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Polis

On-line version ISSN 2594-0686Print version ISSN 1870-2333

Polis vol.6 n.1 México Jan./Jun. 2010

 

Traducción

 

La teoría de las representaciones sociales hoy: esperanzas e impases en el último cuarto de siglo (1985-2009)

 

Michel-Louis Rouquette*

 

Hace 10 años fui invitado por la Cátedra Unesco para el Desarrollo Sustentable en la Universidad de Laval, en Quebec, Canadá, a dar la conferencia "Las representaciones sociales: su estado del arte". En aquel momento yo era muy optimista acerca del porvenir de la teoría. Hoy, lo soy mucho menos y voy a explicar enseguida por qué, aunque para lograrlo sea necesario hacer un breve recorrido histórico antes de intentar hacer un balance provisional y formular, con cierta prudencia, un diagnóstico. En todo caso, hago un reconocimiento expreso a la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa por proporcionarme la ocasión para realizar este ejercicio.

 

Medio siglo de historia

En efecto, la historia de la teoría abarca unos 50 años. La primera edición del libro de Serge Moscovici acerca de la representación del psicoanálisis -que se derivó directamente de su tesis de doctorado de Estado- se publicó en 1961. Es importante señalar que el hecho de que este texto fuera dado a conocer como libro y no como artículo resultó fundamental para comprender lo que vendría después. Es esencial que se trate de la § publicación de un libro, pues brinda la posibilidad de lograr mediante su intermediación una influencia de largo alcance, lo que, en general, no se logra con la publicación de artículos. La larga vida que ha tenido dicha obra a partir de ese hecho editorial, en apariencia poco importante, ha sido muy relevante. Durante más de 20 años, en efecto, no pasó casi nada, al menos nada que haya tenido una repercusión importante en la psicología social. Cabe señalar que al interior de las ciencias sociales las cosas ocurrieron de otro modo; la teoría tuvo ahí una influencia mayor gracias a la ubicación de Moscovici en la VI sección, dedicada a las Sciences économiques et sociales de la École Pratique des Hautes Etudes; luego esa sección se convertiría en la École des Hautes Etudes en Sciences Sociales. También resulta significativo que después de la edición en 1969 del destacado trabajo de Claudine Herzlich acerca de la salud y la enfermedad (Santé et maladie), el cual reporta una aplicación de la teoría de las representaciones sociales, esta autora haya hecho su carrera en Sociología. En este mismo sentido, hay otro indicador: la publicación en 1970 de una recopilación de resúmenes de investigaciones, con un prefacio de Moscovici, destinada a presentar la psicología social a un público más amplio (Moscovici, 1970: 9-64). El primer párrafo del libro decía: "No debe sorprendernos encontrar en una colección de textos clasificados como 'textos sociológicos' una obra consagrada a la psicología social: de todas las disciplinas vecinas a la sociología, ésta es seguramente la más cercana".

Esta relativa ausencia de la teoría de las representaciones sociales en el seno de la psicología duró más o menos un cuarto de siglo. Podemos referirnos al número especial de Psychologie Française, revista de la Sociedad Francesa de Psicología, con el tema "Las representaciones" (1985). En esta edición se incluyó un artículo titulado "La representación como estructura cognitiva y social" (pp. 239-244). Sin embargo, llama la atención que en ningún párrafo del artículo, en una revista dedicada a este asunto, se consagre un espacio a las representaciones sociales. Más aún, la misma expresión representación social no aparece ni una sola vez.

Este artículo, escrito en francés -lengua original de expresión y elaboración de la teoría de las representaciones sociales- y su fecha de publicación nos proporcionan una punto de referencia significativo. En esa época aparecieron algunos textos importantes, en particular el de Flament acerca del análisis de similitud (1981). Pese al auge de esos años, las investigaciones y publicaciones realizadas entonces no tuvieron mucha repercusión en la comunidad científica. No fue sino hasta fines 134 de los años ochenta -más de un cuarto de siglo después de la aparición del libro de Moscovici- que esa corriente de investigación tuvo un fuerte desarrollo y conoció su Edad de oro. A partir de ahí, la elaboración de tesis de doctorado, la creación de plazas académicas, la integración de equipos y de laboratorios, así como la organización de encuentros académicos y la multiplicación de publicaciones fueron notables.

