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Culturales

versión On-line ISSN 2448-539Xversión impresa ISSN 1870-1191

Culturales vol.5 no.2 Mexicali jul./dic. 2017

 

Reseñas

Intersecciones urbanas: Ciudad transnacional / Ciudad global

Héctor H. León Amézquita* 

*Universidad Autónoma de Baja California

Intersecciones urbanas. Ciudad transnacional / Ciudad global. Besserer, Federico. Universidad Autónoma Metropolitana, Juan Pablos Editor, México: 2016. ISBN: 978-607-28-0947-5. ISBN: 978-607-711-386-7.


Este libro reúne 11 artículos que dan cuenta de las intersecciones entre lo global y lo transnacional: como teoría y método en construcción, dentro de las lógicas de producción y desposesión, en los cuerpos como territorios donde se incrustan la violencia y los afectos, y en los ejercicios de ciudadanía y su movilización social.

El libro inicia con una introducción de Federico Besserer, en la que plantea la importancia de definir las intersecciones teóricas y empíricas de la ciudad transnacional y la ciudad global. Si bien es una discusión extensa y profunda, cabe resaltar que el autor propone tres procesos que son fundamentales para “comprender la intersección global/transnacional en el mundo urbano contemporáneo: los procesos de trabajo, las dinámicas de violencia y las acciones de empoderamiento” (p. 21). Estos procesos, además de estar interrelacionados, son desiguales, pues en los marcos de la globalización se han configurado ciudades globales (como Londres o Nueva York) que resaltan en importancia a nivel mundial al articularse como ciudades de servicios, sobre todo financieros. Mientras que la migración internacional configuró ciudades transnacionales, como resultado de la recepción de migrantes y de la reproducción de prácticas culturales relacionadas con su ciudad de origen, a partir de una identidad urbana de la nostalgia, como la llama Alfredo Nateras, o saudade, como lo explica Feldman-Bianco (pp. 57-86).

La discusión sobre la definición de ciudad global y ciudad transnacional es interesante y vasta. Respecto a la ciudad transnacional, Besserer la define como “un conglomerado de relaciones sociales que producen las urbes locales y territorializadas, pero las exceden formando un ‘tercer espacio’ que articula territorios discontiguos en un gran ensamblaje de dimensiones globales” (p. 29).

Esta definición pone como eje central las acciones del sujeto en su vida cotidiana, pero critica el papel de la migración como único factor en la construcción de ciudades trasnacionales, y realza las relaciones creadas por las ciudades fronterizas -como el caso de la frontera Tijuana-San Diego-, por la formación de espacios sociales transnacionales o ciudades diaspóricas -como el barrio chino en Los Ángeles, California-, y por las cadenas globales de capital o ciudades clusterizadas -como los hoteles, cadenas de aviación o cadenas globales de producción-.

Según la propuesta de Besserer, el libro tiene como objetivo dar cuenta de las intersecciones de los procesos globales y transnacionales sin privilegiar ninguno de los dos procesos, sino lograr un marco analítico común. En ese sentido, las intersecciones empíricas, como las refiere el editor, se visibilizan en las relaciones de trabajo, la violencia y la movilización social.

La primera parte del libro, titulada “Teorías y métodos en construcción”, está compuesta por tres trabajos: 1) Los resultados de investigación de Bela Feldman-Bianco, “Desarrollos de la perspectiva transnacional. Migración, ciudad y economía política en la intersección de la antropología y la historia”, donde justifica el uso de la saudade (nostalgia) como elemento significativo en la recreación de las prácticas culturales de los migrantes en su lugar de destino y el impacto que éstas tienen en la ciudad, incluso hasta promover su escalamiento e inserción en las dinámicas globalizadoras. 2) El trabajo de Néstor García Canclini, “Los jóvenes transforman las ciudades y las redes”, que es un esbozo de cómo a la ciudad espacial (territorio) se sobrepone la ciudad informacional (comunicación), y cómo las tecnologías de la información y la comunicación intervienen para que los usos territoriales pasen a depender de la circulación de capitales, imágenes, informaciones estratégicas y programas tecnológicos. Para el autor, estas dinámicas comunicacionales reconfiguran las nociones de intimidad y sociabilidad incluidas las lógicas de trabajo. A mi parecer, es un texto que permite entender las lógicas del emprendimiento y la creatividad como signos emergentes de una renovación frente a la precariedad laboral que atraviesa la vida de los jóvenes mexicanos, empujándolos a combinar “recursos públicos y privados, formales e informales, tácticas de agrupamiento y redes novedosas para alcanzar cierto desarrollo creativo” (p. 93). 3) La reflexión de Ludger Pries, “Nuevas dinámicas de la migración internacional. Retos y oportunidades”, en la que considera a la migración como la mirada “desde abajo” de la globalización, y esto se constata en la importancia de la migración misma y en las remesas como factor de desarrollo, pues están ligadas directamente a los gastos que representan los consumos de las familias que las reciben. Además, el autor refiere que los flujos migratorios adquieren su propia dinámica tanto por sus actores -los migrantes- como por las redes sociales que éstos tienen, y que “la capacidad de controlar la migración internacional se reduce más cuando existen fuertes redes transnacionales” (p. 110). Y es precisamente en esta posibilidad de crear lazos duraderos en el tiempo y en diferentes geografías, lo que Pries considera importante en las nuevas dinámicas migratorias, porque “ya no se puede seguir viendo los modelos de integración como ‘contenedor nacional’ pues el Estado-nación y la sociedad nacional es relativizada y encauzada en entretejidos sociales que van más allá de los contenedores y los proyectos nacionales” (p. 129).

