SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.5 número1Representaciones e ideología, una explicación psicosocialLa cultura política de la democracia en México, 2004 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Polis

versión On-line ISSN 2594-0686versión impresa ISSN 1870-2333

Polis vol.5 no.1 México ene./jun. 2009

 

Reseñas

 

Liderazgo político: teoría y procesos en el México de hoy

 

Rosendo Bolívar Meza*

 

Mario Bassols, Alberto Escamilla y Luis Reyes, coords., México, UAM–I, 2008, 298 pp.

 

 

* Doctor en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesor–investigador titular C del Instituto Politécnico Nacional, becario de la Comisión de Operación y Fomento de las Actividades Académicas y del Programa de Estímulos al Desempeño de los Investigadores de esa institución. Correo electrónico: <bolivamr@prodigy.net.mx>.

 

A veces, por suerte, se logra que en un libro colectivo participen investigadores que son especialistas en un tema, aunque con distinta formación. Pero en pocas ocasiones se puede señalar que todos los autores poseen doctorado y, además, pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores de México. Éste es el caso de la obra que nos ocupa.

Este libro, que se divide en nueve capítulos, es la síntesis de un trabajo interdisciplinario de análisis del liderazgo político, a partir de una perspectiva latinoamericana y, en específico, mexicana; aborda desde aspectos teóricos hasta la construcción de los liderazgos en los partidos políticos.

En el texto introductorio, Mario Bassols hace algunas precisiones conceptuales acerca del liderazgo y sus distintos tipos (político, académico, empresarial, religioso, etcétera); se refiere a aspectos afines a éste, como el poder, el carisma, la legitimidad, la cultura política, la simbiosis entre acción y pensamiento entre el líder y la masa, la diferencia entre caudillo y dictador, lo que hace que sea un buen comienzo para que el lector se inicie en la lectura de los ensayos posteriores.

En el primer capítulo, "Poder, liderazgo y democracia", Raúl Zamorano señala que el liderazgo social implica por fuerza abordar la cuestión política; por ello, en su trabajo presenta un apretado análisis de la evolución del concepto poder y su significado, así como la manera en. que éste se relaciona con el liderazgo. Enfatiza que todo liderazgo está en relación directa con la personalidad de quien ejerce el poder (líder tradicional, carismático o racional) y con las fuentes de legitimidad que lo respaldan.

Define al liderazgo como una influencia permanente, mediante relaciones de poder que un individuo ejerce sobre otro u otros. Ubica al líder como aquella persona que mediante el carisma se presenta como extraordinaria y atractiva hacia los otros, y que tiene capacidad y habilidad mayores que el común de las personas.

Zamorano establece que en las sociedades modernas el sistema de dominación legal–racional (democrático) presenta a la instancia política separada de los liderazgos religiosos, tradicionales y económicos —desde la cual se establecen estructuras sociales para el ejercicio de la autoridad—, amparada por un marco legal que articula y orienta el orden social. Por ello, establece que el liderazgo democrático implica el desarrollo equilibrado y efectivo de las instituciones políticas.

El análisis de "Las élites políticas de México: una revisión histórica de la literatura" está a cargo de Luis Reyes García, en el segundo capítulo de esta obra. Su estudio abarca desde la primera mitad del siglo XX, con la revisión de las obras de Gaetano Mosca, Wilfredo Pareto, Robert Michels y Charles Wright Mills, quienes indagaron por qué y cómo se forman las élites, cuáles son sus características, cómo se les recluta y reproduce y de qué manera construyen su hegemonía sobre el resto de la sociedad.

A partir de estas consideraciones, Reyes García ordena y sistematiza ideas, conceptos y definiciones que se han elaborado para estudiar y comprender a las élites políticas mexicanas, con un amplio y completo análisis bibliográfico construido con la revisión de los libros y artículos de investigación que se han ocupado de estudiarlas a lo largo del siglo XX y en lo que va del XXI. Ubica, en primer lugar, a los autores extranjeros, en particular a los estadounidenses y franceses (por haber sido éstos quienes comenzaron el estudio de las élites políticas mexicanas); más adelante, analiza las obras de los autores mexicanos en este ámbito. Este trabajo concluye con un apartado que analiza los alcances y límites de los estudios acerca de las élites políticas mexicanas, plantea algunas hipótesis y deja la agenda de los pendientes por investigar en este asunto.

En el tercer capítulo, Ana Fernández Poncela presenta su trabajo "Liderazgo político y género", en el cual, con cifras e información documentada, expone las principales características del liderazgo político femenino en América Latina, comparándolo con el de otras realidades. Parte de la premisa de que el ascenso femenino a las estructuras de poder, así como el desarrollo de su liderazgo, son causa y efecto de un cambio social —y, agregaríamos, también de un cambio cultural—, a la vez que constituye una variación en la distribución del poder político entre hombres y mujeres.

