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Polis

versión On-line ISSN 2594-0686versión impresa ISSN 1870-2333

Polis vol.2 no.2 México jul./dic. 2006

 

Notas

Los movimientos sociales en América Latina (1980-2000): una revisión bibliográfica

Antonio Murga Frassinetti* 

* Profesor-investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad lztapalapa, México. Correo electrónico amf@xanum.uam.mx


A partir de los años setenta, pero sobre desde los ochenta, los países latinoamericanos constituyeron el escenario de la emergencia y desarrollo de un nuevo actor colectivo caracterizado socialmente por una mayor heterogeneidad, inéditos y diferenciados intereses y demandas, nuevas identidades, y novedosas formas de organización y movilización. Estos movimientos sociales (MS) generaron una gran fascinación intelectual y un creciente interés analítico entre la emergente generación de estudiosos. En unos pocos años, este campo de estudio mostró los signos de una vitalidad intelectual sin precedente, la cual se tradujo en la aparición de una vasta bibliografía.

En el transcurso de la década de 1970, el escenario político y social comenzó a experimentar transformaciones sustanciales, una de ellas se vincula con la "ola masiva" de movilizaciones y protestas de protagonistas que hasta ese momento no habían tenido una presencia importante en el escenario social y político. En una primera etapa, estas luchas emergieron en los barrios pobres de la ciudad y estuvieron centradas en la esfera del consumo y la reproducción; nos referimos a los movimientos sociales urbanos1 (Castells, 1986; Perló et al., 1984) también denominados movimientos barriales (Evers, 1981), protestas barriales (González Bombal, 1988) o más simplemente, movimientos urbanos (Bolos, 1999).

En un segundo momento, que inicia según los países entre fines de los setenta y principios de los ochenta, los MS se nutren de los más diferentes actores que articulan sus demandas propias con el cuestionamiento de los regímenes militares y la exigencia de un nuevo orden democrático ‒en un contexto de crisis económica y adverso a amplios segmentos de la población‒. Estas características se reflejan en los movimientos con mayor visibilidad social como los de mujeres, de derechos humanos, de jóvenes, pobladores urbanos, eclesiásticos de base, movimientos regionales, étnicos, campesinos con contenidos étnico-culturales, ecologistas, de homosexuales, etcétera (Calderón, 1995; Camacho y Menjívar, 1989; Eckstein, 2001; Escobar y Álvarez, 1992; Farinetti, 2002; Slater, 1994). Después de la instauración de los regímenes democráticos, unos autores llamaron la atención acerca de los procesos de desmovilización y declive de los MS (Canel, 1992; Sandoval, 1998) mientras otros destacaron el proceso inverso, es decir, la continuidad e incluso la presencia de otros nuevos movimientos. En el norte de la región emergieron dos nuevos movimientos en la sociedad mexicana: el de deudores bancarios ‒o El Barzón‒ que ganó rápida presencia, y el zapatista, que apareció en los altos de Chiapas; en el "medio" del continente se produjo con sorprendente vitalidad una amplia "movilización popular callejera'' que afectó, en los años noventa, a las principales ciudades venezolanas, pero sobre todo a Caracas, la ciudad capital (López Maya, 2002); y en el extremo sur se pasó de las reacciones "localizadas" a la "generalización de la protesta'' en la Argentina (Auyero, 2002). No se trata de movilizaciones por la democracia como había ocurrido en los ochenta; ahora son protestas contra el modelo económico y sus "promesas incumplidas" (Di Marco, 2003). Entre Venezuela y Argentina, los MS brasileños experimentaron igualmente cambios sustanciales (Gohn, 2002) y en su nueva dinámica, el Movimiento de los Sin Tierra (MST) creado en 1984 adquiere la mayor visibilidad social e importancia política (Harnecker, 2003).

El boom. El resultado fue una multiplicación espectacular de la bibliografía disponible. Un primer nivel gira alrededor de los análisis nacionales; en éste destacan dos obras referenciales: Los movimientos sociales ante la crisis de Calderón (1986) y Los movimientos populares en América Latina de Camacho y Menjívar (1989). La primera examina la relación crisis-MS y sus efectos sobre el sistema político en diez países sudamericanos, mientras la segunda estudia los MS que "expresan los intereses de los grupos populares" en doce países latinoamericanos y dos subregiones (el Caribe y Centroamérica). Un segundo nivel se refiere a los movimientos sectoriales y regionales, provinciales o "no capitalinos" organizados en algunos países andinos y México.2 Para citar algunos ejemplos, mencionemos los trabajos de Payá sobre las identidades y la dinámica del movimiento antinuclear de Laguna Verde; de Grammont sobre las acciones, conflictos, escisiones y alianzas del Barzón; Cook, quien estudió a la disidencia ministerial en Oaxaca y Chiapas; Martínez que investigó las luchas populares en Oaxaca (1968-1986) y Rosas que relató la lucha del pueblo de Tepoztlán-Morelos contra la creación de un club de golf en el Parque Nacional del Tepozteco. La bibliografía sobre el movimiento zapatista es esencialmente vasta.

Un tercer nivel abarca los análisis de caso que son los más ricos analítica y empíricamente. Tres obras colectivas (Escobar y Álvarez, 1992; Álvarez, Dagnino y Escobar, 1998; Eckstein, 2001) recogen una muestra de ese abanico: identidades homosexuales (Brasil), protestas campesinas (Bolivia, Colombia y Perú), movimientos ciudadanos (Chile), democráticos (Brasil, Chile), eclesiásticos de base (Brasil y Colombia), étnicos e indígenas (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador y Guatemala), ecológicos (Venezuela), guerrilleros (Perú), de mujeres (Brasil Chile, Ecuador), populares urbanos (Brasil, Chile, Uruguay) o populares radicales (México). También se publicaron estudios sobre un movimiento en un solo país: Sendero Luminoso en la serranía peruana (Stern, 1999), la identidad de los campesinos cocaleros en el Putumayo colombiano (Ramírez, 2001) o las asambleas barriales en Argentina (Di Marco, 2003); un movimiento en varios países: mujeres y lucha democrática en Argentina, Brasil, Chile, Perú y Uruguay (Jaquette 1994) y movimientos urbanos en Argentina, Brasil, Colombia y México (Perló et al., 1984); y diferentes movimientos en un solo país: Jelin (1985) sobre Argentina, o Ballón (1986) sobre Perú.

Un cuarto nivel incluye análisis comparativos tanto nacionales como internacionales. Entre las comparaciones nacionales sobresalen el conocido trabajo de Castells (1986) sobre los movimientos urbanos y el Estado en las ciudades capitales de Chile, México y Perú; el de Mainwaring y Viola (1985) sobre la cultura política de cinco movimientos ‒las comunidades eclesiales de base, las asociaciones vecinales y ecologistas, y los movimientos de mujeres y de los derechos humanos‒ en la transición democrática de dos países: Argentina y Brasil; los estudios de Bultmann, Hellman y Tuñón (en Bultmann et al., 1995) sobre los movimientos vecinales y los de mujeres en Chile y México; el de Kenneth Roberts (1998) sobre las relaciones e influencia entre la "izquierda moderna'' y los MS en Chile y Perú; o el de Nepstad (1996) sobre el papel de la religión popular en la insurgencia nicaragüense y salvadoreña.

El boom y las renovaciones teóricas y metodológicas. El boom bibliográfico no sólo generó una vasta bibliografía; también produjo una renovación conceptual, una reorientación en los enfoques, una búsqueda de temas inexplorados y problemáticas analíticas, entre otros. En el plano conceptual, los estudiosos mostraron la existencia y uso de una gran variedad terminológica: beligerancia popular (Auyero), estallidos (Delamata), movilización social o popular (Garretón), movimientos ciudadanos (Ramírez), populares (Camacho y Menjívar) o populares radicales (Rubin), de protesta (Eckstein), de resistencia (Navarro) y sociopolíticos (Pierre Charles), protesta popular (Levine, Walton), rebeliones (McClintock), movimientos sociales y nuevos movimientos sociales, etcétera. De este abanico terminológico han destacado dos conceptos: movimiento social y movimiento popular. En el plano de la composición social, los investigadores han subrayado que los movimientos sociales aparecen como "multicolores, multiformes y heterogéneos" (Calderón, 1995: 122); en este aspecto, la bibliografía ha mostrado el empleo de una variedad de criterios e indicadores. En el caso de los movimientos urbanos, unos autores han destacado la presencia de sectores obreros, artesanos, vendedores ambulantes, trabajadores del comercio, subocupados y desocupados (Tovar en Ballón, 1986); en el movimiento de mujeres, Tuñón (en Bultmann et al., 1995) diferenció entre mujeres de los sectores populares, mujeres feministas y mujeres militantes de partidos políticos. En la experiencia venezolana, López Maya (2002) destacó la presencia de los sectores más visibles en las movilizaciones y protestas populares que afectaron a la ciudad capital a fines del siglo XX: los vecinos, los pensionados y jubilados, los trabajadores de los tribunales, los estudiantes universitarios y los buhoneros.

