares.

Para efectos del análisis se presentan dos apartados, en los cuales de manera particular se desarrollan una serie de reflexiones alrededor de cada municipio, con énfasis en la evolución de procesos locales aparejados con la transformación del espacio. Al final, se concluye con una suerte de comparación entre ambos municipios, a partir de su peculiar imbricación en la dinámica económica global en la que se insertan hoy en día.

 

Ecatepec: un espacio urbano multifacético

El municipio de Ecatepec de Morelos se integró a la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) casi al mismo tiempo en que las colonias del ex Vaso de Texcoco comenzaban a surgir en las "orillas" de la ciudad. Esto ocurrió hace más de 50 años, cuando la metrópoli capitalina iniciaba su expansión territorial hacia el Estado de México. En el oriente y nororiente lo haría en torno a los municipios de Ecatepec, Tlalnepantla y Chimalhuacán, principalmente. Sin embargo, en el entonces recientemente constituido municipio de Nezahualcóyotl, a principios de los años setenta, fue donde adquirió mayor relevancia esta acción de expansión y mayor su impacto, debido en particular por las grandes deficiencias en equipamiento urbano y una tenencia de la tierra irregular durante décadas enteras.

Si bien el municipio de Ciudad Nezahualcóyotl nació como un municipio "atípico", pues se creó como un enorme conglomerado casi exclusivamente habitacional, el espacio colindante hacia el norte de él, Ecatepec de Morelos, mostraba una pluralidad de usos de suelo, que con el tiempo se modificaría (agrícola, industrial, habitacional, comercial). Al arribar el siglo XXI y después de más de 60 años de procesos de transformación territorial ocurridos en el nororiente de la ciudad de México, Ecatepec se destaca dentro del conjunto en virtud de los siguientes factores: a) es el de mayor tamaño poblacional del Estado de México (1 658 806 habitantes, según el Censo de 2010); b) es uno de los seis municipios conurbados más grandes en cuanto a extensión territorial (186.9 kilómetros cuadrados), solo rebasado por Chalco, Nicolás Romero, Tepotzotlán, Texcoco y Zumpango; pero aún más importante: c) posee la mayor extensión de superficie urbanizada, sea municipal o delegacional de toda la ZMCM, aún mayor que la de la delegación Iztapalapa,3 y d) no se debe pasar por alto el significativo capital político que este municipio (junto con el de Nezahualcóyotl) representa para los partidos en procesos electorales locales y nacionales.

Mientras que en Nezahualcóyotl y Tlalnepantla, para citar dos casos relevantes, la oferta de tierra urbana disponible se había agotado mucho antes de concluir el siglo xx, en Ecatepec este proceso se prolongó hasta la primera década del presente, en virtud de la vasta extensión de su territorio rural. De hecho el clímax de su crecimiento poblacional fue en 2005; cinco años después inicia un ligero declive. Con ello Ecatepec se enlaza a la fase de metropolización experimentada años atrás por los municipios arriba señalados. Dadas estas características se afirma que Ecatepec ha llegado al final de un largo proceso de transformación del espacio, que abarcó los últimos 60 años, cuando inició su integración a la ZMCM (figura 1).

 

Dadas las dimensiones territoriales del municipio, el intenso ritmo de su crecimiento y el tipo de procesos de ocupación del espacio que le acompañaron, cabe preguntarse de qué manera dicho municipio –junto con el de Nezahualcóyotl–, se ha integrado históricamente a la metrópoli y cuáles han sido los condicionantes internos que delimitan tal proceso. Para ello es necesario un rápido recuento de los principales procesos de ocupación del espacio y transformación del territorio.

Municipio rural, con claras raíces prehispánicas, por centurias estuvo dedicado a actividades agrícolas y ganaderas, hasta la primera mitad del siglo XX, después Ecatepec se transformó de forma vertiginosa con un proceso de industrialización y urbanización que se intensificó en las décadas de los cincuenta a los setenta. Hacia 1980 un contingente mayor a los 50 000 obreros laboraba en las fábricas instaladas en el municipio. Acaso su punto culminante de desarrollo industrial.

Una breve periodización histórica del municipio puede ayudar a en-tender mejor los procesos de transformación económica y territorial del espacio local. Su punto de quiebre con respecto al viejo modo de vida rural y arcaico que le distinguió, se puede situar en el 1943, cuando producto de la promoción del desarrollo industrial se instala la fábrica Sosa Texcoco. A partir de entonces se distinguen cuatro etapas: a) de 1943 a 1950, cuando se sientan las bases del proceso de industrialización del municipio, con políticas de exención de impuestos a las nuevas industrias y la creación de los primeros parques industriales en la zona; b) de 1951 a 1982, en que se conforman las primeras colonias de habitación popular, se consolida la concentración industrial, se acentúa la intervención territorial del Estado, a la vez que tiene lugar la creación de capitales inmobiliarios con el sistema de fraccionamientos habitacionales. También le caracterizará en esta fase el ascenso de movimientos urbano-populares y, en contrapartida, el paulatino quiebre de la insurgencia obrera; c) de 1982 a 2000, la cual se caracteriza por la fase de agotamiento del modelo de sustitución de importaciones en todo el ámbito nacional, el cierre de empresas a lo largo de la década de los ochenta y la pérdida de centralidad del proceso industrializador en el municipio, es decir, se trata, en síntesis, de un largo reacomodamiento dentro del nuevo modelo de economía neoliberal que da lugar a su fase actual, la cual constituye una larga fase de transición, y d) de 2000 en adelante, cuando Ecatepec y otros municipios de la zona metropolitana se integran de manera consistente a los procesos de la economía global, sin que en este caso desaparezca la vieja estructura industrial que lo caracterizó durante varias décadas.

El proceso de industrialización tuvo como principal eje espacial la zona de Xalostoc, pero en la década de los cincuenta se extendió por todo el camino de la antigua carretera a Pachuca. Este precedente marca de forma definitiva una etapa cualitativamente distinta (marcada con fuerza por un escenario de vida rural ligado a los ejidos), pues se inicia el proceso de concentración industrial y estimula a su vez, el poblamiento masivo del municipio, todo ello a partir de la segunda mitad de los cincuenta.

Estas acciones estuvieron unidas a una política estatal que favoreció la localización industrial en el municipio mediante la construcción de carreteras, corredores industriales, vías ferroviarias, exención de impuestos, control salarial y aprovechamiento de la mano de obra, lo que modificó de manera profunda y en relativamente pocos años la situación socioeconómica, la estructura espacial e incluso la cultura, costumbres y modo de vida familiar de los antiguos pueblos del municipio.

En este periodo, principalmente de 1964 en adelante, se incrementaron las autorizaciones de fraccionamientos, solicitadas por empresas inmobiliarias como Fraccionadora Ecatepec, S.A., o Incobusa, entre otras. Es en esta época se da la creciente acción estatal en este ámbito, en particular desde la década de los setenta: el Instituto de Acción Urbana e Integración Social, el Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad y de la Vivienda Popular, el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores y el Fondo de Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado fomentaron la creación de fraccionamientos populares o construyeron unidades habitacionales. Más tarde, en los noventa, serán los grupos inmobiliarios privados los que ampliarán su radio de acción conforme el Estado se retira de la construcción de la vivienda de interés social.

