Este libro analiza la más grave crisis que ha experimentado el capitalismo en sus más de tres siglos de historia mundial. Se refiere básicamente a la crisis económica-financiera global del capitalismo, sin dejar de contemplar que esta faceta de la crisis se conjuga de manera multideterminante con crisis energética, ecológica y alimentaria. El tema central es que la salida a la crisis actual habrá de convertirse en algún momento, en una salida global de la normalidad del capitalismo que es la crisis.

Esta idea central es desarrollada por el autor, Arturo Guillén, a lo largo de ocho capítulos, sobre: 1) Origen de la crisis global y la crisis de los años de 1970, 2) Irrupción de la crisis económico-financiera global, 3) Etapas de la crisis global, 4) Gran Recesión 2008-2009, 5) Unión Europea en el torbellino de la crisis global, 6) Interpretaciones teóricas de la crisis global, 7) Financiarización, tasa de ganancia y ganancia financiera, 8) Crisis global y redefinición de la hegemonía mundial.

Como se puede apreciar, a lo largo del libro se da un tratamiento sistemático al análisis de la crisis económica y financiera del capitalismo actual. Se estudian sus raíces, causas y desarrollo como fenómeno mundial. Y en el contexto neoliberal de acumulación dominado por las finanzas, se debate y avanza en la explicación teórica de la crisis del capital monopolista-financiero -como el segmento más dinámico del capital-, con la intención particular de vincular la deuda-deflación con el comportamiento de la tasa de ganancia y sobre todo con la formación de la gananciera financiera.

Para Arturo Guillén, la causa eficiente de la crisis actual es la baja de la tasa media de ganancia en los principales países capitalistas. Y explica cómo desde finales de los años de 1960, se han venido gestando, retrasando y acumulando los graves efectos de la crisis que finalmente estallara en 2007 y de la cual seguimos atestiguando sus graves efectos hasta la fecha, pues se han seguido registrado 4 graves etapas sucesivas, sin resolverse aún.

Visto este proceso crítico desde la perspectiva de Guillén, resulta claro que esta crisis ha tenido dimensiones globales desde su irrupción, tanto en sus causas como en sus impactos. Y detalla con gran precisión por qué Gran Recesión de 2008-2009, ha sido la contracción cíclica más profunda desde la Gran Depresión de 1929; y cómo es que los más recientes procesos recesivos han seguido siendo experimentados con velocidad y sincronía sin precedentes.

El autor explica cuáles medidas de salvamento de bancos y entidades financieras han sido tomadas, en el intento de recuperar la economía mundial, y por qué han sido fallidas, coartándose cualquier posibilidad de recuperación seria y provocando que las medidas inspiradas en las doctrinas de austeridad, paralizaran las economías, acentuando la recesión en 2011 y aumentando las tendencias deflacionarias. Sin embargo, no deja de señalarse que el propio curso de la economía mundial siendo altamente imprevisible, no ha concluido todavía el proceso de desvalorización de los capitales que estrechan los márgenes de maniobra de bancos centrales y gobiernos nacionales.

Desde este enfoque, la tendencia al estancamiento parece ser la que predominará durante un lapso prolongado, especialmente por la imbrica-ción entre recesión y estancamiento con la deflación; y, sobre todo, porque los gobiernos y el capital financiero no parecen o no desean comprender la naturaleza compleja de la crisis, su carácter inédito y la necesidad de transformar el régimen de acumulación y de consumo despilfarrador que está alcanzando sus límites. Ante lo cual, como señala el autor:

“No basta señalar, en mi opinión, que la economía se sobreendeudó en el marco de la financiarización de la época neoliberal, sino que es necesario descubrir los factores que en el proceso de valorización del capital empujaron hacia la financiarización y el endeudamiento. En otras palabras, escudriñar en los procesos de formación de la ganancia media y de la ganancia financiera. Atrás del endeudamiento se encontraba la búsqueda del máximo beneficio en la esfera financiera asumiendo operaciones de alto riesgo.” (^{Guillén, 2015: 21}).

Para Guillén, estas decisiones de la oligarquía financiera conducen la actuación no solo de los bancos y las esferas de las finanzas, sino el modus operandi de toda la esfera productiva de la economía mundial, control que asegura la apropiación de la plusvalía social por medio de mecanismos financieros nuevos que hasta ahora están al alcance de los más poderosos capitalistas monopolistas financieros.

Entre los aportes novedosos del libro, destacan especialmente los desarrollados por el autor, en el sentido de considerar la financiarización no como un fenómeno nuevo en la historia del capitalismo, sino como proceso vinculado con los distintos periodos de transición hegemónica en los que surgen nuevas adaptaciones, del mismo régimen estructural de acumulación de capital a las cambiantes condiciones de madurez y declinación de las potencias dominantes (^{Guillén, 2015: 22, 212}, citando a Braudel (1992) y Arrighi (2003).

Por lo que la financiarización contemporánea se enmarca en el proceso de declinación de la hegemonía estadounidense, de manifiesto con la Gran crisis que irrumpe desde finales de los años de 1960. Por lo que la crisis de hoy no solo es reacción objetiva frente a la recesión de los años de 1960 mencionada, sino “también un proyecto del capital monopolista-financiero y del Estado de Estados Unidos, para contener su declinación mediante el empleo de su hegemonía monetaria y financiera.” (^{Guillén, 2015: 213}).

De esta manera la financiarización es una respuesta frente a la crisis de ganancia y hegemonía. Al parecer se ha encontrado la manera de obtener mayores rentabilidades ya no solamente de una economía real saludable sino, sobre todo, de una economía estancada, cuya producción se encuentra cada vez más adormecida. Por lo que en este libro, cuya lectura se recomienda ampliamente, su autor Arturo Guillén concluye, que si bien es impredecible cuál será el resultado de la crisis global, sí es muy clara la naturaleza de ese laberinto creado para asegurar la extracción de ganancias, que es la crisis financiera global:

“Sabemos que el capitalismo no es la solución, aunque todavía no se define con qué lo sustituiremos ni qué tipo de socialismo habría de construir, aunque algunos países, tanto en Grecia como en América Latina, se distancian del neoliberalismo e intentan construir sociedades más justas.” (^{Guillén, 2015: 283}).