La multidimensionalidad es más compleja que antes y no se agota en la composición social; también se manifestó en aspectos como el de las orientaciones sociales. En el terreno de las orientaciones sociales, Susan Stokes (1995: cap. 5) encontró dos patrones de creencias y acciones distintos y en conflicto: el clientelismo y el radicalismo; mientras la primera orientación persiste desde los regímenes oligárquicos, la segunda es reciente y se caracteriza, entre otros, por un sentido de igualdad social, de derechos ciudadanos, de identidad horizontal y solidaridad de "clase marginada'', énfasis participacionista y actitudes de confrontación. En el ámbito de las demandas sociales se ha dicho que, a los tradicionales conflictos originados en las relaciones de producción o de poder, se agregaron otros basados en el mercado, la etnia y la raza, el género, la identidad colectiva, los derechos y la ciudadanía, el deterioro del medio ambiente, por citar algunos casos (Calderón, 1995; Castells, 1986; Eckstein, 2001; Escobar y Álvarez, 1992; Foweraker, 1995; Slater, 1994). Esta diversificación se reflejó en el abanico movimientista: los MS más viejos, como el obrero y el campesino, mantuvieron ‒o incluso, disminuyeron (Bengoa, 2000)‒ su presencia al mismo tiempo que surgieron e incrementaron su visibilidad otros movimientos como los urbanos, los de mujeres, feministas, jóvenes y homosexuales, los étnicos e indígenas, los eclesiásticos de base, los de defensa de los derechos humanos así como aquellos que demandaban la terminación de las dictaduras militares y los autoritarismos civiles y exigían el retorno a la democracia.

El boom también dio lugar a novedosas temáticas como la formación de los nuevos actores (Bolos, 1999; Harnecker, 2002; Ramírez, 2001), las raíces culturales y sociales de la acción colectiva (Escobar y Álvarez, 1992: parte 2; Valdés y Weinstein, 1993), la cultura política de los movimientos (Mainwaring y Viola, 1985), la construcción de identidades colectivas (Escobar y Álvarez, 1992; Ramírez, 2001), la construcción de marcos para la acción colectiva (López Maya, 2002), la presencia de oportunidades políticas (Brockett, 2005; Schneider, 1995), la lucha por la ciudadanía (Álvarez, Dagnino y Escobar, 1998), las nuevas formas organizativas (Di Marco, 2003; Valdés y Weinstein, 1993), los vínculos entre los MS, los partidos políticos y la democratización (Castells, 1986; Foweraker, 1995; Roberts, 1998), los ciclos de la protesta (Hipsher, 1998; Sandoval, 1998) etcétera. De igual manera se inició la revisión de las viejas formas de acercamiento y la búsqueda de criterios explicativos diferentes. Los enfoques o "maneras de encarar" la relación MS-contexto político-social han experimentado un enriquecimiento sustancial con las nuevas vertientes explicativas desarrolladas por los análisis político y cultural (Di Marco, 2003; Ellner, 1994; Jelin en Calderón, 1986; Jelin, 2003; López Maya, 2002) o incluso, con la integración de algunas vertientes políticas y culturales (Noonan, 1997).

Este inventario requiere de algunas precisiones. Primera, la selección de casi ochenta textos estuvo centrada en los movimientos sociales no tradicionales o nuevos movimientos. Segunda, la bibliografía revela la gran diversidad de MS que han sido objeto de estudio; por ejemplo, movimientos sociales en la región latinoamericana (Calderón, 1986 y 1995; Camacho y Menjívar, 1989; Cardoso, 1987; Eckstein, 2001; Escobar y Álvarez, 1992; Farinetti, 2002), en la subregión centroamericana (Brockett, 2005) y en los diferentes países; movimientos campesinos (Edelman, 1998; Harnecker, 2002; Scherer-Warren, 1989), movimientos democráticos (Hipsher, 1998; Mainwarirng y Viola, 1985; Sader, 1978; Sandoval, 1998), movimientos por los derechos humanos (García y Palermo, 1989) y sociales (Eckstein y Wickham-Crowley, 2002), movimientos étnicos e indígenas (Escárzaga y Gutiérrez, 2005; Muñoz y Langer, 2003; Yashar, 2005; Trejo, 2000), guerrilleros (Degregori et al., 1996; McClintock, 1998; Stern, 1999), de mujeres y feministas (Álvarez, 1990; Araujo, 2002; Jaquette, 1994; Jelin, 1987; León, 1993; Leroux, 1997; Valdés y Weinstein, 1993), movimientos trasnacionales (Jelin, 2003; Johnston y Almeida, 2006), urbanos (Castells, 1986; Evers, 1981; González Bombal, 1988; Henry, 1978; López Maya, 2002; Perló et al., 1984; Schneider, 1995), etcétera. Tercera precisión: la bibliografía no presta atención a los viejos movimientos como son los obreros; y, cuarta, la bibliografía que se reporta es aquella producida en los últimos veinte años del siglo XX (y, por supuesto, algunos otros títulos publicados en los primeros años del siglo XXI). Por último, esta revisión no incluye al caso mexicano; la abundancia bibliográfica amerita la elaboración de una bibliografía específica sobre los movimientos sociales en México.

Revisión bibliográfica

1. S. Álvarez, Engendering Democracy in Brazil: women's movements in transition politics, Princeton University Press, Princeton, 1990, 304 pp.

Este libro es un análisis sociológico-político de la movilización de mujeres y la "agenda de género" en la etapa final de la dictadura militar brasileña, la transición y los inicios del régimen democrático. La autora ‒"una académica y activista feminista'' (p. 3)‒ desarrolla su análisis en once capítulos. Los dos primeros centran su atención en cómo las políticas económicas y sociales influyeron indirectamente en la movilización de las mujeres (cap. 2) y las prácticas discursivas (cap. 3). Los dos siguientes rastrean la génesis de los movimientos de mujeres (1964-1968) y los cambios en el discurso de los grupos de mujeres de la clase trabajadora y las organizaciones feministas de clase media (cap. 4), o entre los grupos "femeninos, feministas, no feministas y antifeministas" (p. 136). Los siguientes capítulos examinan primero los vínculos entre movimientos de mujeres y partidos políticos y, más particularmente, cómo el tránsito de un sistema bipartidista a otro multipartidista afectó dichos vínculos (caps. 6 y 7); segundo, las relaciones entre movimiento de mujeres y las políticas de población en la transición democrática (cap. 8), y políticas de género en la consolidación democrática (cap. 10). El último capítulo subraya la importancia explicativa de los factores macro y micropolíticos en la exploración de la emergencia, desarrollo y representación política de los intereses de género y los movimientos de mujeres en otros países latinoamericanos.

2. M. Archila et al., 25 años de luchas sociales en Colombia: 1975-2000, Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep), Bogotá, 2002, 278 pp.

Este libro describe y estudia los conflictos sociales que se produjeron en la sociedad colombiana entre 1975 y 2000; el análisis registra tres etapas: el auge de las luchas sociales y la creciente represión (1974-1981), la negociación y el desborde de las violencias (1982-1990) y la relegitimación política, la apertura y la guerra (1991-2000). El libro se compone de siete capítulos y un apéndice metodológico. El primero hace un recuento del contexto socioeconómico y político del cuarto de siglo estudiado; los siguientes capítulos abordan las luchas de los asalariados (cap. 2), los pobladores urbanos (cap. 3), los campesinos e indígenas (cap. 4), los estudiantes (cap. 5), y los "actores menos visibles" como los trabajadores independientes y las mujeres (cap. 6). Se enfatiza la dinámica, las modalidades, los motivos y demandas, los adversarios y "antagonistas", la cobertura y la geografía de la protesta. El último capítulo, escrito por Archila, "echa una mirada a las tendencias del conjunto de la acción social colectiva en los años considerados en esta investigación" (p. 241). La obra cierra con un apéndice metodológico sobre la construcción de bases de datos de las luchas sociales (p. 257). La base está organizada en seis categorías: actores sociales, modalidades de lucha, motivos o "causas del conflicto social" (p. 263), convocantes u organizaciones que lideran las luchas sociales, adversarios y ubicación geográfica o "agrupación regional" (p. 267).

3. J. Auyero, "Los cambios en el repertorio de la protesta social en la Argentina'', en Desarrollo Económico, 2002, vol. 42, núm. 166, pp. 187-210

Durante los años noventa, la sociedad argentina experimentó nuevas ‒y poco convencionales‒ formas de beligerancia popular que configuraron un verdadero paisaje de insurgencia colectiva. Las tomas y ataques a edificios públicos, las barricadas en rutas nacionales y provinciales y los campamentos en plazas centrales se generalizaron en el sur, centro y norte del país, dando forma a un novedoso repertorio de acción colectiva y a un ciclo de protesta popular "cuyas raíces, modalidades y sentidos son el objeto" (p. 188) de este artículo. La primera sección establece los referentes teóricos del "repertorio de acción colectiva'' desarrollado por Charles Tilly; la segunda revisa las emergentes formas de beligerancia, la tercera plantea el contexto estructural (hiperdesempleo, abandono estatal y descentralización). Las dos últimas secciones dirigen su atención a dos cuestiones esenciales: la interacción entre intereses, redes, oportunidades e identidades insurgentes, y la lucha intraélites y las oportunidades de movilización.