Ecatepec dio así un salto enorme en menos de 10 años que lo colocó en la primera fila de los municipios más industrializados de la entidad. Ello se debió en parte a la instalación de la fábrica de Sosa Texcoco, S.A., pues constituyó desde su inicio de actividades una gran planta de productos químicos derivados de las aguas saladas del subsuelo del antiguo lago de Texcoco (en la zona conocida como El Caracol), que al parecer le otorgaba al municipio un fuerte perfil orientado hacia la industria química. Con todo, el proceso no fue unidireccional, ni, por tanto, se pudo concentrar en una sola rama industrial.

El segundo periodo establece una nueva modalidad en el proceso, la cual se define por el establecimiento de la mayoría de las grandes empresas industriales y que se convirtieron en características del municipio hasta años recientes. Varias de estas formarán más tarde grupos industriales, en coalición con otras empresas de capital privado nacional y/o extranjero. Entre ellos destacan: Babcock, IQM, Hoechst y Vitro, entre otros. La magnitud del emplazamiento de nuevas empresas, hizo del municipio uno de los más industrializados del país, situación que aún se mantiene, si bien muy disminuida.

Industrias como Aceros Ecatepec (establecida en 1951), Química Hoechst (1957), Compañía Industrial de San Cristóbal (1951), Basf Mexicana, S.A. (1964), se instalaron en este importante periodo y ocuparon un lugar entre las más grandes empresas del país, incluso hasta principios de la década de los ochenta. Esto es, en los años en que estaba por concluir el proceso de sustitución de importaciones. De esta manera, durante un periodo que se inicia en los años cuarenta y se consolida en los setenta del siglo pasado, uno de los símbolos distintivos de la vida urbana en Ecatepec está estrechamente ligado a una cultura obrera, donde los sindicatos y la representación patronal escenificaron diversos conflictos y huelgas, algunas de ellas prolongadas.4 Es importante anotar que alrededor de los corredores y parques o fraccionamientos industriales crecieron, desde los años cincuenta algunas de las primeras colonias populares de Ecatepec, de manera similar como ocurrió con las colonias del ex Vaso de Texcoco. Por último, el proceso de industrialización por sustitución de importaciones tuvo un creciente componente de capital trasnacional que dio lugar a una amalgama de capitales locales-nacionales y extranjeros.

Como resultado del crecimiento de la clase obrera en Ecatepec, los sindicatos más importantes llegaron a tener un peso político relevante en el ámbito de las luchas sociales regionales y en el propio gobierno municipal. Así, por ejemplo, en el auge del proceso industrializador, el presidente municipal emergía de la representación sindical de Sosa Texcoco. La fuerza y el peso sindical concentrado en empresas como Aceros Ecatepec, Aceros Tepeyac, Alcan Aluminio, le producían puestos en la administración municipal (regidurías, la jefatura de la policía local, entre otros). Esto ocurrió por la mancuerna de la Confederación de Trabajadores de México y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), lo cual fue una constante hasta bien entrada la década de los ochenta.

Este panorama privará en la vida política del municipio hasta finalizar el siglo XX. No obstante que en el marco de la transición democrática de los años noventa la competencia interpartidista será una constante. Junto al pri, los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Acción Nacional (PANn) establecerán una lucha cerrada por el ayuntamiento, en particular desde el proceso electoral de 1996. Pero por las características históricas de control y representación política en Ecatepec, hasta el año 2000 (cuando el pri pierde por primera vez esta plaza municipal, y la gana el PAN), la gestión municipal era todavía de tipo clientelar; esto es, se negociaba en primera instancia con las organizaciones corporativas del PRI (Arzaluz, 2002). Se trataba, pues, de un tipo de gestión arcaica, poco eficiente y donde el municipio se concebía como un centro de gestión de intereses de grupos caciquiles y de partido, con un débil componente de participación ciudadana genuina.

La presencia de nuevos pobladores urbanos, sin vínculos con la vida y cultura obreras, van a sumarse de manera decisiva a los componentes sociales y políticos del municipio, incluso desde la época de auge del proceso industrializador. Este sector social es el que puebla los principales asentamientos humanos que brotan a lo largo y ancho del municipio, ya sea en terrenos de propiedad comunal, ejidal o privada. La década de los sesenta será la de mayor crecimiento demográfico en Ecatepec: alcanza la cifra de 18.8% anual; en la siguiente década mantendrá un ritmo todavía intenso (13.2%). Esta tasa bajará a 3.2% hacia 1995, para concluir su expansión a mediados de la primera década del siglo XXI y detener su tendencia histórica de crecimiento en la segunda década de la presente centuria.

Ecatepec ha sido clasificado por los analistas urbanos5 en la franja integrada por diversos municipios del oriente de la ZMCM, considerados como de nivel socioeconómico bajo. Sin embargo, en esa gran franja territorial existen matices relevantes.

Ecatepec creció a la par de –y formó parte– de una ciudad capitalista espacialmente fragmentada, con una presencia mayoritaria de población de bajos recursos que se ubicó en la zona oriente de la metrópoli. Además, este municipio se constituyó en su momento con una población económicamente activa (PEA) vinculada al sector secundario, lo que no impactó fuertemente en una mayor estratificación social. Así, en 1995 se registraron 3026 establecimientos industriales, con una planta diversificada en 42 ramas y con una ocupación de poco menos de 50 000 personas.

¿Qué cambió entonces con el declive de la sustitución de importaciones? Una hipótesis es que la planta industrial se reorientó hacia la micro y pequeña industria, muchas veces de tipo familiar y con fuertes rasgos de informalidad económica. La periferia maquiladorizada le llama Hiernaux-Nicolas (1998: 687). En 1995 y en el marco de una profunda crisis económica, 88.5% de las unidades industriales correspondían a este sector (2680 establecimientos), mientras que a la mediana industria le correspondían 186 unidades y a la gran industria, 131. No obstante, en términos de ocupación de la mano de obra, sucede curiosamente que la gran industria aún concentraba 30.6% de la PEA total en el sector manufacturero, la mediana empresa solo 18.3% y la micro y pequeña industria, 46.8% (Arzaluz, 2002: 120).

Aun cuando la fábrica de Sosa Texcoco desapareció a principios de los noventa, la vocación industrial de Ecatepec sigue vinculada a la rama de la química básica y sus derivados, así como a la celulosa y el papel. No es objeto de este ensayo precisar el impacto de la producción posfordista en el municipio, pero es evidente que la reestructuración industrial iniciada en los años ochenta estuvo acompañada de la caída de grupos industriales locales (la ligada a la siderurgia, por ejemplo), la recomposición de la base obrera sometida al trabajo flexible, desvinculada del viejo mundo sindical y la desregulación laboral que la acompaña. A la par del trabajo industrial, creció el sector de servicios, aunque este tuvo poco impacto en la creación de empleos bien remunerados. En este sector figura de manera creciente el llamado sector informal, el cual ha tenido un crecimiento importante en toda la ZMCM.

La década de los ochenta constituyó un revés para la economía nacional, sobre todo para la ciudad de México. Muchos pensaron que la desconcentración industrial marchaba con pasos firmes. Para autores como Juan Castaignts, la apertura económica que siguió a la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte produjo regiones perdedoras, unas, y ganadoras, otras. Una de las primeras perdedoras fue el corredor triangular formado por el Distrito Federal, Cuernavaca y Puebla (Castaignts, 2000: 66). Aunque no se menciona a los municipios industriales conurbados de la ciudad de México, no hay razón para no incluirlos, dadas sus características de una creciente obsolescencia de su aparato industrial, la ausencia de industrias de alta tecnología y la baja competitividad manifiesta ante la apertura comercial.