Fernández Poncela establece que la incorporación de las mujeres al poder y, por ende, el desarrollo del liderazgo femenino, se debe sobre todo a dos circunstancias. La primera tiene que ver con los lazos familiares, es decir, cuando las mujeres heredan el poder familiar, con escasa o nula experiencia política, pues son hijas o esposas de políticos del más alto nivel, donde la figura masculina les legó la inquietud, y quizá también la obligación, de proseguir con su mandato a modo de testamento político. De esta índole serían los casos de Isabel Martínez de Perón, en Argentina, y Violeta Barrios de Chamorro, en Nicaragua.

Un segundo grupo de mujeres, en particular en países europeos o de capitalismo avanzado, llegó al poder por sus propios méritos políticos, vocación, habilidad y experiencia. Un ejemplo de ello sería Margaret Thatcher en el cargo de primera ministra de Inglaterra. Especial atención se le da en este trabajo al ascenso al poder de Michelle Bachelet, quien en 2006 ganó mediante elecciones la Presidencia de Chile, con lo cual se ubicó como una mujer que combina las características de los dos grupos arriba caracterizados.

Pedro Castro Martínez desarrolla, en el cuarto capítulo, el estudio titulado "El caudillismo en América Latina, ayer y hoy", donde aborda el fenómeno del caudillismo como figura de la historia colonial y característica distintiva de prácticamente todos los países latinoamericanos en el siglo xix. En tanto, en la siguiente centuria el caudillismo fue consecuencia del colapso del gobierno central o de fracturas en el aparato estatal y del ascenso de movimientos de masas con líderes carismáticos. Una buena parte del trabajo de Castro Martínez se centra en la figura de Hugo Chávez, presidente de Venezuela, a quien atribuye rasgos que lo ubican como un caudillo posmoderno —del siglo XXI—, con un gran poder que deviene del control que tiene de los recursos derivados del petróleo y del manejo de los medios de comunicación, elementos importantes en el movimiento social en torno a su persona, donde cuenta con un gran apoyo popular entre la población pobre de su país.

Este autor concibe al caudillo como el hombre fuerte de la política, situado por encima de las instituciones de la democracia formal, y al caudillismo como algo distanciado de la institucionalización democrática. Por estos motivos, agrega, el caudillo ejerce un liderazgo especial por sus condiciones personales. Enfatiza que el caudillo tiene mucho de dictador, pero no todo dictador es un caudillo, por lo que la legitimidad es crucial en esta distinción.

Entre las principales características de los caudillos, registra el hecho de que por lo general provienen del ejército y se apoyan en los militares para sostenerse en el poder; poseen un liderazgo personalizado; gobiernan de una manera paternalista y muy centralizada; tienden a permanecer en el poder por un periodo extenso; ejercen el poder de una manera autocrática, que con frecuencia implica la supresión de la oposición; desarrollan estilos poco democráticos de gobierno; casi siempre establecen políticas públicas destinadas a su propio enriquecimiento y su clientela política, y para preservar el estado de cosas que ellos mismo han edificado; operan en una concepción patrimonialista y, aunque suelen proceder de una manera autoritaria, Castro Martínez llega a la conclusión de que no siempre son completamente totalitarios.

En el capítulo "Transición, regionalismo y partidos políticos en México", Enrique Cuna Pérez plantea que, ante el notable descrédito de la élite política partidaria mexicana y el persistente centralismo político, se hace necesario reflexionar acerca de la constitución de líderes sociales que renueven la relación existente entre sociedad y política. Ello se podría lograr —señala— mediante la conformación de partidos políticos locales y la cohabitación de éstos con líderes no partidistas; de esa manera sería factible configurar un nuevo mapa político nacional.

En este trabajo, Cuna Pérez analiza dos casos en particular: lo que denomina un liderazgo institucional regional —el llamado grupo Atlacomulco, en el Estado de México— y un liderazgo personalizado —Andrés Manuel López Obrador durante su gestión como jefe de gobierno del Distrito Federal—. Ejemplifica las diferencias entre la conceptualización del liderazgo institucional partidista y el liderazgo personalizado. De ahí la propuesta de los liderazgos regionales en la historia política mexicana de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI.

En otra parte de su texto, reflexiona respecto del impacto de los liderazgos nacionales y regionales en las elecciones de 2006, y describe, a partir de estadísticas oficiales, la fragmentación regional del país entre dos liderazgos distintos en apariencia, pero similares en cuanto a su definición, como son las burocracias partidistas del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Al final, propone alentar la construcción y reconocimiento institucional de los liderazgos regionales en México, como mecanismo para reconfigurar la relación política entre partidos y ciudadanos.