4. E. Ballón (comp.), Movimientos sociales y democracia: la fundación de un nuevo orden, Desco, Lima, 1986, 253 pp.

Este libro colectivo tiene el propósito de estudiar las relaciones entre los movimientos sociales y el sistema político en el Perú; dicho de otro modo, busca analizar las dinámicas internas de cuatro MS ‒pobladores, mujeres, movimientos regionales y obreros industriales‒ en una democracia emergente (p. 237). Se compone de seis capítulos. El primero, escrito por el compilador, ofrece una aproximación inicial (p. 13) a la relación sociedad y política en el lapso comprendido entre el reformismo militar que inicia en 1968 hasta el primer gobierno de Alan García (1985-1990). Jorge Nieto "hurga agudamente" en el sindicalismo obrero industrial y trata de situarlo en el contexto más amplio de las relaciones entre sociedad y Estado (p. 49). Teresa Tovar expone cómo el movimiento barrial actúa y se relaciona "desde sus múltiples identidades y organizaciones con la esfera (...) del poder y la institucionalidad" (p. 70). Maruja Barrig hace una síntesis de la presencia de la mujer, su constitución como MS, la dinámica de sus dos sectores: las feministas y las pobladoras y su aportación al cuestionamiento del sistema político y partidista (p. 247). José Luis Rénique examina la movilización regional en el sur andino; concretamente, la constitución del movimiento regional en los departamentos de Cuzco y Puno. El último capítulo ofrece una síntesis de las relaciones MS y sistema político.

5. J. Bengoa, La emergencia indígena en América Latina, Fondo de Cultura Económica, Santiago de Chile, 2000, 341 pp.

Esta obra pone de relieve el fenómeno indígena de nuestros países. Según el autor, "los años noventa han sorprendido a los observadores de los procesos sociales latinoamericanos". A la par que "las tradicionales fuerzas sociales […] han disminuido su presencia", otras, como los grupos indígenas, la han incrementado (p. 21). Se compone de tres partes y siete capítulos. La primera plantea un conjunto de elementos que explican la emergencia de la cuestión indígena en los años noventa. El autor destaca tres componentes: la globalización que ha ido acompañada de una valorización de las identidades locales, la terminación de la guerra fría que abrió nuevas perspectivas y opciones a los MS, y los procesos de modernización de los años ochenta que, en la década siguiente, "han tenido como resultado una menor presencia del Estado y, muchas veces, una crisis profunda de la idea de ciudadanía que habían sustentado los gobiernos latinoamericanos en más de 40 años" (p. 29). La segunda parte habla de "la historia silenciosa de los indígenas latinoamericanos y de su peculiar capacidad para resistir y mantener vivas sus culturas e identidades" (p. 151). Por último, la tercera parte se enfoca en los esfuerzos por reconocer los derechos de los pueblos indígenas en los ámbitos nacional e internacional.

6. Ch. Brockett, Political Movements and Violence in Central America, Cambridge University Press, Nueva York, 2005, 308 pp.

Brockett ofrece una investigación relativa a "la interacción" entre la movilización, lucha y confrontación de los movimientos populares y la violencia política de los regímenes represivos en América Central durante las décadas de 1960, 1970 y 1980. Orienta su atención hacia dos países "bien conocidos por sus altos niveles de violencia política'': El Salvador y Guatemala (cap. 1). El autor se propone dos objetivos: clarificar el impacto de la violencia estatal sobre la "política contenciosa'' de los movimientos populares y mostrar la utilidad teórica de los modelos políticos y, sobre todo, de la estructura de oportunidades políticas (EOP) en experiencia del "tercer mundo" (p. 17). El libro está integrado por dos partes y once capítulos. La primera alude al paso de la tensión estructural a los movimientos contenciosos y la segunda analiza las oportunidades políticas ‒apertura o cierre del sistema político‒, las acciones contenciosas y la represión estatal.

7. I. Bultmann, M. Hellmann, K. Maschkat y J. Rojas (eds.), ¿Democracia sin movimiento social? Sindicatos, organizaciones vecinales y movimientos de mujeres en Chile y México, Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1995, 319 pp.

Este volumen tiene como "objeto de estudio el papel desempeñado por las organizaciones sociales urbanas en los [...] procesos de democratización en Chile y México"; trata, en especial, de conocer las determinantes del comportamiento de algunos actores y movimientos ‒sindicatos, movimientos de barrio y de mujeres" (p. 7)‒ en los procesos de transición en Chile y México. El libro está estructurado en cinco capítulos. Álvaro Díaz destaca las consecuencias sociales y políticas de las políticas de ajuste de los años setenta y ochenta, trasfondo del comportamiento de los MS. Jorge Rojas revisa los cambios estructurales y la acción sindical en los dos países. Ingo Bultmann busca dar respuesta a dos preguntas: ¿cómo se configuran las relaciones entre partidos y organizaciones sociales y entre éstas y las instituciones estatales en los procesos de democratización? y ¿cómo se modifican dichas relaciones y cuáles son los mecanismos que se crean para debilitar la posición de los MS? Esperanza Tuñón aborda las similitudes y diferencias en las formas como las mujeres formularon en la década 1982-1992, "un cuerpo de demandas específicas, se dotan de un discurso propio e inciden en el ámbito público" (p. 212), y nos remite a tres tipos de mujeres: las de los sectores populares (p. 213), las feministas (p. 218) y las militantes de los partidos (p. 221). Por último, Micaela Hellmann revisa el surgimiento de organizaciones independientes de mujeres y sus relaciones con los partidos, los sindicatos y los procesos de democratización.

8. F. Calderón, Movimientos sociales y política: la década de los ochenta en Latinoamérica, Siglo XXI Editores, México, 1995, 132 pp.

Calderón presenta "una fotografía sociológica'' (p. 13) de los MS latinoamericanos en la década de los ochenta y resume los hallazgos de dos programas de investigación: uno sobre los MS ante la crisis y otro sobre las democracias emergentes. En una primera parte examina la respuesta de varios actores colectivos a la situación de crisis; la segunda plantea los distintos comportamientos socioculturales en relación con la institucionalidad democrática (p. 14). El segundo capítulo revisa a los actores urbano-industriales, es decir, el movimiento sindical y los movimientos urbanos o vecinales que han desarrollado nuevas formas de acción colectiva (pp. 43-50). El tercero se introduce en una gama de movimientos; entre otros, los de campesinos, de derechos humanos, de género, los étnicos y los guerrilleros. El análisis de los movimientos campesinos destaca sus "contenidos étnico-culturales" (p. 59); los movimientos étnicos en Ecuador, Chile y Brasil muestran las peculiaridades de sus modalidades de lucha y reivindicaciones; los movimientos de género subrayan su heterogeneidad entre mujeres que se estructuran alrededor de demandas muy diversas como los derechos humanos, el consumo, la vivienda o la salud, y las que levantan consignas referidas a la problemática específica de la mujer, "que llamaremos feministas" (p. 73). Esta diversidad revela la existencia de un abanico de MS multicolores, multiformes y heterogéneos, que manifiestan la presencia de "un potencial democratizante, crítico y acatador del proceso de modernización centralizado" (p. 90).

9. F. Calderón (comp.), Los movimientos sociales ante la crisis, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso)/Universidad de las Naciones Unidas, Buenos Aires, 1986, 402 pp.

Este libro trata la relación entre prácticas sociales y crisis, relación analizada en un doble nivel: el impacto de la crisis en la sociedad sudamericana y las respuestas de ésta en términos de la construcción de nuevos sujetos sociales en la transición democrática. Está organizado en cuatro partes y una conclusión. La primera, prácticas y transición, trata las experiencias de Argentina, Brasil y Uruguay; la segunda, democracias estables y sociedades movilizadas, examina lo acontecido en Bolivia, Ecuador y Perú; la tercera, pactos políticos y demandas de democratización, estudia los casos colombiano y venezolano; y la última parte, movimientos democratizantes y dictaduras militares, detalla los casos chileno y paraguayo. Cada uno de los capítulos es una reflexión acerca de los cinco o seis movimientos sociales más relevantes en cada uno de los diez países estudiados; aunque no constituyen estudios rigurosamente comparativos, éstos permiten apreciar las tendencias recurrentes y contrastantes de movimientos sociales en la región. Las conclusiones constituyen una síntesis de la experiencia sudamericana y subrayan que los MS viven un momento de inflexión entre sus orientaciones tradicionales y la emergencia de nuevas orientaciones y prácticas; "en tal sentido, no (es) muy atrevido hipotetizar que los MS sean potencialmente portadores de un nuevo orden social" (p. 330).

10. D. Camacho y R. Menjívar (comps.), Los movimientos populares en América Latina, Siglo XXI Editores/Universidad de las Naciones Unidas, México, 1989, 560 pp.

Estudio de la nueva ola de movimientos ‒o "movimientos populares" (MP)‒ que emergieron en el ciclo 1970-1983, caracterizado por la crisis económica, el resurgimiento de la sociedad civil y la liberalización o la transición política. Enfatiza el análisis de aquellos movimientos de la sociedad civil (campesinos, de mujeres, indígenas y étnicos, municipales, urbano-populares, de sectores medios, estudiantes, por los derechos humanos, obreros y frentes obreros, entre otros) que a) enfrentan a la sociedad política (p. 16), b) expresan "nuevas formas de organización y manifestación popular, no circunscritos a los canales ortodoxos de expresión y resistencia social" (p. 147) y c) revelan formas de participación autónoma (p. 409) en la lucha por la democratización de la sociedad (p. 431), contra los problemas derivados de la crisis (p. 554) y la articulación en torno a un "proyecto integrativo" (p. 383). La compilación incluye quince capítulos: doce están referidos a igual número de países ‒México, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú, Paraguay, Brasil, Argentina, Uruguay y Chile‒, dos tratan los MP en el Caribe y Centroamérica y el último capítulo revisa los "hitos de las luchas sociales latinoamericanas" en el trienio 1984-1987.