Sin profundizar en este apartado, Ecatepec tuvo durante esta transición grandes dificultades para la supervivencia de su vieja planta industrial. Aunque es cierto que se abrieron nuevos giros productivos orientados a la exportación (como la fabricación de productos de madera), con lo que se formaron nuevos capitales regionales, o bien se relanzaron capitales para apuntalar procesos productivos y ofrecer nuevos productos al mercado (el ejemplo de la empresa Jumex es muy elocuente), o en su caso apuntalaron un nicho comercializador del oriente con la Central de Abasto de Ecatepec. Sin embargo, la tónica general es más bien de un sensible declive del sector industrial. Comienza a producirse en el escenario urbano el abandono de las naves industriales, el descuido 189 de la infraestructura urbana que rodea las zonas fabriles, y los primeros espacios vacíos –que al modo de Chicago o Detroit– se convirtieron en objeto de creciente atención para las autoridades municipales en la primera década del nuevo siglo.

El punto culminante de este recuento histórico es precisamente el enorme espacio que legó la empresa Sosa Texcoco, que después de un largo conflicto sindical y con el vencimiento de la concesión por medio siglo de los terrenos ya mencionados, permitió una reconversión de su suelo: de industrial a urbano y comercial. Así, gran parte de su superficie total (unas 841 hectáreas) fue objeto de una de las más importantes obras de "renovación urbana", bajo el cuño de la inversión privada con intervención estatal.

A mediados de la gestión del gobernador Arturo Montiel (19992005), se anunció la creación de la Plaza Las Américas, en el municipio de Ecatepec de Morelos. Al parecer esta obra se vinculó al frustrado proyecto de creación del nuevo aeropuerto internacional para la ciudad de México en las indómitas tierras de Atenco. En este municipio –limítrofe al de Ecatepec–, el impacto económico y espacial del nuevo aeropuerto generó grandes expectativas para inversionistas privados del Estado de México. Si bien la construcción del nuevo aeropuerto no prosperó, el proyecto de la nueva plaza comercial siguió adelante y a ello se ligaron obras de inversión público-privada que abarcaron desde una autopista de cuota (Circuito Exterior Texcoco-Jorobas), que atraviesa Texcoco, Nezahualcóyotl, Ecatepec y Zumpango; la construcción de un hospital general de zona y un nuevo desarrollo habitacional para sectores medios de la población metropolitana (impulsado por Inmobiliaria Ara). El mall comercial y el espacio urbano construido no tienen paralelo, ni en el municipio ni en todo el oriente de la ciudad de México. La obra se encuentra en su fase de consolidación comercial, con tiendas de marca como Liverpool, Sam's Club, Sears, Sanborn's, Vip's, además de un Hotel Fiesta Inn, entre otros grandes establecimientos comerciales.

Una primera apreciación que se puede hacer es que la reestructuración territorial que acompañó al declive del viejo modelo industrializador, trajo como consecuencia el surgimiento de los primeros centros comerciales en Ecatepec, a lo largo de la avenida Central; entre los cuales, el más importante fue Plaza Aragón, que con el tiempo se ha convertido en un espacio de consumo preferencial para los sectores medios y populares de la zona oriente (Nezahualcóyotl y Ecatepec). La modernización de esta estratégica arteria vial se significó por la introducción de la línea B del Metro, que va de la estación Buenavista a Ciudad Azteca, muy cerca del mencionado centro comercial, así como de la construcción de puentes y el reencarpetado asfáltico de varios kilómetros de la avenida Central. De este lado del municipio no se observan grandes zonas industriales, pues estas se localizan cerca de los antiguos pueblos de Tulpetlac, Santa Clara y Xalostoc, alrededor de la Vía Morelos. En otras palabras, existe una fragmentación espacial al interior del municipio, acentuada por las nuevas centralidades comerciales, espacialmente más periféricas. No se trata, sin embargo, de un corredor comercial homogéneo a lo largo de la avenida Central, sino de una mezcla entre lo popular y lo moderno que adquiere tintes propios de la zona: restaurantes de cadena, bancos, cines y espacios de recreación infantil, cerca de zonas de vivienda deterioradas, comercio ambulante, moteles, escuelas públicas y privadas, con una gama amplia de usos del suelo. En su conjunto, la periferia mexiquense de la ciudad de México tenía hasta 1999 un total de 42 plazas comerciales de diferentes escalas, 46 supermercados y 588 tiendas comerciales (Hoyos, 2000: 83). En ese conjunto, Ecatepec abarcaba algo así como 15% del total en materia de servicios. Evidentemente estos datos se han visto modificados a más de 10 años de su cuantificación, y con seguridad Ecatepec ha ampliado su inserción.

La segunda apreciación relevante radica en que precisamente el mencionado mall rompe con lo que se había augurado como destino inevitable para el oriente de la ciudad de México: una gran zona para los asentamientos humanos de bajos recursos socioeconómicos, sin posibilidades de modificarse en los próximos años. Lejos de convertirse en un nuevo Santa Fe, se trata más bien de un emplazamiento comercial y turístico de tipo enclave, rodeado de fraccionamientos y colonias casi todos ellos de tipo popular. Con la significativa excepción de Jardines de Morelos, un fraccionamiento expresamente construido para población de medianos recursos económicos, la gran mayoría de ellos no se ajusta al molde ni a la capacidad de consumo esperada para las grandes tiendas. Sin embargo, está claro que las estrategias comerciales de las grandes cadenas y el cambio hacia patrones culturales de tipo consumista harán su parte e influirán en las pautas de vida cotidiana de sus pobladores, como de hecho está sucediendo. Al igual que en Santa Fe, la existencia cercana de colonias de bajos ingresos no es un obstáculo para la realización de las ventas, puesto que una carretera de peaje conecta ya en este momento a la zona comercial con otros municipios, entre los cuales quizá el más importante sea Texcoco. Como colofón se puede señalar que la presencia de grandes centros comerciales en periferias económicamente pobres, se explica desde la lógica de las redes y los flujos de competencia comercial; aunque funciona como instrumento de exclusión de su hinterland y es de escasa productividad, a juicio de una estudiosa de tales procesos, es "socialmente necesaria" (Hoyos: 2000).

La tercera apreciación es que a diferencia también de Santa Fe, don-de se aprovechó un espacio antiguamente destinado al depósito de residuos sólidos, en Ecatepec el nuevo mall es producto del reciclaje de los espacios otrora industriales, que han formado baldíos (frichesurbaines, los llama Hiernaux-Nicolas, 1998: 689). El caso de Plaza Las Américas es notable por la rapidez con que se han desarrollado las obras públicas y privadas, la selección del lugar y el tipo de establecimientos comerciales y de servicios, en funcionamiento a partir de la segunda mitad de la década pasada. Aunque no era en definitiva la única opción para la reconversión del uso del suelo, pues se pudo haber pensado en un gran centro cultural, artístico y/ó deportivo que sirviera a toda la zona oriente. Pero está claro que se impusieron los intereses de los grandes capitales inmobiliarios, comerciales y de servicios, en un contexto más general de globalización económica que alcanza a la zona oriente de la metrópoli en el despertar del siglo XXI.

Las intervenciones estatales no han cesado tanto en Ecatepec como en Nezahualcóyotl. Ahora aparecen bajo la figura de coinversiones público-privadas. Por ejemplo, se ha logrado poner en marcha una ruta del Mexibus, en el tramo Ciudad Azteca-Tecámac, o como se verá más adelante, construir un nuevo centro comercial, el más grande y moderno de Nezahualcóyotl, denominado Ciudad Jardín Bicentenario, con capital aportado hasta en 70% por el empresario Carlos Slim (Lahera Ramón, 2011). El siguiente apartado reflexionará acerca de este otro municipio del oriente metropolitano.