Esta Edad de oro abarca en conjunto a los años noventa, que fueron particularmente activos, y llega hasta nuestro siglo. Este periodo, me parece, se caracteriza sobre todo por cuatro rasgos: la internacionalización, la intensa producción, la extensión de las aplicaciones de la teoría y las innovaciones. Sin pretender ser exhaustivo, cada uno de estos cuatro puntos merece nuestra atención.

1. Empecemos con la internacionalización. En algunos años, la teoría de las representaciones sociales ha ganado terreno en muchos países de Europa y América del Sur, así como en la ciudad de Quebec. De igual manera, es necesario destacar la organización de las conferencias internacionales que desde 1992 se realizan cada dos años en diferentes naciones. Ello ha permitido que las lenguas de expresión de la investigación se hayan diversificado: a estas alturas, la teoría es poliglota. Las diferentes tradiciones académicas se han confrontado, a veces para oponerse entre sí, en ocasiones para fecundarse. Cierto, tal recorrido ha conocido de todo, ha enfrentado riesgos, momentos fuertes y periodos de pérdida de interés, de desconcierto. Sin embargo, todo ello posibilitó su desarrollo. Pienso, personalmente, que las dos ediciones más sobresalientes de estas conferencias internacionales fueron la de Río de Janeiro en 1994 y la de México en 1998. Ningún encuentro europeo ha tenido tanta fuerza e impacto.

2. En el mismo periodo, es posible documentar la producción de una considerable cantidad de tesis y publicaciones en muchos países. En particular, la elaboración de tesis de doctorado ha sido muy significativa. Tal producción tiene como efecto la creación de plazas académicas y, en consecuencia, su difusión a través de la enseñanza, así como su dinamización mediante la realización de nuevas investigaciones. Será interesante que los historiadores se ocupen un día de la cronología y la topografía de esa fecunda producción de tesis de doctorado. Es sumamente raro encontrar este fenómeno en escala similar en las ciencias sociales.

3. Esos años fueron marcados también por la expansión del campo de aplicación de la teoría a nuevos objetos sociales. La noción de representación social adquirió de este modo una gran visibilidad en el espacio público debido a esta expansión; incluso a veces ha tratado objetos poco adecuados o que tienen una pertinencia científica dudosa. Hablaremos de ello más adelante.

4. Finalmente, lo que podría ser más importante desde el punto de vista científico: diversas innovaciones conceptuales y metodológicas tuvieron lugar durante este periodo. Podemos citar, por ejemplo, el desarrollo de la aproximación estructural, el análisis prototípico, el modelo de esquemas cognitivos de base y sus desarrollos empíricos.

 

Logros de los últimos 25 años

¿Cuál es el resultado de esta historia reciente? De manera global, podemos considerar que la investigación internacional de los últimos 25 años ha permitido asegurar tres grandes logros de la teoría de las representaciones sociales.

1. De inicio, el haber puesto en evidencia de forma empírica la articulación entre lo individual y lo colectivo. Esta cuestión puede ser formulada de una manera sintética y realmente simple: una representación social no es un conjunto de representaciones individuales distintas, sin embargo, es la que organiza y coordina las representaciones individuales en tres planos: la cognición, la comunicación y la sociabilidad. Esta puesta en evidencia, que desde mi punto de vista distingue radicalmente a la psicología social de la psicología (ya sea cognitiva o clínica), constituye sin duda la aportación más relevante.