11. M. Castells, "Los pobladores y el Estado: la dialéctica entre integración social y cambio social: Lima, México y Santiago de Chile" en M. Castells, La ciudad y las masas, Alianza Editorial, Madrid, 1986, pp. 269-291

En el marco de una urbanización caracterizada por los asentamientos ilegales y la organización local o comunitaria de sus pobladores, Castells plantea que "la conexión entre los ocupantes ilegales y el proceso político es muy estrecha" (p. 269). En esa perspectiva, el autor indaga la relación entre pobladores y Estado en tres países: Chile, México y Perú. Los "tiempos" de análisis están determinados por los procesos nacionales: en el caso peruano inicia con la dictadura oligárquica del general Odria y concluye con el reformismo militar del general Velasco (1948-1975); el chileno comprende el gobierno democristiano de Eduardo Frei (1965-1970) y la experiencia socialista del presidente Allende (1970-1973); y el caso mexicano se refiere al sexenio del presidente Echeverría (1970-1976). En términos generales, el autor destaca que los movimientos urbanos pueden ser "instrumentos de integración social y de subordinación al orden político [o] agente de cambio social": en el primer caso, se trata de relaciones de dependencia con respecto al Estado (p. 274), el segundo deviene por la politización y concientización de los pobladores y su vinculación con organizaciones partidistas (p. 291).

12. M. Cleary, "Democracy and indigenous rebellion in Latin America'', en Comparative Political Studies, 2000, vol. 33, núm. 9, pp. 1123-1153

Este artículo revisa las causas estructurales de la rebelión y la violencia étnica en América Latina. El examen se realiza en cinco pasos: el primero hace un breve diagnóstico del "status de los grupos indígenas latinoamericanos" (p. 1124) definido por altos niveles de discriminación; el segundo discute las definiciones y "codificación" de la variable dependiente: rebelión étnica; la tercera ofrece una serie de hipótesis explicativas vinculadas a factores demográficos, de oportunidades políticas, de movilización, de riqueza de los grupos minoritarios, de protesta y de transición democrática que estimulan o inhiben la rebelión étnica. Las dos últimas secciones evalúan cualitativa y cuantitativamente la validez de las hipótesis.

13. J. Coatsworth, "Patrones de rebelión rural en América Latina'', en F. Katz (comp.), Revuelta, rebelión y revolución, Era, México, 1988, vol. 1, pp. 27-61

De acuerdo con el autor, reconocido historiador norteamericano y especialista en la historia mexicana del siglo XIX, la incidencia, magnitud, ritmo, causas y efectos de la inquietud social rural en los países latinoamericanos han sido problemas que han fascinado tanto a historiadores como a politólogos y sociólogos "durante más de medio siglo" (p. 27). Él centra su atención en "un objeto de estudio […] analíticamente fructífero": los movimientos rurales ilegales o extralegales (p. 29). Su investigación gira en torno de cuatro temas: a) los patrones de rebelión rural (por ejemplo, los levantamientos contra las haciendas, o las revueltas regionales multiclasistas y campesinas), b) la distribución de estas rebeliones en el tiempo y a lo largo de las subregiones latinoamericanas, c) "los agentes causales" (p. 48) o las determinantes socioculturales y políticas de la rebelión rural, y d) el papel de las revueltas agrarias "en la transición hacia sistemas sociales y políticos modernos" en México y América Latina (pp. 57-61).

14. C. Degregori et al., Las rondas campesinas y la derrota de Sendero Luminoso, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1996, 269 pp.

Esta obra referencial sobre Sendero Luminoso (SL) tiene como hilo conductor la aparición y multiplicación de las "rondas campesinas" y su papel en la derrota militar de SL. El libro se compone de cinco capítulos: el primero, escrito por el compilador, revisa los frutos "amargos" y "agridulces" de la guerra (p. 22). José Coronel (cap. 2) reconstruye las etapas de la guerra senderista y la acción campesina en "tres microrregiones (...) que respondieron de distintas formas frente a la violencia política" (p. 29). Ponciano del Pino (cap. 3) examina el desarrollo de la violencia, las "alianzas peligrosas" entre rondas campesinas, cocaleros y narcotraficantes, y cuestiona la imagen de las rondas campesinas como simples "defensores del Estado". Iván Degregori (cap. 4) analiza las relaciones contradictorias entre SL y el campesinado que condujeron a la emergencia de las rondas campesinas, y explora con minuciosidad los "puntos de quiebre" y los "puntos ciegos" del proyecto senderista. El último capítulo escrito por el antropólogo Orin Starn plantea que "el desencantamiento con Sendero representa una causa básica para la expansión explosiva de las rondas" (p. 242) y la "sorprendente resurrección de la sociedad civil" andina (p. 254).

15. G. Di Marco et al., Movimientos sociales en la Argentina. Asambleas: politización de la sociedad civil, Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires, 2003, 263 pp.

El quiebre político institucional que se produjo en la sociedad argentina a finales del año 2000 ha generado una vasta bibliografía sobre la acción colectiva y los movimientos sociales que emergieron como respuesta a dicho quiebre. Graciela di Marco y colaboradores exploran una de las nuevas modalidades de acción colectiva: las asambleas barriales, definidas como "capacidad de autoorganización de la sociedad y capacidad de construir y regenerar lazos sociales" (p. 73) así como "elemento impugnador de los espacios tradicionales de participación política" (p. 148). La obra intenta "dar cuenta tanto de la construcción de identidades individuales y colectivas, como de la interacción entre sí y con las instituciones y la diversidad de estrategias que generan" (pp. 23-24). La exposición inicia con la formación de las asambleas barriales (cap. 2), establece los espacios y procesos asamblearios (cap. 3), y profundiza en el significado y las consecuencias socioculturales de las asambleas sobre los asambleístas (cap. 4). Los dos últimos capítulos puntualizan las relaciones con otros movimientos (cap. 5) y la resignificación del espacio público y la construcción de símbolos en las asambleas barriales y otros movimientos sociales (cap. 6).

16. S. Eckstein (ed.), Poder y protesta popular: movimientos sociales latinoamericanos, Siglo XXI Editores, México, 2001, 428 pp.

Esta obra busca dar razón de las causas y consecuencias de las formas más variadas de protesta social; en palabras de la editora, subraya la diversidad de expresiones de desafíos pero, sobre todo, la variedad de resultados de esos desafíos (p. 15). El libro está dispuesto en doce capítulos. El primero plantea los ejes teóricos de un enfoque histórico estructural para el análisis de la protesta. Los diez siguientes abordan distintas experiencias como los movimientos con base en las relaciones económicas, de base campesina, protestas laborales, de género, de base racial, étnica e indígena, religiosos y de base política (pp. 371-404). Timothy Wickham-Crowley estudia los movimientos guerrilleros y Cynthia McClintock revisa el ascenso y caída de Sendero Luminoso en el Perú; León Zamosc analiza el movimiento campesino colombiano de los años setenta, June Nash examina la resistencia cultural y la conciencia de clase de los mineros bolivianos, y Daniel Levine y Scott Mainwaring indagan la relación entre Iglesia popular-protesta popular en Brasil y Colombia. Manuel Antonio Garretón informa al lector sobre la movilización popular contra la dictadura chilena, Helena Moreira Alves trata las alianzas de clases contra la dictadura brasileña, Marysa Navarro estudia a Las Madres de Plaza de Mayo y John Walton las movilizaciones contra las políticas estatales para el manejo de la deuda externa. El último capítulo, escrito por Susan Eckstein, formula un balance de los efectos de las condiciones macroeconómicas, políticas y sociales sobre los movimientos sociales (p. 363).

17. M. Edelman, "El movimiento campesino transnacional de América Central", en Revista Mexicana de Sociología, 1998, vol. 60, núm. 4, pp. 277-319

A partir de 1989, las organizaciones campesinas centroamericanas iniciaron la formación de instancias regionales de coordinación y movilización política. Este proceso de acercamiento entre las organizaciones ‒a veces política y socialmente muy distintas entre sí‒ deriva del reconocimiento de que los pequeños y medianos productores agrícolas del istmo centroamericano enfrentaban problemas comunes que demandaban soluciones de orden regional. En ese contexto, el autor profundiza en la experiencia de la Asociación Centroamericana de Organizaciones Campesinas para la Cooperación y el Desarrollo (Asocode), y lo hace alrededor de tres ejes: la formación de la Asocode, su organización, y los avances y logros ante las divisiones tradicionales "que anteriormente infestaban los movimientos agrarios" de la región (p. 280).

18. F. Escárzaga y R. Gutiérrez (coords.), Movimiento indígena en América Latina, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/Gobierno del Distrito Federal/Juan Pablos, México, 2005, 505 pp.

Este libro reúne algunos de los trabajos presentados a las Jornadas Latinoamericanas: Movimiento Indígena: resistencia y proyecto alternativo, realizadas en la Ciudad de México durante los meses de mayo, octubre y diciembre 2003; su objetivo es "brindar una visión de conjunto sobre lo que son las luchas contemporáneas de los pueblos indígenas", convertidos en fuerzas sociales "de las luchas de los pueblos y naciones latinoamericanas (...) contra el sistema neoliberal" (pp. 41-42). Los autores son dirigentes indígenas quechuas, aymaras, mapuches, mixtecos, mayas y mayas-quiches así como académicos ecuatorianos, bolivianos, chilenos, mexicanos, colombianos y guatemaltecos. El volumen está dividido en dos bloques. El primero contiene las reflexiones presentadas por dirigentes indígenas y académicos sobre los procesos políticos y sus relaciones con el movimiento indígena y "las distintas acciones y estrategias desplegadas por los sujetos étnicos" (p. 17) de cada uno de los países. El segundo está organizado con base en cuatro ejes temáticos: las estrategias políticas del movimiento indígena, las mujeres y las luchas de los pueblos indígenas, las estrategias contra la insurgencia indígena y globalización y comunidad.