 

Nezahualcóyotl: municipio emblemático en la metrópoli

Nezahualcóyotl es el segundo municipio más poblado del Estado de México. Bien se puede decir que sus características son únicas por el proceso de urbanización seguido en la década de los cincuenta y sesenta, y por la permanente problemática sociourbana que históricamente ha enfrentado. Representa un prototipo clásico (y por añadidura emblemático) en el proceso de construcción social del espacio metropolitano. Nezahualcóyotl y Ecatepec se erigen como dos gigantes urbanos del oriente de la metrópoli, con una gama de similitudes en su proceso de urbanización. La puesta al día en su análisis es impostergable frente a la dinámica social y política del futuro inmediato, en momentos en que en ese fragmento del territorio metropolitano se han modificado los procesos urbanos que antaño lo caracterizaron.

Desde hace algunos años, Nezahualcóyotl ha observado tasas de crecimiento negativas, después del boom poblacional de las década de los cincuenta y sesenta del siglo pasado. Tiene porcentajes de servicios públicos cubiertos de más de 98% y representa más de 7.3% de la población total del Estado (Inegi, 2010).

El proceso de metropolización de Nezahualcóyotl que se inició en la década de los cincuenta y las dinámicas que generó, han cambiado medio siglo después. Los actores, las actividades productivas y los procesos socioculturales y tecnológicos que vive la ciudad y el mundo, son otros; de ahí la necesidad de repensar la metrópoli, en particular el proceso que vivió uno de los municipios más estudiados del país (a diferencia de Ecatepec), desde su génesis hasta el siglo XXI.6 De hecho se trata de uno de los municipios más emblemáticos de toda la metrópoli, sobre el cual se ha construido una identidad cultural propia. Así, para referirse al lugar, son conocidas curiosas transfiguraciones de su nombre: MiNezota, NezaYork, etcétera.

Este y otros fenómenos particulares del espacio obligan a repensar cómo ha sido el proceso de urbanización del municipio. Algo que parece esencial para explicar ¿qué cambios ha tenido su estructura urbana? y ¿cómo se integra actualmente a la ciudad de México? Veamos enseguida sus rasgos históricos esenciales.

 

Las primeras colonias de Nezahualcóyotl se ubicaron a las orillas del área urbana limítrofe con el Distrito Federal. Estas primeras urbanizaciones fueron las colonias Juárez Pantitlán, México y El Sol (19441960). La cercanía de las nuevas colonias con el área urbana del Distrito Federal permitió extender los servicios de agua y electricidad de una entidad a otra. Poco a poco, conforme se desecó el terreno donde alguna vez fue el lago de Texcoco, se fraccionó la tierra para convertirla en colonias, las cuales se ofrecieron a personas de bajos recursos, a fin de que construyeran sus viviendas (García Luna, 1990).

Nezahualcóyotl surge en la época en que las tendencias migratorias campo-ciudad estaban en pleno apogeo y se produjo el éxodo rural hacia las grandes metrópolis del país, durante la década posterior a la segunda posguerra.

Los terrenos se vendieron a migrantes que llegaban a la ciudad de México, quienes no podían pagar los altos alquileres de las viviendas, por ello, la oferta de terrenos baratos en la periferia de la ciudad constituyó una opción de supervivencia. Irregularidad en la tenencia del suelo, carencia de servicios básicos, hacinamiento, enfermedades respiratorias y estomacales y una grave problemática social se vivió en aquellos años de la fundación de los asentamientos. No fue sino hasta abril de 1963 cuando con la creación del municipio de Nezahualcóyotl (Gobierno Constitucional del Estado de México, 1963), que comenzó la regularización de los terrenos y la dotación formal de servicios básicos a las denominadas colonias del ex Vaso de Texcoco. Desde entonces el municipio viviría varias etapas en su integración a la ciudad de México. A la etapa que precede este proceso se le ha denominado de consolidación, ya que al interior del municipio se dio la redefinición y fortalecimiento de su estructura urbana, así como la integración de Nezahualcóyotl con la ciudad de México y su paulatina incorporación a la dinámica nacional y global (Espinosa Castillo, 2010).

La siguiente periodización muestra el curso seguido por el proceso sociourbano en la construcción del municipio de Nezahualcóyotl: a) de 1944 a 1963, se sitúa en la virtual marginalidad política y urbana de los primeros asentamientos humanos en la zona, cuyos pobladores llevaron a cabo por sí mismos gran parte del acondicionamiento físico y urbano de sus colonias, prácticamente al margen de la intervención del Estado; b) de 1964 a 1980, se corresponde con las primeras administraciones locales del recientemente creado municipio, durante el cual se fortalece su estructura urbana, mejoran de forma paulatina sus servicios, y se legalizan sus tierras, a la vez; durante este periodo se suceden las más importantes movilizaciones sociales al interior de su territorio; c) de 1980 a 2000, se da el desarrollo de importantes obras viales y de infraestructura, las cuales permiten que el municipio se integre de forma plena al espacio metropolitano; asimismo, decrecen las luchas sociales por el mejoramiento de los servicios, aunque se incrementa la actividad de los partidos en el municipio, al tiempo que se produce la alternancia política; d) de 2000 en adelante, se fortalecen y crean las áreas comerciales, y se observa un patrón demográfico, a la baja, que desde finales del siglo XX comenzó a marcar ese tendencia, orientado ahora hacia su consolidación. En este último periodo se observa una población joven de mayor nivel educativo; muchos de ellos universitarios formados en estilos de vida y de consumo ligados o subordinados a la sociedad global.

El municipio de Nezahualcóyotl se estructura administrativamente en tres zonas: centro, oriente y norte. En principio se conformó con terrenos desecados del lago de Texcoco y terrenos del municipio de Chimalhuacán. Su parte más conocida es la que se encuentra al centro y oriente, es decir, aquella que corre paralela a la carretera a Puebla. Sobre este espacio se trazaron las grandes avenidas en damero que dieron orden a las innumerables colonias del ex Vaso de Texcoco conformadas en la década de los cincuenta y sesenta del siglo XX.

Cuando se concluyó el Palacio de Gobierno, en 1983, este se convirtió en el punto de referencia simbólico más importante de los pobladores. En él estaban centradas sus esperanzas de justicia en una tierra donde se imponía la ley del más fuerte. Constituyó el espacio que proveyó certidumbre acerca de un futuro más promisorio para el conjunto de la población. Aunque cabe decir que no fue un proceso inmediato ni a la fecha concluido.

A su vez, la hoy conocida zona norte de Nezahualcóyotl vivió un proceso de urbanización diferente al resto del municipio. Alejada del centro del poder municipal y albergando uno de los fraccionamientos para población de alto poder adquisitivo, Bosques de Aragón, los pobladores de la zona norte en no pocas ocasiones han reclamado su independencia de Nezahualcóyotl, para crear una administración local que responda más eficazmente a sus necesidades inmediatas (Santiago, 2004). En temporada de lluvias, sobre todo, su separación con respecto del municipio de Nezahualcóyotl cobra fuerza, por el olvido en la atención de servicios urbanos que vive la zona. Existe una separación física real entre la zona centro y la norte, y eso se hace evidente en la atención a sus habitantes.

