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Culturales

versión On-line ISSN 2448-539Xversión impresa ISSN 1870-1191

Culturales vol.5 no.1 Mexicali ene./jun. 2017

 

Reseñas

Población y nomadismo en el área central de las Californias

Patricia Olga Hernández Espinoza* 

*Centro INAH Sonora.

Magaña Mancillas, Mario Alberto. Población y nomadismo en el área central de las Californias. Universidad Autónoma de Baja California, Mexicali, Baja California: 2015. ISBN: 978-607-607-276-9.


Cuando se preguntó en las comunicaciones de la Red de Historia Demográfica quién se ofrecía a presentar y reseñar el libro Población y nomadismo en el área central de las Californias, de Mario Alberto Magaña Mancillas, vi la oportunidad de compartir con un público amplio la utilidad de su trabajo para explicar el comportamiento de los grupos humanos que habitaron el noroeste prehispánico y novohispano.

Aunque su obra se centra en las Californias, el noroeste mexicano conforma una sola región cultural, cuya comprensión y estudio representa grandes retos, mismos que se exponen en su trabajo, pero que fueron remontados, uno a uno, diría yo, de una manera espléndida para quienes compartimos, desde la antropología, la preocupación por comprender el comportamiento de los grupos antiguos, su alta movilidad y, al mismo tiempo, el conocimiento sobre la naturaleza agreste en la que sobrevivieron y se adaptaron, sabiduría y estrategias de sobrevivencia transmitidas de generación en generación, aún hoy en día.

Mostrar los diferentes caminos por lo que el investigador atravesó para poder responder a sus preguntas de investigación no es tan fácil como podría pensarse. Los trabajos que uno va presentando como ponencias, para pulirlos y después publicarlos como artículos hasta que finalmente compilamos en un libro, representa un proceso de madurez intelectual que, a veces, toma toda una vida alcanzarlo. Pero no es el caso que nos ocupa. Este libro representa las diferentes posturas metodológicas que el autor ha adoptado a lo largo de su trayectoria para responder y explicar el proceso de poblamiento de las Californias en distintos momentos en el tiempo.

El texto en cuestión es una recopilación de los trabajos que el autor había hecho en diferentes tiempos de su vida académica, teniendo como eje central los movimientos estacionales y el proceso de poblamiento de las Californias, texto importante y útil para aquellos interesados en el proceso de poblamiento del noroeste y quienes quieren entender por qué sus pobladores no fueron totalmente sedentarios. El tema central, entonces, es la trashumancia de los cazadores-recolectores, antes, durante y después de la llegada de los extranjeros a estas tierras, tema en el que me voy a centrar para este comentario.

Esta obra es oro molido para los antropólogos como yo, que incursionamos en algunos aspectos históricos, sin ser historiadores, pero que desde nuestras trincheras tratamos de responder preguntas sobre el proceso de poblamiento y los pobladores del agreste noroeste prehispánico y novohispano. Cifras van y vienen, pero no podemos explicar la ausencia de grupos humanos en algunos sectores de este vasto territorio. ¿Dónde estaba la gente?

Me voy a permitir introducirlos al mundo que yo estudio para ilustrar por qué este el libro aporta una serie de respuestas a las preguntas que, para mí, como antropóloga, no eran fácil responder. El registro arqueológico de este vasto territorio del noroeste mexicano ha aportado algunas evidencias para apoyar lo que decimos de que, aunque usted no lo crea ni lo vea, aquí sí vivió gente, con tradiciones e identidad propias, pero que por su modo de vida no dejaron grandes huellas de estancia. La existencia de los grupos cazadores- recolectores -que se extiende casi diez mil años en el caso del noroeste prehispánico- implica, por sí misma, la ausencia de una cultura compleja y de tradiciones debido a su trashumancia. Pero no es así, tenemos lugares de destazado de caza y fabricación de herramientas, con ocupación intermitente, campamentos de verano y de invierno; también alineamientos de casas habitación con morteros y metates de piedra para preparación de alimentos. Más adelante, en el tiempo, tenemos entierros humanos, con evidencia de complicados rituales funerarios, cerámica y lapidaria, evidencia de desarrollo cultural; sin embargo, la ausencia de agricultura los convierte en nómadas, sin casa ni apegos, sin desarrollo. Pero esta obra que hoy comento otorga los argumentos para defenderlos de las anacrónicas descripciones de la antropología tradicional.

La trashumancia y la movilidad estacional es una forma de vida por circunstancias que condiciona el medio ambiente, pero no por eso fuera de patrones culturales bien reconocidos. Obviamente nos mete en problemas si queremos obtener cifras de población para esos tiempos; imposible cualquier estimación. Más adelante, el poblamiento se completa con la llegada de otros grupos que inician un proceso de sedentarización paulatino, y la explicación de crecimiento y decrecimiento poblacional en una misma localidad, la encontramos en las migraciones.

Apoyado en fuentes documentales de primera mano, el autor explica por qué los individuos se mueven, buscando alimento y agua, hacia lugares conocidos desde tiempo ancestrales. Los campamentos estacionales son, pues, una estrategia de sobrevivencia.

En esta obra, el autor explica tres momentos en la historia de las Californias: los nómadas de la prehistoria tardía, los colonos del periodo misional y los rancheros del siglo XIX. En un primer momento, los individuos son libres de transitar por un territorio que ofrece los insumos necesarios para su mantenimiento; siglos después, con la llegada de extranjeros que se exhiben como dueños de esos lugares que proporcionaban sustento, tienen que cambiar sus estrategias y adaptarse a las circunstancias, pero vuelven a los mismos lugares, brincando cercas y exponiendo su vida ante la oposición de los nuevos rancheros, sin embargo, siguen estando presentes. Estas historias las narra el autor, y lo que más me gusta es que concuerda con la idea que yo tengo de los nómadas del noroeste.

Para cerrar esta reseña, transcribo una de las reflexiones del autor acerca de su propia obra:

Ahora, para mí, es fundamental precisar si estamos ante investigaciones sobre la historia de la movilidad o migración estacional en los grupos indígenas regionales, o en la demostración de los indígenas yumanos son en un sentido de un eterno presente, y que toda evidencia arqueológica e histórica es de ellos y de su “inmutabilidad identitaria”. Es por ello que es importante el trabajo histórico de aspiración transdisciplinario y con una perspectiva de largo plazo en sentido braudeliano, aunque sin olvidar el estudio de las coyunturas, pero no por sí, sino como parte y complemento de las estructuras o de los procesos profundos. (p. 191, cursivas en el original).

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