19. A. Escobar y S. Álvarez (eds.), The Making of Social Movements in Latin America: Identity, strategy and democracy, Westview Press, Boulder, 1992, 383 pp.

Esta edición colectiva e interdisciplinaria examina comparativamente tres dimensiones de los MS latinoamericanos de los años ochenta: la formación o reconstitución de las identidades colectivas, las prácticas sociales y las estrategias políticas, y la contribución a la formación de visiones y propuestas alternativas de desarrollo y democratización. Su estructura consta de tres partes y 18 capítulos. Los autores subrayan la importancia de diversos factores y procesos explicativos en la emergencia de los nuevos actores socioculturales: el cambio societal (Calderón, Piscitelli y Reyna: cap. 1 y Escobar: cap. 5), el discurso de liberación de las Iglesias y el activismo pastoral (Burdick: cap. 10), la autocrítica de la izquierda y la reevaluación de las estrategias de cambio social de los años sesenta (Chinchilla: cap. 3 y Fals Borda: cap. 17), la presencia de nuevas redes de interacción entre actores urbanos y rurales (Starn: cap. 6), el apoyo de organismo e instituciones nacionales e internacionales a ciertos grupos y actores (Lind: cap. 7 y Findji: cap. 8), etcétera. Las investigaciones también destacan la importancia de los factores culturales ‒sobre todo, de la identidad colectiva (caps. 6 a 11)‒ y políticos en la dinámica de los movimientos ‒en particular, el papel del Estado (Canel: cap. 15), del sistema político (García: cap. 9; Bennett: cap. 13 y Schneider: cap. 14), de los partidos políticos (Schneider y Canel), y de los mecanismos democráticos (García), el corporativismo (Bennett) y el clientelismo en la representación de intereses sociales (Cardoso: cap. 16).

20. T. Evers, "Síntesis interpretativa del Movimento do Custo de Vida, un movimiento urbano brasileño", en Revista Mexicana de Sociología, 1981, vol. 43, núm. 4, pp. 1371-1393

A partir de la segunda mitad de los setenta, los grandes centros urbanos brasileños experimentaron la emergencia y multiplicación de organizaciones y movimientos "no-tradicionales" (p. 1372) caracterizados por su base vecinal, sus demandas vinculadas a la reproducción familiar y su alto poder de movilización. El autor analiza el Movimento do Custo de Vida (MCV) que surgió en la región sur de Sao Paulo. El artículo plantea cuatro ejes: el primero establece las tres fases del movimiento: el inicio (1973-1976), el auge (1977-1978) y la reorientación (a partir de 1979). El segundo examina la organización y métodos de trabajo del MCV; el tercero indaga sus contenidos sociales; y el último centra su atención en "los dilemas del movimiento" (p. 1387).

21. M. Farinetti et al., Protestas, Resistencias y Movimientos Sociales, Nueva Sociedad, noviembre-diciembre 2002, núm. 182

La coordinadora de esta obra colectiva reúne seis trabajos sobre los estallidos y movimientos sociales en cinco países sudamericanos. El primer capítulo hace un recorrido "por la batería de conceptos que funciona como una caja de herramientas en las investigaciones cobre el tema'' (p. 62): primero, revisa algunos desarrollos conceptuales recientes (movilización de recursos, oportunidades políticas e identidad colectiva) y después, plantea algunos de los elementos que pueden conducir al estudio de los estallidos y las movilizaciones sociales. Los capítulos siguientes están dedicados a casos nacionales: Mauricio Archila indaga la relación entre la creciente guerra interna y el comportamiento de los actores sociales en Colombia; Augusto Barrera establece algunas relaciones entre la acción del movimiento indígena ecuatoriano y la crisis política que vivió el país durante 1990-2001; Alberto Zalles hace una revisión de las recientes revueltas campesinas en Bolivia y la emergencia del proyecto político del movimiento aymara constituido por los sindicatos campesinos, los intelectuales aymaras y la dirigencia política; Gabriela Delamata aborda el contexto, la aparición de nuevos actores y los dos tipos de protestas emergentes en la sociedad argentina de finales del siglo veinte; por último Aparecida Fenandes hace una revisión de las nuevas "configuraciones sociales" y sus repercusiones sobre la participación social y los movimientos sociales brasileños a lo largo de los años ochenta y noventa. (20 L)

22. J. Foweraker, Theorizing Social Movements, Pluto Press (CriticaL Studies on Latin America), Londres, 1995, 145 pp.

Este libro tiene dos objetivos: primero, revisar los desarrollos de la teoría reciente de los movimientos sociales y, segundo, discutir la relevancia de estas propuestas para el estudio de los MS en América Latina. La primera temática (cap. 2) se concentra en la importancia de dos teorías: la norteamericana de la movilización de recursos y la europea de los nuevos mo-vimientos sociales y la formación de identidades. La segunda temática plantea tres ejes. El primero, la sociología de los MS (cap. 3) revisa varios problemas como son la ambigüedad social de los MS, la "novedad" de éstos, la construcción de la identidad colectiva y las relaciones MS y sociedad civil. El segundo eje, la política de los MS (cap. 4), describe los vínculos entre MS y sistema político, la influencia estatal en los MS, la influencia de los partidos políticos y el impacto de los movimientos sobre el Estado (p. 75). El último eje, movimientos sociales y transición, está dedicado a la emergencia de las movilizaciones de fines de los años setenta e inicios de los ochenta. El autor busca explicar en la diversidad y complejidad de los MS, las movilizaciones por los derechos y la ciudadanía ‒precondición para una sociedad plural y democrática‒ y la relación transición y declive de los MS o cómo la transición a la democracia y las "democracias parciales" pueden tener como resultado la desmovilización de los movimientos sociales.

23. C. García y V. Palermo, "El movimiento de los derechos humanos en la transición a la democracia en Argentina" en Camacho y Menjívar (comps.), Los movimientos populares en América Latina, Siglo XXI Editores/Universidad de las Naciones Unidas, México, 1989, pp. 409-436

El punto de partida subraya que una consecuencia de los regímenes autoritarios del cono sur fue el surgimiento de nuevos movimientos sociales (NMS) como formas de participación autónomas, desarrolladas fuera de los canales tradicionales y diferenciadas de éstos tanto por sus contenidos y modalidades de acción como por el carácter y alcance de sus reivindicaciones (p. 407). En ese marco se ubica el tema de análisis: el movimiento de los derechos humanos (MDH) en la sociedad argentina y su papel en la deslegitimación y crisis del régimen militar. El análisis gira alrededor de varios ejes: emergencia y desarrollo del movimiento, organización y formas de lucha, contenidos ideológicos, articulación con otras fuerzas políticas de la oposición, y las potencialidades del MDH en términos de la ampliación de la democracia, la creación de una nueva institucionalidad, y la democratización efectiva del poder.

24. I. González Bombal, Los vecinazos: las protestas barriales en el Gran Buenos Aires (1982-1983), Ediciones del IDES, Buenos Aires, 1988, 108 pp.

A finales de 1982, una ola de manifestaciones barriales recorrieron el Gran Buenos Aires; vecinos agrupados en sociedades de fomento y otras asociaciones urbanas protestaban a diario frente a las municipalidades de las diferentes localidades; la "consigna convocante" era la anulación de una cuota no contemplada en el plan anual de pago de las tasas municipales" (p. 73). Este libro busca "iluminar un escenario velado en los análisis políticos: la esfera de la política local en los municipios del Gran Buenos Aires" (p. 12). Contiene cinco capítulos. El primero ofrece un panorama breve y sistemático de la crisis urbana vinculada a la redefinición de la acción estatal en la esfera del consumo colectivo. A partir de este panorama, Inés González Bombal destaca el papel del municipio ‒ámbito en el que se gestiona gran parte de la organización del consumo colectivo‒ y de las sociedades de fomento ‒práctica asociativa de los sectores populares urbanos (p. 36). Los dos siguientes capítulos analizan la política de la dictadura en la escena municipal en los años 1976-1983 y el discurso oficial dirigido a "la búsqueda de consenso y legitimidad para el accionar del gobierno" (p. 49). El último capítulo revisa la emergencia y dinámica del movimiento vecinal, "expresión de los conflictos sociales que suscitaba el desprendimiento del Estado de sus responsabilidades en el plano del consumo colectivo" (p. 99).

25. M. Harnecker, Sin Tierra: construyendo movimiento social, Siglo XXI Editores, Madrid, 2002, 303 pp.

A partir de la segunda mitad de los años setenta, el campo brasileño fue el escenario de la irrupción de NMS; uno de ellos ‒por no decir el más importante de este ciclo‒ es el Movimiento de los Trabajadores sin Tierra (MST). Martha Harnecker estudia este movimiento sociopolítico (pp. 259-260). Su exposición se desarrolla en cinco capítulos. El primero destaca los contextos económico (la modernización conservadora del agro), político (la democratización del país) e ideológico (la influencia de las pastorales eclesiásticas) en el que emerge y se desarrolla el MST (1985-2000). Los dos siguientes capítulos tratan dos cuestiones centrales de cualquier movimiento social: a) la ocupación de tierras (cap. 2), cuyas formas obedecen a las características físicas y legales del terreno y las condiciones sociopolíticas del lugar (p. 73); y b) la implementación de los proyectos económicos y sociales alternativos que cristalizaron en la formación de los asentamientos (cap. 3). Según la autora, una peculiaridad de los asentamientos es su preocupación por la organización de la producción y la definición de una estrategia de organización de la vida en los asentamientos (p. 108). Los dos últimos capítulos dirigen su atención a la organización de la educación (cap. 4), la propuesta de una nueva escuela y una nueva pedagogía "propia y acorde a sus objetivos de lucha'' (p. 252); y a la organización interna del movimiento (cap. 5), cuya célula organizativa fundamental son los grupos de familias.