A diferencia del resto del municipio, la zona norte de Nezahualcóyotl tiene una mayor proximidad a los rasgos de conformación territorial que tuvo Ecatepec en su V zona. Surgió de una parte de los terrenos que comprendían la antigua hacienda de Aragón. Ahí se crearon las colonias Campestre Guadalupana y Vergel de Guadalupe, a inicios de la década de los sesenta. Sin embargo, no fue sino hasta 1967 cuando comenzaron las obras para la construcción de la unidad administrativa denominada Delegación Zona Norte, mejor conocido como La Bola. La delegación es, en efecto, el espacio de poder y legalidad que tiene el ayuntamiento en el territorio del norte.

Un elemento muy importante en la estructura urbana de la zona norte de Nezahualcóyotl es la Facultad de Estudios Superiores Aragón (fes Aragón) de la Universidad Nacional Autónoma de México. Apoyo fundamental en su etapa de consolidación, pero que en primera instancia ha beneficiado poco a pobladores del municipio, ya que, como se señaló, ha existido poca comunicación vial y trasporte entre la zona norte y el centro del municipio. Por su origen, la fes Aragón está destinada a cubrir la demanda educativa nacional, no solo de Nezahualcóyotl, y responde de forma particular a la demanda del norte de la ciudad de México.

La zona norte de Nezahualcóyotl se hizo más visible a partir del 2000, cuando el Sistema de Trasporte Colectivo Metro, dependiente del gobierno del Distrito Federal, la modificó de golpe, al llegar este medio de transporte a Ecatepec y con ello revalorizar el suelo y generar una dinámica comercial más intensa, lo cual facilitó integrarla funcionalmente a los canales de interacción e influencia de la economía metropolitana.

Otro elemento que influye de manera decisiva en la estructura e imagen urbana de Nezahualcóyotl es el Bordo de Xochiaca. Este se encuentra en los límites del municipio, abarcando las zonas centro y oriente. Desde 1981 ha recibido los desechos de los municipios vecinos y de la ciudad de México. Cobró fama cuando en él se depositó los escombros que generó el sismo de 1985, lo que hizo más amplias las orillas del lago de Texcoco y aceleró su proceso de desecación.

En los planos más antiguos del Bordo de Xochiaca, se observa que era una barranca que corría a lado del camino del ferrocarril a Chimalhuacán. Por ahí se transportaban flores y legumbres a la ciudad de México. El tiradero del Bordo de Xochiaca era el terreno que separa el ferrocarril de las colonias existentes en aquel momento: El Sol, Tamaulipas y Benito Juárez (antes Aurora). En la barranca donde se iniciaba el lago de Texcoco se depositaron los desechos de las colonias que iniciaron el municipio en el transcurso de la metropolización.

No es ocioso recordar que en Nezahualcóyotl, al igual que en la V zona de Ecatepec, por ser terrenos ganados al lago de Texcoco, los pobladores sufren una problemática crítica de inundaciones en época de lluvias (Ibañes, 2001). Año con año las lluvias reactivan el lago; el riesgo latente en el tiradero del Bordo es la filtración de sustancias nocivas en el subsuelo del lago, que la rápida descomposición de la basura genere enfermedades y malos olores, o que el metano provoque explosiones que afecten a las viviendas cercanas, con las consecuentes pérdidas económicas.

El Bordo se conoce por ser el tiradero de la ciudad de México (sobre todo a raíz del cierre de los tiraderos de Santa Cruz Meyehualco, en Iztapalapa, y de Santa Fe, en Cuajimalpa) y uno de los más grandes de América Latina. El tiradero recibe al menos 10 000 toneladas de basura cada día (Huerta, 2010). Aunque a partir de 2011 se ha ido disminuyendo de manera paulatina la llegada de basura al Bordo, el hecho ha incidido en la imagen urbana que se tiene de Nezahualcóyotl. Tratándose de un tiradero a cielo abierto, ha sido fácil que los vientos levanten basura y polvo, y los depositen en las calles del municipio. Esa imagen de las calles se conjunta con los malos olores y la fauna nociva, lo que hace que las áreas urbanas cercanas a él muestren una imagen desfavorable para la población y la ciudad.

Hoy cuando se escucha la palabra Bordo de Xochiaca inmediatamente se piensa en la problemática de recolección de basura que tiene la ciudad. Enclavado en los terrenos del lago de Texcoco, se ha aclarado que los terrenos donde se ubica el tiradero de basura son de propiedad federal, hecho que ha ayudado a que se defina su jurisdicción, cesen las disputas sobre su propiedad y se decida acerca de su cierre inminente; decisión que favorecerá la imagen municipal.

Por último, con el cierre del Bordo Poniente en diciembre del 2011 no se resolverá el problema de la basura, pues con enviar los desechos al vecino municipio de Chimalhuacán no se eliminarán los procesos de degradación ambiental en la zona: estos forman parte de un ciclo más complejo de entropía urbana que compete a toda la región metropolitana. La separación de basura, el reciclaje, el confinamiento de desechos peligrosos, el aprovechamiento de gas metano o la elaboración de composta, son alternativas en el manejo de desechos que ninguna de las administraciones municipales o de la ciudad han podido abordar con éxito, aun cuando existan ejemplos en el ámbito mundial que pudieran ser replicados (Bassols Ricárdez, 2003).

De forma paralela al cierre del basurero se edifica un complejo comercial y de servicios, denominado Ciudad Jardín Bicentenario, cuyo espacio contrasta con el antiguo paisaje de la zona. Ahí se concentran establecimientos comerciales del Grupo Walmart (en la Plaza Ecológica Ciudad Jardín) y del Grupo Carso (en el Centro Comercial Ciudad Jardín), además de contar con grandes espacios de uso deportivo, cultural y de atención médica (Lahera Ramón, 2011).

El fortalecimiento de la estructura urbana, después del crecimiento de la vivienda, se inició con la creación de una gran red comercial a lo largo de sus principales avenidas. Entre otras, las avenidas López Mateos, Sor Juana, Chimalhuacán, Carmelo Pérez, Villada y Pantitlán, como las identifican sus habitantes, vieron nacer una variada red de pequeños establecimientos comerciales que contribuyeron a que los pobladores que se quedaban día a día en Nezahualcóyotl sobrevivieran y construyeran física y socialmente su espacio. Este proceso hace recordar las reflexiones de un conocido crítico marxista del siglo xx, en torno a vida cotidiana en los espacios urbanos (Lefebvre, 2001). Tortillerías, misceláneas, recauderías, carnicerías y, por supuesto, tlapalerías y casas de materiales para la construcción permitieron que la población construyera su vivienda y las relaciones sociales con su familia y vecinos (Espinosa Castillo, 2010).

Para la integración de servicios públicos en los asentamientos, la mayoría de las veces se requirió de la regularización de la propiedad del suelo. La irregularidad generó un sinnúmero de conflictos, pues frente a la falta de vigilancia de uso del suelo por parte del gobierno estatal, cualquier persona se declaraba propietaria, entonces fraccionaba y vendía terrenos, con lo cual se creaba un asentamiento que era difícil retirar después. La regularización representó el primer paso para la consolidación de los asentamientos, pues a partir de ella se podía no solo gestionar los servicios básicos, sino fortalecer la incipiente estructura comercial (Espinosa Castillo, 2010).

Con la pavimentación de las principales avenidas se garantizaron los flujos comerciales y el desplazamiento de la población que salía a trabajar o a estudiar a la ciudad de México y que regresaba con víveres y recursos para el sostenimiento de sus familias y la consolidación de las viviendas. Nezahualcóyotl, al igual que muchos de los municipios conurbados, observó una dependencia funcional con la ciudad de México. La educación, el trabajo y el esparcimiento se realizaba –y aún es así– fuera del municipio (Espinosa Castillo, 2010).