La segunda parte del libro, titulada “Producción y desposesión”, está compuesta por dos textos: en el primero, “Redes laborales (sub)(r) urbanas vistas desde la suburbia: los traspatios de la transnacionalidad (Valle de Chalco)”, Fernando Herrera Lima refleja la construcción histórica de Valle de Chalco a través de sus dinámicas migratorias, tanto internas como transnacionales, y un lugar donde convergen la urbanidad y la fuerza laboral como dispositivos articuladores del funcionamiento de una localidad; es decir, la fuerza de trabajo de los vallechalquenses inscrita en la globalización, se convierte en indispensable para entender la periferia, pero también el patrón de funcionamiento de la urbe, específicamente su relación con la Ciudad de México. El autor usa la imagen de los traspatios para visibilizar la precariedad laboral y la instalación del miedo como elementos constitutivos en la creación social de grupos vulnerables. Un espacio donde convergen la precariedad, la organización y el trabajo colectivo, el narcomenudeo y los micronegocios al mismo tiempo. Una representación de lo macrosocial en lo micro, “en los traspatios de la transnacionalidad”. Desde su perspectiva, lo que se acaba de resumir trata de explicar “cómo la producción social [intencional] de la vulnerabilidad y la precariedad se convierten en uno de los sustentos básicos para el funcionamiento y la reproducción de la ciudad trasnacional y la sociedad globalizada” (p. 154).

El segundo texto de este apartado está a cargo de Ángela Giglia, quien en “Globalización, precariado y redes transnacionales. Un sindicato independiente en la Ciudad de México” retoma la marcha del 1 de mayo de 2012, donde protestaron distintos trabajadores representados a través de sindicatos “independientes” [las comillas son de la autora], y que llamaron la atención por el performance de la marcha, que incluyó a manifestantes uniformados con el disfraz del protagonista de la película V de venganza y un acto simbólico de perdón, con la representación del entonces presidente de México, Felipe Calderón. Los trabajadores manifestantes eran despachadores de gasolina unidos en el Sindicato de Trabajadores de Casas Comerciales, Oficinas y Expendios, similares y conexos del Distrito Federal (Stracc), cuyos integrantes son mayormente gasolineros de la Ciudad de México, pero que también incluye a otros trabajadores en el área de servicios. Esta situación derivó en la reflexión de Giglia sobre el contexto del trabajo enfocado al servicio al consumidor, y sus conclusiones hacen referencia a la desaparición, en México, del trabajo asalariado y el aumento del trabajo sin salario, es decir, quienes perciben el grueso de su sueldo con base en propinas. Esta situación, para la autora, resulta en una “acentuación de la precariedad no sólo en el trabajo sino en las condiciones de vida […] pues los trabajadores se encuentran en una relación de subordinación pero no perciben remuneración alguna por sus servicios y donde además prevalece la incertidumbre y la vulnerabilidad” (p. 169). La paradoja radica en cómo estos trabajadores se convierten en un enlace entre el servicio y el consumidor, y en cómo “su presencia es funcional para la reproducción de las condiciones de vida de los espacios insulares de la metrópoli contemporánea” (p. 174). Según la autora, los cambios en las relaciones laborales devienen en una simulación de las relaciones obrero-patronales, dejando la representación del trabajador en manos de los sindicatos, que no siempre los representan.

La tercera parte del libro, titulada “Violencias, afectos y cuerpos”, está compuesta por el trabajo de Alfredo Nateras, “Los lugares de las violencias: cuerpos juveniles. La pandilla del Barrio 18 (B-18) y la Mara Salvatrucha (MS-13)”, y por el artículo de Gabriel de Santis Feltran, titulado “Entre “trabajadores” y ‘bandidos’: cuatro décadas de desplazamientos del conflicto urbano en los márgenes urbanos de Brasil (1970-2010)”.

El texto de Nateras analiza las identidades juveniles desde la experiencia de los homies del B-18 y la Mara Salvatrucha, y el “constante ir y venir de las violencias al cuerpo y de éste a los espacios públicos como la calle o el barrio, y los de encierro como las cárceles” (p. 191). Mientras que la reflexión de Gabriel de Santis gira en torno a cómo “las formas plásticas de utilización social del par de categorías ‘trabajador’ y ‘bandido’ exponen distintos modos de gestión de un conflicto político y al uso de la violencia como modo fundamental de contención de ese conflicto político” (p. 250), y concluye afirmando cómo confluyen en un mismo esquema de análisis el crimen y el trabajo, la familia, la religión, la política y el Estado, y cómo las relaciones entre estas esferas son operadas a través de la legitimidad, la acción política, la gestión y la violencia.