2. Por otro lado, un logro importante, esencial incluso en el periodo reciente, es la demostración de que existe una organización estructurada del pensamiento social. Podemos, entonces, pasar, aunque sea un poco, de la simple descripción por estudio de caso (que no tiene carácter acumulativo) a elementos de modelización general.1 El pensamiento social no resulta de un conjunto de errores, de preferencias viciadas por el prejuicio o de afectos desordenados; se trata más bien de un pensamiento motivado -en particular por las pertenencias sociales relativas de los protagonistas-, y que expresa regularidades y determinaciones estructurales ("leyes"). La experimentación ha mostrado, así, su importancia al permitir poner a prueba hipótesis mediante dispositivos que se pueden reproducir.

3. Identificamos, por último, su gran plasticidad desde el punto de vista metodológico. Se han utilizado una gran variedad de aproximaciones, desde el análisis histórico hasta la experimentación, desde la observación simple hasta los análisis de discurso, desde lo fenomenológico cualitativo hasta lo cualitativo matematizado. Esta plasticidad ha permitido una verdadera transversalidad disciplinaria, la cual hace posible que cada tradición intelectual —en ciencias sociales, historia, lingüística, geografía, urbanismo— se apropie de toda la teoría o de parte de ella. De esta manera, la psicología social ha sido capaz de formular una concepción general acerca de ciertos fenómenos de la sociedad, lo cual no es habitual. Sin embargo, las metodologías utilizadas son extremadamente diversas y, con frecuencia, epistemológicamente incompatibles. De manera que la plasticidad de la teoría en el plano de la investigación empírica tiene, en consecuencia, un carácter ambiguo.

 

El hoy y el mañana

¿Y qué ocurre hoy con la teoría? Los hechos nos imponen reconocer que hemos entrado en una fase de retracción científica. Diversos signos que convergen así lo muestran. De inicio, salvo algunas excepciones, no ha habido ninguna innovación técnica significativa desde hace 10 o 15 años; los métodos utilizados hoy fueron perfeccionados entre 1980 y 1995. Estos métodos son ahora clásicos o rutinas, sin que nos hayamos preocupado por mejorarlos o superarlos. La teoría sigue sin formularse a cabalidad; de hecho, hay muy poco trabajo teórico, como si muchos se contentaran con elaborar formulaciones intuitivas y nociones polisémicas.

Por otro lado, por lo menos en Europa, las plazas académicas no se están renovando en esta especialidad; los laboratorios están desapareciendo o han cambiado de perspectiva o de tema. En la actualidad se elaboran menos tesis alrededor de representaciones sociales en comparación con lo que ocurría hace unos 10 o 12 años. En el mismo sentido, podemos constatar la desaparición de ciertas revistas que constituían apoyos importantes en este campo (Psychologie et Société, psr; PsicSoc en México).

Hemos hecho, globalmente, que una noción devenga de uso común -eso que llamo una noción doméstica- para ser utilizada en un gran número de disciplinas y, en consecuencia, pierda su rigor. En resumen, tendemos más a hacer una serie de aplicaciones extensivas de la teoría de las representaciones sociales que a profundizar en el desarrollo de una corriente científica. Esta disolución es, sin duda, la razón de su éxito. Podemos comprenderlo con facilidad si situamos el desarrollo de la teoría de las representaciones sociales en el cruce de dos criterios muy conocidos: la pertinencia científica de una investigación y su utilidad social. Cuatro casos aparecen, entonces, de manera esquemática:

Imposible negar que el ideal de toda investigación es brindar una contribución a la comprensión fundamental del mundo y dar respuesta a una demanda de la sociedad (+ +). Simplemente, este tipo de aportación es verdaderamente muy raro o escaso.

En sentido inverso, nadie realiza por gusto un trabajo que no tendrá ningún interés científico y que tampoco responderá a ninguna necesidad de la colectividad (—). Sin ser pesimista en grado mayor, pienso que esta configuración es mucho más frecuente que la anterior.