Por otro lado, la relación del municipio con la zona norte y con su vecino Ecatepec se aceleró en la década de los ochenta, cuando el antiguo camino del Bordo de Xochiaca (que iniciaba en la calle 7, atravesaba los límites del aeropuerto y se comunicaba con la avenida Peñón Texcoco en Ciudad Lago) se hizo más activa con la construcción de una vía corta y más transporte para la comunicación de las dos áreas urbanas.

El transporte no solo conectó a la población municipal, sino que fue el inicio de una interconexión regional, pues las nuevas rutas de transporte llegaban hasta los vecinos municipios de Ecatepec de Morelos y Coacalco de Berriozábal. Con esas vías se acortó el tiempo para trasladarse del centro de Nezahualcóyotl a la zona norte y al municipio de Ecatepec, pero sobre todo se inició el desarrollo de una región con grandes potencialidades comerciales.

De esta manera, en la década de los ochenta se inició el establecimiento de un corredor comercial alrededor de la avenida Central, que hoy es de indudable importancia. Al final de esta avenida y de su área urbanizada, se asentó, alrededor de 1979, un nuevo emplazamiento comercial y de servicios denominado Plaza Aragón. La estrategia de urbanización consistió en construir un área comercial al borde del área urbanizada para alentar la redensificación poblacional. A partir de la construcción de la Plaza Aragón, los comercios en la avenida se multiplicaron. Pocos años después la misma práctica se realizó en el municipio de Nezahualcóyotl, con la creación, por ahí de 1983, de la Plaza Rey Neza, al nororiente del municipio, también al borde del área urbanizada. Si bien no tuvo las mismas dimensiones que Plaza Aragón, sí se lograron los mismos objetivos: urbanizar el suelo restante en los extremos del municipio, densificar el área urbana, revalorizar el suelo urbano e incentivar su dinámica comercial. Este hecho era lógico en un municipio cuya población se dedicaba –y dedica– en buena medida a las actividades comerciales y de servicios. Pero a diferencia del municipio de Ecatepec con una fuerte tradición industrial, en Nezahualcóyotl esta no es significativa (Espinosa Castillo, 2010).

De este modo, el proyecto de desarrollo regional se basó en la vialidad y el transporte, que salía de Nezahualcóyotl, circundaba el Bordo de Xochiaca, corría sobre avenida Central, atravesaba Plaza Aragón y llegaba a San Cristóbal, a partir de ese momento la venta de suelo se incrementó así como las actividades comerciales y de servicios en todo ese recorrido.

Con estas acciones comenzó el desarrollo de uno de los más grandes mercados urbanos. Hay que recordar que sumada la población de los municipios de Ecatepec y Nezahualcóyotl se obtiene un aproximado de 2.7 millones de habitantes, equivalentes a 18.2% de la población estatal (Inegi, 2010).

La importancia de la región estriba en que juntos Ecatepec y Nezahualcóyotl representan un significativo mercado económico y uno de tipo político de la mayor importancia en los procesos electorales locales y federales. En 2009 se tuvo el sensor de las preferencias electorales en la entidad y en el municipio de Nezahualcóyotl, cuando el pri recobró el espacio político creado a base de prácticas clientelares en los años de la fundación del municipio. Desde 1997 cuando el prd llegó a la Presidencia Municipal, la izquierda mexicana había ganado un amplio territorio mexiquense. El cinturón amarillo de la del prd empezó a rodear a la ciudad de México desde 1997, para finalmente perder esos espacios en 2009. En ambos municipios, en diferente año, el PRI recobró el gobierno del municipio, así como sucedió en otras zonas conurbadas de la capital del país. Los programas de apoyo clientelar dirigidos desde el gobierno estatal en la elección de 2009 tuvieron un gran peso en la votación final.

Por las calles, en la lechería, el mercado y en los transportes se conoció el contenido de las despensas, los juguetes y las bicicletas que se obsequiaron. La alternancia en el poder municipal y la lucha política finalmente le arrebataron la municipalidad a las fuerzas perredistas ancladas en el oriente metropolitano.

La construcción de una ciudadanía responsable inicia desde el conocimiento de la oferta partidista, hasta la acción política para crear alternativas de solución. En Nezahualcóyotl, como en muchas partes del estado y el país, la opción de la población es la abstención política, y con ello el convencimiento mediático de un ganador, el manipuleo de las votaciones o el robo de una elección pasan desapercibidos para el grueso de la población que poco se informa y menos participa.

De esta suerte, con la dinámica económica apoyada en las vialidades y reforzada con las plazas comerciales se preparó a Ciudad Nezahualcóyotl para entrar a los circuitos de la economía global. A partir de la década de los noventa, los comercios y servicios no básicos se multiplicaron y llegaron los comercios de comida rápida, agencias de viajes, servicios de hospedaje y tiendas de marcas nacionales e internacionales. Primero arribaron a las plazas comerciales y después se asentaron a lo largo de las avenidas. No era una oferta comercial para toda la población, pero sí para una creciente generación de comerciantes y profesionistas de mayor poder adquisitivo, con aspiraciones de consumo de mercancías y servicios de calidad. La vecindad con el Distrito Federal y la dependencia laboral hacía él, hacen que la dinámica comercial y social seguida en la metrópoli constituya un modelo imaginario a seguir por Nezahualcóyotl y otros municipios conurbados, a pesar del bajo poder adquisitivo de la mayoría de su población.

La globalización se afianzó, al igual que en el resto del país, con la llegada de los servicios de comunicación de la Internet. Con la comunicación en línea, los negocios y servicios adquirieron una nueva faceta, y en una población tan dinámica como la de Ciudad Nezahualcóyotl resulta impensable la ausencia de este tipo de servicios. La era de las telecomunicaciones y el espacio virtual, aunque restringidos para las zonas populares, comienzan, en efecto, a ser una realidad.

El área de servicios que corre paralela a la avenida Bordo ha adquirido importancia desde la década de los noventa, cuando se comenzaron a asentar innumerables dependencias que concentran actividades gubernamentales y de servicios. En esta avenida se encuentra la Catedral, el Hospital General Gustavo Baz, el Centro de Readaptación Social Neza-Bordo, la Escuela de Policía del Estado de México, la Unidad Académica Profesional Nezahualcóyotl de la Universidad Autónoma del Estado de México, la Universidad La Salle Nezahualcóyotl, el Centro de Rehabilitación Infantil (Teletón) Neza y más recientemente la Ciudad Jardín Bicentenario, que alberga una gama de comercios y servicios para una población con creciente capacidad de consumo: un sector de clases medias que ya existe en ese municipio.

La globalización y sus efectos se palpan en la dinámica diaria de Nezahualcóyotl. Esto es, en el transporte, las comunicaciones electrónicas, el comercio y los servicios, en las actividades culturales y deportivas, entre otras. Son múltiples y significativos los esfuerzos por proyectar a Nezahualcóyotl hacia el exterior. Conferencias en el extranjero para dar a conocer la cultura nezahualcoyense, exposiciones artísticas en los centros culturales, carreras deportivas para fomentar la práctica de los deportes, o concursos de expresiones culturales de los jóvenes en el municipio.

Después de más de 50 años de historia, los espacios, los actores, las tendencias y el futuro se ven diferentes. El municipio de Nezahualcóyotl evolucionó de manera paralela (aunque subordinada) a los ritmos de la economía del Distrito Federal. Para repensar a este gigante del oriente, se requiere conocer su historia e identificar los caminos por los que ha transcurrido.