26. E. Henry, La escena urbana: Estado y movimiento de pobladores (1968-1976), Universidad Católica del Perú, Lima, 1978, 189 pp.

Este libro ofrece un balance de los procesos sociales ocurridos en los sectores barriales de la sociedad peruana ‒y más particularmente en Lima, la ciudad capital‒. El tiempo de análisis comprende desde la instalación del régimen militar en 1968 hasta 1976, años caracterizados por el agravamiento de la "escena urbana'', la multiplicación de las invasiones de tierras y los movimientos de pobladores que "cuestionaron cada vez más fuertemente la conformación vigente de las grandes ciudades" (p. 2). El eje analítico alude a la capacidad del Estado para intervenir en la escena urbana sin revelar su carácter contradictorio; y, correlativamente, la potencialidad del movimiento de pobladores en quebrantar los intentos de control social y político (p. 10). La obra se estructura en tres partes y siete capítulos. La primera describe la política urbana y su lógica de clases; la segunda aborda a los actores e instituciones: políticas de vivienda, sistema de participación controlada vinculada al verticalismo militar (pp. 96-107) y el burocratismo corporativo (pp. 119-132). Por último, la tercera parte expone el tránsito "de una situación en la cual los pobladores y sus organizaciones eran elementos pasivos a otra donde se perfila su mutación en fuerza activa de la lucha de clases" (pp. 137-138). En esta sección, el autor profundiza en tres experiencias de movilización que "deben ser comprendidas como hitos y no como muestra representativa'': Villa El Salvador que puso a prueba la organización vecinal y evidenció los límites de los mecanismos de participación controlada (pp. 153-159); el movimiento de Los Rescatadores que mostró las potencialidades de las luchas barriales (pp. 160-166); y la experiencia de centralización zonal del movimiento obrero y popular en la zona industrial de Vitarte (p. 166) (24 P).

27. J. Jaquette (ed.), The Women´s Movement in Latin America: participation and democracy, Unwyn Hyman, Winchester, Mass., 1994, 257 pp.

Este volumen documenta "una nueva fase de activismo político" de la mujer latinoamericana (p. 3); fase vinculada y/o determinada por la crisis económica, las políticas de ajuste estructural, la emergencia de nuevas formas de conciencia social y la transición democrática de nuestros países. El libro se compone de siete capítulos que examinan igual número de experiencias nacionales. Sonia Álvarez detalla dos cuestiones: a) cómo afloró en los años setenta y principios de los ochenta, una identidad política feminista y b) cómo cambiaron las relaciones entre feminismo, sociedad política y Estado. Patricia Chunryk examina el surgimiento de un movimiento autónomo de mujeres en el contexto democrático. Carmen Feijoó analiza la participación de las mujeres en la transición y el gobierno democrático a partir de una interrogante: porqué las mujeres han recibido tan pocos beneficios materiales y símbolos de la nueva democracia? (p. 110). Carmen Ramos revisa la participación política de las mujeres mexicanas entre 1970 y principios de los noventa; la autora presta atención a "las formas organizacionales y demandas que emergieron después de la crisis de 1982" (p. 199). Los otros tres capítulos refieren a la política democrática y mujeres en tres experiencias distintas: Uruguay (cap. 5), Perú (cap. 6) y Nicaragua (cap. 7).

28. E. Jelin (comp.), Ciudadanía e identidad: las mujeres en los movimientos sociales latinoamericanos, Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD), Ginebra, 1987, 355 pp.

De acuerdo con la compiladora, este volumen tiene el propósito de discutir la temática de la participación de las mujeres en acciones colectivas ligadas a la lucha por sus derechos y por su identidad. La investigación está basada en las acciones colectivas de mujeres de los sectores populares, cuya gran mayoría aunque ha permanecido "en la invisibilidad y el silencio", está transitando "a tomar las riendas de su propio destino, con formas de organización, de gestión y de participación, así como con contenidos ideológicos y simbólicos, algo novedosos" (p. 313). La discusión plantea cinco ejes: el mundo público y el ámbito privado, la cotidianidad y la reproducción, la formación de identidades y de actores, la historia y la memoria, y la dinámica de la participación de las mujeres en los MS (pp. 13-15). Los primeros seis capítulos exploran la experiencia en cinco países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Perú. El último capítulo retoma los ejes del análisis, revisa el material empírico de los estudios de casos y plantea algunas conclusiones comparativas. Según Jelin, los MS revelan un doble significado: constituyen mecanismos de lucha por la ampliación de la ciudadanía, es decir, por el reconocimiento y legitimación de la presencia social ‒en este caso, las mujeres‒ y, además, se ligan con la búsqueda social de identidad y de apropiación de un campo cultural; en palabras de Melucci: el objetivo del movimiento no es solamente la igualdad de derechos, sino más bien el derecho a ser diferente (p. 348).

29. E. Jelin (comp.), Más allá de la nación: las escalas múltiples de los movimientos sociales, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2003, 335 pp.

En la última década del siglo XX "la sociología de los movimientos sociales" construyó un nuevo eje analítico: las relaciones entre globalización y MS. Este libro, coordinado por Elizabeth Jelin, representa un esfuerzo innovador por incorporar el escenario trasnacional al análisis de los movimientos sociales de nuestros países. En esa perspectiva, la obra rescata las dimensiones socioculturales de un proceso de integración regional, el Mercosur, que "crea un nuevo marco para la elaboración de estrategias de acción de fuerzas sociales y actores colectivos" (p. 14). El capítulo 1 formula un marco general para el análisis de los procesos de regionalización y las condiciones para que los MS "amplíen el campo y la escala de su accionar" (p. 18); los siguientes capítulos están dedicados al examen de la constitución de actores regionales y la articulación de la acción colectiva de diversos sectores: movimiento obrero (cap. 2), mujeres y movimiento feminista (caps. 4 y 6), medio ambiente (caps. 3 y 5) y derechos humanos (cap. 6). El último capítulo ofrece una discusión sobre la dimensión trasnacional de los movimientos, las coaliciones y las redes.

30. C. Kay, "Estructura agraria, conflicto y violencia en la sociedad rural de América Latina", en Revista Mexicana de Sociología, 2001, vol. 63, núm. 4, pp. 159-195

El autor explora las conexiones entre estructura agraria, relaciones de explotación, políticas estatales y violencia rural en dos niveles: se refiere a los orígenes sociohistóricos de la violencia rural y, además, examina el impacto producido por las experiencias nacionales de reforma agraria, de contrarreforma y de no reforma agraria. Kay destaca la importancia de varios casos nacionales y regionales: la reforma y contrarreforma agraria en Chile, la violencia en Colombia, la violencia en el Perú antes y después de Sendero Luminoso, el movimiento de los campesinos sin tierra en Brasil, la rebelión campesina en Chiapas encabezada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y la guerra y la paz en Centroamérica. En términos generales, la gran desigualdad del sistema agrario, las relaciones de explotación y los procesos de modernización excluyente "son factores importantes, y en algunos casos los más prominentes, para explicar los conflictos y la violencia en la América Latina rural" (p. 183).

31. T. Kruse, "La 'guerra del agua' en Cochabamba, Bolivia: terrenos complejos, convergencias nuevas", en E. de la Garza (comp.), Sindicatos y nuevos movimientos sociales en América Latina, Buenos Aires, Clacso, 2005, pp. 121-161

Análisis de los acontecimientos de 2000 en Cochabamba, denominados la "Guerra del Agua" que concluyeron con la cancelación de un "jugoso contrato para la privatización del agua y la transformación de la legislación nacional que legalizaba y amparaba los negocios" (p. 122). El trabajo se compone de varias partes: la primera destaca los varios niveles de los actores: el trasnacional, el nacional y el local; la segunda relata la escalada de protesta, la tercera presenta al conjunto de actores colectivos que llegarían a conformar la Coordinadora de Agua, organización que encabezó la protesta. Por último, se subrayan las riquezas de las nuevas formas de acción colectiva; en el caso de la Coordinadora se trató de "una convergencia que demostró ser una poderosa simbiosis de bases movilizables, habilidades comunicacionales y capacidades técnico-analíticas. Construyó un mensaje claro y practicaba una flexibilidad táctica que permitía abrir y sostener espacios de 'auto-organización' mucho más allá de sus propios recursos para la movilización" (p. 158).

32. M. León et al., Espacio y tiempo: las luchas sociales de las mujeres latinoamericanas, Clacso, Buenos Aires, 1993, 327 pp.