La cuarta y última parte, dedicada a las ciudadanías y la movilización social, está compuesta por cuatro estudios: el primero es el texto de Silvia Merenson, titulado “Movimientos políticos de la ciudad fronteriza. El Frente Amplio de Uruguay en Argentina: Intersecciones entre memoria, pertenencia y ciudadanía”, y que viene a ser un trabajo que nutre la discusión entre ciudadanía, la experiencia migratoria y la participación política, que, en este caso, se concreta en el despliegue de prácticas políticas trasnacionales o de ciudadanía transnacional, y de manera más específica, en los esfuerzos por consolidar una estrategia para el ejercicio del derecho al voto cuando se está en el exterior, o lo que en Uruguay fue llamado el “voto Buquebus”, que surgió como una extensión de los derechos cívicos y como una respuesta posible que pretende paliar el proceso de desciudanización. Lo que entiendo relevante de esta discusión es la posibilidad de comprender el peso de los significados asociados a la ciudadanía. Es decir, la participación política, expresada en el sufragio, es un acto político, pero también una acción simbólica de identificación y pertenencia en contextos migratorios y transnacionales.

Por su parte, Alejandra Ramírez presenta “Urbanitas en red: construcción de ciudadanía transnacional a partir de las tic: estudio de caso de tres comunidades virtuales de migrantes en Facebook”. Mientras que en el caso de Merenson la identificación y sentido de pertenencia se expresaba en la participación política y el derecho al voto en el exterior, en los casos de Ramírez es la plataforma digital Facebook. Expone que a través de dicha red social, la creación de comunidades virtuales -donde confluyen temas relacionados con el país de recepción, pero también las experiencias, las nostalgias, los recuerdos, los ritos, las tradiciones y los festejos de la ciudad de origen- da como resultado comunidades políticas o ciudadanías cibernéticas que rebasan la realidad virtual, para afirmarse en diferentes grados de integración ciudadana tanto en el país de origen como en el de recepción, a través de las remesas y la promoción de trabajos y profesiones en el país de destino, así como la recreación de prácticas culturales específicas, primordialmente las asociadas al baile y la comida. En conclusión, es posible hablar de agencias ciudadanas en constante relación entre los países de origen y destino.

El tercer texto, “Políticas globales, impactos locales: transformaciones en los movimientos sociales de la Ciudad de México. El caso de La Malinche en la Magdalena Contreras”, es un trabajo de María Ana Portal que retrata el desarrollo histórico de un movimiento local que, a su parecer, refleja elementos globales en la estructura misma del movimiento, en la construcción ideológica y en la articulación con otros movimientos y organizaciones. Lo que la autora evidencia es el desplazamiento ideológico de un grupo organizado por la defensa de derechos humanos fundamentales como la vivienda, y cómo se catapulta, en el mediano o largo plazo, “intereses menos anclados a la satisfacción inmediata -mi casa, mi colonia, mi necesidad- para construir una nueva forma de estar en el mundo” (p. 364), una que rescata la memoria sobre las luchas previas, para configurar nuevas formas de lucha en escenarios nuevos.

El libro cierra con el trabajo de Robert Courtney Smith, “Cuatro reflexiones en las limitaciones diarias y las posibilidades reales y prácticas de la vida transnacional y la globalización”, el cual me parece estratégico para comprender la vida cotidiana de las familias transnacionales y las limitaciones que no han sido superadas ni por la política ni por la tecnología. Courtney las detecta en los cambios demográficos de las ciudades que favorecen o limitan la vida transnacional, como en el caso del envejecimiento de gruesos de población migrante que por cuestiones de salud ya no pueden participar activamente en sus ciudades de origen; en cómo no se había concretado el voto extraterritorial por trabas institucionales y partidistas, y en el intento por ofrecer el Seguro Popular para migrantes y sus familias desde la imagen de un Estado benefactor, pero que para los migrantes no resultaba creíble al ser el mismo Estado quien, al no proveer de trabajos dignos y estables, los había obligado a migrar, además de toparse nuevamente con trabas institucionales: para poder afiliarse al Seguro Popular era necesario tener una identificación oficial vigente y estar en territorio mexicano. ¿Paradójico? ¿Simulación del gobierno mexicano? Concuerdo con el cierre del autor cuando afirma que los etnógrafos “deben de considerar el papel de las instituciones, del Estado, de los límites geográficos de los programas, y en general, del poder del análisis orientado a lo transnacional y lo global” (p. 386).

Sin duda, la compilación que Federico Besserer nos ofrece es interesante y pertinente, y, por supuesto, mucho más profunda de lo que se puede plasmar en un espacio como éste. Pero, a pesar de ello, considero que el texto es una fotografía necesaria para vislumbrar las intersecciones de lo global/transnacional desde diferentes posicionamientos epistemológicos y desde diferentes metodologías, teniendo en cuenta que la construcción del conocimiento sólo es posible a través de la crítica y del diálogo de lo que aquí se presenta

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