Frente al desarrollo tecnológico de principios de siglo, la crisis económica que afecta al país, las corrientes políticas que impactan en el ámbito municipal y la dinámica social y cultural al interior de su tejido social, se necesita considerar a Nezahualcóyotl de manera integral y asociada a los procesos metropolitanos que la acompañan, a fin de poder aquilatar mejor su presente y vislumbrar sus posibles escenarios en el futuro inmediato.

 

Discusión

En la transición de una estructura mononuclear a una polinuclear de la ciudad de México (Aguilar y Alvarado, 2004), el papel desempeñado por los municipios del Estado de México ha sido cada vez más relevante, conforme madura el proceso de aglomeración urbana con sus rasgos de polarización espacial y productiva.

Ecatepec se distingue por haberse insertado en esa estructura polinuclear a partir de la industrialización ampliada de la ciudad de México en terrenos del Estado de México. En su momento fue uno de los tres grandes municipios industriales, solo superado por Naucalpan y Tlalnepantla. A partir de la crisis de 1982, con el efecto desindustrializador de la economía metropolitana y el ascenso del neoliberalismo, las economías locales siguieron rumbos inciertos y dispares, en tanto se ajustaban a los nuevos parámetros de la economía global. Vistas así las cosas, ha habido también municipios "ganadores" y "perdedores"; o sea, gobiernos y economías locales que han sabido engarzarse mejor que otras en la era de la competitividad y la conquista de mercados.

Los procesos de transformación territorial de los últimos 25 años han ocurrido a diferentes escalas territoriales y muchas veces en asincronía con los cambios locales, regionales y globales o mundiales. No es posible observar los mismos procesos de transformación territorial en cada uno de los espacios municipales de la ZMCM, dada la gran heterogeneidad de actores sociales, identidades locales y formas de gestión municipal.7

Pero incluso la noción misma de zona metropolitana comienza a ser desbordada analíticamente para la comprensión de los nuevos procesos de reconfiguración territorial a partir de nodos, redes de comunicación, flujos de capital y de información, que en su conjunto le confieren a la región metropolitana un carácter espacial difuso, discontinuo y sometido cada vez menos a procesos regulados por el Estado.

Asimismo, el concepto de periferia se volatiliza no solo por las distintas interpretaciones que se han distinguido en las nuevas interpretaciones del proceso urbano y la vida cotidiana de sus pobladores (Hiernaux-Nicolas y Lindón, 2004), sino porque la expansión metropolitana hacia nuevos territorios de la región centro ha sido intensa y difícil de precisar en sus contornos.

En ese sentido, un municipio como Ecatepec presenta los rasgos de un viejo centro industrial y urbano ampliamente integrado al ritmo cotidiano de vida de la ciudad de México, pero también muestra signos contrastantes de espacios que se transforman y hacen más complejos, incluyendo los otrora suelos de uso industrial. Para su comprensión se precisa de una mayor aproximación analítica acerca de las transformaciones del modelo industrial en el paso de la ciudad nuclear a la región metropolitana, donde la sociedad se fragmenta y diferencia, y la estructura territorial se hace más compleja e interconectada (Caravaca y Méndez, 2003).

De cualquier manera, Ecatepec se observa como uno de los municipios más dinámicos y heterogéneos del Estado de México, con formas de hábitat diverso: pueblos ancestrales, fraccionamientos residenciales medios y populares, colonias populares y aún cotos cerrados dentro del modelo de ciudad insular.8

Por su lado, Nezahualcóyotl se visualiza como un municipio más homogéneo en su composición socioterritorial, aunque con ritmos de vida muy parecidos a los de la ciudad de México. La dinámica sociourbana en que creció ha llevado a caracterizarlo como uno de los más problemáticos en la zona metropolitana. Sin embargo, es preciso señalar que en el emblemático Nezahualcóyotl del siglo XXI se observa una dinámica social donde están presentes los extremos. Así, desde el Ayuntamiento se promueven los programas más innovadores de gestión municipal, como la sensibilización de policías para que lean obras clásicas, hasta los no aislados casos de corrupción policial, donde cualquier falta administrativa se resuelve con un soborno. De manera paralela, una masa de población de escasos recursos "va al día", en contraste con un sector de la población (ciertamente menor pero visible) que vive en situaciones cercanas al lujo y el confort, característicos de otras zonas al sur y poniente de la ciudad de México. Existe una nueva generación de profesionistas y artistas talentosos, la cual ha impreso su huella cultural en las últimas décadas y contribuido a generar nuevos modos de vida al interior del municipio. Se tiene, en suma, un territorio con múltiples y contrastantes dimensiones socioculturales.

Con lo anterior se afirma que en el actual contexto nacional, Nezahualcóyotl no es solo un lugar donde se concentra el atraso y la pobreza. Hoy en día también es un lugar de negocios y cuna de empresarios relativamente prósperos. Al tiempo que emerge una dinámica actividad cultural, donde está presente un amplio abanico de opciones (Calva Gómez, 2003).

En Nezahualcóyotl se presenta una reconstrucción constante del espacio. La construcción social del territorio de las décadas de los sesenta y setenta dio paso a la ocupación intermitente del espacio, expresada en espacios ocupados por actividades deportivas, musicales, literarias, etcétera.

Por otro lado, la globalización no hizo más que acelerar el dinamismo económico con el que nació Nezahualcóyotl. La tercerización de la economía es una actividad de larga historia en el municipio. Su propia estructura urbana y el carácter de su población fundadora hizo de este un pueblo de comerciantes que mantuvo un mercado más bien de carácter popular, pero incorporado cada vez más a la globalización desde finales del siglo XX.

Sin embargo, hay que reconocer que Ecatepec y Nezahualcóyotl, como entidades locales, se han visto afectadas de diferente manera por el fenómeno de la globalización. Se constatan impactos en su estructura urbana, principalmente en vialidades y transportes, en la ampliación del mercado, sobre todo el de consumo inmediato. Pero se destacan también cambios en los patrones de recreación y consumo, así como en las relaciones sociales de sus pobladores, cada vez más insertos en la llamada sociedad global (Ianni, 1998). Desde esta perspectiva se abre una veta de análisis que dista de estar agotada en sus distintas dimensiones sobre la ciudad de México y su zona metropolitana.

Ni duda cabe de que la inserción del nororiente metropolitano en la economía global es parcial, debido a los sectores sociales a los que va dirigida, así como fragmentada, por los espacios que ocupa en el territorio municipal. Pero, además, esta inserción no se produce necesariamente en un vacío de gestión política. Al contrario, en cierta medida, algunos procesos globalizadores pasan por el tamiz de lo local, se procesan y convierten en propuestas concretas, como el caso de la reconversión de los antiguos terrenos de la fábrica de Sosa Texcoco.

A poco más de 60 años del primer jalón industrializador en los municipios mexiquenses conurbados, el concepto tradicional de fábrica ciertamente está desapareciendo y se sustituye por el de los espacios de consumo (Nivón Bolán, 2004), que arrojan a Ecatepec, Nezahualcóyotl y otros municipios circundantes a un sendero de contornos indefinidos. Si bien se puede reconocer la presencia de dinámicas y ritmos vinculados a la economía global en ciertos nichos económicos y espacios urbanos, los procesos locales no quedan por fuerza subordinados a lo global.

Estos últimos hay que explicarlos dentro de otras lógicas de vida urbana conectadas al espacio familiar y privado, al mundo de la informalidad, a la cotidianeidad del barrio y el hábitat popular y aun en los espacios de ruralidad (como quiera que se la entienda) que subsiste en la metrópoli y que contrasta sobremanera con los nuevos emplazamientos de la modernidad.