Este libro reúne un conjunto de trabajos que representan "el fruto de la actividad de investigación de un conjunto de becarios" del Programa de Formación e Investigación sobre la Mujer promovido por Clacso (p. 7). Está integrado por seis capítulos que tratan la problemática social y las movilizaciones de las mujeres en cinco países: Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú y Uruguay. Magdalena León ofrece una investigación documental sobre las políticas y programas neoliberales frente al trabajo femenino en Ecuador durante los años ochenta. Zoila Boggio revisa la organización de las mujeres en los comedores populares de Lima Metropolitana; la primera parte destaca la historia de los comedores (1920-1975) y la segunda estudia la identidad y las prácticas sociales de las mujeres en los comedores autogestionarios. Lucila Criales investiga la relación mujer y conflicto social entre un grupo de mujeres migrantes a la Ciudad de la Paz. El capítulo centra su atención en: el desarraigo y la formación de nuevas identidades; los conflictos de género y los conflictos étnicos culturales; y la "búsqueda de poder y reconocimiento social" (p. 154) por parte de las mujeres migrantes. Silvia Montoya busca rescatar los aspectos que conforman el contexto de "desprotección" (p. 222) en el que se desenvuelve la mujer pobre de la ciudad de Córdoba, Argentina en los años ochenta. Los dos últimos artículos aluden a la experiencia histórica de la mujer en la sociedad uruguaya.

33. M. López Maya, Protesta y cultura en Venezuela: los marcos de acción colectiva en 1999, Clacso, Buenos Aires, 2002, 171 pp.

Esta publicación expone la dimensión cultural de la intensa movilización que experimentó la sociedad urbana venezolana y sobre todo la ciudad capital, en los años de la década de 1990. Esta movilización evidenció la activación de una peculiar forma de relación y negociación entre los diversos sectores sociales y el poder (p. 13) y, sobre todo, la "vasta masa de pobres o empobrecidos [que] buscan afanosamente su inclusión [y] el acceso de sus demandas y aspiraciones al espacio donde las decisiones son tomadas" (p. 15). El eje analítico enfatiza "uno de los [temas] menos explorados de manera sistemática hasta ahora: la dimensión cultural" de la protesta (p. 29). El volumen está constituido por siete capítulos: el primero revisa las movilizaciones y protestas de los años noventa, y el segundo plantea el marco teórico. Los capítulos tres a siete investigan los marcos de la acción colectiva de cada uno de los cinco actores: los vecinos, los pensionados y jubilados, los trabajadores de los tribunales, los estudiantes universitarios y los buhoneros. La exposición tiene la misma estructura: la conceptuación de las demandas, la identidad del adversario, la identidad del actor y la conceptuación del evento de protesta. Las conclusiones destacan la existencia de esquemas interpretativos o marcos maestros "cuya fuente es fundamentalmente la cultura política que ha sido aprendida a lo largo del periodo democrático" (p. 159).

34. S. Mainwaring y E. Viola, "Los nuevos movimientos sociales, las culturas políticas y la democracia: Brasil y Argentina en la década de los ochenta'', en Revista Mexicana de Sociología, 1985, vol. 47, núm. 4, pp. 35-84

Este artículo explora tres temas "relativamente poco estudiados" (p. 36): la cultura política, los NMS y el impacto de éstos en la transición democrática en dos países sudamericanos: Argentina y Brasil. El análisis centra su atención en cinco casos "que difieren entre sí en forma significativa" (p. 47): las comunidades eclesiásticas de base, las asociaciones vecinales y el movimiento feminista en Brasil, el ecológico en Argentina y Brasil y el de derechos humanos en Argentina. La exposición se organiza en cuatro temas: las condiciones de emergencia de los NMS; los valores de los NMS y su "énfasis en las prácticas democráticas participativas" (p. 59); el impacto y los límites de los NMS "en el sentido de crear una cultura política y un régimen más democráticos" (p. 65) y las perspectivas de los NMS en la transición hacia la democracia. En este punto, los autores destacan cuatro escenarios: a) una involución hacia el autoritarismo y la represión de los NMS, b) una democracia restringida y el aislamiento o marginación política de los movimientos sociales, c) la cooptación de los movimientos por el régimen democrático, y d) la construcción de una democracia progresista y participativa, la marginación relativa de los actores semidemocráticos y el crecimiento de otros nuevos movimientos sociales.

35. C. McClintock, Revolutionary Movements in Latin America, US Institute of Peace Press, Washington D.C., 1998, 492 pp.

El propósito de esta obra es identificar las causas ‒el catalizador o el sine qua non‒ que favorecen el surgimiento y la expansión de los movimientos revolucionarios; concretamente, de dos movimientos latinoamericanos: el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador y Sendero Luminoso en Perú. Según Cynthia McClintock, la "ecuación revolucionaria" está compuesta por factores objetivos ‒como las condiciones económicas, el régimen político, el contexto internacional y las organizaciones revolucionarias‒ y subjetivos ‒por ejemplo, el liderazgo revolucionario, p. 249). El primer capítulo recoge las teorías disponibles; el segundo describe la organización del FMLN y Sendero Luminoso y establece las diferencias entre ambas; los dos siguientes examinan los contextos políticos y los patrones y tendencias económicas de los años setenta y ochenta al nivel nacional y de los "grupos sociales relevantes" (p. 158); el quinto capítulo documenta el contexto internacional ‒sobre todo, la política estadounidense hacia los movimientos revolucionarios de los dos países‒ y el sexto ofrece algunas explicaciones de la emergencia y desarrollo de los dos movimientos con base en el "interjuego" de la economía, la política, las organizaciones revolucionarias y los actores internacionales. En el caso salvadoreño, la exclusión política constituye el sine qua non; en el peruano fue la crisis económica.

36. C. Moreira et al., Nuevas Formas de Protesta Política, América Latina Hoy: Revista de Ciencias Sociales, 2004, núm. 36, pp. 15-185

Esta obra colectiva analiza las diferentes formas o modalidades que asume la protesta popular en el nuevo contexto "democrático postdictadura" o de "democracia restaurada (p. 29). Los seis artículos analizan "la paradoja que supone la coexistencia de formas de acción colectiva disruptiva ‒como son los plebiscitos y referéndums, los movimientos urbanos, los movimientos transnacionales, los movimientos indígenas y la protesta popular‒ en un entorno democrático" (p. 11). Constanza Moreira estudia dos formas institucionalizadas de resistencia ciudadana a las acciones gubernamentales: el plebiscito y el referéndum en la experiencia uruguaya (1985-2003). Daniel Levine y Catalina Romero analizan la movilización urbana y el "desempoderamiento" ciudadano en las experiencias peruana y venezolana. Los dos capítulos siguientes refieren al impacto de la globalización en los movimientos o "redes de movimientos" y los efectos de los MS transnacionales sobre la agenda nacional y regional de integración hemisférica. Donna Van Cott explica los vínculos entre los movimientos indígenas de los países andinos y las reformas institucionales que otorgaron "derechos políticos especiales", sustanciales cuotas de representación política y permitieron "formar, por primera vez, sus propios vehículos electorales" (p. 142). Por último, Javier Auyero examina las formas y sentidos de la nueva protesta social argentina que emergió en los años noventa; con base en dos estudios de caso, la "Pueblada" de 1986 y el "Santiagazo" de 1993, el autor explora "los orígenes, formas y culturas de protesta en la Argentina contemporánea" (p. 163).

37. M. Perló et al., Movimientos Sociales Urbanos en América Latina, Revista Mexicana de Sociología, 1984, vol. 46, núm. 4

Los trabajos compilados por Manuel Perló discuten las formas de organización y las prácticas sociales, culturales y políticas de las clases populares que demandan acceso a bienes y servicios que el Estado, en menor o mayor medida, ofrece a los habitantes de la ciudad (p. 31); en este sentido, el común denominador de los trabajos es colocar a las organizaciones sociales de las clases populares como el protagonista central. El texto reúne cinco trabajos: Manuel Perló y Martha Schteingart ofrecen una visión de las luchas urbanas en México entre 1940 y 1970 y examinan "los factores que actúan para politizar los problemas urbanos de las clases populares" (p. 105) en la década del setenta. Gilda Mosquera se ocupa de los destechados colombianos en los años setenta, sus bases estructurales, las limitaciones de las políticas de vivienda, las viejas y nuevas bases sociales así como los vínculos de los MS urbanos con otros frentes de movilización y lucha popular. Alicia Ziccardi aborda las relaciones entre las villas miserias de Buenos Aires y el tercer gobierno peronista (1973-1976) que representaron en "la historia social de este movimiento (...) una de las experiencias más ricas de profundización y expansión de su capacidad organizativa (p. 159). Los dos últimos trabajos refieren a la experiencia brasileña. Machado da Silva y Paulo Magalhaes presentan una "etnografía de las luchas sociales" (p. 174) de una favela de Río de Janeiro y Pedro Jacobi analiza las luchas de los excluidos por el derecho a la ciudadanía en la ciudad de Sao Paulo durante los años 1970-1982; el análisis destaca una serie de dimensiones sociales constitutivas de la ciudadanía.

38. M. Ramírez, Entre el Estado y la guerrilla: identidad y ciudadanía en el movimiento de los campesinos cocaleros del Putumayo, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Bogotá, 2001, 351 pp.

Este libro trata de un NMS: el Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Putumayo, expresión de un sector de "actores subalternos" (p. 24), los campesinos cocaleros de los departamentos de Putumayo, Caquetá y Guaviare, ubicados en la amazonía occidental colombiana. El análisis pone en evidencia cómo el Estado y su política antidrogas inciden en la emergencia de un MS que asume su identidad colectiva como cultivadores de coca o cocaleros y busca resignificar esta denominación que los estigmatiza, criminaliza e invisibiliza. María Ramírez expone cómo se resignifica la noción de ciudadanía (p. 296) y cómo la identidad colectiva se construye en estrecha ligazón con la nueva ciudadanía putumayense (p. 131). Los dos primeros capítulos nos introducen al escenario social determinado por la migración a un "territorio vacío" (p. 39), y al contexto político definido por la política antidrogas de los Estados Unidos, la política gubernamental de contrainsurgencia y su papel de autoridad en la amazonía occidental. Los capítulos siguientes presentan los movimientos cívicos que antecedieron al movimiento cocalero de 1996 (cap. 3), la irrupción de la movilización de los campesinos cocaleros y la emergencia de identidades politizadas (cap. 4), las negociaciones iniciadas en 1996, entre líderes del movimiento, funcionarios locales y "alto gobierno" (caps. 5 y 6) y la estrategia del movimiento para mantener su representatividad social y política (cap. 7). El libro cierra con el examen de las relaciones entre nuevas formas de acción colectiva, construcción de una nueva ciudadanía y ejercicio del "derecho a tener derechos" (p. 299).