El problema real aparece entre los dos casos restantes: una investigación que tenga un interés fundamental pero que no responda a ninguna preocupación de corte utilitario (— +) versus un trabajo que legitima y responde, en apariencia, a la demanda social sin que progrese la comprensión de los procesos fundamentales (+ —). En los hechos, estos dos últimos casos no tienen la misma representatividad: los financiamientos y las presiones ideológicas —sin olvidar eso que denominamos la mercantilización del saber— tienden a favorecer la utilidad y lo rentable, es decir, la investigación de la satisfacción inmediata más que el compromiso a largo término. Es indudable que las cuestiones ligadas a la salud, a la educación y a la política son apremiantes, en particular en el caso de América Latina. Sin embargo, nadie debería dudar que la precisión de los diagnósticos y el valor de las preconizaciones deban estar fundados 138 necesariamente en conocimientos bien establecidos, en conocimientos de carácter fundamental. En esto, la psicología social no es diferente a las demás ciencias.

 

México, Distrito Federal, 20 de febrero de 2009.

 

Bibliografía

Flament, Claude, 1981 "L'analyse de similitude: une technique pour les recherches sur les représentations sociales", en Cahiers de Psychologie cognitive, vol. 1, núm. 4, pp. 375-395.         [ Links ]

Herzlich, Claudine, 1969-1973 Santé et maladie. Analyse d'une représentation sociale, París, Mouton.         [ Links ]

Moscovici, Serge, 1961 La psychanalyse, son image et son public, París, Presses Universi-taires de France.         [ Links ]

––––––––––1970 "Préface", en Denise Jodelet, Jean Viet y Philippe Besnard, coords., La psychologie sociale, une discipline en mouvement, París, Mouton, pp. 9-64.         [ Links ]

––––––––––1979 [1961] El psicoanálisis, su imagen y su público, Buenos Aires, Huemul.         [ Links ]

Psychologie Française, 1985 vol. 30, núms. 3-4.         [ Links ]

 

Lecturas recomendadas

Castorina, José Antonio, comp. 2003 Representaciones sociales. Problemas teóricos y conocimientos infantiles, Barcelona, Gedisa.

Echebarría, Agustín, 1991 "Las representaciones sociales", en Agustín Echebarría, coord., Psicología social sociocognitiva, Bilbao, Desclée de Browers, pp. 251-280.

Herzlich, Claudine, 1975 "La representación social: sentido del concepto", en Serge Moscovici, coord., Introducción a la psicología social, España, Planeta, pp. 391-418.

Ibáñez, Tomás, 1988 "Representaciones sociales: teoría y método", en Tomás Ibáñez, comp., Ideologías de la vida cotidiana, Barcelona, Sendai, pp. 13-89.

Jodelet, Denise, 1985 "La representación social: fenómenos, concepto y teoría", en Serge Moscovici, ed., Psicología social II, Barcelona, Paidós, 469-494.

Morales, J. Francisco, 2002 Psicología social, Madrid, McGraw-Hill.

Moscovici, Serge, 1985 Psicología social I, Barcelona, Paidós.

Páez, Darío, 1987 "Características, funciones y proceso de formación de las representaciones sociales", en Darío Páez, comp., Pensamiento, individuo y sociedad. Cognición social y representación social, Madrid, Fundamentos, pp. 297-317.

Rebolloso, E. 1994 "Representaciones sociales", en J. Francisco Morales, coord., Psicología social, Madrid, McGraw-Hill, pp. 816-842.

Valencia, Silvia, coord. 2006 Representaciones sociales. Alteridad, epistemología y movimientos sociales, México, Universidad de Guadalajara-Maison des Sciences de l'Homme.

 

Notas

* Traducción de Juana Juárez Romero. Correo electrónico: <juana@xanum.uam.mx>. Este texto fue revisado y corregido junto con el autor durante su estancia, en febrero del 2010, en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa.

1 Nota del autor: la simple acumulación de información —de estudios descriptivos— no puede constituir un verdadero saber científico.

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