Si se particulariza respecto de los contrastes y similitudes entre los dos municipios, se puede apuntar que aunque el desarrollo económico de Ecatepec tuvo un fuerte apoyo en el desarrollo industrial, hoy esa dinámica ya se modificó, dada su dimensión poblacional y los cambios en la economía regional. En la actualidad, gran parte de la población de Ecatepec, al igual que la de Nezahualcóyotl, se sostiene de la actividad comercial y de servicios.

Nezahualcóyotl y Ecatepec tienen en común que observaron un proceso sociourbano similar, sobre todo en la V Zona del desecado Vaso de Texcoco. Comparten un medio ambiente árido y lacustre, que en temporada de lluvia provoca graves inundaciones; ambos se asientan en lo que fueron las tierras ganadas al lago de Texcoco. Pero desde una perspectiva histórica de largo plazo en la construcción social del espacio, los dos municipios tienen especificidades propias de su desarrollo local, de las transformaciones del paisaje y, por lo tanto, de su historia ambiental.

Con frecuencia se señala a ambos municipios como contenedores de poblaciones inmensas dentro de la escala metropolitana. Sin embargo, sus tasas de crecimiento demográfico han descendido de manera sensible, al grado de comenzar a revertirse su tendencia histórica. Ello ocurrió primero en Nezahualcóyotl cuando concluía el siglo XX, mientras que Ecatepec experimentó un proceso similar desde el segundo lustro del presente siglo. Además, son espacios que arrastran graves problemas sociales y una limitada capacidad en su infraestructura urbana, si se compara con la instalada en el Distrito Federal.

Ambos municipios, en parte por su origen común (Espinoza Castillo, 2010), se integraron a la dinámica socioeconómica de la ciudad de México de manera casi simultánea. Sin embargo, hay que efectuar la siguiente aclaración de carácter histórico, que marca una diferencia importante entre los dos casos: antiguas poblaciones de origen prehispánico distinguieron a Ecatepec durante siglos, las cuales mantuvieron sus estilos de vida rural hasta bien entrado el siglo XX. Con la paulatina expansión de la ciudad de México hacia los municipios mexiquenses, los viejos pueblos se transformaron, y a mediados de la década de los ochenta se encontraban prácticamente inmersos en la vorágine metropolitana. La vieja ruralidad ecatepense si bien no desapareció del todo, se debió ajustar entonces a las nuevas pautas y ritmos de la vida urbana y servirse también de ella para sus propios fines comunitarios.

En la actualidad, la estructura urbana y la red de transportes que distingue a estos dos gigantes del oriente, facilitan la incorporación de su población a las dinámicas económicas de la ciudad de México y de su globalidad. Así, se observa una dependencia funcional muy cercana al tipo en donde los pobladores viven la dinámica de su localidad, pero al ritmo y dirección del proceso metropolitano dominante. Esto en clara dependencia con el mercado laboral y el espacio de comercio y consumo que caracteriza al Distrito Federal. Se puede decir que frente a la falta de servicios de salud, educativos, deportivos y culturales que se vive en ambos municipios, la población recurre a los servicios que ofrece la capital federal. Por supuesto, está situación se incentivó con la extensión del Servicio de Transporte Colectivo Metro a territorio mexiquense. Parecería como si la población no obtuviera respuestas satisfactorias del gobierno estatal a sus necesidades sociales de transporte y provisión de servicios. Sin embargo, la localización y el mejor acceso a las comunicaciones metropolitanas permite que esas necesidades y problemáticas las resuelva, medianamente, el gobierno de la ciudad de México.

De igual manera, en el ámbito de la vida cotidiana de sus moradores (con sus debidas particularidades), tanto Nezahualcóyotl como Ecatepec tienden a seguir pautas culturales similares, debido a esta nueva fase de metropolización-globalización, cuyas tendencias mundiales parecen imponerse a las viejas tradiciones y costumbres locales.

Con excepción del proyecto económico industrializador en Ecatepec y del dinamismo comercial con las plazas comerciales de ambos municipios, resulta patente que el espacio urbano metropolitano al oriente de la ciudad ha sido construido, gestionado y mantenido socialmente por los pobladores. Las nuevas dinámicas que enfrenta la población no se han discutido o mediado en relación con los nuevos emplazamientos comerciales orientados hacia estilos de vida y de consumo globales. Después de la regularización, los gobiernos municipales han administrado los recursos y servicios a la población, pero ha sido una entidad externa a la municipalidad la que ha impulsado el fortalecimiento de la estructura urbana y la extensión de las vialidades y comunicaciones. Todo ello a pesar de la planeación y desarrollo de las vialidades y el transporte municipales. Los ritmos del crecimiento de Nezahualcóyotl y Ecatepec serían muy distintos sino fuesen municipios conurbados de la ciudad de México.

Sería deseable un proyecto urbano a largo plazo que contara con la participación de amplios sectores de la población. El reto es para los gobiernos locales, con la esperanza de que puedan capitalizar no solo el capital humano de los dos municipios más grandes del Estado de México, sino también la permanente disposición de una población que de manera constante reconfigura su espacio.

Este artículo discutió algunos aspectos de la historia urbana de Ecatepec y Nezahualcóyotl, con el fin de situarlos en el ámbito de los estudios urbanos regionales en México. A diferencia de los tradicionales estudios de urbanizaciones municipales, de carácter monográfico, la escala local es redimensionada para mostrar sus posibles contornos globales que la contienen. Asimismo, afirma que los procesos metropolitanos reconfiguran los espacios municipales en diversas direcciones, por lo que se requieren estudios de mayor profundidad para expresar la diversidad y heterogeneidad que en sí misma contiene una gran metrópoli.

Ecatepec y Nezahualcóyotl representan, en muchos sentidos, una unidad funcional, no solo determinada por su proximidad, sino también por su problemática urbana, configuración política y dinámica económica que las distingue. Estudiar la especificidad de su espacio puede ser un buen punto de partida, a fin de identificar algunos de los rasgos más significativos del hábitat popular en las ciudades mexicanas del siglo XXI.

 

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Notas

1 Ver, por ejemplo, Aguilar (2004), Garza, Filion y Sands (2003), y Rojas, Cuadrado-Roura y Fernández (2005).

2 Por mencionar algunos: Ward (1991), Davis (1999) y Duhau y Giglia (2008).

3 Ver Aguilar y Alvarado (2004: 277-278).

4 Ver Bassols Ricárdez (1984, 1985)

5 Entre ellos, Hiernaux-Nicolas (1998) y Aguilar y Alvarado (2004).

6 Uno de los primeros trabajos referidos a esa zona de la periferia capitalina es el del antropólogo Oscar Lewis, en cuya Antropología de la pobreza, que se publicó en 1959 (1980), una de las cinco familias estudiadas –la Sánchez– se desenvuelve en el agreste escenario de las colonias del ex Vaso de Texcoco. Posteriormente, en la década de los setenta, la literatura sobre Nezahualcóyotl tiene su cenit (De la Rosa, 1974; Huitrón, 1975; Ferras, 1977; Iglesias, 1978, entre otros), precisamente cuando se impulsa en México el análisis acerca de los asentamientos populares en las grandes ciudades (Lomnitz, 1975; García et al., 1978; Cornelius, 1980, Montaño, 1976; Schteingart, 1973). Asimismo, la producción de tesis de licenciatura y posgrado alrededor de Nezahualcóyotl es incontable.

7 Ver Arzaluz (2002) y Moreno Pérez (2008).

8 Ver la caracterización de Duhau y Giglia (2008).

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