39. S. Sandoval, "Social movement and democratization: the case of Brazil and the Latin Countries", en M. Giugni, D. McAdam y Ch. Tilly (eds.), From Contention to Democracy, Rowman y Littlefield Publishers, Lanham, 1998, pp. 169-201

Este trabajo estudia el papel de los enfrentamientos y luchas populares en la transición brasileña de la "dictadura militar a la democracia civil" (p. 170). Con base en la propuesta teórica de Charles Tilly, el análisis destaca a) dos tipos de acción colectiva ‒la movilización del movimiento urbano popular y las actividades huelguísticas, definidas como las facetas del ciclo de protesta que caracterizó al periodo de transición democrática‒; b) subraya tres tipos de influencia de los MS en los procesos de democratización: la defensa de los derechos ciudadanos, el ascenso de la participación en las luchas populares y la introducción de demandas preactivas en la arena política; y c) establece cuatro fases de la protesta popular: la movilización sectorial contra el gobierno autoritario (1977-1980), las coaliciones y luchas por la democratización (1981-1984), la desmovilización en la transición (1985-1987) y las luchas por la reforma del Estado (1988-1989). Según el autor, sus resultados muestran la presencia de dos factores relevantes en el impacto de los MS sobre la democratización: la autonomía relativa de las organizaciones de los MS y la capacidad de las "élites de oposición" (p. 194) para construir coaliciones con otros sectores y grupos.

40. R. Sautu et al., "Democracia y desarrollo económico en Argentina: interpretaciones de participantes en manifestaciones colectivas de protesta'', en Estudios Sociológicos, 2004, vol. 32, núm. 66, pp. 745-769

En el marco de las movilizaciones masivas de diciembre del 2001 y las distintas formas de protesta que sacudieron a la sociedad argentina durante los meses posteriores, este artículo describe cómo los participantes de clase media en las protestas callejeras y las asambleas populares interpretan el impacto de la corrupción en el funcionamiento de la democracia y los logros del desarrollo económico. La muestra estuvo compuesta por población de 18 años o más y participantes en "alguna manifestación callejera de protesta (realizada en el área Metropolitana de Buenos Aires), estableciéndose cuotas por género y edad" (p. 754). De acuerdo con los autores, el análisis de las respuestas acerca de las relaciones entre corrupción-democracia, corrupción-desarrollo económico y corrupción, democracia y desarrollo "indican un alto nivel de concientización" (p. 768), es decir, de conceptualización y posicionamiento ideológico acerca de la democracia, el desarrollo económico y los efectos de las prácticas corruptas sobre aquéllos.

41. S. Stern (ed.), Los senderos insólitos del Perú: guerra y sociedad, 1980-1995, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1999, 490 pp.

Stern busca "contextualizar los orígenes sociales, la dinámica y las consecuencias" de la guerra de Sendero Luminoso en el Perú de los años ochenta. La obra gira en torno de cinco ejes: las raíces de la convulsión y los proyectos revolucionarios de Sendero Luminoso, la fallida lucha senderista, la destrucción de la aparente "tercera vía", la experiencia de guerra de las mujeres y su surgimiento como sujetos ciudadanos, y las consecuencias que la guerra tuvo para el gobierno y las culturas políticas (p. 25). El libro se compone de catorce capítulos. Los tres capítulos de la primera parte especifican la dinámica sociopolítica y "la interacción entre la izquierda, el Estado, los campesinos y los intelectuales disidentes, que moldeó la política de la rebeldía y el radicalismo serrano del siglo XX" (pp. 32-33); los cuatro de la segunda parte explican el fracaso senderista por controlar los pueblos y territorios de la sierra centro-sur, paso previo y necesario "para estrangular a Lima desde dentro y desde afuera'' (p. 125); los dos capítulos de la tercera parte discuten la destrucción de la "tercera vía'' representada por las organizaciones independientes que resultaron "ser sorprendentemente vulnerables a la expansión política y la intimidación senderista'' (p. 258); la cuarta parte explora la experiencia de las mujeres campesinas y urbano marginales y muestra que ésta produjo "cambios importantes en las relaciones de género, que supusieron su acercamiento a espacios de poder y niveles de decisión, su reubicación en el espacio de las relaciones productivas [...] y una reestructuración parcial de las relaciones familiares de autoridad y autoestima'' (p. 363). Los cuatro últimos revisan el surgimiento del presidente Fujimori como una fuerza política decisiva y el significado de la violencia y los derechos humanos como indicadores y catalizadores de los cambiantes valores y sensibilidades políticas.

42. G. Trejo, "Etnicidad y movilización social: una revisión teórica con aplicaciones a la cuarta ola de movilizaciones indígenas en América Latina'', en Política y Gobierno, 2000, vol. 7, núm. l. pp. 205-250

Según el autor, a la fecha, "pocos han sido los intentos por elaborar explicaciones generales sobre el resurgimiento de las identidades indias [...] y las diferentes estrategias y tácticas de movilización" (p. 206). El artículo se estructura en tres secciones: la primera trata las explicaciones teóricas sobre la formación de identidades y el "renacimiento" (p. 207) de la conciencia indígena: el primordialismo, el instrumentalismo, el constructivismo discursivo, la teoría de los juegos y algunas hipótesis latinoamericanas; la segunda puntualiza las causas de la movilización étnica y el resurgimiento de las movilizaciones indígenas en América Latina: las explicaciones macro y microestructurales y las hipótesis latinoamericanas; la última sección delinea los retos que enfrenta la agenda de investigación sobre movilizaciones indígenas en nuestros países.

43. T. Valdés y M. Weinstein, Mujeres que sueñan: las organizaciones de pobladoras en Chile: 1973-1989, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Santiago, 1993, 265 pp.

Éste es un libro sobre mujeres escrito por "mujeres comprometidas" (p. 14). El análisis busca dar cuenta de la irrupción y desarrollo de las organizaciones de mujeres de los sectores urbano populares o "pobladoras" en la sociedad chilena durante la dictadura militar. Se divide en dos partes: la primera revisa las raíces culturales y sociales de la acción colectiva de las pobladoras (cap. 1) y establece el escenario sociopolítico que configura las respuestas de las pobladoras (cap. 2). La segunda parte se introduce en los "dos mundos" organizacionales en la época de la dictadura (p. 87): el oficial, controlado por las instituciones gubernamentales, y aquel que funcionaba fuera de la legalidad impuesta por la dictadura militar. Las organizaciones del mundo oficial, representadas por los Centros de Madres, constituyen el eje del tercer capítulo. Las "nuevas organizaciones" de mujeres (cap. 4) ofrece "una descripción general de las organizaciones de pobladoras no oficiales, dando cuenta de sus orígenes, heterogeneidad y procesos vividos por ellas en los largos años de dictadura" (p. 129). El quinto capítulo explora las relaciones con el Estado, la concepción de la política y sus demandas hacia la sociedad. El epílogo presenta los "desafíos que estas organizaciones plantean a la construcción democrática (p. 235).

44. J. Walton, "La deuda, la protesta y el Estado en América Latina'', en S. Eckstein (ed.), Poder y protesta popular: movimientos sociales latinoamericanos, Siglo XXI Editores, México, 2001, pp. 333-362

El autor revisa la "oleada de intranquilidad social singular y sin precedentes" que generaron las políticas gubernamentales de austeridad y deuda externa en la década comprendida entre 1976 y 1986. El artículo se compone de tres partes: la primera describe brevemente "la crisis de la deuda'', la segunda aborda la "anatomía de la intranquilidad social" y la tercera las consecuencias o, mejor dicho, los logros de la protesta. La "anatomía de la intranquilidad" destaca las bases estructurales que explican la protesta, las bases sociales que sustentan las movilizaciones y las formas variadas que asumió la protesta social. En términos generales, los tres tipos generales de protesta son los motines por alimentos (como ocurrió en los países del Caribe), las manifestaciones políticas (como en Chile y Centroamérica) y las huelgas generales (como sucedió en Argentina y los países andinos). Según Walton, estas formas de protesta se relacionan con los estilos políticos, la fuerza de los sindicatos y las oportunidades que ofrecen los regímenes políticos.

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1Aunque estos movimientos urbanos son considerados como un fenómeno nuevo, en más de un país aparecen a principios del siglo XX y adquieren presencia e importancia política en los años cincuenta y sesenta.

2En los años ochenta, esta experiencia no se puede extender al conjunto latinoamericano pues en algunos países (como Argentina), "los atisbos de movimientos regionales fueron realmente mínimos... y su visibilidad y presencia en la escena prácticamente nulos" (Jelin en Calderón, 1986: 23-24). En los noventa, la situación cambia de manera sustancial; los movimientos regionales o "estallidos provinciales" adquieren una relevancia inusitada y decisiva para la generalización de las protestas.

Recibido: 23 de Octubre de 2006; Aprobado: 17 de Noviembre de 2006

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