"Los liderazgos en los partidos políticos: normas y prácticas en la lucha interna" constituyen, en el capítulo 6, el objeto de estudio de Francisco Reveles Vázquez, quien se da a la tarea de estudiar la dinámica de las relaciones entre los líderes y las bases de los tres partidos políticos más importantes de México: el PAN, el PRD y el Partido Revolucionario Institucional (PRI). En primer término aborda el contexto posterior a la alternancia política en México en el año 2000 y la manera como el resultado de la elección presidencial de ese año modificó el papel de los partidos políticos en México y su dinámica interna. A continuación desglosa los elementos fundamentales de las estructuras internas de los partidos políticos para explicar la dinámica que se genera entre los líderes y sus bases, sobre todo en relación con los procesos de renovación de dirigentes. También analiza los procesos de selección de candidatos para las elecciones de 2006, así como la forma en que la sucesión presidencial anticipada afectó a cada uno de los candidatos presidenciales de estos tres partidos, lo cual propició confrontaciones entre las fracciones internas de los propios partidos y, a decir del autor, una separación más profunda entre líderes y bases.

El estudio riguroso de estos aspectos lleva a Francisco Reveles a la conclusión de que la dinámica de los partidos políticos en México es diferenciada, ya que ni sus estructuras son iguales ni su vida interna se asemeja, por lo que concluye que las prácticas políticas del pan, el PRD y el PRI se modificaron a raíz de la alternancia política.

En el capítulo 7, "Las organizaciones civiles y su influencia en los militantes y liderazgos políticos", Laura Loeza Reyes se propone analizar las trayectorias políticas de la élite dirigente de una red nacional de organizaciones civiles mexicanas denominada Convergencia de Organismos Civiles por la Democracia. Su objetivo de identificar la manera como sus procesos de socialización política y ciertos rasgos de sus identidades políticas facilitaron que varios de sus dirigentes lograran insertarse en algunos puestos clave para la toma de decisiones en la administración pública. Muchos de ellos habían sido actores políticos que, históricamente, se caracterizaron por su posición crítica y contestataria frente al autoritarismo del régimen.

Al seguir sus trayectorias en el lapso comprendido entre 1964 y 2002, revisa el proceso de cambio en sus identidades políticas, que se tradujeron, entre otros aspectos, en la modificación de sus estrategias como actores políticos. Para Loeza Reyes las trayectorias de los integrantes de esta élite se relacionan con los principales acontecimientos históricos y políticos del periodo. Concluye que no es lo mismo analizar las trayectorias de las élites del poder en México que las de quienes se han caracterizado por enfrentarlo.

Alberto Escamilla y Luis Eduardo Medina estudian, en el capítulo 8, los "Liderazgos políticos durante el proceso de democratización en México: el caso de Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador" para, a partir de ahí, abordar el ascenso y desarrollo de dos liderazgos de oposición política en el contexto de las transformaciones del régimen autoritario mexicano. Pasan revista a las biografías políticas de ambos personajes, desde sus inicios hasta la postulación de sus candidaturas a la Presidencia de la República en 1999 y 2005, respectivamente.

Los autores señalan algunos factores comunes entre los dos personajes: realizaron sus escarceos políticos en el contexto de la transición a la democracia durante los años noventa; estuvieron vinculados de manera secundaria y desde diferentes posiciones a la elección presidencial de 1988, uno en el pan y el otro en el Frente Democrático Nacional, que tiempo después dio paso a la fundación del PRD; ocuparon cargos en el Poder Ejecutivo estatal, Fox en Guanajuato y López Obrador en el Distrito Federal, y fueron candidatos presidenciales por sus respectivos partidos.

Para Escamilla y Medina, tanto Fox como López Obrador fueron partícipes del incremento de la competencia electoral desde sus propias entidades, con lo que contribuyeron a la reducción del centralismo político practicado por el poder federal.

En el último capítulo, que por su contenido bien se pudo haber incluido al principio del libro, se presenta el trabajo de María Eugenia Valdés Vega, "Liderazgo político: reflexiones teóricas sobre el tema". En éste se retoma el cómo y por qué surgen los liderazgos y sus diferentes expresiones, tanto formales (el jefe de familia, el director de la escuela, el gerente de la empresa, etcétera), hasta los considerados informales, como los que se expresan en el ámbito de la política entre quienes desarrollan cierto carisma y capacidades diferentes en comparación con el resto de los individuos, que conforman lo que se podría denominar las masas. Estos liderazgos surgen de manera espontánea, en una coyuntura específica, y son reconocidos como tales por los demás miembros del grupo. También se les denomina líderes naturales.

Además de analizar el liderazgo, en particular el de carácter político, Valdés Vega explora puntos de encuentro y relación con conceptos como legitimidad y representación, la credibilidad de quienes ejercen el poder, el carisma y la responsabilidad política, a fin de ubicar estos aspectos en el presidencialismo y el liderazgo en América Latina, en el contexto de la sustitución de los regímenes autoritarios por la transición a la democracia a fines del siglo XX y principios del siglo XXI.

Hacemos nuestra la conclusión de que en las sociedades con sistemas democráticos maduros y sólidos resulta más difícil que surjan líderes carismáticos, puesto que no son tan necesarios para encabezar luchas populares porque se cuenta con el entramado institucional para procesar las demandas y resolverlas de manera adecuada. En la medida en que las sociedades se acerquen a una democracia real y efectiva, menos probable será que aparezcan liderazgos carismáticos, que en algunos casos atentan contra la democracia.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons