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Culturales

On-line version ISSN 2448-539XPrint version ISSN 1870-1191

Culturales vol.4 n.2 Mexicali Jul./Dec. 2016

 

Reseñas

La casa de la Mema. Travestis, locas y machos

Jesús Méndez-Reyes1 

*Universidad Autónoma de Baja California

Prieur, Annick. Programa Universitario de Estudios de Género UNAM, México: 2008. 1ª reimp., 2014, 343p. ISBN: 978-970-32-4732-5.


En los últimos veinte años, se ha extendido la discusión crítica sobre la noción de masculinidad hegemónica que desplegó Robert [Rawelyn] Connell para explicar y pensar el liderazgo, la violencia y la legitimación histórica del patriarcado en la sociedad, aquel "que garantiza la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres" (Connell, 1987/1997, p. 39). Bajo su interpretación, los seres humanos no estamos determinados por la química cerebral o nuestros órganos reproductivos, sino por las estructuras sociales en las que nos desenvolvemos, y "ahí es donde comienzan los problemas".

A la interpretación de hegemonía se sumó la diatriba entre masculinidades alternativas y cuáles son los elementos que constituyen lo varonil cuando se "entrecruza dos dimensiones: la pertenencia al mundo homosocial masculino y los ámbitos que comparte con las mujeres" (Guzmán y Bolio, 2010, p. 133). En la primera existe reconocimiento y competencia -el antiguo patriarcado-, mientras que la relación con las mujeres surge de la oposición, la complementariedad y el dominio. Reflejo de lo que Pierre Bordieu (1990) explicitó para la gente de Cabilia, Argelia, contraponiendo lo alto y lo bajo, la luz y la oscuridad, la derecha y la izquierda, etcétera.

Connell argumentó entonces que las prácticas sociales para Bordieu solamente suceden, acontecen y no se producen, por tanto, el género nunca podría ser una práctica social, cuando en los hechos el género depende del momento histórico y la carga de sentido político que se asigna a las percepciones ¿Cómo ayudan entonces los conceptos de género, masculinidades o prácticas sociales para historiar comunidades subalternas alejadas del habitus masculino?

La casa de la Mema. Travestis, locas y machos es la tesis de doctorado de la socióloga noruega Annick Prieur, presentada en la Universidad de Oslo en 1994 y publicada en inglés por la Universidad de Chicago con el título Mema's House, Mexico City on transvestites, queens and machos (1998), y la traducción al español editada por el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la UNAM. La extensa obra se sustenta en un sólido herramental teórico desde la perspectiva de género, la disciplina sociológica y el tema de las masculinidades alternativas, acompañada de un minucioso trabajo de campo en ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, uno de los municipios del conurbano metropolitano, otrora ciudad perdida, en donde se instalaron la primera y segunda generación de emigrantes del campo, expulsados por la terminación del desarrollo estabilizador y las promesas populistas de los gobiernos de la década de los años setenta del siglo XX.

El libro reconstruye un submundo poco estudiado por la academia de la década de los ochenta, pero ampliamente difundido por la prensa amarillista; el de las locas, los mayates, los travestis y los machos en un lugar determinado, Nezahualcóyotl -también llamado Neza-, que "atendía" el espacio urbano de la gran ciudad en casas particulares, estéticas y hasta en la azotea de las locas, en la famosa disco Spartacus, uno de los pocos lugares abiertos hasta el amanecer -el after, dirían hoy-, donde convivían trabajadores de la construcción, gerentes de empresa, militares, comerciantes, estudiantes y, por supuesto, las "vestidas", hombres que se consideran mujeres con su propia filosofía de la vida y su propia estructura simbólica.

El punto central del trabajo, en palabras de la autora, son "las representaciones del género en el habla, las apariencias y las prácticas, incluyendo las prácticas sexuales", vinculadas con las condiciones biológicas, materiales y sociales. Esto es, captar el momento objetivo -campo- y el momento subjetivo-habitus- del que hablan los teóricos de la cultura. Los sujetos de estudio son las "jotas, un grupo que tiene identidad común como hombres femeninos con una preferencia homosexual y que utilizan el término para denominarse a sí mismos" (p. 65).

Llama la atención que una mujer nórdica con referentes citadinos del habitus queer y gay de primer mundo haya decidido conocer y estudiar in situ -la casa de La Mema- a los personajes que habitaban, vivían y disfrutaban la femineidad en un espacio reducido, casi un refugio, abierto por La Mema, quien "antes se empleaba como sexoservidor" y que en el otoño de 1988, en un congreso académico, presentó un proyecto de educación para sexoservidores, en donde conoció a Annick Prieur. Ese encuentro fue el rudimento para el trabajo de campo de la socióloga noruega, cuyos resultados aparecen a lo largo de seis apartados en el libro que reseñamos.

El relato de Annick instala el andamiaje para ir conociendo a sus entrevistados: travestis, bisexuales, homosexuales, mayates, así como la disquisición -a veces de manera poco clara- de epítetos que se asignan entre ellos y que forman sus rasgos culturales. Empero, como la misma autora señala, las aproximaciones constructivistas y las suposiciones teóricas no aciertan del todo o limitan una explicación más extensa del fenómeno. Por esto, cuando la autora escribe sobre los homosexuales de clase media, los identifica como "menos femeninos", mientras que los de Neza se mueven sin tapujos en las calles, los lugares de baile, el mismo barrio: "en una sociedad con normas muy estrictas respecto a la complementariedad de los géneros y dominada fuertemente por hombres, en la misma sociedad en la que surgió la palabra machismo" (pp. 19-20).

Pareciera ser que quien cruza la línea de la dimensión masculina cae en el reducto de lo marginal, de lo abyecto, de lo disímil, de la homofobia. Es cierto, el libro no busca tomar partido por unos o por otros, pero tampoco puede graduarse cuánto es ser más femenino o masculino. La masculinidad se construye y se entiende como un todo, no en pequeñas partes. De lo contrario, caemos en la masculinidad hegemónica explicada por Connell -un ideal-, o en el extremo que explica Banditer, que en algunas sociedades lo varonil está en relación con la huida de todo rasgo femenino, reprimiendo todo deseo homoerótico, odio a la diversidad sexual fuera de la heterosexualidad y el temor a ser signado como homosexual (citado en Guzmán y Bolio, 2010, p. 134).

Por cierto, en el segundo capítulo del libro, "La vida cotidiana de una jota", Prieur da cuenta de la concepción de la masculinidad de esa porción de México que ella conoció, donde "padres y madres intentan quitar a golpes la homosexualidad a sus hijos femeninos", los profesores los humillan y los compañeros los molestan (p. 69). El recuento de las vivencias de La Flaca, rechazado por su madre, entre otras razones, porque no le gustaba que su hijo se vistiera de mujer, ya que ella conocía a muchos homosexuales "que se veían normales y se comportaban correctamente". Connell podría ejemplificar, con este caso, el término de masculinidad alternativa: un homosexual "normal" no quebrantará la masculinidad. Pero que La Flaca se maquille y travista se aleja de la forma socialmente admitida de representar al varón.

Annick agrega un detalle más. En México, la relación entre una madre y su hijo es tan importante, que un conflicto entre ellos es necesariamente doloroso. Es violentar la reproducción del machismo o de lo que debe representar un hombre en el futuro. De aquí que género sea un concepto relacional, con una fuerte carga de práctica política y social.

En ese mismo capítulo se presenta el rechazo a Fifí por parte de su padre, quien al percatarse de las "maneras" de su hijo en la adolescencia, no lo dejaba dormir en la casa, debía dormir en el patio, y le negaba la comida. Al cabo de unos años, Fifí consiguió trabajo de estilista, aportaba dinero a su casa y su padre cedió en su postura, argumentando que "después de todo era su hijo y que lo quería como a los otros nueve" (pp. 80-81). Esta aceptación -explica Fifí- le dio el derecho de vestirse como él quisiera. ¿Cuánto influye la estructura material en el género y las prácticas?

A la fascinación de los relatos le sigue un apartado débil, desde mi punto de vista, por tratar de generalizar los orígenes de la homosexualidad y el afeminamiento, a fin de proponer la identidad homosexual estable. Esta identidad, supone la autora, se da por el simple hecho de la preferencia sexual, sin matizar el ambiente y las estructuras sociales en las que vivían los entrevistados: el barrio, las creencias, los valores y las carencias materiales de las familias, así como la escuela, la persecución, la homofobia, el VIH, entre otros elementos, que la misma autora suma a lo largo del libro. Annick afirma que la identidad de género no se forma sólo como respuesta a las fuerzas externas del individuo, sino como resultado de las estrategias y acciones de la persona.

La reflexión en este punto se encuentra en el capítulo "Niñitos vestidos con la ropa de mamá. Sobre los orígenes de la homosexualidad y el afeminamiento". La autora recurre nuevamente al testimonio de sus entrevistados para mostrar un amplio conocimiento de la literatura especializada de la época sobre los factores que llevan a una persona a declararse homosexual. Martín -luego Marta-recuerda que desde los seis años se sentía atraído por los hombres y sus primeros encuentros sexuales datan de ese momento, tanto por el gusto como de percatarse que algo no marchaba bien. El padre de Martín lo forzó a trabajar de obrero, y "aunque me llevó a trabajar con él, no se me quitó. Creo que así me hicieron, que así iba a ser. Nací así. Se lo dije al doctor que me trató, que me inyectó hormonas masculinas" (pp. 138-139), y el único efecto fue que las piernas se le llenaran de vello. Así que con el correr del tiempo, Martín decidió convertirse en Marta, un transexual que no quería cambiar de sexo quirúrgicamente, ya que se consideraba un homosexual, no una mujer. Prieur discute que este razonamiento es contrario a su perspectiva constructivista: "Nadie es transexual, ni jota, ni tampoco gay ni hijra (eunuco en India), ni berdache (transgénero según las personas indias de Norteamérica) en un sentido absoluto" (p. 140). Los factores biológicos y psicológicos son un ingrediente más del habitus social, las prácticas cotidianas, la cultura, el ejercicio del poder y su representación, y un largo etcétera que no puede limitarse -como aclara la autora del libro- a "una explicación exhaustiva de la homosexualidad" (p. 149).

En la sociedad y ambiente de ciudad Neza de la década de los años ochenta, a la que se circunscriben los personajes estudiados, ¿existían estrategias para no ser femenino, sin tener claro qué era ser masculino? La respuesta no puede ser ajena a las condiciones materiales de aquel momento de crisis nacional, etapa de alta devaluación de la moneda y tasas de inflación superiores a 150%, de transformación social por el terremoto de 1985, por la conformación de la izquierda democrática de 1987, y por una tasa de defunciones muy alta ligada al VIH. Es cierto, "las jotas forma[ba]n sus construcciones de identidad" (p. 179) en esos años, pero sobre las bases de sus propias condiciones objetivas, en el lugar donde se desenvolvían de manera cotidiana.

Existen vínculos entre lo innato y lo social, lo biológico y lo material, de ahí que Annick busque "construir un modelo" que pueda relacionar dichos factores. Aquel ejercicio se presenta en el capítulo "Robando la feminidad. Sobre las construcciones corporales y simbólicas". La autora reconoce que del universo de las personas que entrevistó, un rasgo particular fue la falta de privacidad, la carencia de un cuarto propio durante la adolescencia y los difíciles años que vivieron en la niñez. En definitiva, las condiciones materiales sí influyeron en las personas: el hacinamiento, la gran cantidad de hijos de las familias de Nezahualcóyotl en ese momento, los roles maternos/paternos, incluido el abuso infantil vivido por alguno de los interrogados.

Justo por eso, "da la impresión de que las jotas aguantan mucho. Las encuentro nerviosas, agresivas, siempre a la defensiva y, en algunos casos, hasta perversas. Consumen mucho alcohol y drogas. Sin embargo no noté ningún caso de desórdenes psicológicos serios" (p. 160). Cabe preguntarse: ¿Sólo los homosexuales se suicidan o tienen desarreglos psicológicos?

El libro cierra con dos temas acotados al análisis de género con que inicié esta recensión: la dominación y la subordinación, además de las prácticas y las representaciones del poder. "Machos y mayates. Masculinidad y bisexualidad", así como "Sobre el amor, la dominación y la penetración", recrean los encuentros homosexuales de los mayates, su lenguaje y la toma de posición para no dañar su sentido de masculinidad, el rol de dominador o penetrador, y también de quienes se definen como bisexuales: "A mí no me gustaría que un hombre tuviera relaciones conmigo -explica Ernesto- me gustaba estar con los puros homosexuales, hay mucha diferencia... Sí les he tocado todo, menos su pene, [tampoco] que me toquen mi parte trasera... ya no me sentiría hombre, sino gay, o sea ya no ser lo que soy. Ya no sería un mayate. Ya paso de ser un mayate a un joto" (p. 246).

Annick Prieur deja abierta la incógnita de la bisexualidad cuando explica que algunos mayates mentían. "Las jotas me habían advertido que ningún mayate admitiría ser penetrado, es algo que no puede decirse, ser pasivo significa ser homosexual, no ser hombre... y si ha ocurrido no debe saberse...", pero a muchos les gustaban los "viajes de ida y vuelta" (pp. 246-247).

La discusión teórica y los ejemplos continúan, recrean el fenómeno de cualquier sociedad que experimente la violencia, el abuso, el poder; el rostro sin maquillaje de las relaciones entre las jotas y sus maridos; la reconstrucción de un grupo humano hace veinte años que pudiera replicarse en otra época o en otra geografía. En resumen, la lectura y consulta de La casa de la Mema. Travestis, locas y machos no tiene desperdicio.

Referencias

Badinter, E. (1993). XY. La identidad masculina, Madrid, España: Alianza. [ Links ]

Bordieu, P. (1990). La domination masculine. Actes de la recherche en sciences socials, 84, 2-31. [ Links ]

Connell R. (1987). Gender and power: Society, the person and sexual politics. EUA: Standford University Press. [ Links ]

Connell R. (1997). La organización social de la masculinidad. En T. Valdés y J. Olavarría, Masculinidad/es. Poder y crisis (pp. 31-48). Chile: ISIS/Flacso. [ Links ]

De Martino Bermúdez, M. (2013). Connell y el concepto de masculinidades hegemónicas: notas críticas desde la obra de Pierre Bordieu. Estudos Feministas, 21 (1), 283-300. [ Links ]

Guzmán Ramírez, G. y Bolio Márquez, M. (2010). Construyendo la herramienta perspectiva de género: cómo portar lentes nuevos. México: Universidad Iberoamericana. [ Links ]

Prieur, A. (1994), Mema's House, Mexico City on transvestites, queens and machos. EUA: The University of Chicago Press. [ Links ]

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